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TITULO: NACIDOS PARA MULTIPLICARNOS

INTRODUCCIÒN:
Una de las cosas que más ha impacto mi vida es el hecho de que “todas las personas que han
nacido en la familia de Dios deben multiplicarse”. El problema es que el cristiano actual, no
sume sus responsabilidades como seguidor de Cristo. La mayoría tienen entre 5 y 20 años en
el evangelio pero no conocen a una sola persona que esté viviendo en Cristo gracias a ellos.
Es por esto que aún hay lugares en el mundo, en donde nunca se ha predicado a Jesús. Es
sorprendente como el evangelio se extendió en el primer siglo sin la ayuda de la radio, la
televisión y el internet; sino que los primeros cristianos se multiplicaban. Cada uno de
nosotros, somos hijos espirituales de alguien, de la misma manera, cada uno de nosotros debe
convertirse en un padre espiritual de otros. Todo aquel que conoce el amor de Cristo, anhela
multiplicar la vida de Cristo. Para esta labor, el Espíritu Santo llena nuestras vidas. Esta
dinámica se ha visto desde el primer siglo con los primeros seguidores de Jesús, Él les dice:
“Síganme, ¡y los haré pescadores de hombres! Estos hombres no sólo darían sus vidas para
ser discípulos de Jesús, sino también para hacer discípulos de Jesús.

1. Plan personal para hacer discípulos.


La pregunta más importante en este punto es: ¿Deseas multiplicarte? Es decir, ¿anhela ver
personas que conozcan a Cristo por medio de su vida? Si tu respuesta no es un sí sin vacilar
ni dudar entonces lo invito a que examine su corazón. ¿Vive Cristo en usted? ¿Crees que sólo
Cristo puede salvar a los pecadores, que sólo Dios es digno de adoración y que todos los que
no reciben la gracia de Dios serán condenados? En otras palabras ¿Se ha entregado a su
voluntad, que es ser su testigo en el mundo? Este sentir debe arder en nuestro corazón, porque
estas son características de los verdaderos seguidores de Jesús.
2. ¿Cómo voy a llenar mi mente con la verdad?
Seguir a Jesús es creer en Él, pero para poder creer en Jesús hay que escucharlo. La vida de
un discípulo de Jesús, es la vida de un aprendiz, el cual está contantemente sometido a una
serie de procesos de enseñanza. Constantemente debemos sintonizar nuestros oídos la voz
del Maestro. En la medida que nos enseña a través de su Palabra somos transformados.
Recordemos las palabras de Pablo en Filipenses 4:8. En este punto, es importante
preguntarnos: ¿Cómo voy a leer la Palabra de Dios? ¿Cómo voy a memorizarla? ¿Cómo voy
a aprender más de la Palabra de Dios?
3. ¿Cómo voy a avivar mi afecto por Dios?
Debemos ser conscientes, de que nuestra vida espiritual se puede llegar a convertir en
aburrida y monótona, por lo tanto, carente de sentido. Nuestra meta, no es sólo conocer a
Dios, sino amarlo. Para esto, nos es dado por Dios las disciplinas espirituales. En este punto
es importante preguntarnos:
A) ¿Cómo voy a adorar?
La adoración no consiste en una canción romántica cantada a Dios. Sino que se
trata de nuestra vida rendida como adoración. Leamos Romanos 12:1 y 1
Corintios 10:31. Por lo tanto, nuestra adoración debe estar enfocada en todos los
aspectos de la vida.
B) ¿Cómo voy a orar?
Es vital para el creyente trabajar duro en esta disciplina. Para esto, se debe buscar
un lugar y momento específicos (Mateo 6:6).
C) ¿Cómo voy a ayunar?
El ayuno debe ser regular en nuestras vidas, por eso es importante abstenerse de
alimento y dedicarse a orar y leer la Palabra (Mateo 6:16-18). El propósito es
aprender a deleitarnos sólo en Dios y depender de su sustento.
D) ¿Cómo voy a ofrendar?
Cuando uno piensa en avivar nuestro amor hacia Dios, lo último que se nos viene
a la mente es ofrendar. Pero dentro de las enseñanzas de Jesús sobre el orar y el
ayuna, incluye el ofrendar y va un poco más allá (Mateo 6:19-21). Una de las
maneras más efectivas de avivar nuestro amor, es dar de nuestro recursos en
obediencia a Dios. Así que ¿Cómo ofrendará decididamente, generosamente,
sacrificialmente, y alegremente a la iglesia? Dar de esa manera, aviva nuestro
amor desinteresado por Dios que supera el deseo egoísta por las cosas de este
mundo.
CONCLUSIÓN.
Esta fue la estrategia de Jesús para ofrecer al Buenas Nuevas de salvación al mundo. Hace
más de dos mil años, Jesús estaba iniciando una revolución. No con masas y multitudes,
sino con pocos hombres. Esos pocos discípulos aprendieron a pensar como Él, a amar
como Él, a enseñar como Él, a vivir como Él y a servir como Él. Como seguidores de
Jesús, hemos muerto a nosotros mismos, y ahora vivimos en Cristo. Él nos ha salvado,
nos ha transformado, nos ha hecho parte de su familia llamándonos hijos de Dios. Ahora
nosotros estamos llamados a manifestar su gloria. Dios ha llamado a cada uno de sus
hijos a estar en línea con su misión. Cada uno de nosotros ha sido salvado, amado y
creado para hacer discípulos.
Este es un llamado por el que vale la pena morir.
Este es un Rey por el que vale la pena vivir.

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