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Comentarios al Proyecto y al Nuevo Código Civil y Comercial

El estándar del debido proceso en el Derecho Argentino

Autor:

Pittier, Lautaro Ezequiel


Cita:

RC D 1310/2015

Sumario:

I. Introducción al estándar del debido proceso. II. Normativa aplicable al


estándar de debido proceso. III. El debido proceso es algo así como una mesa de
tres patas. IV. El Juez debe ser independiente de cualquier otro poder o
influencia. V. Principales casos que nutren al Estándar de Debido Proceso. VI. A
modo de conclusión.

Jurisprudencia relacionada

Cantos vs. Argentina /// Corte Interamericana de Derechos Humanos; 28-nov-


2002; Rubinzal Online; RC J 5049/12

Legislación relacionada

Ley 23054 | Aprobación de la Convención Americana sobre Derechos Humanos


(Pacto de San José de Costa Rica)

Ley 19865

Constitución Nacional  |  Artículo 18  |  Artículo 43

Ley 26380 | Aprobación del Segundo Protocolo Facultativo del Pacto


Internacional de Derechos Civiles y Políticos destinado a abolir la pena de
muerte

  Legislación Jurisprudencia

El estándar del debido proceso en el Derecho Argentino

I. Introducción al estándar del debido proceso

El paulatino desarrollo y afianzamiento del derecho internacional de los derechos


humanos, y más específicamente, del sistema interamericano de protección de los
derechos humanos, ha representado un fuerte impacto en el derecho interno de
cada uno de los Estados que forman parte del mismo.

En efecto, no resulta concebible que un país tenga una legislación doméstica que
no consagre o contradiga esos mismos derechos y garantías acerca de los cuales
se ha puesto de acuerdo la comunidad internacional.

Al respecto, el maestro Genaro Carrió[1] sostenía que, el Derecho no es un paraíso


Al respecto, el maestro Genaro Carrió[1] sostenía que, el Derecho no es un paraíso
normativo nítido, armonioso y completo. Por el contrario, sólo si vemos al
Derecho positivo como es, en cuanto creación imperfecta de criaturas imperfectas
y falibles; sólo si lo vemos como un conjunto de reglas existentes, identificables
mediante criterios que lo caracterizan como tal (como positivo), esto es, si lo
vemos como un conjunto de standars que pueden y suelen ser ambiguos,
contradictorios e incompletos, cabe a la ciencia del Derecho dar unidad
sistemática a esa pluralidad, remover las contradicciones, proponer soluciones
plausibles para disolver las ambigüedades y colmar las lagunas.

El artículo 8 de la Convención Americana consagra, bajo la denominación de


Garantías Judiciales, uno de los pilares fundamentales sobre los que se cimenta
todo el sistema de protección de los derechos humanos, cuyos límites al abuso del
poder estatal representan la garantía básica del respeto de los demás derechos
reconocidos en la Convención: El derecho al debido proceso legal.

En rigor de verdad, más que un pilar del sistema de protección de los derechos
humanos, parece más acertado afirmar que -el artículo 8 de la Convención
Americana- contiene un conjunto de pilares, que - cual mesa de tres patas-
sostienen la tutela de los demás derechos de las personas. Ellos son, entre otros y
sin perjuicio de las particularidades de su ámbito de aplicación y de la extensión
que le ha dado a cada uno la jurisprudencia nacional e internacional, las
garantías de acceso a la jurisdicción, intervención de juez natural, independiente
e imparcial, presunción de inocencia, igualdad de las partes y equidad de los
procedimientos, inviolabilidad de la defensa en juicio y decisión justa, conforme a
derecho, dictada dentro de un plazo razonable.

II. Normativa aplicable al estándar de debido proceso

La normativa aplicable resulta el artículo 7 (que regula derecho a la libertad


personal y entre sus cláusulas el "habeas corpus”), más el artículo 8 (que contiene
las garantías de un buen proceso ya sea civil, penal, administrativo etc.) y 25
(contiene el derecho a la protección judicial y consagra el derecho a un recurso
rápido y sencillo que en el derecho interno llamamos amparo) más el 1.1 (que
contiene la obligación de los Estados de respetar los derechos y libertades
reconocidos en ella y a garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que
esté sujeta a su jurisdicción, sin discriminación alguna por motivos de raza, color,
sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra índole, origen
nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición
social) y 2 (que contiene la a adoptar, con arreglo a sus procedimientos
constitucionales y a las disposiciones de esta Convención, las medidas legislativas
o de otro carácter que fueren necesarias para hacer efectivos tales derechos y
libertades) de la Convención Americana de Derechos Humanos que encuentran
sus similares a normas del sistema universal de protección a los Derechos
Humanos derivadas del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos
(artículos 9, 10, 14 y 15). Sus correlativas en la Constitución Nacional son el
artículo 18 (garantías procesales);  y el artículo 43 (Amparo, Amparo Colectivo,
Habeas Corpus y Habeas Data) que en el derecho interno llamamos amparo.

