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POMPEU CASAN OVAS y JOSÉ JUAN MORESO, eds.

EL ÁMBITO DE LO JURÍDICO

Lecturas de pensamiento jurídico contemporáneo

CRÍTICA
GRUPO GRIJALBO-MONDADORI
BARCELONA
.PRÓLOGO

Esta recopilación de textos iusfilosóficos de autores de los si-


glos XIX y xx responde, como todas las antologías, a criterios de
selección de los editores. Los criterios que se han seguido son los
dos siguientes:
a) La antología trata de poner de manifiesto la delimitación de
un ámbito autónomo de reflexión sobre el derecho que surge, pre-
cisamente, en el siglo XIX. Hasta entonces, la reflexión sobre el de-
recho era, muy a menudo, tan sólo un epígono de concepciones
filosóficas globales. Por esa razón, las historias de la filosofía jurí-
dica, en el tratamiento de los autores y escuelas hasta el siglo XIX,
son poco más que apéndices a las historias generales de la filo~ofía,
con mayor énfasis en las ideas morales, políticas y jurídicas de los
filósofos clásicos. A partir del siglo XIX, aparece en el mundo ger-
mánico y en el anglosajón una reflexión sobre lo jurídico -encar-
nada, a menudo, por juristas académicos- que trata de establecer
tanto el objeto como las estructuras conceptuales que permiten el
conocimiento jurídico. Ello no quiere decir que se pierda el contac-
(.luedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del to con la filosofía. A propósito de esto, recogemos en el libro sen-
copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total 0 parcial dos textos de dos de los más destacados pensadores del siglo XIX,
de esta. obra _por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el que mostraron interés por lo que ocurría en la reflexión jurídica
tr~tamiento_m:ormático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler 0
prestamo pubhcos. desde posiciones antitéticas. Uno del ljoven) K. Marx donde critica
los presupuestos de la Escuela Histórica del Derecho (la obra de
Cubierta: Enrie Satué sobre un trabajo artesanal, en pan, de Eduardo Crespo G. Hugo), y otro de J. S. Mil/ sobre la obra de J. Bentham.
© 199~ de la presente edición para España y América: Por otra parte, la filosofía del derecho del siglo xx responde,
CRITICA (Grijalbo Comercial, S. A.), Aragó, 385, 08013 Barcelona
ISBN: 84-7423-635-5 en gran medida, a inspiraciones de grandes corrientes filosóficas.
Depósito legal: B. 424-1994 Así, el realismo jurídico norteamericano no es comprensible sin la
Impreso en España filosofía pragmatista, la obra de H. Kelsen se entiende mejor si se
1994. - NOVAGRÁFIK, Puigcerda, 127, 08019 Barcelona la contempla, parcialmente, como una traducción al campo jurídico
8 EL ÁMBITO DE LO JURÍDICO

de algunas de las tesis neokantianas. La parte más importante de la


obra de A. Ross responde a la influencia del positivismo lógico del
Círculo de Viena. Y la obra de H. L. A. Hart es inseparable del
desarrollo de la filosofía oxoniense del lenguaje común.
b) El segundo criterio que ha inspirado nuestra selección es
mostrar que la filosofía jurídica, como la filosofía en general, es una
empresa colectiva, es una empresa eminentemente cooperativa. Por
esa razón, la selección presenta siempre contrapuntos a los textos PRIMERA PARTE
de autores de determinada escuela o tradición provenientes de otras
escuelas de pensamiento. Así la selección aparece como un juego de EL SIGLO XIX ALEMÁN: LA REFLEXIÓN
espejos, donde las ideas de unos autores se reflejan de formas diver- SOBRE EL DERECHO COMO OBJETO
sas en los textos de otros.
La selección está pensada para alumnos de la licenciatura de
AUTÓNOMO DE CONOCIMIENTO
derecho que o bien en la asignatura Filosofía del derecho o bien en
alguna de las asignaturas que han introducido los nuevos planes de
estudio, deseen acercarse al pensamiento jurídico de los últimos
siglos. También. pensamos, puede ser útil a cualquier lector (filóso-
fo, jurista, científico social) interesado en los vínculos de la reflexión
sobre el derecho con otras esferas del pensamiento humano acerca
de los elementos que conforman las relaciones sociales.
Confiamos en que este libro sirva para que más voces, no nece-
sariamente unívocas, se unan a esta aventura intelectual: la reflexión
sobre lo jurídico.

POMPEU CASANOVAS Y JOSÉ JUAN MORESO

Bellaterra, 7 de julio de 1993


INTRODUCCIÓN

A la luz de su influencia posterior, quizás no resulte demasiado


aventurado afirmar que las obras de reflexión sobre el derecho más
técnica y sistemáticamente elaboradas del siglo XIX corresponden a
las distintas escuelas del pensamiento jurídico alemán. Frente al em-
pobrecimiento de los comentaristas al Code Napoléon (1804) y al
reducido predicamento de la analytical jurisprudence en los países
del common /aw, 1 las formulaciones conceptuales y controversias
políticas de los juristas germanos ocuparon el espacio europeo de
discusión sobre el derecho y el Estado.
En la primera mitad del siglo XIX, Alemania constituía un con-
glomerado de pequeños estados autónomos (además de Prusia y el
Imperio austríaco) regidos por una multiplicidad de derechos terri-
toriales y personales. 2 A la cuestión política de la unificación (pan-
germanismo) se unía la de la estructura interna de los estados y el
fuerte régimen estamental de la organización social. Esto marcó

l. Cf. André-Jean Arnaud, Les origines doctrinales du Code civil jran~ais,


Libr. gén. Droit et Jurisprudence, París, 1969; Essai d'analyse structurale du Code
civil fran~ais. La regle du jeu dans la paix bourgeoise, Lib. gén. Droit et Jurispru-
dence, París, 1973; Les juristes face a la société. Du XIX siecle a nos jours, PUF,
París, 1975, pp. 27-30. Cf. David Lieberman, The province of legislation determi-
ned. Legal theory in eighteenth-century Britain, Cambridge University Press, Nueva
York, 1989, pp. 277-290.
2. Después de la derrota de Napoleón, la situación emergente del Congreso de
Viena (1815) fue el establecimiento de una Confederación germánica, compuesta por
36 estados soberanos (más el Imperio austríaco) y cinco reinos (Prusia, Baviera, Wurt-
temberg, Sajonia y Hannover). La Restauración significaba la disolución del 1 Reich
de Federico Guillermo 1 y Federico 11. Con las conmociones revolucionarias de 1830
y 1848, el largo proceso de unificación emprendido por Prusia no culminó hasta la
instauración del 11 Reich por Guillermo 1 (1861-1888) y Bismarck en 1871.
12 EL SIGLO XIX ALEMÁN
INTRODUCCIÓN 13
el carácter autoritario de la doctrina alemana del Estado de derecho
[Rechtsstaat] y el sesgo que tomó la reflexión jurídica. Conocimiento de formas y articulación del contenido social e
En el periodo que se extiende desde la reacción a la invasión histórico se hallaban ya en Savigny. 6 Sólo alcanzan, sin embargo,
napoleó.nica hasta la creación bismarckiana del II Reich, se suceden su formulación más compleja en la obra de R. von Ihering El espf-
una sene de escuelas cuya especificidad reside en el esfuerzo por ritu del derecho romano (1852-1865) [Das Geist des Romischen
pensar el derecho como objeto propio y autónomo de conocimien- Rechts].
to. El problema principal, formulado ya desde las primeras páginas Riccardo Orestano ha observado que, a partir de ahí, «siguien-
de la Juristische Methodenlehre de un joven F. K. von Savigny,l se do una transposición gradual, la racionalidad que el jurista impri-
articuló en torno a la elaboración de un método que fuera a la vez me en términos científicos al sistema de conceptos que él mismo
un procedimiento para resolver las controversias de casos concretos construye acaba por aparecer a sus propios ojos una cualidad im-
Y un sistema de conocimiento teórico global de las categorías ju- plícita, un carácter íntimo, una propiedad, la esencia misma de lo
rídicas. que es el objeto de su construcción: esto es, lo que es un resultado
Esta doble orientación tomó al principio, en la Escuela Históri- de la ciencia viene asumido ... como un dato de hecho ofrecido por
ca, la versión de una autorrealización o «consumációm> del derecho la realidad, un elemento estructural del fenómeno jurídico». 7
en las relaciones sociales como hecho histórico y como conocimien- La discusión metódica se desarrolló, por un lado, en el terreno
to de este hecho. 4 Pero la ilusión inductiva pronto derivó hacia la del derecho privado entre romanistas (como el propio Savigny) y
pretensión de que eran los propios juristas -y no el legislador- germanistas (como Eichhorn y Beseler); y, por el otro, entre parti-
quienes, a través de un mítico Volkgeist, creaban categorías que darios de la reforma legislativa mediante la introducción de Códigos
constituían con propiedad el derecho del pueblo alemán al reconfi- de leyes en Alemania y los que se oponían a ella. 8 La Escuela His-
gurar conceptualmente su forma de vida. s tórica tuvo su origen precisamente en la célebre polémica al respec-

3. «Si el éxito de los trabajos eruditos no depende solamente del talento -el ta, quien lo usó en 1828 identificándolo con el sujeto mismo de la historia, con
grado de la fuerza espiritual del individuo- y de la aplicación -cierto uso de aqué- todos los rasgos naturales de los sujetos.
lla-, debe haber también un tercer factor del cual dependa en gran medida esto es 6. «A los juristas les es indispensable un doble sentido -escribía en el Beruf
el método, la dirección de dicha fuerza. Cada uno tiene un método, mas en ~ocos ha de 1814-: el histórico, para captar con agudeza lo peculiar de cada época y de cada
llegado a ser una conciencia y un sistema. Pero el método es llevado a un sistema forma jurídica, y el sistemático, para ver a cada concepto y a cada precepto en una
por ~1 hecho de que pensamos que una ciencia es acabada conforme a las leyes conexión y una interacción vivas con el todo, es decir, en la única conexión que es
propias. a su natur~leza o conforme a un ideal de ésta. Sólo su contemplación nos verdadera y natural», Vom Beruj unser Zeit jür Gesetzgebung und Rechtswissen-
conducuá a un metodo correcto. ¿Cómo podemos, pues, alcanzar el ideal de una schajt (hay trad. cast. de José Díaz García: De la vocación de nuestra época para la
ciencia?», Juristische Methodenlehre, K. F. Koehler Verlag, Stuttgart, 1951 (hay trad. legislación y la ciencia del derecho, Aguilar, Madrid, 1970, p. 83).
cast. de J. J. Santa-Pinter, Depalma, Buenos Aires, 1979. p. 1). 7. Riccardo Orestano, Introduzione al/o studio storico del diritto romano,
4. Siguiendo la idea original de Gustav Hugo [Lehrbuch des Naturrechts als O. Giappichelli, Turín, 1963, p. 244. El autor reconstruye la vía hacia las concepcio-
einer Phi/osophie des positiven Rechts (1798)], Savigny concibe la historia como, vin- nes de Puchta, Windscheid y Ihering a partir de la «construcción jurídica»: «recon-
culación del presente al pasado y como conocimiento de esta vinculación. En térmi- ducir una relación de derecho a los conceptos sobre los que se funda se denomina su
nos de la.~erme~éutica d~ H. O. Gadamer, al mismo tiempo como función aplicati- construcción» [B. Windscheid, Pandectas, 1, § 241.
va Yc~g~1t1va. Veas e ~ano Bretone, «Tradizione e unificazione giuridica in Savigny», 8. Los proyectos codificadores abundaron desde el iluminismo jurídico de Fe-
Matenall per una stona del/a cultura giuridica, VI (1976), pp. 187-213. derico II de Prusia y María Teresa de Austria. Hubo posteriormente diversos proyec-
. , ~· Véase la m~nuciosa reconstrucción que Gioele Solari hace del uso político y tos hasta la promulgación del Algemeines Landrecht jür die Konigs/isch-Preussichen
JUndi~~ de lo~ térmmos Geist (espíritu) y Volkgeist (espíritu del pueblo) en Filosojia Staaten en 1794 y el denominado Proyecto Martini en Austria. Estos proyectos no
del ?mtto pnvato, vol. II: Storicismo e diritto privato (1940), O. Giappichelli Ed., incorporaban, sin embargo, lo propio de las codificaciones del siglo XIX: la creación
Tunn, 1971, pp. 162 Y ss. Solari divide la doctrina de la Escuela Histórica en tres de un espacio jurídico-formal de validez normativa (para abstractos sujetos detenta-
fases sucesi~as: (i) formación (1814-1815), (ii) periodo analítico (1815-1840), (iii) sis- dores de derechos y obligaciones) sustentada por un Estado de cuño liberal. Cf. Gio-
tema de Sav1gny (1840). Savigny utilizó el término en 1840, por influencia de o. Puch- vanni Tarello, Storia del/a cultura giuridica moderna, vol. 1: Asso/utismo e codifica-
zione del diritto, Il Mulino, Bolonia, 1976, pp. 223-257, 486-525.
14 EL SIGLO XIX ALEMÁN INTRODUCCIÓN 15

toque mantuvieron F. K. von Savigny y A. F. J. Thibaut en 1814 nes entre los hombres. Fue así como llegaron a la idea de <<norma»,
Y cuyo efecto fue, entre otros, el de aglutinar en torno a Savigny a «institución» y «sistema» para la descripción de un objeto que su
los juristas deseosos de convertir su doctrina en ciencia. Al año si- mismo discurso teórico contribuía a crear.
guiente vio la luz la Revista de la Escuela Histórica (1815) [Zeit- Este camino se inició mediante la subversión del sujeto de dere-
schrift jür geschichtliche Rechtswissenschajt]. cho del iusracionalismo clásico adoptado por Kant. Para Kant, el
El artículo de presentación de la Revista constituye el primer derecho constituía un entramado de derechos y obligaciones en tor-
texto de la presente selección. Y el lector encontrará su contrapunto no a un sujeto universal a partir de la idea transcendental de la
en las versiones opuestas que de la Escuela Histórica ofrecen Karl libertad. El concepto central del sistema de Savigny, en cambio, ya
Marx en 1842 y R. von Ihering en 1861. no consiste en este tipo de relación (base de los derechos subjetivos),
El texto de Marx «El manifiesto filosófico de la Escuela Histó- sino en la noción misma de relación jurídica. 9
rica» (1842) corresponde a su periodo de juventud, y no versa sobre La posesión, la propiedad, la familia, eran contempladas enton-
Savigny, sino que es una crítica de la filosofía de su precursor, Gus- ces como instituciones o institutos [instituta] cuya forma superaba
tav Hugo. Hoy diríamos, recuperando los estudios sobre el tema de los hechos individuales a la vez que recogía los elementos esenciales
Isahiah Berlín, que dicha filosofía historicista guarda cierto pareci- de su aparición en el desarrollo histórico del pueblo alemán. Las
do con la de los autores franceses de la denominada Contra-Ilustra- relaciones entre los hombres (familiares, matrimoniales, contractua-
ción (De Maistre o Bonald). El racionalismo de Marx no es menos les ... ), pues, dejaron de presentarse como relaciones naturales o,
explícito: «debe ser examinado el derecho natural de Hugo como la mejor, eran vistas como naturales -o antinaturales- en virtud de
teoría alemana del anden régime francés». la propia existencia de relaciones jurídicas sustantivas.
El texto de Ihering sí que concierne directamente a Savigny. Se Es necesario efectuar aquí diversas consideraciones.
trata del artículo que éste le dedicó con motivo de su muerte, donde En primer lugar, es cierto que esta doctrina savigniana no fue
sintetiza con claridad la vida y el pensamiento del que fuera su maes- mantenida en puridad por sus continuadores. Pero su orientación
tro en Berlín. Aparte del paralelismo con Goethe, lo que resulta no fue esencialmente modificada. El peso teórico se decantó simple-
interesante del texto es la voluntaria distancia con la que Ihering mente de la «relación>> a la abstracción que la sustentaba: al concep-
pretende describir el sistema de Savigny. Se trata de una distancia to de «norma» como «forma práctica inmediata de una prohibición
metódica, interna al propio proceso de autonomización de la «cien- o de un mandato» (sobre las disposiciones positivas) y de «sistema»
cia del derecho». Y, por ende, una distancia próxima.
9. Cf. R. Orestano, op. cit., p. 222. Véase F. K. von Savigny, System des
Cabe preguntarse por qué este discurso del método que recibió heutigen romischen Rechts. Band 1 (1840) (hay trad. cast. de Jacinto Mesía y Ma-
distintos nombres por parte de los autores -método «histórico» nuel Poley, Sistema del derecho romano actual, Ed. Góngora, Madrid, s/f, t. 1,
[Savigny], «genealógico» [Puchta], «histórico-natural» [Ihering], cap. 11): «El derecho no se manifiesta nunca más claramente que cuando, negado o
«jurisprudencia productiva» [Gerber]- ocupó el lugar de privilegio atacado, viene la autoridad judicial a reconocer su existencia y extensión; pero un
de constituirse en solución a casi todos los problemas políticos y examen más atento nos manifiesta que la forma lógica de un juicio satisface sólo
una necesidad accidental, y que, lejos de agotar la esencia de la cosa, supone dicha
filosóficos del momento. forma una realidad más profunda, esto es, la relaci6n de derecho [cursiva del autor],
Una posible respuesta consiste en darse cuenta de que la concep- de la cual,' cada derecho no es más que una faz diversa abstractamente considerada:
ción del mundo desde el «método jurídico» permite pensar de otro así, un juicio sobre un detecho especial no es racional y verdadero, sino cuando se
modo las relaciones sociales, reduciéndolas a un esquema maneja- deriva del entero concepto de relación de derecho», op. cit., § 4, p. 65. Y aún:
ble y operativo. «Cada relación individual de derecho tiene su base en un hecho, y el lazo existente
entre estas relaciones de derecho y las instituciones que la dominan, puede llevar a
Los distintos «métodos» constituyeron su objeto -«jurídico»- confundir el origen de dichas relaciones individuales con las reglas de derecho», op.
a base de la naturalización de determinados aspectos de las relacio- cit., § 6, p. 68.
16 EL SIGLO XIX ALEMÁN INTRODUCCIÓN 17

como un «todo lógico» (sobre el conjunto de disposiciones) de Ihe-


ring 10 y Gerber. 11 CUADRO 1

En segundo lugar, puede observarse que efectuar hipóstasis his- Esquema estructural de los «métodos jurídicos»
tóricas es el camino más corto para dejar sin referente a los propios de la Jurisprudencia de Conceptos
conceptos histórico-jurídicos. El formalismo posterior no fue sino
el corolario del historicismo anterior. 12 Savigny Puchta
En tercer lugar, debe subrayarse que la estructura jurídico- o. Relaciones individuales Relaciones individuales
normativa de Ihering sirvió de soporte conceptual a la aparición (Hechos) (Hechos)
en la segunda parte del siglo de la Escuela Alemana de Derecho
l. Relaciones jurídicas Relaciones jurídicas
Público. El espacio de las intrincadas relaciones entre política y
(Reglas + principios) (Reglas + principios)
derecho concebidas por los iuspublicistas para solventar los proble-
2. Instituciones jurídicas Conceptos
mas político-constitucionales de 1850 y 1871 (en la época de Bis- (Naturales + artificiales)
marck) se funda en una reformulación de F. von Gerber que conser- 3. Sistema Sistema
va en lo básico la estructura anterior (como muestra el cuadro 1).
La idea de la existencia de una Escuela Conceptual-Jurisprudencia Ihering Gerber
de Conceptos [Begrifjjurisprudenz]- distinta y realmente opuesta o. Relaciones individuales Relaciones individuales
(Hechos) (Hechos políticos)
10. Ihering decanta la dinámica del objeto jurídico de Savigny hacia una diná- l. Relaciones jurídicas Relaciones jurídicas
mica normativa. El conocimiento de la «esencia» [Wesen] de lo «jurídico» es man-
(Material normativo) (Material normativo
tenido, pero mediatizado ahora por la concepción de una particular forma normati-
va del derecho: la «forma imperativa, es decir, la forma práctica inmediata [cursiva objetivo)
del autor] de una prohibición o de un mandato», distinta de la mera expresión por- 2. Disposiciones jurídicas Disposiciones jurídicas
que «lo imperativo está en la cosa, en la idea». Así, en lo que el autor denomina + principios + principios
«jurisprudencia inferior», el jurista debe «deducir de disposiciones existentes el prin- (Jurisprudencia inferior)
cipio en que están basadas y sacar de estos principios todas sus consecuencias». En 3. Instituciones + nociones Conceptos jurídicos
la «jurisprudencia supedom, en cambio, el jurista aprovecha este conocimiento para jurídicas elementales + Instituciones
construir propiamente entidades abstractas imaginadas por él mismo como «cuerpos»
(Jurisprudencia superior) autónomas de derecho público
jurídicos. El lector puede encontrar todo el discurso de lhering en este mismo volu-
men, Libro 11, Primera parte, Título III, del Espíritu del derecho romano. 4. Sistema Sistema
11. Para Oerber, «parece que un verdadero sistema jurídico sea el que está
determinado no por las relaciones jurídicas (cuyos elementos fundamentales son si-
tuaciones históricas provocadas por influencias externas), sino sólo el sistema de los a las ideas de la Escuela Histórica debe ser situada, pues, entre
derechos, que considera toda la materia jurídica como la posible expresión de la
volu~tad individual. Solamente mediante la relación del derecho alemán a la fuerza paréntesis.
inmediatamente eficaz y viva de la voluntad humana, esto es, solamente mediante su
construcción en un sistema, puede ser reconducido entre los fenómenos que dominan Los dos textos de la selección que completan el presente aparta-
el presente», C. F. Gerber, System des Deutschen Privatrechts, Jena, 1850, p. xxm. do abundan en esta ambigüedad. El primero es uno de los documen-
Cit. Mario G. Losano, «La teoría giuridica al bivio tra sistema e funzione», Intro-
ducción de Carteggio Jhering-Gerber (1849-1872), Dott. A. Giuffre Editore, Milán, tos más importantes de toda la producción jurídica del siglo XIX
1977, p. xxx. Véase también sobre el tema, Mario Losano, Sistema e struttura nel alemán: el largo capítulo sobre la técnica jurídica de El espíritu del
diritto, Giappichelli, Turín, 1968. derecho romano de R. von Ihering. El segundo texto lo constituye la
12. Cf. Walter Whilhelm, Zur juristichen Methodenlehre im 19. Jahrhundert, lectura que, desde la tradición analítica, Herbert Hart efectuó de
Vittorio Klosterman, Frankfurt, 1958 (hay trad. cast.: La metodología juddica en el
siglo XIX, Ed. Revista de Derecho Privado, Madrid, 1981, p. 61). la autocrítica del autor a la endeblez teórica de su propia «construc-
2. - CASA NOVAS
18 EL SIGLO XIX ALEMÁN INTRODUCCIÓN 19

ción civilística» . 13 Se trata de «El cielo de los conceptos de Ihering


y la jurisprudencia analítica moderna» (1983). CUADRO 2
Es un lugar común en la filosofía del derecho la consideración
de que existen dos partes de su obra claramente diferenciadas. El Dinámica comparativa de los «métodos»
«segundo lhering», estaría volcado a una concepción finalista del Método -1 + Dialéctica «ascendente» + 1- Generalización
derecho, mucho más práctica, centrada en los fines de la aplicación
normativa, que se hallaría tan alejada de las posiciones conceptua- Epistemología -1 + Concreción + 1- Abstracción
listas como éstas lo estarían del historicismo de Savigny. Ontología -1 + Sistemática implícita + 1- Libertad «constructiva»
en el «objetó» (posibilismo)
Puede notarse, sin embargo, que esta lectura tiende a subrayar
Teoría -/ + Factualidad + 1- Normatividad
las diferencias antes que las similitudes. Es una lectura que acepta Estructura -1 + Distancia objetiva + 1- Complejidad objetiva
ya la constitución de un objeto «jurídico» compuesto por normas
positivas que, ahora sí, pueden ser mejor descritas desde la apertu- Resultado Metafísica del objeto ~ Metafísica del lenguaje
jurídico jurídico
ra de las condiciones de uso de los conceptos. Es decir, en términos
neokantianos, desde el primado de la razón práctica (de los moti-
vos, intenciones, acciones ... ) en el uso del lenguaje jurídico. orgánicas del idealismo de Schelling, Fichte y Hegel, 14 tal vez una
En mi opinión, hay dos líneas de argumentación que podrían lectura interna de sus presupuestos en esta clave ayudara a entender
ser seguidas para sostener que el cambio de actitud de Ihering con- el particular «ascenso a lo concreto» que es tan perceptible en Sa-
serva bastante más de lo que parece de su concepción anterior. vigny y la «realización del derecho» que es tan propia de lhering. 15
La primera línea es de carácter epistemológico y viene relacio- Entre una y otra posición se halla el gradual desplazamiento de la
nada con la dinámica interna de los «métodos» jurídicos (véase el estructura normativa del derecho desde su objeto primigenio (el de-
cuadro 2). recho en el pueblo, materializado en el «espíritu» de su conducta) a
Pese a que la doctrina alemana clásica ha señalado la indepen- su descripción conceptual (el derecho como concepto normativo,
dencia de los «métodos» jurídicos del XIX respecto a las posiciones aplicándose al pueblo como un programa general para su conduc-
ta). Sucede a la metafísica del objeto «jurídico» una metafísica del
13. En 1860 escribía Ihering jocosamente sobre el método propugnado en el
14. Cf. Franz Wieacker, Privatrechts-Geschichte der Neuzeit, Vandenhoeck &
capítulo sobre la técnica: «Quien no entienda hoy de "reconstrucción civilística"
Ruprecht, Gotinga, 1952 (hay trad. cast. de F. Fernández Jardón, Historia del de-
tendrá que ver cómo se las arregla para andar por el mundo, pues la construcción es
recho privado de la Edad Moderna, Aguilar, Madrid, 1957, pp. 341-344); Cf. Karl
para un civilista moderno lo que la crinolina para una dama que se presenta en
Larenz, Metodenlehre der Rechstwissenschaft, Springer Verlag, Berlín, 1960 (hay
sociedad. No sé quién es el padre de esta moda. Sólo sé que hubo quien llegó al
trad. cast. de E. Gimbernat Ordeig: Metodolog(a de la ciencia del derecho, Ariel,
extremo de construir la misma construcción y de dar indicaciones sobre cómo hacer
Barcelona, 1966, pp. 33 y ss.).
esto. Llegó incluso a erigir, para cumplir esta tarea, otro piso sobre el edificio de la
15. Repásese el Beruf. La crítica savigniana de los códigos prusiano, francés y
ciencia jurídica, un piso que en consecuencia se ha llamado «jurisprudencia supe- austríaco se basa en que no llegan a su concepto. Para un botón de muestra, obsér-
rior». En el piso de abajo se realizan las tareas más rústicas; allí la materia prima es vese lo que dice del Landrecht prusiano: «Pero en cuanto a las reglas prácticas que
abatanada, curtida, puesta en adobo, en una palabra, interpretada, para pasar luego son el fin propio de todo código, la consecuencia del carácter aquí descrito es que la
en el piso superior a las manos de los artífices civilistas, quienes la moldean y le dan mayoría de las disposiciones del Código Prusiano no alcanzan la altura de los prin-
forma artística. Encontrada esa forma, la masa inerte se convierte en un ser vivo; cipios rectores generales ni la esencia de lo individual [la cursiva es mía], sino que
mediante algún proceso místico se le insufla vida y aliento, como a la figura de quedan fluctuantes a nlitad del camino de ambos extremos, en tanto que los roma-
arcilla de Prometeo, y el homuncu/us civilístico, esto es, el concepto, deviene fecun- nos poseían ambas cosas en su conexión natural [c. m.]», op. cit., p. 115. En cuanto
do, se aparea con otros de su especie y prolifera», Scherz und Ernst in der Jurispru- a Ihering, él mismo confiesa en el Geist, citando en nota la Rechtsphi/osophie de
denz (1880) (hay trad. cast. de T. A. Banzhaf: Bromas y veras en la ciencia jurfdica. Hegel: «Yo mismo he aprendido más en Hegel, Stahl y Trendelenburg que en una
Ridendo dicere verum, Ed. Civitas, Madrid, 1987, Carta Primera, pp. 41-42). serie de libros puramente prácticos», Libro Il, Título Ill, 42.
20 EL SIGLO XIX ALEMÁN INTRODUCCIÓN 21

lenguaje «jurídico», que es utilizada para construir la «ciencia del La expresión neokantiana no debe esconder aquí la ideología
derecho». del Estado autoritario del II Reich: la organización política reserva-
Si esto es correcto, entonces la asunción neokantiana del «segun- da a un Estado que aún contempla como súbditos a sus ciudadanos.
do» lhering podría verse como una segunda vuelta de tuerca formal
sobre su concepción normativa fundamental. 16 El desarrollo del nor- Sin duda, la reflexión jurídica de los teóricos en lengua alemana
mativismo, explícito en El fin en el derecho (1872) [Der Zweck im del siglo xx puede ser desvinculada de su historia. Sin duda, ahora,
Recht], así parece indicarlo. el modo de entender la «pureza» metodológica kelseniana se halla
La otra línea de argumentación es de carácter filosófico-políti- más próxima del establecimiento de modelos semánticos para estruc-
co, y viene relacionada con el desarrollo de la noción de «Estado de turas lógico-normativas que de su origen en la tradición decimonó-
derecho» [Rechtstaatj.l' nica. Pero merece subrayarse que buena parte de la filosofía del
Aunque pueda parecer sorprendente, esta noción no pertenece derecho contemporánea prosigue, de otro modo, el ideal metódico
al bagaje conceptual de la metodología jurídica, sino al de la filoso- de los juristas de la primera mitad del siglo XIX. Y la cuestión -aho-
fía político-jurídica que recorre el pensamiento germánico hasta la ra como entonces- radica en su función: la manera en que el dis-
obra de Jellinek, Merkl y Kelsen en el primer tercio del siglo xx. curso jurídico se relaciona con postulados de filosofía política -ex-
Para el Ihering del Geist, el desenvolvimiento de la idea del Estado plícitos o implícitos- que orientan y delimitan su ámbito de fun-
y del poder público está entre las «causas» extrañas al derecho que cionamiento.
inciden sobre los motivos de su «realización» (al lado del grado
cultural y moral del pueblo). Pues bien, el «segundo Ihering» con- POMPEU CASANOVAS
serva intacta esta perspectiva que ve la esfera pública como el lugar
natural de «realización» del derecho, y la esfera privada como el
lugar propio de la regulación jurídica -«interior»- cuya forma se
divide a su vez entre un elemento interno (la «norma») y un elemen-
to externo (la «coacción»). 18

16. Cf. R. Orestano, «Diritto.» lncontri e scontri, 11 Mulino, Bolonia, 1981,


p. 388. Orestano sefiala que «relacionismo» y «normativismo» son las vías principa-
les de la especulación neokantiana. La forma lógica del derecho se identifica, sea
con el concepto de «relación jurídica», entendido como desarrollo abstracto de la
categoría de relación, sea con el de «norma», que convierte en «jurídicos» a los
hechos (actos y relaciones) en cuanto que éstos son «subsumidos» en ella.
17. Para el desarrollo de este discurso debe seguirse la filosofía política del
periodo sucesivo a Metternich en la obra de L. von Stein, F. J. Stahl, R. von Gneist y
R. von Mohl, entre otros. Véase E. W. Bi:ickenfi:irde, Gesetz und gesetzgebende Ge-
walt. Von den Anfiingen der deutschen Staatsrechts/ehre bis zur Hohe des staatsrecht-
/inchen Positivismus [1957], Duncker & Humblot, Berlín, 1980, pp. 126-205.
18. «El derecho puede, en mi opinión, definirse exactamente: el conjunto de
normas según las cuales se ejerce en un Estado la coacción. Esta definición encierra
dos elementos: la norma [cursiva del autor] y la realización de ésta por la coacción Der Zweck im Recht (1877) (hay trad. cast.: E/ fin en el derecho, Ed. Heliasta,
[c. a.]. Los estatutos sociales sancionados por la coacción pública constituyen por sí Buenos Aires, 1978, p. 158).
solos el derecho. Como ya hemos visto, el Estado es el soberano detentador de esta El contenido social de esta forma jurídica es típico del pensamiento conserva-
coacción. Las prescripciones revestidas, por él, de esta sanción, son las únicas nor- dor: el papel del Estado «consiste en organizar sus fuerzas de la manera más perfec-
mas jurídicas. En otros términos: el Estado es la única fuente de derecho [c. a.]», ta posible e impedir una amenazadora organización de la fuerza popular» (p. 156).
LA ESCUELA HISTÓRICA DEL DERECHO 23

cioso, ya tomen parte activa en la contienda, ya esperen la solución


como tranquilos espectadores, pues también el espectador tendrá la
ventaja de informarse hoy con más exactitud de aquello que tal vez
se le ocultaba antes de ahora, a saber: a cuál de los dos bandos se
inclina su espíritu, y a quién, por tanto, ha de mirar como compa-
ñero y como contrario.
Una de estas dos escuelas ha sido bastante caracterizada con el
nombre de histórica; para la otra, en cambio, es difícil encontrar
l. LA ESCUELA HISTÓRICA DEL DERECHO un nombre positivo, pues no siendo una sino en su oposición a la
primera, aparece, fuera de esto, con las más diversas y contradicto-
rias formas, y ora se anuncia como filosofía o derecho natural, ora
FRIEDRICH KARL VON SA VIGNY como la sana razón común. A falta, por tanto, de otra expresión,
la llamaremos no histórica. No es posible, sin embargo, compren-
SOBRE EL FIN DE LA REVISTA DE LA ESCUELA HISTÓRICA* der la antítesis entre estas escuelas de juristas mientras no atenda-
mos sino a nuestra ciencia, pues la antítesis de que se trata es com-
pletamente general y más o menos visible en todas las cosas huma-
Lo que determina a los autores de esta Revista a emprender nas, especialmente, sin embargo, en las que atañen a la constitución
su publicación, es el completo acuerdo que entre todos ellos existe y gobierno de los estados.
acerca del modo y forma de considerar y cultivar la ciencia del de- He aquí el problema general: ¿en qué relación está el pasado
recho. De esta convicción común vamos a dar cuenta en el presente con el presente, el devenir con el ser? Y sobre esto, dicen los unos
artículo. que cada edad produce libre y arbitrariamente su vida, su organiza-
Quien reflexione atentamente sobre los métodos y puntos de vis- ción, ya bien y felizmente, ya mal y con escasa fortuna, en la medi-
ta que desde antiguo vienen dominando entre los jurisconsultos ale- da de su inteligencia y fuerza. Pero no es despreciable, aun dentro
manes, hallará que todos ellos pueden agruparse en dos principales de esta manera de considerar la cuestión, el examen del pasado,
clases, como a su vez los jurisconsultos en dos escuelas entre las toda vez que por él puede aprenderse qué resultados ha obtenido
,j
cual~s sólo debe aceptarse una diferencia fundamental,' pudiendo i de su propia conducta: la historia en tal sentido es una colección de
considerarse como relativas las diferencias dentro de cada escuela y 1 ejemplos políticos y morales. Dicho examen, sin embargo, no es
1
c?nciliarse siempre mediante transiciones imperceptibles. La antíte- 1 sino uno de tantos conocimientos auxiliares de que el genio puede
SIS fund~mental se anuncia hoy día con más precisión y rigor que 'l' muy bien prescindir.
en otro tiempo, Y es este un hecho que todos deben estimar benefi- l' Según la teoría de los otros, no se da ninguna existencia huma-
ll na completamente individual y separada: antes bien, aquello que
l puede ser considerado como individual, ha de mirarse, por otra par-
Friedrich_Karl von Savigny, «Über den Zweck dieser Zeitschrift» (1815], en Thi- l te, como miembro de un todo superior. Así, es necesario considerar
baut und Savzgny. lhre programmatischen Schriften, Verlag Franz Vahlen Munich
1973, pp. 231-254. Traducción castellana de R. Atard, «Sobre el fin de la Revistad; t a cada individuo, al mismo tiempo que como tal, como miembro de
! una familia, de un pueblo, de un Estado; cada periodo de la histo-
la Escuela Histórica», en Savigny, Eichhorn, Gierke, Stammler, La Escuela Hist6ri-
ca del Derecho. Documentos para su estudio, Librería General de Victoriano Suárez ria de un pueblo como la continuación y desarrollo de las edades
~a~rid, 1908, pp. 11-27. [Para la biografía de Savigny, véase la nota 3 del text~ pasadas. Cualquiera otra concepción es por lo mismo parcial, y cuan-
sigUiente.] 1
. * Zeitschrift für geschichtliche Rechtswissenschajt (Revista para la Ciencia His- l do se quiere llevar a la vida, falsa y perniciosa. En cambio, según
i
tónca del Derecho), núm. I, tomo I. (N. del t.) ! ésta, cada tiempo no crea de por sí y arbitrariamente su propia vidá,
1

j
24 EL SIGLO XIX ALEMÁN LA ESCUELA HISTÓRICA DEL DERECHO 25

sino que ella se produce en indisoluble comunidad con todo el pa- así han llegado a aquel sentimiento ilusorio según el cual el mundo
sado. Tiene, por lo mismo, en tal caso, cada edad que reconocer en ha comenzado con ellos y con sus opiniones. Se comprenderá que
sí algo dado ya, lo cual es a un tiempo necesario y libre: necesario, esto no llega por lo general en ninguno de ellos a la conciencia,
en cuanto que no depende del arbitrio especial del presente; libre, permaneciendo en la oscura esfera del sentimiento y apareciendo
puesto que no es tampoco impuesto por una voluntad ajena (como tan sólo en aplicaciones completamente particulares; pero aunque
el mandato del Señor a sus esclavos), sino que nace de la esencia esto sea así, puede considerarse como algo más que un puro fenó-
suprema del pueblo, como un todo que deviene y evoluciona conti- meno literario.
nuamente. La edad presente es también un miembro de este todo su- Apliquemos esta exposición general de la antítesis entre los dos
perior, que en él y con él quiere y obra; así que lo que por el todo puntos de vista, histórico y no histórico, a la ciencia del derecho, y
se produce, también puede decirse que es producido libremente por no será difícil determinar el carácter de las dos escuelas antes men-
la parte. No es, pues, ya la historia solamente una colección de cionadas.
ejemplos políticos y morales, sino el único camino para el conoci- La Escuela Histórica admite que la materia del derecho está dada
miento de nuestro propio estado. Quien se encuentra en este punto por todo el pasado de la nación; pero no de una manera arbitraria
de vista, juzga además y por lo mismo la posición contraria. No se y de tal modo que pudiera ser esta o la otra accidentalmente, sino
trata ya de una elección entre lo bueno y lo malo, como si fuese como procediendo de la íntima esencia de la nación misma Y de su
bueno el reconocimiento de algo, malo el rechazarlo, y ambas cosas historia. Después, cada tiempo deberá encaminar su actividad a exa-
igualmente posibles. Por el contrario, es un rigor completamente minar, rejuvenecer y mantener fresca esta materia nacida por obra
imposible el rechazar lo existente (gegebenes), que nos domina de de una necesidad interna.
una manera fatal de suerte que, aunque podamos hacernos ilusiones La escuela no histórica, por el contrario, admite que el derecho
sobre ello, no podemos evitarlo. Quien de tal modo se engaña cre- puede ser creado en cada momento por el arbitrio de las personas
yendo ejercitar su propio especial arbitrio, allí donde sólo es posi- investidas del poder legislativo, con completa independencia del de-
ble aquella libertad común y superior, renuncia en realidad a sus recho de los tiempos pasados y solamente según sus convicciones,
más preciados derechos: es un siervo el que se imagina ser un rey, tal y como las produce el presente momento histórico. Así, esta
cuando podría ser un hombre libre. escuela no puede explicar el que en alguna ocasión no sea todo el
Hubo un tiempo en el cual la separación entre la parte y el todo derecho introducido completamente nuevo y diverso del precedente,
se acometió decididamente y con la mayor confianza en el éxito, no sino porque el legislador fue perezoso en el recto ejercicio de su
sólo la separación entre el presente y un pasado que se tenía en cargo y tuvo, por tanto, necesidad de conservar, aunque con carác-
poco, sino también la del ciudadano y el Estado. Esta última se ha ter de interinidad, como verdaderas para el presente, las opiniones
reconocido, merced a penosas experiencias, como errónea y perni- jurídicas del momento anterior.
ciosa, y si aun ahora hay muchos que la albergan en sus corazones Cualquiera que desee ensayar la aplicación de estos principios a
y quieren realizarla prácticamente, ya no se aventura con facilidad casos particulares, se apercibirá de cuán honda es la oposición entre
en la teoría. Todo lo contrario sucede con aquella otra separación las dos escuelas. La cuestión del poder legislativo y la del judicial,
entre el presente y el pasado, la cual encuentra aún hoy por doquier y especialmente la forma científica de tratar el derecho, todo tiene
públicos y decididos defensores, por más que sea inconsecuente re- un fundamento distinto según una u otra concepción. Realmente no
chazar la una mientras se profesa la otra. La razón por la cual este se da en la práctica una antítesis tan profunda; antes bien, aparecen
egoísmo histórico (que así puede llamarse aquella primera separa- a menudo los frutos de ambas escuelas bastante semejantes entre sí:
ción) se ha conservado durante más tiempo que el otro, está en que esto obedece a que en la realidad se proc~de de ordinario sólo por
muchos, sin darse cuenta de ello ciertamente, confunden su propia la impresión del sentimiento y se prescinde de principios y conse-
concepción personal del orden del mundo con este mismo orden, y cuencias doctrinales.
26 EL SIGLO XIX ALEMÁN
LA ESCUELA HISTÓRICA DEL DERECHO 27
. ~os autores de esta Revista, que con entera convicción son par-
tidanos de la Escuela Histórica, desean promover, mediante su co- veces. Si una revista aspira a facilitar y promover dicho proceso,
~ún emp~esa, el desenvolvimiento y aplicación de los puntos de puede producir muy útiles resultados. Hasta aqu~, pue~,, al hab~ar
d las ventajas de las revistas, lo hacemos en consideraciOn al ob]e-
VIsta de dicha escuela, en parte por sus propios trabajos, y en parte
al ofrecer un punto de unión a las personas que piensen del mismo t~ de sus autores y colaboradores. Pero también en .relación ~on los
modo que ellos. Hoy día, en que, merced a las más preciadas fuer- lectores, puede ser muy provechosa la .forma. de re:Ista: La l~tera!u­
zas, se han salvado los supremos intereses de la nación es cuando ra de una nación no se da ni permaneciendo mmóvd.' m mamfestan-
p~opia~ente pu.ede acometerse tal empresa con lozanas ~speranzas. dose parcial y exclusivamente en libros y autores ruslados~ antes al
NI hubiera podido resultar en estos últimos tristes años de cuales- contrario, se produce y anima continuamente po~ l~s sabios todos
quiera investigaciones históricas, en especial las relativas a nuestra en comunidad y mutua acción y reacción con el publi.c~, "! cr~o que
pa~ria, si.no un sentimiento tan desgarrador como nuevo y fresco es cualquier persona práctica en estas cuestiones se apercibira fácilmen-
el mcent~vo q~e ~oy día han recibido. Y por eso se alegrarían los te de ello, aun allí donde se ofrece una mayor dificultad, a saber,
autores SI consigUiesen dar al examen histórico del derecho nacional en la época presente y en nuestra propia naci~n. Au? para aquellos
un nuevo impulso. Precisamente hay todavía aquí ricos tesoros ocul- que no pueden mirar las cosas a tanta profundidad, tiene acaso .gran
tos Y tan desconocidos, que los impugnadores de la Escuela Históri- interés que se facilite a la vista de todos a~uel pro~es? de las Ideas
ca dirigen de ordinario toda su enemistad contra el cultivo laborio- a que antes nos referíamos, y el papel de mtermedia.no puede mu"!
so de la historia del derecho romano, pasando, en cambio, sobre la bien desempeñarlo una revista, pues ella, por la mamfiesta comum-
del g~rmano ~n silencio y como si no existiese, aunque es seguro dad de ideas de sus autores y colaboradores y p~r su fr.ecuent~, Y
que SI presumiesen su estudio lo mirarían con tanta cuando no con parcial aparición, está en condiciones de producir una nnpresiOn
más aversión. más viva que los libros especiales.
. Las reflexio~e~ que preceden bastan para explicar que nos deter- He aquí por qué parece que una revista, si ~e. evita el abuso
mmemos a escnbir en cualquier forma en este orden de ideas· no anteriormente aludido, puede prestar buenos servicios, sobre todo
obsta?te, la for.ma de revista que hemos adoptado, requiere al~una en relación con el público estudioso, y por esta causa los autores
especial aclaración. han encontrado, en su vocación especial por la enseñanza, un nue-
Semejantes formas, pasajeras y transitorias, de la literatura, no vo estímulo para la realización de su intento.
P.~recen gozar ahora en Alemania de aquella extraordinaria acepta- Sin embargo, es de doble importancia en una empresa q~e, como
~Ion de que no ha mucho disfrutaban. Y es indiscutible que una su misnio nombre indica, está más en relación que cualqUiera. otra
literatura f~rmada principalmente por ellas, no está ya en boga. Lo con su tiempo, la justa estimación del presente y de las relaciOnes
que en realidad se considera digno de estima es el desarrollo del de su literatura con la de las pasadas edades.
pensami.ent~ en las sólidas formas de un gran conjunto, es decir, lo Se presumirá fácilmente cuán distantes están los autores de aquel
que ordmariamente llamamos libros. Ahora bien: al ofrecer las re- punto de vista según el cual hay que disipar, én el concepto de la
vistas ocasión frecuente de comunicar los pensamientos aún no ela- ciencia jurídica del día, la oscura noche dominante hasta ahora;
b?:ados Y sól~ como en bosquejo, lo cual siempre es más cómodo, defienden, por el contrario, la concepción histórica de aquella escue-
dificultan en c1ert~ modo el que se publiquen buenas obras comple- la de que más arriba han hecho profesión. Pero existe, por otr~
tas, Y en este sentido podría calificárselas con razón de un estorbo parte, una ciega y tan excesiva estimación del. ~asado, que ~s casi
para la formación de los libros (Bücherableiter). No obstante, usa- más peligrosa que aquella otra frívola presuncion, pues mutila por
das de una manera prudente pueden producir efectos beneficiosos. completo las fuerzas del presente; y de aquí que tampoco, d~ba apo-
El paso del estado de ideas aisladas a los completos y buenos libros yarla el sentido histórico, si es que ha .de llevarse .a la practica Y no
se verifica sucesivamente y es, por tanto, muy lento las más de la~ tan sólo en los labios. Así, se ha afrrmado recientemente que el
derecho romano es el principal y más importante que se ha descu-
28 EL SIGLO XIX ALEMÁN
LA ESCUELA HISTÓRICA DEL DERECHO 29
bierto, Y que el mérito de los modernos consiste más bien en la
y digno de alabanza es que los jóvenes arrojen a los viejos de sus
elección entre las opiniones y teorías reunidas ya, y a lo sumo en nidos, pues deben superarlos en todo momento en ciencia y destreza,
haberlas apoyado con nuevas razones, que, sin embargo, están las vigor y entusiasmo, y crecer como crece un haya joven que con su
más de las veces inspiradas en las de los antiguos. 1 Si así fuese la engrandecimiento disputa su gloria a las viejas hayas.
ocupación en un oficio mecánico, donde nunca faltará ciertame~te
o~asión para propias y nuevas creaciones, nos parecería mucho más He aquí las convicciones y la finalidad con que hemos empren-
digna de un hombre de talento que nuestra ciencia. Afortunadamen- dido esta Revista. Su contenido, en especial, ha sido anunciado ya
t~ ~~ es así. ~o puede en verdad desconocerse la importancia de los en los avisos de los libreros en la forma siguiente:
CIVIlistas del siglo XVI, aludidos por aquella afirmación, y acaso se 1. Ensayos sobre todas las partes de la ciencia positiva del de-
ofrezcan en est~ Revista múltiples ocasiones de proclamar la gloria recho, preferentemente, sin embargo, sobre el derecho romano Y el
de ~quel gran tiempo. Nacía entonces la aplicación de la historia y germano. En armonía con el propio fin de esta Revista, sólo se
la filología a nuestra ciencia; a cada paso se descubrían nuevas fuen- publicarán trabajos cuyo objeto corresponda en general al punto de
tes, Y donde qu~era que se v?lviese la vista podía hacerse surgir, con vista científico, y en especial al histórico. Los artículos de carácter
ayuda de los recientes conocimientos, un conjunto de relaciones nun- meraménte práctico quedan excluidos.
~a so~pech~do Y cada vez más rico. Esto produjo un sentimiento 2. Fuentes del derecho. Bajo este epígrafe se comprenden aque-
JUVeml Y VIgoroso de confianza en las propias fuerzas, robustecido llas fuentes jurídicas
Y el~va~~ por 1~ creencia ilusoria, pero muy natural, de que la in- a) que o no han sido impresas o lo han sido viciosa e incom-
vesti~acw?. p~di~ ,contin~ar y continuaría en la misma medida y pletamente, o sólo en muy raros libros;
con Igual Ihmitacwn; y asi, al lado de los grandes tesoros realmente b) que puedan publicarse en dos o tres entregas, sin limitar
encontrados, existía el presentimiento de una futura e inmensa ri- mucho el restante contenido de cada una de éstas;
qu~za, c~~o la que acas.o pudiera proporcionar la posesión de una e) que tengan un interés científico inmediato.
vanta magica. Nuestro tiempo no se parece a aquél ni en esto ni en Dichas fuentes irán siempre acompañadas de una introducción
lo extenso,de la ~r~dición, y de.aq~í.que concedamos de buena gana que explique su significación histórica y científica; y .cuando se con-
que hoy dta los JUrisconsultos, Individualmente considerados no al- ceptúe necesario, de una traducción y notas aclaratorias.
canzarán _jamás el esplendor personal de aquellos grandes hdmbres. 3. Misceláneas. Bajo este epígrafe se publicarán:
Pero la VIda no se ha detenido, y a causa de la acción universal del a) noticias literarias de libros o manuscritos útiles, raros o poco
tiempo, son posibles ahora cosas en que el siglo XVI no pudo siquie- conocidos,
ra pensar. En general, la relación de una era literaria con el pasado, b) trabajos auxiliares para biografías jurídicas e historia de los
se parece mucho a la que debe unir a un hombre de buena voluntad institutos de enseñanza;
co~ ~us co?temporáneos: reconoce con gusto el mérito ajeno y tiene e) observaciones críticas sobre algunos textos de fuentes jurídi-
espmtu abierto y entusia~ta adm~ra~ión para toda obra grande, pero cas que ofrezcan interés y aclaraciones de los pasajes difíciles;
con ~? seguro y tranqmlo sentimiento de la propia vocación. Es r1) artículos cortos dirigidos a promover investigaciones sobre
tambien mucha verdad, respecto de las edades todas, lo que de una puntos concretos.
manera muy hermosa dice Paracelso acerca de las relaciones entre 4. Recensiones críticas, bien que con una severa elección.
el alumno y el maestro:
La mayor parte de lo dicho resulta claro de por sí; juzgamos,
sin embargo, necesarias las aclaraciones siguientes:
La cualidad superior y más loable en un discípulo, es que perma- Los ensayos o estudios forman, como es natural, el principal
nezca blando. como la cera hasta que su disciplina le proporcione objeto de esta empresa. Están destinados a servir a la parte científi-
fuertes Y crecidas aJas, y que entonces escape a la palmeta. Honroso
ca, y en especial a la histórica del derecho, donde puede ser lo pre-
30
EL SIGLO XIX ALEMÁN
LA ESCUELA HISTÓRICA DEL DERECHO 31
dominante o el método o la investigación de los hechos. De aquí
d" has fuentes. Entre los
que lo que corresponde al llamado fin práctico, o sea la manera tuviesen la fortuna de enc~;~r~~~e::~~~e~ci: en este caso los que
inmediata y mecánica de facilitar la administración de justicia, la documentos, .se co~pren a la historia del derecho patrio. .
judicatura o la abogacía, caiga fuera del plan de esta Revista. Los pudieran ser mstructivos par . e a las recensiones tenemos cuan-
autores, sin embargo, serían muy mal comprendidos si se creyese Finalmente, por lo que conciern d"da que vaya aparecien-
1 · t "ón de dar cuenta a me I
que sólo entran en su plan aquellos trabajos que, dada la división do menos . a m enci. ,d. toda Sóio serán objeto de crítica aque-
corriente de los estudios jurídicos, caen dentro de la historia del do, de la literatura JUfl rca . ., los autores de decir algo
derecho; antes al contrario, pertenecen también a nuestro objeto la llas ~bras es~ecia~es que ~!r~~~:~a~c;~~on aaun con tal limitación, no
dogmática y la interpretación en cuanto se consideran en un sentido propio Y de mteres p~ra . t de utilidad esta parte de nuestras
histórico, de suerte que, en general, no es por el objeto, sino por el creemos- totalme.nte .esprovis ~ arecen por doquier buenas Y fun-
punto de vista y manera de tratarlo, como puede reconocerse si un tareas; porque SI ~s Cier~o q~e Pde derecho, sin embargo, la crítica
trabajo corresponde o es extraño al fin de nuestra Revista. Del mis- damentales recensiOnes e o ras cho a la fortuna, que,
mo modo, están muy lejos los autores de excluir en general de sus jurídica consid~r.adad elnpgoeenteara~<Ps:tp:r=~~r~~ muchedumbre, Y tan
ún la expresiOn e ' 1 1

~::~~::,~o~:~~~~~:~:;.:~~~::;. ~á~~f:~~~c~~Eii fu!o:~


trabajos cualquier aspecto práctico, cual si por su espíritu fuesen
opuestas la vocación del jurista práctico y la del científico. No es
así: sólo entre lo histórico y lo no histórico domina una antítesis
absoluta, pues las cuestiones prácticas pueden tratarse con el más tuna causa mue as vec f ·a la vida al que no la merece.
delicado sentido científico, al modo como en las respuestas de los crítica otorga con I_llayor recuenci . sta considerará de seguro ni
jurisconsultos romanos, la consideración práctica y la histórica apa- Despué~ de e~t~, nmg~na p:r~~~:~~ores de esta Revista, cuando
recen igualmente dignas de admiración. El triunfo de la investiga-
pretenden m. Jac~anc~~s~: mayor
presumidosd.Istmgmrse . parte de los críticos por su juicio
ción histórica se logra cuando lo investigado se muestra a la simple
e inmediata contemplación, como algo que subsiste y vive con no- sensato Y libre de ?reocupaciOPn;~~eter nada acerca de la frecuencia
sotros, y precisamente entonces es cuando ambos puntos de vista, No podemos m queremos · · p omete
bl" ará esta Revista, ni sobre su duraciOn. ~ -
histórico y práctico, se compenetran por completo. Pero no siempre con que se pu IC , con más ni menos frecuencia de lo
se logra investigar la historia con este espíritu, y el propósito de no
trabajar a más bajo precio lleva de modo inevitable a una considera-
m os ~a~i:~~oq~: t~~b:r::~~e~~ustoY verdadero amor a la materia,
que, . p d re mucho o dure poco, no po-
ción completamente superficial de las cosas, en una vana pretensión pueda ~atural~ente ocuhrnr. aepr~ta~o nunca de su verdadero fin.
drá decir nadie que se aya -
de espíritu mucho más infructuosa que el anhelo opuesto, comple-
tamente material. «No he encontrado en general -dice Goethe-
arrogancia más perniciosa que la del que pretende llegar al espíritu
NOTA
cuando la letra no es aún para él familiar y clara.» Las cualidades
que más son de desear en un investigador cualquiera, las forman, l. 'ahrbuch, Heidelberg, 1815 (Anales de Heidelberg), cuaderno 2. o' pp. liO
JI
por una parte, la severidad, esto es, que aspire a penetrar hasta el y 157.
fondo de las cosas; por otra parte, la más sincera modestia.
Todos convendrán en que el dar a conocer fuentes no impresas
aún, es el primero de los servicios que pueden prestarse a la ciencia
histórica. Pero este servicio depende de raras y dichosas casualida-
des. Invitamos, pues, a todos los amantes de nuestra ciencia a que
remitan, aun sin especial exhortación de los autores, todo lo que
32 EL SIGLO XIX ALEMÁN LA ESCUELA HISTÓRICA DEL DERECHO 33

tancia, todo lo que aquí tengo que decir, me he determinado a re-


RUDOLF VON lHERING* producirlo sin variantes. Sólo he añadido dos observaciones, que
no me pertenecen a mí, sino a Arndts, de Viena; son tomadas de la
SAVIGNY excelente disertación con que este sabio, discípulo de Savigny, inau-
guró en forma tan digna el acto conmemorativo en honor de éste,
dispuesto en la Facultad de la mencionada ciudad. 2
La desaparición de la «estrella más brillante» que haya podido
ostentar la jurisprudencia alemana, es un acontecimiento que me Acabo de enterarme por su periódico que Savigny murió el 25 de
impulsa a dejar constancia de él en estos Anales. Cuando me llegó octubre en Berlín, noticia ésta que aun cuando desde hace años po-
la noticia escribí un artículo bajo la primera impresión, el que des- día esperarse, y a pesar de que Savigny desde el último decenio fi-
tiné, por las relaciones que este acontecimiento tenía con la vecina guraba entre las grandes figuras desaparecidas de la ciencia, en to-
ciudad ~e Frankfurt del Main, la ciudad natal de Savigny, a un diario dos los círculos que se encuentran en situación de apreciar todo lo
que alh aparece. 1 Como ya entonces había dispuesto dedicar tam- que la jurisprudencia actual le debe, no dejará de causar honda im-
bién al ilustre desaparecido un homenaje en estos Anales, me con- presión. En él como en ningún otro se encarnaba la historia de la
vencí al proyectarlo, de lo difícil que es ocuparse de un mismo tema jurisprudencia desde los comienzos de nuestro siglo, y con el trans-
dos veces en un tiempo breve, y como aquel artículo contiene, en sus- curso del tiempo cuando el brillo de muchos de los hombres, que
aún aparecen ante nosotros como grandes, haya empalidecido, el
Rudolf von Ihering, «F. K. von Savigny, Gesammelte Aufsiitze aus den Jahrbü- suyo resplandecerá aún más, y toda la época de la ciencia que co-
chern für die Dogmatik des heutigen romischen und deutschen Privatrechts Band 2
Scientia Verlag, Aalen, 1969, pp. 1-21. Traducción castellana de Norberto G~rostiaga: mienza con él, como todo lo que otros han realizado y logrado,
en Revista de Ciencias Sociales, n. 0 25: «Savigny y la ciencia del derecho>>, publicado girará alrededor de su nombre y le será atribuido como mérito indi-
por .la F~.cultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Valparafso, bajo recto. Por esa razón el25 de octubre de 1861 es para la jurispruden-
la direcc10n de A. Squella, Valparafso, Chile, 1979, pp. 67-82. Este articulo fue publica- cia un día histórico como ningún otro, y si él no deja desvanecer
do originalmente en Jahrbücher für die Dogmatik des heutigen romischen und deutschen
Privatrechts, V, 1861, pp. 351 y ss. La primera edición castellana de este artículo apa-
toda esperanza, si no mata en germen un porvenir brillante como
reció en el volumen Tres vidas· ilustres: Hugo, Savigny, Jhering, Resurgimiento del ocurrió el 8 de enero- de 1846, día de la muerte de Puchta, sino
derecho alemán, Depalma, Buenos Aires, 1915, pp. 83-113. (N. de los eds.) que se limita a poner fin a un pasado glorioso, a voltear un ár-
* Rudolf von Ihering [1818-1892] nació en Aurich, Frisia Occidental, y falle- bol que desde años no daba frutos, este árbol ha dado, no obstan-
ció en Gotinga. Su vida constituye el prototipo de una vida de jurista académico
dedicada a la investigación. Fue discípulo de Savigny y Stahl en la Universidad de
te, muchos de ellos y, a pesar de estar deshojado, conserva un as-
Berlín, donde ejerció como Privatdozent de Derecho romano. Ocupó la cátedra su- pecto majestuoso y se yergue dominando a los demás árboles del
cesivamente de las universidades de Basilea, Rostock, Kiel, Giessen, Viena y, desde bosque, y se lo ve y conoce desde más allá de las fronteras de la
1872 hasta su muerte, de Gotinga. patria alemana, de tal modo que la noticia de su caída provocará en
. ~u amplia obra suele dividirse en dos etapas: la primera, en la cual constituye el todos; los que contemplaron su grandeza, una grave emoción, y en
mas unportante representante de la denominada jurisprudencia de conceptos. La pro-
fundidad Y sutileza de sus análisis, que establecen los fundamentos de la dogmática aquellos que conocen todo lo que directa o indirectamente le deben,
jurídica contemporánea, quedan reflejados en diversas obras, entre las que destaca Geist despertará sentimientos de gratitud. Séame permitido expresar esta
des romischen Rechts (1852-1865) [El espíritu del derecho romano]. En la segunda eta- emoción. Ciertamente nada se presta más para ello que un periódi-
pa, se convierte en un critico -mordaz, en ocasiones- de la jurisprudencia de concep- co de Frankfurt, pues fue Frankfurt que dio el año 1779 este gran
tos Y contempla el derecho desde una perspectiva realista: como un instrumento añadi-
do por los hombres a la realidad social para conseguir determinados fines. Dicha con-
hombre a la nación alemana, treinta años después de haber nacido
cepción se refleja en sus obras: Der Kampf uns Rechts (1872) (La lucha por el dere- Goethe dentro de sus murallas. Para la historia de la jurisprudencia
cho], Der Zweck im Recht (1877) [El fin en el derecho] y Scherz und Ernst in der este nombre no pesa menos que el de Goethe para la de la poesía y
Jurisprudenz (1884) [Bromas y veras en la ciencia jurídica]. (N. de los eds.) de la literatura alemanas, pudiendo uno imaginarse que el destino
3.- CASANOVAS
34 EL SIGLO XIX ALEMÁN LA ESCUELA HISTÓRICA DEL DERECHO 35

quiso moldear al uno sobre el otro; tan exactamente paralelos son forma de citas, sirve de ayuda, progresando con vigor el culto de
sus destinos respectivos. Sólo pocos meses faltan para que el térmi- las autoridades. ¿Quién puede esperar encontrar gusto o placer en
no que la naturaleza puso a su existencia material hubiera sido el una ciencia semejante? Ello explica que espíritus como el de Goe-
mismo. the, le volvieran pronto las espaldas con aversión. Fue una suerte
Era una época desolada cuando Friedrich Karl von Savigny 3 para nuestra ciencia que Savigny no siguiera su ejemplo.
vio la luz del mundo y del mismo modo que en la cuna de Goethe, El espíritu de Savigny como el de aquél había madurado siendo
en la suya hicieron guardia los duendes de lo vulgar, de lo estúpido, muy joven. Después de haber obtenido en 1800, en Marburgo, el
de la impureza del lenguaje, del dogmatismo sectario, manifestacio- grado de doctor, fue designado profesor, en plena juventud, a los
nes todas ellas que caracterizaban los hábitos espirituales del siglo 21 años de edad, en la Facultad de aquella ciudad; el reconocimien-
pasado, sólo que siguiendo los usos de la jurisprudencia, provistos to a sus méritos no se hizo esperar, siendo designado profesor ex-
de amplias trenzas. Pero, no se presentaron a las dos cunas, como traordinario. Tres años después publicó la obra mencionada más
solían hacerlo a las de los hombres comunes, para paralizar, con el arriba, sobre la que volveremos ahora. Esta obra puede ser señala-
soplo del tedio, a la joven fuerza que surgía, y a depositar en ella, da como la piedra angular de la época actual de la jurisprudencia y,
como ofrenda, su trenza y su peluca, sino a señalarles los enemigos a pesar de ser la obra de un principiante, contiene en germen todo
que los dos con sus manos fuertes y juveniles abatirían un día. Am- lo que más tarde pudo ser realizado y realizaron, tanto el mismo
bos contaban 24 años cuando dieron el primer golpe, que bastó Savigny como otros escritores, para lograr la regeneración de la ju-
para herir en el corazón a aquellos monstruos; con uno, ello suce- risprudencia: un animoso y juvenil entusiasmo para sacudir el peso
dió en la figura de Von Goetz y Werther, y con el otro en «El inútil de las divisiones tradicionales, de las definiciones, de las re-
derecho de la posesión» (Marburgo, 1803); en ambos casos, apar- glas, de las expresiones técnicas, secundado por un ardor, una pe-
tándose de lo tradicional y de los prejuicios dominantes: en el uno netración y una delicadeza en la crítica de sus predecesores, de la
con el retorno a la naturaleza y en el otro -en cierto sentido po- que hasta entonces nadie, con excepción de Hugo, había podido
dría también hablarse con respecto a él de un retorno a la naturale- jactarse; el uso independiente, libre de prejuicios, de las fuentes,
za- con el retorno al método científico genuino de los jurisconsul- pero, ante todo, la aptitud de seguir a través de los caminos más
tos romanos. ¡Cómo se habían dejado obstruir y secar, en aquella enmarañados, a los juristas romanos, y de describir, partiendo de
época, las fuentes de donde siempre emana fresco e inagotable el puntos aislados y de indicaciones fugitivas, las líneas originales y
espíritu jurídico! -el iniciado comprenderá que me refiero a la li- las ideas fundamentales de la teoría, de hacer revivir el pensamiento
teratura de los juristas romanos, recopilada en la colección de leyes romano, reconstruir la construcción romana, en una palabra, evo-
de Justiniano-, ¡cuán turbia estaba el agua que se iba a tomar allí, car de nuevo el espíritu de la jurisprudencia romana y captar la
para satisfacer las necesidades más inmediatas de la vida! Lo que inteligencia íntima de su obra; todo ello en un lenguaje del que aun
un día llegó al mundo como creación libre del pensamiento jurídi- un no jurista hubiera podido servirse para resultar atrayente. Tales
co, encontrado en un camino que hubiera permitido a cualquier pen- son los rasgos particulares que singularizan a esta obra. A pesar de
sador que lo recorriera hallarlo, había asumido el carácter de una que su tema pertenece al estilo dogmático, contiene, no obstante, al
disposición legislativa positiva; el pensamiento jurídico, tal cual se mismo tiempo, una contribución histórica en la doble acepción de
encuentra contenido objetivamente en las decisiones de los juristas la palabra -pudo ser escrita solamente por quien había sabido ais-
romanos, se presentaba petrificado y osificado en decisiones indivi- larse de las ideas de la época, sumergiéndose en las de los juristas
duales, aislado en las «leyes y fragmentos» del Corpus Juris, para romanos, y aquel que había sabido realizar esa tarea como ningún
terminar, de ese modo, por hacer innecesario el propio pensamien- otro debió tener conciencia de la necesidad de los estudios históri-
to, en lugar de fomentarlo. Como en todas partes, también allí don- cos. Savigny confirmó de manera enérgica este convencimiento, de-
de falta el propio pensamiento, el llamado al pensamiento ajeno en dicando los años próximos a un viaje científico -la contrapartida
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del viaje de Goethe a Italia-, viaje que tuvo por objeto la compul- se dictaba. Pasamos por alto las distinciones y homenajes de que
sa de las bibliotecas, especialmente para el estudio del derecho ro- fue objeto, porque somos de la opinión que más que a él honraron
mano en la Edad Media, cuyos valiosos resultados expusiera más a quienes los tributaron, para aplicar nuestra atención a su labor
tarde (1815-1831) en su Historia del derecho romano en la Edad científica cumplida hasta el año 1842 exclusive.
Media, formada por seis volúmenes. En realidad la historia del de- El año 1814 brindó a Savigny la oportunidad de producir un
recho tomaba más bien la forma de una historia literaria del dere- escrito de circunstancias, que provocó un efecto que quizá sea úni-
cho, pero sea cual fuere la denominación que se dé a esta obra, su co en la historia. La liberación del yugo exterior del dominio fran-
valor no sufre por ello ningún desmedro, pues una serie de descu- cés, había estimulado en muchos espíritus la idea paralela de que
brimientos, tan novedosos como importantes, sobre la continuidad también podía ser sacudido el yugo interno que bajo la forma del
del derecho romano en los países del Imperio romano occidental, derecho romano habíamos aceptado en otro tiempo y que en mu-
sobre las universidades, sobre la historia literaria de la Edad Media, chas partes de Alemania se conservaba y se conserva aún hoy día.
etc., le aseguran para siempre uno de los primeros lugares en la Entre otros, especialmente Thibaut, de Heidelberg, había dado a
literatura de la historia del derecho posromano. La historia del de- este anhelo una expresión calurosa y elocuente. No era tarea fácil
recho romano, por el contrario, no ha gozado del mismo favor de oponerse a este sentimiento, apoyado por la gravitación del pasado
una elaboración de conjunto de esa especie; debió conformarse con y por el patriotismo exaltado, sostenido tanto en nombre de la na-
una serie de monografías aisladas, alguna de ellas trascendentales, cionalidad como de las conveniencias prácticas, porque ello impor-
que se publicaron originariamente, en parte en la colección (Abhand- taba renunciar, para siempre, a una verdadera popularidad. Savigny
lungen) de la Academia de Ciencias de Berlín, en parte en la Revis- dio este paso en su escrito «De la vocación de nuestro tiempo para
ta para la historia de la ciencia del derecho, fundada por él mismo la legislación y la ciencia del derecho». Sería rendir un homenaje
en unión de Eichhorn y Goeschen, y que más tarde (1850) fueron excesivo a las fuerzas que en aquel momento regían los destinos de
reunidas en sus Misceláneas (Vermischte Schrijten). Este fenómeno Alemania, si se aceptara que Savigny hizo, de alguna manera, abor-
siempre me llamó la atención, porque ¿de quién más precisamente tar la idea de una legislación nacional; desde este punto de vista su
podía esperarse una historia del derecho romano, sino de Savigny, escrito no era necesario y un adversario de esa idea hubiera encon-
el fundador de la Escuela Histórica? Fue su buen sentido quien lo trado en la sola palabra, Dieta Federal (Bundestag), un apoyo· más
disuadió de cultivar un terreno, en el cual tan a menudo se oponían fuerte que en todos los fundamentos extraídos por Savigny de las
al espíritu de investigación obstáculos invencibles y en el que tantas profundidades de la ciencia. Por cierto, una denominación podemos
veces debía quedar librada a la hipótesis la tarea de llenar los vacíos dársela en realidad, la que asegura al escrito, a pesar de su carácter
del saber. Al progreso de la historia del derecho romano, no contri- circunstancial, su significación imperecedera: él ha llegado a consti-
buyó, por cierto, la circunstancia de que Savigny abandonara a otros tuir el programa de la Escuela Histórica. Permítaseme algunas pa-
este terreno. Si él hubiera empuñado con firmeza el arado, los car- labras todavía, sobre la significación pasajera del escrito. Savigny
dos Y la maleza no se hubieran propagado. Hay menos motivos es de la opinión que la época no posee aún la madurez necesaria
para lamentarse por el hecho de que Savigny observó la misma re- para la redacción de un Código y previene contra las consecuencias
serva con respecto a la crítica de las fuentes, y que se preocupara necesarias de una extemporánea fijación y codificación del derecho.
con tanto empeño en dejar librada a otros la publicación de las Menos de treinta años después, Savigny era ministro de Legislación
mismas. en Berlín. ¿Los tiempos habían madurado o Savigny no se había
Al término de su viaje a Italia, el año 1808, Savigny acudió a mantenido leal a sus convicciones? Por cierto, Savigny estaba auto-
un llamado de Landshut, yendo dos años más tarde a la Universi- rizado para no colocar muy alta la concepción científica, difundida
dad de Berlín, que recién había sido fundada, para exaltar al primer en conjunto por los juristas de la época, y la justa apreciación de su
plano, dentro de Alemania, la cátedra de derecho romano que allí propio valer lo autorizaba a decirse que la época debía aprender de
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él, no sólo en aspectos aislados, sino de la generalidad de sus opi- 1 ta, a título de concepción histórica, a la concepción racionalista do-
niones y de su cultura. Pero al emplear como medida la cultura minante hasta entonces. Mientras esta última sólo descubre en el
científica para determinar la vocación legislativa, Savigny probaba, 1 derecho un producto de la ciencia legislativa, una obra de la reflexión
en mi opinión, por más paradójico que pueda parecer a muchos, y de las ideas, que considera que cada derecho debe ser medido de
que el mismo Savigny interpretaba la vocación del legislador, de acuerdo a la conveniencia y a la perfección, desconociendo a la na-
una manera para la cual no faltan ejemplos en la historia, pero que 1 cionalidad como factor autorizado frente al objeto absoluto que debe
la historia misma se encarga de desmentir. Si es posible que el Có- ser aspirado por todos, en cambio la historia enseña que los dere-
digo, como Justiniano lo creyó necesario en su tiempo -y su ejem-
plo muchos lo han seguido, hasta el Landrecht prusiano-, hace
1 chos no fueron creados, sino que se formaron, que surgen, como el
lenguaje y las costumbres, de lo más profundo de la vida y del pen-
superflua la ciencia y si el legislador será, al mismo tiempo, profe-
1 samiento del pueblo, sin la intervención de la razón ni del conoci-
sor y el Código compendio, en tal caso Savigny tuvo plena razón, miento; que no es la legislación sino el derecho consuetudinario la
cuando protestó en contra de que la ciencia de su tiempo podía fuente originaria del derecho y que la idea de la nacionalidad para
participar de ese honor. Pero, cuando los Códigos se limitan a ser este derecho no sólo es simplemente justificada, sino que no puede
Códigos efectivos, dejando al César lo que es del César y a la cien- ser separada del fenómeno histórico del derecho. De qué manera se
cia lo que a ella le pertenece, entonces, como nos enseñan la histo~ concilia, no obstante, con esta idea de la popularidad del derecho,
ria de las XII Tablas en Roma y la ordenanza de los tribunales del la dominación de los juristas y la recepción del derecho romano
crimen (peinliche Halsgerichtsordnung) del emperador Carlos V, no -fenómenos ambos de la época en que la participación inmediata
se requiere una cultura científica tan alta para hacer un Código útil, del pueblo en la generación del derecho había sido perdida por com-
porque todo lo que pertenece a la teoría pura queda excluido. Una pleto-, todo esto y muchas otras cosas más las debo pasar por
época que siente la necesidad de reorganizar su estado jurídico o alto, para que este artículo no tarde en llegar a vuestras manos.
solamente la de codificar su derecho y que no obstante ello se cruza Si bien con anterioridad a Savigny, voces aisladas se hicieron
de brazos, por no considerarse, científicamente, lo suficiente madu- oír que exteriorizaban ideas análogas, fue, sin embargo, su mérito
ra, no reconoce su pobreza, sino que atestigua un exceso de espíritu haberlas reunido, por primera vez, en una concepción científica fun-
científico, extendiendo no un certificado de indigencia científica sino damental, brindándolas a la ciencia, en una forma de aspecto ma-
de indigencia moral. ravilloso, claro, transparente y bello, que no ha contribuido poco,
Cualquiera que sea lo que se piense al respecto, ello no afecta por cierto, a su rápida victoria. Sobre la base de esta concepción y
en nada la significación duradera del escrito mencionado y sólo para con el propósito de llevarla a las diversas esferas del derecho, fundó
caracterizar a Savigny es de interés y reviste importancia conocer Savigny en 1815, junto con los germanistas Eichhorn y Goeschen,
cómo actuó frente a aquella cuestión planteada en su época. El tema un órgano propio, la Revista para la Ciencia Histórica del Derecho,
resulta para nosotros, por el paralelo que hemos establecido entre e invitó a todos los que participan del mismo punto de vista funda-
Savigny Y Goethe, doblemente interesante, pues ¿quién no reconoce mental, como partidarios de la Escuela Histódca, a luchar contra
en él un rasgo que recuerda a Goethe, traducido en la fría objetivi- sus adversarios. De estos últimos trazó un cuadro que debía hacer
dad con que supo colocarse sobre su época y substraerse, como si cruzada contra ellos, tan fácil como inútil, porque para encontrar
fuera un extraño y no tuviera ningún interés, a la corriente del en- los originales era necesario remitirse al siglo pasado. No podía este
tusiasmo nacional? La significación duradera de aquel veredicto des- ataque, que iba dirigido contra la mayor parte de los representan-
cansa en el conjunto de las ideas generales que Savigny consideró tes, que aún vivían de la ciencia de entonces, dejar de provocar una
necesario movilizar contra sus adversarios: una teoría sobre la natu- no pequeña contrariedad e irritación, semejante -seguimos soste-
raleza histórica del derecho, unida a un bosquejo de los factores niendo también aquí nuestro paralelo con Goethe- a aquella que
más importantes para la historia de la evolución del derecho, opues- en otro tiempo emprendiera este último, junto con Schiller, en for-
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ma de epigramas (Xenien), contra sus contemporáneos. La lucha vestigaciones parciales de carácter histórico-jurídicas, que no reci-
acusaba, ya en sus comienzos, carácter desagradable, porque para bieron, de ninguna manera, la influencia de aquella concepción.
poder ser iniciada requería la tirantez y el aguzamiento de la oposi- Por este motivo no puede negarse el valor de las últimas inves-
ción, aumentando su impulso con el transcurso del tiempo, porque, tigaciones, ni el mérito de la Escuéla Histórica, sino que, por el
como sucede en toda lucha de partidos, se entremezclaban difama- contrario, debe reconocerse que bajo la influencia de la orientación
ciones, calumnias y prejuicios de toda clase, llegando el penoso con- que estamos acostumbrados a desi~nar bajo su nombre, ~~iciada
traste creado a suscitar el peligro de que degenerara en cuestiones por Hugo en Gotinga, antes de Savigny, pero a la que recien este
personales, hasta el punto de que bastaba encontrarse lejos de Sa- último dio preponderancia, bajo esta influencia, digo yo, ha logra-
vigny, ya sea personal o literalmente, para ser considerado como su do la jurisprudencia, en el transcurso de 50 años, una autoridad
adversario, o de estar cerca de él para que se lo reputara como completamente distinta, experimentando una transformación com-
adherente a la Escuela Histórica. Sobre esta lucha partidaria poco pleta, como difícilmente puede haberse operado en tan corto espa-
elogiable, tiendo aquí un velo; no obstante, no debo omitir hacer cio de tiempo en la historia de la jurisprudencia. Se me dispensará
un llamado, respecto a la «Escuela Histórica» y la Revista para la de exponer en qué consiste el mismo; me alejaría demasiado de Sa-
Ciencia Histórica del Derecho (Zeitschrift für geschichtliche Rechts- vigny, y cada jurista puede o al menos deberá saber contestar esta
wissenschaft), sobre una particularidad que se repite en todas las pregunta. Sin duda que al reconocimiento se añade una crítica, que
grandes obras de Savigny; me refiero a la pronunciada discrepancia por afectar a toda esta tendencia y por ello mismo tambié~ y an~es
entre el nombre y la cosa. Ya lo he indicado en lo que se refiere a que nada a Savigny, no puedo pasar por alto. Se trata del distancia-
la Historia del derecho romano en la Edad Media; más adelante lo miento, confesado por el propio Savigny, entre la teoría y la prác-
haré respecto al Sistema del derecho romano actual; restan, el De- tica -fenómeno que se ha presentado por primera vez en estas pro-
recho de la posesión, para el cual el «derecho» ciertamente sólo porciones, con la aparición de la Escuela Histórica. Tendría que ser
existe en relación al título de la obra, pero que es negado en el libro ciego quien quisiera negar que la responsabilidad pertenece a la teo-
mismo, y la Revista para la Ciencia Histórica del Derecho. El tér- ría, pero también ciego quien perdiera de vista que el progreso cum-
mino «histórico» como consecuencia del programa debía envolver plido por ella, que ha tenido la virtud de favorecer a la práctica en
una concepción político-histórica determinada. La justificación de alto grado, no se ha comprado caro con el deseuido momentáneo
ello, que podía hacerse desde un doble punto de vista, filosófico-ju- de los intereses de la última. Otro reproche que se ha hecho a la
rídico e histórico, no fue intentada ni una sola vez bajo el primer Escuela Histórica, se refiere a su actitud política. No podía esperar-
aspecto, y, si se quiere ser sincero, debe convenirse que tampoco se otra cosa sino que sus rasgos fundamentales fueran de carácter
desde el segundo, pues de todas las monografías que han aparecido conservador, ni hacérsele por ello un reproche; aquellos que cono-
en los 15 tomos de la revista, en ninguna de ellas se encuentra el cen la historia son siempre conservadores. Pero, del verdadero con-
menor argumento que tienda a demostrar aquella proposición. En- servadurismo, del que conserva el devenir, no por el devenir mismo,
señan a quien aún lo ignorara, que también las instituciones del sino en tanto cuanto encierra las condiciones de un nuevo devenir;
derecho sufren modificaciones con el transcurso del tiempo, pero del conservadurismo que aparta de sí las cosas extinguidas, se dife-
que éstas no nacen arbitrariamente, desvinculadas del pasado, que rencia aquella tendencia política, que de tan buen grado se apropia
no fue sólo la sabiduría del legislador la que las llamó a la vida; en este nombre y que mantiene el devenir por el devenir mismo, usur-
una palabra, que todo el material histórico no puede ser empleado pando al futuro aquello que concede al pasado: el derecho del de-
en igualdad de condiciones por los adversarios como contra ellos; venir (Recht des Werdens), orientación esta que cuando es dictada
frente a estos puntos las monografías no ofrecen ninguna garantía. por intereses prácticos, como en el caso del conservadurismo feudal
La «perspectiva histórica» del programa, es de ese modo, para la o aristocrático (Junker-Conservatismus), resulta altamente compren-
revista, sólo un pretexto alentador detrás del cual se ocultaron in- sible, siendo, en cambio, un producto poco feliz del gabinete del
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sabio, cuando actúa como conservadurismo romántico, es decir, fal- en el sentido de que Savigny, como podía esperarse del historiador
tándole ese fundamento. Es indiscutible que la Escuela Histórica ha del derecho y como lo hicieron varios de sus discípulos, hubiera
prestado sólido apoyo a esta última tendencia, favoreciendo también mostrado el empeño de devolver la vida y el vigor a las partes muer-
indirectamente a la otra. Aquella teoría sobre el devenir orgánico, tas del derecho romano, sino, por el contrario, en comparación con
renovada irreflexivamente tan a menudo, que proclama la evolución la idea que hasta entonces se había formado de él, resultaba sor-
de lo interno hacia lo externo, y que representa un progreso tan prendente presenciar cómo el maestro se había mantenido tan ajeno
grande respecto de la concepción histórica racionalista del siglo pa- a esta desviación de sus discípulos, colocándose más bien en el otro
sado, encerraba y encierra, no obstante, el peligro de una desviación extremo, como muchos de sus opositores, a los que se denominaba
no menos acentuada hacia el otro lado, en especial al siguiente: des- prácticos porque sin duda no eran historiadores. Sin embargo, aquel
conocer, en la misma medida que aquélla los sobreestimaba, el va- reproche tenía una justificación, en el sentido de que si bien Savigny
lor y la significación de la energía humana y el papel que juegan en concluye siempre por llegar al derecho actual, no se ahorra, ni a sí
la historia el libre arbitrio, la reflexión y la voluntad. Para muchos mismo ni al profesor, el camino siempre largo del antiguo derecho,
partidarios de aquella escuela, la actividad humana, la intervención aun cuando éste no ofrezca ninguna utilidad para facilitar la com-
consciente y meditada en el curso de la evolución histórica, está prensión, como, por ejemplo, cuando minuciosas explicaciones his-
positivamente castigada con una mácula, como si fuera tarea de la tóricas sobre una teoría terminan con el resultado de que han per-
humanidad permanecer cruzada de brazos, esperando dormida que dido por completo su validez para el derecho actual. Si se quiere
el genio de la historia le dispense, en forma de devenir, lo necesa- percibir correctamente el reproche, no debe decirse que la obra no
rio, y como si en el pasado algo hubiera «sobrevenido» de otro se ajusta al título, sino que el título no se ajusta a la obra; así
modo que por la actividad humana. Este temor de la teoría a acep- expresado se pierde de vista frente a lo que la obra ofrece.
tar la acción de la historia, favoreció largamente las aspiraciones Permitidme guardar silencio en lo que a esto último se refiere.
práctico-políticas del periodo de la Restauración, que procuraban Mientras tanto, ¿quién puede esperar ver enumerados en un hom-
mantener lo existente, cobrando el nombre de la Escuela Histórica bre como Savigny, méritos sin los cuales no sería justamente Sa-
ante los gobiernos un sonido tan bueno, como se había hecho de vigny? Sin embargo, debo destacar una particularidad que si le
impopular en la moral del pueblo, impopularidad esta que afectó hubiera faltado no dejaría por ello de ser una de las más destaca-
en medida más fuerte al fundador de la escuela. das. Ella es la misma que hemos señalado más arriba, relativa a su
Después de su escrito sobre la posesión, la actividad literaria de actitud respecto ·al problema de la legislación y sobre la cual debo
Savigny abandonó la esfera del dogmatismo, dedicándose exclusiva- volver a insistir, porque ella nos ofrece un rasgo esencial para carac-
mente a la historia, lo que dio base suficiente al prejuicio de que terizar la personalidad de Savigny. Se. presenta notoriamente entre
esto se debía a la unilateralidad de su talento o de su inclinación. El las naturalezas, una diversidad opuesta, que la historia de nuestra
año 1840 destruyó radicalmente este prejuicio. En ese año, en efec- literatura nos presenta, de manera ideal, en Schiller y Goethe. Uno
to, aparecieron, en rápida sucesión, tres volúmenes de una obra con- de ellos se lanza sobre la materia con toda la fuerza de su persona-
cebida con gran extensión: .el Sistema del derecho romano actual lidad, se entrega a ella sin reservas como en el amor, y logra, gra-
-el fruto largamente madurado de una larga vida~, acontecimien- cias a ese sentimiento, la consagración e identificación completa con
to que produjo verdadera sensación en el mundo jurídico. Por cier- la materia, al comunicarle el impulso y la inspiración con lo que
to, la admiración ilimitada con que fue saludado en algunos círcu- arrebata; alta expresión de tal naturaleza era como es sabido Schi-
los no fue general, pues no faltaron voces, especialmente entre los ller. La otra naturaleza no es absorbida por la materia; se mantiene
prácticos, que exteriorizaron un sentimiento de decepción; lo que sobre la materia; no es dominada ni penetrada por ella; al contra-
con razón podía reprocharse a la obra, era la disonancia entre su rio, la domina y la modela libremente, como sucede al artista con la
contenido y el título «derecho actual» que le añadía. No por cierto arcilla, de tal manera que la obra que sale de sus manos no traduce
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al sujeto que la ha creado, sino que se presenta objetivamente, como lo que se refiere al esplendor de su posición exterior, la vida de
si hubiera surgido de manos de la naturaleza. A esta última clase Savigny transcurre con el mismo paso que la de Goethe. Pero, lo
pertenecen tanto Goethe como Savigny. La obra que hemos mencio- que para Goethe no fue sino un simple incremento de su honor
nado más arriba ofrece una prueba de ello, sobre todo a quienes externo, que no afectó en nada su genio, costó a Savigny un precio
están en condiciones de apreciarla. Como si la materia estuviera que será eternamente lamentado, tanto por él como por la jurispru-
alejada por completo de sus intereses y de sus sentimientos, Savigny dencia; entre las muchas ideas, en las cuales era tan rico el espíritu
se sitúa por encima de ella; no es el sujeto que exterioriza su opi- inventivo del rey Federico Guillermo IV, y a quienes el destino ne-
nión sobre la materia, sino que es la materia misma que toma la gara, tan a menudo, el resultado esperado, fue ésta la que tuvo uno
forma del pensamiento, aquella forma objetiva, en la que sólo se de los más desgraciados. Si nos atenemos al juicio de los que como
desprende del espíritu subjetivo, no lo que ha sido buscado y halla- colaboradores entraron y salieron en rápida sucesión al Ministerio
do recientemente, sino lo que ha experimentado el largo proceso de de Legislación, es evidente que no sólo pudieron encontrarse perso-
una íntima y paulatina maduración y que desde largo tiempo, como nalidades mucho más capacitadas, sino que el resultado de la acti-
fruto sazonado, estaba en el árbol antes de que su dueño lo cose- vidad de Savigny durante 6 años no estuvo ni podrá estar a la altu-
chara, desligado de las luchas y de los esfuerzos subjetivos. Esta ra de lo que se perdió en otra parte. ¿Qué otro significado tuvo
independencia de Savigny con respecto a la materia, se manifiesta para Savigny aquel Ministerio, sino el de hacer volver al segador en
especialmente también en su actitud crítica frente al derecho roma- la época de la cosecha, en el momento mismo en que estaba a pun-
no. Contrariamente a lo que suele ocurrir con los romanistas, su to de recoger lo que había sembrado y cultivado durante toda una
admiración por el derecho romano no esclavizó su juicio, ni le bas- larga vida, apartándolo de una cosecha excepcional accesible sola-
ta, como muchos pudieron esperar del pretendido historiador exclu- mente a él, cuando por su edad sólo le quedaba un corto espacio de
sivo del derecho, que algo haya acaecido, sino que busca también el tiempo para dedicarle sus esfuerzos? Aceptar aquel Ministerio sig-
porqué, no sólo el porqué exterior que en realidad no responde a nificaba arrojar la hoz para tomar de nuevo la azada, que aun sien-
un cómo, sino el porqué intrínseco que reside en los fines y en los do de oro poco prometía en manos de un hombre de 63 años.
fundamentos prácticos de la institución. Por ese motivo, esta obra, Es este el momento de contemplar por última vez a Savigny en
por poco que se ocupe de reproducir directamente la materia en la su cátedra, la que va a abandonar para siempre. Ya hemos señala-
forma calculada para los usos prácticos, es como ningún otro, en do que Savigny elevó la suya en Alemania al primer plano; apenas
un sentido eminentemente práctico, un medio de formación para se hubo alejado de ella pudo verse que había sido él quien había
los juristas prácticos. hecho de esa cátedra lo que era. El aula en la cual hasta entonces
El entusiasmo con que el mundo jurídico saludó la aparición apenas habían encontrado lugar cientos de alumnos llegados de casi
del primer tomo de esta obra -en cuanto a la impresión que a mí todos los países de Europa, cuando Puchta y después de él Keller
como hombre joven me produjo, necesitaría otras expresiones- no entraron a ocuparla, ofrecía, en cambio, exceso de espacio; mien-
debía durar mucho. Después de haber aparecido el año 1841 dos tras en tiempo de Savigny los oyentes buscaban los bancos, parecía
volúmenes más, se produjo un acontecimiento que, según las apa- ahora que los bancos buscaban a los oyentes. La reputación de Sa-
riencias, iba a impedir su continuación por mucho tiempo, si no vigny como maestro fue casi más grande que la del escritor; sin
para siempre. El difunto rey de Prusia, Federico Guillermo IV, que embargo, como tuve la oportunidad de oírlo muchas veces antes de
hacía poco tiempo había ascendido al trono, que había sido protec- su separación de la cátedra, no debo ocultar que no correspondía al
tor y admirador de Savigny, creó, según parece, en consideración ideal que me había formado del profesor, el que encontré realizado
particular a éste, un ministerio especial de legislación, el cual Sa- en medida completa en Stahl. Por cierto, Savigny poseía todas las
vigny entró a ocupar en la Pascua de 1842, luego de haber dictado, características que singularizan a aquél: como Goethe, tenía una apa-
por última vez, en el invierno anterior, su curso de Pandectas. En riencia exterior majestuosa -en años anteriores dicen que como este
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último había sido una figura de belleza masculina-, una voz melo- ara descansar de los esfuerzos de un pasado de cincuenta años de
diosa, sonora, perceptible sin mayor esfuerzo a distancia; seguri- pctividad. Al mirar hacia atrás debió comprobar que había vivido
dad, dignidad, firmeza en la exposición, de modo que todo lo que ~na vida deparada por el destino sólo a pocos de sus escogidos, una
salía de sus labios llegaba a su auditorio con el carácter de un evan- vida como la del príncipe poeta de Weimar, aclarada desde sus co-
gelio. Sin embargo, algo notaba yo que faltaba, que Stahl poseía en mienzos por el sol de la felicidad, vida sin inquietudes, ni preocupa-
grado eminente y que tal vez Savigny había tenido en su juventud: ciones entorpecedoras, en la cual la adversidad casi no puso ningu-
el calor de la exposición, que surge del interés con que participa el na sombra; rica en poder, en labor, regocijo y en honores, inscrita
docente de su tarea y del tema que desarrolla. La palabra de Savigny imperecederamente en el libro de la historia, en plena posesión de
era serena, moderada; se deslizaba como el río en la llanura, trans- su vigor espiritual y físico, que se extendió hasta límites no alcanza-
parente, clara hasta el fondo, sin ningún movimiento extraordina- dos sino excepcionalmente.
rio o brusco, sin borbotear, ni producir espuma, como sucede con Cuando un hombre de esas calidades parte del mundo, no se
el arroyo de la montaña, que arrastra al oyente y puede transpor- necesita la piedra o el bronce para lanzar su nombre a la posteridad.
tarlo al entusiasmo. Era nuevamente aquella objetividad, ya obser- y si, a pesar de ello, uso esta oportunidad para propiciar la idea de
vada en Savigny como escritor, la que determinaba por completo el erigir un monumento a Savigny en Frankfurt, su ciudad natal, si la
carácter del docente, que colocado en ese plano resultaba, a mi jui- recomiendo especialmente a sus juristas para que la tengan en cuen- -
cio, poco apropiado para la juventud, al menos por su tendencia ta, se debe a que considero que una ciudad que puede glorificarse
contra los «nuevos juristas», que al presentarlos en conjunto y no de haber producido al lado de Goethe también a un hombre como
bajo un nombre determinado, ni como individuos, hizo que en el éste, debe tener interés en proclamarlo en letras de bronce, testimo-
auditorio se despertara un sentimiento de compasión que lo llevaba niando así que ha merecido esa gloria y que su prosperidad material
a contemplarlos como los representantes de un error fatal e ine- no ahoga en ella el sentido de la grandeza espiritual, sino que le
vitable. sirve, por el contrario, para honrarlos como lo merecen.
Los seis primeros años posteriores a la aceptación del Minis-
terio, pueden ser señalados como los que privaron a nuestra cien-
cia de la terminación. del Sistema, pues mientras con anterioridad NoTAS
Savigny había producido cada año 2 y 3 tomos, recién rompió su
silencio, en 1847, con la publicación del sexto volumen. El año si- l. El Zeit, suplemento a los n. 08 180, 181 y 185.
guiente, un cambio radical, al hacer abandono del Ministerio, le 2. Oración en el acto conmemorativo de F. K. von Savigny, pronunciada el 31
devolvió por cierto la musa del escritor, pero se la devolvió a un de octubre de 1861 por el consejero de Gobierno, profesor Dr. Arndts (tirada espe-
cial del Kaiserlich Wiener Zeitung).
casi septuagenario. Sin embargo, lo mismo que en el caso de Goe- 3. Friedrich Karl von Savigny, nació el 21 de febrero de 1779, en la patria de
the, esta fuerza fue todavía suficiente para permitirle realizar la obra Goethe, el príncipe de nuestros poetas. Su familia era originaria de Lorena, de donde
del escritor; aparecieron, todavía, hasta el año 1853, cuatro tomos había emigrado a Alemania hacía 150 años. La Biographie universel/e menciona a
de aquel trabajo, los dos últimos bajo el título especial de derecho un Cristóbal de Savigny, nativo del condado de Rethel, en la Champaña, que se había
de las obligaciones, lo que constituía un signo de que el mismo hecho renombre en el siglo XVI por sus escritos enciclopédicos. Quizá sea él uno de
los antecesores de Savigny. No encontramos ningún otro de este nombre en la histo-
autor había perdido la esperanza de concluir su obra. Los dos últi- ria de los sabios. El abuelo de Savigny era gobernador en Deux-Ponts; su padre,
mos tomos presentaban ya rastros de la fuerza menguante y prueba representante de varios príncipes del círculo del Alto Rin en Frankfurt del Main. Se
es del tacto y del propio conocimiento de Savigny, que supo ahorrar refiere de este último que adornaba los libros de su biblioteca con una viñeta que
al mundo el espectáculo de verlo envejecer. representaba un manojo de llaves con la divisa: non omnia possumus omnes. La
familia se encontraba en una buena situación de fortuna. Huérfano desde los 13 años,
Fue así que los últimos años de su vida transcurrieron en apaci- Friedrich Karl fue recogido en la casa de su tutor Von Neurath, que era asesor de la
ble tranquilidad, dándole todavía tiempo, antes del fin de sus días, Cámara Imperial en Wetzlar. Esto último lo determinó a iniciarse en el estudio del
48 EL SIGLO XIX ALEMÁN LA ESCUELA HISTÓRICA DEL DERECHO 49

derecho, pero en una forma tan poco atrayente que poco faltó para que esta inicia-
ción lo alejara de la ciencia jurídica. Fue ganado enteramente por esta disciplina
J(ARL MARX
cuando, en 1795, a la edad de 16 años, se incorporó a la Universidad de Marburgo.
Allí entró en relaciones íntimas con el profesor Felipe Federico Weis, un jurista filó-
logo de la que entonces se llamaba la escuela elegante, del cual dice Hugo escribió EL MANIFIESTO FILOSÓFICO
menos"que lo que se hubiera deseado. El joven Savigny fue entusiasmado por aquél DE LA ESCUELA HISTÓRICA DEL DERECHO 1
para el estudio del derecho y de su historia, y fue también Weis quien le dio la
primera idea incitándolo a trabajar en la historia del derecho romano en la Edad
Media, por lo cual Savigny en el prefacio de dicha obra lo llamó su excelente profe-
sor. Weis unía a sus profundos conocimientos, un celo increíble por la literatura La opinión común considera a la Escuela Histórica como una
jurídica de la Edad Media, que fue también objeto de su última obra (1808), un reacción contra el espíritu frívolo del siglo XVIII. La divulgación de
producto de su tiempo, denominada Brachylogus juris civilis. Después de haber pa- esta idea se contrapone a la verdad. El siglo XVIII más bien ha gene-
sado un corto intervalo de tiempo en la Universidad de Gotinga, Savigny terminó rado un producto cuyo carácter esencial es la frivolidad, y este ori-
sus estudios en Marburgo, obteniendo su título de Doctor en Jurisprudencia el 31 de
octubre de 1800. En esta ocasión escribió, como disertación inaugural, su primer ginal producto frívolo es la Escuela Histórica.
trabajo, De concursu delictorum jormali, que permitía adivinar en el joven de La Escuela Histórica ha planteado el estudio de las fuentes como
21 años, al futuro maestro. Designado profesor adjunto (Privatdozent), no sólo des- su señal de identidad, ha aumentado su pasión por las fuentes hasta
pertó todas las esperanzas, sino que las colmó; sus primeros pasos le valieron un el extremo que le resultará más agradable a un barquero navegar
éxito sin reservas. Poco tiempo bastó para que su renombre como escritor de dere-
cho quedara consagrado para siempre. Un curso sobre los diez últimos libros de las
por sus fuentes que por los ríos. Por ello, la Escuela Histórica en-
Pandectas atrajo su atención, especialmente sobre la difícil teoría de la posesión, y contrará razonable que nos remontemos a sus fuentes, al derecho
le hizo reconocer, con rapidez, cómo la manera habitual de tratar esta teoría, impor- natural de Hugo. 2 Su filosofía es previa a su desarrollo, razón por
tante para la práctica, poco respondía al contenido de las fuentes. Aquí también, la cual será inútil que se busque en su desarrollo una filosofía.
como él mismo lo dice, animado por su profesor Weis, se dedicó a tratar personal- Una ficción usual del siglo XVIII consideraba el estado de na-
mente esta materia, y así apareció durante el año 1803 El derecho de la posesión,
monografía de derecho civii(Das Recht des Besitzes, eine civilistische Abhandlung), turaleza como el auténtico estado natural del hombre. Queriendo
que bastaría para asegurar a su autor su nombre imperecedero en la literatura jurí- examinar la idea de persona con ojos reales, determinó personas
dica. (Arndts, discurso pronunciado el 31 de octubre de 1861. Extracto de la Wiener naturales, papagenos,l cuya ingenuidad se extendía hasta su piel em-
Zeitung.). plumada. En los últimos decenios del siglo xvm se atribuía a los
pueblos naturales una sabiduría primitiva, y por todas partes escuchá-
bamos gorjear a los cazadores de pájaros con los gritos y cantos de
los iroqueses, de los indios americanos, etc., con la opinión de que
servían para atraer hasta la trampa a los pájaros a través de esta
habilidad. Todas estas excentricidades se basan en la acertada idea de
que los estados primitivos son ingenuas pinturas holandesas de los
estados auténticos.
La persona natural de la Escuela Histórica, aunque sin el barniz
de la cultura romántica, es Hugo. 4 Su Tratado de derecho natural
es el Antiguo Testamento de la Escuela Histórica. 5 La opinión de

Karl Marx, «Das philosophische Manifest der historischen Rechtschule», Rhei-


nische Zeitung, n.o 221 (9 de agosto de 1842). Reimpreso en Karl Marx y Friedrich
Engels, Werke, Band 1, Dietz Verlag, Berlín, 1981, pp. 79-85. Traducción castellana
y notas de J. C. Gavara.

4.- CASANOVAS
50 EL SIGLO XIX ALEMÁN LA ESCUELA HISTÓRICA DEL DERECHO 51

Herder 6 de que las personas naturales son poetas y que los libros es sagrado a la persona jurídica, moral o política, pero destroza
sagrados de los pueblos naturales son libros poéticos no nos perju- estas sacralidades sólo para poderse demostrar el servicio de las re-
dica a pesar de que Hugo utiliza la prosa más trivial y descolorida, liquias históricas, profana ante los ojos de la razón para darse a
pues cada siglo posee su naturaleza peculiar, engendrando de este conocer ante los ojos de la historia y al mismo tiempo para dar a co-
modo sus personas naturales características. Por ello, aunque Hugo nocer los ojos históricos.
no componga poemas, sí sabe fingir, y la ficción es la poesía de la De igual modo que el principio, también es positiva la argumen-
prosa, lo que se corresponde con la naturaleza prosaica del siglo XVIII. tación de Hugo, es decir, no crítica. No establece ninguna diferen-
Hasta aquí hemos caracterizado al señor Hugo como el patriar- cia. Cualquier existencia es válida para él como una- autoridad, cual-
ca y creador de la Escuela Histórica, procediendo en un sentido quier autoridad es válida para él como un fundamento. De este modo
correcto tal como demuestra el programa homenaje redactado por en algunos parágrafos cita a Moisés y Voltaire, a Richardson y Ho-
el más conocido jurista histórico para conmemorar el aniversario mero, a Montaigne y Ammon, El contrato social de Rousseau y a
jubilar de Hugo. Cuando, por tanto, conceptuamos al señor Hugo La ciudad de Dios de san Agustín. El mismo nivel se aplica a los
como hijo del siglo XVIII, nos atenemos incluso al espíritu del señor pueblos. El siamés, al que considera integrado en el orden natural
Hugo, tal como lo plantea él mismo cuando se hace pasar por dis- eterno, cuyo rey ordena coser la boca al charlatán y rasgársela has-
cípulo de Kant y su derecho natural por un vástago de la filosofía ta las orejas al orador torpe, es tan positivo, según Hugo, como el
kantiana. Retomemos su manifiesto en este punto. inglés, que cuenta entre sus múltiples paradojas políticas el hecho
H ugo interpreta mal al maestro Kant al creer que si no podemos de que su rey ordene por sí mismo una emisión de monedas. El
saber la verdad, consecuentemente podemos adoptar con plenitud indecente conci, que va de un lado a otro desnudo y que la mayoría
de valor la falsedad, siempre y cuando ésta exista. Hugo es un es- de las veces se cubre con lodo, es tan positivo como el francés, que
céptico en relación a la esencia necesaria de las cosas, con la finali- no solamente se viste, sino que lo hace elegantemente. El alemán,
dad de convertirse en un Hoffmann 7 en relación a su aspecto acci- que cría a su hija como el tesoro de la familia, no es más positivo que
dental. No intenta demostrar que lo positivo es racional, sino que el rajputa, que la mata para evitar preocuparse de no tener lo nece-
intenta demostrar, por el contrario, que lo positivo es no racional. sario para vivir ellos mismos. Con otras palabras: el eczema en la
Desde cualquier parte del mundo utiliza razones con la finalidad piel es tan positivo como la piel.
vanidosa de incrementar la evidencia de que ninguna necesidad ra- Lo que en un lugar es lo positivo, en cualquier otro te somete a
cional inspira a las instituciones positivas, por ejemplo, la propie- lo que es positivo en tu hogar, siendo tan irracional uno como el otro.
dad, la Constitución del Estado, el matrimonio, etc., hasta el punto Hugo es, por lo tanto, un escéptico consumado. El escepticismo
de que incluso contradicen a la razón, lo que implica hablar mucho del siglo XVIII frente a la razón de lo existente se manifiesta en él
y sin sustancia a favor y en contra de ellas. En modo alguno se como el escepticismo frente a la existencia de la razón. Hugo adop-
puede rechazar este método debido a su individualidad ocasional; ta la Ilustración, no viendo en lo positivo lo racional, aunque sólo
más bien se rechaza el método de su principio, el método ingenuo, con la finalidad de no permitirse ver en lo racional lo positivo. Con-
inocente y desconsiderado de la Escuela Histórica. Cuando lo posi- sidera que se ha apagado la luz de la razón en lo positivo para
tivo debe ser válido porque es positivo, debo demostrar que lo po- reconocer lo positivo sin la luz de la razón; opina que se han desho-
sitivo no es válido porque es racional, y cómo podría hacerlo con jado las falsas flores en la guirnalda para poder llevar la correcta
mayor evidencia que demostrando que lo irracional es positivo y lo guirnalda sin flores.
positivo no es racional, que lo positivo no existe a través de la ra- Hugo se relaciona con los restantes ilustrados del siglo xvm
zón, sino a pesar de la razón. Si la razón fuera la pauta de lo posi- como poco más o menos se relaciona la disolución del Estado fran-
tivo, ¿no sería lo positivo la pauta de la razón? «Aunque esto sea cés en la licenciosa corte del regente 9 con la disolución del Estado
una locura, hay método en ella.» 8 Por tanto, Hugo profana lo que francés en la Asamblea Nacional. ¡En ambos aspectos hay disolu-
52 EL SIGLO XIX ALEMÁN LA ESCUELA HISTÓRICA DEL DERECHO 53

ción! De este modo se muestra como frivolidad licenciosa que se La falta de libertad no modifica la naturaleza animal y racional
percata y se mofa de la vacía ausencia de ideas de la situación exis- del no libre y de otras personas. A todos les queda la obligación
tente, aunque sólo para practicar su juego con ruinas corrompidas, moral. La esclavitud no sólo es posible físicamente, sino que también
desembarazándose de todos los vínculos morales y racionales, y para es posible según la razón, y en cualquier investigación que teorice lo
dejarse arrastrar y disolver por ese mismo juego. Es la descomposi- contrario existe entremezclado un error de comprensión. Generalmen-
ción del mundo existente, que se complace en sí misma. Por el con- te la esclavitud no es perentoria jurídicamente, es decir, no deriva ni
de la naturaleza animal, ni de la racional, ni de la civil. La compa-
trario, en la Asamblea Nacional aparece la disolución como solución
ración del derecho privado con el derecho público evidencia que pue-
del nuevo espíritu frente a las formas antiguas, dado que éstas no de ser el derecho provisional tan bueno como cualquier otro con el
serían más capaces o dignas de albergarlo. Es el reconocimiento de que se contrapone. [La pruel:Ja:] Con respecto a la naturaleza animal,
la nueva vida lo que destruye lo destruido, lo que rechaza lo recha- evidentemente está más protegido frente a la pobreza quien pertene-
zado. Del mismo modo en que debe ser examinada la filosofía de ce a un rico y pierde algo con él y es defendido en su necesidad, que
Kant como la teoría alemana de la Revolución francesa, debe de ser el pobre al que utilizan sus conciudadanos, mientras haya algo que
examinado el derecho natural de Hugo como la teoría alemana del utilizar en él, etc. .. . El derecho a mutilar y maltratar servi no es
anclen régime francés. Volvemos a encontrar en él la frivolidad de esencial, y cuando se da, no es mucho peor que lo que los pobres
un taimado, el escepticismo vulgar, que, en primer lugar, insolente tienen que padecer; además, en lo que afecta al cuerpo, no es mucho
frente a las ideas, devoto en contra de la evidencia, experimenta peor que la guerra, de la cual en casi todas partes se ven libres los
servi como tal. En cuanto a la belleza, es más fácil encontrarla en
con su inteligencia, destrozando el espíritu de lo positivo para obte- una esclava circasiana que en una muchacha mendiga. [¡Escuchad al
ner lo positivo puro y estar confortablemente en estos estados ani- viejo!]
males. Cuando el mismo Hugo pondera la dificultad de sus razones,
lo hace para darse cuenta con infalible instinto de que lo que hay Para la naturaleza racional tiene preferencia la servitus a la po-
en las instituciones de racional y de moral es dudoso para la razón. breza, ya que antes el propietario estará dispuesto a la enseñanza de
Sólo lo animal aparece ante su razón como lo inobjetable. ¡Veamos un servus para que adquiera capacidades aunque sólo sea por un
qué dicen nuestros ilustrados que adoptan como punto de partida el interés bien entendido, que en el caso de que se trate de un niño
anclen régime! Se deben analizar las opiniones de Hugo desde el mendigo. En una Constitución queda dispensado el servus de muchos
punto de vista de los textos del mismo Hugo. A todas sus combina- tipos de presión. El esclavo no es más infeliz que el prisionero de
ciones hay que ponerles un: «él mismo lo ha dicho». 10 guerra, cuya protección no interesa nada en absoluto y frente al que
existe una responsabilidad durante un largo tiempo, o que el prisio-
nero a trabajos forzosos a quien el Gobierno hace vigilar por un
capataz.
INTRODUCCIÓN
Si la esclavitud es ventajosa o perjudicial para la procreación es
La única característica de distinción jurídica de la persona es su discutido todavía.
naturaleza animal.

