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Esta asociación surgió en las primeras décadas del siglo XIX en los
momentos de mayor hostilidad hacia el esclavo y el negro, quienes,
ante el acoso, sólo hallaron un medio apropiado para evadir la
represión: una agrupación mutualista bajo la expresión más
desarrollada de su conciencia social, la religiosa.
Esta asociación surgió en las primeras décadas del siglo XIX, en los momentos de
mayor hostilidad hacia el esclavo y el negro, quienes ante el acoso sólo hallaron un
medio apropiado para evadir la represión: una agrupación mutualista religiosa.
Las actividades de culto se realizan todas en templos. En todos los ritos se utilizan
trazos o grafías llamados Ekeniyó, que constituyen un sistema ideográfico de señales
para inmovilizar y fijar las representaciones de hechos globales. Tales símbolos se
trazan con yeso amarillo y blanco y comprenden tres categorías: los Gandos, las
Firmas o Anaforuanas y los Sellos.
En las sociedades secretas abakuá sólo se admiten hombres. Si usted indaga entre
sus integrantes por el concepto de Hombre, le expresan: “No es sólo aquél que no es
homosexual, sino el que refleja la más pura dignidad del ser humano como laborioso,
fraterno, alegre, rebelde ante la injusticia, cumplidor del código moral establecido por
los antepasados formadores del Abakuá; es aquél que es buen padre, buen hijo, buen
hermano y buen amigo”.
La sociedad secreta Abakua surgió en las primeras décadas del siglo XIX y
tiene su origen en en Nigeria. Fue traida a Cuba por los esclavos africanos y
encontró adeptos rápidamente en los negros y mulatos y hasta en los
blancos humildes de La Habana y Matanzas, quienes llamaron al ritual
Ñañiguismo. Esta asimilación fue vista como estrategia defensiva ante el
acoso que sufrian estas clases. A pesar de que actualmente la situación en
Cuba ha cambiado, el ñañiguismo quedó arraigado para siempre. Actualmente
en Cuba existen 40 templos donde se efectúan los cultos,
fundamentalmente en las provincias de Matanzasy Ciudad de la Habana.
Esta orden fraternal es puramente masculina y sólo son iniciados los más
valientes , viriles, de gran dignidad, defensores de la justicia y cumplidores
del código moral establecido por los antepasados formadores del Abakuá.
No se permite que un miembro de esta sociedad reciba un insulto de nadie y
las consecuencias ante este hecho son radicales, al igual que en aquellos
casos en que un miembro daña a otro.
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LOS ABAKUA
LA SOCIEDAD SECRETA ABAKUÁ
Esta asociación surgió en las primeras décadas el siglo XIX en los momentos de mayor
hostilidad hacia el esclavo y el negro, quienes, ante el acoso, solo hallaron un medio
apropiado para evadir la represión: una agrupación mutualista bajo la expresión más
desarrollada de su conciencia social, la religiosa.
Los antecedentes del Abakuásismo se hallan en las sociedades secretas que existieron en
la región nigeriana del Calabar, y su organización y contenido tiene como base una
leyenda africana que narra la historia de la violación de un secreto por una mujer: la
princesa Sikan encuentra al pez sagrado Tanze. Cuando este muere, los miembros de la
tribu buscan la manera de reproducir su bramido en el tambor sagrado Ekue, para lo
cual realizan varios intentos entre los que figuran el sacrificio de la princesa para utilizar
su piel como parche del tambor.
Las actividades de culto se realizan todas en templos, de los cuales existen 40 entre las
provincias de La Habana y Matanzas, distribuidos en los municipios de Guanabacoa
(14), Marianao (11), Regla (6), San Miguel del Padrón (4), Cárdenas (4) y Matanzas
-ciudad- (1).
En todos los ritos se utilizan trazos o grafías llamados Ekeniyo, que constituyen un
sistema ideográfico de señales para inmovilizar y fijar las representaciones de hechos
globales. Tales símbolos se trazan con yeso amarillo o blanco y comprenden tres
categorías: los Gandos, las Firmas o Anaforuanas y los Sellos.
