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Los Orígenes del Fútbol


Andrés Bossio

DE LA MANO DE tra ciudad con la de Córdoba. tidos, de las reglas mínimas que,
UN TAL WILLIAMS
aún por esos tiempos, debían ne-
La tradición oral, repetida de cesariamente observarse de par-

B astante tiempo antes que


el resto del país comenzara a te-
generación en generación y recogi-
da por algunos estoicos cronistas
de época, adjudica a un súbdito
de la corona británica apellidado
te de los protagonistas. Lo único
cierto es que el tal “míster” Wi-
lliams colectaba en su boliche y
en los talleres ferroviarios unos
ner información sobre ese invento
Williams, la condición de precur- cuantos rosarinos bien dispues-
de “los ingleses locos”, los rosa-
sor del fútbol en Rosario. Williams tos y los instruía para competir
rinos de la segunda mitad del si-
atendía en la calle Aduana (hoy de manera más o menos decoro-
glo pasado hicieron sus primeras
Maipú) un negocio donde se sur- sa contra los experimentados ju-
experiencias en fenomenales pi-
tía a parroquianos y marineros de gadores extranjeros. Este buen
cados futbolísticos librados en lo
paso, de bebidas y alimentos. Allí hombre provenía de Glasgow, don-
que hoy sería pleno centro de la
conoció a través de los navegan- de había intensa actividad futbo-
ciudad. Como no podía ser de otro
tes los rudimentos del fútbol, que- lística por esos tiempos, la que
modo, los protagonistas princi-
dando fascinado por la novedad. pretendió trasplantar (como ve-
pales e introductores de la nove-
Poco a poco fue interesando a al- remos, con buen suceso) en esta
dad eran tripulantes de los tantos
gunos criollos de la villa, que en ciudad que por esos años apenas
barcos británicos que atracaban
seguida le tomaron el gusto, for- si superaba los veinte mil habi-
en el atareado puerto de Rosario.
malizándose los primeros enfren- tantes. Como espacios abiertos se
Quienes primero se opusieron a
tamientos entre animosos nativos encontraban a cada paso, es fá-
los duchos futbolistas marineros
y marineros ingleses. cil suponer que el escenario de los
eran, por lo general, empleados de
primeros picados habrá sido, por
los almacenes navales de aquellos
En realidad, los datos que han lo general, la vecindad del negocio
tiempos -cuyos propietarios eran
podido conocerse son bastan- de Williams. Lo único que se sabe
ingleses- y obreros de la empresa
te precarios. Nada se sabe, por es que la poca gente que se dete-
ferroviaria que por entonces sen-
ejemplo, de la cantidad de juga- nía a presenciar tan curioso es-
taba sus reales en Rosario para
dores que integraba cada equipo, pectáculo parecía ser indiferente
tender las vías que uniría a nues-
del tiempo de duración de los par- a la innovación deportiva.
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PLAZA JEWELL: esa ley que disponía el reparto de dores enriquecidos en esos años”
ALUMBRAMIENTO tierras. Dice Álvarez que “…los ex (Rodríguez Molas, Ricardo E.,
FUNDACIONAL guerreros (luego de la contienda) “Historia social del gaucho” Ed.
mostraban muy pocas ganas de Capítulo, t. 159 Pág. 191).

A
empuñar el arado y bien pronto ob-
tuvieron del gobierno les eximiese El mismo Juan Álvarez no pue-
partir de marzo de 1867, de poblar sus lotes”. Otros inves- de menos que reconocer en la obra
el panorama se transforma con tigadores desmienten esta versión citada que “...la verdad es que los
un hecho trascendental: el 27 de y acreditan hechos muy precisos lotes donados al criollaje, aunque
ese mes y año -fecha que debie- que no tardan en advertir; ello es fertilísimos, hallábanse sobre la
ra ser declarada fundacional para que... “son tantos los fraudes e in- insegura y peligrosa frontera su-
el deporte rosarino- un grupo de justicias que para silenciarlas se doeste del departamento”, dan-
ciudadanos británicos da vida a deben adoptar normas adiciona- do cuenta somera de las tropelías
“Rosario Cricket Club”, que con el les (a la ley que dispone el repar- que los indios cometían por en-
correr de los años se transforma- to de tierras). De todas maneras, tonces en sus habituales excur-
ría en el Club Atlético del Rosario. el 10 de enero de 1867 se decide siones en sitios muy cercanos a
Aunque la intención original era la la venta de todos aquellos lotes a la zona asignada a los eventuales
de practicar principalmente el cric- un pequeño círculo de especula- combatientes.
ket, el auge del fútbol que arrasa-
ba en las islas británicas también Los partidos de croquet en Plaza Jewell se convertían en reuniones sociales
llegó a estas tierras, y en el campo donde convergían las damas más distinguidas de la sociedad rosarina.
de deportes del nuevo club, ubica-
do en la intersección de las actua- Gentileza Club Atlético del Rosario
les calles España y Salta (lo que
hoy es el Colegio San José), comen-
zaron a realizarse los primeros en-
cuentros de fútbol.

Al principio eran sólo disputas


esporádicas, entre socios de la fla-
mante entidad. Sus miembros más
notorios, por otra parte, pertene-
cían a la empresa ferroviaria en
auge, así como a las instituciones
bancarias que, al amparo del pro-
greso que traía el ferrocarril avi-
zoraban un futuro de prosperidad
para esta plaza. La todavía vigen-
te e inicua guerra contra el Para-
guay -una vergüenza imborrable
de nuestro pasado- permitía re-
partir tierras mostrencas entre los
criollos que se ofrecieran volunta-
riamente para aquella locura mi-
trista. Esos terrenos carentes de
dueños y, por ende, en poder del
fisco, eran ofrecidos al gaucha-
je pobre como señuelo; la historio-
grafía liberal se place en repetir lo
afirmado por Juan Álvarez en su
“Historia de Rosario 1689-1939”
cuando achaca a la vagancia de
la peonada rosarina el fracaso de

El cricket fue la actividad deportiva que


determinó la fundación
de Atlético del Rosario.
Esta formación, casi invencible
entonces, es de 1912.

Gentileza Club Atlético del Rosario


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FIGURAS ILUSTRES EN LOS ARBORES DEL DEPORTE

L as convulsiones políticas que agitaron el país después de la tranquilizante


fugacidad de Caseros no constituían, por cierto, condiciones favorables para
las actividades lúdicas. Las masas nativas repartían sus días entre las jornadas
esclavizantes de un trabajo abrumador y los intentos -cada vez menos exitosos-
de “esquivar el bulto” a los enganches forzosos de los milicos, que terminaban
con los hombres fuertes de la villa reclutados para la revolución de turno o,
en su momento, para la guerra contra el Paraguay. No es extraño, entonces,
Luis que en ese contexto y en un villorrio que a fines de la década del ‘60 (del siglo
Lamas
pasado) no llegaba a los treinta mil habitantes, recién despertara el interés
por el deporte con la llegada de banqueros, comerciantes y empresarios
extranjeros, especialmente británicos.
La fundación del Rosario Cricket Club, el 27 de marzo de 1867, fue el primer
paso para aglutinar voluntades deseosas de arraigar las primeras prácticas
deportivas. Los fundadores del club y la mayoría de sus miembros eran,
obviamente, personajes de predicamento en las empresas ferroviarias, bancos
y comercios de la ciudad. Naturalmente que los rosarinos que los frecuentaban
ocupaban, también, lugares prominentes en la sociedad de entonces. No
Aarón
Castellanos extraña, pues, que a un año de su fundación, un acta de la habitual reunión de
comisión directiva destaca el apoyo recibido de parte del cónsul inglés y de un
puñado de personalidades afincadas en Rosario.
En un estupendo trabajo realizado con motivo del centenario de Plaza en
1967 (el responsable principal de la notable reseña histórica fue el ex directivo
del club don Francisco M. Cavallo), se reproduce la mención a la ayuda
recibida en los albores del deporte de tres figuras notables de entonces: el
intendente Luis Lamas, el colonizador Aarón Castellanos y el director y fundador
de “La Capital”, don Ovidio Lagos. Este último, por sus reiterados aportes
periodísticos destinados a apoyar la labor de la institución, fue distinguido con
Ovidio
Lagos la designación de socio honorario del ya rebautizado Atlético del Rosario.

