The essay proposes a criticism towards the system of
obsoleteness programmed in the one through that we are living, how the companies have taken advantage of this developing products with a few months of functioning so that these remain obsolete and the consumers should buy the new one. It goes over to the conclusion that this problem is one of the main factors for which a consumer society has developed Índice
Definición de la obsolescencia programada……………………1
Historia de la obsolescencia programada……………………..3
Tipos de obsolescencia programada……………………………..6
Beneficios de la obsolescencia programada……………………7
Consecuencias de la obsolescencia programada……………..9
Medidas contra la obsolescencia programada..........………11
El consumismo como parte de la obsolescencia…………….14
Manipulación comercial
Impacto ambiental
Conclusiones
Bibliografia La obsolescencia programada
La obsolescencia programada o planificada es el término
que se le da a la determinación de la vida útil de un producto, lo que significa que desde su fabricación se establece el periodo en el que éste dejará de funcionar.
Entendemos que algo se ha vuelto obsoleto cuando ha
perdido la capacidad de desarrollar la función para la que fue diseñada, es decir que se ha vuelto inútil o inadecuado a circunstancias actuales.
La obsolescencia se ve motivada no exactamente por un mal
funcionamiento del mismo artículo, sino por un insuficiente desempeño de sus funciones en comparación con las nuevas máquinas, equipos y tecnologías introducidas en el mercado.
Hasta mediados del siglo XX, las cosas se hacían para
durar: las navajas de afeitar, las botellas de gaseosa, la ropa de cama bordada; eran para toda la vida. Con sus inventos, William Painter quién creó la chapa, y King Gillete, creador de la máquina de afeitar desechable, reorientaron la mentalidad empresarial y abrieron paso a la economía del usar y tirar: casi todo comenzó a diseñarse con fecha de caducidad. Mientras, se disminuían las redes de reparación. Entonces la gente al ver que resultaba más económico adquirir nuevos productos que repararlos, fue envolviéndose en el consumismo. Un claro ejemplo en el que se aplica la obsolescencia programada es en la constante renovación de los celulares, además de esto también podríamos culpar a los continuos avances de la tecnología o al deseo insaciable de los consumidores de disfrutar de esta. Es aquí donde nace el pensamiento de que un producto se vuelve obsoleto apenas sale al mercado, ya que una vez que se empieza a vender un producto nuevo, se inicia el bosquejo del que será el reemplazante del reciente artículo estrenado. Pero más allá de todos los avances en la tecnología, las empresas tienen la necesidad de sacar a la venta lo que podría decirse; mejores productos, pero mejores productos podrían ser simplemente un engaño al consumidor ya que hay cambios que no son netamente necesarios y son agregados solo para que las personas se vean en la necesidad de adquirirlos. En este punto también podríamos tener en cuenta la manipulación comercial consumista, que es lo que logran engañosas propagandas que hacen creer al consumidor que necesita en su vida cosas absolutamente innecesarias Otro ejemplo de obsolescencia programada se ve en las impresoras que a pesar de no estar en constante cambio, las personas las suelen renovar con frecuencia ya que tienen un chip incorporado el cual es el determinante del día exacto en el que dejará de funcionar, pero mucho antes de que esto suceda, las impresoras tienden a tener problemas y al ser los repuestos muy caros y/o difíciles de encontrar se opta por comprar una nueva a repararla. Historia de la obsolescencia programada Este concepto tiene su origen en la revolución industrial y la producción en serie. Al principio las industrias generaban mercancía de forma masiva a precios asequibles y accesibles para los consumidores. Fue desarrollada por primera vez en la década de 1920 cuando un grupo de empresarios se dio cuenta de que cuanto más duraban sus productos, menos dinero ganaban ellos. Cuando Thomas Edison inventó la bombilla, la filosofía de los fabricantes era crear productos con una larga vida útil. No tardó en llegar el temor de éstos que se planteaban qué pasaría si en algún momento la necesidad de los consumidores dejara de existir y no compraran sus artículos. Los fabricantes decidieron agruparse y formar cárteles para acortar la vida de los productos y aumentar las ventas. En ese momento ingenieros y diseñadores recibieron un nuevo cometido: hacer productos frágiles, confeccionados para tener un ciclo de vida muy por debajo de sus posibilidades.