Los Gandos representan situaciones complejas del ceremonial, se trazan en el suelo y
sobre ellos se colocan diferentes objetos del culto y se sitúan los dirigentes religiosos
(Plazas).
Las Firmas o Anaforuanas representan a cada una de las jerarquías que integran la
estructura de los abakuá y cumplen una función consagratoria cuando se trazan sobre
determinados elementos del ritual.
En las sociedades secretas masculinas Abakuá solo son admitidos hombres. Al indagar
entre sus integrantes cual es el concepto de Hombre, expresaron:
"Hombre no es solo aquel que no es homosexual, sino el que refleja la mas pura
dignidad del ser humano como laborioso, fraterno, alegre, rebelde ante la injusticia,
cumplidor del código moral establecido por los antepasados formadores del Abakuá; es
aquel que es buen padre, buen hijo, buen hermano y buen amigo".
Durante la trata esclavista, el Caribe se nutrió de creencias de los diferentes grupos
étnicos que llegaron a estas tierras. Las influencias, en muchos casos, se hicieron
recíprocas entre las diferentes etnias, de manera que a veces se torna difícil distinguir
entre una y otra manifestación religiosa.
Las asociaciones abakuá tienen sus antecedentes en las sociedades secretas que
existieron en la región nigeriana del Calabar y en los Cabildos de Nación. Las funciones
principales de estos últimos, eran ayudar y socorrer a todos aquellos miembros que lo
necesitaran; además de perpetuar su cultura a través de las celebraciones de los
domingos, donde se realizaban ritos que contribuían a preservar y mantener sus
tradiciones. Se supone que, en Cuba, la primera asociación fue constituida a principios
del siglo XIX con los mismos fines que los de los Cabildos de Nación. Así, en el año
1836, el cabildo de negros carabalí Apapá Efik inicia sus cultos secretos con un grupo
de negros nacidos en la isla o criollos. Estas agrupaciones, exclusivas de hombres,
surgieron con un carácter mutualista que contribuyó a que las potencias de ñáñigos se
incrementaran rápidamente. Ya en 1840, en la capital del país existían más de sesenta.
El 24 de diciembre de 1862, el cabildo carabalí Bríkamo "Niño Jesús" de Matanzas,
inicia a un grupo de negros criollos en el abakuá, los que toman el nombre de Blabanga.
En 1863, el habanero Andrés Facundo de los Dolores Petit, consiguió que su potencia
Bakokó Efor permitiera la entrada de blancos. Se convertía de esta manera el
ñañiguísmo, en la primera asociación en la Isla que aunó hombres y no razas. Tanto en
La Habana como en Matanzas, sus propósitos trascendieron a tal punto que se formaron
sólidas hermandades que congregaron a trabajadores de los puertos, las tabaquerías y
otros sectores laborales.
Desde mediados del siglo XIX, estas sociedades fueron prohibidas por las autoridades
españolas. Sus ceremonias fueron siempre realizadas secretamente. El ritual abakuá
incluye celebraciones -llamadas en Cuba Plantes- de dos tipos: privadas, en las que sólo
pueden participar los iniciados y cuya divulgación es estrictamente prohibida; y otras, a
las que concurren, incluso, miembros ajenos a la sociedad donde se canta y se baila por
lo que se pueden considerar como un acto de expresión de cultura.
