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DE LA MANO DE tra ciudad con la de Córdoba. tidos, de las reglas mínimas que,
UN TAL WILLIAMS
aún por esos tiempos, debían ne-
La tradición oral, repetida de cesariamente observarse de par-
PLAZA JEWELL: esa ley que disponía el reparto de dores enriquecidos en esos años”
ALUMBRAMIENTO tierras. Dice Álvarez que “…los ex (Rodríguez Molas, Ricardo E.,
FUNDACIONAL guerreros (luego de la contienda) “Historia social del gaucho” Ed.
mostraban muy pocas ganas de Capítulo, t. 159 Pág. 191).
A
empuñar el arado y bien pronto ob-
tuvieron del gobierno les eximiese El mismo Juan Álvarez no pue-
partir de marzo de 1867, de poblar sus lotes”. Otros inves- de menos que reconocer en la obra
el panorama se transforma con tigadores desmienten esta versión citada que “...la verdad es que los
un hecho trascendental: el 27 de y acreditan hechos muy precisos lotes donados al criollaje, aunque
ese mes y año -fecha que debie- que no tardan en advertir; ello es fertilísimos, hallábanse sobre la
ra ser declarada fundacional para que... “son tantos los fraudes e in- insegura y peligrosa frontera su-
el deporte rosarino- un grupo de justicias que para silenciarlas se doeste del departamento”, dan-
ciudadanos británicos da vida a deben adoptar normas adiciona- do cuenta somera de las tropelías
“Rosario Cricket Club”, que con el les (a la ley que dispone el repar- que los indios cometían por en-
correr de los años se transforma- to de tierras). De todas maneras, tonces en sus habituales excur-
ría en el Club Atlético del Rosario. el 10 de enero de 1867 se decide siones en sitios muy cercanos a
Aunque la intención original era la la venta de todos aquellos lotes a la zona asignada a los eventuales
de practicar principalmente el cric- un pequeño círculo de especula- combatientes.
ket, el auge del fútbol que arrasa-
ba en las islas británicas también Los partidos de croquet en Plaza Jewell se convertían en reuniones sociales
llegó a estas tierras, y en el campo donde convergían las damas más distinguidas de la sociedad rosarina.
de deportes del nuevo club, ubica-
do en la intersección de las actua- Gentileza Club Atlético del Rosario
les calles España y Salta (lo que
hoy es el Colegio San José), comen-
zaron a realizarse los primeros en-
cuentros de fútbol.
EL NACIMIENTO
A despecho de esa verdadera dis- detrás de una pelota. En la mayor
DE LOS GRANDES
criminación sufrida por el nativo, parte del país, pero fundamental-
esa integración con el extranjero mente en Rosario, ese invento de
se produjo en Rosario -como en el
resto de las urbes pobladas- casi
sin dificultades. Quizás una ex-
cepción en la materia de nuestro
“los ingleses locos” pronto pasó a
formar parte de nuestra mejor tra-
dición. Aprendido rápidamente por
las masas criollas, le impusimos
E se hecho trascendente
tuvo lugar el 24 de diciembre de
1889, cuando en un viejo café de
análisis haya que buscarla en el nuestro propio sello abandonan-
la avenida Alberdi -donde se le-
club Rosario Central, que en 1903 do inclusive las tendencias traídas
vantó luego el Colegio Talleres- un
y tras una tumultuosa asamblea por los maestros. Ese fútbol sim-
grupo multitudinario y ruido-
decidió romper los moldes impues- ple, veloz, en armonía de conjun-
so (cuentan que eran alrededor
tos por los fundadores -no se po- to característica de los británicos,
de setenta personas) formalizó
día ser socio de la institución sí no cedió a la idiosincrasia argenti-
la fundación del “Central Argenti-
estaba el interesado vinculado con na. Lo convertimos y adaptamos
ne Railway Club”, que en 1903 se
la empresa ferroviaria, con ma- a nuestra manera, más lento, más
convertiría definitivamente en el
yoría absoluta de gerentes y per- bello, privilegiando lo individual a
Club Atlético Rosario Central.
sonal jerárquico de nacionalidad lo colectivo.
