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Hemos visto que la pena consiste en una prevención tendiente a evitar la delincuencia
“Protegiendo la seguridad de la sociedad”; y en la retribución de un mal, a quien ha
delinquido.
Pero si un delito es cometido, por ejemplo, por un menor o por un demente ellos no
pueden ser retribuidos con una pena, porque son inimputables.
Ante la posibilidad de aplicar la pena “En caso de los menores y dementes” o ante la
inutilidad de su aplicación “En el caso de los reincidentes”, el Estado recurre a otros
medios; la denominadas “Medidas de Seguridad”.
Puede afirmarse que las medidas de seguridad son aquellas que tienen como
presupuesto la peligrosidad del sujeto y que suponen, por ende, un enfoque
prospectivo. Así las cosas una primera diferenciación sería la siguiente:
Todo ello pone en evidencia que existe una doble vía; penas para el culpable, medidas
de seguridad para el peligroso. De modo sintético y brillante expresa Claus Roxin que la
diferencia entre las penas y las medidas de seguridad radica en lo siguiente: “Toda
pena presupone culpabilidad del sujeto cuando cometió un hecho en el pasado, y en
cambio toda medida de seguridad presupone una continuada peligrosidad del sujeto
para el futuro”.
De modo concordante advierte Muñoz Conde que “Al igual que la pena, la medida de
seguridad se justifica por ser un medio de lucha contra el delito. La diferencia
fundamental con aquella radica en que mientras que la pena atiende sobre todo al
acto cometido y su base es la culpabilidad o responsabilidad del sujeto, en la medida
de seguridad se atiende a la peligrosidad de este”.
No obstante advierte Terragini que “Para que esta orientación, que es la correcta, se
mantenga, es preciso tener muy claro que la medida no debe tener un contenido
penoso, no puede implicar para el sometido a ella la disminución de un bien jurídico.
Por ello las características de las medidas, la forma de su aplicación concreta y
fundamentalmente su duración, tienen que estar totalmente desvinculadas de la
magnitud del injusto y atender solamente a la necesidad de proteger al sometido a ella
En nuestro derecho no cabe duda de que el criterio dualista está muy bien delineado;
en principio, las medidas de seguridad se aplican por la peligrosidad a sujetos que
jurídicamente están incapacitados para ser receptores de la pena, precisamente
porque faltan en ellos los requisitos de la culpabilidad. El delito deja de ser el origen de
la medida para convertirse en una circunstancia ocasional de imposición. Y en las
medidas de seguridad para los imputables, su fundamento y medida radica en su
peligrosidad que se adiciona a su culpabilidad.
Si bien las medidas de seguridad no constituyen un mal impuesto por violar la ley,
como se dice en las penas, restringen o privan de derecho básicos de las personas y en
ciertas circunstancias, como por ejemplo en la reclusión del delincuente, son lo
suficientemente graves como para asemejarse en la práctica a los efectos de las penas.
Pero a diferencia de las penas, las medidas no se imponen como realización de una
amenaza legal prevista para reforzar un mandato o prohibición dirigida a los
ciudadanos. Las medidas es un tratamiento que no responde a los mecanismos de
conminación legal, norma imperativa e infracción.
Las penas y las medidas no se diferencian en el fin sino en la limitación. Las penas
deben estar ligadas a la culpabilidad y respetando el principio de reserva penal con la
afección que le dan origen, son indeterminadas, es así que el código penal, al referirse
a su cese exige que haya “Desaparecido el peligro de que se dañe a sí mismo o a los
demás, o hasta que se comprobase la desaparición de las condiciones que lo hicieren
peligroso”.
La medida cesa “Y el individuo puede salir” con autorización judicial e intervención del
Ministerio Publico previo dictamen de peritos médicos, que declaren que ha
desaparecido la enfermedad o el peligro de que el enfermo se dañe a sí mismo o dañe
a los demás.
Estas son las únicas medidas que se aplican concretamente en nuestro país.
Se aplica no solo cuando cometió un delito, sino también cuando sea víctima de un
acto ilícito, o estuviera abandonado.
Periodos
Irresponsabilidad El de irresponsabilidad absoluta comprende la infancia “Desde el nacimiento hasta los
Absoluta siete años” y la impubertad próxima a la infancia “Desde los siete años hasta los doce
años” en estos casos existe una presunción Iure Et De Iure de inimputabilidad.