En tal sentido, la Corte IDH en el caso Genie Lacayo[2] ha dicho que tanto en el
habeas corpus como el amparo o cualquier otro recurso ante los jueces o

tribunales competentes deben considerarse garantías indispensables y por lo


tribunales competentes deben considerarse garantías indispensables y por lo
tanto no son susceptibles de suspensión ante emergencias que puedan ocurrir en
la sociedad.

III. El debido proceso es algo así como una mesa de tres patas

El derecho al Debido Proceso resulta entonces algo así como una mesa de tres
patas que comprende: 1) El DERECHO A SER OÍDO; 2) Ante un JUEZ COMPETENTE
(que debe ser Independiente e imparcial) 3) Dentro de un PLAZO RAZONABLE.

Así, EL DERECHO A SER OÍDO implica, en términos generales, la posibilidad cierta


de recurrir ante los órganos del Estado que resulten competentes (JUEZ
COMPETENTE) para adoptar una decisión que pueda afectar derechos o intereses,
a los fines de hacer valer una o más pretensiones, y explicar sus razones.

En este sentido, el derecho a ser oído es sinónimo de tutela judicial efectiva, y


significa que toda persona tiene derecho a acceder a un tribunal para que éste
pueda pronunciarse[3].

En tal sentido, la tutela judicial efectiva comprende la posibilidad del


interesado de tener contacto directo con el órgano decisor (principio de
inmediación/inmediatividad); derecho que adquiere aún mayor fuerza frente a
situaciones de especial vulnerabilidad o fragilidad del individuo, como por
ejemplo, en los procesos de incapacidad, inhabilitación o internación.

Por último, no puede concluirse este punto sin recordar que las debidas garantías
no se limitan a las enumeradas en el artículo 8 de la Convención, sino que a partir
de una interpretación de las particularidades de cada caso concreto, los órganos
estatales competentes deberán contemplar incluso garantías no previstas
expresamente, a los fines de asegurar en forma cierta y eficaz el cumplimiento de
la finalidad del debido proceso legal[4].

Ese derecho a ser oído además debe encontrarse, desarrollarse DENTRO DE UN


PLAZO RAZONABLE. En efecto, la adopción de decisiones a destiempo carece de
toda utilidad, y por ello afecta gravemente la satisfacción de la garantía del
debido proceso legal.

Así, la razonabilidad del plazo reviste una importancia superlativa para el


efectivo cumplimiento de la finalidad del debido proceso legal, y comprende
tanto plazos máximos[5] -para evitar atrasos injustificados- como mínimos[6];
que den a los individuos la posibilidad de ejercer eficazmente su derecho de
defensa.

En tal sentido tanto la Comisión Interamericana como la Corte sostienen que: "La
duración del proceso debe medirse en relación a una serie de factores tales como: la
complejidad del caso, la conducta del inculpado y la diligencia de las autoridades
competentes en la conducción del proceso"[7].

Pero además este derecho, dentro de un plazo razonable debe ser ejercido ante
un juez competente, así la competencia, entendida como el conjunto de facultades
y atribuciones conferidas por el ordenamiento jurídico a un órgano estatal para
el ejercicio de sus funciones, constituye un requisito esencial de toda decisión -
el ejercicio de sus funciones, constituye un requisito esencial de toda decisión -
siendo una garantía del debido proceso cuando ella puede afectar los derechos de
las personas-, y es exigible no sólo respecto de aquellas emitidas por jueces o
tribunales, sino también a las decisiones de los órganos administrativos[8] y
legislativos.

En términos más específicos, la noción de competencia, consagrada en el artículo


8 de la Convención, ha sido asimilada al concepto de juez natural, que exige no
sólo el establecimiento del tribunal por ley previa, sino también que se respeten
determinados principios de atribución de la competencia.