inglesa- dando nacimiento a una
nueva etapa en dicho club y “acrio- Esa coexistencia entre ingleses
llando” no sólo su nombre, sino que pretendían enseñar y rosari-
el plantel de sus jugadores, aso- nos que aspiraban aprender, duró
ciados y dirigentes. Pero más allá muchos años, aún desordenada-
de eso, el contacto cotidiano en- mente. Recién aparece en 1880
tre argentinos y foráneos fue pro- el segundo intento de un grupo
duciendo un entremezclamiento de ciudadanos que quería confor-
de tendencias, actitudes, gustos y mar una entidad. El testimonio de
costumbres que con el tiempo fue- un desaparecido periodista -Juan
ron ensamblando armónicamente. Dellacasa (h)- ubica el fallido pro-
Eso trajo como consecuencia, en- pósito en las inmediaciones de la
tre otras tantas cosas, por supues- actual plaza Santa Rosa. Las difi-
to, que muchos británicos que se cultades fueron tantas que los es-
extrañaban de tan insólito hábito, casos entusiastas del nuevo club,
se apegaran al criollo mate amar- llamado Villa del Rosario, tras
go de nuestra tierra hasta aban- unos pocos meses plagados de
donar inclusive su casi adicción contratiempos, abandonaron el in-
hacia el té tradicional que traían tento y se incorporaron al Rosario
desde las islas; los nuestros, por Cricket Club. Debieron transcu-
su parte, poco a poco dejaron de rrir entonces nueve años más para
ser espectadores indiferentes de que aconteciera algo realmente im-
esa alocada propensión por correr portante en materia futbolística.
materiales del crudo profesiona- la Plata. Allí concurrían a realizar y recibían con la misma virilidad y
lismo, que venía inficionado con las operaciones bancarias cotidia- reciedumbre que los ferroviarios de
todas las pústulas de la “década nas, al término de las cuales no la Villa Sanguinetti, los operarios
infame”, y también dejó su huella faltaban largas parrafadas sobre el de refinerías o los estudiantes del
en el fútbol de nuestra ciudad. naciente deporte, cuyo auge se in- Colegio Newell. Tanto era así que se
crementó notablemente a partir de ganaron un mote bien gráfico: “ato-
ATORRANTES los torneos estables que patrocina rrantes con galera”.
CON GALERA la flamante Liga Rosarina de Fút-
bol desde 1905. El entusiasmo de PRIMER ENCUENTRO
esos muchachos que se reunían en INTERNACIONAL
A
el banco, se canalizó a través de
A
un “pechazo” que le hicieron a un
partir de 1905 y hasta cliente de la entidad, un tal Gauna,
1931 -cuando el profesionalismo quien poseía unos terrenos desocu- unque Atlético del Rosa-
derrumba las barreras sentimen- pados en Mendoza y Vera Mujica rio ya había tenido oportunidad
tales del amateurismo-, ocurren (por entonces, casi “campo afue- de disputar un par de encuen-
muchas cosas en el fútbol de la ra”). Llegaron a reunir alrededor de tros internacionales -ante Peñarol
ciudad. Al margen del surgimiento cien adherentes, lo que no era poco de Montevideo, por la Copa Com-
de los clubes mencionados, algu- para la época. Como para no des- petencia-, Rosario no había vivido
nos otros nacieron y sucumbieron mentir la feliz definición de Artu- aún la experiencia de recibir la vi-
con idéntica facilidad. La nómi- ro Jauretche cuando explicaba con sita de un conjunto extranjero. Los
na de estos clubes -o con inten- su prosa vigorosa los mecanismos citados encuentros de los mucha-
ción de serlo- sería interminable. de la “colonización pedagógica”, los chos de Plaza se hacían siempre
La prolija registración que dejara muchachos aquellos buscaron un en escenarios porteños, de allí que
un viejo periodista Juan Dellaca- nombre para la naciente entidad. Y la posibilidad de traer a nuestra
sa (h), autor de “Puntapié penal”, todos estuvieron de acuerdo cuan- ciudad al primer equipo del Sou-
edición de 1938, ofrece material do alguien propuso llamarla “El Al- thampton encendió en 1904 la pa-
como para merecer una más ambi- bión Rosarino”, en clara alusión al sión de los rosarinos. La visita de
ciosa y completa investigación. Ex- nombre (Albión) que los antiguos los ingleses se frustró, aun cuan-
traemos de esa vieja edición lo que griegos dieron a las islas británi- do dos jugadores de clubes loca-
aconteció con uno de esos grupos cas y que la tradición identificó en les fueron llamados para integrar
de animosos muchachos que, en el correr de los siglos con Inglate- un combinado argentino para opo-
los albores de este siglo que pron- rra. La particularidad de este naci- nerse a los británicos. Boardman,
to nos abandona, hicieron un ver- miento es que, contrariamente a lo arquero de Plaza y Eduardo Jewe-
dadero culto del fútbol. La historia que acontecía con otros clubes de ll, tuvieron buena actuación en
nació alrededor de 1904 cuando la época, fue estimulado por “gen- un elenco de “aprendices” que el 9
un grupo de empleados de comer- te bien”, de buen pasar y óptimas de julio de ese año cayó ante los
cio, entidades de cerealistas y al- posibilidades de prosperar en corto “maestros” ingleses por la nada de-
macenes navales, se reunían por tiempo. Esas diferencias, sin em- corosa cifra de 8 a 0.
sus obligaciones laborales en la bargo, no se notaban en la cancha,
sede del Banco Español del Río de los “nenes bien” del Albión daban Pero un año después el sueño se
L
a historia del fútbol
de la ciudad es la historia
misma de Rosario.
