Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
ESCUELA DE DERECHO
CODIGO : 2014105123
CICLO : XII
SECCIÓN : 01
MODULO : II
PREGUNTA 1: (4 PUNTOS)
La interpretación jurídica:
Al hablar de interpretación es necesario referirse a los distintos sentidos que adopta
esta expresión. Así, por ejemplo, en un sentido genérico la interpretación es
predicable de una acción, de una práctica cultural, de un hecho histórico o de una
obra de arte; y en un sentido más concreto, la interpretación está referida
exclusivamente a entidades lingüísticas.
Elabora un resumen sobre las concepciones que anteceden a la Teoría de la
argumentación jurídica
La retórica aristotélica, fue la base, ella dominó en la antigüedad y con el paso del
tiempo, se la tergiversó, hasta convertirla en simple teoría de la composición del
discurso, se la redujo a ornamentos del lenguaje sofísticos o estilo de grandilocuencia
que va predominar en la edad media y primera mitad del siglo XX.
Adolfo León citando a Perelman propone, que a la hora de argumentar hay que tener
presente que “La misión del filósofo, es la de ser vocero de la razón, ser defensor de
los valores universales supuestamente válidos para todos los hombres” y que persuadir
a alguien es convencerlo de que nuestra opinión es mejor que la suya y por lo tanto
debe emplazarla. En sus escritos recomienda:
La teoría de la argumentación, nos pide “tratar a todos los seres de la misma categoría,
de manera semejante”.
PREGUNTA 2: (4 PUNTOS)
Al elaborar este Trabajo Práctico no solo nos hemos propuesto, el logro de los
contenidos, sino pretendemos que los compañeros "aprehendan" información.
La investigación fue realizada con materiales que comúnmente puede ser hallado por
profesores y alumnos, no obstante, creemos no ser mediocres con la utilización de los
mismos.
La motivación
Definición.
Nos decía el Gran Jurisconsulto Javolenus "Omnia definitio in jura civilis periculosam
est", toda definición en derecho es peligrosa, y pues, siendo a lo mejor correcta su
sugerencia no menospreciaremos, la importancia y valor que tienen los conceptos y
definiciones desde la perspectiva académica.
Entendida la conceptualización como la aprehensión de aquellas características
básicas y esenciales de los objetos; no nos limitaremos a ellos, buscaremos dar
definición a los conceptos básicos – la expropiación – pues la definición es
el producto de la actividad mental humana que busca delimitar un concepto de otro.
Según Aristóteles la definición debe ser el punto de partida de todo estudio o ciencia,
sin embargo, es común la corriente en nuestro tiempo, pretender que las definiciones
coronen un estudio.
La motivación debe entenderse como la exposición que el juzgador debe ofrecer a las
partes como solución a la controversia, pero sin dejar de tener en cuenta de que esta
debe ser una solución racional, capaz de responder a las exigencias de la lógica y al
entendimiento humano.
Finalidad de la motivación.
¿Para qué la motivación de la sentencia?
La respuesta a esta cuestión parecería lo más lógico posible hoy día con toda la
cantidad de controles de juridicidad que se imponen pero, para ver el centro neurológico
del dilema debemos remontarnos a nuestros orígenes que es nos decía Biondi, "il
processo moderno é dunque di origine ed impostazione romana, sempreché intendiamo
riferirci non a quel proceso formulare, tipicamente latino, che é tramontato per sempre,
ma a quella cognitio extra ordinem che sorge fin dai primi tempi dell"Impero, si consolida
d allarga via nella prassi giudiziaria, finché con Giustiniano si afferma come unico
sistema processuale" (3)
En los primeros sistemas procesales romanos al parecer no fue necesaria la motivación
expresa del iudex, pues, en ellas en la actio legis por ejemplo las
instituciones absorbían las libertades y las formalidades garantizaban plenamente las
cuestiones de fondo y forma, vale decir, la motivación estaba absorbida por aquellas
formalidades, pero con la evolución de la sociedad romana, y el aumento del tráfico
comercial vemos que esto cambia y se impulsa la figura de la motivación. Por ejemplo
en la cognitio, amén de carecer de instrumentos que le faciliten la labor mecánica, el
juez puede elegir más fácilmente el contenido de su sentencia, y esta libertad es la que
nos impulsa a creer en la necesidad de un razonamiento o motivación de la misma,
como algo que justifique, desde el punto de vista del Derecho y de los hechos, lo que
realmente decide el juez; es decir, la posibilidad de variación del Justiniano confirmó
todas estas exigencias formales en C. 7,43 y 44, como se desprende de las pertinentes
rúbricas: Quomodo et quando iudex sententiam proferre debetpTaesentibus partibus
vel una absente y De sententiis ex periculo recitandis(4)
La finalidad de la motivación puede reducirse a tres aspectos fundamentales:
Garantizar la posibilidad de control de la sentencia por los tribunales superiores;
Convencer a las partes y a la sociedad en general sobre la justificación y legitimidad
de la decisión judicial y,
Verificar que la decisión no es producto de un actuar arbitrario del juez, sino de la
válida aplicación del derecho, en vista de un proceso garante y transparente.