El menor que delinque es considerado, a partir de la escuela positiva, una víctima del
abandono moral y material de las personas encargadas de su educación, se considera
predominantemente un problema social. Al evolucionar estos conceptos, se establece
que el tratamiento de los menores que han realizado ilícitos se asienta en su
personalidad, educación, medio familiar y social en el cual se desenvuelve.
También se alude al factor social, referido especialmente a las fallas del control social,
ya mencionadas en la teoría diferencial, al igual que la escasa posibilidad de acceso o
metas culturales definidas y legítimas reconocidas por los otros individuos.
Cuando el autor del delito es inimputable por enajenación mental, el Tribunal podrá
ordenar su reclusión en un manicomio, aunque no sea judicial “art.34, Inc.1ª,
Apartado 2ª del C.P.”.
La conclusión afirmativa del juez, no la de los peritos, con los que aquel puede
discrepar, vuelve obligatoria la reclusión;
El recluido no podrá salir del manicomio sino por resolución del juez que decreto la
medida, con audiencia del Ministerio Publico y previo dictamen de peritos que
declaren desaparecido el peligro de que el enfermo se dañe a si mismo o a los demás.
El juicio pericial tampoco obliga aquí al juez. La liberación es definitiva e irrevocable.
Comprobadas por el Juez, con la ayuda pericial, las condiciones que hicieren peligroso
al autor del delito en estado de inconsciencia, es obligatoria su reclusión en un
establecimiento adecuado. Este no tiene que ser necesariamente un establecimiento
especializado, como son los para bebedores o toxicómanos, sino que basta que sea
adecuado para el tratamiento pertinente. La peligrosidad puede ser delictiva o referida
a daños de otro carácter, en perjuicio del propio sujeto o de terceros.
En el ámbito nacional, las leyes nacional, las Leyes Nrs.22.278 dictada el 25 de agosto
de 1980 y su Modificatoria la Ley N°22.803 del 9 de mayo de 1983, que Modifica la
edad llevándola de 14 años a 16 años, regulan la situación del menor autor de delitos y
siguen los lineamientos de la Ley N°14.394, Reformada por la Ley N°21.338.
a) No son punibles cuando el delito imputado es de acción privada o esta amenazado con
pena privativa de la libertad menor de 2 años en su máximo, con multa o inhabilitación,
Mayores
quedando sometidos al mismo régimen que los que no han llegado a los 16 años;
de 16
b) Los que no estén sometidos a la excepciones antes mencionadas, se lo somete a proceso y
años
se lo dispone provisionalmente con el fin de analizar la personalidad y el ambiente donde
se encuentra el menor;
Mayores a) Los delitos cometidos antes de los 18 años no se computan para la reincidencia, pero si fue
De 18 juzgado por delitos cometidos después de cumplir aquella edad, las sanciones impuestas
Años Y podrán o no ser tenidas en cuenta a los efectos de considerarlo reincidente;
Menores b) Cuando el menor de 18 años incurriere en un delito, el juez podrá declarar la perdida de la
De 21 patria potestad o la suspensión de su ejercicio o la privación de la tutela o guarda;
Años c) Las penas privativas de la libertad deben cumplirse en institutos especiales, si alcanzaren la
mayoría de edad deberán completarla en establecimientos para adultos;
d) La aplicación de este régimen se aplica también a los emancipados;
La Convención Internacional sobre los Derechos del Niño de 1989, Ratificada por la Ley N°23.849,
considera que la situación de abandono hace victima al menor que lo padece debiendo el Estado
adoptar las medidas para lograr la recuperación física y psicológica y la reintegración social de ese
menor.
Mas adelante concluye en que la “Llamada medida del art.52 es una pena y que las del
Inc.1ª del art.34 tienen carácter administrativo y no penal, salvo en un sentido
meramente formal”.
Es así que para poder aplicar una medida curativa “Al igual que todas las otras” es
necesario que el delito haya sido cometido por el agente al cual se le impondrá esta, el
hecho le debe pertenecer, respetándose el principio de legalidad que es el origen de
toda consecuencia jurídica.