Pronto pensaron la fórmula para asegurar las ventas y
promover el consumo incesante de sus productos, “acortar la vida útil de éstos” de manera programada. Es en 1924 dónde se constituye el primer cártel mundial para el control de la fabricación y ventas de las bombillas eléctricas, denominado como “El cártel Phoebus”. El cual establecía que el máximo de duración de una bombilla eléctrica debía ser de 1000 horas, cuando ya era sabido que las bombillas en aquella época sobrepasaban las 1500 horas, estos llevó a los fabricantes a reducir la duración de sus bombillas ya que encargados del cártel iban continuamente a testear sus productos para verificar que cumplían con las reglas establecidas, de lo contrario se les imponía una muy alta penalización. El cártel Phoebus fue firmado el 23 de diciembre de 1924, en Ginebra. Fue firmado por los grandes fabricantes del momento, Osram, Philips y General Electric. Y estuvo vigente hasta 1939.
A principios de 1920, la compañía Ford sacó a la venta su
modelo Ford T, modelo que se fabricó en masas y se hizo extremadamente famoso por su simpleza y por ser funcional, a tal punto que la mitad de la población tenía un Ford T. En 1927 General Motors lanzó al mercado un nuevo modelo cuyas únicas diferencias con el Ford T eran el tamaño, forma, y que eran ligeramente más económicos; la población comenzó a considerar el modelo Ford T como un modelo soso y anticuado causando una gran caída en las ventas y el disparo de las ventas de General Motors. General Motors también impuso el modelo anual, lo que quiere decir que cada año lanzaban al mercado un nuevo modelo cuyas diferencias con el anterior eran meramente superficiales; Ford adoptó también esta medida al darse cuenta de que la población compraba los modelos sólo por lucir más atractivos.
Una de las fechas más relevantes que llevó a lo que
conocemos hoy por obsolescencia fue la crisis de Wall Street en 1929. Fue la más devastadora caída del mercado de valores en la historia de la bolsa en Estados Unidos, tomando en consideración el alcance global y la larga duración de sus secuelas y que dio lugar a la crisis de 1929 también conocida como: La Gran Depresión Tras el Crac que padeció Estados Unidos en el 29 se pensó en hacer la obsolescencia programada obligatoria como una de las medidas para reactivar la economía. Los productos debían tener una fecha de caducidad determinada.
El término “obsolescencia programada” aparece por
primera vez en el “Plan para la prosperidad” de Bernard London que se creó en 1932 como una alternativa para solucionar La Gran Depresión; el plan sostenía que cada producto debía tener una fecha de caducidad y una vez muerto el producto el propietario debería entregarlo a una agencia del gobierno que se encargaría de su destrucción, quien conservara un artículo caducado sería acreedor de una multa; London creía que esto reactivaría la economía ya que al crear los productos con un final determinado la población se vería en la necesidad de adquirir nuevos generando que las empresas continúen la producción y los empleados conserven sus puestos de trabajo. El mayor opositor de London era Franklin D. Roosevelt, quien propuso una alternativa diferente; la cual consistía en generar puestos de trabajo a través de un programa de obras sociales como por ejemplo la construcción de una carretera; es decir, la población colaboraría en la elaboración de algo que ellos usarían y el Estado les pagaría por ello; a esto se le llamó “New Deal”. Roosevelt asumió la presidencia de los Estados Unidos en 1933.El “Plan para la prosperidad” nunca se puso en práctica. La Gran Depresión culminaría en 1939 con el “New Deal”. En 1950, culminada la Segunda Guerra Mundial resurgió el concepto de obsolescencia programada; sin embargo ya no se trataba de obligar al consumidor, sino de seducirlo. Tipos de obsolescencia programada
Encontramos dos principales tipos de obsolescencia
programada que son:
La obsolescencia por moda: Es en la cual el
consumidor adquiere nuevos productos solo por la necesidad de saciar la necesidad de comprar; se compran productos con ligeras variaciones básicamente superficiales, este es un método que realizan las empresas anualmente para que las ventas no caigan ya que siempre habrá una porción de la población que renovará sus artículos por este motivo; especialmente: generaciones actuales.
