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Abakuá

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La Sociedad Secreta Abakuá. por abakuá o ñáñigo se conoce
popularmente en Cuba al miembro de la sociedad secreta masculina
Abakuá, la única de su tipo existente en el continente americano.

Esta asociación surgió en las primeras décadas del siglo XIX en los
momentos de mayor hostilidad hacia el esclavo y el negro, quienes,
ante el acoso, sólo hallaron un medio apropiado para evadir la
represión: una agrupación mutualista bajo la expresión más
desarrollada de su conciencia social, la religiosa.

La primera sociedad de blancos se fundó a principios del presente


siglo y llevó el nombre de Akanarán Efó Muñón Ekobio Mucarán. Su
creador fue Andrés Facundo de los Dolores Petit, célebre también por
sus aportes a la Regla de Palo con la elaboración del cuerpo
conceptual y ritual de la variante Kimbisa.

Los antecedentes del abakuá o ñañiguismo se hallan en las


sociedades secretas que existieron en la región nigeriana del Calabar,
y su organización y contenido tiene como base una leyenda africana
que narra la historia de la violación de un secreto por una mujer: la
princesa Sikán encuentra al pez sagrado Tanze y reproduce su
bramido en el tambor sagrado Eku.

El ñañiguismo no puede desvincularse de las creencias africanas


acerca de la influencia que ejercen los antepasados (espíritus), por lo
que en todas sus ceremonias religiosas se les convoca para garantizar
el desarrollo del acto ritual, según rigurosas normas litúrgicas. La
representación simbólica es el Ireme o diablito.

Las actividades de culto se realizan todas en templos, de los cuales


existen 40 entre las provincias de Ciudad de La Habana y Matanzas,
distribuidos en los municipios de Guanabacoa (14), Marianao (11),
Regla (6), San Miguel del Padrón (4), Cárdenas (4) y ciudad de
Matanzas (1).

En todos los ritos se utilizan trazos o grafías llamados Ekeniyó, que


constituyen un sistema ideográfico de señales para inmovilizar y fijar
las representaciones de hechos globales. Tales símbolos se trazan con
yeso amarillo y blanco y comprenden tres categorías, los Gandos, las
Firmas o Anaforuanas y los Sellos.

Los Gandos representan situaciones complejas del ceremonial, se


trazan en el suelo y sobre ellos se colocan diferentes objetos del culto
y se sitúan los dirigentes religiosos (Plazas).
Las Firmas o Anaforuanas representan a cada una de las jerarquías
que integran la estructura de los abakuá y cumplen una función
consagratoria cuando se trazan sobre determinados elementos del
ritual.

Los sellos son la representación o identificación de cada juego o


potencia abakuá, de los que existen 123 en toda Cuba.

En la actualidad, los abakuá poseen órganos de coordinación


municipal en los municipios de Cárdenas, Matanzas, Guanabacoa,
Regla, Marianao y San Miguel del Padrón, y dos a nivel provincial en
Ciudad de La Habana y Matanzas, encargados todos de controlar la
obediencia a los reglamentos y principios de la sociedad.

Dentro del ñañiguismo se reconocen varias jerarquías. El Indisime es


el aspirante a entrar en una potencia, mientras el Obonekué es un
hombre ya iniciado. Plaza es una jerarquía vitalicia que ocupa un
puesto relevante dentro del juego y está encargado de preservar y
hacer cumplir las normas y principios rituales y sociales. Títulos de
Plazas son Iyamba, Mokongo, Ekueñón, Nkrikamo, Nasako y otros.