La garantía del juez natural, prevista también expresamente en el artículo 18 de


la Constitución Nacional[9], contiene dos prohibiciones, que deben ser analizadas
por separado. 

Por un lado, esta garantía impide la creación de fueros personales. Ello no


obstaculiza el establecimiento de fueros reales o de causa, como por ejemplo el
fuero militar -aunque cabe aclarar que su compatibilidad con los términos de la
Convención Americana es discutida[10]-. Sin embargo, tanto la jurisprudencia de
la Corte IDH como la de la CS[11], son coincidentes en que, en general, en un
Estado democrático de Derecho la jurisdicción penal militar ha de tener un
alcance restrictivo y excepcional; y en particular, en que el procesamiento de
graves violaciones de derechos humanos corresponde a la justicia ordinaria.

En segundo lugar, la garantía del juez natural prohíbe que se cambie o altere la
competencia del tribunal[12] que al momento de ocurrir los hechos debían
entender en la causa judicial de acuerdo a la ley anterior, para transferirla a otro
tribunal que reciba esa competencia después del hecho. Cabe aclarar, no
obstante, que la CS ha interpretado esta exigencia en términos más laxos,
considerando que sólo se produce una violación a esta prohibición cuando la
sustracción arbitraria de una causa constituya, por vía indirecta, una verdadera
comisión especial disimulada. Por su parte, cabe agregar que la arrogación de
tribunales superiores de las decisiones que son competencia natural de los
inferiores también constituye una violación a la prohibición explicada
precedentemente[13].

IV. El Juez debe ser independiente de cualquier otro poder o influencia

La garantía de independencia de los órganos del Estado implica tanto la


autonomía que debe regir sus relaciones mutuas -exigida por el principio de
división poderes-, como también la inexistencia de intereses privados -ya sean
propios de las personas que integran los órganos estatales, o ajenos- que puedan
tener tal incidencia en sus decisiones, que conduzcan a una desnaturalización de
la defensa de los intereses públicos por los que deben velar.

La independencia respecto de intereses privados trata de asegurarse, entre otras


formas, estableciendo condiciones o requisitos de elegibilidad para los cargos,
previendo ciertas inmunidades para los funcionarios, y prescribiendo
inhabilidades e incompatibilidades para el ejercicio de las respectivas
funciones[14].

V. Principales casos que nutren al Estándar de Debido Proceso


V. Principales casos que nutren al Estándar de Debido Proceso

1) Caso Cantos

En esta línea, en su sentencia en el Caso Cantos, la Corte sostuvo que:

"Esta disposición de la Convención [8.1] consagra el derecho de acceso a la justicia.


De ella se desprende que los Estados no deben interponer trabas a las personas que
acudan a los jueces o tribunales en busca de que sus derechos sean determinados o
protegidos. Cualquier norma o medida del orden interno que imponga costos o
dificulte de cualquier otra manera el acceso de los individuos a los tribunales, y que
no esté justificada por las razonables necesidades de la propia administración de
justicia, debe entenderse contraria al precitado artículo 8.1 de la Convención... "

En dicho caso, la Corte se abocó a decidir, entre otras cuestiones, si el monto que
los tribunales argentinos le requerían al peticionario en carácter de tasa de
justicia, al habársele negado el acceso a un beneficio de litigar sin gastos,
resultaba compatible con los derechos consagrados en los artículos 8 y 25 de la
CADH. La Corte destacó en su fallo:

"La suma fijada por concepto de tasa de justicia y la correspondiente multa


constituyen, a criterio de este Tribunal, una obstrucción al acceso a la justicia, pues
no aparecen como razonables, aún cuando la mencionada tasa de justicia sea, en
términos aritméticos, proporcional al monto de la demanda. Esta Corte considera
que si bien el derecho al acceso a la justicia no es absoluto y, consecuentemente,
puede estar sujeto a algunas limitaciones discrecionales por parte del Estado, lo
cierto es que éstas deben guardar correspondencia entre el medio empleado y el fin
perseguido y, en definitiva, no pueden suponer la negación misma de dicho derecho
(...) Este Tribunal estima que para satisfacer el derecho de acceso a la justicia no
basta que en el respectivo proceso se produzca una decisión judicial definitiva.
También se requiere que quienes participan en el proceso puedan hacerlo sin el
temor de verse obligados a pagar sumas desproporcionadas o excesivas a causa de
haber recurrido a los tribunales. Esta última situación se agrava en la medida en
que para forzar el pago procedan las autoridades a embargar los bienes del deudor
o a quitarle la posibilidad de ejercer el comercio".