In fine, Los órganos jurisdiccionales del Estado, es la mayor y la mejor manera de dirimir
los conflictos sociales que se ocurren en el mundo, sea por la ley natural o por ley
positiva, los órganos tribunalicios, son depositarios de la confianza colectiva; y es por
ella que las personas recurren a los mismos poniendo a su disposición los bienes que
poseen. Todo conflicto que ellos analicen y resuelvan debe terminar en una decisión
final -la sentencia-, y esta por como es natural debe garantizar la correcta
administración de la justicia, sea entre parte y para toda la sociedad, a fin de ganarnos
la paz social. Para ello; la sentencia, debe carecer de arbitrariedad y errores judiciales,
es decir, debe estar plenamente fundamentada – motivada -.
Ausencia de motivación.
La necesidad de una correcta motivación o argumentación de las resoluciones
judiciales dio origen a la teoría del razonamiento correcto y el control de logicidad que
puede ser objeto de recursos judiciales contra sentencias dictadas en violación de los
principios lógicos.
Estas violaciones se conocen con el nombre de in cogitando y los errores in
procedendo, su principal causa es la falta de motivación;
La ausencia de motivación, por tratarse de un vicio formal puede traer consigo la nulidad
del documento de la sentencia, dando lugar a que se retrotraigan las actuaciones al
momento de su redacción donde se expliquen nuevamente los argumentos, no sin
antes olvidar que estos pueden reportar un perjuicio para las partes en cuestión. Los
jueces del Tribunal Supremo, declararan como nulas aquellas en que les sea imposible
determinar cuáles fueron los juicios lógicos emitidos por el juez de primera instancia,
procediendo en los restantes casos a consignar en sus sentencias los razonamientos y
consideraciones que debió haber explicado el Tribunal de instancia para evitar los
retrasos y perjuicios de la declaración de nulidad.
Culminaremos entonces que este epígrafe consignando lo que a nuestra consideración
deben ser los requisitos que deben faltar en la correcta motivación de la sentencia:
Concresión:
Se refiere a que la sentencia debe versar sobre los elementos constitutivos de los
hechos sometidos a la decisión judicial y sobre estos debe tratar la resolución.
Suficiencia:
Que prime el sentido cualitativo, de la existencia de la motivación, donde se expliquen
las razones de la decisión, donde se narre con calidad, el esfuerzo justificador, que no
tiene que ver con la extensión, pues se ha conocido de sentencias muy extensas pero
inmotivadas. La suficiencia se enmarca en la incorporación de datos necesarios para
que resulte entendible a cualquier tipo de persona.
Claridad:
Para que pueda ser accesible al mayor número de personas con cualquier nivel cultural.
De ahí que la narración de los hechos sea clara, donde no se invoquen tecnicismo sino
más bien el relato debe ser sencillo, ordenado y fluido, con una carga descriptiva que
recreen los hechos tal y como ocurrieron según el tribunal entiende. Es importante ante
todo que la motivación sea un todo coherente y uniformado.
Coherencia:
Que exista correspondencia entre los distintos planos de la sentencia, sin existir
contradicciones entre ellos, que se demuestre a partir de un razonamiento lógico.
Congruencia:
En las peticiones de las partes, y el fallo de la sentencia, no a los argumentos que se
utilizan en los fundamentos de derecho.
La racionalidad se evidencia a través de la motivación.
La motivación no se mide por la extensión de texto, sino por la claridad y calidad del
discurso.
La motivación no debe ser una enumeración material e incongruente de pruebas, ni una
reunión heterogénea de hechos, razones y leyes, sino un todo armónico formado por
elementos diversos que se eslabonen entre sí, que converjan a un punto a conclusión,
para ofrecer bases seguras y claras a la decisión que descansa sobre ella (1)
(1) OJEDA, Lilia. "Interpretación Jurídica". Avezar, Asunción (2011). Pág. 81 – 84.
(2) HERNÁNDEZ, Héctor. "Acción y norma Jurídica". Instituto Tomás
Moro; Universidad Católica de Asunción (2002).
(3) BIONDO, Bernés. "Intorno alla romanita del proceso civile moderno". Biblios
(1934). Pág 430.
(4) PETTIT, Eúgene. "Tratado Elemental de Derecho Romano". Heliasta.