Como quizás en ningún
otro lado, el deporte de
los ingleses se arraigó
firmemente en estos pagos,
que bien pronto le impuso
su propia índole y lo tornó
más lento, más bello, más
armónico. Desde la época
de los grandes bigotes,
pantalones desmesurados
y pelota con tiento,
cualquier iniciado supo
distinguir al futbolista
rosarino, dueño de una
excepcional habilidad.
Muy serios en la fotografía, estos once muchachos de Atlético del Rosario vivieron
su momento de euforia un 14 de agosto de 1904, al ganar la Copa Competencia.
Derrotaron en la final a Peñarol.
La antigua cancha rojinegra, vista desde
arriba. La perspectiva cercana muestra el Gentileza Club Atlético del Rosario.
hipódromo Independencia y, un poco más
lejos, el Club Provincial. Todo en un marco
de construcciones espaciadas y chatas.
13
Las balas que pusieron fin a la en una comunidad que, aunque in-
vida del heredero del trono aus- tegrada a la sociedad local, tenía
tro-húngaro y su esposa, Fran- allá a padres, hermanos, hijos.
cisco Fernando y Sofía, sonaron
con tanta intensidad en Saraje- Al publicar el club la Memoria co-
vo como en nuestro país. Espe- rrespondiente al año 1917, cuan-
cialmente en Rosario, donde una do aún no se avizoraba el final de
verdadera colonia de súbditos in- la lucha, agregó una nómina de
gleses se estaba arraigando, a “socios voluntarios”, a la Primera
favor de la instalación de compa- Guerra Mundial con la acotación
ñías navieras, casas bancarias, de los que habían sido tomados
empresas ferroviarias, de gas, prisioneros y de los muertos en ac-
electricidad, teléfonos, aguas co- ción. Cabe mencionar que entre
rrientes. Aquél sórdido 28 de junio los voluntarios de Atlético del Ro-
de 1914 signó el destino de muchos sario que fueron a pelear se en-
europeos que abandonaron la Ar- contraban los hermanos Carlos y
gentina para luchar por sus res- Eduardo Newell, donantes de los
pectivas banderas en la primera terrenos donde se levantó la sede
gran guerra de este siglo. actual.
GABINO SOSA
C
años después, el detonante del
desencuentro fue el profundo
reemos haber abordado antagonismo de Central y Newell’s.
hasta aquí los hechos más Líos descomunales en las canchas,
relevantes en cuanto a los orígenes agresiones a los árbitros, intentos
del fútbol en Rosario. Lo que siguió de soborno y guerra sin cuartel
después es, ni más ni menos, lo entre las hinchadas, fueron
normal en la evolución lógica tanto ingredientes casi habituales de
de esa verdadera pasión popular los clásicos de esos años. Una
que es el fútbol, como el de las y otra entidad arrastraban tras
instituciones que lo practican. de sí a las demás, por lo que el
Azarosa, por cierto, fue la divisionismo -aún cuando era
existencia de la Liga Rosarina, que formalmente reparado- dejaba
sufrió dos escisiones y otras tantas heridas abiertas. Con mucho
subsiguientes “reconciliaciones”. esfuerzo se llegó al 22 de junio
19
DE “CANALLAS” Y “LEPROSOS”
Según algunos, el recíproco “in- auriazul cuando, tras un discu- nea no tardó en llegar. “¡Lepro-
sulto” que vociferan las hincha- tido gol de Belgrano en la vieja sos!”, gritaban desde afuera. Y
das de Newell’s y Rosario Central cancha de Rueda e Italia, casi in- los de adentro, ofendidos, tampo-
empezó hace muchos años en cendian el modesto estadio. co tardaron en responder: “¡Ca-
ocasión de un cotejo que debían nallas!”.
disputar a beneficio del Patrona- Por último, una versión reco-
to de Leprosos. Central no quiso gida por el descendiente de una Como todo lo que nace espon-
jugar aquel partido y sus rivales antigua y acreditada familia ro- táneo y naturalmente, producto
estigmatizaron la negativa con el sarina, ñulista, asegura que la de una pasión popular, es difícil
terrible insulto: “¡Canallasl”. Los cosa viene de mucho más lejos, concluir sobre la verosimilitud
centralistas se mofaron de sus casi desde los orígenes mismos de cada una de estas versiones.