En las sociedades secretas Abakuá sólo son admitidos hombres. Al


indagar entre sus integrantes cuál es el concepto de Hombre,
expresaron: "Hombre no es sólo aquél que no es homosexual, sino el
que refleja la más pura dignidad del ser humano como laborioso,
fraterno, alegre, rebelde ante la injusticia, cumplidor del código moral
establecido por los antepasados formadores del Abakuá; es aquél que
es buen padre, buen hijo, buen hermano y buen amigo" La iniciación
de entrada en la sociedad abakua se confiere a hombres que hayan
demostrado su habilidad en el okuto mágico. De hecho, un requisito
para ser admitido es realizar un okuto bajo observación del futuro
padrino abakua. Tras el óbito, el hombre pasa a ser abakua.

En Cuba se conoce popularmente por abakuá o ñáñigo a quien pertenece a la


sociedad secreta masculina Abakuá, la única de su tipo en el continente americano.

Esta asociación surgió en las primeras décadas del siglo XIX, en los momentos de
mayor hostilidad hacia el esclavo y el negro, quienes ante el acoso sólo hallaron un
medio apropiado para evadir la represión: una agrupación mutualista religiosa.

La primera sociedad de blancos se fundó a principios del siglo XX y llevó el nombre


de Akanarán Efó Muñón Ekobio Mucarán. Su creador fue Andrés Facundo de los
Dolores Petit, célebre también por sus aportes a la Regla de Palo, con la elaboración
del cuerpo conceptual y ritual de la variante Kimbisa.

Los antecedentes del abakuá o ñañiguismo se encuentran en las sociedades secretas


que existieron en la región nigeriana del Calabar, y su organización y contenido tiene
como base una leyenda africana que narra la historia de la violación de un secreto
por una mujer: la princesa Sikán encuentra al pez sagrado Tanze y reproduce su
bramido en el tambor sagrado Eku.

El ñañiguismo no puede verse desvinculado de las creencias africanas, acerca de la


influencia que ejercen los antepasados (espíritus) por lo que en todas sus ceremonias
se les convoca para garantizar el desarrollo del acto ritual, según rigurosas normas
litúrgicas. La representación simbólica es ireme o diablito.

Las actividades de culto se realizan todas en templos. En todos los ritos se utilizan
trazos o grafías llamados Ekeniyó, que constituyen un sistema ideográfico de señales
para inmovilizar y fijar las representaciones de hechos globales. Tales símbolos se
trazan con yeso amarillo y blanco y comprenden tres categorías: los Gandos, las
Firmas o Anaforuanas y los Sellos.

Dentro del ñañiguismo se reconocen varias jerarquías. El Indisime es el aspirante a


entrar en una potencia, mientras el Obonekué es un hombre ya iniciado. Plaza es una
jerarquía vitalicia que ocupa un puesto relevante dentro del juego y está encargado
de preservar y hacer cumplir las normas y principios rituales y sociales. Títulos de
Plazas son Iyamba, Mokongo, Ekueñón, Nkrikamo y Nasako, entre otros.

En las sociedades secretas abakuá sólo se admiten hombres. Si usted indaga entre
sus integrantes por el concepto de Hombre, le expresan: “No es sólo aquél que no es
homosexual, sino el que refleja la más pura dignidad del ser humano como laborioso,
fraterno, alegre, rebelde ante la injusticia, cumplidor del código moral establecido por
los antepasados formadores del Abakuá; es aquél que es buen padre, buen hijo, buen
hermano y buen amigo”.

La sociedad secreta Abakua surgió en las primeras décadas del siglo XIX y
tiene su origen en en Nigeria. Fue traida a Cuba por los esclavos africanos y
encontró adeptos rápidamente en los negros y mulatos y hasta en los
blancos humildes de La Habana y Matanzas, quienes llamaron al ritual
Ñañiguismo. Esta asimilación fue vista como estrategia defensiva ante el
acoso que sufrian estas clases. A pesar de que actualmente la situación en
Cuba ha cambiado, el ñañiguismo quedó arraigado para siempre. Actualmente
en Cuba existen 40 templos donde se efectúan los cultos,
fundamentalmente en las provincias de Matanzasy Ciudad de la Habana.

