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Empezar por conocer a los estudiantes

Demostrar entusiasmo a los estudiantes


Dedicar tiempo a cada alumno

Mantener altas expectativas


Señalar la importancia de la asignatura

Variar los métodos de enseñanza


Fomentar la participación de los estudiantes con preguntas

Recurrir al humor
Organizar el material de estudio

Contar historias redondas


Estrategias para motivar el aprendizaje

Javier Sancho, de la Universidad del País Vasco, introduce con estas palabras su
artículo Técnicas de enseñanza para mejorar la motivación de los estudiantes. “Si
queremos que aprendan”, advierte, “debemos crear condiciones que promuevan la
motivación”.
Estudios con universitarios han mostrado algunos de los factores que más motivan a los
estudiantes, como el entusiasmo del profesor, el material de trabajo y su nivel apropiado
de dificultad, la organización de la asignatura, la participación activa de los alumnos, la
variedad en el uso de tecnologías docentes, y la conexión entre el profesor y los
estudiantes.
El autor sugiere, a continuación, algunas técnicas precisas para motivar a los chicos en el
aula.
1. Empezar por conocer a los estudiantes.

La presentación inicial de todos los miembros del grupo no sólo es necesaria para intentar
conectar con los chicos, sino también para conocer sus fortalezas y debilidades. Sancho
recomienda, para el primer día de clases, pedir que hagan fichas con su nombre y el
interés que tienen por la asignatura y dejar que lo expongan.

2. Demostrar entusiasmo.

“Si estás apático o aburrido, los estudiantes también lo estarán. Dicho entusiasmo viene
muchas veces del gusto por la materia o por el genuino placer de enseñar. Se nota cuándo
a un profesor le gusta enseñar”, escribe el autor.

3. Dedicar tiempo a cada alumno.

Hay que recordar que cada alumno tiene necesidades y competencias distintas. En la
medida de lo posible, intentemos individualizar la enseñanza: reconocer a cada
estudiante, checar su trabajo regularmente, apoyar su aprendizaje, e informarle de
manera individual sobre su proceso.

4. Mantener altas expectativas.

Es deseable mostrar confianza en los estudiantes con frases de motivación (“puedes


hacerlo”) y consejos prácticos (tiempo de estudio, realización de problemas). “Animarlos
no sólo a aprobar, sino a aprender”, dice el autor.
5. Señalar la importancia de la asignatura.

Explicar por qué la materia es importante y cómo puede ser de utilidad en su vida
profesional.

6. Variar los métodos de enseñanza.

Por todos los medios hay que evitar el aburrimiento y la rutina: intentar que cada clase sea
una aventura nueva. Escuchar es importante, pero recordemos que el alumno aprende
más haciendo, construyendo, diseñando, creando, resolviendo. “El aprendizaje mejora si
se obliga al alumno a utilizar varios sentidos”. Entre las herramientas que se pueden
utilizar están la clase magistral con discusión, la lluvia de ideas, el panel de expertos, los
videos, la discusión en pequeños grupos, el análisis de casos o prácticas de laboratorio.

7. Fomentar la participación de los estudiantes con preguntas.

Ello aumentará su interés y aprendizaje. Sancho recomienda realizar preguntas


relacionadas con el conocimiento, pero también de comprensión (interpretar, describir
con sus palabras), de aplicación (resolución de problemas, poner ejemplos), de análisis
(identificar motivos, separar el todo en sus partes), y de evaluación (dar opiniones, juicios
de valor).

8. Recurrir al humor.

Interrumpir las clases con anécdotas o hacer chistes relacionados con el tema, crea una
atmósfera más relajada que favorece el aprendizaje de los alumnos.

9. Organizar el material de estudio.

Un material claro, legible y atractivo motiva al aprendizaje. Unos apuntes desfasados, no


actualizados, señalan poca preocupación del profesor.

10. Contar historias redondas.

Que cada clase tenga un comienzo, un desarrollo y un final. Es frustrante para los alumnos
dejar las cosas a medias. Dedicar siempre un tiempo al final para hacer un resumen de
todo lo visto.

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