Conclusión
La motivación de las resoluciones judiciales, no consiste ni debe consistir en una mera
declaración de conocimiento y menos en una manifestación de voluntad que sería una
apodíctica, sino que ésta ha de ser la conclusión de una argumentación ajustada al
tema o temas en litigio, para el interesado, destinatario inmediato pero no único, y
demás, los órganos judiciales superiores y también los ciudadanos, puedan conocer el
fundamento, la ratio decidendi de las resoluciones. Se convierte así conforme expresan
las mentadas resoluciones en una garantía esencial del justiciable mediante la cual, sin
perjuicio de la libertad del Juez en la interpretación de las normas, se comprobar que la
solución dada al caso es consecuencia de opa exégesis racional del ordenamiento y no
el fruto de la arbitrariedad.
La motivación es el centro neurológico que pretende y justifica el fallo, es decir, expresa
las razones que el órgano jurisdiccional ha tenido en cuenta para decir en el sentido en
que lo ha hecho. Significa demostrar, argumentar y para lograrlo no cabe limitarse a
expresar como se produjo determinada decisión.
La motivación de la tiene como fin principal garantizar el control de la sentencia,
convencer a las partes y a la sociedad en general de la correcta administración del
derecho, y verificar que la sentencia no es arbitrio del juzgador. De la correcta
motivación de la sentencia nacerá la confianza en los órganos jurisdiccionales y
ganaremos la paz social.
La falta de argumentación es un vicio formal y puede traer consigo la nulidad del
documento de la sentencia. Para evitar la falta de motivación, es menester observar en
las sentencias judiciales; la concresión, la suficiencia, la claridad, la coherencia, la
congruencia.
Para la administración de la justicia se debe elegir a magistrados inteligentes e
ilustrados, en cuanto se observa el aspecto profesional, pero, previamente a estas
condiciones necesitamos que el candidato honesto, de tal manera que pueda realizar
correctamente sus funciones – motivar la sentencia – ex profeso, en mi opinión.
La justificación.
Es la motivación jurídica. En términos generales, como sostiene María Cristina
Redondo, el acto de justificar puede ser por escrito u oral y está configurado por "un
enunciado que califica dicha acción como debida o permitida" "justificar una acción
consiste en brindar fundamentos generales a un enunciado normativo particular". La
explicación tiene un propósito descriptivo, en tanto que la justificación tiene un propósito
evaluativo o normativo. Como hemos visto, la motivación jurídica -equivalente a
justificación- tiene lugar en el contexto de justificación. En el ámbito de la teoría de la
argumentación jurídica la justificación consiste en las razones que el juez ha dado para
mostrar que su decisión es correcta o aceptable. Para nosotros, la justificación tiene
por finalidad que el Juez muestre que la decisión tiene razones de hecho y de derecho
que sustentan una sentencia objetiva y materialmente justa. La justificación responde
a la pregunta ¿por qué se debió tomar tal decisión?, ¿por qué la decisión tomada es
correcta?; o, para nosotros: ¿por qué la decisión tomada es objetiva y materialmente
justa? Por eso pensamos que no sólo se trata de exponer razones que muestren que
la decisión es razonable o simplemente correcta, sino que si consideramos que el
derecho tiene como uno de sus fines realizar el valor justicia, y el proceso tiene como
fin abstracto promover la paz social en justicia, entonces el Juez, a través de la
motivación, tiene el deber de mostrar las razones de la sentencia justa, acorde con
aquel valor superior del ordenamiento jurídico, los fines del proceso y el Estado
Democrático y Social de Derecho. La justificación debe ser de carácter juriidico, por ello
debe descartarse razones filosóficas, económicas, sociales, etc. La Constitución le
impone al Juez decidir, utilizando el derecho objetivo, de manera justa el conflicto de
intereses, porque el fin último del proceso es la justa resolución de litigio; de allí que el
juez tiene como contrapartida a su independencia, su vinculación a la Constitución y a
la Ley.
La tarea del juez, en estos casos, es acometer con mucho cuidado su tarea de
construcción de argumentos y no podrá, en vía de ejemplo, resolver de forma
desestimatoria una pretensión vinculada al derecho fundamental a la salud, unida a la
norma-principio del derecho a la vida, si ya existe un antecedente jurisprudencial que
sienta doctrina constitucional respecto a una tutela.
El juez no podrá alegar que conoce el antecedente pero que considera restarle validez.
¿Por qué? Porque en caso de una sentencia denegatoria, en la cual desestima la
pretensión, cuando menos una de las construcciones lógicas- que no existe tutela del
derecho fundamental a la salud cuando sí existe en otro caso resuelto por el supremo
intérprete de la Constitución- devendría falsa.
Veamos esto con objetividad: creeríamos que el juez, al denegar el caso, infringiría un
principio de la lógica formal: daría como cierto un hecho falso. En consecuencia, se
consolida una manifiesta contradicción en su razonamiento y esa decisión es
susceptible de ser atacada por un problema de justificación interna.
Justificación externa, se acerca mucho más a una justificación material de las premisas:
implica un ejercicio de justificación que bien podría ser óptimo, cuando justifica su
decisión en base a la ley, la doctrina y la jurisprudencia,[3] o bien cuando recurre a un
ejercicio mínimo suficiente de la justificación, es decir, aporta cuando menos una
sustentación que satisface los requisitos liminares de una justificación suficiente.