La realidad es que “fuera de becín de Catamarca, al elevar al y a los capitalistas extranjeros,


Buenos Aires, donde muchos vo- gobierno nacional la cuenta de siempre prestos a apoderarse de
luntarios se inscribieron, no se gastos que demandó el envío de bienes nacionales por cualquier
encontraban paisanos dispues- su contingente, incluye el impor- resorte que fuere.
tos para llenar las cuotas provin- te de “doscientos pares de grillos”
ciales”, dice José María Rosa en que sirvieron para evitar la deser- De todos modos, la nobleza y
su “Historia Argentina”, T.7 pág. ción de sus criollos catamarque- generosidad del criollo hizo que
140, recapitulando algunos ante- ños. No es menos gráfico Gastón aceptara sin reparos la afluen-
cedentes al respecto que le llevan Gori en su libro “Vagos y mal en- cia de inmigrantes llegados des-
a acreditar que Emilio Mitre, des- tretenidos” tanto como Nicasio de cualquier punto del orbe, y que
de Córdoba, mandaba su “cuota” Oroño en un par de vibrantes ale- se integrara con ellos en la nue-
de gauchos pobres como carne de gatos en el Senado de la Nación al va sociedad. No importó que las
cañón para la guerra “atados codo denunciar “las monstruosas in- desigualdades y privilegios se
con codo”; que Julio Campos, des- justicias” que sufre la peonada de acentuaran con los años, como lo
de La Rioja, informa que al solo nuestros pagos. registra la minuciosa y documen-
intento de reclutamiento los lu- tada crónica de Juan Bialet Massé,
gareños se van a las sierras; que En definitiva, esas tierras ofre- en su colosal informe de 1904 so-
los “voluntarios” de Salta y Tucu- cidas tan “graciosamente” a los bre “El estado de las clases obre-
mán se rebelan en Rosario “ape- pobres criollos, inexorablemen- ras argentinas a comienzos del
nas les quitan las maneas” y que, te fueron a parar a manos de los siglo”, al referirse a lo observado
finalmente, el gobernador Mau- grandes poseedores de estancias durante su visita a Rosario.
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PRESENCIA DE JOSE HERNANDEZ

A principios de este siglo la práctica deportiva no llegaba a las capas


populares. El bienestar que prometía el incipiente progreso operaba con
caprichoso retardo en la mayoría de los habitantes, que sólo encontraban
alguna distracción en las fronteras donde se jugaba paleta a la vasca y en las
clásicas carreras de lonja. Había por entonces un sitio alejado del centro, al
que sólo se accedía a caballo o en carro. Era el “campo Gallegos”, situado en
las proximidades de lo que hoy es el estadio municipal “Jorge Newbery”, en
Br. 27 de Febrero y Ovidio Lagos. Allí se congregaban las masas anónimas de
criollos que disfrutaban confiando unas monedas a las patas de su fiel y querido
“parejero”. Las crónicas sólo se ocupaban de esta actividad “de pobres”
cuando las reuniones terminaban en alguna batahola producida por un fallo
dudoso, un “tongo” evidente o un exceso del más ordinario alcohol disfrazado
de ginebra. Sin embargo, un prolijo y marginado historiador de nuestros pagos
y de las cosas mayores de nuestra historia, nos dejó una evidencia importante
de este tipo de actividades en el campo Gallegos. Don Pedro De Paoli, en
José Hernández se refugió muchas “Los Motivos del Martin Fierro en la vida de José Hernández”, asegura
veces en esta casa rosarina, que el poeta máximo de la gauchesca argentina anduvo por esos andurriales
propiedad de su tío Manuel Alejandro en no pocas ocasiones. Hernández, entre 1858 y 1869 visitó Rosario en
Pueyrredón, ubicada en calle Buenos
numerosas ocasiones y llegó a vivir un buen tiempo entre nosotros alquilando
Aires 880 (numeración actual).
Corrido de Buenos Aires por su prédica una casita muy humilde en calle Buenos Aires No 52. El propio De Paoli, junto
antimitrista, conspiró contra los al doctor Carlos Ortiz Grognet, ubicaron hacia 1950, ese sitio histórico con la
porteños desde esta finca junto a numeración 880 de la calle Buenos Aires. Por entonces, la casa conservaba su
Pascual Rosas, Prudencio Brown Arnold, vieja estructura intacta, sus rejas, sus patios, sus galerías. Lamentablemente,
Servando Bayo, Manuel Carlés, Eudoro
en 1956 fue demolida para dar paso a una nueva construcción. Hernández, que
Carrasco y otras figuras
prominentes de la ciudad. publicó varios artículos en “La Capital”, intentó a principios de 1872 conseguir
una concesión municipal para explotar una línea de “tranways”. No la consiguió
y volvió a Buenos Aires donde vivía semiclandestinamente en el hotel Argentino,
donde terminó de dar forma al Martín Fierro, aparecido en noviembre de ese
mismo año de 1872.

Mucho antes de 1873 - cuando se


corrieron las primeras pruebas hipicas
en las inmediaciones de la actual
plaza López-, la Villa del Rosario conoció
las más domésticas carreras de lonja ,
a las que solía asistir ocasionalmente el
futuro autor del “Martín Fierro“.

“Una carrera“. Litografía de Bacle.


Museo Histórico Provincial
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EL NACIMIENTO
A despecho de esa verdadera dis- detrás de una pelota. En la mayor
DE LOS GRANDES
criminación sufrida por el nativo, parte del país, pero fundamental-
esa integración con el extranjero mente en Rosario, ese invento de
se produjo en Rosario -como en el
resto de las urbes pobladas- casi
sin dificultades. Quizás una ex-
cepción en la materia de nuestro
“los ingleses locos” pronto pasó a
formar parte de nuestra mejor tra-
dición. Aprendido rápidamente por
las masas criollas, le impusimos
E se hecho trascendente
tuvo lugar el 24 de diciembre de
1889, cuando en un viejo café de
análisis haya que buscarla en el nuestro propio sello abandonan-
la avenida Alberdi -donde se le-
club Rosario Central, que en 1903 do inclusive las tendencias traídas
vantó luego el Colegio Talleres- un
y tras una tumultuosa asamblea por los maestros. Ese fútbol sim-
grupo multitudinario y ruido-
decidió romper los moldes impues- ple, veloz, en armonía de conjun-
so (cuentan que eran alrededor
tos por los fundadores -no se po- to característica de los británicos,
de setenta personas) formalizó
día ser socio de la institución sí no cedió a la idiosincrasia argenti-
la fundación del “Central Argenti-
estaba el interesado vinculado con na. Lo convertimos y adaptamos
ne Railway Club”, que en 1903 se
la empresa ferroviaria, con ma- a nuestra manera, más lento, más
convertiría definitivamente en el
yoría absoluta de gerentes y per- bello, privilegiando lo individual a
Club Atlético Rosario Central.
sonal jerárquico de nacionalidad lo colectivo.
inglesa- dando nacimiento a una
nueva etapa en dicho club y “acrio- Esa coexistencia entre ingleses
llando” no sólo su nombre, sino que pretendían enseñar y rosari-
el plantel de sus jugadores, aso- nos que aspiraban aprender, duró
ciados y dirigentes. Pero más allá muchos años, aún desordenada-
de eso, el contacto cotidiano en- mente. Recién aparece en 1880
tre argentinos y foráneos fue pro- el segundo intento de un grupo
duciendo un entremezclamiento de ciudadanos que quería confor-
de tendencias, actitudes, gustos y mar una entidad. El testimonio de
costumbres que con el tiempo fue- un desaparecido periodista -Juan
ron ensamblando armónicamente. Dellacasa (h)- ubica el fallido pro-
Eso trajo como consecuencia, en- pósito en las inmediaciones de la
tre otras tantas cosas, por supues- actual plaza Santa Rosa. Las difi-
to, que muchos británicos que se cultades fueron tantas que los es-
extrañaban de tan insólito hábito, casos entusiastas del nuevo club,
se apegaran al criollo mate amar- llamado Villa del Rosario, tras
go de nuestra tierra hasta aban- unos pocos meses plagados de
donar inclusive su casi adicción contratiempos, abandonaron el in-
hacia el té tradicional que traían tento y se incorporaron al Rosario
desde las islas; los nuestros, por Cricket Club. Debieron transcu-
su parte, poco a poco dejaron de rrir entonces nueve años más para
ser espectadores indiferentes de que aconteciera algo realmente im-
esa alocada propensión por correr portante en materia futbolística.

En 1903 oficializó su nombre actual Rosario


Central, todavía con camisetas divididas
en grandes cuadros de color azul y blanco.
Kellard, Darch, Welk, Nissen, Thompson,
Cantón y Stocker, (el árbitro) están de pie;
sentados Stiddock, Wostel, Zenón Díaz y
Daniel Green.