En consecuencia, la Corte determinó que, evidentemente, el monto por cobrar en


carácter de tasa de justicia obstruía el acceso a la justicia del señor Cantos y que,
en conclusión, se había configurado en el caso la violación a los artículos 8 y 25 de
la Convención Americana.

2) Caso Bulacio vs. Argentina - Sentencia de 18 de septiembre de 2003 (Fondo,


Reparaciones y Costas)

En los Considerandos 110 a 121 la Corte IDH señaló: "el Estado parte de la
Convención Americana tiene el deber de investigar las violaciones de los
derechos humanos y sancionar a las autores y a quienes encubran dichas
violaciones. Y toda persona que se considere víctima de éstas o bien sus
familiares tienen derecho de acceder a la justicia para conseguir que se cumpla,
en su beneficio y en el del conjunto de la sociedad, ese deber del Estado" y destacó
que "La protección activa del derecho a la vida y de los demás derechos
consagrados en la Convención Americana, se enmarca en el deber estatal de
consagrados en la Convención Americana, se enmarca en el deber estatal de
garantizar el libre y pleno ejercicio de los derechos de todas las personas bajo la
jurisdicción de un Estado, y requiere que éste adopte las medidas necesarias para
castigar la privación de la vida y otras violaciones a los derechos humanos, así
como para prevenir que se vulnere alguno de estos derechos por parte sus propias
fuerzas de seguridad o de terceros que actúen con su aquiescencia”. Y resaltó que la
obligación de investigar debe cumplirse con seriedad "y no como una simple
formalidad condenada de antemano a ser infructuosa”.

En este Caso la Corte observó en su considerando 113 que: "desde el 23 de mayo de


1996, fecha en la que se corrió traslado a la defensa del pedido fiscal de 15 años de
prisión contra el Comisario Espósito, por el delito reiterado de privación ilegal de
libertad calificada, la defensa del imputado promovió una extensa serie de
diferentes articulaciones y recursos (pedidos de prórroga, recusaciones, incidentes,
excepciones, incompetencias, nulidades, entre otros), que han impedido que el
proceso pudiera avanzar hasta su culminación natural, lo que ha dado lugar a que
se opusiera la prescripción de la acción penal".

Respecto del plazo razonable además dijo en el considerando 114 que "Esta
manera de ejercer los medios que la ley pone al servicio de la defensa, ha sido
tolerada y permitida por los órganos judiciales intervinientes, con olvido de que su
función no se agota en posibilitar un debido proceso que garantice la defensa en
juicio, sino que debe además asegurar en tiempo razonable, el derecho de la víctima
o sus familiares a saber la verdad de lo sucedido y que se sancione a los eventuales
responsables".

Respecto de la tutela judicial efectiva a la que nos referimos ut supra la Corte en


este caso afirmó que: "... exige entonces a los jueces que dirijan el proceso de modo
de evitar que dilaciones y entorpecimientos indebidos, conduzcan a la impunidad,
frustrando así la debida protección judicial de los derechos humanos".

Asimismo, en el presente caso la prescripción de la acción por el mero transcurso


del tiempo observando en el una conducta poco diligente por parte de las
autoridades competentes en tal sentido la Corte IDH afirmó: "En cuanto a la
invocada prescripción de la causa pendiente a nivel de derecho interno (supra 106.a
y 107.a), este Tribunal ha señalado que son inadmisibles las disposiciones de
prescripción o cualquier obstáculo de derecho interno mediante el cual se pretenda
impedir la investigación y sanción de los responsables de las violaciones de
derechos humanos. La Corte considera que las obligaciones generales consagradas
en los artículos 1.1 y 2 de la Convención Americana requieren de los Estados Partes
la pronta adopción de providencias de toda índole para que nadie sea sustraído del
derecho a la protección judicial, consagrada en el artículo 25 de la Convención
Americana. De acuerdo con las obligaciones convencionales asumidas por los
Estados, ninguna disposición o instituto de derecho interno, entre ellos la
prescripción, podría oponerse al cumplimiento de las decisiones de la Corte en
cuanto a la investigación y sanción de los responsables de las violaciones de los
derechos humanos. Si así no fuera, los derechos consagrados en la Convención
Americana estarían desprovistos de una protección efectiva. Este entendimiento de
la Corte está conforme a la letra y al espíritu de la Convención, así como a los
principios generales del derecho; de conformidad con los principios generales del
derecho y tal como se desprende del artículo 27 de la Convención de Viena sobre el
Derecho de los Tratados de 1969, las decisiones de los órganos de protección
Derecho de los Tratados de 1969, las decisiones de los órganos de protección
internacional de derechos humanos no pueden encontrar obstáculo alguno en las
reglas o institutos de derecho interno para su plena aplicación".