Esta orden fraternal es puramente masculina y sólo son iniciados los más
valientes , viriles, de gran dignidad, defensores de la justicia y cumplidores
del código moral establecido por los antepasados formadores del Abakuá.
No se permite que un miembro de esta sociedad reciba un insulto de nadie y
las consecuencias ante este hecho son radicales, al igual que en aquellos
casos en que un miembro daña a otro.

Dentro del Ñañiguismo se conocen varias jerarquías. La representación


simbólica es el Ireme o diablito, el mismo que participa en el Carnaval de La
Habana. Se dice que el Ireme es en realidad el oficiante del ritual, purifican
con su danzas y movimientos el camino tomado por el cortejo.
Algunos cubanos son partidarios de esta orden, otros más bien le temen
porque consideran extremas sus actitudes y reacciones. Particularmente
creo que con los Abakuá, es mejor mantener absoluto respeto...

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LOS ABAKUA
LA SOCIEDAD SECRETA ABAKUÁ

Por Abakuá o ñañigo se conoce popularmente en Cuba al miembro de la sociedad


secreta masculina Abakuá, la única de su tipo existente en el continente americano.

Esta asociación surgió en las primeras décadas el siglo XIX en los momentos de mayor
hostilidad hacia el esclavo y el negro, quienes, ante el acoso, solo hallaron un medio
apropiado para evadir la represión: una agrupación mutualista bajo la expresión más
desarrollada de su conciencia social, la religiosa.

La primera sociedad de blancos se fundo a principios del presente siglo y llevo el


nombre de Akanaran Efo Muñon Ekobio Mucakara. Su creador fue Andrés Facundo de
los Dolores Petit, celebre también por sus aportes a la Regla de Palo* con la elaboración
del cuerpo conceptual y ritual de la variante Kimbisa.

Los antecedentes del Abakuásismo se hallan en las sociedades secretas que existieron en
la región nigeriana del Calabar, y su organización y contenido tiene como base una
leyenda africana que narra la historia de la violación de un secreto por una mujer: la
princesa Sikan encuentra al pez sagrado Tanze. Cuando este muere, los miembros de la
tribu buscan la manera de reproducir su bramido en el tambor sagrado Ekue, para lo
cual realizan varios intentos entre los que figuran el sacrificio de la princesa para utilizar
su piel como parche del tambor.

El ñañiguismo no puede desvincularse de las creencias africanas acerca de la influencia


que ejercen los antepasados (espíritus), por lo que en todas sus ceremonias religiosas se
les convoca para garantizar el desarrollo del acto cultual, según rigurosas normas
litúrgicas. Un elemento simbólico indispensable en la dramaturgia con que se desarrolla
el ritual es llamado Ireme o diablito, un representante de la naturaleza que vigila los
pasos de los participantes e intervienen aun como protagonistas en algunos de ellos.

Las actividades de culto se realizan todas en templos, de los cuales existen 40 entre las
provincias de La Habana y Matanzas, distribuidos en los municipios de Guanabacoa
(14), Marianao (11), Regla (6), San Miguel del Padrón (4), Cárdenas (4) y Matanzas
-ciudad- (1).

En todos los ritos se utilizan trazos o grafías llamados Ekeniyo, que constituyen un
sistema ideográfico de señales para inmovilizar y fijar las representaciones de hechos
globales. Tales símbolos se trazan con yeso amarillo o blanco y comprenden tres
categorías: los Gandos, las Firmas o Anaforuanas y los Sellos.
Los Gandos representan situaciones complejas del ceremonial, se trazan en el suelo y
sobre ellos se colocan diferentes objetos del culto y se sitúan los dirigentes religiosos
(Plazas).

Las Firmas o Anaforuanas representan a cada una de las jerarquías que integran la
estructura de los abakuá y cumplen una función consagratoria cuando se trazan sobre
determinados elementos del ritual.

