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Programa de Fortalecimiento de Capacidades para

Docentes de Institutos Superiores Pedagógicos

PRODUCTO DEL MÓDULO 4

TEXTO ARGUMENTATIVO EN EL QUE ANALIZA SU PRÁCTICA


PEDAGÓGICA, IDENTIFICANDO FORTALEZAS, DEBILIDADES Y
PLANTEA ACCIONES DE MEJORA

Formadora Tutora: Brenda Sophia Alvarado Tarazona

Participantes:
Nori Caballero Lalangui

María Del Carmen Cabrera

Melba Carlos Balbuena

Ana Gabriela Chávez Morote

Haydee Mancilla Rojas

Ana María Prialé Zevallos

María Mercedes Rea Avila

Victor Hugo Sebastian García

Instituto Pedagógico Nacional Monterrico

2019

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NUESTRA PRÁCTICA PEDAGÓGICA SEGÚN EL ANÁLISIS DE SU IDENTIDAD, SU
ÉTICA PROFESIONAL DOCENTE Y SUS SABERES PEDAGÓGICOS.

En el posmodernismo actual y con la creciente sociedad del conocimiento, la identidad


profesional del docente debe cimentarse en un adecuado autoconcepto y fortalecida
autoestima, que afronte la supremacía del uso inadecuado de los medios de comunicación
tecnológica que en muchas ocasiones deshumaniza la interacción con los otros. Una
situación problemática que nos desafía es la que vive una docente asesora de práctica
docente continua del IX ciclo del Programa de Educación Primaria, en el centro de
Aplicación al IPNM, ella es consciente que le falta dominio de los procesos didácticos de
todas las áreas ya que su nivel en la EBR así lo requiere, y si a esto le sumamos que el
Currículo Nacional ha sufrido múltiples variaciones en las áreas de desarrollo en los últimos
años se le complica más este dominio; con ello nuestra asesora se siente retada a
incrementar notablemente su manejo disciplinar de dichas áreas. Este programa de
estudios se caracteriza por docentes practicantes, que entregan una gran cantidad de
planificaciones a corto y largo plazo tornándose complicada su revisión y retroalimentación
oportuna, por lo tanto el acompañamiento y monitoreo de los docentes practicantes también
resulta una tarea sacrificada en relación a la mejora de su desempeño docente.

Entre los saberes relevantes que debe tener en cuenta la asesora, está el conocimiento en
los diversos contextos en los que transcurre la enseñanza que alude a la formación de un
docente: flexible, abierto a los cambios, capaz de adaptarse, de afrontar problemas, de
resolver situaciones imprevistas y de enseñar a estudiantes cultural y socialmente diversos.
Otro saber es la interacción con los estudiantes que permite disponer de estrategias,
recursos y herramientas a la asesora para el monitoreo y acompañamiento de los docentes
practicantes. En tercer lugar los saberes tienen mayor importancia debido a los acelerados
cambios sociales y tecnológicos, aun cuando la asesora está en proceso de aprendizaje
del manejo de las tecnologías, siempre está en desventaja con los jóvenes nativos digitales
y también por no contar con recursos informáticos de primer nivel como capacitaciones y
actualizaciones oportunas y eficientes.

Tomando en cuenta la situación problemática presentada y el informe regional de la


UNESCO titulado “Formación Inicial Docente en Competencias para el Siglo XXI y
Pedagogías para la Inclusión en América Latina” que propone un listado de competencias
agrupadas en tres dimensiones: cognitiva, intrapersonal e interpersonal, la asesora antes
mencionada evidencia la creatividad e innovación que motiva en sus docentes practicantes

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la capacidad para imaginar, inventar y recrear diversas estrategias de enseñanza
aprendizaje. Otra de las competencias que maneja es la comunicación que favorece las
interacciones sociales entre los futuros docentes considerando la capacidad de escucha, la
asertividad y empatía. En la dimensión intrapersonal la asesora cuenta con un conjunto de
habilidades personales que la ayudan a interpretar y gestionar emociones, motivaciones y
comportamientos propios y de los docentes practicantes durante las interacciones sociales
(EnGauge 21st Century Skills), actitudes y valores como la perseverancia, sentido de
responsabilidad y resiliencia.