“Revista por las Bodas de Brillante”


de Rosario Central 1964
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Este alumbramiento signifi-


có el primer despegue del fútbol
rosarino de su tronco-madre, el
deporte inglés, porque si bien el
nuevo club estaba formado en su
mayoría por ciudadanos británi-
cos, su mismo presidente, míster
Colin Bolin Calder, pronunció en
aquella augural víspera navideña
un encendido discurso abogan-
do por clausurar la ya absurda
práctica del cricket y reemplazar-
la por el fútbol. Era, por cierto,
una abierta deserción a los mo-
dos observados en Atlético del Ro-
sario, donde también el fútbol se
había convertido en pasión mayo-
ritaria, aunque sin atisbo de des- Florencio Sánchez.
medro para su actividad esencial: Caricatura de Santiago
el cricket. No obstante, por unos publicada por Centro
cuantos años más, la principal Editor de América latina.
actividad futbolística tenía por es- Florencio Sánchez,
cenario el predio de Plaza Jewell, el gran dramaturgo
donado por los hermanos Jewell vio frustrarse en Rosario el
al Atlético del Rosario (el nombre estreno de “Gente honrada”,
había cambiado hacia 1884) casi cuya representación inicial
contemporáneamente con el naci- anunciada en el “Politeama”
(Mitre entre Córdoba y
miento de Rosario Central.
Santa Fe), impidió la policía.
Cesanteados por hacer
En 1891, el fútbol alcanza una huelga ¡unto a Miguel
un primer intento de organiza- Ángel Correa (Mateo Booz)
ción cuando se crea en Buenos y otros periodistas locales,
Aires la “Asociation Argentine fundaron el diario “La Época”,
Football League”, en cuyo primer donde aparecieron extensos
torneo resultó vencedor el Saint comentarios deportivos.
Andrew Atletic Club. La referen-
cia no tendría para esta crónica
mayor importancia si no aclará-
F lorencio Sánchez se radicó en Rosario en los primeros años del siglo
y trabajó en la “Refinería Argentina de Azúcar”, establecimiento que daría
ramos que en el equipo campeón
nombre a un importante barrio del norte de la ciudad. Participó en la famosa
se alinearon dos futbolistas ro-
huelga de 1901, desempeñándose como secretario de prensa del sindicato.
sarinos: Penman y Francis. Poco
El célebre dramaturgo uruguayo detestaba el fútbol, jamás había estado en
a poco, los hechos se iban enca-
una cancha. En un momento determinado estaba pasándola muy mal. En el
denando para encender aún más
el fervor de nuestras gentes por diario “La República”, que contaba con su valiosa pluma, lo dejaron cesante
el fútbol. Central Argentine Rai- por adherir a una huelga. Poco después, la policía frustró el estreno de “Gente
lway Club y Atlético del Rosario honrada”, que se había anunciado en el Teatro Politeama (1), de nuestra
jugaron por esos años varios en- ciudad. Apesadumbrado, no opuso mayor resistencia cuando un grupo de
cuentros amistosos. Pero estos amigos lo llevó a ver un partido de Rosario Central. A la vuelta, en la rueda
últimos ya estaban en otra di- bohemia del desaparecido café Siglo XX, le preguntaron a Sánchez qué le
mensión y comienzan a competir había parecido el cotejo, y respondió, “He visto a veintidós hombres grandes
con buen suceso en el campeo- luchando afanosa por la conquista de un globo. Una real tontería. Pero había
nato de la Liga Argentina, Lobos, entre ellos un “Negro” que me maravilló...”
Flores, Quilmes, Lomas, Belgra- Ese “Negro” ya había cautivado con su estampa, su juego y su personalidad,
no, Retiro, Atlético del Rosario y a sabios y profanos: se llamaba Zenón Díaz y fue el primero de los grandes
English Heigh School (que lue- ídolos que lucieron la camiseta de Central.
go se llamaría Alumni) integran
el lote de competidores. Los ro- (1) Según la prolija registración de Wladimir C. Mikielievich, estaba ubicado en
sarinos cumplen dignísimo papel calle Progreso (hoy Mitre) entre Córdoba y Santa Fe.
y tras dos victorias y un empa-
te, pierden el encuentro final ante
Belgrano. En años sucesivos,
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El legendario Alumni, de los hermanos


Brown. Su ideólogo, impulsor y creador
fue Alejandro Watson Hutton, director del
English High School, quien pidió autorización
a D.F. Sarmiento para enseñar fútbol en el
colegio. Dicen que la respuesta fue más o
menos esta: “Enseñe, mi amigo, aunque sea
a las patadas”.

Centro Editor América Latina

Atlético del Rosario intensifica


su participación en competencias
que lo tienen como principal ani-
mador y llega a discutir títulos
con el legendario Alumni, de los
hermanos Brown, y con Peñarol
de Montevideo.

El fútbol era ya una pasión


popular incontenible. La ciu-
dad progresaba aceleradamen-
te y los clubes nacían al conjuro
de aquella predisposición hacia
el nuevo deporte. En 1903 -un 3
de noviembre otro hito insoslaya-
ble nace a la historia de la ciu-
dad: se funda Newell’s Old Boys.
El mismo año, otro grupo de mu-
chachos entusiastas acaudilla-
dos por don Juan Cechi da vida actividad deportiva se canalizan Nicolás Santana, Arquero de Belgrano,
a Provincial; un año después y sistematizan a través de un ór- detiene ante Bonzi, de tiro Federal.
aparecen Argentino (actualmen- gano madre, la Liga Rosarina de Ganó Belgrano por 4 a 2, en el torneo
te Gimnasia y Esgrima) y Tiro Fútbol. La creación de la misma se de 1924. Los celestes se llamaron al
Federal; en 1906 se crea el Cór- efectiviza el 30 de marzo de 1905, comienzo Club Atlético Mercado Central,
doba and Rosario Railways Atle- tras una reunión celebrada en el
por lo que recibieron el mote de “los
tic Club, más tarde rebautizado Hotel Britania, situado en las ac-
Central Córdoba. Después se su- tuales calles San Martín entre paperos“
marían Argentino (que primero se San Lorenzo y Urquiza. J. G. Parr
llamó Embarcaderos y más tarde y Ricardo Le Bas por Atlético del Gentileza de Manuel Santana
Nacional). Sparta, Belgrano y mu- Rosario; Miguel Green y A. Pos-
chos más, algunos desaparecidos tel por Rosario Central; Claudio
tras un primer tramo de fulgor. Newell y J. Hiriart por Newell’s
Oíd Boys; y J. Roda y J. H. Hud- piezos, aglutinó los esfuerzos de
Esta primera etapa, la pre- son por Argentino (actual Gim- los clubes locales de fútbol hasta
historia del fútbol rosarino, se nasia y Esgrima), suscribieron 1931. Para esta fecha el místico
extingue cuando esos intentos el acta de fundación de la nueva lirismo del “amor a la camiseta”
dispersos por cultivar la nueva entidad que, con no pocos tro- fue cediendo a las tentaciones
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EL FÚTBOL Y LA “DECADA INFAME”