Obsolescencia de componentes eléctricos: Este caso
de obsolescencia se da cuando un producto eléctrico se estropea ya que es más costoso repararlo que adquirir uno nuevo, por lo que por lo habitual se suele desechar el producto averiado, esto también genera un nefasto daño a nuestros recursos naturales. Beneficios de la Obsolescencia Programada
Permite asegurar un volumen de fabricación
constante que contribuye a que las empresas mantengan un nivel de empleo más o menos estable ya que estas al vender sus productos a los consumidores, que cada cierto tiempo se ven en la necesidad de comprar, mantienen una economía estable y evita el quiebre o la reducción de los empleados de las empresas. Estos empleados son un factor importante en la economía del país ya que al ser parte de la PEA (población económicamente activa) tienen la posibilidad de mejorar la calidad de vida de sus familiares, por lo tanto: incrementa el desarrollo del país. Por orden, la obsolescencia programada supuso un mejor nivel de vida para todos los trabajadores, pues aseguró un puesto de trabajo estable que permite a los empleados hacer planes a largo plazo contando con la estabilidad de un contrato también a largo plazo. Además, los empresarios se dieron cuenta de que cuantos más empleados podían comprar bienes de consumo, más productos vendían, con lo que llegaron los derechos sociales de los trabajadores y la ya famosa clase media (en la que realmente se basa el capitalismo y el modelo económico actual).
Obliga a las empresas a invertir en investigación y
desarrollo para aportar algo nuevo que asegure la renovación de los productos ya existentes. Es decir; la obsolescencia programada no solo se basa en la manipulación del consumidor, sino que también promueven los avances tecnológicos. Por otro lado, la necesidad de aportar algo nuevo cada poco tiempo, hizo que la tecnología haya avanzado en 100 años más que lo que ha avanzado en los últimos 2000 años. Hemos viajado a la Luna y tenemos un montón de objetos que no son más que la evolución tecnológica del modelo anterior.
Aumenta la competencia entre marcas para ofrecer
soluciones diferentes a la misma necesidad a fin de atraer a nuevos clientes. Los consumidores tienen más opciones para decidir entre lo que le resulta más económico y benefactor a su situación. La mayoría de los avances del siglo XX y XXI tienen su origen en un bien de consumo súper evolucionado, mejorado y optimizado. Si a todo eso, sumamos la lucha entre compañías por conseguir el mejor producto, el más barato, el más rentable, obtenemos una gran variedad de productos a diferentes precios que se adaptan a casi cualquier necesidad y bolsillo (de la clase media).
Seguramente, sin la motivación de vender más y ganar
más, las empresas nunca hubieran invertido tanto en mejorar sus productos, las líneas de montaje no irían a pleno rendimiento y la industria no daría empleo a tanta gente, no habría clase media y seguiríamos dependiendo de las guerras para conseguir nuevos avances tecnológicos. Consecuencias de la Obsolescencia Programada El principal problema radica en los recursos naturales empleados en la fabricación de estos productos, y diseñados a propósito con una corta duración. Este sistema incrementa en gran medida la presión sobre los escasos recursos naturales de nuestro planeta, y con la problemática asociada que presentan muchos de ellos. Por ejemplo, el aluminio, presente en muebles, vehículos, envases, muy abundante en el planeta, pero con serios problemas ambientales asociados a su extracción y procesado. Se necesitan tóxicos productos químicos para su extracción y en muchas ocasiones acaban en el entorno, además de emitir una elevada cantidad de gases de efecto invernadero. Los mayores impactos de la extracción de recursos naturales se producen en países empobrecidos, empeorando así sus estándares de vida, contaminando valiosas zonas ambientales, provocando acaparamiento de tierras y afectando a la salud de muchas comunidades. También están los llamados “basureros electrónicos” que son lugares donde los grandes países envían los productos que se han vuelto obsoletos. Los más grandes se encuentran en Güiyu (China) y en Ghana.