Los Sellos son la representación o identificación de cada juego o potencia Abakuá, de


los que existen 123 en toda Cuba.

En la actualidad, los Abakuá poseen órganos de coordinación municipal en los


municipios de Cárdenas, Matanzas, Guanabacoa, Regla, Marianao y San Miguel del
Padrón, y dos a nivel provincial en Ciudad de La Habana y Matanzas, encargados todos
de controlar la obediencia a los reglamentos y principios de la sociedad.

Dentro del ñañiguismo se reconocen varias jerarquías. El Ndisime es el aspirante a


entrar en una potencia, mientras el Abanekwe es un hombre ya iniciado. Plaza llaman al
que lleva muchos anos, ocupa un puesto relevante dentro del juego y esta encargado de
preservar y hacer cumplir las normas y principios rituales y sociales. Títulos de Plazas
son Iyamba, Mokongo, Ekuenon, Isue, Nkrikamo, Nasako y otros.

En las sociedades secretas masculinas Abakuá solo son admitidos hombres. Al indagar
entre sus integrantes cual es el concepto de Hombre, expresaron:

"Hombre no es solo aquel que no es homosexual, sino el que refleja la mas pura
dignidad del ser humano como laborioso, fraterno, alegre, rebelde ante la injusticia,
cumplidor del código moral establecido por los antepasados formadores del Abakuá; es
aquel que es buen padre, buen hijo, buen hermano y buen amigo".
Durante la trata esclavista, el Caribe se nutrió de creencias de los diferentes grupos
étnicos que llegaron a estas tierras. Las influencias, en muchos casos, se hicieron
recíprocas entre las diferentes etnias, de manera que a veces se torna difícil distinguir
entre una y otra manifestación religiosa.

El complejo de asociaciones Abakuá o Ñáñigas son sociedades secretas consideradas


como hermandades para la ayuda mutua, de las cuales sobreviven más de un centenar en
las ciudades-puerto de La Habana, Matanzas y Cárdenas en Cuba y que hoy son únicas
en el continente americano.

Las asociaciones abakuá tienen sus antecedentes en las sociedades secretas que
existieron en la región nigeriana del Calabar y en los Cabildos de Nación. Las funciones
principales de estos últimos, eran ayudar y socorrer a todos aquellos miembros que lo
necesitaran; además de perpetuar su cultura a través de las celebraciones de los
domingos, donde se realizaban ritos que contribuían a preservar y mantener sus
tradiciones. Se supone que, en Cuba, la primera asociación fue constituida a principios
del siglo XIX con los mismos fines que los de los Cabildos de Nación. Así, en el año
1836, el cabildo de negros carabalí Apapá Efik inicia sus cultos secretos con un grupo
de negros nacidos en la isla o criollos. Estas agrupaciones, exclusivas de hombres,
surgieron con un carácter mutualista que contribuyó a que las potencias de ñáñigos se
incrementaran rápidamente. Ya en 1840, en la capital del país existían más de sesenta.
El 24 de diciembre de 1862, el cabildo carabalí Bríkamo "Niño Jesús" de Matanzas,
inicia a un grupo de negros criollos en el abakuá, los que toman el nombre de Blabanga.

En 1863, el habanero Andrés Facundo de los Dolores Petit, consiguió que su potencia
Bakokó Efor permitiera la entrada de blancos. Se convertía de esta manera el
ñañiguísmo, en la primera asociación en la Isla que aunó hombres y no razas. Tanto en
La Habana como en Matanzas, sus propósitos trascendieron a tal punto que se formaron
sólidas hermandades que congregaron a trabajadores de los puertos, las tabaquerías y
otros sectores laborales.
Desde mediados del siglo XIX, estas sociedades fueron prohibidas por las autoridades
españolas. Sus ceremonias fueron siempre realizadas secretamente. El ritual abakuá
incluye celebraciones -llamadas en Cuba Plantes- de dos tipos: privadas, en las que sólo
pueden participar los iniciados y cuya divulgación es estrictamente prohibida; y otras, a
las que concurren, incluso, miembros ajenos a la sociedad donde se canta y se baila por
lo que se pueden considerar como un acto de expresión de cultura.