Pocos periodos de nuestra his- El fútbol, ya afianzado y con-


toria han sido tan determinan- solidado como pasión popular,
tes como el de la década del ‘30. no podía ser ajeno a semejan-
La crisis económica mundial que te desbarajuste. Esa pasión era
desató el “jueves negro” de Wall prolijamente alimentada y exa-
Street (24.10.1929) hizo tambalear cerbada desde los grandes dia-
todas las estructuras del poder. rios en manos de la oligarquía,
En la Argentina pastoril de esos que no se ocupaban tanto del
años la experiencia popular del pan pero sí mucho del circo. Los
gobierno de Hipólito Yrigoyen era jugadores de fútbol advirtieron
observada con desconfianza y re- pronto su protagonismo, y exigie-
celo. Unas elecciones provinciales ron el tratamiento preferencial
en la región cuyana -que asegu- que por entonces monopoliza-
rarían mayoría parlamentaria al ban los intérpretes del tango y
viejo caudillo de Balvanera para las estrellas de la radiotelefo-
sancionar su proyecto de nacio- nía, el teatro y la naciente indus-
nalización del petróleo- tendría tria cinematográfica. Dos países,
no poco que ver con la decisión de dos estilos, dos formas de vi-
una élite integrada por militares da, quedaron definidas y enfren-
y civiles para derrocar al gobier- tadas: la Argentina visible y la
Raúl González Tuñón elaboró una
no constitucional. Tomado el po- Argentina invisible, según la de-
der se legalizó el fraude y, con él, importante producción poética inspirada finición de Eduardo Mallea, un
el manejo discrecional de la cosa en la vida de los humildes habitantes de escritor del sistema que se que-
pública. Comenzaba a perfilarse los arrabales de las grandes ciudades. dó en el sector que en sus obras
lo que José Luis Torres denominó Su personaje -Juanito Caminador - vituperaba. La Argentina visi-
gráficamente como “la década in- simbolizó a los niños y adolescentes ble era la minoría estentórea, su-
fame”. La solitaria voz de Lisan- de los años ‘30 que crecieron entre perficial, elitista y acaudalada;
dro de la Torre en el Senado, la la realidad del hambre y la ilusión de la otra, la mayoría silenciosa,
casi suicida actitud contestataria taciturna, hambrienta y humi-
alcanzar una vida más digna.
de unos pocos dirigentes obreros llada. Los futbolistas -sin que-
y la acometida tremenda aunque rerlo y sin pensarlo- formaron
minoritaria de los integrantes de parte, como meros instrumentos
FORJA (Scalabrini Ortiz, Jauret- del sistema, de la Argentina del
che, Manzi, Ortíz Pereyra, del Río, privilegio. Pero el fútbol siempre
García Mellid y otros) no fueron encontró su sustento en la masa
obstáculo para que se legaliza- anónima que quedó en el otro ex-
ra la entrega. El país se derrum- José Real anotaba que muy pocos tremo de la cuerda social. Eso lo
baba y aplastaba a las mayorías obreros alcanzaban a ganar cin- salvó, aunque no se pudo evitar
empobrecidas. Aparecían las vi- co pesos diarios. Torres recopila- que la corrupción generalizada
llas miseria y la olla popular en ba “Algunas maneras de vender salpicara también a algunos de
Puerto Nuevo. “Eran los tiempos la patria” y FORJA clamaba su le- sus protagonistas. Hubo nume-
de los desesperados, de los inge- ma: “Somos una Argentina colo- rosos conflictos, desencuentros,
niosos y de las raterías”, recorda- nial, queremos ser una Argentina diferencias, hasta que en 1931,
ría amargamente Ángel Perelman. libre”. En una palabra, mientras recién comenzada “la década in-
Buenos Aires se había converti- Discépolo desgarraba su alma en fame”, el profesionalismo legali-
do para Raúl González Tuñón en cada verso, Roca, Prebisch, Le- zó los pagos recibidos “en negro”
“la ciudad del hambre”, mientras guizamón, Pinedo, etc., firmaban y dio comienzo a otra época en el
su hermano Enrique escribía “Ca- lo que Jauretche llamó él “estatu- fútbol nacional.
mas desde un peso” y Elías Cas- to legal del coloniaje” mediante el
telnuovo acumulaba experiencias cual se entregaba al capital inglés
para decir, años después, “lo que los transportes, el carbón, los fe- “La historia de Rosario Central”,
más recuerdo es la miseria”, Juan rrocarriles, la energía. por Andrés Bossio
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materiales del crudo profesiona- la Plata. Allí concurrían a realizar y recibían con la misma virilidad y
lismo, que venía inficionado con las operaciones bancarias cotidia- reciedumbre que los ferroviarios de
todas las pústulas de la “década nas, al término de las cuales no la Villa Sanguinetti, los operarios
infame”, y también dejó su huella faltaban largas parrafadas sobre el de refinerías o los estudiantes del
en el fútbol de nuestra ciudad. naciente deporte, cuyo auge se in- Colegio Newell. Tanto era así que se
crementó notablemente a partir de ganaron un mote bien gráfico: “ato-
ATORRANTES los torneos estables que patrocina rrantes con galera”.
CON GALERA la flamante Liga Rosarina de Fút-
bol desde 1905. El entusiasmo de PRIMER ENCUENTRO
esos muchachos que se reunían en INTERNACIONAL

A
el banco, se canalizó a través de

A
un “pechazo” que le hicieron a un
partir de 1905 y hasta cliente de la entidad, un tal Gauna,
1931 -cuando el profesionalismo quien poseía unos terrenos desocu- unque Atlético del Rosa-
derrumba las barreras sentimen- pados en Mendoza y Vera Mujica rio ya había tenido oportunidad
tales del amateurismo-, ocurren (por entonces, casi “campo afue- de disputar un par de encuen-
muchas cosas en el fútbol de la ra”). Llegaron a reunir alrededor de tros internacionales -ante Peñarol
ciudad. Al margen del surgimiento cien adherentes, lo que no era poco de Montevideo, por la Copa Com-
de los clubes mencionados, algu- para la época. Como para no des- petencia-, Rosario no había vivido
nos otros nacieron y sucumbieron mentir la feliz definición de Artu- aún la experiencia de recibir la vi-
con idéntica facilidad. La nómi- ro Jauretche cuando explicaba con sita de un conjunto extranjero. Los
na de estos clubes -o con inten- su prosa vigorosa los mecanismos citados encuentros de los mucha-
ción de serlo- sería interminable. de la “colonización pedagógica”, los chos de Plaza se hacían siempre
La prolija registración que dejara muchachos aquellos buscaron un en escenarios porteños, de allí que
un viejo periodista Juan Dellaca- nombre para la naciente entidad. Y la posibilidad de traer a nuestra
sa (h), autor de “Puntapié penal”, todos estuvieron de acuerdo cuan- ciudad al primer equipo del Sou-
edición de 1938, ofrece material do alguien propuso llamarla “El Al- thampton encendió en 1904 la pa-
como para merecer una más ambi- bión Rosarino”, en clara alusión al sión de los rosarinos. La visita de
ciosa y completa investigación. Ex- nombre (Albión) que los antiguos los ingleses se frustró, aun cuan-
traemos de esa vieja edición lo que griegos dieron a las islas británi- do dos jugadores de clubes loca-
aconteció con uno de esos grupos cas y que la tradición identificó en les fueron llamados para integrar
de animosos muchachos que, en el correr de los siglos con Inglate- un combinado argentino para opo-
los albores de este siglo que pron- rra. La particularidad de este naci- nerse a los británicos. Boardman,
to nos abandona, hicieron un ver- miento es que, contrariamente a lo arquero de Plaza y Eduardo Jewe-
dadero culto del fútbol. La historia que acontecía con otros clubes de ll, tuvieron buena actuación en
nació alrededor de 1904 cuando la época, fue estimulado por “gen- un elenco de “aprendices” que el 9
un grupo de empleados de comer- te bien”, de buen pasar y óptimas de julio de ese año cayó ante los
cio, entidades de cerealistas y al- posibilidades de prosperar en corto “maestros” ingleses por la nada de-
macenes navales, se reunían por tiempo. Esas diferencias, sin em- corosa cifra de 8 a 0.
sus obligaciones laborales en la bargo, no se notaban en la cancha,
sede del Banco Español del Río de los “nenes bien” del Albión daban Pero un año después el sueño se

Alberto Le Bas convierte para Atlético


del Rosario el primer gol ante Peñarol,
en la final de la Copa Competencia, que
ganaron los rosarinos por 3 a 2. Corría
1904, una fila de vagones y apreciadle
cantidad de público servía de marco para
esta postal de una fría tarde de agosto,
en la que ya aparecía ese contraste
fundamental que ofrece el gol: brazos
levantados hacia el cielo en el goleador;
la resignación y el desconsuelo de los
vencidos.

Gentileza Club Atlético del Rosario


10

Fundador de una dinastía de futbolistas


“...es de sentir que no fue posible ob-
de extraordinaria jerarquía, Zenón Díaz fue tener la visita de clubes de Buenos
el símbolo de una consustanciación raigal Aires para partidos amigables de
entre una parte de la ciudad y su club primera división; la dificultad con-
preferido: Rosario Central siste en que los jugadores que nos
. visitan deben sufragar personal-
“Revista por las Bodas de Brillante” mente los gastos del viaje”. Como
de Rosario Central 1964
se aprecia, la imposibilidad era de
origen estrictamente económica, y
ello motivó que los muchachos de
Plaza -en su mayoría de buen vi-
vir- debieran disputar todos los
encuentros correspondientes a la
Copa Competencia de esos años,
en la ciudad de Buenos Aires.