EL CAPÍTULO SOBRE EL MATRIMONIO


EL CAPÍTULO SOBRE LA LIBERTAD
El matrimonio ha sido considerado frecuentemente en la investi-
Incluso es una limitación de la libertad [se entiende del ser racio- gación filosófica del derecho positivo, como más esencial y más de
nal], que no puede derivar de su albedrío, el ser una esencia racio- acuerdo con la razón que lo que puede resultar dentro de un análisis
nal, es decir, un ser, que puede y debe obrar racionalmente. libre.
54 EL SIGLO XIX ALEMÁN
LA ESCUELA HISTÓRICA DEL DERECHO 55

Sin duda la satisfacción del instinto sexual dentro del matrimo- da realizarse con determinada persona. . .. El sentimiento libre de lo
bello conforme a su naturaleza debe ser vinculado y debe mediatizar-
nio es conveniente para el señor Hugo. Incluso dirige una provecho-
se y todo lo que con él se relaciona debe hallarse totalmente libre de
sa moral a este hecho: ataduras.
De esto se deduce, como habría debido ser visto a partir de otras
¡Vean en qué Escuela han sido formados nuestros jóvenes ale-
innumerables relaciones, que no siempre es inmoral tratar el cuerpo
de una persona como medio para un fin, tal y como, incluido el manes!
propio Kant, se ha entendido erróneamente esta expresión.
Esta institución atenta contra la naturaleza civil por cuanto
que ... , .por último, la policía emprende una función que es casi
La sacralización del instinto sexual a través de la exclusi-
irrealizable.
vidad, la represión del instinto a través de la ley, la belleza
moral que idealiza la obligación natural convirtiéndolo en un
¡Torpe filosofía, que manipula a la policía sin los miramientos
momento de vinculación espiritual -la esencia espiritual del
adecuados!
matrimonio-, son justamente lo que es objetable para el se-
ñor Hugo dentro del matrimonio. Antes de que sigamos más Todo lo que figura en las conclusiones de una determinación
en su frívolo atrevimiento veamos lo que dice el filósofo fran- más exacta del derecho matrimonial nos ensefia que en el matrimo-
cés frente al alemán histórico. nio, cualesquiera que sean los principios que se utilicen, subsiste una
institución muy imperfecta.
Es renunciando a esta reserva misteriosa para un único hombre,
que la regla divina que está impresa en su corazón se suspende, mo- Esta restricción del instinto sexual dentro del matrimonio tiene tam-
tivo por el cual la mujer se entrega a ese hombre, en un abandono bién sus importantes ventajas, ya que son evitadas las enfermedades
momentáneo de este pudor que le acompaña; por ello se quita los infecciosas habituales. El Gobierno evita con el matrimonio muchas
velos que han sido hasta ese momento su asilo y su ornamento. De complicaciones. Finalmente se incluye en este caso la más importante
ahí que la confianza íntima en su esposo, como resultado de una observación sobre todas, que el derecho privado por una vez es lo
relación exclusiva que sólo puede existir entre ella y él, sin que se único que prevalece. . . . Fichte dice: la persona soltera es sólo media
sienta inmediatamente deshonrada; de ahí que se dé en este esposo el persona. 12 Lamento mucho [se entiende Hugo] el haber de calificar de
reconocimiento de un sacrificio y una mezcla de deseo y de respeto monstruosa exageración, una máxima tan bella, a través de la cual me
por un ser, que, aunque comparte sus placeres, sólo parece que esté pondría por encima de Cristo, de Fénelon, de Kant y de Hume.
cediendo ante él; de ahí todo lo que hay de ético en nuestro orden
social. 11 Por lo que se refiere a la monogamia y poligamia, todo depen-
de, evidentemente, de la naturaleza animal de la persona(!).
¡Es decir, el filósofo liberal francés Benjamin Constant! Veamos
ahora el servil alemán histórico.
EL CAPÍTULO SOBRE LA EDUCACIÓN
¡Más delicado es el segundo aspecto, conforme al cual fuera del
matrimonio no esté permitida la satisfacción del instinto sexual! La
En seguida nos da noticia de
naturaleza animal se opone a esta restricción. Y más aún la natura-
leza racional, porque ... [¡se adivina!] ... porque el hombre debería
ser aproximadamente omnisciente para presuponer qué consecuencia que la habilidad de la educación tiene que oponer a las relaciones jurídi-
tendrá, porque, en consecuencia, es tentar a Dios, el comprometerse cas a las que se vincula (es decir, a la educación en el seno de la familia)
a no satisfacer un instinto de naturaleza violenta, a menos que pue- las mismas objeciones que la habilidad de amar opone al matrimonio.
56 EL SIGLO XIX ALEMÁN LA ESCUELA HISTÓRICA DEL DERECHO 57

La dificultad que plantea el hecho de educar tan sólo dentro de Estos breves extractos a partir del manifiesto filosófico de la Es-
tal relación es sin duda aquí menos objetable, que la que se refiere a cuela Histórica del derecho son suficientes, créanme, para realizar un
la satisfacción del instinto sexual, entre otras cosas porque está per- juicio histórico sobre esta Escuela y calificarla como el lugar de forma-
mitido encomendar contractualmente a un tercero la educación es ción no histórica, de sueños de naturaleza indeterminada y de ficcio-
decir, quien siente un instinto poderoso de hacerlo podría obt:ner nes intencionadas; es suficiente para decidir si realmente los seguido-
fácilmente su satisfacción, aunque no ciertamente en aquella persona
res de Hugo tienen la vocación de ser los legisladores de nuestro
a quien le gustaría educar. No obstante, se opone a esto también la
razón, ya que aquel a quien podemos estar seguros de que jamás se tiemp0. 13
confiaría a un niño, puede, en virtud de tal relación, dedicarse a Además, este tosco árbol genealógico de la Escuela Histórica ha
educar, excluyendo a cualquier otro de la educación. Finalmente se sido cubierto, en el correr del tiempo y de la cultura, de una nebli-
verifica también aquí una obligación, por un lado, ·en cuanto que no na ocasionada por el incienso de la mística, ha sido elaborado fan-
está permitido en el derecho positivo que el educador renuncie a esta tásticamente por los románticos, modulado por la especulación y
relación y, por otro lado, en cuanto que es obligado el que es educa- los múltiples frutos que ha teorizado se han secado, caído de los
do a dejarse educar por éste. La realidad de este relación se basa, la árboles y almacenado arrogantemente en las cámaras de la erudición
mayoría de las veces, en la mera casualidad del nacimiento, que se alemana; no hace falta realizar mucha crítica para reconocer detrás
relaciona a través del matrimonio con el padre. Este origen no es de las palabras, las sucias viejas ideas de nuestro ilustrado del an-
ciertamente muy racional, porque generalmente se presenta una pre- den régime, y detrás de cualquier consagración exaltada, la triviali-
dilección, que ya de por sí se opone a una buena educación, y que
por lo tanto de ningún modo es necesaria, tal y como se demuestra dad descuidada.
Cuando Hugo dice: «la única característica de distinción jurídi-
por el hecho de que los niños también son educados cuando sus pa-
dres ya han muerto. ca de la persona es su naturaleza animal>>, es decir, el derecho es
derecho animal, los cultos modernos sustituyen en el derecho primi-
tivo la palabra «animal» por la palabra «orgánico» y ¿quién iba a
EL CAPÍTULO SOBRE EL DERECHO PRIVADO
pensar que cuando se habla de «organismo», se estaban refiendo
precisamente al «organismo animal»? Cuando Hugo dice que en el
matrimonio y en otras instituciones jurídicas morales no existe la
En el parágrafo 107 nos instruye en el sentido de que
razón, los señores modernos dicen que esas instituciones aun no
la necesidad del derecho privado sería generalmente hipotética. siendo creaciones de la razón humana son, sin embargo, un reflejo
de la razón «positiva» superior, y de este modo opera en todos los
demás artículos. El único resultado que obtienen por igual todos
EL CAPÍTULO SOBRE EL DERECHO DEL ESTADO ellos es éste: el derecho del poder arbitrario.
Las teorías jurídicas e históricas de Haller, Stahl, Leo 14 y los de
Existe una obligación moral de obedecer a la autoridad, a quien la misma opinión deben ser observadas tan sólo como codices res-
tiene el poder en sus manos .... Lo que afecta a la división de pode- cripti Is del derecho natural de Hugo, que, tras algunas manipulacio-
res no es perentorio jurídicamente a ninguna Constitución en concre- nes de carácter crítico, vuelve a leerse el primitivo texto original, tal
to; cualquier Constitución es jurídicamente provisional, con indepen- como hemos demostrado ampliamente.
dencia de cuál sea la división de poderes, que en ella se establezca. Todas las técnicas de maquillaje son superfluas a la vista del
viejo manifiesto, el cual, aunque no sea muy inteligente es, a pesar
¿No ha demostrado Hugo, que la persona puede rechazar tam- de todo, bastante inteligible. ·
bién la última cadena de la libertad, es decir, el ser una esencia
racional? Escrito desde finales de julio hasta el 6 de agosto de 1842
LA ESCUELA HISTÓRICA DEL DERECHO
59
58 EL SIGLO XIX ALEMÁN
De este modo separó el estudio del derecho romano clásico del
terna de cada uno.
· do J·ustinianeo. 1 7' d d derecho
peno n unto de vista filosófico, su principal obra es e 'rata o e ,
NOTAS
Desde u !a filosofía del derecho positivo, en el que se ce~tra el p:esen~e artJcu-
natural como E t ob a a d¡"ferencia de los iusnaturahstas raciOnalistas, no
l. El presente artículo tiene su origen en el papel político que iban adquiriendo d K Marx n es a r , · .· b
Jo e . rin¿ ios básicos apriorísticos, sino que analiza el derecho positivo s~ re
algunos representantes de la Escuela Histórica a principios de 1842. El representante establece p P 1 , . 'd¡"ca Al ¡'gual que Kant considera que una denva-
más conocido de dicha Escuela, Friedrich Karl von Savigny, fue nombrado el 28 de d una antropo og1a JUri · ' . "bl p
1~ ,base ~. del sistema jurídico a partir de la naturaleza humana es Im~os¡ e. or
febrero de 1842 ministro para la revisión legislativa por el rey prusiano Federico cion emp¡r¡ca er . ustific~do en un estado jurídico provisional un d~termm~do o.rden
Guillermo IV. A través de este Ministerio se proyectaba revisar las disposiciones de
derecho agrario y de derecho procesal civil y penal. En términos prácticos su labor
t
ello. no debe loJ ue puede ser derecho positivo (incluida la esclavitud) es JurídJc~ Y
social nat~ra, q o uede existir un estado jurídico perentorio, en el que no ~x~sta
implicaba equiparar la legislación civil renana a la legislación prusiana, que, en esen. natural. Sm ~mdbargh, p . do lo que daría lugar al Estado mundial, en defimuva,
cia, aún conservaba las líneas básicas de las relaciones jurídicas feudales. ropiedad, m erec o pnva , . .
p ación vinculada al pensamiento platomco. .
El artículo de Marx fue censurado originariamente en la parte relativa al capí- una represe:~ sido visto como el precursor de la Escuela Histórica de SavJ~n~. _Desde
tulo sobre el matrimonio, siendo recuperada posteriormente del manuscrito original Hug~e vista de la teoría del derecho, ambos aut~res tienen ciertas Similitudes,
de K. Marx. el punto "ticaban el derecho natural tradicional (concebido corno fuente del derecho),
2. Gustav Hugo (1764-1844) fue docente en las universidades de Gotinga, Hei- ya qu;~nación o bien sustentaban la concepción del derecho privado como un dere-
delberg y Halle. En 1838 para celebrar el cincuenta aniversario de la realización de la co I ~~ristas' Y no como un derecho de carácter legal. Sin embargo, Hugo .s~ sepa-
su tesis doctoral se publica una obra colectiva para su jubileo en la que participa cho de J . en la idea de la fusión entre historia del derecho Y dogmatiC~ del
Savigny. Sobre dicha obra hace continuas referencias K. Marx en el presente artícu- ra de SavignY . . . 'd' a histórica (Véase Gerd Kleinheyer y Jan Schroder,
lo. Sus principales obras son Commentatio de fundamento successionis ab intesta/o derecho como. ciencia ..JUn IC • lb
.. ifJahrhunderten C. F. Müller, Heide erg,
19832 p 128
'p . •
(1785), De bonorum posessionibus commentario (1788, tesis doctoral), lnstitutionen Deutsche Jurrsten aus J un •
des heutigen romischen Rechts (La ed. 1789), Eduard Gibbons historische Übersicht !31.) H L h b h des Naturrechts 1819 reedición en versión facsímil
des romischen Rechts (1789, traducción del inglés), Lehrbuch der Geschichte des 5 Gustav ugo, e r uc ' · d 'ó de
· KG Glashütten im Taunus, 1971, con mtro ucc1 n
romischen Rechts (1. a ed. 1790), Lehrbuch der juristischen Enzyklopiidie (l. a ed. Verladg De~~vh~:gve~~~:~e B~merkungen zu Gustav Hugos Rechtsphilosophie».
1790), Lehrbuch des Naturrechts als einer Philosophie des positiven Rechts (l. • ed. Theo or Ie • ¡ e 'd d' " d 1819
K. Marx utiliza para extraer sus notas a reien a e IcJon e .
1798). Cívi/istische Literiirgeschichte (1. a ed. 1812), Civilistisches Magazin, 6 Bde.
(1791-1837). 6 . Johann Gottfried Herder (1744-1803).
Ernst Theodor Amadeus (E.T.A.) Hoffmann (1776-1822). .
3. Papageno es un personaje de La flauta mágica de W. A. Mozart. En el
libreto de Emanuel Schikaneder aparece en el acto primero, escena segunda, con la
8:
7
William Shakespeare, Hamlet, Acto segundo, Escena segunda, Po1omo en
rt en medio de un diálogo con Hamlet.
peculiaridad, sobre la que ironiza K. Marx, de que se disfraza con plumas de pájaro un apa eF 1' II duque de Orleans (1674-1723), regente en los años 1715 a 17 23 .
para cazar a sus víctimas. 9. e ¡pe • . d 'ó 1 al mán a pie de
10. En el original de Marx aparece en gnego contra uccJ na e
4. La obra de Gustav Hugo se centra en una crítica contra los iusnaturalistas
racionalistas y contra el «usus modemus pandectorum» desarrollado por Samuel página. En francés en el original con traducción alemana a pie de pá~in~ .. El párra-
Stryk (1640-1710), intentando separar el derecho natural del derecho positivo. Hugo 1~. xt 'do del libro de Benjamín Constant De la religion, conslderee dans sa
fo esta e ra1
centra el estudio de la ciencia del derecho en tres cuestiones básicas, una de carácter
práctico, otra de carácter histórico y una tercera de carácter filosófico. sour~~.se~o;;::f~ :::ád:~~~~~e:ee~s~br.a de Johann Gottlieb Fichte Das System
Desde un punto de vista práctico, critica el «usus modernus pandectorum», ya des Síttenlehre nach den Principien der WelSsenssc~aftsle:r~. 'd obra de Sa-
que dicho método utiliza los principios del derecho romano sin tener en cuenta su 13 En este punto K. Marx ironiza con el titulo e a con?ci ~
distinta posición histórica, y siempre de la manera más conveniente a la práctica vi n De la vocación d; nuestra época para la legislaci?n y la CienCia del derecho
jurídica, entremezclándolos con principios del derecho germánico. Hugo propugna- g Y serer Zeit für Gesetzgebung und RechtswlSsenschaft).
ba la separación entre el derecho romano y el derecho germánico, entre el derecho (Vo~:.erufa~tLudwig von Haller (1768-1854), Friedrich Julius Stahl (1802-1861) Y
romano justinianeo y el derecho romano clásico, entre el derecho romano actual y el H inrich Leo (1799-1878). b 1 1
derecho romano clásico. e 15 Manuscritos de pergamino o papiro en los que se aprov~ha a. e. pape
Desde el punto de vista histórico, a diferencia de Savigny, recomienda trabajar · 'b'Ir encima del texto original. En la actualidad por mediOS qmm1cos se
para escn
con el derecho romano histórico debido a su mayor valor formativo y no a la utili- puede recuperar el texto original.
dad que pueda tener para el conocimiento del derecho actual o vigente. Para la parte
histórica de su obra utiliza el método sincrónico, es decir, la separación de sectores
históricos en periodos, incluyendo dentro de dichos periodos la historia jurídica in-
LA JURISPRUDENCIA DE CONCEPTOS 61

Sin embargo, no sólo se trata de realizar el derecho. También


cuenta la manera en que ello se lleva a cabo. ¿De qué sirve realizar
el derecho de forma eficaz e inapelable, si la lentitud y aparatosidad
impiden que el que apela al derecho sólo llega a encontrarlo cuando
esté en la tumba?
¿Es posible determinar la manera en que debe realizarse el dere-
cho? Creo que sí. La realización del derecho es más una cuestión
formal que material. Por muy diverso que sea el contenido material
2. LA JURISPRUDENCIA DE CONCEPTOS: de los distintos derechos, la realización de éstos puede y debe ser
RUDOLF VON IHERING siempre la misma. Existe en esta relación un ideal, al que debe tra-
tar de aproximarse cada derecho, y que definiría mediante dos re-
quisitos: por una parte, la realización debe ser ineluctable, por ende,
RUDOLF VON IHERING regular y eficaz. Por otra parte, debe ser sencilla y rápida.
Si comparamos este ideal con los distintos derechos que nos en-
TEORÍA DE LA TÉCNICA JURÍDICA contramos en la realidad, veremos que reina entre éstos gran dispa-
ridad. Así, hallaremos que un derecho sencillo, poco elaborado, po-
bre desde el punto de vista material, pero que disfruta de rápida y
l. EL OBJETIVO DE LA TÉCNICA Y LOS MEDIOS PARA ALCANZARLO eficaz realización gracias a procesos cortos y austeros, convive al
EN LÍNEAS GENERALES lado de otro complejo, detallado al máximo, producto de larga ex-
periencia, pero con procesos interminables -una riqueza que se tor-
La cuestión de la realización del derecho; el objetivo y los medios na en lacra, una minuciosidad que se convierte en fatalidad. Rela-
para alcanzarla, en particular, la técnica; los dos fines de fa técnica· cionar esta oposición con las distintas «edades» de los derechos, y
la practicabilidad jurfdica. , atribuir la rapidez y la eficacia a la simplicidad, y, en el caso con-
trario, la aparatosidad e inoperancia a la complejidad de las relacio-
XXXVIII. El derecho existe para realizarse. La realización es nes jurídicas, no deja de ser un error. No es que ponga en entredicho
el.elemento que otorga vida y verdad al derecho, es el derecho en sí la influencia negativa que el desarrollo jurídico en sentido extensivo
mismo. El derecho que no se traduce en realidad, que únicamente e intensivo ejerce sobre la rápida y eficaz aplicación del derecho -ya
se encuentra sobre el papel, en las leyes, no es sino pseudoderecho, se sabe que cuanto más pesada es una carga (en sentido material y
vana palabrería. Por el contrario, lo que se plasma en derecho es espiritual), tanto más cuesta acarreada-, pero considero que esta
derecho, aunque no aparezca en ninguna ley y el pueblo y la comu- influencia puede ser reducida y aun eliminada. Este es precisamente
nidad científica aún no se hayan percatado de ello (1. § 3). el objetivo del arte que nos ocupa: el arte jurídico. Un arte que, sin
. No es, ~or tan~o: el contenido abstracto de las leyes, ni la justi- embargo, no siempre va mano a mano con el desarrollo científico y
Cia Y moralidad teoncas lo que determina el valor del derecho sino real del derecho. Cuando el desarrollo obedece primordialmente a
su objetivación en la vida, la decisión con que realiza e i~pone la teoría, es decir, a la exposición, exenta de realización, del dere-
todo aquello que considera y proclama necesario. cho, por parte de un grupo de juristas eruditos, la ciencia tiende a
olvidarse de que también debería ser arte, o, expresado de otra for-
Rudolf von Iheri~g, «Theorie der juristichen Technik», en Geist des romischen ma, que los conceptos y principios obtenidos por vía del análisis
Rechts auf den versch1edenen Stufen seiner Entwincklung, tomo 2.2 [1858], Scientia científico, la deducción lógica y la abstracción no son suficientes si
Verlag, Aalen, 1968, pp. 322-389. Traducción castellana de Sergio Sanjosé. no encuentran aplicación práctica, para lo cual deben ajustarse a la
62 EL SIGLO XIX ALEMÁN LA JURISPRUDENCIA DE CONCEPTOS 63

realidad. De esta manera, se crean opiniones y teorías capaces de miento interno, simplifique, facilite y asegure en lo posible la apli-
sobrevivir únicamente en el clima benigno -de invernadero- en el cación de los principios generales en cada caso concreto?
que fueron concebidas, y que al mínimo contacto con el exterior Una respuesta razonable a esta pregunta sería: las leyes deben
-con los gélidos vientos de la realidad- dejan constancia de su ser claras, precisas y detalladas. Pero la respuesta que da la juris-
fragilidad. Se trata de productos tan ingeniosos y cultos como equi- prudencia, o sea, la voz de la experiencia en asuntos jurídicos, es
vocados, niños prodigio de la lógica y la erudición, engendros, en otra. Es fácilmente demostrable que las cualidades citadas más arri-
fin, de la jurisprudencia. ba, si bien son importantes, no son suficientes. ¿De qué sirven unas
Llegados a este punto cabe plantearse los elementos que deciden leyes en extremo detalladas y precisas, si los jueces, tal y como su-
la cuestión de la aplicación del derecho (no sólo en lo referente a su cedía en las postrimerías del imperio romano y sucede en la Gran
rapidez y sencillez, sino también a la consecución del objetivo en Bretaña de nuestros días, no están en disposición de aplicarlas? ¿Qué
general). sentido tienen las definiciones más agudas y los matices más sutiles,
¿Qué principios, influencias, premisas, etc., son determinantes cuando mil y un obstáculos impiden su aplicación en cada caso con-
a la hora de realizar el derecho? Algunos de estos principios hay creto debido a la dificultad -permítaseme repetir esta expresión
que buscarlos en el ámbito jurídico; otros; fuera de él. Entre estos (1. § 4)- de realizaci6n forman
últimos se cuentan la situación cultural, intelectual y moral de la Estamos hablando exclusivamente de conveniencias, y la técnica
nación, así como su estructura social, el desarrollo del concepto de jurídica no es otra cosa que esta conveniencia en relación al objeti-
Estado y autoridad estatal, el reparto de poder entre las distintas vo antes planteado. Aunque resulte fácil convencerse de ello una
clases sociales y, sobre todo, el valor moral que los individuos de vez encontrada la solución, no deben menospreciarse las dificulta-
un pueblo otorgan a la noción de justicia, que puede ser considera- des implicadas en la consecución del objetivo. Estamos ante un pro-
da como algo eminente y sagrado pero también como un simple blema cuya resolución requirió siglos de esfuerzo continuado, un
objeto. De la noción de justicia dependerán en gran medida la im- esfuerzo que se remonta mucho más lejos que la propia ciencia ju-
parcialidad, integridad, etc., de los jueces. Si la justicia es tenida rídica. Porque la técnica jurídica no nació con la jurisprudencia.
por un bien sagrado, los jueces -espejo del pueblo- serán inso- Mucho antes que cualquier ciencia, el instinto jurídico, vagamente
bornables y fieles a sus deberes. Los principios estrictamente jurídi- consciente de lo correcto, ya se puso manos a la obra. El derecho
cos se refieren a la organización de las autoridades (organización romano antiguo deja clara constancia de ello. También el arte apa-
judicial), a la forma de actuación (el proceso), y a la configuración reció en el derecho antes que la ciencia, pues aquél acepta lo intui-
material del derecho. Es en este último campo en el que la técnica tivo e instintivo, en tanto que ésta nace a partir del conocimiento.
jurídica está llamada a ejercer su influencia. La imperfección técnica del derecho, lejos de ser un defecto par-
Es obvio que el contenido material del derecho condiciona en cial, consecuencia de la supresión de un aspecto jurídico aislado, es
gran medida la realización del mismo. Así, una disposición invero- un defecto que afecta al derecho en su conjunto, y una carencia que
símil fracasa por la imposibilidad de su aplicación, y una ley que se limita todos sus propósitos y objetivos. ¿Qué sentido tienen las más
aparta del sentir general de una época, bien por adelantársele, bien sublimes pretensiones éticas, la más cumplida expresión, a través de
por resultar anacrónica, es combatida denodadamente. En lo suce- disposiciones legales, del concepto de libertad, justicia, etc., si luego,
sivo no me ocuparé de este ajuste material, pues ello escapa a las en los casos jurídicos concretos, estas ideas sólo se ponen en práctica
posibilidades del jurista: es una cuestión que no pertenece a la téc- con trabajo, sin regularidad y de forma parcial debido a la incapaci-
nica jurídica. Ésta se ocupa -y así lo haré yo también- de un dad técnica de verter debidamente el plano abstracto en la realidad?
ajuste de orden estrictamente formal, que puede formularse con la Por todo ello, la técnica jurídica posee, aunque indirectamente, un
siguiente pregunta: ¿Cómo debe estructurarse el derecho -indepen- elevado valor ético. La jurisprudencia práctica, que en la elaboración
dientemente de su contenido- para que, en virtud de su funciona- técnica del material se ocupa con interés hasta de los detalles más
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insignificantes, puede jactarse de servir a un ideal noble mediante el cripciones, donaciones, hurtos) es mucho más sencilla. La tarea de
perfeccionamiento de la técnica jurídica. Su labor poco vistosa en la legislación y de la jurisprudencia consiste precisamente en modi-
el anonimato aporta, en muchos casos, más que cualquier reflexión ficar las definiciones de difícil aplicación con el fin de posibilitar
profunda. esta última. Dicho de otra forma, consiste en traducir estas defini-
Hasta este momento he estado hablando sobre la técnica sin ha- ciones del lenguaje filosófico al lenguaje de jueces y legisladores.
ber aclarado previamente lo que quiero significar exactamente con como la idea de madurez, que en filosofía del derecho implica de-
este término. Empleo la palabra «técnica» en dos sentidos: uno sub- sarrollo intelectual, y el concepto de mayoría de edad, que va apa-
jetivo y otro objetivo. El primero se refiere al arte jurídico, orien- rejado con el de personalidad formada definitivamente, no se pres-
tado a la aplicación formal de la materia jurídica en la forma antes tan a la aplicación práctica, son sustituidos por cifras. De este modo,
mencionada; en otras palabras, hace referencia al método técnico. lo que se pierde en veracidad conceptual se recupera en efectividad.
El segundo alude a la consecución de este objetivo en el derecho, es Cicerón reconoció perfectamente esta disparidad entre la interpreta-
decir, alude al correspondiente mecanismo técnico. De forma aná- ción filosófica o abstracta y la práctica o jurídica de una misma
loga, la lengua emplea el término «mecánica» para designar a un idea: De off., III, 17: «Aliter leges, aliter philosophi tollunt astu-
tiempo el arte y el mecanismo producido por dicho arte. tias; leges, quatenus manu tenere possunt, philosophi, quatenus ra-
No creo que el doble significado del término cause demasiados tione et intelligentia». El interés por lo que anteriormente (1. § 4)
problemas. Así, estoy convencido de que el lector sabrá discernir en llamé el sentido práctico del derecho, pero que quizá convendría
cada caso, sin necesidad de aclaración alguna por parte mía, en qué denominar el aspecto de la aplicabilidad del derecho, es el segundo
sentido lo estoy empleando. gran objetivo de la técnica. Los ejemplos aquí citados permiten ha-
Los esfuerzos de la técnica jurídica van encaminados hacia dos cerse una idea de la influencia que ésta ejerce en la estructuración
fines principales. Para poder aplicar el derecho con eficacia, hay de los principios jurídicos. Ya que este punto ha sido tratado con
que dominarlo antes. En función de cómo esté constituido el dere- anterioridad, considero innecesario continuar el análisis, por lo que
cho, el proceso de asimilación será más asequible o más penoso. La dedicaré las próximas páginas al examen del primero de los proble-
facilitación de este proceso mediante el máximo de simplificación mas de la técnica: la simplificación cuantitativa y cualitativa del
cuantitativa y cualitativa del ,derecho constituye uno de los dos prin- derecho.
cipales objetivos de la técnica jurídica. Más adelante se verá hasta
qué punto se puede hablar de misión cumplida y se analizarán los En la comprensión y la asimilación subjetiva del derecho inter-
medios empleados para ello. El otro objetivo de la técnica jurídica viene tanto el entendimiento como la memoria, aunque según cómo
consiste en la aplicación del derecho en cada caso concreto. Bien es éste esté constituido tendrá más relevancia el primero o la segunda.
verdad que el grado de acierto en la aplicación depende en gran Unos sistemas requieren más entendimiento que retentiva, en tanto
medida del individuo, pues se trata de un arte que sólo se adquiere que otros exigen más retentiva que entendimiento. Asimismo, hay
con la práctica. Sin embargo, la adecuada estructuración de los prin- derechos en los que es necesario emplear a fondo ambas facultades
cipios jurídicos puede facilitar extraordinariamente la labor, al igual intelectuales y otros en los que es suficiente un esfuerzo mucho me-
que una estructuración defectuosa puede dificultarla seriamente. Así, nor. En general, el comportamiento cuantitativo de un derecho de-
la disposiciones de J ustiniano acerca de las herencias de viudas «PO· terminará el esfuerzo de la memoria, mientras que el comportamien-
bres» y acerca de las apuestas permitidas en el juego a «los ricos» to cualitativo determinará el del entendimiento.
constituyen el típico ejemplo de cómo no deberían ser las leyes, pues- En el grado de dificultad de la apropiación subjetiva del dere-
to que ambas definiciones son tan vagas que parece irremediable cho coincide, aparte del interés subjetivo, el interés objetivo del tra-
que cada juez las aplique a su manera. Por contra, la aplicación de tamiento del derecho. Cuanto más complejo y oscuro sea un dere-
leyes que manejan cifras (por ejemplo, las referentes a edades, pres- cho, de tal forma que dificulte la comprensión a quien debe aplicar-

5.- CASANOVAS
66 EL SIGLO XIX ALEMÁN LA JURISPRUDENCIA DE CONCEPTOS 67

lo y por tanto estudiarlo, tanto más defectuosa resultará su aplica- tas no teóricos, la cual concede a la cuestión de la sistemática en el
ción. Intentar facilitar al jurista la comprensión del derecho, de derecho únicamente una importancia formal o teórica, quiero resal-
modo que baste un esfuerzo razonable aun cuando se dé un amplio tar aquí su elevado valor práctico. La importancia de la correcta
desarrollo en extensión e intensidad, constituye, pues, una cuestión clasificación de una institución equivale a su auténtico conocimien-
de enorme interés práctico, que incumbe por igual al juez y a las to material y explicación. Al clasificar erróneamente un objeto, por
partes. ejemplo, al colocar a un pájaro entre los mamíferos, se está afir-
En la simplificación cuantitativa y cualitativa del derecho se ha- mando algo falso sobre dicho objeto, y este error puede ser el ori-
lla el medio para alcanzar este fin, ya que ésta proporciona al juris- gen de otros muchos. Por esto, los errores sistemáticos lo son todo
ta el señorío intelectual sobre el derecho. menos inofensivos. Antes bien, se cuentan entre los más peligrosos
que puedan haber. El cuidado con que la teoría aborda la cuestión
l. La simplificación cuantitativa del derecho. Su propósito es de la sistemática está, pues, más que justificado y merece la pena
la reducción del volumen de la materia, sin que ello afecte a los sin lugar a dudas. Considero que sería productivo y a la vez gratifi-
resultados que con ella puedan obtenerse, y su máxima es la siguien- cante componer una historia de los errores que han surgido como
te: lograr el máximo con los mínimos recursos posibles. Cuanto más consecuencia de una clasificación sistemática equivocada. Cada error
reducida es la materia, tanto más fácil resulta su manejo. sistemático es a un tiempo el producto y la fuente del insuficiente
Este principio, piedra angular en cualquier jurisprudencia, lo de- conocimiento del objeto, un indicador equivocado. Hasta que la
nominaremos la ley de la economía. Aquel derecho que ignore este ciencia no da con la clasificación apropiada, tampoco alcanza a com-
principio, es decir, que no acierte a economizar la materia, sucum- prender bien el objeto, ya que comprender no sólo significa apre-
birá ante el constante crecimiento del volumen y perecerá en su pro- hender el objeto en sí mismo, aisladamente, sino también en rela-
pia riqueza. Para la correcta interpretación de la antigua técnica ción con su entorno.
romana es imprescindible el conocimiento de esta ley. Las operacio- 4. La terminología jurídica.
nes técnicas expuestas a continuación, de las cuales las dos primeras Este no es el lugar para extenderse sobre la necesidad y la gran
serán analizadas detalladamente en los próximos párrafos, muestran importancia de un lenguaje técnico bien articulado, o sea, netamen-
el alcance práctico de esta ley. te caracterizado y ampliamente desarrollado, ni para demostrar en
l. El análisis de la materia o su reducción a los elementos bá- qué medida la claridad, eficacia y rapidez del pensamiento científi-
sicos simples (§ 39). co dependen de este lenguaje. Aquí nos limitaremos a destacar el
2. La concentración lógica de la materia (§ 40). servicio que le presta al jurista en relación al objetivo antes nombra-
3. La clasificación sistemática de la materia, de la que me ocu- do. Bien es verdad que el término jurídico no simplifica el conteni-
paré a continuación en pocas palabras. do o idea al que hace referencia, pero lo reviste de una forma que
La clasificación sistemática de una ciencia es algo más que la sim- facilita enormemente su empleo. Con un solo término técnico nos
ple distribución local de la materia, la asignación de un lugar a cada ahorramos mil palabras.' A la verdad o consideración científica que
elemento guiada por el interés práctico de tenerlo pronto a mano. le falta el correspondiente término técnico le sucede lo mismo que al
La clasificación sistemática contiene, además, información acerca trozo de metal antes de ser acuñado: la facultad de circular como
de lo que es cada objeto o concepto, y de su relación con el conjun- moneda. La cosa por sí sola no basta, hace falta un nombre. Tam··
to de la ciencia, esto es, el árbol genealógico de los conceptos. De- bién en la ciencia al nacimiento ha de seguir el bautizo. Si no existe
trás del esqueleto que nos muestra la clasificación sistemática de el nombre, es probable que tampoco haya tal cosa, al menos cons-
una ciencia se esconden un potencial intelectual inusitado y una con- cientemente. La pura nomenclatura, un procedimiento que consiste
centración de amplísimo contenido en el mínimo espacio. en ponerle nombre incluso a lo más insignificante y que hasta hace
En contra de una opinión muy extendida sobre todo entre juris- poco aún tenía bastantes seguidores en nuestra especialidad, es una
68 EL SIGLO XIX ALEMÁN LA JURISPRUDENCIA DE CONCEPTOS 69

degeneración de la terminología. El rechazo a este procedimiento hecho el hombre. Gracias a estos veinticuatro signos [del alfabeto
está justificado, pero no por ello debe extenderse a la terminología alemán] disfrutamos de·un tesoro inagotable. Por si fuera poco, el
en sí, aun cuando ésta se sirva de los latinismos usuales. 2 control sobre este instrumento resulta tan sencillo que la operación
5. La provechosa utiilización de los recursos disponibles (la eco- consistente en designar palabras mediante signos y la de interpretar
nomía jurfdica) (§ 56-69). estos signos (la lectura y la escritura) puede ser comprendida y eje-
cutada a la perfección por un niño. En ausencia del alfabeto ni
II. La simplificación cualitativa del derecho. El grado de di- siquiera un esfuerzo titánico permitiría este dominio sobre la lengua,
ficultad en la comprensión de un asunto no viene determinado úni- y la lectura y la escritura se contarían entre las artes y ciencias más
camente· por el factor cuantitativo, es decir, por la extensión y el complejas.
alcance del tema, sino también por el cualitativo, esto es, por su El alfabeto aporta al lenguaje la solución a un problema que
estructura interna, simetría y unidad. Un derecho sencillo desde el antes hemos definido como el principal objetivo de la técnica jurí-
punto de vista cualitativo es aquel en que las partes están bien defi- dica: facilitar el control sobre la materia mediante la simplificación
nidas y delimitadas entre sí, pero que al mismo tiempo forman un de la misma. Por consiguiente, parece lógico plantearse una solución
todo armónico, aquel en que es posible captar a la vez la parte y el análoga para nuestro objetivo mediante la introducción del princi-
todo. El capítulo sobre la construcción jurídica (§ 41) revelará la pio alfabético en el derecho. La clave del alfabeto radica en la
manera de alcanzar este objetivo. descomposición, en la reducción de un cuerpo compuesto a sus ele-·
A continuación examinaré tres de las operaciones antes nombra- mentas simples. El alfabeto surge con la conclusión de que el len-
das: el análisis, la concentración y la construcción. Aunque en mu- guaje crea todas las palabras a partir de la múltiple combinación de
chos casos estas operaciones se solapan, no deja de ser posible e determinados sonidos básicos, y que, en consecuencia, basta descu-
incluso conveniente la distinción y exposición individual de cada una brir y definir estos sonidos para poder componer con ellos cualquier
de ellas. Estamos ante un caso similar al de la apreciación de las palabra. Si el legislador tuviera que crear una norma para cada rela-
distintas facultades intelectuales. Éstas no actúan nunca por separa- ción jurídica o para cada aparición concreta de ésta, sucumbiría ante
do, o mejor dicho, todas ellas no son sino las distintas caras de una el ingente volumen de la materia. Por otra parte, así como el cons-
sola facultad. Sin embargo; resulta indispensable separarlas y defi- tante flujo de pensamiento genera nuevas palabras, los distintos liti-
nir cada una por separado. Del mismo modo debe interpretarse la gios crean relaciones jurídicas nuevas o variaciones de las ya existentes.
diferenciación entre las tres operaciones. Por suerte, en realidad esta novedad no suele serlo tanto, pues
en la mayoría de los casos se trata de una combinación particular
de elementos preexistentes. De esta manera, lo nuevo no es sino
2. LAS TRES OPERACIONES BÁSICAS DE LA TÉCNICA JURÍDICA una modificación, una alteración de determinados conceptos bási-
cos, o sea, de los elementos jurídicos simples. De ello se desprende
l. El análisis jurídico (el alfabeto jurfdico) que el derecho también tiene la posibilidad de dominar con relativa
facilidad una materia en apariencia ilimitada, empleando para esto
El cuerpo jurídico simple; producción jurídica abstracta y concreta; el mismo principio que el lenguaje: la división de la materia y su
aparición histórica de lo abstracto en lo concreto (los puntos de reducción a los elementos primarios. Vuelvo a afirmar, como ya
aparición; desarrollo análogo); el alfabeto jurídico; comparación del hice en l. § 3, que la naturaleza del derecho consiste en la división,
alfabeto jurídico y el lingüístico. separación y condensación. La técnica jurídica, encargada de resol-
ver este cometido, podría ser denominada, en referencia a su función
XXXIX. El alfabeto es uno de los descubrimientos más prodi- disociadora y localizadora de los elementos jurídicos simples, la
giosos, beneficiosos y al mismo tiempo más simples que jamás haya qufmica del derecho.
70 EL SIGLO XIX ALEMÁN LA JURISPRUDENCIA DE CONCEPTOS 71

La forma en que se ha de llevar a cabo esta descomposición No obstante, la propia realidad traza los límites de esta tenden-
será tratada en profundidad en el apartado dedicado a la construc- cia. El instinto práctico (uti/itas) obligará a veces al legislador a
ción jurídica, si bien espero que ya quede clara a continuación. sacrificar la norma abstracta en aras de un caso especialmente sin-
Supongamos que una comisión legisladora se dedique a la ela- gular. Entonces deberá resolver la cuestión general de modo concre-
boración del derecho de obligaciones. Supongamos asimismo que se to para aplicarla a este caso. Un ejemplo de esto lo da el ius singu-
centre en primer lugar en el contrato de compraventa y contemple lare romano. No me refiero al derecho individual, por ejemplo, a
todos los casos imaginables que puedan darse en la realidad. Más los característicos principios de los contratos consensuales en oposi-
tarde, cuando la comisión aborde los demás contratos, como el de ción a los contratos reales, sino a la desviación concreta de un prin-
permuta y el de arrendamiento, quedará patente que, junto a cues- cipio general (ratio iuris). 3 Las proposiciones jurídicas que necesa-
tiones exclusivamente relativas a éstos, reaparecerán otras que ya se riamente poseen carácter concreto no representan ninguna, desvia-
decidieron al tratar el contrato de compraventa, tales como la in- ción de la norma general, porque para ellas ésta no existe. Son es-
fluencia del error en la validez del contrato o las consecuencias del pecíficas pero no singulares. Tampoco se puede hablar de ius singu-
retraso en la prestación. Parece razonable decidir cada vez de nue- lare cuando se trata de fenómenos de por sí casuísticos, como son
vo y de forma distinta una cuestión que se repite teniendo en cuenta los plazos de prescripción o las causas de desheredación.
las circunstancias particulares -reales o aparentes- de cada caso. La ciencia del derecho únicamente puede extraer o abstraer lo
Sin embargo, de proceder así, no sería posible separar el material general de algún lugar, pero no puede crearlo de la nada. Por esto,
generado al resolver esta cuestión de las circunstancias particulares, el éxito en su esfuerzo por propiciar lo general depende en última
por lo que no se podría elaborar a partir de este material ninguna instancia de la naturaleza del derecho. Así, puede que predomine
teoría general sobre la cuestión. En el caso de que ello se intentara, en éste una tendencia de corte universa/ista, como ha sucedido siem-
sólo se obtendría una compilación exterior e inservible, una misce- pre en el derecho romano, o, por el contrario, de corte particularis-
lánea de fragmentos sueltos sin cohesión interna. ta, como ocurre con el derecho alemán.
No es de temer que los legisladores actúen en verdad de forma En cualquier campo del conocimiento, el intelecto humano apre-
tan concreta, pues no pueden sustraerse a la evidencia de que en las hende antes las manifestaciones concretas que las abstractas. Es por
distintas relaciones legales se repiten determinadas cuestiones, y no ello que en derecho se desarrollaron mucho más rápido los princi-
les resulta difícil adoptar una sola decisión para los diferentes casos. pios concretos, es decir, las disposiciones que rigen casos individua-
El momento universal de las cosas debe afirmarse necesariamente
les, que los abstractos. Antes de ser reconocidas y formuladas por la
en los preceptos jurídicos. Así, junto a las disposiciones concretas,
legislación o la ciencia en su forma verdadera, las nociones abstractas
esto es, las que afectan a las diferentes instituciones, como por ejem-
han tenido que atravesar en muchos casos diversos estadios previos.
plo el contrato de compraventa, de permuta, de arrendamiento, etc.,
La historia del desarrollo de las nociones abstractas constituye uno de
habrá otras de índole abstracta comunes a todas ellas. La abstrac-
los fenómenos más interesantes de la historia del derecho, y todo ju-
ción de lo universal, es decir, la operación intelectual destinada a
descubrir y explicar dichos principios, se vale del método analítico, rista que se precie debería conocerla, máxime cuando refleja uno de
ya que consiste precisamente en la distinción entre lo universal y lo los principales objetivos y operaciones de la técnica jurídica.
particular o casuístico, o dicho de otro modo, en la división de la .Tal y como lo demuestran numerosos ejemplos en la historia
materia en elementos generales y particulares. Su objetivo no es eli- del derecho romano, pero también en la de cualquier otro derecho,
minar a toda costa lo individual para reemplazarlo por principios la noción abstracta aparece inicialmente de forma parcial en deter-
generales, sino sentar lo que en realidad es individual y lo que es minado momento, al que denominaré el punto histórico de apari-
general, y así proporcionar una visión correcta de lo uno y lo otro. ción 4 de dicha noción, para ir adquiriendo poco a poco la extensión
De paso contribuye a reducir el volumen de la materia al evitar que y el alcance que le corresponde por naturaleza. También las ideas
una misma idea sea tratada en diferentes lugares del sistema. tienen que luchar por su existencia y en muchos casos sólo consi-
72 EL SIGLO XIX ALEMÁN
LA JURISPRUDENCIA DE CONCEPTOS 73

guen abrirse paso trabajosamente. Si mostraran desde el comienzo ~, Aunque podrían añadirse otros muchos ejemplos, creo que para
el carácter universal que les está destinado, serían mal comprendi- uestro propósito bastan los aquí expuestos.
Quisiera, ante todo, desterrar la imagen ~e un fenómeno c~s~_al
das y rechazadas. Es por esto que inician su andadura tímidamente 0

conformándose con una pequeña parcela de terreno, hasta que po; de un desarrollo incompleto del derecho. NI es c~sualla apanc~on
0
fin llega el día en que, aceptadas progresivamente por los intelectos
Sí de estas ideas -pues en ellas se hace reahdad el conocido
e instaladas sólidamente en algún lugar, se hallan preparadas par~ ~'ncipio del devenir- ni lo es en cada caso que nazca una I'dea
dar el salto. A la larga se hacen evidentes sus aspiraciones universa- pn · ·' son d'Iversa~.
recisamente en ese punto. Las causas de 1a apancron
listas y queda patente la inconsecuencia que supone su limitación a ~ara empezar ha de existir una necesidad urgente, que no se mam-
un caso concreto, porque la consecuencia es una fuerza espiritual fiesta de la misma forma en todos los casos. Así, unas veces se
1
que va abriéndose camino de forma lenta pero segura, inconsciente ercibe antes y con mayor intensidad que otras, tal como en los
pero no por ello menos eficaz, una fuerza que es sentida mucho ~jemplos 1, 3, 4, 6, 7. Ot~a causa la constituye el fá~il aprovecha-
antes de ser reconocida. Por esto llega indefectiblemente el día en miento de esta idea con vistas al caso concreto. Remito allect?r .a
que la gente no comprende por qué estas ideas sólo se aplican en tal los ejemplos 2 y 4, además de añadir otros nuevos, como la pnon-
caso y no en otros de la misma índole, el día en que a más de uno dad de la posesión de bienes sobre la cuasiposesión, la progresiva
le parece tan intolerable su limitado poder de acción como antaño ampliación del usufructo, del depósito y del arrendamiento, limita-
se lo parecía su aceptación.
do originalmente a objetos individuales, o la transformación del
Quiero aclarar lo expuesto mediante un cuadro de ejemplos ex- damnum corpore corpori datum en damnum injuria da tu m. Las dos
traídos del derecho romano. En la columna izquierda van las ideas causas que acabo de indicar dan por supuesto que la proposición
en su forma última, es decir, general, en tanto que la columna de- jurídica o idea hubiera podido mostrarse de entrada en su acepción
recha indica el punto de aparición de la idea, el momento histórico universal. En otras palabras, que desde el primer momento este prin-
de su primera aparición parcial. cipio disponía de un campo de aplicación más extenso. Sin embar-
go, también puede darse el caso -tal como sucede a menudo en el
l. Responsabilidad del mandante Comercio y navegación (act. exercit. derecho romano- de que un principio se realice en alguna situación
en los cont.J,"atos del manda- e institoria) ..
tario. particular simplemente porque ésta sea la ·Única de su especie; de
2. Protección de la bonae fidei modo que coincide el plano general con el individual. Lo que per-
Venta y tradición.
possessio por la act. Public. tenece al primero se manifiesta en el segundo. Centrémonos en el
(Idea del derecho relativamente concepto de tipo genérico ius in re aliena. De él provienen una serie
mejor.) de proposiciones jurídicas, como por ejemplo que el contenido de
3. La act. quanti minoris y red- Comercio de esclavos y de ganado. dicho derecho no pueda consistir en acciones del dueño de la casa
hibitoria. gravada, que se extingue por consolidación, etc., que históricamen-
4. Restitución en caso de pérdida Ausencia. te se desarrolló en primer lugar en la servidumbre, porque ésta fue,
por omisión no culpable. durante mucho tiempo, el único ius in re. Algunas de estas disposi-
5. Fijación de las acciones dirigi- Hereditatis petitio. ciones han conservado su forma primitiva tendente a lo particular
das al propietario como tal
(por ejemplo, «servitus in faciendo consistere nequit, nuli res sua
por enajenación dolosa de
las cosas. servit»), a pesar de que en el derecho moderno ya no sea aplicable
6. Cumplimiento ficticio de la con- una versión tan reducida. Algo similar ocurre con el concepto de
Legado de libertad bajo condición.
dición (2.1. § 32, n. 235). sucesión universal del derecho sucesorio. En derecho antiguo, la he-
7. Protección real de la prenda. Arrendamiento (act. Serviana). redilas constituía la única forma de sucesión universal, por lo que
el concepto general sólo podía manifestarse a través de ella. Por
74 LA JURISPRUDENCIA DE CONCEPTOS 75
EL SIGLO XIX ALEMÁN

tanto, los preceptos del derecho sucesorio siempre contenían heredi- r ·s que la interpretación convencional, y los errores pueden produ-
tas (por ejemplo, semel heres semper heres). Desde la aparición de I~I e por dos motivos: por considerar de orden abstracto a los ele-
cirsntos de naturaleza concreta y, a la mversa,
. ·
por estimar concret os
la bonorum possessio los preceptos de sucesión debieran haber de-
sechado esta fórmula al menos en todos los casos en que no regula- rn~os elementos que en realidad son de índole abstracta. El primer
ban nada específico de la hereditas, sino algo común a toda la espe- ~aso es, en ge~eral, po~o.de temer, 5 aun~ue sólo _sea porque resulta
cie. No obstante, el derecho moderno los ha conservado tal cual. ás fácil y comodo hmltarse al contemdo estncto de la ley que
Si consideramos la forma en que tiene lugar la universalización :spegarse de él. Por ello se oyen co? ~ucha m~s frecu~~cia crít~­
de la idea, llegaremos a la conclusión de que este ámbito del desarro- cas en sentido contrario. Y es que la J_unsprudencia tambien necesi-
llo jurídico está reservado casi en exclusiva a la ciencia. Al menos cierto tiempo para acostumbrarse a Ideas nuevas, para darse cuen-
ta d ·' '
por lo que respecta al derecho romano, la legislación nunca -a ta de que éstas tienen derecho a reclamar un campo e acc10n mas
excepción de los casos de universalización de un privilegio concedi- lio y para decidirse a concedérselo en la práctica. El desarrollo
arnp d b .,
do originalmente a una sola clase- se ha dedicado a esta tarea. nálogo siempre es consecuencia de un largo proceso e o servac10n.
Espero que las consideraciones que voy a realizar a continuación ~e nada sirven las tentativas aisladas por implantarlo, si todavía no
arrojen más luz sobre el procedimiento, conocido por el nombre de ";, ha sonado su hora, si no ha sido aceptado aún de forma unánime.
extensión por analogía, de que se sirve la jurisprudencia para resol- Esto no cambiará en el futuro y continuará siendo el método más
ver dicha cuestión. eficaz de prevenir toda precipitación.
En primer lugar, analizaremos la legitimidad y la necesidad de
este procedimiento. Mientras prevalezca la ley por la cual todo prin- Hemos visto cómo el análisis lógico genera la disgregación de
cipio general ve la luz de forma limitada, hará falta la extensión los elementos jurídicos al obtener los principios generales el estatus
por analogía. La propia realidad exige la intervención del jurista. que les corresponde, tras haberse separado del caso concreto Y e~­
Pero definamos con más precisión esta operación y los principios pecífico a través del que se manifiestan ori~inalmente. Las proposi-
que la rigen. La extensión por analogía consiste en la separación del ciones jurídicas restantes pertenecen exclusivamente a ese caso con-
principio que por naturaleza y designio es universal de su manifes- creto, por lo que su aplicación es muy limitada, específica, en tanto
. tación histórica concreta. Se trata, pues, del análisis de una materia que los principios generales recuerdan a la atmósfera terrestre, que
jurídica ligada históricamente a una determinada institución, más se mueve alrededor del planeta sin estar fija en ningún punto, pero
exactamente, de la distinción entre los elementos (proposiciones ju- que puede establecer una relación con cualquier cuerpo terres~r,e.
rídicas) que proceden de la finalidad particular de dicha institución, Las proposiciones jurídicas de tipo concreto se agrupan, en func10n
es decir, de los elementos de naturaleza concreta, y los elementos de la finalidad que persiguen, formando conceptos homogéneos que
que únicamente se manifiestan a través de esta institución, pero cuya pueden adoptar una forma específica por su propio pie, en tanto
naturaleza es abstracta (que sólo obtienen su condición de concre- que las proposiciones jurídicas generales o los conceptos que de ellas
tos por circunstancias históricas). El principio inherente a la act. se derivan, al no poseer esta facultad, sólo pueden actuar a través
exercit. e instit., a la publiciana, a la redhibit. y quanti minoris, era de las disposiciones concretas.
de orden general, de manera que cuando los juristas extendieron Por consiguiente, distingo entre cuerpos jurídicos autónomos
estas reclamaciones a casos análogos, no hicieron sino reconocer (conceptos de tipo específico) y no autónomos (conceptos de orden
dicho principio en su forma verdadera, liberarlo de sus cadenas his- abstracto). El contrato de compraventa, la servidumbre de paso Y el
tóricas. Al proceder así, la jurisprudencia no está usurpando los testamento constituyen ejemplos de cuerpos jurídicos autónomos.
derechos de la legislación. Lo que hace es ejercer una crítica e inter- El error, la nulidad y la mora pertenecen a los no autónomos. Un
pretación superiores, no de las palabras, sino del principio legislati- error jamás puede darse independientemente, desligado del contex-
vo. Tal actividad requiere mayor capacidad de abstracción y de aná- to de un caso concreto, así como una mora ha de referirse necesa-
76 EL SIGLO XIX ALEMÁN
LA JURISPRUDENCIA DE CONCEPTOS 77
riamente a una obligación existente. Ambos conceptos deben unir ~'
.
a cuerpos autonomos, como una acción o una obligación. Si trasl J'
~ eproducción imperfecta y rudimentaria del habla, que, aunque
una. r·ente para el que conoce la pronuncracion · · · de 1a 1engua, es de1
~áramos la re~ación reinante entre los conceptos legales al abeced:. . SU f ICI • d 11 p
no, co~paranam~~ a los de carácter abstracto con consonantes y a:~ d0 1·nsuficiente para el que pretende aprenderla a traves e e a. ne-
to firmarse lo mismo respecto a los mve · les mJerwres
· ,.;. · de1 derecho
lots dde "ftlpo e~peciflco con vocales. Esta comparación nos muestra~% del. a§ 3), donde el derecho escrito refleJa
· ·
de maner~ I~exacta e.1 d~re-
o ra I erencia: los conceptos abstractos poseen un elevado grad I!li' (ho hablado. Como es bien sabido, uno de los pnncipales ob]et~vos
d
e .aprIcacion,
· · ya que no están ligados a una situación específica.o.iJ:
~ toda evolución jurídica consiste en tratar de alcanzar el máximo
Asi, el error puede aparecer en contratos, en tradiciones, en pagos, e do de consonancia entre la escritura y el habla. Si queremos que el
en legados, etc. Los conceptos concretos, en cambio, intervienen e graecho se hable tal como se escnbe,· tendremos que escn'b'Ir1o tal como
un ~nico caso, y están fijos en el espacio. Además de unirse a la~ der .
debe ser pronunciado. Mientras en el lenguaJe es~a conso~anc1~ no
.
nocwnes abstractas, éstos también pueden juntarse entre sí forman. ti ne valor práctico, al menos para el hablante autoctono, si lo tiene,
d? un caso jurídico complejo, mientras que aquéllos no pueden ma- een extremo, en el derecho. Por este motivo, el lenguaje puede per-
mfestarse de forma concreta si no es en combinación con un cuerpo ~tirse imprecisiones. No así el derecho, que. debe proceder con la
de la clase opuesta. Retomemos los conceptos antes citados de com. áxima exactitud. Así se explica que el lenguaJe se las arregle con un
P.raventa, servidumbre de paso y testamento y combinémoslos entre :Uñada de letras y el derecho, en cambio, necesite un elevado número
SI. ~ongamos por caso que un testador imponga a su heredero la
de conceptos. . . .
ansiada venta de una servidumbre de paso al vecino, al precio qu A la diferencia en el grado de exactitud entre los alfabetos JUn-
ést~ estipule. Si se llegara a un litigio (que no dependería tanto
6
ct: dico y lingüístico hay que añadir una segunda. El abecedario lingüí~­
la mt.e;pretac~ó~ ~e la disp~sición como de su validez jurídica), la tico ha adquirido su forma definitiva, y por mucho que el lenguaJe
solucwn consistma en reducir el caso a sus elementos simples -tes- evolucione seguirá permaneciendo constante debido a que ig~ora
tame~to (o legado), venta y servidumbre de paso-, y establecer las los pormenores de la pronunciación. Por otra parte, se mantiene
premisas Y consecuencias de cada elemento. Resolver un litigio es esencialmente el mismo a través de familias lingüísticas enteras. Cosa
como realizar una operación de lectura: al igual que el lector reúne que, en cambio, no ocurre con el alfabeto jurídico, el cual ~o p~ede
las .letras de que se compone una palabra y eleva la suma de los operar siempre igual con independencia de tiempo y espacio, histo-
somdos que representan a una unidad lingüística, el jurista separa ria y nacionalidad. A esto cabría objetar que también el derecho
uno por uno los conceptos que componen un caso para después posee conceptos elementales de valor absoluto -categorías lógico-
dete~~i~ar su acción conjunta. Decidir se basa en separar, juzgar jurídicas o conceptos puramente formales, como la noción de impo-
en dzwdzr.
sibilidad jurídica, la oposición entre nulidad y anulabilidad, el dere-
El alfabeto jurídico va a la zaga del lingüístico, porque entre cho y su ejercicio, error en el objeto y error en la causa, etc.- que
otras cosas sus letras son de empleo mucho más limitado. Tal vez lo no pertenecen al alfabeto jurídico de aquella nación qu~ los hay.a
más parecido a las letras del alfabeto lingüístico sean los elementos descubierto y desarrollado, sino a un alfabeto supranacional, um-
a?stractos del derecho. Por ello, es natural que el alfabeto jurídico versal y absoluto. No obstante, aun reconociendo el valor absoluto
disponga de bastantes más letras que el lingüístico. Por otra parte, de estos conceptos y admitiendo la posibilidad de un alfabeto jurí-
no ~ay que ?lvidar que aquél es y debe ser mucho más exacto y dico universal, no hay que olvidar que se trata de conceptos de ca-
preciso que este. La causa de que el alfabeto lingüístico funcione rácter exclusivamente formal, y que por medio de ellos no se iría
con un reducido número de letras reside en gran medida en la inexac- más allá de una lógica jurídica formal (cuyo elevado valor didáctico
ta p:onunciación. d~ los sonidos. ¡Cuántos signos harían falta para no discuto para nada). La configuración práctica de ésta, su relleno
r~fleJar las peculiandades y los matices más sutiles de la pronuncia- material, seguiría corriendo a cargo del derecho positivo. Así, la
ción, sobre todo en las vocales! La escritura no proporciona más que diferencia entre error en el objeto y error en la causa es conceptual-
78 EL SIGLO XIX ALEMÁN LA JURISPRUDENCIA DE CONCEPTOS 79
~
mente necesaria y adecuada para ejercitar el pensamiento jurídico !~ ¡'ngüístico. Si bien la imagen del alfabeto permite al profano com-
Sin embargo, corresponde a la preceptiva positiva, en última instan:' 1render la cuestión, creo que éste está de antemano poco predispues-
cia, decidir si se aplica o no el error, y en caso afirmativo, si única. fo a abrazar el método analítico. Ello se debe a que el punto de
mente el error en el objeto o también el error en la causa. Si se ista profano se opone diametralmente al método analítico y tiende
resuelve la cuestión de forma tajante, tanto en sentido negativo como : evitar que éste influya en el arbitraje de contiendas judiciales. El
afirmativo, esta diferencia desaparece del mapa en la práctica. La punto de vista profano se caracteriza, tanto en la concepción del
oposición entre nulidad y anulabilidad es evidente desde el punto de derecho abstracto cuanto en la interpretación de una situación con-
vista lógico, si bien no existía para el derecho romano antiguo, que creta, por no separar, o, en otras palabras, por entregarse a la im-
sólo contemplaba la invalidez de negocios jurídicos a través de la presión general de la situación. 7 A diferencia del ojo jurídico, que
nulidad. Así, el lado universal de los conceptos mencionados más aprecia por se~arado todos los elementos, aspectos y relaciones per-
arriba se expresa a través de la forma, en tanto que el lado práctico tenecientes a una institución o caso, el punto de vista profano ve el
lo hace a través de la substancia. Puede que la configuración prác- conjunto, la imagen global y se forma un juicio a partir de la im-
tica sea tan sensata y eficaz que quisiéramos concederle una dura- presión, gener~l. ~or esto, al profano le pa~ece:á i?~omprensi~le.la
ción eterna y una repercusión universal. No obstante, debemos con- actuacion del Jurista, que descompone una mst1tuc10n en sus distm-
siderarla como algo material, sujeta a la inestabilidad de opiniones tos aspectos y elementos para luego volver a unirla artificialmente
y cosas. por medio de la síntesis, c~ando el primero ~ree recono~er en dicha
La historia de todo derecho refleja el carácter positivo e históri- institución un todo orgámco que no necesita de ultenor examen.
co del abecedario jurídico. Junto con los preceptos varían los con- cuando alquien interpone una demanda que no se ajusta a su recla-
ceptos y las instituciones. No tan sólo se altera la naturaleza y el mación (por otra parte justificada), por ejemplo, si presenta en vez
significado de las letras existentes, sino que con el tiempo éstas de- de una act. in pers. una act. in rem, el juez comprueba si se cum-
saparecen y son reemplazadas por otras nuevas. Con todo, el dere- plen las condiciones de esta demanda y si no es así la recusa, aun-
cho romano constituye una prueba contundente de la capacidad de que se desprenda de la vista que con otra demanda la reclamación
resistencia al factor temporal y espacial exhibida por algún alfabeto tendría fundamento.
jurídico. La organización práctica y conceptual de la propiedad, de Aunque esto pueda parecerle harto ·extraño al profano, en el
la servidumbre, de la obligación, etc., por parte de los jurisconsul- fondo no se ha hecho otra cosa que separar los criterios y concen-
tos romanos no deja de ser romana, por más que la ciega venera- trarse en el que el demandante ha escogido para la valoración del
ción por el derecho romano haya pretendido otorgar a lo romano caso y presentado al juez.
carácter absoluto. No obstante, el derecho romano ha perdurado La polémica sobre el contraste entre el derecho romano y el ale-
durante siglos. Los conceptos que acabo de nombrar han permane- mán ha demostrado lo poco que la ciencia actual comprende el ca-
cido sustancialmente iguales en mil quinientos años, y, lo que es rácter del método disolutivo. Dos filósofos del derecho contempo-
más importante, el derecho romano nos proporciona pautas de con- ráneo 8 creen que el defecto del derecho romano se debe a la falta
ducta válidas incluso para situaciones y problemas surgidos en los de «organismos, constituciones orgánicas, de un principio positivo
tiempos modernos. No debe extrañar a nadie, por tanto, que la Edad de configuración orgánica» etc. ¿En qué se basa esta afirmación?
Media creyera en el carácter absoluto del derecho romano y abriga- Una institución jurídica da la sensación de «organismo» mientras
ra la convicción de que contenía la ratio scripta, es decir, la razón no es abordada por el principio disolutivo-legal. Todo se entrelaza
en su manifestación jurídica. a las mil maravillas, los factores jurídicos y éticos, la forma y el
Está claro que ninguna imagen ilustra mejor la naturaleza y los contenido, el elemento real y el obligatorio. En el instante en que la
resultados del principio analítico en el derecho que el alfabeto jurí- jurisprudencia se apropia de esta institución para cumplir con su
dico, a pesar de las diferencias que presenta respecto al alfabeto cometido, se desvanece aquel «entrelazarse» poético y aquella «com-
80 EL SIGLO XIX ALEMÁN LA JURISPRUDENCIA DE CONCEPTOS 81

penetración orgánica», sin que por ello sufra ninguna transforma. eraciones de la lógica y consiste en abstraer un principio a partir
ción su contenido práctico, real. En vez del bello organismo, op . 1
de fenómenos particu ares.
tenemos oxígeno, nitrógeno, etc. Los elementos que forman la figu. Expresado de otro modo,-la concentración lógica aglutina el vo-
ra se dispersan: uno va a parar aquí, otro allá ... 9 Que el derecho lumen exterior de una masa jurídica producida por el derecho posi-
romano presente átomos y el alemán organismos no implica que tivo para una situación jurídica determinada. Dicho volumen no se
ambos derechos sean distintos -¿acaso la tutela fue menos <<Unidad determina única ni principalmente por la importancia de la situación
orgánica» entre los romanos que lo es hoy día entre nosotros?- 0
por la cantidad de cuestiones en ella planteadas, en definitiva,
Lo que varía es el tratamiento científico que recibe en cada caso: por el factor objetivo, sino en igual proporción por el factor pura-
La ciencia jurídica, al igual que la química orgánica, no crea orga. mente subjetivo de la habilidad del legislador. Hay quien alcanza
nismos, sino que los disuelve. Pero de ahí a creer que eso provoca más con una palabra que otros con cien.
una merma de la función práctica de las relaciones legales hay un Una de las cualidades más apreciadas del legislador es la conci-
buen trecho, y sería tan erróneo como pensar que el análisis quími- sión. Ésta, sin embargo, no radica en la economía de palabras, sino
co, en vez de facilitar la comprensión de la naturaleza, se coloca en en la intensidad y el alcance de las ideas expresadas. Parece lógico
discrepancia con ella. pensar que .una misma situación, pa:a cuy~ con~t~tución le~islativa
La crítica hacia el derecho romano antes mencionada parece con- una determmada ley emplea una sene de disposiciones particulares
tener la idea de que la atomística legal de los romanos se extendía sin ningún principio común que las relacione (configuración casuís-
más allá del marco jurídico a la realidad misma, de que el espíritu tica), sea regulada en todos sus aspectos en otro sistema legal en
romano rechazaba todo lo que fuera compuesto, amalgamado o lo virtud de un solo principio (configuración elemental). En el primer
que quiera entenderse por orgánico. 10 Sin embargo, el espíritu roma- caso le está vedada a la ciencia jurídica la concentración de la ma-
no disolvía conceptos, no cosas, y su objetivo no se centraba en teria, 11 puesto que las particularidades que no provienen de princi-
impedir, sino en facilitar y garantizar la subsistencia práctica de pio alguno tampoco permiten su abstracción. Pero la jurispruden-
organismos. cia se encontraría en idéntica situación si el legislador siempre acer-
tara a expresar el principio en su imagen adecuada. En este sentido,
no es de temer que a la jurisprudencia le vaya a faltar trabajo.
2. La concentración lógica Para que la ciencia jurídica pueda concentrar la materia, el le-
gislador tiene que poseer y aplicar realmente un principio, no basta
La posibilidad de una concentración del material; el núcleo lógico y con que lo distinga conscientemente y lo formule. La historia nos
la periferia; desarrollo interno del principio a través de la forma demuestra que esto suele ser habitual, y no debe extrañarnos en el
histórica de una excepción. caso del legislador, máxime cuando la jurisprudencia se halla fre-
cuentemente en la rnísma situación: también en ella suele preceder
Hoc uno posito, quod est ad cognitionem disciplinae la intuición de lo adecuado a su conocimiento. Por consiguiente,
satis, innumerabilia nascuntur, quibus implentur ju- puede darse el caso de que un principio jurídico se sostenga en la
ris consultorum libri. práctica mucho antes de ser reconocida y formulada su verdadera
CICERÓN, De !eg., 11, 19 naturaleza, e incluso es posible que haya perdido su vigencia cuan-
do aquélla sale a relucir.
XL. La presente operación persigue el mismo objetivo que la Cada una de las proposiciones jurídicas por las que el legislador
anterior, pero por el camino opuesto: no mediante disolución, sino aplica inconscientemente un principio, se comportan hacia éste de
mediante unión y concentración. No se trata de una operación ex- igual modo que los distintos puntos de una circunferencia hacia el
clusivamente jurídica. Antes bien, constituye una de las diferentes centro. Así, el principio es el punto buscado por el legislador. Éste,
6.- CASANOVAS
82 EL SIGLO XIX ALEMÁN LA JURISPRUDENCIA DE CONCEPTOS 83

sin embargo, se verá obligado a dar vueltas alrededor suyo, a cir.i,." lícito pensar en una sola regla, o tal vez la cuestión tenga de por sí
cunscribirlo por medio de proposiciones casuísticas, hasta que con./ un origen dual?
siga adueñarse de él. Del mismo modo, la ciencia se mantiene en la Asimismo, puede darse el caso contrario. Es decir, una supuesta
periferia hasta que no encuentra el centro. Cuanto más grande sea,.' epción que en realidad no lo es y que podría evitarse aplicando
la distancia entre los dos, tanto más largo será el camino a recorrer·¡ exCprincipio de forma correcta. 14 A menud o, una d'Ispos1c1on
.. , supone
1
por la ciencia, o sea, tanto más prolija y compleja la descripción ena excepción histórica, esto es, verdadera respecto a la norma que
del objeto en cuestión. A medida que la ciencia se aproxima al cen. ~a regido hasta ese instante, aunque en realidad esta excepción está
tro, se estrecha el círculo, se acorta el camino, y por consiguiente modificando el principio vigente, de manera que con sólo formular
disminuye el número de axiomas al tiempo que aumenta su conteni- de nuevo dicho principio desaparece la supuesta antinomia entre
do, hasta que, llegada al centro, es capaz de abarcar toda la mate. regla y excepción. Así~ al aceptar la jurispru~e~c~a romana la pro-
ria con una sola idea. piedad en el caso de mños, l~co~ y personas JUndicas c?mo supue~­
El descubrimiento del principio es doblemente trascendente para ta excepción de una de las prmc1pales reglas de la prop1edad, consi-
la ciencia, ya que, además de permitir la concentración de la mate- dero que en realidad estaba contribuyendo al pleno y cabal desarro-
ria disponible, el principio descubierto se convierte en fuente de nue- llo de la auténtica noción de propiedad. 15 A menudo, la excepción
vos axiomas. Me refiero a las hasta entonces insospechadas conse- no es sino la forma en que la regla se expande y perfecciona. En
cuencias del mismo. El pleno desarrollo del potencial lógico y de esos casos suele ser la propia historia la que nos induce a error.
los matices encerrados en una idea, sólo se alcanza con la compren- Durante siglos consta como regla y excepción lo que en el fondo
sión de su verdadera naturaleza. pertenece a un mismo principio. Originalmente, en el préstamo la
El símil de la abstracción del principio y la aproximación al cen- propiedad pasaba automáticamente de manos del acreedor a las del
tro podría inducir a creer que estamos ante una operación en extre- deudor ,16 Con el tiempo, la práctica fue saltándose esta norma en
mo sencilla. No obstante, la periferia jurídica (para no cambiar de varios aspectos. La divergencia era considerada una excepción de la
imagen) no siempre es regular, sino que abundan las excepciones antigua regla y clasificada como tal por los ulteriores juristas roma-
que pueden llevar sobre una pista falsa. Además, las proposiciones nos.17 Sin embargo, detrás de la aparente excepción se escondía una
particulares, aunque emanen todas de un mismo principio, no tie- decisiva ampliación del cOncepto de préstamo: éste ya no establecía
nen por qué hacer patente su origen y su parentesco. Es más, pue- que el objeto prestado pasara de la propiedad del dador a la del
den llegar a aparecer tan heterogéneas a los ojos de un observador tomador, sino del capital del uno al del otro. La disminución y
ingenuo, que éste ni tan sólo sospeche su afinidad. ¿Qué tiene que ampliación respectivas de los capitales están excluidas de un proce-
ver, por ejemplo, la hereditatis petitio con los interdictos posesorios? so de propiedad. El prestador concede el préstamo cuando otra per-
Con todo, se basan en la misma idea. 12 La usucapión termina al sona emplea su dinero, y el prestatario lo recibe cuando con esa
principio del último día, mientras la prescripción lo hace al final del suma de dinero paga a un tercero. Otro ejemplo lo constituye la
mismo. Dos reglas en apariencia completamente distintas -en rea- implantación de la capacidad de poseer bienes de los niños. Histó-
lidad secuelas de la misma idea. ricamente estaba considerada como una excepción, y su primer caso
Los casos más difíciles de resolver son aquellos en que el legis- (peculium castrense) representaba una divergencia del derecho vigen-
lador sólo ha respetado el principio en parte. Como no podemos te difícilmente superada por otro ejemplo. Bajo Justiniano, la ex-
saberlo de antemano, trataremos, de entrada, de reducir la materia cepción se convirtió en regla y viceversa, resultando de ello el si-
a un único principio. Tras varios intentos infructuosos llegaremos a guiente principio: los niños tiene capacidad de poseer, pero no de
la conclusión de que esto no es posible, de que se cruzan dos ideas, adquirir en contra de la voluntad de su padre.
una de las cuales contiene la regla y la otra la excepción. Pero en-
tonces, ¿cuál de ellas contiene la regla, y cuál la excepción? 13 ¿Es
84 EL SIGLO XIX ALEMÁN
LA JURISPRUDENCIA DE CONCEPTOS 85

ria, eliminar las contradicciones aparentes, esclarecer puntos oscu-


3. La construcción jurfdica ros y ambigüedades, poner a la vista todo el contenido de la volun-
tad legisladora, y, en igual medida, deducir de las disposiciones ais-
La perspectiva histórico-natura/ del derecho; el cuerpo jurídico' ladas el principio fundamental, y al revés, deducir las consecuencias
-descripció~ ,ge~er~/ .del mismo-, la creación del mismo mediante~ que se desprenden de un principio dado.
la construcczon jundzca; las tres leyes de la construcción jurídica· La interpretación no es una operación exclusivamente jurídica:
(positiva, lógica, estética); el valor técnico del método histórico.., todas las ciencias que utilizan documentos como fuentes de su co-
natural. ;t:;~ nocimiento deben interpretar, y no por ser interpretada la materia
adquiere un carácter específicamente jurídico. Nada de lo que logre
~LI. El té.rmino construcción jurídica es uno de los más:t¡r desentrañar la jurisprudencia por este camino podrá considerarse
cornentes de la JUrisprudencia actual, si bien al principio de nuestro~~ como algo nuevo, sino que continuará siendo la materia jurídica
siglo era casi desconocido. Todo el mundo lo emplea y a todo e{¡ original dispuesta de otra manera.
mundo le sugiere lo mismo, pero a las preguntas ¿qué es la cons- ;:~ La jurisprudencia nace con la interpretación, que por fuerza ha
trucción jurídica, para qué sirve, qué principios la rigen? muy po- ~ de ser la primera operación que aquélla efectúe sobre la materia
cos serían capaces de dar una respuesta. La ciencia tampoco nos r' legal. Para poder construir, la jurisprudencia primero tiene que in-
asiste en esta tarea, pues hasta el momento no ha hecho ningún terpretar; la jurisprudencia inferior es, pues, el esta11io preliminar
intento por definir el término construcción jurídica, y menos toda- requerido para alcanzar la jurisprudencia superior.
vía por elaborar una teoría acerca de ella que esclarezca sus fines y Pero como sólo es un estadio preliminar, la jurisprudencia no
sus principios de acción. Yo, por mi parte, no puedo eludir esta debiera permanecer en él más tiempo del necesario. Sólo a un nivel
tarea, puesto que sólo de esta manera se obtiene la perspectiva superior su tarea y su método adquieren carácter específicamente
cesaría para poder formarse un juicio sobre la jurisprudencia roma- jurídico y se convierte en una ciencia distinta a todas las demás.
na. La total ausencia de trabajos preliminares sobre el tema me obli- La línea divisoria entre jurisprudencia inferior y superior puede
ga a ocuparme de él más detenidamente de lo que haría de ordinario. trazarse nítidamente en el concepto, si bien no es tan fácil para
cada caso particular. Esta división responde a una perspectiva jurí-
Por lo general, la ley emplea el modo imperativo para expresar dica que denomino histórico-natural; no a la adopción pasiva de
su contenido, o sea, la forma directa de la prohibición o de la or- esta perspectiva, sino a su decidida y consecuente aplicación. No
den. Que lo emplee realmente o no, es una cuestión de escasa rele- quiero debatir, aquí, el carácter artificial o natural, evidente o no
vancia, ya que se sobreentiende. En el vocabulario legal, «es» signi- de esta perspectiva. Si se la quiere oponer a la que guía a la juris-
fica «debe ser» (por ejemplo, la acción prescribe en dos años equi- prudencia inferior en su elaboración de la materia legal, debemos
vale a debe prescribir en dos años). Históricamente, este semblante colocar los términos instituto jurídico y concepto jurídico a un lado
del derecho, en que la forma y el contenido coinciden plenamente, y proposiciones y principios jurídicos al otro. El instituto jurídico
es el primitivo, el original. Comparado con aquel que se le opone no es la simple agrupación de proposiciones jurídicas aisladas refe-
más adelante, lo denomino inferior. rentes a la misma situación, sino algo muy diferente. Las proposi-
En tanto la jurisprudencia no altere la disposición de la materia, ciones jurídicas son materia, sustancia, masa de ideas. En cambio,
el término inferior es aplicable también a ella misma. En consecuen- los institutos jurídicos son entes, entidades lógicas, seres jurídicos
cia, distingo entre una manifestación inferior y superior del derecho que comprendemos e imaginamos como individuos con vida propia.
lo mismo que entre una jurisprudencia inferior y superior. Nacen, mueren, actúan, entran en conflicto con otros, tienen sus
La actividad que desarrolla la jurisprudencia inferior puede de- misiones y fines a los que sirven y poseen fuerzas y cualidades par-
finirse como interpretación. Su tarea consiste en descifrar la mate- ticulares, etc. Los llamaría seres jurídicos, para mantener despierta
86 EL SIGLO XIX ALEMÁN LA JURISPRUDENCIA DE CONCEPTOS 87

en el lector la imagen de seres vivos, si la expresión no resultara tan


rebuscada. Prefiero, por tanto, denominarlos cuerpos jurídicos, 18 en>;¿ El cuerpo jurídico
contraste con la sustancia jurídica o la materia jurídica. ,~
Tal vez no sea fácil reconocer a primera vista la importancia de~ La admisión de una existencia lleva consigo las preguntas sobre
esta perspectiva. ¿Qué diferencia hay, se preguntarán algunos, en~. su origen y final (modos de nacimiento y disolución de las relacio-
decir «proposiciones jurídicas sobre la propiedad», «instituto de la:~ nes legales). La presunción de un cuerpo implica las preguntas acer-
propiedad» o simplemente «propiedad»? Naturalmente, cuando se;~ ca de su naturaleza, constitución, sentido, propiedades, su parecido
trata sólo de las palabras, es indiferente. Sin embargo, la perspecti-> y diferencia con otros cuerpos y sus posibles relaciones y conflictos
va es como la semilla que permanece enterrada e inerte, pero que,>~~ con ellos. Aquí destacaré los aspectos más relevantes. 20
cuando germina, es capaz de producir una transformación total del e;~
derecho. Es tarea de la jurisprudencia hacer germinar esta semilla y,~~ 1. Concepto, estructura. El primer paso en el análisis de los
llevarla hacia su completo desarrollo, o sea, estructurar la materia:;~ cuerpos jurídicos consiste en plantearse la siguiente cuestión: ¿qué
jurídica con arreglo a aquella perspectiva y aplicar con todas sus "· es un cuerpo jurídico? ¿Es independiente o consecuencia de otro
consecuencias la idea de vida propia del cuerpo jurídico. cuerpo? 21 La ley del análisis jurídico, por la cual no debe conside-
¿Cómo es posible que la concepción y aplicación de algo que no rarse independiente ningún cuerpo formado por dos o más constitu-
pasa de ser una perspectiva obre semejante milagro? Esta duda es- yentes, es aplicable también en este caso.
taría justificada de consistir la perspectiva en un enfoque diferen ··,'-1 El concepto de un cuerpo encierra su esencia, lo delimita de
del objeto, desde un ángulo más luminoso. Pero el efecto que ést , 1;~: otros cuerpos y le confiere «autonomía» lógica. Contiene, por tan-
surte se asemeja más al del calor, capaz de transformar un cuerpq:~i to, la quintaesencia lógica del cuerpo, el núcleo de su identidad. En
sólido en uno líquido, que al de la luz. La materia jurídica, dura en...~l'!lf el concepto debe concentrarse toda la energía del cuerpo, y todo lo
su forma primaria, limita en sumo grado al jurista. Mediante laJ que le acontezca ha de ser compatible con él. Por esto, la definición
perspectiva histórico-natural se transforma en un material dúctil y'~;~ no debe estar al principio, sino al final de la indagación sobre el
moldeable y afloran las propiedades que yacían ocultas en ella. El¡[ cuerpo, como resumen y redacción formal de los resultados allá ob-
método histórico-natural representa el ascenso de la materia a un~ tenidos. Trendelberg llama acertadamente a la definición el mono-
,~
7

estado superior. grama del discurso lógico. No hay que confundir la imagen con la
Dicho ascenso implica asimismo un progreso de la jurispruden~)~ formulación del concepto. Puede que la apreciación sea correcta y
cia. Ésta se eleva desde su condición de peón del legislador y ras- la formulación desacertada. Así, los juristas romanos manejan sus
treador de elementos positivos aislados hacia la categoría de arte y conceptos con gran soltura pese a que sus definiciones, según admi-
ciencia: un arte que dispone la materia artísticamente, que la estruc- ten ellos mismos, 22 son a menudo incompletas.
tura y que le infunde vida; una ciencia que puede considerarse corno El concepto capta la esencia del cuerpo. Ahora sólo hace falta
ciencia natural en el ámbito humanístico. La comparación que aca- saber en qué consiste esta esencia. Podría pensarse que en su finali-
bo de efectuar no es un simple juego de palabras, ya que, corno dad, puesto que el cometido práctico que le ha sido asignado con-
veremos en el transcurso de este capítulo, ningún término se ajusta . tiene la razón de su existencia y de su particular estructura; en otras
tanto a la naturaleza del método empleado por la ciencia jurídica .,· palabras, su explicación lógica. No niego que este factor sea impor-
como el término método histórico-natura/. tante y aun indispensable a la hora de comprender (desde el punto
Dicho método es la clave del misterio de la jurisprudencia, de de vista filosófico y práctico) la institución; 23 lo que sí rechazo es
su poder sobre la materia y de su atractivo para la razón. 19 que la teoría jurídica elija la finalidad como criterio de definición. 24
Recordemos las consecuencias que se derivan de la aplicación ¿Es equivocada, por ejemplo, la definición del depósito y del como-
este método para la configuración de la materia. dato como donación con la finalidad de custodia y uso? Por supues-
88 EL SIGLO XIX ALEMÁN LA JURISPRUDENCIA DE CONCEPTOS 89

to que no, pero sólo porque en este caso «finalidad» es sinónimo de · 'n tan simple está claro si se trata de un fenómeno histórico-na-
«contenido». Luego «donación con la finalidad de custodia» quiere ~1~al, físico o jurídico, si, para poner un ejemplo, la copro?ieda?
decir donación con compromiso de custodia y derecho de uso. Cuan- u una partición atomística o una partición del derecho (meJOr di-
esho del contenido del derecho ) . L a persona JUfl
. 'd'1ca cons t't
1 uye una
do empleamos el término en su acepción literal, con «finalidad» de
un instituto, nos referimos a algo que no está en el contenido, a algo e riante de esta relación de concurso no solidario. Ella no es el
que está por encima suyo, al lado del cual el contenido se muestra
va .
destinatario de los derechos que tiene; lo son 1as personas f'lSlc~s
.

como un medio. Si consideramos nuestra ciencia una teoría de los ue se hallan detrás suyo y de las que es el representante necesano
medios que el derecho tiene a mano para los objetivos de la vida desde el punto de vista técnico (portador de derecho), tanto si se
debemos definir aquéllos en función de su esencia, ya que en gene: trata de un círculo cerrado de individuos (universitas pers?narum) o
ral -en algunos casos quizá sí- no sería factible hacerlo en fun- de una multitud indefinida (universitas bonorum, por ejemplo los
ción de su finalidad. 2s Los fines son algo muy indefinido y cambian- enfermos de un hospital o los socios de un ateneo). La persona
·uridica (al menos en el derecho privado), es una herramienta técni-
te que a menudo se confunden sin que la institución sufra el menor
cambio. Además, existe un considerable número de cuerpos jurídi- ~a para contrarrestar la vaguedad del sujeto. 26
Las obligaciones solidarias son un conocido ejemplo para el se-
cos que no persigue ningún fin, al haberse originado no por exigen-
gundo de los casos de concurrencia de vario~ sujeto.s a~tes mencio-
cias prácticas (utilitas), sino por deducción o necesidad jurídica
nado. La pregunta que hay que hacerse aqm es la s1gmente: ¿debe-
iuris) y que existe sólo porque no puede ser inexistente. El aspecto
mos considerar la relación como dos obligaciones con el mismo con-
por el que nos guiamos al definir, sin embargo, ha de servir también tenido o como una sola obligación con dos sujetos?
para clasificar. Un aspecto que no alcance a definir la totalidad de Como ejemplo para la correcta determinación del objeto del de-
los cuerpos o del sistema, tampoco es apropiado para la definición recho quiero citar el derecho hereditario y la obligación, puesto que
de un cuerpo particular. No definimos, por lo tanto, el cuerpo por existen opiniones divergentes respecto a ambos. ¿Cuál es el objeto
su finalidad o su capacidad, sino en virtud de su estructura, de su del derecho hereditario, el conjunto de las situaciones jurídicas par-
anatomía, concentrándonos para ello en sus distintas partes tales ticulares o, por contra, la personalidad del testador según el dere-
como sujeto, objeto, contenido, efecto o acción. Nuestras definicio- cho patrimonial? ¿Y de la obligación? ¿Acaso el deudor, su volun-
nes tienen por objeto los derechos subjetivos, los cuales servirán tad o la acción futura? La obligación ilustra asimismo el contenido·~
para ilustrar el objetivo y el método. del derecho, al plantearse la cuestión de si el acreedor tiene derecho
Todos los derechos contemplan en primera instancia al sujeto. sobre la acción o sobre su valor monetario.
Con frecuencia resulta complicado determinar quién debe ser consi- Una cuestión que también condiciona la estructura de los dere-
derado sujeto, así como la relación de éste con el objeto y el conte- chos es su posible dependencia respecto de otros derechos, como la
nido del derecho. Ello sucede sobre todo cuando la correspondencia subordinación del derecho hipotecario al crédito, de los intereses de
entre sujeto y objeto no es directa, sino que se expresa por medio demora a la obligación principal o de la servidumbre predial al terre-
de cualquier relación, como por ejemplo la servidumbre predial por no. Por último queda la relación entre la acción y el derecho: ¿pue-
medio del praed dominans o las obligaciones al portador por medio den separarse ambas cosas, es suplementaria la acción o es la acción
del papel, y cuando concurren varias personas para un mismo dere- el propio derecho en su forma procesal?
cho, ya sea con la intención de repartírselo o de adjudicárselo todo Los restantes factores que determinan un cuerpo jurídico, de los
a una sola de ellas. En el primer caso, la solución más sencilla pasa cuales me ocuparé a continuación, están estrechamente relacionados
por dividir el derecho entre el número de personas (como en la co- con lo que acabo de exponer y entre sí, por lo que la inclusión de
propiedad, en la obligación), con lo que la pluralidad de personas algunos de ellos en un apartado u otro es indiferente y arbitraria.
queda reflejada en el mismo derecho, que se escinde en tantas par- Si los expongo por separado es únicamente por consideración hacia
tes como personas se lo disputan. Pero ni siquiera en esta rela- el lector, para que tenga unos cuantos puntos de referencia.
LA JURISPRUDENCIA DE CONCEPTOS 91
90 EL SIGLO XIX ALEMÁN

2. Propiedades y poderes del cuerpo jurídico. Cito como propiedad y la servidumbre, o sea, cuasipropiedad). Unas veces
1
ejemplos la divisibilidad o indivisibilidad de los derechos, su fuerza ~inciden varios cuerpos en el mismo objeto o en la misma relación
de expansión, el derecho de accesión en la propiedad, el usufructo ~egal. Otras, entran en conflicto (tal es el caso de la propiedad y la
el derecho hereditario (el derecho se expande, por así decirlo, a tra: obligación, es decir, de la reivendicatio y la exceptio reí vend. et
vés de un espacio que ha quedado vacío), la posibilidad o imposibi- traditae y de la propiedad y el derecho hipotecario). Un cuerpo tam-
lidad de separar el derecho de la persona (dependencia de la vida de bién puede desaparecer y de este modo repercutir sobre otro cuerpo
la persona, posibilidad de transferencia a otras, etc.), la posibilidad (por ejemplo, la suspensión del derecho hipotecario anterior, la de-
de que el derecho se reproduzca en un mismo objeto (ya sea simul- relicción del praedium serviens o dominans, la influencia de este
tánea o sucesivamente, como en el derecho hipotecario), la posibili- hecho sobre el derecho hipotecario posterior o sobre la servidumbre).
dad de que el contenido del derecho se reduzca o limite (elasticidad La consecuencia última del método histórico-natural y al mismo
parte fija del negocio legal: essentialia negotii, parte cambiante: na: tiempo la culminación de todo el esfuerzo es:
turalia y accidentalia).
5. La clasificación sistemática de los cuerpos jurídicos o el sis-
3. Fenómenos en la vida del cuerpo. Aquí hay que mencio- tema. Este punto ya ha sido tratado anteriormente (2.2. § 38).
nar ante todo los dos fenómenos que atañen a su propia existencia:
su origen y su desaparición. No basta con la simple enumeración de
las diferentes modalidades de nacimiento y desaparición -la parte La construcción jurídica y sus leyes
concreta, puntual de la cuestión-, pues dicho problema incluye una
serie de reflexiones generales, entre las que destacan la situación de Todo lo expuesto hasta ahora en este capítulo va encaminado a
inseguridad del ser (está pendiente; no sólo en las condiciones, sino preparar al lector, a proporcionarle una visión del objeto y el pro-
en otras muchas situaciones), la perdurabilidad o temporalidad de una pósito del método histórico-natural, o, lo que es lo mismo, a facili-
relación jurídica, el aspecto cronológico (¿cuándo se considera conclui- tarle la comprensión del cuerpo jurídico.
do un negocio, muerta una persona desaparecida, cuándo es la actio No creo necesaria una justificación por haberme entretenido tan-
nata? que también se relaciona con la fuerza retroactiva de la condi- to tiempo en este punto, dedicándole relativamente más atención
ción y la ratificación), el tiempo transcurrido entre el acto de creación que al tema principal que expondré a continuación. Este preámbulo
y el nacimiento del derecho (conclusión anticipada de un negocio, pre- es indispensable para poder entender lo que sigue. Sin él, el lector
via al inicio de sus requisitos, por ejemplo, antes de que exista el se haría una idea muy imprecisa de algunas de las cosas que sólo
crédito en el derecho hipotecario) o el tiempo transcurrido entre la alcanzo a insinuar. Hemos llegado hasta aquí para regresar al co-
génesis y la entrada en vigor (dies), la parálisis temporal o defini- mienzo del capítulo y definir la construcción jurídica como estruc-
tiva de los derechos (exceptio peremtoria y dilatoria); la desapa- turación de la materia legal según el método histórico-natura/. La
rición parcial del derecho y su posterior recuperación, la metamor- construcción jurídica es, por así decirlo, la escultura de la jurispru-
fosis, la transición a otras relaciones, la influencia que la extinción dencia, ya que trabaja con el cuerpo jurídico. Toda actividad rela-
de la acción ejerce sobre el derecho (no idéntica en la propiedad y cionada con la estructura de este cuerpo, tanto si abarca el cuerpo
en la obligación) y sobre la extinción de la deuda en relación a la en su totalidad, como si conduce a su nacimiento, como si explica
deuda recíproca. fenómenos aislados de su vida o elimina aparentes contradicciones
entre lo puntual y lo fundamental, se engloba dentro de la construc-
4. Relación con otros cuerpos. Hay cuerpos incompatibles en- ción jurídica. Existe también otro tipo de actividad que consiste en
tre sí (es el caso de la patria potestas y la tutela o de la manipular los conceptos creados por la construcción y en dilucidar
testamentaria y la intestada), y cuerpos compatibles (por ejemplo, sus consecuencias indirectas. La primera actividad es una produc-
92 EL SIGLO XIX ALEMÁN LA JURISPRUDENCIA DE CONCEPTOS 93

ción artística, pues crea algo nuevo, inexistente hasta entonces. 2' La jurisprudencia, a mi parecer, estaría autorizada a reemplazarla
1
segunda, en cambio, tan sólo es un razonamiento lógico. aor la otra, dado que se trata de una construcción deficiente. Am-
Examinemos ahora más de cerca las leyes de la construcción ~as llevan prácticamente al mismo resultado; no son sino construc-
jurídica. ciones jurídicas, intentos científicos de explicar racionalmente las
La construcción se propone la cabal estructuración del cuerpo disposiciones prácticas. . .. ,
jurídico. Ahora bien, ¿en qué consiste tal estructuración? ¿Qué cri- Si un jurista moderno 30 trata de hacer concordar la disposicion
terios y reglas debe seguir, o, en otras palabras, cuáles son sus le- del derecho romano que concede la mitad del tesoro encontrado en
yes? Yo sugiero las siguientes: terreno ajeno al propietario de éste con la teoría de la ocupación,
de manera que er que encuentra el tesoro adquiera la propiedad de
l. La ley de _la cobertura de la materia efectiva. Los precep- éste pero al mismo tiempo tenga la obligación legal de entregar la
tos positivos son los puntos a través de los cuales discurre la línea mitad del tesoro al propietario del terreno, crea una construcción
trazada por la construcción jurídica, que por lo demás actúa sin que se opone a nuestra ley de cobertura de la materia positiva, pues-
cortapisas, pues no ha de ceñirse a las construcciones del legislador. to que llega a resultados que no se corresponden con el derecho
La misión del legislador no es construir. Lo único que consigue con positivo, como, por ejemplo, que el propietario del terreno, p~ra
eso es adentrarse en terreno científico, perder su autoridad y poder reclamar su mitad, sólo tendría una acción personal contra qmen
como legislador y equipararse al jurista. Si bien las construcciones ha descubierto el tesoro, mientras que, según el derecho romano,
del legislador poseen únicamente carácter doctrinal y en consecuen- que le asigna la copropiedad («dimidium ipsius», § 391. de R.D.2.1),
cia pueden ser corregidas o eliminadas en cualquier momento por la dispondría de acción contra terceros.
jurisprudencia, continúan siendo dudosas. No es de extrañar que la
oposición a ellas tarde en cobrar fuerza y lo tenga más difícil que 2. La ley de la no contradicción o de la unidad sistemática. Se
ante las construcciones netamente doctrinales. 28 El origen o la histo- sobreentiende que no me refiero a contradicciones del legislador,
ria son secundarios siempre que se trate de meras construcciones.29 sino de la ciencia en sí misma. La jurisprudencia está sujeta a la
La jurisprudencia actúa, pues, en completa libertad al estructu- ley tanto como a sí misma. Por ello sus construcciones no pueden
rar la materia. Lo único que ha de., vigilar es que la disposición entrar en contradicción con los conceptos y proposiciones doctrina-
resultante conserve el mismo valor práctico que la anterior. Para les que ella misma ha establecido, sino que deben ser ciertas y con-
este cometido puede escoger entre diversas posibilidades. Por moti- cordar entre sí. Un concepto no tolera ninguna excepción, igual que
vos de política de obras, el derecho romano clásico negaba al pro- un cuerpo no puede excepcionalmente dejar de ser lo que es. Sólo
pietario la posibilidad de reivindicar el material empleado por otra que se descubra una situación en la que el cuerpo entre en contra-
persona sin su conocimiento para la construcción de su casa, reco- dicción con el concepto postulado, éste pierde su consistencia cien-
nociéndole sólo una acción personal de daños y perjuicios. Tras la tífica y el derecho a existir. Poco importa que esta situación sea
desintegración del material -por ejemplo, a causa del hundimiento infrecuente y no tenga consecuencias prácticas tratándose de un pro-
de la casa-, sí que admitía la reivindicación. Esta situación legal blema lógico, no práctico. 31 La prueba de fuego de la construcción
puede interpretarse de dos maneras: en un caso, la propiedad desa- consiste en colocar al cuerpo en todas las situaciones imaginables,
parece pero vuelve a resurgir más tarde; en el otro, la propiedad relacionarlo de todas las maneras posibles con otros cuerpos y opo-
perdura pero no puede ser reclamada mientras esté unida a otra. La nerlo a todas y cada una de las tesis de la ciencia. Sólo cuando todo
segunda versión es sin duda preferible a la primera, pues resulta concuerda entre sí el cuerpo ha superado la prueba, es auténtico y
igual d.e incoherente que la propiedad desaparezca por la acción irres- verdadero. Tomemos, por ejemplo, la obligación y considerémosla,
petuosa de un copropietario como que reaparezca una vez anulada. como los juristas romanos, como cualidad de las dos personas im-
En el supuesto de que la ley se hubiera decantado por esta opción, plicadas. Llegaremos a la conclusión de que no puede existir sin las
LA JURISPRUDENCIA DE CONCEPTOS 95
94 EL SIGLO XIX ALEMÁN

dos personas -una cualidad sin sujeto es un absurdo- y por lo · ción es la más sencilla, y es natural que la ciencia se decida por
0
tanto desaparece con la muerte del acreedor o del deudor. Si a Pe- 8a en primera instancia y despliegue todo su arte para no tener
sar de todo perdura en la práctica, es preciso desestimar el concepto e e abandonar las proposiciones doctrinales válidas. Los juristas
o, en todo caso, eliminar la contradicción suponiendo la persona q~manos clásicos eran maestros consumados en el arte de conciliar
como perpetua (los juristas romanos siguieron este camino). No exis- ~ novedades prácticas con la teoría antigua, de lo cual tendremos
35
te una tercera solución, pues ésta sólo podría consistir en aceptar el· ~~unas muestras brillantes en el transcurso de la exposición. En
hecho de la persistencia de la obligación sin más, renunciando a ste afán daban a menudo unos rodeos cuya aparatosidad y proliji-
hacerlo concordar con el concepto de la obligación. Lo cual supon- ~ad rayaban en lo rídiculo (tomo 4, § 58). Pero no juzguemos equi-
dría un descalabro científico, la negación de la jurisprudencia. Por ocadamente una idea en principio legítima sólo porque se haya
otra parte, si está establecido que la obligación desaparece con el :busado de ella; tampoco pasemos por alto el sano y auténtico sen-
pago, el hecho de que el acreedor pueda transferir la acción una vez tir jurídico que la originó ni los efectos tan beneficiosos de aquella
efectuado el pago, parece un aborto jurídico. No obstante, el dere- rigidez y meticulosidad. Si se pretende reforzar el edificio doctrina-
cho reconoce como posible la cesión del acreedor al garante poste- rio, hay que evitar sacudir innecesariamente sus fundamentos y
rior al pago. Tampoco en este caso la ciencia puede dar por buena · aprender a a~aptarse y arreglárselas. ~sto último es ~uy fructífero
esta práctica, sino que está obligada a tomar una decisión: abando- para la ciencia, pues de todos es sabido que la necesidad aguza el
nar esta tesis o, si no quiere o no puede hacerlo, encontrar una ingenio. El brete en el que el jurista se encuentra a causa del con-
perspectiva que elimine la antinomia o al menos la declare aparen- flicto entre lo nuevo y lo antiguo, o, más exactamente, el esfuerzo
te. E~to lo llevaron a cabo los juristas romanos de forma natural y por solucionar este conflicto sin perjuicio de lo antiguo, estimula la
convmcente. 32 agudeza jurídica. En una situación así, el j.urista. activa todos s~s
Podemos expresar nuestra segunda ley de la siguiente manera: recursos imaginativos, lo que le conduce a mvenc10nes y descubn-
la ciencia no debe afirmar cosas jurídicamente inadmisibles. Este mientos muy valiosos para la ciencia. Así, apremiada por esta nece-
concepto de admisión jurídica puede parecer absoluto a primera vis- sidad, la jurisprudencia romana tardía descubrió una serie de mati-
ta, pero en el fondo es relativo. Muchas de las cosas que hoy en día ces con valor perpetuo.
se consideran jurídicamente realizables (deudas que pertenecen al El arte de conciliar, no obstante, tiene sus límites. Más allá de
36
poseedor de un papel, endosos in blanco, hipotecas abiertas en asun- cierto punto, resulta forzado y absurdo aferrarse a lo preexistente.
to propio, etc.), les parecerían jurídicamente inadmisibles a los ju- Este punto no puede determinarse objetivamente; únicamente es po-
ristas romanos, y éstos, a su vez, aceptaban otros aspectos que los sible intuirlo. Construcciones conciliatorias que satisfacen a una épo-
juristas anteriores hubiesen considerado como atentado contra la ca determinada, son tenidas por artificiales en otras. Incluso los
lógica jurídica. 33 juristas romanos, en general tan aferrados al dogma establecido,
Igual que el derecho, la perspectiva científica se halla en conti- decidieron romper con él en algunos casos en que los juristas ante-
nuo progreso, con lo que, en parte por mérito propio y en parte riores habían eludido esta decisión merced a una construcción con-
debido a la realidad, que impone hechos hasta entonces considera- ciliatoria.37 Sólo con la teoría puramente romana (dejando de lado
dos jurídicamente inadmisibles como necesarios en la práctica, se los cambios introducidos por el derecho actual), la jurisprudencia
38
ensancha constantemente su horizonte y de este modo se ve obliga- de nuestros días tendría trabajo para rato.
da a aumentar el campo de lo teóricamente admisible. En estos ca- Hasta ahora no he examinado más que un aspecto de nuestra
sos, la jurisprudencia sólo tiene una alternativa: someter el dogma segunda ley, el que interesa desde la óptica de la técnica romana
reinante 34 a lo nuevo, o viceversa: modificar los conceptos y propo- tardía. Sin embargo, dicha ley abarca más aspectos y desempeña un
siciones válidas hasta este punto para dar cabida a lo nuevo o en- papel decisivo en la clasificación sistemática, cosa que no puedo
contrar un aspecto que permita integrar lo nuevo en el dogma. Esta analizar ahora con más detalle.
96 EL SIGLO XIX ALEMÁN LA JURISPRUDENCIA DE CONCEPTOS 97

Si tuviéramos que comparar las dos leyes examinadas hasta aho. artificiales deben contemplarse de antemano con escepticismo. Po-
ra, diríamos que la primera está anclada en la realidad y la segunda dernos calificar a una construcción de clara, cuando la relación que-
en la lógica. La tercera y última ley, de la cual me ocuparé a conti- da debidamente expresada; de transparente, cuando exhibe las con-
nuación, pertenece al ámbito estético. secuencias de dicha relación; y, por último, de natural, cuando no
postula nada contrario a los fenómenos propios del universo físico
3. La ley de la belleza jurfdica. Puede parecer un tanto for. y espiritual. 40 Dado que el principio de toda construcción se asienta
zado hablar de sentido artístico o estético en el contexto jurídico. sobre una base histórico-natural, es lógico que aquélla procure ajus-
Pero el tema mismo lo requiere, y si antes se me ha permitido citar tarse a las reglas y procesos de la naturaleza e imitarla en su terreno
la configuración artística de la materia, ahora no queda más reme. y con sus medios. A menudo, el proceder «natural» del derecho
dio que admitir el sentido artístico. 39 Él es el responsable de que romano parece tener este significado de imitación de la naturaleza. 41
determinadas construcciones sean vistas con agrado y otras con pe. Hasta ahora hemos visto los requisitos que debe cumplir la cons-
sadumbre. Aquéllas nos complacen por su carácter natural, transpa. trucción jurídica. Quisiera continuar con los medios que emplea, a
rente, sencillo y plástico, en tanto que éstas nos desazonan porque los que denomino el aparato constructivo.
las considerarnos forzadas, rebuscadas, etc., sin poder llegar a til- En el nivel inferior de este aparato se encuentran las imágenes
darlas de erróneas. Nos hallamos, pues, ante una ley relativa (a di- tomadas del lenguaje, tales como el servus poenae (L. 17 pr. de
ferencia de las dos anteriores). La construcción que atente contra poen. 48. 19), la definición de las servidumbres como iura praedo-
las dos primeras es del todo incorrecta; por tanto, no es ninguna rium, de la reivindicatio como actio in rem, o la definición del de-
construcción. En cambio, una construcción aparatosa y forzada es recho de prenda como obligatio reí. Un objeto no tiene ningún de-
legítima a la par que necesaria, siempre y cuando no pueda susti- recho; tampoco puede ser demandado, ni ser el sujeto de una obli-
tuirse por otra mejor. En este sentido hay que referirse a gradacio- gación. Bien es verdad que la ciencia jurídica dispone de la posibi-
nes, a construcciones más o menos perfectas. Incluso puede hablar- lidad de personificar algo que en realidad no es una persona. Sin
se de distintos estilos empleados en diferentes épocas. Así, al obser- embargo, en los ejemplos que acabo de exponer no se da este caso.
vador perspicaz no se le escapará el contraste entre el estilo de la Se trata allá de una personificación formal, no legal. Con todo,
jurisprudencia romana «clásica» y el de la «moderna», ·que trataré creo que merecen el nombre de proyectos -incluso han llegado a
de ilustrar llegado el momento. El estilo antiguo se caracteriza prin- ser considerados auténticas construcciones-, y no se puede negar
cipalmente por el prurito de exponer plásticamente procesos y he- que han sido escogidos con gracia y contribuyen decisivamente a
chos internos, en tanto que el estilo moderno se sirve de medios alcanzar claridad. Como herramientas de construcción pertenecien-
conceptuales (sustituye, por ejemplo, las operaciones ficticias por tes asimismo a niveles inferiores citaré las operaciones ficticias,
ficciones legales). que serán comentadas más adelante (tomo 4, § 58). Junto a ellas
Me abstengo de examinar con más detalle esta tercera ley, ya hay que colocar a las ficciones, con frecuencia residuos de anterio-
que no lo considero imprescindible para comprender la técnica ro- res operaciones ficticias. La ampliación artificial de conceptos natu-
mana antigua. Por otra parte, los ejemplos de dicha técnica que rales, como por ejemplo la ampliación de los conceptos de fruto,
veremos más adelante pueden leerse sin necesidad de comentario. propiedad, persona y objeto al uso (fructus civiles), a las servidum-
Por tanto, sólo efectuaré unas precisiones. Cuanto más simple una bres (iuris possessio), a las personas jurídicas y a conjuntos de co-
construcción, tanto más perfecta, es decir, tanto más clara, transpa- sas (objetos legales), respectivamente, guarda cierta similitud con la
rente, natural. También aquí el arte reside en lo sencillo. El derecho ficción. La retroactividad, de la que me ocuparé en otro momento,
romano solucionaba con frecuencia las situaciones más enrevesadas constituye uno de los medios empleados por el derecho romano más
con medios extraordinariamente simples (sin ir más lejos, ahí está el artificiales en apariencia.
ejemplo de la persona jurídica). Las construcciones complicadas y Por último, sólo nos queda examinar el valor técnico de la cons-
7. - CASANOVAS
98 EL SIGLO XIX ALEMÁN LA JURISPRUDENCIA DE CONCEPTOS 99

trucción jurídica. ¿Qué papel desempeña en la consecución del LOS reconoce en cualquier contexto y bajo cualquier apariencia, y al
cipal objetivo de la técnica, o sea, en la facilitación del dominio instante -sin necesidad de reflexión- sabe de lo que son capaces y
jetivo del derecho? Denominaré sistema al derecho estructurado
de lo que no. , . , . . . . .
medio de la construcción con arreglo al método histórico-natural, Las cualidades que con razon defmen el autentico ejercicio JU-
resumiré todo lo que sigue a continuación en dos apartados: el "'>lL.c··'' """ 'dico, esto es, la rapidez, la facilidad y la infalibilidad de criterio,
ma constituye la forma más práctica que pueda adoptar la tuttlt:Illl n si se me permite otra expresión, la vista jurídica, sólo pueden
efectiva, y el sistema es una fuente inagotable de nueva malteriia. ~~rse si se presupone la posibilidad de percibir. Ello, a su vez, exige
de un lado una imagen susceptible de ser advertida y de otro el ojo
l. El sistema es la forma más práctica que pueda adoptar la 'urídico que haya adquirido la facultad para percibirla.
materia efectiva. J Segundo: el sistema es la forma más comprensible que puede
La transformación del derecho en sistema, tal como lo he adoptar la materia, porque es la más reducida y concentrada. Dado
nido más arriba, comporta un cambio en el aspecto exterior que este aspecto ya ha sido comentado en otro lugar, prescindo aquí
derecho, pero no disminuye ni un ápice su valor intrínseco. Todos de su discusión.
los conceptos y clasificaciones que empleamos son elementos Tercero: el sistema es la forma más transparente que puede adop-
ticos, extraídos de preceptos legales, que pueden volver al punto tar la materia. A través del sistema emerge a la superficie todo el
partida en cualquier momento (1. § 3). contenido hasta entonces oculto: las relaciones entre los puntos más
La transformación no reduce el valor de la materia. Al contra- distantes, las diferencias y analogías más sutiles, las condiciones tá-
rio, lo aumenta sensiblemente. citas en que se basa todo fenómeno jurídico y que escapan fácilmen-
Primero: el sistema es la forma más clara que puede adoptar la te a la observación dada su carta de naturaleza -en definitiva, el
materia porque es la más plástica. En tanto que la materia, como sistema descubre lo más profundo y secreto de la materia. Por esto,
pura sustancia -como simple compendio de reglas- sólo podría denominarse al método histórico-natural la pregunta «supli-
ser aprehendida por la memoria, el sistema está dotado de uuu.-..u ... cio» del derecho, porque obliga a la materia a confesar. Aunque las
o percepción jurídica. La percepción jurídica se caracteriza por la nociones anteriormente citadas en relación al cuerpo jurídico, como
unidad, totalidad y simultaneidad de la imagen que proporciona al nacimiento, disolución, propiedades; etc., son puramente formales,
intelecto. A diferencia de la memoria, que enfoca cada elemento desarrollan un inusitado impulso dialéctico al entrar en contacto
aislado de su contexto, la percepción jurídica siempre tiene presente con la materia. Tal vez no sean más que preguntas dirigidas a ésta,
el conjunto de sus relaciones. Esto implica la existencia de tales re- pero las preguntas representan el primer paso hacia el conocimien-
laciones y de tales elementos; en definitiva, la existencia de algo que to, cuando no el conocimiento mismo. También la práctica nos pro-
pueda ser contemplado objetivamente. Y es precisamente el sistema vee constantemente de preguntas, colaborando así a ensanchar nues-
el que crea esta percepción objetiva en el derecho. Porque en el tro horizonte teórico. Claro que estas preguntas no siempre son muy
sistema la totalidad de la materia se estructura, se agrupa en cuer- instructivas. A veces, una cuestión desprovista de carácter práctico
pos netamente delimitados. Cada uno de estos cuerpos es el portador pero conectada con el punto más vulnerable, la raíz de una institu-
de un contingente de preceptos, o, más que un portador, más que un ción, puede ser mucho más decisiva para el verdadero conocimiento
esqueleto repleto de preceptos, es su encarnación, está hecho con su de la misma que las cuestiones prácticas que surgen diariamente.
sangre. A través suyo la materia obtiene carácter individual y la posi- Gracias a una sola de estas cuestiones resuelta puede llegar, indirec-
bilidad de una impresión general. Reconocemos la fisonomía particu- tamente, la respuesta definitiva a varias de las principales cuestiones
lar y el carácter individual de cada uno de estos cuerpos. A quien prácticas. 42 Así como las ciencias naturales suelen realizar los descu-
haya tenido que ver durante cierto tiempo con ellos se le antojan «se- brimientos más trascendentes para la vida a raíz de experimentos y
res reales, que con el trato se vuelven familiares» (véase la nota 18). estudios que ofrecen a priori pocas perspectivas de éxito en el cam-
lOO EL SIGLO XIX ALEMÁN LA JURISPRUDENCIA DE CONCEPTOS 101

po práctico, y así como suelen aportar sus mejores frutos sustrayén. Si hemos admitido la noción de cuerpos jurídicos y aplicado la idea
dose a la realidad, así también ocurre a menudo con la jurispruden. de existencia y vida individuales a la materia jurídica disponible,
cia. Ésta hace con frecuencia sus mejores descubrimientos en el terre. debemos mantenernos fieles a esta idea allí donde la materia es in-
no más alejado de la práctica. Aunque los juristas romanos sólo suficiente y completar de alguna manera lo que falta. Para ello re-
nos hubieran enseñado que la jurisprudencia, para ser práctica, no curriremos en parte al propio cuerpo, a su naturaleza y su dinámica
debe ceñirse únicamente a cuestiones de tipo práctico, deberíamos interna, y en parte a la teoría general de los cuerpos jurídicos.
estarles eternamente agradecidos por esta lección.
El sistema proporciona a la ciencia. un vasto campo de activida-
2. El sistema es una fuente inagotable de nueva materia. 43 Cuan.
des, un terreno inagotable para la investigación y el descubrimiento
do la jurisprudencia sólo se dedica a alumbrar lo que el legislador ·
y una inestimable fuente de placer intelectual. Aquí, la ciencia no se
ha dispuesto indirectamente, no cabe hablar de materia nueva; más
que crear, lo que está haciendo es revelar. 44 Sin embargo, también mueve en el reducido margen de la ley positiva, ni camina por los
existe una producción jurídica en el sentido estricto de la palabra, estrechos senderos de las cuestiones prácticas. El pensamiento dis-
la creación de materia absolutamente nueva. Quien conozca siquie- curre libre como en la filosofía y puede dedicarse a examinar sin
ra superficialmente los trabajos de los juristas romanos sabrá lo peligro de extraviarse, porque el propio carácter práctico del mun-
que quiero decir, pues cada página de las pandectas do al que se ve trasladado lo devuelve constantemente a la realidad.
deja constancia de ella. ¡Cuántas doctrinas que no arrancaban del Pero el pensamiento no se deja llevar únicamente por el instinto de
derecho positivo creó la jurisprudencia romana! Por ejemplo, ¿qué conocer, y trae de sus excursiones algo más que el simple recuerdo
ley había dispuesto algo sobre la divisibilidad o indivisibilidad de de un intenso placer espiritual: trae algo valioso para la humanidad.
las servidumbres, del derecho de prenda, etc.? Pese a ello, la doctri- Las ideas descubiertas no se quedan en ideas, sino que se transfor-
na de la indivisibilidad es una de las más ingeniosas. ¿Dónde se man en habilidades prácticas. Y esto es lo que realmente le confiere
trataba la adquisición de propiedad por especificación y accesión? su valor a la labor filosófica y de construcción en el sistema. Los
Estas doctrinas son producciones jurídicas, obtenidas por vía de la jurisconsultos romanos no se equivocaban al afirmar de su ciencia:
especulación jurídica. La materia a partir de la cual la jurispruden- «veram (nisi fallor) philosophiam, non simulatam affectantes» (L.l
cia creó la doctrina de la especificación y accesión no es sino la § 1 de J. et J. l. 1.).
noción general de identidad, aplicada a la transformación de un Quien tenga esta concepción de la jurisprudencia y del derecho
objeto. no se extrañará de que la ciencia jurídica ejerciera en Roma la máxi-
La jurisprudencia perfecciona el derecho positivo y no podría
ma atracción durante más de cinco siglos y ostentara el rango más
eludir esta empresa aunque quisiera. Toda jurisprudencia produce, 4'
alto entre todas las ciencias. La jurisprudencia servía al espíritu ro-
aun cuando no sea consciente de ello o lo niegue teóricamente, tal
y como todavía sucede en algunos casos. Runde, un jurista y filólo- mano de escenario para sus ejercicios dialécticos. A la vista de ella
go del siglo pasado, lo intuía acertadamente al establecer la natura- uno se explica por qué en Roma no hubo nunca filosofía, puesto
leza de las cosas como fuente de derecho. Habrá pocas expresiones que su inclinación y talento filosóficos hallaron allá cumplida expre-
que se ajusten tan bien como ésta al contenido y al nombre de la sión. Por consiguiente, antes de ocuparme de la jurisprudencia, pro-
perspectiva histórico-natural que he expuesto en este capítulo. cedo a definirla de la forma siguiente: la jurisprudencia es el marco
No hace falta demostrar que la producción jurídica está ligada intelectual determinado por la tendencia práctica de la civilización
en sumo grado a la interpretación histórico-natural. Desde la juris- romana en el que se manifestaba y desarrollaba el genio e instinto
prudencia inferior tal producción no puede llevarse a cabo. En cam- filosóficos de los romanos, o, en otras palabras, la filosofía nacio-
bio, desde la superior, aflora como resultado necesario de la misma. nal romana, o la filosofía del sentido práctico.
LA JURISPRUDENCIA DE CONCEPTOS 103
102 EL SIGLO XIX ALEMÁN