La obsolescencia programada puede ser
considerada un engaño al consumidor ya que al ponerle un tiempo de vida a un producto obligan al consumidor a adquirir otro y a gastar su dinero en uno nuevo que tendrá el mismo destino que el anterior. El consumismo es una notable consecuencia de la obsolescencia programada por moda; ya que al lanzar nuevos productos al mercado con cambios superficiales, acostumbra a la población a comprar sin una real necesidad de hacerlo.
En conclusión:
Desde el punto de vista ambiental
Utilización de una gran cantidad de recursos naturales al
tener que estar constantemente produciendo artículos. En este caso hay que considerar que algunos de los recursos naturales que se utilizar para la fabricación de algunos productos son muy escasos, un ejemplo es el coltán. Acumulación de residuos. Todos los aparatos que ya no se van a utilizar se desechan y una mala gestión puede hacer que terminen en vertederos ilegales. Al tener elementos que pueden contaminar el suelo o el agua es importante que se gestionen correctamente y que se alargue la vida útil de los aparatos electrónicos para así disminuir el número de residuos que se generan.
Desde el punto de vista social
Fomenta el consumo. Si ya de por sí nos animan a consumir
constantemente el hecho de que algunos productos tengan fecha de caducidad fomenta aún más dicho consumo. Conflictos geopolíticos. Algunos de los materiales que se utilizan en la fabricación de ciertos aparatos electrónicos son tan escasos y valiosos que se están dando serios conflictos geopolíticos por su explotación, es el caso del coltán. Países subdesarrollados terminan siendo los vertederos de los países desarrollados. Un ejemplo es el país africano Ghana que reciben constantemente contenedores llenos de residuos electrónicos que los países desarrollados envían como productos de segunda mano cuando la gran mayoría no funciona. Se puede ver como una oportunidad para los habitantes de Ghana al poder repararlos y venderlos pero lo cierto es que la gran mayoría no sirven para nada y terminan ocupando un espacio que pertenece a sus habitantes. Medidas contra la Obsolescencia Programada
Acabar con la obsolescencia programada depende de la
evolución de cada producto, de su incorporación a la vida de las personas, que determina el propio interés de las empresas y el beneficio que pueden obtener. Francia ha sido el primer país en tomar medidas contra la obsolescencia programada, pero no el único en darse cuenta de la importancia de alargar la vida útil de los dispositivos electrónicos. En Alemania, el partido de Los Verdes presentó hace poco un estudio y propuso algunas soluciones, mientras en Bélgica se adoptaba una resolución al respecto en el Senado.
1. Conocer: ¿qué es la obsolescencia programada?
El primer paso para luchar contra la obsolescencia programada es saber qué es. En este caso, disponer de una visión general sobre su significado, origen, evolución y consecuencias resulta bastante sencillo gracias al acertado documental Comprar, Tirar, Comprar. 2. Actuar: un buscador y un sello contra la obsolescencia La ONG Amigos de la Tierra ha acuñado el concepto “alargasciencia” y le ha dado vida con un “directorio en el que recogemos establecimientos que reparan y recuperan objetos, compran y venden de segunda mano, alquilan o hacen trueques”, según describe su responsable de Recursos Naturales y Residuos. El mapa en el que se muestran los comercios es colaborativo, se nutre de sugerencias de usuarios, y estas aportaciones llegan día a día, lo que da idea de la salud de la iniciativa. Por su lado, la fundación Feniss (Fundación Energía para la Innovación Sostenible Sin Obsolescencia Programada) ha creado el sello ISSOP para empresas y organizaciones. Se trata de una certificación gratuita que distingue a aquellas entidades que “priorizan la compra de productos y la contratación de servicios respetuosos con el medio ambiente, fabricados sin obsolescencia programada, y si es fabricante de algún producto, lo hacen sin obsolescencia programada, utilizando preferiblemente producto local y el comercio justo”, como reza el primer punto de su decálogo. La forma más obvia de actuar contra este fenómeno es adquirir productos “sin fecha de caducidad” y esta certificación hace más fácil la búsqueda.