antagonistas y les endilgaron el del fútbol de la ciudad, cuando En todos los casos, algo es segu-
contrainsulto: “¡Leprosos!”. existía el viejo Colegio Newell, ro: nadie pensó jamás que estaba
cuna de la institución que tomó inventando un adjetivo -de uno y
Otros atribuyen el mutuo cali- el nombre del fundador, en la ca- otro lado- que se incorporaría de-
ficativo a un lío descomunal re- lle Entre Ríos al 100. Según este finitivamente a la historia de am-
gistrado en un partido jugado testimonio, los baldíos que cir- bos clubes. Pero quizás debamos
alrededor de 1925, cuando ambas cundaban la actual estación Ro- concluir en que una aproxima-
hinchadas se trenzaron en una sario Central eran escenarios de ción a la “real realidad” (como de-
lucha feroz. Por su parte, Héctor picados en los que tomaba parte cía Ortega y Gasset) imponga la
Nicolás Zinni, escritor rosarino, la muchachada del barrio, en su necesidad de enhebrar cada una
dice en su libro “El Rosario de Sa- mayoría hijos de obreros ferro- de las versiones narradas (y tal
tanás”, que el apodo de “canallas” viarios. Antes y después de cada vez alguna otra que desconoce-
nació en un café de la avenida Al- picado debían pasar por el Cole- mos). Es decir, es posible que es-
berdi, cuando un parroquiano se gio Newell, que estaba resguar- tas distintas versiones, lejos de
refirió en esos términos a los hin- dado por altos muros. La gritería contradecirse, bien podrían com-
chas centralistas que habían ge- decía que también allí florecía la plementarse. Lo real y concre-
nerado un incidente en ocasión de pasión por el fútbol. Los que pa- to es que algo que nació como
jugar el equipo contra el desapa- saban por la calle comenzaron un terrible insulto (esa era la in-
recido Aprendices Rosarinos. La un día a trepar las paredes que tención original) es hoy canto
versión que suministra el escritor preservaban el ámbito interno de orgullo en las enfervorizadas
fue tomada de su padre, Nicolás del colegio de las miradas aje- gargantas de ”canallas” y “lepro-
Zinni, también poeta y escritor. nas. Vaya a saber en la imagina- sos” de todas las edades y cual-
ción de quién nació la idea de que quier condición social.
Algunos memoriosos, a su vez, aquel recinto parecía un leprosa-
han querido convencerme que la rio, apartado como estaba de la
calificación de “canallas” fue ga- curiosidad de los viandantes. Y “La historia de Rosario Central”, por
nada en buena ley por la hinchada la “cargada” juvenil y espontá- Andrés Bossio - Edición RRM, 1985.
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Zinni, Héctor Nicolás, El Rosario de Satanás, Ed. Centauro, Rosario, 1980.
ANDRES BOSSIO
A los quince años se radicó en Rosario, proveniente de Rufino ciudad de su nacimiento. Cronista deportivo en su comienzo, su actividad
profesional abarcó más tarde distintas facetas, ocupándose de temas políticos, sociales y de interés general, así como de críticas
bibliográficas.
Su actividad periodística lo llevó a desempeñarse en todos los medios de la ciudad, tanto gráficos como radiales y televisivos
habiendo colaborado también en medios de la Capital Federal.
Es autor de “La Historia de Rosario Central”, co-autor de “Jauretche esquina Manzi” (con Rubén Mamiano y Rubén Plaza) y el ensayo
“Vigencia y destino histórico de Martín Fierro” premiado por la Municipalidad de San Martín.
Colección de fascículos declarada de INTERES MUNICIPAL, por decreto N9 1719, año 1990.
© 1990
1ra. edición 1990.2da. edición 1991.
Ediciones DE AQUI A LA VUELTA, Salta 1064, Tel. 263163, Buenos Aires. En Rosario, Catamarca 1793, Tel. 250317. Hecho el depósito de Ley.
Composición Láser, películas, impresión y encuadernación: IMPRESIONES MODULO SRL, Zeballos 1879, Tel. 64155, Rosarlo. Se terminó
de imprimir el 15 de abril de 1991.
Han colaborado: Marcelo Yuvone, Alexis Brengler, Elio F. Rosianski, Antonio Héctor Folloni, Domingo Faustino Settecase.
En 2018 presentamos la colección en formato digital y estamos trabajando en el lanzamiento de nuevos títulos.
Dirección General: Enrique Llopis / Dirección de Colección: Mag. Alicia Ovando.