Cidad de obrar de la persona bajo tutela y la noción de representación, así como


capaclases en la parte general, el derecho de prenda sobre el cap1ta· 1 d e1 tutor en e1
NOTAS sus . d d 1 1 . ' o bl'1gat ona
derecho prendario, la reiv. util. contra él en la prop1e a , a _re ac:on . en
el derecho de obligaciones o de familia, la tutela testamentarza de los romanos en el
l. ¡Cuántas palabras serían necesarias para traducir al lenguaje corriente la derecho de sucesión.
frase: la prestación eviccionaria no incluye más que necessariae impensae! 10. Permítaseme hacer una observación a todos los filósofos del derecho no
2. La pretensión de emplear en la ciencia jurídica expresiones del lenguaje . ·stas: incluso una aproximación puramente ética al derecho exige conocimiento de
corriente con el fin de facilitar la comprensión al profano es tan loable como iluso. la técnica. El calificativo «orgánico» se presta a las mi'1 ma~av1'11as para d'ISimu
JUfl . 1~r. 1~
ria. Tanto da que las expresiones latinas culpa, dolus, etc., sean reemplazadas por encía de dicho conocimiento (y frecuentemente hasta de Ideas claras); en defiruti-
las equivalentes alemanas. El ciudadano no versado en leyes y el campesino seguirán aus cuanto más impreciso el concepto, tanto más «orgánico» el asunto. El doctor
teniendo las mismas dificultades de comprensión que antes, ya que no se trata de ~n Krieken, joven profesor parti~u!ar amigo mío que P?r des~rac~~ ha abandonado
entender expresiones sino conceptos. Y así como un campesino no entiende mejor la práctica científica, se opuso decididamente a esta cornente cientific~ en s~ t~atado
una fórmula algebraica porque esté escrita con letras y números corrientes, igual de Ober die sogenannte organische Staatslehre (Sobre la llamada teorza orgamca de_l
poco comprenderá las fórmulas jurídicas aunque ponga Schuld en vez de culpa y Estado), Leipzig, 1873. Suyos son los siguientes versos: «Lo que no puede ser defi-
Betrug en vez de dolus. En cambio, es evidente que los términos de una lengua nido, ¡Se define como orgánico». Yo, por mi parte, procuro evitar, a toda costa, la
muerta se prestan mejor como elementos terminológicos que los de una lengua viva. expresión «orgánico». . . . .
El sentido con que la ciencia emplea las expresiones de la lengua materna por fuerza 11. Lo mismo ocurre cuando el legislador 1mp1de excepciOnalmente la abstrac-
ha de ser distinto en muchos casos del que adoptan en la vida real. Mientras que en ción de un principio allá donde de hecho podría llevarse a cabo, tal y como hiciera
el lenguaje corriente el significado de una expresión suele variar con el tiempo, en la Justiniano en las causas de desheredación de la Nov. 115.
ciencia debe mantenerse estable. Por otra parte, el lenguaje corriente no se privará 12. Véase mi trabajo sobre el fundamento de la protección posesoria (2. • ed.,
de darle otro sentido a un término científico. La ciencia y la vida emplean lenguajes
89
distintos. p. 13.). Sirva como ejemplo
. " de SI. la desapancwn
la cuest10n .. ' de 1as o bligacwnes
. de-
3. L. 16 de leg. (1.3) ... «quod contra tenorem rationis propter aliquam utili- bido a1 llamado concursus lucrativarum implica una singularidad o una consecuencia
tatem auctoritate constituentium introductum est». de la obligación. Véase Gustav Hartmann, Die Obligation (La obligación), pp. 5, 6, 1-3.
4. Que no hay que confundir con la influencia que alguna circunstancia parti- 14. Un ejemplo de ello lo ofrece la tradición simbólica en el derecho austríaco,
cular -el motivo histórico- pueda ejercer sobre la creación de una disposición ge- que se presenta a sí misma como excepción de los principios d~ la tradici~n regu_Iar,
neral. Como motivo histórico de la introducción de los codicilos suele indicarse la pero que de hecho es la aplicación del concepto de entrega bien entendido. Vease
ausencia (pr. l. de codici/1. 2. 25 ... propter magnas et langas peregrinationes), si Erner, Die Lehre vom Rechtserwerb durch Tradition nach 6sterreichischen und, ge-
bien esta institución nunca ha estado limitada por esta premisa y afectaba por igual meinem Rechte (Teoría de la adquisición legal por entrega según el derecho austrzaco
a presentes y a ausentes.
y el derecho común), Viena, 1867, p. 213. . .
5. El derecho romano tardío, basado en decretos imperiales, tendía despropor- 15. Véase mi trabajo (n. 12), pp. 88, 156. Lo mismo puede decirSe de la orga-
cionadamente hacia la inadecuada generalización o desarrollo de disposiciones parti- nización de la posesión de peculio, sobre la que Papiniano emitió el siguiente juicio
culares ideadas para casos concretos (constitutiones personales), si bien la culpa de en 1. 44 § 1 de poss (41.2): utilitatis causa iure singulari receptum est.
esto no la tenía la jurisprudencia, sino los emperadores, que arbitrariamente consi-
16. L. 34 pr. Mand. (17 .1) ... nummi, qui mei erant, tui fiunt.
deraban el derecho como cuestión de gracia. 17. L. 15 de R. Cr. (12. 1) Singularia quaedam recepta sunt etc.
6. Se trata del caso de la L.44 i. f. de solut. (46. 3) ... damnatus alicui vendere. 18. La opinión antes expresada por la cual he sido criticado duramente, no es
7. Tryphonin ya menciona en L. 31 § 1 el contraste entre el punto de vista
mía en su origen, si bien soy el primero en desarrollarla consecuentemente. Reminis-
jurídico y el profano, y distingue entre «si per se dantem accipientemque intuemur»
cencias de ella ya se encuentran en otros autores, como por ejemplo en Savigny,
y «si totius rei aequitatem, quae ex omnibus personis, quae negotio isto contingun-
Über den Beruf unserer Zeit (De la misión de nuestro tiempo), 3. a ed., p. 29: «Para
tur, impletur».
los jurisconsultos romanos los conceptos eran seres reales cuya existencia Y genealo-
8. Se trata de Stahl, en sus consideraciones sobre el valor del derecho privado
gía conocían por su largo y familiar contacto con ellos».
romano, incluidas en el apéndice del primer tomo de su Rechtsphilosophie (Filosofía
19. Cada día estoy más convencido de que la satisfacción que la jurispruden-
del derecho), (2. a ed., p. 400) y de ROder, Grundgedanken und Bedeutung des ro-
cia proporciona a la razón no es lo más importante, y he procurado borrar las huec
mischen und germanistischen Rechts (Ideas elementales y significado del derecho
Has que la sobrevaloración del aspecto lógico del derecho había dejado en la primera
romano y alemán), Leipzig, 1855.
9. Así, por ejemplo, en el derecho de prenda, lo real pasa al derecho de cosas, edición. Por encima del carácter formal de la lógica jurídica se halla la noción esen-
lo obligatorio, el contractus pigneratitius, al derecho de obligaciones. En el caso de cial de justicia y moralidad. Ahondar en ella, es decir, constatar cómo se expresa Y
realiza en cada uno de los institutos y proposiciones, constituye, en mi opinión, el
la tutela hay que extraer los elementos sueltos de las distintas partes del sistema: la
104 EL SIGLO XIX ALEMÁN LA JURISPRUDENCIA DE CONCEPTOS 105
o~jet.ivo más noble y hermoso de una ciencia. Mi libro Der Zweck im Recht (L 26. Lo mismo ocurre en la hered. jac., donde, al no estar definido el sujeto, la
fmalldad del derecho) está consagrado a la consecución de dicho objetivo. a persona jurídica media entre la persona física y el patrimonio. Volveré sobre ello
20.. Incluyo. al?unos datos bibliográficos para el siguiente apartado. En el vo. ás adelante, véase el tomo 4, §§ 55, 61.
cabulano de los JUristas romanos, el cuerpo tiene una naturaleza definida: natu rn 27. Con ello queda claro asimismo que esta actividad es más cuestión de talen-
Por ejemplo, la servi~um~re, L. 32 § 1 de S. P. U. (8. 2), la habitatio, L. 13 Cod. ~; e intuición que de aplicación y erudición. En ningún lado se valora tanto o tan
usufr. (3. 33), la enfiteusis, § 3 l. de loe. (3. 25), la obligación, L. 2 § 1 de vo tooco el trabajo en función de su éxito como aquí. Una construcción acertada es, a
(45. 1) •. el depósito, L. 24 Dep. (16. 3), el fruto, L. 69 de usujr. (7. 1); un cará~t ·
~is ojos, una proeza jurídica, un logro con valor duradero. Por el contrario, una
determmado: substantia. Por ejemplo, las obligaciones, L. 3 de O. et A. (44. )r
7 onstrucción fracasada está desprovista de todo valor y es un esfuerzo realizado en
L. 6 Cod. si cert. (4. 2), L. 5 de /id. (46. 1), el contrato de compraventa, L. 3 Cod'
eano. Todo aquel que se atreva a acometer esta tarea, ha de ser consciente de que
de cont. emt. (4. 38), L. 72 pr. D. ibid. (18. 1). También posee un poder y ·
vstá jugando a la lotería, y que por cada acierto hay cien números sin premio. Por
fuerza determinados: potestas, por ejemplo la demanda, L. 47 § 1 de neg. gest
(3. 5), L. 11 § 1 de.act. emt. (19. 1), la obligación, L. 13 de duob. reis (45. 2), ~
~o general, la dificultad y el mérito de dicha tarea no están debidamente reconocidos.
Ello se debe, tal vez, a que el trabajo erudito suele asociarse con el esfuerzo, en
effectus L: 47 § 1 cit., un status, L. 9 § 1 de duob. reis (45. 2). Más ejemplos se
tanto que en esta actividad el fruto producido por el afán y el trabajo continuados
encontraran en Kuntze, Wendepunkt der Rechtswissenschaft (Comienzo de una nu.
va etapa en la ciencia jurfdica), Leipzig, 1856, p. 75: «obligatio nascitur, in penden~ es visto como el feliz hallazgo de un instante de inspiración. En ocasiones, una sola
est, consumitur, vires ex praesenti accipit, confunditun>. La naturaleza y la fuer palabra puede aportar la solución del problema, y una vez pronunciada, la cosa
. d . . á . za queda tan clara y evidente que parece que cualquiera hubiera podido dar con ella
an t es menciona as son termmos pr chcos, de los que se desprenden las siguiente
conclusiones para los ejemplos aquí citados: la servidumbre puede poseerse, determi~ -como sucede con el huevo de Colón. Pasa como con los misterios, que, como es
nada~ obligaciones no son divisibles, ciertos acuerdos no son válidos por violar la sabido, se nos antojan muy diferentes cuando conocemos su solución. Que los enig-
esencia del contrato (el depósito), la propiedad se extingue, etc. Para ilustrar lama- rnas del derecho civil no sean fáciles de resolver se demuestra por el hecho de que
~era en que los jurisconsultos romanos operaban con el concepto de cuerpo jurídico nuestra actual jurisprudencia, sobre todo la alemana, aún no ha resuelto un gran
suva L. 14 § 1 de novat. (46. 2). El profano pondría la decisión del presente cas~ número de dichos enigmas y sigue esperando el nacimiento de su Edipo.
(novación no condicionada de una deuda condicionada) en manos de las partes. El 28. Como ejemplo conocido de construcción legal en el derecho romano anti-
jurista, en cambio, la relaciona con las influencias mutuas de ambas obligaciones e guo está la fictio legis Corneliae; en el derecho romano tardío, la disposición acerca
investiga cómo y cuándo la una afecta a la otra. Otros ejemplos característicos se de la naturaleza independiente del contrato enfitéutico. Sin embargo, en líneas gene-
encuentran en L. 3 § 9 de adim. leg. (34. 4), L. 34 § 11.12 de leg. 1.(30), L. 27 § 2 rales, no puede acusarse a la legislación romana -exceptuando a Justiniano- de
de pact. (2. 14), L. 5 de jidej. (46. 1). intrusión en el terreno científico. Todo lo contrario ocurre con Justiniano, que mez-
21. Como ejemplo perteneciente al derecho actual cito la cooperativa. ¿Es ésta cla ciencia y legislación. Sus instituciones y pandectas son a un tiempo tratados y
u~ concepto j~rídico particular, una sociedad modificada o acaso una persona jurí- códigos. Esta confusión ha tenido consecuencias negativas para el estudio actual del
dica? Como ejemplo extraído del derecho romano sirva la explicación' de la traditio derecho romano, puesto que la ciencia se ha dejado intimidar por la autoridad de
brevi manu, del constitutum possessorium, de la adquisición de los frutos por parte Justiniano en cuestiones puramente cient(jicas. Además, el ejemplo de Justiniano
del colono y del iactus missilium por la tradición. como maestro en el trono o legislador ocupando la cátedra ha encontrado numero-
22. L. 202 de R. J. (50. 17). sos seguidores entre los legisladores modernos. La ciencia ha de darle al emperador
23. En nuestras clases de derecho debería hacerse mayor hincapié en la finali- lo que es del emperador, pero éste también ha de dejarle a la ciencia lo que es de
dad, sobre todo en conexión con algunas instituciones romanas difíciles de entender ella. La ciencia ha intensificado recientemente su lucha contra las construcciones
hoy día. Los jurisconsultos romanos rara vez recalcan la finalidad (como en el caso jurídicas establecidas por los códigos modernos, sobre todo en el derecho austríaco,
de la usucapión, Savigny, System (Sistema), tomo 5, p. 268, n. e), puesto que para donde se atacan, entre otros, los conceptos de propiedad superior y de uso (Randa,
quien se halla inmerso en esa realidad es un elemento corriente. Der Besitz nach osterreichischen Recht [La propiedad según el derecho austrfaco],
24. La definición de Einert, por la cual la letra de cambio es papel moneda 3.• ed., Leipzig, 1879, p. 23; Unger, System des osterreichischen privat Rechts [El
mercantil, constituye un conocido ejemplo de definición teleológica. Tal definición sistema del derecho privado austr(aco, 1], p. 608), la visión de la propiedad como un
únicamente tiene en cuenta el eminente empleo práctico de la letra de cambio, y no derecho real (Randa, p. 48), el titulus y modus acquirendi (Unger, 11, p. 11), la
s~ natur:Ueza jurídica. La definición ontológica contempla la letra como promesa de entrega simbólica (Randa, pp. 340, 347; Exner, Die Lehre vom Rechtserwerb durch
dmero ruslada de su causa, o, según Thol, una promesa de dinero. De esta manera Besitz nach osterreichischen Recht [Teorfa de la adquisición del derecho por entrega
el jurista deberá relacionar el derecho de interdicción con el ius prohibendi sin decla~ en el derecho austr(aco], Viena, 1867, pp. 167 ss.) y la definición de las personas
rar por ello superfluo el elemento final: el afianzamiento del comercio. jurídicas (Unger, 1, pp. 322-324). Queda mucho por hacer en esta dirección, tanto en
25. ¿Dónde colocaríamos entonces a la tutela o al usufructo? Si la finalidad las leyes antiguas como en las modernas. Sería un craso error creerse a pies juntillas
fuera el factor determinante, el contrato de arrendamiento, la enfiteusis y el usufruc- todo lo que dicen. Así, emplean el término «propiedad» refiriéndose al derecho de
to de inmuebles ocuparían un solo lugar. transferirla (véase Stobbe en mis Anales, XII, p. 234), o hablan de traspaso de la
106 EL SIGLO XIX ALEMÁN LA JURISPRUDENCIA DE CONCEPTOS 107

propiedad del bien vendido al concluirse la venta, aunque en realidad únicamente se les, la otra en una bilateral) y las crea conciliables (¡como si la entrega se compu-
refieren al traspaso del riesgo. r~era de derelicción y ocupación!).
29. Un ejemplo de esto lo da la construcción de la reclamación por parte del SI
38. Tomemos, por ejemplo, los preceptos del derecho sucesorio nemo pro par-
arrendatario del legado de los clérigos, en Bruns, Die Besitzklagen (Las reclamacio- testatus etc., semel heres, semper heres y muchos otros, que incluso entre los
nes de propiedad), p. 243. Lo que no significa que el aspecto bajo el que cada época . risconsultos e1asicos
te · · · mas
teman · va1or f'¡gurado que rea1. .
presenta sus instituciones (por ejemplo, la Edad Media el derecho de autonomía de JU 39. Los juristas romanos también conocían y aceptaban el sentido de la estéti-
las ciudades y de la alta nobleza) no pueda llegar a ser muy importante para la ca. Recuérdese, por ejemplo, el reproche por inelegantia juris (en Gayo, I, §§ 84, 85)
correcta comprensión de las mismas. 0
el principio de la simetría (L. 35. 1.100 de R. J. 50. 17).
30. Puchta, Pandekten (Pandectas), § 154. 40. He aquí unos cuantos ejemplos de principios extraídos de la naturaleza Y
31. Así, los juristas romanos examinan la cuestión de la continuación de la pro- adoptados por los jurisconsult~s romanos: lo q~e se ha extin~ido ya _no puede volver
piedad en la metáfora del pájaro evadido o de las piezas de caza escapadas. Asimismo su anterior estado; lo ocurndo no es susceptible de cambio (por eJemplo, L. 2 de
estudian la relación de propiedad sobre los bienes a heredar antes de recibir la heren~ aesc. vendit. 18. 5; L. 26 pr. de usujr. leg. 33.2: perire non potuit, quod quis nondum
cia, sobre los bienes legados bajo condición durante la pendencia de la misma, etc. ~abuit); entre causa y efecto no puede existir ningún vacío. La idea del equilibrio. de
Intentan, siempre que una relación legal se ha originado en un espacio de tiempo, fuerzas, tal como la emplea B. Benuleyo en L. 13 de duob. reis (45. 2), guarda relaoón
precisar el momento exacto de su origen y, consecuentemente, llegan a negar la posibi- con esto último: «cum vero ejusdem duae potestatis sint, non potest reperiri, qua re
lidad de tal origen cuando este momento no es imaginable, L. 9 § 3 qui pot (20.4). altera potius quam altera consumatur». Lo mismo sucede con la deducción de la im-
32. Consideraron el pago del garante como compra del crédito; véase L. 76 de pasibilidad de una compossessio in solidum en L. 3 § 5 de poss. (41. 2).
solut. (46. 3). 41. Por ejemplo, la abstracción, no del todo correcta, de la equivalencia entre
33. Tal es el caso de la traditio in incertam personam. La jurisprudencia anti- los tipos de génesis y terminación en L. 35 de R. J. (50. 17): «nihil tam naturale est,
gua se explicaba el iactus missilium como mezcla de derrelicción y ocupación, mien- quam eo genere quidque dissolvere, quo colligatim est».
tras que la jurisprudencia moderna ha adoptado la única construcción adecuada, la 42. Así, la cuestión de cómo cerrar un contrato con una persona sorda no es
traditio in incertam personam. en sí misma demasiado interesante. No obstante, es muy útil a la hora de analizar la
34. Éste puede componerse no sólo de proposiciones positivas y conceptos ju- naturaleza de la conclusión de contratos. Véase el fragmento de Merlín en la p. 13
de los Civilrechtliche Erorterungen (Comentarios sobre derecho civil), cuaderno 1,
rídicos fundamentales, sino también de axiomas lógicos. Véanse los ejemplos más
Weimar, 1868, de Regelsberg. La extinción de los derechos a causa del llamado con-
adelante.
cursus duarum causarum lucrativarum se da poquísimas veces en la realidad. No
35. El tomo 4, n. 30, 334, contiene varios ejemplos de este tipo. Otros pueden
obstante, considero que Gustav Hartmann ha acertado de pleno al tratar de descu-
encontrarse en Regelberger, Zur Lehre von Altersvorzug der Pfandrechte (De la teorfa
brir las raíces de la obligación romana a partir de esta cuestión. (Véase el trabajo de
de la preferencia de antigüedad de los derechos de prenda), Erlangen, 1859, p. 7,
Hartmannsobre la obligación romana, Erlangen, 1875.)
n. c. Por ejemplo, «para concederle el usufructo al heredero no se hizo una excep- 43. No sé si los comentarios de Arnold, Kultur und Rechtsleben (Cultura y
ción de la intransferibilidad, sino que se recurrió a la obligación de constitución de vida jurídica), Berlín, 1865, pp. 204 y 430, aluden a esta frase, pero si así fuera,
uno nuevo. L. 5 pr. quib. mod. ususjr. (7. 4)». partirían de un doble malentendido: de un lado, no entiendo por sistema únicamente
36. Los juristas romanos, por ejemplo, definieron originalmente elpignuscomo la organización externa de los conceptos, sino, tal como expreso claramente en 2.2.
contrato. En los primeros casos del llamado derecho de prenda legal lograron man- § 41, el conjunto de disposiciones legales elevado a la categoría de concepto jurídico.
tener esta definición sin dificultad (quasi tacite convenerit: pignus tacitum). Pero No puedo creer que este jurista pretenda poner en tela de juicio un hecho corrobo-
cuando surgió la designación testamentaria del derecho de prenda, esto ya no fue rado por cada página del corpus iuris: que el impulso dialéctico contenido en el
posible, y en el derecho justinianeo, lleno de prendas legales, habría sido absurdo sistema se ha confirmado y viene confirmándose día tras día como fuente inagotable
regresar a la idea del contrato tácito o ficticio. de nuevas verdades jurídicas. De otro lado, nunca he afirmado que la jurisprudencia
37. Recuérdese el iactus missilium de la nota 33. El dogma antiguo establece crea el sistema a partir de la nada. Presupongo la existencia de «materia» (véase 2.2.
que no se puede efectuar ningún acto jurídico in personam incertam. Si quería con- § 41) y asigno a la jurisprudencia la tarea de elevarla a un estado superior, o sea,
servarse este dogma no quedaba más remedio que dividir el iactus missi/ius en dere- más comprensible, lo cual no está en contradicción con aquellos casos en que, aban-
licción y ocupación. Esta construcción era artificial, pues no respetaba la voluntad donada por el legislador, recurre a sus propios medios para desarrollar una actividad
del iacelis, el cual prefería la transferencia a la derelicción. Con el tiempo, la juris- creativa tanto en sentido material como formal. Tampoco quiero decir que la utilitas
prudencia admitió -acertadamente- una traditio in incertam personam, modifican- deba callarse ante la ratio iuris (permítaseme emplear la terminología de los juriscon-
do de este modo el citado dogma. De resultas de ello, un hecho hasta entonces con- sultos romanos para expresar esta oposición). De lo que sí estoy convencido, es de
siderado jurídicamente inadmisible, se convirtió en posible. Resulta incomprensible que la jurisprudencia vaya avanzando de la mano de la ratio iuris hasta que la utili-
que juristas modernos, como Puchta (Pandekten, Pandectas, § 148, n. k), pasen por tas le salga al paso y presente sus quejas. De no permitírselo, no le quedaría más
alto el contraste entre ambas construcciones (la una consiste en dos acciones unilate- remedio que aprenderse todos los artículos de memoria; cuando éstos no fueran
108 EL SIGLO XIX ALEMÁN LA JURISPRUDENCIA DE CONCEPTOS 109

suficientes, debería ser el propio legislador quien decidiera el proceso. Mis


nes acer~a de la «sobr~valoración del factor lógico en el derecho» en el tomo 4, §
tal vez sirvan para evitar en el futuro malentendidos como estos, productos de a. L. A. HART*
lectura superficial.
44. ~uede aplicarse aquí lo que opina Gayo en el L. 7 § 7 de A. R. D. (41 EL CIELO DE LOS CONCEPTOS_ DE IHERING
sobre la tnlla: «non novam speciet facit, sed eam, quae est detegib>. y LA JURISPRUDENCIA ANALITICA MODERNA
45. Por esto los jurisconsultos romanos de la época tardía definían a sus
deces?res del tiempo de la república acertadamente como veteres, qui tune
condtderunt.
1

Empezaré expresando mi pesar de que tan pocas de las obras


importantes de Ihering se hayan traducido al inglés. Se trata de una
tragedia intelectual; no existe traducción inglesa ni siquiera de la
genial Geist des Romischen Rechts ni de Scherz und Ernst in der
Jurisprudenz, 1 ni tampoco del ensayo !m Juristischen Begriffshim-
mel que aquí analizaré, aunque algunos fragmentos de este último
trabajo aparecieron en 1951 en una traducción inglesa, en una co-
lección norteamericana de lecturas 2 de teoría y filosofía del derecho.
Espero que este fracaso nuestro en contar con traducciones de estas
obras sea remediado algún día.
El jurista inglés interesado en filosofía del derecho, que lea esta
brillante obrita de Ihering, se hallará ante dos experiencias opues-
tas. Por una parte, se sorprenderá puesto que, correcta o incorrec-

H. L. A. Hart, «Jhering's Heaven of Concepts and Modern Analytical Jurispru-


dence» [1970], en Essays in Jurisprudence and Phi/osophy, Oxford University Press,
Oxford, 1983, pp. 265-277. Traducción castellana de José Juan Moreso. Traducido
con permiso de Oxford University Press.
* El filósofo inglés H. L. A. Hart (1907-1992) estudia en Oxford filosofía e
historia antiguas. A finales de los años veinte ingresa en el Bar (Colegio de Aboga-
dos) y ejerce de abogado hasta la segunda guerra mundial. Durante la guerra, traba-
ja para el Servicio de Inteligencia Británico, donde conoce a los filósofos G. Ryle y
S. Hampshire, seguidores de algunos de los desarrollos de la filosofía del lenguaje
ordinario, cercanos a los postulados del segundo Wittgenstein. Terminada la guerra,
acepta una plaza de profesor en Oxford y allí entra en contacto con John Langshaw
Austin. De 1953 a 1968 ocupa la cátedra de Jurisprudence de la Universidad de
Oxford. Su obra más importante es The Concept of Law (1961), en donde critica la
visión del derecho de John Austin y aplica algunas de las ideas de la filosofía del
lenguaje ordinario al ámbito de la filosofía jurídica. El resto de su obra manifiesta
una gran amplitud de inquietudes intelectuales en el ámbito de la filosofía jurídica y
política, como lo manifiestan sus recopilaciones de trabajos Punishment and Respon-
sabi/ity (1968), Essays on Bentham (1982) y Essays in Jurisprudence and Philosophy
(1983). Esta razón tal vez justifique la presencia de varios de sus trabajos en este
volumen. (N. del t.)
110 EL SIGLO XIX ALEMÁN LA JURISPRUDENCIA DE CONCEPTOS 111

tamente, no espera encontrar tanto ingenio y sentido del humor Tal es, según creo, el sumario de los principales rasgos del estilo
la obra de un jurista alemán del siglo xrx. En verdad no hay ensamiento jurídico que Ihering se dispuso a criticar. Casi to-
tor inglés sobre el derecho, con la posible excepción del primer Ben. dde pellos fueron cntlcados,
.. a menudo en un 1engua]e . s1m1
. "1ar, por
tham, que combine un análisis tan clarividente con una visión os ran maestro del common law del que muchos juristas ingleses
un gaprendido una aprox1mac10n
· ·' crít'1ca a su propio · t ema. No era
· s1s
profunda como Ihering. Por otra parte, el lector inglés de esta obra
de lhering tiene una sensación de déja vu, o mejor incluso, de déja ~anles' sino un gran juez norteamericano del Tribunal. Supremo 1y
¡ng ,
tu. De todo ello me ocuparé después; pero primero intentaré .. · ""iJLLI·< ·urista: Oliver Wendell Holmes, Jr. Entre el pensamiento de Ho-
ficar de forma sumaria los principales defectos intelectuales :~y el de Ihering hay muchos para._lelismos s?rprendent~s; au?~~e
los que se dirige la sátira de Ihering. Creo que pueden '·'"'""u)';uJtrsP rece claro qúe el jurista norteamencano llego a su propia pos1c1on
cinco diferentes, aunque relacionadas, desviaciones del pensamiento p~tica de forma independiente. Asimismo, el autor de la más recien-
jurídico. Son las siguientes: ~r fiable y detallada biografía sobre Holmes sostiene expresamente
e~e aunque Holmes ciertamente leyó los cuatro volúmenes del Geist
des'Romischen Rechts en 1879, no existen indicios de que hubiera
l. Una excesiva preocupación por los conceptos considerados
reconocido que Ihering había levantado protestas contra «las exce-
haciendo abstracción de las condiciones bajo las cuales han de ser
lencias de la lógica» en el pensamiento jurídico alemán, que fueran
aplicados en la vida real. 3
similares a sus propias protestas. 11
2. Ceguera ante los intereses individuales y sociales que deben
He aquí algunas famosas frases de Holmes: «El common law no
tomarse en cuenta, junto con otros problemas prácticos, en el uso y .
es una omnipresencia que se cierne en el cielo» 12 y también «la vida
desarrollo de los conceptos jurídicos. 4 del derecho no ha sido lógica; ha sido experiencia», 13 y «es una fa-
3. Una creencia en que es posible distinguir entre la esencia lacia creer que un sistema jurídico puede ser deducido, como en las
(das Wessen) y las consecuencias jurídicas (die Folgen) de una nor- matemáticas; de algunos axiomas generales de comportamiento», 14
ma jurídica o de un concepto jurídico, de tal manera que se pueda y todavía, «la falacia de que la única fuerza que cuenta en el de-
considerar los conceptos in abstracto «aller seiner realen Wirkungen sarrollo del derecho es la lógica» 15 y «las proposiciones generales
entkleideb> como Puchta hizo en el caso de la posesión. 5 E~to nos no deciden los casos concretos». 16 «Donde existen dudas, el simple
conduce a un especial tipo de sinsentido en la solución de los pro- instrumento de la lógica no es suficiente.» 17
blemas: nos autoriza a decir de un concepto como la posesión que Holmes fue inspirado, para la crítica de lo que denominaba «la
es «seinem Wesen nach Faktum, in seinen Folgen einem Rechte falacia de la forma lógica», 18 por el pragmatismo y operacionalismo
gleich». 6 Y también es «Faktum und Recht zugleich». 7 del filósofo norteamericano, C. S. Peirce; pero él combinó el prag-
4. Ignorancia de los fines y objetivos del derecho y rechazo a matismo con la profunda convicción, similar a la atención propia
plantear la cuestión: ¿Por qué el derecho es de esta o aquella otra de Ihering al «Zweck im Recht» (fin en el derecho), de que los ju-
manera? En el Begrijjshimmel (cielo de los conceptos) «fragt Niemand ristas deben ser sensibles, en la interpretación y aplicación del dere-
nach dem W arum» 8 y todos los conceptos deformados por considera- cho, a la aspiración de «progreso social».
ciones de utilidad son colocados en el «Anatomisch-pathologisches Holmes fue el abuelo espiritual de una escuela de juristas nor-
Begriffskabinett». 9 teamericanos escépticos, cuya representación más desarrollada se en-
5. Una asimilación falsa de los conceptos y métodos de la cien- cuentra en el grupo, más bien informal, de escritores conocidos como
cia jurídica a los de las matemáticas, de manera que todos los razo- «realistas jurídicos» y cuyo principal trabajo se llevó a cabo en los
namientos jurídicos son cuestión de puro cálculo en el cual los años treinta de este siglo. Pero entre ellos y Holmes apareció la
contenidos de los conceptos jurídicos se obtienen por deducción obra principal de Roscoe Pound, el cual reconoció explícitamente a
lógica. 10 Holmes y a Ihering, de los que había leído todas las obras, como
112 EL SIGLO XIX ALEMÁN LA JURISPRUDENCIA DE CONCEPTOS 113

igualmente pioneros en el trabajo de reemplazar la ntra los juristas teóricos sino contra los jueces y los juristas prác-
denz Gurisprudencia de conceptos) por la Wirklich c~ os Para ellos estos vicios del pensamiento jurídico afectaban a
Gurisprudencia realista). La influencia del pensamiento de uc .
. istas y jueces que otorgab an una excesiva . re1evancia
. a 1a «1ogl-
' .
es evidente en la conocida obra de Pound Interpretations oj JUT> para decidir los casos, y que pensaban que la aplicación de re-
History 19 y en un famoso artículo titulado «Mechanical J ca~s y conceptos generales a las decisiones jurídicas consistía en un
ce», 20 en el cual predicó el mensaje de Ihering con sus propias ~rnple ejercicio de razonamiento silogístico; y esta es una crítica a
bras, y atacó como profundamente errónea la creencia de que ~a técnica judicial que los juristas norteamericanos han aprovecha-
derecho es desarrollado por «rigurosa deducción lógica desde do corno base para predicar esta doctrina a los juristas ingleses.
cepciones predeterminadas con indiferencia hacia los hechos No hay duda de que esta diferencia entre Ihering y sus equiva-
y a menudo en contra de ellos». Pound tenía una variedad de lentes norteamericanos refleja el estatus diverso del juez en los sis-
tetas para describir este método erróneo, entre los cuales temas jurídicos alemán y anglo-americano. Más tarde, es obvio, los
citarse «automático», «máquina tragaperras», «formal» y sucesores de Ihering dirigirán sus ataques también contra los jueces,
ceptualismo». los cuales creían que usando únicamente operaciones lógicas estable-
Sin embargo, a pesar de estas semejanzas sorprendentes, los cerían con exactitud absoluta que una decisión determinada de un
ques norteamericanos a la Begrifjsjurisprudenz o · caso particular estaba predeterminada por ellegislador. 24 De forma
y las protestas de lhering se diferencian de la siguiente forma. El similar, el mensaje de Holmes fue difundido por Pound y sus suce-
jeto del ataque de lhering, debe recordarse, no eran los juristas sores y fue convertido en una crítica no sólo a los jueces sino tam-
ticos, sino los grandes académicos expositores del derecho bién a los escritos de los juristas. ·
ker). Sólo estos últimos eran admitidos en el Begriffshimmel y A pesar de estas diferencias, creo que el error intelectual más
recordarse que casi todos eran alemanes («fast nur alle aus ......"·u•o•._ ... importante acerca de la naturaleza del derecho y de los conceptos
land»). La admisión de Savigny estuvo a punto de ser rechazada, jurídicos, que lhering combatió, era exactamente el mismo que
pero obtuvo la entrada en virtud del vigor de su trabajo sobre lapo- estimuló a Holmes y sus seguidores para formular su ataque; y,
sesión, puesto que en él mostró un desprecio rotundo hacia la utili- a continuación, voy a tratar de mostrar cuál es la raíz de este
dad. Tan pocos de estos teóricos tenían en cuenta la práctica real · error intelectual. Es posible, en mi opinión, expresarlo más sencilla-
del derecho que estaban preparados para ignorar cualquier .........., ..,.~ mente de la siguiente forma. El error fundamental consiste en creer
real de los jueces que fuera en contra de sus propios cálculos que los conceptos jurídicos son precisos y cerrados, en el sentido
cos, en los cuales se revelaba el contenido de los conceptos jurídi- . de que es posible definirlos exhaustivamente en términos de un con-
cos. Desde su punto de vista, la práctica «deterioraba el derecho»; · junto de condiciones necesarias y suficientes; de manera que para
algo así como si alguien condenara la guerra porque deteriora la todo caso real o ficticio es posible decir con certeza si cae bajo el
imagen de los soldados («der Krieg verderbe den Soldaten»). 21 De concepto o no; el concepto se aplica o no se aplica; es lógicamente
forma que el teórico que merece la entrada en el Begriffshimmel cerrado (begrentz). Ello conllevaría que la aplicación de un concep-
está perfectamente preparado para condenar las decisiones de los to a un caso dado es una simple operación lógica concebida como un
juristas prácticos como imposibilidades lógicas 22 y, como en el caso tipo de revelación de lo que ya existe, 25 y, en la formulación anglo-
de los juristas romanos, para atribuir sus desviaciones del pensa- americana, más simple, conllevaría sostener la creencia de que el
miento conceptual riguroso a la caída en la influencia perniciosa de significado de todas las reglas jurídicas está precisado y predetermi-
las consideraciones de utilidad. 23 nado antes de que surja cualquier problema concreto relativo a su
El contraste más importante entre el ataque de lhering y el ata- aplicación.
que al conceptualismo realizado por Holmes y sus seguidores, Pound Si preguntamos por qué esta creencia acerca de los conceptos
y los realistas, es que este último no dirigía su invectiva principal jurídicos es errónea, la respuesta, como ya dije en otro lugar, 26 es
8. - CASAN OVAS
114 EL SIGLO XIX ALEMÁN LA JURISPRUDENCIA DE CONCEPTOS 115
que los hombres que hacen las leyes son seres humanos y no aquello que los posee entra dentro de la regla, con independencia
Es un rasgo de la condición humana, no sólo del legislador de cualquiera otra propiedad que el caso pueda tener y de cuales-
también de cualquiera que intente regular alguna esfera de la quiera que p~e.dan ser las consecuencias de. aplicar la regla de esta
ducta mediante reglas generales, el trabajar bajo un handicap manera tan ng1da. Entonces, de hecho, preJuzgamos ciegamente lo
mo: la imposibilidad de prever todas las combinaciones posibles que debe ser hecho en un ámbito de casos futuros cuya composición
circunstancias que el futuro puede deparamos. Un dios puede desconocemos. De esta forma conseguiremos determinar por adelan-
ver todo esto; pero ningún ser humano, ni siquiera un '"'é••"••a.uo tado cuestiones que sólo pueden determinarse racionalmente cuan-
puede hacerlo. Obviamente las cosas podrían ser diferentes; do las circunstancias en que surgen nos son conocidas. Este es el
gamos que el mundo en el que vivimos estuviera de hecho vicio que los juristas ingleses y norteamericanos identifican como
rizado por un número finito de propiedades y supongamos que conceptualismo en el proceso judicial; pero, esencialmente, es el mis-
naciésemos todas las formas en que pueden combinarse, entonces mo vicio que Ihering identificaba en los trabajos de los grandes es-
previsión podría hacerse por adelantado a cualquier posibilidad. critores teóricos, que eran felices ignorando el proceso judicial y el
ríamos las reglas y construiríamos los conceptos, de forma que trabajo de los juristas prácticos.
aplicación o la inaplicación de los conceptos a los casos ·
estaría fijada desde el comienzo· y nunca apelaríamos a ae•cisJ:on.
futuras, ni a consideraciones de utilidad O de cuestiones nr<II"T••~ft 11
ni tampoco al desarrollo creativo de la regla inicial. Todo sería
nocido de antemano, y cualquier cosa estaría especificada de Es suficiente en relación al Begriffshimmel. Déjenme regresar
mano mediante la regulación. Este mundo sería un mundo en ahora a lo que los juristas ingleses y norteamericanos denominan
cual el trabajo del jurista teórico y del práctico coincidirían y «jurisprudencia analítica». Es necesario, según creo, distinguir dos
bos entrarían en el mismo cielo al que lhering se refería. Pero, etapas de los estudios jurídicos que así han llegado a denominarse.
dentemente, este no es nuestro mundo. Los legisladores h La primera etapa es asociada con los nombres de Jeremy Bentham 27
no tienen tal conocimiento de todas las posibles combinaciones y John Austin, 28 los grandes pensadores utilitaristas del siglo XIX.
circunstancias que el futuro puede depararnos. Esto significa También podríamos denominarlos las grandes figuras de la Ilustra-
todas las reglas jurídicas son «abiertas»; y cuando surge un caso ción inglesa en lo relativo al derecho.
previsto tenemos que tomar una decisión nueva, y al hacerlo La segunda etapa 29 es, en comparación, de desarrollo reciente y
boramos nuestros conceptos jurídicos, adaptándolos a fines ha sido inspirada por un movimiento característico en filosofía en
mente deseables. Todo ello fue perfectamente comprendido por general que tiene mucho que ver con el lenguaje. Sus principales
ring: ridiculizó, especialmente en su Zweck im Recht, la idea de exponentes son el vienés Ludwig Wittgenstein, profesor en Cam-
reglas detalladas pudieran suministrar para cualquier caso las bridge de 1930 a 1950, y por otro Austin, John L. Austin, profesor
cificaciones jurídicas que permitieran decidir todos los posibles de filosofía moral en Oxford desde 1952 hasta su muerte en 1959.
tos; y subrayó la imposibilidad de prever la variedad infinita y Déjenme caracterizar brevemente la jurisprudencia analítica de
composición múltiple de todos los casos posibles. la primera etapa. Como he dicho, Bentham y Austin eran utilitaris-
Claramente, es posible tratar de dotar a las reglas y COJilceotos tas Yestaban interesados apasionadamente en la crítica del derecho
jurídicos de un rigor artificial que elimine al máximo posible la en la reforma legal y en la adaptación del derecho a fines racionale~
cesidad de algo distinto al razonamiento deductivo. Podemos, que concebían en términos del principio de la mayor felicidad. Este
así decirlo, «congelan> el significado de una regla jurídica o de era su «Zweck im Recht», aunque no estoy tan seguro de que tam-
concepto mediante la determinación de ciertos elementos e bién fuera el de Ihering. Por otra parte, ambos pensadores combi-
en que si éstos están presentes son suficientes para establecer naban con su utilitarismo determinadas doctrinas acerca de la natu-
116 EL SIGLO XIX ALEMÁN LA JURISPRUDENCIA DE CONCEPTOS 117

raleza del derecho y acerca de la importancia de una forma novaciones de Bentham fueron más lejos todavía. Trató de clarifi-
minada de estudios jurídicos. Ambos definían el derecho en car las relaciones estructurales entre varios tipos de reglas jurídicas
nos de noción de mandato y, por ello, hubieran sido "'U•.,U.!I,i:tun y sostuvo que para expresar sus conexiones lógicas la lógica aristo-
por los pensadores alemanes como exponentes de la teoría télica, que era una lógica de aserciones, era inútil; y construyó lo
rista (Willenstheorie), aunque, como mostraré después, la que denominó la «lógica de la voluntad», especialmente adaptada
de acuerdo a la cual la ley es el mandato del soberano no tenía para expresar las conexiones entre nociones tales como 'obligatorio',
ellos todas las consecuencias habitualmente atribuidas a la 'prohibido' y 'permitido' .3 t De esta forma anticipaba una forma de
voluntarista. Estos pensadores insistían también en la Jógica moderna conocida como lógica deóntica. Por último, plan-
de una forma de estudios jurídicos valorativamente neutra teaba un problema que todavía hoy espera una solución. Si conce-
que era pertinente no sólo para el concepto de derecho, sino birnos un sistema jurídico como un sistema que está integrado por
bién para otros conceptos jurídi,cos fundamentales que son normas jurídicas separadas o por leyes separadas, ¿qué es una nor-
en las descripciones de cualquier sistema jurídico maduro y, en ma y qué es meramente parte de una norma? En tanto no hayamos
neral, para la estructura e interrelación lógica de los elementos resuelto este punto no podemos dar una visión coherente de la es-
un sistema jurídico. Bentham denominó a esta forma de tructura del sistema jurídico. 32
jurídico jurisprudencia «expositoria» y la distinguió de la crítica Austin siguió de cerca los pasos de Bentham, aunque no dispo-
derecho en términos de sus fines, que llamó jurisprudencia nía de las capacidades de innovación de su maestro en el ámbito de
ria». De forma semejante, Austin distinguió entre su estudio la lógica. Pero el punto que deseo destacar de estos dos grandes
tico de los conceptos y de la estructura de los sistemas j escritores es que la forma de jurisprudencia analítica que ellos prac-
como «jurisprudencia general» y la crítica utilitarista del ticaban y predicaban no debe ser, en ningún sentido, identificada
que denominó «arte de la legislación». Ambos pensadores co11cebíaJ con la Begriffsjurisprudenz que lhering atacó. Es, según creo, bas-
estas dos formas de estudios jurídicos, uno analítico y tante común entre los pensadores continentales asumir que si un
mente neutro, el otro crítico del derecho a la luz de los valores sistema jurídico no es un sistema lógico cerrado entonces no hay
litaristas, no como suministrando respuestas enfrentadas a las lugar para un análisis lógico de él, y pretender que Bentham y Aus-
mas cuestiones, sino como respuestas diferentes a cuestiones tin estaban contagiados por el conceptualismo 33 atacado por Ihering,
tas; y pensaron que ambas formas de estudio eran necesarias esto es, que ellos también tenían un lugar en el Begriffshimmel.
la educación de un jurista culto. Creo que se trata de un error, debido a una falsa inferencia extraí-
Bentham, en el curso de sus estudios analíticos, insistió en da del hecho de que Bentham y Austin mantenían alguna forma de
los conceptos jurídicos precisaban nuevos métodos para su análisis teoría voluntarista, puesto que definían el derecho en términos de
En particular, pensaba que la forma tradicional de definición mandato. Pero ellos nunca extrajeron de su teoría el corolario ex-
genus et differentiam no puede ser usada provechosamente para traído por los viejos teóricos voluntaristas alemanes, según el cual
chas nociones jurídicas tales como deber y obligación, porque . cuando un juez aplicaba el derecho, éste estaba siempre completa-
nen una estructura característica que demanda métodos de análisis •· mente determinado en el contenido de la voluntad del legislador y
especiales; y exponía un método que los lógicos del siglo xx han .. la tarea del juez era simplemente la operación lógica de subsumir
llamado «definición operativa», porque en lugar de intentar .... un caso particular bajo la proposición general que describe la regla
palabras singulares (por ejemplo 'deber' u 'obligación'), el análisis jurídica predeterminada. Al contrario, Austin 34 reconocía con toda
toma como objeto los enunciados enteros en que tal término claridad que aunque los jueces ingleses hablaban a menudo como si
ce. De esta forma se clarifica la noción de deber, no por abordar lo opuesto fuera verdadero, en realidad frecuentemente «creaban»
palabra singular 'deber', sino abordando enunciados modelo derecho. Además, Austin acusaba a los jueces no por hacerlo, sino
«X tiene un deber de pagar a Y lOO libras». 30 Sin embargo, las por no conseguir crear derecho de acuerdo a los preceptos del utili-
118 EL SIGLO XIX ALEMÁN LA JURISPRUDENCIA DE CONCEPTOS 119

tarismo. Por lo tanto, siendo consciente de este hecho, era absurdo tiene un pie de altura, ¿diré que es un hombre?» 37 Con lo cual no
suponer que el derecho era o debía ser desarrollado solamente por puede haber definiciones definitivas y exhaustivas de los conceptos,
razonamiento lógico. Pero también era consciente de otro hecho: a ni siquiera en la ciencia. «La noción de oro parece poder definirse
saber, la «indeterminación» 35 o carácter abierto de muchos concep. con precisión absoluta, digamos, mediante el espectro del oro con
tos jurídicos, que posibilitaba únicamente, como él decía, «un test sus líneas características. ¿Pero qué diríamos si se descubriera una
falible» de si una determinada situación de hecho caía o no bajo su sustancia que pareciera oro, satisficiera todos los tests químicos del
alcance. A pesar de todo ello, Bentham y Austin pensaban que era oro, pero emitiera una especie nueva de radiación?» 38 Como nunca
de gran importancia perseguir, con nuevos métodos de definición y podemos eliminar las posibilidades de que surjan situaciones impre-
clarificación, el análisis de palabras tales como 'obligación', 'deber' , vistas, nunca podemos estar seguros de cubrir todas las posibilida-
'derecho', 'propiedad', 'posesión' y otros conceptos jurídicos fun- des. Podemos, únicamente, redefinir y precisar nuestros conceptos
damentales, e investigar las relaciones lógicas entre las leyes. para enfrentarlos a las nuevas situaciones cuando surjan. Este reco-
Déjenme volver ahora a la etapa moderna de la jurisprudencia nocimiento de la Porositéit, o como nosotros podemos decir, «la
analítica. Aquí, como he dicho, el estímulo más importante provie- textura abierta» de los conceptos, es, como dije, un rasgo poderoso
ne de dos filósofos muy interesados en el lenguaje: Wittgenstein y de la filosofía inspirada por la forma moderna de jurisprudencia
el profesor John L. Austin. No estaban específicamente interesados analítica. Wittgenstein lo expresó con palabras que se adecuan muy
en el derecho, pero mucho de lo que decían acerca de las formas bien al derecho: «lch sagte von der Anwendung eines Wortes: sie
lingüísticas, del carácter de los conceptos generales, y de las reglas sei nicht überall von Regeln begrenzt» 39 y «Wir sind nicht für alle
que determinan la estructura del lenguaje, tiene implicaciones im- Moglichkeiten seiner Anwendung mit Regeln ausgerüstet» 40 y de nue-
portantes para la teoría y la filosofía jurídicas, y ha sido aprovecha- vo, «Der Umfang des Bregiffs ist durch eine Grenze nicht abgesch-
do por escritores de estas especialidades tanto en Inglaterra como lossen: er ist nicht überall von Regeln begrenzt». 41
en Norteamérica. De nuevo, al igual que en la primera forma de Un segundo rasgo de la nueva jurisprudencia analítica ha sido
jurisprudencia analítica, los escritores modernos están libres de la extraído de la filosofía del lenguaje moderna por una vía bastante
Begriffsjurisprudenz en el sentido de lhering. Además, una de sus diferente. Wittgenstein dijo en alguna ocasión que las palabras tam-
más poderosas doctrinas consiste en un rechazo de la concepción bién son hechos («Worter sind auch Taten») y la contribución más
del pensamiento y lenguaje humanos en la que descansaba la vieja original del profesor Austin debe buscarse en su libro póstumo How
Begrijjsjurisprudenz. Presentaré dos ejemplos de filosofía que sub- to do Things with Words. 42 En esta obra se insiste en que, entre
yacen a esta nueva forma de jurisprudencia analítica. La primera las muy diversas funciones que el lenguaje realiza, hay una que ha
de ellas mostrará cuán lejos está de la Begriffsjurisprudenz. sido muy frecuentemente olvidada por los filósofos y que es muy
Porositéit der Begrijje. Esta es una expresión usada por un autor 36 importante para comprender ciei:tas transacciones en la vida social
muy cercano a Wittgenstein, que expresa una propiedad muy impor- y, especialmente, en el derecho. Tomemos, por ejemplo, una cere-
tante de la mayoría de conceptos empíricos y no sólo de los concep- monia de bautismo. En el momento crucial se emite un enunciado
tos jurídicos, a saber, que no hay forma de construir reglas lingüís- ('Bautizo a este niño con el nombre X') y el efecto de la emisión de
ticas que sean adecuadas para todas las posibilidades imaginables. estas palabras es transformar la situación social preexistente, de for-
Por complejas que nuestras definiciones sean, nunca podremos pre- ma que, de ahora en adelante, deviene correcto referirse al niño por
cisarlas tanto, de forma que las delimitemos en todas las direccio- el nombre X. Así, contra un trasfondo de convenciones sociales, las
nes posibles con el objetivo de que ante cualquier caso dado pueda palabras no son usadas -como frecuentemente suele hacerse- para
definitivamente afirmarse si el concepto se le aplica o no se le apli- describir el mundo, sino para producir ciertos cambios. Lo mismo
ca. «Supongamos que me encuentro un ser que parece un hombre, es verdad de la emisión de las palabras de una promesa. 'Prometo
habla como un hombre, se comporta como un hombre, pero sólo llevarte en mi coche a la estación' no es ninguna descripción de
120 EL SIGLO XIX ALEMÁN LA JURISPRUDENCIA DE CONCEPTOS 121

nada, sino una emisión que tiene el efecto de crear una obligación particular importancia en el caso de los términos jurídicos. 44 Sea
moral para la persona que la emite. Es obvio que este uso del len- como fuere, en general sostengo que existe una gran afinidad entre
guaje es de gran importancia en el derecho. Lo encontramos cuan- el juicio de Ihering relativo a la necesidad de acercarse al uso con-
do un testador escribe 'Lego mi reloj de oro a mi amigo X' y tam- creto y a la aplicación de nuestros conceptos, y el espíritu y las
bién en el lenguaje de los actos legislativos usado por los legislado- nuevas doctrinas de la filosofía analítica contemporánea. Una vez
res, por ejemplo, 'Se promulga ... que .. .'. En el derecho, las emi- Wittgenstein dijo que si deseamos comprender nuestros conceptos
siones de enunciados por las personas debidamente calificadas, en debemos considerarlos cuando ellos están «en el trabajo», no cuan-
las ocasiones apropiadas, tienen efectos jurídicos. do están «ociosos» o «de vacaciones». 45 Si no estoy equivocado todo
Algunas veces, los juristas ingleses se refieren al lenguaje usado ello está completamente de acuerdo con el rechazo de Ihering al
de esta forma como palabras «operativas», pero esta función gene- Begriffshimmel, y con la necesidad de regresar a la tierra: wieder
ral del lenguaje que se extiende ampliamente más allá del derecho auf Erden!
es conocida por la mayoría de filósofos en Inglaterra como «reali-
zativa» («perjormative»). El uso realizativo del lenguaje en y fuera
del derecho tiene rasgos especiales muy interesantes que lo distin- · NoTAS
guen de nuestro uso del lenguaje cuando estamos interesados en
formular enunciados verdaderos o falsos que describen el mundo. l. Scherz und Ernst in der Jurisprudenz. Todas las referencias son a la octava
No creo que el carácter general de los actos jurídicos (Rechtsgeschiij- edición (Leipzig, 1900). [La obra de Ihering ha tenido más suerte en castellano. Exis-
te) pueda comprenderse sin referencia a esta idea del uso realizativo ten traducciones de las dos obras mencionadas por Hart: El espíritu del derecho
romano en las diversas fases de su desarrollo, trad. de Enrique Príncipe y Satorres,
del lenguaje. Algunos filósofos del derecho, especialmente Hagers- Librería Editorial de D. Carlos Bailly-Bailliere, Madrid, 1891, y Bromas y veras en
trom, 43 estaban muy perplejos por el hecho de que sea posible crear la ciencia jurídica, trad. Tomás A. Banzhaf, Civitas, Madrid, 1987. (La primera
obligaciones, transferir derechos y, en general, cambiar situaciones traducción al castellano de esta obra data de 1933 con el título Jurisprudencia en
jurídicas meramente por el uso del lenguaje. Esto le parecía una broma y en serio, trad. de Román Riaza, Editorial Revista de Derecho Privado,
Madrid.) El ensayo que Hart analiza en este trabajo («En el cielo de los conceptos
especie de magia o alquimia jurídica, pero seguramente todo lo que jurídicos») está incluido en Bromas y veras... (N. del t.)]
es preciso para comprenderlo es reconocer una función especial del 2. Readings in Jurisprudence and Philosophy oj Law, ed. Cohen and Cohen,
lenguaje: dado un trasfondo de reglas o convenciones que disponen Nueva York, 1951.
que si una persona determinada dice determinadas palabras enton- 3. «Die Frage der Anwendung und des Beweises kommt für ihn gar nicht in
Betracht», Scherz und Ernst, p. 273. [«La cuestión de la aplicación y de la prueba
ces otras reglas entrarán en acción, esto determina la función, o, en (de los conceptos) queda desde un principio descartada.» (N. del t.)]
un sentido amplio, el significado de las palabras en cuestión. 4. «Badet sich hier in dem reinen Gedankeniither, unbekümmert über die reale
Los dos ejemplos que he dado, en los cuales la moderna juris- Welt», ibid., p. 274. [«Se baña en el puro éter del pensamiento, sin preocuparse por
prudencia analítica es deudora de la filosofía del lenguaje moderna el mundo real.» (N. del t.)]
(Porositiit der Begriffe y emisiones realizativas), son únicamente dos 5. /bid., p. 296. [«despojada de todos sus efectos reales». (N. del t.)]
6. /bid., p. 283, n. 8 (cita de Savigny). [«un hecho en virtud de su esencia, e
entre otros muchos ejemplos posibles. Una visión completa analiza- idéntico a un derecho por sus consecuencias». (N. del t.)]
ría cosas tales como el abandono de la vieja idea de acuerdo a la 7. /bid. (cita de Savigny). [«Un hecho y un derecho a la vez.» (N. del t.)]
cual cuando un término general o un concepto se aplica a muy di- 8. /bid., p. 287. [«Nadie pregunta el porqué.» (N. del t.)]
versos casos, todos los casos deben compartir un conjunto singular 9. !bid., p. 297. Cf. «torichte Frage nach seinem praktischen Warum», ibid.,
de propiedades comunes. Esto es un dogma. Hay muy diversas for- p. 314. [«gabinete anatómico-patológico de los conceptos»; «la insensata cuestión de
su porqué práctico». (N. del t.)]
mas en que los diversos casos de un término general están relacio- 10. /bid., pp. 287-288. Cf. «Der Jurist rechnet mit seinem Begriffen, wie der
nados entre sí, más allá de esta forma tan simple de relación; y una Mathematiker mit seinem Grossen», ibid., p. 274. [«El jurista calcula con sus con-
adecuada comprensión de estas formas diversas es, claramente, de ceptos, como el matemático con sus cantidades.» (N. del t.)]
LA JURISPRUDENCIA DE CONCEPTOS 123
122 EL SIGLO XIX ALEMÁN

11. Howe, Justice 0/iver Wendell Holmes: The Proving Years,


if the Aristote/ian Society Supplement, vol. 19 (1949), traducido en Sprache und
12. Southern Pacijic Co. v. Jensen (1917), 244 U.S. 205, 222. ~nalysis (ed. Bubner, Gotinga, 1968).
13. The Common Law (Boston, 1881), p. l. 37. !bid.' p. 122.
14. «Path of Law», en Collected Legal Papers (Londres, 1920), p. 180. 38. !bid. .. . ..
39. Philosophical Investigations (Oxford, 1953), § 84. [«DIJe de la aphcaciOn
15. !bid.
de una palabra: no está absolutamente determinada por reglas.» (N. del t.)] .
16. Lochner v. New York (1904), 198 U.S. 45, 74. 40. !bid., § 80. [«No estamos equipados con reglas para todas sus posibles
17. «Law in Science and Science in Law», en Collected Legal Papers, 239.
a Jicaciones.» (N. del t.)] • .
18. «Path of Law», 184. ubi. rep. p 41. Jbid., § 68. [«La extensión de un concepto no está encerrada por un limi-
19. Cambridge, 1922. te' 00 está absolutamente delimitada por reglas.» (N. del t.)]
20. Columbia Law Review, 8 (1908), p. 605. · 42. Oxford, 1962. [Cómo hacer cosas con palabras. Hay trad. cast. de G. R.
21. Scherz und Ernst, p. 289, n. 2. Carrió y E. A. Rabossi, Paidós, Barcelona-Buenos Aires, 1982. (N. del t.)] .
22. !bid., p. 300. 43. Der Roníische Obligationsbegrifj (Uppsala, 1927), vol. Il, p. 399, YInqwry
23. !bid., p. 297. into Law and Morals (Estocolmo, 1953), prefacio y caps. XVII y XVIII.
24. Gnaeus Flavius, Der Kampf um die Rechtswissenchajt (1907), p. 7. [«Gnaeus 44. Véase mi Concept of Law (1961), pp. 66-67, 234.
Flavius» es el seudónimo de Hermann U. Kantorowicz. De esta obra existe traducción 45. Philosophical I.nvestigations, § 132.
castellana: «La lucha por la ciencia del Derecho», trad. de W. Goldschmidt en Savigny,
K.irchmann, Zitelmann, Kantorowicz, La Ciencia del Derecho, Losada, Buenos Aires
1949. (N. del t.)] ' '
25. «Die Fülle des Inhalts, der in ihnen beschlossen liegt, für die Erkenntnis
Tage zu fOrdern» (Scherz und Ernst, p. 287). [«Para que el conocimiento
toda la riqueza fle contenido que en ellos [los conceptos] se encierra.» (N. del t.)]
26. The Concept oj Law (Oxford, 1961), p. 125.
27. 1748-1832. Véase especialmente su An Introduction to the Principies of
Morals and Legislation (1789) y Oj Laws in General (Londres, 1970); también A Frag-
ment on Government (1776). [El texto de Bentham que aparece en este un,,_,_
(véanse pp. 132-146) es la conclusión de An Introduction ... , que, a su vez, cor!Stll:u-t
ye el programa y una apretada síntesis de Oj Laws in General. De A Fragment
Government existe traducción castellana de Julián Larios Ramos, Un fragmento
bre el gobierno, Aguilar, Madrid, 1973. (N. del t.)]
28. 1790-1859. Véase su Province oj Jurisprudence Determined (1832; ed. Hart,
Londres, 1954). [La primera lección de esta obra de Austin está incluida en este
volumen (pp. 178-201). (N. del t.)]
29. Véase Summers, «The New Analytical Jurists», New York University Law
Review, 41 (1966), p. 861.
30. Véanse para las concepciones de Bentham sobre la definición: Works
(Bowring, ed., 1838-1843), vol. III, p. 18; vol. VIII, pp. 242-253; Fragment on Go-
vernment, cap. V,§ 6, n. 1, s. 6, y mi «Definition and Theory in Jurisprudence», en
Essays in Jurisprudence and Philosophy (Oxford, 1983).
31. Oj Laws in General (ed. Hart, Collected Works, Londres, 1970), cap. X.
32. !bid., cap. 16. Cf. An Jntroduction to Principies oj Morals and Legisla-
tion, prefacio, §§ 33-34; cap. XVII, § 29, n. 1; Oj Laws in General, cap. XIV.
33. Véanse Friedmann, Legal Theory (ed. de 1947), p. 209; Bodenheimer,
«Modern Analytical Jurisprudence and the Limits of its Usefulness>>, University oj
Pennsylvania Law Review, 104 (1956), p. 1.080.
34. Province oj Jurisprudence Determined (ed. de 1954), p. 191.
35. !bid., pp. 204-205, 207.
36. F. Waismann. Véase su «Verifiability>> («Verifizierbarkeit»), Proceedings
SEGUNDA PARTE

LA TRADICIÓN ANGLOSAJONA EN EL SIGLO XIX:


LA JURISPRUDENCIA ANALÍTICA
INTRODUCCIÓN

Los más importantes teóricos del derecho del siglo XIX inglés
son, sin lugar a dudas, Jeremy Bentham (1748-1832) y John Austin
(1790-1859). Con ellos comienza una tradición de pensamiento que
será predominante en Gran Bretaña hasta la publicación de The Con-
cept of Law (1961) de H. L. A. Hart. 1
En Inglaterra, a fines del siglo xvm, el panorama del pensamien-
to jurídico estaba dominado por la obra de William Blackstone. 2 La
obra de Blackstone debe ser contemplada como una especie británi-
ca del género del iusnaturalismo racionalista. Con este tipo de ius-
naturalismo compartía las siguientes tesis: 1) que las normas crea-
das por las autoridades sólo son jurídicas o válidas si se derivan de
los principios del derecho natural 3 y 2) que estos principios del de-

l. Hart es el editor de las obras más importantes de Bentham y Austin en


teoría jurídica y, a su vez, uno de los más agudos estudiosos de la obra de estos
autores (véase, para Bentham, su Essays on Bentham, Oxford University Press,
Oxford, 1982, y, para Austin, «lntroduction» en The Province oj Jurisprudence De-
termine, Oxford University Press, Oxford, 1953, y los primeros capítulos de The
Concept oj Law, Oxford University Press, Oxford, 1961; que son la más famosa
crítica a la concepción de Austin del derecho). La única razón de que ninguno de los
trabajos de Hart sobre estos autores esté incluido en esta selección es mantener el
criterio de privilegiar la visión de otras tradiciones de pensamiento. Es, en mi opi-
nión, más iluminador incluir textos de Hart sobre Ihering o el realismo norteameri-
cano o sobre Kelsen y Ross. Por otra parte, la curiosidad y capacidad de diálogo
intelectual de Hart, hace que esta selección esté en deuda con el espíritu que anima
su obra.
2. Commentaries oj the Laws of England, 4 vols. (1765-1769), University of
Chicago Press, Chicago-Londres, 1977.
3. «El derecho natural, que es coetáneo a la humanidad y dictado por Dios
mismo, es claramente superior en fuerza obligatoria a cualquier otro. Es obligatorio
en todo el globo, en todos los países y en todas las épocas: las leyes humanas no son
de ninguna validez si son contrarias a él, y cada una de ellas es válida en tanto
128 LA TRADICIÓN ANGLOSAJONA EN EL SIGLO XIX INTRODUCCIÓN 129

recho natural eran captados por la razón humana (aunque eran ladones que, precisamente por su carácter de ficticio, conllevaba
flejo de la voluntad divina). 4 La diferencia específica (inglesa) ·ncertidumbre e inseguridad. 8 Además, no compartía las razones por
sistía en lo siguiente: 1) que el Common Law era un conjunto ~as cuales Blackstone pensaba que el gobierno británico era tan ade-
costumbres y máximas no escritas ni establecidas por las cuado. Con el paso del tiempo y su conversión al radicalismo demo-
des humanas (pero acordes con el derecho natural) que los crático, incluso llegó a pensar que era una forma de gobierno muy
aplicaban al resolver los casos. 5 Los jueces no creaban estas reglas inadecuada para conseguir los fines de maximizar la felicidad. 9
sino que las descubrían. 2) Que la forma de gobierno inglesa era 1~ Por ello, dedicó parte de su obra a analizar la naturaleza y es-
más perfecta y adecuada para regir una sociedad. 6 Con ello se tructura de las normas jurídicas. El texto recogido en este capítulo
tinguía del iusnaturalismo continental que propugnaba cambios es, precisamente, un bosquejo de lo que sería su obra básica al res-
portantes en la legislación (en algunos casos, la abolición del dere. pecto, Oj Laws in General (1970, ed. H. L. A. Hart). Ahí podrá
cho consuetudinario) y la política (reformas profundas en la estruc. hallarse una sofisticada versión de la concepción de las normas corno
tura del Estado), seguramente porque Inglaterra había tenido ya su mandatos del soberano y de las relaciones entre las normas.
revolución (en 1688), mientras las revoluciones francesa y norteame. Sin embargo, Bentham dedicó la mayor parte de sus esfuerzos a
ricana estaban cercanas, pero todavía en gestación. la fundamentación de una doctrina moral, el utilitarismo, que sir-
La obra de Bentham comienza, precisamente, con un libro de viera como inspiradora de sus vastos proyectos de reforma legal y
crítica a estos aspectos de Blackstone (A Fragment on Government política. El texto de J. S. Mili, que siguió a Bentham en esta con-
1776). Según Bentham, el derecho es un instrumento creado por los' cepción moral, muestra con agudeza algunos de los problemas más
seres humanos y añadido al mundo para conseguir ciertos fines, importantes que pueden acechar al utilitarismo benthamiano, no
fines que él concebía como establecidos por el principio de utilidad: como fundamento de las reformas legales, punto en que a J. S. Mili
la maximización de la felicidad. Bentham pensaba que el derecho le parece adecuado, sino como concepción moral y política. Según
natural (ese conjunto de principios abstractos de los que deriva el Mili, una concepción moral que ignora el sentido del deber y el
derecho positivo) en realidad no existe. La razón humana no puede peso de las convenciones del pasado en la formación de la concien-
descubrirlo, dado que es «un oscuro fantasma» y que consiste en cia moral de los ciudadanos tiene importantes peligros para la cons-
«~gunos sonidos sin significado». 7 Tampoco el common law lepa- trucción de una sociedad más libre. Si uno tiene en cuenta las críti-
recía ese admirable conjunto de máximas y costumbres que Black- cas de los últimos veinticinco años al utilitarismo, podrá apreciar
stone pensaba, al contrario le parecía un ficticio conjunto de regu- que también se le cuestiona no tener suficientemente en cuenta la
autonomía personal o la integridad. 10
deriva toda su fuerza, toda su autoridad, mediata o inmediatamente, del derecho El otro texto incluido en el apartado dedicado a Bentham es un
natural», ibid., 1, p. 41. texto de Karl Olivecrona, un destacado representante del realismo
4. «El descubrimiento de estos primeros principios del derecho natural depen-
de únicamente del ejercicio adecuado de la recta razón», ibid., 1, p. 40.
5. «Las costumbres generales, o el common law, en sentido propio; es aquel 8. Cf. José Juan Moreso, op. cit., pp. 130-136.
derecho mediante el cual los procedimientos y decisiones de los Tribunales ordinarios 9. Cf. Frederick Rosen, Jeremy Bentham and Representative Democracy.
de Justicia del Rey son guiados y dirigidos», ibid., 1, p. 68. Blackstone añade que si A Study of the Constitutional Code, Oxford University Press, Oxford, 1983.
una decisión judicial es absurda o injusta, contraria al derecho natural, entonces no es 10. Cf., por ejemplo, la muy influyente A Theory of Justice, Harvard Univer-
que tal sentencia sea bad law, sino que sencillamente es not law; ibid., 1, p. 70. sity Press, Cambridge, Mass., 1971, de John Rawls (hay trad. cast.: Una teorla de la
6. Según Blackstone, la combinación de monarquía (la fuerza del rey), aristo- justicia, FCE, México, 1979) o Invitación a la ética [1972], trad. de M. Jiménez
cracia (la sabidurfa de los lores) y democracia (la benevolencia de los comunes) «en Redondo, Cátedra, Madrid, de Bernard Williams. En el ámbito de la teoría del de-
ningún otro lugar podría hallarse las tres grandes cualidades del gobierno tan correc- recho, la obra de Ronald Dworkin puede contemplarse como una crítica a la teoría
ta y felizmente unidas» como en la Constitución británica; ibid., 1, p. 51. jurídica y a la polftica jurídica de Bentham. Véase Ronald Dworkin, Taking Rights
7. Puede verse para la crítica de Bentham al iusnaturalismo, José Juan More- Seriously, Harvard University Press, Cambridge, Mass., 1977, p. VII (hay trad. cast.:
so, La teoría del derecho de Bentham, P .P .U., Barcelona, 1992, cap. III. Los derechos en serio, Ariel, Barcelona, 1984).

9.- CASANOVAS
130 LA TRADICIÓN ANGLOSAJONA EN EL SIGLO XIX INTRODUCCIÓN 131

jurídico escandinavo. El impulso antirnetafísico y la raíz fueron numerosas y la jurisprudencia analítica siguió caminando por
de Bentharn atrajeron considerablemente a este profesor sueco, los caminos que él había marcado. 13
el cual el derecho debe ser contemplado corno un hecho que partj. El trabajo de Hans Kelsen, incluido en el apartado dedicado a
cipa e influye en el mecanismo social. 11 El texto muestra interés A.ustin, muestra la capacidad de diálogo del autor de la teoría pura
el análisis lingüístico, pero desrnitificador, que Bentharn realiza de con una tradición de pensamiento distinta a la suya, pero cercana
las expresiones de derechos naturales corno expresiones referidas a en muchos puntos (tal vez, producto de su establecimiento en Esta-
entidades de carácter ficticio, corno crítica al pensamiento iusnatu. dos Unidos y de la necesidad de dialogar con la tradición jurídica
ralista. La inclusión del texto de Olivecrona muestra que no sólo el anglosajona por esa razón). Kelsen muestra simpatía por la obra de
utilitarismo de Bentham ha pasado a la posteridad, sino que algu. A.ustin y con algunas matizaciones comparte con ella la concepción
nos de sus análisis más conceptuales siguen despertando el interés voluntarista de las normas, la importancia del elemento coercitivo
de importantes filósofos del derecho de tradiciones diversas. en la estructura de las normas jurídicas y los análisis de las nocio-
La obra de John Austin, seguidor de Bentham, representa un nes de deber y derecho. Cuestiona más poderosamente dos puntos de
loable esfuerzo sistematizador de algunas de las ideas benthamianas. la doctrina austiniana: a) Sostiene que la concepción de Austin con-
John Austin fue un profesor universitario, el primer profesor de templa el derecho corno un sistema de reglas completas y dispuestas
Jurisprudence de la reciente creada Universidad de Londres. Para para ser aplicadas, sin atender al proceso de su creación. Es una teo-
acceder a la cátedra se preparó concienzudamente y realizó un viaje ría estática del derecho. Por el contrario, la teoría pura es una teoría
a Alemania, con el objetivo de conocer de cerca el pensamiento dinámica del derecho, el acto de creación de una norma jurídica está
jurídico alemán (la influencia de F. K. von Savigny es ostensible en regulado por otra norma jurídica 14 y b) afirma que Austin no dispone
su obra). Ahora bien, sólo compartía con Bentham parte de las ideas: de un concepto jurídico de Estado, mientras que para la teoría pura
también concebía el derecho como un conjunto de mandatos pro· el Estado, desde el punto de vista jurídico, es únicamente el orden
mulgados por aquel que detenta el poder en una sociedad (el sobe· jurídico corno un orden de la conducta humana. 15
rano) y pensaba que una cosa es el derecho tal como es (el derecho
positivo) y otra su mérito o demérito (el derecho tal como debe JosÉ JUAN MoREso
ser). Sin embargo, en otros puntos se alejaba de Bentham: pensaba
que el principio de utilidad era una forma de acceder a los manda- 13. Véase Thomas E. Holland, The Elements of Jurisprudence (1880), Scientia
Verlag, Aalen, 1979; William Marky, Elements of Law Considered with Reference
tos divinos no revelados y, por tanto, creía en la existencia de un to Principies of General Jurisprudence (1905), Scientia Verlag, Aalen, 1980, y John
derecho divino; también pensaba que la crítica de Bentham al com- Salmond, Jurisprudence (1902), Sweet & Maxwell, Londres, 1966.
mon law (al derecho judicial) era injustificada, si bien es cierto que 14. Sin embargo, debe notarse que, aunque Austin nunca explicó claramente
lo concebía como creado por los propios jueces actuando en virtud cómo el derecho regula su propia creación, su concepción de la adopción tácita de
de una delegación de poder del soberano. Por otra parte, no era en normas por parte del soberano, permite que autoridades subordinadas (delegadas) y
jueces introduzcan (oblicuamente) normas en el sistema jurídico. Véase Joseph Raz,
la reforma legal y política tan entusiasta como Bentham. 12 The Concept of a Legal System, Oxford University Press, Oxford, 1970, pp. 99 y ss.
Si bien al principio la suerte del magisterio de Austin fue dudo- (este libro contiene un muy interesante estudio comparativo de las teorías jurídicas
sa -tuvo corno alumno a John Stuart Mil!, pero a los pocos años de Bentham, Austin y Kelsen); Ernesto Garzón Valdés, «Algunos modelos de validez
hubo de abandonar la cátedra por falta de alumnos inscritos en su normativa», Revista latinoamericana de filosofía, 3 (1977), p. 49, y José Juan Mo-
curso-, la fortuna posterior fue mayor, las ediciones de su obra reso, «Cinco diferencias entre Bentham y Austim>, op. cit., p. 357.
15. Sin embargo, J. Raz piensa que en este punto la concepción (sociológica)
del soberano en Austin es más adecuada que la de Kelsen, puesto que permite dispo-
11. Su libro más conocido es Law as Fact, Stevens & Sons, Londres, 1971 2• ner de una noción de Estado independiente de la noción de sistema jurídico y puede
12. Para las diferencias entre Bentham y Austin puede verse José Juan More· dispensar la apelación kelseniana a la norma fundamental y evitar la circularidad en
so, «Cinco diferencias entre Bentham y Austim}, Anuario de Filosofía del Dere· la identificación del criterio de identidad de los sistemas jurídicos. Véase Joseph
cho, 6 (1989), pp. 351-376. Raz, The Authority of Law, Oxford University Press, Oxford, 1979, pp. 99-100.
JEREMY BENTHAM 133

esta tarea no será llevada a cabo en este momento, porque hacerlo


de forma aceptablemente completa y satisfactoria, requeriría un vo-
lumen considerable. Este volumen formará una obra por sí mismo
y contendrá la serie de trabajos mencionados en el prefacio.*

Las consideraciones siguientes pueden servir como un breve


avance de la naturaleza de la tarea que tal obra tratará de lograr y
a la vez suministrar, si no una completa y satisfactoria respuesta a
3. JEREMY BENTHAM las cuestiones mencionadas en el texto, al menos una indicación bre-
ve y genérica del curso a seguir para alcanzar tal respuesta.

JEREMY BENTHAM* Una ley es distinta de una disposición

LA ESTRUCTURA DEL DERECHO 2. ¿Qué es una ley?, ¿cuáles son las partes de una ley? El tema
de estas cuestiones, debe observarse, es el todo lógico, ideal, inte-
lectual, no el todo físico: la ley [law] y no la disposición [statute].
Oportunidad y propósito de esta nota de conclusión Una investigación dirigida a la última clase de objeto no tendría
dificultad ni ofrecería instrucción. En este sentido, lo que es promul-
l. Aquí acaba la obra original en el estado en que se hallaba gado como ley por la persona o personas a las que se reconoce que
en noviembre de 1780. Lo que sigue es añ.adido ahora, en enero poseen el poder de hacer leyes, es ley. La Metamorfosis de Ovidio,
de 1789. si fuera promulgada, sería ley. Todo aquello a lo que alcanzó un
Las secciones tercera, cuarta y quinta, programadas en el prefa- mismo acto de certificación, todo aquello que recibió el toque del
cio de esta obra, han de ser añadidas a este capítulo. Sin embargo, cetro, es una ley: una ley completa y nada más. Una disposición de
Jorge II establecida para colocar una o en el lugar de una y en una
Jeremy Bentham, «Concluding Note» [1789], en An Introduction to the Princi- disposición anterior es una ley completa; una disposición que con-
pies oj Morals and Legislation, J. H. Burns y H. L. A. Hart, eds., Methuen, Lon- tiene un cuerpo completo de leyes, perfecto en todas sus partes, no
dres/Nueva York, 1982. Traducción castellana de José Juan Moreso. Se trata de un
apéndice aftadido, en 1789, a la obra An Introduction to the Principies oj Morals
and Legislation -de aquí en adelante PML-, terminada por Bentham en 1780. * Bentham alude al proyecto de trabajo que se encuentra en el «Preface» de
* Jeremy Bentham (1748-1832} nació y murió en Londres. Estudió en Oxford, PML, p. 6. La obra a la que Bentham se refiere estaba virtualmente terminada hacia
donde asistió a las clases del célebre iusnaturalista inglés William Blackstone (1723- 1783, pero no fue publicada en vida del autor. Ch. W. Everett descubrió el ma-
1780} e ingresó en el Bar (Colegio de Abogados}, aunque nunca ejerció de abogado. nuscrito y lo publicó .en 1945 con el título The Limits of Jurisprudence Defined,
Su inmensa obra está dedicada a establecer los fundamentos filosóficos de un vasto Columbia University Press, Nueva York, 1945. H. L. A. Hart realizó después una
proyecto de reforma política y jurídica de carácter utilitarista. Si hasta 1809 su obra edición más crítica y cuidada, que publicó con el título Of Laws in General, The
puede contemplarse como una de las expresiones de la Ilustración jurídica, a partir Athlone Press, Londres, 1970 (incluida en la edición crítica de la obra completa,
de esa fecha, en la que entabla amistad con James Mili, su obra en teoría política todavía inacabada, de J. Bentham: The Collected Works oj Jeremy Bentham}. La
vira hacia el radicalismo democrático. Para destacar algunas de sus contribuciones, «Concluding Note» es, sin embargo, un buen resumen de esta obra que, por otra
pueden citarse An Introduction to the Principies of Morals and Legislation (1789}, la parte, representa la aportación más importante de Bentham a la teoría del derecho y
primera versión sistemática de la moral utilitarista; Of Laws in General (escrita hacia que, desde la publicación de Hart, ha recibido adecuada atención por parte de los
1783, pero no publicada en la versión definitiva hasta 1970}, una destacada e inno- teóricos del derecho más recientes. Véanse, por ejemplo, el mismo H. L. A. Hart,
vadora aportación a la teoría del derecho, y Constitucional Code (1830}, una versión «Bentham's Of Laws in General>>, en Rechtstheorie, 2 (1971}, pp. 55-66, y Joseph
utilitarista de la democracia representativa. (N. del t.} Raz, The Concept oj a Legal System, Oxford University Press, Oxford, 1970. (N. del t.}
134 LA TRADICIÓN ANGLOSAJONA EN EL SIGLO XIX JEREMY BENTHAM 135

sería más ley. Por la palabra ley entonces, tal y como será usada en terminado delito, son dos leyes distintas; no partes (como parece ha-
las páginas siguientes, debe entenderse el objeto ideal, del cual la berse sostenido generalmente hasta ahora) de una y la misma ley. Los
parte, el todo, o el múltiplo, o un conjunto de partes, todos y múl- actos que se ordenan son completamente distintos, como distintas son
tiplos conjuntamente, es expresado por una disposición; no la dis- las personas destinatarias de ambas leyes. Por ejemplo: «No se debe
posición que lo expresa. hurtar» y «El juez castigará a la horca a los que cometan hurto».
Podemos denominar a estas leyes de la siguiente forma: a la
Toda ley es o bien un mandato o bien la revocación de un mandato primera una ley imperativa simple y a la otra una ley punitiva. Sin
embargo, la punitiva, si ordena la imposición de la pena, y no me-
3. Toda ley, si es completa, es o bien de naturaleza coactiva 0 ramente la permite, es realmente tan imperativa como la otra: úni-
bien no coactiva. camente que además.es punitiva, mientras que la otra no lo es.
Una ley coactiva es un mandato.
Una ley no coactiva, o mejor una ley «discoactiva» [discoercive] Una ley discoactiva no puede ser complementada por una ley
es la revocación, en todo o en parte, de una ley coactiva. punitiva sino es a través de la intervención de una ley coactiva

Una ley declarativa no es, propiamente hablando, una ley 7. Una ley de tipo discoactivo, considerada en sí misma, pue-
de no tener ley punitiva correspondiente. Para recibir la ayuda y
4. Lo que ha sido llamado una ley declarativa, en tanto puede soporte de una ley punitiva, debe en primer lugar recibirla de una
distinguirse de una ley coactiva y de una ley discoactiva, no es pro- ley imperativa simple o coactiva, y es a esta última a la que se le
piamente hablando una ley. No es la expresión de un acto de volun- adjunta una ley punitiva, y no a la discoactiva. Por ejemplo, ley
tad realizado al mismo tiempo: es una mera notificación de la exis- discoactiva: «El oficial de justicia tiene poder para ahorcar a aquel
tencia de una ley, o bien coactiva o discoactiva, que ya existía: una a quien el juez, procediendo de acuerdo a derecho, le ordene ahor-
notificación de la existencia de algún documento que expresa algún can>. Ejemplo de una ley coactiva, establecida como soporte de la
acto de voluntad, realizado no al mismo tiempo, sino en algún mo- anterior discoactiva: «Nadie impedirá al oficial de justicia ahorcar
mento previo. Si hace alguna cosa más que dar información de este a aquellas personas que el juez, procediendo de acuerdo a derecho,
hecho, de la existencia previa de una ley de tipo coactivo o discoac- le ordene ahorcar». Ejemplo de ley punitiva, establecida como so-
tivo, cesa pro tanto de ser lo que se conoce como una ley declarati- porte de la anterior coactiva: «El juez castigará con la cárcel a aquel
va y asume la calidad de coactiva o discoactiva. que intente impedir al oficial de justicia ahorcar a alguien a quien el
juez, procediendo de acuerdo a derecho, le ha ordenado ahorcar».
Toda ley coactiva crea un delito
Pero una ley punitiva comporta la ley imperativa simple
5. Toda ley coactiva crea un delito, esto es, convierte un acto a la que complementa
de uno u otro género en un delito. Es sólo por hacer esto que puede
imponer una obligación, que puede producir coacción. 8. Aunque una ley imperativa simple y una ley punitiva referida
a ella son dos leyes tan distintas que la primera nada contiene de la se-
Una ley que crea un delito y una que establece una pena gunda y la segunda, en su tenor literal, no contiene nada de la primera;
son dos leyes distintas sin embargo, por implicación, y de manera necesaria, la punitiva com-
porta e incluye el alcance de la ley imperativa simple a la que se ad-
6. Una ley que se limita a la creación de un delito, y una ley junta. Decir al juez «Debe ahorcarse al que, de acuerdo a derecho, es
que ordena que se imponga una pena en el caso que se cometa de- reo de hurto» es, aunque no de forma directa, una vía tan inteligible
136 LA TRADICIÓN ANGLOSAJONA EN EL SIGLO XIX JEREMY BENTHAM 137

de dirigirse a los hombres en general para que no hurten, como Incluso después de esta exposición, suponiendo que sea correcta,
les directamente «No debes hurtar», y puede incluso verse como . puede la ley contemplarse como expresada de forma completa?
forma probablemente mucho más eficaz de hacerlo. Ciertamente no. Puesto que, ¿qué significa que un hombre tiene un
título para tomar una cosa? Para ser completa, entre una multitud
Por tanto, puede prescindirse de la ley imperativa simple, de otras cosas, la ley debería exponer dos catálogos; uno de los
pero no de la materia expositiva eventos a los que se otorga la cualidad de conferir título eh tales
casos, otro de los eventos a los que se otorga la cualidad de quitar-
9. Parecería entonces que, si una ley imperativa simple Jo. ¿Qué se sigue de ello? Que para que un hombre haya hurtado,
tener una ley punitiva adjunta a ella, puede prescindirse de la para que un hombre haya hecho lo que no tiene título para hacer,
mera. En cuyo caso, salvando la excepción (que probablemente 0 bien ninguno de los supuestos contenidos en la primera de las dos
será muy frecuente) de una ley capaz de lograr su objetivo sin listas ha ocurrido en su favor, o si lo ha hecho, alguno de los su-
complemento de la ley punitiva, no habrá lugar en un cuerpo puestos de la segunda lista tiene que haber ocurrido en su perjuicio.
pleto de leyes más que para las leyes punitivas o, en otras palabras 1
para las leyes penales. Y, si fuera así, tal vez no habría "'"''~"".tuc:~.u La amplitud del volumen de la materia expositiva
de una amplia cantidad de materia de tipo expositivo de la que aho- no es peculiar de los mandatos legislativos
ra vamos a ocuparnos.
11. Tal es, entonces, la naturaleza de una ley general. Mientras la
Naturaleza de la materia expositiva parte imperativa de ella, el punctum saliens, como se la puede denomi-
nar, de este cuerpo artificial no tendrá más allá de dos o tres palabras,
10. En el supuesto de muchos, probablemente de la mayoría, su complemento expositivo, sin el cual la parte imperativa no cumpliría
y posiblemente de todos, los mandatos respaldados con la correctamente su función, puede ocupar un volumen considerable.
del derecho público ocurrirá que, en la expresión dada a tal manda- Pero esto puede igualmente ocurrir con una orden de carácter
to, será preciso recurrir a términos demasiado complejos en su sig- privado dada en una familia. Tomemos por ejemplo una de un li-
nificado para expresar las ideas requeridas, sin la asistencia de una brero a su empleado. «Cambia, desde mi tienda antigua a la nueva,
mayor o menor cantidad de materia de naturaleza expositiva. Tales · mi stock entero, según este catálogo.» «Cambia, desde mi tienda
términos, como los símbolos usados en la notación algebraica, son. antigua a la nueva, mi stock entero», es la materia imperativa de
más bien sustitutos e índices de los términos capaces por sí mismos esta orden; el catálogo referido contiene el complemento expositivo.
de expresar las ideas en cuestión, más que representaciones reales e
inmediatas de aquellas ideas. La misma cantidad de materia expositiva
Tomemos por ejemplo la ley «No se debe hurtar»: este manda- · puede servir en común a muchas leyes
to, tal y como aquí queda expresado, nunca sería una respuesta
suficiente al propósito de una ley. Una palabra de sentido tan vago 12. La misma cantidad de materia expositiva puede servir
y poco explícito no puede cumplir su función más que dando una -puede pertenecer- en común a muchos mandatos, a mucha can-
general indicación de una variedad de proposiciones, cada una de tidad de materia imperativa. Así, el catálogo de eventos colativos y
las cuales requiere, para poder ser aprehendida, un conjunto de tér- ablativos, entre otras cosas, en relación con los títulos de los que
minos más amplio y particular. Hurtar, por ejemplo (según una de- antes hablaba, pertenecerá en común a todas o a la mayoría de
finición no demasiado adecuada para el uso, pero suficiente para el leyes constitutivas de varios delitos contra la propiedad. De esta
presente propósito), es «tomar una cosa de otro, por alguien que forma, en diagramas matemáticos, una y la misma base servirá para
no tiene el título para hacerlo, y que es consciente de no tenerlo». un completo grupo de triángulos.
138 LA TRADICIÓN ANGLOSAJONA EN EL SIGLO XIX JEREMY BENTHAM 139

El carácter imperativo, esencial a toda ley, puede ser ocultado ·Cómo determinar el número y la naturaleza
en y por la materia expositiva de las leyes en un código?

13. Tal materia expositiva, siendo de una estructura tan 15. Después de esta explicación pueden quedar asentadas una
rente a la de la materia imperativa, no merecería la atención si dos proposiciones generales, las cuales pueden ayudar a suminis-
conexión de la primera con la última escapara a nuestra uu'''""n'" ~ar una pequeña aclaración en la estructura y contenidos de un
ción: lo cual, por otra parte, es tal vez lo que casi siempre "u':...n•"=' uerpo completo de leyes. Tantas clases diferentes establecidas de
Y si cualquier cantidad de materia legislativa se presenta a sí ~e/itos, cuantas leyes de tipo coactivo: tantas excepciones referidas
de forma que no es imperativa o de la forma contraria, o de forma· a las descripciones de los delitos, cuantas leyes de tipo discoactivo.
que la conexión con la materia de una de estas dos descripciones no Clasificar los delitos, como se ha intentado en un capítulo ante-
es aprehendida, entonces la verdad de la proposición: «Toda ley rior,* es por lo tanto clasificar las leyes: presentar un catálogo com-
un mandato o su opuesto», puede permanecer indudable, o pleto de todos los delitos creados por la ley, incluyendo la cantidad
parecer cuestionable. Y también la imperfección de la mayor completa de materia expositiva necesaria para fijar y expresar el
de estas cantidades de materia legislativa, que presentan la alcance de los términos contenidos en las leyes, mediante las cuales
ra de leyes completas a primera vista, puede quedar oscurecida estos delitos respectivamente se crean, sería representar una colec-
puede quedar sin descubrir el método que permite interpretarlas ción completa de las leyes en vigor: en una palabra, un cuerpo com-
mente como completas. pleto de derecho; un pannomion, si así puede denominárselo.

Idea general de los límites entre un código civil y un código penal


La ocultación es favorecida por la multitud de formas indirectas
en que la materia imperativa puede expresarse
16. De la oscuridad que naturalmente supone establecer los lí-
mites de una ley, y de la dificultad de distinguir entre una ley civil
14. Una circunstancia, que naturalmente contribuirá a incre-
0 de tipo imperativo simple y una ley punitiva, resulta la oscuridad
mentar la dificultad del descubrimiento, es la gran variedad de mo- de los límites entre un código civil y un código penal, entre la rama
dos en que la imperatividad de una ley puede presentarse. La gran civil y la rama penal del derecho.
variedad de formas que la parte imperativa de una ley puede asumir La cuestión, ¿qué partes de la cantidad total de materia legislativa
de forma indiscriminada: algunas expresan la cualidad imperativa de pertenecen a la rama civil y qué partes a la rama penal?, supone que
manera más directa, otras de manera menos directa. «No debes hur- deberían encontrarse algunos estados, o al menos uno de ellos, que ten-
tar.» «No hurtarás.» «El que hurte debe ser castigado a tal pena.» gan tanto un código civil como un código penal, cada uno de ellos
«Si alguien hurta, debe ser castigado a determinada pena.» «Hurtar completo en su especie, y acotado mediante límites determinados. Sin
es que un hombre haga tal y tal cosa, la pena por el hurto es tal.>> embargo, ninguno de tales estados ha existido hasta ahora.
«A los jueces, nombrados de determinada forma y constituidos de Para plantear una cuestión a la que se pueda contestar de forma
tal otra, corresponde e] conocimiento de los determinados delitos; verdadera, la anterior pregunta debe ser sustituida por alguna de
por ejemplo: el hurto.» Etc. Estas no son sino una parte de la mul- las que siguen:
titud de formas de palabras en las cuales el mandato por el cual se
prohíbe el hurto puede ser igualmente expresado y es manifiesto * Bentharn se refiere al capítulo XVI de PML: «Division of Offences», que a
hasta qué grado, en algunas de ellas, la cualidad imperativa es os- lo largo de casi cien páginas (pp. 187-280) presenta una muy detallada clasificación
curecida y ocultada a la aprehensión común. de los delitos. (N. del t.)
140 LA TRADICIÓN ANGLOSAJONA EN EL SIGLO XIX JEREMY BENTHAM 141

Supongamos que podemos separar dos cantidades


legislativa en este preciso momento, una bajo la denominación En el Código Federico, el carácter imperativo se pierde
código civil y la otra de código penal, cada uno completo en casi siempre entre la materia expositiva
especie, ¿de qué forma general puede suponerse que las
antes distinguidas podrán ser distribuidas entre ambos 19. La cantidad de materia legislativa publicada en francés y
En relación a esta pregunta, la respuesta siguiente parece n alemán bajo los auspicios de Federico II de Prusia, con el nom-
más cerca de la verdad que cualquier otra. ~re de Código Federico, nunca llegó a entrar en vigor, 1 y aparece
El código civil no consistiría en una colección de leyes ompuesto, casi en su totalidad, de cantidades de materia expositi-
cada una completa en sí misma, y además de todas las leyes ~a. y la relación de ésta con la materia imperativa no parece haber
Tampoco el código penal consistiría (puesto que ya vimos sido comprendida sino de forma muy imperfecta.
no es posible) en una colección de leyes punitivas, cada una no
completa en sí misma, sino además de todas las leyes civiles. Sino Lo mismo ocurre en el derecho romano
Contenido de un código civil 20. En la masa enorme de confusión e inconsistencia, el viejo
derecho romano o, como se le denomina de manera elogiosa, el
17. el código civil consistiría principalmente en meras ~cuu1ua· derecho civil, la materia imperativa, e incluso todos los elementos
des de materia expositiva. La materia imperativa, a la cual de materia imperativa, parecen haber sido tragados por la materia
cantidades de materia expositiva se refiere, no se encontraría en expositiva. Esto fue el lenguaje de la simplicidad primigenia: esto
mismo código -no se encontraría en el código civil-, no se fue el lenguaje de las doce tablas. En la época de J ustiniano (tan
traría en un estado puro, libre de cualquier mezcla de leyes espesa fue la oscuridad levantada por las nubes de los comentado-
vas, sino que se hallaría incorporada al código penal -en un res) el derecho penal fue convertido en un extraño rincón del dere-
do de combinación-, de la forma antes explicada, en muchas cho civil -el catálogo completo de delitos fue enterrado bajo el
las leyes punitivas correspondientes. rótulo de obligaciones- (la voluntad fue disfrazada de opinión) y
el esto original se transformó en videtur, incluso en los labios de los
Contenidos de un código penal soberanos más despóticos.

18. El código penal, entonces, consistiría principalmente en En los códigos bárbaros tal carácter es más visible
punitivas, que incorporarían la materia imperativa de la totalidad
las leyes civiles: junto a las cuales probablemente también se 21. Entre las naciones bárbaras que surgieron de las ruinas del
varias cantidades de materia expositiva, referida no a las leyes Imperio romano, el derecho, que emergió del fondo de la montaña
sino a las leyes punitivas. El cuerpo de derecho penal, de basura expositiva, volvió a asumir por un tiempo el lenguaje del
por la emperatriz María Teresa,* se acerca bastante bien a esta ide mandato: y, aunque no fuera nada más, tuvo al menos la simplici-
dad de usar el lenguaje de la recomendación.
* Bentham se refiere a la Constitutio Theresiana Criminalis, que fue
gada (y entró en vigor) el año 1768 por la emperatriz de Austria, María Teresa. El código constitucional, en conexión con los otros dos
codificación penal de María Teresa, aunque de alcance más reducido -era, rumJil"'"":""''
mentalmente, una refundición del derecho penal preexistente-, tuvo mayor
-desde el punto de vista de su vigencia- que la codificación de derecho privado. El 22. Aparte de las ramas civil y penal, todo cuerpo completo
Codex Theresianus, como se conoce este proyecto de codificación del derecho de derecho debe contener una tercera rama, la constitucional.
do, estaba terminado en 1766, sin embargo nunca fue promulgado. (N. del t.) La rama constitucional generalmente se emplea para conferir po-
142 LA TRADICIÓN ANGLOSAJONA EN EL SIGLO XIX JEREMY BENTHAM 143

deres a clases determinadas de personas, que deben ejercerlos Para el common law, pero que más adecuadamente debería denominarse
bien de la sociedad en su totalidad, o de partes considerables de ella;· derecho judicial, habrá una gran multitud de leyes, cuyo alcance no
y para prescribir deberes a las personas dotadas con tales poderes' · podrá establecerse de manera suficiente en la práctica, por lo que se
Los poderes se constituyen, principalmente, en primer lugar, me~ refiere a la materia expositiva relativa a ellas, sin referirse al common
diante leyes permisivas o discoactivas, que operan como excepciones /aW. Así en Inglaterra, la exposición de la palabra título, que cons-
a ciertas leyes de carácter imperativo o coactivo. Por ejemplo: «Un tituye la base de la entera fábrica de las leyes de propiedad, no hay
recaudador de impuestos, como tal, puede, en determinadas · lugar donde encontrarla. Y, como la incertidumbre es la verdadera
nes, tomar tales cosas, sin necesidad de ningún otro título». esencia de cualquier partícula de las leyes (en un instante se reviste
Los deberes se crean mediante leyes imperativas, dirigidas a de una determinada expresión dotada de autoridad para mudar su
personas a las que se han conferido los poderes. Por ejemplo: naturaleza y pasa a tener otra denominación), entonces habrá una
una ocasión determinada, un recaudador de impuestos tomará gran parte de leyes existentes en tales países que permanecerán in-
cosas». «Un juez determinado deberá, en determinada ocasión, cas• ciertas e incompletas. ¿Cuáles son estos países? En este momento,
tigar a la horca a las personas que cometan determinado delito.» todos los de la superficie del globo.
Las partes que realizan la función de indicar qué individuos son
los que·, en cualquier caso, tendrán la consideración de miembros Sobre el deplorable estado de la ciencia de la legislación
de estas clases, no tienen una estructura permisiva ni imperativa-" en relación a su forma
Se trata de cantidades de materia expositiva, que pertenece
común a todas aquellas leyes, en cuya textura los nombres de 25. ¿Qué sería de la ciencia de la arquitectura si no tuviera fijada
clases de personas han de ser insertadas. Por ejemplo, materia una nomenclatura propia -si no hubiera denominaciones seleccio-
perativa: «El juez castigará a la horca al que sea reo de hurto, de nadas para distinguir entre diferentes clases de edificios, ni para las
acuerdo a derecho». Naturaleza de la materia expositiva: ¿Quién es . diferentes partes de cada uno de los edificios? Estaría igual que la
la persona a la que se refiere la palabra juez? Aquel que ha sido ciencia de la legislación, en relación a su forma, permanece en el
investido con esta función de determinada forma; y en relación al presente.
cual, no se ha producido ningún evento de aquellos a los que se
atribuye el efecto de producir el cese en su función. Supuestos que pueden servir como ejemplo tanto de la dificultad
como de la importancia de esta rama de la ciencia. Intentos de limitar
La materia de una ley puede ser dividida entre los tres códigos los poderes de las legislaturas representativas supremas

23. De forma que, una y la misma ley, uno y el mismo man- 26. De este bosquejo más que breve e imperfecto puede obte-
dato, no sólo tendrá su materia dividida entre dos grandes códigos nerse no una respuesta a todas las cuestiones planteadas en el texto,
o entre las dos principales ramas de un cuerpo completo de leyes, la sino una indi,cación, aunque harto insuficiente, del curso que debe
civil y la penal; sino entre tres ramas, la civil, la penal y la cons- tomarse para alcanzar tal respuesta; y, en cualquier caso, alguna
titucional. idea de la dificultad, tanto como de la necesidad, de esta tarea.
Si se considera preciso dar pruebas de esta dificultad, y de la
Una gran cantidad de materia expositiva no existe necesidad, no hace falta extenderse mucho en ello.
sino como derecho judicial Tomemos, por ejemplo, muchos de los esfuerzos de asambleas
populares, y muchas de las recomendaciones de libros ingeniosos,
24.En países, en los cuales una gran parte del derecho no exis· conducentes a restringir el poder de hacer leyes, en determinados
te más que en la forma que en Inglaterra se conoce con el nombre de casos y con determinados efectos, de las asambleas representativas
144 LA TRADICIÓN ANGLOSAJONA EN EL SIGLO XIX JEREMY BENTHAM 145

supremas. Tales leyes, para alcanzar el objetivo pretendido, reque. · Por lo tanto, y contra la voluntad de las personas así protegidas,
rirán un dominio perfecto de la ciencia del derecho, en su dimensión toda orden, por ejemplo, de pagar moneda a cuenta de impuestos,
formal, en la clase de anatomía a la que nos referíamos en el prefa. 0
de débito entre particulares, o cualquier otra, es nula; puesto que
cio de esta obra. Sin embargo, una aproximación perfecta, o inclu-. el efecto de ello, si se cumple, es «privarle y desposeerle», pro tan-
so una más moderada, a tal ciencia nos prevendría de usar to, del disfrute de la libertad, así de la libertad de pagar o no pagar
vagos e inadecuados, en los cuales tan frecuentemente se suele caer. que él piensa poseer. Para no mencionar la oposición al encarcela-
De igual forma un acoplamiento adecuado a los dictados de la uti- miento en el caso de que se acuda a la coacción, pongamos, para
lidad nos desaconsejaría tal intento en muchos, si no en la restablecer la propiedad que es, en sí misma, un «medio de adqui-
de tales supuestos. Manténte en la letra y cuando intentes rir, poseer y proteger la propiedad y de buscar y obtener la felici-
de hacer malas leyes, te encontrarás prohibiendo también la promul- dad y la seguridad».
gación de las leyes más necesarias, tal vez incluso de todas las leyes Por lo tanto, también contra la voluntad de estas personas, toda
Abandona la letra y no conseguirás expresar nada más que si orden de atacar a un ejército enemigo, en tiempo de guerra, es nula:
hombre dijera «Tus leyes devendrán ipso Jacto nulas, tan puesto que el efecto necesario de tal orden es «privar a algunos de
como contengan alguna cosa que no esté en mi mente». los destinatarios de la orden del disfrute de la vida».
De tales desafortunados intentos pueden encontrarse ejemplos Las consecuencias antes mencionadas pueden bastar como ejem-
en la legislación de muchos países, pero en ninguno se encuentran plos entre un sinfín de similares. 3
más a menudo que en la nación de nueva creación, una de las Apoyado sobre su codo, en actitud de solemne y profunda me-
ilustradas, si no la más ilustrada, del globo en este día. ditación, (exclamó el maestro de danza Marcel) «¿qué multitud de
cosas hay en un minueto?» -¿podemos nosotros añadir ahora?-
Ejemplo. Declaraciones norteamericanas de derechos «Y en una ley».