La asesora ante sus debilidades debe fortalecer el pensamiento crítico para interpretar,
analizar, evaluar, hacer inferencias, explicar y clarificar significados. Asimismo la resolución
de problemas para identificar, seleccionar, analizar, sintetizar, evaluar y tomar decisiones
en situaciones problemáticas junto a sus estudiantes; también el manejo de la información
que involucra formular preguntas, identificar fuentes de información, desarrollar estrategias
eficaces para discriminar la información, seleccionarla de modo adecuado, organizarla, para
finalmente producir y manejar conocimientos. Finalmente, la apropiación de las tecnologías
digitales, que ayuda a crear, comunicarse y producir utilizando las tecnologías como
herramientas para comprender y aprender sobre aspectos de interés, solucionar problemas
y responder a situaciones de la vida cotidiana, crear productos innovadores, conectarse y
comunicarse con otros.

Según Pelegrino y Hilton (2001) las categorías de acción docente, la asesora manifiesta un
fortalecimiento en la elaboración de planes de acción individuales según el requerimiento
de sus estudiantes; una planificación y adaptación del currículo nacional, pero sin tomar en
cuenta el enfoque inclusivo y pero si maneja estrategias metodológicas variadas para
promover las competencias de los docentes practicantes. Además en la responsabilidad
profesional y en el trabajo colaborativo, la asesora promueve el desarrollo de habilidades
sociales, la organización intragrupal y el liderazgo participativo. Debe fortalecer más la
participación en la comunidad escolar, ya que se promueve más una proyección social, a
una responsabilidad social. Consideramos una fortaleza el incremento de espacios de
reflexión entre los miembros de la comunidad educativa, generando alianzas estratégicas
y convenios diversos.

Hemos considerado, partir de esta situación problemática donde se pone en juego el


desempeño profesional de la asesora de práctica docente, ya que es un rol frecuente que
asumimos desde los primeros ciclos y a la vez, la práctica preprofesional es considerada
un pilar en la formación inicial docente porque esta tiene como finalidad formar a los futuros

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docentes con las competencias para asumir la formación de sus futuros estudiantes con
actitud autónoma y responsable, para que puedan desempeñar un rol activo en la sociedad,
en sus sistemas democráticos y ante las nuevas exigencias sociales, científicas y
tecnológicas que plantean el cambio a la educación (MINEDU, 2019). Lee Shulman (2005)
plantea entre las nuevas reformas: “la profesionalización de la enseñanza” que es elevar la
enseñanza a una categoría más respetable, responsable, gratificante y mejor remunerada.
La reforma profesional basa sus argumentos en la convicción de que existe un
“conocimiento base para la enseñanza” sin dejar de comprender la complejidad del proceso
de enseñanza aprendizaje; de este modo el profesor puede transformar la comprensión, las
habilidades para desenvolverse, las actitudes o los valores deseados, en representaciones
y acciones pedagógicas.

A partir de lo expuesto llegamos a las conclusiones siguientes:

Tezanos, (2007) refiere que estos saberes relevantes se interconectan e interactúan para
favorecer la adquisición de competencias y la mejora de nuestros saberes pedagógicos.
Porque enseñar es producto de una reflexión crítica personal y colectiva, que se relaciona
con el carisma del Sagrado Corazón.

Según Shulman (2005) el conocimiento se inicia necesariamente en una circunstancia en


que el profesor comprende aquello que se ha de aprender y cómo se debe enseñar.
Considerando el contexto, la inclusión, la diversidad académica y conductual de los
estudiantes para promover un aprendizaje significativo y partiendo del conocimiento base.

Las nuevas tecnologías son un desafío no solo para la asesora sino para todo docente
porque ha supuesto un cambio profundo en la sociedad. Gracias a herramientas como
Internet y las redes sociales, la información está disponible en cantidades ingentes al
alcance de todos lo que dificulta la interacción social pero promueve la interactividad.

Finalmente formarnos como docentes implica un triple compromiso: «personal, profesional


y social». Se debe recordar que el compromiso con la vocación, la apuesta por hacer el
trabajo de calidad, es un rasgo que distingue y enorgullece (Sennet, 2009) y, en
consecuencia, sienta las bases de la mejora y el desarrollo profesional de los formadores
quienes liderarán el proceso a través de sus estudiantes para que se comprometan en
generar un país con justicia social y equidad para todos.

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