El saber tomar decisiones de manera consciente y deliberada,
representa, sin duda alguna, una de las habilidades que todo ser humano debe desarrollar como una forma de auxiliarlo cuando se enfrenta a situaciones demasiado o no demandantes que lo obligan a reflexionar sobre una variedad de posibilidades para finalmente optar por aquella que considere más viable para solucionar un problema o satisfacer una necesidad, y por supuesto operar individual o conjuntamente sobre ello. Y es que esta gran habilidad es algo que logra caracterizarlo sobre otras especies, ya que intenta hacer uso de su razonabilidad para orientarse y así salvaguardarse del peligro, o bien, encararse con él. Sabemos que la toma de decisiones es una de las actividades que llevamos a cabo constantemente, por lo que pudiéramos afirmar incluso que se convierte en una dinámica cotidiana. Se suele tomar decisiones en la escuela cuando una maestra de secundaria selecciona qué tipo de actividades serían más apropiadas y atractivas para enseñarles Historia Universal a sus alumnos. En el trabajo, cuando un empleado se percata de que su empresa ofrece bonos adicionales a aquellos que sean puntuales, éste se decide por levantarse media hora antes y comenzar sus labores a tiempo para verse beneficiado por tal incentivo. Una madre recurre a la toma de decisiones cuando determina qué clase de alimentos son los adecuados para sus dos hijos que están enfermos del estómago y compra lo necesario para prepararlos. Por lo tanto, tomar una decisión implicaría entonces una reflexión que permita al individuo elegir una opción entre muchas para que al final pueda obtener beneficios para sí mismo o para los suyos, o tal vez le funcionen para evitar de alguna forma la aparición de un conflicto que amenace con alterar a ambos. Ahora bien, es cierto es que en la psicología la toma de decisiones se vuelve una de las tareas fundamentales, ya que nos da la pauta para poder evaluar qué tipo de enfoque terapéutico será el más apto para ayudar al paciente con su problemática; sin embargo, cuando hacemos referencia a lo jurídico y forense, como una de las ramas de la psicología, se hace aún más necesario resaltar su importancia porque, si bien al entrar al terreno de lo jurídico entramos también al del Derecho, este último exige datos tangibles y comprobables, aspecto que logra diferirse en la psicología, por lo que la toma de decisiones se convierte un tanto compleja en la determinación de la culpabilidad o inocencia de una persona. Un gran ejemplo de ello es la película de 12 hombres en pugna, en donde podemos ver reflejada la manera en que la toma de decisiones repercute en gran medida, desde el ámbito jurídico, en la vida de una persona. Para empezar, a manera de resumen, durante la película fueron invitados 12 hombres a una sala para resolver el caso de un joven que supuestamente fue el asesino de su padre; el trabajo que aquéllos realizan es el de dictaminar si dicho joven es declarado inocente o culpable. Once de ellos optan por afirmar que es culpable, mientras que sólo uno conjetura que es inocente; sus razones son simples: no hay pruebas suficientes y comprobables que corroboren que él cometió el crimen. Es muy importante subrayar que hubo algunos factores que influyeron notablemente en todos los pensamientos, actitudes y acciones de los doce hombres, como el hecho de que la gran mayoría tenía otras actividades, ocupaciones y compromisos por hacer, además de que el clima que predominó durante todo el filme se caracterizó por las altas temperaturas, generando así un intenso calor que avasallaba enormemente a algunos de los presentes. No obstante, esto no representó ningún impedimento por el cual la reunión debiera suspenderse, sino que su resolución era tan importante como cualquier otro caso. Resulta relevante puntualizar que con base a muchos estudios realizados, se ha llegado a la conclusión de que cuando tomamos decisiones, lo hacemos siempre poniendo en primer lugar a nuestras emociones, e incluso, son ellas las que las determinan, por lo que en un grado muy reducido consideramos a la razón como aquella que se encarga de definir nuestras acciones. De esta manera, pudiéramos explicar que algunos de los hombres de nuestra película se vieron en la necesidad de dejarse llevar por sus emociones y muchas de sus respuestas en el momento de la votación consistieron en declarar culpable al sospechoso sin siquiera reflexionar y profundizar un poco en el caso y mucho menos en la vida del sujeto. Pero sólo uno de ellos logró penetrar en los sucesos y se inmiscuyó en la vida del joven, cual detective, con la finalidad de esclarecer adecuadamente la información y tomar así la decisión más pertinente. En eso, diríamos, consiste la duda razonable: en una constante profundización de la situación que pueda posicionarnos como verdaderos críticos, cuya habilidad de análisis se encuentre implícita, además de ser capaces de ver cada hecho como parte de un todo, mostrando una apertura por las opiniones ajenas y haciendo una integración de las mismas. Asimismo, el individuo comprende que no debe reflejar situaciones o conflictos personales en el esclarecimiento de cada uno de los hechos. De esta manera, los once hombres restantes, al escuchar las posturas e ideas que adoptaba aquel hombre, fueron el motivo que los llevó a reflexionar y a considerar nuevamente la situación, por lo que sus ideas comenzaron a ampliarse un poco más y lo que al principio parecía una lucha de once contra uno, se convirtió más bien en una lucha por la verdad. Finalmente, la cinta me hace pensar en una de las realidades que posiblemente suceden en nuestro país. Muchas de las personas que se encargan de determinar la culpabilidad e inocencia de un sujeto, ¿de verdad estarán realmente interesados y comprometidos con el bienestar del otro y de la sociedad? ¿y en realidad estarán haciéndolo considerando a la duda razonable como un elemento fundamental en el juicio?
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