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La decisión del Papa

La pena de muerte y los


crímenes en la historia de la
Iglesia Católica
Francisco declaró “inadmisible” la pena capital. La caza de brujas,
las Cruzadas, la Inquisición, la Conquista de América y la
Matanza de San Bartolomé son algunos de los hitos vinculados
con esa práctica.

Confesión. El Papa Francisco pide abolir para siempre la pena de muerte.


https://www.clarin.com/mundo/crimenes-historia-santa-iglesia-catolica_0_rJAuDixBX.html

La historia de la Santa Iglesia Católica está plagada de crímenes y


abusos, muchos de ellos vinculados a la aceptación de la pena de
muerte como doctrina.
Año 314, con Galerio, Licinio y Constantino, la Iglesia sella con el
Estado una estrecha alianza que se prolongara por siempre. En el
“Edicto de Milán” los obispos decretan en Arles la condena
eterna de cualquier rebelde.

Luego el alto clero cristiano asumió la posesión de grandes


extensiones de tierra y a quienes le hicieran resistencia
condenaban como “herejes” y les expropiaban sus propiedades. Se
inicia una persecución inmisericorde contra todo lo que pusiera en
duda los dogmas y la conducta de esa casta jerárquica cristiana.

Uno de los que argumentaron la necesidad de estos tratos


violentos y exterminio físico de los herejes fue Agustín de Tagarte
(345-430) doctor y padre de la Iglesia, para él era mejor
quemar a un hereje que abandonarlo en sus errores.

En el 360, San Ambrosio, obispo de Milán, durante el imperio de


Teodosio, instigó al primer incendio de una sinagoga en
Kallinikon (hoy Raqqa, Siria), el santo declaró haber dado la
orden, ya que los judíos eran merecedores de la
muerte. Los ejecutores de la orden fueron monjes.

Jerónimo, otro padre de la Iglesia, exhortaba a matar a un tal


Vigilancio, en nombre de la salvación de su alma.
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En el año 382, Teodosio I suscribió edictos contra maniqueos y


paganos donde se contemplaban condenas de muerte y
confiscación de bienes. Se iba creando así lo que en el futuro
seria la santa Inquisición.

Año 415, el obispo de Alejandria, Cirilo I, fue el verdugo de


Hipatia. Ordenó a los monjes que la emboscaran, la violaran,
torturaran, sus tendones fueron cortados con afiladas conchas y
finalmente fue descoyuntada. El pecado de Hipatia fue haber
sido hermosa, filósofa neoplatónica y maestra de
matemáticas.
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debate sobre el aborto

En el concilio de Clermont, 1095, el papa Urbano II


pronunció esta beligerante proclama bajo el titular “Dios
lo quiere”: “Quienes lucharon antes en guerra privadas entre
fieles, que combatan ahora contra los infieles y alcancen la victoria
en una guerra que ya había de haber comenzado; que quienes
hasta ahora fueron bandidos, se hagan soldados; que los que antes
combatieron a sus hermanos, luchen contra los bárbaros”. Todo
para dar comienzo a las Cruzadas que dejaron millones
de muertos.

La cruzada albigense (denominación derivada de Albi, ciudad


situada en el suroeste de Francia), también conocida
como cruzada cátara o cruzada contra los cátaros, fue un
conflicto armado que tuvo lugar entre los años 1209 y 1244, por
iniciativa del papa Inocencio III con el apoyo de la dinastía de los
Capetos (reyes de Francia en la época), con el fin de reducir por la
fuerza el catarismo, un movimiento religioso calificado como
herejía por la Iglesia católica y asentado desde el siglo XII en los
territorios feudales del Languedoc, favoreciendo la expansión
hacia el sur de las posesiones de la monarquía capetana y sus
vasallos. La matanza fue total.

El término Inquisición (latín: Inquisitio Haereticae Pravitatis


Sanctum Officium) hace referencia a varias
instituciones dedicadas a la supresión de la herejía en el
seno de la Iglesia Católica. La Inquisición medieval, de la que
derivan todas las demás, fue fundada en 1184 en la zona de
Languedoc (en el sur de Francia) para combatir la herejía de los
cátaros o albigenses, en 1249 se implantó también en el reino de
Aragón (fue la primera Inquisición estatal) y en la Edad Moderna,
con la unión de Aragón con Castilla, fue extendida a ésta con el
nombre de Inquisición española (1478 – 1821), bajo control
directo de la monarquía hispánica, cuyo ámbito de acción se
extendió después a América; la Inquisición portuguesa (1536 –
1821) y la Inquisición romana (1542 – 1965).