El mito en el que se basan los ritos abakuá de iniciación, tuvo su origen en una leyenda
africana que narra la historia del hallazgo del Pez Sagrado por la princesa Sikán, hija del
rey Iyamba, de la nación Efó. El Mito de Sikán determinó además, que sólo hombres
pudieran ser iniciados en esta religión para lo cual debían ser dignos, fraternos,
laboriosos, cumplidores del código ético cultual, al igual que buen padre, buen hijo,
buen hermano y buen amigo. Los principales atributos ñáñigos son, en primer lugar, los
tambores del orden ritual, con los cuales se ejecuta solamente las llamadas al orden y
que se preservan dentro del templo sagrado llamado famba, al cual sólo tiene acceso la
alta jerarquía abakuá. El más importante es el ekue o tambor de fundamento y secreto,
que se toca por fricción y que reproduce la sagrada voz de Abasí Tanze. Además, están
los bastones o atributos de los jefes principales. Por su parte, la música ñáñiga se ejecuta
con otro grupo de tambores, los cuales de mayor a menor reciben los nombres de
bonkó-enchemiyé, obí-apá, cuchíyeremá, y benkomo. Completan la orquesta los itones
o palos, el cencerro o ekón, y las erikundis o sonajas.

El ñañiguismo no puede desligarse de las creencias africanas entorno a la influencia que


ejercen los antepasados. En todas sus ceremonias religiosas se les convoca para
garantizar el desarrollo de los ritos, según rigurosas normas litúrgicas, las cuales están
dirigidas a la veneración del ekue que engloba la esencia del culto de la Sociedad
Secreta Abakuá.
Por otra parte, cobra una significación muy especial en los plantes los iremes o
diablitos, danzantes enmascarados que hoy constituyen símbolos en el folklor cubano.
Son considerados como un elemento simbólico dentro del ritual que representa a la
naturaleza. El diablito abakuá es una figura antropomorfa con la cabeza cubierta de un
capuchón terminado en punta, el cual solo tiene un par de ojos bordados. Usan una
vestimenta de colores vistosos y abigarrados dibujos. En el cuello, rodillas, bocamangas
y bocapies, sendos festones de soga deshilachada. Colgados de la cintura, varios
cencerros de metal que suenan al andar y bailar. En las manos llevan un trozo de caña de
azúcar y una rama de 'escoba amarga'.

Los diablitos se desempeñan en funciones privadas y funciones públicas, rituales y de


pura de diversión. Todos representan siempre el espíritu de algún antepasado. Ven y
oyen, pero no hablan, expresan sus sentimientos y estados de ánimo a través de la
gestualidad de sus coreografías. Durante los ritos los iremes permanecen dentro del
recinto donde ofician las ceremonias secretas.

Las actividades de culto se realizan todas en templos, los que se encuentran entre las
provincias de La Habana y Matanzas. En todos los ritos se utilizan trazos o grafías
llamados Ekeniyo, que constituyen un sistema ideográfico de señales para inmovilizar y
fijar las representaciones de hechos globales. Tales símbolos se trazan con yeso amarillo
o blanco y comprenden tres categorías: los Gandos, las Firmas o Anaforuanas y los
Sellos: los Gandos representan situaciones complejas del ceremonial, se trazan en el
suelo y sobre ellos se colocan diferentes objetos del culto y se sitúan los dirigentes
religiosos -Plazas-; las firmas o anaforuanas representan a cada una de las jerarquías que
integran la estructura de los abakuá y cumplen una función consagratoria cuando se
trazan sobre determinados elementos del ritual; por último, los sellos son la
representación o identificación de cada juego o potencia Abakuá, de los que existen una
centena, aproximadamente, en toda Cuba.