27. Tomemos por ejemplo, la Declaración de derechos, esta-


blecida en convención por el estado de Carolina del Norte, hacia el NoTAS
mes de septiembre de 1788, y de la que se afirma que fue copiada,
con una pequeña excepción, de la establecida de igual manera por l. Mirabeau sur la Monarchie Prussienne, t. V, lib. 8, p. 215. [Bentham se
el estado de Virginia. 2 refiere a la obra de Gabriel Honoré Víctor Riquetti, conde de Mirabeau, De la mo-
Para no ir más allá, el siguiente es el primer y fundamental narchie prussienne sous Frédéric le Grand, en 1788.
El Código Federico, es el proyecto del Gran Canciller de Federico II de Prusia,
artículo. Samuel Cocceius. Diseñado en tres partes, la primera parte fue publicada el año
«Que existen determinados derechos naturales, de los que los 1749 bajo el nombre de Project des Corporis luris Fridericiani y contenía algunas
hombres, cuando entran en estado de sociedad, no pueden privar o reglas generales procedentes del derecho romano, normas sobre actiones, derechos
desposeer a su posteridad, entre éstos se encuentran el disfrute de la de la persona y derecho de familia. La segunda parte, publicada en 1751, contenía la
disciplina de la propiedad, de la posesión, de los derechos reales y del derecho suce-
vida y de la libertad, junto con los medios de adquirir, poseer y
sorio. A estas dos partes se las conoce precisamente como Código Federico, puesto
proteger la propiedad y de buscar y obtener la felicidad y la se- que la tercera parte (obligaciones y derecho penal) no fue nunca publicada. A pesar
guridad.» de todo, el proyecto no fue aceptado. Tal vez, una de las razones de la no acepta-
¿Acaso no subyace, en el descuido de limitar los beneficios de ción debe buscarse en que mientras Federico II quería una codificación que pudiera
los derechos así declarados a la posteridad, lo que sigue?: Que -con- incorporarse en la tradición «prusiana» (respetuosa de las costumbres territoriales y
de los estatutos diversos de los ciudadanos), Cocceius ofrecía un proyecto en la tra-
tra la voluntad de aquellos a los que la protección, entendida de dición del iusnaturalismo procedente de Samuel Pufendorf junto con la recuperación
esta forma, incluye- toda ley, u otra orden, privando a un hombre de la tradición romanista, que se enfrentaba tanto con los deseos de Federico cuanto
del disfrute de la vida o la libertad es nula. con la tendencia del iusnaturalismo racionali~ta de Leibniz y Wolff más alejados de

10.- CASANOVAS
146 LA TRADICIÓN ANGLOSAJONA EN EL SIGLO XIX JEREMY BENTHAM 147

la tradición romanista. A pesar de ello, el proyecto tuvo gran difusión e influencia


en la Europa del siglo XVIII. (N. del t.)] joHN STUART MILL *
2. Recherches sur les Etats Unís, 8 vols., 1788, vol. I, p. 158. [La recopilación
citada por Bentham fue realizada por Philip Mazzei, un ciudadano de Virginia, y
traducida al francés por Louis-Joseph Faure. La declaración de derechos de Virginia oBSERVACIONES SOBRE LA FILOSOFÍA DE BENTHAM
a la que Bentham se refiere es, como se sabe, la primera declaración norteamericana
de derechos y la más influyente; fue promulgada en junio de 1776 a la vez que la
Constitución del estado de Virginia en la cual se proclamaba independiente de Ingla- · No hay forma de presentar una síntesis de las opiniones de aquel
terra. (N. del t.)]
que intentó situar sobre una base científica unos campos tan exten-
3. La Declaración de derechos de Virginia, según dice la obra francesa antes
citada, fue promulgada el primero de junio de 1776, aunque no aparece reproducida sos como los de la moral y la legislación. Todo lo que puede inten-
en la publicación titulada The Constitutions of the severa! independentstates of Ame- tarse es ofrecer un mero bosquejo.
rica, etc. Published by arder of Congress: Philadelphia printed. Reprinted for Stock- Los principales principios de la filosofía de Bentham son los si-
dale and Walker, London, 1782: aunque dicha publicación contiene la forma de guientes: la felicidad, significando por tal expresión el placer y la ca-
gobierno establecida en la misma convención, entre el 6 de mayo y el 5 de julio del
rencia de dolor, es la única cosa deseable en sí misma; todo lo demás
mismo afio.
Pero en la misma publicación se incluye una Declaraci6n de derechos, de la sólo es deseable como medio para tal fin; y, por lo tanto, la produc-
provincia de Massachusetts, fechada en Jos aiios 1779 y 1780, que tiene un primer ción de la mayor felicidad posible es el único objetivo adecuado de
artículo algo similar. Y también una de la provincia de Pennsylvania, fechada entre. todo el pensamiento y la acción humanos y, consecuentemente, de toda
el 15 de julio y el 28 de septiembre, en la cual la semejanza es más considerable. la moralidad y la política; y, por otra parte, el placer y el dolor son
Sin embargo, la famosa Declaración de Independencia, publicada por el Congre- los únicos medios por los que se gobierna de hecho la conducta de la
so el 5 de julio de 1776, después de unas palabras de introducción, continúa de esta
forma: «Tenemos por evidentes las verdades siguientes: todos los hombres son crea- humanidad, sean cuales fueren las circunstancias en las que un indi-
dos iguales; están dotados por el Creador de ciertos derechos inalienables; entre viduo se halle situado y sea él mismo consciente o no de ello.
tos derechos se encuentran la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad» ... Bentham no parece haber penetrado muy profundamente en los
La Declaración de derechos de Virginia es la que, según parece, tiene el honor fundamentos metafísicos de estas doctrinas; parece haberlos toma-
de haber servido como modelo a las del resto de provincias y en relación, al menos, do básicamente de la exposición de los metafísicos que le precedie-
al primer artículo antes mencionado, a la Declaración de Independencia a la que mé
he referido. Véase Recherches ... , I, p. 197.
ron. El principio de utilidad, o como lo llamaría más tarde «el prin-
¿Quién puede lamentar que una causa tan racional deba fundamentarse en tales cipio de la mayor felicidad»,** no aparece demostrado en sus escri-
razones, mucho más adecuadas para levantar objeciones que para despejarlas?
Sin embargo, con hombres que son unánimes y enérgicos acerca de las medidas John Stuart Mili, «Remarks on Bentham Philosophy», en Edward Lytton Bul-
a tomar, algo tan débil puede pasar por ser una razón: no es la primera vez en wer, England and the English, Bentley, Londres, 1833, Il, pp. 321-344. Traducción
mundo que la conclusión ha fundamentado las premisas, en lugar de las premisas la castellana de José Juan Moreso.
conclusión. * John Stuart Mili nació en Londres y murió en Aviiión (1806-1873). La impor-
tancia de J. S. Mili como filósofo es sobradamente conocida por sus aportaciones a la
lógica, a la filosofía de la ciencia y a la filosofía moral y política. Formado exhausti-
vamente por su padre James Mili (1773-1836), que fue amigo de Bentham, entró él
mismo en contacto con Bentham y asistió a las clases de teoría del derecho de J ohn
Austin (1790-1859). Aparte del trabajo que aquí se traduce escribió otro sobre Bentham
(«Bentham», 1838) y uno sobre Austin («Austin on Jurisprudence», 1863). Su obra
sobre el derecho es reflejo del empirismo sobre el que se fundamenta la jurisprudencia
analítica y su filosofía política es una sofisticada versión del utilitarismo (Utilitarianism,
1861), en el trasfondo de su conocida concepción liberal (On Liberty, 1859) y democrá-
tica (Considerations on Representative Government, 1861). (N. del t.)
** Véase Introduction to the Principies of Morals and Legislation (1789), Me-
thuen, Londres/Nueva York, 1982, p. 11, n. a. Se trata de una nota aiiadida por
Bentham en 1822, a una nueva edición de la obra. (N. del t.)
148 LA TRADICIÓN ANGLOSAJONA EN EL SIGLO XIX JEREMY BENTHAM 149

tos, más allá de una enumeración de enunciados con distinto asociaciones artificiales más fuertes que ellas. Por otra parte, no
nido, empleados habitualmente para designar el principio que en, puede darse ninguna prueba de que debamos guiarnos por estas le-
cauza nuestras vidas, junto con el rechazo de todas estas formula- yes; sin embargo, tampoco puede darse prueba alguna de que deba-
ciones, como carentes de significado inteligible, en cuanto no mos regular nuestro comportamiento por la utilidad. Todo lo que
lleven una referencia tácita a consideraciones de utilidad. Se puede decirse es que la búsqueda de la felicidad nos es natural, pero
de formulaciones tales como «derecho natural», «recta razón», «de- también satisface este requisito la sumisión y la inclinación a con-
rechos naturales», «sentimiento moral». Todas estas formulaciones formarse a determinadas leyes generales de la moralidad.
son contempladas por Bentham como meros pretextos para el Aquel que esté familiarizado con las doctrinas de la escuela de
matismo; excusas para establecer el ipse dixit propio de uno Reid y de Stewart o con la escuela de los metafísicos alemanes (por
una regla susceptible de obligar a los demás «Todas ellas consisteñ no ir más atrás), sabe cuál sería la respuesta de estos filósofos a
-dice- en nada más que estratagemas para evitar el requerimiento. Bentham; respuesta a la que los escritos de Bentham no proporcio-
de apelar a un estándar externo, y para disponer al lector a aceptar nan una refutación suficiente. Por todo ello es evidente, que estos
el sentimiento o la opinión del autor como si fuera una razón por si puntos de vista acerca del origen de las distinciones morales no es-
misma.»* tán desprovistos de todo significado preciso y tangible, ni son res-
Lo anterior no constituye, sin embargo, un tratamiento equita~ ponsables de establecer como estándar los sentimientos de una per-
tivo de los defensores de otros principios morales distintos del de sona particular, a pesar de las críticas de Bentham. Establecen como
utilidad. Cualquier forma discursiva es empleada de manera igno- estándar lo que se asume (sobre fundamentos que se consideran su-
rante por la gente ignorante, pero nadie que haya pensado lo bas- ficientes) que son los instintos de la especie o bien los principios de
tante profunda y sistemáticamente para merecer el nombre de nuestra naturaleza común tan universal e inexplicable como los
sofo, supondría que sus propios sentimientos privados de aproba~ instintos.
ción y desaprobación deben estar necesariamente bien fundados, ru.
Disponerse a evaluar estas doctrinas, requiere una metafísica más
que sea innecesario compararlos con un estándar externo. La res- ·
profunda y sutil que la de Bentham. En mi opinión, la posteridad
puesta de tales personas a Bentham sería que mediante un examen
juzgará en r~lación a su concepción, que en feliz expresión de Hob-
analítico e inductivo de la mente humana~ que ellos han realizado
bes puede denominarse philosophia prima,* que en su mayor parte
consigo mismos, comprobamos que lo que denominamos nuest1ros
sentimientos morales (esto es, los sentimientos de satisfacción y habrá de reservarse a otros pensadores la tarea de probar sus prin-
sión que experimentamos al comparar nuestras propias acciones cipios, aunque Bentham esté en lo correcto en casi todo. El mayor
las de los demás con nuestro estándar de lo correcto y lo incorrecto) de los defectos de Bentham, que es su insuficiente conocimiento y
son tan parte de la constitución original de la naturaleza humana aprecio del pensamiento de otros seres humanos, se manifiesta cons-
como el deseo de felicidad y el miedo al sufrimiento: que estos sen- tantemente en su lucha con alguna sombra esquiva de las opiniones
timientos no se presentan con cualquier acción y en cualquier cir- de un adversario, pero dejando incólume la sustancia real del pro-
cunstancia, y nunca lo hacen, cuando se presentan, siguiendo el dic- blema.
tado de la utilidad; sino otras leyes generales, que por naturaleza Después de dejar establecido el principio de utilidad, Bentham
son las mismas para toda la humanidad, a pesar de que la educa- se ocupó, a través de la parte más voluminosa y de valor más per-
ción o las circunstancias externas puedan contrarrestarlas mediante manente de sus obras, de construir los fundamentos de la ética prác-

* /bid., pp. 25 y ss. Bentham rechaza todas estas concepciones de la moral * Véase Thomas Hobbes, «Sive philosophia prima», parte 11 de Elementorum
bajo la apelación de concepciones que siguen el principio de «simpatía y antipatía». philosophiae Sectio prima, De Corpore, en Opera philosophica, ed. William Moles·
O, como dice en otros lugares, el principio del «ipsedixistism». (N. del t.) worth, Bohn, Londres, 1939-1945, vol. 1, pp. 81 y ss. (N. del t.)
150 LA TRADICIÓN ANGLOSAJONA EN EL SIGLO XIX JEREMY BENTHAM 151

ti ca y de la legislación, y desarrolló algunas partes de esta última .·• ladas a la cuestión» (germane to the matter), * las cuales, al prescin-
ciencia (o, mejor, arte) con gran detalle; por medio de la aplicación dir de ellas en nuestra concepción, pueden dejarnos el hábito de
uniforme e inflexible de su propio principio de la mayor ._.,,"'."'"' ignorarlas; puesto que, aunque en los casos particulares es imposi-
del que el carácter tan consistente y sistemático de su intelecto le ble que no estemos influidos por ellas, sólo lo estaremos en la me-
prevenía de desviarse. Probablemente, en los escritos de ningún otro dida en la que les prestemos atención.
filósofo pueden detectarse tan pocas contradicciones, tan pocos Ahora bien, el gran defecto que encuentro en Bentham como
ejemplos de desviación, ni siquiera marginal, de los principios esta- filósofo moral, Y la fuente de la parte más importante del mal pro-
blecidos por él mismo. visional ~ue él puede ejercer, junto a una mucho más amplia canti-
Tal vez es por fortuna que Bentham dedicara mucha más parte .... dad de bie~ permanente que habrá producido, es el siguiente: que
de su tiempo y esfuerzo al tema de la legislación que al de la mora1·c~~"· ha confundido, de forma grave, el principio de utilidad con el prin-
puesto que el modo en que comprendía y aplicaba el principio d~ :;i~~~ cipio de las consecuencias específicas, y que normalmente evalúa
utilidad me parece más susceptible de conseguir resultados verdade:·tÉ· con aprobación o desaprobación una clase particular de acciones
ros y valiosos en el primer tema, que en el segundo de estas dos .;;;~ · únicamente con un cálculo de las consecuencias que la acción ten-
ramas de la investigación. El reconocimiento de la felicidad como~·,\ dría si fuera pr~ct~cada generalmente. Ha ejemplificado ampliamen-
la única cosa deseable en sí misma, y de la producción de los esta--~~~: te, y ha contnbmdo mucho a difundir, un tipo de pensamiento
dos de cosas más favorables a la felicidad como el único fin racio-. ··¡•• según el cu~l cualquier clase de acción o hábito, que por sus propia~
nal tanto de la moral como de la política, no conlleva de ninguna· consecuencias no pueda probarse que sea necesaria o probablemen-
manera la doctrina de la conveniencia que fuera profesada por Pa- te productora de infelicidad para el actor mismo o para otros, se
ley, el canon ético que juzga la moralidad de una acción o de una supone que ~stá completamente justificada, y cualquier desaproba-
clase de acciones sólo por las consecuencias probables de un tipo . ción o aversión hacia ese individuo por razón de ello, sería con el
particular de acción, bajo el supuesto que sea practicado general- tiempo tanto un prejuicio cuanto una superstición. No se considera
mente. Se trata sólo de una parte muy pequeña de lo que una más (al menos habitualmente) si la acción o el hábito en cuestión, aun-
amplia comprensión del «principio de la mayor felicidad» nos exi: que no sea en sí mismo pernicioso, forma parte de un carácter esen-
gía tener en cuenta. Una cierta clase de acción, como por ejemplo, cial~ente pernicioso, o al menos esencialmente deficiente en alguna
robar o mentir, ocasionaría -si fuera practicada comúnmente...::: cua~Idad que conduce de forma importante a la «mayor felicidad».
consecuencias dañosas a la sociedad; pero estas consecuencias daño- Aphcar ta,l estándar de esta forma requeriría, a menudo, un análisis
sas están lejos de representar todos los aspectos morales que conlle- mucho mas profundo de la formación del carácter y un conocimien-
van los vicios de robar o mentir. Tendríamos una concepción muy to de los ~spe~tos internos de la naturaleza humana del que Ben-
imperfecta de la relación de estas prácticas con la felicidad general tham. pose1a. Sm embargo, en mayor o menor grado, él y cualquier
si supusiéramos que existen singular y aisladamente. Todas las ac- otro Juzga~ por est~ estánda~; incluso aquellos que, debido a algún
ciones suponen ciertas disposiciones, hábitos de la mente y delco- punto de VIsta parcial, han sido pervertidos por la omisión de tales
razón, que en sí mismos pueden ser estados de dicha o de desdicha, elementos en su especulación general.
y que serán fructíferos en relación a otras consecuencias distintas Cuando el moralista olvida de esta forma la relación de la ac-
de estas acciones particulares. Nadie puede ser un ladrón o un men- ción a ,determinado estado de la mente como su causa, y su conexión
tiroso sin ser mucho más que ello: y si nuestros sentimientos y jui- a traves de esta causa común con amplios grupos y clases de accio-
cios morales relativos a una persona culpable de estos vicios estuvie- nes ~parentemente muy poco relacionados con ella, incluso su eva-
ren fundamentados únicamente sobre la tendencia perniciosa de ro- luaciOn de las consecuencias de la acción misma se revela imperfec-
bar y mentir, serían parciales e incompletos; se omitirían muchas
consideraciones, que están al menos de manera equivalente «vincu- * Se trata de una expresión de William Shakespeare en Hamlet, V, ii. (N. del t.)
152 LA TRADICIÓN ANGLOSAJONA EN EL SIGLO XIX JEREMY BENTHAM 153

ta. Puesto que puede sostenerse, con pocas excepciones, que cual- filosofía de la legislación. Tal filosofía sería más susceptible de error
quier acción tiene una tendencia a establecer y perpetuar el estado 0 si se enfrentara con las cuestiones sociales más importantes -la teo-
carácter de la mente en la cual se origina. Y si este importante ele- ría de las instituciones orgánicas o las formas generales de políti-
mento relativo a las relaciones morales de la acción no es tomado ca-. puesto que (al contrario que en los detalles de la legislación)
en cuenta por el moralista como una causa, probablemente tampo- para que éstas sean debidamente evaluadas, deben ser contempladas
co será tomado en cuenta como una consecuencia. como importantes instrumentos de formación del carácter nacional,
Bentham estaba lejos de prescindir de este aspecto de la cues- de hacer progresar a los miembros de la comunidad hacia la perfec-
tión. Además, los más originales e instructivos capítulos de su pri- ción, o de preservarlos de la degeneración. Como en alguna medida
mera gran obra, An Introduction to Principies of Morals and Le- podía esperarse, este es un punto de vista desde el cual, excepto
gislation, aunque tal como yo lo veo son capítulos parcialmente erró- para parciales y limitados objetivos, Bentham raramente contempla
neos, inauguran una amplia y directa vía sobre estas importantes estas cuestiones. Y esta omisión significativa es una de las mayores
cuestiones. No es, con todo, menos cierto que Bentham, y tantos deficiencias de las especulaciones de su teoría de la política, la cual,
otros siguiendo su ejemplo, cuando analizan cuestiones particulares aunque repleta de ideas valiosas, es a la postre, en mi opinión,' del
de ética, rechazan habitualmente, al situar tan gran énfasis en las todo inconcluyente en sus resultados generales.
consecuencias específicas de una clase de acciones, cualquier con- A todo ello me he de referir más completamente después. Pero
templación de la acción en relación a sus vínculos generales con el no puedo privarme de la tarea más agradable de señalar algunas
ser moral completo del agente; o, al menos, relegan estas considera- aportaciones en las cuales la filosofía de la legislación es deudora
ciones de tal forma al trasfondo que quedan casi al margen del aná- de Bentham.
lisis. Y al hacerlo no sólo perjudican el valor de muchas de sus La aportación mayor de todas, por la cual la posteridad recom-
especulaciones, consideradas como meras investigaciones filosóficas, pensará su nombr~ con el mayor de los honores y que no puede
sino que también caen en el riesgo de incurrir, y en mi opinión a compararse con nadie del presente ni del futuro, es la aportación,
menudo incurren, en serios errores prácticos. que sólo puede llevarse a cabo una vez para cada ciencia, de haber
Sin embargo, esta imperfección en la concepción general de Ben- establecido el método de investigación por el cual esta ciencia podrá
tham, no disminuye el valor de sus especulaciones .a través de la . ser construida. Lo que Bacon hizo para el conocimiento natural,
mayor parte del campo de la legislación. Aquellos aspectos de una Bentham lo hizo para la teoría de la legislación. Antes de Bacon,
acción, a los que Bentham prestaba atención casi exclusiva, son casi muchos hechos físicos habían sido descubiertos; y previamente a
los únicos adecuados para la legislación. El legislador favorece o Bentham, la humanidad estaba en posesión de muchas observacio-
prohíbe una acción, prescindiendo casi exclusivamente de la excelen- nes justas y valiosas en relación a la creación legislativa. Pero él fue
cia o de la bajeza moral que' conlleva; contempla solamente las con- el primero que intentó claramente deducirlas todas de principios jurí-
secuencias de la clase particular de la acción para la sociedad. Su dicos secundarios e intermedios, por inferencia directa y sistemática
objetivo no es hacer a la gente incapaz de desear un delito, sino de un único gran axioma o principio de utilidad general. En todos
disuadirlos de cometerlo. Toma a los seres humanos como los en- los sistemas jurídicos existentes, aquellos principios secundarios o
cuentra, procura establecer incentivos que obliguen a las personas a dicta en los cuales la esencia de los sistemas se concentra, se han
variar incluso las disposiciones que estén más en desacuerdo con la desarrollado en detalle, e incluso cuando se han originado en con-
felicidad general, para obtener el grado de diligencia en su compor- cepciones utilitaristas, no han sido el resultado de ningún esfuerzo
tamiento que pueda obtenerse por tales medios sin que produzcan de investigación científico y comprensivo; sino que, muy frecuente-
inconvenientes mayores. Una teoría, por consiguiente, que conside- mente, han sido puramente técnicos; esto es, se han desarrollado en
ra en una acción poco más que las consecuencias propias de la ac- circunstancias puramente históricas y, cuando estas circunstancias
ción, será suficiente en general para servir a los propósitos de una han cambiado, no se han alterado, por lo que nada ha restado de
154 LA TRADICIÓN ANGLOSAJONA EN EL SIGLO XIX JEREMY BENTHAM 155

ellos sino ficciones y formas carentes de sentido. Tomemos, Por pe acuerdo con sus hábitos intelectuales, se dispuso para una inves-
ejemplo, los bienes inmuebles; en relación a ellos todo lo que hoy
t1·gación ab initio de una filosofía o ciencia para cada 1una. de 'las
en día sabemos debe hallarse en la doctrina de las posesiones feucta. tres ramas. Asumidos los principios de c~da una, que ~e ac10nanan
les, cuando estas posesiones han dejado hace mucho de existir ex. un buen código con las leyes mismas, extupó las leyes madecuadas,
cepto en la jerga de Westminster Hall. Ahora bien, la teoría del sustituyó algunas otr~s, volvió a establecer_!? ~ueno, pero de mane-
derecho no estaba en mejor situación que los sistemas prácticos; los ra tan clara y metódica, que aquellos famihanzados con ello hasta
juristas especulativos no habían logrado más que refinar algunas entonces difícilmente lo reconocerían. Incluso respecto de las verda-
máximas técnicas del cuerpo particular de jurisprudencia que tenían des antiguas, cuando pasan por sus manos, deja en ellas tanto de su
que estudiar. Bentham fue el primero que tuvo el genio y el valor ropio estilo, que a menudo casi parece haber descubierto aquello
de concebir la idea de reconducir la ciencia a los primeros princi.' · pque solo' h a sistematiza
. . d o. . . , ,
pios. Ello no podía hacerse, incluso no podía ni siquiera intentarse Al crear la filosofía del derecho civil, no fue mucho mas alla de
sin hacer patente necesariamente la inutilidad de muchas, y la tos: establecerlo sobre algunos fundamentos adecuados de sus principios
quedad e insuficiencia de la mayoría, de las máximas que habían más generales y analizar cuidadosamente algunos de sus detalles más
sido tenidas por principios jurídicos. interesantes. Casi la totalidad de lo que publicó sobre est~ rama del
Bentham, además, luchó contra los errores de los sistemas de derecho esta contenido en los Traités de Législation, editados por
jurisprudencia existentes de manera más directa que mediante la M. Dumont. * En relación a la parte más difícil, la más necesitada
mera presentación de las verdades opuestas. La fuerza de la argu. de una mano maestra que clarifique las dificultades, nomenclatura
mentación con la que destruyó las máximas fantasiosas e ilógicas y ordenación del Código civil, contribuyó poco, exceptuando obser-
sobre las que se fundamentaban varios sistemas técnicos y con la vaciones marginales y críticas a los errores de sus predecesores. La
que expuso los males flagrantes que producían en la práctica sólo «Vue Générale d'un Corps Complet de Législation», incluida en la
puede compararse con el sarcasmo punzante y el humor exquisito obra citada, contiene casi todo lo que nos ha dejado sobre este tema.
con el que ridiculizó sus absurdidades y con la declamación elocuen- En el ámbito del derecho penal, es el autor del mejor intento
te que vertió en contra de ellas, a veces en forma de lamento y, llevado a cabo para realizar una clasificación filosófica de los deli-
otras veces, en forma de invectiv~.. tos. La teoría de la pena (de la que sus predecesores se habían ocu-
Este fue, pues, el primer, y tal vez el mayor, logro de Bentham: pado más que de cualquier otra parte de la ciencia jurídica) la dejó
el descrédito completo de cualquier sistema técnico y su ejemplo de casi completa.
tratamiento del derecho sin ningún misterio peculiar, sino como una La teoría del derecho procesal (que incluye la constitución de
simple pieza de las cuestiones prácticas, en donde los medios deben los Tribunales de Justicia) la encontró en un estado más caótico
adecuarse a los fines como en cualquier otra de las artes de la vida. que cualquiera de las otras ramas, y la dejó la más perfecta sin
Haber conseguido esto, aunque supusiéramos que nada más hubie- comparación posible. Es difícil hallar una cuestión de importancia
re conseguido, es suficiente para otorgarle la gloria entre los mayo- práctica en este importante ámbito que él no haya resuelto. Nada
res benefactores de la especie humana. dejó para sus sucesores.
Sin embargo, Bentham, al revés que Bacon, no sólo profetizó Demostró mediante argumentos contundentes, y desarrolló e
una ciencia, sino que dio grandes pasos hacia su creación. Fue el ilustró la verdad de cien formas distintas, que si se eliminan lama-
primero en concebir, con algo que merezca el nombre de precisión,
la idea de un Código, o cuerpo completo de leyes; y también los
• Véase Étienne Dumont, Traités de Législation civile et pena/e, 3 vols., Bos-
elementos característicos de sus partes esenciales: del derecho civil,
sange, Mason et Benson, París, 1802. Puede encontrarse una reimprc:sión de este
del derecho penal y del derecho procesal. A las dos primeras de trabajo en el primer volumen de Oeuvres, 4 vols. [1829-1834], trad. de E. Dumont Y
estas partes hizo valiosas aportaciones, la tercera realmente la creó. B. Laroche, Scientia Verlag, Aalen, 1969. (N. del t.)
156 LA TRADICIÓN ANGLOSAJONA EN EL SIGLO XIX JEREMY BENTHAM 157

yor parte de las reglas y formas artificiales que se usan en todos los la frase oscura, se desliza, en la mente del autor y en la del lector,
países llamados civilizados, y se adoptan los modos simples y direc- un significado que va mucho más lejos y que es completamente fal-
tos de investigación que todos los seres humanos emplean para de- so: que todos nuestros actos están determinados por dolores y pla-
terminar los hechos en beneficio de su propio conocimiento priva- ceres prospectivamente, dolores y placeres que contemplamos por
do, es posible desembarazarse de al menos un noventa por ciento adelantado como las consecuencias de nuestros actos. Como verdad
de costes y del noventa y nueve de dilación en los procesos judicia- universal, no hay forma de que esta afirmación se mantenga. El do-
les; no sólo sin ningún incremento sino incluso con asombrosa dis- lor o el placer que determina nuestra conducta es tan frecuentemente
minución de las probabilidades de una decisión errónea. También aquello que precede al momento de la acción como aquello que lo
dejó establecidos, de forma irrebatible, los principios de una buena sigue. Un ser humano puede, es cierto, ser disuadido, en circunstan-
organización judicial: una división del país en distritos con un juez cias de tentación, de perpetrar un delito por su miedo a la pena o al
en cada uno, designado para un periodo limitado para decidir toda remordimiento, que teme pueda tener después del acto culpable; y
clase de casos, con un suplente, designado por él y con competencia en este caso diremos, con alguna plausibilidad, que su conducta es
para cesarlo. Una apelación para todos los casos, pero consistente influida por el balance de motivos; o, si se quiere, de intereses. Pero
únicamente en traslado del expediente a uno o varios tribunales su- también es posible, y muy probable que así sea, que mentalmente
premos, provistos cada uno de un solo juez, con sede en la metrópoli. retroceda ante la idea de realizar el acto, y que la idea de situarse a sí
Es imposible, en la extensión de este bosquejo, intentar una pre- mismo en tal situación le sea tan penosa, que se quede incluso sin la
sentación más detallada de los principios y concepciones de Bentham suficiente fuerza física para perpetrar el delito. Su conducta está
sobre esta importante ciencia, que en sus manos, precisamente, lle- determinada por el dolor, pero por un dolor que precede al acto, no
gó a ser ciencia. por uno que se espera que le siga. No es sólo que pueda ser de este
Como estudioso de la naturaleza humana (la facultad en la que modo, sino que, de no ser así, el ser humano no es realmente virtuo-
principalmente debe sobresalir un filósofo de la ética), no puedo so. El miedo al dolor, consecuencia del acto, no puede surgir si no es
situar a Bentham en un lugar muy alto. Su contribución es escasa a través de deliberación; y el hombre tanto como «la mujer que deli-
en esta área, más allá de la introducción de una fraseología que bera» está en inminente peligro de perderse.* Yo no soy capaz de
juzgo más bien engañosa y de suministrar un catálogo de «motivos comprender con qué propiedad el no atreverse a hacer una acción sin
de la acción»,* en el que se omiten algunos de los más importantes. deliberación puede pensarse que procede de un interés. El interés
Que las acciones de los seres sensibles están completamente de- es, seguramente, adecuado, y se desea que se adecue a la idea de un
terminadas por el placer y el dolor, es el principio fundamental del fin, para el cual el comportamiento (sea un acto o una omisión) se
que parte; y, de acuerdo a ello, Bentham crea un motivo y un inte- contempla como un medio. Nada de esto ocurre en el ejemplo ante-
rés correspondiente a cada placer y dolor y sostiene que nuestras rior. Sería más correcto decir que el comportamiento está algunas
acciones están determinadas por nuestros intereses, por el interés veces determinado por un interés, esto es, por un objetivo deliberado
preponderante y por el balance de motivos. Ahora bien, si esto sólo y consciente; y otras veces por un impulso, esto es, por un sentimien-
significa lo que ha afirmado antes, que nuestras acciones están de- to (que puede denominarse, si se considera más adecuado, asociación)
terminadas por el placer y el dolor, el modo simple y sin ambigüe- que no tiene fin ulterior: el acto o la omisión devienen un fin en sí
dades de sostener la afirmación es preferible. Pero, bajo la capa de mismos.
De nuevo, el intento de enumerar los motivos, es decir, los de-
"' Véase A Table of the Springs of Action, Hunter, Londres, 1817. Reeditado
ahora en la edición del Bentham Committee de The Col/ected Works of Jeremy seos y las aversiones humanas, en su concepción está, en mi opinión,
Bentham: Deontology together a Table oj the Springs of Action and an Article on en un error. Los motivos son innumerables: no hay nada que no
Utilitarianism, ed. Amnon Goldworth, Oxford University Press, Oxford, 1983.
(N. del t.) • Véase Joseph Adison, Cato, Tonson, Londres, 1713, p. 46. (N. del t.)
158 LA TRADICIÓN ANGLOSAJONA EN EL SIGLO XIX JEREMY BENTHAM 159

pueda convertirse en objeto de deseo o aversión por asociación. Pue- están siempre determinadas por los intereses, Bentham no hace otra
de ser deseable por algún motivo especial dar cuentá de los motivos cosa que revestir la trivial proposición según la cual todas las perso-
que son más fuertes y de uso más frecuente, pero Bentham tampo- nas hacen lo que ellas mismas se sienten en mayor disposición de
co hace esto. En su lista de motivos, aunque incluye la simpatía, hacer, revestirla con expresiones más precisas y más adecuadas a su
omite la conciencia o sentimiento del deber; no imaginamos al leer- filosofía que aquellas otras expresiones más familiares. De ninguna
le que un ser humano actúe meramente porque es correcto actuar rnanera trata, mediante esta expresión, de imputar un egoísmo uni-
así, o se abstenga de hacerlo meramente porque es incorrecto. En versal a la humanidad, puesto que reconoce el motivo de la simpa-
esto Bentham difiere ampliamente de Hartley, el cual, aunque con- tía como un interés, e incluiría la conciencia bajo la misma apela-
sidera que los sentimientos morales son absolutamente el resultado ción, si este motivo encontrara un lugar en su filosofía distinto del
de la asociación, no les niega un lugar en su sistema, sino que inclu- principio de benevolencia. Distinguía dos tipos de intereses, intere-
ye las afecciones del «sentimiento moral» como una de las seis cla- ses referidos a uno mismo e intereses sociales; mientras en el lengua-
ses en las que divide placeres y dolores.* En el pensamiento deBen- je común el nombre se restringe al primer tipo de intereses.
tham, profundamente imbuido del «principio de la mayor felicidad», Sin embargo, no puede haber mayor error que suponer que,
probablemente este motivo se confundía con el de la simpatía hasta como nosotros somos totalmente conscientes de la ambigüedad de
hacerlos indistinguibles. Sin embargo, hubiera debido tener en cuen- nuestro lenguaje, entonces la ambigüedad no tendrá el efecto de per-
ta que aquellos que reconocen otro estándar de lo correcto y lo vertir nuestros modos de pensamiento. Yo estoy persuadido, en vir-
incorrecto distinto del de la felicidad, o que nunca han reflexionado tud de la experiencia, de que este hábito de referirse a todos los
sobre ello, tienen a menudo poderosos sentimientos de obligación sentimientos que gobiernan la humanidad bajo el nombre de intere-
moral e, incluso, que si el estándar de una persona es la felicidad 0 ses, está casi siempre relacionado con la tendencia a considerar los
algo semejante, no por ello su afección a este estándar está en pro- intereses de la manera común, es decir, como puramente referidos a
porción a su afección a la benevolencia. Personas de débiles senti- uno mismo, y contemplarlos como ejerciendo (por la verdadera cons-
mientos tienen a menudo un poderoso sentimiento de la justicia, en titución de la naturaleza humana) un control mucho más exclusivo
cambio otros, con fuertes sentimientos de benevolencia, tienen una y global sobre la naturaleza humana del que realmente ejercen. Tal
escasa conciencia de la obligación moral. era~ realmente, la tendencia de las opiniones de "Bentham. En sus
No es preciso señalar que la omisión habitual de tan importante obras, normalmente, contemplaba el interés egoísta de un hombre
motivo de la acción en una enumeración que pretende ser completa, como aquello que le movía a emprender un curso de acción deter-
tenderá a crear el hábito de ignorar el mismo fenómeno, y conse- minado, y lo afirmaba sin ulterior apelación a otros intereses de los
cuentemente no prestarle atención, en otras especulaciones morales. hombres; de forma que, deslizándose insensiblemente del uso común
Es difícil imaginar una fuente más fecunda de grandes errores, casi de la palabra a su uso filosófico y del filosófico al común, la con-
pensaríamos que tal descuido no es posible, si no hubiera sido come- clusión que siempre se obtenía era que el hombre actúa movido por
tido por uno de los mayores pensadores que nuestra especie ha pro- intereses egoístas. Bentham creía en el predominio del principio egoís-
ducido. ¿Cómo podemos suponerle consciente de la existencia y fuer- ta en la naturaleza humana hasta tal punto que, como puede verse en
za de tal motivo en los casos particulares, si lo omite en una enu- los contundentes términos que emplea en su Book of Fallacies, * esta-
meración pensada y detallada de todas las influencias que gobiernan blece expresamente tal predominio como un axioma filosófico.
el comportamiento humano?
Al establecer como axioma filosófico que las acciones humanas En cualquier corazón humano (con la excepción de exaltaciones
raras y efímeras, producto de excitaciones o estímulos extraordina-
* Véase David Hartley, Observations on Man, 2 vols., Hitch and Austen, Lon-
dres, 1749, vol. l, pp. 493-499. (N. del t.) * Hunt, Londres, 1824. (N. del t.)
160 LA TRADICIÓN ANGLOSAJONA EN EL SIGLO XIX JEREMY BENTHAM 161

riamente fuertes) el interés personal predomina sobre el interés u obligación moral ha sido lo más importante. No hay nada en la
los intereses individuales de cada persona sobre los intereses del naturaleza humana que prohíba que sea así para toda la humanidad.
to de personas tomados conjuntamente (pp. 392-393). Hasta que sea así, nuestra especie no disfrutará más que de una
décima parte de la felicidad de la que nuestra naturaleza es suscep-
En otro pasaje de la misma obra (p. 363) afirma: tible. En mi opinión, cualquier incremento apreciable de la felicidad
humana, a través de meros cambios en las circunstancias externas,
Si contemplamos la vida entera de los seres humanos, vemos que no esté acompafiado de cambios en el estado de los deseos, no
no existe (ni puede existir) uno de ellos en que no se halle un da lugar a la esperanza. Para no mencionar que mientras los deseos
plo en el cual algún interés público que pueda haber mantenido,
se circunscriban al yo no podrá haber motivos que produzcan los
cuanto depende de él mismo, no haya sido sacrificado en aras
interés personal. Para la consecución del interés público, todo lo esfuerzos necesarios para modificar los fines adecuados, incluso en
los hombres más orientados por el interés público (que es tanto aquellas circunstancias externas. Ninguna contribución humana in-
decir los más virtuosos) pueden hacer depende de su capacidad dividual al bien público de la que se espere el éxito mediante sus
son al de contribuir al interés público, es decir, de su propia esfuerzos compensa el sacrificio de su comodidad y de los objetos
bución personal a ese interés para establecer una coincidencia personales que puede conseguir por otra vía de conducta. El balan-
mada entre su propio interés y el público, disminuyendo tanto ce de razones sólo puede caer de parte del sacrificio virtuoso por el
sea posible las ocasiones en que el interés público esté en -..u •. uu,uu•. interés del sentimiento o de la conciencia, en favor de aquellos «in-
ción con sus intereses privados. tereses sociales», cuya subordinación necesaria a los «intereses indi-
viduales» se asume tan ligeramente.
Por haber sostenido tales concepciones sobre la naturaleza Pero la capacidad de alguien de lograr para sí mismo el estado
mana, y por el tono general del pensamiento y la expresión en ar~ mental, sin el cual su propio disfrute de la vida no será más que
monía total con ellas, considero que los escritos de Bentham pobre y escaso, y sobre el cual descansan todas nuestras esperanzas
hecho y están haciendo un dafio muy serio. Es por esta razón de felicidad o perfección moral para la especie, depende completa-
las mentes más generosas y entusiastas están predispuestas contra el mente de nuestra fe en la existencia real de tales sentimientos y dis-
resto de sus especulaciones, y contra el intento de hacer de la posiciones en los demás y en su posibilidad para uno mismo. Es
y la política una cuestión de pensamiento filosófico y exacto; inten7 para aquellos para quienes los sentimientos de virtud son débiles
to que, por otra parte, como estaba conectado necesariamente que los escritos éticos son tan necesarios, puesto que su función es
estas concepciones, sería más pernicioso que las consideraciones va- fortalecer tales sentimientos. Sin embargo, para llevar tal tarea a
gas y ostentosas de las que se presentaba como sustituto. El efecto buen término, es necesario tener y mostrar en cada oración y cada
es todavía peor sobre aquellas mentes que no se sorprenden ni sien- línea una confianza firme y sin vacilaciones en la capacidad huma-
ten rechazo por este tipo de pensamiento, puesto que a ellas les na para la virtud. Es mediante una especie de contagio de la bene-
pervertirá toda su naturaleza moral. Es difícil que haya una concep· volencia o de la inspiración como una mente noble asimila las otras
ción más inconsistente con cualquier esperanza racional de lo bueno ?Ien~es ~.la suya, y nadie estaría inspirado por alguien cuya propia
para la especie humana que aquella influida por sus doctrinas, en msp1rac10n no fuera suficiente para darle la fe en la posibilidad de
las mentes en las que halle aceptación. hacer que otros sientan lo que él siente.
Hay y ha habido muchos seres humanos para los cuales los mo- A aquellos que precisan ser fortalecidos y confirmados por un
tivos de patriotismo o de benevolencia han sido principios firmes y moralista realmente genial, tal como Sócrates o Platón o (hablando
permanentes de la acción, superiores a las comunes tentaciones del humanamente y no cristianamente) Cristo, el efecto de escritos como
interés personal y, en no pocos casos, superiores a cualquier posible los de Bentham, si son leídos, creídos y uno se imbuye de su espíri-
tentación. Hay y ha habido multitudes para las cuales la conciencia. tu, deben ser o bien desesperanzadamente desalentadores y pesimis-
11.- CASANOVAS
162 LA TRADICIÓN ANGLOSAJONA EN EL SIGLO XIX JEREMY BENTHAM
163
tas, o bien tan imprudentes que nos llevarían a una vida de egoísmo túan, y al imaginar sólo esta parte los contempla como agentes mu-
miserable, que ellos nos han enseñado a contemplar como inherente. · cho más calculadores y fríos de lo que son. A mi juicio, Bentham
en su naturaleza original e inalterable. erró en su teoría de la política porque supuso que la sumisión de la
Las especulaciones de Bentham sobre política en sentido estric- humanidad ~ los gobiernos establecidos es debida principalmente a
to, es decir, sobre teoría del gobierno, se distinguen por su sello un. raz~namre~to que percibe la necesidad de protección jurídica y
característico desde el mismo comienzo. Coloca al hombre en eJrnteres comun de todos en una obediencia pronta y entusiasta al
dad sin ningún gobierno y se pregunta qué tipo de gobierno sería derecho. Estoy persuadido de que no era consciente de que la ma-
aconsejable construir, considerando que el más adecuado sería la yor parte de la conformidad, verdaderamente maravillosa, al gobier-
democracia representativa. Al margen del valor de esta no que .se h~lla establecido, es más bien el efecto del mero hábito y
el modo en el que llega a ella me parece falaz, puesto que asu- la ímagmacró_n Y. que, por lo tanto, depende de que se preserve algo
me que todos los seres humanos son iguales en cualquier lugar y como la contmmdad en la existencia de las instituciones y la identi-
época, que tienen los mismos deseos y están expuestos a los mismos dad de sus formas externas; lo cual no puede transferirse fácilmente
males, y que si no se les adecuan las mismas instituciones es sólo a instituciones nuevas, aunque estas sean en sí mismas preferibles, y
porque en la mayoría de etapas anteriores de progreso no han dis~ es gravemente perturbador cuando ocurre algo como una ruptura
puesto de la sabiduría para ver que estas instituciones existen por su en la línea de la duración histórica, que puede denominarse el fin
bien. El único problema de organización social que Bentham se uta¡..... ,.,.·""' de la vieja constitución y el comienzo de una nueva.
tea es el de cómo dotar a ciertos servidores del pueblo con el Los constitucionalistas de nuestro país, anteriores a Bentham
necesario para la protección de las personas y de la propiedad, jun- han lle_v~~o los sentimie~tos de esta clase hasta el extremo de 1~
to a la mayor facilidad posible del pueblo para cambiar a los depo- ~uperstr~wn; !mnca consr~e~aron qué era lo mejor para su propia
sitarios del poder cuando se piensa que han abusado de él. Ahora epoca, smo solo lo que exrstra en épocas pasadas, incluso en épocas
bien, esta es sólo una parte del problema real. Parece que nunca se remotas. No hace tantos años que la reforma parlamentaria tuvo
le ocurrió contemplar las instituciones políticas bajo un prisma que defe!lderse de tales principios. Bentham ha hecho mucho para
jor, como medios principales de la educación social de un pueblo. des~~reditar, Y lo ha hecho de forma absoluta, a esta escuela de
Si lo hubiera hecho, habría visto que de la misma manera que las poht.rcos, Y. expuso lo_ absurdo de sacrificar los fines del presente a
mismas lecciones no son adecuadas a niños de diferentes edades, medros antrcuados. Sm embargo, él -tal como yo lo veo- ha caí-
las mismas instituciones no son adecuadas para naciones en do en. el :rro~ contrar~~· El hecho real de que determinado conjun-
tes etapas de civilización. Tanto como varía el grado de civilización to de.mstrtucwnes pohtrcas todavía existen, de que han existido mu-
ya alcanzado, varían los tipos de influencia necesarios para llevar a cho trempo, Y de que se asocian con todos los recuerdos de un pue-
una comunidad a la posterior etapa de su progreso. Para una tribu blo, es en sí mismo una propiedad que se adecua a ese pueblo y les
de indios norteamericanos el progreso radica en contener su orgullo otorga una gran ventaja sobre instituciones nuevas a la hora de ob-
y solitaria independencia; para un conjunto de negros emancipados, ten~r. conformidad dispuesta y complaciente a aquello que ha sido
acostumbrarles a ser independientes, en lugar de limitarse a obede- decr~rdo por la autoridad legal; es lo único que hace posible aque-
cer órdenes: para nuestros ancestros casi bárbaros hubiera significa- llos ~~numerables compromisos entre intereses adversos y expectati-
do debilitarles; para una raza de asiáticos debilitados significaría vas, s~n los cuales ~i~gún gobierno se mantendría por un año ente-
endurecerles. ¿Cómo pueden las mismas organizaciones sociales ser ro, e mcluso co~ drfrcultades por una semana. De la percepción de
adecuadas para producir tantos efectos contrarios? esta verdad tan Importante, difícilmente se hallará algún rasgo visi-
El error más importante de la concepción de Bentham de la na~ ble en los escritos de Bentham. 1
turaleza humana es, en mi opinión, que supone que la humanidad Es imposible, sin embargo, negar a Bentham el mérito sobre
está influida sólo por una parte de los incentivos que realmente ac- este tema Y otros de los que se ha ocupado. Es un mérito muy gran-
164 LA TRADICIÓN ANGLOSAJONA EN EL SIGLO XIX
JEREMY BENTHAM 165
de y muy importante el haber presentado uno de los aspectos de
verdad. Aunque sobre política, moral u otros temas sus obs
nes son comparativamente imperfectas, a pesar de ello, son muy l(A.RL ÜLIVECRONA *
tructivas y valiosas para quien sea capaz de suplir el resto de
dad· sólo conducen a error por la pretensión de que in EL VELO DE MISTERIO DE BENTHAM
te c~nllevan la verdad completa, una teoría y filosofía c·n•mn,,._,
sobre la cuestión. Bentham era más un pensador que un lector,
ramente comparaba sus ideas con las de otros filósofos y no En un trabajo escrito en 1780, Bentham lanzaba una vehemente
concebir que hubieran existido muchas ideas en otras mentes, a crítica a los conceptos jurídicos habituales. Mantenía que fenóme-
cuales sus doctrinas no suministraran los medios bien para re nos jurídicos tales como derechos, obligaciones, propiedad y muchos
las, bien para apreciarlas. otros no eran más que entidades ficticias. En el discurso ordinario,
el derecho siempre es contemplado como si creara estas entidades y
dispusiera de ellas. Pero sólo son producciones imaginarias, «mera
obra de la fantasía».
NOTA
Si Bentham todavía viviera, sostendría lo mismo hoy en día. En
1. Sin embargo, es preciso distinguir entre las conclusiones prácticas de el discurso ordinario el derecho es asociado, sin duda, con la crea-
tham como político inglés de hoy y sus concepciones sistemá~icas como filósofo ción, transmisión y extinción de derechos, deberes y situaciones ju-
lítico. Solamente es en referencia a las últimas que deben aplicarse las . rídicas tales como estar casado, ser un juez y otras muchas. Esto es
anteriores sobre las primeras no voy a pronunciarme aquí. Para una JUSta
bastante natural para nosotros. Sin embargo, no está del todo claro
ción de s~s méritos, la cuestión no es cuáles sean sus conclusiones, sino el modo
llegar a ellas. Concepciones teóricas ampliament~ di~ergentes. pu~d.en llevar a las qué debe entenderse por derechos, deberes y situaciones jurídicas.
mas conclusiones prácticas. La parte de cualquier Sistema filosofico que Es un problema discutido en una amplia literatura, pero no hay
elementos para la práctica inmediata será una porción demasiado pequeñ~ de acuerdo al respecto.
totalidad como para suministrar un criterio suficiente del grado en que el sistema Bentham contemplaba el problema como una parte de una cues-
aproxima a la verdad científica y universal. Dejemos las o~i~i~nes de Bentham
las cuestiones políticas del presente, sólidas o erróneas, a JUICIO de cada uno; lo tión mucho más amplia. Pensaba que determinadas peculiaridades
es importante al juzgar a Bentham es que sus opinion~s descan~an .sobre una de nuestro lenguaje se dejan sentir en cualquier ciencia. No sólo el
verdad. Cada investigador es libre de añadir la otra mitad por SI mismo Y . lenguaje de la teoría jurídica es ficticio. Cualquier ciencia, decía,
o corregir las conclusiones prácticas tanto como se lo permitan sus propias estaba en la misma situación, aunque el caso de la teoría del dere-
cho era el peor. La situación se debía al hecho de que la ingenuidad
de los primeros estudiosos del lenguaje había cubierto con un velo
de misterio el rostro de todas las ciencias y el más tupido de todos
había cubierto la teoría jurídica.

Karl Olivecrona, «Bentham's "Veil of Mystery"», Current Legal Problems, 31


(1978), pp. 227-237. Traducción castellana de José Juan Moreso.
• Karl Olivecrona (1897-1980) nace en Uppsala (Suecia). Forma parte de la escue-
la conocida como «realismo jurídico escandinavo». Estudia con el padre de dicha es-
cuela, Axel Hagerstrom (1868-1939), y con Vilhelm Lundstedt (1882-1955). Consigue el
doctorado con una tesis sobre el concepto de persona en el derecho romano. Desde
1933 hasta su jubilación ocupa una cátedra en la universidad sueca de Lund. Su obra
más conocida es Law as Fact (1939), de la que elabora una versión totalmente nueva
en 1971. En sus escritos se halla una elegante versión empirista del derecho, siguiendo
los fundamentos antimetafísicos de su maestro Hagerstrom. (N. del t.)
166. LA TRADICIÓN ANGLOSAJONA EN EL SIGLO XIX JEREMY BENTHAM 167

Bentham no llegó tan lejos como para solicitar que la teoría de¡ res. Los dos principales mandatos eran el de no dañar a otros y el
derecho arrancara completamente el velo. Esto, pensaba, no era . de cumplir las promesas. El primer mandato era el fundamental.
practicable y, tal vez, ni siquiera adecuado. «Pero debemos apren- pero su contenido dependía de qué signifique «dañar» a otros. Los
der a descorrer el velo para obtener una percepción clara del estado representantes del derecho natural daban una definición más bien
real de las cosas. De esta forma todo irá bien. Si no podemos ha- .· arnplia. Según ellos, dañar a otros consistía en privar a un hombre
cerio, permaneceremos engañados y, en lugar de ser especialistas en de algo que le pertenecía, que era suyo. Pero esto hacía surgir una
algún conocimiento, nada poseeremos sino sofistería y absurdidad.» nueva cuestión. ¿Cómo podría algo pertenecer a un hombre en el
Estas destacables palabras son de 1780. Sin embargo, no llegaron al estado de naturaleza? El derecho natural nada dice acerca de ello, y
público hasta 1945, cuando fueron tardíamente publicadas. 1 Como en el estado de naturaleza no había otro derecho. ¿Qué, entonces,
en muchos otros aspectos, Bentham estaba adelantado a su tiempo, podría significar «pertenecer» en el estado de naturaleza? Muchos
150 años más tarde estudiosos modernos estaban formulando una pensadores, entre ellos Hobbes y Hume, argüían que lo que «perte-
crítica similar. Algunos realistas norteamericanos se expresaban casi nece» a un individuo depende completamente del derecho positivo.
con las mismas palabras que Bentham. Cuando yo era un estudian- Desde este punto de vista, de nada podría decirse que pertenece a
te de la licenciatura de derecho en la Universidad de Uppsala, uno un hombre en el estado de naturaleza.
de nuestros docentes, el profesor Vilhelm Lundstedt, argüía que la Los representantes del derecho natural, sin embargo, no razona-
creencia en la realidad de derechos y deberes era una superstición. ban de esta forma. Asumían que los seres humanos, como seres
Como lord Lloyd of Hampstead lo ha mostrado, hay una similitud racionales, han sido dotados de una capacidad moral para poseer
sorprendente entre el lenguaje de Lundstedt y el de Bentham. A mu- cosas como suyas. Tenían una qua/itas ad aliquid iuste habendum.
chos profesores no gustaban los argumentos de Lundstedt. Sin em- En este punto, diferían de los animales, que no han sido investidos
bargo, nosotros, los estudiantes, encontramos sus lecciones muy con tal poder. Por lo tanto, los animales no podían tener nada como
estimulantes. suyo. En virtud de esta capacidad moral, los seres humanos tenían
La crítica de Bentham de los conceptos jurídicos ha de ser con- algunas posesiones incluso en el estado de naturaleza, independien-
templada en su contexto histórico. Su. objeto era la teoría jurídica temente del derecho y de los pactos entre ellos. Todos tenían, por
contemporánea y sus fundamentos teóricos en la doctrina clásiCa naturaleza, una esfera que es suya propia. Comprendía la vida, el
del derecho natural del siglo xvu. Las mayores autoridades en dere- cuerpo, los miembros (vita, corpus, membra), la libertad, la reputa-
cho natural, mencionadas como tales por Bentham, eran todavía ción, el honor (libertas, fama, honor), y, por último, las acciones
Grocio y Pufendorf. Eran muy leídos en toda Europa. En 1763 una propias de cada uno (actiones propriae). 3
traducción inglesa de la principal obra de Pufendorf contaba con Este catálogo no fue compuesto al azar. Tenía una base psico-
seis ediciones. Estos dos representantes del derecho natural propo- lógica en determinadas ideas que son comunes a todos nosotros.
nían una teoría muy precisa de los conceptos jurídicos. Para lamen- Con bastante naturalidad nos referimos a mi cuerpo como pertene-
te moderna, esta teoría parece, sin duda, más bien extraña; pero ciente a mí mismo. Pero mi libertad, mi reputación, mi honor y mis
aparece simple, clara y consistente con tan sólo evitar la relectura acciones son también experimentados como perteneciéndome a mí
de nociones modernas en los viejos escritos. De esta forma lograre- mismo. Tenemos la idea de una esfera personal que pertenece a
mos el trasfondo adecuado contra el que la teoría de los conceptos nosotros independientemente de cualquier ley. Todo ataque a algo
jurídicos de Bentham ha de ser contemplada. 2 incluido en tal esfera es experimentado como un ataque a nuestra
La doctrina clásica del derecho natural se refería, en primer lu- personalidad. A partir de estas ideas, los representantes del derecho
gar, a relaciones entre individuos que viven en el estado de natura- natural construyeron una esfera personal objetiva de carácter indi-
leza. El derecho natural consistía en mandatos divinos, en virtud de vidual. Fue denominada lo propio de cada uno, el suum, meum o
los cuales ciertas tendencias naturales eran transformadas en debe- tuum. La personalidad que poseía el cuerpo era, obviamente, un
168 LA TRADICIÓN ANGLOSAJONA EN EL SIGLO XIX JEREMY BENTHAM 169

ego espiritual. Este ego también poseía la vida, la libertad, etc. El ticipación en el resto del mundo. De tal forma, nada quedaba del
sentido del término «pertenecer» había sido incluido en la esfera de comunismo original. Esto era muy importante porque posibilitaba
la personalidad espiritual. la ocupación de tierras y bienes no repartidos. Si estas partes del
Dañar a otro consistía en atacar la personalidad de alguien. Esto mundo hubieran permanecido como propiedad común, la ocupación
significaba privarle de la posesión pacífica de algún ítem en el suum hubiera estado fuera de lugar.
por ejemplo, su integridad física o su reputación. Toda violació~ Pero ¿cómo podía tener lugar la ocupación si todavía no había
del suum era un ataque a la personalidad. Como tal era un daño. derecho positivo? El derecho natural nada decía acerca de la ocupa-
De esta forma, la personalidad humana era sacrosanta. Lo que im- ción. Grocio dio la respuesta a esta cuestión diciendo que la ocu-
plicaba que cada individuo disfrutaba de una especie de protección · pación era, sin duda, un modo natural de adquisición (2, 8, 1, 2).
ideal. El suum era tabú. Era peligroso sobrepasar los límites y pri- Esto significaba que no estaba regulada por ·ninguna ley. Ocupar
var a otro de algo que le pertenecía. La consecuencia de tal acción un objeto era hacerlo de uno por un acto unilateral. Esto era posi-
era que el agresor perdía su propia sacralidad. Su protección ideal ble en virtud de la capacidad moral innata en los seres humanos
se desvanecía en la misma medida que la parte dañada estaba impli- para poseer cosas como suyas. Cuando un objeto no pertenecía a
cada. Por lo tanto, esta parte podría ahora reaccionar violentamen- nadie, no había obstáculo para el ejercicio de tal capacidad. La ocu-
te contra el agresor sin dañarle. Podría usarse en defensa propia la pación era realizada por aquel que quería poseer el objeto como
fuerza sin límite alguno, con el objetivo de recuperar lo que se ha- suyo. Pero este acto de voluntad debía ser dado a conocer a los
bía perdido o crear seguridad para el futuro. Esta era la consecuen- demás por algún signo externo, habitualmente tocando el objeto. El
cia natural de un daño. La sacralidad de la personalidad humana efecto era incluir el objeto en el suum del agente.
existía sólo bajo la condición de respeto mutuo del suum. De no ser Los seres humanos tenían también una capacidad natural para
así, un hombre que viviera justamente, esto es, sin dañar a nadie, realizar lo que denominaríamos actos jurídicos. Tenían una qua/itas
devendría una víctima indefensa de la agresión. moralis ad agendum. «Actuar» significaba aquí realizar actos tales
De este modo, las relaciones entre individuos en el estado puro como transmitir la propiedad y hacer promesas. Todos estos actos
de naturaleza eran gobernadas completamente por los principios re- eran llevados a cabo por medio de declaraciones de voluntad. El
lativos al suum y por las consecuencias de su violación. Pero el poder de realizar tales actos residía en la voluntad, aunque siempre
suum podía ser ampliado de diversas maneras. En primer lugar, había que darla a conocer a otros mediante algún signo externo. La
una ampliación tendría lugar en virtud de la introducción de la pro- transmisión de la propiedad se producía en virtud de la cooperación
piedad privada. El origen último del derecho de propiedad era que de las voluntades de las partes. El transmitente separaba el objeto
Dios en la creación había dado la Tierra, con todas sus plantas y de su suum y lo colocaba a disposición de la otra parte. Esto era
animales, a la humanidad. Todo era, por lo tanto, propiedad co- todo lo que podía hacer. Él no podía colocarlo en el suum del ad-
mún. Nadie poseía nada como suyo propio. Cuando este orden de quirente. Sólo el propio adquirente podía incluirlo en su suum. Ha- .
las cosas se percibió como inadecuado, las partes pobladas del mun- cía esto declarando su voluntad de aceptación de la oferta. Su acto
do fueron divididas entre los seres humanos. Entonces todos obtu- era, de esta forma, análogo a un acto de ocupación.
vieron algunos objetos físicos que se convirtieron en objetos de su El efecto de una promesa era explicado de una forma más bien
propiedad. Fueron incluidos en el suum. En este sentido, les perte- curiosa. Aparentemente, habría sido suficiente con la invocación del
necían. La idea era que la personalidad espiritual se extendía hasta J mandato divino de cumplir las promesas. Pero los representantes
alcanzar los objetos físicos. Por lo tanto, privar al propietario de !¡·.~
... del derecho natural no pensaban de esta forma. Cuando se referían
algún objeto de su pertenencia o dañarlo era una ataque a su per- 1 al tema de las promesas, ni siquiera mencionaban el mandato divi-
sonalidad y se seguía la consecuencia habitual. Cuando las partes no. La razón de ello era, probablemente, que este mandato no crea-
pobladas del mundo fueron distribuidas, la gente renunció a su par- ~ ba ningún derecho para el beneficiario de la promesa. Sólo conver-

.I
170 LA TRADICIÓN ANGLOSAJONA EN EL SIGLO XIX JEREMY BENTHAM 171

tía en pecado el incumplimiento de una promesa, lo que conllevaba como la base de todo el derecho privado. El legislador podía hacer
el castigo divino. Pero en teoría jurídica, el problema era explicar tantas adiciones como encontrara deseable. Podía, por ejemplo,
cómo el beneficiario de la promesa adquiría un derecho sobre el prescribir determinadas formalidades para los actos jurídicos. El le-
promitente. Un derecho implicaba un poder moral, una facultas mo~ gislador humano podía establecer nuevos derechos. Pero no podía
ralis, de un hombre sobre otro, y ¿cómo podía establecerse tal po~ · hacer nada contra el orden naturaL
der por las partes mismas, sin apoyo en ninguna ley? La respuesta Tal era, en líneas generales, la doctrina del derecho natural que
vino de una teoría que se convirtió en una piedra angular de la Bentham halló dominante en su época. Él rechazaba toda esta con-
doctrina del derecho natural y que fue aceptada generalmente en el cepción. No se abandonó, sin embargo, a una larga crítica de Gro-
siglo xvn. 4 Como ya he mencionado, las acciones propias eran un do y Pufendorf. En una carta a Voltaire, que nunca envió, escribió
elemento del su u m. Los representantes del derecho natural hablaban
de ellas como si fueran cosas que pudieran ser entregadas por un
que no deseaba ver perturbado el descanso de estos ~utores, y ~~ !o
perturbó. Pensó, probablemente, que no era necesano. 5 La pos1C1on
ser humano a otro como los objetos físicos; y suponían que tenemos de Bentham se fundamentaba en su teoría empirista del conocimien-
la misma especie de poder sobre ellas que sobre las cosas que nos to. Sostenía la opinión de que todas nuestras ideas derivan de nues-
pertenecen. Esto hacía posible interpretar una promesa análogamen~ tros sentidos. En esta concepción, no había lugar para la capacidad
te a una transmisión de la propiedad. Una promesa era un acto de otorgada por Dios a los seres humanos para poseer cosas como su-
voluntad en virtud del cual un ser humano separaba una acción yas propias. Por lo tanto, la idea de un suum natural no podía ser
futura determinada de su suum. Se lo llamaba enajenar parte de la mantenida. Como Hobbes y Hume, Bentham pensaba que única-
libertad de uno, alienatio particulae libertatis. La libertad conlleva~ mente aquellos bienes que han sido asignados a un ser humano en
ba un poder sobre sí mismo. El promitente colocaba la acción a· virtud del derecho positivo podía decirse que le pertenecían. La
disposición de la otra parte, de la misma forma que, en la transmi~ propiedad y el derecho positivo habían nacido juntos. 6 Los efectos
sión de la propiedad, un objeto físico era colocado a disposición jurídicos de actos tales como la ocupación, la transmisión de la pro-
del adquirente. Mediante la aceptación de la oferta, el beneficiario piedad y las promesas dependían completamente del derecho po-
de la promesa incorporaba la acción a su suum. Si el beneficiario sitivo.
demandaba el cumplimiento, se convertía en una necesidad moral Sin embargo, Bentham mantuvo de la doctrina del derecho na-
para el promitente cumplir lo prometido. Si no lo hacía, cometería tural la noción de que el derecho positivo era la voluntad del sobe-
un daño al destinatario puesto que le privaba de algo que le perte~ rano tal como había sido declarada a sus destinatarios. 7 Aparente-
necía, a saber, la acción objeto de la promesa. mente, Bentham nunca se planteó la cuestión de si tenemos impre-
De esta forma se explicaba cómo un ser humano puede adquirir siones sensibles de tal voluntad. Procedía asumiendo que las reali-
un derecho, o un poder moral, sobre otro. En principio, la sumisión dades en el ámbito del derecho eran la voluntad del soberano y las
voluntaria era siempre exigida. Puesto que las sociedades se forma~ personas, acciones y cosas a las que su voluntad se refería. Ello
ban en virtud de acuerdos, es decir, de promesas mutuas, la teoría conllevaba una revolución en el pensamiento jurídico en relación a
de las promesas era la base verdadera de las doctrinas del poder la doctrina del derecho natural. Para ilustrar esta diferencia, toma-
político y del derecho positivo. La formación de las sociedades no ré la argumentación acerca de una promesa que ha sido obtenida
implicaba que el orden natural quedara marginado. Al contrario, el mediante intimidación. 8 Grocio argumentaba que tal promesa era
propósito principal para la formación de sociedades era asegurar obligatoria. El promitente había enajenado parte de su libertad y el
el suum para todos. Pero, la gente renunciaba a su autorización beneficiario había adquirido un poder moral sobre él. Esto era todo.
para reaccionar contra los agresores. Se confiaba a los tribunales la Pero Grocio matizaba esta conclusión mediante un ingenioso recur-
competencia para decidir acerca de las consecuencias de un daño. so. Mantenía que el promitente había dañado al destinatario de la
Con esta diferencia, la doctrina del suum y de los daños permanecía promesa al usar amenazas. Por lo tanto, estaba obligado a liberar
172 LA TRADICIÓN ANGLOSAJONA EN EL SIGLO XIX
JEREMY BENTHAM 173

al destinatario si éste lo demandaba. Si el destinatario no presenta- los seres humanos sobre su naturaleza, en virtud de la capacidad
ba tal requerimiento, tal vez porque tenía miedo de hacerlo, la pro. otorgada por Dios para hacerlo.
mesa conservaba su efecto. Si la amenaza procedía de un tercero · Lo que Pufendorf hacía era tomar el lenguaje jurídico en su
no había remedio alguno. ' significado literal y darle, tal como él lo concebía, una interpreta-
Pufen~orf argumentaba todavía más ingeniosamente. Claramen.
ción racional. En este punto, tuvo poco éxito entre sus contemporá-
te no hab1a en la promesa defecto alguno. Parte de la libertad del neos, y se vio envuelto a menudo en una enérgica guerra de escri-
promitente había sido enajenada. Al respecto no había ninguna tos, en la que no se evitaron fuertes calificativos.
duda. Pero, para completar la transmisión de la partícula libertatis Para clarificar lo que entendía por entidades morales, Pufendorf
el be?~ficiario debía aceptar la promesa; y en este caso no se 1~ puso un ejemplo concreto. 9 Pensaba que era algo tan simple y com-
perm1t1a aceptarla. Puesto que el derecho natural prohibía el uso de prensible que, incluso su adversario más importante del momento,
las amenazas, prohibía también beneficiarse de amenazar a otros. un colega de la Universidad de Lund, sería capaz de comprenderlo:
La aceptación era, por consiguiente, nula y la transmisión de parte Un estudiante de derecho se convierte en doctor en derecho. En una
de la hbertad no tenía lugar. Esto ocurría incluso en el caso en el ceremonia tradicional, una fórmula latina se pronuncia sobre él y
que la amenaza procediera de un tercero. Tales argumentaciones se le coloca un sombrero especial. De repente deviene doctor en
eran típicas de la doctrina del derecho natural. Bentham no razona- derecho. Nada ha cambiado en su estado natural. Pero ha obtenido
ba de esta forma. En su opinión, las promesas por sí mismas no una personalidad nueva con un estatus diferente. Previamente sim-
producían efectos jurídicos. Obtenían su significación jurídica de la plemente era herr Nicholas, ahora es herr doctor Nicholas. Todos
voluntad del soberano. El soberano adoptaba tales promesas cuan- le tienen en mayor estima que antes y es considerado una autoridad
do lo consideraba adecuado, lo cual significaba que ordenaba al en derecho. Al margen de ello, Pufendorf añade que los campesi-
promitente cumplir su promesa. Por lo tanto, la única cuestión era nos creen que el doctor Nicholas puede, incluso, curar la hernia y
si el soberano había adoptado cierta promesa o no lo había hecho. extraer dientes cariados. Hoy en día, dicho acto sería denominado
Hay varios indicios de que Bentham tenía en mente, en especial, un acto realizativo. La teoría de Pufendorf de tales actos decía que
la teoría de Pufendorf cuando calificaba a los conceptos jurídicos servían para imponer propiedades espirituales o poderes a los hom-
como entidades ficticias, mera creación de la fantasía. Pufendorf bres. En el caso del doctor Nicholas, se le había impuesto una per-
había elaborado una teoría de las entidades morales, entia moralia, sonalidad espiritual. Me parece que los ataques de Bentham a los
para dar una concepción comprensiva de la naturaleza de los fenó- conceptos jurídicos habituales como ficticios se comprende mejor,
menos jurídicos (1,1). Sostenía que términos tales como «poseer si asumimos que la crítica estaba, en primer y principal lugar, diri-
un derecho», «estar bajo una obligación», «estar casado», o «ser un gida contra las entidades morales de Pufendorf. Estas entidades
juez», denotaban poderes y propiedades de los seres humanos. Pero eran, obviamente, «mera creación de la fantasía». En un pasaje,
estos poderes y propiedades, obviamente, eran de otro tipo que las Bentham mismo las denomina entidades ficticias morales.
propiedades físicas y mentales. Ningún cambio físico se producía en Precisamente porque derechos, deberes y situaciones jurídicas
un ser humano si él, por ejemplo, era nombrado juez. En relación eran ficticios, Bentham pensaba que eran una perniciosa causa de
a su situación física y mental, era el mismo ser humano que antes. oscuridad en el derecho. Hablar acerca de ellos sólo producía so-
Pero tenía ahora una nueva propiedad, la de ser juez. Esta cuali- fistería y absurdidad. Sin embargo, pensaba que todas las normas
dad no le pertenecía por naturaleza. Por lo que Pufendorf mante- jurídicas acerca de derechos, deberes y situaciones jurídicas podían
nía que se trataba de una propiedad espiritual, una entidad moral reducirse a órdenes y prohibiciones del soberano. Aprender a des-
(la palabra latina moralis a menudo significa «espiritual»). De for- correr el velo de misterio era aprender a hablar de la voluntad del
ma semejante, los derechos y deberes no eran fenómenos naturales, soberano en lugar de hablar acerca de entidades ficticias. Entonces,
físicos o mentales. Eran otro tipo de entidades que se imponían a captaremos las realidades del derecho.
174 LA TRADICIÓN ANGLOSAJONA EN EL SIGLO XIX JEREMY BENTHAM 175

Para explicar su significado, Bentham toma un caso sencillo re- on creados por la creación de deberes. Se supone que los deberes
ferido a la propiedad. 10 Un hombre llamado Rusticus es el único se crean por los mandatos y prohibiciones del soberano. Sin embar-
propietario de una parcela de tierra. La norma fundamental de la s 0 ¿qué se ordena, por ejemplo, en el caso del derecho de propie-
propiedad relativa a este caso podría expresarse de la siguiente for- ~ad? La respuesta de Bentham es que el soberano prohíbe cualquier
ma sin usar palabras como propiedad o dominio: «Nadie, excepto cción que conlleve la violación del derecho de propiedad. El dere-
Rusticus y aquellos a los que él autorice, podrán disfrutar de tal ~ho, del que se dice que es creado mediante prohibiciones del sobe-
heredad». De esta forma, ninguna entidad ficticia está involucrada. rano, se toma por existente previamente al establecimiento de las
El mandato del soberano solamente se refiere a Rusticus, a la here- prohibicioneS. 13
dad y al resto de seres humanos. La teoría de los conceptos jurídicos de Bentham procedía de la
Pero, el ejemplo se hace mucho más complicado de lo que pa- misma concepción que la de Pufendorf. Ambos sostenían que los
rece a primera vista. El mandato no es general. Sólo se refiere a derechos y deberes y las situaciones jurídicas son de un nivel distin-
Rusticus y a cierta parcela de tierra. Con lo que se requiere un man- to al de los hechos empíricos. Todo ello suscitaba complejos proble-
dato distinto para cada parcela de tierra del país. Más aún, debe mas a la solución de Pufendorf -de acuerdo a la cual los derechos,
haber un nuevo mandato cada vez que la parcela de tierra cambia deberes y situaciones jurídicas son entidades morales o espiritua-
de mano, lo cual -como Bentham dice- puede ocurrir cincuenta les-, una solución que podía satisfacer a un pensador del siglo xvn,
veces en un día. Mayores complejidades surgen, de nuevo, si la par- pero no a un hijo de la Ilustración y a un seguidor de Hume. Algu-
cela de tierra es propiedad común de dos o más personas, y muchas nos filósofos modernos, entre muchos otros, se han ocupado del
más complicaciones pueden imaginarse. Bentham saca la evidente mismo problema que Pufendorf y Bentham y han tratado de resol-
conclusión de que las leyes no pueden expresarse de esta forma. verlo de una forma interesante. También ellos consideran que estar
Señala que las leyes aparecen mucho más simplificadas si se usa el casado o deber dinero a alguien no son hechos empíricos accesibles
vocabulario jurídico habitual. En lugar de mandatos distintos para a los sentidos. Se ha sostenido que los enunciados acerca de tales
Rusticus y todos sus semejantes el legislador puede dictar un man- situaciones no pueden ser reducidos a enunciados acerca de hechos
dato comprensivo que cubra todos los casos: «Nadie debe disfrutar empíricos. Hay algo más en ellos. Presuponen la existencia de de-
de las parcelas de tierra pertenecientes a otros». Este corto enuncia- terminadas instituciones humanas, tales como legisladores y tribu-
do reemplaza innumerables mandatos separados. Evidentemente, nales. Se dice que estar casado o deber dinero es algo sólo en el
sería imposible escribir leyes sin emplear términos jurídicos comu- contexto de dichas instituciones. Los hechos en cuestión son, por
nes. Sin ellos, también sería imposible referirse a situaciones y actos consiguiente, denominados hechos «institucionales» en contraposi-
jurídicos. Por consiguiente, como Bentham reconocía, los términos ción a hechos «brutos». 14 Si volvemos al doctor Nicholas, podemos
generales parecen ser extremadamente útiles. Además, Bentham usa- decir que para la concepción de Pufendorf ser doctor en derecho
ba, inconscientemente, los términos generales de manera conven- era un hecho espiritual. Según Bentham era meramente una expre-
cional. sión quimérica. Pero según la opinión de los filósofos contemporá-
Hay una rara carencia de consistencia en la teoría de Bentham neos sería un hecho institucional.
de los derechos y deberes. Por una parte, sostiene que no son nada De esta forma, observamos que Bentham se enfrentó con un
en absoluto y, por otra, que son creados por mandatos y prohibi- problema que ha ocupado a estudiosos durante varios siglos. Tras
ciones del soberano. u Pero ¿qué puede significar crearlos si no son su teoría, se esconde el presupuesto implícito de acuerdo al cual el
nada en absoluto? No contribuye mucho a clarificarlo que Bentham lenguaje jurídico es exclusivamente un lenguaje informativo. Se tra-
describa los derechos y deberes como una especie de vapores surgi- ta de lo que el profesor Austin llamó la falacia constatativa, el pre-
dos del proceso legislativo. 12 supuesto según el cual decir algo es afirmar algo. Nuestro lenguaje
Tampoco es de mucha ayuda que Bentham diga que los derechos sirve para muchos propósitos. El lenguaje jurídico no es principal-
176 LA TRADICIÓN ANGLOSAJONA EN EL SIGLO XIX JEREMY BENTHAM 177