En la justificación externa, atendemos fundamentalmente a que en los casos en sede
constitucional, los principios que justifican la decisión hubieren sido óptimamente
delimitados, y que los hechos que rodean el caso, hubieren correspondido a una
adecuada enunciación fáctica. Solo en esos casos, puede entenderse debidamente
cumplido el ejercicio de justificación externa.
Por tanto, toda decisión judicial debe satisfacer los estándares de justificación interna y
externa, en tanto la ausencia de una u otra, no permite la validez de la misma,
asumiendo que la validez es en rigor, un ejercicio de compatibilidad con la Constitución,
es decir, con los principios, valores y directrices de la Carta Magna.
Criterio Descripción %
Seguimiento de los parámetros formales para la
presentación y entrega de trabajos, incluidos en la primera
1. Forma 5%
parte de esta guía. Esto incluye, además, la buena
presentación general, en cuanto a orden y pulcritud.
Buen manejo del idioma, en cuanto a ortografía, sintaxis,
2. Idioma 15%
estilo y titulación.
Forma correcta de introducir y concluir el texto,
dependiendo del tipo de que se trate, ya sea que requiera
3. Conformación 10%
“introducción" y "conclusiones" de forma separada, o
integrando un todo con el resto del documento.
4.
Buen manejo argumentativo y de orden expositivo. 10%
Argumentación
Buen uso de fuentes y bibliografía, en cuanto a su
5. Fuentes pertinencia y también en cuanto al uso correcto de citas y 10%
referencias bibliográficas.
Manejo correcto de los conceptos principales de la
6. Contenido asignatura, lo cual incluye la conceptualización, la 50%
diferenciación y la contextualización.
PREGUNTA 3: (4 PUNTOS)
Argumentos de la interpretación.
Los cánones de la interpretación han sido objeto de muchas discusiones sobre su
formulación precisa, su jerarquía y su valor, que aquí vamos a obviar. Nos fijaremos en
su estructura lógica
(1) Norma R
(2) Regla del uso de las palabras W
(3) Norma concreta R
Pero una premisa no se sigue de la otra, es necesaria una premisa adicional o regla
de inferencia que establezca: El que el legislador desee que R se interprete mediante
W es una razón para la validez de R’ U otras reglas de inferencia o premisas
adicionales (presupuestas)
(a) El que el legislador persiga R con el fin Z es una razón para que en la
aplicación de R sea obligatorio perseguir Z
(b) Si es obligatorio perseguir Z, entonces también es obligatorio cualquier
medio necesario para la realización de Z
Por lo tanto, la voluntad del legislador es sólo una razón para una interpretación. Esto
abre la posibilidad de razones en contra.
En sentido estricto sólo son sistemáticos los que se refieren a las relaciones lógicas
entre normas.
6. Argumento teleológico
Puede ocurrir que una norma o un grupo de normas no contengan un fin, sino que
establecen varios que o bien se excluyen entre sí o se pueden realizar limitándose
mutuamente. Aquí se debe mostrar como obligatoria una determinada combinación
de fines. Lo que presupone acudir a las reglas de preferencia.
a.- Métodos.
Conoce cada uno de los métodos de interpretación jurídica que existen.
Es muy importante como abogado conocer los métodos pues nos ayudarán en nuestra
vida profesional e inclusive en la vida diaria si sabemos aplicarlos a casos muy
específicos.
El método es el conjunto de pasos a seguir para llegar a un objetivo o conclusión en el
caso particular del tema al que hacemos referencia, el principal objetivo es poder
interpretar las normas, leyes, reglamentos y demás disposiciones legales de una
manera realista y coherente; por lo cual, los métodos que se analizarán a continuación
cumplen con ese objetivo.
2. INTERPRETACIÓN SISTEMÁTICA
Este tipo de interpretación lo que busca es extraer dentro del texto de la norma
estudiada, un enunciado cuyo sentido tenga relación directa con el contenido general
de la norma, aunque podemos llegar a inconvenientes como el pensar que un solo
enunciado definirá el contenido de la misma, siendo que una norma está integrada
por un articulado que en conjunto dan sentido a la misma.
3. INTERPRETACIÓN HISTÓRICA
Se centra en analizar el contexto de las disposiciones jurídicas anteriores, debido a
que los mismos podrán influir al entendimiento de la actual.
Esto tiene un objetivo coherente en el hecho que, remontándonos a las disposiciones
anteriores podremos comprender que quiso decir el legislador y sobre todo, porqué
fue escrita dicha norma.
Lo cual genera dos tipos de interpretación, la estática y la dinámica o evolutiva:
La primera de ellas se centra en que una norma por más reformas que sufra no debe
de alterarse el objeto por el cual fue concebida.