El mito en el que se basan los ritos abakuá de iniciación, tuvo su origen en una leyenda
africana que narra la historia del hallazgo del Pez Sagrado por la princesa Sikán, hija del
rey Iyamba, de la nación Efó. El Mito de Sikán determinó además, que sólo hombres
pudieran ser iniciados en esta religión para lo cual debían ser dignos, fraternos,
laboriosos, cumplidores del código ético cultual, al igual que buen padre, buen hijo,
buen hermano y buen amigo. Los principales atributos ñáñigos son, en primer lugar, los
tambores del orden ritual, con los cuales se ejecuta solamente las llamadas al orden y
que se preservan dentro del templo sagrado llamado famba, al cual sólo tiene acceso la
alta jerarquía abakuá. El más importante es el ekue o tambor de fundamento y secreto,
que se toca por fricción y que reproduce la sagrada voz de Abasí Tanze. Además, están
los bastones o atributos de los jefes principales. Por su parte, la música ñáñiga se ejecuta
con otro grupo de tambores, los cuales de mayor a menor reciben los nombres de
bonkó-enchemiyé, obí-apá, cuchíyeremá, y benkomo. Completan la orquesta los itones
o palos, el cencerro o ekón, y las erikundis o sonajas.
Las actividades de culto se realizan todas en templos, los que se encuentran entre las
provincias de La Habana y Matanzas. En todos los ritos se utilizan trazos o grafías
llamados Ekeniyo, que constituyen un sistema ideográfico de señales para inmovilizar y
fijar las representaciones de hechos globales. Tales símbolos se trazan con yeso amarillo
o blanco y comprenden tres categorías: los Gandos, las Firmas o Anaforuanas y los
Sellos: los Gandos representan situaciones complejas del ceremonial, se trazan en el
suelo y sobre ellos se colocan diferentes objetos del culto y se sitúan los dirigentes
religiosos -Plazas-; las firmas o anaforuanas representan a cada una de las jerarquías que
integran la estructura de los abakuá y cumplen una función consagratoria cuando se
trazan sobre determinados elementos del ritual; por último, los sellos son la
representación o identificación de cada juego o potencia Abakuá, de los que existen una
centena, aproximadamente, en toda Cuba.
Mito de Sikán. Nasakó era un brujo muy prestigioso. Supo a través de sus poderes que
Abasí, el Dios Todopoderoso, enviaría un gran poder sobrenatural que proporcionaría la
paz a los hombres de Efó y Efik, quienes se disputaban las posesiones territoriales.
Estos dos territorios estaban divididos por un río en el que se escuchaban los bramidos
sobrenaturales que emitía el ser enviado por Abasí. Los hombres de una y otra región
hacían rogaciones constantemente en las orillas del río, pues quien lograra poseer el Ser
enviado, lograría dominar la situación en la región.
Una mañana Sikán, hija del rey Iyamba de la nación Efó, fue a buscar agua al río para
los quehaceres de la casa. Cuando caminaba de regreso a su casa con el güiro lleno de
agua en la cabeza, escuchó un fuerte sonido que la asustó. Enseguida, dejó el recipiente
y salió corriendo hacia la aldea. Al llegar a su casa se lo contó a su padre quien
enseguida comprendió que el bramido era del Ser enviado por Nasako. Rápidamente fue
el padre en busca del recipiente donde encontró un pez que se movía. Iyamba recogió el
güiro y el pez y se presentó ante Nasako quien comprobó que efectivamente era el Ser
augurado por Abasí. Nasako le recomendó a Iyamba en presencia de su hija que
guardaran el más absoluto secreto, pues el hallazgo lo mismo podía traer paz que guerra.
Así, los tres juraron no divulgar el descubrimiento del pez. Sin embargo, Sikán no
guardó el secreto; se lo dijo a su novio, el príncipe Mokongo, hijo del rey Chabiaka del
territorio Efik, a pesar de que estaba en disputa con su propio territorio y,
específicamente, con su familia. Mokongo, conocedor del secreto, se presentó en Efó
con todos sus guerreros para reclamar su posesión. Nasakó entonces dijo que todo aquel
que amara al pez enviado sería grande y que había que venerarlo para el bien de todos.
Poco tiempo después, siguiendo las indicaciones de Nasakó, los pueblos Efó y Efik
firmaron la paz sobre la piel de un leopardo en una ceremonia solemne celebrada a
orillas del río que dividía a los dos territorios. No obstante, Sikán fue hecha prisionera
y condenada a que le cortaran la cabeza por no haber guardado el secreto del pez Tanze.