Y fue justamente en dos fina-


les consecutivas -1904 y 1905-
donde Plaza le ganó a Peñarol de
Montevideo, en ambas ocasiones
en el campo de juego de la Socie-
dad Hípica Argentina, la copa en
disputa. Fue el detonante que hizo
estallar la pasión creciente de los
rosarinos. Ya nadie dudó que ha-
bía que hacer cualquier esfuerzo
para que no se frustrara, como el
año anterior, la visita a Rosario de
un equipo extranjero. Concuerda
ese entusiasmo con la presencia
en el país del Nottingham Forest,
que finalmente se presenta en Pla-
za Jewell el 16 de junio de 1905.
Plaza es reforzado por varios juga-
dores de Rosario Central, siendo
uno de ellos -Zenón Díaz- la figu-
ra del encuentro. Los ingleses ga-
nan por 5 a 0, en el marcador más
“estrecho” que obtuvieron en el
curso de la gira. La actuación de
Zenón Díaz, del arquero Norris y
del zaguero Ricardo Le Bas pro-
voca la admiración del público y
determina que los tres fueran in-
vitados a integrar combinados ar-
gentinos que siguieron perdiendo
por “escándalo” ante los maestros
del Nottingham. Ya la semilla esta-
ba echada: en años sucesivos, fue
frecuente la presencia de equipos
extranjeros -fundamentalmente
ingleses- en el país. Aunque por
hace realidad. Costó mucho, es lo general la diferencia era abis-
cierto, y para que el lector con- mal, no estaba lejos el venturoso
temporáneo vislumbre la entidad 24 de junio de 1906, cuando el le-
de las dificultades de esos prime- gendario Alumni de los hermanos
ros años del siglo, reproducimos Brown le gana a un selecciona-
un párrafo de la Memoria Anual do de Sudáfrica (entonces colo-
del Club Atlético del Rosario, que nia inglesa) formado por jugadores
copiamos del brillante trabajo británicos, por uno a cero. Al con-
de Francisco M. Cavallo. Dice así: juro de esas presencias extranjeras
11

“ROSARIO, CUNA DE CAMPEONES. . .”


por Osvaldo F. Albertelli

F rase breve, pero hondamente


expresiva. Tal vez haya sido dicha
Al comentar el triunfo del com-
binado rosarino, la revista ‘El
mucho antes y en diversas cir- Gráfico”, publicaba la legenda-
cunstancias. Sin embargo, quien ria fotografía del capitán alzando
la fijó definitivamente en la histo- la copa en triunfo, y decía: “Es la
ria deportiva de la ciudad fue Oc- imagen (Octavio Díaz) de una tra-
tavio J. Díaz, aquel extraordinario dición gloriosa que se yergue en el
guardavallas de Rosario Central. reverdecer de los laureles marchi-
tos; es todo un pasado que renace;
Ese grito estentóreo fue lanzado es el ayer que vuelve; es, acaso, la
al aire por el “Negro” Díaz el 15 de anunciación inefable de una nueva
octubre de 1929, cuando el combi- era de glorias; es el símbolo de Ro-
nado de la desaparecida Liga Ro- sario en la apoteosis del campeo-
sarina se consagraba campeón nato...”
argentino al vencer por dos a uno
a la Federación Tucumana en el Invocando los duendes de un pa-
viejo estadio de River Píate, ubica- sado esplendoroso (Zenón Díaz, Pi-
do entonces en avenida Alvear y nato Viale, Harry Hayes, Guillermo
Tagle de la Capital Federal. El tre- Dannaher, Julio Libonatti, el peti-
mendo vozarrón del imponente ar- so Miguel y el eterno Gabino, genio
quero rosarino vibró en aquellas de varias décadas), la revista prea-
viejas tribunas de madera y nos nunciaba una resurrección del fút-
pareció a quienes estábamos allí, bol de la ciudad. A partir de aquel
que esa enorme exteriorización de grito ensordecedor de Octavio, “Ro-
júbilo recorría el cielo de esa cáli- sario, cuna de campeones”, sa-
da tarde de octubre para deposi- bíamos que esa tarde, en la vieja
tarse en pleno corazón de Rosario. cancha de River, se abría una nue-
La ciudad lo recibió alborozado y va y provechosa etapa en la brillan-
lo festejó largamente; era la pri- te historia futbolística rosarina.
mera vez que una embajada futbo-
lística local obtenía ese preciado Osvaldo Faustino Albertelli es
galardón. una verdadera reliquia viviente de
la ciudad. Unos cuantos años muy
Crónicas amarillentas y desco- bien vividos lo mantienen en per-
loridas fotografías de los medios petua juventud. No hay persona
más prestigiosos de Buenos Aires, alguna en la ciudad que, habien-
llevaron al país la imagen impo- do pasado por algún medio de di-
nente del gran Octavio, acompa- fusión, no haya aprendido algo de
ñado esa tarde por Francisco De Para muchos viejos simpatizantes, don Osvaldo. Las redacciones de
Cicco, Juan González, Silvestre Octavio Díaz (sobrino de Zenón) fue viejos diarios ya desaparecidos,
Conti, Victorio Faggiani, Julián el más grande arquero en la rica así como la agencia local del ma-
Sosa, Agustín Peruch, Francisco historia futbolística rosarina. tutino porteño “La Prensa” , y una
Scaroni, Adolfo Cristini, Luis In- cantidad impresionante de corres-
daco y Francisco Barreiro. Detrás (que estaba lesionado), Hectorino ponsalías nacionales y extranje-
del alambrado, transpirando más Pacotti, Ginés Burset, Serapio Mu- ras conocen de su gran capacidad
que si estuvieran adentro, queda- jica, Alfonso Etchepare, Osvaldo periodística y su innata condición
ron como “mirones” Gabino Sosa Goicoechea y Antonio Del Felice. de maestro. (A.B.).
12

L
a historia del fútbol
de la ciudad es la historia
misma de Rosario.
Como quizás en ningún
otro lado, el deporte de
los ingleses se arraigó
firmemente en estos pagos,
que bien pronto le impuso
su propia índole y lo tornó
más lento, más bello, más
armónico. Desde la época
de los grandes bigotes,
pantalones desmesurados
y pelota con tiento,
cualquier iniciado supo
distinguir al futbolista
rosarino, dueño de una
excepcional habilidad.

Muy serios en la fotografía, estos once muchachos de Atlético del Rosario vivieron
su momento de euforia un 14 de agosto de 1904, al ganar la Copa Competencia.
Derrotaron en la final a Peñarol.
La antigua cancha rojinegra, vista desde
arriba. La perspectiva cercana muestra el Gentileza Club Atlético del Rosario.
hipódromo Independencia y, un poco más
lejos, el Club Provincial. Todo en un marco
de construcciones espaciadas y chatas.
13

EL FUTBOL Y LOS INTELECTUALES

El fútbol suele con frecuencia El mismísimo Federico Schi-


ser blanco preferido a la hora ller recomendaba atender las
de señalar los desarreglos de modalidades del deporte de un
una sociedad. Pensadores, filó- pueblo, porque allí se encuen-
sofos y analistas de la realidad tra -según el filósofo alemán- el
social no le han dado impor- carácter de ese pueblo. Algu-
tancia alguna en nuestro país. na vez Horacio Quiroga aban-
Pareciera ser una constante de donó la temática de la selva
los intelectuales argentinos, misionera para escribir una
que en su inmensa mayoría historia menuda sobre un juga-
siempre estuvieron a contra- dor de Nacional de Montevideo,
pelo de las grandes pasiones y un Mario Benedetti apasio-
populares. Para decirlo con pa- nado borroneó cuatro pági-
labras del uruguayo Eduar- nas antológicas dedicadas a
do Gaicano (los intelectuales) un “wing izquierdo”. Entre los
“sólo podrían referirse al fútbol nuestros -una excepción lujo-
con una mueca de disgusto, as- sa- imposible obviar a Roberto
co o indignación”. No siempre Fontanarrosa, nuestro entra-
ni en todos lados es así. ñable ‘Negro”, quien pintó como
Un buen arquero que tuvo el nadie podría hacerlo una inol-
equipo de la Universidad de Ar- vidable final -jugada a muer-
gel, que luego fue Premio Nobel te- en el estadio Bombasí de
de Literatura y que se llamó Congodia. Una joya literaria
Albert Camus, afirmaba sin con el fútbol como eje de una
rubor que “lo que más sé, a la sátira desopilante (la obra se
larga, acerca de moral y de las llama “El área 18”) en la que
obligaciones de los hombres, confluyen todos los ingredien-
se lo debo al fútbol”. tes que ennoblecen -y embelle-
cen- este viril deporte.
La entrada al viejo estadio, donde se
juntan avenida Génova y Cordiviola.
El frente es idéntico al de modestas
canchas de innumerables pueblos del
interior del país, con el nombre del club
luciendo en la arcada de ingreso.
El famoso fotógrafo Henri Cartier-Bresson logró el retrato de
Albert Camus que se reproduce.
14

LA GUERRA DEL ’14 Y EL EXODO INGLES

Las balas que pusieron fin a la en una comunidad que, aunque in-
vida del heredero del trono aus- tegrada a la sociedad local, tenía
tro-húngaro y su esposa, Fran- allá a padres, hermanos, hijos.
cisco Fernando y Sofía, sonaron
con tanta intensidad en Saraje- Al publicar el club la Memoria co-
vo como en nuestro país. Espe- rrespondiente al año 1917, cuan-
cialmente en Rosario, donde una do aún no se avizoraba el final de
verdadera colonia de súbditos in- la lucha, agregó una nómina de
gleses se estaba arraigando, a “socios voluntarios”, a la Primera
favor de la instalación de compa- Guerra Mundial con la acotación
ñías navieras, casas bancarias, de los que habían sido tomados
empresas ferroviarias, de gas, prisioneros y de los muertos en ac-
electricidad, teléfonos, aguas co- ción. Cabe mencionar que entre
rrientes. Aquél sórdido 28 de junio los voluntarios de Atlético del Ro-
de 1914 signó el destino de muchos sario que fueron a pelear se en-
europeos que abandonaron la Ar- contraban los hermanos Carlos y
gentina para luchar por sus res- Eduardo Newell, donantes de los
pectivas banderas en la primera terrenos donde se levantó la sede
gran guerra de este siglo. actual.