La segunda de ellas que es la dinámica o evolutiva, se centra en que los cambios
que sufre la sociedad son objeto para cambiar si es necesario el objeto y contenido
de una norma que sea acorde con la sociedad actual.
4. INTERPRETACIÓN GENÉTICA
Comprende que cualquier norma fue creada por una necesidad de la sociedad, por
lo cual, dicha necesidad dio lugar a generar una disposición legal.
5. INTERPRETACIÓN TELOLÓGICA
Consiste en atribuir un significado a una norma o clausulado, analizando
primeramente la finalidad del precepto o pacto.
Esta finalidad y sus objetivos deben ser perceptibles, determinables y vinculados a
una realidad conocida.
La insuficiencia tanto del ‘método jurídico tradicional’, cuanto, de los diversos ensayos
de construir una lógica jurídica, sirven de aliciente para el desarrollo de planteamientos
alternativos. En Viehweg, por ejemplo, se produce la crítica al sistema en tanto que
consecuencia de la expansión del capitalismo. Sin embargo, a su modo de ver la
articulación sistemática admite, en determinadas ocasiones, márgenes de incerteza
que sólo se pueden superar mediante una incorporación de la tópica. Los criterios de
interpretación del ‘método jurídico tradicional’, así como otros que, en ocasiones,
pretenden construirse desde los esquemas de la lógica, se presentan como ‘tópicos’.
La tópica, a mi modo de ver, permanece en la línea expresada en los planteamientos
anteriores: los jueces no deciden, investigan.
Sin embargo, en las decisiones judiciales sigue estando presente un modo de justificar
las opciones interpretativas que utiliza argumentos específicamente jurídicos
argumentos que, como he dicho, son integrados como ‘argumentos especiales de la
lógica jurídica’, y también tienen un papel importante en la tópica, en la retórica y en las
teorías de la argumentación.
Los juristas en general, recurren a estos argumentos que, a pesar de los intentos
realizados, escapan a los esquemas de la lógica, pero que sin embargo presentan como
si estuvieran dotados de la misma fuerza de convicción. En relación con la
interpretación, desempeñan la función de presentar el significado propuesto como
consecuencia del texto normativo, de tal modo que la actividad del juez aparece como
una tarea de investigación a partir de unos materiales dados.
No existe, por otro lado, un catálogo cerrado de los criterios, directivas, pautas...de
interpretación. En el Derecho español, aparecen algunos de ellos recogidos en el
artículo 3 del Código civil, conforme al cual “las normas se interpretarán según el sentido
propio de sus palabras, en relación con el contexto, los antecedentes históricos y
legislativos, y la realidad social del tiempo en que han de ser aplicadas, atendiendo
fundamentalmente al espíritu y finalidad de aquéllas”. Sin embargo, por un lado, los
juristas utilizan como argumentos interpretativos algunos que no aparecen en el Código
civil y, por otro, estas normas que contienen directivas interpretativas no son, a su vez,
‘interpretadas’ de forma homogénea.
Estos criterios se introducen en los códigos por influencia de un autor crítico con el
movimiento codificador, Savigny. En esta originaria formulación “el elemento gramatical
de la interpretación tiene por objeto las palabras de que el legislador se sirve para
comunicarnos su pensamiento; es decir, el lenguaje de las leyes. El elemento lógico, la
descomposición del pensamiento ó las relaciones lógicas que unen a sus diferentes
partes. El histórico tiene por objeto el estado del derecho existente sobre la materia, en
época en que la ley ha sido dada; determina el modo de acción de la ley y el cambio
por ella introducido, que es precisamente lo que el elemento histórico debe esclarecer.
Por último, el elemento sistemático tiene por objeto el lazo íntimo que une las
instituciones y reglas del derecho en el seno de una vasta unidad”.
En su uso actual, sin embargo, estos elementos no encuentran una formulación unívoca
ni, a diferencia de lo que propone Savigny, constituyen un catálogo cerrado de los
posibles argumentos que pueden ser utilizados.
c.- Análisis de una sentencia
Las sentencias de los altos tribunales, en particular de los tribunales constitucionales,
exigen contar con una sólida justificación en atención a la trascendencia de sus
decisiones. Así, tales decisiones no solo pueden esperar ser aceptadas por el carácter
autoritativo del órgano que las expide, sino que deben aspirar a ser consideradas
legítimas por la corrección y por la justificación de sus argumentos, que permitan
hacerla ver como la mejor decisión posible a ser tomada en un determinado caso, tras
considerar todos los elementos e intereses relevantes.
Solo así es posible concretar la función de pacificación y realizar la justicia por medio
del Derecho. Lamentablemente, el análisis argumentativo realizado a esta sentencia
suscrita en mayoría la revela como una decisión argumentativamente deficiente y, por
tanto, injustificada.