mente un lenguaje informativo. Es un lenguaje directivo, puesto 9. En «Eris Scandica», p. 29, en la edición de Mascovius de De iure naturae et
su función principal es influir en el comportamiento humano. gentium.
10. Oj Laws in General, pp. 176 y ss.
lenguaje jurídico es un medio para este fin. Por lo tanto, no ll. En relación a la inexistencia de derechos y deberes, véase. el argument~ d~
un velo que oculte los contenidos verdaderos del derecho, como las O/ Laws in General, pp. 251 y ss. Cf., por ejemplo,d~n Intr~ductwn to the Pn~ócz-
nubes que ocultan la superficie terrestre a los ojos del · /es 0¡ Morals and Legislation, p. 207, n. e2: «Po na termmar con esta cuestl n
Es una parte constitutiva del sistema jurídico. Y como tal, p rápidamente, procediendo de la manera usual, y decir que un poder es una
~~~!tad y que un derecho es un privilegio, y así sucesivamente, siguiendo una vía
la pena estudiarla y plantea, sin ninguna duda, problemas intrinca- a trillada para definir. Sin embargo, la inanidad de tal método, en casos como el
dos. La teoría de Bentham ha sido un importante paso hacia ade- muY . ya establee¡'d a: un po d er no es mnguna
ue nos ocupa, ha sido . cosa y un d erec ho
lante en esta larga discusión. · (ampoco es nada ... ». Sobre la creación de derechos y deberes, véase, por ejemplo,
O/ Laws in General, p. 294: «Una ley que ordena un acto crea, por ello, un deber u
. ación. Un derecho es otra entidad ficticia que resulta de un debem. [Esta crítica
obl¡g .. 'ó d 1
de Olivecrona a Bentham procede, segurame?te: d~ ~na deficiente comprens1 n. e a
NOTAS filosofía lingüística que subyace en la teona J~nd1ca de Bentham. Un tra~aJO de
H. L. A. Hart, recogido en este volumen («El cielo de los conceptos de Ihenng y l.a
jurisprudencia analítica moderna>~, pp .. 109-123), explica con clar~dad cómo es ~OSI·
l. El trabajo de referencia fue publicado como parte del capítulo 11, en la ble hacer consistentes las dos afirmaciOnes de Bentham que Ohvecrona considera
edición de Everett de la obra titulada por él The Limits of Jurisprudence Defined ·ncompatibles. Véase también José Juan Moreso, La teoría del derecho de Bentham,
(1945). En la edición de Hart de la misma obra, denominada ahora Of Laws in ~PU, Barcelona, 1992, pp. 71-77 y 204-224, con comentario en relación a Olivecro-
General (OLG, Londres, 1970) las páginas en cuestión han sido impresas como Apén- na. (N. del t.)]
dice Bl. Hart descubrió que Bentham, de forma clara, no pretendía incluir este tra- 12. Of Laws in General, p. 252.
bajo en su tratado. Observaciones dispersas en el mismo sentido pueden hallarse en 13. /bid., p. 249, n. b: «Es mediante la creación de deberes únicamente que la
otras obras (A Fragment oj Government, W. Harrison, ed., Oxford, 1948, y la In- ley puede crear derechos. Cuando la ley te otorga un derecho, ¿qué hace? Me sujeta
troduction to the Principies and Morals and Legislation, J. H. Burns y H. L. A. a una pena, en el supuesto de que realice aquellos actos que tendrían el efecto de
Hart, eds., Londres, 1970). Mis investigaciones se han limitado a las obras ahora perturbar tu ejercicio de tal derecho». Cf. An Introductio.n .to the Princi.(Jles oj Mo-
mencionadas. Las opiniones de Bentham parecen haber experimentado algunos cam- rals and Legislation, p. 206. La ley crea un derecho prohibiendo cualqmer acto que
bios en los últimos años. [Véase la nota del traductor en el texto de Jeremy Bentham sea una violación de tal derecho.
incluido en esta recopilación (p. 133). (N. del t.)] 14. G. E. M. Anscombe, «On Brute Facts», Analysis, 18 (1958) pp. 69 y ss.;
2. Grocio, De iure belli ac pacis (1625), es citado aquí de la edición de Ams- J, E. Searle, Speech Acts (1969), pp. 50 y ss. Cf. también J. de O. Hampstead,
terdam de 1712 por Gronovius, y Pufendorf, De iure naturae et gentium de la edi- Jntroduction to Jurisprudence (1972 3), p. 509. En realidad, Bentham también parece
ción de Frankurt y Leipzig de 1742 por Mascovius. Cf., en relación a sus teorías, mi haber comprendido la imposibilidad de reducir enunciados acerca de derechos y de-
artículo «Die zwei Schichten im naturrechtlichen Denken», Archiv jür Rechts- und beres a enunciados acerca de hechos empíricos. Si le comprendo correctamente, él
Sozialphilosophie, 63 (1977). llega a la conclusión de que para definir términos jurídicos estamos siempre compe-
3. Grocio, 1, 2, 1, 5 y 2, 17, 2, 1; Pufendorf, 3, 1, l. lidos a usar otros términos jurídicos: «Puesto que esencialmente estas palabras for-
4. Grocio, 2, 11, 4; Pufendorf, 3, 5. man parte de todo lenguaje que trate de explicar cualquiera de las expresiones a las
5. Hay un interesante pasaje en la edición de Everett de The Limits oj Juris- que nos referíamos (por ejemplo, título, derecho y poder), estamos obligados a usar
prudence Dejined, p. 83, en el cual Bentham critica directamente la teoría según la otras palabras cuyo alcance no es claramente determinable si no es a través de las
cual los actos naturales son capaces de producir efectos jurídicos independientemen- palabras que estamos intentando explicar; este es el círculo vicioso e ilógico en el que
te de cualquier ley. Según esta teoría, afirma, el derecho que yo tengo a mi propie- parece probable que estemos condenados a permanecer para siempre». Véase Of
dad no deriva de la ley sino de actos naturales, físicos; y las leyes fueron introduci- Laws in General, p. 279.
das para proteger tales derechos. Derechos que eran considerados sagrados e irrevo-
cables. Bentham descartaba todo este discurso afirmando únicamente que procedía
de dos cosas: «el celo de las pasiones y la oscuridad del entendimiento».
6. The Limits oj Jurisprudence De[ined, p. 85.
7. Cf. mi artículo «The Will of the Sovereign: Sorne Reflections on Bentham's
Theory of Law», The American Journal oj Jurisprudence, 20 (1975), pp. 94 y ss.
8. Grocio, 2, 11, 7; Pufendorf, 3, 6, 12.

12.- CASANOVAS
JOHN AUSTIN 179

or la amplia y vaga expresión derecho. Para salvar las dificul-


P
te,des que emergen d e esta con f uswn,
·' empezare' mi· proyectad o cur-
ta con la delimitación del ámbito de la teoría del derecho, o distin-
50 iendo el objeto de la teoría del derecho de estos varios objetos
~n los que se relaciona: con el intento de definir el objeto del que
~uiero tratar, antes de emprender el análisis de sus múltiples y com-
plicadas partes.

4. JOHN AUSTIN Ley: qué es en el sentido más literal y global

Una ley, en la acepción más general y global como es usado el


JOHN AUSTIN* término en su sentido literal, puede decirse que es una regla dictada
para la guía de un ser inteligente por un ser inteligente que tiene
PRIMERA LECCIÓN DE «LA DELIMITACIÓN DEL ÁMBITO poder sobre él. En esta definición se incluyen, con y sin impropie-
DE LA TEORÍA DEL DERECHO» dad, diversas especies [de leyes]. Es necesario definir cuidadosamen-
te la línea de demarcación que separa entre sí estas especies por la
mucha niebla y complejidad que han sido infundidas en la teoría del
El propósito del siguiente intento de determinar derecho a causa de su confusión o de no haber sido claramente dis-
el ámbito de la teoría del derecho, afirmada o sugerida tinguidas. En el sentido global anteriormente indicado, o en su senti-
do más amplio, sin extensión por metáfora o analogía, el término
El objeto propio de la teoría del derecho Uurisprudence] es el derecho comprende los siguientes objetos: leyes dictadas por Dios a
derecho positivo: el derecho, simple y estrictamente así denomina- sus criaturas humanas, y leyes dictadas por los hombres a los hombres.
do: o el derecho establecido por sujetos políticamente superiores
para sujetos políticamente inferiores. Pero el' derecho positivo (o el Ley de Dios
derecho, simple y estrictamente así denominado) es frecuentemente
confundido con objetos a los que viene unido por una relación de El conjunto o una parte de las leyes dictadas por Dios a los
similitud, y con objetos a los que viene unido de forma analógica: hombres es frecuentemente denominado la ley de la naturaleza, o
con objetos que son también comprendidos, propia e impropiamen- derecho natural: siendo, en verdad, el único derecho natural del
que es posible hablar sin una metáfora, o sin una mezcla de obje-
John Austin, «The Province of Jurisprudence Determined» (Lecture I) [1832], tos que debieran ser distinguidos con claridad. Sin embargo, recha-
en Lectures on Jurisprudence or The Philosophy oj Positive Law, vol. l, Robert zando el apelativo Ley de la Naturaleza como ambiguo y engañoso,
Campbell, ed., John Murray, Albemarle Street, Londres, 1885, pp. 86-103. Traduc-
ción castellana de Pompeu Casanovas.
* John Austin (1790-1859) estudió leyes después de recibir una educación Welker, Mackeldey y Heffter. De regreso a Londres, topó con la extrañeza de los
militar. De 1818 a 1825 ejerció de abogado sin demasiado éxito. Pertenecía al círculo estudiantes de derecho, habituados al casuismo del common law. Abandonó desen-
de filósofos reformadores utilitaristas y mantuvo una estrecha amistad con Jeremy cantado la cátedra después de dictar la primera versión de The Province oj Jurispru·
Bentham, James Mil! y John Stuart Mil!. Así, inmediatamente después de la funda- dence Determined (1832), pese al éxito del libro. Su obra no fue reeditada sino después
ción de la Universidad de Londres, ocupó la cátedra (también de nueva creación) de de su muerte por su mujer Sarah, también escritora y partícipe de las ideas utilitaris-
Jurisprudence (teoría del derecho). De 1827 a 1828 estudió en la Universidad de Bonn, tas, en 1861. En el prefacio biográfico de esta edición, Sarah recoge la siguiente
donde entró en contacto con la sistemática jurídica de los miembros de la Escuela frase de su marido: «Nací fuera de tiempo y lugar. Hubiera debido ser un estudioso
Histórica del derecho alemana. Allí conoció a Niebuhr, Brandis, Schlegel, Arndts, del siglo xu, o un profesor alemán». (N. del t.)
180 LA TRADICIÓN ANGLOSAJONA EN EL SIGLO XIX JOHN AUSTIN 181

denomino tales leyes o reglas, consideradas colectivamente o en s no son establecidas por superiores políticos, o no son estable-
junto, el derecho Divino [Divine law] o la ley de Dios [law oj otra .
cidas por supenores po1'Iticos
. en esta capac1'd a d o caracter.
,

Leyes humanas. Dos clases Objetos impropiamente denominados leyes


pero así llamados por rigurosa analogía [by close analogy]
Las leyes dictadas por los hombres a los hombres son de
clases importantes o principales: clases que, aunque difieren Rigurosamente análogo a las leyes humanas de esta segunda clase,
madamente entre sí, se confunden a menudo; y que, por esta ·ste un conjunto de objetos frecuente pero impropiamente denomi-
deberían separarse con precisión y oponerse distinta Y visi~·~·"'-lllll extdos leyes [laws] que son reglas dictadas y aplicadas por mera opi-
n~ón esto es, por las opiniones o los sentimientos mantenidos o expe-
Primera clase
nz·mentados
' ·
por un determmado cuerpo d e h ombres en re1acwn
·· a 1a
n nducta humana. Las expresiones «la ley del honon>, «la ley dictada
co . . art
Algunas de las leyes o reglas dictadas por los hombres para or la moda», y otras reglas de este tipo que constituyen gran p e
hombres se establecen por superiores políticos, soberano y suj ~e lo que corrientemente se denomina «derecho internacional» [Jnter-
por personas que ejercen un gobierno supremo Y subordinado, nationallaw], son ejemplos de este uso del término ley [law].
naciones independientes, o en sociedades políticamente m<.Iep1en1ateJrJ.t1
Las dos últimas situadas en una clase
bajo el nombre de moralidad positiva
Leyes dictadas por los superiores políticos
Al conjunto de las leyes humanas propiamente dichas que per-
El conjunto de leyes así establecidas, o algún conjunto que tenecen a la segunda de las clases mencionadas anteriormente, jun-
me una parte del primero, es el objeto propio de la ciencia del to con el conjunto de objetos denominados leyes impropiamente
recho, general o particular. El término derecho se aplica ex<~lw•iv~ pero por rigurosa analogfa l?Y close analogy], lo~ sit~o a la pa~ en
mente al conjunto de leyes así establecidas, o a un conjunto una clase común, y me refiero a ellos con el termmo mora/zdad
forme una parte del primero. Contrapuestas a las reglas que positiva fpositive morality]. El nombre moralidad los separa del de-
mino moralidad positiva, y de las que me ocuparé de inmediato, recho positivo, mientras que el epíteto positivo los distingue del de-
conjunto de reglas establecidas por superiores políticos puede recho divino [law of God]. Y con la finalidad de evitar la confusión,
cómodamente indicado asimismo con el nombre de derecho es necesario convenir que deberfan ser separados del anterior por
vo. Con objeto de tener ya un nombre breve y distintivo, apto medio de este epíteto distintivo. El nombre moralidad (o moral),
su uso frecuente, denomino derecho positivo fpositive law] a cuando se encuentra incualificado o en solitario, denota indistinta-
conjunto de reglas o a cualquier parte de este conjunto: aunque mente cualquiera de los siguientes objetos: a saber, la moralidad
reglas que no hayan sido establecidas por superiores políticos positiva tal como es, o sin relación a sus valores; y la morali-
también positivas, o existen por posición [by position], si son dad positiva tal como seria si fuera conforme con el derecho divino
o leyes en la propia significación del término. y fuera, por lo tanto, objeto de aprobación.

Segunda clase. Leyes dictadas por hombres Objetos metafóricamente denominados leyes
no políticamente superiores
Aparte de las diversas especies de reglas que se incluyen en la
Aunque algunas de las leyes o reglas que son dictadas por acepción literal del término derecho [law], y de aquellas que lo son
hombres a los hombres son establecidas por superiores oo.LltH:os,r¡;q por fiel y rigurosa analogía, aunque impropiamente, denominadas
182 LA TRADICIÓN ANGLOSAJONA EN EL SIGLO XIX JOHN AUSTIN 183

leyes, existe un gran número de aplicaciones del término una serie, no tienen expresiones equivalentes en los que puedan ser
que se sustentan en una analogía débil y que son meramente resueltos concisamente. Y cuando emprendemos su definición, o su
fóricas o figurativas. Este es el caso cuando hablamos de las traducción a términos que suponemos más comprensibles, nos ve-
observadas por los animales inferiores; de las leyes que regulan mos abocados a extraños y tediosos circunloquios.
crecimiento o decadencia de las plantas; de las leyes que
nan los movimientos de los cuerpos inanimados o de las El sentido del término orden
Donde no hay inteligencia, o donde ésta es demasiado limitada
merecer el nombre de razón, y, por lo tanto, es demasiado Si alguien expresa o comunica un deseo de que yo haga o me
para concebir el objetivo de una ley, no hay la voluntad sobre abstenga de hacer determinado acto, y si éste me amenaza con un
cual el derecho puede trabajar, o que el deber puede estimular castigo en el caso de que yo no cumpla con su deseo, la expresión
contener. Sin embargo, a través de estas malas aplicaciones de 0 comunicación de su deseo es una orden. Una orden se distingue
nombre, tan flagrantes como la metáfora, el campo de la de otras manifestaciones de deseo, no por el estilo en que el deseo
del derecho y de la moral ha sido inundado de turbia "'"'"'"'"'''ua.,~..:Jnr es referido, sino por el poder y el propósito de la parte que ordena
Habiendo expuesto ya el propósito de mi intento de delimitar infligir un mal o dolor en caso de que el deseo no se vea satisfecho.
ámbito de la teoría del derecho: deslindar el derecho positivo, el Si ese alguien no puede dañarme o no lo haría en el caso de que yo
jeto propio de la teoría del derecho, de los diversos objetos con no satisfaga su deseo, la expresión de su deseo no es una orden,
que se relaciona por similitud, y con los cuales se relaciona, aunque enuncie su deseo en una frase imperativa. Si está en situa-
o remotamente, por analogía fuerte o débil, procederé a enunciar ción de causarme daño o lo haría en el caso de que yo no lo satisfa-
esencial de una ley o regla (tomadas en la significación más ga, la expresión de su deseo equivale a una orden, aunque él, movi-
que puede ser dada al término propiamente). do por espíritu de cortesía, la formule en forma de ruego. Preces
erant, sed quibus contradici non posset. * Tal es el lenguaje de Tá-
Las leyes o reglas propiamente dichas son una especie de las cito, refiriéndose a una petición de los soldados a un hijo y lugarte-
niente de Vespasiano.
Cada ley [law] o regla [rule] (tomadas en la significación Una orden, pues, es una manifestación [signification] de deseo.
extensa que puede ser dada al término propiamente) es una Pero una orden es discernible de otras manifestaciones de deseo por
[command]. O, mejor dicho, las leyes o reglas, propiamente esta peculiaridad: que la parte a la que se dirige está en situación de
son una especie de las órdenes. sufrir un daño por parte de la otra, en caso de que no cumpla con
Ahora bien, puesto que el término orden comprende al su deseo.
ley [law], el primero es el más simple al tiempo que el más
de los dos. Pero, siendo simple como es, admite explicación. Y, El sentido del término deber
to que es la clave para las ciencias del derecho y de la moral,
sentido [meaning] debería ser analizado con precisión. Estando en situación de sufrir un daño de su parte si yo no
De acuerdo con esto, emprenderé en primer lugar el análisis del cumplo con el deseo que alguien manifiesta, yo estoy sujeto [bound]
sentido de 'orden': un análisis que temo que ponga a prueba u obligado [obliged] por su orden, o me encuentro bajo el deber
paciencia de los que me escuchan, pero que espero soporten [duty] de obedecerla. Si, a pesar de este mal en perspectiva, yo no
simpatía, o al menos con resignación, si tienen en cuenta la u''''"u···,"·"'' satisfago el deseo que manifiesta, puede decirse que yo desobedezco
tad de realizarlo. Los elementos de una ciencia son precisamente su orden, o que violo el deber que ésta impone.
partes de la misma que se explican con menos facilidad. Los
nos que son los más extensos, y, por lo tanto, los más simples * «Eran ruegos, pero no podían ser desoídos». (N. del t.)
184 LA TRADICIÓN ANGLOSAJONA EN EL SIGLO XIX JOHN AUSTIN 185

ga e inconsistente afirmación, su sentido parece ser el siguiente:


Los términos orden y deber son correlativos "~e a menos que el motivo para el cumplimiento sea violento o
~tenso, la expresión o comunicación de un deseo no es una orden,
Orden y deber son, pues, términos correlativos: el sentido deno- ~tampoco la parte a la que se dirige se encuentra bajo un deber de
tado por cada uno de ellos es implicado o supuesto por el otro. o observarla.
(para variar la expresión) dondequiera que se encuentre un deber ha Si por un motivo violento, el autor quiere decir un motivo que
sido manifestada [signified] una orden; y dondequiera que haya sido opera con certeza, su proposición es manifiestamente falsa. Cuanto
manifestada una orden, se impone un deber. mayor sea el daño que se va a infligir en caso de que el deseo se vea
Concisamente expresado, el sentido de la expresión correlativa es ·nsatisfecho, y cuanto mayor sea la posibilidad de incurrir en él en
éste. Aquel que inflija un daño en caso de que su deseo no sea aten- ~ste mismo caso, mayor es también indudablemente la posibilidad
dido, formula [utters] una orden mediante la expresión o comunica- de que el deseo no se vea insatisfecho. Pero ningún motivo conce-
ción de su deseo: aquel que está en situación de sufrir un daño en bible va a determinar con certeza el cumplimiento, o ningún motivo
caso de que no atienda al deseo, se halla sujeto u obligado por la orden. concebible va a producir que la obediencia sea inevitable. Si la pro-
posición de Paley fuera verdadera, en el sentido que ahora le he
El sentido del término sanción adscrito, las órdenes y los deberes son simplemente imposibles. O
bien, reduciendo su proposición al absurdo por una consecuencia
El daño en el que probablemente se incurrirá en caso de que que es manifiestamente falsa, las órdenes y deberes son posibles,
una orden sea desobedecida o (para usar una expresión equivalente) pero no son nunca desobedecidos o violados [broken}.
en caso de que un deber sea infringido, es comúnmente denomina~ Si por motivo violento Paley quiere decir un mal que inspira temor,
do una sanción [sanction], o una imposición de obediencia [enfor- su sentido es simplemente este: que la parte que se siente obligada por
cement oj obedience}. O (para variar la frase), se dice que la orden una orden se siente obligada por la perspectiva de un daño [evil}. Por
o el deber son sancionados [sanctioned] o impuestos [enjorced] me- ello lo que no se teme no se entiende como un daño; o bien, cambian-
diante el riesgo de incurrir en el daño. do la forma de la expresión, no es un daño en perspectiva.
Considerado de ese modo como abstraído de la orden y del de- La verdad es que la magnitud del daño eventual y la magnitud
ber que impone, el daño en el que se puede incurrir por la desobe- de la posibilidad de incurrir en él son ajenas al tema que se discute.
diencia es comúnmente denominado un castigo [punishment]. Sin Cuanto mayor es el daño eventual y mayor la posibilidad de incurrir
embargo, puesto que los castigos, estrictamente dichos, son sólo una en él, también es mayor la eficacia de la orden y la fuerza de la
clase de sanciones, el término es demasiado estrecho para expresar obligación. O bien -sustituyendo las expresiones exactamente equi-
el significado adecuadamente. valentes- mayor es la posibilidad de que la orden sea obedecida y
de que el deber no sea incumplido. Pero cuando hay la menor posi-
La existencia de una orden, un deber y una sanción, bilidad de incurrir en el menor daño, la expresión de un deseo equi-
no requiere un motivo violento para su cumplimiento vale a una orden y, por lo tanto, impone un deber. La sanción, si
se quiere, es débil o insuficiente, pero todavía hay una sanción y,
He observado que el doctor Paley, * en su análisis del término por lo tanto, un deber y una orden.
obligación, pone mucho énfasis en la violencia del motivo para el
cumplimiento. En la medida en que puedo comprender algo de su Los premios no son sanciones
• Williarn Paley (1743-1805) fue pastor anglicano y comúnmente considerado
un pensador utilitarista. El argumento citado por Austin pertenece a The Principies Para algunos autores famosos (para Locke, Bentham y, según
of Moral and Political Philosophy (1785). (N. del t.) creo, Paley), el término sanción [sanction], o imposición de obedien-
186 LA TRADICIÓN ANGLOSAJONA EN EL SIGLO XIX JOHN AUSTIN 187

cia [enjorcement of obedience], se aplica tanto a un bien como a un


mal condicional: tanto al premio [reward] como al castigo. Pero El sentido del término orden, brevemente reiterado
con toda mi veneración habitual a los nombres de Locke y Bentham'
pienso que esta extensión del término está preñada de confusión ; Se sigue, pues, de lo que ha sido previamente dicho como pre-
perplejidad. misa, que las ideas o nociones comprendidas por el término orden
Indiscutiblemente, los premios son motivos para satisfacer son las siguientes: 1) Una voluntad o deseo concebido por un ser
deseos ajenos. Pero hablar de órdenes y de deberes como .l·u,rtctnn.rr~ racional de que otro ser racional haga o se abstenga de hacer algo.
dos o impuestos por premios, o hablar de premios como 2) Un daño procedente del primero en el que puede incurrir el se-
o constriñendo a la obediencia, es seguramente una amplia gundo en el caso de que no satisfaga el deseo. 3) Una expresión o
ción respecto al sentido establecido de los términos. comunicación [intimation] del deseo mediante palabras u otros signos.
Si alguien expresa el deseo de que yo efectúe un servicio, y
ese alguien anuncia un premio como motivo o incentivo para La inseparable conexión de los tres términos, orden, deber y sanción
tuarlo, raramente se diría que él ha ordenado el servicio, ni ....... ...,,J,
Se sigue también de las premisas anteriores que orden, deber y
co -en el lenguaje común [in ordinary language]- que yo
sanción son términos inseparablemente conectados entre sí: que cada
obligado a haceno. En el lenguaje común, él me habría nn'lmot''"'n
uno de ellos comprende las mismas ideas que los demás, aunque
un premio a condición de que yo efectuara el servicio, mientras
cada uno denota estas ideas en un particular orden o serie.
yo habría podido ser incitado o persuadido para hacerlo con la
peranza de obtener el premio.
El modo de esta conexión
Otra vez: si una ley insiste en ofrecer un premio como incentivo·
para realizar algún acto, se confiere un derecho eventual y no se «Un deseo concebido por uno y expresado o comunicado a otro,
impone una obligación a aquellos que obren en consecuencia, junto con un daño para que sea infligido e incurrido en el caso de
to que la parte imperativa de la ley se orienta o dirige a los intere- que el deseo no sea satisfecho», son significados directa e indirecta-
sados a quien se precisa entregar el premio. mente por cada una de las tres expresiones. Cada una de ellas es el
Dicho brevemente, estoy decidido o me inclino a satisfacer nombre de la misma noción compleja.
deseo de otro por el temor de una desventaja o de un daño. Pero cuando estoy hablando directamente de la expresión o co-
asimismo decidido o inclinado a satisfacer el deseo de otro por lá .· .• municación del deseo, empleo el término orden, puesto que la ex-
esperanza de obtener una ventaja o bien. Pero es solamente por la · presión o comunicación del deseo se presenta sobre todo a mi inter-
posibilidad de un daño en perspectiva que me siento ligado u obli- locutor; mientras que el daño en que se puede incurrir, junto con la
gado a su satisfacción. Es solamente por un daño condicional que posibilidad de incurrir en él, son mantenidos -si puedo yo mismo
los deberes son sancionados o impuestos. Es el poder y el propósito expresarme así- en el fondo de mi representación [picture].
de infligir un mal eventual, y no el poder y el propósito de impartir Cuando estoy hablando directamente de la posibilidad de incurrir
un bien eventual, lo que da a la expresión de un deseo el nombre de en un daño, o bien -cambiando la expresión- de la responsabili-
orden. dad [liability] o repugnancia [obnoxiousness] en relación al daño,
Si ponemos premio en la cuenta del término sanción, nos vere- empleo el término deber o el término obligación, puesto que la res-
mos envueltos en un penoso conflicto con el habla común y corrien- ponsabilidad o repugnancia en relación al daño se pone en primer
te [the curren! oj ordinary speech], y vamos a incurrir inconsciente- término, y el resto de la noción compleja viene implícitamente sig-
mente, a pesar de nuestros esfuerzos por evitarlo, en el significado nificada.
más acostumbrado y estrecho. Cuando estoy hablando inmediatamente del daño mismo, em-
188 LA TRADICIÓN ANGLOSAJONA EN EL SIGLO XIX JOHN AUSTIN 189

ple_o el término sanción,. o un. térmi~o equivalente, puesto que el Procederé a ilustrar ahora mediante ejemplos adecuados la afir-
dano en el que se puede mcurnr es duectamente significado, mie _ mación que he efectuado mediante expresiones abstractas.
tras que la repugnancia al mismo, junto con la expresión o comun~­ 1
Si alguien ordena a su criado que vaya a un recado determinado,
cación del deseo, son indicadas indirectamente u oblicuamente. 0 que no salga de casa en una tarde determinada, o que se levante tal
A quienes resulte familiar el lenguaje de los lógicos (lengua· día a tal hora, o que se levante a tal hora la semana próxima o el
. . 1 Je
que no tiene nva en cuanto a su brevedad, capacidad de distingu· mes que viene, la orden es ocasional o particular. Puesto que el acto
.. ' ) d Ir
Yprecr~10n , pue o expresarles concisamente en un soplo lo que quie- 0 actos obligados o prohibidos están especialmente determinados o
ro decrr. Cada uno de los tres términos significa la misma noción· asignados.
pero cada uno de ellos denota una parte distinta de la noción ; Pero si se le ordena simplemente que se levante a tal hora, o
connota la parte residual. · ' que siempre se levante a tal hora, o que se levante a tal hora hasta
nueva orden, se puede decir, con propiedad, que ese alguien dicta
Las leyes o reglas distinguidas de las órdenes una regla para el gobierno [guidance] de la conducta de su criado.
que son ocasionales o particulares puesto que no se asigna ningún acto específico mediante la orden,
sino que la orden le obliga en general a actos de una determinada
Las órdenes son de dos especies. Algunas de ellas son leyes 0 clase.
reglas. Las otras no han adquirido un nombre apropiado, ni tam- Si se ordenara a un regimiento que atacase o defendiese una
poco el lenguaje ofrece una expresión que las marque de un modo posición, o que sofocara una rebelión, o que marchase de su presen-
breve y preciso. Debo, por lo tanto, referirme a ellas tan bien como te acuartelamiento, la orden sería ocasional o particular. Pero la
pueda mediante el ambiguo e inexpresivo nombre de «órdenes oca- orden de ejercitarse diariamente hasta nueva orden sería denomina-
sionales o particulares)). da una orden general, y podria ser denominada una regla.
Puesto que el término leyes o reglas no es infrecuentemente apli- Si el Parlamento prohibiera simplemente la exportación de tri-
cado a las órdenes ocasionales o particulares, difícilmente es posible go, bien por un tiempo limitado o bien indefinidamente, establece-
dibujar una línea de demarcación que sea consistente punto por pun- ría una ley o regla: puesto que un tipo o suerte de actos habrían
to con las form~s .est~blecidas del habla [established forms oj sido determinados por la orden, y los actos de este tipo o suerte
speech]. Pero la drstmcrón entre leyes y órdenes particulares puede habrían sido prohibidos en general. Pero una orden emanada del
establecerse, según creo, de la manera siguiente: Parlamento para paliar una escasez inminente e intervenir la expor-
En cada orden, la parte a quien va dirigida está obligada a ha- tación del trigo ya embarcado y en el puerto, no sería una ley o
cer o a abstenerse de hacer alguna cosa. regla, aunque hubiera sido edictada por la soberana legislatura. La
Ahora bien, una orden es una ley o regla allÍ donde obliga en orden concerniente exclusivamente a una específica cantidad de tri-
general a actos o abstenciones de una clase [class]. Pero allí donde go, los actos negativos o prohibiciones impuestos por la orden, es-
obliga a un acto o abstención específico, o a actos o abstenciones tarían determinados específica o individualmente por la naturaleza
que determina específica o individualmente, una orden es ocasional determinada de su objeto.
o particular. En otras palabras, una clase o descripción de actos Habiendo sido edictada por una legislatura soberana, y habien-
son determinadas mediante una ley o regla, y actos de esta clase o do tomado la forma de ley, la orden que acabo de imaginar sería
descripción son impuestos o prohibidos en general. Pero allí donde probablemente denominada una ley. Y de ahí proviene la dificultad
una orden es ocasional o particular, el acto o actos que la orden de trazar una delimitación estricta entre leyes y órdenes ocasionales.
impone o prohíbe son asignados o determinados tanto por su natu- De nuevo: un acto que no es un delito según el derecho existen-
raleza específica o individual como por la clase o descripción a la te, enoja al soberano: y, aunque los autores del acto sean legalmen-
que pertenecen. te inocentes o libres de delito, el soberano ordena que sean castiga-
190 LA TRADICIÓN ANGLOSAJONA EN EL SIGLO XIX JOHN AUSTIN 191

dos. En cuanto que impone un castigo concreto en este caso concre. ión distinta. Según Blackstone y otros, una ley y una orden partí-
to, y en cuanto que no impone en general actos o prohibiciones de eular se distinguen de la siguiente manera. Una ley oh liga en gene-
una clase, la orden formulada por el soberano no es una ley o regla. ~al a los miembros de una determinada comunidad, o una ley obli-
Que una orden de este tipo pueda ser denominada una ley pare. ga en general a personas de una determinada clase. Una orden par-
ce depender de circunstancias que no vienen al caso: es decir, no , úcular obliga a una sola persona, o a personas a las que determina
vienen al caso respecto a ese objeto, aunque sean importantes res. individualmente.
pecto a otros. Si la orden fuera dictada por una asamblea soberana Que las leyes y las órdenes particulares no se distinguen así apa-
deliberadamente y con las formas de la legislación, probablemente recerá después de reflexionar un momento.
sería denominada una ley. Si fuera formulada por un monarca ab- Puesto que, en primer lugar, las órdenes que obligan en general
soluto, sin deliberación o ceremonia, se confundiría apenas con los a los miembros de una determinada comunidad, o las órdenes que
actos de legislación y sería considerada una orden arbitraria. Aun. obligan en general a personas de clases determinadas, no son siem-
que, en ambos supuestos, su naturaleza sería la misma. No habría pre leyes o reglas.
una ley o regla, sino una orden ocasional o particular del soberano Así ocurre en el caso que ya habíamos supuesto -aquel en que
Único o Plural [One or Number]. el soberano ordena que todo el trigo ya embarcado para su expor-
Para concluir con un ejemplo que sirva para ilustrar mejor la dis- tación se detenga y sea intervenido; la orden es obligatoria para
tinción y que muestre más claramente su importancia, las órdenes judi- toda la comunidad, pero en cuanto que les obliga solamente a un
ciales son comúnmente ocasionales o particulares, aunque las órdenes conjunto de actos individualmente asignados, no es una ley. Supon-
que se prevé que sean aplicadas sean comúnmente leyes o reglas. gamos de nuevo que el soberano dicta una orden, garantizada me-
Por ejemplo, el legislador [lawgiver] ordena que los ladrones diante sanciones, estableciendo un duelo general en ocasión de una
sean colgados. Dados un robo y un ladrón concretos, el juez orde- calamidad pública. Bien, aunque vaya dirigida ampliamente a la
na que el ladrón sea colgado, de acuerdo con la orden del legislador. comunidad, la orden es difícilmente una regla en la acepción usual
Ahora bien, el legislador determina una clase o descripción de del término. Puesto que, aunque obliga en general a los miembros
actos; prohíbe actos de la clase en general e indefinidamente; y or- de toda la comunidad, obliga a actos que asigna específicamente,
dena con la misma generalidad que el castigo siga a la transgresión. en lugar de obligar en general a actos o prohibiciones de una clase.
La orden del legislador es, entonces, una ley o regla. Pero la orden el soberano ordenase a sus súbditos vestir de negro, su orden
del juez es ocasional o particular. Puesto que éste ordena un castigo equivaldría a una ley. Pero si les ordenase llevarlo en una ocasión
específico como consecuencia de un delito específico. concreta, su orden sería meramente particular.
Y, en segundo lugar, una orden que obliga exclusivamente a
Según la línea de demarcación que ahora he intentado describir, personas individualmente determinadas puede equivaler no obstante
una ley y una orden particular se distinguen del siguiente modo. La a una ley o regla.
primera impone en general actos o prohibiciones de una clase. La se- , Por ejemplo, un padre puede establecer una regla para su hijo o
gunda impone o prohíbe actos espec1jicamente determinados. hijos; un tutor, para su tutelado; un amo, para su esclavo o criado.
Blackstone* y otros autores han trazado una línea de demarca- Y algunas de las leyes de Dios serían tan coercitivas para el primer
hombre, como lo son hoy en día para los millones de hombres que
* Sir William Blackstone, autor de los Commentaries on the Laws of England han nacido de su costilla.
(1765-1769), en cuatro volúmenes. Los Commentaries de Blackstone fueron adopta- De hecho, la mayor parte de las reglas que han sido establecidas
dos como libro de texto en Oxford desde 1770 y tuvieron muchísima difusión en
Inglaterra y en Estados Unidos. Véase vol. 1, § 2, «Ün the Nature of Laws in Gene- por superiores políticos, o la mayor parte de las leyes estricta y sim-
ral», The University of Chicago Press, 1979, pp. 38-62, para encontrar un punto de plemente así denominadas, obligan en general a los miembros de la
comparación con la primera Lecture de Austin. (N. del t.) comunidad política, u obligan en general a personas de una clase.
192 LA TRADICIÓN ANGLOSAJONA EN EL SIGLO XIX JOHN AUSTIN 193

Estructurar un sistema de deberes para cada individuo de la Hablamos de superiores en rango, de superiores en salud, de supe-
nidad, sería simplemente imposible, y si fuera posible, sería riores en virtud, al comparar a ciertas personas con otras; y al en-
tablemente inútil. La mayor parte de las leyes establecidas por tender [meaning] que las primeras sobresalen o priman sobre las
periores políticos son, entonces, generales de una manera doble: segundas en rango, en salud o en virtud.
cuanto que obligan [enjoining] o prohíben en general actos de Pero, tomada en el sentido como yo lo entiendo aquí, el térmi-
tipo o suerte; y en cuanto que vinculan [binding] a toda la no superioridad significa poder [rnight]: el poder de infligir a otros
dad, o bien, al menos, a todas las clases de sus miembros. un mal o un daño o dolor, y de forzarles a ajustar su comportamien-
Pero si suponemos que el Parlamento crea y otorga un ---......,,,..,, to a los deseos de uno mediante el temor a ese daño.
rio, y que el Parlamento le impone servicios de una clase uerf'rn.r Por ejemplo, Dios es enfáticamente el superior del Hombre.
nada, suponemos una ley establecida por superiores políticos A causa de su poder de afligirnos con dolor, y de forzarnos a cum-
obliga, sin embargo, a una persona concreta o determinada. plir su volu?tad, es ilimitado e irresist~bl~.
Las leyes establecidas por los superiores políticos, y que o Hasta cierto punto, el soberano Umco o Plural es el superior
a personas concretas o determinadas, se denominan, en el del súbdito o ciudadano; el amo, lo es del esclavo o criado; el pa-
de los juristas romanos, privilegia. Aunque, en efecto, este es dre, lo es del hijo.
nombre que difícilmente los va a denotar distintamente: puesto Sucintamente, quien puede obligar a otro a satisfacer sus deseos
como en la mayoría de términos dominantes en los actuales '""'"'"uta es el superior de este otro, en la medida en que alcance su habili-
de derecho, no es el nombre de una clase definida de objetos, dad, puesto que la parte a quien repugna la posibilidad del daño es,
de un montón de objetos heterogéneos. 1 en esta misma medida, el inferior.
El poder o superioridad de Dios es simple o absoluto. Pero en
La definición de una ley o regla, propiamente dicha todos o la mayoría de los casos de superioridad humana, la relación
de superior e inferior, y la relación de inferior y superior son recí-
Se sigue, a partir de las premisas anteriormente expuestas, procas. O bien, cambiando la expresión, la parte que es la superior
una ley propiamente dicha puede ser definida de la manera considerada desde un aspecto determinado, es la inferior si se con-
Una ley es una orden que obliga a una persona o ""'"""''n templa desde otro.
Pero, en cuanto contrapuesta a una orden ocasional o Por ejemplo, hasta un punto indefinido aunque cierto, el mo-
lar, una ley es una orden que obliga a una persona o personas, narca es el superior de los gobernados, puesto que su poder es por
que obliga en general a actos o abstenciones de una clase. lo común suficiente para obligar al cumplimiento de su voluntad.
En un lenguaje más popular, pero menos distintivo y preciso Pero los gobernados, colectivamente o bien en masa, son también
una ley es una orden que obliga a una persona o personas a los superiores del monarca, puesto que éste es controlado en el abu-
curso [course] de comportamiento [conduct]. so de su poder por el miedo a excitar su cólera, y el miedo a llevar
a la resistencia activa al poder que duerme en la multitud.
El significado de los términos correlativos superior e inferior Un miembro de una asamblea soberana es el superior del juez,
puesto que el juez es obligado por la ley que procede de este cuerpo
Se dice que las leyes y otras órdenes proceden de superiores soberano. Sin embargo, en su carácter de ciudadano o súbdito, éste
que vinculan [bind] u obligan [oblige] a inferiores. Analizaré, es el inferior del juez, puesto que el juez es el ministro de la ley, y
el significado [meaning] de estas expresiones correlativas; y voy está armado con el poder de aplicarla.
intentar despojarlas del cierto misterio que parece haber Aparece, entonces, que el término superioridad (como los térmi-
este simple significado. nos deber y sanción) es implicado por el término orden. Puesto que
Superioridad es a menudo sinónimo de primacía o ex~r:et~mcla• superioridad es el poder de obligar al cumplimiento de un deseo, y

13.- CASANOVAS
194 LA TRADICIÓN ANGLOSAJONA EN EL SIGLO XIX
JOHN AUSTIN 195
que la expresión o comunicación de un deseo, junto con el poder
son estos deberes, son propiamente actos de interpretación por par-
propósito de hacer que se cumpla [enjorcing it], son los ·
te de la autoridad legislativa. O bien, tomando una expresión de los
constituyentes de una orden.
autores de derecho romano, son actos de interpretación auténtica.
«Que las leyes emanan de superiores» es, pues, un~
idéntica. Puesto que el significado que parece comumcar está Pero, no obstante, son frecuentemente denominados leyes; leyes
tenido en su sujeto. declarativas, o disposiciones legislativas declarativas. Éstas deben,
Si yo indico la fuente peculiar de una determinada ley, o si sin embargo, considerarse como una excepción a la proposición «que
las leyes son una especie de las órdenes».
dico la peculiar fuente de leyes de una determinada clase, es
que yo esté diciendo algo que pueda instruir al oyente. Pero Sucede a menudo, por cierto, que las leyes declarativas en nom-
universalmente de las leyes «que proceden de superiores», o bre sean imperativas en efecto (como mostraré en otro lugar más
mar universalmente de las leyes «que los inferiores están ~~ ......,.u.,,~. adecuado): puesto que la interpretación legislativa, como la judicial,
a obedecerles» es la más simple de las tautologías y resulta con frecuencia engañosa, y establece nuevas leyes bajo la
guisa de exponer las antiguas.
Las leyes (impropiamente dichas) que no son órdenes 2. Las leyes para abrogar [repeal] leyes, y para descargar de
deberes existentes, deben ser también exceptuadas de la proposición
Como la mayor parte de los términos predominantes en las cien• «que las leyes son una especie de las órdenes». En la medida en que
cias de la jurisprudencia y de la moral, el término leyes es descargan de deberes impuestos por leyes existentes, no son órdenes,
damente ambiguo. Tomado en la significación más extensa que sino revocaciones de órdenes. Autorizan o permiten a las partes, a
de otorgarse propiamente al término, las leyes son una especie quienes se extiende la abrogación, hacer o dejar de hacer los actos
las órdenes. Pero el término se aplica impropiamente a diversos cuya realización o abstención había sido ordenada. Y, consideradas
jetos que no tienen ningún carácter imperativo: a objetos que en relación a esto, en relación a su propósito inmediato o directo,
son órdenes; y que, por lo tanto, no son leyes propiamente son a menudo denominadas leyes permisivas, o bien, más breve y
Según esto, la proposición «que las leyes son órdenes» debe apropiadamente, permisos [permissions].
tomada con limitaciones. O, mejor, debemos distinguir los De forma remota e indirectamente, en efecto, las leyes permisi-
significados del término leyes; y debemos restringir la proposición vas son siempre o casi siempre imperativas. Puesto que a las partes
aquella clase de objetos que es comprendida por la · descargadas de deberes se les restituyen derechos o libertades: y los
más amplia que puede darse propiamente al término. deberes que responden a estos derechos resultan, por lo tanto, crea-
Ya he indicado, y a partir de ahora describiré de forma dos o revividos.
completa, los objetos impropiamente denominados leyes que no Pero este es un asunto que examinaré con precisión cuando ana-
tán en el ámbito de la teoría del derecho (puesto que son o lice las expresiones «derecho legal» [legal right], «permiso por el
reglas aplicadas por la opinión y estrictamente análogas a las soberano o el Estado» fpermission by the sovereign or state], y <<li-
propiamente dichas, o bien son leyes así denominadas por una bertad civil o política» [civil or politicalliberty].
aplicación metafórica del término). Hay otros objetos, sin 3. Las leyes imperfectas, o las leyes de obligación imperfecta,
impropiamente denominados leyes (al no ser órdenes) que deben ser también exceptuadas de la proposición «que las leyes son
ser incluidos propiamente en el ámbito de la teoría del "'T''"n'"·' una especie de las órdenes».
A éstos, voy a detallarlos ahora: Una ley imperfecta (en el sentido en que el término es usado por
1. Los actos por parte de las legislaturas para explicar der·ecno· los juristas romanos) es una ley que requiere una sanción y que, por lo
positivo difícilmente pueden ser denominados leyes, en la significa- tanto, no es vinculante [binding]. El ejemplo más sencillo y obvio es
ción propia del término. Al no efectuar ningún cambio en los ·
una ley que declare que determinados actos constituyen delito, pero
chos efectivos de los gobernados, y al declarar simplemente lo
que no añada ningún castigo a la comisión de actos de esta clase.
196 LA TRADICIÓN ANGLOSAJONA EN EL SIGLO XIX JOHN AUSTIN 197

Aunque el autor de una ley imperfecta se refiera a un deseo, no píamente dichas) que acabo de enumerar son (pienso) las únicas le-
manifiesta ningún propósito de obligar a la satisfacción del deseo. yes que no son órdenes, y que pueden ser incluidas sin embargo en
Pero donde no hay un propósito de obligar al cumplimiento del el ámbito de la teoría del derecho. Pero aunque éstas, junto con las
deseo, la expresión del deseo no es una orden. En consecuencia denominadas leyes dictadas por la opinión y los objetos metafórica-
una ley imperfecta, como un consejo o una exhortación, no es pro: mente denominados leyes, son las únicas leyes que no son órdenes
píamente una ley dirigida por un superior a los inferiores. en realidad, hay ciertas leyes (propiamente dichas) que pueden pa-
Los juristas romanos citan ejemplos de leyes imperfectas. Pero recer no imperativas. De acuerdo con esto, voy a añadir unas cuan-
aquí en Inglaterra, las leyes expresamente imperativas son siempre tas observaciones sobre leyes de este dudoso carácter.
(según creo) perfectas u obligatorias. Allí donde la legislatura ingle- 1. Puede decirse que hay leyes que sólo crean derechos; y, vis-
sa pretende ordenar, los tribunales ingleses presumen no sin razón to que cada orden impone un deber, las leyes de esta naturaleza no
que la legislatura exige obediencia. Y, si ninguna sanción concreta son imperativas.
fuera añadida a una determinada ley, los tribunales de justicia se Pero, tal como ya he dado a entender y voy a mostrar comple-
encargarían de proveerla, de acuerdo con una máxima general que tamente a partir de ahora, no hay leyes que sólo creen derechos. Es
opera en esta clase de casos. verdad que existen leyes que sólo crean deberes: deberes que no
Las leyes imperfectas de las que ahora estoy hablando son leyes tienen correlato con derechos correlacionados y que, por lo tanto,
que son imperfectas en el sentido de los juristas romanos; es decir pueden ser tildados de absolutos. Pero cada ley, al conferir realmen-
leyes que expresan los deseos de los superiores políticos, pero para' te un derecho, impone expresa o tácitamente un deber relativo, o
las cuales sus autores no han previsto sanción (por descuido o a un deber correlacionado con el derecho. Si especifica la garantía
propósito). Muchos de los escritores sobre moral, y sobre el deno- que otorga en el caso de que el derecho sea infringido, impone ex-
minado derecho natural, han aíladido un significado diferente al presamente el deber relativo. Si la garantía que se otorga no está
término imperfecto. Hablando de obligaciones imperfectas, entien- especificada, se refiere tácitamente a una ley preexistente, y cubre el
den por lo común deberes que no son legales: los deberes impues- derecho que pretende crear con una garantía provista por esta ley.
tos por los mandamientos de Dios, o los deberes impuestos por la Toda ley, al conferir realmente un derecho, es, por lo tanto, impe-
moralidad positiva, a diferencia de los deberes impuestos ·por el de~ rativa: imperativa tanto en el caso de que su único propósito sea la
recho positivo. Una obligación imperfecta, en el sentido de los ju- creación de un deber, como en el caso de que el deber relativo que
ristas romanos, es exactamente equivalente a ninguna obligación en impone inevitablemente sea sólo absoluto.
absoluto. Puesto que el término imperfecta denota simplemente que Los significados del término derecho son diversos y sorprenden-
el derecho quiere la sanción apropiada a esta clase de leyes. Una obli- tes; tomados en su propio sentido comprenden ideas que son nume-
gación imperfecta, en el otro sentido de la expresión, es una obliga- rosas y complicadas; y la búsqueda y análisis intensivo que por lo
ción moral o religiosa. El término imperfecta no denota que la ley tanto requiere el término ocuparía más espacio del que podría con-
que impone el deber quiere la sanción apropiada. Denota que la ley que cedérsele en la presente lección. No es necesario, sin embargo, que
impone el deber no es una ley establecida por un superior político: el análisis sea realizado aquí. Me propongo, en mis primeras leccio-
que quiere esta sanción perfecta, o más segura o convincente, comu- nes, determinar el ámbito de la teoría del derecho [the province of
nicada por el soberano o el Estado. jurisprudence], o distinguir las leyes establecidas por superiores po-
líticos de las diversas leyes, propias e impropias, con las cuales son
Las leyes (propiamente dichas) que pueden parecer no imperativas frecuentemente confundidas. Y esto puedo realizarlo de forma sufi-
cientemente precisa sin necesidad de una gran investigación sobre el
Creo haber examinado ahora todas las clases de objetos a los significado del término derecho [right].
que el término leyes es impropiamente aplicado. Las leyes (impro- 2. Según una opinión a la que debo referirme incidentalmente
198 LA TRADICIÓN ANGLOSAJONA EN EL SIGLO XIX JOHN AUSTIN 199

aquí, aunque el tema con el que se relaciona vaya a ser tratado das sobre ella son aplicadas por el poder del Estado. Pero antes de
directamente de aquí en adelante, debe esperarse que las leyes con- que sea adoptada por los tribunales e investida con la sanción jurí-
suetudinarias [customary laws] se incluyan en la proposición «que dica, es una mera regla de moralidad positiva: una regla general-
las leyes son una especie de las órdenes». mente observada por los ciudadanos o súbditos, pero que deriva la
Muchos admiradores de las leyes consuetudinarias (y, especial- única fuerza que puede decirse que posee de la desaprobación gene-
mente, muchos de sus admiradores alemanes), piensan que éstas obli- ral que recae sobre los que la transgreden.
gan jurídicamente (con independencia del soberano o del Estado), Ahora bien, cuando los jueces transmutan una costumbre en
porque los ciudadanos o súbditos las han observado o mantenido. regla jurídica (o hacen una regla jurídica no sugerida por una cos-
De acuerdo con esta opinión, son derecho positivo (o derecho, es- tumbre), la regla jurídica que ellos establecen lo es por la legislatura
trictamente dicho), puesto que son aplicadas por los tribunales de soberana. Un subordinado o sujeto-juez es un mero ministro. La
justicia, pero, no obstante, existen como derecho positivo por la porción del poder soberano que está a su disposición es meramente
espontánea adopción por parte de los gobernados, y no por la im- delegada. Las reglas que él hace derivan su fuerza jurídica [legal
posición o establecimiento por parte de los superiores políticos. Con- force] de la autoridad otorgada por el Estado: una autoridad que el
secuentemente, las leyes consuetudinarias, consideradas como dere- Estado puede conferir expresamente, pero que es comúnmente im-
cho positivo, no son órdenes. Y, en consecuencia, las leyes consue- partida por vía de aquiescencia. Puesto que, desde el momento en
tudinarias, consideradas como derecho positivo, no son leyes o re- que el Estado puede revocar las reglas que él hace, aunque le permi-
glas propiamente dichas. ta aplicarlas mediante el poder de la comunidad política, su volun-
No resulta infrecuente que una opinión menos misteriosa, pero tad soberana de «que sus reglas van a valer como derecho» es cla-
relacionada en alguna medida con ésta, sea mantenida por el grupo ramente mostrada [evinced] por su conducta, aunque no lo sea por
adverso: el grupo que se opone firmemente al derecho· consuetudi- su declaración expresa.
nario y a todo derecho realizado judicialmente o por vía de la legis- Los admiradores del derecho consuetudinario gustan de ataviar
lación judicial. De acuerdo con esta última opinión, todo derecho a su ídolo con atributos misteriosos e imponentes. Pero para aque-
hecho por los jueces Uudge-made law], o todo derecho hecho por llos que puedan ver la diferencia entre el derecho positivo y la mo-
los jueces como sujetos, es puramente-la creación de los jueces que ralidad, no hay nada de misterioso en esto. Consideradas como re-
lo establecen de forma inmediata. Imputarlo a la legislatura sobera- glas de moralidad positiva, las leyes consuetudinarias proceden del
na, o suponer que expresa la voluntad de la legislatura soberana, es consentimiento de los gobernados, y no de su promulgación {posi-
una de las ficciones más locas o viles con las que los abogados de tion] o establecimiento por parte de los superiores políticos. Pero
todas las épocas y naciones han sorprendido y oscurecido las verda- consideradas como reglas morales convertidas en leyes positivas, las
des más simples y claras. reglas consuetudinarias son establecidas por el Estado: establecidas
Pienso que parecerá, tras un momento de reflexión, que ambas directamente por el Estado cuando las costumbres se encuentran
opiniones carecen de fundamento: que la ley consuetudinaria sea promulgadas en sus disposiciones legislativas, establecidas oblicua-
imperativa en la propia significación del término; y que todo de- mente por el Estado cuando las costumbres son adoptadas por sus
recho judicialmente realizado sea la creación del soberano o del tribunales.
Estado. La opinión del grupo que abomina de las leyes judicialmente
Originariamente, una costumbre es una regla de conducta que realizadas procede de su inadecuada concepción de la naturaleza de
los gobernados observan espontáneamente, o sin perseguir el cum- las órdenes.
plimiento de una ley dictada por un superior político. La costumbre Como otras significaciones de deseos, una orden es expresa o tá-
se transmuta en derecho positivo cuando es adoptada como tal por cita. Si el deseo es significado mediante palabras (orales o escritas), la
los tribunales de justicia, y cuando las decisiones judiciales forma- orden es expresa. Si el deseo es significado mediante conducta (o me-
200 LA TRADICIÓN ANGLOSAJONA EN EL SIGLO XIX JOHN AUSTIN 201

diante cualesquiera signos de deseo que no sean palabras), la orden es


tácita. NoTA
Ahora bien, cuando las costumbres se convierten en reglas jurí-
dicas por la decisión de sujetos-jueces, las reglas jurídicas que emer- l. Allí donde un privílegium solamente impone un deber, obliga exclusivamen-
gen de las costumbres son órdenes tácitas de la legislatura sobe- te a una determinada persona o personas. Pero allí donde un privílegium confiere un
rana. El Estado, que es capaz de abolir, permite a sus ministros derecho, Y el derecho conferido vale contra todo el mundo, la ley es privílegium
considerada desde un aspecto determinado, pero es también una ley general conside-
aplicarlas; y esto, por lo tanto, significa su complacencia [pleasure] rada desde otro aspecto. Respecto al derecho conferido, la ley solamente contempla
en cuanto que presta su aquiescencia voluntaria de «que sirvan como una determinada persona, y, así pues, es privílegium. Respecto al deber impuesto, y
una ley para los gobernados». correspondiente al derecho conferido, la ley contempla en general a los miembros de
Mi propósito actual es meramente este: probar que el derecho la comunidad entera.
Explicaré esto particularmente más adelante, en otro punto de mi curso, cuando
positivo llamado consuetudinario (y todo el derecho positivo que se considere la naturaleza peculiar de los denominados privilegia, o de las denominadas
hace por vía judicial) es establecido por el Estado directa u oblicua- leyes privadas [private laws].
mente, y, por consiguiente, es imperativo. No discuto en absoluto
que el derecho que se hace judicialmente (o por la vía de la legisla- .
ción impropia) y el derecho que se hace mediante disposición legis-
lativa (o del modo legislativo apropiado) se distinguen por diferen-
cias de peso. Me propongo investigar en las próximas lecciones cuá-
les son estas diferencias; y por qué los jueces como sujetos [sub- .
ject judges], que son propiamente ministros de la ley, han compar-
tido comúnmente con el soberano la tarea de hacerla.

Las leyes que no son órdenes, enumeradas

Presupongo, pues, que las únicas leyes que no son imperativas,


y que pertenecen al contenido sustancial de la teoría del derecho,
son las siguientes: 1) Leyes declarativas, o leyes que explican el sen-
tido [import] del derecho positivo existente. 2) Leyes de abroga-
ción o derogación del derecho positivo existente. 3) Leyes imperfec-
tas, o leyes de obligación imperfecta (en el sentido en que la expre-
sión es usada por los juristas romanos).
Pero el espacio que ocupan en la ciencia estas leyes impropias es
comparativamente pequeño e insignificante. De acuerdo con esto,
aunque voy a tenerlas en cuenta tan pronto como me refiera direc-
tamente a ellas, no voy a prestarles atención en las demás ocasiones.
O (cambiando la expresión) voy a limitar el término derecho a las
leyes que sean imperativas, a menos que lo extienda de forma expre-
sa a las leyes que no lo sean.
202 LA TRADICIÓN ANGLOSAJONA EN EL SIGLO XIX JOHN AUSTIN 203

corno teoría, su umco fin es el conocimiento de su objeto. Ella


HANS KELSEN* ntesta qué es el derecho, no qué es lo que él debería ser. Esto úl-
~i':no pertenece a la política, mientras que la teoría pura del derecho
LA TEORÍA PURA DEL DERECHO es ciencia.
Y LA JURISPRUDENCIA ANALÍTICA Se la llama «pura» porque busca excluir del conocimiento del
derecho positivo todos aquellos elementos que le son extraños por
aquí 0 por allá. Los límites de este objeto y su conocimiento, deben
l. LA TEORÍA DEL DERECHO Y LA FILOSOFÍA DE LA JUSTICIA quedar claramente fijados en dos sentidos: la ciencia particular del
derecho, la disciplina comúnmente llamada jurisprudencia, debe ser
La teoría pura del derecho es una teoría del derecho positivo; es distinguida de la filosofía de la justicia,. por una parte, y de la so-
teoría general del derecho, no una exposición o interpretación de ciología, o conocimiento de la realidad social, por la otra.
un orden jurídico particular. De la comparación de todos los fenóme- Es difícil liberar el concepto del derecho de la idea de justicia,
nos que llamarnos derecho busca descubrir la naturaleza del derecho porque ambos están constantemente confundidos, tanto en el pen-
mismo, determinar su estructura y sus formas típicas, independien- samiento político corno en el hablar corriente, y también porque
temente del contenido variable que presenta en las diferentes épo- esta confusión coincide con la tendencia que permite al derecho po-
cas y en los distintos pueblos. Así obtiene los principios fundamen- sitivo aparecer como justo. Corno consecuencia de esta propensión
tales con los que podernos comprender cualquier orden jurídico. todo intento de considerar el derecho y la justicia corno dos proble-
Hans Kelsen, «The Pure Theory of Law and Analytical Jurisprudence», Harvard
mas diferentes, se hace sospechoso de que lo que se intenta es elimi-
Law Review, vol. LV, n. 0 1 (noviembre de 1941). Reeditado en What is Justice? nar el requisito de que el derecho positivo debe ser justo. Pero la
Justice, Law and Politics in the Mirror oj Science, University of California Press, teoría pura del derecho, simplemente, se declara incompetente para
Berkeley, 1971, pp. 110-136. Traducción castellana de Eduardo A. Coghlan, «La dar una respuesta sea al problema de si un derecho dado es justo o
teoría pura del derecho y la jurisprudencia analítica», en La idea del derecho natural no, o a ese otro más fundamental de qué es aquello que constituye
y otros ensayos, Losada, Buenos Aires, 1946, pp. 207-238.
* Hans Kelsen [1881-1973] es, seguramente, el teórico del derecho más impor- la justicia. La teoría pura del derecho -que es una ciencia- no
tante del siglo xx. Nacido en Praga, pronto se trasladará con su familia a la dudad puede resolver estos problemas porque científicamente no pueden
de Viena, la capital del Imperio centroeuropeo. En esta ciudad, se desarrolló el pri- ser resueltos de ninguna manera.
mer e importante periodo de su actividad académica. Después de la primera guerra Decir que un orden social es justo significa decir que regula la
mundial, es uno de los redactores de la constitución del nuevo Estado austríaco y
conducta de los hombres de un modo para todos satisfactorio, esto
miembro del Tribunal Constitucional, institución casi completamente diseñada por
él, hasta 1929. De allí se traslada como profesor a la Universidad de Colonia, la que es, de manera que todos puedan hallar su felicidad en él. El anhelo
debe abandonar el año 1933, pues la llegada de Hitler al poder hace imposible la de justicia es el eterno anhelo humano por la felicidad, la felicidad
presencia de Kelsen, de familia judía, en la universidad alemana. Después de varios que el hombre aislado no puede hallar y que por eso busca en la
años en Suiza, abandona Europa (como tantos otros judíos, tratando de huir de la sociedad. La justicia es la felicidad social.
barbarie nazi) y se instala en Estados Unidos, donde, después de un tiempo, consi-
gue una plaza de profesor en la Universidad de California (Berkeley), que ocupa
Resulta evidente que no pueda haber un orden «justo» mientras
hasta su tardía jubilación. el concepto de felicidad sea entendido en su sentido original restrin-
Su gran aportación a la teoría jurídica está representada por su «teoría pura del gido, de felicidad individual, cualquiera que sea el modo corno la
derecho», una magna obra intelectual, producto de una vida de dedicación académi- conciba el individuo. Porque entonces se hace inevitable que la feli-
ca e investigadora, cuyos hitos más importantes son: Allgemeine Staatslehre (1925), cidad de uno pueda, en algún momento, ser incompatible con la de
Reine Rechtslehre (1934), General Theory oj Law and State (1945), la edición fran-
cesa de la teoría pura Théorie Pure du Droit (1953), la segunda y última edición otro. Ni tampoco existe la posibilidad de un orden «justo» aun bajo
alemana de Reine Rechtslehre (1960) y su obra póstuma -fruto del trabajo de una el supuesto de que éste trate de proporcionar, no la felicidad indi-
persona octogenaria- Allgemeine Theorie der Normen (1979). (N. de los eds.) vidual de cada uno, sino la mayor felicidad posible del mayor nú-
204 LA TRADICIÓN ANGLOSAJONA EN EL SIGLO XIX JOHN AUSTIN 205

mero posible de personas. La felicidad que un orden social alismo y el socialismo, por ejemplo, en gran parte no es realmente
asegurar, sólo puede ser felicidad en el sentido colectivo, es r a disputa sobre el último fin de la sociedad, sino más bien sobre
la satisfacción de ciertas necesidades, reconocidas por la --··v..u.an ll:mejor medio de alcanzar un objetivo acerca del cual los hombres
social como necesidades dignas de ser satisfechas, como son las e tán totalmente de acuerdo, y esta controversia no puede, sin em-
tener alimentos, vestidos y viviendas. Pero ¿cuáles son las .. _,,,,"'"" ~~rgo, ser científicamente determinada. Y la razón se entorpece a sí
des humanas dignas de ser satisfechas, y cuál es su jerarquía? ¡nisma hasta el extremo de que busca justificar la emoción por re-
decisión de estas cuestiones es un juicio de valor determinado ferencia a los últimos fines, pues la determinación de los últimos
factores emocionales y, por lo tanto, de carácter subjetivo, fines es un verdadero juicio de valor, y como tal, totalmente emo-
solamente para el sujeto que juzga y, por lo tanto, relativo, cional. Si la afirmación de tales fines últimos aparece en forma de
lo es todo verdadero juicio de valor. La respuesta de un "'"'Hli:lnc postulados o de normas de justicia, éstos siempre descansan sobre
creyente, que considera el bien de su alma en la yida futura jllicios de valor puramente subjetivos y, por lo tanto, relativos. No
importante que los bienes terrenales, diferirá de la de un haY necesidad de decir que hay muchísimos juicios subjetivos de
ta que no cree en la vida ultraterrena; y habrá una diferencia valor, muy diferentes entre sí y mutuamente irreconciliables. No doy
loga entre la decisión del que considera la libertad personal como a entender con esto que cada individuo tenga su propio sistema de
mayor bien, y la de aquel para quien la igualdad entre todos valores. De hecho, la mayoría de los individuos concuerdan en sus
hombres tiene más valor que la libertad. juicios de valor, porque un sistema positivo de valores no es una crea-
Los problemas sobre si los bienes espirituales o materiales, o ción arbitraria del individuo aislado, sino que siempre es el resultado
la libertad o la igualdad representan los más altos valores, no de la mutua influencia que ejercen los individuos, unos sobre otros,
den ser contestados racionalmente. Sin embargo, los juicios dentro de un grupo social dado, sea éste familia, tribu, clase, casta
vos de valor, y por lo tanto relativos, que los resuelven, son 0 profesión. Todo sistema de valores, especialmente un sistema de
tados comúnmente como proposiciones de valor objetivo y moral y su idea central de justicia, es un fenómeno social, y, por lo
to. Es una peculiaridad del ser humano que tenga una 1 11
nrr\Tl1 ' tanto, se diferencia según la naturaleza de la sociedad en la que sur-
necesidad de justificar su conducta, la expresión de sus emlOClon.es ge. El hecho de que haya algunos valores generalmente aceptados en
sus deseos y sus ansias, por oficio de su intelecto. Esto parece una determinada sociedad no puede tener efecto sobre su carácter sub-
ble, al menos en principio, en la medida en que los deseos y .... jetivo y relativo, así como la otrora común creencia de que el Sol
ansias se enlazan a medios con los cuales se ha de lograr este .· ·. giraba alrededor de la Tierra no es, o no fue, prueba de la verdad de
aquel fin; pues la relación de medio a fin es una relación de esa idea. El criterio de justicia, como el criterio de verdad, no depen-
y efecto, y esto puede determinarse en base a la experiencia, de de la frecuencia de determinados juicios de valor o de juicios sobre
es, racionalmente. A decir verdad, aun esto es a menudo ... · LUJ•u,.v.... la realidad.
dado el presente estado de la ciencia social, porque en muchos Hay muchas y muy diferentes ideas de justicia, demasiadas para
sos no tenemos la experiencia adecuada que nos habilite a que uno pueda hablar simplemente de «justicia». Sin embargo, uno
nar en qué forma pueden ser mejor alcanzados los fines ,v,,uu...~.; se siente inclinado a sostener la propia idea de justicia, como la
De aquí resulta que este problema de los medios apropiados se única correcta. La necesidad de una justificación racional de nues-
termina más frecuentemente por juicios subjetivos de valor que tros actos emocionales es tan grande que buscamos satisfacerla aun
una captación en la conexión entre los medios y fines, entre a riesgo de engañarnos a nosotros mismos. Y la justificación racional
y efecto; y de aquí resulta, al menos por el momento, que el pro de un postulado basado en un juicio subjetivo de valor, en un deseo,
ma de la justicia, aun así reducido sólo a una cuestión sobre como por ejemplo, de que todos los hombres sean libres, o de que
medios apropiados para un fin generalmente reconocido, no todos los hombres sean tratados igualmente, es un autoengaño, o
pre puede ser racionalmente resuelto. La controversia entre el libe· -lo que en gran medida equivale a lo mismo- una ideología. Son
206 LA TRADICIÓN ANGLOSAJONA EN EL SIGLO XIX JOHN AUSTIN 207

ideologías típicas de esta clase las afirmaciones de que alguna dualismo metafísico de la realidad y la idea platónica. Este dualis-
cie de fin último, y por lo tanto alguna especie de definida mo tiene un carácter optimista o pesimista según se tenga por cierto
ción de la conducta humana, proviene de la «naturaleza», es que hay acuerdo o contradicción entre el mundo empírico de la rea-
de la naturaleza de las cosas o de los hombres, de la razón --~•uan!l . lidad y el mundo trascendente de las ideas. El propósito de esta
o de la voluntad de Dios. En tal presunción descansa la esencia metafísica no es -como es el de la ciencia- explicar racionalmente
la doctrina del llamado derecho natural. Esta doctrina afirma que la realidad, sino más bien aceptarla o rechazarla emocionalmente.
hay un ordenamiento de las relaciones humanas diferente del derecho y uno queda completamente libre de aceptar sea una u otra de estas
positivo, superior a él, absolutamente válido y justo porque relaciones entre la realidad y las ideas, desde que el conocimiento
de la naturaleza, de la razón humana, o de la voluntad de objetivo de las ideas no es posible en vista del trascendentalismo
Pero ninguna de las numerosas teorías del derecho natural ha que su misma definición envuelve. Si el hombre tuviera completa
seguido, hasta ahora, definir el contenido de este justo orden captación del mundo de las ideas, entonces él, y por lo tanto su
una forma siquiera próxima a la objetividad y exactitud con que propio mundo empírico, sería enteramente bueno, y de ninguna ma-
ciencia natural puede determinar el contenido de las leyes físicas nera habría un mundo empíricamente real diferenciado de un mun-
la naturaleza, o la jurisprudencia, el contenido de cualquier do ideal trascendente. Ante la existencia de un justo ordenamiento
jurídico positivo dado. Lo que ha sido hasta ahora considerado de la sociedad, comprensible por la naturaleza, por la razón, o por
derecho natural, o lo que es lo mismo, como la justicia, son en su la voluntad divina, la actividad de los legisladores humanos resulta-
mayor parte fórmulas vacías como suum cuique, o tautologías sin' ría un insensato esfuerzo de iluminación artificial en plena luz del
sentido, como el imperativo categórico, que permiten que cualquier día. Si fuera posible contestar al asunto de la justicia de la misma
orden jurídico positivo aparezca como justo. Cuando las normas manera que respondemos a los problemas técnicos de la ciencia na-
establecidas tienen un contenido definido, aparecen como principios tural o de la medicina, se pensaría tan poco en regular las relacio-
más o menos generalizados de un derecho positivo particular que, nes entre los hombres por una medida autoritaria de coerción, como
sin razón suficiente, son presentados como derecho natural o justo. se piensa hoy día en prescribir compulsivamente por las leyes posi-
Sucede, aunque menos frecuentemente, que los principios presenta- tivas cómo debe ser construida una máquina de vapor o cómo debe
dos como «naturales» o «justoS» sean contrarios a· un derecho po- ser curada una determinada enfermedad.
sitivo definido. En cualquiera de los dos casos su validez reposa La justicia es un ideal irracional. La afirmación corriente que
sobre juicios de valor que no tienen objetividad; un análisis crítico hay en verdad una cosa llamada justicia, pero que no puede ser
siempre muestra que solamente son la expresión de ciertos intereses claramente definida, es en sí misma una contradicción. Por indis-
de grupo o de clase. De acuerdo con ello, la doctrina del derecho pensable que sea para la volición y la acción de los hombres, no es
natural es en su carácter ora conservadora, ora reformadora o re- objeto de conocimiento. Visto desde el punto de vista del conoci-
volucionaria. Ella, o justifica el derecho positivo proclamando su miento racional, hay sólo intereses, y por lo tanto conflictos de in-
concordancia con el orden natural, razonable o divino, una concor- tereses. Ellos pueden ser solucionados, sea por un orden que satis-
dancia afirmada pero no probada; o pone en tela de juicio la vali- faga un interés a expensas de otro, sea por uno que busque de esta-
dez del derecho positivo pregonando que está en contradicción con blecer una transacción entre ambos. El que uno solamente de estos
uno de los presupuestos absolutos. La doctrina revolucionaria del dos órdenes sea «justo» no se puede establecer por el conocimiento
derecho natural, como la conservadora, no se interesa por el cono- racional. Tal conocimiento sólo puede captar un orden positivo com-
cimiento del derecho positivo, por la realidad jurídica, sino por su probado por actos objetivamente determinables. Este orden es el
defensa o su ataque. derecho positivo. Sólo éste puede ser un objeto de ciencia; sólo éste
En este sentido, el dualismo entre los derechos positivo y natural, es el objeto de la teoría pura del derecho, que es una ciencia y no
tan característico de la doctrina del derecho natural, se parece al metafísica. Esta ciencia busca el derecho real y posible, no el justo,
208 LA TRADICIÓN ANGLOSAJONA EN EL SIGLO XIX JOHN AUSTIN 209

y en este sentido es radicalmente realista y empírica. Renuncia a Las normas jurídicas pueden ser de carácter general o individual.
justificar o a condenar. pueden regular por anticipado, en una forma abstracta, un indeter-
Sin embargo, puede hacer una afirmación sobre la base de la minado número de casos, como lo hace aquella norma que si algu-
experiencia; sólo un orden jurídico que no satisfaga los intereses de no roba debe ser castigado por un tribunal, o pueden referirse a un
uno a expensas de otro, sino que produzca una transacción tal entre caso particular, como lo hace la sentencia que decreta que A debe
los intereses opuestos como para minimizar las posibles fricciones sufrir prisión por seis meses porque robó un caballo a B. La juris-
tiene probabilidades de una existencia relativamente duradera. Sólo' prudencia ve al derecho como un sistema de normas generales e
tal orden estará en condiciones de asegurar la paz social a sus ciu. individuales. Los hechos son considerados en esta jurisprudencia so-
dadanos sobre una base relativamente permanente. Y aunque el ideal tarnente en tanto que ellos son el contenido de las normas jurídicas.
de justicia en su sentido original, tal como se ha desarrollado aquí, ·· por ejemplo: la jurisprudencia toma conocimiento del procedimien-
es algo diferente del ideal de paz, existe una definida tendencia a. to por medio del cual se crean las normas de derecho, pues este
identificar los dos ideales, o al menos a sustituir el ideal de paz por procedimiento está prescrito por las normas de la Constitución; del
el de justicia. acto ilícito, porque él está definido por una norma como la condi-
Este cambio de significado del concepto de justicia corre para- ción de la sanción; de la sanción, porque está ordenada por una
lelo con la tendencia de sacar al problema de la justicia del inseguro norma jurídica como consecuencia de un acto ilícito. Solamente las
dominio de los juicios subjetivos de valor, y establecerlo sobre la base normas, disposiciones que establecen cómo deben comportarse los
firme de un orden social dado. «Justicia» significa, en este sentido, individuos, son objeto de la jurisprudencia, nunca la conducta real
juridicidad. La aplicación de una norma general es «justa» si se apli. de los individuos.
ca en todos los casos en que, de acuerdo a su contenido, la norma Si decimos que una norma «existe» entendemos significar que
debería ser aplicada. Es «injusta» aplicarla en un caso y no en otro una norma es válida. Las normas son válidas para aquellos cuya
similar. Y esto parece «injusto» sin consideración del valor de la nor- conducta regulan. Decir que una norma es válida para un individuo
ma general misma, la aplicación de la cual está a examen. La justicia significa que ese individuo debe comportarse como la norma lo pres-
en este sentido, es una cualidad que se relaciona no con el contenido cribe; no significa que el individuo necesariamente se comporte de
de un orden positivo, sino con su aplicación. «Justicia» significa el tal manera que su conducta real corresponda a la norma. Esta últi-
mantenimiento de un orden positivo por su aplicación consciente. Es . ma relación se expresa diciendo que la norma es eficaz. Validez y
«justicia de derecho». Este es el único sentido con el cual el concepto eficacia son dos cualidades completamente distintas; y sin embargo,
de justicia puede tener cabida en una ciencia del derecho. hay una cierta conexión entre ellas. La jurisprudencia considera a
una norma jurídica como válida solamente si pertenece a un orden
jurídico que sea eficaz en general; esto es, si los individuos cuya
JI. JURISPRUDENCIA NORMATIVA Y SOCIOLÓGICA conducta es regulada por el orden jurídico se comportan en lo prin-
cipal como deberían de acuerdo a lo prescrito en el orden jurídico.
El derecho positivo, objeto de la teoría pura del derecho, es un Si un orden jurídico pierde su eficacia por cualquier causa, enton-
orden que regula la conducta humana de una manera específica. La ces la jurisprudencia ya no considera más sus normas como válidas.
regulación se cumple mediante disposiciones que establecen cómo Aun así, la distinción entre validez y eficacia es una distinción ne-
deben comportarse los hombres. Tales disposiciones se llaman nor- cesaria, pues es posible que en un orden jurídico que sea eficaz en
mas, y surgen por medio de la costumbre, como las normas del conjunto, y por lo tanto considerado válido, una norma jurídica
derecho consuetudinario, o son promulgadas por los actos conscien- aislada pudiera ser válida pero no eficaz en un caso concreto, porque,
tes de ciertos órganos destinados a crear derecho, como es el caso de hecho, no ha sido obedecida o aplicada aunque debiera de haber-
de las legislaturas cuando actúan en su capacidad legislativa. lo sido. La jurisprudencia considera al derecho como un sistema de
14. - CASAN OVAS
210 LA TRADICIÓN ANGLOSAJONA EN EL SIGLO XIX JOHN AUSTIN 211

normas válidas. No puede prescindir del concepto de validez en tan-· Esta clase de jurisprudencia ha de ser claramente distinguida de
to diferente del de eficacia, si desea presentar el sentido específico esa otra que pueda ser llamada sociológica. 2 Esta última pretende
del «deber ser» con que las normas del derecho se aplican a lo describir los fenómenos del derecho no en proposiciones que enun-
individuos cuya conducta regulan. Es este «deber sen> el que est: cien cómo los hombres deben comportarse bajo estas circunstancias,
expresado en el concepto de validez como distinto de la eficacia. sino en proposiciones que digan cómo se comportan en realidad;
Si la jurisprudencia ha de presentar el derecho como un sistem~ igual que la física describe cómo se comportan ciertos objetos natu-
de normas válidas, las proposiciones con que describa su objeto rales. Así, el objeto de la jurisprudencia sociológica no son las nor-
han de ser proposiciones de «deber ser», aserciones en las que se mas jurídicas en su específico sentido de «afirmaciones de deber
exprese un «deber», no un «ser». Pero las proposiciones de la juris- ser», sino la conducta jurídica (o antijurídica) de los hombres. Se
prudencia no son por sí mismas normas. Ellas no establecen ni de· supone que es posible obtener, por la observación de los hechos
beres ni derechos. Las normas por medio de las cuales los indivi- sociales reales, un sistema de reglas por medio del cual esta conduc-
duos son obligados o facultados emanan sólo de la autoridad crea- ta, caracterizada como «derecho», puede ser descrita. Se supone
dora de derecho. El jurista, en tanto que expositor teórico del dere- que estas reglas son de la misma clase que las leyes de la naturaleza
cho, presenta estas normas en proposiciones que tienen un y, por lo tanto, que, como ellas, proporcionan los medios para pre-
puramente descriptivo, enunciaciones que sólo describen el «deben> decir los sucesos futuros dentro de la comunidad jurídica, conducta
de la norma jurídica. Es de la mayor importancia distinguir clara- futura que será caracterizada como derecho.
mente entre las normas jurídicas, que constituyen el objeto de la La teoría pura del derecho en manera alguna niega la validez de
jurisprudencia, y las enunciaciones de la jurisprudencia al describir esta jurisprudencia sociológica, pero rehúsa ver en ella la única cien-
ese objeto. cía del derecho, como lo hacen muchos de sus expositores. La juris-
La regla de derecho, usando el término en un sentido descripti- prudencia sociológica se mantiene paralela a la jurisprudencia nor-
vo, es, como la ley natural, un juicio hipotético que atribuye una mativa, y ninguna puede reemplazar a la otra porque cada una tra-
consecuencia determinada a una condición determinada. Pero entre ta con problemas completamente diversos. Es sobre este punto, jus-
la ley de la naturaleza y la regla de derecho, sólo existe una analo- tamente, que la teoría pura del derecho insiste, para distinguirlas
gía. La diferencia ·está en el sentido con que la condición y la con· claramente a una de otra, con el fin de evitar ese sincretismo de
secuencia están relacionadas. La ley de la naturaleza afirma que método que es causa de numerosos errores. Lo que a toda costa ha
cuando un hecho (la causa) tiene lugar, se sigue otro hecho (el efec- de evitarse es la confusión -tan frecuente como engañosa- del
to). La regla de derecho, usando el término en un sentido descripti- conocimiento dirigido hacia un «deber ser» jurídico, con el conoci-
vo, dice que si un individuo se comporta de una cierta manera, otro miento dirigido hacia un «es» real.
individuo debe conducirse en una determinada forma. La diferencia La jurisprudencia normativa versa sobre la validez del derecho;
entre la ciencia natural y la jurisprudencia no está en la estructura la jurisprudencia sociológica sobre su eficacia; pero, así como la
lógica de las proposiciones que describen el objeto, sino más bien validez y la eficacia son dos aspectos diferentes del derecho que han
en el objeto mismo y, por lo tanto, en el significado de la descrip- de mantenerse claramente separados, aunque ambos se mantengan
ción. La ciencia natural describe su objeto -la naturaleza.... en pro- en una definida relación mutua, así también existe entre la jurispru-
posiciones de «ser», 1 la jurisprudencia describe su objeto -el dencia normativa y la sociología, a pesar de la diferencia en la di-
derecho- en proposiciones de «deber sen>. Teniendo en cuenta el rección de sus conocimientos, una considerable relación. La socio-
sentido específico de las proposiciones con que la jurisprudencia des- logía del derecho no puede trazar una línea entre su objeto -el
cribe su objeto, puede ser llamada una teoría normativa del dere- derecho- y los otros fenómenos sociales; no puede definir su espe-
cho. Esto es lo que se quiere significar por visión específicamente cial objeto como distinto del objeto de la sociología general -la
«jurídica» del derecho. sociedad- sin que al hacer esto presuponga el concepto del derecho
212 LA TRADICIÓN ANGLOSAJONA EN EL SIGLO XIX JOHN AUSTIN 213

como definido por la jurisprudencia normativa. La cuestión de cas eficaces o sólo lo están en muy pequeña extensión, no pueden
conducta humana, como derecho, puede constituir el objeto de ser predichas con algún grado de probabilidad. La predecibilidad
sociología; de cómo la conducta real de los hombres al ser caracte.- del funcionamiento jurídico por la jurisprudencia sociológica es di-
rizada como derecho se distingue de otra conducta, pro rectamente proporcional a la extensión en que ese funcionamiento
puede ser contestada sólo como sigue: «derecho» en el sentido ha sido descrito por la jurisprudencia normativa.
ciológico es la conducta real que está estipulada en una norma j Es dudoso si la predicción de los sucesos futuros es o no una
dica -en el sentido de la jurisprudencia normativa- como tarea esencial de la ciencia natural y, en consecuencia, por analogía,
ción o consecuencia. El sociólogo no ve esta conducta -como si lo es de la sociología. De cualquier modo, la sociología del derecho
hace el jurista- como el contenido de una norma, sino como tiene otros problemas más prometedores. No sólo tiene que describir,
fenómeno existente en la realidad natural, esto es, en un nexo y si es posible, predecir la conducta real de los individuos que crean,
sal. El sociólogo busca sus causas y sus efectos. La norma a~lican y obedecen la ley; también ha de explicarla causalmente. Con
como expresión de un «deber ser» no es para él, como es para el fin de cumplir esta tarea, ha de investigar las ideologías que influen-
jurista, el objeto de su conocimiento; para el sociólogo es un cian a los hombres en sus actividades creadoras y de aplicación del
cipio de selección. La función de la norma jurídica para la -~~..v ..
J· derecho. Entre estas ideologías, la idea de justicia tiene un papel de-
gía del derecho es la de indicar su propio objeto particular, y cisivo. El análisis ideológico-crítico de esta idea es una de las tareas
rarlo del conjunto de los hechos sociales. En esta medida, la más importantes y promisorias de la sociología del derecho.
prudencia sociológica presupone la jurisprudencia normativa. Es
complemento de la jurisprudencia normativa.
En la medida en que la sociología del derecho trata de III. EL CONCEPTO DE NORMA
y, en tanto en cuanto ello es posible, de predecir la actividad de'
los órganos creadores y aplicadores del derecho, especialmente Desde que la teoría pura del derecho se limita al conocimiento
de los tribunales de justicia -tarea que los jueces estadounidenses del derecho positivo, y excluye de este conocimiento tanto la filoso-
colocan en primer término-, sus resultados no pueden ser muy di- fía de la justicia como la sociología del derecho, su orientación es,
ferentes de los de la 'jurisprudencia normativa. Ciertamente, el sig- en mucho, igual a la de la llamada jurisprudencia analítica, que tiene
nificado de las proposiciones de la jurisprudencia sociológica, es, su clásica exposición angloamericana en la obra de John Austin. Am-
como lo hemos visto, completamente diferente del de las proposi- bas tratan de alcanzar sus resultados exclusivamente por el análisis
ciones de la jurisprudencia normativa. Esta última determina cómo. del derecho positivo. Aunque la teoría pura del derecho surgió inde-
los tribunales deben decidir de acuerdo con las normas de derecho pendientemente de las famosas «Lectures on General J urisprudence»
en vigencia; la primera cómo deciden y cómo, presuntivamente, de- de Austin, 3 concuerda en puntos importantes con su doctrina. Se pue-
cidirán. Pero desde el momento que la jurisprudencia normativa de decir que donde ellas difieren, la teoría pura del derecho ha de-
considera a las normas jurídicas como válidas sólo si pertenecen a sarrollado el método de la jurisprudencia analítica más firmemente de
un orden jurídico que sea generalmente eficaz, esto es, realmente lo que lograron hacerlo Austin y sus continuadores.
obedecido y aplicado, no puede existir una gran diferencia entre la Esto es verdad especialmente con relación al concepto central de
conducta real y la jurídica de los órganos de aplicación del derecho. la jurisprudencia: la norma. Austin no emplea este concepto y no
Mientras el orden jurídico en conjunto sea eficaz hay la mayor pro- presta atención a la distinción entre «sen> y «deber ser», que es la
babilidad de que los tribunales efectivamente decidirán cómo deben base del concepto de norma. Define la ley como «regla» y a la «re-
hacerlo según la jurisprudencia normativa. Sin embargo, las acti- gla» como una «orden». Dice: «Toda ley o regla ... es una orden.
vidades de los órganos creadores del derecho, especialmente de O, mejor, las leyes o reglas, propiamente dichas, son una especie de
los órganos legislativos, que no están limitados por normas jurídi- las órdenes». 4
214 LA TRADICIÓN ANGLOSAJONA EN EL SIGLO XIX JOHN AUSTIN 215

Una orden es la expresión de la voluntad de un individuo d' .. •· expresiones de voluntad son tan esenciales a la existencia de la ley
gida a la conducta de otro individuo. Si es mi voluntad que Iri~ · como lo son las expresiones de voluntad de los miembros que vota-
se compo~t~ de cierta. manera, y si expreso mi voluntad con relación ron por ella. La ley es una sanción de toda la legislatura, incluida la
a e~te mdividuo de cierta manera, esa expresión mía es una orden minoría, pero esto no significa, evidentemente, que su contenido
Asi, una orden consta de dos elementos: un deseo dirigido hacia ~ sea la voluntad -en el sentido psicológico- de todos los miembros
conducta de otro y su expresión de una u otra manera. Sólo hay de la legislatura. Aun si solamente se toma en consideración a la ma-
~~a ord~n en tanto qu~ am~os ele~entos, la voluntad y su expre. . yoría que votó por el proyecto, la afirmación de que la ley sea la
swn, esten presentes. SI algmen me Imparte una orden y antes d . • voluntad de la mayoría es una ficción manifiesta. El votar por un
· ·' tengo su f'ICiente
e)ecucwn · razon, para presumir que ya no es e,su proyecto no significa en manera alguna realmente «querer» el con-
. . esa tenido de la ley. Psicológicamente solamente se puede «querer>> algo
su vo1untdda , e)a entonces Igualmente de ser una orden aun
· 1 ·, • que de lo que se tiene una idea; no se puede «querer» algo de lo que nada
subsista a expreswn de su voluntad. Pero una orden de las na
das «obligatorias» se dice que persiste aun si la voluntad el ma- se sabe. Y es indudable que en muchos casos, si no en todos, una gran
meno psíquico, se ha desvanecido. Con más precisión, sin ~mbarg parte de los miembros de una legislatura que votan por un determina-
. al
1o que persiste no es re mente la orden, sino mi obligación. Una
o, do proyecto, o no conocen su contenido o lo conocen muy superfi-
orden, por otra parte, es esencialmente un querer y su expresió cialmente. El que un legislador levante su mano o diga «SÍ» cuando
P?r lo tanto, las reglas jurídicas, que de acuerdo con Aust~ se hace la votación no significa que haya hecho al contenido del pro-
constituyen el derecho, no son realmente órdenes. Existen es dec' yecto contenido de su voluntad, al modo como el hombre que «man-
son vá~idas Y ob.ligan a lo~ i~di~iduos, aun cuando la vol~ntad q~~ da» a otro comportarse de una cierta forma «quiere esa conducta».
las creo haya deJado de existir tiempo atrás. Puede decirse ' ademáS, · Está claro, por lo tanto, que si a una ley particular se la llama
. una orden o, lo que es lo mismo, la voluntad «del legislador», o
d d
que es u oso SI algunos casos en que existen obligaciones jurídicas
el comportamiento determinado en ellas, haya representado algun~ que si al derecho en general se lo llama la «orden» o «voluntad del
vez la voluntad real de alguien. Un ejemplo ilustrará esto. Estado», esto sólo puede ser tomado como expresión figurada.
Si uno l_lama orden a una ley constitucionalmente sancionada Como es comúnmente el caso, descansa en su raíz una analogía.
po~ una legislatura o, lo que es lo mismo, a la «Voluntad» de los Cuando una determinada conducta humana es «sancionada», «dis-
legisladores, esta expresión no tiene casi ninguna relación con eL puesta», «prescrita», en una regla de derecho, la sanción es bastan-
v:rdadero conc~pto de «orden». La ley es válida, es decir, obligato- te parecida a una verdadera orden. Pero hay una diferencia impor-
na, ~un, despues que todos los miembros de la legislatura que la tante. La afirmación de que existe una orden significa que un fenó-
sancwno han muerto; por lo tanto, el contenido de la ley ya no es meno psíquico -una voluntad- se dirige hacia cierta conducta
la «voluntad» de nadie, por lo menos de nadie competente para humana. La conducta humana es sancionada, estatuida o prescrita
quererla. Así, la ley obligante no puede ser la voluntad psicológica por una regla de derecho sin ningún acto de voluntad psíquica. El
de los legisladores aun cuando un acto real de voluntad sea necesa- derecho podría ser denominado una orden «despsicologizada». Esto
rio ~ara hacer la ley. Y un análisis del proceso constitucional por aparece en la afirmación de que el hombre «debe» conducirse de
medio del cual una ley llega a existencia muestra que el acto crea- acuerdo con el derecho. Aquí radica la importancia del concepto
d_or. de ••.m~ ley obligatoria tampoco necesita en modo alguno con- de «deben>, aquí se revela la necesidad del concepto de norma. Una
SIStir en mnguna ~oluntad sobre la conducta requerida por la ley. norma es una regla que establece que un individuo debe conducirse
La ley queda sanciOnada cuando la mayoría de los legisladores han de una cierta manera, pero sin afirmar que tal conducta sea la vo-
votado por un proyecto que les ha sido sometido. El contenido de luntad real de alguien.
la ley no es la «voluntad» de los legisladores que votan contra el Una comparación del «deber ser» de la norma con una orden es
proyecto; su voluntad es expresamente contraria. Sin embargo, sus adecuada solamente en muy poca extensión. La ley sancionada por
216 LA TRADICIÓN ANGLOSAJONA EN EL SIGLO XIX JOHN AUSTIN 217

el legislador es una «orden», sólo si se presupone que una « 'tivas que serán dirigidas, bajo condiciones precisas, contra determi-
tiene fuerza obligatoria. Una orden que tenga fuerza obligatoria Ciados individuos. Desde este punto de vista no es de la esencia del
en verdad, una norma. Pero sin el concepto de norma, el ~erecho la coerción psíquica que proviene de la idea que los hombres
sólo puede ser descrito con la ayuda de una ficción, y la tengan del derecho, sino las sanciones externas que él establece.
de Austin de que las reglas jurídicas son «órdenes» es una Entre las condiciones a las cuales el derecho liga la sanción como
superflua y peligrosa de la «voluntad» del legislador o del onsecuencia, el acto ilícito es de importancia decisiva. Lo ilícito
~con una limitación que será luego mencionada- es la conducta
del individuo contra quien se dirige esta sanción, siendo la opuesta
IV. EL ELEMENTO DE COERCIÓN de la conducta que el derecho prescribe. Por lo tanto, la sanción se
establece justamente para el caso en que el derecho fracase en ob-
Concordando con las afirmaciones de la jurisprudencia ----..... tener su fin en una situación concreta; para el caso en que la obe-
ca, la teoría pura del derecho considera al elemento coercitivo diencia a la ley no recibe el refuerzo que Austin sostiene ser esencial
una característica esencial del derecho. Austin 5 y sus "n•nt.··r·.~ ........,,1 c11 al derecho. Por lo tanto, el derecho no es, como lo formula Austin,
caracterizan el derecho como «compulsivo», o como una regla «re- una regla «reforzada» por una autoridad dada, sino más bien una
forzada» por una autoridad dada. Con esto quieren decir que norma que establece una medida específica de coerción como san-
orden jurídico «manda» al individuo comportarse de una cierta ción. No se captará la naturale~a del derecho si se lo caracteriza
nera, y «compele» a los hombres de una manera específica a o como lo hace Austin, es decir, como una orden de comportarse lí-
cer los mandatos del orden jurídico. El medio específico con que citamente. El derecho es una decisión de una medida de coerción,
derecho «compele» a los individuos a la obediencia consiste en una sanción, para esa conducta llamada «antijurídica», un acto ilí-
fligir un mal llamado sanción en caso de desobediencia. La «coer- cito; y esta conducta tiene el carácter de «transgresión» porque, y
ción» que de acuerdo a este punto de vista es característica del de- sólo porque, es una condición de la sanción.
recho, es psíquica; la obediencia a los mandatos del derecho La norma jurídica se refiere a la conducta de dos entidades: el
obtiene por medio del miedo a la sanción. ciudadano, contra cuyo acto ilícito la medida coercitiva de la san-
Desde el punto de vista de un método estrictamente analítico, ción está dirigida; y el órgano que va a aplicar la medida coercitiva
esta formulación no es correcta. Hace referencia a la conducta del al ilícito. La función de la norma jurídica consiste en ligar la san-
ciudadano y los órganos que aplican el derecho, pero bien puede ción como consecuencia a ciertas condiciones, entre las cuales el
dudarse si la conducta lícita de los individuos se logra por el temor acto ilícito juega una parte principal. Visto desde un punto de vista
de la sanción amenazada. En tanto en cuanto algo sabemos sobre sociológico, la característica esencial del derecho, por medio de la
los motivos del comportamiento de los individuos, podemos sospe- cual se lo distingue de todos los otros mecanismos sociales, consiste
char que los motivos morales o religiosos, por ejemplo, son impor- en el hecho de que él trata de obtener la conducta socialmente de-
tantes y aún, quizá, más efectivos que el miedo a la sanción de la ley. seada actuando contra la conducta contraria socialmente indeseada
Y la coerción psíquica no es un elemento específico del derecho. -lo ilícito-, con una sanción que el individuo afectado estimará
Las normas morales y religiosas son también coercitivas en este sen- como un mal. La jurisprudencia analítica toma solamente en consi-
tido psicológico. Por lo demás, la cuestión referente a los motivos deración el contenido del orden jurídico, y por lo tanto, solamente
del comportamiento lícito está fuera del propósito de un conocimien- la conexión entre la transgresión y la sanción.
to dirigido solamente al contenido del orden jurídico. Aunque Austin reconoce el significado esencial de la sanción
Aquí estamos en presencia de un problema de jurisprudencia so- para el concepto del derecho, fracasa en definir la norma jurídica
ciológica, no de jurisprudencia analítica o normativa. Esta última sólo de una manera que corresponda a este significado. La teoría pura
puede afirmar que el derecho establece como sanciones medidas caer- del derecho sólo infiere una conclusión evidente cuando enuncia la
218 LA TRADICIÓN ANGLOSAJONA EN EL SIGLO XIX JOHN AUSTIN 219

norma jurídica (usando el término en un sentido descriptivo) como derecho moderno, los sujetos del deber y de la responsabilidad son
un juicio hipotético en el cual el ilícito aparece como una condición uno y el mismo. Pero como excepción, la responsabilidad colectiva es
esencial y la sanción como la consecuencia. El sentido en el que la posible todavía- en verdad, es hoy la regla del derecho internacional.
condición y la consecuencia se conectan en la norma jurídica es el En la teoría de Austin, no se hace esta clara separación entre el
del «deber ser». Si uno roba, debe ser castigado; si uno no resarce concepto de deber y el de responsabilidad. Austin parte de la supo-
un daño privado, la ejecución civil debe proceder en su contra. Este sición de que la sanción está dirigida siempre contra el individuo
concepto de norma jurídica es el concepto fundamental de la juris- que comete el acto ilícito, y no toma en cuenta los casos en los que
prudencia normativa. Todos los otros conceptos, especialmente la sanción no está dirigida contra el transgresor, sino en contra de
del deber y facultad jurídicos, se derivan de él. otro que está en una determinada relación con él. De aquí que no
vea -la diferencia que existe entre «estar obligado a observar cierta
conducta» y «ser responsable por una cierta conducta». Él define al
V. EL DEBER JURÍDICO deber jurídico: «Estar obligado a hacer o a abstenerse, o estar bajo
un deber u obligación de hacer o de abstenerse, es ser responsable
La teoría pura del derecho acentúa el carácter primario del con- 0 estar sujeto a una sanción, en el caso de desobediencia a un man-
cepto del deber en relación con el de facultad, exactamente como lo dato». 7 Pero ¿qué sucede cuando no es el individuo transgresor,
hace Austin. «El deber es la base de la facultad.» 6 Decir que un sino otro el que está expuesto a la sanción? Entonces, de acuerdo
individuo está jurídicamente obligado a observar una cierta conduc- con Austin, la norma jurídica no habría establecido ningún deber.
ta, significa que una norma jurídica prevé una sanción para el obrar Pero también, de acuerdo con Austin, es de la naturaleza de la nor-
contrario, es decir, para un ilícito. Normalmente, la sanción está ma jurídica el establecer un deber jurídico. Es la «orden» la que,
dirigida contra el individuo que ha cometido el acto ilícito. Puede según Austin, obliga al individuo.
suceder, sin embargo -y en los órdenes jurídicos primitivos esto es Este concepto de la orden es el que impide a Austin distinguir
la regla-, que la sanción esté dirigida no únicamente contra el trans- entre deber y responsabilidad. Según Austin, una regla jurídica es
gresor sino también contra otros individuos, contra aquellos que se. una orden de comportamiento lícito. El establecimiento de la san-
hallen en una determinada relación con el transgresor. Son indivi- ción no aparece en la norma que obliga a los individuos·. Sólo si se
duos que pertenecen al mismo grupo jurídico que el transgresor -a formula la regla jurídica como lo hace la teoría pura del derecho,
la misma familia, tribu o Estado. Si la sanción está dirigida sólo como una norma por la que se imputa una sanción en el caso de
contra el transgresor, se trata entonces de un caso de responsabili- una conducta antijurídica, puede uno distinguir el caso en el que la
dad individual. Si la sanción está dirigida contra los comiembros sanción se dirige contra el individuo que actúa en contra de la «Or-
del grupo, es un caso de responsabilidad colectiva. Tal es la vengan- den» del derecho, del caso en el que la sanción está dirigida contra
za de la sangre o vendetta del derecho primitivo. Tal es la actuación, alguien a quien se responsabiliza por el acto ilícito que otro cometió.
aún hoy, del derecho internacional, cuyas sanciones (represalia y
guerra) están dirigidas contra el Estado como una entidad, práctica-
mente, por lo tanto, contra los ciudadanos del Estado cuyos órga- VI. LA FACULTAD JURÍDICA
nos han violado el derecho. El hecho de que la sanción pueda diri-
girse contra individuos que no son el mismo transgresor hace nece- La expresión «facultad jurídica» tiene muchos significados. Se
sario distinguir entre la idea de deber y la de responsabilidad. La usa tanto en el sentido de un derecho a manejarse por sí mismo de
responsabilidad descansa sobre el individuo contra quien se dirige la manera no determinada, como en el sentido de un derecho a que
sanción. El deber descansa sobre el transgresor potencial que puede otro se comporte de una cierta manera. Decir que alguien tiene un
con su comportamiento cometer el acto ilícito. Normalmente, en el poder jurídico para actuar de aquella manera, sólo puede significar
220 LA TRADICIÓN ANGLOSAJONA EN EL SIGLO XIX JOHN AUSTIN 221

que no tiene el deber de comportarse de otra; que se es libre. oría estática del derecho. La teoría pura del derecho reconoce que
ejemplo, tengo el derecho de respirar, pensar, caminar por un ten estudio de la estática del derecho debe ser complementado por un
que. Esta libertad es sólo la negación de un deber. Pero la u tudio de su dinámica, es decir, sobre el proceso de su creación.
puede también tener el significado positivo de que otra persona ~sta necesidad existe porque el derecho, a diferencia de todo otro
obligada a comportarse concordantemente. Por ejemplo, que istema de normas, regula su propia creación. Un análisis del dere-
tenga un derecho de usar un objeto que poseo implica el deber shO positivo muestra que el procedimiento por el cual se crea una
todos los demás de no perturbarme en dicho uso; o que yo tenga · ~orma jurídica está regulado por otra norma jurídica. En rigor, fre-
derecho de expresar mi opinión significa que es deber del cuentemente, otras normas determinan no sólo el procedimiento de
-más correctamente, de los órganos que lo representan- no creación sino también, en mayor o menor extensión, el contenido
dir mi expresión. Está particularmente claro que el derecho de de la norma a crear. Así, una Constitución al propio tiempo regula
presupone el deber de otro, cuando el derecho implica cierta el procedimiento de creación de las leyes y contiene disposiciones,
ducta por parte de un tercero. Que yo tenga un derecho de en la mayoría de las veces negativas, relacionadas con su contenido.
a alguien que me pague una suma de dinero, necesariamente por ejemplo, la libertad de palabra, de prensa y de religión no pue-
ca que es su deber pagar. Toda verdadera facultad jurídica que den ser limitadas por ley, o sólo pueden serlo en cierto sentido.
sea la mera libertad negativa respecto de un deber, consiste en Igualmente, mientras que las leyes sobre el procedimiento civil y
deber de otro, o de muchos otros. «Derecho», en este sentido criminal regulan la forma en que se hacen las normas individua-
un deber «relativo». El planteamiento de Austin es apropiado:« ...' les de las decisiones judiciales, un código civil o penal determina
término 'facultad jurídica' y el término 'deber relativo' -·o••u•'-<1.11. con sus normas generales el contenido de estas normas individuales.
una misma noción considerada desde diferentes aspectos». 8 De la misma manera, en un sistema de derecho consuetudinario,
Pero la teoría de Austin no contiene ningún concepto del dere- tal como el del common law, el contenido de las decisiones judicia-
cho subjetivo que sea diferente del de deber. Tal facultad les está definido por normas generales preexistentes, en un grado
existe cuando el orden jurídico a un individuo le concede la posibi-' mucho mayor de lo que lo está el contenido de las leyes por la
lidad de hacer efectivo el deber de otro promoviendo un juicio, y Constitución. La diferencia entre las normas jurídicas que determi-
poniendo así en movimiento la sanción establecida para su violación. nan el modo de creación de otras normas- jurídicas y aquellas que
Sólo en este caso el derecho de A para actuar respecto de B no determinan su contenido se expresa en la terminología angloameri-
coincide con el deber de B hacia A. Sólo en este caso la situación cana por una distinción entre derecho «adjetivo» y derecho «sus-
jurídica se describe incompletamente si se dice que B está en la obli- tantivo».
gación de obrar en determinada forma para A. De aquí que la teo- . La relación que existe entre una norma que gobierna la creación
ría pura del derecho restrinja el concepto de una facultad jurídica a o el contenido de otra norma y la norma creada puede ser presen-
esta situación. Sólo aquí hay una facultad jurídica independiente, tada en una figura espacial. La primera es la norma «superior»; la
en el estricto sentido de la palabra. segunda, la «inferior». Si uno mira el orden jurídico desde este pun-
to de vista dinámico, no aparece, como sucede desde el punto de
vista estático, como un sistema de normas de igual rango, coloca-
VII. LA TEORÍA ESTÁTICA Y DINÁMICA DEL DERECHO: das unas al lado de las otras, sino más bien como una jerarquía en
LA JERARQUÍA DE LAS NORMAS la cual las normas de la Constitución forman el estrato superior. En
este sentido funcional, «Constitución» significa el conjunto de aque-
La jurisprudencia analítica, como la presenta Austin, considera llas normas que determinan la creación y, ocasionalmente, en cierta
al derecho como un sistema de reglas completas y listas para ser medida, el contenido de las normas jurídicas generales, que a su vez
aplicadas, sin tener en cuenta el proceso de su creación. Es una gobiernan normas individuales, tales como las sentencias judiciales.
222 LA TRADICIÓN ANGLOSAJONA EN EL SIGLO XIX JOHN AUSTIN 223

Es un complejo de normas que regula primeramente a los -··"'"'" uarna un Estado a esta «SOciedad política independiente». Con esto
y al procedimiento de la legislación, y que también incluye a la él expresa una sociedad compuesta de un soberano y súbditos. 9 El
en cuya virtud se reconoce a la costumbre como fuente de oberano puede ser un individuo o un grupo, pero nunca todas las
Para ser incluida en este complejo, una norma no necesita .....,, --- .. s ersonas que componen la sociedad política. Austin ocasionalmente
en una Constitución escrita; puede ser una parte de la ~ice «el derecho es la criatura del soberano o Estado», 10 pero «Es-
no escrita establecida por la costumbre. tado» aquí, evidentemente, no significa una sociedad política, sino
La relación entre una norma de un nivel más elevado y otra más bien el portador de la soberanía dentro de la sociedad. Por lo
nivel inferior, por ejemplo la que existe entre una demás, Austin pocas veces usa la palabra «Estado», y revela desa-
una ley sancionada de acuerdo con ella, significa también que en fecto por el concepto. Cuando dice que todo derecho es creado por
norma más elevada se halla la razón de la validez de la el «Estado» significa: «Todo derecho positivo ... es instituido por
una norma jurídica es válida porque ha llegado a existir de la una persona soberana, o por un cuerpo soberano de personas»; 1 es
nera prescrita por otra norma. Este es el principio de validez decir, por aquella parte de la sociedad política en la que reside la
liar para el derecho positivo. Es un principio completamente -····""'l": soberanía.
co. La unidad del orden jurídico se obtiene por esta conexión. Si Como todo derecho emana del soberano, el soberano mismo no
inquiere por la razón de la validez de una decisión judicial, la está sujeto al derecho. Uno de los principales principios de la teoría
puesta es: la decisión que contiene la norma individual, por la de Austin es que el poder soberano «no es susceptible de limitación
por ejemplo, A está obligado a pagar a B 1.000 dólares, es jurídica»Y La esencia de la soberanía consiste, de acuerdo a Aus-
porque la decisión llega a existencia por la aplicación de las ··~'' ..""il . tin, en el hecho de que el individuo o el grupo señalado como sobe-
generales del derecho legislado o consuetudinario que facultan al rano «no quedará habitualmente sometido a obediencia respecto de
tribunal para decidir un caso concreto de determinada manera. un determinado superior humano». 13 Este concepto del soberano es
normas generales así aplicadas son válidas porque fueron sociológico o político, pero no jurídico -sin embargo, es un ele-
de acuerdo con la Constitución. ¿Cuál es la razón de la validez mento esencial de la jurisprudencia de Austin, que enseña que el
la Constitución? La norma de la cual la Constitución deriva su derecho ha de ser entendido sólo como una orden del soberano.
lidez es la norma fundamental del orden jurídico. La norma Esto es difícil de conciliar con el método teórico de la jurispruden-
damental es causa de la unidad del ordenamiento jurídico. La cia analítica, que deriva sus conceptos de un análisis del derecho
tión sobre cuál es la norma fundamental causante de la unidad de positivo solamente. En las normas del derecho positivo no se puede
un orden jurídico nacional sólo puede contestarse en conexión con hallar una cosa tal como un «soberano», una persona o grupo «no
la relación en que se halla el derecho nacional respecto del interna- susceptible de limitación jurídica». La dificultad principal está en
cional. Y esta cuestión presupone un claro conocimiento de la rela- que la jurisprudencia de Austin, en tanto que trata con el concepto
ción entre el derecho y el Estado. de un soberano que no es el Estado sino un órgano del Estado, no
se refiere para nada al problema del Estado mismo.
En este punto hay una gran diferencia entre la jurisprudencia
analítica de Austin y la teoría pura del derecho. La última no niega
VIII. EL DERECHO Y EL ESTADO
el punto de vista tradicional de que el Estado es una sociedad polí-
tica; pero muestra que un grupo de individuos puede formar una
Una de las características de la doctrina de Austin es que no unidad social, una «sociedad» o mejor dicho, «comunidad», sólo
tiene un concepto jurídico del Estado. El concepto de una «socie- sobre la base de un orden, o, en otras palabras, que el elemento
dad política independiente» desempeña una cierta función en sus constituyente de la comunidad política es un orden. El Estado no es
enseñanzas, pero no es un concepto jurídico y el mismo Austin no sus individuos; es la específica unión de los individuos, y esta unión
224 LA TRADICIÓN ANGLOSAJONA EN EL SIGLO XIX JOHN AUSTIN 225

es la función del orden que regula su comportamiento mutuo. Ser órgano del Estado, para un individuo, sólo significa que ciertos
todas maneras, sólo en este orden existe la comunidad social. actos ejecutados por él se atribuyen al Estado, es decir, son referi-
una comunidad política, porque y en la medida en que el dos a la unidad del orden jurídico. Si se pregunta por qué un deter-
específico con que este orden regulador trata de alcanzar su fin minado acto de un individuo se imputa al Estado, no hay otra res-
la institución de medidas coercitivas. El orden jurídico es un puesta que la que dice que esta conducta está determinada por el
coercitivo semejante, como hemos visto. Uno de los resultados orden jurídico. El criterio de esta imputación de un acto humano al
racterísticos de la teoría pura del derecho es el reconocimiento Estado es de carácter puramente jurídico. Si una norma del orden
que el orden coercitivo que constituye la comunidad política jurídico es creada de acuerdo con lo que estipula otra norma de este
llamamos Estado, es un orden jurídico. Lo que comúnmente se orden jurídico, entonces el individuo que crea el derecho es un ór-
el orden jurídico del Estado, o el orden jurídico impuesto por . gano del ?rden jurídico, un órgano del Estado. En este sentido,
Estado, es el Estado mismo. puede decirSe que el Estado crea el derecho, pero esto solamente
Comúnmente, se considera el derecho y el Estado como dos significa que el derecho regula su propia creación.
tidades distintas. Pero si se reconoce que el Estado es por su Si se resuelve el dualismo de derecho y Estado, si se reconoce al
naturaleza un ordenamiento de la conducta humana y que la Estado como un orden jurídico, entonces los llamados elementos
terística esencial de este orden, la coerción, es al mismo tiempo del Estado -territorio y población- aparecen como las esferas terri-
elemento esencial del derecho, este dualismo tradicional no torial y personal de validez del orden jurídico nacional. Lo que Aus-
sostenerse por más tiempo. Subsumiendo el concepto del Estado tin llama el «soberano» aparece como el órgano más alto del orden,
el concepto de un orden coercitivo, que sólo puede ser el y la soberanía es, entonces, no una característica del individuo o del
jurídico, abandonando un concepto del Estado diferente, en grupo de individuos que componen este órgano, sino una caracterís-
pio, del concepto del derecho, la teoría pura del derecho viene tica del Estado mismo. Que la soberanía sea una característica del
realizar una tendencia inherente en la doctrina de Austin. orden jurídico nacional, sólo puede significar, sin embargo, que por
advirtió correctamente que un concepto político del Estado no encima de este orden no se supone otro orden superior.
cabida en una teoría jurídica. De aquí que busque prescindir de
Pero lo sustituye por otro concepto político, el de «soberano»,
lugar de fundamentar un concepto jurídico del Estado. IX. EL DERECHO INTERNACIONAL Y EL NACIONAL
El Estado que «posee» un orden jurídico es concebido
una persona. Esta «persona» es sólo la personificación de la ""'"t"rl
del orden jurídico. El dualismo de Estado y derecho proviene Si hay un orden jurídico superior a los órdenes jurídicos nacio-
hipostasiar la personificación, afirmando que esta expresión figura- nales, éste ha de ser el derecho internacional. Las dos cuestiones
da es un ser real, y oponiéndola así al derecho. Pero cuando el decisivas son si es o no realmente derecho, en el mismo sentido que
pensamiento jurídico se libera de esta ficción, entonces todos los lo es el derecho nacional, y si, en tanto que un orden jurídico, está
problemas que atañen a la relación de Estado y derecho se nos apa- o no por encima de los órdenes jurídicos nacionales. Austin contes-
recen como ilusorios. Así, la archidiscutida cuestión de si el Estado . ta a ambas preguntas negativamente, admitiendo la validez del de-
crea el derecho o no, se resuelve diciendo que los hombres crean el recho internacional sólo como una «moralidad positiva internacio-
derecho, sobre la base de las normas determinadas y propias de nal»Y Por lo tanto, la teoría del derecho internacional como la
éste. Los individuos que crean el derecho son órganos del orden teoría del Estado, es eliminada del dominio de la jurispr~dencia de
jurídico o, lo que es lo mismo, órganos del Estado. Son órganos Austin. La teoría pura del derecho, en cambio, muestra que es per-
porque, y en cuanto, cumplen sus funciones de acuerdo a las dispo- . · fectamente posible considerar el derecho internacional como genui-
siciones del orden jurídico, que constituye la comunidad no derecho, desde que contiene todos los elementos esenciales de un
15.- CASANOVAS
226 LA TRADICIÓN ANGLOSAJONA EN EL SIGLO XIX JOHN AUSTIN 227
orden jurídico. Es un orden coercitivo en el mismo sentido que · · se considera que el derecho positivo y la moral son dos sistemas
es el derecho nacional: obliga a los estados a una determinada distintos de normas mutuamente independientes, esto sólo significa
ducta mutua, en cuanto establece sanciones contra el coJmn,or1·!!..-. que el jurista, al determinar. qué es lo jurí~ico, no _toma en conside-
to contrario. Las sanciones establecidas por el derecho ración la moral, Y el moralista, al determmar que es lo moral, no
son las represalias y la guerra. La teoría pura del derecho toma en cuenta las prescripciones del derecho positivo. El derecho
probar que de acuerdo con el derecho internacional no sólo las positivo y la moral pueden ser considerados como dos sistemas de
presalias sino asimismo la guerra está permitida sólo como una normas distintos Yrecíprocamente independientes, porque, y en tan-
ción contra un acto ilícito que se ha sufrido. La teoría pura del · . to que, no se conciben como siendo simultáneamente válidos desde
derecho muestra que el principio de bellum justum es un · el mismo punto de vista. Pero una vez que se concede que el dere-
del derecho internacional positivo. El derecho internacional es chO nacional Y el internacional son ambos derecho positivo, es evi-
dadero derecho, pero es derecho primitivo. Esto es · dente que ambos han de ser considerados como simultáneamente
así porque la reacción contra el acto ilícito, la ejecución de la válidos desde el mismo punto de vista jurídico. Por esta razón, han
ción, queda librada al Estado mismo, al propio sujeto cuyos de pertenecer al mismo sistema de normas, han de complementarse
chos son violados, en lugar de ser delegada a un órgano el uno al otro en cierta manera.
como sucede en el orden jurídico nacional. Así, el orden j La teoría monista satisface este requisito lógico. Considera al
internacional está radicalmente descentralizado, y por esta derecho nacional Y al internacional como un sistema de normas,
razón la comunidad internacional constituida por el derecho como una unidad. Las opiniones difieren, sin embargo, en cómo se
nacional no es un Estado, sino sólo una unión de estados. Un constituye este todo. Algunos afirman que el derecho internacional
grado de centralización es esencial al Estado. Análogamente, la es una parte del derecho nacional, es decir, aquellas normas de de-
munidad completamente descentralizada de una tribu primitiva recho nacional que regulan la relación del Estado con otros estados.
forma un Estado, aunque no cabe duda que el orden que la ... v.,.~u·oc·. Las reglas consideradas como derecho internacional obligan al Es-
tuye es un orden jurídico. tado singular, sólo cuando este último las reconoce y, por lo tanto,
Hay hoy dos puntos de vista opuestos con respecto a la las incorpora a su propio orden jurídico. Esta es la teoría de la pri-
entre derecho nacional e internacional, ·uno dualista y el otro macía del derecho nacional, que evidentemente proviene de la idea
nista. El primero sostiene que el derecho nacional y el derecho in.: . de que el Estado es soberano, es decir, que el orden jurídico nacio-
ternacional son dos sistemas de normas completamente distintos y nal es un orden del más alto rango, por encima del cual no puede
recíprocamente independientes, como es el caso del derecho positi... · · considerarse válido ningún otro orden. Como esto es verdadero para
vo y la moral. La teoría pura del derecho muestra que u ......... ,, . . . . ... cada uno de los muchos órdenes jurídicos nacionales, hay, según
concepto dualista de la relación entre derecho nacional e esta teoría, no un derecho internacional, sino tantos como órdenes
nal es lógicamente imposible, y que ninguno de los partidarios de la •. jurídicos nacionales haya. En verdad, de ningún modo hay derecho
teoría dualista puede sostener consecuentemente su punto de vista.· internacional como tal, sino sólo derecho nacional. La relación en-
Si se acepta que dos sistemas de normas son considerados como tre los diferentes órdenes jurídicos nacionales puede establecerse úni-
simultáneamente válidos desde el mismo punto de vista, también ha camente desde el punto de vista de un orden dado, cuyas solas nor-
de aceptarse una relación normativa entre ellos; se ha de aceptar la mas determinen las relaciones de él con los otros órdenes. Desde tal
existencia de una norma u ordenación que regule sus relaciones re· punto de vista, es decir, desde el ángulo de un determinado orden
cíprocas. De otra manera son inevitables contradicciones insolubles jurídico nacional, todos los otros órdenes aparecen no como sobe-
entre las normas de ambos sistemas, y el principio lógico que exclu- ranos, sino más bien como órdenes delegados. Son sistemas de nor-
ye las contradicciones vale igualmente para el conocimiento de las mas válidas sólo en tanto que son reconocidos como tales por el
normas como para el conocimiento de la realidad natural. Cu.anc:to l~llii Estado cuyo orden jurídico constituye el punto de partida.
228 LA TRADICIÓN ANGLOSAJONA EN EL SIGLO XIX
JOHN AUSTIN 229
La teoría pura del derecho muestra que esta teoría monista . el supuesto de una filosofía de los valores. Por lo tanto, no
en verdad, lógicamente posible, pero que no está en sinode ser refutada científicamente. Sólo se puede mostrar que una
con la idea de que todos los estados u órdenes jurídicos ---·-~"''" ?ue retación que parte de otro supuesto -es decir, de la sobera-
son del mismo rango. La primacía del derecho nacional """~·+;-­ mterdp la comunidad jurídica internacional- es igualmente posible,
primacía de un orden jurídico nacional no sólo con relación a1 ofa eeel mismo derecho internacional, en la medida · que se a dmite ·
recho internacional, sino también con relación a todos los otros y qu . . .,
su validez, reqmere esta m~erpreta~IOn. .. ,
denes jurídicos nacionales. La idea, muy generalmente tenida,
El análisis del derecho mternacwnal positivo hecho por la teona
que todos los estados forman una comunidad en la que están
del derecho muestra que sus normas son normas incomple-
al lado de los otros en pie de igualdad, sólo es posible en la pura que necesitan ser completadas por las normas de los órdenes
sis de que por encima de los estados, o por encima de sus ~as:dicos nacionales. La proposición generalmente aceptada, de que
jurídicos nacionales, haya un orden jurídico que los iguale al JUfl · 'f'
el derecho internacional obliga só~o a los e.sta~~s, no ~Igm I~a
minar sus recíprocas esferas de validez. Este orden sólo puede .
e el derecho internacional no obligue a los mdividuos, smo .m~s
derecho internacional. La teoría pura del derecho muestra por
análisis del derecho internacional positivo que realmente él ej
6~n, que si obliga a los individu?s como .to~o. derech~, lo hace md~­
rectamente, por medio de los ordenes JUndicos nacwn.ales. Decu
función antes mencionada, y por esto puede ser considerado, si ··
abandona el supuesto de la soberanía de los estados indi · e el derecho internacional obliga a un Estado a determmado com-
qu ·
portamiento, significa que el derecho mternacwn · al obl'Iga a un m
· d'I-
como un sistema de normas que está por encima de los
'duo en tanto que órgano de ese Estado, a tal conducta, pero que
nacionales, dándoles igual rango, y uniéndolos en un orden
universal. Esta es la teoría de la primacía del derecho ~.. ··~u·..~·v.,,aJ
~ derecho internacional determina directame?te ~?lo la ~on~~cta,
dejando al orden jurídico nacional la .determmacw_n d~~ m.dividuo
cuya base teórica fue revelada por primera vez por la teoría
cuyo comportamiento forme el contemdo de la obh~ac10? mte;na-
del derecho.
'onal. Así el derecho internacional presupone la vahdez simultanea
No hay nada que impida esta interpretación del material · CI • , • • d
· de órdenes jurídicos nacionales dentro del mismo y umco sistema e
co excepto la idea de la soberanía del Estado. Uno de los más
normas jurídicas que abraza también el derecho internacional. .
portantes resultados de la teoría pura del derecho es el de que·. · · · Un principio de derecho internacional generalmente reconocido,
soberanía, en el sentido específico que esta idea tiene en una
formulado en la forma corriente, dice lo siguiente: si en algún lugar
del derecho, no es una característica real de una cosa real. La
y en cualquier forma, se establece un po~~r, es capaz d~ a~e?urar
ranía es un juicio de valor y como tal es un supuesto. La
permanente obediencia a su orden coercitivo entre los mdividuos
individualista de los siglos xvm y XIX partía de la idea de que.
cuya conducta este orden regula, entonces, la comu?idad constitui-
persona humana era soberana; es decir, del más alto valor. De
da por este orden coercitivo es un Estado en el sentido del derecho
se deducía que un orden social puede ser obligatorio para la
internacional. La esfera en la que este orden coercitivo es permanen-
na sólo cuando es reconocido como tal por la persona. De
temente eficaz es el territorio del Estado; los individuos que viven
vino la doctrina del contrato social, que todavía tiene sus exJDOiten~
en el territorio constituyen el pueblo del Estado en el sentido del
tes· pero hoy la tendencia es más bien hacia una filosofía
derecho internacional positivo. Este es el principio de efectividad,
list~ de valores, de acuerdo con la cual la comunidad es superior tan importante en todo el derecho internacional. Por este principio
individuo.
jurídico, el derecho internacional determina las esferas de validez
En la esfera de las relaciones internacionales la opinión de qu .
territorial y personal de los órdenes jurídicos nacionales, esferas que
el Estado es soberano por esencia es una filosofía
todos los estados están obligados a respetar. Por él también se de-
basada en la individualidad del Estado. El dogma de la
termina la validez de los órdenes nacionales. Éstos son válidos, en
no es el resultado del análisis científico del fenómeno del ...........~·-
el'sentido del derecho internacional, porque, y en cuanto, satisfacen
230 LA TRADICIÓN ANGLOSAJONA EN EL SIGLO XIX JOHN AUSTIN 231

los requisitos de efectividad. Si la jurisprudencia, como hemos 1. Austin, p. 444.


mostrado, considera a una norma jurídica como válida sólo 8. Austin, p. 395.
9. Véase Austin, p. 220.
pertenece a un orden jurídico que es en su conjunto efectivo, ¡o. Por ejemplo: Austin, p. 101.
usando un principio del mismo derecho positivo, un principio ¡l. Austin, p. 220.
derecho internacional. !2. Austin, p. 263.
13. Austin, p. 224.
Si los órdenes jurídicos nacionales hallan la razón de su ¡4. Véase Austin, pp. 172 y ss.
en el orden jurídico internacional, que al mismo tiempo nP1,.,..,,..,:_