La conquista de América (bajo el signo de la cruz) donde


vivían unos 12 millones de indios nativos, dio lugar a que más de
6 millones de ellos perdieron la vida, asesinados, por
enfermedad o por trabajar en las minas. La Iglesia fue la principal
beneficiaria con el oro y la plata y con la apropiación de las
tierras.
En 1542 el papa Paulo III publicó la bula “Licet ab
inicio” reorganizando el Santo Oficio de la Inquisición en
Roma, centralizando en ella la jurisdicción sobre toda la
cristiandad occidental. Se le dio poderes para ocuparse de todos
los herejes y de sus protectores para perseguirlos, condenarlos y
ejecutarlos. Sólo en Francia fueron quemaron miles de
herejes.

En 1568 la Inquisición española ordena el exterminio de tres


millones de rebeldes en Holanda. Entre 5.000 y 6.000
protestantes fueron ahogados por las tropas españolas católicas,
“un desastre del que los burghers of Emden se dieron cuenta por
los miles de sombreros holandeses que flotaban”.

En 1562 estalló en Francia una guerra civil religiosa intermitente,


que duró hasta 1572. El acontecimiento más destacado fue la
matanza de San Bartolomé, que ocurrió en París la noche del
24 de agosto de 1572, donde los católicos irrumpen contra los
hugonotes (protestantes) arrancándolos de sus camas
para degollarlos, agarrotarlos o matarlos a tiros. El asesinato en
masa dejó esa noche a unos 3.000 hugonotes muertos, en las
semanas siguientes la orgía de muerte que llevaban a cabo los
católicos continuó en las provincias, acabando con la vida de al
menos unos 20.000 hugonotes más. Toda esta matanza fue
ordenada por el Papa Pio V.

El 17 de febrero de 1601 la plaza romana de Campo dei Fiori


vio cómo Giordano Bruno, despojado de sus ropas y atado a un
palo, con la lengua aferrada en una prensa de madera para que no
pudiese hablar, fue quemado vivo, al igual que sus trabajos, en
cumplimiento de la sentencia dictada pocos días antes por el
tribunal romano de la Inquisición, tras un largo y tortuoso proceso
iniciado en Venecia en 1592 que lo declaró hereje,
impertinente y obstinado.

Siglo XVII: Los católicos matan a Gaspard de Coligny, un líder


protestante. Después de asesinarlo, la horda católica mutila su
cuerpo, “cortándole su cabeza, sus manos y sus genitales… después
lo tiran al río, después, decidiendo que no era digno de ser
comido por los peces, es sacado del agua y arrastrando lo que
quedaba… lo llevan a Montfaulcon, para ser carne de carroña,
gusanos y cuervos”.

Siglo XVII: Los católicos saquean la ciudad de Magdeburgo


(Alemania). Alrededor de 30.000 protestantes muertos.
“En una sola iglesia 50 mujeres fueron encontradas decapitadas,”
cuenta el poeta Friedrich Schiller, “y los infantes se encontraban
todavía en los pechos de sus madres muertas”.

Siglo XVII: Durante la guerra de los 30 años (católicos vs.


protestantes) por lo menos el 40% de la población es
muerta,en su mayoría en Alemania.

El 23 de Noviembre de 1936, el cardenal arzobispo de Toledo,


Gomá, en un declaración sobre la Guerra Civil española afirmó:
“Nos place hacer el honor debido a los Obispos y fieles de muchas
naciones que por nuestro conducto han querido expresar al pueblo
español su admiración por la virilidad, casi legendaria, con que
gran parte de la nación se ha levantado para librarse de una
opresión espiritual que contrariaba sus sentimientos y su historia,
al par que algunas de ellas socorrían con largueza nuestras
necesidades creadas por el terrible azote. Es la expresión del
vínculo de caridad cristiana que, como une entre sí a individuos y
familias y los acerca más en días de tribulación, así lo hace en este
orden del internacionalismo católico, en que todos formamos el
gran cuerpo místico cuya Cabeza es Jesucristo, nuestro Padre y
Señor".

Meses después, toda la jerarquía española encabezada por el papa


difundía a los cuatro vientos estas mismas palabras de Gomá en el
documento “Carta colectiva de 1937”. En esta carta se calificó de
“Cruzada” la sublevación del fascismo español contra la República.

Ya en pleno siglo XX, las dictaduras de Argentina, Brasil, Chile,


Bolivia entre otras, que dejaron miles de muertos y
desaparecidos, estuvieron siempre legitimadas por los
jerarcas de la Iglesia.

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