PREGUNTA 4: (4 PUNTOS)
Analizar una argumentación jurídica implica atender a las razones que fundamentan
una determinada decisión en el Derecho, lo cual nos permite detectar sus puntos fuertes
y débiles, así como calificarla como una decisión correcta o incorrecta, según se base
en razones suficientes y adecuadas o no lo haga. El propósito de este trabajo es
analizar la argumentación jurídica contenida en la sentencia recaída en el Expediente
03347-2009-PA/TC expedida por el Tribunal Constitucional del Perú el pasado 17 de
marzo de 2010, y suscrita por cuatro magistrados, a propósito del recurso de agravio
constitucional presentado por la Pontificia Universidad Católica del Perú contra la
sentencia de la Octava Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima en la
controversia que mantiene contra el señor Walter Muñoz Cho.
Al respecto, resulta relevante que los dos votos discrepantes que se in cluyen en la
sentencia desarrollen este punto al inicio de sus respectivas argumentaciones.
Aunque no resultan favorables a la demanda de la universidad, resulta imprescindible
pronunciarse sobre aquello que las partes someten a la decisión del tribunal. En este
punto resulta pertinente citar el Código Iberoamericano de Ética Judicial que, en su
artículo 25, señala que «[…] la motivación debe extenderse a todas las alegaciones
de las partes, o a las razones producidas por los jueces que hayan conocido antes
del asunto, siempre que sean relevantes para la decisión».
Con ello no pretendo señalar que el Tribunal Constitucional no tenía nada que decir
respecto a esta controversia. En la medida en que había derechos constitucionales
amenazados, resultaba pertinente su pronunciamiento; sin embargo, resulta
sorprendente que el único derecho constitucional del que se ocupa integralmente es
un derecho que no fue invocado por la demandante.
En efecto, la PUCP solicitó la protección de su derecho a la propiedad, a la
autonomía universitaria y a la inmutabilidad de los acuerdos; por el contrario, los
magistrados que suscriben la sentencia en mayoría desarrollan toda su
argumentación sobre la base del derecho a la herencia, que constituye el principal,
si no el único, interés del demandado.
De este modo, al haber más de una lectura posible según la literalidad de los
testamentos, los magistrados optan por aquella que resulta más lesiva a los derechos
constitucionales cuyo amparo fue solicitado por la PUCP. Considérese que las partes
mantienen distintas interpretaciones de los testamentos de Riva Agüero —
controversia que es de conocimiento de los tribunales ordinarios—. La PUCP
propone una lectura conjunta de los testamentos de 1933 y 1938 que, respetando la
literalidad de sus textos, sea deferente a los distintos principios y valores
involucrados —como el respeto a la voluntad del causante, el principio de
conservación de los testamentos, el derecho de propiedad o la autonomía
universitaria—. Mientras tanto, el demandado asume una cierta interpretación literal
del testamento de 1938, cuyo efecto sería lesivo a los principios ya mencionados.
Por ello, si algo debió hacer —y no hizo— el Tribunal Constitucional era señalar que
la interpretación de los testamentos, como de cualquier acto jurídico público o
privado, ha de ser armonizada con el marco constitucional establecido, de tal forma
que ante una discrepancia sobre el significado de las disposiciones testamentarias
ha de optarse por aquella que, respetando los criterios interpretativos de los
testamentos, sea la que de mejor modo realice los principios y valores
constitucionales que pudieran verse afectados. Por el contrario, estos magistrados
hicieron —y no debieron hacer— una interpretación del significado de los
testamentos de este caso en particular —inmiscuyéndose en asuntos de otros
tribunales— de la forma más lesiva posible a los derechos de la demandante, en
concreto, al derecho a la propiedad y a la autonomía universitaria.
Es más: resulta elocuente —lo que será desarrollado más adelante— el énfasis que
pone en ciertas expresiones, principalmente en las que pretenden justificar que no
existe afectación a los derechos o intereses de la PUCP. Así, por ejemplo, cuando
desarrolla lo referido a la autonomía universitaria, cita una sentencia anterior para
recordar que esta institución se desnaturalizaría si se efectúan injerencias
irrazonables y desproporcionadas. Sin embargo, añade: «[…] pero sólo eso: efectuar
injerencias irrazonables y desproporcionadas, que evidentemente no es el caso, ni
lejanamente. Muy por el contrario, en lo que debemos hacer énfasis es que, la
autonomía universitaria se ejerce de conformidad con la Constitución y las leyes»
(punto VII, d, del fundamento 20). Si la dependencia a un ente externo a perpetuidad
para la administración de los bienes propios no es «ni lejanamente» una injerencia
irrazonable y desproporcionada, es difícil imaginarse un supuesto que sí lo sería.
Sobre esta línea, se advierte que el afán de estos magistrados por desarrollar
plenamente el derecho a la herencia, en desmedro de los derechos cuya protección
solicita la universidad, los lleva a analizar temas que exceden de su competencia —
como la interpretación de las disposiciones testamentarias—; cometen, en el camino,
una serie de tropelías argumentativas cuya consecuencia es esta arbitraria decisión.