sus esferas de validez, el orden jurídico internacional ha de ser
perior a todos los órdenes nacionales. Así forma, junto con
un sistema jurídico universal uniforme.
Así como la tarea de la ciencia natural es describir su
-la realidad- en un sistema de leyes naturales, así la tarea de
jurisprudencia es comprender todo el derecho humano en un
ma de normas. La jurisprudencia de Austin no vio esta tarea;
teoría pura del derecho, todo lo imperfecta e inexacta que
serlo en el detalle, ha cubierto ya una apreciable distancia hacia
realización.

NOTAS

l. Véanse Kelsen, Allgemeine Staatslehre (23 Enzyklopadie der Rechts


Staatswissenscharf 1925); Kelsen, Reine Rechtslehre (1934); Kelsen, Theorie
le du Droit International (1932) 42 Recueil des Cours 121. Para publicaciones
inglés sobre la teoría pura del derecho, véanse Cohen, Recent Theories of."m"•m•io.,
(1937), pp. 57-79; Gauterpacht, Kelsen's pure science of Law (1933); Mattern,
cepts of State, Sovereignty and International Law (1928), pp. 121-139; Husik,
Legal Philosophy of Hans Kelsen (1938), 3 J. Soc. Phi!., 297; Janzen, Kelsen's
of Law (1937), 31 AM. Poi., Sci. Rev. 370; Stern, Kelsen's Theory oftntPrnntitm
Law (1936), 30 AM. Poi., Sci. Rev. 736; Voegelin, Kelsen's pure Theory of
(1927), 42 Poi. Sci., Q. Rev. 268; Wilk, Law and the State as Pure Ideas;
notes on the Basic Concepts of Kelsen's legal Philosophy (1941), 51 Ethics
Wilson, The Basis of Kelsen's theory of Law (1934), 1 Politica 54.
2. Considero que los más característicos representantes norteamericanos de
jurisprudencia sociológica son aquellos que comúnmente son conocidos corno
juristas realistas norteamericanos.
3. La primera edición fue publicada en 1832 bajo el nombre de The
of Jurisprudence Determined; una cantidad considerable de nuevo material fue
gada en ediciones posteriores. Todas las referencias que se hacen en este
corresponden a la quinta edición publicada en 1885. En adelante, será citada:
4. Austin, p. 88.
5. Véase Austin, pp. 89 y ss.
6. Austin, p. 395.
TERCERA PARTE

EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO


INTRODUCCIÓN

Bajo la denominación de «realistas» han pasado a la tradición


de la filosofía del derecho un conjunto amplio y heterogéneo de
juristas que escribieron y enseñaron en las facultades y Law Schools
estadounidenses 1 durante los dos primeros tercios del siglo XX. 2
Aunque en sentido estricto no constituyen una escuela ni un gru~
po cohesionado, estos autores pueden ser caracterizados en general
por la asunción conjunta o disjunta de estas dos tesis: a) el rechazo
de la explicación de los fenómenos jurídicos a partir de variables
endógenas al mismo derecho; b) el rechazo a la construcción teórica
de un cuerpo de conceptos «jurídicos» sistemáticamente elaborado.
La primera tesis implica la apertura de los estudios jurídicos a las
aportaciones de las entonces inc;ipientes ciencias sociales (sobre todo,
la sociología y la economía). La segunda tesis implica la negativa a
convertir la filosofía del derecho en «ciencia» o «teoría» autónoma,

1. Los realistas se concentraron, sobre todo, en las universidades de Yale y


Columbia como reacción al método dogmático de case~law que constituía la doctrina
dominante en Harvard. Cf. Laura Kalman, Legal Realism at Yate, 1927-1960, Uni-
versity of North Carolina Press, Chape! Hill y Londres, 1986.
2. G. Tarello sitúa la mayor parte de sus contribuciones entre 1925 y 1940,
coincidiendo con la política del New Dea/ de F. D. Roosevelt. Después de esta fecha,
<<parte de las ideas de los realistas se convirtieron en patrimonio común de la ciencia
jurídica norteamericana y parte de las reformas que proponían (especialmente en el
campo de la formación jurídica) fueron cumplidas)). Véase G. Tarello, JI realismo
giuridico americano, Giuffre, Milán, 1962, p. 8. R. S. Summers sitúa la mayor parte
de la obra realista en los años veinte y treinta, y hace hincapié en la ambigüedad del
término «realismo jurídico» para designar a los autores. Summers propone el térmi-
no, más ajustado, de «instrumentalismo pragmático». Véase R. S. Summers, Instru-
mentalism and American Legal Theory, Cornell University Press, lthaca y Londres,
1982, p. 36.
Cll
236 EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO :o
E
:::l

tal como habían propugnado, de distinto modo, en el siglo XIX, la o


u
filosofía jurídica analítica inglesa y las distintas escuelas del pensa.
miento alemán. 3
La delimitación de las tesis realistas, por otra parte, es varia y
varía con los autores. Su máximo impulsor, Karl N. Llewellyn,
tuvo alternativamente que el realismo jurídico consistía en un «
todo», en una serie de «actitudes» y en un «movimiento» antes que
en una doctrina o teoría. Jerome Frank lo concibió como la
tificación de la ideología del formalismo jurídico. Mortimer J.
ler, simplemente como la necesidad de efectuar estudios empíricos
sobre el derecho. 4

3. Ambas tradiciones eran bien conocidas por los realistas, quienes muestt:an
un dominio considerable del pensamiento europeo. El auge del interés por la
fía del derecho en Estados Unidos tuvo lugar en la segunda década de este siglo,
partir de los estudios de Morris R. Cohen, John Dewey y Roscoe Pound. En ~

Cohen propuso a la American Philosophical Association la cooperación con la Ame- a


-,
rican Association of Law Schools para la traducción de las obras europeas más im- ·. ~

portantes. Poco más tarde él mismo fue coeditor de la denominada The Modern oCJ) oCJ) oCJ)
Legal Philosophy Series. En 1913 Dewey y Cohen fueron, respectivamente, el orga. Cll Cll ro
u u u é
nizador y el secretario de la Conference on Legal and Social Philosophy. En 1949 ..e ~
...e: ...e: o
uno de los realistas más importantes, el hijo de éste, Felix S. Cohen, escribiría qu;
u ~ u u :e
«gran parte de la conciencia social y filosófica de la moderna teoría del derecho
Uurisprudence] norteamericana proviene de dicho congreso». Véase Harry N. Rosen-
field, «Morris Cohen: A Philosopher's lnfluence on the Law», Introducción a Morris
R. Cohen, Law and the Social Order. Essays in Legal Phi/osophy (1933), Transac-
tion Books, New Brunswick y Londres, 1982, pp. xvr-xvm. Véase especialmente
Cohen, «On Continental Legal Philosophy», op. cit., pp. 286-318. En la década dé
1920-1930, la divulgación de la historia del pensamiento europeo del siglo xrx vino
de la pluma de Roscoe Pound, especialmente Interpretations of Legal History (1922),
Peter Smith, Gloucester Mass., 1967. Como ha observado entre nosotros Carlos Pe-
tit, «no es que en América faltasen los códigos. Faltaba, y no es lo mismo, la cultura
del derecho codificado» [p. 223]. Véase su minuciosa reconstrucción de la recepción
000'-1"'1"<1"000
r--oor--r-0\o-.
------
00 00 00 00 00 00
0\ 00
00 00
00 00
____ _
0\0M\00'-"<t0\00
r-oo-r--r-oooooooo
.,........
000\00000000000000
norteamericana del pensamiento jurídico europeo «"A Contributor to the Method
of lnvestigation". Sobre la Fortuna de Gény en América», Quaderni fiorentini per
la storia del pensiero giuridico moderno, 20 (1991), pp. 201-269.
4. Ha sido siempre un problema especificar la posición de los realistas respec-
to a la aproximación normativa al derecho. Roger Cotterrell distingue, entre «realis-
mo político-científico» [po/icy-science realism], «escepticismo radical» [radical scep- ó'j ro
ticism] y «realismo doctrinal constructivo» [constructive doctrinal realism]. Cf. The i:? e E
Politics of Jurisprudence. A Critica/ Introduction to Legal Philosophy, Butterworths, :::l:..:::: ~
- :::l t:
Londres y Edimburgo, 1989, pp. 188 y ss. De hecho, la pluralidad de posiciones que Cll¡-;o.-
señ.ala Cotterrell apareció ya a raíz del polémico libro de Frank, Law and the Modern <C_¿¡¡j
Mind, Brentano's, Nueva York, 1930 (el mismo afio de publicación del primer libro
~..J:C
de Llewellyn, The Bramb/e Bush). El Symposium sobre la obra de Frank que publi·
r-- 00
238 EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO INTRODUCCIÓN 239

Llewellyn, en un famoso artículo de respuesta a R. Pounct,s in- 8. La insistencia en que cada parte del derecho se valore por
tentó una primera identificación de los autores realistas (véase el
5
us efectos, y en la necesidad de hallar estos efectos.
cuadro 1) 6 y sintetizó sus puntos de partida del modo siguiente: 9. La insistencia en que los problemas jurídicos deben ser plan-
teados sistemática y programáticamente a partir de las líneas in-
l. La concepción del derecho como flujo, como derecho dicadas.7
hiante, y como creación judicial.
2. La concepción del derecho como un medio para al El propio Llewellyn se encargaba de precisar acto seguido que
fines sociales, y no como un fin en sí mismo. <<ninguna de las ideas sefialadas en esta lista es nueva» [ibid.]. Pero,
3. La concepción de la sociedad en movimiento en definitiva, fueron pocos los autores que desde su formación ju-
en movimiento típicamente más rápido que el derecho. rídica emprendieron las investigaciones empíricas que el programa
4. El divorcio momentáneo entre Es [/s] y Debe [Ought] a ef requería.s
tos de estudio. ¿A qué es debido esto? ¡,Por qué, si las ideas no eran nuevas,
5. La desconfianza respecto a las reglas y conceptos siguieron siendo antiguas?
nales en la medida en que éstos pretenden describir lo que los No debe olvidarse que las ideas propugnadas por el realismo no
nales o la gente hacen en realidad. eran mayoritarias antes de 1930 entre abogados, profesores y jue-
6. La desconfianza respecto a la teoría de que las f ces. Así que la lucha por el realismo fue también la lucha por la
nes normativas fprescriptive rule-formulations] son el factor f¡losofía jurídica. Y el hecho es que permaneció en ella.
tivo más importante en la toma de decisiones por parte de los En primer lugar, los realistas intentaron reelaborar la filosofía
tribunales. implícita en el judicialismo de O. W. Holmes y B. N. Cardozo. 9
7. La confianza en la conveniencia de agrupar casos y situacio- Esto les llevó a adoptar y reestructurar las bases pragmatistas de su
nes jurídicas en categorías más estrictas que las elaboradas en el
pasado. 7. «Some Realism about Realism» (1931), en Karl N. Llewellyn, Jurispruden-
ce. Realism in Theory and Practice, Tbe University of Chicago Press, Chicago y
Londres, 1962, p. 55.
có la Columbia Law Review sirvió para que K. N. Llewellyn, M. J. Adler y W. W. 8. Según los artículos de J. H. Schlegel, sólo una minoría emprendió realmen-
Cook especificaran sus diferencias. Fue particularmente ácida la crítica de Adler, te investigaciones sociológicas. Fueron Charles Clark sobre los procedimientos civi-
defensor de un dualismo que compatibilizaba el análisis formal del derecho [«law les y criminales, William Douglas sobre las quiebras de empresas y Underhill Moore
discourse»] con el análisis de los procesos reales [«law as ojjicial actíom>). Véase sobre las prácticas del derecho bancario. Cf. Cotterrell, op. cit., ibid. Véase sobre el
«Law and the Modern Mind. A Symposium», en Essays on Jurísprudence jrom the influjo de la psicología conductista en estos autores, Alan Hunt, The Socíological
Columbia Law Review, Columbia University Press, Nueva York y Londres, Movement in Law, The Macmillan Press Ltd., Londres y Basingstoke, 1978, pp. 54
1962-1963, pp. 354-387. Para Adler «el realismo jurídico es un nombre para el pen- y ss. Por otra parte, el trabajo de campo requerido por la única investigación antro-
samiento empírico y pragmático sobre el derecho; sus confusiones se deben a una pológica de Llewellyn, The Cheyenne Way (1941), no fue efectuado por él sino por
aceptación acrítica de los dogmas de un empirismo y pragmatismo burdo sin ningu- el joven antropólogo E. A. Hoebel.
na consideración de los problemas filosóficos que estos dogmas plantean, pero que 9. Sobre todo, O. W. Holmes, The Common Law (Boston, 1881), Col/ected
ciertamente no resuelven», op. cit., p. 363. Papers (Nueva York, 1920), y B. N. Cardozo, The nature oj the judicial process
5. «Sorne Realism about Realism» apareció en la Harvard Law Review, 44 (New Haven, 1921). Desde sus escritos y votos particulares en el Tribunal Supremo,
(1931), p. 1.222, con el ánimo de ser una respuesta contundente a la condescenden- Holmes adoptó una postura sobre el derecho basada en la experiencia y el sentido
cia con la que el decano Pound había tratado a los «jóvenes» realistas en «The Cal! común. Defendía, contra la opinión dominante, que los jueces creaban derecho «in-
for a Realist Jurisprudence», 44 id., 697 (1931). Véase la génesis y desarrollo de la tersticialmente» (Southern Pacifie Company v. Jensen, 1916) y que podían cambiar~:'·-~.
controversia en William Twining, Karl Llewellyn and the Realist Movement, Wein- la ley en pasos «moleculares», pero que debían restringir su juicio personal en bene-
denfeld and Nicolson, Londres, 1973 (reimpr. 1985), pp. 70-83. ficio de los criterios morales de la comunidad. Cardozo recogió esta posición a la
6. Reproducimos en el cuadro 1 la lista de los autores mencionados en «Sorne letra. Véase The nature oj the judicial process, Yale University Press, New Haven,
Realism about Realism» efectuado por William Twining, op. cit., p. 76. 1949, pp. 98 y SS.
240 EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO INTRODUCCIÚN 241

pensamiento, basándose principalmente en la filosofía de J. predecesores, que creían -como Holmes- que «todo está ca-
5
de la misma manera que Holmes se había basado en la de Ch. suectado con to d o 1o demas».
, 13

Peirce. 10 El pragmatismo, de primera o segunda generación, se n En este sentido, quizás la ambigüedad y pluralidad de formula-
racteriza por su sustitución del concepto filosófico de verdad por ·ones del realismo obedece al contraste entre la complejidad del
psicológico de creencia adecuada o pensamiento en contexto.~~ ~~recho norteamericano y la ausencia de la necesidad socialmente
por ejemplo, Holmes sostuvo en el caso Abrams (1919) que el compartida de una filosofía sistemáticamente elaborada para su
de una idea deriva solamente de su «poder de hacer que se desarrollo.
en la competición del mercado». Pero lo que en Holmes era En efecto, con el advenimiento de la sociedad industrial se pre-
mentación de casos concretos, se volvía en Llewellyn método 0 sentó el problema de compatibilizar la versión norteamericana de la
cipio general.

--
rule o/ /aw 14 con una regla judicial del stare decisis 15 que se enfren-
En segundo lugar, los realistas se encontraron faltos de un
trumental analítico apto para llevar a cabo su programa .,....,, ........ _ universo «autocomprensivo» [selj-justijying] (p. 44), sin fisuras ni conflictos inter-
en ciencias sociales, puesto que el pragmatismo no pr nos, propio de una sociedad que no conocía el Ancien Régime ni necesitaba enfren-
sino un marco de interpretación, no un marco de explicación de los tarse intelectualmente a sus defensores. En este universo naturalizado se instaló el
darwinismo social de W. G. Sumner y del propio Holmes (p. 244). •
fenómenos sociales. Aún estaba por desarrollar una metodología 13. «The Bar as a Profession», en Co/lected Papers, op. cit., p. 159. Morris
cuantitativa adecuada a los objetivos propuestos de explicación R. Coflen se dio perfecta cuenta de esto. Véase «Oliver Wendell Holmes», en Law
ciológica, económica y antropológica. and the Social Order, op. cit., p. 368. Merece ser notado que la tan citada idea
Todo ello permite indicar, en tercer lugar, que la orien «predictiva» del derecho de Holmes se entiende mejor desde la translación política de
que siguieron los realistas no fue tanto sociológica como histórica: esta concepción a la sociedad, es decir, desde la idea de «comunidad» [community].
«La gente quiere conocer -escribía en 1897- bajo qué circunstancias y hasta qué
No pretendieron romper con su propia tradición, sino punto correrán el riesgo de ir en contra de lo que es mucho más fuerte que ellos ...
con ella desde las posiciones antimetafísicas, empiristas y prácticas El objeto de nuestro estudio, pues, es la predicción ... », «The path of the law», en
que constituyen los rasgos más sobresalientes del pensamiento nor- op. cit., p. 167.
teamericano desde Jefferson. 12 Pero sin la ingenuidad naturalista de 14. Pound seftala en «My philosophy of law» que «la palabra que traducimos
como derecho [Jaw] tiene un significado para el cual no tenemos ninguna palabra en
inglés, transmite una idea muy difícil de entender para nosotros, y que sólo puede
10. Holmes y Peirce eran amigos personales, miembros ambos en Harvard des; ser indicada con alguna perífrasis extraña como derecho-más-ley [right-plus-law] o
de 1870 del centro de filosofía pragmatista y de darwinismo wcial Metaphysical Club. lo-que-es-correcto-respaldado-por-la-ley [what-is-right-backed-by-law]». Según Harry
Hay bastantes rasgos de la filosofía de Peirce en la obra de Holmes, quien sostenía W. Jones sucede lo mismo con el término rule oj law, que la tradición norteameri-
que «hay muchas razones para intentar hacer inteligibles nuestros deseos» [trying to cana sustituye por supremacy of law, government under law o government oj laws
make our desires intelligent}, véase <<ldeals and Doubts», en Col/ected Legal Papers and not of men. La versión norteamericana de la rule oj law: «es una tradición
(1920), Peter Smith, Nueva York, 1952, pp. 305 y ss. Por otra parte, está bien do- relativa a las decisiones que incorpora al menos tres elementos indispensables: prime-
cumentada la relación de la obra de Llewellyn con la teoría del conocimiento de ro, que cada persona cuyos intereses se vean afectados por una decisión judicial o
John Dewey, especialmente con su idea instrumental de los conceptos. Véase Carla administrativa tiene el derecho de un verdadero «día de juicio» [a day in court);
Faralli, John Dewey. Una filosojia del diritto per la democrazia, CLUEB, Bolonia, segundo, que los agentes decisores deben ser independientes en todos los sentidos ... ;
1990, pp. 130 y ss. Fue particularmente influyente el artículo de Dewey, «Logical tercero, que las decisiones cotidianas deben ser razonadas, racionalmente justifica-
Method and Law», Philosophical Review, XXXIII (1924), pp. 560-572 (hay trad. it. das ... ». Véase H. W. Jones, «The Rule of Law and the Welfare State» (1958), en
de C. Faralli, op. cit., pp. 205-219). Essays on Jurisprudence jrom the Columbia Law Review, Columbia University Press,
!l. Cf. para una caracterización del pragmatismo, Richard A. Posner, «What Nueva York y Londres, 1963-1964, p. 402.
Has Pragmatism to Offer Law?», en Pragmatism in Law & Society, M. Brint y 15. Véase sobre la interpretación norteamericana de la máxima del precedente
W. Weaver, eds., Boulder, San Francisco, Westview Press, Oxford, 1991, pp. 31, 35. del Common Law, «stare decisis et quieta non movere», Max Radin sobre Karl Lle-
12. Véase sobre este aspecto, Daniel J. Boorstin, The lost world of Thomas wellyn, «Case Law and Stare Decisis: Concerning Prajudi:zienrecht und Rechtspre-
Jejjerson, The University of Chicago Press, Chicago y Londres, 1948. Boorstin se- chung in Amerika ( 1933)», en Essays on Jurisprudence jrom the Columbia Law Re-
ñala la característica de producir <<filosofías para restringir la filosofía» (p. 6) en un view, op. cit., pp. 1-16.

16.- CASANOVAS
242 EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO
INTRODUCCIÓN
243
taba a sus propios límites en un mundo de decisiones políticas
sobre todo, el estilo tan suelto y peculiarmente apasionado que le
administrativas para corregir el mercado (en lo que se denominó
hiZO famoso desde sus tiempos de editor de la revista de Yale.
Weljare State). El derecho norteamericano no contemplaba la
El artículo «My Philosophy of Law» es una de las mejores sín-
nización política de un Estado, en el sentido europeo del término. tesis del pensamiento de Roscoe Pound que salieron de su pluma.
¿Cómo compatibilizar entonces la garantía judicial de los u~;r·ecr10 ,
pue escrito en especial como contribución al volumen del mismo
individuales de los ciudadanos con la injerencia de los tribunales
titulo que publicó en 1941 la Julius Rosenthal Foundation sobre la
las políticas parlamentarias y legislativas? ¿Cómo sostener al
filosofía del derecho de dieciséis de los más notorios especialistas
tiempo el Weljare State y la judicial review? ¿Qué estructura
del momento (entre los que se hallaban W. W. Cook, John Dewey
en realidad el derecho de una sociedad política que dejaba en y Morris R. Cohen).
nos de los tribunales ordinarios el test de anticonstitucionalidad
El artículo de Felix S. Cohen constituye la recensión que éste
las leyes?
dedicó a la versión al inglés de la principal obra sociológica de Ehr-
Los realistas fueron los que empezaron a pensar seriamente
Jich. El lector comprobará que la idea preconcebida del desconoci-
múltiples facetas de este problema: Max Radin sobre el concepto
miento por parte de los autores norteamericanos de las obras jurí-
soberanía, Felix Cohen sobre el concepto de constitución, Karl
dicas europeas es simplemente falsa. (Suele suceder más bien lo con-
wellyn sobre el concepto de argumentación judicial. Desde esta
. trario.) Pero puede observarse, además, que la preparación en filo-
pectiva, a ellos corresponde el mérito de haber devuelto a la • ~ ......_,.un
sofía de la ciencia de los realistas no arrastraba el lastre de la meta-
jurídica norteamericana el grado de complejidad que requerían física idealista o neo kantiana de sus homólogos europeos. 18
problemas.
Finalmente, el último artículo de la presente selección no perte-
nece al círculo de la filosofía jurídica norteamericana. Se trata de
En la presente selección se incluyen dos artículos de K. Lt1eW1emrn
«American Jurisprudence through English Eyes: the Nightmare and
El primero de ellos, «A Realistic Jurisprudence - The Next
the Noble Dream» (1977), escrito por H. L. A. Hart con su habi-
(1930), es uno de sus trabajos seminales. Escrito como una
tual claridad y agudeza para los problemas de teoría del derecho.
de una ponencia titulada «Modern Concepts of Law», 17 Llewellyn ·
Su revisión está realizada, justamente, desde la perspectiva de la
pasa revista a distintas concepciones de «derecho» para precisar
aportación realista a los problemas de la filosofía del derecho
nalmente en qué consiste su aproximación a los fenómenos ·
contemporánea. Este ensayo complementa la disertación del mismo
cos. En el segundo artículo, «Holmes» (1935),· escrito a modo de.
autor sobre el realismo contenida en «Jhering's Heaven of Concepts
homenaje necrológico al magistrado, puede apreciarse su deuda
and Modern Analytical Jurisprudence» (pp. 109-123 del presente
volumen).
16. Véase sobre este tema el clásico artículo de Samuel P. Huntington, «Poli·
tical Modernization: America vs. Europe» (1966), en Richard Bendix, ed., State
Society. A Reader in Comparative Political Sociology, Little, Brown and Company, POMPEO CASANOVAS
Boston, pp. 170-200. No está de más notar que uno de los ra~gos.del pe.rio~~ Tudor
que pervivió en Estados Unidos fue la fusión de funcion~s legislativas y JUdiciales, es
decir, la inexistencia de la separación de poderes en sentido lato. Para una com~~a­
ción con la posición del poder judicial en los teóricos alemanes, y su contraposición
entre «Estado legal» [Geset~taat] y «Estado judicial» [Richterstaat], véase A. Baratta,
«El Estado de Derecho. Historia del concepto y problemática actual», Sistema, 17-18
(1977), pp. 17-18. . l'.
17. El artículo fue presentado en la Round Table on Curren! Trends m Po 1t1· 18. Véase, por ejemplo, el severo juicio de Morris R. Cohen sobre la filosofía
de lhering: «A pesar de su gran influencia en el derecho y la teoría jurídica continen-
cal and Legal Thought, American Association oj Political Science en diciembre de
tales.' el libro de Ihering Zweck im Recht es una obra de psicología anticuada y de
1929. mediOcre potencia filosófica», op. cit., p. 305.
EL REALIAMO JURÍDICO NORTEAMERICANO 245

Es una herramienta de pensamiento. Una herramienta para que nues-


tros datos sean más manejables cuando se hace algo con ellos.
y aún no he sabido ni oído de la tarea para la cual resulten inme-
diatamente relevantes todos los datos que se asocian con el más
iJnpreciso de los símbolos sugerentes, el «derecho». Hacemos dema-
siadas cosas, Y hay demasiadas cosas y pensamientos distintos a los
que nos agrada unir este nombre. Por ejemplo, los legisladores
aprueban «Una ley», por lo cual entendemos que añaden una nueva
5. EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICAN serie de palabras en los boletines oficiales [statute books]. * Esto
sugiere asociaciones respecto a abogados y jueces, y respecto a los
litigios que deben celebrarse «al amparo de la ley». Pero también
KARL N. LLEWELL YN* sugiere asociaciones respecto a aquellos conjuntos de prácticas, ex-
pectativas y hombres que damos en llamar partidos políticos, apa-
UNA TEORÍA DEL DERECHO REALISTA: rátos [de partido] Y grupos de presión [lobbies]. Sospecho que de-
EL SIGUIENTE PASO beríamos querer incluir, de algún modo, bajo el encabezamiento
«derecho» a los primeros. Si no lo hiciésemos así, deberíamos dejar
de definir y pensar un poco más. Los últimos -los partidos y los
EL PROBLEMA DE LA DEFINICIÓN DEL DERECHO; grupos de presión- pueden suscitar más dudas, incluso si nos hu-
ENFOQUE VERSUS LÍMITES biéramos detenido a pensar un poco más. Aparece de nuevo con
bastante claridad que ha habido algo que no hemos podido disociar
La dificultad de estructurar cualquier concepto de «derecho» bien de nuestro símbolo «derecho» en lugares y épocas en los que
dica en que incluye demasiadas cosas, y en que las cosas que no ha existido legislatura ni incluso Estado -cuando no existía nin-
mos incluir en él son increíblemente distintas entre sí. Tal vez guna organización que podamos denominar «política» que fuera dis-
posible reunirlas todas bajo un solo techo verbal. Pero no logro .tinta de cualquier otra organización. No se pueden estudiar ·las for-
qué es lo que habríamos conseguido si así se hiciese. Puesto que mas más simples de la sociedad ni «el derecho» de las mismas sin
concepto, tal como yo lo entiendo, se construye para un investigar los mecanismos de control organizado en estas épocas y
lugares; pero hoy en día se tiende a diferenciar estos tipos de con-
Karl N. Llewellyn, «A Realistic Jurisprudence: the next step» [1930],
Law Review, 431 (1930). Reimpreso en Jurisprudence. Realism in theory and /he Law of Sales y The Bramb/e Bush, un polémico libro introductorio de teoría del
(1962), The University of Chicago Press, Chicago y Londres, 1971, pp. 3-41. © derecho para estudiantes del primer año. Su fama de iconoclasta se incrementó a
University of Chicago Press. Traducción castellana de Pompeu Casanovas. partir de la publicación de libros de poemas y por su activa y apasionada participa-
* Karl N. Llewellyn (1893-1962) fue el impulsor y animador más visible ción en causas <<liberales» -como la actividad que desarrolló de 1927 a 1935 como
movimiento realista. Aunque era de nacionalidad norteamericana Y de origen miembro de la ejecutiva de la Sacco-Vanzetti National League. Publicó The Cheyen-
en su juventud estudió en el Realgymnasium de Mecklenburg (Alemania), Y luchó ne Way (1941) junto con el antropólogo E. Adamson Hoebel y participó activamen-
la primera guerra mundial en el 78 Regimiento de la Infantería Prusiana. Estudió te en causas en favor de los derechos de los indios norteamericanos. En 1951 se
la Yale School of Law, donde fue estudiante destacado y editor de la Ya/e trasladó a la Chicago Law School, y en este último periodo de su carrera publicó su
Journal. Era alumno de Hohfeld, Cook y Corbin. Enseñó en esta misma obra jurídica más importante The Common Law Tradition: Deciding Apeals (1962).
y, más tarde, para complacer a su primera esposa, Elizabeth Sanford, se (N. del t.)
la Columbia Law School, universidad en la que permaneció de 1924 a 1951. * Dada la notable diferencia entre los términos de derecho norteamericano y
sin embargo, adquirió experiencia como abogado en el terreno del derecho . los que nos son propios, he optado por hacer inteligible el texto para un lector en
en el National City Bank de Nueva York. Publicó en 1930 Cases and Matenals castellano, pero manteniendo entre corchetes la expresión original. (N. del t.)
246 EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO 247
trol como no-legales [non-legal]. Naturalmente, si quisiera saber algo de todo lo que cuenta como derecho [al/ matters legal]. Intentaré
sobre el «derecho» que valiera la pena conocer, uno tendería a no discutir un punto de referencia; un punto de referencia con respecto
dejar de prestarles atención. Pero tendería también a observarlos corno al cual creo que todo lo que cuenta como derecho puede ser referi-
anteriores, o posteriores, o subyacentes respecto al centro de interés. do más útilmente si es observado con inteligencia y con aprecio de
Sospecho que éstos serían algo que se podría comparar y con. sus contornos. Un enfoque, un núcleo, un centro -con sus contor-
trastar con el «derecho» en el orden social presente. Aunque tarn: nos y límites externos indeterminados. Perdón por decirlo con tanta
bién sospecho que uno tendría las manos atadas si intentara dibujar· insistencia; pero encuentro que es muy difícil hacer entender a la
la línea entre «los dos». Asimismo, hay señores que consumen rnu. gente que no estoy situando o empujando nada juera del campo o
cho tiempo discutiendo «los fines de la ley», o «lo que la ley debe. concepto de derecho. La gente está muy habituada a las definicio-
ría ser». ¿Están hablando realmente sobre «derecho»? Sin duda no nes, aunque no siempre las definiciones se han mostrado de utilidad
hay ninguna necesidad de que sus postulados y conclusiones deban . para la gente. Así que me dispongo a hablar acerca de su sustituciÓn
parecerse a lo que haya hecho nunca un juez; y a menudo algunos por algo menos habitual, pero que resulta ser un enfoque más útil
de tales señores parecen reclamar para sí esta libertad; pero quien e interesante como tal enfoque que la mayor parte del pensamiento
negase que aquello de lo que están tratando está estrechamente co~ anterior sobre el derecho.
nectado con este mismo símbolo sugerente e impreciso se revelaría Van a ayudarme a establecer esta perspectiva dos referencias al
como una persona demasiado inflexible. Lo que me interesa es que curso que ha tomado el pensamiento: una, la referencia a los dog-
cuando un juez está trabajando en un «campo bien ,.,,,.,.. . .,...........l, mas de las escuelas de jurisprudencia del siglo XIX; otra, el desarro-
tiende a no prestar ninguna atención a lo que estos señores dicen, llo de los conceptos de derechos e intereses.
a tacharlo de especulación irrelevante, mientras que cuando está Para las escuelas del siglo XIX voy a contentarme con aceptar
bajando en un «campo no establecido» parece prestar mucha una de las síntesis de Pound.' Coincide con mis lecturas en este
ción a sus ideas, o a ideas de orden muy parecido. Esto u • . ,. . . . . . . . . . . ,
campo; Y se basa en un conocimiento del mismo bastante más am-
creo, que para algunas cosas están hablando de algo muy plio del que yo poseo. Respecto a los juristas analíticos, Pound su-
al «derecho», bajo cualquier definición; mientras que para otr~ braya su interés en un cuerpo de preceptos preestablecidos mediante
cosas están hablando de algo cuya conexión con el «derecho» tal el cual se supone que un determinado resultado jurídico encaja con
un conjunto determinado de hechos; subraya que centran su defini-
como ha sido usado el término es bastante remota. Y este problemª
ción en el «conjunto de preceptos jurídicos autorizados que son apli-
de la palabra que suscita referencias tan ampliamente dispersas y
cados así por los tribunales en un tiempo y lugar dados», y subraya
dispares, según las circunstancias, me parece vital.
su ~resupuesto de un Estado que otorga autoridad a estos preceptos
Así que no voy a intentar dar una definición de derecho. Si no
y tnbunales. Pound encuentra, por otra parte, que los juristas his-
doy la definición de otro autor, mucho menos voy a dar la mía tóricos distinguen poco entre el derecho y otras formas de control
propia. Una definición incluye y excluye a la vez. Delimita un social; en su obra prestan atención especial a los preceptos consue-
campo. Hace que algunos temas caigan dentro del campo, mientras tudinarios, independientemente de si éstos se originan en órganos
que otros caen fuera. Y la exclusión es casi siempre bastante arbi- de sociedades políticamente organizadas; en su imagen del derecho
traria. No tengo ningún deseo de excluir nada que pueda contar resultan centrales las técnicas tradicionales de decisión y las nocio-
como derecho. En un aspecto, el derecho es tan amplio como la nes tradicionales o consuetudinarias de corrección. (Puede añadirse
vida, y para algunos fines uno debe llevarlo lo suficientemente .lejos que todo ello sin ningún análisis específico de lo que se entiende
para obtener el contorno de los asuntos jurídicos que está examman- por «costumbre».) Para los juristas filosóficos, finalmente, Pound
do. Diré otra vez, por lo tanto, que no voy a intentar una defini- encuentra que «ideas filosóficas, políticas y éticas como la de la
ción. No voy a describir una periferia, un lugar de parada, final.idad del derecho y como lo que deberían ser desde este punto
barrera. En su lugar, voy a centrar mi atención en el enfoque de vtsta los preceptos jurídicos» ocupan el centro de la escena.
248 EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO 249

No tengo ningún deseo de comprobar los dogmas de estas escue~' ·mpreciso o riguroso) funciona principal o exclusivamente como par-
las ni de seguirlas más lejos. Su valor aquí es limitado y, sin ~e de un precepto. Consecuentemente, pertenece en gran medida al
go, grande dentro de su limitación: tomadas en conjunto reafirman misrno mundo. Se halla también asentado en preceptos. Pero Pound
repetidamente la complejidad del derecho. Cada escuela aspiraba .·· menciona como derecho a más cosas que los preceptos y criterios.
hallar una única definición de todo lo que fuera significativo Al rnismo tiempo que los criterios subraya asimismo ideales como
el derecho. Cada escuela concluía con una definición que el de «la finalidad» del derecho. Entiendo que estos son sustancial-
algunas fases mientras pasaba por alto o minusvaloraba otras. mente criterios de una escala especialmente vaga y mayestática: cri-
una de ellas poseía una definición con la que servía perfectamente terios, tal vez, para ser aplicados a las reglas más que a las transac-
sus objetivos, sobre todo en manos de pensadores imaginativos. ciones individuales. 2 Pound subraya finalmente -y encontramos
una atención en exceso atenta a cada una de las definiciones aquí una clase de fenómenos muy distinta- «las técnicas tradicio-
sus aspectos de exclusión- durante excesivo tiempo, hubiera nales de desarrollo y aplicación» de los preceptos. Solamente a un
tado finalmente estéril. Y entiendo que una de las lecciones hombre dotado con penetración se le habría podido ocurrir la adición
Pound ha extraído de su estudio de estas y de otras escuelas es la a Jas fórmulas verbales y verbalizadas (aunque vagas), las imágenes
insistir más en lo que comprende la idea_ de derecho que no en conceptuales anteriormente reseñadas, de este elemento de prácticas,
que debe ser mantenido fuera de la misma. de hábitos y técnicas de acción, de conducta.* Pero solamente un
hombre parcialmente inmerso aún en el pensamiento jurídico-norma-
tivo tradicional de una época que ya está periclitando habría podido
LOS PRECEPTOS COMO NÚCLEO CENTRAL centrar la atención en esta conducta, ampliar su referencia y, al mis-
DE LA MAYOR PARTE DEL PENSAMIENTO JURÍDICO mo tiempo, minimizar su importancia tratándola como una fase de
aquellas meras fórmulas verbales: de los preceptos. 3 No deseo argu-
Mediante la síntesis de Pound de estos puntos mentar este punto. Resultará o no atractivo, y la discusión sería de
notar, además, la palabra «preceptos» [precepts]. Esto es poca utilidad. El uso que se hace de esta idea en los escritos de Pound,
nal. Cuando los hombres hablan o piensan sobre derecho, hablan y y no sólo en las frases del párrafo anterior -que hubieran podido ser
piensan sobre reglas. Entiendo que la palabra «preceptos» tal accidentales-, trae vigorosamente a la luz las limitaciones de las re-
viene utilizada por Pound, por ejemplo, es más o menos sinónima glas, de los preceptos, de las palabras, cuando en la reflexión sobre el
de reglas y principios, siendo los principios más amplios en o · derecho se las convierte en el enfoque, en el centro de referencia. 4
y proporcionalmente más vagos en connotación, con una tendencia
a la idealización de alguna parte del statu quo de cada época deter-
minada. Y pienso que, si uno lee a Pound, encuentra que los pre- · GARANTÍAS, DERECHOS E INTERESES: UNA IDEA EN DESARROLLO
ceptos son centrales en su pensamiento sobre el derecho. Al lado de
reglas y principios -¿puedo insinuar que al lado de los preceptos Estas limitaciones aparecen, por cierto, a través del análisis tra-
propiamente dichos?- subraya por ejemplo la existencia de «crite- dicional del derecho en términos de intereses, derechos y garantías
rios>> [standards] como parte del contenido sustancial del derecho. [remedies].** El desarrollo del análisis requiere una corta digresión,
Los criterios parecen ser estas vagas pero útiles imágenes con las
que uno suele acercarse a un amplio y variado campo de conducta * Llewellyn usa dos términos: behavior y conduct. Traduzco, respectivamente,
para medir los derechos de una situación particular: una concepción por «conducta» y «comportamientO>>. El segundo término, conduct, tiene en algu-
nas ocasiones un matiz intencional del que carece el primero. Véase injra la nota 23,
de lo que un hombre razonable haría en tales circunstancias, o de de Llewellyn. (N. del t.)
aquello que la buena fe requiere, e imágenes similares a estas. Pero ** En el derecho norteamericano, el término remedy tiene siempre una connota-
un standard (como un concepto; como cualquier término de clase, ción procesal y es más amplio que nuestro equivalente «garantía jurídica». El derecho
250 EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO 251

pero creo que vale la pena hacerla. Se refiere al contenido ""''L<lll('l" cuando los derec~os se ads~riben gen~ralmente a todas las person~s
de las reglas y preceptos por cuya mediación los hombres han de una clase en circunstancias determmadas, los derechos son, asi,
piado la configuración del sistema jurídico. Tanto en el sistema la exacta c~?trapartida de las re~las; y esta es la. ~ípica línea de
no como en el nuestro, este contenido sustancial ha sufrido en el rgumentaciOn de los postmortemizadores. O tambien: cuando los
so del tiempo cambios muy notables. ~erechos se adscriben a individuos particulares en circunstancias de-
En los prip1eros tiempos, las reglas eran concebidas casi terminadas, los derechos son deducciones que presuponen la regla;
vamente como reglas de garantía. 5 Las garantías eran pocas y iendo la premisa mayor la regla general sobre los derechos; y la
cretas. Había unas cuantas formas de llevar a un hombre delante ~remisa menor, la proposición que engarza este individuo y estas
un tribunal y unas cuantas cosas que uno mismo o el tribunal circunstancias con la regla general. De ese modo, para nuestros pro-
dían hacer con él una vez allí. Nos interesa aquí no por qué pósitos, los derechos y las reglas son bastante intercambiables; el
ocurría de esta manera (¿por qué un tribunal de justicia no derecho es un símbolo taquigráfico para la regla. 7
de» dar un auto de satisfacción hoy en día?), sino sólo que~--·--·· , Se habla de las reglas y de los derechos sustantivos como si im-
La pregunta se formulaba del siguiente modo para un hombre de perasen entre la gente, los no expertos: se dice que alguien tiene,
época: ¿sobre la base de qué hechos puede hacer uso un hombre, por ejemplo, el derecho a la ejecución de un contrato. Es una here-
cada una de las i ormas concretas de los modos de provocar que jía cuando Coke o Holmes plantean el caso de un hombre que tiene
tribunal importune a otro hombre? Las reglas de derecho eran libertad según la ley para hacer efectivo su contrato o para pagar
glas sobre esto. Se agrupaban en torno a cada garantía. La dafios y perjuicios, a su elección. Sería igualmente una herejía argu-
pensaba en estos términos. 6 Pensaba sobre lo que podía ver y mentar que la prueba real y efectiva de ,este supuesto «derecho» se
Su mente simple se ocupaba solamente de lo que podía ver. sustenta en una acción por daños, y que el derecho podría ser en
bía aquello que veía. alguna medida más adecuadamente descrito del siguiente modo: si
Esto pareció primitivo a escritores posteriores. Éstos en~~ue:ntrat1 la otra parte no cumple el contrato según lo acordado, puede ser
un orden diferente en el campo del derecho. Les parece que las demandada, y si uno tiene un buen abogado y no ocurre nada ex-
tías tienen un propósito, que son protecciones de algunas cosas trafio con los testigos o con el jurado, y uno acepta perder cuatro o
Pudieron pensar estas cosas y les dieron un nombre: derechos; cinco días de tiempo y aproximadamente del diez al treinta por cien-
chos sustantivos. Así que lo importante, las reglas jurídicas ,,,.,.. n~·•: to con los procedimientos, y uno acepta esperar de dos a veinte me-
vas, se convierten en reglas que definen derechos. Las garantías ses, probablemente pueda obtener una sentencia por una suma consi-
relegan a una atención periférica. Son meramente «derecho adj derablemente menor que lo que pudiera valer la ejecución del contra-
-mecanismos más o menos imperfectos para dar efecto a las cosas to -lo cual será percibido a su debido tiempo con el seis por ciento
importantes, los derechos sustantivos que constituyen la sustancia de interés por la demora, si la otra parte es solvente y no ha ocultado
derecho. Esta relación de los derechos y las reglas es bastante clara: sus bienes. Argumentar así sería confundir la garantía (que uno pue-
son dos aspectos de la misma cosa. Cuando una regla funciona · de ver) con el derecho sustantivo (que uno no puede ver, pero que
favor de una persona, ésta tiene un derecho, tal como es medido sabe que está ahí -en alguna parte-: eso es lo que dice la gente). El
la regla. O, si alguien tiene un derecho, esto puede ser oarafraseadlo derecho sustantivo en este cuerpo de pensamiento tiene una forma y
mediante el dictado de una regla que le adscribe a él y a las personas objetivo independiente de los accidentes de las garantías. Y aquí resi-
en situación parecida los beneficios connotados por los derechos. de el avance científico que conlleva el concepto. Uno se libera de
cualquier necesidad de observar qué es lo que hacen los tribunales y
procesal mismo es denominado remedia/ law. Véase la definición del término en de limitarse a esto en la discusión. Uno retorna a las realidades últi-
Black's Law Dictionary: «Los medios por los cuales un derecho es aplicado o la mas que existen detrás de su actividad. Resulta obvio que se puede
ción de un derecho es prevenida, y un derecho es restituido o compensado». (N. del pensar más claramente entre estas realidades últimas. Éstas no se ven
252 EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO 253

demasiado ensombrecidas por las inconsistencias y las dif En segundo lugar, se ha pagado un precio de ambigüedad -de
de detalle. No tienen que rendir cuentas de los hechos. h cho, un precio de multigüidad. «Reglas» es un término suficien-
Puede observarse, de paso, que la mayor parte del t ernente ambiguo. Una regla puede ser prescriptiva: «esto es lo que
común se halla hoy en día a este nivel. Es típica la normal aL""''"'" ~ debería hacer; lo que los jueces deberían hacer en casos como
de que la regla sobre el papel [paper role] o disposición 1eg1tstaJ:iv ~stos». O puede ser descriptiva: «esto es lo que es; lo que los jueces
[statute] significa algo simplemente porque posee autoridad sobre hacen de hecho en tales casos». O puede ser de ambos tipos: «esto
papel [paper authority] -es decir, que significa todo lo que dice 0 es al mismo tiempo lo que hacen y lo que deberían hacer». 9 Y cuan-
que se supone que ha intentado decir, simplemente porque posee do los teóricos discuten, cambian de un significado a otro sin adver-
ridad sobre el papel. tirlo, y con todas las connotaciones* y cada uno de sus posibles
Está lejos de mi intención discutir que los conceptos de grados. En el caso concreto de las reglas «de derecho», una ambi-
sustantivos y de reglas de derecho sustantivo han sido de gran güedad añadida afecta a la palabra «regla»: sea descriptiva o pres-
lor. 8 Han contribuido de un modo definitivo y agudo a que los criptiva, existe poco esfuerzo en esclarecer de qué acción y de quién
sadores centrasen su atención en la idea de que los pr<)Ce:anme:nt<>s; es prescrita o descrita. El enunciado «esta es la regla» significa típi-
las garantías, existen no solamente porque existen, ni tampoco camente: «Encuentro esta serie de palabras en códigos con autori-
que tengan valor por SÍ mismos, sino porque tienen un nrrH'\n.n• dad».10 Connota esto: «¿Los tribunales proceden de hecho según
Se sigue inmediatamente de esto la investigación de cuál es este esta serie de palabras?»; o «¿Los tribunales siempre repiten esta
pósito, y la crítica, si se revelan pobres los medios para sa serie de palabras en esta conexión?». Connota: «La gente actúa a la
Han contribuido además, en alguna medida, a hacerse una idea luz de esta serie de palabras»; o incluso «La gente actúa tal como
derecho a través de las situaciones de vida significativas, en lugar esta serie de palabras sugiere que debería comportarse». El teórico
mediante las categorías de un derecho de garantías históricamente con- rara vez va a preocuparse en decirle a uno cuántas de estas conno-
dicionado y a menudo arcaico. Han contribuido a crear una nueva taciones (si es que hay alguna) están implícitas en su enunciado:
base para una nueva síntesis; una base para la reforma jurídica. · «esto es una regla». Pero, en la página siguiente, argumentará a
partir de alguna de estas implicaciones. Lo que significa: confusión,
profusa e inevitable. 11
LAS AMBIGÜEDADES EN LOS CONCEPTOS DE REGLAS Y DERECHOS La confusión se vuelve aún más densa cuando se envuelve en
ella el concepto de «derecho» [right]. «Derecho» no añade nada al
Sin embargo, esto último no debería ensombrecer el precio que ·· poder descriptivo. Pero proporciona una especiosa apariencia de sus-
se ha pagado por el avance. En primer lugar, como ya ha sido des- tancia a las reglas prescriptivas. Éstas parecen ser sobre alguna cosa.
crito, se trata de un precio que ha contribuido a alejar la discusión Así que vestir el enunciado propio sobre lo que son las reglas de
de la comprobación del hecho. Esto puede que tenga valor para la derecho en términos de derechos es reduplicar la tendencia a no
campaña de un reformador legal, para mantener puntos de vista considerar las limitaciones que de hecho son impuestas a las reglas
nuevos, si «el hecho» en cuestión fuera derecho positivo existente. por la práctica y por las garantías. En el núcleo esencial del pensa-
Éste puede actuar más cómodamente si logra evitar que la gente se miento sobre el derecho, en el mismo lugar en que un pensamiento
dé cuenta de que su actuación significa cambio. Pero para un ob- · afecta a otro, o donde una parte del derecho afecta a otra, se ob-
servador científico, o para un reformador no comprometido en ven-
der su reforma, o en hacer propaganda, o en poner las ideas fuera * El término connotation es usado por el autor en un sentido próximo a «de-
notación», como variante de significación de términos y enunciados en el lenguaje
de alcance, sino comprometido en investigar lo que tiene delante, a natural. Téngase en cuenta el pragmatismo de Llewellyn y el uso habitual de las
dónde quiere llegar, y cómo llegar ahí, esta ofuscación de los hechos nociones lingüísticas para expresar el significado con anterioridad al advenimiento
ya es otro cantar. de la filosofía analítica del lenguaje. (N. del t.)
254 EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO 255

serva esta afección en términos de un algo idealizado que puede no


ser, y suele no ser, susceptible de reflejar adecuadamente las accio. INTERESES
nes de los hombres. En términos de palabras y no en términos de
comportamiento; en términos de lo que aparentemente es -~··.. ~-~··~111 •... Esta tercera confusión (pero nótese que no la primera ni la se-
sible sin contrastarlo con la vida. Así que uno presupone -sin unda) fue puesta de manifiesto por la polémica que se centró so-
ner el impulso de investigarlo- que se está ocupando de la ~re Jhering. Desde que tuvo lugar esta polémica procuramos limitar
cuando habla de derechos, y procede a usar estas palabras nuestro término «derechos» a los derechos legales («sustantivos», si
trastadas para seguir construyendo. no puede decirse nada más), y esto mismo ha contribuido amante-
Existe otra confusión, en el campo propiamente doctrinal, ner lo jurídico [the legal] separado de los factores sociales que fun-
se encuentra en el hecho de ocuparse de las reglas y se refuerza cionan en una situación. El término intereses, por otra parte, viene
la idea asociada de derechos. Al llegar a tomar las palabras a centrar la atención en la existencia de factores sociales, y a reco-
bases sólidas para el pensamiento posterior, se produce una --........ JlJ· mendar que estos mismos derechos sustantivos, como las garantías,
cia casi inevitable a simplificar de forma creciente las tor·mllla<!io.• existan sólo con una finalidad. Se entiende ahora que su finalidad
nes: a borrar de las formulaciones incluso las discrepancias en es la protección de los intereses. Pero no sabemos con seguridad lo
tos doctrinales que todo sistema progresivo de derecho contiene que son estos intereses. De ahí que tengamos ahora, por detrás de
medida superlativa; y por vía doble, porque la palabra «a,erech<ls>., Jos derechos sustantivos (que no necesitamos contrastar con nada
[rights] introduce sub rosa en este punto la noción adicional de de lo que los tribunales hagan), intereses (los cuales no precisan ser
titud» [rightness] (en el sentido de lo que debería ser). Me estoy· contrastados con nada en absoluto, y sobre cuya existencia, alcan-
refiriendo aquí a los efectos de la idea de rectitud en el rechazo de ce, naturaleza e importancia, ya sean tomados absoluta o relativa-
algunos materiales existentes puramente doctrinales en favor de mente entre sí, no hay dos entre nosotros que parezcan capaces de
igualmente doctrinales, al caso de conflictos de y en la doctrina · ponerse de acuerdo). Otra vez, el avance científico debería resultar
rídica -un tema de vasto interés para un jurista, aunque por obvio. Se ha llegado a la completa subjetividad. 13
común de poca importancia para un científico político. En este estadio del desarrollo, pues, se llega a una doble cadena
Pero la misma tendencia se suma y sigue también en la de finalidades. Se empieza con el interés. Este es un hecho o un
sión entre materiales jurídicos [legal materials] y no jurídicos, factor social de algún tipo que existe con independencia del dere-
cual afecta tanto al científico político como al jurista; y aquí la idea cho.14 Y tiene valor independientemente del derecho. De hecho, su
de «derechos» parece ser la herramienta pesada de la confusión, sin· protección es la finalidad de los derechos legales sustantivos, de las
ayuda alguna de la idea de «reglas». «Derecho» [right] sugiere siem- reglas jurídicas, de los preceptos de derecho sustantivo. «Seguridad
pre la connotación de su «rectitud» [rightness] inherente -social, del tráfico» [«Security of transactions»] es uno de estos intereses.
política, económica y, sobre todo, moral. Requiere un autoanálisis Las reglas y derechos del derecho de contratos existen para prote-
más cuidadoso que el realizado por muchos a los que ha interesado · gerlos y hacerlos efectivos. Las reglas y derechos no son fines, sino
distinguir el «derecho» no-legal [non-legal «right»] (lo cual consti- medios. Pero son medios que en otro aspecto (como la mayoría de los
tuía una razón para reclamar o merecer o luchar por un derecho medios) se convierten ellos mismos en fines: las garantías existen
legal) del «derecho legal», que era concebido, supongo, como algo como medio de hacer efectivos [to effectuate] los derechos sustanti-
que no era completamente una mera descripción de una garantía vos, como medio de realizar [to rea/ize] las reglas sustantivas. Na-
disponible, sino al menos un reconocimiento oficial de que podría · turalmente, los medios pueden resultar inadecuados, ser mal escogi-
tenerse algún tipo de garantía. La amenaza de ambigüedad en la . dos, antieconómicos, incluso contraproducentes, en cualquier esta-
premisa menor resulta obvia. 12 Los teóricos del derecho natural poco · dio. Pueden ser así, de forma cumulativa, en ambos estadios. La
hicieron para reducirla. regla que establece que para hacer una oferta irrevocable es necesa-
256 EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO 257

ría su consideración durante tres días, puede considerarse «><'1.\.lt:f'll•


· l) No pretendo decir que las «reglas de derecho sustantivo» no son
~a para la ulterior seguridad del tráfico. La regla que establece irnportantes. 2) No pretendo decir que no sea humanamente posible
s1 .el resultado de los acuerdos de voluntad se ha efectuado Por usar el análisis de intereses-derechos y de reglas-garantías y, al mis-
cnto y se expone como completo, determinados acuerdos mo tiempo, pensar útil y claramente sobre el derecho. 3) Y me-
realizados oralmente carecen de eficacia [force], suscita -~••o><\lLCrll
nos aún pretendo impulsar la exclusión de las reglas y derechos sus-
bles dudas como fomentadora de la seguridad del tráfico -es tantivos del campo del «derecho». En lugar de esto, pretendo decir
suficientemente dudosa como para que nuestras reglas sobre l) que las reglas de derecho sustantivo son mucho menos importan-
tema sean bastante intrincadas y que nuestras prácticas tes de lo que la mayoría de los teóricos del derecho han supuesto en
resulten a veces altamente erráticas. Las reglas que uniformizan la rnayor parte de sus escritos y de su pensamiento, y que no son el
garantías en los contratos de compraventa de bienes, limitando centro de referencia más útil para la discusión jurídica; 2) que la
garantía a una demanda ante jurado, y por daños, y en un existencia del término «derechos y reglas» en el planteamiento de
número de casos, valorando los daños mediante criterios los intereses a) tiene una persistente tendencia a desenfocar la aten-
que presuponen un mercado sin fricciones, pueden ser "'V·""''-'1:;J.aa: ción hacia este término; b) que evitar esta tendencia significa ganar
como reglas que ofrecen una inadecuada garantía, incluso si se mucho en claridad; e) y que intentar evitarla y pretender al mismo
sa que el fundamento de los supuestos derechos y reglas tiempo conservar el término es enmarañar toda discusión con un
resulta completamente inadecuado respecto a sus finalidades. lastre innecesario y bastante embarazoso; 3) que las reglas y dere-
que los medios pueden ser inadecuados; pero el análisis invita chos sustantivos deberían ser alejados de su posición actual de en-
descubrimiento de la inadecuación. De ahí que, de cualquier foque de la discusión jurídica, en beneficio del área de contacto
que se imagine la satisfacción en el curso del triple análisis en entre la conducta judicial (u oficial) y la conducta del hombre de la
nos de intereses, de derechos sustantivos y reglas, y de garantías calle; que las reglas y derechos sustantivos deberían ser estudiados
puede hacerse otra cosa que rendir homenaje al rigor con que ' no como existentes por sí mismos [seif-existent], ni como el mayor
de manifiesto que el derecho es algo hecho por el hombre, punto de referencia, sino en referencia permanente a este área de
susceptible de crítica, de cambio, de reforma -y susceptible de interacciones [behavior-contacts]. Voy a retomar ahora conjunta-
tica, cambio y reforma no solamente según los criterios que se mente la segunda y tercera de estas posiciones, para volver luego a
cuentran dentro del propio derecho (armonía interna, "'"''""''"""'"'-•• la primera.
lógica de las reglas, partes y tendencias, elegantia juris), sino
bién según los criterios enormemente más vitales que se ...... u ...uu
en el exterior del derecho mismo, en la sociedad que el ~"''""'·'v EL ANÁLISIS DE INTERESES-DERECHOS-GARANTÍAS:
pretende tanto gobernar como servir. PALABRAS VERSUS PRÁCTICA
Por otra parte, el análisis en estos términos ha comportado su
plena medida de confusión, como antes he tratado de indicar. Y la No veo que se pueda avanzar mucho a partir del planteamiento
confusión, así traída y llevada, no es -como las virtudes del de intereses-derechos y reglas-garantías excepto para notar, para su-
sis- normal, bien comprendida, y habitualmente tenida en cuenta. brayar, que el derecho no es el todo, ni tan siquiera la mayor parte,
Lo que nuevamente me lleva a la sugerencia que más arriba he de la sociedad; y para imponer atención a las relaciones e interac-
mulada, a saber, que el uso de preceptos, o de reglas, o de ciones entre el derecho y el resto de la sociedad; y, como asunto de
que son la contrapartida lógica de las reglas -de las palabras, en método, para la provisión de palabras que permitan distinguir los
una palabra- como centro de referencia del pensamiento jurídi aspectos jurídicos y no jurídicos de la situación y de las interaccio-
co, impide pensar claramente sobre lo que cuenta como derecho. nes. Y parece que se podría aceptar sin demostración que los aspec-
Quisiera asegurarme de nuevo que no voy a ser mal comprendido. tos más significativos (no digo que sean los únicamente significati-
17.- CI\SANOVAS
258 EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO 259

vos) de las relaciones entre derecho y sociedad residen en el la práctica decisoria de los jueces) se supone que controla la práctica
de la conducta, y que las palabras adquieren importancia bien de los hombres de la calle interesados, que gobierna el comportamiento
que y en tanto que son conducta, o bien porque Y en tanto de la gente. ¡Rogad por el marinero traído y llevado por la tempestad
reflejan o influyen de forma palpable a otra conducta. No en una noche como esta! ¿Qué esperanza hay aquí de razonamiento
que se avance demasiado con esta afirmación. Su verdad es clarO que se levante encima de semejante derroche de olas?
damente evidente. Y con todo, invierte, molesta a todo el ¿Estoy sugiriendo acaso (para atajar la discusión en un punto
tradicional del derecho. Pone a la teoría aceptada sobre su ca crucial) que las «reglas comúnmente aceptadas» [«accepted rules»],
El enfoque se realiza en términos de palabras; se centra en las las reglas que los jueces dicen áplicar, no influyen en su conducta
bras; tiene su máxima dificultad en ir más allá de las palabras. A real? No lo hago. Ni tan siquiera digo que, algunas veces, estas
ta de comentario sobre la conducta, la. asunción tácita es que «reglas comúnmente aceptadas» pueden no ser una descripción de-
palabras reflejan de hecho la conducta, y a falta de comentario masiado cuidadosa de la conducta real de los jueces. Lo que afirmo
bre las palabras de las reglas de derecho, la asunción tácita es es que un cuidado descriptivo semejante es raro. La cuestión es
influyen de hecho sobre la conducta, y que la influyen de forma ¿cómo, y cuánto, y en qué dirección diyergen la regla comúnmente
efectiva y precisa que ésta se conforma completamente a tales aceptada y la práctica de la decisión? Item más: ¿cómo, y cuánto,
bras. Aquí reside la clave del embrollo. La «reglas» se dictan; en en cada caso? No es posible generalizar sobre esto, sin investigación.
caso-tipo son reglas «de deber» [«ought» rules], reglas Las conjeturas de uno pueden resultar de algún valor, en lo gene-
las prescripciones del edictor, los deberes [oughts] del edictor, ral. No tienen absolutamente ninguno, en lo particular. La única
res individualmente proclamados -siendo la auténtica regla que cosa que ahora sabemos con certeza es que reglas distintas tienen
jueces debieran dictaminar sobre estos hechos para el Oelmancl<:tntle'i! relaciones totalmente diferentes respecto a la conducta de los jueces,
De ahí, saltamos sin solución de continuidad a deberes respecto a la de otros funcionarios, y respecto a la de las personas
tes aceptados en el sistema jurídico bajo discusión: deberes particulares «gobernadas» (¡palabrita optimista!) por esas distintas
tes [prevailing oughts] -las autoridades acuerdan que los jueces · reglas. El enfoque que aquí se sugiere admite, pues, en general, al-
bieran dictaminar sobre estos hechos para el demandante. Aquí, guna relación entre cualquier regla comúnmente aceptada y la con-
vez sin solución de continuidad y sin investigación, suponemos ducta judicial; y por lo tanto niega que esta admisión implique otra
la práctica de los jueces se conforma a los deberes aceptados en los cosa que un problema para investigar en el caso concreto; y argu-
códigos; suponemos que las formulaciones verbales de los menta que la significación de la regla particular aparecerá solamen-
describen de manera precisa los dimes y diretes de la práctica; te después de la investigación del fenómeno vital, focal: la conduc-
nemas que los jueces dictaminan en efecto tal juicio sobre tales ta. Y no veo la manera de escapar a esta posición, si es que una
chos. Una situación paradójica, en derecho o en cualquier otro ciencia empírica del derecho tiene que tener algún fundamento en la
pecto de la vida. ¿,Desde cuándo la ideología de los hombres sobre realidad, alguna responsabilidad en relación a los hechos. Así, y
su propia actividad, sobre lo que constituye una buena o mala solamente así, se vuelve tangible el avance real que perseguía el aná-
tica, es o ha sido nunca una descripción adecuada de su práctica lisis de intereses-derechos y reglas-garantías.
efectiva [working practice]? Nótese que no niego que aquellos que han comprometido su
Esta es la primera imputación tácita de factualidad a las reglas pensamiento en este planteamiento no sean de vez en cuando cons-
deber. Se sigue inmediatamente una segunda imputación de este tipo cientes de la importancia de lo que aquí se propone. «Derecho-en-
-también sin explicitar, también sin investigar, también (salvo raras los-códigos y derecho-en-acción.» Y, de hecho, siempre que se dis-
veces) sin desafío, o sugerencia, o duda. La regla de deber sobre cute este punto, cada uno de ellos se empeña en remodelar su énfa-
papel que ahora se supone que describe la regla efectiva [ sis ad hoc; pone momentáneamente el acento en la garantía, incluso
rule] de deber seguida por los jueces (esto es, que se corresponde sobre los efectos de la garantía, tal como se utiliza en la práctica.
260 EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO LL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO 261

Pero se trata de una remodelación ad hoc. Es rápidamente olvidada rnigo Patterson* ha descrito con sensatez la concepción del interés
cuando ya ha pasado el tema puntual. No forma parte del - ...,,c...., :n su actual estado de desarrollo como una simple bandera roja
normal de investigación, discusión, síntesis; únicamente forma para incitar a la investigación en ciertas direcciones determinadas
te del utillaje de defensa. Cuando no es utilizada en una _............tun: -como dejando todavía sin hacer en cada situación concreta la ma-
de combate, como resultado de una curiosidad puramente yor parte de la recolección de hechos y la mayor parte de su ponde-
o de algún repentino estímulo-respuesta del exterior, centellea como · ración. «Seguridad del tráfico», en los casos de contrato que he
una estrella fugaz y luego desaparece. Siempre vuelve a cerrarse be~ planteado anteriormente, significaría para él la más útil formulación
llamente la noche de las palabras sobre la delgada y ·· del interrogante: ¿qué clase de tráfico comprende? ¿Cuántas tran-
línea en el cielo. sacciones? ¿Qué resultados se han obtenido hasta el presente? ¿Qué
tipo de fracasos? ¿Qué consecuencias tendría cada cambio propues-
to? ¿Qué posibles efectos no deseados tendría en las manos de las
LOS INTERESES: ¿QUÉ ES LO QUE SON? partes interesadas? Y así sucesivamente. «Seguridad del tráfico» no
sentaría nada. Sugeriría, tan pronto como se esclarecieran los he-
Este acento sobre la conducta, sobre lo observable, sobre los chos, una línea de política legislativa [one line of policy] que ha
intentos de una contrastación cruzada objetiva de los datos en venido a ser considerada como importante en muchas partes del
cusión, sobre los intentos de encontrar palabras que los describan y derecho, pero dejaría que la importancia de esta línea de principios
de no describirlos mal, debería ser fructifero también en la discu-. fuera iluminada en cada caso por los hechos relevantes para la si-
sión sobre los intereses. La atribución de la cualidad de «interés» a tuación en este caso preciso. Ninguna eliminación, pues, del juicio
algo conlleva necesariamente un juicio de valor sobre y por encima ·. de valor subjetivo, sino iluminación mediante datos objetivos del
de los juicios de valor inherentes a toda investigación científica. l.! fundamento y relaciones de un juicio de valor subjetivo. Y así, una
Llegados a este punto, el enfoque del comportamiento deja de comparación de hechos con hechos, y no de palabras con palabras.
meter un acuerdo objetivo, salvo en lo siguiente: que la singulariza- No una comparación de una mera formulación de palabras sobre
ción del juicio de valor en el planteamiento relativo a los fenóme- un interés con otra formulación de palabras que figura que es una
nos observados en los que parcialmente descansa aportaría claridad «regla de derecho», un precepto que nadie sabe ni ha examinado qué
a muchas discusiones. Sobre todo, cuando se trajese a colación cual- significa en la vida práctica. Mejor dicho, en lugar de los datos objeti-
quier «interés» para que fuera debatido, como parte de la honesti- vos, los datos específicos, que representan pretendidamente un interés,
dad científica, un enfoque como este se formularía en términos de comparados con las actividades de hecho de los jueces y las consecuen-
la demostración de la existencia de los agrupamientos de conducta cias de hecho de las actividades sobre los datos que representan pre-
[groupings of behavior] que se pretenden significantes. En lugar de tendidamente un interés. Y si los dichos [sayings] de los jueces tienen
esto, el enfoque habitual tiende a traer a colación las más amplias efectos demostrables, añ.ádanse éstos a la comparación. ¿Qué más re-
formulaciones sobre intereses, y a atribuirlos a situaciones con una sulta relevante? Mejor aún: ¿hay algo más que resulte tan relevante?
docta indiferencia respecto a los hechos específicos. Ya he señ.alado He dicho ya con anterioridad que todo esto puede hacerse bajo
antes brevemente mi falta de respeto por algunos aspectos de la el planteamiento analítico tripartito más incómodo .16 He dicho ya
«seguridad del tráfico». No quisiera que se entendiese por ello que que lo ha sido semiocasionalmente. He dicho ya que esto rara vez
niego la gran utilidad de estas tres palabras, o que éstas se refieran
a aspectos muy significativos de nuestra vida. Siento un vivo deseo, * Llewellyn se refiere a Edwin W. Patterson, profesor de Columbia, experto
en derecho mercantil. Llewellyn incluyó a Patterson en la lista de realistas que figu-
en cambio, de que se entienda que lo que sí discuto es cuánto se ran en su polémico artículo de respuesta a R. Pound «Sorne Realism about Realism».
logra, para cada problema específicamente dado, por el mero pro- Véase Harvard Law Review, 44 (1931), p. 1.222, reeditado en Jurisprudence. Realism
cedimiento de confiar en la magia de estas palabras. Creo que mi in Theory and Practice, The University of Chicago Press, 1962, pp. 42-76. (N. del t.)
262 EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO 263

se hace, y que la tendencia definida de este planteamiento es la nes. Repito que están en el terreno de los es [isness] y no en el
impedir su realización. Me aventuro a predecir que sin el giro en terreno de los debe ser [oughtness]; pretenden honestamente no ir
acento, en el punto de enfoque, hacia la conducta, esta '"'uucr:tc1 en sus sugerencias ni pizca más allá de las garantías efectivamente
va a continuar poniéndos.e alegremente en evidencia. disponibles. Como todos los símbolos taquigráficos, tienen conno-
taciones peligrosas cuando son aplicadas a situaciones en las que no
resultan del todo adecuadas. Pero su intención y esfuerzo es la de
EL SIGNIFICADO DE LAS REGLAS Y DE LOS DERECHOS describir. Y se les puede adaptar la magnífica formulación de Max
BAJO EL ANÁLISIS DE LA CONDUCTA Weber en términos de probabilidad: un derecho (o práctica, o «au-
téntica regla») existe en la medida en que exista una probabilidad
¿Cuál es ahora el lugar que ocupan las reglas y los de que A pueda inducir a un tribunal a resarcir a A por los daños
bajo un enfoque como este? Intentar su segregación del campo de B; más aún: en la medida en que la probable indemnización cu-
derecho sería huir de la realidad. Debería empezar por distinguir bra /os daños de A. En este aspecto, los derechos y «reglas» sustan-
«reglas» y derechos auténticos [real «rules» and rights] de las tivos, distintos de los adjetivos, simplemente desaparecen en el nivel
y derechos sobre el papel fpaper rules and rights]. Los descriptivo. La medida de una «regla», la medida de un derecho,
están concebidos en términos de conducta; no son sino otros resulta ser lo que puede hacerse respecto a la situación. La correcta
bres, adecuados símbolos taquigráficos, para las garantías, las afirmación de una «auténtica regla» o de un derecho incluye todas
ciones de los tribunales. Son descriptivos, no prescriptivos, las limitaciones procesales de lo que puede hacerse respecto a la
hasta donde se pueda implicar que los tribunales deberían pn·nT•·n· situación. Lo que se deja al reino de la descripción son, por un
con sus prácticas. 17 Por «auténticas reglas», pues, si acierto con lado, las agrupaciones de conducta (y las expectativas [y1o necesi-
palabras, los científicos del derecho [legal scientists] entenderían dades] comprobables) de las que puede pretenderse que constituyen
prácticas de los tribunales y en absoluto las «reglas». Y para un interés; y, por otro lado, las prácticas de los tribunales en sus
científicos los enunciados de «derechos» serían enunciados de la efectos sobre la conducta y expectativas del hombre común en cues-
habilidad de que en una situación determinada· un .cierto tipo tión. Hechos, en el mundo del es, para que sean directamente com-
acción judicial apareciera por ahí. Términos factuales.- Nada parados con otros hechos, también en el mundo del es.
Este uso de «derechos», por lo menos, goza ya de un "'v''~'"'u.'"'1 ¿Un retorno, podría decirse, al crudo y anticuado modo de pen-
predicamento entre los seguidores de Hohfeld. Este concepto de sar las reglas únicamente en términos de garantías?, ¿un retorno al
gla auténtica» [real rule] no ha dejado de ganar predicamento confinamiento del pensamiento jurídico a las vaguedades del proce-
que fue claramente formulado por Holmes. «Reglas sobre el dimiento limitado por la tradición? No exactamente. Es un retorno
fpaper rules] son lo que ha sido tradicionalmente tratado como al realismo de este punto de vista primario. Pero un sofisticado re-
glas de derecho: la doctrina comúnmente aceptada del tiempo y torno a un realismo sofisticado. Se ha abandonado ya el antiguo
lugar -lo que los códigos dicen ahí que es «el derecho». Las « , supuesto de que el derecho existe porque el derecho existe; perma-
ténticas reglas» y derechos -«lo que los tribunales van a hacer . nece y se ha retomado la investigación acerca del propósito de lo
un caso determinado, y nada más» [«what the courts will do in a. que los tribunales están haciendo, la crítica en términos de identifi-
given case, and nothing more pretentious»]-* son, pues, car las finalidades criticando los medios. Aquí vuelven a entrar en
el cuadro los juicios de valor, y deben hacerlo. Al observar hechos
de conducta particulares, concretos, y la expectativa que suscita la
* Llewellyn citaba aquí de memoria el conocidfsimo pasaje de Holmes. El
ginal reza: «... the prophecies of what the courts will do in fact, and nothing
presencia de «un interés», se llega a la conclusión valorativa de que
pretentious, are what I mean by law». Cf. «The path of the law» (1887), en algo en estos hechos requiere protección por parte de los funciona-
ted Papers (1920), Peter Smith, Nueva York, 1952, p. 173. (N. del t.) rios del Estado. ¿Qué tipo de protección requiere?, ¿y en términos
264 EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO 265

de qué tipo de acción por parte de los funcionarios del de acuerdo con su tenor. Ni la afirmación ni la predicción son a
Otra vez una cuestión de juicio -pero una cuestión de juicio que ai menudo verdaderas in toto. Y el primer punto del enfoque que aquí
menos se asienta en la realidad y llega a resultados en términos e hace es el de escepticismo en relación a su verdad en cualquier
5
acción. La conducta efectiva de estos funcionarios estatales aso en cuestión. Aunque existe una convención comúnmente acep-
ser directamente comparada con esta hipotética acción. Hay un ~ada de actuar y hablar como si esta afirmación y predicción fuera
plio espacio para el error en el diagnóstico de los intereses y en la verdad más solemne: una tradición peculiarmente marcada entre
imaginación de las formas de la conducta oficial conveniente la profesión jurídica cuando está oficialmente comprometida. Es,
su protección. Pero realismo en la discusión; realismo en cada por cierto, de primera importancia recordar que tal tradición con-
tremo de la comparación; una reducción, tan amplia como sea tiene una tendencia a verificarse a sí misma. 19 Pero no tan importan-
sible según el estado actual de conocimiento, del campo que ob te como recordar que esta tendencia no es más poderosa que su
ye la vista con palabras adoptando la máscara de cosas sin contraria: esa otra tendencia a deslizarse silenciosamente a falsificar
probación. la predicción de hecho, mientras se descansa en un ungüento de
palabras convencionales para aliviar cierto deseo de creer que la
predicción ha funcionado.
EL LUGAR Y TRATAMIENTO DE LAS REGLAS SOBRE EL PAPEL De ese modo, el problema de las formulaciones oficiales de las
reglas y derechos se torna complejo. En primer lugar, en lo que se
¿Se eliminan las «reglas de derecho» en el sentido comúnmente refiere a formulaciones ya existentes, ya presentes: la doctrina co-
aceptado en esta línea de pensamiento? De algún modo, resulta ob- múnmente aceptada. Aquí, repito, se levanta un ojo astuto y escép-
vio que no. Tanto si son puras reglas sobre el papel, o son el co- tico para ver si la conducta judicial es en realidad lo que la regla
múnmente aceptado tránsito de los funcionarios del derecho, conti- sobre el papel pretende (implícitamente) afirmar. Se busca la prác-
núan presentes, y su presencia prosigue como un hecho actual-una tica real en el sujeto, mediante el estudio de cómo funcionan los
actualidad de importancia-, pero una actualidad cuya impQrtancia casos efectivamente acontecidos. Se busca determinar hasta qué pun-
precisa, cuyo funcionamiento e influencia aparecen con claridad. En to la regla sobre el papel es real, hasta qué punto es meramente
primer lugar, aparecen como lo que- son: reglas de un debe con auto- sobre el papel.2° En esta comparación de la regla sobre el papel con ···
ridad, dirigidas a los agentes oficiales, que dicen a los agentes ofi- la práctica, se busca un entendimiento del comportamiento judicial
ciales lo que los agentes oficiales deben hacer . 18 Éstos, o bien no efectivo; se sigue también el uso que se hace de las reglas sobre el
prestan en absoluto atención a lo que se les dice (la pura regla sobre papel en la argumentación de los jueces y del letrado, y la aparente
el papel, la letra muerta de la ley, el caso obsoleto), o lo hacen sólo influencia de su presencia oficial en las decisiones. Se busca deter-
en parte (la regla «construida» al margen de su reconocimiento; la re- minar cuándo es formulada, pero ignorada; cuándo es formulada y
gla a la que se aplica principalmente jarabe de pico, mientras la prác- seguida; cuándo y por qué es explícitamente restringida, extendida
tica sigue por otro curso distinto), o le prestan una total atención o modificada, de tal modo que se crea una nueva regla sobre el
(la regla con la cual coincide la práctica oficial con bastante exacti- papel. Se observa el nivel de aplicación, modificación, o elusión
tud). Pienso que cada uno de estos preceptos-en-los-códigos oficia- silenciosa en la «interpretación» de los hechos de un caso, en con-
les (disposición legislativa, doctrina dictada en la decisión de un tri- traste con este otro nivel bastante distinto de lucha explícita con el
bunal, regulación administrativa) contiene tácitamente un elemento lenguaje de la regla sobre el papel. Se observa cuán firmemente se
de pseudodescripción junto con su afirmación de lo que los agentes asienta la tradición de requerir una buena justificación sobre el pa-
oficiales deberían hacer; una afirmación tácita de que los agen- pel, en los términos de las reglas sobre el papel aceptadas oficial-
tes oficiales van a actuar en efecto de acuerdo con el tenor de la mente, con anterioridad a que cualquier decisión, aunque se apele
regla; una predicción tácita de que los agentes oficiales van a actuar sobre la base de los hechos, pueda ser considerada como posible-
266 EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO 267

mente aceptada. Y del mismo modo, se observa la importancia sado en una disposición legal «será leído» a la luz tanto del dere-
los formulismos oficiales como herramientas de discusión y uhO común existente, como de la construcción jurisprudencia! previa
sión; se observan tanto los estímulos de los que pueden ~e este lenguaje. Pero este es el nivel más superficial, epidérmico,
como las limitaciones establecidas por su lenguaje. A del asunto. Por debajo de esto, se hallan las prácticas imperantes
asimismo, se percibe que ni todos los formulismos oficiales son JlláS vitales, como la manipulación oficial de las reglas que antes he
les a este respecto, ni tampoco lo son todos los tribunales, ni descrito con cierta rudeza; es decir, las prácticas de los tribunales y
poco lo son todas las épocas y circunstancias para el mismo de ¡05 abogados.
lismo en el mismo tribunal. La manipulación de los f Pero respecto a la nueva formulación (especialmente la que adop-
oficiales para influir en el comportamiento del tribunal, pues, ta forma de ley), el problema de la conducta se halla a un nivel más
a resultar un arte, susceptible sólo mínimamente de ser ~.:ortVf'l"fi profundo que en estas prácticas de quien ha sido legalmente electo.
en rutina o (hasta la fecha) de tener una descripción precisa y El modo como los tribunales de apelación manejan las reglas oficia-
factoría. Y la discrepancia, grande o pequeña, entre los f les existentes presupone la resolución del nudo más apretado que
oficiales y lo que acontece de hecho, obtiene la atención pre~ter.en los autores de proyectos legislativos deben desatar: el caso está aún
que merece. en el tribunal; alguien está ya haciendo una apelación al formulis-
IJlO oficial. Mientras tanto, uno de los mayores problemas del autor
de proyectos legislativos es indagar la conducta existente de antema-
REGLAS SOBRE EL PAPEL Y NUEVO CONTROL no, para estar seguro de que su formulismo, cuando se convierta en
una regla oficial, no va a dormir simplemente la siesta de los códi-
He intentado contemplar, sin embargo, la nueva gos. Así, debe configurarlo de tal manera que induzca a su aplica-
de las reglas oficiales incluso como más vitalmente afectadas ción (con todos los desacuerdos que pueda comportar) o, de otra
enfoque que aquí se sugiere que el trato con las formulaciones suerte (para todo fin salvo el de pacificar con palabras los constitu-
tentes. Esta nueva formulación se efectúa siempre con un .'sentes de su clamoroso contenido), su aliento va a disolverse en el
to. 21 La realización de este propósito (recuérdese «la protección 'aire. 24
los intereses», supra) debe ser pretendida por medio-de la u-....,....... Sólo como segunda función, éste tiene que luchar para que su
ción verbal. La necesidad se fundamenta, en parte, en nuestra · 'formulismo goce de tanta influencia sobre la tradición judicial que
dición jurídica: en gran medida, nuestros agentes oficiales los resultados activos sean los deseados cuando un caso llegue al
nan bajo el estímulo de y a la luz de reglas verbalmente tribunal. Hay poco que ganar, de nuevo, trabajando el tema. Pare-
das. 22 En parte, además, las formulaciones verbales, y \0~ 1Jc\...lauu.¡;lJ ce patente que sólo puede llegarse a un beneficio de realismo y efec-
te aquellas relativas al cambio en acción, nuevo, planificado, tividad del pensamiento mediante la contemplación sistemática {y
un instrumento de comunicación en una sociedad compleja; son no ocasional) de la formulación oficial como un instrumento, no
culiarmente importantes en una sociedad que depende en buena como una cosa con valor intrínseco; como un medio sin significado
te de registros escritos para mantener la continuidad de la [meaning] salvo en los términos de su actividad, y con sentido en
entre los sucesivos administrativos de una oficina, y entre sus actividades sólo cuando estas últimas se comparan con los resul-
generaciones. Pero desde el momento en que la realización n ..1..onn• tados deseados. Dicho en los términos anteriormente utilizados: pri-
va de un propósito se efectúa en términos de acción, de ... vJui-'•J• ma facie, como puro papel hasta que no se demuestre lo contrario;
miento, la formulación verbal, si ha de ser eficaz, debe realizarse y, en el mejor de los casos, como un nuevo elemento de un medio
tal modo que produzca la conducta 23 deseada. Esto revierte en ambiente establecido pero en movimiento; como un único elemento
prácticas relevantes imperantes y en las actitudes de las nt>t'snYJiai en un complejo de prácticas, ideas e instituciones sin cuyo estudio
relevantes. En una ilustración doctrinal común, el lenguaje que el elemento aislado no significa nada. Así, lo que el enfoque pro-
268 EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO 269

puesto significa no es la eliminación de las reglas, sino la dentro de las categorías recibidas, o pueden hacerlas desaparecer.
de palabras y de papel en una perspectiva que puede aumentar La otra sugerencia de un enfoque realista radica en la observa-
memente su poder y efectos. 25 ción de que las categorías y conceptos, una vez formulados y una
vez introducidos en un proceso de pensamiento, tienden a tomar
una apariencia de solidez, realidad y valor inherente que no tienen
EL LUGAR Y TRATAMIENTO DE LOS CONCEPTOS ningún fundamento en la experiencia. Más aún: aunque originalmen-
te formulados en el modelo de al menos algunos datos observados,
Como las reglas, los conceptos no van a ser eliminados, no tienden, una vez han sido introducidos en la organización del pen-
den serlo. La conducta es demasiado heterogénea para tratar . samiento, tanto a sugerir la presencia de los datos correspondientes
ella, salvo después de alguna ordenación artificial. Las 1.,.,.,...,..,,n; incluso cuando estos datos no están efectivamente presentes, como
de los sentidos que configuran lo que nosotros denominamos 0 a adecuar a las líneas y formas de las categorías cualquier observa-
vación carecen de utilidad, a menos que se las disponga conj ción directa de datos. Esto ha sido discutido anteriormente en su
mente en algún orden. Ni tampoco el pensamiento puede aplicación a las reglas; se sostiene como verdadero, sin embargo, de
sin categorías. cualquier concepto. Es peculiarmente problemático en relación con
Un enfoque realista, sin embargo, pondría de relieve dos los conceptos jurídicos, a causa de la tendencia de los conceptos
rencias en la configuración de tales categorías. La primera ;,fjurídicos cristalizados a persistir después de que el modelo de hecho
cia descansa primariamente en saber que clasificar es perturbar. (fact model] del que procede el concepto haya desaparecido o se
construir énfasis, crear acentos, que oscurecen alguno de los haya vuelto irreconocible. Un simple pero notable ejemplo es el de
bajo observación y que otorgan un valor ficticio a otros -un la resistencia opuesta por el concepto de «amo-esclavo» a cada rea-
ceso que tiene tan sólo justificación en tanto en cuanto es ne<:es::tr1 juste en el curso de una nueva situación del trabajo industrial. Quien
para el alcance de un objetivo. Los datos que hay que ....~... L'''~'"' '"abogara por el enfoque realista, aquí, efectuaría una permanente
respecto a este objetivo son obviamente aquellos que aparezcan contrastación retroactiva de la categoría con los datos, para ver si
más pertinentes [relevant]. Pero la auténtica pertinencia [rPI.P\Jr.rn"" los datos se hallan aún presentes en la forma sugerida por la cate-
puede ser determinada solamente a medida que avanza la •n'"''~'"~­ gorfa~nombre. Esto retrasa el pensamiento. Pero conduce a resulta-
ción. Por esta razón, un enfoque realista de cualquier nuevo dos que significan algo cuando se alcanzan.
ma empezaría por ser escéptico sobre la adecuación de las
rías recibidas para la ordenación efectiva de los fenómenos en
tas a lograr una solución del nuevo problema. Es bastante ANTECEDENTES DEL ENFOQUE DE LA CONDUCTA
que las categorías recibidas tal como ya están resulten perfectas
este objetivo. Es, sin embargo, del todo improbable. La Todo esto no es nada nuevo en las ciencias sociales. Concuerda
pues, viene a ser la siguiente: que teniendo en mente el nuevo con el trabajo del etnógrafo contemporáneo. Éste sustituye la des-
tivo nos aproximemos a los datos nuevamente, tomándolos tan cripción laboriosa y objetiva de la práctica por la relación local de
bruto como sea posible, y descubriendo hasta qué punto y en lo que es la práctica, o por (lo que es peor) una relación o bien de la
medida las categorías tradicionales disponibles cubren realmente práctica local, o de la ideología local amablemente distorsionada
datos en bruto más relevantes. Y esto antes de proceder a por las convenciones de propia cosecha del observador. Concuerda
estas modificaciones en las categorías tal como puede que sea con el desarrollo del método objetivo en psicología. Encaja en los
sario o prometedor hacer. Vista la tendencia a la so desarrollos pragmáticos e instrumentales en lógica. 26 Intenta sacar
ción en el pasado, esto viene a significar posiblemente la provecho de las preocupaciones metodológicas que se han suscitado
ción de categorías menores -las cuales pueden constituir su durante estos últimos años mediante los nuevos enfoques en socio-
270 EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO 271

logía, economía y ciencia política. El único rasgo nuevo es su como esta, creo que es altamente útil a éste contemplarla como el
cación a la más convencional y ficticiamente montada de las derecho del caso. No veo por ninguna parte nada que ganar, y sí
plinas, el derecho. En esencia, la Escuela Histórica del derecho de mucho que perder, si se constituye una ficticia unidad en el derecho,
lado, y Bentham y el último Ihering del otro, se fueron ::~n·rn"·•--·· siendo así que algunos agentes oficiales hacen una cosa, otros otra,
do a la teorización aquí desplegada. El pensamiento de Holmes y ahora los tribunales de nuevo una tercera. De forma realista, la
la mayor parte del camino dos generaciones atrás. Lo que se ley, pues, es no una, sino al menos tres, y de ninguna manera tres-
hecho en las últimas décadas que tiene algunos visos de ,......,.,, __, en-una. Si lo que los tribunales hacen prevalece finalmente y se re-
viene por parte de teóricos que van más allá del teorizar para coge en la práctica administrativa, no hay más que decir. Si tal su-
guiendo este tipo de líneas, dirigirse a la recolección e · ' ceso puede preverse por adelantado, encuentro que es inmensamen-
de datos sobre el comportamiento jurídico: Ehrlich, Nussbaum, te más útil pensar en el mismo en términos de unidad emergente de
demann, Brandeis, Frankfurter, Moore, Ciar k, Douglas, la ley, la cual puede ser un debe hasta que se produce, y a éste le
Yntema, Klaus, Handler, LamberU7 Cito solamente los q11eda todavía una oportunidad de que suceda (a un cierto precio)
para mostrar que no está implicada una sola escuela ni un solo con sentido común y dinero para aspirar a ello, pero no es aún el
y para dejar claro que el punto de vista se ha movido a través derecho probable para el caso común. ¿Qué expresa sino un dere-
teatro discursivo y se ha probado a sí mismo en escena. cho, en una sola jurisdicción, según el capricho o la práctica de un
esto, debería contemplar ahora unas cuantas implicaciones más oficial, o según la financiación o temperamento o pelaje político
este enfoque. del hombre común afectado? Justamente esto. ¿Qué más expresan
los hechos? ¿Por qué parpadear y desviar la vista porque la tradi-
ción sobre el papel se molesta? Mientras haya palabras para descri-
LA ACCIÓN ADMINISTRATIVA COMO DERECHO bir la regla del tribunal que va a prevalecer en última instancia (¡en
el caso en que lo haga!), y para describir la situación de forma
Tres de ellas aparecen conjuntamente. En primer lugar, distinta antes y después de la victoria, salvo una confusión asegura-
centrarnos en el área de contacto entre la conducta judicial y da, ¿qué beneficio se obtiene en una ciencia de la observación por
conducta de los «gobernados», han de subrayarse las inter1accione~ el hecho de usar las mismas ·palabras para describir ambas con-
En segundo lugar, siendo tan centrales como son las acciones de diciones? 2?
jueces en los casos disputados, hay un extenso cuerpo de otros De ahí que argumente que el enfoque, el centro del derecho, no
tes oficiales cuyas acciones no son de menor importancia; ""<•nt;t,. es meramente lo que el juez hace, en el impacto de este hacer en el
tivamente, sus acciones son de importancia enormemente hombre común interesado, sino lo que cualquier agente oficial del
aunque puede suceder que la posición del juez le conceda una Estado [any state officialJ hace, oficialmente. 30 Los abogados son
ción de poder peculiar. En lo que ha precedido a esto, he curiosos. Respecto a un tribunal de primera instancia, aunque sea
tado algo a la ligera como si el juez y el tribunal fueran el nr•n"""'"· un tribunal de un lego juez de paz, no tendrían ninguna dificultad
y el final del punto de enfoque jurídico. Es el momento de r<>f".nr,.,,..., . ."' en apreciar esto. 31 Podrían ver incluso que una mala decisión abajo,
!arlo, de llevarlo a ser al mismo tiempo más preciso y de incluir apelada y revocada, formaría parte de los problemas de un litigante
cosas. 28 Las acciones de estos otros agentes oficiales afectan a Yreduciría sus derechos efectivos -¡cuántas veces manipulan el caso
gente interesada más a menudo que las del juez; de forma cn:ci(:nt~:r para lograr un acuerdo [settlement), aprovechándose justamente de
pues, y aumentando aparentemente a un ritmo elevado a medida estos factores de fricción! Pero decir que la decisión del administra-
que la máquina administrativa gana en funciones y fuerza. La tivo que cobra mil ochocientos dólares del tribunal en la Oficina B de
ción administrativa es más bien a menudo, para el hombre común. que ciertos gastos no son deducibles de mi devolución de impuestos
afectado, la última palabra de la ley sobre el caso. En una sobre los ingresos es el derecho en mi caso, pega el mismo susto a la
272 EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO 273

ideología del abogado que el que da al científico político de la formulación oficial de una regla depende de las pau-
"'uun•~,

que para los propósitos de esta decisión este agente oficial de pensamiento y acción de las personas de cuya conducta se
Estado. Se necesita de nuevo lavar el asunto con el «ácido
de Holmes y ver qué es lo que queda. De la misma manera,
decisión del agente oficial fuera adversa y errónea, y yo
para obtener una revocación, debería incluir como una NECESIDAD DE UN ESTUDIO MÁS CONCRETO Y AJUSTADO
de mis derechos efectivos la mala voluntad y problemas
tes que podría tener a manos de este mismo agente; como una Hasta qué punto pueden presuponerse estas pautas, hasta qué
del derecho, si yo ganase; y su predictibilidad como una requieren un examen específico, depende de cada caso indivi-
terminante del derecho si en vista de lo cual yo decidiera no Aquí, como en todas partes, nos vemos en la necesidad de
reeJ{afllUlit:u las mayestáticas categorías del periodo romántico de la
del derecho Uurisprudence]. Las viejas categorías lucen impo-
LA CONDUCTA DE LA GENTE COMO PARTE DEL DERECHO en toda su púrpura, pero también resultan todas demasiado
como para que puedan ser manejadas. Contienen elemen-
Hay, en primer lugar, las interacciones entre la conducta demasiado heterogéneos como para que su uso resulte fiable.
y la de la gente; en segundo lugar, el reconocimiento de la . que es verdadero para una ley, simplemente no se sostiene para
oficial de todos los agentes oficiales como parte del núcleo del Lo que es verdadero para algunas personas bajo una ley no va
recho. En tercer lugar, y como parte inmediata de ambos, sostenerse para otras, incluso bajo la misma o parecida ley. 32 No
reconocimiento de lo que Nicholas Spykman subraya con tanta importa cómo se vuelva a hacer la clasificación, mientras se efec-
za y tan adecuadamente: que la palabra «Oficial>> presupone en términos de observación y de organización de los datos utili-
mente connota, alcanza a incluir, todas las pautas de acción ' y con la contrastación retroactiva [back-check] con los he-
terns ~~ action] (ordenación, iniciativa) y obediencia (la Pero es preciso volver a clasificar. Desde otro ángulo, lo que
incluida) tanto del agente oficial como de toda la gente nec:esrtan11os es paciencia para mirar y ver lo que está ahí; y para
que configuran la posición del oficial y de su autoridad. Algo esto debemos volvernos tan poco ambiciosos cuanto más va-
cido es la idea que subyace al «Consentimiento de los gou... u ...~•u a observar, de forma completa e inmediata.
«dependencia en última instancia de la opinión pública», y Un ejemplo puede contribuir a esclarecer mejor este punto. Al-
res; pero estas expresiones más antiguas n~ tienen ninguna , «reglas» están dirigidas a controlar e influir en la conducta
de líneas; ni tan siquiera sugieren la necesidad de ~n tr~zo mas personas cuyo conjunto de intereses es opuesto a la regulación
filado, lo cual entiendo que es la razón de por que actuan como "'"i)'"a~•a; otras están dirigidas a influir en la conducta de personas
somnífero, mientras que la formulación de Spykman actúa no solamente están dispuestas a ser reguladas, sino que poseen
un estímulo de la curiosidad y la imaginación. Está bien hacer aparato efectivamente existente para satisfacer la regulación. Un
tar, de paso, que también aquí el método de formulación de de lo primero puede hallarse en casi cualquier parte de la
Weber se vuelve clásico: el agente oficial existe como tal orec1sant1e .aeJ:mclJen.c:·ta profesional; un ejemplo de lo segundo, tal vez, sería
te en la medida en que imperan estas pautas de acción y obe<llertCI cambio en el derecho referente a las transacciones sobre propie-
Estoy completamente de acuerdo en que estas pautas son una inmobiliaria urbana que fuera también deseado por los agentes
esencial de cualquier fenómeno al que denominemos derecho. Y . La mayoría de los casos se componen de los dos ele-
completamente aún porque la formulación de Spykman infunde 'mentos. Si solamente estuviese implicada la propiedad inmobiliaria
nuevo aliento a la diferencia entre reglas sobre el papel Y a primera vista, podría decirse mucho en favor de que la
resultante, hasta el punto que la conducta que resulta (si es que reforma legal sería peculiarmente sencilla y rápida, porque está fir-
18. - CASANOVAS
274 EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO 275

memente arraigada la práctica de no entrar nunca en negocios in~ Jos ferrocarriles: la vía de intentar la conquista del aparato guber-
mobiliarios sin consultar previamente con un abogado. Pero otras namental. Y es naturalmente este tipo de resistencia la que de hecho
prácticas también están arraigadas, como la de confiar la financia~ (Y contrariamente a nuestra hipótesis) mantiene el tema constitucio-
ción de la primera hipoteca a un particular tipo de negocio que nal en el frente de batalla. Las similitudes y diferencias en relación
exige a su vez una política de títulos que a su vez está bajo el con- a la regulación o prohibición del tráfico de bebidas alcohólicas re-
trol de compañías cuyos intereses van en contra de ciertos tipos sultarían instructivas. Tan pronto como uno se traslada al terreno
reforma legal. Los problemas de los títulos de Torrens en New York de los asaltos a bancos o del robo de joyas, parece que se borren las
City son un ejemplo de esto. Son sustancialmente no negociables· similitudes y se agudicen las diferencias. He escogido a propósito
ninguna compañía hipotecaria va a cubrirlos, porque ninguna '· un ejemplo de un campo en el que me siento totalmente ignorante
pañía de títulos va a asegurarlos. Este es, sin embargo, un ejem~
33
para recalcar las líneas de pensamiento y de investigación que se
plo de innovación jurídica de «mecanismo-provechoso» [«helpju[.. abren, bajo este enfoque, incluso antes de empezar la recolección
device» legal innovation] propuesto. Es un problema distinto de la de datos. Es obvio que la inclinación o la actitud de aquellos a
innovación jurídica de «ordenación-y-prohibición» [«ordering-and~ quienes se pretende influir o de quienes resultan influidos por cual-
jorbidding» legal innovation]. Salvo por la cuestión de constitucio- quier unidad del «derecho» fpiece of «law»] se halla en el corazón
nalidad, y salvo por la cuestión política de hasta qué punto pueda del problema del control; debería ser igualmente obvio que es vital
llegarse totalmente a una legislación que va en contra de los deseos el estilo de organización de estas personas, sus modos colectivos de
de un grupo bien organizado y poderoso, resulta obvio que la apli- acción -tanto entre ellos mismos, como respecto a la sociedad en
cación prescrita de un nuevo estilo para hacer negocios relativo a general. Los efectos de la conducta dependen en gran parte de las
las compañías de títulos de New York City constituiría prima facie condiciones de conducta existentes.
un problema prometedor de ingeniería jurídica, precisamente por-
que su negocio está localizado, bien organizado y funciona con
relativamente pocas unidades empresariales. A diferencia del delin~ LA LEVE APLICABILIDAD DE LA MAYORÍA DE LAS REGLAS
cuente profesional, no pueden hundirse bajo la superficie y sobrevi- Y SUS IMPLICACIONES
vir. El problema de su identificación vendría a ser, pues, la identi-
ficación no de personas sino de infracciones de unidades concerta- Esto conduce directamente al punto siguiente: la mayoría de las
das conocidas; y casi con certeza podrían ser obligadas a que hicie- unidades del derecho afectan o pretenden influir sólo en un número
ran sus negocios abiertamente. El problema político mayor resulta- de personas relativamente escaso, por separado o a la vez, directa-
ría ser entonces con toda probabilidad el de anticipar e impedir por mente. Cuando esto ocurre, la organización, actitud, conducta ac-
adelantado las «evasiones» que resultan de cambiar los métodos de tual y probable de las personas que se pretende influir es lo que
negocios con asesoría jurídica: es decir, un problema de estructurar necesita de mayor consideración, desde el ángulo de obtener resul-
antes o después los formulismos oficiales de tal modo que las tran- tados (o de entender los resultados). En efecto, la propia identifica-
sacciones no pudieran verse satisfechas (con un beneficio, después ción de estas personas puede ser una precondición que requiere más
de deducir las multas, etc.) de manera distinta a la observancia de estudio. Lo que es un modo algo absurdo y redundante de decir
los lineamientos de los objetivos generales de la legislación. A me- que, a menos que estos temas sean estudiados, las reglas sean dise-
nos que la ingeniería tuviera tanto éxito que al desarrollarse un nue- ñadas, y el comportamiento administrativo sea adaptado a las per-
vo giro comparativamente igual de provechoso para los negocios el sonas en cuestión, los resultados van a ser ampliamente accidenta-
legislador tuviera que contar no sólo con una resistencia inicial, sino les. «A las personas en cuestión», y, en efecto, «a aquellas personas
con una resistencia persistente y altamente competente, es verdad bajo las condiciones en cuestión.» Nunca se insistirá demasiado en
que puede incluso tomar el camino que ya emprendió una vez con que nuestra actitud hacia las «reglas» de derecho, tratándolas como
276 EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO 277

universales en aplicación, comprende una persistente trampa de


servación. «Reglas», en el reino de la acción significa lo que REALISMO RESPECTO A LA «SOCIEDAD»
reglas hacen; «reglas» en el reino de la acción son lo que hacen.
posible aplicación y aplicabilidad no dejan de tener · ¿«Qué puede hacerse», y por quién? He hablado del derecho
pero la efectiva aplicación y aplicabilidad son de una ,.,.,,,..~~·•­ como un medio: ¿medios de quién, y para el fin de quién? La dis-
limitada. Imaginar las reglas como universales -imaginar cusión del derecho, como la discusión del <<control social», tiende
mente que sean aplicables a «todas las personas que vengan a un poco a asumir «una sociedad» y a asumir el descubrimiento pre-
jar en sus términos»- es taparse los ojos con una ficción .-n.n~•:••• vio de objetivos «sociales». Ambos son difíciles de encontrar en
cional antes de empezar una inspección de la escena. En aras cualquier sentido que se corresponda con los hechos del control.
seguridad, las constituciones precisan que las reglas de derecho ¿Dónde se encuentra la unidad, el·grupo coherente y singular? ¿Dón-
«iguales y generales» [«equal and genera/»).3 4 Pero la mayoría de se encuentra el objetivo manifiesto que sea «social», y no reba-
las reglas, aunque generales respecto a los pocos que cubren, tido por grupos casi tan importantes como los que le prestan apo-
do son contempladas desde el ángulo de la cantidad de ._.·.uuc~ua1 yo? Y el derecho en particular presenta, en la mayor parte si no en
que están ahí, son en gran medida especiales. Y la mayoría de Ja totalidad de su cuerpo, el fenómeno de los intereses opuestos, de
reglas que se «aplican» a «todos los que contemplen sus las personas o los grupos antagónicos, con la participación de los
(todos los que establezcan barberías, o estén tentados de ..,v....... 1,..,1 agentes oficiales para favorecer a unos en contra de otros. O bien
asesinato, o de burlar a los agentes oficiales, o de cometer --···"''"" . para alinear al disidente en los intereses de su propio grupo; y esta
bancario, o de firmar cheques sin fondos, o de adoptar a un es una fase amplia. O bien para regular las relaciones entre dos
o de llevar una manufactura con cinco o más empleados), coJtlSICle grupos, o para alterar los términos de la lucha (competitiva o de
radas de forma realista, no son y no serán nunca «aplicables», otro tipo) entre ellos. He aquí la eterna lucha por el control del
cualquier sentido que tenga el término, a la mayoría de la gente aparato del derecho, y del proceso del derecho, por la cual los muy
la comunidad. Reglas como estas son efectivamente abiertas. interesados Aes pueden tener la esperanza de imponer su voluntad
personas se mueven dentro y fuera de la esfera de su "'1-'u"''"-uluu;'lu parcial sobre los igual pero adversamente interesados Bes, y de po-
Pero esta esfera se ve con mucha mayor claridad cuando se COilteJn. ner bajo este control la aprobación pasiva y el apoyo del gran cúer-
pla (comparándola con la comunidad) como leve [narrow], eSlJieCI<:U. . po de Ces -que resulta estar desinteresado o, lo que también es la
peculiar. Obviamente la esfera de aplicación real es incluso más . cuestión, no interesado. Para la verdad de esta afirmación, importa
pedal: la esfera de la conducta oficial respecto a la aplicación. poco si los fines de los Aes son materiales o ideales, si son totalmen-
no resulta claro que esta esfera más especial sea comúnmente la te egoístas o están altruistamente dedicados a algún concepto de
mayores consecuencias para las personas de cuyo comi>Ortarnient<¡ bienestar del conjunto. Y mientras este marasmo en relación al cam-
dependen los resultados: ¿los objetos de la «regulación»?)35 bio en derecho puede pensarse, si así se quiere, como político la
No conozco ninguna consecuencia del enfoque que aquí se oeiiencJe existencia del mismo plantea problemas al definir «intereses».' Se
-el enfoque en términos de comportamiento organizado que debe recurrir también al hecho de que es sobre este mismo maras-
túa con comportamiento organizado- que resulte más esc;laJ:ecc~oora mo que se espera que el comportamiento oficial ejerza presión cuan-
que esta apertura inmediata para su estudio del subgrupo y ..~rn.,.·rnr~ do la nueva «regla» ha sido promulgada. Así pues, conviene plan-
institucional tanto de los «gobernantes» como de los «go t~a~ .todos los pro~lemas anteriores, con la siguieilte adición: la po-
Su apertura para el estudio como lo primero que resulta esencial Sibilidad, no menciOnada allí, de la existencia de un grupo de gente
cualquier tipo de intelección, como lo que hace del estudio del común presionando para ayudar conjuntamente al programa oficial.
cho un estudio en primera instancia de situaciones particularizadas Un tema, sin embargo, debe ser mencionado aquí: el eterno di-
de lo que en ellas ocurre, o sobre ellas puede hacerse. 36 lema del derecho y, en efecto, de la sociedad; dilema del derecho
278 EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO 279

porque, de entre todas nuestras instituciones, es peculiarmente popular-en-acción [folk-morality-in-action]. En el campo más anti-
derecho el que pretende «representar» a la totalidad. Entre el guo del derecho penal, podemos sospechar una coincidencia muy
rasmo de los grupos que se sirven a sí mismos, gritando y grosso modo entre el derecho-popular-en-acción [folk-law-in-action]
por este aparato que va a darles poder sobre otros, existe 1a y la mor~lidad-pop.ular-en-acción 38 Ifolk-morality-in-action], salvo
gencia recurrente de alguna totalidad, algún sentido de la la extendida creencia de que policía y prisión van a funcionar de
bilidad que rebasa los límites del iluminado interés propio, y forma disuasoria en el caso de que las explícitas sanciones externas
duce a una acción aparentemente guiada (a menudo a nrn'"'''"'" e internas no oficiales no lo logren del todo; podemos sospechar
por el bien común. Afirmar esto no es confesar ningún incluso que en muchos terrenos el derecho penal es demasiado nue-
misticismo del Estado. Deja bastante abierta la cuestión de la vo y demasiado especializado como para tener muchos antecedentes
tencia de algún «principio de vida» en una sociedad. Hace 0 contrapartidas en la moralidad popular; y, finalmente, que algu-
simplemente que, en ausencia de este autocuidado en términos nos extensos aspectos del derecho penal no-moral (o no-moral toda-
conjunto, el conjunto no continuaría indefinidamente como tal. vía) van a penetrar en el derecho-popular [folk-law]: pienso en el
ría una locura negarlo. Sería llevar a la libertad, desde la inútil . derecho de tráfico (tal como lo conocen los contratantes) como dis-
logía de la «representación del conjunto» a la ceguera respecto a tinto de antemano en muchos lugares a la moralidad del tráfico, e
medias verdades en torno a las cuales fue construida esta imagino divergencias similares con respecto a las materias de alco-
preciosa ideología. Pero negar la libertad, valorar las medias hol, juego Y sexo, tal como las conoce una población con una mo-
des sin interés directo y específico por los detalles del ral diversa. Ahora bien, claramente lo que la gente piensa que el
sería una locura tan grande como la primera. 37 derecho es, en relación a sí misma, tiene algún efecto a veces sobre
su acción. Mi intuición es, sin embargo, que el efecto en la dimen-
sión de prohibición es mucho más débil que lo que el jurista proba-
Lo QUE SE CREE QUE EL DERECHO ES: DERECHO POPULAR blemente imagina, siempre que exista alguna presión importante del
interés propio, salvo para una minoría relativamente pequeña, 0 en
Con toda la insistencia que he puesto en la conducta, .. áreas de acción relativamente pequeñas para cada persona en parti-
haber producido la impresión de que un enfoque «realista» se cular. Por otra parte, tengo la intuición de que en el ámbito en que
naría él mismo irreal al no tener en cuenta lo que la gente el derecho prevé «mecanismos útiles» [helpjul devices] -el intento
que es el derecho. No es así. Un enfoque realista empezaría de . de usarlos que presupone un interés propio concurrente-, el dere-
mediato por el análisis y subdivisión de los términos «gente», cho popular tiene una considerable influencia en la formación del
sa», y «derecho» en un frase como la anterior. Para la gran comportamiento. Desde un ángulo realista, es preciso explorar el
ría de personas no particularmente interesadas, sospecho que el problema mediante el cuidadoso estudio del detalle. Sospecho que
recho», en este aspecto y en la medida en que a ellas mismas el problema de lo que el derecho se supone que es respecto a otros
interesa, significa «lo que yo debería hacer» y no difiere mucho distintos de quien efectúa la suposición, es aún más importante.
las idealizaciones escasamente selectivas de la práctica diaria Pero es menos importante en el cómputo para la acción que para la
imaginamos como la moral. A veces el tema, en efecto, se inacción. Por lo que parece posible que en este aspecto el derecho
más: «Quiero que este contrato tenga efecto» -y sin duda yo sea concebido sobre todo como simplemente correcto, sin preocu-
saría entonces en ponerlo por escrito, y reflexionaría sobre repetir. parse de los detalles; y que este aspecto del derecho-popular esté
no un formulismo visto en alguna parte (en una escritura,¿ cerca del centro de esa pasiva cooperación de los desinteresados a
jor one dollar and other good and valuable considerations; gran escala que convierte en premio el control del aparato político.
que hasta me buscara un testigo para la firma. En el terreno
derecho privado, sabemos singularmente poco sobre esta
280 EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO 281

bras, y hacia un interés creciente por el comportamiento observable


IDEALES RESPECTO A LO QUE EL DERECHO DEBERÍA SER (en el cual debería incluirse cualquier probable actitud y pauta de
pensamiento susceptible de comprobación). He argumentado que el
No menos importante que lo que la gente piensa que es el dere- punto de enfoque del estudio, en efecto, el punto jurídico de refe-·
cho es lo que la gente piensa que el derecho debería ser. Cualquier rencia para todas las cosas, ha basculado y debería trasladarse aho-
cambio en derecho es en buena medida un reflejo del deseo de al- _ ra de forma consciente hacia el área de contacto, el área de la inte-
guien de producir una diferencia. Y así como se deben tener en racción entre la conducta regulativa oficial y la conducta de aque-
cuenta las actitudes y las expectativas tanto como la conducta exter- · llos a quienes influye o que influyen en la conducta regulativa ofi-
na, deben tenerse en cuenta asimismo los propósitos y las imágenes · cial; y he argumentado que las reglas, preceptos y principios que
ideales a las que éstas conducen. Incluso, hasta tal punto, desde el hasta aquí habían tendido a centrar la atención deberían ser despla-
ángulo de una ciencia puramente descriptiva. -· zados y tratados a partir de una rigurosa referencia a su conducta
En cuanto a otro aspecto de los ideales, lo que el derecho debe- en esta área de contacto -para que las reglas sobre el papel se
ría ser no va a ser tratado en este artículo. No voy a hacer ningún revelen como lo que en realidad son, y para que las reglas corres-
esfuerzo aquí para indicar cuál es la regla adecuada o bien la acción _ pondientes con el comportamiento real tengan la importancia que
adecuada de algún sujeto jurídico. Sin embargo, voy a argumentar merecen. He argumentado que los complejos fenómenos que se aglu-
con algo de insistencia que tan pronto como se abandona la formu- tinan bajo el término «derecho» han sido tratados en el pasado con
lación de los ideales para ir al terreno de su realización, el enfoque demasiada generalidad, y que un entendimiento realista, posible sólo
que aquí se indica resulta ser vital para avanzar por este camino .. en términos de la conducta observable, es otra vez posible sólo en
Solamente en los términos de una sólida ciencia descriptiva del de- términos del estudio de la manera en que las personas y las institu-
recho (o de lo que resulta aproximadamente equivalente, una mane- ciones están organizadas en nuestra sociedad, y en términos de la
ra de trabajar sólidamente construida, que toma igual número de conducta interactiva de cada parte del derecho en particular y de
condiciones en cuenta) los ideales pueden ir más allá del estado cada parte de lo social en la organización social en particular.
de los sueños. Además, tal como se ha señalado repetidas veces, Lo incluido en el campo del derecho bajo este enfoque es todo
tanto la factibilidad de llevar a. término una política como el lo que normalmente se incluye, y muchísimas más cosas. Sospecho
de su cumplimiento están en un mundo de elementos vitales de limi- que en su núcleo central está la conducta de los jueces, y en parti-
tadas posibilidades para llegar a un juicio sobre el valor de la polí- cular aquella parte de su conducta que les señala como jueces -aque-
tica misma. llas prácticas que establecen la continuidad de su labor [ojjice] con
la de sus predecesores y sus sucesores, y que hace que sus contactos
con otras personas sean oficiales-; pero esta sospecha por mi parte
CoNCLUSIONES puede ser un vestigio de la tradición casuística en la que los aboga-
dos norteamericanos han sido educados. Por un lado, se halla próxi-
Como conclusión, podría reiterar que no me he ocupado en ab- ma a ese núcleo la conducta de otros agentes oficiales del gobierno.
soluto de trazar la periferia del derecho, de definir «derecho», de Por otro, los conjuntos de fórmulas [formulae] aceptadas que los
excluir nada de su campo. He argumentado que la dirección más jueces repiten, indagan para hallar alg!lna luz, tratan de seguir. De-
fecunda del pensamiento sobte el derechoseba orientado siempre"--~~+'--- ben distirigtiirse aquífas fórmulas con correspondencias cercanas de
la consideración del derecho como un aparato [engine] (un heterogé- conducta y las que no las tienen; las de frecuente aplicación, y aque-
neo número de aparatos) que tiene objetivos, y no valores en sí mis- Has cuya aplicación es infrecuente. Otra vez próximas al núcleo, se
mo; y que la visualización más clara de los problemas comprendidos encuentran las ideas de diversas personas acerca de lo que es el de-
se orienta hacia una progresiva disminución del interés por las pala- recho; y especialmente sus puntos de vista sobre qué derecho o qué
282 EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO 283

parte de él debería cumplirse. Desde otro ángulo, en el contacto de connexos con este elemento ideal, incluso donde se observan, se relacionan pronto
en primera instancia con las reglas.
primera mano con la conducta de los agentes oficiales, se halla el 3. Aquí, como sucede tan a menudo, «meramente» (como «y no») es una
establecimiento oficial donde inciden directamente los actos del agen~ trampa para el jurista. Sólo puedo imaginar hoy en día como reglas «meramente»
te oficial; y detrás de esto, el establecimiento social que resiste, 0 verbales a reglas excepcionales, en excepcionales circunstancias.
fomenta, o refleja la incidencia de sus actos. Más lejos del 4. El trabajo de Pound en este aspecto es tan llamativo por sus valores como
por sus limitaciones. Está lleno a rebosar de una magnífica penetración. Es a Pound
está la filosofía jurídica y social -que se aproxima a este centro, a quien debemos la sugerencia de «los límites de la acción legal efectiva» (resueltos
más o menos directamente en la medida en que los materiales que;,-,
trata sean o no tomados directamente del. centro. Par.te del derecho ,:~~,
en muchos aspectos, es enteramente social, y enteramente del hom.
. en términos de decisiones de los tribunales). Es a Pound a quien debemos la contra-
posición entre derecho-en-los-códigos [law-in-books] y derecho-en-acción [law-in-ac-
tion] (este último limitado de nuevo, en la resolución propuesta por Pound, a lo que
breen sociedad. Pero esta es una cuestión periférica y no central, es :.• los tribunales hacen; aunque insiste en otros lugares sobre los órganos administrati-
vos como el actual centro del desarrollo jurídico). Es a Pound a quien debemos la
una cuestión del alcance del problema que tenemos concretamente :;, . formulación «individualización de tratamiento de un delincuente», y la referencia a
entre manos, y no del alcance de una discusión general. En cuanto.'~1~:~·¡{ las actas del Congreso sobre Beneficencia y Corrección para mostrar lo que el dere-
al solapamiento del campo que así ha sido esbozado con el de las"''''\~ cho penal está haciendo en realidad. Y así sucesivamente. No me interesa aquí la
otras ciencias sociales, debería excusarme por no observar ninguno. , cuestión de si anteriores escritores pudieran haber contribuido a, o anticipado, todas
Las ciencias sociales no tienen lindes como los bienes raíces. E in~ 0 algunas de estas ideas. Pound las vio, las formuló, las hizo suyas. Aunque, en
conjunto, estas ideas en ciernes no han llegado a fructificar. Nadie las piensa en
cluso en derecho las sanciones por una inofensiva violación de pro- conexión tanto con su interrelación como con el cuerpo de la teoría del derecho
piedad no son muy duras. heredada. El «equilibrio de intereses» [«Balancing oj interests»] sigue sin ninguna
indicación precisa de cómo formular un interés cuando puede reconocerse alguno, y
mucho menos de cómo son o deberían ser equilibrados a tenor de algún tipo de
estudio. La «ciencia del derecho sociológica» [Sociological Jurisprudence] sigue falta
NoTAS de la mayor parte de lo que es significativo en sociología. El «derecho-en-acción» se
deja como sugerencia, mientras que la discusión ulterior sobre «el derecho» se con-
1. Law and Morals, pp. 25 y ss. (1924). [Llewellyn se refiere a Law and Mo-. centra en los preceptos [precepts]. «Los límites de la acción legal efectiva» -una
rals. The Mcnair Lectures, reeditado por Rothman Reprints, Nueva Jersey, 1969. El formulación que reclama claramente un estudio del hábito y de la implantación del
libro tiene tres partes dedicadas respectivamente a lo que Pound denominaba la pers- control de la sociedad (esta sociedad compleja, industrializada, parcialmente urbana,
pectiva histórica, analítica y filosófica de la teoría del derecho. «En realidad -escri- de cooperación indirecta, para la cual Pound nos ha dado nombres)- se deja sin el
bía Pound (ibid.)- las distintas escuelas de juristas en el siglo pasado tenían en estudio de la sociedad con la que supuestamente el derecho tiene relación. Cuanto
cuenta primariamente elementos diferentes del complejo agregado que llamamos 'de- más aprende uno, cuanto más estudia, más luz y estímulo arrojan los escritos de
recho'. El jurista analítico se centraba exclusivamente en el cuerpo de preceptos prees- Pound. Siempre, y de modo característico sin embargo, permanecen en una franja
tablecido mediante el cual se adscribe un determinado resultado jurídico a un con- de comprensión que no llega a conducir completamente a un tratamiento más siste-
junto determinado de hechos. El jurista histórico solía fijarse exclusivamente en el mático del material. Uno se siente tentado a establecer un paralelismo global entre el
cuerpo de ideas tradicionales sobre cómo deberían ser decididos los casos, y la técni- pensamiento del hombre y de la escuela norteamericana de la ciencia del derecho
ca tradicional de desarrollo y aplicación de dichas ideas para suplir, extender, restrin- sociológico y el desarrollo del derecho casuístico: aceptando en lo principal lo que
gir y adaptar a las exigencias de la vida los preceptos legales. El jurista filosófico se ha sido transmitido; sistematizando en sensatos compartimientos; innovando con se-
centraba principal, si no exclusivamente, en un tercer elemento, a saber, un cuerpo guridad y fuerza allí donde la necesidad lo requiere -pero solamente ad hoc, con
de ideas éticas y político-filosóficas como la finalidad del derecho y como la perspec- escaso interés en incorporar o situar la innovación en el cuerpo del material tal como
tiva desde donde contemplar los preceptos legales, con respecto a la cual, consciente ha sido recibido.
o subconscientemente, los preceptos legales y los principios tradicionales de decisión Puede ser notado también a vuelapluma que una lectura crítica del trabajo de
y la técnica tradicional están siendo continuamente reformulados y provistos de nuevo Pound, sobre todo la formulación de cualquier crítica concreta, se ve impedida por
contenido y nueva aplicación.» (N. del t.)] la constante indeterminación del nivel de su discurso. Algunas veces, su trabajo pre-
2. No sólo los ideales, sino también los criterios, no sólo los criterios, sino tende situarse claramente al nivel de la discusión académica seriamente fundamenta-
también los conceptos, no sólo los conceptos, sino también las reglas, comprenden da; otras veces, en cambio, está al nivel de las historias anecdóticas para abogados;
naturalmente imágenes mentales generalizadas que toman parte en la configuración otras, se sitúa en un nivel intermedio, el del ensayo imaginativo pero no probado.
de las reglas y de las acciones de los tribunales. Pero en cuanto que tradicionalmente Las más, es imposible decir el nivel que un párrafo o capítulo dado presupone, y el
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escrito parece pasar sin solución de continuidad de uno a otro. Ahora bien, resulta Legal, etc., Y ale Law Review Journal, 49 (1940), p. 1.355, y en Llewellyn y Hoebel,
obvio que estas tres generalizaciones sucesivas y mutuamente inconsistentes pueden ser The Cheyenne Way (1941), especialmente capítulo III. (Nota de Llewellyn para la
todas ellas iluminadoras y, por cierto, verdaderas las tres, al nivel de charla de sobre- • segunda edición de 1962.)]
mesa o incluso al de ensayo de pensamiento provocador, aunque ninguna de ellas sea 6. Me refiero aquí y en lo que sigue a aquello que mi amigo T. R. Powell
sostenible como propuesta expresa de un investigador. Todas ellas burlan al crítico al denomina los «postmortemizadQres» [postmortemizers], aquellos que se arman un
mismo tiempo que tal vez estimulan sus facultades críticas. Hay un valor en esto. Hay lío con acontecimientos que pertenecen al pasado, escriben sobre ellos, o construyen
un valor incluso en las historias anecdótico-legales. Pero más valor tiene aún saberlo derecho académico. Estas personas muestran típicamente mayor extensión de pensa-
reconocer. ¿Qué no hubiéramos dado para ver finalmente la aparición de la tan espe- miento que el hombre práctico de capacidad parecida, pero una ingenuidad mucho
rada Socio/ogica/ Jurisprudence, si su autor la hubiera formulado en los términos mayor. El hombre práctico parece pensar en dos compartimientos estancos. Una
aquellos pensamientos pioneros que tanto han aguardado para ser recogidos parte de su cerebro recita como el evangelio la ideología de la época, sobre esto o
mente en una Asamblea Constituyente? aquello o desde la tribuna; esta mitad pertenece a los postmortemizadores. La otra
[La Sociologica/ Jurisprudence nunca apareció. Los cinco volúmenes que mitad se ocupa arteramente de las instituciones existentes, o de cualquier otra sacra-
cieron de Jurisprudence avanzaron algo en materia de «intereses», pero poco lización, para adaptarlas (cuando no, algunas veces, para retorcerlas hasta el límite)
temas como la parte administrativa de la vida jurídica o las relaciones del a las necesidades del hombre práctico o de su cliente. Esta faceta de la mente del
con la sociedad. (Nota de Lewellyn para la segunda edición de 1962.)] hombre práctico debe de haber funcionado en todo sistema jurídico desde los tiem-
5. Estoy presuponiendo aquí la presencia de «reglas de derechm> [«rules oj pos de la mayor rigidez formal. (Compárese toda la preparación y proseguimiento
/aw], es decir, asumiendo al menos el derecho como una actividad de control de la demanda en la Njals-Saga de Dasent.) Y algunas personas concisamente crea-
especializada que se distingue de otros mecanismos de control; presupongo también. doras deben de haber imaginado la relación de interés y garantía desde que el dere-
que ha tenido lugar un proceso de generalización. Estoy seguro de no conocer el cho existe. (Compárese con la protección de la Iglesia en las leyes inglesas antiguas.)
alcance temporal de este primer presupuesto; me inclinaría a considerar como Pero el tono y las ideas de los postmorternizadores han ido cambiando con los tiem-
indicio de su existencia cualquier asamblea especial que se celebrara con el nr,,n;lci+.~ · pos, y siempre manteniendo inalteradas las actitudes básicas del hombre práctico,
de solucionar las disputas, es decir, compuesta por los ancianos del poblado han cambiado las palabras de éste y su conjunto de ideas, sus instrumentos, igual-
ninguna autoridad o posición oficial (cf. Gutman, Das Recht der Dschagga, cap. mente con poderosos efectos sobre sus resultados.
«Der Spruchrasen»). El segundo presupuesto asume que la decisión anterior ha em- · 7. Para nuestros propósitos puede no tenerse en cuenta la dudosa distinción
pezado a ser considerada como precedente para una decisión posterior; que Themis que los pensadores alemanes han efectuado entre «derecho objetivo» (más «ley» que
no es solamente un oráculo, sino que señala una norma [norm]. Pero insisto en que «derecho») y «derecho subjetivo» (cercano a nuestro 'derecho' prehohfeldiano). Se
sea una norma de derecho [norm of law]. Vinogradoff pone de relieve convincente- ajusta a la discusión en que el Recht subjetivo se contempla ante todo como una
mente que el Themis de Maine no es una pura creación de quien toma la decisión; · deducción de la regla de derecho, y, por lo tanto, como algo independiente. [Lle-
antes que el Themis existía una vida societal en la cual las normas eran tanto explí~ weUyn se refiere aquí a la obra del que fuera su maestro en Yale, Wesley N. Hohfeld.
citas como implícitas. Dudo, sin embargo, en denominar como «reglas» y Hohfeld trataba de reducir el uso práctico de los términos jurídicos a conceptos
cas» a las normas implícitas, y no veo sino confusión en hacerlo así. Observo jurídicos fundamentales relacionados entre sí. Véase «Sorne fundamental legal con-
mente prácticas, más o menos definidas, más o menos conscientes, más una ceptions as applied to judicial reasoning», Ya/e Law Review Journal, 23 (1913), p. 16,
generalizada de que todo lo que sea práctica es correcto, y todo lo que se aparte lo versión castellana de Genaro R. Carrió, Conceptos jurídicos fundamentales, Centro
suficiente de ella es incorrecto. El proceso de hacer explícita la norma implícita re~ Editor de América Latina, Buenos Aires, 1968. Llewellyn fue el encargado de escri-
quiere ciertamente un difícil trabajo creativo (¡dos piezas de oro como recompensa, bir asimismo la nota necrológica «Wesley Newcomb Hohfeld- Teacher», véase Ya/e
sobre el escudo de Aquiles!), aunque, una vez obtenido, cualquiera puede reconocer, Law Review Journa/, 28 (1919), p. 795, reeditado en Jurisprudence. Rea!ism in Theory
el resultado como verdadero si es verdadero (¡la masa ganará el oro!). También, en and Practice., The University of Chicago Press, 1962, pp. 491-494. (N. del t.)]