Un teléfono móvil, el Fairphone, es seguramente una de las
caras más visibles de este movimiento antiobsolescente. El dispositivo se ha diseñado y producido modularmente, es decir, se puede reparar y actualizar de manera sencilla sustituyendo solo las piezas necesarias que, además, se consiguen individualmente en la página del fabricante. Además, en todos los pasos de su elaboración se siguen criterios de comercio justo, como hace la marca, incluido el de obtención de materias primas como el tungsteno, material que provoca conflictos armados en África.
3. Soluciones creativas
Varias organizaciones han desarrollado proyectos para
proponer soluciones innovadoras y tratar de transformar esta realidad. La Fundación Deixalles, implantada en Baleares, es una de ellas. En su actividad se refleja un doble sentido social y medioambiental. “Recogemos aparatos electrónicos que funcionen o que necesiten una reparación, en cuyo caso la realizan personas en proceso de reinserción laboral. A continuación ponemos en el mercado objetos de necesidad básica a un precio modesto”, explica Xesca Martí, la directora general de la entidad. En cuanto al cuidado del medio ambiente, se incluye tanto la reutilización como la correcta gestión de residuos. Esta organización trabaja con banca ética “por convicción”. “Cualquier acción tiene sus consecuencias, y tenemos que ser responsables en todas nuestras decisiones”, resalta Martí, que finaliza: “Es posible hacer otra economía, pero para eso es necesaria una banca diferente”. El reciclaje también se cruza con la utilidad social en el proyecto de SocialREC. Juan Máñez, su impulsor, buscó la manera de extraer valor de los aparatos eléctricos que se dejan de usar para reintegrarlo en la sociedad y en el planeta. El consumismo como parte de la obsolescencia programada
En la revolución industrial germina la sociedad de
consumo, que se caracteriza por la producción masiva de bienes. Con la sociedad de consumo se modifica la idea de consumir por necesidad a consumir por deseo. Estos deseos van siendo creados principalmente por la publicidad y el marketing y nunca llegan a ser satisfechos. De modo que se produce así un consumo ostentoso continuo.
Uno de los mecanismos para sostener la sociedad de
consumo y con ella la producción en masa es la obsolescencia programada. De esta manera se promueve el consumo, que resulta clave para la sociedad del crecimiento.
Sin embargo, este modelo de producción en masa tiene
como una de las principales consecuencias la ingente cantidad de residuos que se generan, afectando por tanto al medio ambiente. Lo que ha llevado a crear posiciones contrarias a este modelo imperante y pretendiendo instaurar el denominado decrecimiento. El decrecimiento se trata de una corriente de pensamiento que busca una modelo sostenible de producción. Alude a las consecuencias negativas que supone el consumo ostentoso y rechaza el crecimiento económico que supone el liberalismo. De este modo, el principal objetivo del decrecimiento sería reducir la huella ecológica y el exceso de consumo y el despilfarro para conseguir una protección del medio ambiente. Los teóricos del decrecimiento defienden que los recursos naturales no son limitados y si se continúa con este modelo de producción algún día se agotarán.
Michael Brauntgart, es autor de un nuevo concepto
denominado “de la cuna a la cuna”. Este concepto propone un modelo de industria que imite el ciclo de la naturaleza. De este modo, al igual que la naturaleza produce nutrientes y no residuos, Brauntgart cree que la industria podría imitar este ciclo reutilizando los productos que tengan una vida corta y reconvirtiéndolos en algo nuevo. De esta manera se reduciría en gran medida el problema que suponen los residuos para el medio ambiente. Manipulación comercial de los medios
la conducta de las personas, de las masas, para un fin: el abuso de poder. Para ello es fundamental reducir a las sociedades estructuradas, cohesionadas y solidarias (se pueden destruir, no manipular) en un objeto, en masa, un grupo de individuos desestructurados, fácilmente manipulables al carecer de vínculos sólidos entre ellos. Masa es un concepto cualitativo, no cuantitativo; no importa el número, una familia, una comunidad de vecinos, un pueblo o un país pueden ser masa.