Además, conviene destacar que el Estado en el presente caso su responsabilidad


internacional por la violación de los artículos 8 y 25 de la Convención Americana,
que consagran los derechos a las garantías judiciales y a la protección judicial,
respectivamente, en perjuicio de Walter David Bulacio y sus familiares. Por ello,
la Corte entendió como impunidad "... la falta en su conjunto de investigación,
persecución, captura, enjuiciamiento y condena de los responsables de las
violaciones de los derecho protegidos por la Convención Americana, toda vez que el
Estado tiene la obligación de combatir tal situación por todos los medios legales
disponibles ya que la impunidad propicia la repetición crónica de las violaciones de
derechos humanos y la total indefensión de las víctimas y de sus familiares".

VI. A modo de conclusión

El presente trabajo procuró presentar los lineamientos esenciales para la


construcción del Estándar del Debido proceso a la luz de la normativa vigente con
jerarquía constitucional por lo tanto no pretendió abarcar la totalidad de los
engranajes que comprenden al debido proceso.

Entendemos pues, por lo expuesto, que el debido es un principio jurídico procesal


o sustantivo según el cual cualquier persona tiene derecho a cierta gama de
garantías mínimas, las cuales tienden a asegurar el resultado justo y equitativo
dentro de cada proceso efectuado, y a permitir a las personas tener la
oportunidad de ser oídas y así hacer valer sus pretensiones frente a cualquier
juez o autoridad administrativa por ello, tal como afirmamos al iniciar el
presente trabajo contiene un conjunto de pilares, que -cual mesa de tres patas-
sostienen la tutela de los demás derechos de las personas y que nutren al
verdadero estado de derecho.

1
Carrio, Genaro Sobre los límites del lenguaje normativo, ED Astrea, 2008, pág.
26.

2
Caso Corte IDH Genie Lacayo, 13/09/1997.

3
En el Caso Cantos, la Corte IDH decidió que la suma fijada por concepto de
tasa de justicia y la correspondiente multa (por no pagarla en plazo) previstas
por la legislación argentina constituyen "una obstrucción al acceso a la
justicia, pues no aparecen como razonables, aun cuando la mencionada tasa
de justicia sea, en términos aritméticos, proporcional al monto de la
demanda", declarando en consecuencia que el Estado argentino violó el
derecho de acceso a la justicia consagrado en los artículos 8.1 y 25 de la CADH.
Corte IDH, Caso Cantos vs. Argentina, del 28-11-02, párr. 54.

4
Así, la Corte IDH ha sostenido en el Caso Blake que: "el artículo 8.1 de la
Convención debe interpretarse de manera amplia de modo que dicha
interpretación se apoye tanto en el texto literal de esa norma como en su
interpretación se apoye tanto en el texto literal de esa norma como en su
espíritu, y debe ser aprecia-do de acuerdo con el artículo 29, inciso c) de la
Convención, según el cual ninguna disposición de la misma puede
interpretarse con exclusión de otros derechos y garantías inherentes al ser
humano o que se deriven de la forma democrática representativa de
gobierno". Corte IDH, Caso Blake, ya cit., párr. 96.

5
En el reciente Caso Kimel, la Corte IDH decidió que la duración de casi nueve
años del proceso penal en contra de la víctima por un alegado delito contra el
honor, excedió los límites de lo razonable. Corte IDH, Caso Kimel vs.
Argentina, del 2-5-08, párr. 97. En el Caso Bulacio, la Corte IDH señaló que "El
derecho a la tutela judicial efectiva exige entonces a los jueces que dirijan el
proceso de modo de evitar que dilaciones y entorpecimientos indebidos,
conduzcan a la impunidad, frustrando así la debida protección judicial de los
derechos humanos". Corte IDH, Caso Bulacio, ya cit., párr. 115.