efecto, el «proceso de explicitación» [explicit-making] permite un giro. Finalmente, 8. Tampoco quisiera que se entendiese que niego consecuencias prácticas a este
una vez emitido el juicio, es al mismo tiempo más fácil de ver, más firmemente modo de pensar, en las resoluciones de los casos, en derecho constitucional, en las
perfilado, más rígido, y tal vez más autorizado que antes. Si es autorizado a causa limitaciones del derecho de acción, etc., o que considero que la descripción de la
de quién lo ha hecho, o a causa de las circunstancias de su desarrollo, resulta serlo· garantía inmediata describe hoy toda la situación. Sí que describe el aspecto más
además por haber empezado a distinguir en efecto el específico carácter de lo jurídi· importante, y descuidado, de la situación.
co [lega/ity] a partir de la matriz social general. El análisis deMalinowski--en -9. Dicho de-otro modo, las reglas prescriptivas son reglas para hacer algo; las
and Custom in Savage Society (1926) es algo parecido; pero se desarrolla en térmi- reglas descriptivas son las así llamadas reglas de hacer algo -enunciados de regula-
nos de la autoridad dominante de la norma, y no del funcionario. Si, cuando se ridades observadas. Pero «reglas de», en el habla común, incluye ambos aspectos a
apela a ella, una norma prevalece frente a otra norma inconsistente de la ·préctica la vez, Y «reglas para» lo hace cuando no connota la existencia de una correspon-
común, Malinowski la concibe como jurídica [legal). Es una distinción diente práctica. Voy a limitar mi término «reglas» a las «reglas para», sin implicar
[Este tipo de temas son desarrollados con más amplitud en mi The Normative, ninguna de estas connotaciones. [Nota de Llewellyn de la edición de 1962.]
286 EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO 287

10. Sustraigo aquí de la discusión otra confusión problemática: siempre qu 0


bien en guiar a un cliente concreto a través de las dificultades de acción en una
las reglas son discutidas en su aspecto prescriptivo, resulta frecuente que sea difíc~1 !~tuación determinada, o bien llevar al personal de un tribunal concreto a ~n resul-
decir si el autor está dando su propia visión de lo que debería ser, o, por otra Part t do concreto. Su enfoque son los resultados deseados y no las formulaciOnes, y
una visión sancionada por la autoridad -las reglas prescriptivas aceptadas come, ~iliza formulaciones como utiliza su conocimiento tanto de la tradición judicial como
imperantes. En este último caso, la imperancia [prevalence] de una regla prescriptivo ~e la peculiaridad individual: como herramientas para lograr el resultado que desea.
dada es un hecho susceptible de descripción (o de mala descripción); pero siempre sa Esto no significa que todo lo que es puesto en práctica para desarrollar su técnica
deja de notar si esta regla prescriptiva imperante tiene alguna contrapartida en 1: uede ser dictado o impartido conscientemente. Significa aún menos insistir en que
práctica, o permanece en el papel o estado de jarabe de pico. pea un fie 1 re lator d e su propia
. tecmca.
' .
11. El refinamiento de los términos proporciona alguna distancia para evitar s b) La del legislador. He aquí un hombre que quiere resultados. ¿Cómo puede
esta confusión. «Regla» queda bien delimitada a la esfera prescriptivg. «Regla sobre ponerse en duda la utilidad adicional que puede derivarse de su lucha, con los hechos
el papel» es un nombre claro para la regla para la cual no se adscribe contrapartida observables de la acción oficial y la acción no oficial tal como tales hechos se pro-
en la práctica. «Regla en funcionamiento» [Working rule], indica una regla con una ducen? El político de éxito y el abogado de éxito, por cierto, son precisamente los
contrapartida en la práctica, o a su vez una práctica conscientemente normativizada. hombres cuya captación de las realidades del derecho cubren de vergüenza al teórico
Cf. supra nota 3. «Práctica» indica un curso de acción observable, sin adscripción perdido entre las palabras.
necesaria alguna de normativización consciente sobre la misma. En un artículo ante- e) La del filósofo del derecho -en el aspecto de «los fines del derecho» y los
rior («The Effect of Legal lnstitutions on Economics», American Eco no mica! Review · valores sociales. Toma sus datos para filosofar de alguna parte. El valor de su filoso-
15 [1925], p. 671) no logré formular esta última distinción; parece obvio, sin embar: fía está en gran medida condicionado por estos datos. Si ocurre que son datos de la
go, que perfila la técnica de descripción y de razonamiento propia en un importante vida, sus problemas devienen más reales, su contrastación más fácil, su base de pen-
detalle. Considérese, por ejemplo, el doble valor que hubiera tenido la obra de Ehrlich samiento más efectiva. Esto significa al menos que, cuando se aviene a aplicar los
si su repertorio de términos hubiera sido útil para efectuar claramente estas distin-
valores que escoge a la crítica del «derecho positivo», conecta con el derecho-en-
ciones, y para dejar a su magnífico pensamiento operar por sí mismo libre de ·
acción de su época, y no meramente con el de los códigos. Si acontece que sea un
confusión.
puro místico, puede resultar irrelevante; de otro modo, el beneficio parece inevitable.
12. Allí donde el demandante tiene un derecho [legal] a reivindicar, puede rei-
Para el devoto de la lógica formal en derecho la imagen es algo diferente. Éste
vindicarlo jurídicamente [at law]. Este demandante tiene un derecho [social, moral
se preocupa por las palabras, por las proposiciones. Probablemente, casi totalmente
económico] a reivindicar. Por lo tanto, este demandante puede reivindicarlo jurídi:
camente en su acción. Esto puede mejorar el derecho. Lo ha hecho. Esto no lo por proposiciones que se sitúan en el interior del reino del deber -de la doctrina-
convierte, sin embargo, en el mejor tipo de razonamiento para ser usado por un presumiblemente la doctrina comúnmente aceptada del sistema. Una vez tiene sus
científico. [Nota de Llewellyn en la edición de 1962.] proposiciones, se libera del enfoque que aquí se discute. Encuentra este enfoque en
13. Esta caricatura no se dirigía contra Ihering, sino contra alguno de los ma- dos lugares: el primero, cuando presta un determinado contenido a sus símbolos,
teriales inferiores que Pound había estado publicando en los años veinte. Sin embar- ". para empezar. No sería tan cuidadoso en cuanto lógico, pero más útil, si aspirase a
go, Pound me escribió una felicitación extraordinaria por el artículo: « Veni post me, alcanzar este contenido vital en los hechos observados y no meramente en palabras
me jortior». [Nota de Llewellyn en la edición de 1962.] sobre el papel. Y, en segundo lugar, cuando el proceso lógico ha finalizado y desea
14. Esto es una exageración. El derecho pasado puede haber contribuido mucho comparar sus resultados con algo, para comprobar si no sería preferible otra línea
a la existencia presente de un interés, y a su forma y alcance. de sistematización, puede usar el área de conducta de forma efectiva para efectuar
15. Como, por ejemplo, que vale la pena investigar: que merece la pena contras- su comparación.
tar constantemente las conclusiones con los hechos y esforzarse por extraer conclu- Pero lo que he dicho acerca del lógico sugiere el proceso explícito de un tema
siones que resistan los hechos observados; también, probablemente, que merece la implícito a lo largo del artículo. Decir que el área de contacto de la conducta es el
pena publicar tales conclusiones para su discusión con independencia de los prejui- punto de referencia más útil para todo lo que cuenta como derecho no es decir que
cios a los que tengan que enfrentarse o de los valores comúnmente aceptados que un especialista no pueda hacer el más útil de los trabajos, posiblemente, sin llegar
puedan perturbar. siquiera a este punto de referencia. Un estudio cuidadoso de la lógica formal de las
16. A lo largo de este artículo estoy hablando sobre todo desde el punto de opiniones judiciales sería un estudio útil. Pero insistiría en que incluso su utilidad se
vista del postmortemizador, el observador, el ordenador, el científico. Pero déjenme vería inmensamente incrementada por un estudio igualmente cuidadoso del instru-
presentar de paso mis respetos a otras cuatro líneas de pensamiento jurídico a las mentalismo, los elementos pragmáticos y sociopsicológicos en los mismos casos.
cuales parece también dudosa la utilidad del enfoque propuesto. Y que de un estudio cuidadoso posterior de los efectos sobre la sociedad preocupada
a) La del abogado en ejercicio. En sus momentos de acción, en su manejo por los mismos casos se seguiría un incremento de luz igualmente geométrico. Bajo
efectivo de un caso o de una situación, la medida de su éxito es la medida en que de el actual enfoque de «palabras» y «reglas», toda la tendencia consistiría en detener-
hecho utilice este enfoque. (La cuestión de en qué medida lo utiliza conscientemente, se, o en modificar ligeramente, el primero de estos hipotéticos estudios. Bajo el en-
en qué medida de forma intuitiva, es irrelevante para este hecho.) Su trabajo consis- foque de contactos-de-conducta, cada uno de ellos sería bienvenido, pero la dirección
288 EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO 289

dominante se orientaría a completar el último antes de que la significació nte fija en que el propósito de las reglas es en última instancia afectar a la
mero fuera pensada o incluso fuera comprendida en una medida apreciabl n del ~ecta de los «gobernados», discutirá esto. Un sociólogo se contenta con ver y
d) .La del juez. No me parece que su actitud hacia sus colegas comoe. con ~bir lo que sucede -y compararlo con lo que había sido propuesto.
de un tnbunal difiera significativamente de la del abogado en ejercicio descncon esta orientacwn
·' de 1a reg la al Juez,
· ¡que' gozosamente pertmente
· resulta ser
tros propósitos. Su enfoque paras{ mismo comprende (como el enfoque ' _. distinción entr~ una ~egla. que le dice qué hacer, dirigida a sí mismo, y una regla
la formación de su juicio de valor sobre el caso en cuestión, además de u"'s"'~·--· ·- Ja le dice cómo mstrmr al Jurado!
Y predicción. Resulta difícil para mí ver de qué modo su juicio de valor [Llewellyn se refiere a la obra de Eugen Ehrlich, Grundlegung der Sozio/ogie
tener una mayor utilidad si él contempla su problema no como la mera ¡J, Rechts, Munich y Leipzig, 1913. Véase en este mismo volumen (pp. 315-326) la
una formulación abstracta sobre el papel, sino como la invención de una :aducción de la recensión que dedicó Felix Cohen a la obra de Ehrlich en 1937. (N.
~e .trabajar en el t~ibunal que siguiend~ s~ debido curso va a afectar a fa gente. del t.)]
ultimo enfoque, ciertamente, le apremiara a usar todos los medios a su u¡spo¡;iri• 19. Ehrlich, de nuevo, saca elegantemente esto a la luz.
para visualizar po~ adelantado los efectos de la decisión. Tal visualización ha 20. y yendo en la dirección de ulteriores campos de contacto entre el compor-
conceptuada -y p1enso que correctamente- como la esencia del sa tamiento oficial o judicial y el comportamiento común, se llega a aguas mucho más
la jurisprudencia [wisdom-in-action case-law]. El enfoque descrito deberí profundas: ¿cómo funciona la regla sobre el papel (es decir, tiene un reflejo o una
de este saber-en-acción una realidad en un alto porcentaje de casos. He a contrapartida en el comportamiento) en los casos de los tribunales inferiores, sin
en ~t~o lugar que mientras el efecto neto es sin ninguna duda una expresió apelación? ¿Cuántas veces tiene alguna influencia? ¿Cómo influye a los agentes de
tradiCIOnal campo de la discreción y creación judicial del derecho [law-making] n · ·¡a administración? ¿Cómo influye sobre las transacciones entre la gente que nunca
no debería constitu!r, sin embargo, ninguna conservadora causa de alarma: e~ llegan a ninguna instancia oficial? Todos los indicios apuntan a que todo esto es
mer 1ugar porque, mcluso cuando se expande, este campo sigue siendo sorpre d ·- _ mucho más importante que el asentamiento de la doctrina, o incluso que las prácti-
n en-
t eme.nt ~ estredch ods1. se cons1'd er~ respecto al derecho como un todo, 0 respecto aí- cas de hecho de los tribunales superiores. Lo que está documentado reviste una pi-
mov1m1ento e1 erecho -notandose sólo los cambios cumulativos a lo lar cante apariencia de valor -incluso de tipicidad- en contra de lo que queda aún por
d . [ . .. 'd go
~c~mos; una VlSlon correg1 a, que muestra el proceso e importancia del camb' explorar.
d1ano, es desarrollada en mi The Common Law Tradition-Deciding Appea/s (1 96~~ 21. Desafortunadamente, esto es en exceso simplificador. Pueden existir tantos
(N?ta de Ll~~ellyn e~ la edici?n ~e 1962)]; e~ segundo lugar, porque no comprende propósitos como participantes. Y, casi con regularidad, el propósito de quien lo for-
la mtroduccwn. de runguna tecmca de cambw no bendecida aún por la tradición mula y el propósito que él públicamente le asigna son dispares.
conservadora, smo que comprende solamente una reorganización, para su utilizac'ó 22. Este factor no tiene de ningún modo la importancia exclusiva que los de-
. t d . . , 1 n
consc1en e, e tecm~as comunmente aceptadas como buenas durante siglos; en tercer votos de las reglas sobre el papel tienden a atribuirle. Los observadores más agudos
lug~r (este es un. articulo ~e fe, ~o un tem~ suscepti~le aún de demostración), porque subrayan continuamente lo siguiente: ¿qué otro significado tiene el acento puesto
el t~~o de. ~amblO produc~do baJO estas, cucunstanc1as es un cambio que mueve a la sobre las técnicas tradicionales «para desarrollar y aplicar preceptos»; la práctica de
accwn oflc1al más en la lmea de arreglarselas con las necesidades habituales· y ot la oficina, o de la Constitución, que cambia los acentos de lugar, y a menudo crea o
. d b'
t~po e cam 1_0, que hoy en día ocurre constantemente aunque de forma oculta
' ro abroga instituciones enteras; la «interpretación progresiva» [«the interpreting away»]
hende a ser ehminado: el cambio por una sobresimplificación de las formulacione' de una regla; la importancia de la experiencia en la doctrina, de los poseedores de
v.erbales .Y sobre-«aplicación» de tales formulaciones a casos a los que nunca había~ «formación»? Y así sucesivamente.
s1do aplicadas, y en los que no encajan. Prii}udizienrecht und Rechtsprechung in Por otra parte, el factor de las reglas verbalmente formuladas tiene suficiente
Amerika (1933). importancia como para explicar por qué han sido consideradas durante tanto tiempo
17 ·. La eliminación de tal implicación no reportaría, según mi parecer, sino el núcleo o incluso la sustancia del derecho. No son la única maquinaria para pro-
beneficios. La cuestión de la continuidad de una práctica dada, cuando se suscita ducir regularidad. El hábito, la práctica, la experiencia y la tradición no verbalmente
para. su discusión, es mejor plantearla de forma explícita. [Esto me parece hoy un formuladas, son vitales para la regularidad. Pero son un factor en su producción
pasaJe ~onfuso que no logra situar el objetivo verdadero y el hecho existente de una -en la medida que los agentes oficiales reaccionan a las palabras, y leen palabras,
regulandad razonable en el comportamiento judicial, y tampoco logra distinguir en- de forma parecida. Son, además, el principal dispositivo para contrastar la regulari-
tre tribunales de juicios (tria/ courts) y tribunales de apelación (appellate courts). dad, para dejar que los extrai'los se hagan una idea de si los agentes oficiales perma-
(Nota de Llewellyn a la edición de 1962.)] necen en los debidos límites de discrecionalidad. Y son, como ya se ha indicado, el
18. Pienso que esto se sostiene como verdad de todas las reglas de deber ofi- elemento más vital para introducir cambios en la_re_gularidad. Donde.eLcomporta-
ciales, con independencia de su forma. Me refiero a sus efectos, no a sus propósitos. miento oficial ocurre sin regularidad, los viejos puntos de vista tienden a negarle el
Y los derechos del hombre común resultan a través de la pantalla de la práctica de carácter de derecho (la irregularidad asumida, o el capricho de la justicia del cadí, o
los oficiales, por una especie de reflejo social. Ehrlich describió inteligentemente el cosas parecidas). No estoy de acuerdo con esto. Debería subrayar naturalmente como
fenómeno, en cuanto que comprendía las reglas que gobiernan el establecimiento de ilustración más perfecta del concepto el comportamiento oficial regular; pero con-
la máquina de gobierno del Estado. Un filósofo del derecho o un normativista, con templo el comportamiento como más vital que la regularidad, más vital que la mera

19. - CASANOVAS
EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO 291
EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO
290
(Johns Ho~kins), in~e.stig~~iones pendientes del uso de la jurisdicción federal y del
expresión sobre el papel de la regularidad deseada -con la excepción de hasta curso efectiVO d~ la hti~ac10n en los tribunales del Estado; Klaus (Colombia), «Sale,
punto expresa un ideal-. Bueno, sobre el papel. Mency, and Pnc_e Mamtenance», Columbia Law Review, 28 (1928), pp. 312, 441;
23. No he intentado en este artículo definir comportamiento, acción,
¡.¡andle: (Colum?Ia), «Fals~ a~d Misle.ading Advertising» (1929), Yale L. J., 39, p. 22;
ta. No tengo ningún deseo de excluir cosas tales como el nacimiento y frustración Ishizaki, Le drozt corporatif mternatwnal de la vente de soies (1928); y la excelente
expectativas, la creación de esperanzas y miedos, etc. El enfoque por el que se
resefia de Klaus, Columbia Law Review, 28 (1928), p. 991.
se orienta vigorosamente en la dirección de investigar los fundamentos de la preten-
28. La reformulación complicaría el argumento precedente, pero no ¡0 cambia-
sión de nacimiento o frustración de expectativas en cada caso dado -y también en
ría esencialmente .. A exce~ción hecha de hasta qué punto el argumento ganara en
la dirección de investigar qué expectativas, y de quién. Así como también, por
plo, los procesos del pensamiento de los jueces, la influencia de la ideología en fuerza por esta misma razon.
29. En el aspecto normativo del derecho no existiría confusión o duda en este
jueces y en la gente común, etc. Cf. American Economical Review, 15, p. 670, n. 1
caso. La «r~gla cor:ecta» sería siempre la misma. Pero esto no es una razón para
p. 675, n. 32. ocultar la diver~encm en los resultados, en el nivel de descripción y predicción. Ne-
24. Mi artículo «Law Observance and Law Enforcement», Proceedings oj
ference of Social Work (1928), pp. 129 y ss., desarrolla otros aspectos de la cesitamos, precisamente para estos objetivos, separar los aspectos descriptivos y nor-
25. Para una rápida y fácil ilustración, compárese el art. 2 del Uniform mativos del derecho. Además, los resultados afectan a las normas, tanto como las
normas afectan a los resultados. Si los resultados, en el caso propuesto fueran 1
mercial Code, con el más antiguo Uniform Sales Act. [Nota de Llewellyn en la edició
de 1962.]
derrocamiento de lo judicial por la práctica administrativa, la norma ~ería hart:
26. Mortimer Adler me sugiere que el enfoque operacional de la física cdudosa con el resultado pendiente. y una de las ventajas (por lo demás bastante
poránea es un clásico análogo y precursor. [Llewellyn se refiere a otro de sus incidental) del enfoque· a~~í defendido es que hace explícito, comprensible, y no
pañeros de la Universidad de Columbia que, junto con Jerome Michael y chocante, el hecho Y domm10 de la ocurrencia de este tipo de dudas en relación a la
Cairns, se interesaba por el derecho y la filosofía de las ciencias sociales. El norma.
de lógica «instrumental» y derecho que Llewellyn cita se recoge en los trabajos 30. . Si estuviéramos tratan?o con una sociedad sin organización política, esto
Adler y Michael, The Nature of Judicial Proof (1931), y el posterior «The Tria! sería _ob~I~mente una mala ~ermm?logía. Pero otra de las futilidades de la sobrege-
an Issue of Fact», Columbia Law Review (1934). Cf. con Llewellyn, «Ün nerahzaci~n en ?er~ch~ ha sido el mtento de encontrar un sólo conjunto de términos
and Using the Newer Jurisprudence», Columbia Law Review, 40, p. 581, re~:altadn para cubnr las mstituCJones de sociedades dispares. Antes que organización política
en Jurisprudence, op. cit., pp. 128-165. (N. del t.)] e~c?ntramos control, Y a_~enudo ins~ituciones de control especializadas o semiespe-
27. El trabajo de los distintos autores se encuentra en campos algo ul~·um.os. ciahzadas.
· Pero
¡· · al descnbir
, . una sociedad organizada políticamente es sumament e
Lo mismo vale a menudo para los distintos trabajos del mismo autor. Y una convemente Imitar e1 terrruno al Gran Palo oficial [offícia/ Big Stick}. Un término
bibliografía de todo lo que se ha hecho en la línea discutida sería demasiado larga. adecuado para el ~er~a~amente parecido «derecho» en este tipo de sociedad es «por
Probablemente la mayoría de títulos se encontrarían en el útil pero menos avanzado ley>> [by-law]. SociOlogicamente, los dos son a menudo más similares que distintos
campo de descubrimiento de la práctica real de los tribunales de apelación, Cf. ~ax Weber, Wirtschaft u. Gesellschaft, 16, 17, 27, etc.; y American EconomicaÍ
distinta del modelo sobre el papel de los tribunales o de los autores. Los nombres Revzew, 15, pp. 672 y ss.
esta lista han sido escogidos en relación al trabajo en el estadio siguiente: los ~1. Esta diferencia de enfoque ha sido bellamente desarrollada por Arnold,
como operaciones de los tribunales inferiores, y los indicios de la investigación en especialmente en Symbols of Government (1937) y Bottlenecks of Business (1940)
zona de contacto entre la conducta oficial y la de la gente. Ehrlich (Czernovich), [Nota de Llewellyn en la edición de 1962.} .
Grundlegung einer Soziologie des Rechts, y véase Page, Pro. Ass. Am. L. S., 45 32. Del mismo .~odo .<tomándolo otra vez de Spykman) en la medida en que
(1914). Desafortunadamente, muchos de los descubrimientos de sus investigaciones. la conducta ~e.los oficiales JUega en estas pautas de acción entrelazadas la conducta
sobre el «derecho viviente» son inaccesibles. Nussbaum (Berlín), en su Rechtstats- s: vuelve «Oficial» en lugar de «personal», y de un modo que aquí resulta de interés
achen-Forschung; Hedemann (Jena), Reichgericht und Wirtschaftsrecht; Brandeis, el' d1recto: La conducta «puramente» personal de un agente oficial resulta bastante in-
escrito en Muller v. Oregon, y sus opiniones, repetidamente; Frankfurter y Landis concebible; pero la conducta sustancialmente personal puede quitar mucho tiempo a
(Harvard), The Business of the Supreme Court (1928); Frankfurter y Oreen, The un agente dado.
Labor Jnjunction (1930); Underhill Moore (Y ale), materiales mimeografiados y ma-· 33. Así, ~n tít~lo de Torrens de un lote en un bloque de pisos convierte el
nuscritos sobre la banca en relación al derecho bancario; Moore y Shamos, «lnterest b~oque en no, dispomble para su mejoramiento a gran escala. R. R. B. Powell me
on the Balances of Checking Accounts», Columbia Law Review, 27 (1927), p. 633; dJce que los titulas de_ Torrens han sido incluso desregistrados en algunas ocasiones,
C. E. Clark (Yale), materiales manuscritos sobre la práctica efectiva de la litigación para tener acceso al dmero de la hipoteca.
en Connecticut y Nueva York; resultados parciales aparecen en la Conn. Bar J. l' . 34: . En la práctica esto viene a ser: «ecualizables [equable] en la elección de la
julio de 1928, abril y julio de 1929, y la W. Va. L. J. de diciembre de 1929; Wm. Dou- Imitadis~a. clase de los afectados». La igualdad de regla es imposible en una socie-
glas (Yale), estudio de la bancarrota y la práctica de la insolvencia, aún en curso; dad especializada. Es verdad que algunas de las líneas de discriminación que en nues-
Moley (Columbia), las investigaciones criminales, en general; Yntema y Theo.
292 EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO
EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO 293
tro sistema están fuera de consideración, son sugeridas por la palabra '"!IUalJd,.~
[equality]. Pero, excepto históricamente, no es particularmente significativo. valorarla por lo que tenía, Y llevar esto con nosotros a un nuevo curso de pensamien-
35. He subrayado en otro lugar que el problema vital en estos casos es 1 to, habríamos hecho mucho por reducir la bien conocida oscilación pendular de una
crear en la conducta de las personas pertinentes nuevas prácticas (jolkways) e eXageración a otra. Esto es de menor importancia en los estudios originarios de un
adecuan a los objetivos buscados por vía de las nuevas reglas jurídicas. La.; nuevo ~ovimie.n.to. El innovador .arrastra de grado o por fuerza las cualidades de la
vanee and Law Enforcement (en Jurisprudence. Realism in Theory and p¡isma mstruccwn contra la que Intelectualmente se rebela. Pero si los innovadores
p. 399). Y que la efectividad de las reglas jurídicas, antiguas o nuevas, no pued originales no logran incorporar en sus doctrinas tanto como en sus prácticas la fuer-
medida simplemente por la cantidad de veces que los agentes oficiales actúa: t.a vital [life-power] de las escuelas anteriores, incluso cuando ataquen el falso énfa-
acuerdo con ellas. !bid., y American Economical Review, 15, p. 682. En sis de estas últimas Y sus implicaciones, aquellos que hayan sido novedosamente ins-
efectividad ideal no se alcanza hasta que los oficiales no tengan que actuar en truidos en la nueva escuela serán insensatos dados a la exageración.
luto. Pero si son el tipo de reglas que coincide más o menos con una práctica 38. ¿Podría insistir de nuevo en el punto de que «moralidad popular» significa
gua y comúnmente establecida (mores) se vuelve un problema serio el hecho de ·a menudo realmente que hay por lo menos tantos sub grupos como variedades impor-
qué punto tenemos en estos casos efectividad de la regla jurídica, o del tantes con detalles concretos dentro del grupo principal?
miento oficial ocasional referente a la regla. Contrástese con el caso
opuesto: toda una línea de actividad cuyas unidades están preparadas para
no seguir los lineamentos ahora prescritos, según sentencia en un caso test
damente escogido. Lo que es más importante no es el comportamiento de los
oficiales, aislados, sino el comportamiento de los agentes oficiales en su
con el de la gente común pertinente.
[Llewellyn se expresa aquí mediante los conceptos del sociólogo noJrte!tm¡~ric:
W. G. Sumner folkways y mores. Véase Folkways- A Study of the .:~oc:zo/()l!
lmportance of Usage, Manners, Customs, Mores and Morals (1906), Mentor
1960, pp. 33, 42-43: «Los folkways son inconscientes, espontáneos, no ''~"'''rcliinn.4~
Nunca sa sabe quién guía su manejo, aunque debemos creer que el talento
siempre $U liderazgo»; «Los mores son los folkways, incluyendo las ge11eralizac:iort
éticas y filosóficas así como el bienestar público que éstos persiguen, que está
rente en ellos, a medida que se desarrollan». (N. del t.)]
36. Lo que se espera en la vía de la generalización debe producirse a
una nueva síntesis de estos estudios particulares, una vez los tengamos.
tanto, tenemos nuestro sentido común y la comprensión que la tradición nos
legado de algunas de las regularidades del comportamiento oficial, y poseemos
bién suficiente capacidad tradicional de predicción, influencia, manejo de la
ta oficial o de cualquier otra, como para situarnos más allá de una 'moda,
aprendemos más.
37. Es en esta misma línea, cuando la conducta se ha convertido en el
atención, que experimento profundamente la imprudencia de poner excesivo
en las reglas, los conceptos, las ideologías, y los estereotipos o pautas •u~:ulllgu;u
Estos últimos, tal como los tenemos, son por sí mismos confusos, desviantes,
cuados para describir o explicar. Pero una ciencia del derecho que fuera
prácticamente no habría podido ser construida en términos de estos últimos
no hubieran contenido un buen núcleo de verdad y de sentido. En efecto, no
la ideología-precepto de la ciencia del derecho la que de hecho funcionaba, sino
práctica que la ciencia del derecho reflejaba sólo parcialmente. Pero una de las
que el estudio sociológico debería hacer para el avance de la ciencia es enseñar
defensores de la nueva perspectiva a no desechar en bloque la antigua ""''ronPrtív
contra la cual se rebelan. La rebelión indica inadecuación en la antigua. No
que la antigua no tuviera una sólida base. El mero hecho de su existencia, de
pudiera emerger y seguir existiendo, pone de manifiesto que la tenía. Si 11u'"'""m
294 EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO 295

purante décadas todos nosotros la hemos enviado como nuestra pri-


KARL N. LLEWELLYN mera carta. La respuesta no es menos institucional: Holmes declina
el encargo. Lo declina de su propio puño y letra, a pluma. Una
HOLMES tradición absurda; sin duda la máquina de escribir ya ha sido inven-
tada. Pero una tradición cuya aplicación levantaba el ánimo incluso
cuando avergonzaba, porque el magistrado del Tribunal Supremo
Los hombres son el· reflejo de las instituciones. 1 Los Holmes había encontrado tiempo, cada vez, en su negativa, para
son hechos por las instituciones en cuyo seno han crecido, las convertir la carta en algo personal para este joven león al que nun-
tuciones que han absorbido total o parcialmente, y que ellos han ca había visto. Otro novato al que había despertado a la responsa-
construido en una personalidad individual. Pero a algunos nn1m .... Á bilidad, y a la majestad, de una cultura antigua. El hombre vivía en
les ha sido dado constituirse ellos mismos en institución. Holmes la creencia de que ser un caballero de Massachusetts le exigía a sí
el reflejo de y encarna a Norteamérica. mismo, a costa de cualquier sacrificio, el ser un caballero de Mas-
En un mundo gobernado por el dólar, resulta extraño en1;:or1tn1r sachusetts. Tampoco cabe confundir su puño y letra5 con este otro
se con un juez asociado, uno de los nueve, y no el presidente titu- rasgo antiguo de tradición y de personalidad que nunca puede resul-
lar, honrado y reconocido en el momento de su muerte como el tar anticuado: la paciencia, la habilidad, que ha convertido cada
ciudadano más distinguido de su país. Es extraño encontrarse con· carta existente de Holmes en única -ya sea por experiencia o por
que un Presidente hace un llamamiento a la nación para que presen- inspiración.
te sus respetos a un magistrado que ya no está en su puesto. El otro asunto: por sugerencia de Morris R. Cohen, * tanto esta
extraño encontrarse con que la senda del austero Tribunal ,~......1f'• revista [Columbia] como la de Yale se unió a Harvard en la celebra-
incomprendido, mal entendido o ignorado) se convierte en el objeto ción de su noventa cumpleaños. Nunca antes en mi docencia había
de admiración y afecto de un pueblo. Un pueblo formado no por visto tanta brillantez como en aquel trabajo, y en el trabajo del
juristas, sino por hombres de la calle. 2 Una senda seguida sin ningu~ hombre que se suponía que debía agasajarse. Los profesores y los
na voluntad de exhibición, sin ostentación. 3 estudiantes editores concibieron conjuntamente la ocasión como un
En parte, sin duda, esto es accidental. La edad forma parte de acontecimiento nacional, propusieron a una de las mayores cadenas
la esencia de una institución nacional. Y este hombre llegó a viejo.4 radiofónicas (¡comerciales!) esta fantástica idea, y la vendieron ... 6
Pero ¿cuántos hombres que llegan a viejos lo hacen con tanta Holmes habla a la juventud. Únicamente si alguien se ha vuelto
energía? ¿Cuántos mantienen vivo su interés por los «novatos»? demasiado insensible a la juventud puede encontrar extraña la espe-
¿Cuántos alumbran el espíritu de uno de ellos en particular hasta ranza de este joven sabio de avanzada edad.
hacerlo brillar? Ha llegado la hora de rendirle tributo. Y el tributo Esto es lo que me induce a creer que Oliver Wendell Holmes no
se extrae mejor de la experiencia que o atempera, o glorifica. ha hecho más que empezar a ser una institución. Aquellos que sos-
Un ejemplo de cada cosa. Cierto joven cachorro llega a la edí:
torial de una revista de derecho. Llama a una estenógrafa. Escribe * Morris Raphael Cohen (1'880-1947) es uno de los filósofos norteamericanos
a Holmes para pedirle una contribución. La carta es institucional. más influyentes y de más amplios intereses de la primera mitad del siglo xx. Escribió
sobre lógica, matemáticas, filosofía de las ciencias sociales Uunto con Ernst Nagel),
ética Y filosofía política. Los realistas se reconocían en su obra tanto por su vertiente
Karl Llewellyn, «Holmes», Columbia Law Review, 485 (1935), con una biblio- pragmatista y su talante político liberal como por el interés que el filósofo mostró
grafía de Lawrence R. Eno sobre Holmes. Reeditado y revisado por el propio Lle- por la teoría jurídica. Enseñó también esporádicamente en la Columbia Law School
wellyn en Jurisprudence: Realism in Theory and Practice, The University of Chicago (así como en Yale y Harvard, entre otras muchas), pero en la época en que ocurrió
Press, Chicago y Londres, 1962, pp. 513-519. © The University of Chicago Press. el episodio que Llewellyn relata, Cohen era profesor de matemáticas en el College of
Traducción castellana de Pompeu Casanovas. the City of New York. (N. del t.)
296 EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO 297

tienen 7 que no dejó huella -salvo quizás en personas individuales-~ S ottsboro y la privación del derecho de sufragio [disinjranchise-
sólo tienen que mirar al futuro. La huella está allí. Está aún · cent] en Texas emergiendo de una sola sesión con el equilibrio «de-
miéndose. «Un ideal válido, pero imperfectamente realizado», ~do» [in «due» balance]. 14
bió Yntema haée cuatro años. 9 Un ideal en estado de realización: Tampoco nadie, a excepción de Hale,* ha afirmado con tanta
trabajo manda el futuro». Es por causa de Holmes, casi ~-~·~"'''""l•lLe;. elocuencia las obligaciones sociales impuestas por la función judicial.
de Holmes, que ha quedado completamente abierto el derecho de es~
tos Estados Unidos. La gruesa cáscara calcinada del tiempo se He intentado ver al derecho como un todo orgánico. También
partido para siempre. he intentado verlo como una reacción a la tradición, por una parte,
y a las necesidades y deseos cambiantes de una comunidad, por otra ...
Fue en 1881 cuando apareció la serie de conferencias
He considerado las tendencias y deseos actuales de la sociedad, y he
The Common Law -asentando el contrato en términos de a:s•mc:1on intentado darme cuenta de que sus diferentes partes quieren cosas
de riesgos, distribución de riesgos; clarificando la «imprudencia diferentes ...
meraria» [malice ajorethought] en términos de previsibilidad
nable; mostrando los elementos revueltos de la historia, la moral Intentó ver estas cosas «con una luz fría». Con la conclusión, tanto
la administración en el terreno de los daños. Fue en 1896 "'u'"ll\.ILu .· . para la tradi~ión como pa~a el presente, de que «las guías más sa-
formuló para el analista la regla del «ácido cínico», y -en la •bias no son smo pobres gmas». 15
ma conferencia- formuló para el reformador o el juez la necesaa<td No. El trabajo de Holmes, aunque inacabado, está acabado;
de antecedentes sociales y económicos. w Pero diez años más aunque por hacer, está ya hecho. Inacabado, porque toda una futu-
Carter enseñaba aún en Harvard que la ley no es sino ... ..,.,.., . .,u..~¡ ra generación debe ser aún educada en su perspectiva, antes de que
por los jueces. 11 En 1914 a Corbin le incomodaba Law and the esta perspectiva pueda controlar el derecho. Acabado, porque ya
ges, que decía única y solamente que el derecho cambiaba, y no se necesita nada más para esta educación; él solo, Holmes, ya ha
los tribunales, lentamente, lo cambiaban. Aún en 1924 escuché a alzado para nosotros a suficientes hombres con el pleno deseo de efec-
abogado, por cuya capacidad técnica cualquier jurista debe tuar este levantamiento. Está por hacer, porque el personal de cual-
un profundo respeto, decir: «El Magistrado Holmes es un hombre quier Tribunal (en la medida en que el mero olfato determina la cons-
capaz, experimentado, ingenioso, encantador -'-iY demasiado . como puede propiamente determinar los casos civiles
groso!» : 2 Todavía hay entre nosotros carterianos y puede bloquear -y lo ha hecho ya- la lucidez. Está he-
alarmados como ellos. Sin embargo, progresa la total apertura. tho, porque Holmes ha dado la visión a todo hombre que tenga ojos
pecto a la vieja enseñanza, ya no es una herejía argumentar que para ver. Ha dado al derecho norteamericano, privado o constitucio-
jueces tienen un poder «molecular» de crear derecho -nal, la llave técnica para su saneamiento y autosaneamiento: ¡Mira!
power}. La gente ha aprendido esto de Holmes. 13 A pesar de ¡Ve! ¡Muévete! La necesidad de ver; el espacio para moverse, pero
esfuerzos del American Law Institute, a pesar de su letra · siempre en consonancia con la tradición. Una llave. Está tan claro
vacía de casos, ya no es una herejía argumentar incluso que no ·como urgente es el trabajo.
ninguna omnipresencia generadora en los cielos, sino que la No deseo que esto se convierta en mero elogio. Creo que un
dera medida del derecho para el hombre involuntariamente sometí-·. hombre se ve mejor cuando es visto también como un hombre, uno
do a control es: ¿qué es lo que, en particular, uno puede o de entre la tribu de los Horno, sólo sedicentemente sapiens. Le
hacer sobre este asunto, aquj_y ahora? Ya noes una herejía n~-~~o .......
encanto a la observación del joven Holmes de que el derecho
plar el derecho constitucional como el campo en donde las • de prescribir radica esencialmente en el hecho de persona y cosa,
económicas, los prejuicios y las personalidades juegan al derecho, a
la política y al arte del gobierno [statesmanship] al mism~ t~e~po • Llewellyn se refiere al economista Robert Lee Hale, con quien coincidió en
en un juego intrincado y semiescondido; con el nuevo JUlClO ~'••·'"·''··-·'-'
a quien los realistas consideraban próximo. (N. del t.)
298 EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO 299

conjuntamente, el hecho de que el viejo Holmes, en su retiro, n hombre de Ancien Régime. Pero sin su crueldad: para este no-
descubierto «perdiendo» la mitad de su biblioteca -que había ~le, los débiles tenían derechos.Sin su irresponsabilidad social: «Me
mado prestada de la Biblioteca del Congreso, préstamo usta pagar impuestos. Es el precio de la civilización». Este país era
desde el momento en que los libros se cruzan en el camino de
emotivo poseedor. Le añade significación a estas cartas, cada
;u heredero ab intestato.
pero esto no es suficiente. Ni tampoco es el meollo del asunto.
de las cuales es una verdadera joya, el descubrimiento de que No estamos tratando con ningún bon vivant, ni con un simple buen
treinta por ciento de este humor oral radicaba en la fácil tipo o maestro del lenguaje; ni tampoco con un mero, aunque gran,
perezosa- yuxtaposición de alto oficio judicial y profanidad, 0 aristócrata. Claro, devastador, magnífico, se yergue como el ciuda-
edad y juventud. Le añade gloria al valiente luchador por los dano más distinguido de Norteamérica. Un caballero y un soldado
chos humanos y las necesidc;tdes sociales el descubrimiento de que incluso en la orgía de los años setenta supo desarrollar un ca-
tampoco estaba interesado en ellos; pero podía luchar por mino hacia el bienestar público y la integración privada _no mu~ho
¡y luchó! Este hombre para quien la pintura moderna era un después de que Adams tuviera la destreza de hallarlo. 18 El es qmen
drio» [«bottle of guts»];* para quien el Veinte de Caballería de ha conducido el derecho norteamericano hacia el futuro. Sea por
sachusetts fue toda la vida un símbolo de lo Mejor; quien, por lo medio de su encanto, o de su persistencia; sea por medio de su
sabemos, prescindía de los expedientes [records] mientras realact:abri estilo o de su esperanza -los usó todos-, Holmes abrió la puerta
sus votos particulares; 16 a quien le gustaban las novelas francesas. de par en par. Y la puerta permanece abierta.
dejaba sin digerir las auténticas obras de economía y de "v'~'u"""'" Entonces la Muerte se inclinó sobre él y le susurró al oído: ¡Vive!
que él mismo había proclamado que eran guías necesarias; este Ya he llegado.
bre que a veces respondía con una frase más que con un ¡.¡.;;J¡l::.i:lllluer
to. 17 ¿Por qué cala tan hondo, por qué se nos humedecen los
cuando pensamos que se nos ha ido? NorAs
Porque era humano. Porque hacía sentir a ese secretario
do por una copa durante la mañana, no sólo que esto era una 1. Para la influencia que Holmes tuvo sobre otros hombres, por su rango, por
gresión de las normas, sino que el Magistrado se hubiera el arte supremo con el que distribuyó sus cualidades en una vida tan rica y poderosa
como un tapiz oriental antiguo, véase Book Review, Columbia Law Review, 31 (1931),
contento de transgredidas con él. Porque todo el mundo aprecia . P. 902; para su lugar en la historia del pensamiento jurídico norteamericano, y el
una mujer adorable, y no Holmes únicamente.** Porque la sal ·· papel de lo occidental en el conjunto, véase «Ün Philosophy in American Law»,
en el ingenio. University of Pennsylvania Law Review, 82 (1934), p. 105. Véase también «Put in
Las cartas; el hastío; la valentía considerada al punto como· His Thumb», 108 (1935).
El mejor estudio sobre su trabajo en derecho constitucional es el de Frankfur-
lugar común para el caballero y como la base de la vida; el
ter, en «Mr. Justice Holmes» (1931), 46; el mejor collar de las concisas joyas de tres
cimiento del homenaje como simplemente debido; el fin y la palabras es el de Wigmore, ibid., 212 [Llewellyn se refiere aquí a las famosas frases
en la mayor parte de sus contactos personales, la mordaz y ::.uuta1u1 sintéticas de Holrnes (N. del t.)}; la mejor apreciación de su personalidad es la de
ironía en unos pocos; el desapasionamiento y la falta de interés Elizabeth Shipley Sargent, ibi(l., 183. No existe ninguna biografía satisfactoria. Tam-
las cambiantes fases del mundo; el pago al contado a cualquier poco está en prensa ninguna colección de anécdotas, pero Frankfurter ha prometido
reunirlas y someter el resultado a la autentificación, suma y enmienda de los secre-
cio exigido por el mantenimiento de un ideal -en esto Holmes tarios y otros amigos. Existe ya una mitología en circulación. Debería incluirse. Pero
no debería ser confundida con su fundamento histórico.
Escribir sobre Holmes por segunda vez causa una profunda incomodidad: seguir
* La expresión original de Holmes es «un pote de tripas»: en s/ang, algo la serie de artículos de Frankfurter, Laski, o Cohen. O este. Un hombre ya ha sido
pulsivo, indeciblemente malo. (N. del t.) exprimido en su primer escrito para dar más que lo que tenía para dar. Contrástese,
** Cabe anotar que una alusión semejante corresponde a uno de los por ejemplo, Hughes, The Supreme Court of the United States (1928), con Hughes,
bien documentados del carácter del propio Llewellyn, pero no de Holmes. (N. «Mr. Justice Holmes», Harvard Law Review, 44 (1931), p. 677.
300 EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO 301

[Este es el segundo artículo que Llewellyn dedicó al juez. El primero es «M J El caballero de Massachusetts lo era algunas veces demasiado: «Una vez me arries-
tice Holmes», una recensión del libro del mismo título que Felix Fran~f Us-. ué a comprar un libro de segunda mano. Y cuando lo abrí, ¿qué creen ustedes que
(1882-1965) -también magistrado del Tribunal Supremo- escribió sobre él .:~er • gncontré? ¡Un pelo!>>. Esto por parte del mismo continuum corporal que había redac-
. 1ar en el caso Abrams, cuando las presiones que intentaban alcan-
e¡ado el voto partlcu
Columbia Law Review, 31 (1931), p. 902, reed. en Karl N. Llewellyn Jurispru.d ease ·
· . ' ence · zarle estaban atacando a su mujer: «Querida, hay algunas cosas acerca de las cuales
op. czt., pp. 507-512. Ohver Wendell Holmes (1841-1935), republicano de Mas h •.
setts, fue nombrado magistrado del Tribunal Supremo por el presidente Th sadc u- incluso la bienamada de un hombre no debe cruzarse con la conciencia de su marido».
.. eo ore [El caso Abrams vs. United States, 250 U.S. 616 (1919), originó uno de los más
R oosev~1.t y permane~10 en su cargo desde. !902 a 1932. En esta fecha, y por
mendac10n del propiO Holmes, le suced10 en el puesto Benjamín N. famosos votos particulares de Holmes. En el ambiente de la primera guerra mundial,
(1870-1938), demócrata de Nueva York, nombrado por el presidente republicano ]os acusados -unos trabajadores inmigrantes de la ciudad de Nueva York de origen
ver. La obra escrita de ambos jueces -y sobre todo su actitud práctica en ]a ruso- fueron hallados culpables de «incitar, provocar y animar a la resistencia con-
del criterio independiente del juez respecto al gobierno- es conocida como tra Jos Estados Unidos» y de «impulsar, incitar y abogar por el cese de la produc-
activism, y está en la base de los escritos iusrealistas. Debe matizarse ahora el ción de artillería Y munición necesaria para la continuación de la guerra». Fueron
de Llewellyn sobre la falta de biografías. Véanse Francis B. Biddle, Mr. Justice condenados por difundir libelos ilegales y por conspiración. Holmes -junto con
mes, Scribner, Nueva York, 1942; Francis B. Biddle, Justice Holmes, Natural Law Brandeis- disintió del veredicto final de la mayoría agrupada en torno a la opinión
a~d the. Supreme Court, Macmillan, Nueva York, 1961; Mark de Wolfe, Howe, Jus.
del juez Clarke. Su voto se basaba en la defensa de la libertad de expresión conteni-
tzce 0/zver Wende/1 Holmes, 2 vols., Belknap Press, Cambridge, Massachusett da en la Primera Enmienda de la Constitución: « ... cuando los hombres se dan
1957-1963. (N. del t.)] s, cuenta de que el tiempo ha minado sus convicciones combatientes, pueden llegar a
2. Esto es una cosa sorprendente. Cada oficio honra a su maestro creer, incluso más de lo que creen que es el auténtico fundamento de su propia
Léase la lista, desde Coke a Cardozo. Sin embargo, también los no artesanos se.. conducta, que el bien final deseado se alcanza mejor mediante la libre comunicación
conmueven por H o1mes. L os no artesanos, naturalmente, lo comprenden mal. Pien~\ de las ideas -que la mejor prueba de la verdad es el poder del pensamiento de ser
san que el venerable conservador fue un radical, porque mantuvo la objetividad d ·.·•. aceptado en la competición del mercado, y que la verdad es la única base sobre la
negarse a sustituir su juicio por el de la legislatura. Incluso ... la mejor Bar incu"i; cual sus deseos pueden llevarse a cabo con seguridad. Esto, de todas formas, es
en el mismo error. la teoría de nuestra Constitución. Es un experimento, como toda la vida es un expe-
El Gran Disidente fue conocido, como suelen serlo siempre los hombres, por su rimento». Véase Gerald Gunther, University Casebooks Series, Constitutional Law
trabajo crucial. Está fuera de la cuestión que no le gustó esta denominación. ·Cómo· (1937), The Foundation Press Inc., Library of Congress, 1985, p. 994. (N. del t.)].
podría haberle gustado? Cuando él disentía no era por gusto, sino por sus co~viccio­ 6. Este programa tuvo lugar en los días en que las cadenas de radio entendían
nes puritanas -aunque había un toque de joven perversidad que operaba también: que esto tenía valor. El joven Herbert Wechsler, el editor en jefe de Columbia, fue
sus votos particulares [dissenting opinions] no estaban destinados a poner a salvo sus el hombre de la idea y el negociador. «¿Y quién pagará por esto?», preguntó el
propias manzanas del cesto de las podridas. Concurrir un centenar de veces en ma- ejecutivo de la cadena. «¡Usted pagará por esto!» He aquí otra gran tradición, la de
terias rutinarias no es sino dar cuerpo a la Gran Disidencia que importa. El último la revista de derecho norteamericana. [Nota en Llewellyn de la edición de 1962.]
artículo de Cohen sobre Holmes es notable por su claridad acerca de esto. <dustice 7. Así, casi, M. R. Cohen, supra, nota 2.
Holmes», New Repub/ic, 82 (marzo de 1935), p. 206. 8. Estaban los amigos. Estaban los colegas. (Stone, después de casi cinco añ.os
3. Sin la ostentación conocida en estos días como «publicidad». Dentro de un en el tribunal: «La mayor parte de lo que sé procede de cierto anciano caballero».)
estrecho círculo, Holmes lo mostraba -y le gustaba. Su lengua y su pluma Estaban los investigadores particulares que le enviaban artículos o libros, y que se
gráciles como un gato; su alma, vanidosa. No me refiero a la vanidad, «la» vanídad sentían fortalecidos en el acto. Estaba la sucesión de secretarios. Aunque tenía cerca
del Eclesiastés; la vanidad de Holmes era un sano placer de chiquillo por el auténti~ de sesenta añ.os cuando constituyó el último tribunal, Holmes tuvo aún la volun-
talento; era «¡Mamá, mira lo que yo he hecho!»- y «lo que he hecho» siempre tad de formar a un novato durante un año de trabajo del Tribunal Supremo de los
valía enormemente la pena verlo. Estados Unidos de América. Uno se pregunta si esta tarea particular no era en parte
Dentro de un círculo muy estrecho. Porque estaba bastante contento de no ser una compensación de la culpa por haber partido tan abruptamente de la Harvard
leído, de ser incomprendido, siempre que el trabajo le resultase gratificante a él como Law School para ocupar el estrado. Ni tan siquiera Holmes pudo verse libre del
arte. «Sólo un hombre entre mil entenderá lo que quiere decir», decía el secretario. impacto de una personalidad como la de Ames.
«Muchacho, este es el hombre para quien estoy escribiendo.» Esto no es ostentación. Pero la motivación es indiferente para el precedente. Brandeis y Stone lo llevan
Es lucirse. Un poco perverso. Y bastante glorioso. adelante. También ellos son·educadores. Taft·se les unió. Hughes, no. Cardozo añ.a-
4. Estaba orgulloso de su edad. Tan orgulloso como de sus antepasados o de dió un aspecto nuevo y atractivo: los secretarios, no de mi escuela, sino por rotación
su historial militar. Fue un giro de su enfermedad el que lo privó por días de cele- de todas las escuelas con las que me he relacionado de cerca.
brar su cumpleaños número noventa y cuatro. [Considérese en qué medida esta tremenda contribución a nuestra forma de juz-
5. En los últimos añ.os, era más probable que las cartas procedieran, aún de pullo gar y a nuestra forma de aprendizaje ha llegado a extenderse por todo el país: la
y letra, de sus secretarios. Algunas veces, incluso entonces, con un toque holmesiano. invención de Gray, que Holmes configuró; la feliz siembra de Frankfurter.]
EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO 303
302 EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO

9. «Mr. Justice Holmes' View of Legal Science», Ya/e Law Journal, 40 (1


pp. 696, 703.
10. «Path of the Law», Co/lected Legal Papers, 167 (1921).
11. Law, lts origin, Growth and Function (1907).
12. John Hardin, de Newark. [Nota de Llewellyn en la edición
MI FILOSOFÍA DEL DERECHO
13. O, de segunda mano, por ejemplo, de Cardozo.
Uno de los éxitos de Holmes (indirecto, pero clamoroso) es la sucesión d
dozo. Dos neoyorquinos. ., -uno de ellos magnífico- y un judío ya estab ane pienso en el derecho, en un sentido, como una forma altamente
es t ra do. E n esta sltuaciOn, un senador republicano del Oeste visitó a un .· especializada de control social en una sociedad organizada y políti-
republicano. del Oeste, para aconsejarle en su elección el nombramiento del
sucesor poszble (aunque resultaba que este sucesor era judío, demócráta y de
camente desarrollada -un control social mediante la sistemática y
York). . aplicación de la fuerza de una sociedad como esta. En
. , 14. El mece_nazgo puede construir un aparato, dentro o fuera del tribunal. . éste sentido es un régimen [regime], el régimen que denominamos
siderense los posibles efectos de la asignación de opiniones. En parte, este ·.:·. •· orden jurídico [legal order]. Pero este régimen opera de un modo
asunto de seguridad: la redacción de Roberts, por ejemplo, será debidamentees
sistemático y ordenado porque existe un cuerpo de bases autoriza-
dente. Pero, en parte, un hombre puede ser pretendido y movido por la on,nrt'"";""
de hacerse con una reputación. Así, Holmes, cuando tuvo ocasión, como matgís:triú '~'! das o guías para su determinación que pueden ser usadas como re-
presidente [Senior Justice] de presidir, lanzó al entonces junior a labrarse una . ;.:glas de decisión, como reglas de o para la conducta, y como bases
tación con el caso Maple Flooring. Uno no piensa que esto sea un accidente. ,,para la predicción de la acción oficial; o que pueden ser contempla-
tampoco es algo con lo que pelearse. Pero el dicho de Polonio «No ensombrezca . das por el mal hombre, cuya actitud ya fue sugerida por Holmes
palma con el espectáculo» tiene una dudosa aplicación a un nuevo camarada s
voto en un tribunal dividido se necesita. como un medio de contrastación, ** como amenazas de una acción
Contrástese el realismo de este modo de proceder (o también el senun·ealism
del caso Duplex Printing) con la aproximación del Tribunal a los partidos Roscoe Pound, «My Philosophy of Law» (1941), en My Philosophy of Law.
en Texas. . of Sixteen American Scholars, publicado por la Julius Rosenthal Foundation,
15. Estos son fragmentos captados cuando un manuscrito no publicado de ,,,,,Northwestern University, 1941. Reeditado en Clarence Morris, ed., The Great Legal
m~s fue leí_do en voz alta. Las migajas azuzan el hambre. Los mandatos para
· Y,'phi/osophers, University of Pennsylvania Press (1959), Filadelfia, 1979, pp. 532-
mismo de Sir Matthew Hale aparecen en 2 Campbell, Lives of the Chief Justices, .... S37. Traducción castellana de Pompeu Casanovas.
(3. a ed. 1874). • * Roscoe Pound (1870-196"1-) se graduó en botánica por la Universidad de Ne-
16. Pero esto era una elección de trabajo. Es notorio que Holmes ahorraba . , braska (Ph. D., 1897), y estudió posteriormente derecho en la Universidad de Har-
día de lectura de expedientes, solamente para emplear dos o tres en la c.n·n.<trnc•,.;;;.~: '':.vard. Ejerció de abogado y empezó su carrera académica en la Nebraska State Uni-
de una opinión que fuera satisfactoria. La referencia en particular procede de ',versity (1892-1903). Como botánico, dirigió durante diez años la catalogación del
relato de Taft, referido en The Common Law Tradition, en la p. 21. 'estado de Nebraska, descubriendo un hongo hasta entonces desconocido al que de-
17. Pero las frases se dirigían a un propósito, y al pensamiento ya erectuiado
nominó Roscopoundia. El campo en el que logró sus mayores éxitos, sin embargo,
, 18. Ho~mes hubiera podido ser un Adams. En cultura, si no en genes,
. .fue el del derecho. Ocupó diversos cargos institucionales [de 1901 a 1907]. Enseñó
su !mea esenciaL Pero ¿cómo hubiera podido ser un Adams? Tenía encanto, e
en la Universidad de Chicago antes de hacerlo en Harvard (1910-1937), donde fue
[Llewellyn se refiere a John Quincy Adams (1767-1848), también
decano de la Facultad de Derecho (1916-1936). El texto que aquí reproducimos fue
Massachusetts, hijo mayor del segundo presidente de Estados Unidos, John
publicado originariamente por la Julius Rosenthal Foundation en 1941. Constituye
(1735-1826), y él mismo sexto presidente (1825-1829). J. Q. Adams fue un
una síntesis de la particular concepción filosófica de su autor, desarrollada en textos
antiesclavista y defensor de los derechos humanos, aunque personalmente poseía
de interpretación de la tradición del pensamiento jurídico, y de la sociología del
carácter seco y austero. (N. del t.)]
derecho. Véanse The Spirit of the Common Law, Marshall Jones, Boston, 1921;
lnterpretations of Legal History, Macrnillan, Nueva York, 1923; Social Control
Through Law, Yale University Press, New Haven, 1942. (N. del t.)
** Otra vez la conocida imagen del «mal hombre» contenida en The Path of
the Law (1887). Para una reproducción del mismo, véase en este volumen (pp. 244-
293) el artículo de K. N. Llewellyn, «Una teoría del derecho realista: el siguiente
paso», n. p. 262. (N. del t.)
304 EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO 305

oficial que él debe tener en cuenta antes de actuar o abstenerse determinar el alcance de las implicaciones de la respuesta. Así, las
actuar. Además, opera mediante un proceso judicial y un ,_."-'"''"''"' 'deas recibidas a guisa de respuesta, tradicionalmente establecidas,
administrativo, que también recibe el nombre de derecho: un :on un elemento importante en los fundamentos recibidos o guías
sarrollo y aplicación de estos fundamentos de autoridad 0 de para la solución de conflictos y son decisivas en la elección de los
guías para su determinación mediante el empleo de una técnica puntos de partida para el razonamiento jurídico, la interpretación
cibida, y por lo tanto autorizada, a la luz de ideales recibidos y Por de preceptos jurídicos y la aplicación de criterios [standards] ju-
lo tanto autorizados. La idea de sistema, orden y previsibilidad rídicos.
detrás de cada significado que se ha dado al término derecho Un tipo de pensamiento filosófico hoy dominante, procedente
todo aquello que los juristas analíticos denominan los usos análogos de la epistemología kantiana, nos dice que no podemos responder
del término-,* y yace detrás de cada aplicación del término esta cuestión.* No hay duda de que no podemos responderla de
la reciente aparición de ideas absolutistas que aplicarían el --••»U>Jlll
forma absoluta. Pero el derecho en todos sus significados es un
a todo lo que hacen aquellos que detentan los poderes de una asunto práctico. Si no podemos dar una respuesta que sea absoluta-
dad políticamente organizada simplemente porque lo hacen, sin mente demostrativa para todos y completamente convincente para
portar cómo.** el filósofo, esto no significa que no podamos tener un buen ante-
De este modo, cuando uno se pregunta cuál es la tarea del proyecto para desarrollar lo que intentamos hacer, y no significa
cho, cuál es la finalidad a la que se dirige este régimen que es que no seamos capaces de elaborar una buena aproximación prácti-
tenido por sociedades políticamente organizadas, que ajusta ca a lo que buscamos alcanzar. Hay muchas actividades prácticas
nes y ordena la conducta mediante un proceso judicial y administra. cuyos postulados no resisten ningún examen crítico de tipo lógico si
tivo, y que funciona mediante el empleo de un cuerpo de prc~ceotc•s' les solicitamos una absoluta correspondencia de los fenómenos con
reconocidos o establecidos; cuando uno se pregunta cuál es la fina- la teoría, pero que, sin embargo, sirven muy bien a sus objetivos
lidad de este régimen que es aplicado por medio de una técnica de prácticos. Si, como se enseña ahora, vivimos ~n un universo curvo
autoridad a la luz de ideales de autoridad; cuando uno se nr¡•crnnt.,- en el cual no hay planos ni líneas rectas, ángulos rectos ni perpen-
a sí mismo para qué sirve toda esa complicada maquinaria, la res- diculares, esto no significa que debamos dejar de levantar planos
puesta debe ser que, al final, sea lo que fuere, el derecho, en la t 0 • que cumplen perfectamente con su papel sobre la base de tales pos-
talidad de sus tres significados, es una forma especializada de la - tulados. Si no podemos realizar una demostración irrecusable de la
finalidad del control social. Pero no podemos ignorar la pregunta,~ finalidad a la que se dirige en la práctica el orden jurídico, si no
por difícil que resulte de responder y por difícil que pueda ser podemos alcanzar completamente este objetivo, la historia de la ci-
vilización muestra que podemos efectuar una aproximación prácti-
• Esta es una clara alusión al modo como John Austin planteaba la definición ca cada vez más ajustada, y que esto es asi porque el orden jurídico
de «derecho» en la «Primera Lección» de The Province of Jurisprudence Determi- y el cuerpo de sus fundamentos de autoridad o las guías para su
ned. Véase en este volumen (pp. 178-201). (N. del t.) determinación han sido capaces de desarrollarse y mantenerse por sí
•• Alusión a los realistas. Llewellyn había escrito en The Bramble Bush (1930),
parafraseando el dicho de Holmes: « ... Este hacer algo respecto a los conflictos, este
mismos.
hacer algo razonablemente, es el asunto del derecho. Y la gente que tiene a su cargo Lo que tratamos de hacer y debe hacerse en una sociedad civili-
este quehacer, ya sean jueces o comisarios, o administrativos, funcionarios de prisio- zada es ajustar las relaciones y ordenar la conducta en un mundo
nes o abogados, son los agentes oficiales de la ley [officials of the law]. Lo que estos
agentes oficiales hacen respecto a los conflictos es, según mi criterio, el derecho
mismo [the law itself) .» Esta frase fue muy discutida, y en la segunda edición de • Parece que la alusión se dirige a la teoría pura kelseniana. Pound fue uno de
1951, Llewellyn la matizó en varias ocasiones. Véase The Bramble Bush. On Our los máximos valedores de Kelsen en Estados Unidos cuando éste abandonó Alema-
Law and Its Study (1930), 1951, 1989, Oceana Publications Inc., Nueva York, p. IX. nia en 1939. En el momento de escribir My Philosophy of Law, Pound había pro-
(N. del t.) porcionado un puesto académico en Harvard al pensador alemán. (N. del t.)

20. - CASANOVAS
306 EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO 307

donde los bienes de existencia, el objetivo de una actividad libre y é irnen de control social mediante una sociedad políticamente or-
los objetos sobre los que ejercer esta libre actividad son limitados r ~zada, la ciencia que organiza nuestro conocimiento de este tipo
y donde las demandas acerca de estos bienes y de esta actividad ' ~a sociedades no puede ser ignorada, aunque los juristas en el mun-
infinitas. Ordenar las actividades de los hombres en su esfuerzo para ' / de habla inglesa hayan querido otorgarle una exagerada impor-
satisfacer sus demandas de manera que permita la satisfacción de oncia en su interpretación de la historia jurídica y en sus estudios
mayor parte del esquema general con el menor gasto y fricciones · ~ las instituciones jurídicas. La sociología se ha embarcado duran-
posibles no ha sido meramente aquello por lo que los legisladores : cierto tiempo en los estudios metodológicos, y se preocupa más
tribunales y juristas han estado luchando, sino que ha sido tam ' r demostrar que es una ciencia particular mediante el desarrollo
afirmado por los filósofos de una u otra forma como lo que ~~su método particular que no por organizar nuestro conocimiento
ríamos hacer. La vida según la naturaleza o medida por la r<l·•"'~···' del fenómeno de la asociación humana. Pero hace una generación
(esto es, de acuerdo con un ideal según el cual el hombre''"'"~~·~.--­ la ciencia de la sociedad hizo mucho por el derecho y puede aún
busca solamente aquello que como tal debería tener, y deja para los hacer mucho especialmente en lo que ha venido a llamarse psicolo-
demás aquello que ellos deberían tener) es la que reconcilia las vo- gía social. La historia no debe ser pasada por alto. La historia de la
luntades de los hombres libres en acción mediante una ley universal Civilización tiene mucho que decirnos sobre el modo en que el dere-
.Que otorga a cada cual un máximo objetivo de libre actividad, chO ha operado para mantener y extender la civilización, el modo
la que reconcilia lo que habitualmente se denominan instintos en en que ha surgido de la civilización, el modo en que ha sido adap-
acción, es la que conlleva un máximo de felicidad, es la que __•..., ....- tado a nuevos tipos de civilización, y quizá sobre el modo como a
ce los deseos de cada cual en la medida en que son compatibles con veces la ha impedido y otras la ha extendido. Finalmente, existe la
los deseos de todos. Estas son distintas maneras de plantear la tarea· ''psicología, que tiene mucho que decirnos no solamente sobre las
práctica que los tribunales y letrados han ido emprendiendo de for~ reclamaciones y demandas de las que debemos ocuparnos para re-
ma práctica desde la época en que la aparición de la organización conciliarlas o ajustarlas, sino también sobre las bases de la conduc-
política de la sociedad llevó a los tribunales y letrados [lawyers] a ta que tratamos de ordenar y las bases subyacentes de los procesos
ser los agentes del control social organizado. judiciales y administrativos, así como legislativos, mediante los cua-
Si, como deben hacer los letrados, contemplamos el derecho en les se mantiene el orden jurídico y se idean y formulan los precep-
todos sus sentidos de forma funcional respecto a su finalidad, y tos mediante los cuales estos procesos deben guiarse.*
esta finalidad es al fin y al cabo la finalidad del control social, nues- Desde la época romana, con la excepción de los juristas analíti-
tra ciencia del derecho no puede ser autosuficiente. La ética tiene cos del siglo XIX, se ha reconocido a la filosofía como algo indis-
que ver con otro gran factor de control social que comprende gran pensable para el jurista Uurist]. Durante gran parte de la historia
parte del fundamento cubierto por el orden jurídico y que tiene mu- del pensamiento jurídico, la filosofía ha sido mal utilizada para es-
cho que decirnos sobre lo que los preceptos jurídicos deberían ser y
deberían ocasionarnos. La seguridad que el derecho, en un ajuste * Este ecléctico abanico de disciplinas responde a la idea de Pound de que las
de relaciones, tiene que tratar de mantener continuamente en equi- distintas filosofías del derecho del siglo xrx habían delimitado distintos aspectos par-
ciales del objeto jurídico, sin agotarlo por entero. Véase, en esta misma compilación,
librio con la vida individual es requerida en especial grado por el la n. 1 del artículo de Llewellyn «Una teoría del derecho realista: el siguiente paso»
orden económico, que a su vez es el objeto de otra ciencia social. (p. 282). Este mismo punto de vista es perceptible en la organización de Interpreta-
No podemos ignorarla en una ciencia del derecho, pero así como tions oj Legal History (1923), reed. Peter Smith, Gloucester, Mass., 1967. Es de
algunos tratan de convertir la teoría del derecho Uurisprudence] en observar que Pound defendía una concepción del derecho dinámica, distinguiendo
ética, hay aquellos que quisieran referir todo lo jurídico en todos entre cinco «estadios de desarrollo jurídico»: derecho primitivo, derecho estricto,
equidad o derecho natural, madurez del derecho y socialización del derecho. A esta
sus sentidos a la economía, sin ninguna otra justificación. Además, tipología, añadió luego el estadio del «derecho del mundo» en el primer volumen de
está la ciencia de la política. Puesto que el orden jurídico es un su Jurisprudence, West Publ., St. Paul, Minn., 1959. (N. del t.)
308 EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO 309

tructurar sistemas ideales de preceptos jurídicos con una significado para el que no tenemos ninguna palabra en inglés
validez universal para todas las épocas, lugares y hombres ne un transmite una idea muy difícil de entender para nosotros, y
tiene una tarea de primera importancia en la organización y' · · ólo puede ser indicada por alguna perífrasis extraña como de-
del elemento ideal en el cuerpo de fundamentos de autoridad . ;~u~~-más-ley [right-plus-law] o lo-que-es-correcto-respaldado-por-
guías para su ~eterrninación. Cuando trata de hacer más y, por ~ey [what-is-right-backed-by-law]. Pero si leemos críticamente las
parte, proporcwna un plan universal o puntos de partida · ~~ s en nuestra propia lengua pronto nos damos cuenta de que
o cartas de navegación para cualquier tiempo y lugar o, por :~ r~cho' [' law'] puede significar cualquiera de las tres cosas que he
parte, nos dice que no podemos hacer nada más que 0 . ~~ado al principio, que algunas se refieren a la naturaleza del
desdoblamiento de una idea por medio de su poder intrínseco . se jurídico, otras a la naturaleza del cuerpo de sus fundamentos
6
órbita de desarrollo según leyes prefijadas, tan fuera de nuestro · d. autoridad o guías para la decisión, y otras al proceso de adjudi-
trol como las revoluciones planetarias, o que nos hallamos ··· eción 0 al proceso de administración, y que presuponen que una
blemente prendidos en una confusión de antinomias ~a ría sobre una valdrá asimismo para las otras dos. Además, el
forma tal que no podernos hacer nada más que dejar que las ~nificado más antiguo de los utilizados por los juristas, es decir,
se resuelvan por sí mismas, el abogado ha aprendido a dejar SIB
el cuerpo de gmas' d e auton'da d para 1a d eclsion,
, . , que es genera1men-
seguir al filósofo y proseguir sobre la base de la experiencia t concebido como procedente de Kant,* y pensado con gran gene-
liada por la razón y la razón contrastada por la experiencia.. ; ~idad como un cuerpo de reglas de conducta, en realidad, es com-
teoría filosófica del derecho [philosophical jurisprudence] de rpuesto. En lugar de cons1stu,
· · como Bent ham propoma, ' en un agre-
glos xvn y xvnr sostuvo que en la ciencia del derecho todo gado de leyes, esto es, de reglas en sentido estricto, de manera aná-
alcanzarse mediante un puro ejercicio de la razón. La filosofía loga a las provisiones del código penal, está constituido por precep-
el único instrumento necesario para el jurista. La teoría ......a11
"
tos una técnica de autoridad de desarrollo y aplicación de los pre-
del derecho [metaphysical jurisprudence] del siglo XIX sostuvo ceptos, y un cuerpo de ideales recibidos como finalidad o propósito
la filosofía podía demostrar la idea de que se estaba realizando del orden jurídico, y de ahí, también por aquello que los preceptos
misma en el desarrollo jurídico o en la órbita de la evolución juridicos deberían ser y por el modo en que deberían ser aplicados.
dica, pero después de mostrarnos estas vías necesarias de las que Estos ideales recibidos son justamente tan de autoridad como los
había escapatoria alguna, no pudo ayudarnos. En la actualidad, .preceptos tradicionalmente recibidos, y son a menudo mucho más
cha filosofía del derecho está igualmente segura de que no UV'""'.''" permanentes y manifiestamente de una vida más larga que las reglas,
hacer demasiado para que el derecho en todos sus sentidos que fueron todo lo que los juristas analíticos pudieron ver en el
mejor su finalidad. Estas filosofías de la rendición [give-it-up siglo pasado.
sophies] y el escepticismo jurídico al que conducen, o al cual Pero esto no es todo. El elemento preceptivo en el segundo sen-
dan e incitan, pueden servir como filosofías del derecho. No son de· tido de derecho tiene no menos de cuatro constituyentes: reglas en
gran ayuda como teoría filosófica del derecho fphilosophical ju.- sentido estricto, principios, preceptos que definen concepciones, y
risprudence].
Durante el siglo xrx, los juristas se preocuparon principalmente * Véase R. Pound /nterpretations oj Legal History (1923), Peter Smith, Glou-
de tres problemas: la naturaleza del derecho, la interpretación de la • cester, Mass., 1967, PP- 28 y ss.: «Tal como los juristas romanos dieron contenido
historia jurídica, y la relación del derecho y la moral. jurídico a la concepción filosófica griega, de lo-justo-por-naturaleza y la configura-
En relación a la naturaleza del derecho, tal como yo lo veo, ron en derecho natural, Savigny formuló la definición del derecho [right] en térmi-
nuestras dificultades radican en los diferentes significados para nos de ordenación de las actividades de los seres libres de Kant, coexistiendo en
condiciones de libre contacto de unos con otros, mediante reglas que determinaban
que he estado usando un único término. En los lenguajes de Eurq- los límites dentro de los cuales cada uno podía ejercer con seguridad su libertad, y
pa continental, la palabra que traducimos como derecho [/aw], nos dio una teoría del derecho». (N. del t.)
310 EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO 311

preceptos que prescriben criterios [standards]. Si todos estos terio de «conducta honrada» [fair conduct] por parte del fiduciario,
ser denominados reglas en un sentido más amplio, sin embargo el criterio de «instituciones razonables» [reasonable facilities] im-
concepciones y los criterios, que juegan papeles muy· ' puesto a un servicio público.
la administración de justicia, no son reglas en ningún sentido. Cuando percibimos cuánto hemos tratado de abarcar con la úni-
se ha hecho mucho daño en el derecho constitucional ca palabra «derecho», nos damos cuenta de por qué la mayor parte
no al intentar reducir el criterio del proceso jurídico debido de las discusiones sobre la naturaleza del derecho en el siglo pasado
process of law]* a un cuerpo de reglas análogas a las fueron tan infructuosas.
propiedad. Con la desaparición de la era de la historia -porque eso fue el
Entiendo por reglas los preceptos que asignan una ~.:oiiSec~ue·nc siglo XIX- la interpretación de la historia jurídica ha dejado de ser
jurídica definida y detallada a una situación de hecho o la llave de la ciencia del derecho, y la economía y la psicología han
cosas [state oj jacts] definido y detallado. Estas reglas rrn•~+•·• .. aparecido para proporcionar universales solventes en su lugar. Como
el elemento principal de los códigos antiguos y se encuentran en la relación del derecho con la moral, hemos de contender de
principalmente en el derecho penal, en el derecho mercantil, y nuevo con dificultades que se deben al uso de una palabra con más
derecho de propiedad. de un solo significado en una conexión donde el contexto no sirve
Entiendo por principios los puntos de partida de autoridad para distinguirlos porque el autor no lo hace. Cuando escribimos
el razonamiento jurídico. No asignan ninguna consecuencia sobre la relación del derecho y la moral podemos referirnos a la
da y definida a un estado o situación de hecho definida y relación del orden jurídico con un cuerpo recibido de costumbres
menos detallada. Proporcionan la base para el razonamiento éticas en un tiempo y lugar determinados, o con un cuerpo organi-
do sobreviene y es sometida a consideración una situación zado de principios relativos a lo que debería ser la conducta, no
está regulada por una regla precisa, e indican asimismo qué obtenido de hecho de parte alguna, sino al que se ha llegado por
sición debería tomarse para su solución. Entiendo por COJ[lC{:Pcion especulación más que por observación. O podemos referirnos a la
jurídicas las categorías definidas por medio de la autoridad relación del cuerpo de fundamentos o de guías para la decisión re-
ritatively] en cuyo ámbito pueden plantearse los casos con el cibidas, uno o ambos, con lo que es comprendido bajo el nombre
tado de que ciertas reglas, principios y criterios devienen ......u.-....,u,, de «moral». O podemos referirnos a la relación del proceso judicial
Cosas como el fideicomiso [trust], la compraventa [sale] y la o administrativo o de ambos a una o ambas cosas para las que se
[bailment], ocurrirán de una sola vez en esta conexión. Los ha usado la palabra 'moral'. No es improbable que podamos inten-
jurídicos [legal standards] son medidas definidas de conducta tar razonar sobre la relación de las tres a las dos cosas como si
ser aplicadas de acuerdo con las circunstancias a cada caso, y hubiera una idea en cada parte así como hay una sola palabra. Lo
llevando responsabilidad para responder por los daños que podemos decir es que si por conveniencia imaginamos el cuerpo
en caso de que se produzca alguna desviación de los límites del de costumbres éticas recibidas como moralidad y el cuerpo de prin-
terio. No se dispone para ello de ningún estado de cosas cipios especulativos como moral, cada uno de ellos, así como tam-
no está prescrita ninguna consecuencia definida y detallada. bién el derecho en cada uno de sus sentidos, es un medio [agency]
nos ejemplos son el criterio del «cuidado debido» [due care], el de control social. Sus esferas se solapan parcialmente y en la inter-
sección común se refuerzan o deberían reforzarse mutuamente. Pero
* La cláusula del due process se encuentra en la V y en la XIV Enmiendas no se puede ir más allá de esta afirmación general sin distinguir los
la Constitución de los Estados Unidos. La V Enmienda fue ratificada el 15 de diversos significados de cada palabra.
ciembre de 1791: «... no se le privará [a una persona] de la vida, la libertad y
propiedad sin el proceso jurídico debido». La XIV Enmienda fue ratificada el 9
Hoy en día, a mi juicio, el problema más importante con el que
julio de 1868: « ... ningún Estado podrá tampoco privar a persona alguna de la se enfrenta el jurista es la teoría de los intereses. Un sistema jurídi-
la libertad o la propiedad sin el proceso jurídico debido». (N. del t.) co alcanza las finalidades del orden jurídico: 1) mediante el reconoci-
312 EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO 313

miento de ciertos intereses, individuales, públicos, y sociales; 2) me- . ·mpuestas sobre intereses expresamente reconocidos. Por ejemplo,
1
diante la definición de los límites dentro de los cuales estos interese n el common law el interés del niño es indirectamente reconocido
serán jurídicamente reconocidos y tendrán efecto a través de precep~ ~ediante la limitación del privilegio paterno de corrección. O la
tos jurídicos; 3) mediante el esfuerzo de asegurar los intereses as'1 medida en que se da efecto a intereses jurídicamente reconocidos
reconocidos dentro de los límites establecidos. Debería definir · puede ser limitada en relación a las posibilidades de asegurarlos efec-
interés, para el presente propósito, como una demanda o deseo tivamente a través del orden jurídico. Luego el orden jurídico crea
los seres humanos, sea individualmente o en grupos, sea en asocia. medios para asegurar los intereses cuando éstos han sido reconoci-
ciones o relaciones, tratan de satisfacer, los cuales, por lo tanto dos, dentro de límites definidos.
deben ser tenidos en cuenta por la ordenación de las relaciones hu~ Así, en la determinación del objetivo y el objeto material del
manas. Es preciso que esto sea planteado psicológicamente, pero sistema jurídico tenemos que considerar cinco cosas: 1) debemos
debemos evitar las controvertidas cuestiones de la psicología de gru- efectuar un inventario de los intereses que luchan por ser reconoci-
pos. No son las demandas o deseos de grupo, sino los esfuerzos de dos y debemos generalizarlos y clasificarlos; 2) debemos seleccionar
los hombres en (o quizás uno debería decir a través de) grupos y determinar los intereses que el derecho debería reconocer y tratar
asociaciones y relaciones los que satisfacen ciertas demandas 0 de: de proteger; 3) debemos fijar los límites de la protección de los in-
seos. El orden jurídico o el derecho no crean estos intereses. tereses así seleccionados -en esto consiste·, por ejemplo, todo el
sobre esto mucho de verdad en la vieja idea de un estado de natu. problema de los casos de boicot secundario [secondary boycott ca-
raleza y en la teoría de derechos naturales, a saber, que los intereses ses];* 4) debemos considerar los medios mediante los cuales el dere-
en este sentido existirían si no hubiera ningún orden jurídico sino cho puede proteger los intereses cuando han sido reconocidos y de-
alguna otra forma de control social, y no hubiera ningún cuerpo de limitados, esto es, debemos tomar en cuenta las limitaciones de la
guías de autoridad para la conducta o las decisiones. Los conflictos efectiva acción jurídica que puede imposibilitar el completo recono-
o la competición entre los intereses surgen a causa de la competición cimiento o la completa protección de intereses que, por otra parte,
de los individuos entre sí, la competición de grupos o sociedades tratamos de proteger como, por ejemplo, en el caso de los derechos
entre sí, y la competición de los individuos con tales grupos o socie- contrapuestos entre sí del marido y de la mujer en la sociedad de
dades, en el intento de satisfacer los deseos [wants] humanos. El gananciales [consortium]; 5) para hacer estas cosas debemos imagi-
derecho, pues, no crea estos intereses. Pero los clasifica y reconoce. nar principios de valoración de intereses. La capital importancia de
un número mayor o menor de ellos. Define también la medida en estos principios estriba en determinar los intereses que deben ser
que otorgará efecto a estos intereses que reconoce. Puede efectuar reconocidos o, en otras palabras, estriba en la selección de intereses
esto a la vista de otros intereses. Estos otros intereses pueden ser por reconocer. Pero debemos utilizar estos principios también en la
directamente reconocidos o asegurados, por ejemplo, mediante la fijación de límites de protección de los intereses reconocidos, en
creación de un derecho efectivamente sustentado por una acción le- la fijación de los medios para proteger los intereses, y en el juicio
gal [legal right enjorceable by action at law], o por un poder legal · acerca del peso que debe acordarse en cada caso determinado a las
como el que tiene la mujer para obtener del marido los alimentos limitaciones prácticas de la acción jurídica efectiva.
[the husband's credit jor necessaries], de manera que los límites del
derecho o del poder deben ser fijados. Por ejemplo, el derecho a la • Secondary boycott es el nombre que reciben en el derecho norteamericano
reputación se ve limitado por el privilegio de comunicación confi- las medidas de presión utilizadas por las uniones de trabajadores para que los clien-
dencial, y el poder de la mujer se limita a los casos de separación tes o empresas que mantienen contactos con el empresario afectado dejen de hacer-
lo. Boycott, en cambio, es el rechazo directo y coordinado de trabajar o de hacer
sin culpa por su parte. O la medida en que se da efecto a los intere- negocios con un determinado empresario para obtener concesiones laborales, o sim-
ses reconocidos puede ser limitada en vista de otros intereses que plemente para manifestar un desacuerdo con algunos actos del empresario o prácti-
reciben sólo un reconocimiento indirecto a través de las limitaciones cas de la empresa. (N. del t.)
314 EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO 315

Nos dicen hoy en día que es imposible hallar una medida para
los valores. Pero alguna de tales medidas será utilizada, como otras fELIX S. COHEN*
distintas lo han sido en el pasado, en diferentes estadios del desarro.
llo jurídico. Además, como ya ha sido apuntado antes, una medida RECENSIÓN DE LOS PRINCIPIOS FUNDAMENTALES
práctica ha sido ampliamente utilizada y ha funcionado razonable- DE LA SOCIOLOGÍA DEL DERECHO DE EHRLICH
mente bien. Es en el momento en que los tribunales y legisladores
se han apartado de esto para seguir teorías filosóficas no basadas
en la experiencia científicamente desarrollada cuando han surgido La publicación del libro de Ehrlich Grundlegung der Soziologie
las dificultades. El práctico de la última generación había aventaja- des Rechts** en 1913 es un hito importante en el desarrollo de la
do con diferencia a los juristas si juzgamos su práctica y sus teorías
por la dirección que el derecho ha tomado en las últimas tres déca. Felix S. Cohen, «Fundamental Principies of the Sociology of Law (Review)»,
das. Apuntar a estos problemas con el escrutinio científico de la J/linois Law Review, 31 (abril de 1937), pp. 1.128-1.134. Reeditado en The Legal
experiencia del modo de tratar efectivamente con casos concretos· Conscience. Se/ected Papers oj Felix S. Cohen, Yale University Press, New Haven,
ser prudente con las generalizaciones y fórmulas universales, útiles• 1960 pp. 185-191. Traducción castellana de Pompeu Casanovas.
como son cuandl, observaciones concretas suficientes las respaldan; .;~~'~ ~ Felix Salten Cohen (1907-1953) era hijo del filósofo norteamericano Morris
si no un método de teoría del derecho, este es al menos el método ·':¡;;:
R. Cohen (de quien editó sus obras póstumas). Enseñó en Yale LawSchool, NewYork
City College, Rutgers Law School y en la New School for Social Research. Fue un
del derecho anglo-americano y ha sido el método que ha posibilita: ·· defensor de los derechos de los pueblos indios de Norteamérica, sobre los que escri-
do que este sistema de derecho haya circulado por todo el mundo ... bió y defendió como abogado (New York Bar). Aparte de diversos trabajos sobre
Si nos sentimos tentados de escarnecer al práctico, acordémonos de· antropología y derecho, es autor del Handbook oj Federal Indian Law, Washington
la advertencia de William James de que los peores enemigos de una D.C., U.S. Govemment Printing Office, 1941. Aunque algunas veces es incluido
dentro de los autores realistas (de Yale) -como sugería tempranamente Edwin W.
materia son sus profesores. Patterson-, su obra tiene una entidad propia, como experto en derecho indio, como
filósofo político y corno filósofo social. Es autor del denominado «enfoque funcio-
nal» en el derecho. Véanse «Transcendental Nonsense and the Functional Approach»
(1935), The Legal Conscience, Yale University Press, New Haven, 1960, pp. 33-76,
versión castellana de Genaro Carrió, El método funcional en el derecho, Ed. Abele-
do Perrot, Buenos Aires, 1962; Ethica/ Systems and Legal ldea/s. An Essay on the
Foundations oj Legal Criticism (1933), Greenwood Press, Westport, Connecticut,
1959. (N. del t.)
** El libro de Ehrlich se publicó en Munich y Leipzig en 1913, y no en 1912
como figura en la recensión de Cohen, basada en la versión inglesa de Walter L. Moll,
con prólogo de Roscoe Pound, Harvard University Press, 1936. Hay una reedición
de la obra original alemana en Dunker & Humblot, Berlín, 1967. La traducción
italiana es de Alberto Febbrajo, Giuffre Ed., Milán, 1976. No existe aún versión en
castellano de la obra principal de Ehrlich.
Eugen Ehrlich (1862-1922) estudió derecho en la Universidad de Viena, donde
enseñó también hasta su traslado a la Universidad de Czernowicz (1899-1914). A cau-
sa del antisemitismo imperante en Austria durante y después de la primera guerra
mundial, su condición de judío le impidió proseguir la docencia a partir de 1914.
Ehrlich es comúnmente considerado, junto con Osear Bülow (1837-1907) y Hermann
Kantorowicz (1877-1940), un representante del denominado «movimiento del derecho
libre» (Freirechtsbewegung]. Aunque esta expresión se expande a partir del opúsculo
de Kantorowicz La lucha por la ciencia del derecho (1906) [Der Kampf u m die Rechts-
wissenschajt], en 1903 Ehrlich propugnó por vez primera en Alemania el valor de
316 EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO 317

sociología del derecho [sociological jurisprudence]. * La traducción que ha vendido, y paga a su empleado tal y como se había obligado
previamente a hacer. El jurista, naturalmente, tiene preparada la ob-
del profesor Moll de este clásico moderno debería estimular la críti-
jeción de que todos los hombres cumplen con sus deberes únicamen-
ca y la clarificación de las ideas fundamentales que subyacen en esta
te porque saben que los tribunales pueden finalmente obligarles a
aproximación.
cumplirlas. Si se hubiera tomado la molestia, que por cierto no está
La tesis básica de Ehrlich es que el derecho no es un producto de acostumbrado a tomarse, de observar lo que los hombres hacen y
los tribunales y de las legislaturas, sino un producto de la sociedad. dejan sin hacer, pronto se convencería de que, como regla, el pensa-
Ehrlich muestra que la sociedad, algunas veces, no se preocupa dema- miento de coerción por los tribunales raramente pasa por su cabeza.
siado por el contenido de las leyes y las decisiones judiciales. Las En la medida en que no actúan por simple instinto, como ocurre
leyes y decisiones que son así descuidadas no son «auténtico» dere- normalmente, su conducta se halla determinada por muy diversos
cho. Por otra parte, muchas reglas de conducta poseen fuerza de de- motivos: si actuasen de otro modo puede que tuvieran disputas con
recho incluso sin haber sido dictadas por ningún Estado ni aplicadas sus vecinos, perdieran su posición, perdieran presencia, se ganaran
por ningún tribunal. El derecho sin jueces ni comisarios [sheriffs] se la reputación de ser personas pendencieras, deshonestas, irresponsa-
bles (p. 21).
encuentra en el dominio de las relaciones internacionales. Se encuen-
tra en los múltiples ámbitos del derecho constitucional y administrati-
vo que nunca acuden ante un tribunal. Incluso en el ámbito del dere-
El derecho, afirma Ehrlich, no consiste en proposiciones jurídi-
cas [legal propositions], sino en relaciones, instituciones y arreglos
cho privado muchas reglas son establecidas y aplicadas mediante san-
jurídicos que construyen el orden interno de las asociaciones y, en
ciones sociales más que por sanciones del Estado político.
general, el orden de la sociedad. Reconocemos esto sin dudar cuan-
Uno cumple con sus deberes -declara Ehrlich- como padre 0 do discutimos el derecho de otros lugares y tiempos. Ehrlich obser-
como hijo, como marido o como mujer, no se inmiscuye en el goce va que
de la propiedad de su vecino, uno paga sus deudas, entrega aquello
el historiador del derecho, establece las reglas de acuerdo con las
una «libre ciencia del derecho» Vreie Rechtswissenschaft] basada en la investigación cuales, en la Antigüedad o en la Edad Media, se celebraban los ma-
empírica y no en la interpretación dogmática de la ley. (N. del t.) trimonios, y el marido y la mujer, los padres y los hijos vivían jun-
"' A grandes rasgos, hay una diferencia de tradición entre los estudios anglo- tos en la familia; el historiador nos dice si la propiedad era tenida
sajones de la denominada sociological jurisprudence, y los de sociology of law o law individualmente o en común, si el suelo era cultivado por el propie-
and society. Los primeros pertenecen al ámbito de los estudios de teóricos del dere- tario o por un arrendatario que pagaba una renta o por un siervo
cho preocupados por hallar un nuevo fundamento a la estructura conceptual de la que prestaba servicio; cómo se efectuaban los contratos y de qué
«teoría» jurídica. Este es el caso de Roscoe Pound y sus contradictores, los «realis- modo se transmitía hereditariamente la propiedad. Uno escucharía
tas». Éstos escribían desde las Law School o facultades de derecho de Yale y Colum-
lo mismo si le pidiese un relato sobre el derecho de los pueblos con
bia, en contra de la tradición «formalista» (que solía identificarse con el «tradicio-
nal» predicamento de Harvard). En este sentido, y salvando las diferencias entre los que había estado en contacto a un viajero que volviera a casa.
ambas, quizá puede equipararse la Soziologie des Rechts de Ehrlich con el intento de Éste contaría cosas sobre las costumbres de boda, sobre la vida de
R. Pound de fundamentar la sociological jurisprudence. Así fue entendido al menos familia, sobre el modo de establecer contratos; pero tendría poco
por los autores realistas, que, dicho sea de paso, conocían bien la tradición germá- que decir sobre las reglas según las cuales se deciden las demandas
nica de pensamiento jurídico. La segunda línea de investigación es posterior a la judiciales (p. 11).
primera y se da en el contexto de la renovación metodológica en ciencias sociales y La norma jurídica según la cual se deciden los conflictos, la nor-
el nuevo interés empírico por el derecho y las instituciones operada a lo largo de la ma para la decisión, es solamente un tipo (species] de norma jurídica
década de los sesenta en las facultades de Sociología, Ciencia Política y Antropolo-
con una función y propósito limitados (p. 24). *
gía. Resultado de este interés fue la aparición en 1967 de la Law & Society Review.
A pesar de la aparente confluencia de ambas tradiciones en el actualmente denomi-
nado Critica! Legal Studies Movement, hay que tener presente la diferencia de me- • Para Ehrlich, «mientras que la proposición jurídica (Rechtsatz] es una for-
todología de los diversos autores dependiendo de su formación. (N. del t.) mulación contingente, generalmente obligatoria, de una prescripción jurídica cante-
318 EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO 319

En base a esta aproximación, Ehrlich traza los límites de la sociolo- te considerado, el tribunal es una persona o grupo de personas que
gía jurídica. Muestra de qué manera tan estudiada esta tierra de no forman parte del conflicto y cuya función es establecer la paz
nadie del derecho vivo [living /aw] ha sido evitada por los juristas mediante la opinión que ellos expresan sobre el tema que es objeto
del pasado, y cómo la ciencia jurídica se ha visto en gran medida de la controversia» (p. 121). Esta definición incluiría a los árbitros,
empobrecida por este hecho. En efecto, la ciencia jurídica ha deja- equipos de conciliación [concifiation boards], lexicógrafos, escrito-
do a merced de la superstición, el fanatismo y la fantasía los pro- res de libros sobre la etiqueta, y la opinión pública, en general, tal
blemas de la aplicación del derecho, de los límites de la acción legal como es reflejada por un estudioso de los organismos especiales.
efectiva, y de las fuentes jurídicas de hecho. Los historiadores del Así, mientras los tribunales surgen con todas las demás institu-
derecho, al no fomentar el entendimiento de las relacions económi- ciones para restablecer la paz (en la terminología de Ehrlich}, el
cas y sociales de las que emergen las proposiciones jurídicas [legal derecho mismo surge con la religión, la actitud ética, la moralidad,
propositions], han producido una suerte de teoría jurídica que es el decoro, el tacto, la moda y la etiqueta. «No es un elemento esen-
«anticuaría» antes que histórica (p. 237). cial del concepto de derecho que sea creado por el Estado, ni que
Pienso que la tesis de Ehrlich es importante, y su elaboración, constituya la base para las decisiones de los jueces y los tribunales,
fructífera. Aunque no puedo dejar de tener también la impresión ni que sea la base de una compulsión jurídica consecuente con esta
de que el sistema de teoría jurídica Uurisprudence] que Ehrlich cons- decisión» (p. 24). El único intento preciso que hace Ehrlich para
truye está viciado por confusiones lógicas, falta de perspectiva his- distinguir entre el derecho y otros tipos de regulación social está
tórica e ingenuidad ética. planteado en términos psicológicos:
En primer lugar, el blanco principal del ataque de Ehrlich lo
constituyen algunas definiciones. Sin darse cuenta de que las defini- Compárese el sentimiento de rebelión que se sigue de una viola-
ciones son actos de voluntad que no son ni verdaderos ni falsos, ción de la ley, con la indignación que se sigue de la violación de una
reúne elementos de todas partes y épocas para probar que sus defi- ley de la moralidad, con el sentimiento de disgusto ocasionado por
niciones de «derecho» y de «tribunal» son verdaderas y que todas una indecencia, con la desaprobación ante la falta de tacto, el ridícu-
las demás son falsas. Esto constituye una ingrata tarea que siempre lo de un fallo de etiqueta (p. 165).
se ve envuelta en un razonamiento circular más o menos obvio. El
resultado de su argumentación es que diluye las importantes diferen- Difícilmente es una definición útil de derecho, para decidir por ejem-
cias entre los tribunales y otros instrumentos de regulación social. plo si el deber de incluir los beneficios del juego en el impuesto
Así, el autor de este trabajo, al insistir en que los tribunales no son sobre la renta es un deber jurídico, la que nos obliga primero a
necesariamente órganos de ningún Estado, afirma: «Funcionalmen- efectuar una estadística de las reacciones emocionales de «rebelión»,
«indignación», «disgusto», etc.
nida en una prescripción jurídica contenida en una ley o en un texto jurídico, una La confusión lógica de Ehrlich respecto a la naturaleza de las
norma jurídica [Rechtsnorm] es la actuación práctica del mandato jurídico que puede definiciones le lleva a gastar bastante tiempo en la vieja adivinanza,
regular la vida de un grupo determinado, eventualmente de reducidas dimensiones, tan cara a la teoría del derecho continental, de «¿Qué apareció pri-
aunque no esté verbalmente formulada», Grundlegung der Soziologie des Rechts
(1913), Dunker & Humblot, Berlín, 1967, pp. 29-30. mero, el Derecho o el Estado?». Los que posean conocimientos ló-
La diferencia entre «norma jurídica» y «proposición jurídica», que son también gicos un poco más sofisticados reconocerán que la respuesta a esta
dos términos centrales de la concepción kelseniana del derecho, fue uno de los puntos adivinanza, corno la respuesta a la adivinanza del huevo y la galli-
álgidos de la polémica (1915-1916) que mantuvieron ambos autores a raíz de la re- na, depende de las definiciones con las que se empiece, y reconoce-
censión crítica que Kelsen hizo del libro de Ehrlich. Véase Hans Kelsen, «Bine Grund-
legung der Rechtssoziologie», Archiv jur Sozia/wissenschaft und Sozialpolitik, rán también que sin estas definiciones no hay respuesta porque no
XXXIX (1915), 1915, pp. 839-876. Ehrlich replicó por dos veces la crítica formal de hay pregunta. 1 Si definirnos «el Estado» como producto de ciertas
Kelsen antes de que éste diera por zanjada la discusión. (N. del t.) relaciones sociales y denominamos a estas relaciones «derecho», en-
320 EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO 321

tonces convertimos el Estado en secundario. Si definimos de estos tribunales a ignorar las particularidades locales de la ley no
como aquella forma de coerción ejercitada por ciertos órganos d escrita o a restringir en base a fundamentos constitucionales las in-
un «Estado», entonces «el Estado» es primario. En ambos casos e~ novaciones radicales de la ley escrita. En este desarrollo de un dere-
argumento es fútil y disparatado. ' cho mercantil nacional, nuestras legislaturas estatales son, en con-
Detrás del enigma metafísico del derecho y del Estado, sin .........,.. ' ·'''" junto, estampillas [rubber stamps] antes que fuerzas creativas. Las
bargo, subyace un problema empírico de vital importancia: ¿ auténticas fuerzas creativas se encuentran en las relaciones mercan-
qué punto los estados actúan de un modo creativo al formular ins-, · tiles y en las instituciones que transcienden los límites del Estado.
tituciones jurídicas y reglas de derecho, y hasta qué punto los esta- Reconocer estas variantes empíricas en el problema de las relaciones
dos sólo rubrican lo que otros órganos de la sociedad han creado? entre el derecho y el Estado es sustituir el enigma metafísico de
Esta es una pregunta que debe ser respondida de forma · Ehrlich (o, más precisamente, el enigma no metafísico) por una
para distintas épocas y lugares. Tal vez los estudios empíricos aproximación sociológica más penetrante.
trarían que el proceso social de la creación y aplicación del derecho En su esfuerzo por mostrar que semper et ubique el Estado jue-
es primariamente ejercitado a través de órganos estatales -·"""'"'ucJn·''!:> ga un papel secundario en la creación y aplicación del derecho, Ehr-
te allí donde el Estado representa las fuerzas y unidades más lich violenta un poco el hecho del derecho administrativo. Cuando
tantes de una sociedad determinada. Puede alcanzarse una afirma, por ejemplo, que la ejecución forzosa «tiene significación
ción distinta cuando el Estado es simplemente una alianza social sólo en el caso de las obligaciones de pago monetario» (p. 68),
de sociedades con diferentes razas, economías y costumbres, pasa por alto el importante papel del interdicto [injunction], oficio
era el caso del Imperio austro-húngaro al que Ehrlich estaba suje- [mandamus], restitución [replevin], juicios de desposesión [ejection],
to. Bajo una estructura estatal semejante, es comprensible que y otras sentencias [decrees]* no pecuniarias sobre las que está basa-
buena parte del derecho estatal ocurra que sea derecho sobre el do una gran parte tanto del Common Law como del derecho· civil
pel [law on paper], sin demasiado efecto sobre el derecho vivo continental. Pueden citarse otras afirmaciones sobre el derecho y la
ving law] de ciertas regiones (pp. 161, 370-371). De modo ~"'n'"''''"" historia del derecho igualmente exageradas.
te, cuando una única sociedad se fracciona en numerosos est;adcís Más desafortunado aún es que Ehrlich, al defender tan fervoro-
independientes, es probable que la sociedad desarrolle fuentes
derecho independientes de estas unidades políticas. Este era el • lnjunction: fórmula del derecho procesal norteamericano. En los juicios a
de Alemania antes de 1870, y tal vez pueda extenderse el '"'l';uu.tclJILt instancia de parte, se trata de una orden del tribunal a la parte demandada para
impedir que realice actos que pudieran perjudicar la causa. El contenido y tipos de
para explicar el gran desarrollo de un «derecho común» basado la injunction son muy variados [por ejemplo: interlocutory injunction, mandatory
las fuentes romanas, independiente de la legislación de los estalClos injunction, permanent injunction, preliminary injunction, preventive injunction, pro-
germanos. Tal vez sea el caso actual de los Estados Unidos, hibitory injunction, provisional injunction .. . ].
el principio constitucional de que cada Estado tiene su sistema ind El mandamus es un tipo particular de oficio. Es edictado por una audiencia
pendiente de derecho privado (salvo el caso de la quiebra) ya !Sup~rior Court], y dirigido a una corporación privada o municipal, a un tribunal
mfenor, o a algún órgano administrativo, para ordenar el cumplimiento específico
responde a las necesidades de un orden social nacional de las de los actos ordenados por el tribunal.
ciones jurídicas uniformes, particularmente en ámbitos merc::mttles; El término replevin designa tanto a la acción restitutoria como al resultado
Lo que observamos, como resultado, es el desarrollo de un judicial de la demanda. '
mercantil nacional [national commercia/ law], basado en las aoc1m-:; El término ejection designa todas las situaciones en las que una persona se ve
cesada en la posesión de un bien. Nótese que el significado del término no se limita
nas de los profesores de derecho, en el trabajo de a los juicios de desahucio.
privadas como la American Law Institute y las distintas \..VJ.lu.,•v•••"• En el derecho norteamericano, el término decree -usado por Cohen de forma
para la uniformización del derecho del Estado, en la tendencia genérica- designa las sentencias de los tribunales de equidad o chancillería [chan-
extender la jurisdicción de los tribunales federales, y en la tentdeJ1Cia cery). (N. del t.)

21. - CASANOVAS
322 EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO 323
samente el enfoque sociológico, limite el objetivo de este enfoque · Ehrlich presenta al profesor y al estudioso del derecho una rica
excluyendo al Estado mismo de la sociedad. La reiterada dicotomía categoría de materiales que han sido ampliamente ignorados tanto
establecida entre Estado y sociedad (pp. 121, 356, 366, 376, 400) es por aquellos que conciben el derecho como una destilación de casos
totalmente injustificada. Contemplando el Estado como un órgano resueltos, como por los que lo conciben como una red de la teoría
o estructura de la sociedad, 2 estamos autorizados para aplicar el jurídica, es decir, la categoría del «derecho vivo» [living /aw]. * Pue-
análisis sociológico no solamente a las costumbres de los · de hallarse el «derecho vivo» en los contratos que los hombres efec-
o campesinos, sino también a las costumbres de los jueces. Es túan, orales o escritos, en las constituciones escritas o no escritas de
relación a esto, particularmente, que la moderna teoría del derechó las diversas asociaciones en las que funciona el pueblo, desde la
norteamericana [American jurisprudence] ha efectuado un gran familia a la moderna corporación de empresas, en las relaciones e
avance, más allá de Ehrlich. instituciones jurídicas efectivas que construyen el orden social. A los
La discusión de Ehrlich de la relación entre derecho y j veinticinco años de la publicación del libro de Ehrlich, muchas de
no presenta prueba alguna de ser un pensamiento cuidadoso . ...., ...,:LII•:. nuestras escuelas de derecho han emprendido algunos pasos vacilan-
do nuestro autor no discute de ética, sobrepone los juicios tes en este ámbito material de las fuentes jurídicas. El libro de Lle-
sobre diversos tipos de legislación sin preocuparse de asentar wellyn sobre los casos de compraventa, el de Bearle sobre los casos
fundamentos de su juicio. Cuando trata de formular un COJilcentn de finanzas de las corporaciones, y el de Powell sobre los casos de
definido de justicia, se debate entre dos nociones igualmente pocQ, ::, intereses futuros y monopolios [trusts] ,3 señalan la senda de un nue-
profundas. A veces, se refiere a la justicia como la suma de ' vo tipo de manual [case book] ** y un nuevo tipo de estudio del
dencias presentes en el actual derecho, es decir, como el derecho derecho.
futuro (p. 204) -un ejemplo de optimismo piadoso para el que, en: El concepto de Ehrlich de «derecho vivo» es tan importante para
el año 1913, no creyó necesario presentar ninguna prueba. Otras el creador de derecho [law-maker] como para el profesor o el estu-
veces, se refiere a la justicia como la base sobre la cual observado•.· diante. El creador de derecho, ya se halle en una legislatura, en un
res «desinteresados» deciden los conflictos (pp. 200, 206-207). Está · tribunal o en un despacho de abogados, se interesa sólo incidental-
noción no resiste su examen lógico. Los más grandes jueces se mente por las palabras de las leyes y de las opiniones judiciales. Se
resan apasionadamente por lo que consideran que son principios interesa, sobre todo, por alcanzar resultados prácticos en el ámbito
justicia y órdenes obligatorias [commands of duty]. Un de las relaciones sociales. Para hacer esto, debe evitar el «diletantis-
«desinteresado» no es aquel que no tiene ningún interés en un mo ingenuo, ensimismado consigo mismo, de que todo lo que se
flicto moral, sino aquel cuyo interés se centra en los aspectos necesita para acabar con un mal existente es prohibirlo» (p. 411).
moralmente importantes del conflicto más que en los moralment~ . Debe reconocer «que la intención del autor de una ley [statute] re-
irrelevantes, como el nacimiento y riqueza de las partes. Pero ¿qué sulta absolutamente indiferente en relación a sus efectos. Una vez
aspectos son moralmente importantes y cuáles son moralmente irre-.. aplicada, sigue su propio camino» (p. 375). Debe valorar los obs-
levantes? ¿Cuándo son el nacimiento y la riqueza de las partes táculos para la aplicación, asumiendo que la fuerza del Estado, a
sideraciones pertinentes para la decisión de un caso? Estas pregun- largo plazo, puede ser utilizada solamente contra pequeñas minorías
tas no pueden ser respondidas sin una teoría de los valores. Es lógi- ' (p. 76). Debe tener en cuenta la situación social de hecho, así como
camente falaz, pues, derivar una teoría de los valores de los juicios
de un observador supuestamente desinteresado. • Esta es la última parte del libro, cap. XXI, Methode der Soziologie des Rechts:
Pero tanto si la tesis de Ehrlich es verdadera o falsa, como si es Die Erjorschung des lebenden Rechts. Traduzco, con el precedente de L. Recasens
lógicamente confusa y ni verdadera ni falsa, no puede negarse que Siches, por «derecho vivo» y no por «derecho viviente», puesto que esta expresión
me parece menos afortunada. (N. del t.)
su enfoque es una contribución importante a la teoría y práctica del .·· ** No debe olvidarse que en la tradición académica norteamericana el case
derecho. book -o libro comentado de casos- cumple las funciones de manual. (N. del t.)
324 EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO
EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO 325
los preceptos jurídicos existentes. Si uno debe considerar el desarro~ sacciones .Y empresas, se esfuerza por calcular futuros riesgos y por
llo o revisión del derecho hereditario, no basta con el conocimiento evitar pehgros futuros. Esto significa que no solamente debe cono-
de los casos resueltos y las palabras de las leyes. cer el estado del derecho en este momento, sino también las tenden-
cias de cambio dentro del orden jurídico. Debe saber qué aspectos
En primer lugar, sería necesario investigar todo el derecho vivo
que está contenido en las provisiones testamentarias, en las divisio-
del der~cho se hallan firmemente asentados y cuáles son los «pun-
nes de parentesco de la herencia, en las transferencias de propiedad tos de mcremento», y debe hacerse una buena idea de las direccio-
durante la vida de los testadores, en los acuerdos extrajudiciales de nes probables del incremento. Este volumen es una contribución a
los herederos, y descubrir sus principios rectores (p. 52). este entendimiento. Desarrolla una teoría de los «puntos de incre-
mento» del derecho, ampliamente basada en la aguda observación
Respecto a esto, el volumen de Ehrlich desarrollaba un punto de Holmes sobre la relación entre derecho y hecho en los casos de
de partida que Pound estaba presentando brillantemente en una se- imprudencia (p. 353). Desarrolla una técnica para determinar lapo-
rie de artículos publicados en revistas de derecho norteamericanas.4 tencia de las fuerzas subjurídicas que presionan la superficie del
Resulta de la mayor importancia para el arte de la creación del de~ derecho, Y para determinar cuándo las normas establecidas del de-
recho el análisis de Ehrlich del vacío entre el «derecho en los códi- recho han perdido sus raíces sociales y, así, se hallan en situación
gos» [law in books] y el «derecho en acción» [law in action] (para de sucumbir. Todo esto es una buena medicina, no solamente para
utilizar las palabras de Pound), su análisis del papel de las asocia- los formalistas, sino también para aquellos realistas que contemplan
ciones en hacer eficaces las normas jurídicas, su explicación de la el derecho en términos atomísticos como productos de presentimien-
inadecuación de la legislación para la protección de los grupos opri~ tos judiciales Y dolores de barriga. Como Pound señala con justicia
midos allí donde una legislación semejante no estuviera apoyada en su introducción a este volumen, «lo que a los realistas extremos
por órganos administrativos especiales (pp. 368, 372). Más en gene~ les parece que son hábitos individuales de conducta de jueces indi-
ral, Ehrlich muestra que las leyes y decisiones deben su fuerza a viduales, Ehrlich lo ve como reacciones del derecho vivo respecto a
acuerdos sociales. Este hecho aparece a veces en la forma del dere- fórmulas, generalizaciones y preceptos que ya no reflejan el orden
cho. «... Las leyes más antiguas del Imperio germánico, las Land~ interno de asociaciones y relaciones significativas» (p. xxxrv).
frieden, tenían que ser juradas y tenían validez solamente para aque~ Estas contribuciones son sustanciales, a pesar de las inconsisten-
llos que las hubieran jurado ... Incluso en Inglaterra, una ley era · cias lógicas, históricas y éticas de la enseñanza de Ehrlich. De he-
pactada entre el Rey y el Parlamento, como un contrato» (p. 148). cho, uno puede rechazar in tolo la teoría del autor sobre la natura-
Incluso cuando la forma del pacto no es observada, la medida del lez~ d:l.derec~o, de los tribunales, del Estado, de la sociedad, y de
consentimiento de hecho que se requiere para el mantenimiento de la JUSticia, Y sm embargo encontrar una guía en las partes más con-
cualquier norma jurídica [legal rule] es muy grande. «On peut tout ~re~as del tratado. Creo que Ehrlich no estaría de acuerdo con esto.
faire avec les bayonettes, excepté s'y asseoir» (p. 373). * E~ msiste en que es la definición del derecho como producto de los
Finalmente, la perspectiva de Ehrlich es valiosa para el abogado tnbunales y de la legislación la que ha reducido a la miseria a la
en ejercicio. El abogado que es más que un buen jurista** se esfuer~ ciencia del derecho. Pero uno no tiene por qué definir el derecho de
za por anticipar a su cliente el curso futuro de determinadas tran- modo que incluya costumbres sociales e instituciones para recono-
cer que estas cosas son importantes para la comprensión del dere-
* En francés en el original. «Uno puede hacer de todo con las bayonetas, ex- c~o -de la misma manera que los médicos no tienen por qué defi-
cepto sentarse encima.» (N. del t.) rur el cuerpo humano de manera que incluya su medio ambiente
•• Cohen utiliza aquí las expresiones attorney y lawyer. La segunda es más para reconocer la influencia de este medio ambiente sobre el cuerpo.
amplia que la primera, porque incluye el matiz de experto en derecho, jurista, y no
solamente el de defensa legal de las partes en el proceso. (N. del t.)
EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO
EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO 327
326

NOTAS
a. L. A. HART
1. Cf. F. S. Cohen, «What is a question?» (1929), The Legal Conscience, Yale UNA MIRADA INGLESA A LA TEORÍA
University Press, 1960, pp. 3-13. pEL DERECHO NORTEAMERICA~A:
2. « ... el Estado es la forma en que el pueblo ha llegado a organizarse.» J. Co- LA PESADILLA Y EL NOBLE SUENO
llin, voto particular, en People v. Crane, 214 N.Y., 154, 188; 108 N.E., 427, 43S
(1915).
3. Llewellyn, Cases and Materia/s on the Law of Sales (1930); Bearle,
and Materials on the Law oj Corporation Finance (1930); Powell, Cases and No es sin cierta audacia que me atrevo a dirigirme a un audito-
rials on the Law oj Trusts and Estates (1932-1933). rio norteamericano sobre el tema de la teoría del derecho norteame-
4. Véanse particularmente «Mechanical Jurisprudence», Columbia Law ricana. Ustedes pueden pensar que posiblemente no podría hacerse
view, 8 (1908), p. 605; «Law in Books and Law in Action», American Law Review
justicia a un tema tan vasto en los límites de una sola conferencia,
44 (1910), p. 12.
y que si puede hacerse, lo es por un norteamericano y no por un
visitante inglés. Confieso que no tengo una respuesta muy convin-
cente a esta objeción, excepto afirmar que hay aspectos importantes
de montañas muy altas que no pueden ser vistas por los que viven
pero que pueden ser fácilmente captados por una simple mira-
desde lejos.
Por supuesto, reconozco que es necesario tener cautela. En The
American Scene, el mayor de los novelistas de su país, Henry Ja-
mes, remarca que «el que contempla grandes ciudades puede caer
en el simple error de pensar que en esto, eso o aquello se vislumbra
lo único significativo de verdad». 1 Esta es una advertencia contra
una simplificación y generalización prematuras y, ciertamente, la
advertencia es saludable porque, por su amplitud y diversidad, Nor-
teamérica ha tentado a menudo a los observadores europeos a des-
cribir algún área de la vida o pensamiento norteamericano a partir
·de una única característica prominente que presente un fuerte con-
traste con Europa. Y confieso que yo mismo me siento fuertemente
inclinado a ceder a esta tentación y describir la teoría jurídica nor-
teamericana, esto es, el pensamiento especulativo norteamericano
acerca de la naturaleza general del derecho, diciendo sin reserva que
ésta se caracteriza por un enfoque casi obsesivo del proceso judicial,
esto es, lo que hacen y deben hacer los tribunales, cómo razonan y

H. L. A. Hart, «American Jurisprudence through English Eyes: the Nightmare


and the Noble Dream» [1977], en Essays in Jurisprudence and Philosophy, Oxford
University Press, Oxford, 1983, pp. 123-144. Traducción castellana de José Juan Mo-
reso y Pablo Eugenio Navarro. Traducido con permiso de Oxford University Press.
328 EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO
EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO 329
deben razonar los jueces al decidir los casos particulares. Y podría to, sino también al contenido de la legislación, así que, para sorpre-
citar en apoyo de esto al más prominente jurista norteamericano de sa de un jurista inglés, incluso una ley del Congreso de impecable
los últimos 80 años. Así, el juez Oliver Wendell Holmes dijo en · claridad, sancionada con una abrumadora mayoría y conforme a
1894, «las predicciones acerca de lo que de hecho harán los tribuna- todos los requisitos procedimentales especificados en la Constitu-
les es lo que entiendo por derecho, y nada más pretencioso».l El ción, podía ser declarada inválida porque su interferencia con la
gran jurista de Harvard John Chipman Gray escribió, al comenzar libertad individual o con la propiedad no satisface los requerimien-
el siglo, «el derecho del Estado o de cualquier cuerpo organizado· tos de un estándar de razonabilidad o deseabilidad vago e indefini-
de hombres está compuesto por las reglas que los tribunales, do, una doctrina que ha sido denominada «debido proceso sustan-
es, los órganos judiciales de ese cuerpo, establecen para la -----.,..... 8
tivo». Esta doctrina, una vez adoptada, aseguraba al poder de re-
nación de los derechos y deberes jurídicos». 3 Un jurista . visión un amplio alcance y dejaba a los tribunales norteamericanos
Karl Llewellyn, dijo en 1930 «lo que los funcionarios (esto es, flotando sobre un mar de juicios de valor controvertidos, haciéndo-
cipalmente los jueces) hacen respecto de las disputas es, en mi se evidente que, ejerciendo esos amplios poderes para controlar no
nión, el derecho mismo». 4 Y, solamente unos pocos años mas solamente la forma de la legislación sino también su contenido, los
de, el profesor Jaffe de Harvard dijo, en una conferencia en tribunales estaban haciendo algo muy diferente de lo que el pensa-
ford, que la cuestión de cuál sea la función judicial en un miento jurídico tradicional en todos los países concibe como la fun-
democrático, estaba en el núcleo de las preocupaciones de las ción judicial típica: la aplicación imparcial de determinadas normas
tades de derecho norteamericanas. 5 jurídicas existentes en la resolución de las disputas. Y lo que los
Pero grandes áreas del pensamiento no pueden ser tribunales estaban haciendo parecía al jurista inglés, a primera vista
mediante aforismos fuera de contexto y, recordando la ad y en cualquier caso, particularmente difícil de justificar en una
de Henry James, sostengo, al dedicar la mayor parte de esta · democracia.
rencia al pensamiento norteamericano sobre el proceso judicial, De hecho, las decisiones más famosas del Tribunal Supremo han
esta sólo es una característica sobresaliente de la teoría del · sido tan importantes y de carácter tan controvertido y tan diferen-
norteamericana que contrasta fuertemente con la nuestra. tes de lo que los tribunales ordinarios comúnmente hacen al decidir
La explicación simple de esta focalización es, sin duda, el los casos que ninguna filosofía del derecho o teoría del derecho se-
tan extraordinario que los tribunales, sobre todo el Tribunal . ría podía evitar preguntar con qué concepción general de la natura-
mo de los Estados Unidos, juega en el sistema político :<'leza del derecho eran compatibles tales poderes judiciales. Cierta-
cano. En famosas palabras de De Tocqueville, «difícilmente •: mente, la teoría del derecho norteamericana no ha evadido esta cues-
una cuestión política en los Estados Unidos que no se resuelva, tión, sino que, desarrollando teorías para explicar -o justificar-
de o temprano, en una cuestión judicial».6 Un jurista inglés este extraordinario fenómeno judicial, ha oscilado entre dos extre-
que dos cosas han garantizado al Tribunal Supremo un papel y un mos con numerosos puntos intermedios. Por razones que espero que-
estatus diferente al de cualquier tribunal inglés y sin duda darán claras, llamaré a estos dos extremos, respectivamente la Pe-
sadilla y el Noble Sueño. '
al de cualquier otro tribunal. La primera era, por supuesto, la
pia decisión del Tribunal Supremo de que tenía competencia
revisar y declarar inconstitucionales y, por consiguiente, ·
1
tanto leyes del Congreso como de las legislaturas estatales. 7 La se-
gunda era su doctrina de que la cláusula de la quinta enmienda,
.. La Pesadilla es la siguiente. En los casos ante los jueces, los
después de la enmienda catorce, disponiendo que ninguna
litigantes se consideran con derecho a recibir una aplicación del de-
debe ser privada de la vida, libertad o propiedad sin el debido recho existente a sus disputas, no nuevas leyes hechas por ellos. Por
ceso, se refería no solamente a cuestiones de forma o pr<JcemiJmeJli' supuesto, es aceptado que lo que el derecho es no lo es de forma
330 EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO 331

necesaria y, muy a menudo, no lo es de manera obvia, y que una de los tribunales de sus poderes de revisión judicial para efectuar
larga experiencia del jurista puede ser necesaria para extraerlo de j¡nportantes reformas jurídicas que en otros países habían sido lo-
las fuentes apropiadas. Pero para el pensamiento convencional, la gradas, si se lograron, solamente después de librar amargas batallas
imagen del juez, para usar la frase de un eminente juez inglés, lord parlamentarias, ha provisto una serie de diferentes ejemplos para
Radcliffe, es la del «declarante del derecho imparcial, erudito, ob~ · apoyar la visión de la Pesadilla del proceso judicial como mera le-
jetivo y experimentado», 9 para no ser confundido con la imagen< gislación críptica. Para un inglés, el ejemplo actual más sorprenden-
muy diferente del legislador. La Pesadilla es que esta imagen del te es la decisión del Tribunal en 1973 borrando una legislación cen-
juez, distinguiéndose del legislador, es una ilusión, y que las tenaria contra el aborto en muchos estados de la Unión, en un terna
tativas que ésta sugiere están condenadas a decepcionar donde parte de la opinión moral estaba en contra de la reforrna. 11
desde un punto de vista extremo y, muy frecuentemente, desde Un simple pronunciamiento judicial ha logrado más que lo que la
punto de vista moderado. Ciertamente, un minucioso examen lucha de los últimos ocho parlamentos ingleses ha conseguido en mi
curso de la decisión constitucional norteamericana parece apoyar país en un periodo de cincuenta años. Y esto fue hecho en nombre
punto de vista de la Pesadilla y sugiere a un inglés una n·lTPTn•·<>+~ del derecho de la madre a la intimidad, que no es mencionado en la
ción cínica de la observación de De Tocqueville de que las "'"'~+•-,>· constitución sino que fue leído en la cláusula de debido proceso
nes políticas en los Estados Unidos tarde o temprano llegan a como una libertad fundamental. El juez Oliver Wendell Holrnes, en
cuestiones judiciales. «Tal vez sí», puede decir un inglés, «pero un famoso voto particular, protestó contra las decisiones dellaissez-
hecho de que ellas sean decididas en el derecho norteamericano .. faire de sus días ya que la enmienda catorce no había otorgado
los tribunales no significa que no sean decididas allí políticamente. ' fuerza de ley a la Social Statics de Spencer y su filosofía del laissez-
Así, si vuestra Constitución ha convertido en derecho lo que en otra. faire.12 Si hubiese sobrevivido en el periodo moderno, podría haber
parte podría ser política, ha sido hecho así a riesgo de politizar vues~ argüido que la enmienda catorce no ha otorgado fuerza de ley a On
tros tribunales». Así un inglés, habituado a la actividad menos es-.· Liberty de John Stuart Mili.
pectacular de los tribunales ingleses, está tentado de adherirse a mu: Con estos datos, no es sorprendente que una gran rama del pen-
chos juristas norteamericanos más actuales y contemporáneos, que samiento norteamericano sobre teoría del derecho esté dedicada a
acusaron a la justicia de actuar corno una tercera cámara legislativa presentar el punto de vista de la Pesadilla según el cual, a pesar de
cuando, en el primer periodo del activisrno del Tribunal "'"'nT"'"'" pretender lo contrario, los jueces crean el derecho que aplican a los
entre la guerra civil y el New Deal, declaró inconstitucional, bajo la litigantes y no son imparciales y objetivos promulgadores del dere-
cláusula de debido proceso, leyes sociales y de bienestar económico cho existente. Todo esto es comprensible para un jurista inglés des-
de todo tipo, disposiciones legislativas que fijaban un máximo de pués de familiarizarse con la historia constitucional pertinente. Lo
horas para la jornada laboral, salarios mínimos, control de precios, que sigue causando sorpresa es que en algunas variantes de esta
y muchas cosas rnás. 10 La justicia de ese periodo, de acuerdo a sus teoría jurídica la visión de la Pesadilla sea presentada por serios
numerosos críticos, se estaba aprovechando de mitos convenciona- juristas norteamericanos no simplemente corno una característica de
les acerca del proceso judicial para imponer su personal doctrina cierto tipo de aplicación del derecho en los casos difíciles -corno
económica y social de laissez-jaire y erigir una Carta Magna para en el caso de la aplicación del derecho constitucional en la cual fra-
los grandes asuntos norteamericanos como si fuera una imparcial ses enormemente generales corno «debido proceso» o «igual protec-
aplicación de determinadas provisiones jurídicas, de algún modo la- ción de las leyes» han de ser adaptadas a casos particulares-, sino
tentes en la expresión «debido proceso» y supuestamente por enci- como si la aplicación fuera esencialmente una forma de crear dere-
ma del nivel de la política o de los simples juicios políticos. Pero las cho, nunca una cuestión de declaración del derecho existente, y con
libertades económicas no son la única forma de libertad, Y en el la sugerencia de que hasta que esta verdad sea entendida y los mitos
segundo periodo moderno de activisrno, en nuestros días, el uso convencionales que la oscurecían disipados, la naturaleza del dere-
332 EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO 333

cho no podría ser comprendida. He dicho que juristas serios Jilan Gray, que apareció por primera vez en 1909. Este se parece
bieron como si ese fuera el caso, no que ellos lo creyeran, Jilás a un libro de texto de teoría del derecho inglés, que abarca
estoy de acuerdo con un reciente historiador del llamado Jiluchas más cuestiones que cualquier otro libro norteamericano, y
to del realismo norteamericano de los años 1920 y 1930, con el el autor, un distinguido jurista de Harvard, ha estado expuesto,
la visión de la Pesadilla está más identificada, en que muchos de corno expresamente reconoce, a la influencia de Bentham y Austin.
que parecían predicar este mensaje y suscribirlo en eslóganes corno un libro inglés, examina una gran variedad de cuestiones -de-
cativos y audaces casi siempre pretendían algo bastante menos rechos y deberes jurídicos, leyes, precedentes, equidad, derecho y
travagante de lo que los eslóganes parecían decir. 13 Esto es moral- pero, en todas las cuestiones, persigue un objetivo que no
mente verdad de la famosa expresión de Holrnes de que «las tiene nada de inglés: que el derecho consiste en las reglas estableci-
dones sobre lo que de hecho harán los tribunales es lo que ..,1 u.1enn. das por los tribunales al decidir los casos y que todo lo demás,
por derecho, y nada más pretencioso». 14 Y sin duda también se incluido leyes Y precedentes pasados, son solamente fuentes del de-
de aplicar a la expresión de Karl Llewellyn «lo que los jueces recho. Para esta teoría las palabras del obispo Hoadly del siglo xvm
respecto de las disputas es ... el derecho mismo», a pesar de que son invocadas tres veces en apoyo: «Quien tiene una autoridad ab-
parece posible tomar el mismo punto de vista acerca de Law soluta para interpretar cualquier ley oral o escrita, este es realmente
the Modern Mind 15 de Jerome Frank, considerado un clásico en el Legislador, para cualquier propósito o intención, y no aquel que
años treinta, en el cual la creencia según la cual podía haber la escribió o dictó primero». 17 Es verdad que incluso en el libro de
jurídicas obligatorias para los jueces y aplicadas por ellos, no Gray, esta postura radical queda desdibujada por inconsistencias y
chas por ellos, en los casos concretos, era estigmatizada como concesiones a expresiones y formas de pensamiento ordinarias, como
forma inmadura de fetichismo o fijación paterna digna de si el sentido común sirviese también en un trabajo de teoría del
psicoanalítica. derecho. Pero el hecho de que un jurista extremadamente capaz, de
Holmes, ciertamente, nunca cayó en estos extremos. A pesar gran experiencia tanto práctica como académica, deba obligarse a
que proclamaba que los jueces legislan y deben legislar en tal método de expresar puntos de vista generales acerca de la natu-
puntos, él admitía que una vasta área del derecho legislado y raleza del derecho manifiesta el fuerte impacto de la visión de las