En Rosario -como en el resto del También en Rosario Central se


país- hubo grandes movilizacio- notó la guerra mundial. Algunos
nes de extranjeros; algunos deseo- de los funcionarios de la empresa
sos de volver, otros, dispuestos a ferroviaria (todavía en 1914 sólo
quedarse, apegados a una tierra podían ser asociados los emplea-
que los había recibido sin reservas dos del ferrocarril) volvieron a su
de ninguna clase. Menudearon los patria. La mayoría no volvió.
incidentes en todos lados, en tan- La Europa convulsionada de 1914 hizo
to la verdadera guerra se gesta- estremecer a muchas familias argentinas. Es importante destacar un da-
ba a pasos agigantados en el Viejo to que es altamente significativo
La patria lejana reclamó la cuota de sangre
Continente. La declaración formal y sirve para marcar la diferencia
a inmigrantes ya asentados en la Argentina
fue el detonante que exigió una entre una y otra entidad, nacidas
que partieron hacia la primera gran guerra
determinación precisa, imposter- prácticamente del mismo tron-
gable, irreversible. Muchos se que- del siglo. co, es decir, de núcleos de habi-
daron. Otros muchos se fueron. tantes de nacionalidad británica.
Algunos volvieron cuatro años Foto publicada en la revista “Fray Mocho” Mientras Rosario Central se acrio-
después. Otros, no. IV, 21.8, 1914. Museo Histórico Provincial lló hasta liberarse totalmente de
la tutela inglesa -recién lo hizo en
En nuestra ciudad, en el ámbi- 1925- Atlético del Rosario siguió
to del deporte, Atlético del Rosario manteniendo su vieja estructura.
fue una caja de resonancias sin Aún cuando sus estatutos no con-
igual en torno a la guerra europea. tenían limitaciones ni condiciona-
La gran mayoría de asociados te- mientos acerca de nacionalidad
nía ciudadanía inglesa. No extra- o profesión, era un “club de ingle-
ñó que muchos de ellos oyeran el ses”. Tanto es así que desatada la
llamado de su patria y se fueran Segunda Guerra Mundial en 1939,
a combatir. El trámite de la con- la Memoria de aquellos años repite
tienda, durante sus interminables el gesto de admiración y homena-
cuatro años de duración, fue se- je, ofreciendo la nómina de los que
guido con la ansiedad explicable se fueron a combatir por su patria.
15

el fútbol se afianzó definitivamente en 1905 un chiquilín de 14 años


en Rosario. El arraigo de los clubes que jugaba en Gimnasia (enton-
en el alma popular y la organiza- ces se llamaba Argentino) pidió a la
ción de torneos locales de gran flamante Liga Rosarina su primer
competitividad, provocó entusias- pase, a fin de poder jugar en cual-
tas y, muchas veces, ardorosos en- quier otro club. La Liga le concedió
frentamientos. Las inclinaciones la petición, planteando una exigen-
de los aficionados fueron repar- cia entonces considerada ilógica:
tiendo la pasión, fundamentalmen- el pago de un derecho de cinco pe-
te entre Rosarlo Central y Newell’s sos ($5,00). Dirigentes de Rosario
Old Boys, Atlético del Rosario -el Central, atentos a la cuestión y en-
precursor indiscutible- distribuía tusiasmados con el prometedor ju-
sus afanes entre el fútbol y las de- gador, abonaron los cinco pesos y
más actividades, donde ocupaban se quedaron con el joven futbolis-
especial interés el rugby, la nata- ta. Hicieron el mejor negocio de su
ción y el atletismo. Hacia 1914, historia: el chico no era una simple
Harry Hayes hizo escuela en las canchas
con el inicio de la Primera Guerra promesa, sino toda una realidad
Mundial, muchos de sus más apre- con su juego sutil y su enorme cuota de a pesar de sus pocos años. Sema-
ciados dirigentes y sus descendien- goles anotados para Rosario Central y nas después debutó en primera y
tes, retornan a Europa para tomar las selecciones argentinas. También fue se quedó para siempre; sólo cam-
parte de la contienda. Ese espacio ejemplo de conducta fuera del campo bió la camiseta centralista por la
ocupado entonces por Plaza, queda de juego. de la selección nacional, en la que
abierto a la disputa perenne de “ca- jugó 24 partidos y convirtió 14 go-
nallas” y “leprosos”, que hasta hoy “Revista por las Bodas de Brillante” les. Se llamó Harry Hayes y fue el
persiste. Clubes de larga tradición fundador de una dinastía que per-
de Rosario Central 1964
-Provincial, Central Córdoba, Tiro duró a lo largo de buena parte de
Federal, Sparta, Gimnasia y Esgri- la rica historia auriazul, prolonga-
ma- hicieron también lo suyo. Pero da en nuestros días por otro Harry
las preferencias de la gran mayoría Hayes, hijo de aquél, a través de su
se volcaban por Newell’s y Central. fecunda labor en la Mutual de Ex
Tanto fue así, desde el mismo na- Jugadores de nuestra ciudad.
cimiento del fútbol organizado, que
16

GABINO SOSA

Con ese nombre de payador


y su criollazo apellido, resulta-
ría imposible asignarle otro des-
tino que el que tuvo. Seguro que
su llegada a este mundo -un 4 de
octubre de 1899- no conmovió al
Rosario de entonces, sino a la hu-
milde familia que vivía en una mo-
desta casita del barrio de la sexta,
en calle Alem. Nadie podría ima-
ginar que Gabino, nombre de pa-
yador, era el “adelantado” que la
Providencia enviaba al corazón
de la “República de la Sexta” en
la que unos años después, se ins-
talaría para siempre Central Cór-
doba, dueño de la pasión por el
fútbol en ese sector de la ciudad.

Cuando las clases acomoda-


das festejaban con gran pompa y
exagerada inmoderación el año
del Centenario -1910, un siglo des-
pués de mayo-, este criollo de piel
morena, vivísimos ojos negros y
extrema delgadez, apareció en la
quinta división “charrúa”. Tenía
entonces once años, y a los dieci-
séis ya debutaba en primera. Se
quedó para siempre, cambiando
el color de la camiseta que usó to-
da su vida, sólo en dos reiteradas
situaciones: cuando defendía los
colores de la selección rosarina y
cuando lo convocaban para inte-
grar el combinado nacional.