Así, por ejemplo, los magistrados toman como un presupuesto aquello que debe ser
demostrado o justificado, pues es sobre lo que vienen discutiendo las partes. En
efecto, en el considerando número 20, señalan como cuestión central lo siguiente:
«el tema primordial de todo el contencioso que viene a este supremo intérprete, es
determinar cuál de los testamentos debe prevalecer». Con esta frase, estos
magistrados dan por asumido aquello que deberían justificar, es decir, que uno de
los dos testamentos ha de prevalecer —que es la tesis del demandado—; o, en otros
términos, asumen que no es posible una lectura conjunta y armónica de ambos
testamentos —que es la tesis propuesta por la universidad—. Implícitamente,
asumieron como propia y de forma injustificada la posición del demandado e
incurrieron en la falacia de petición de principio.
Lo anterior revela, por decir lo menos, una actitud poco deferente hacia la PUCP,
pues por el modo como presenta sus argumentos termina haciéndolos ver como
razones insostenibles por el sentido común. Esta conducta se corresponde más con
la que suele presentar una parte en un conflicto, pero no con la de un tercero
imparcial. La PUCP no ha sostenido la intangibilidad del testamento de 1933
respecto al de 1938, sino que, en aplicación del principio de conservación de los
testamentos, plantea una lectura conjunta de ambos documentos de forma tal que,
respetando la voluntad del testador y la literalidad de los testamentos, se garanticen
plenamente, además, los distintos bienes constitucionales involucrados, como el
derecho de propiedad y la autonomía universitaria. Hacer ver que la universidad,
contraria a toda racionalidad, se aferra únicamente al texto del testamento de 1933
es tergiversar sus argumentos para presentarla como una parte que no admite,
siquiera, lo que por sentido común cualquier persona racional estaría dispuesta a
admitir.
Así, en el punto IX, 3, c) del fundamento 20, señalan los magistrados: «[…] parece
poco creíble que una universidad que alberga en su seno una planta de alta calidad
de abogados y que es formadora de alumnos para prepararlos en esta importante
profesión, durante tan largo período, no hubiere sido capaz de advertir cualquier
incongruencia en los trabajos de la Junta Administradora». El efecto persuasivo de
este argumento es evidente: apela al prestigio y a la autoridad de los abogados y
docentes de la PUCP para justificar que el único modo de entender el testamento es
reconociendo la perpetuidad en el mandato de la junta para administrar los bienes
heredados por la PUCP. Pensar lo contrario sería desafiar el prestigio y autoridad de
tales profesionales; por ello, no sería creíble.
Este argumento es falaz, pues, presentado de forma entimemática —es decir, con
omisión de alguna de sus premisas—, asume hechos que no son necesariamente
verdaderos. En efecto, para que la conclusión esté justificada —que el
comportamiento de los docentes y abogados de la PUCP avale la perpetuidad de la
labor administrativa de la junta—, requiere tener una serie de premisas no
explicitadas, entre ellas, que tales docentes y abogados conozcan los testamentos y
que conozcan de la existencia y detalle del trabajo que realizó la Junta de
Administración. Es indudable que conocer tales situaciones no forma parte del
trabajo del docente, puesto que su relación con la universidad no es la de un asesor
jurídico sino, precisamente, la de un docente e investigador. Apelar, pues, al prestigio
de los docentes y abogados formados en la PUCP para justificar la perpetuidad de
las labores administrativas de la junta es una falacia.
En otro punto, la sentencia señala que «[…] si el temor o duda del testador llega
hasta la propia existencia de la universidad, es lógico que también pueda haber
albergado similares temores respecto a la eficiencia de su propia conducción. El que
teme por lo más, teme con fundada razón por lo menos» (punto IX, 3, b) del
fundamento 20).
Así, es más que elocuente que en dos oportunidades los magistrados terminen un
argumento con la frase «y punto» (punto VII, c y IX, 3, b, ambos del fundamento 20),
que es del todo extraña a la redacción empleada por el Tribunal Constitucional
durante todos los años en que funciona. En esta misma línea, se advierten frases del
tipo «resultaría un despropósito» (IX, 3, a del fundamento 20) o «a todas luces resulta
incongruente» (IX, 3, a del fundamento 20), entre otras.
En cuanto a la ironía, al igual que el énfasis, equivale a un recurso retórico que una
parte emplea, durante un debate, para motivar la exasperación de la otra. Es
igualmente explicable en las partes, pero injustificable por el decisor, quien, actuando
desde la imparcialidad, no puede incluir expresiones que insinúen burla o
menosprecio hacia los argumentos de alguna de las partes. Curiosamente, la ironía
solo se emplea para hacer referencia a ciertos argumentos de la PUCP.