6
Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso Las Palmeras vs. Colombia.
Sentencia de 6 de diciembre de 2001.

7
Caso Giménez contra Argentina Comisión IDH 1996 y la Corte IDH Caso Corte
IDH Genie Lacayo, 13/09/1997.

8
Decreto ley 19549/1972, artículo 7, inc. a).

9
Hay otras disposiciones de la Constitución Nacional, como los artículos 5, 16,
23, 29 y 116, que de alguna manera también se refieren a esta garantía, siendo
por lo tanto de gran utilidad para su interpretación. Badeni, Gregorio, Tratado
de Derecho Constitucional, t. II, Buenos Aires, L. L., 2006, 2ª ed., pág. 1141.

10
CSJN, López, 2007, Fallos, 330:399. En la Argentina, el Congreso Nacional
sancionó recientemente la Ley 26394 de justicia militar, que deroga el Código
de Justicia Militar (Ley 14029). La nueva ley suprime los consejos de guerra
permanente y dispone que los delitos cometidos por los militares, en actos del
servicio, sean juzgados por los tribunales nacionales o federales según
corresponda.

11
Corte IDH, Caso Castillo Petruzzi y otros vs. Perú, del 30-5-99, párr. 128; Corte
IDH, Caso 19 Comerciantes vs. Colombia, ya cit., párr. 165; Corte IDH, Caso
Palamara Iribarne, ya cit., párr. 143; Corte IDH, Caso Durand y Ugarte, ya cit.,
párr. 117; Corte IDH, Caso de la Masacre de Mapiripán vs. Colombia , del 15-
09-05, párr. 202; Corte IDH, Caso Almonacid Arellano y otros vs. Chile, del 26-
09-06, párr. 131; Corte IDH, Caso La Cantuta vs. Perú, del 29-11-06, párr. 142;
Corte IDH, Caso de la Masacre de la Rochela vs. Colombia, del 11-5-07, párr.
200; Corte IDH, Caso Escué Zapata, ya cit., párr. 105; Corte IDH, Caso
Zambrano Vélez y otros vs. Ecuador, del 4-7-07, párr. 66; Corte IDH, Caso Tiu
Tojín vs. Guatemala, del 26-11-08, párr. 118. CSJN, Mazzeo, 2007, Fallos,
Tojín vs. Guatemala, del 26-11-08, párr. 118. CSJN, Mazzeo, 2007, Fallos,
330:3248; CSJN, Videla, Jorge R., 1984, Fallos, 306:2101. En el caso López, si
bien la mayoría de los Ministros de la CS -siguiendo la jurisprudencia de la
Corte IDH- entendieron que la jurisdicción penal militar ha de tener un
alcance restrictivo y excepcional, el voto concurrente de los Jueces Lorenzetti
y Zaffaroni fue un pasó más adelante, declarando la inconstitucionalidad de
los tribunales militares (actualmente derogados por la ley 26.394). Los
Ministros señalaron que los tribunales militares "no pueden considerarse
jurisdicción en sentido constitucional ni internacional, sino tribunales
administrativos incompetentes para aplicar penas, ya que no hay argumento
alguno que permita que funcionarios dependientes del Poder Ejecutivo y
sometidos a sus órdenes, apliquen leyes penales, por lo cual sólo pueden
actuar en estado de necesidad y en los estrictos límites que para éste marca el
propio Código Penal". CSJN, López, 2007, Fallos, 330:399.

12
Cabe aclarar que, con la expresión tribunal o juez, se hace referencia al
órgano judicial y no a las personas físicas que lo integran. Por lo tanto, su
reemplazo no comporta una violación de la garantía del juez natural. CSJN,
Juárez, 2004, Fallos, 327:4272.

13
CSJN, Caballero, 2005, Fallos, 328:3946. Considerando 9 del voto de la Jueza
Carmen M. Argibay. La práctica del per saltum sin ley que lo autorice -
efectuada por la CS en los resonantes casos Dromi (Fallos, 313:630) y
Rodríguez (Fallos, 320:2851)- constituye asimismo, para nosotros, una
violación de la garantía de juez natural.

14
Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción (aprobada por Ley
Nº 26097); Convención Interamericana contra la Corrupción (aprobada por
Ley Nº 24759); Ley Nº 25188 de Ética en el Ejercicio de la Función Pública.

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