Los viejos espectadores que se


deleitaron con su juego no encon-
traron en generaciones sucesivas
de talentosos futbolistas un pa-
rámetro con el que pudieran com- jo juglar español, alguien dio la tación al desahogo de su talento.
pararlo. Dicen que Gabino Sosa clave de su idiosincrasia futbo- Generoso hasta el hartazgo, se di-
no era un deportista; parecía más lística al denominarlo “el paya- vertía con todo tipo de malabaris-
bien un artista, un creador. Un in- dor de la redonda”. Afirmaban mo personal aunque prefería que
ventor de arabescos y sutilezas que Gabino era eso: un verdade- la explosión del gol la desataran
que embellecían cada una de sus ro payador; cada partido era un sus compañeros de equipo, sobre
maniobras, quizás por esa con- desafío a su interminable mues- los que siempre ejerció un notable
cepción que tenía del fútbol y el trario de cosas nuevas, y cada ri- predicamento. Sin hablar una pa-
auge que por entonces alcanza- val dispuesto a pararlo -aun de labra. Gabino era en la cancha y
ba el arte de los herederos del vie- cualquier manera- era una invi- en el vestuario el dueño del equi-
17

po, el capitán respetado y el com- su punto máximo cuando el “pa-


pañero querido. yador de la redonda” se levantó
para irse y venciendo su timidez
Gabino Sosa no sólo era un gran ancestral y con ojos suplicantes,
jugador. Fue un gran hombre. Ni les pidió un par de muñecas para
siquiera los excesos del alcohol sus hijas. Muchos años después
que muchos le achacaban, le ha- una de ellas recordaría a este cro-
cían perder su línea de conducta; nista, que aquél fue uno de los
dentro o fuera de la cancha, ja- días más felices en el hogar de los
más se comportó de otra manera Sosa. Naturalmente, aquellas dos
que lo que realmente era: un hom- muñecas fueron las primeras que
bre bueno, pacifico, retraído, como entraron a la casa. La tremenda
si fuera ajeno a la enorme admi- alegría del Negro fue incompara-
ración y cariño que su solo nombre ble, única, mucho mayor que la
despertaba. Contaba un viejo diri- que le provocó días después la en-
gente charrúa que a comienzos de trega de un cheque con una cifra
la década del 30, fue Central Cór- inusual: trescientos pesos. Era la
doba a jugar un encuentro amis- suma que el club le asignó como
toso en Buenos Aires. La idea era sueldo.
“mostrar” a algunos jugadores del
equipo a ver si despertaban el in- Gabino abandonó la actividad
terés de los clubes porteños. Era deportiva en 1938, cuando para
el comienzo del profesionalismo muchos testigos de la época te-
y todos estaban a la caza de los nía cuerda para rato. Se fue con
cracks. Gabino -ya en los últimos la grandeza de los grandes ído-
años de su carrera- hacía maravi- los para seguir viviendo en la dig-
llas con la pelota, pero ninguno de na pobreza que nunca le había
sus compañeros acertaba siquiera abandonado. Una víspera de Re-
una, en el entretiempo -ya perdían yes, en 1971, una cruel dolencia
por goleada- el directivo reconvi- atacó su organismo. La sala Uno
no seriamente a los futbolistas, ex- del Hospital Ferroviario -donde
plicándoles que así ninguno sería quedó internado- fue a partir de
contratado para jugar en la capi- ese día un desfile incesante de
tal. Gabino rompió su mutismo ha- figuras de primer nivel en el de-
bitual y respondió más o menos porte local. Se le sumaron funcio-
esto: “No les hable de plata. Háble- narios, dirigentes, artistas y la
les de fútbol. Esto es un juego, no masa anónima, todos haciendo
un negocio. Y nosotros sólo veni- fuerza para que el Negro se cura-
mos a jugar, no a negociar”. ra. Hubo partidos y combates de
box a beneficio; hubo una cuenta
Ese mismo Gabino Sosa miraba habilitada para ayudar al Paya-
con asombro cómo “la plata” enlo- dor a rematar con felicidad la co-
quecía a muchos de los jugadores pla final de su tenida con la vida.
de su tiempo. Y en 1931, al implan- Gabino luchó hasta donde pudo,
tarse él profesionalismo, fue lla- hasta el 4 de marzo de 1971, El
mado a firmar su primer contrato brillo de sus negros ojos se apagó
profesional. No quiso hablar de di- a las nueve de una mañana llu-
nero, estampó su firma en el con- viosa. Un poeta hubiera asegura-
trato tipo, dejando en blanco el do que la ciudad, enmarcada por
casillero a llenar con la cifra. El un cielo gris, lloraba ese día por
estupor de los dirigentes alcanzó Gabino Sosa.
18

Uno de los equipos centralistas de 1939:


E. Hirschl (técnico húngaro), H. López,
H. García, Araiz, Ignacio Díaz, Lezcano,
Fógel, el masajista Lapetina (parados).
Grassi, Cisterna, H. Hayes, Laporta y Maffei
(agachados).

“Revista por las Bodas de Brillante”


de Rosario Central 1964

N.O.B., con casaca blanca, en 1946,


cuando Musimessi, Colman y Sobrero eran
inexpugnables en defensa, con una línea
media que hizo historia: Carlucci, Perucca
y Arnaldo. Los delanteros son Buján, Mario
Fernández y Juan Silvano Ferreyra.

LO QUE SIGUIO DESPUES Tanto en la primera, ocurrida en


1912, como en la segunda, ocho

C
años después, el detonante del
desencuentro fue el profundo
reemos haber abordado antagonismo de Central y Newell’s.
hasta aquí los hechos más Líos descomunales en las canchas,
relevantes en cuanto a los orígenes agresiones a los árbitros, intentos
del fútbol en Rosario. Lo que siguió de soborno y guerra sin cuartel
después es, ni más ni menos, lo entre las hinchadas, fueron
normal en la evolución lógica tanto ingredientes casi habituales de
de esa verdadera pasión popular los clásicos de esos años. Una
que es el fútbol, como el de las y otra entidad arrastraban tras
instituciones que lo practican. de sí a las demás, por lo que el
Azarosa, por cierto, fue la divisionismo -aún cuando era
existencia de la Liga Rosarina, que formalmente reparado- dejaba
sufrió dos escisiones y otras tantas heridas abiertas. Con mucho
subsiguientes “reconciliaciones”. esfuerzo se llegó al 22 de junio
19

DE “CANALLAS” Y “LEPROSOS”

Según algunos, el recíproco “in- auriazul cuando, tras un discu- nea no tardó en llegar. “¡Lepro-
sulto” que vociferan las hincha- tido gol de Belgrano en la vieja sos!”, gritaban desde afuera. Y
das de Newell’s y Rosario Central cancha de Rueda e Italia, casi in- los de adentro, ofendidos, tampo-
empezó hace muchos años en cendian el modesto estadio. co tardaron en responder: “¡Ca-
ocasión de un cotejo que debían nallas!”.
disputar a beneficio del Patrona- Por último, una versión reco-
to de Leprosos. Central no quiso gida por el descendiente de una Como todo lo que nace espon-
jugar aquel partido y sus rivales antigua y acreditada familia ro- táneo y naturalmente, producto
estigmatizaron la negativa con el sarina, ñulista, asegura que la de una pasión popular, es difícil
terrible insulto: “¡Canallasl”. Los cosa viene de mucho más lejos, concluir sobre la verosimilitud
centralistas se mofaron de sus casi desde los orígenes mismos de cada una de estas versiones.
antagonistas y les endilgaron el del fútbol de la ciudad, cuando En todos los casos, algo es segu-
contrainsulto: “¡Leprosos!”. existía el viejo Colegio Newell, ro: nadie pensó jamás que estaba
cuna de la institución que tomó inventando un adjetivo -de uno y
Otros atribuyen el mutuo cali- el nombre del fundador, en la ca- otro lado- que se incorporaría de-
ficativo a un lío descomunal re- lle Entre Ríos al 100. Según este finitivamente a la historia de am-
gistrado en un partido jugado testimonio, los baldíos que cir- bos clubes. Pero quizás debamos
alrededor de 1925, cuando ambas cundaban la actual estación Ro- concluir en que una aproxima-
hinchadas se trenzaron en una sario Central eran escenarios de ción a la “real realidad” (como de-
lucha feroz. Por su parte, Héctor picados en los que tomaba parte cía Ortega y Gasset) imponga la
Nicolás Zinni, escritor rosarino, la muchachada del barrio, en su necesidad de enhebrar cada una
dice en su libro “El Rosario de Sa- mayoría hijos de obreros ferro- de las versiones narradas (y tal
tanás”, que el apodo de “canallas” viarios. Antes y después de cada vez alguna otra que desconoce-
nació en un café de la avenida Al- picado debían pasar por el Cole- mos). Es decir, es posible que es-
berdi, cuando un parroquiano se gio Newell, que estaba resguar- tas distintas versiones, lejos de
refirió en esos términos a los hin- dado por altos muros. La gritería contradecirse, bien podrían com-
chas centralistas que habían ge- decía que también allí florecía la plementarse. Lo real y concre-
nerado un incidente en ocasión de pasión por el fútbol. Los que pa- to es que algo que nació como
jugar el equipo contra el desapa- saban por la calle comenzaron un terrible insulto (esa era la in-
recido Aprendices Rosarinos. La un día a trepar las paredes que tención original) es hoy canto
versión que suministra el escritor preservaban el ámbito interno de orgullo en las enfervorizadas
fue tomada de su padre, Nicolás del colegio de las miradas aje- gargantas de ”canallas” y “lepro-
Zinni, también poeta y escritor. nas. Vaya a saber en la imagina- sos” de todas las edades y cual-
ción de quién nació la idea de que quier condición social.
Algunos memoriosos, a su vez, aquel recinto parecía un leprosa-
han querido convencerme que la rio, apartado como estaba de la
calificación de “canallas” fue ga- curiosidad de los viandantes. Y “La historia de Rosario Central”, por
nada en buena ley por la hinchada la “cargada” juvenil y espontá- Andrés Bossio - Edición RRM, 1985.
20

El arquero de Belgrano, Nicolás


Santana, acciona con seguridad ante los
delanteros adversarios. Los “paperos”
nacieron en barrio Vila y se mudaron
luego a España y Rueda. Por sus filas
pasaron famosos jugadores como
Guida, los hermanos Bearzotti, Julio
Libonatti y Rinaldo Martino.