Así, por ejemplo, califica como «pretextos» las razones de la PUCP para no
considerar vigente el mandato de la Junta de Administración (punto IX, 1 del
fundamento 20). En otro momento, con indudable sarcasmo, califica como
«ingeniosos argumentos» la supuesta —e inviable— interpretación de la PUCP para
preferir el testamento de 1933 ante el de 1938 (punto I, del fundamento 20).
PREGUNTA 5: (4 PUNTOS)
La teoría discursiva del Derecho comprende un conjunto de temas que van desde el
problema del conocimiento práctico hasta la teoría de la democracia, pasando por el
sistema de derechos. Entre estas materias, la teoría de la argumentación jurídica se
encuentra más cerca de la práctica jurídica. Esto le permite convertirse en una especie
de piedra de toque para la corrección de la sobrearqueada idea de la racionalidad
discursiva en el Derecho. La teoría de la argumentación jurídica puede desempeñar
este papel porque se encuentra intrínsecamente conectada con todos los elementos
del sistema jurídico. Dos ejemplos pueden servirnos de ilustración. El primero se refiere
a la relación entre el proceso democrático y la argumentación jurídica. El proceso
democrático, que tiene por resultado las decisiones parlamentarias, suministra los
puntos de partida más importantes para la argumentación jurídica en un Estado
constitucional democrático: las leyes. El segundo ejemplo serían los derechos
fundamentales. No basta con que un proceso constitucional concluya con la adopción
de un catálogo de derechos fundamentales; éstos tienen que ser interpretados e
implementados. Esto puede ser nevado a cabo, en parte, por la legislatura; pero si el
propio legislador está sometido a los derechos fundamentales, deberá existir un tipo de
argumentos sobre si un acto u omisión legislativa viola o no los derechos
fundamentales. Los argumentos que interpretan los derechos fundamentales de una
determinada constitución son argumentos jurídicos, de manera que existe una relación
necesaria entre los derechos fundamentales, que vinculan a todos los poderes del
Estado, y la argumentación jurídica. Estos dos ejemplos muestran que la
argumentación jurídica tiene una doble vertiente. Por un lado, participa intensamente
en el carácter autoritativo, institucional o real del Derecho. Esto puede observarse en el
papel que las razones autoritativas desempeñan en los argumentos jurídicos y en el
marco institucional del razonamiento jurídico, papel que conduce, en última instancia,
no sólo a sugerencias y propuestas, sino también a decisiones definitivas de los
tribunales, impuestas, si fuera necesario, por el poder. Por otro lado, el razonamiento
jurídico permanece estrechamente conectado con lo que puede llamarse la vertiente
libre, discursiva o ideal del Derecho. La necesidad de razonamiento jurídico, como algo
más que la mera subsunción y, en cuanto tal, más que la mera ejecución de lo
autoritativo, surge de la frecuentemente mencionada textura abierta del material
autoritativo (Hart, 1994, 126 Y ss.). El razonamiento en defecto de material autoritativo
puede, por definición, no estar determinado únicamente por lo que es autoritativo. Este
razonamiento puede resultar libre hasta un cierto grado. Por lo que respecta a los
precedentes, la libertad es incluso mayor. Al margen de su mayor o menor carácter
autoritativo, todo el mundo es libre para criticar las decisiones judiciales con argumentos
jurídicos. Tal crítica puede llevar a la revisión de una sentencia por un tribunal superior
o a su revocación por un tribunal que, posteriormente, decida un caso similar. Una
buena teoría de la argumentación jurídica debe dar cuenta tanto de la vertiente
autoritativa, institucional o real del razonamiento jurídico como de su dimensión libre,
discursiva o ideal, La tesis del caso especial (Sonderfallthese) que es objeto de mis
consideraciones es, precisamente, un intento de conseguirlo.
La tesis del caso especial establece que el discurso jurídico es un caso especial del
discurso práctico general (Alexy, ]989 a, 205 y ss.), Se basa en tres razones. La primera
radica en que la discusión jurídica, al igual que la argumentación práctica general, se
refiere, en definitiva, a lo que es obligatorio, prohibido o permitido, es decir, a cuestiones
prácticas. La segunda razón consiste en que en el discurso jurídico surge, al igual que
en el discurso práctico general, una pretensión de corrección. Ambos tipos de
argumentaciones son, por tanto, discursos. La tercera razón establece que la
argumentación jurídica es un supuesto de caso especial, porque la pretensión de
corrección del discurso jurídico es distinta a la del discurso práctico general. No se
refiere a lo que es absolutamente correcto, sino a lo que es correcto en el esquema y
con las bases de un orden jurídico válidamente imperante. Lo que es correcto en un
sistema jurídico depende esencialmente de lo que es fijado autoritativa o
institucionalmente y de lo que encaja con ello. No debe contradecir lo autoritativo y debe
ser coherente con el conjunto. Para expresarlo brevemente podría decirse que la
argumentación jurídica ha de estar vinculada a las leyes y a los precedentes y tiene que
observar el sistema de Derecho elaborado por la dogmática jurídica