El carácter que los autores le asignan a estas medidas oscila entre considerarlas
estrictamente administrativa o jurisdiccionales.
Es una medida facultativa del juez, quien puede considerar no necesaria la imposición,
cuando el enajenado no presenta un peligro para si o para los demás que es el
fundamento de la decisión. Si bien, de acuerdo a la ley no necesita para imponerla el
dictamen de un perito, si lo requiere para hacerla cesar, pero el juez deberá apoyarse
en un diagnostico serio al aplicarla.
La medida cesara por resolución judicial con audiencia del Ministerio Publico y previo
dictamen de los peritos que declaren desaparecidos el peligro de que el enfermo se
dañe a si mismo o a los demás de lo que surge que tiene una duración indeterminada.
Los demás casos a que hace referencia este artículo son los estados de inconsciencia y
el error o ignorancia de hecho. Este párrafo no exige interpretar que solo en los delitos
cometidos en estado de inconsciencia “Especialmente por ebriedad o toxicomanía”,
puede aplicarse la medida, no así en los casos de error o ignorancia ya que el agente
posee capacidad mental y no revela peligrosidad.
El artículo nada establece sobre la forma de comprobar la cesación del peligro, pero se
deduce que ello debe verificarse por resolución judicial con audiencia del Ministerio
Publico y previo dictamen de peritos, como en el caso de la internación Manicomial.
Las medidas curativas dependen de la desaparición de la causa que le dio origen, debe
establecerse la desaparición de la causa que le dio origen, debe establecerse la
desaparición del peligro, no siendo necesario demostrar la total curación del enfermo
mental. Solo cesan por resolución judicial de la autoridad que impuso la medida.
Puede ser de oficio o a pedido de parte y con audiencia del Ministerio Publico y
dictamen de los peritos.
En las medidas educativas, la regla para que la medida cese el paso del autor del ilícito
de la minoridad a la adultez y lo dispuesto en la ley para los diferentes grupos etáreos,
además el Código Procesal Penal de la Provincia de Córdoba en su art.525 exige que el
tribunal para ordenar la cesación de una medida tutelar deberá oír al Ministerio
Publico, al interesado o cuando este sea incapaz a quien ejercite su patria potestad,
tutela o curatela, lo mismo que en su caso, al Consejo Provincial de Protección al
Menor.
Respecto de la reclusión que establece el art.34, Inc.1ª, ella supone enajenación, que
son padecimientos psíquicos que causan una perturbación grave de la conciencia y
pueden tener carácter permanente o prolongado, o constituir cuadros episodios,
siendo la internación de tipo facultativa para el tribunal.
Además, del podrá ordenar de la ley, se deduce que no siempre será recluido,
pudiendo indicarse un tratamiento ambulatorio luego de ponderar el grado de
peligrosidad del enfermo, las posibilidades de éxito y seguridad de un adecuado
tratamiento ambulatorio y las garantías que ofrezca el curador designado.
Los Derechos Del Interno Por Razones De Salud Mental: Los derechos de los
internos se ven asegurados por el control que realiza el juez de ejecución o juez
competente quien garantizara el cumplimiento de las normas constitucionales,
los tratados internacionales ratificados por la Republica Argentina y los
Derechos de los condenados no afectados por la condena o por la ley, reza el
art.3ª de la Ley N°24.660 de ejecución de la pena privativa de la libertad.
Estos principios generales contenidos en una ley complementaria del Código Penal,
reconocen que le cabe al tribunal, el control de las medidas de seguridad, es decir el
ejercicio de los respectivos poderes y deberes durante el tiempo que se verifica la
reclusión Manicomial, aunque el Código no lo diga expresamente y son las leyes
procesales las que legislan estos pormenores.
Esta ley estableció medidas de seguridad para delincuentes que hicieren uso indebido
de estupefacientes o dependieran física o psíquicamente de ellos. Sea en forma
conjunta con la pena o reemplazándola.
Este mismo articulo menciona que el lugar donde se llevara a cabo la medida es en
establecimiento adecuados que el tribunal determinara de una lista de instituciones
bajo conducción profesional reconocidas y evaluadas periódicamente, registradas
oficialmente y con autorización de habilitación por la Autoridad Sanitaria Nacional o
Provincial;