Gentileza de Manuel Santana.

de 1931. Ese día, en la sede ro- Ese año nacía el profesionalis-


jinegra, por entonces en calle mo. Con él se legalizaron “situa-
Maipú 1025, Domingo Brebbia ciones incómodas” para los clubes
por la entidad dueña de casa; (así reza una vieja Memoria de
Federico Flynn por Rosario Cen- Rosario Central), que venían pa-
tral; Antonio Onnis por Central gando sumas de dinero a algu-
Córdoba; Emilio Navarini por nos jugadores. También se evitó
Provincial; Ángel Rossini por la sangría que los clubes porte-
Belgrano; Sixto Martínez por Na- ños escindidos de la Liga Argenti-
cional (hoy Argentino), y Fran- na -que seguía siendo amateur y
cisco Ciuro por Tiro Federal, detentando la afiliación a la FIFA-
decidieron crear la Asociación y nucleados en una nueva aso-
Rosarina de Fútbol, extinguién- ciación profesional, realizaban al
dose con este nacimiento la con- incorporar mediante sumas inte-
flictuada Liga anterior. resantes a los mejores futbolistas
21

del interior y del Uruguay. que movieron los dirigentes para


Pocos años más tarde, en lograr la incorporación de “lepro-
1939, el fútbol de Rosarlo vivió sos” y “canallas” al fútbol mayor.
un episodio conmocionante: su Costó convencer a los dirigentes
inserción en los campeonatos de las demás entidades nuclea-
de la Asociación del Fútbol Ar- das en la Asociación Rosarina,
René Pontoni, el fenómeno santafesino gentino. El interés de los porte- que se mantenían firmes en la
que se consagró en N.O.Boys y reafirmó ños por nuestros jugadores y el negativa. Finalmente, Adrián C.
su talento en San Lorenzo y la selección. crecimiento desigual de Central Escobar, presidente de la AFA,
Aquí ante sus ex compañeros rojinegros y Newell’s respecto de los otros encontró la llave maestra que
Sobrero, Lizardo, Córdoba y Perucca,
clubes -en materia futbolística, abrió las puertas de la incorpo-
observando la segura contención de Julio
se entiende- fueron los resortes ración de auriazules y rojinegros
Elías Musimessi, “el guardavallas cantor”.

M. Carbonell, Mioti, Chamorro, Cabrera,


Faina y Gerónimo Díaz (parados), Buján,
Mardizza, Benavídez, Montaño, Ortigüela y
Lombardo. Una de las sólidas formaciones
rojinegras en el campeonato de 1950.
22

El combinado de la Liga Rosarina, con


ayudantes y dirigentes que acompañaron al
plantel a Venado Tuerto, para jugar en cancha
del Club Centenario. Fue el 27 de diciembre
de 1925; la pelota descansa mansamente
junto al botín izquierdo de Gabino.

Gentileza de Manuel Santana.

Harry Hayes, Zenón Díaz, (portando la


bandera) y José Benincasa, encabezan
el desfile en la inauguración del estadio
centralista. Fue el 27 de octubre de 1929 y
ese día, el local y su visitante, Peñarol de
Montevideo, igualaron cero a cero.

“Revista por las Bodas de Brillante”


de Rosario Central 1964
23

al fútbol nacional: los dos clubes dogma en la vastísima y rica tra-


derivarían un 6% de las recau- dición del fútbol nacional: cuan-
daciones que hicieran cuando do se habla de calidad, sutileza,
jugaban en el torneo de la AFA. perfección en el manejo de la pe-
Así terminó esa historia, que lota, se está hablando del fút-
dio comienzo a otra que aún se bol rosarino. Vicente de la Mata,
está escribiendo. Con los años, Rubén Bravo, Rinaldo Marti-
los primeros sinsabores com- no, César Luis Menotti, Federi-
pensaron a Newell’s Old Boys co Sacchi, Ángel Zof, Aldo Pedro
con dos campeonatos; a Rosa- Poy, Tomás Carlovich, Gerardo
rio Central con cuatro; a Cen- Martino y tantos más, son expo-
tral Córdoba con varios títulos nentes de todas las épocas, con-
en campeonatos de ascensos, tinuadores de la generación de
hasta aquel memorable torneo patriarcas de la talla de Harry
conseguido en cancha de Quil- Hayes, Julio Libonatti, Zenón
mes en 1957, cuando el mismísi- Díaz, Faustino González y Gabi-
mo Gabino Sosa, entremezclado no Sosa.
en la hinchada charrúa, gritaba
la hazaña mayúscula del club
de Tablada, subir a la primera
división; también a Argentino, y
a Tiro Federal, protagonista de
memorables encuentros en su
vieja cancha de 27 de Febrero y
Moreno.
Fernández, Villagra, Federico, Cechini, Rivoiro,
Esa historia de hoy, con triun- Palminteri, Indalecio López, Delogú, Scavone,
fos y sinsabores, es la prolon- Dante Álvarez, Valenti y el profesor Rodolfo
gación de aquellos orígenes que Más. Uno de los brillantes equipos charrúas
quisimos contar, y la reafirma- que alcanzaría el ascenso a primera división
ción de una constante, casi un en el campeonato de 1957.
24

BIBLIOGRAFIA

Álvarez, Juan, Historia de Rosario, Bs. As., 1943, reimpreso por la UNL, Santa Fe, 1981.
Bialet Massé, Juan, El estado de las clases obreras argentinas a comienzos del siglo, Bs. As., 1904, reimpreso por U N. Córdoba, 1968.
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Zinni, Héctor Nicolás, El Rosario de Satanás, Ed. Centauro, Rosario, 1980.

ANDRES BOSSIO

A los quince años se radicó en Rosario, proveniente de Rufino ciudad de su nacimiento. Cronista deportivo en su comienzo, su actividad
profesional abarcó más tarde distintas facetas, ocupándose de temas políticos, sociales y de interés general, así como de críticas
bibliográficas.
Su actividad periodística lo llevó a desempeñarse en todos los medios de la ciudad, tanto gráficos como radiales y televisivos
habiendo colaborado también en medios de la Capital Federal.
Es autor de “La Historia de Rosario Central”, co-autor de “Jauretche esquina Manzi” (con Rubén Mamiano y Rubén Plaza) y el ensayo
“Vigencia y destino histórico de Martín Fierro” premiado por la Municipalidad de San Martín.

Colección de fascículos declarada de INTERES MUNICIPAL, por decreto N9 1719, año 1990.

© 1990
1ra. edición 1990.2da. edición 1991.
Ediciones DE AQUI A LA VUELTA, Salta 1064, Tel. 263163, Buenos Aires. En Rosario, Catamarca 1793, Tel. 250317. Hecho el depósito de Ley.
Composición Láser, películas, impresión y encuadernación: IMPRESIONES MODULO SRL, Zeballos 1879, Tel. 64155, Rosarlo. Se terminó
de imprimir el 15 de abril de 1991.

Ediciones DE AQUI A LA VUELTA.


Colección: ROSARIO: Historias de aquí a la vuelta.
Fascículo No 2: Los orígenes del fútbol.

Proyecto y Dirección General: Enrique Llopis


Durante los años 1990/1993 se editaron 24 títulos y la Dirección de Colección estuvo a cargo de Rubén Naranjo. El grupo de trabajo lo
integraban: Rafael Oscar Ielpi / Norberto Púzzolo / José Manuel Castro / Marina Naranjo / Roberto Santana / Raúl Pérez Cantón / Carlos
Quadrige / Tomás Pedrido / Omar Nuñez / Virginia Ducler / Juan Muñíz.

Han colaborado: Marcelo Yuvone, Alexis Brengler, Elio F. Rosianski, Antonio Héctor Folloni, Domingo Faustino Settecase.

En 2018 presentamos la colección en formato digital y estamos trabajando en el lanzamiento de nuevos títulos.
Dirección General: Enrique Llopis / Dirección de Colección: Mag. Alicia Ovando.

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