Una sociedad egoísta, sin ideales ni principios sólidos,
capada de su capacidad de pensar, es más manipulable. La manipulación se presenta en cualquier relación social o campo de la actividad humana, donde la parte dominante se impone a otras en virtud de que estas carecen de control, conciencia y conocimiento sobre las condiciones de la situación en que se encuentran. Galbraith, economista norteamericano, dijo: “para manipular eficazmente a la gente es necesario hacer creer a todos que nadie les manipula”. La manipulación comercial a través de los medios es un factor importante para comprender el gran impacto de la obsolescencia programada. La publicidad es un foco fundamental dentro del consumismo y se hace presente en la vida diaria de la sociedad desde hace bastantes años. No siempre es un problema pero en la actualidad el consumo llega a puntos exagerados y es en gran parte por la forma en la que la publicidad llega al consumidor, por lo tanto, se transforma en un modo de manipulación. La publicidad la encontramos en todos los medios de comunicación, redes sociales, televisión, carteles, etc. Y cada uno de estos medios tiene una potente llegada a las mentes de los consumidores; el problema viene cuando la publicidad intenta darle un nuevo valor a las necesidades, entregando deseos inexistentes al público y muchas veces con la publicidad subliminal, donde el deseo se instala inconscientemente. El deseo es adquirir nuevos productos donde los bienes se renuevan por otros más avanzados o que estén de moda y la gente construye un deseo imaginario debido a los modelos utilizados en las pautas publicitarias. “La propaganda seduce, glorifica los productos, ensalza las oportunidades.” (Moulian, 1999, pág. 21). Según Moulian, así es como la manipulación se presenta; nunca es clara ni nos muestra la realidad tal como es ya que el objetivo es generar ventas y no por cubrir realmente las necesidades, si se dedicaran a eso, no habría imposibilidades de consumo.
La satisfacción de todo este consumo dura un tiempo
determinado, hasta que aparece un modelo nuevo, con distintas características que cambian con el tiempo y supuestamente se adaptan al mundo actual; así es como las cosas van evolucionando, quedando obsoletas y creemos necesitar el modelo más reciente con más características donde se pierde el sentido del verdadero uso del original. Impacto ambiental
El pueblo de Guiyu es la capital mundial de la basura
electrónica, en este lugar se reciclan más aparatos electrónicos que en cualquier otro, lo que ocasiona enormes problemas de contaminación y salud. A pesar de los intentos de las autoridades por acotar el negocio del reciclaje no regulado, se estima que 1,6 millones de toneladas de desechos electrónicos acaban en esta localidad cada año. El reciclaje se ha convertido en un gigantesco negocio que da empleo a casi 80 000 de los 100 000 residentes y deja muy altos ingresos. Muchos utilizan los aparatos para sacar repuestos y otros despiezan para la extracción de materia prima; la más valiosa es el cobre. Antes, la mayor parte de la basura provenía del extranjero ya que muchos países no querían reciclar los productos al ser una actividad contaminante y relativamente cara gracias a la legislación mundial; por lo que preferían enviarla a China a pesar de esto estar prohibido mediante leyes internacionales. Sin embargo, ésta situación ha cambiado desde la crisis financiera que padeció el Occidente en el 2008; ahora el 70% de la basura se produce localmente. En Guiyu la mayoría del trabajo de reciclaje se lleva a cabo en unos 5.500 pequeños almacenes, patios, y domicilios. Muchos padres no tienen inconveniente en dejar que sus hijos adolescentes participen en la manipulación de componentes peligrosos e incluso hay padres que realizan esta manipulación con bebés en brazos sin tomar en cuenta el riesgo al que los someten. No hay ningún tipo de control en esta zona y la presencia de periodistas es mal recibida por los residentes. Quienes no tienen