Dentro del ñañiguismo se reconocen varias jerarquías. Por ejemplo, el Ndisime es un


hombre que aspira a pertenecer a una potencia, mientras el Abanekwe es uno ya
iniciado. En tanto, los que llevan muchos años encargándose de preservar y hacer
cumplir las normas y principios rituales y sociales, reciben el nombre de Plaza. Títulos
de esta última categoría son Iyamba, Mokongo, Ekuenon, Isue, Nkrikamo, Nasako entre
otros. Por su parte, los abakuá aunque no adoran a las deidades, como en el caso de la
Regla Osha, sí tienen santos que apadrinan los diferentes juegos o potencias. Así, está
por ejemplo, Abasí, quien es el Dios supremo; Llarina Allerican, quien tiene
correspondencia con Shangó; Llarina Oro Conde, la que sincretiza con Yemayá; Llarina
Ibandá, la que tiene correspondencia con Oshún; Itia Arará a quien se equipara con
Babalú Ayé, entre otros. La Sociedad Secreta Abakuá posee indudablemente gran
significación en el contexto religioso cubano: ha preservado y transmitido, de
generación en generación, por más de un siglo, los más auténticos valores de los
ancestros africanos de la región nigeriana del Calabar, aún cuando, en la mayor parte de
su existencia, ha sido perseguida y condenada por las autoridades. Hoy continúa siendo
símbolo de hermandad y fraternidad entre sus adeptos, quienes, orgullosos de su
herencia, rinden culto a sus antepasados.

Mito de Sikán. Nasakó era un brujo muy prestigioso. Supo a través de sus poderes que
Abasí, el Dios Todopoderoso, enviaría un gran poder sobrenatural que proporcionaría la
paz a los hombres de Efó y Efik, quienes se disputaban las posesiones territoriales.
Estos dos territorios estaban divididos por un río en el que se escuchaban los bramidos
sobrenaturales que emitía el ser enviado por Abasí. Los hombres de una y otra región
hacían rogaciones constantemente en las orillas del río, pues quien lograra poseer el Ser
enviado, lograría dominar la situación en la región.

Una mañana Sikán, hija del rey Iyamba de la nación Efó, fue a buscar agua al río para
los quehaceres de la casa. Cuando caminaba de regreso a su casa con el güiro lleno de
agua en la cabeza, escuchó un fuerte sonido que la asustó. Enseguida, dejó el recipiente
y salió corriendo hacia la aldea. Al llegar a su casa se lo contó a su padre quien
enseguida comprendió que el bramido era del Ser enviado por Nasako. Rápidamente fue
el padre en busca del recipiente donde encontró un pez que se movía. Iyamba recogió el
güiro y el pez y se presentó ante Nasako quien comprobó que efectivamente era el Ser
augurado por Abasí. Nasako le recomendó a Iyamba en presencia de su hija que
guardaran el más absoluto secreto, pues el hallazgo lo mismo podía traer paz que guerra.
Así, los tres juraron no divulgar el descubrimiento del pez. Sin embargo, Sikán no
guardó el secreto; se lo dijo a su novio, el príncipe Mokongo, hijo del rey Chabiaka del
territorio Efik, a pesar de que estaba en disputa con su propio territorio y,
específicamente, con su familia. Mokongo, conocedor del secreto, se presentó en Efó
con todos sus guerreros para reclamar su posesión. Nasakó entonces dijo que todo aquel
que amara al pez enviado sería grande y que había que venerarlo para el bien de todos.
Poco tiempo después, siguiendo las indicaciones de Nasakó, los pueblos Efó y Efik
firmaron la paz sobre la piel de un leopardo en una ceremonia solemne celebrada a
orillas del río que dividía a los dos territorios. No obstante, Sikán fue hecha prisionera
y condenada a que le cortaran la cabeza por no haber guardado el secreto del pez Tanze.

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