relación con la industria denuncian la gran degradación medioambiental que provoca. Por los arroyos que circunvalan la ciudad corre tinta negra burbujeante, y lo que antes eran huertas ahora son vertederos en los que se amontona todo tipo de material sin valor. Según el estudio que la Universidad de Shantou hizo en 2009, Guiyu sufre la mayor concentración de dioxinas cancerígenas del mundo y una de las tasas más altas de enfermedades respiratorias. Muy por encima de la media nacional están también los casos de problemas cutáneos, migraña, vértigo, gastritis crónica y úlcera duodenal. El principal enemigo es el plomo, que se cuela en el organismo por todas las vías posibles y hace que los niños de Guiyu sufran las consecuencias: capacidad intelectual disminuida y trastornos en los sistemas nervioso y reproductivo. Por su parte, diferentes muestras de polvo y tierra analizadas por Greenpeace aparecen también contaminadas con arsénico, antimonio, cadmio y una larga lista de metales que, a través de los alimentos, se introducen en el organismo de los habitantes de Guiyu. Uno de los mayores cementerios electrónicos del mundo se encuentra en Agbogbloshie, un suburbio de Accra, la capital de Ghana. En el país aterrizan todos los años unos cinco millones de aparatos electrónicos usados, procedentes sobre todo de Europa, Estados Unidos y China, informó el Ministerio de Medio Ambiente de Ghana el año pasado. Los que están rotos -en torno a un tercio del total- acaban en Agbogbloshie.
Con el paso del tiempo, el basurero se ha convertido en un
venenoso cementerio electrónico. Y en una importante fuente de ingresos para los más pobres de entre los pobres, que rebuscan entre la basura metal revendible como aluminio, cobre o hierro. Según el Banco Mundial, cerca de un cuarto de los 35 millones de ghaneses viven por debajo del umbral de la pobreza, que se sitúa en 1.25 dólares al día. De ellos, unos 40,000 -muchas familias de regiones rurales- residen en el surburbio de Agbogbloshie.
Al contrario que otros muchos países, en Ghana no hay
leyes que prohíban la importación de basura electrónica. Por eso, el país es tan popular como última parada para aparatos electrónicos usados. La chatarra llega como donación o declarada como producto usado para su reventa en el país. Pero desde el Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos critican que muchos comerciantes declaran los aparatos rotos como usados para evitar los elevados costes del reciclaje en sus países de origen.
Los ghaneses más pobres seguirán buscando metal entre la
basura. Por cada 100 kilos reciben unos 24 dólares. Conclusiones
La obsolescencia genera grandes beneficios, el mayor de
ellos es que hace mover la economía mundial, pero su gran contrapartida es que genera inmensas cantidades de basura que nadie quiere, por lo que van a parar a vertederos en los países tercermundistas, destruyendo los recursos naturales. El razonamiento de las personas que implementaron este concepto parece irrebatible, y si se hiciesen cosas que durasen para siempre, llegaría el momento que todos tendrían los productos, y ya no sería necesario fabricar otro, la economía mundial se hundiría.
La obsolescencia no es más que un sistema que permite
mantener las fábricas funcionando, los investigadores trabajando, de tal forma que el sistema se retroalimenta beneficiando a toda la cadena, ya que los propios productores son también consumidores y los consumidores son parte del esquema de la producción. Pero el punto donde encontramos lo malo de esta teoría de la obsolescencia programada es en los residuos que se generan, que parecen no suponer un problema mientras contaminen otros territorios, pero la mejor solución está en la naturaleza, la solución es investigar para que los residuos sean materia prima. De tal manera que todo se pueda reciclar, y el reciclaje se puede convertir en el negocio del futuro, por eso deberíamos centralizar las investigaciones encaminadas a utilizar materiales que sean 100% reutilizables.