chas de las doctrinas del common law firmemente establecidas, cosas de la Pesadilla sobre la imaginación jurídica norteamericana.
les como el requerimiento de causa en los contratos, y las Hay otra cuestión persistente entrelazada con la Pesadilla. Tal vez
nes de la, aún comparativamente amplia, teoría norteamericana la cita más erróneamente utilizada por cualquier jurista norteameri-
precedente vinculante, estaban suficientemente determinadas cano sea la observación de Holrnes de 1884 de que «La historia del
para hacer absurda la visión del juez corno, esencialmente, ·--~·~·4., derecho no ha sido lógica: ha sido experiencia». 18 Esto, en su con-
dar. Así para Holmes, la función creadora de derecho de los o.. ____ ,,,,,,,,,,,, texto, era una protesta contra la superstición racionalista (como Rol-
era «intersticial». 16 La teoría de Holmes no era una filosofía de «a mes la concebía) de que el desarrollo histórico del derecho por los
toda máquina y olvidemos los silogismos». Sin embargo, de tribunales podía ser explicado como la extracción de las consecuen-
manera que un jurista inglés encuentra desconcertante y sin parale- cias lógicamente contenidas en el derecho en sus fases primarias. 19
lo en su propia literatura, el trayecto hacia la Pesadilla, en la visión El cambio judicial y el desarrollo del derecho eran, insistía Holrnes,
del proceso judicial como un acto legalmente incontrolado de crea- , la expresión de «preferencias instintivas y convicciones inarticula-
ción de derecho, apareció extensamente en la teoría jurídica nortea- das» de los jueces en respuesta, como él dijo, a las «necesidades
mericana, aun a pesar de que sus autores la han modificado a me- percibidas» 20 de su tiempo. Y su protesta fue hecha para asegurar
nudo al enfrentarse con hechos recalcitrantes. Un ejemplo notable un reconocimiento consciente de los juristas de los poderes legisla-
del predicamento de esta teoría sobre el pensamiento de los , tivos de los tribunales de modo que la reforma y cambio judicial
norteamericanos es The Nature and Sources oj the Law de J ohn Chip~ del derecho deben ser hechos después de un explícito balance de lo
EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO
EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO 335
334

que él denominaba «consideraciones de utilidad social». 21 Pero Para sus interpretaciones de la Constitución, sino la cristalización de cual-
uno de los historiadores de la filosofía norteamericana, el profesor quier interpretación particular de cualquier norma jurídica en una
Morton White, la expresión de Holmes acerca de la lógica ha sido· premisa fija, inmune a revisión, y para ser usada en todos los otros
tomada como un ejemplo de un gran movimiento del pensamiento casos de su aplicación. Así, ellos denunciaban, agitando la bandera
norteamericano que él llama «rebelión contra el formalismo» y Rol~. del pragmatismo, un estilo ciego de aplicación de acuerdo al cual
mes, junto con John Dewey en filosofía, Thorsten Veblen en las decisiones particulares en los casos particulares debían su justi-
nomía, y otros, es tomado como un ejemplo de una gran reacción ficación jurídica exclusivamente a su relación con el significado pre-
contra la excesiva confianza en el pensamiento deductivo, determinado de normas jurídicas existentes; e instaban a los jueces
abstracto, o contra la separación rígida entre las distintas aiscín,Ji..:: , a buscar formas progresistas de aplicación de acuerdo a las cuales
nas. 22 La rebelión nació de un deseo de superar las divisiones las normas jurídicas fueran tratadas como presuposiciones modifi-
les, arbitrarias y académicas y de sustituir el formalismo por cables o hipótesis de trabajo, susceptibles de ser aceptadas o recha-
atención vital, real, a la experiencia, a la vida, a su desarrollo, zadas si las consecuencias previsibles de sus aplicaciones en un con-
ceso, contexto y función. Cualquiera que sea la verdad de este texto social cambiante prueban ser insatisfactorias.24 Los temas que
resante aspecto de la historia cultural norteamericana, el ataque · he descrito, aunque surgieron antes, figuran todos en los años 1920
la «lógica», o al «uso excesivo» de la lógica, hecho por "''(l'"ft''" y 1930 en el movimiento denominado realismo jurídico. 25 Pero ¿en
juristas norteamericanos al analizar el razonamiento judicial se qué consistía el realismo de los realistas? Encuentro esta cuestión
virtió, al menos para el jurista inglés que trata de entender la escena · muy difícil de responder porque este activo grupo de juristas difie-
norteamericana, en un tema muy confuso Y confundente. Así la in- ren mucho entre sí. Todos, ciertamente, estaban concentrados en
terpretación /aissez-faire de la cláusula de debido proceso de la Cons- ;. resaltar las oportunidades legislativas de los tribunales y en disipar
titución, erigiendo la libertad de contratar casi en un principio ab- los mitos del pensamiento convencional, los cuales, ellos creían, os-
soluto y dejando de lado en su nombre a bastante legislación pro7 · curecían a éstas. Algunos añadieron a ello una insistente convicción
gresista de bienestar social, fue estigmatizada como un ejemplo en que para comprender el derecho todo lo que importaba era lo
los vicios del formalismo, b/ack /etter /aw,* y del uso excesivo de la que los tribunales hacían y la posibilidad de predecirlo, no lo que
lógica o de la «máquina tragaperras» o jurisprudencia mecánica. 23 decían los textos legales ni las razones dadas por los jueces para sus
Pero la lógica, por supuesto, no dicta la interpretación del derecho decisiones. Algunos pretendían que el conocimiento de los hábitos
o de cualquier otra cosa, y ninguna confianza en ella, excesiva o no¡ de vida, de carácter, los puntos de vista políticos, sociales o econó-
podría dar cuenta de la lectura de la doctrina del laissez-faire en la micos, e incluso el estado de salud de los jueces, eran al menos tan
Constitución hecha por el Tribunal Supremo en el periodo en cues- importantes, como base para el éxito de una predicción de una de-
tión. Pero lo que los críticos estaban atacando de este modo confu- cisión, como la doctrina jurídica. Otros abogaban por una visión
so no era realmente el método por el cual los tribunales arriban a de una teoría del derecho realmente científica y realista, inspirada
por la creencia en que los únicos estudios del derecho útiles, o in-
* La expresión black /etter /aw es usada para nombrar los principios básicos cluso los únicos racionales, eran investigaciones, utilizando el méto-
del derecho que son aceptados por la mayoría de jueces en la mayoría de estados. El do de las ciencias naturales, del curso de las decisiones judiciales y
término procede seguramente de la práctica de los editores de enciclopedias Ytrata-
dos de derecho, consistente en destacar los principios jurídicos imprimiéndolos en
sus efectos en la conducta de los hombres.
letra negrita. En este contexto tiene, como puede apreciarse, un sentido peyorativo; ¿Qué importaba todo esto? Visto desde lejos parece para un
puesto que está referida a los principios del liberalis~o clásico (autonomía de 1~ jurista inglés no adelantar mucho en teoría jurídica o no añadir
voluntad libertad contractual, etc.) aceptados por el Tnbunal Supremo norteameri- mucho al repertorio de las ideas valiosas de la teoría del derecho.
cano has~a la década de los treinta y que, tomados literalmente, eran contrarios a la Sin embargo, las virtudes y beneficios del movimiento realista son
adopción de medidas intervencionistas en el mercado en el contexto del New Deal.
patentes por todas partes. Para un jurista inglés, el mejor trabajo de
(N. de los t.)
336 EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO 337

los realistas menos extremos no se encuentra en una explícita do lo que el derecho siempre ha sido, y como si corrigiera un error,
zación general acerca de la naturaleza del derecho y su - ........ "'"""I.Jlli y se produce una operación retrospectiva; y finalmente, el hecho de
sino que a menudo estaba implícita en sus escritos de las nn·,.,..,_,__ que el lenguaje de una decisión judicial no es tratado, como ocu-
ramas del derecho sustantivo. Esto tuvo una influencia amplia rre con el lenguaje de un texto legal, como el texto canónico de un
todavía, visible en el estilo de aplicación de los tribunales nn:rr"·~­ acto verbal creador de derecho.
ricanos y en la educación jurídica lo cual, en cualquier caso, más Por supuesto que la Declaración de Independencia se expresaba
un jurista inglés envidia mucho ahora. Sus principales efectos con el lenguaje de los derechos naturales universales y de un dere-
ron convencer a muchos jueces y juristas, prácticos y --·4_.......,wus cho natural universal. Y esta concepción según la cual tras o sobre
de dos cosas: primero, que debían sospechar siempre, aunque el derecho hay un derecho natural universal susceptible de ser des-
mente no siempre la rechazaran, de cualquier pretensión de que cubierto por la razón humana y aplicable a todo hombre en todos
normas jurídicas existentes o los precedentes eran los tiempos y lugares ha tenido realmente su lugar en la teoría jurí-
suficientemente fuertes y completos para determinar lo que la deci- dica norteamericana, especialmente en los primeros años de la repú-
sión de un tribunal debe ser sin otras consideraciones extrajurídicas· blica. Aunque podría añadir que su importancia no ha de ser juzga-
y segundo, que los jueces no deben buscar introducir da por el hecho de que la revista que comenzó su vida como Natu-
te, «de contrabando», sus propias concepciones de los fines de ral.Law Forum ahora se denomine American Journal oj Jurispru-
normas jurídicas o de la justicia o de políticas sociales o de otros dence. Pero, tal vez sorprendentemente, el Noble Sueño, según el
elementos extrajurídicos requeridos para la decisión, sino que de cual aun cuando una disposición particular del derecho positivo es
identificarlos y discutirlos abiertamente. indeterminada hay un derecho existente que los jueces pueden y de-
ben aplicar al resolver los casos, no tomó, en el trabajo de los más
renombrados juristas norteamericanos, la forma de una invocación
II de un derecho natural universal. El Noble Sueño norteamericano
generalmente ha sido de algo no universal, sino específicamente re-
Vuelvo ahora al polo opuesto, que he denominado el Noble Sue- lacionado con la forma y contenido de un sistema jurídico indivi-
ño. Como su antítesis, la Pesadilla, tiene muchas variantes, pero en dual y con los fines y valores específicos perseguidos por medio del
todas sus formas representa la creencia, tal vez la fe, en que, derecho en una sociedad particular.
pesar de la apariencia superficial de lo contrario y a pesar, incluso, Esta idea particularista, de que las directivas para una sociedad
de completos periodos de aberraciones y equivocaciones judiciales, particular deben, como dijo Llewellyn, «plantar sus pies»26 en esa
todavía se puede ofrecer una explicación y una justificación de la sociedad y sus prácticas reales, es una característica común de todas
expectativa común de los litigantes, de acuerdo a la cual los jueces las formas del Noble Sueño norteamericano. Otra característica co-
deben aplicar a sus casos el derecho existente y no hacer para ellos mún es un rechazo de la creencia de la visión de la aplicación que
leyes nuevas aun cuando el texto de las provisiones constitucionales ha sostenido la Pesadilla. Esto es, la creencia según la cual si una
específicas, disposiciones legislativas u otros precedentes disponibles regla jurídica particular es indeterminada en un caso dado, de ma-
parezca no ofrecer una guía determinada. Ello viene acompañado nera que entonces los tribunales no pueden justificar su decisión
por la creencia en la posibilidad de justificar muchas otras cosas, como la conclusión deductiva estricta de un silogismo en el cual
tales como la forma de los argumentos de los juristas, las cuales, ésta aparezca como la premisa mayor, entonces la decisión que los
compartiendo similares expectativas, son dirigidas en los tribunales tribunales adopten puede ser solamente la elección jurídicamente in-
a los jueces como si estuvieran buscando, no creando, el derecho. controlada del juez. Llewellyn atacó esta creencia cuando, abogando
El hecho de que cuando los tribunales dejan de lado una decisión por un «gran estilo» de decisión judicial, denunció como gran error
pasada, la decisión nueva es normalmente tratada como establecien- deslumbrante la presuposición de que si el resultado de un caso ju-
22. - CASANOV AS
338 EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO EL REALISMO JURÍDICO NOR1'EAMERICANO 339

rídico no es, como él lo llamó, «determinado por la lógica»,Z7 sólo · clones de la justicia o del bien común, sino que deben buscar en el
puede ser el producto de la voluntad incontrolada del juez. De esta sistema existente un principio o principios que individual o colecti-
manera, un juez enfrentado con la indeterminación de una norma vamente sirvan para explicar las reglas existentes con claridad y per-
jurídica particular no tiene como su único recurso lo que Holmes mitan obtener un resultado determinado para el caso concreto.
denominó la «prerrogativa soberana de eleccióm>. 28 Él no tiene que A un jurista inglés el expediente sugerido para la eliminación de
tomar la posición de un legislador, ni siquiera la de un legislador la discrecionalidad judicial puede parecerle excesivo o bien que es-
intersticial. La ilusión de que tiene que tomar esta posición se debe pera demasiado del tan admirado estilo de aplicación seguido por
al error en otorgar el peso adecuado al hecho de que hacer una algunos grandes jueces ingleses del common law. En el caso moder-
decisión jurídica no opera in vacuo, sino siempre contra una estruc-· no más famoso, lord Atkin, en nuestra Cámara de los Lores, se
tura de un sistema de reglas ·relativamente consolidadas, principios, enfrentó a la pregunta de si un fabricante era responsable frente a
estándares y valores. Por sí misma, la formulación de una determi- un consumidor, con el cual no tenía relación contractual alguna,
nada disposición jurídica puede no ofrecer una guía inequívoca, pero por los daños causados por un producto negligentemente manufac-
en el sistema del cual esta disposición es miembro puede haber prin- turado. En este caso inglés tan famoso, Donoghue v. Stevenson, 31 el
cipios, ya sea expresos o latentes, los cuales, si se aplican consisten- producto era una botella de cerveza que contenía restos tóxicos de
temente, pueden conducir a un resultado inequívoco. un caracol muerto. Anteriormente a esta decisión, las situaciones en
Los dos rasgos que he mencionado -a los que podemos deno- las cuales una persona era responsable frente a otra por daños cau-
minar particularismo y holismo- pueden ser hallados, entre otras sados por su falta de diligencia habían sido objeto de un número de
muchas cosas, en la obra de Roscoe Pound, cuya enorme produc- reglas separadas que especificaban las relaciones para las cuales un
ción, que se extiende a través de setenta años de investigación, cul- jurista inglés decía que existe lo que se denomina «diligencia debi-
minó en la publicación el año 1959, cuando el autor tenía ochenta da» («a legal duty of care»). Tales reglas establecían, por ejemplo,
y nueve años, en un trabajo sobre teoría del derecho de 3.000 pági- la responsabilidad de los propietarios o poseedores de locales hacia
nas.29 En los años veinte, Pound introdujo la noción, más tarde las personas que sufren daños en ellos, de las partes que tienen es-
resaltada y desarrollada por otros juristas, según la cual un sistema tablecida una relación contractual y de las personas que viajan por
jurídico era concebido de una forma demasiado estrecha si era re- las carreteras; pero no incluía ni excluía de forma terminante la
presentado como un conjunto que sólo contiene reglas que estable- responsabilidad de un fabricante hacia el consumidor con el que no
cen consecuencias jurídicas nítidamente definidas para situaciones tenía ninguna relación contractual. Tampoco había ningún princi-
factuales detalladas y claramente definidas, y que habilita a obtener pio explícito claro que estableciera en términos generales los aspec-
decisiones y justificarlas mediante una sencilla subsunción de los tos comunes a todos estos casos, capaz de mostrar las consideracio-
casos particulares bajo tales reglas. 30 Aparte de reglas de este tipo, nes generales que establecerían cuando una relación diera lugar a
los sistemas jurídicos contienen amplios principios generales; unos un deber. Lord Atkin estableció, en este importante caso, que el
reconocidos explícitamente o incluso promulgados, mientras otros fabricante era responsable bajo el amplio principio según el cual
deben ser inferidos como las hipótesis más plausibles que explican quien realiza una actividad, que previsiblemente puede ser perjudi-
la existencia de reglas claramente establecidas. Tales principios no cial para aquellos que sean afectados por ella, debe tener la diligen-
sirven solamente para explicar las reglas en las cuales se manifies- cia razonable para evitar infligir daños previsibles a aquellos que
, tan, sino que también constituyen pautas para la decisión cuando son sus semejantes. Este amplio principio, enunciado por primera
las reglas particulares son indeterminadas o ambiguas o cuando no vez por lord Atkin, aunque fue recortado y reducido en casos sub-
se dispone de ninguna regla relevante dotada de autoridad explícita- siguientes, sirvió tanto para definir las relaciones y explicar las re-
mente formulada. Los tribunales no del;len considerarse libres para glas ya claramente establecidas cuanto para suministrar una respues-
legislar en tales casos, ni siquiera de acuerdo a sus propias concep- ta para el caso concreto no previsto.
340 EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO 341

Este estilo de decisión es característico del enfoque holistico atidad judicial es también en el fondo, en mi opinión, la propuesta
11
fendido por Pound y por los juristas posteriores cuyas teorías de de Karl Llewellyn en su rica y apasionada defensa de lo que él de-
aplicación del derecho se aproximan al Noble Sueño, y es 110minó el gran estilo de decisión judicial. Esta propuesta no está
para refutar teorías superficiales para las cuales cuando una presentada en términos teóricos generales, hacia los cuales tenía una
jurídica particular resulta indeterminada el juez puede apartar enorme antipatía, sino en la terminología del artesano. El juez, en
libros jurídicos y proceder a legislar. Mas, obviamente, la mera }os casos donde las reglas particulares -reglas de papel como a
ción de este estilo de decisión no es en sí misma suficiente veces las llamó Llewellyn despreciativamente- están indetermina-
desterrar la Pesadilla. Muchas preguntas permanecen abiertas. das, «esculpe» su decisión en la «veta» del sistema como un todo, 32
puede un sistema jurídico contener principios en conflicto?, ¿no es decir, de acuerdo a sus principios generales y a sus valores esta-
de una regla dada o un conjunto específico de reglas ser ~n ..........~~-~j,f blecidos. Enfrentado a las indeterminaciones del derecho positivo el
mente explicadas por un número de hipótesis diferentes y juez no debe decidir como él cree que es mejor, soslayando una
vas? Si esto es así, ¿no sería necesaria la discrecionalidad """n'-' atención más detenida al sistema. Este es el más importante límite
en los altos niveles?, y, también, ¿la concepción de la aplicación al arbitrio judicial y es lo que permite un alto grado de predicción
derecho del Noble Sueño no resultará ser insuficiente dado que de la decisión judicial en los casos recurridos a otras instancias.
elección de ese tipo sería un acto creador de derecho más bien Confieso que es mucho lo que no he comprendido co~pletamente
un descubrimiento del derecho existente? Pound en su larga vida de los escritos de Llewellyn sobre este tema, a pesar del examen
preguntó de forma intermitente estas cuestiones, y una de sus paciente, lúcido y exhaustivo de su comprensivo intérprete inglés, el
puestas parece haber sido que, en los altos niveles del sistema · profesor Twining. 33 Sin embargo, en mi opinión, la versión del No-
dico, antes que los principios, hay valores o ideales ble Sueño de Llewellyn supone que cuando los jueces deben elegir,
por el sistema (bien reconocidos de forma explícita o bien en el alto nivel de los principios o valores recibidos, las posibilida-
de las reglas y principios establecidos) y que el recurso a ellos des que se les presentan en esa instancia deben estar basadas en las
suficiente para determinar qué principio debe prevalecer de un grandes áreas del sistema jurídico comprendidas bajo ellos, y cual-
mero de principios alternativos o en conflicto. Sin embargo, está quiera que sea la alternativa elegida tendrá sus pies firmemente en-
claro que las mismas preguntas pueden volver a, plantearse. ¿No 'Sé raizados en el sistema existente y podrá ser considerada como una
presentarán los mismos conflictos o alternativas al más alto nivel de decisión garantizada puesto que está controlada por el derecho.
los valores o ideales suministrados por el sistema? ¿Sobre qué La versión contemporánea del Noble Sueño del profesor Ronald
damentos puede pensarse que debe haber una única resolución para Dworkin 34 no se compromete con todos estos elementos; Dworkin
tales conflictos, esperando que el juez la descubra y no apele a su. es, si él y Shakespeare me permiten decirlo, el soñador más noble
propio arbitrio? Para ser justos con Pound, debe decirse que pro- de todos, puesto que dispone de una amplia y más experta base
bablemente él concebía la idea de que un sistema completo con sus filosófica que sus predecesores y reúne enormes capacidades de ar-
principios y valores sería capaz de suministrar una única y determh gumentación en la defensa de su teoría. Su teoría de la aplicación
nada respuesta cuando las reglas particulares son inexistentes, insiste en muchas distinciones nuevas, como la que distingue entre
como una verdad literal acerca de los sistemas jurídicos sino más argumentos de principios acerca de derechos existentes; que, en su
bien como un ideal regulativo que los jueces deben perseguir; este opinión, los jueces tienen como tarea específica usar como funda-
método produciría un saludable estilo de decisión judicial y opera- mento, contrastados con argumentos de directrices políticas acerca
ría como una potente restricción sobre la discrecionalidad judicial del bienestar colectivo o de los objetivos colectivos, cuya implemen-
más que eliminar completamente la necesidad de tal discrecionali- tación no forma parte de la tarea del juez sino de la del legislador.
dad. Esta versión relativamente modesta del Noble Sueño como un Sin embargo, esta teoría, en el sentido que ya he explicado, es una
límite más que como un sustituto siempre asequible de la discrecio- teoría holística y particularista. Como Pound, él rechaza la idea de
342 EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO 343

que un sistema jurídico consista únicamente en reglas explícitas do. negligencia vino a aplicarse a casos de declaraciones erróneas negli-
tadas de autoridad y subraya la importancia de los principios implí. gentes, en virtud de las cuales determinadas personas actuaron en
citos no formulados; y corno Llewellyn, rechaza la idea, que atribu perjuicio propio. 36 El profesor Dworkin reconoce que pueden que-
ye a la teoría del derecho positivista, según la cual el juez debe., dar cuestiones sin solución de este tipo en cualquier nivel de la bús-
cuando las reglas explícitas padecen de indeterminación, dejar d; queda en el sistema y en los principios generales que puede decirse
lado sus libros jurídicos y comenzar a legislar de acuerdo a su mo- son inmanentes al derecho existente. Al operar con ellos, el juez
ralidad personal o a sus propias concepciones del bien común 0 de· debe, al menos idealmente, explorar mucho más ampliamente las
la justicia. cuestiones de justicia y de moralidad política. En palabras del pro-
Para Dworkin, incluso en el más difícil de los casos difíciles, fesor Dworkin, el juez:
el cual dos interpretaciones alternativas de una disposición o dos
reglas en conflicto parecen adecuarse igualmente bien al derecho debe desarrollar una teoría de la Constitución, en el molde de un
conjunto complejo de principios y directrices políticas que justifican
establecido previamente, el juez nunca crea derecho. Oliver Wendell el esquema político ... Debe desarrollar una teoría referida a la vez a
Holmes, en opinión de Dworkin, estaba equivocado cuando preten.: ·.· la filosofía política y a la configuración institucional. Debe generar
día que en tales casos el juez debe ejercitar lo que denominaba · teorías capaces de justificar diferentes aspectos del esquema político
prerrogativa soberana del arbitrio judicial» 35 y debe legislar aunque y controlar las teorías contra la amplia configuración institucional. 37
sólo sea <<Íntersticialmente». Según esta nueva teoría, el juez, por
difícil que sea el caso, nunca determina lo que el derecho debe ser· Cuando se agota la capacidad de discriminación de este control,
está limitado a declarar lo que cree que es el derecho previamente a' debe «elaborar los conceptos disputados usados por la teoría que
su decisión, aunque como es obvio puede equivocarse. Esto .......u .. ···,. ha gozado de mayor éxito». 38 Entonces el juez debe decidir qué con-
ca que siempre debe suponer que para todo supuesto imaginable·· cepción de los valores fundamentales protegidos por el sistema, ta-
hay alguna solución que previamente es derecho y que aguarda ser les como la libertad, la dignidad personal o la igualdad, es superior.
descubierta. Nunca debe suponer que el derecho es incompleto, in- Evidentemente, esta es una tarea hercúlea y el profesor Dworkin
consistente o indeterminado; cuando así lo parece, el defecto no denomina correctamente Hércules al juez al que imagina embarca-
está en el derecho sino en las humanas y limitadas capacidades de - do en la construcción de tal teoría. Admite que diferentes jueces
discernimiento del juez, de forma que no resta ningún espacio para que provienen de diversas tradiciones pueden elaborar teorías dife-
que el juez, eligiendo entre las alternativas posibles, cree derecho. rentes y contrapuestas; y, si lo hacen, no puede demostrarse que
Obviamente, para este punto de vista el juez deberá presentar · una de las tesis sea la correcta y el resto sean erróneas. Es más,
argumentos para justificar su creencia en lo que el derecho es. Muy puede que todas sean erróneas. Sin embargo, para dotar de sentido
a menudo su argumentación tomará precisamente la forma que yo a lo que hacen, los jueces deben creer que hay alguna teoría en
he ilustrado con el importante caso inglés de la responsabilidad por concreto, aunque sea compleja, y alguna solución en concreto deri-
daños. Es decir, el juez deberá construir un principio general que, vable de ella para cada caso individual, que es la única correcta.
por una parte, sea capaz de justificar y explicar las decisiones pre- Estoy seguro que la teoría del profesor Dworkin entusiasmará y
vias en relación a esa materia y, por otra, sea capaz también de estimulará tanto a juristas como a filósofos durante un largo perio-
ofrecer una respuesta adecuada para el caso nuevo. Pero, es obvio, do a ambos lados del Atlántico. Por otra parte, ya ha añadido mucho
este es sólo el inicio de esta búsqueda, puesto que puede haber una al conjunto de ideas valiosas en la teoría del derecho. Mas, si se
pluralidad de principios generales igualmente adecuados al derecho me permite aventurar una profecía, pienso que el principal punto al
existente, pero ofreciendo soluciones diferentes para el caso particu- que se dirigirá la crítica a su obra será su insistencia en que, incluso
lar. Esta posición quedó establecida en los tribunales ingleses cuan- en el supuesto que no haya forma de demostrar cuál de dos solucio-
do el principio general establecido por lord Atkin en relación a la nes en conflicto, igualmente bien fundamentadas en el derecho exis-
344 EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO 345

tente, es correcta, siempre habrá una respuesta correcta en concreto . dependencia norteamericana, estableció sus fundamentos al publi-
a la espera de ser descubiertá. Los juristas podrían pensar que si un 1:r su primer libro. 41 El primer tema guarda relación con la cuestión
juez se ha conformado, antes de tomar una decisión, a todas aque- ~asta ahora discutida. Se trata de la insistencia en que, aunque el
llas restricciones que distinguen la creación judicial de derecho de la derecho pueda ser incompleto o indeterminado en algunos puntos,
creación legislativa de derecho, sobre todo si ha considerado n la medida en que está determinado, existen medios para demos-
dente e imparcialmente Jo que el profesor Dworkin llama la « ~rar que es por referencia a los criterios de validez del sistema jurí-
za gravitacional» 39 del derecho claramente establecido y ha llegado/ dico o a sus elementos básicos referidos a las fuentes del derecho.
a una conclusión que es, para él, la más equitativa o justa entre rodas las variantes de la teoría del derecho positivista inglesa sus-
varias alternativas, nada se gana con insistir en que, si otro criben este punto de vista. El segundo tema dominante en gran par-
llega después de un proceso igualmente meticuloso a una te de la teoría del derecho inglesa es la concepción utilitarista según
diferente, hay una única respuesta correcta que mostraría cuál la cual tanto los jueces como los legisladores, al considerar cómo
los dos jueces tiene la razón, aunque la respuesta correcta se debe ser el derecho, pueden e incluso deben en muchos puntos to-
recluida en el cielo de los juristas y nadie pueda demostrar cuál mar en cuenta la utilidad general y aquello que producirá mayor
De forma semejante, los filósofos pueden discutir la bienestar general. Incluso un juez, aunque está sujeto a muchas res-
de que por coherencia lógica cualquiera que intente contestar a tricciones de las cuales está libre la legislatura, puede aceptar que su
cuestión valorativa, sea la cuestión de cuál de dos soluciones decisión, entre respuestas en conflicto, se incline por consideracio-
cas a las pretensiones de dos partes en un proceso es más justa nes utilitaristas. Es decir, no está limitado a responder qué es lo
equitativa, o cuál de dos concursantes en un concurso de belleza es·. roás equitativo o lo más justo según principios distributivos de jus-
más bella, o cuál es la más divertida de las comedias de . . . u""'"'~" ticia. Sin embargo, para el profesor Dworkin, un juez que se aden-
re, deba asumir que existe una única y objetiva respuesta correcta tra en el área de lo que él denomina directrices políticas, distintas
en todos esos casos si se quiere dotar de sentido a esas · de los principios que determinan derechos individuales, se adentra
La consecuencia, en el caso del derecho, es que las partes en u · · en una zona prohibida reservaoa a la legislatura electa. Esto es así
proceso siempre tienen derecho a obtener del juez la respuesta corree no sólo porque para él el derecho es un sistema sin lagunas, sino
ta (aunque no haya medios de demostrar cuál es), de la misma for también porque es un sistema de derechos sin lagunas, capaz de
ma en que tendrían derecho a una respuesta correcta respecto a cuál determinar aquello a lo que las personas tienen derecho como cues-
de dos edificios es más alto, donde obviamente la corrección de lá . tión de justicia distributiva, y no deben tenerlo porque produzca
respuesta puede ser establecida por un test objetivo y público. Tah beneficios públicos tener estos derechos. Esta exclusión de «consi-
vez tanto los filósofos como los juristas acordarían con el ...,.,,i-·.,.,.",. deraciones de directrices políticas» va de nuevo, en mi opinión, en
Kent Greenawalt de la Columbia Law School quien, después de un contra de las convicciones de muchos juristas según los cuales es
paciente examen del ataque del profesor Dworkin a la idea de que perfectamente adecuado y, a veces, incluso necesario, que los jueces
los jueces disponen de discreción en los casos difíciles, concluye que tomen en cuenta el impacto de sus decisiones en el bienestar general
«la discreción existe cuando no hay ningún procedimiento para de- de la comunidad. 42
terminar si el resultado es correcto, los juristas competentes desa- La exclusión del profesor Dworkin de tales consideraciones de
cuerdan sobre el resultado adecuado, y la decisión del juez en esos las competencias del juez es parte de la hostilidad general al utilita-
casos no será considerada como un incumplimiento de sus respon- rismo que caracteriza su obra, y este aspecto me hace regresar a mi
sabilidades judiciales». 40 tema general. A un observador inglés le parece que, en los Estados
La versión del Noble Sueño del profesor Dworkin desafía dos Unidos, el utilitarismo está normalmente a la defensiva frente no sólo
puntos centrales de dos temas que han dominado la teoría del dere- a la obra del profesor Dworkin, sino también frente a dos contribu-
cho inglesa al menos desde Jeremy Bentham que, en el año de la ciones muy importantes a la filosofía política hechas en A Theory
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oj Justice 43 del profesor Rawls y en Anarchy, State, and Utopia'-' Jación, sea del legislador o del juez, descansa sobre alguna filosofía
del profesor Nozick. Estas doctrinas guardan mucha afinidad con coherente, ésta es el utilitarismo. Mas el utilitarismo ha sido bastan-
las doctrinas del siglo xvm sobre los derechos humanos inalienables. te explícitamente reconocido como la inspiración de la contemporá-
En cualquier caso, el utilitarismo como una crítica del derecho y de nea escuela del análisis económico del derecho de Chicago/0 que
la sociedad ha sido generalmente eclipsado en Norteamérica por las ahora tiene una gran importancia en la enseñanza norteamericana
doctrinas de los derechos individuales. Sin embargo, el utilitarismo del derecho de daños. Esta escuela de pensamiento pretende haber
ha penetrado, aunque no demasiado, en las teorías norteamericanas establecido una profunda relación entre derecho y orden económi-
del proceso judicial. Principalmente lo ha hecho de forma que lo co. Como teoría explicativa pretende que grandes áreas del common
conduce a la economía del bienestar, en la cual la utilidad colectiva taw pueden ser contempladas de forma clarividente como una imi-
que debe ser maximizada no es definida en términos de placer, como tación del mercado económico, y que muchas reglas jurídicas esta-
en el utilitarismo clásico, sino en términos de satisfacción de blecidas son consistentes con la concepción del derecho como un
expresados o de preferencias reveladas. Bajo esta forma puede ser sistema de incentivos, usados para asegurar que los recursos econó-
hallada en ocasionales insinuaciones de Oliver Wendell Holmes se- micos sean asignados de la forma más eficiente desde el punto de
gún las cuales los jueces podrían disponer pronto, como guía en su vista económico, siendo la eficiencia definida como la maximización
necesaria tarea de creación del derecho, de una ciencia jurídica que de la satisfacción de los deseos agregados. Se dice que ello está im-
«determinaría, tanto como fuera posible, el valor relativo de plícito en la lógica económica del derecho. Mas, en su aspecto críti-
tros diferentes objetivos sociales», 45 o, como afirma también, esta- co o normativo, la teoría pretende suministrar un estándar racional,
blecería los postulados del derecho sobre «deseos sociales medidos imparcial y objetivo para la determinación de aquellas disputas ju-
adecuadamente», 46 y que esto sustituiría a los inarticulados e intuí- . rídicas donde deba establecerse quién tiene que soportar una pérdi-
tivos métodos actuales de creación judicial del derecho. En este con- da. Así, para tomar uno de sus ejemplos más sencillos, según esta
texto, Holmes habló del hombre del futuro como el hombre de la teoría lo más importante para la adscripción de responsabilidad ju-
estadística y el profesional de la economía. 47 rídica por negligencia que causa daño a otros debe ser suministrar
Una concepción semejante de la ciencia aplicada al derecho pa- un incentivo que pueda ser justificado desde el punto de vista eco-
rece subyacer en· la jurisprudencia sociológica de Pound y su intento nómico, precauciones que maximicen la utilidad de que no se cause
de analizar los conflictos en los cuales se espera del derecho que daño, es decir, establecer precauciones cuyo coste es menor que
resuelva en términos de los intereses subyacentes, es decir, en térmi- la pérdida causada por su ausencia descontada la probabilidad de la
nos de los deseos o aspiraciones expresados como pretensiones para ocurrencia del daño. Esta teoría de los incentivos va claramente en
ser reconocidas e implementadas jurídicamente. Muchas de las pá- contra no sólo de la teoría del profesor Dworkin, según la cual
ginas de este escritor inmensamente prolífico están dedicadas a cla- el juez no debe tener en cuenta consideraciones de utilidad general,
sificar tales intereses en individuales, sociales y públicos. 48 Pero uu•· ,,.•.,....,~ sino también de la idea convencional de que la responsabilidad por
da a este análisis se halla la concepción de una ciencia como inge- negligencia es, al menos algunas veces, impuesta como una cuestión
niería social que mostraría de qué forma los intereses en conflicto de justicia entre las partes, sobre la base de que la víctima de una
podrían ser ordenados con lo que Pound llama la menor fricción o negligencia tiene un derecho moral a la compensación de su pérdida
pérdida o con el menor sacrificio para el esquema total de intereses por la parte negligente, tanto como la compensación monetaria sea
como un todo. 49 Pound reconoce que para hacer esto es necesario capaz de hacerlo. A la cuestión de por qué, si el derecho sólo debe
algún método de ponderación o evaluación de los intereses en con- tomar en cuenta la provisión de incentivos, esto no deba ser hecho
flicto, y también alguna forma de cuantificación, pero su análisis es mediante multas pagaderas al Estado, en lugar de mediante indem-
incapaz de suministrarla. nizaciones pagadas a las víctimas en un proceso civil, la teoría da
Si estas dos aproximaciones a la idea de una ciencia de la legis- una respuesta, tal vez más ingeniosa que convincente, según la cual
348 EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO 349

las últimas (las indemnizaciones pagadas a la víctima), a su vez, son 7. Véase McCulloch v. Maryland, 17, U.S. (4 Wheat.), 316 (1819); Marbury
vs. Madison, 5, U .S. (1 Cranch), 137 (1803).
un incentivo para que las víctimas den a conocer públicamente los 8. Para el desarrollo de esta doctrina, véase Allgery v. Louisiana, 165, U.S.,
casos de negligencia, y que el resultado es mucho más efectivo que el 578 (1897) (La «libertad contractual» de la enmienda catorce prohíbe al Estado im-
que produciría una agencia centralizada, del tipo de la del derecho . pedir que los propietarios contraten los seguros marítimos con compaflías de seguros
penal, que controlara la conducta negligente e impusiera multas. s¡ extranjeras); Lochner v. New York, 198, U.S., 45 (1905), (la «libertad contractual»
de la enmienda catorce prohíbe al Estado regular el máximo de horas por día o
Nadie que haya leído la refinada y elaborada obra del profesor semana que un empleado de panadería puede trabajar); Adair v. United State, 208,
Posner y la amplia literatura que ésta ha generado, destinada a es- u.s., 161 (1908) (la «libertad contractual» de la enmienda quince impide la prohibi-
tablecer los fundamentos utilitaristas del derecho, puede ción de contratos de trabajo yellow dog para trabajadores de ferrocarriles interesta-
sin provecho. Ello no es, según creo, porque tenga éxito en tales); Coppage v. Kansas, 236, U.S., 1 (1915) (la «libertad contractual» de la en-
ostensibles propósitos, sino porque su ingenuidad tan minuciosa nos mienda catorce impide al Estado prohibir los contratos de trabajo yellow dog); Ad-
kins v. Children's Hosp., 261 U.S., 525 (1923) (la «libertad contractual» de la en-
fuerza admirablemente a pensar qué es necesario más allá de una mienda quince prohíbe al Distrito de Columbia prescribir un salario mínimo para las
teoría de la utilidad para construir una teoría satisfactoria, explica- mujeres). [Los contratos de trabajo yel/ow dog son contratos que contienen una
tiva y crítica de las decisiones jurídicas. Está claro que, en general cláusula según la cual el trabajador queda obligado a no sindicarse en el periodo de
lo que es necesario es una teoría de los derechos morales individua-' duración del contrato y, si ya está sindicado, a abandonar el sindicato. (N. de los t.)].
9. Radcliffe, The Path of the Law jrom 1967 (1968), p. 14.
les y su relación con otros valores perseguidos por el derecho, una
10. Véase n. 8, supra.
teoría de mucha mayor comprensión y articulación detallada 11. Roe v. Wade, 410 U.S., 113 (1973); Doe v. Bolton, 410 U.S., 179 (1973).
cualquiera de las que disponemos. 12. Lochner v. New York, 198, U.S., 45, 75 (1905) (Holmes, J., voto par-
En conclusión permítaseme decir lo siguiente: he retratado la teoría ticular).
del derecho norteamericana como acosada por dos extremos, la Pesa- 13. Véase W. Twining, Karl Lewe/lyn and the Realist Movement (1973), p. 380.
14. Holmes, «The Path of the Law>>, supra n. 2, p. 173.
dilla y el Noble Sueño: el punto de vista de que los jueces siempre 15. Véase J. Frank, Law and the Modern Mind (1930), pp. 175, 178, 193, 203,
crean y nunca encuentran el derecho que imponen a las partes en el 244, 264.
proceso, y el punto de vista opuesto según el cual nunca los jueces 16. Southern Pacific Co. v. Jensen, 244, U.S., 205, 221 (1917) (voto particular
crean derecho. Como otras pesadillas y otros suefios, los dos son, en de J. Holmes).
17. J. C. Gray, supra n. 3, pp. 102, 125, 172.
mi opinión, ilusiones, aunque tienen muchas cosas que enseñar a los
18. O. W. Holmes, The Common Law (1881), p. l.
juristas en sus horas de vigilia. La verdad, tal vez trivial, es que a 19. !bid., p. 36.
veces los jueces hacen una cosa y otras veces otra. Qué hacen, cuán- 20. !bid.' p. l.
do y cómo lo hacen no es, obviamente, una cuestión indiferente, sino 21. Holmes, «The Path of the Law», supra n. 2, p. 184.
de gran importancia. Pero este es un tema para otra ocasión. 22. Morton White, Social Thought in America: The Revolt Against Forma/ism
(1957 2).
23. Véase, por ejemplo, Pound, «Mechanical Jurisprudence», Columbia Law
Review, 8 (1908), pp. 605, 609-610, 616.
NoTAS 24. Véase Dewey, «Logical Method and Law», Corne/1 Law Review, 10 (1924),
p. 17.
l. Henry James, The American Scene (1907), pp. 99-100. 25. Para una exposición general del movimiento del realismo jurídico, véanse
2. Holmes, «The Path of the Law>>, en O. W. Holmes, Col/ected Legal Papers W. Rumble, American Legal Realism (1968); G. Tarello, Il realismo giuridico ame-
(1920), p. 173. ricano (1962); W. Twining, Karl Llewellyn and the Realist Movement, supra, n. 13,
3. J. C. Gray, The Nature and Sources oj the Law (1921 2}, p. 84. p. 70 (suscribiendo la protesta de Llewellyn -véase Llewellyn, «Sorne Realism About
4. K. Llewellyn, The Bramble Bush (1930), p. 3. Pero véase la retractación, Realism-Responding to Dean Pound», Harvard Law Review, 44 (1930), p. 1.222,
en la segunda edición, de aquellas palabras como «desafortunadas>> y «en el mejor reimpreso en K. Llewellyn, Jurisprudence, Realism in Theory and Practice (1962),
de los casos un enunciado muy parcial de la verdad completa». /bid. (1951 2), p. 9. p. 42- contra las alegadas interpretaciones de Pound y otros).
5. L. Jaffe, English and American Judges as Law Makers (1969), p. 9. 26. K. Llevellyn, Jurisprudence, Realism in Theory and Prac:tice, supra n. 25, p. 114.
6. A. de Tocqueville, Democracy in America, P. Bradley, ed. (1945), p. 280. 27. K. Llewellyn, The Common Law Tradition, Deciding Appeals (1960), p. 4.
350 EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO

28. «Holmes, Law in Science and Science in Law», en O. W. Holmes, Col!ec-


ted Legal Papers (1920), p. 239.
29. R. Pound, Jurisprudence (1959).
30. Véase Pound, «The Theory of Judicial Decision», Harvard Law Review
36 (1923), p. 641. •
31. ~1932) A. C. 562.
32. Véase K. Llewellyn, The Common Law Tradition, supra n. 27, p. 222 .
donde, al escribir sobre «el proceso de apelación como una artesanía del derecho,)'
Llewellyn afirma que «he intentado proponer la noción en términos de trabajar en~
venta, más bien que a través o en contra de ella ... esculpir en la venta ... revelar
latente más bien que imponer una nueva forma, y aún menos obtenerla de una CUARTA PARTE
!untad externa».
33. Véase W. Twining, supra n. 13.
34. Véase Dworkin, «Hard Cases», Harvard Law Review, 88 (1975), p. 1.057 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX:
reimpreso en R. Dworkin, Taking Rights Seriously (1977), p. 81. ' KELSEN, ROSS Y HART
35. Holmes, «Law in Science and Science in Law», supra n. 28, p. 239.
36. Mutual Lije & Citizens Assurance Co. v. Evatt [1971], A. C. 793.
37. Dworkin, «Hard Cases», supra n. 34, p. 1.085; Taking Rights Seriously,
p. 107.
38. !bid.
39. !bid., p. 1.089, Taking Rights Seriously, p. lll.
40. Greenawalt, «Discretion and Judicial Decision: The Elusive Quest for th~
Fetters that Bind Judges», Columbia Law Review, 75 (1975), pp. 359, 386.
41. J. Bentham, A Fragment on Government (1776).
42. Otros han llegado a la misma conclusión. Véase Greenawalt, supra n. 40,
p. 391; John Umana, «Dworkin's "Right Thesis"», Michigan Law Review, 74 (1976)~
pp. l.l67, 1.179-1.183.
43. J. Rawls, A Theory oj Justice (1971).
44. R. Nozick, Anarchy, State and Utopia (1974).
45. Holmes, «Law in Science and Science in Law», supra
46. !bid., p. 226.
47. Holmes, «The Path of Law», supra n. 2, p. 187.
48. R. Pound, Jurisprudence (1959), pp. 16-234.
49. R. Pound, Jurisprudence (1959), p. 545; R. Pound, Jurisprudence,
pp. 330-331; R. Pound, Justice According to Law, 3 (1951); R. Pound, Social Con-
trol Through Law (1942), pp. 64-65. ·
50. Véase R. Posner, Economic Analysis of Law (1972). El profesor Posner
ha distinguido su propia teoría de la teoría utilitarista señalando que su teoría
requiere la maximización de la utilidad colectiva o la satisfacción de deseos, sillO la
rnaximización de la riqueza. Véase su «Utilitarianism, Economics and Legal Theory»,
en Journal oj Legal Studies, 8 (1979), p. 104.
51. Véase Posner, «A Theory of Neglicence», Journal oj Legal Studies, 1
(1972), pp. 29 y 48.
INTRODUCCIÓN

Recientemente, N. Hoerster ha escrito que las cuestiones de teoría


general del derecho acerca de la estructura del orden jurídico y de la
noción de norma jurídica son sumamente intrincadas. Y ha añadido:

Quien esté seriamente interesado en una respuesta fundamenta-


da debería estudiar intensamente, sobre todo, a estos tres filósofos
del derecho de nuestro siglo y sus obras fundamentales: Hans Kelsen
(1881-1973) y su libro Reine Rechtslehre (1934, 2.a ed. 1960), Alf
Ross (1899-1979) y su libro On Law and Justice (1958) y H. L. A.
Hart (nacido en 1907) 1 y su libro The Concepto! Law (1961). Estos
tres libros contienen las, de lejos, más claras, profundas y originales
consideraciones acerca de la esencia de la norma en general y de la
norma jurídica en particular. 2

La selección de textos para este último apartado se ha realizado


en perfecta sintonía con esta apreciación de Hoerster. Las obras de
estos autores constituyen el entramado que permite articular la dis-
cusión en teoría jurídica de este siglo. Comparten algunas tesis im-
portantes que se han señalado a menudo como tesis íntimamente
relacionadas con el positivismo jurídico contemporáneo:
a) La tesis según la cual la existencia del derecho en una socie-
dad sólo depende de determinados hechos sociales, depende de la
actividad humana. 3 Podemos, siguiendo a Raz, denominar esta tesis

l. El texto de Hoerster es de 1987. Hart murió a finales de 1992.


2. Véase Norbert Hoerster, «La teoría iusfilosófica del concepto de derecho»
(1987), en En defensa del positivismo jurídico, trad. de J. M. Seña, Gedisa, Barce-
lona, 1992, p. 125.
3. Kelsen repitió hasta la saciedad que la existencia de las normas jurídicas de·
pende de los actos humanos. Valga por todos el siguiente pasaje: «Sólo puede afir-

23. - CASANOVAS
354 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX INTRODUCCIÓN 355

como tesis socia/. 4 La forma en que las teorías de Kelsen, Ross y Han conciliar la influencia neokantiana con la influencia del positivismo
defienden la tesis social no es coincidente. Sin embargo, pueden ha. filosófico, Y en la noción de validez esta tensión se presenta con la
liarse puntos de contacto. Tal vez, uno de los lugares comunes de la rnayor de las agudezas. 7
tesis social es lo que puede denominarse principio de eficacia (PE): Ross, en cambio, sostiene que una norma jurídica existe (es vi-
(PE) La eficacia es condición necesaria de la existencia de las gente, en su terminología) si y sólo si la norma es sentida como
normas jurídicas. 5 vinculante (obligatoria) y por ello seguida por sus destinatarios, es
Con matices significativos en su explicación, Kelsen, Ross y Hart decir, es eficaz. 8 Ahora, la noción de validez queda reducida a un
sustentan esta tesis. Mientras para Kelsen la eficacia es condición hecho psico-sociológico.
necesaria de la existencia de un orden jurídico como un todo y de Esta reducción tampoco es del completo agrado de H. L. A.
cada una de sus normas en particular, no es, sin embargo, equiva- Jiart (véase la discusión entre ellos en las pp. 456-465 y 466-474).
lente a la validez. 6 El trabajo, incluido en este volumen (pp. 361-382), como es sabido, Hart distingue entre reglas primarias (que estable-
de Ross sobre Kelsen trata de mostrar, precisamente, que Kelsen no cen deberes) Yreglas secundarias (que conceden poderes). Pues bien,
consigue tomar suficientemente en serio esta afirmación. Para Kel- las condiciones de existencia de un sistema jurídico son expresadas
sen, la noción de validez equivale a existencia de las normas y sos- por Hart de esta forma:
tener que una norma N existe es, a la vez, sostener que N pertenece
al orden jurídico y que N es obligatoria (que la conducta prescrita Hay, pues, dos condiciones necesarias y suficientes mínimas para la
existencia de un sistema jurídico. Por un lado, las reglas de conducta
por N es debida). Este segundo sentido de validez hace que Ross
válidas según el criterio de validez último del sistema tienen que ser
sostenga ~ue la Teoría Pura es, en realidad, cuasipositivista por generalmente obedecidas, y, por otra parte, sus reglas de reconocimiento
cuanto postula una noción de validez normativa, como obligatorie· que especifican los criterios de validez jurídica, y sus reglas de cambio
dad, propia del iusnaturalismo. En realidad, Kelsen nunca consiguió y adjudicación, tienen que ser efectivamente aceptadas por sus funcio-
narios como pautas o modelos públicos y comunes de conducta oficiaV
marse la existencia de una norma jurídica si ha tenido lugar el acto cuyo significado
es una norma jurídica. En esto consiste la "positividad" del derecho». «Los juicios • Aunque Ross piensa que esta noción de aceptación no permite a
de valor en la ciencia del derecho» [1942], en ¿Qué es justicia?, trad. de A. Calsa- Hart escapar de la noción «fáctica» de vigencia, Hart parece pensar
miglia, Ariel, Barcelona, 1991. A. Ross sostiene en el prefacio de la edición inglesa que para que las autoridades del sistema acepten las normas deben
de On Law and Justice, Stevens and Sons, Londres, 1958: «Rechazo la idea de una
"validez" específica a priori que coloca el derecho por encima del mundo de los
hechos, y reinterpreto esa idea en términos de hechos sociales». Y Hart escribe: 7. Véanse también Carlos S. Nino, La validez del derecho, Astrea, Buenos
«Cuando hacemos esta afirmación [que un sistema jurídico existe] nos referimos en Aires, 1985, pp. 7 y ss.; Eugenio Bulygin, «An Antinomy in Kelsen's Pure Theory
realidad, en forma comprimida, a muchos hechos sociales heterogéneos, usualmente of Law», Ratio Iuris, 3 (1990), pp. 29-45.
concomitantes», H. L. A. Hart, El concepto de derecho (1961), trad. de G. Carrió, 8. Véase A. Ross, Sobre el derecho y la justicia (1958), trad. de G. Carrió,
Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1963, p. 139. Eudeba, Buenos Aires, 1963, pp. 17-18. Sobre la noción de vigencia en Ross, pueden
4. Véase Joseph Raz, The Authority of Law, Oxford University Press, Oxford, verse Eugenio Bulygin, «El concepto de vigencia en Alf Ross» (1965), en Carlos
1979, pp. 37-52. Véase también Gera1d Postema, «Coordination and Convention at E. Alchourrón y Eugenio Bulygin, Análisis lógico y derecho, Centro de Estudios
the Foundations of Law», Journal of Legal Studies, 11 (1982), pp. 165-203. Constitucionales, Madrid, 1991, pp. 339-353; Liborio Hierro, El realismo jurldico
5. Una discusión sobre esta tesis -tesis que ya se hallaba en la obra de Bentham escandinavo. Una teoría empirista del derecho, Fernando Torres, Valencia, 1981,
y Austin- y el positivismo jurídico puede verse en J oseph Raz, The Concept of a pp. 294-297, y Rafael Hernández Marín, «Diritto e scienza. Saggio su Alf Ross», en
Legal System, Oxford University Press, Oxford, 1970, pp. 103 y ss. Eerik Lagerspetz, E. Pattaro, ed., Contribuiti al realismo giuridico, vol. 1, Giuffre, Milán, 1982,
A Conventionalist Theory of Institutions, Acta Philosophica Fennica, Helsinki, 1989, pp, 171-196, e Historia de la filosofía del derecho contemporánea, Tecnos, Madrid,
pp. 121-132. 1986, pp. 178-201.
6. Hans Kelsen, Teoría pura del derecho (1960), trad. de la 2. • ed. alemana de 9. H. L. A. Hart, El concepto de derecho (1961), trad. de G. Carrió, Abeledo-
R. Vernengo, UNAM, México, D.F., 1979, pp. 219-225. Perrot, Buenos Aires, 1963, p. 145.
356 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX INTRODUCCIÓN 357

adoptar lo que denomina el punto de vista interno, un punto d · El más radical de estos tres autores es, sin duda alguna, Ross.
vista que da cuenta de la normatividad de las normas jurídicas.~ para Ross, la normatividad del derecho es una idea metafísica que
b) La segunda tesis que estos autores comparten puede den;. debe ser arrinconada. Kelsen salva una determinada normatividad,
minarse tesis de la separación, 11 de acuerdo a la cual no existe nin. pero una normatividad que podemos denominar hipotética:
guna conexión de carácter conceptual entre el derecho y la
De ello, parece deducirse que las normas jurídicas no Así, pues, el positivismo jurídico responde a la pregunta de por
yen razones morales para la acción, sino que entran en la qué el derecho es válido haciendo referencia a una hipótesis que pue-
ción del agente como cualesquiera otras en el balance general de de ser aceptada o no; dicho de otro modo, justificando sólo condi-
razones. Dicho de otra manera, que exista una norma jurídica N cionadamente la obediencia a la ley . 14
que obligue a hacer A no comporta, por sí solo, la existencia de
una razón moral para hacer A. Pero si esto es así no acaba de · Hart parece pensar que es posible la normatividad del derecho
claro cómo las normas jurídicas constituyen la posibilidad de sin ninguna conexión necesaria con la normatividad moral. Es cier-
cionar como premisas justificatorias de los razonamientos nr'~"t'""'' to que las autoridades del sistema tienen que aceptar las normas,
(como pueden funcionar como premisas normativas de, por ejemplo,· para que éstas existan; pero sus motivos de aceptación no precisan
razonamientos judiciales). Esta cuestión es, precisamente, la de la. ser morales. El derecho ejerce presión normativa, pero esa presión
normatividad del derecho. 12 Por otra parte, tanto Kelsen como es independiente de la moralidad.
sostuvieron la imposibilidad de la razón práctica 13 y e) El derecho aparece como un conjunto de normas con una
consiguientemente, una posición metaética no cognoscitivista cierta estructura. El derecho tiene naturaleza sistemática.
presuntos objetos de conocimiento moral son inexistentes y, por Kelsen distingue entre sistemas normativos estáticos (conjuntos de
to, los juicios morales carecen de valores de verdad, quedan fuera normas que tienen entre sí relaciones de carácter deductivo) y sistemas
del ámbito del conocimiento humano). La posición de Hart al dinámicos (conjuntos de normas con relaciones de autorización entre
pecto es más difusa. Es cierto que Hart mantiene claramente la sQ. Para Kelsen, los ordenamientos jurídicos son sistemas dinámicos
de la separación conceptual entre derecho y moral, pero no de normas: una norma N pertenece a un sistema jurídico S (es válida
claro que mantenga una posición no cognoscitivista en materia en S) si y sólo si existe otra norma N' que autoriza su creación. Esta
estructura lleva a Kelsen a postular que todos los sistemas deben dis-
10. En posteriores trabajos, Hart ha abundado en este punto y ha llegado poner de una norma básica que autorice la creación de la primera
sostener que las normas jurídicas constituyen razones para la acción dotadas de constitución y de la cual se presupone (o finge) la validez. De esta
autoridad, perentorias e independientes del contenido (algo semejante a las razones. forma, la estructura de las normas responde a una cierta estructura
excluyentes de Raz, véase Practica/ Reason and Norms, Princeton University Press,. institucional: como el poder constituyente es el que autoriza la crea-
Princeton, 1980, 2. • ed., pp. 49 y ss.). Véase H. L. A. Hart, «Commands and
Authoritative Legal Reasons», en Essays on Bentham, Oxford University ción de las normas del poder legislativo, las normas constitucionales
Oxford, 1982, pp. 243-268. son «superiores» a las normas legislativas.
11. J. Raz denomina a esta tesis la tesis moral. Véase The Authority oj Law, La naturaleza sistemática de los ordenamientos jurídicos en la
cit. p. 37. obra de Ross queda reducido a algo más débil: las normas jurídicas
12. Una de las cuestiones más importantes en las discusiones actuales de filo-
de un determinado ordenamiento jurídico son solamente un conjun-
sofía jurídica. Puede verse, con amplísima bibliografía, Juan Carlos Bayón, La nor-
matividad del derecho: deber jurídico y razones para la acci6n, Centro de Estudios to individual que constituye un todo coherente de significado, un
Constitucionales, Madrid, 1991. conjunto de normas vigentes dirigidas a los jueces y relativas al ejer-
13. Véase Hans Kelsen, «Das Problem der Gerechtigkeit», en Reine Rechtslehre, cicio de la fuerza física. Ello no les confiere necesariamente unidad
Franz Deuticke, Viena, 2. • ed. Ross, por su parte, escribió un libro para mostrar
imposibilidad del conocimiento práctico: Alf Ross, Kritik der sogenannten orakt~~hen
Erkenntnis, Copenhague-Leipzig, 1933. 14. Hans Kelsen, «¿Por qué obedecer al derecho?», en ¿Qué es justicia?, p. 190.
358 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX INTRODUCCIÓN 359

ni una estructura claramente determinada (véase la nota 8 del text 0 la sentencia. Ross afirma que esta concepción reposa sobre una con-
de Alf Ross, p. 474, donde critica a Hart por esta razón). cepción ingenua del lenguaje y de la interpretación: «La inevitable
Para Hart, la naturaleza sistemática del derecho reside en qu vaguedad de las palabras y la inevitable limitación de la profundi-
un sistema jurídico es una unión de reglas primarias y reglas secu : dad intencional hacen que, a menudo, sea imposible establecer si el
darías. Las reglas primarias imponen obligaciones, mientras las s~­ caso está comprendido o no por el significado de la ley». 16 La elec-
cundarias conceden poderes y son parasitarias de las reglas prima- ción del juez descansa, a menudo y de forma inevitable según Ross,
rias. Las reglas secundarias son de tres tipos: en una valoración.
l. La regla de reconocimiento, que especifica algunas caracte..: Hart (como debe resultar claro del texto de su artículo, pp. 327-
rísticas cuya posesión se considera una indicación· indiscutible de 350) mantiene una posición intermedia entre lo que denomina formalis-
que se trata de una regla del sistema. Su existencia, y en ello se· mo (la concepción positivo-mecanicista en términos rossianos) y escep-
distingue de la norma básica kelseniana, es una cuestión de hecho ticismo ante las reglas (la concepción que, en su versión radical, sos-
surge de la práctica compartida por los órganos de aplicación, po; tiene que el contenido de las reglas siempre queda indeterminado y, por
los operadores jurídicos y por los ciudadanos de identificación de ]o tanto, el derecho siempre es creado por los jueces). Según Hart, dada
las normas del sistema. la textura abierta del lenguaje y, por tanto, del lenguaje jurídico, esto
2. Las reglas de cambio, mediante las cuales determinados ór~ es, dado que el lenguaje de las reglas contiene términos genéricos y
ganos pueden introducir normas nuevas en el sistema y eliminar nor- estos términos son todos potencialmente vagos (siempre existen casos
mas de él. en los que podríamos dudar de si pertenecen o no a la referencia del
3. Las reglas de adjudicación, que determinan qué órganos y término), sostiene que, sobre todo en dichos supuestos, el juez dispo-
mediante qué procedimientos se impondrán las sanciones a los miem- ne de discrecionalidad, desempeña una función productora de reglas. 17
bros del grupo que infrinjan las normas primarias. El último texto del libro pertenece a Ronald Dworkin, el más
d) La última tesis es la de la discreción en la aplicación del importante representante de lo que tal vez puede denominarse el
derecho. pospositivismo jurídico. En este texto y en otros muchos,l 8 Dworkin
Kelsen sostiene que todo acto de creación del derecho (excepto el ha desafiado todas las tesis aquí relacionadas con el positivismo ju-
acto supuesto que crea la norma fundamental) es también un acto de rídico contemporáneo (básicamente en su versión hartiana).
aplicación del derecho, y que todo acto de aplicación del derecho Dworkin sostiene que tal vez el error más importante del positi-
es también un acto de creación del derecho. El derecho aplicable cons~ vismo jurídico sea no haber percibido que el derecho no es sólo un
tituye sólo un marco dentro del cual hay varias posibilidades de apli- sistema de reglas, sin lugar en él para los principios. Según Dwor-
cación, puesto que siempre hay una cierta indeterminación, sea inten- kin, la diferencia entre los principios y las reglas es una diferencia
cional (querida por la autoridad creadora de la norma aplicable) o no de naturaleza lógica (o conceptual): mientras las reglas se aplican a
intencional Oa formulación normativa es vaga, o es ambigua, o hay los casos de todo o nada, los principios se aplican según su peso en
formulaciones normativas contradictorias).•$ la argumentación (no tienen predeterminadas las condiciones de apli-
Ross al ocuparse de esta cuestión comienza criticando la teoría
que denomina positivo-mecanicista de la aplicación del derecho . 16. Alf Ross, Sobre el derecho y la justicia, pp. 131-139.
(y que suele atribuirse a la jurisprudencia de conceptos alemana y a 17. H. L. A. Hart, El concepto de derecho, cap. VII.
la escuela francesa de la exégesis), de acuerdo a la cual el juez esta- 18. Véanse Ronald Dworkin, Taking Rights Seriously, Harvard University
Press, Cambridge, Mass., 1977 (hay trad. cast. de M. Guastavino, con un estudio
blece el sentido del texto legal aplicable, formula los enunciados de previo de A. Calsamiglia: Los derechos en serio, Ariel, Barcelona, 1984); A Matter
los hechos subsumibles en la norma y deduce la conclusión, que es oj Principie, Harvard University Press, Cambridge, Mass., 1985, y Law's Empire,
Harvard University Press, Cambridge, Mass., 1986 (hay trad. cast. de C. Ferrari: El
15. Hans Kelsen, Teoría pura del derecho, pp. 349-355. imperio de la justicia, Gedisa, Barcelona, 1988).
360 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX

cación). Por otra parte, los principios no son identificables me-,


diante la regla de reconocimiento (o cualquier otro expediente que'
haga depender la pertenencia de las normas al derecho de la existen-
cia de determinados hechos sociales), sino que se identifican
parte de la mejor teoría (que incluye elementos morales y políticos)
capaz de justificar el derecho (el ejercicio de la coacción) en una
sociedad. Con estas ideas, Dworkin cuestiona las cuatro tesis
teriores:
l. Cuestiona la tesis de la estructura sistemática del 6. HANS KELSEN
tal y como aparecía en Kelsen, Ross y Hart; puesto que el
más importante es ahora la distinción (y relación entre sí) entre
glas y principios. ALF Ross
2. Cuestiona la tesis social por cuanto la existencia de los
cipios en el sistema jurídico no depende de los hechos sociales EL CONCEPTO DE VALIDEZ Y EL CONFLICTO
de haber sido creados por las autoridades ni de su eficacia). ENTRE EL POSITIVISMO JURÍDICO
3. Cuestiona la tesis de la separación conceptual entre derecho y y EL DERECHO NATURAL
moral. Si el derecho debe justificar el ejercicio de la coacción,
sólo puede ser logrado mediante una concepción del derecho que
cluya principios morales susceptibles de ofrecer razones para el ejerci- Hace aproximadamente un año tuve el honor de dar dos confe-
cio de la coacción. El derecho, en sentido postinterpretativo, no es· rencias en la Universidad de Buenos Aires sobre el terna El positi-
según Dworkin una práctica social concreta, sino la concepción--............ . vismo jurídico y el derecho natural. Este problema es considerado a
de comprender esa práctica en su dimensión más articulada y sólida. menudo como el límite más importante dentro de la filosofía jurídi-
4. Y, por último (como resultará claro del texto incluido en ca, que divide esta disciplina en dos campos hostiles e irreconcilia-
este.apartado, pp. 475-512), Dworkin desafía la tesis de la discrecio- bles. Los positivistas han calificado a las doctrinas del derecho na-
nalidad judicial. Según Dworkin, su concepción del derecho conlle- tural de creencias basadas en ideas metafísicas o religiosas, incom-
va que todos los casos, aun los más difíciles, disponen de una única patibles con los principios del pensamiento científico; y, por su par-
respuesta correcta. te, los iusnaturalistas han acusado a sus adversarios de falta de com-
El reto que la obra de Dworkin ha planteado al positivismo ju- prensión del reino del espíritu y de los valores, un reino que es bien
rídico es importante y las respuestas de los positivistas (seguidores , real, aunque no pueda ser descubierto o descrito por medio de la
de Kelsen, Ross o Hart) han supuesto una considerable sofistica- experiencia sensorial. 1 Ellos han llegado incluso a acusar a los posi-
ción de las versiones clásicas y, por tanto, un avance en puntos tivistas de torpeza moral y complicidad en las abominaciones del
centrales. Cuál será el futuro de la filosofía jurídica es incierto, pero régimen de Hitler. 2
no cabe duda que las cuestiones planteadas en los trabajos incluidos En mis conferencias no intenté de manera alguna disminuir la
en esta cuarta parte ocuparán un lugar prevalente en las discusiones importancia de la cuestión. Traté, sin embargo, de señalar que has-
que el porvenir nos depare.
Alf Ross, «El concepto de validez y el conflicto entre el positivismo jurídico y
el derecho natural» [1961] (publicado al mismo tiempo que en su versión inglesa en
JOSÉ JUAN MORESO
la Revista Jurfdica de Buenos Aires), en El concepto de validez y otros ensayos,
Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1969, pp. 7-32. Traducción caste-
llana de Genaro R. Carrió y Osvaldo Paschero.
362 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX HANS KELSEN
363

ta cierto punto la discusión ha sido confundida por falta de clari- la luz de los principios y de las ideas inherentes a la naturale _
dad en cuanto al significado de la expresión «positivismo jurídico» 1 d . . d 1h b . . . 'd
ciona o Ivma e om re, pnnc1p1os e 1 eas apriorísticos que tras- za ra
que prácticamente no ha sido jamás definida con precisión. Intenté cienden el mundo de los sentidos.
especialmente mostrar que el aspecto más agudo de la controversia La vaga expresión «principios empiristas» puede, por supuesto
-a saber, la crítica de la actitud que se revela en el eslogan «Gesetz ser interpretada de varias maneras. Tal como la entiendo, conduc~
ist Gesetz» (la ley es la ley), como una actitud sin sentido moral y a dos tesis fundamentales que para mí constituyen el núcleo del po-
parcialmente responsable del régimen de Hitler- nada tiene que' sitivismo jurídico.
ver con el positivismo jurídico entendido correctamente, sino que es Primero, la tesis de que la creencia en el derecho natural es erró-
en realidad una controversia entre dos escuelas iusnaturalistas di- nea. No existe tal derecho; todo derecho es positivo. Por supuesto,
vergentes. esta es una tesis que pertenece al campo general de la filosofía mo-
En este trabajo quiero retomar esta línea de investigación y ela- ral, de la ética. Esta tesis niega que los principios o juicios éticos
borarla de una manera que no puede hacerse en una exposición oral. (morales, jurídicos) sean la expresión de verdades, algo a ser descu-
Mis observaciones se referirán especialmente al significado y función bierto y establecido objetivamente mediante algún proceso de cono-
del concepto de validez en la teoría del derecho. cimiento. La ética (o moral, en sentido amplio) es usualmente divi-
dida en dos partes por los partidarios de las teorías cognoscitivas:
moral en sentido estricto y derecho natural. La moral, se sostiene
l. ¿QUÉ SE ENTIENDE POR «POSITIVISMO JURÍDICO»? comúnmente, se refiere al destino y fin ético último del hombre,
mientras que el derecho natural trata de los principios y normas
Aunque se la usa con frecuencia, la expresión «positivismo j que deben regir la vida del hombre en la sociedad civil (el Estado)
dico» nunca ha tenido un significado que haya recibido aceptación para que pueda realizar su destino moral. 3 Los principios éticos son,
general. En la mayoría de los casos, la expresión es usada entonces, principios de la moral o del derecho natural. La negación
te, sin ninguna connotación definida. Si ha de designar un punto positivista de la existencia del derecho natural es una consecuencia
vista contrario a la filosofía del derecho natural, tiene que ser implícita en la doctrina más general que niega la existencia de todo
da como que significa no una doctrina específica, sino un conocimiento ético: no hay derecho natural como no hay una mo-
enfoque general frente a los problemas de la filosofía jurídica y ral natural.
la teoría del derecho. Del mismo modo, la expresión opuesta, La segunda tesis fundamental del positivismo jurídico es una
recho natural», tiene que ser entendida también en forma doctrina que pertenece a la teoría o metodología de la ciencia del
como designando una actitud o punto de vista general. derecho. Afirma que es posible establecer la existencia y describir el
Dada la manera en que el término «positivismo» es usado en contenido del derecho de un determinado país en un momento de-
neral en la filosofía, me parece razonable tomar la expresión terminado en términos puramente fácticos, empíricos, basados en
tivismo jurídico» en sentido amplio, como significando una la observación e interpretación de hechos sociales (conducta y acti-
o enfoque de los problemas de la filosofía jurídica y de la teoría tudes humanas); afirma, en especial, que no hace falta recurrir a
derecho, basado en los principios de una filosofía empirista y ideas o principios tomados del derecho natural o la moral natural. 4
metafísica. En contraposición, la expresión «derecho natural» es Esto se aplica en particular a la idea de validez. En la medida en
mada en sentido amplio para designar la actitud o enfoque de que este término es tomado como que significa que el derecho po-
problemas de la filosofía jurídica y de la teoría del derecho, see una fuerza moral intrínseca (la «fuerza obligatoria») que cons-
en la creencia de que el derecho no puede ser descrito o triñe a los súbditos, no sólo mediante la amenaza de sanciones sino
do exhaustivamente en términos de principios empiristas, sino también moralmente, en conciencia, en esa medida el término no
requiere una interpretación metafísica, esto es, una interpretación tiene sentido ni función dentro de la doctrina del derecho. La vali-
364 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX HANS KELSEN 365

dez, en esta interpretación, es una idea apriorística que no puede cos. No hay razón para que un positivista niegue esta mutua depen-
ser reducida a términos empíricos definidos por medio de los hechos dencia o cualquier otra relación posible entre el derecho y la moral
observables. 5 Ahora bien, si la ciencia del derecho -y por esta ex- (moral positiva, hechos morales). Si esto hubiera sido entendido
presión entiendo la actividad que pretende describir el derecho efec- siempre así, se habría evitado una gran cantidad de críticas y discu-
tivamente en vigor en cierto país en un momento determinado- se siones irrelevantes.
ha de entender como una ciencia empírica, no puede haber lugar en Nos habríamos ahorrado también otras discusiones si se hubiera
ella para ningún concepto de este tipo. advertido que un positivista jurídico no puede ser considerado res-
Cuando uno va de un país a otro es fácil observar cambios to- ponsable de todas las opiniones sostenidas en nombre del positivis-
pográficos y climáticos; y nadie dudaría de que estos hechos pueden mo, así como un iusnaturalista no puede ser responsable de todas
ser descritos sin necesidad de trascender los principios empiristas. Jas doctrinas propugnadas como doctrinas del derecho natural. Por
A pesar de que los hechos son más complicados, y más difícil de ser mi parte, quiero especialmente dejar sentada mi discrepancia con
captados y descritos, la situación es la misma en el caso del derecho un conjunto de doctrinas que derivan de una concepción demasiado
de un país. Es un hecho, fácil de observar, que Suiza es montañosa elemental de los hechos sociales que constituyen un orden jurídico.
mientras que Dinamarca es llana. También es un hecho que de acuer- Me refiero a la interpretación austiniana del derecho como órdenes
do con el orden jurídico danés las mujeres tienen derecho a votar emanadas de una voluntad poderosa que en caso de desobediencia
para elegir el Parlamento, mientras que en la Federación Suiza no lo las impone mediante el empleo de la fuerza física; y a varias doctri-
tienen. Sin embargo, puede ser difícil indicar exactamente a qué he- nas que derivan de este modelo jurídico: la teoría imperativista, la
chos nos referimos cuando hablamos de la existencia de una regla teoría de la fuerza «detrás» del derecho y la teoría mecánica del
jurídica. Esto último puede ser explicado de varias maneras por las proceso judicial.
distintas doctrinas positivistas. Estas teorías comparten, en tanto que Esta última teoría, especialmente, que niega que el derecho ten-
positivistas, la convicción de que enunciar la existencia de una regla ga otras fuentes además de la legislación (y la costumbre) y que
jurídica como perteneciente al derecho de un país en un momento describe la actividad del juez en términos lógico-mecánicos, que no
determinado es enunciar un conjunto de hechos sociales observables; dejan lugar a la discreción inteligente o al ejercicio de valoraciones
El postulado contenido en la segunda tesis del positivismo jurí- morales o sociales, ha- sido atacada como un dogma positivista. 7 Sin
dico tiene el mismo significado que el «grito de guerra» de Austin: embargo, tal teoría no se deriva de las premisas empiristas. Si, no
«La existencia del derecho es una cosa; otra cosa es su mérito o obstante ello, es considerada como una doctrina positivista, esta opi-
demérito». Porque esto significa exactamente que el derecho es un nión constituye un mal entendido o revela una ambigüedad en la
hecho; y que un hecho continúa siendo tal le guste a uno o no; y noción de positivismo. Una teoría restringida de las fuentes del de-
sea que se lo considere en armonía o en conflicto con algunos prin- recho, y una teoría de la interpretación que se atiene a las palabras
cipios del derecho natural, cuya verdad se presupone. Sin embargo, usadas, a deducciones «lógicas» y a construcciones conceptuales,
cuando se alude a esta doctrina, como frecuentemente ocurre, como · puede ser llamada «positivista» en el sentido de «lo expresado en
la doctrina de la separación entre el derecho y la moral, la referen- ·. frases definidas, lo establecido en decisiones arbitrarias», pero no
cia es en alto grado engañosa. Es obvio que los hechos jurídicos y en el sentido de «lo basado en la experiencia y en la observación de
morales se encuentran relacionados entre sí de varias maneras. 6 Las los hechos». Por lo tanto, es perfectamente posible aceptar con com-
ideas morales son, sin lugar a dudas, uno de los factores causales placencia una evolución hacia una teoría de la interpretación judi-
que influyen en la evolución del derecho; y éste, por su parte, influ- cial más inteligente, guiada por valoraciones, sin unirse a quienes
ye a su vez en las ideas y actitudes morales predominantes. También claman por un retorno al derecho natural. «Alejarse del formalis-
es bien conocido que las valoraciones morales son frecuentemente mo» no es de ningún modo lo mismo que «regresar al derecho
incorporadas al derecho a través de los llamados estándares j natural». 8
366 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX HANS KELSEN 367

observación sensorial. El proceso cognoscitivo por medio del cual


2. ¿QUÉ SE ENTIENDE POR «DERECHO NATURAL»? esas leyes son descubiertas y enunciadas es diferente del proceso
empírico, pero el resultado es el mismo: conocimiento, captación
Resulta menos difícil, creo, explicar qué se entiende por «dere- (insight), verdad. La validez <<Universal» de las leyes significa lo mis-
cho natural». Desde la época de Aristóteles y hasta nuestros días mo que la universalidad de un enunciado verdadero, lógico o empí-
encontramos una tradición ininterrumpida de teorías del derecho rico, a saber, su independencia de las variables condiciones sub-
natural. Es verdad, por supuesto, que la fundamentación teorética jetivas.
y el tenor práctico de esta filosofía han variado mucho. Algunas Como he dicho precedentemente, el «derecho natural» es consi-
veces el derecho natural se ha basado en concepciones teológicas· derado la parte de la ética general que se ocupa de los principios
en otras ha sido concebido racionalmente. La naturaleza de la que' que deben gobernar la vida del hombre en la sociedad organizada
se han derivado los principios universales ha sido la naturaleza del con sus semejantes para posibilitar que alcance su destino moral.
cosmos, o de Dios, o de la sociedad y la historia, pero más frecuen-
temente lo ha sido la naturaleza del hombre como ser racional. Po-
demos distinguir así entre un derecho natural teológico, sociológico, 3. ¿HASTA QUÉ PUNTO SE OPONEN EL POSITIVISMO JURÍDICO
histórico, y racional antropocéntrico. Y desde un punto de vista Y EL DERECHO NATURAL?
político-práctico las teorías iusnaturalistas han sido tanto conserva-
doras como evolucionistas o revolucionarias. En el ámbito de la Es obvio que el derecho natural y lo que he llamado la primera
filosofía política todos los sistemas políticos, desde el absolutismo tesis del positivismo jurídico son antagónicos, porque dicha tesis
extremo hasta la democracia directa, han sido justificados por los niega específicamente la existencia de todo derecho natural. Debe
filósofos del derecho natural. destacarse, sin embargo, que este conflicto no se produce dentro
A pesar de todas las divergencias, hay una idea común a todas del campo de la filosofía jurfdica, sino en el terreno general de la
las escuelas del derecho natural: la creencia en que existen algunos ética o filosofía moral. El derecho natural no es más que una parte
principios universalmente válidos que gobiernan la vida del hombre de la ética, y la negación positivista de la existencia del derecho
en sociedad, principios que no han sido creados por el hombre- sino natural se basa en la negación general de todo conocimiento- ético. ·
que son descubiertos, principios verdaderos, que son obligatorios Aunque toda persona tiene derecho a dar su opinión sobre esta cues-
para todos, incluso para aquellos que no pueden o no quieren reco- tión -como sobre cualquier otra- es menester admitir, creo, que
nocer su existencia. 9 La verdad de estas leyes no puede ser estable- una discusión seria sólo es posible entre gente suficientemente fami-
cida por medio de los métodos de la ciencia empírica, sino que pre- liarizada con el moderno debate de la filosofía moderna sobre el
supone una interpretación metafísica de la naturaleza del hombre. 10 estatus lógico y el valor de verdad de los juicios morales. 11
Por esta razón la validez de estas leyes y las obligaciones que deri- El problema interesante es saber si hay o no conflicto entre las
van de ellas no apuntan a nada observable. La validez de las leyes doctrinas del derecho natural y la segunda tesis positivista, que afir-
del derecho natural nada tiene que ver con su aceptación o recono- ma que un orden jurídico es un hecho social que puede ser descrito
cimiento en los espíritus de los hombres; y la obligación que las en términos puramente empíricos. Comúnmente se acepta que exis-
mismas crean nada tiene que ver con ningún sentimiento de sentirse te tal conflicto. Trataré de mostrar que no es así, o, en todo caso,
obligado, con ninguna sanción de la conciencia, con ninguna otra que las divergencias de opinión no son más que una cuestión de
experiencia. La validez incondicional de las leyes y el carácter no clasificación y de terminología.
psicológico de la obligación son simples consecuencias del punto de Es verdad, sin embargo, que el derecho natural es usualmente
partida según el cual esas leyes son descubiertas, son dadas objeti- presentado de tal manera que provoca la impresión de que existe un
vamente, son una realidad, aunque no la realidad susceptible de serio conflicto con los postulados empiristas. Los principios del de-
368 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX HANS KELSEN 369

recho natural, se dice comúnmente, especialmente la idea de justi- pe aquí se deduce, a su vez, que si el deber de cumplir con las
cia, están necesariamente implícitos en el concepto del derecho. Ello' prescripciones de un orden jurídico ha de significar algo distinto de
significa que ningún orden puede ser reconocido como jurídico si' · Jas obligaciones prescritas directamente por este orden, la diferencia
no encarna esos principios, por lo menos en cierto grado. Un no puede consistir en la conducta requerida -aquella a la cual es-
que de ninguna manera esté inspirado por las ideas de justicia, un tarnos obligados-, sino exclusivamente en la manera en que esta-
orden que no es ni siquiera una tentativa, por defectuosa que sea mos obligados a comportarnos. El significado de la fuerza obligato-
de llevar a cabo los principios del derecho natural, no es un ' ria inherente a un orden jurídico consiste en que las obligaciones
jurídico sino un orden de fuerza bruta, un régimen de gangster. jurídicas de acuerdo con las reglas del sistema, por ejemplo, la obli-
gangster puede tener éxito en establecer un régimen de terror y Po- · gación de pagar una deuda, no son meros deberes jurídicos que
demos vernos forzados a obedecer sus órdenes. Pero un régimen de · derivan de la amenaza de las sanciones jurídicas, sino también de-
terror no es un régimen de derecho. ¿Cuál es la diferencia? Que no beres morales, en el sentido apriorístico de verdaderas obligaciones
está basado en la justicia y, en consecuencia, carece de validez 0 morales que derivan de los principios del derecho natural que otor-
fuerza obligatoria. Un orden jurídico, por el contrario, está gan al orden jurídico su validez o fuerza obligatoria. El deber de
do de validez o fuerza obligatoria precisamente porque se funda obedecer el derecho es un deber moral hacia el sistema jurídico, no
la idea de justicia. es un deber jurídico conforme al sistema. El deber hacia el sistema
Este es el tenor del iusnaturalismo corriente; parece claro que no puede derivarse del sistema mismo sino que tiene que surgir de
contradice la posición positivista en tanto apela al derecho natural reglas o principios que están fuera del mismo. 12
y a la noción apriorística de validez como inherente al concepto de··. Esto significa que la validez o fuerza obligatoria no es realmen-
derecho, noción que es la base para la descripción de un te una cualidad inherente al sistema jurídico sino algo derivado de
jurídico. los principios del derecho natural. La afirmación de que un orden
Examinemos ahora más detenidamente esa «validez» o «fuerza jurídico posee validez o fuerza obligatoria nada nos dice acerca de
obligatoria» que, según se dice, caracteriza la idea de un orden ju- · obligaciones o hechos jurídicos sino que expresa nuestras obligacio-
rídico. La fuerza obligatoria, se expresa, significa que tenemos el nes morales. Tal afirmación pertenece a una conferencia sobre filo-
deber de obedecer td derecho. ¿A qué clase de deber se alude sofía moral y nada tiene que- ver con ·la descripción del orden ju-
Parece obvio que el deber de obedecer el derecho no puede rídico.
nificar una obligación o un deber jurídico en el sentido en que Sostengo que no hay ninguna razón para que un filósofo del
tas palabras son usadas para describir la situación jurídica que en derecho natural no admita la tesis positivista y no reconozca que un
ciertas circunstancias surge de una norma jurídica, por ejemplo, orden jurídico es un hecho social a ser descrito en términos pura-
la obligación del deudor de pagar una deuda estipulada. Porque mente empíricos, sin referencia al concepto de validez. El iusnatu-
una obligación en este sentido técnico significa que el deudor corre ralista se ocupa de la cuestión de si cierto orden fáctico obliga a las
el riesgo de que se ejerzan contra él sanciones jurídicas; pero no personas también moralmente (en su conciencia, si ellas tienen sufi-
hay ni puede haber sanción por el acto de «no obedecer el derecho» ciente comprensión de lo que la verdadera moral requiere). Pero
diferente de la sanción por no pagar la deuda. antes de que pueda responderse a esta pregunta es menester saber si
En otros términos: un deber es siempre un deber de comportar- existe un cierto orden fáctico, y cuál es su contenido. En consecuen-
se de cierta manera. En este caso la conducta requerida es «obede- cia, la pregunta sobre la validez necesariamente presupone la tesis
cer el derecho». ¿Cómo obedecemos el derecho? Cumpliendo con positivista, a saber, que la existencia de un cierto ordenamiento ju-
nuestras obligaciones, por ejemplo, pagando nuestras deudas. De rídico puede ser verificada y su contenido descrito, independiente-
aquí se sigue que la obligación de obedecer el derecho no prescribe mente de ideas morales o iusnaturalistas.
ninguna conducta que no esté ya prescrita por el derecho mismo. La única cuestión que puede separar a los iusnaturalistas de los
24.- CASANOVAS
370 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX HANS KELSEN 371

positivistas es de clasificación y terminología; un orden fáctico


total desacuerdo con los principios de justicia -por ejemplo, el ré- 4. EL CUASIPOSITIVISMO ES UN TIPO DE DERECHO NATURAL
gimen nazi bajo Hitler-, ¿debe ser clasificado como un orden ju.
rídico, o este rótulo debe reservarse para aquellos órdenes que en Es satisfactorio notar que el ·punto de vista defendido en la sec-
alguna medida se basan en los principios del derecho natural? 11 ción precedente ha sido aceptado por algunos modernos filósofos
La importancia de esta cuestión no debe ser sobreestimada. Si iusnaturalistas familiarizados con la filosofía general, como, por
un iusnaturalista quiere reservar el término «derecho» para un ejemplo, el profesor Alfred Verdross. En su libro Abendliindische
den revestido de algún valor moral es porque quiere destacar termi~ Rechtsphilosophie (Filojosía jurídica occidental) escribe (la traduc-
nológicamente la diferencia moral entre diferentes sistemas. 14 y ción es mía): ·
un positivista prefiere clasificar como orden jurídico todo orden
tenga la misma estructura que un orden jurídico típico, Un defensor del iusnaturalismo no puede negar la posibilidad de
que sea su valor moral, es porque quiere destacar, también termi-. que existan normas que, aunque contrarias al derecho natural, son
nológicamente, la similitud fáctica estructural entre sistemas diver- eficaces y, por esta razón, adecuadas como objeto de una investiga-
sos, cualesquiera que sean sus calificaciones morales. Un sistema ción científica. El partidario del iusnaturalismo está inclusive obliga-
como el régimen nazi puede ser descrito con los mismos conceptos do a tratar de conocer todo derecho positivo como tal, porque no
y la misma técnica que usamos para los sistemas jurídicos típicos podrá valorar las normas eficaces si antes no ha establecido su exis-
Personalmente, yo prefiero un criterio conceptual basado en tencia y verificado su alcance y contenido, ya que toda valoración
presupone el conocimiento previo del objeto de ella. 15
conveniencia científica y no en consideraciones morales, por la
ma razón que encuentro razonable incluir a los cisnes negros en el
concepto zoológico de cisne, aunque algunos puedan pensar que los Con estas palabras, Verdross acepta la segunda tesis positivista.
cisnes negros carecen de valor estético. Si, no obstante, todos en, . y cuando más adelante admite que podría ser razonable reservar el
tienden claramente el carácter terminológico de la cuestión, no hay término «derecho» para los sistemas de normas positivas 16 (lo que
razón para tomar en serio la discrepancia. significa que el «derecho natural» no es «derecho») ha aceptado
·Resumiendo, sostengo que un filósofo iusnaturalista, en cuanto plenamente la doctrina positivista de que todo derecho es derecho
tal, no tiene razón para negar que el derecho es un hecho social positivo. Pero sigue siendo un ardiente defensor del derecho na-
puede ser descrito en términos puramente empíricos. Como tural.17
iusnaturalista se ocupa de una rama de la filosofía moral. Cuando Por otra parte encontramos en Verdross un malentendido que
habla de la validez de un cierto orden fáctico se ocupa especialmen- surge de la ambigüedad de la palabra «positivismO>>. Como este mal-
te de la cuestión de si es o no un deber moral cumplir con las reglas entendido es tan común y tiene consecuencias sobre la valoración
de este orden. Antes de poder responder a ella es necesario saber moral de la verdadera actitud positivista, es apropiado considerarlo
cuáles son las reglas de este orden, es decir, debemos tener una des- con algún detenimiento.
cripción del mismo en tanto que hecho observable. El filósofo ius- Verdross distingue entre lo que él llama el positivismo jurídico
naturalista no tiene razones para negar que los hechos sociales, al dogmático (o extremo) y el hipotético (o moderado). 18 El primer
igual que otros hechos, son objeto- del conocimiento empírico que término se aplica a la escuela de pensamiento que niega la existen-
se obtiene por medio de métodos empíricos. No tiene mayor impor- cia de un específico conocimiento ético, y, en particular, un derecho
tancia que la expresión «orden jurídico» se use o no para designar natural compuesto de principios éticos que pueden ser descubiertos
un orden fáctico cuyas normas han sido concebidas con un espíritu Yestablecidos por la razón humana. La segunda expresión designa
repugnante a las ideas de justicia y humanidad, si su estructura es la actitud que deja abierta la cuestión de la existencia de un derecho
similar a la de los sistemas jurídicos bien establecidos. natural, y se limita a afirmar que la respuesta a esta cuestión no
372 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX HANS KELSEN 373

tiene ninguna importancia para la ciencia jurídica. El objeto de de que los juicios morales no son verdaderos (ni falsos), que no son
ciencia son los sistemas normativos eficaces, Y su existencia PUede • el resultado de un proceso cognoscitivo, ni una aprehensión (insight)
ser verificada, y su alcance y contenido definidos, sin recurrir a nin~ comparable al conocimiento lógico o empírico, de ninguna manera
gún principio de derecho natural. es incompatible con que tales juicios emanen de sólidas actitudes
El lector puede fácilmente advertir que el positivismo definido morales. La posición positivista no se refiere a la moral, sino a la
defendido por mí en este artículo y en trabajos anteriores, tiene lógica del discurso moral; no a la ética, sino a la metaética. 20
se catalogado, sin ninguna duda, como «dogmático» o Es verdad, sin embargo, y habría que insistir en ello para expli-
según Verdross. Es por ello que me siento impulsado a objetar car el malentendido, que un número de autores, comúnmente con-
pasión la equívoca interpretación que Verdross da de la ..,v,u1,;11.m siderados «positivistas», han sostenido el punto de vista, descrito
positivista. por Verdross, de que el orden establecido es, como tal, acreedor a
Desde el punto de vista del positivismo jurídico dogmático, la obediencia. Verdross cita a Bergbohm, el famoso representante
Verdross, el derecho positivo posee absoluta validez o fuerza de toda una escuela de juristas «positivistas». Aunque niegan el de-
gatoria. Esto significa que el positivista dogmático reconoce y recho natural, ellos se aferran a la idea de que el derecho positivo
ta, en forma no crítica, la autoridad moral de cualquier uc.natme:n: posee «validez», que ahora deriva de la autoridad del Estado.
to establecido en tanto tal. Verdross califica a esta actitud de Pero esta actitud nada tiene que ver con el empirismo (positivis-
vergehorsam (obediencia estúpida, no crítica) Y extrae la .. v,......1u:uvJ mo verdadero). Es una doctrina sobre la «validez», una filosofía
de que ningún partidario del positivismo jurídico dogmático moral caracterizada porque deriva la validez no de principios abs-
sin contradecirse a sí mismo, adoptar una posición firme contra tractos inmanentes a la razón humana, sino de la evolución históri-
19
sistema político, por más abominable que sea. ca y de las instituciones establecidas. 21
El razonamiento que está detrás de esta línea de pet1sam11~ntc Esta clase de filosofía moral tiene, hasta donde puedo ver, va-
es, obviamente, que cuando el positivista niega que la validez rias fuentes. Una, pienso, se remonta a las enseñ.anzas de Martín
derecho positivo proviene del derecho natural, tiene que admitir Lutero, que dio un nuevo alcance a las palabras de san Pablo, que
su validez es inherente al derecho positivo como tal, esto es, toda la autoridad estatal proviene de Dios. Otra puede hallarse en
dicionaf, absoluta. la filosofía de Hegel, condensada en el famoso eslogan: Lo que es
Esto es un grave error. La consecuencia de negar el derecho · • .·real es válido y lo que es válido es realY También concuerda con la
ral es negar que el derecho positivo posee validez en el sentido en 1f1P.OIOI!Ja del conservadurismo: lo que tiene éxito está justificado

este término es empleado por el iusnaturalismo. Usado de esta porque Dios ha permitido que lo tenga. Estas diversas tendencias
ra, dicho término designa un verdadero reclamo moral de obediencia parecen haber creado, especialmente en Alemania, una tolerancia y
independientemente de todo reconocimiento por parte de los >lUliUU'u• sometimiento no críticos hacia toda autoridad oficial, hacia cual-
Tal reclamo sólo puede basarse en principios éticos. El término quier hombre con uniforme. Esta es la actitud que se revela en el
tiene significado alguno para una doctrina que niega todas las eslogan Gesetz ist Gesetz (la ley es la ley), que significa que todo
des éticas. No aparece en el vocabulario de un positivista. Para .orden jurídico es derecho, y, como tal, cualquiera que sea su espí-
valoración moral de un régimen político es una cuestión de ac~mn1cto ritu y sus tendencias, debe ser obedecido. Si hay algo de cierto en la
personal, subjetiva, de valores y estándares. . creencia de que el «positivismo» preparó el camino para el régimen
Sería grato para mí que mi amigo y colega reconociera de Hitler, tiene que ser este tipo de «positivismo» -esta escuela de
perfectamente posible, sin ninguna autocontradicción, negar la derecho natural- y no el positivismo verdadero en el sentido de una
jetividad de los valores y de la moral, y al ~ismo tiem~o ser teoría empirista en el campo de la filosofía moral.
persona decente y un compañ.ero de lucha digno de confianza Para evitar confundir a esta escuela de pensamiento con el ver-
tra un régimen de terror, corrupción, e inhumanidad. La dadero positivismo propongo llamarla «cuasipositivismo».
374 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX HANS KELSEN 375

5. TRES DIFERENTES FUNCIONES Y SIGNIFICADOS 6. KELSEN, CUASIPOSITIVISTA


DE LA PALABRA «VALIDEZ»
De lo dicho se desprende que si la palabra inglesa «valid» (váli-
Para preparar el camino de lo que diré más adelante quiero do) (en danés, greldende) es usada para indicar que una regla o un
ñalar que la palabra «validez» es usada en (por lo menos) tres sistema de reglas es una realidad (y no sólo un proyecto o algo
nificados diferentes que cumplen tres funciones distintas. 23 imaginado), la palabra, de acuerdo con principios empíricos, debe
Primero, el término es usado en las corrientes exposiciones ser considerada como que se refiere a hechos sociales observables y
trinarías del derecho vigente para indicar si un acto jurídico, no a otra cosa. Puede ser difícil definir exactamente qué hechos
ejemplo, un contrato, un testamento, o una orden · y qué observaciones son adecuados para verificar la aserción de que
tiene o no los efectos jurídicos deseados. Se dice que el acto es una regla existe, pero en términos generales la existencia (validez)
válido, o nulo, si no los tiene. Esta función es interna, en el de una norma es lo mismo que su eficacia. Afirmar que una regla
de que afirmar que un acto es válido es afirmar algo según un o un sistema de reglas existe es lo mismo que afirmar la ocurrencia
tema de normas dado. El enunciado es un juicio jurídico que de un complejo de hechos sociales, entendiendo «hechos sociales»
reglas jurídicas a determinados hechos. en un sentido amplio que incluye también condiciones psicológicas.
Segundo, el término es usado en la teoría general del npr· ..,.h,,..' Así, el término validez, en esta conexión, nada tiene que ver con
para indicar la existencia de una norma o de un sistema de nn·r....... ningún enunciado normativo de un deber de obediencia al derecho,
La validez de una norma en este sentido significa su existencia en el sentido moral de la palabra. Esta idea, característica del pen-
tiva o realidad, por oposición a una regla meramente imaginada 0 samiento iusnaturalista y cuasipositivista no tiene cabida en una teo-
a un mero proyecto. Esta función es externa, en el sentido de que· ría del derecho basada en principios empiristas.
afirmar que una regla, o un sistema de reglas, existe, es <>T"r......... La validez en sentido normativo no cumple ninguna función en
algo acerca de la regla o del sistema. El enunciado no es un la descripción y explicación de la realidad. Su función consiste en re-
jurídico, sino una aserción fáctica que se refiere a un conjunto de forzar el orden jurídico al proclamar que las obligaciones jurídicas
hechos sociales. de ese orden no son meras obligaciones jurídicas, respaldadas por
Entiendo, sin embargo, que este uso no es corriente en ...!;•--~·.: sanciones, sino también deberes morales. La noción normativa de
En danés, como en alemán, se hace la distinción entre gyldig validez es el instrumento de una ideología sostenedora de la autori-
tig) y gre/dende (geltend). Se dice que un testamento es gyldig dad del Estado. Cuando es usada por un cuasipositivista este sostén
ugyldig -válido o inválido, nulo-, pero hablamos de greldende es incondicional; cuando es usada por un iusnaturalista, está condi-
ret para aludir al derecho con vigencia efectiva, efectivamente exis- cionada por alguna armonía con los estándares presupuestos del de-
tente. Es digno de hacer notar que no existe una palabra para la recho natural.
negación de «greldende» que corresponda a «ugyldig» («inválido))). A este respecto, la teoría pura del derecho de Kelsen es una
Como no pude encontrar un equivalente en inglés para «greldende>>, continuación del pensamiento cuasipositivista. Kelsen jamás ha su-
en las versiones inglesas de mis trabajos he usado la palabra «valid». perado la idea de que un sistema jurídico establecido, como tal po-
(válido) para expresar también esta función. Ahora comprendo que see validez en el sentido normativo de la palabra. Según Kelsen, la
esta traducción puede engendrar confusiones. 24 existencia de una norma es su «validez»; y que una norma posee
Tercero, «validez» en ética y en derecho natural, como hemos validez significa «que los individuos deben comportarse como la nor-
visto, se usa para significar una cualidad apriorística, específicamen-· ma lo estipula».~ Pero la norma en sí misma, de acuerdo con su
te moral, llamada también la «fuerza obligatoria» del derecho, que contenido inmediato, expresa lo que los individuos deben hacer.
da lugar a una obligación moral correspondiente. ¿Qué significa, entonces, decir que los individuos deben hacer lo
376 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX HANS KELSEN 377

que deben hacer? Hemos analizado esta idea más arriba, en el PUn- ciencia del derecho. El «pensamiento jurídico» se refiere, supongo,
to 3. Hemos visto que la idea de un deber de obedecer el derecho a las ideas y creencias comúnmente sustentadas por los juristas. 28 El
(de cumplir con las obligaciones jurídicas) sólo tiene sentido si su- <<pensamiento jurídico», sin embargo, no es una guía digna de con-
ponemos que el deber aludido es un verdadero deber moral que fianza para el análisis lógico. Puede ser, y es muy probable en el
corresponde a la «fuerza obligatoria» inherente al derecho. campo del derecho y la moral, que la manera corriente de «pensar»
A pesar de que esta interpretación no armoniza con el confesa- esté saturada de conceptos ideológicos que reflejan experiencias emo-
do programa empirista de la teoría pura del derecho, ella es inevi- cionales pero que carecen de toda función en la descripción de
table y debemos tomarla como una supervivencia de la filosofía del la realidad, que es la misión de la ciencia jurídica. En tal caso, la
derecho natural de tipo cuasipositivista. tarea del analista es rechazar, no aceptar, la idea de validez. 29
Esta interpretación se confirma por la manera como Kelsen tra-
ta de explicar el significado de la reiterada admonición de compor-
tarse como la norma requiere. El significado, afirma, es que el sig- 7. COMENTARIO SOBRE HART
nificado subjetivo de la norma es también objetivo,Z6 lo que equiva-
le a decir que la norma expresa una verdadera obligación: a los . Como se desprende de las secciones precedentes, mis tesis prin-
individuos no sólo se les «ordena» comportarse de cierta manera, • cipales referentes al significado y función del concepto de «validez»
sino que ellos «realmente», «en verdad», «objetivamente», deben. son las siguientes:
hacer lo requerido por la norma. Pero la idea de una norma verda- 1. Si el término «validez» es tomado en el sentido en que es
dera o de un deber objetivo es exactamente la idea con la cual ope- usado por el derecho natural (incluyendo el cuasipositivismo), es de-
ra la filosofía del derecho natural, una idea que sólo posee signifi. cir, para designar una cualidad moral de un sistema jurídico que
cado si se aceptan los principios morales objetivos, apriorísticos, de otorga fuerza obligatoria a las obligaciones del sistema, el mismo
los cuales se derivan los verdaderos deberes. no tiene sentido en una ciencia del derecho fundada en principios
Que a Kelsen le preocupa el problema tradicional de la cualidad , empiristas.
moral que distingue a un orden jurídico del régimen de un gangster 2. Si la palabra inglesa «valid» (válido) (o sus equivalentes: en
aparece en la manera en que ilustra la idea de validez como dotada danés, gceldende o en alemán, geltend) es usada para designar la
de un significado normativo objetivo. «No todo acto -prosigue- existencia (realidad, ocurrencia) de una norma o de un sistema de
cuyo significado subjetivo es una norma, es objetivamente tal. Por · normas, debe ser entendida como referencia abreviada a un comple-
ejemplo, la orden que da un ladrón de entregar la bolsa no es inter- jo de hechos sociales, a saber, aquellos hechos sociales que en la
pretada como una norma obligatoria o válida.» ciencia del derecho son considerados necesarios y suficientes para
Solamente con esta interpretación resulta posible entender el pe- verificar uña proposición relativa a la existencia de la regla o siste-
culiar punto de vista de Kelsen de que es lógicamente imposible con- ma de reglas. En mi libro On Law and Justice he desarrollado esta
siderar a una regla jurídica particular como válida, y al mismo tiem- idea y tratado de mostrar que la verificación se refiere, en último
po aceptar~ como moralmente obligatoria, una regla moral que pro- análisis, a la conducta futura de los jueces (y otras autoridades que
híbe la conducta requerida por la regla jurídica. 27 Si la validez jurí- aplican el derecho) en ciertas condiciones; y que la proposición «D
dica es entendida como una cualidad moral inherente al sistema es- is va/id Danish /aw» («D es derecho danés vigente») equivale, por
tablecido, esta posición, desconcertante a la luz de los principios esta razón, a la proposición predictiva de que los tribunales, en cier-
empiristas, adquiere fundamento. Hay que hacer notar que el pre- tas circunstancias, basarán su decisión (también) en la directiva D.
supuesto de que la norma fundamental proporciona validez al siste- Tal predicción sólo es posible sobre la base de un complejo conjun-
ma fáctico es atribuido por Kelsen al llamado «pensamiento jurídi- to de hechos sociales (incluyendo hechos psicológicos, conducta y
co». El presupuesto es únicamente revelado -y aceptado- por la actitudes).
378 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX HANS KELSEN 379

En su artículo «Scandinavian Realism», el profesor H. L. A. derado por él con el mismo rótulo. Si Hart hubiera entendido esto,
Hart ha formulado una crítica a mi análisis de «validez». Puede ser no habría hallado fundamento para su crítica de que los enunciados
de interés comprobar hasta qué punto Hart está en desacuerdo con sobre la validez jurídica nada tienen que ver con la predicción de la
mis puntos de vista, tal como los he expuesto aquí. conducta judicial.
Hasta donde yo he podido ver no hay prácticamente desacuerdo Es interesante notar que cuando estos malentendidos son elimi-
alguno. Las objeciones de Hart descansan sobre una mala interpre- nados parece no haber desacuerdos entre nuestros puntos de vista
tación de mis intenciones, en parte causada por el hecho lingüístico acerca de qué es lo que está incluido en la cuestión sobre la existen-
(que he advertido recientemente) de que la palabra inglesa «va/id>> cia de un sistema jurídico. En clara oposición con Kelsen, Hart re-
(válido) difícilmente puede ser usada de la misma manera que 1a chaza la idea de que la existencia de un sistema jurídico es su vali-
palabra danesa «greldende». dez expresada en una norma fundamental que exhorta a los indivi-
El término «valid» es usado por Hart en el primer 30 y tercer 31 duos a obedecer el derecho. Hart dice, con acierto, que es enga:ñoso
sentido mencionados en el punto 5 precedente. El uso de la palabra hablar de una regla que prescribe que otra regla sea obedecidaY Su
en el tercer sentido (como cualidad moral) tiene lugar, sin embargo, propia posición surge con toda la precisión deseable de esta pro-
únicamente en la ~xposición de los puntos de vista del derecho na- · posición.
tural, no en la de los propios. Por tanto, debemos limitarnos al· «La cuestión de si existe una regla de reconocimiento y de cuál
análisis que Hart ofrece del término tal cual se da y funciona en el es su contenido, es decir, cuáles son los criterios de validez en un
pensamiento jurídico corriente. sistema jurídico dado, es considerada a lo largo de este libro como
El concepto de validez analizado por Hart es el concepto tal · una cuestión empírica, aunque compleja.» 35
como funciona cuando se dice que un determinado contrato, testa~ Cualquiera que se halle familiarizado con la terminología espe-
mento, o algún otro acto jurídico es válido o inválido (nulo). Se cial empleada por Hart verá fácilmente que el autor se ocupa aquí
dice que un acto jurídico es válido cuando ha sido realizado de tal de la existencia de la norma suprema o del sistema jurídico como
manera que llena las condiciones -establecidas en una norma jurí~ . un todo. Su punto de vista, de que se trata de una cuestión de he-
dica- necesarias para que el acto tenga los efectos jurídicos que · cho empírica, está en completa armonía con la idea bási~a de On
corresponden a su intención. Law and Justice. Cuando más adelante Hart sostiene que al afirmar
Este concepto de validez es bien conocido por todos los aboga- que un sistema jurídico existe «aludimos, en realidad, en forma com-
dos y lo he analizado en completa armonía con el punto de vista de. primida, a una cantidad de hechos sociales heterogéneos», y que la
Hart. 32 Sin embargo, cuando en On Law and Justice examino con verdad de esta afirmación puede ser establecida «mediante referen-
alguna extensión el significado de la aserción: «D (una determinada cia a la práctica efectiva: a la manera en que los tribunales identifi-
directiva o regla) is va/id Danish law>> no me ocupo de aquel con- can lo que debe ser considerado derecho, y a la aceptación general
cepto, que cumple aquella función. La manera como el problema es
o aquiescencia respecto de estas identificaciones», 36 la similitud en-
planteado y tratado no deja lugar a dudas de que el punto en dis-
tre su posición y la mía resulta todavía más notable.
cusión es el que Hart aborda con el título de la existencia de una
regla jurídica o de un sistema jurídico. 33 Como se:ñalé más arriba,
advierto ahora que la expresión danesa gre/dende ret no debería ha·
NOTAS
ber sido traducida al inglés como «va/id law». Lamento que no haya
habido de parte mía una mejor comprensión de los usos lingüísticos l. El problema se plantea así: ¿cómo podemos conocer lo Divino que es lo
ingleses, pero al mismo tiempo creo que Hart, si hubiera prestado absoluto? ... Hay conocimiento y conocimiento: está el que se basa en los datos sen-
un poco más de atención, habría advertido que el problema tratado soriales y en experiencias físicas, y el que se apoya en un requerimiento inequívoco
por mí con el rótulo de «va/i'dity» es totalmente distinto del de nuestro espíritu, que no puede ser confirmado por ninguna experiencia sensorial,
380 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX HANS KELSEN 381

pero, cabe destacar, tampoco puede ser negado, por la sencilla razón de que Pert _ 12. Que la función del derecho natural es la de otorgar validez moral al dere-
nece a un orden de verdades que trasciende los fenómenos del mundo. Giorgio de 1 chO positivo ap.arece claramente en Johannes Messner, Das Naturrecht, 19604,
Vecchio, «Divine Justice and Human Justice», The Jurídica/ Review (The Law Jo e PP· 355-356: «Die Idee der Delegation war immer eine Grundidee der traditionellen
na/ of the Scottish Universities), 148 (1956). ur- Naturrechtslehre: Alles menschliche Recht beruht in semer bindenden Kraft auf dem
2. Véase G. Radbruch, Gesetz/iches Unrecht und übergesetz/iches Recht sittlichen Naturgesetz un dieses auf dem ewigen Gesetz ... Als erste folgerung ergibt
Rechtsp~ilo~ophie, 19504, pp. 347 y ss. (hay trad. cast. de María Isabel Azz~r= sich daraus, dass das, positive Recht durch das Naturrecht seine sittliche Sanktionie·
to, Arb1tranedad legal y derecho supra/egal, Abeledo Perrot, Buenos Aires, 1962). rung empfiingt: Die Gehorsamspflicht gegenüber dem positiven Recht wird mit der
Lon L. Fuller, Positivism and fide/ity to law, 71, Harv. L. R. (1958), pp. 63o' oewissenssanktion ausgestattet ... Als zweite Folgerung ergibt sich aus dem in Frage
657 y SS. ' stehenden Delegierungszusammenhang der W egfall der Gewissenssanktion für das
3. Véase, por ejemplo, Alfred Verdross, Abendliindische Rechtsphilosophie, positive Recht, soweit es sich im Widerspruch zur sittlichen die Gehorsamspflicht
1958, p. 248. gegenüber der Letzteren in Kraft un dann gilt: "Man muss Gott mehr gehorchen als
4. H. L. A. Hart, The Concept oj Law, 1961, p. 181 (hay trad. cast. de Ge. den Menschen" (Aposte/geschichte, 5, 29)».
naro R. Carrió, El concepto de derecho, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1963) con- 13. Cf. Alf Ross, On Law and Justice (1958), pp. 31-32 (hay trad. cast. de
sidera que «positivismo jurídico» significa «la afirmación de que no es en ningún Genaro R. Carrió: Sobre el derecho y la justicia, Eudeba, Buenos Aires, 1963).
sentido una verdad necesaria que las normas jurídicas reproducen o satisfacen cier~ 14. Lon L. Fuller reclama «una definición del derecho que dé sentido a la
tas exigencias de la moral, aunque de hecho frecuentemente lo hacen». Esto, creo se obligación de fidelidad al derecho», op. cit. (véase la n. 2), p. 635. La réplica posi-
acerca bastante a mi segunda tesis. ' tivista es que es preferible definir el derecho en términos no morales y entender que
5. Fred Castberg, Prob/ems of Legal Phi/osophy, 1957 3 • 1a idea moral de fidelidad al derecho no es absoluta sino que depende de la cualidad
6. Cf. !bid. op. cit., pp. 198 y SS. moral del derecho positivo.
7. «Si dejamos a un lado las específicas teorías del derecho vinculadas a la 15. Op. cit., 1958, p. 254.
filosofía positivista, creo que podemos decir que el tono dominante del positivismo 16. Op. cit., p. 252. Verdross cita en su apoyo la opinión de Pío Xll.
está dado por el temor hacia una interpretación finalista (purposive) del derecho y 17. También Johannes Messner, autor católico de la exposición más moderna
de las instituciones jurídicas, o, por lo menos, por el temor de que tal interpretación y amplia de la filosofía del derecho natural, reconoce la independencia del derecho
sea llevada demasiado lejos», Lon L. Fuller, op. cit. (véase n. 2), p. 669. positivo como objeto de una ciencia del derecho fundada en principios de conoci-
8. Cf. Alf Ross, A Text-book oj International Law, 1947, p. 95; Roberto Ago miento puramente empiristas. La ciencia del derecho, según Messner, pertenece a las
en American Journal of International Law, 1957, p. 728. ' ciencias empíricas, cuyo objeto es la realidad que se da en la experiencia externa. El
9. «En el aspecto afirmativo, yo advierto un propósito central común a todas objeto de la '-ciencia del derecho es la determinación de las reglas que de hecho rigen
las escuelas de derecho natural -propósito que comparto-, a saber, el de descubrir las relaciones de los hombres entre sí. Op. cit. (véase n. 12), p. 370.
aquellos principios del orden social que permitirán a los hombres alcanzar una satis- 18. Op. cit. (véase n. 3), pp. 251-252.
factoria vida en común. Es la aceptación de la posibilidad de descubrimiento en el 19. Op. cit., pp. 246, 252, 254.
dominio moral lo que me parece que distingue a todas las teorías del derecho natural 20. De la proposición metaética de que los juicios morales no son ni verdade-
de los puntos de vista opuestos», Lon L. Fuller, «A rejoinder to Professor ros ni falsos no puede deducirse ningún juicio moral o principio moral. Cf. Alf
Natural.Law Forum, 3 (1958), p. 84. Ross, Why Democracy, 1952, p. 94.
10. «Hay certidumbres (por ejemplo, la de nuestra libre voluntad y nuestra 21. Cf. Kritik der sogenannten praktischen Erkenntnis, 1933, cap. XII (Der
imputabilidad) que ningún instrumento mecánico ha demostrado jamás, ni podrfa historische Konservatismus a/s Austaüjer des Kantianismus). On Law and Justice,
hacerlo, pero que se imponen de una manera absoluta a nuestra conciencia, de tal pp. 249 y SS.
modo que no podemos apartarlas. Lo mismo puede decirse de la titulada "voz del 22. Cf. Kritik ... , pp. 409 y ss.; On Law and Justice, pp. 251 y ss.
deber", que Rousseau llama, acertadamente, la "voz celestial". 23. Cf. Alfred Verdross, op. cit. (véase n. 3), p. 246.
»En tales certidumbres del orden metafísico hay -admitámoslo- algo misterio- 24. He advertido esto a raíz de la critica de Hart. Véase injra, sección 7.
so. ¿No ha dicho un gran filósofo que la libertad es un misterio? Pero ese, precisa· 25. Hans Kelsen, What is Justice?, 1957, p. 214; General Theory oj Law and
mente, es nuestro sino: pertenecer por una parte al mundo físico, y estar a la vez en State, 1946, pp. 115-116, 369, 395-396 (hay trad. cast. de Eduardo García Maynes:
contacto con 'el mundo de los valores absolutos al que nos conduce un irrefrena· Teoría general del derecho y del Estado, México, 1950).
ble deseo alojado en nuestros espíritus», Giorgio del Vecchio, op. cit. (véase n. 1), 26. What is Justice?, p. 257.
pp. 148-149. 27. General Theory oj Law and State, pp. 373-375, 408-410.
11. El problema de la posibilidad de un conocimiento moral es el tema de mi 28. General Theory, p. 116; What is Justice?, pp. 221, 224.
libro Kritik der sogennantem praktischen Erkenntnis (Crítica del llamado conocimien· 29. He hecho a Kelsen una crítica similar en mi nota bibliográfica a What is
to práctico), 1933. Véase también mi artículo «On the Logical Nature of Proposi· Justice?, California Law Review, 45 (1957), pp. 564-570. Por su parte, Kelsen ha llevado
tions of Value», Theoria, XI (1945), pp. 172-210. a cabo un penetrante análisis y crítica de mis puntos de vista en su artículo «Bine
382 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX HANS KELSEN 383

'realistische' und die reine Rechtslehre», Oesterreichische Zeitschrift für offentfiches


Recht (1959), pp. 1 y ss. (hay trad. cast. de Eduardo A. Vásquez en el volumen de B· L. A. HART*
Hans Kelsen, Contribuciones a la teoría pura del derecho, Centro Editor de América
Latina, Buenos Aires, 1969). [Texto incluido en este volumen, pp. 421-455. (N. de
los eds.)] LA TEORÍA DE KELSEN SOBRE LA UNIDAD DEL DERECHO
30. H. L. A. Hart, The Concept of Law (1961), pp. 22, 28-31, 68, 70-71
100 y SS.
31. Op. cit., pp. 152, 182, 195 y ss.
INTRODUCCIÓN
32. On Law and Justice, p. 254, cf. pp. 32 y 79.
33. Op. cit., pp. 106, 109, 117, 245.
34. Op. cit., p. 246. En este trabajo me propongo examinar una de las doctrinas más
35. Op. cit., p. 245. sorprendentes que Kelsen haya expuesto en su Teoría general del
36. Op. cit., pp. 105, 109. derecho y del Estado y en su más reciente Teorfa pura del derecho. 1
Su argumento principal en sentido positivo es que todas las nor-
mas válidas forman, necesariamente, un sistema único; 2 su princi-
pal argumento en sentido negativo es que las normas válidas no
pueden estar en conflicto. 3 Esta es la versión fuerte de la doctrina
de Kelsen sobre la unidad del derecho; sin embargo, existen también
argumentos que nos permiten encontrar en las obras de Kelsen una
versión débil de la doctrina, a saber: que, aunque no es necesaria-
mente verdadero que todas las normas válidas formen un sistema
único y que no se encuentren en conflicto, el caso es que las normas
forman, efectivamente, un sistema único y no están en conflicto.
Para Kelsen, esta doctrina de la unidad del derecho conduce a cier-
tas conclusiones sobre las relaciones posibles o efectivas entre el de-
recho internaci<>nal y todos los sistemas de derecho nacional. 4
De acuerdo con la versión fuerte de la teoría, el derecho inter-
nacional y los derechos nacionales constituyen necesariamente un
sistema único 5 y no puede haber conflicto entre sus normas. 6 Según
la versión débil precisamente se da el caso de que dichas normas
forman un sistema único y, que de hecho, no existen conflictos en-
tre ellas. 7

H. L. A. Hart, «Kelsen's Doctrine of the Unity of Law» [1968], en Essays in


Jurisprudence and Philosophy, Oxford University Press, Oxford, 1983, pp. 309-342.
Traducción castellana de Rolando Tamayo y Salmorán, en el Boletín Mexicano de
Derecho Comparado, 21 (1974), pp. 105-140. (Este artículo apareció por vez primera
en Ethics and Social Justice, V. 4 of Contemporary philosophic thought, State Uni-
versity of New York Press, Nueva York, 1970.) Traducido con permiso de Oxford
University Press.
* Profesor de teoría del derecho (jurisprudence) en la Universidad de Oxford,
Inglaterra. (N. del t.)
384 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX HANS KELSEN 385

Kelsen sostiene un punto de vista similar, aunque no idéntico enseñanzas que nos ayuden a construir un análisis más satisfactorio
en lo que se refiere a las relaciones entre el derecho y la moral. Sirt · de la noción de «sistema jurídico» y de la naturaleza de los criterios
embargo, no afirma que las normas jurídicas válidas y las -·-•••U<1X para determinar la pertenencia y los principios de individuación de
morales formen, necesariamente, o de hecho, un sistema único. los sistemas jurídicos.
el contrario, Kelsen sostiene que, desde un punto de vista, ... v•~·~­ En este trabajo no voy a discutir la teoría de Kelsen referente a
sólo normas jurídicas y, desde otro punto de vista, existen la posibilidad de la existencia simultánea de normas jurídicas váli-
mente normas morales. Estos dos puntos de vista son rec:tpi~oc:amen~ das y de normas morales válidas y de sus posibles conflictos. Omi-
te excluyentes y, además, exhaustivos; por tanto, no existe un tiré este tema no sólo porque ya lo he tratado, en algunos de sus
punto de vista de conformidad con el cual puedan existir, a la aspectos, en otro lugar/ sino, también, porque, aunque Kelsen re-
normas jurídicas válidas y normas morales válidas. 8 pite esta doctrina en su último libro, no repite, para ello, los ante-
Creo que la doctrina de Kelsen sobre la unidad del derecho riores argumentos ni tampoco aduce otros nuevos.
'
como sus conclusiones, en lo que concierne a las relaciones ... ~"'".~~~""
o efectivas entre el derecho internacional y el derecho nacional,
e intento demostrarlo, erróneas. No obstante, considero, por l. LA UNIDAD DEL DERECHO INTERNACIONAL
rosas y diferentes razones, que hay mucho que aprender del ""''u..,., Y DEL DERECHO NACIONAL
de esta teoría. En efecto, pienso que el esfuerzo que supone la
tica de estas difíciles tesis se encuentra recompensado en tanto A. Las teorías monista y p/uralista
permite clarificar, al menos, dos cosas. Primeramente, nos
que existe una gran cantidad de cuestiones aún no terminadas y Kelsen llama a su propia teoría de la unidad del derecho inter-
abordar por la teoría jurídica. Dentro de estas no terminadas cues~ nacional y del derecho nacional una teoría «monista», y la contra-
tiones se incluyen: una mayor clarificación del sentido de la pone al punto de vista tradicional que sostiene la existencia de sis-
ción común de que el derecho pertenece o forma un sistema de nor-. temas independientes, teoría que denomina «pluralista». 10 Existe, sin
mas, una descripción de los criterios para determinar el sistema al embargo, una complicación en la doctrina de Kelsen, complicación
las normas o ciertas normas dadas pertenecen, así como ctet:errninar que consiste en la existencia de dos formas posibles de la teoría·
qué es lo que nos permite distinguir (individuate) un sistema de monista: 11 «dos diferentes caminos para reducir a unidad, como par-
En segundo lugar, el examen de ciertos rasgos de la teoría de tes de un solo sistema, todos los fenómenos jurídicos». 12 De forma
nos conduce a las fronteras de la lógica de las normas y de sus · que, de acuerdo con Kelsen, es posible estructurar o arreglar los
ladones y quizás apunta -más allá de esas fronteras- a la .......\;;;ll"<'·.n• •.:.¡ componentes de un sistema único que comprenda al derecho inter-
dad de algo más amplio que la actual forma familiar de la nacional y a todos los sistemas de derecho nacional, mediante cual-
deóntica. quiera de estos dos caminos.
Voy a abordar las cuestiones principales que acabo de mencio- Uno de estos caminos («primado del derecho internacional»)
nar en el siguiente orden: en la sección primera voy a considerar la considera al derecho internacional -o, más exactamente, a la nor-
t.eoría de Kelsen de la unidad del derecho internacional y del dere- ma fundamental del derecho internacional- como el fundamento
cho nacional; primeramente, la versión débil de la teoría; después, (foundation) de un único sistema unitario y a todo el resto, inclu-
la versión fuerte. En la sección segunda abordaré la teoría de la yendo todos los sistemas de derecho nacional, como partes subordi-
ausencia de conflictos (the «no conflict» theory) entre el derecho nadas del sistema, el cual deriva su validez, en última instancia, de
internacional y el derecho nacional: primeramente, la versión fuerte este fundamento. El otro camino («primado del derecho nacional»)
de la teoría; después, la versión débil. En la sección tercera intenta- considera a un sistema jurídico nacional (a cualquiera de ellos) -o,
ré obtener de las críticas hechas a las teorías de Kelsen, algunas . más exactamente, a su norma fundamental- como el fundamento
25,- CASANOVAS
386 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX HANS KELSEN 387

de un único sistema unitario, y a todo lo demás, incluyendo al de. cho en Kelsem>) con la descripción verdadera de mi conducta («Hart
recho internacional y a los demás sistemas jurídicos nacionales, como escribió un trabajo sobre la doctrina de la unidad del derecho en
partes subordinadas de un mismo sistema, el cual deriva su validez Kelsen»).
de su propio fundamento. Sin duda, la comparación demostrará que existe una correspon-
La opción entre estos dos alternativos puntos de vista (el de la dencia entre el contenido de la orden y la descripción de mi conduc-
primacía del derecho internacional o el de la primacía del derecho ta: puesto que la descripción de la acción contenida en la orden es
nacional) es, de acuerdo con Kelsen, una cuestión de ideología polí- aplicable a mi conducta posterior. Pero, aunque sería necesario para
tica y no de derecho y está guiada por consideraciones éticas y po- saber si efectivamente escribí ese trabajo en obediencia a dicha or-
líticas.13 Sin embargo, el contenido del derecho internacional y del den, demostrar la correspondencia entre el contenido de la orden y
derecho nacional no se ve afectado, en absoluto, por esta opción: la descripción de mi conducta, claramente se observa, sin embargo,
los derechos y obligaciones de los estados y de los individuos son los que esto no sería suficiente. En efecto, sería necesario, también,
mismos cualquiera que sea el camino que se adopte. 14 No voy a establecer ciertos hechos que no tienen nada que ver con el conteni-
cuestionar en este trabajo esta específica complicación de la teoría do de la orden, sino con las circunstancias que rodean la emisión
de Kelsen -aunque pienso que es altamente cuestionable-, puesto y la recepción de la orden; circunstancias que comprenden conside-
que, de hecho, no es un problema relevante para la doctrina monis- raciones y cuestiones del orden siguiente: ¿recibió Hart la misiva
ta de la necesaria unidad de todas las normas; los argumentos de del rector? ¿Reconoció Hart que era una orden? ¿Escribió Hart el
esta teoría monista de las relaciones entre el derecho internacional y trabajo para conformarse a esta orden? ¿Algún otro dio la orden?
el derecho nacional no se ven afectados por el hecho de que exista Si esto es así, ¿cuál de las órdenes trató Hart de obedecer? Una
una opción que pueda acordarle primacía al derecho internacional teoría pura de los imperativos que ignore los hechos y circunstan-
o al sistema del derecho nacional. cias que rodean la emisión y recepción de las órdenes y se restrinja
Kelsen afirma que un análisis de los sistemas efectivos del dere- a la caracterización de las relaciones entre el contenido de las órde-
cho internacional y del derecho nacional nos permite observar que nes y la descripción de las acciones, sería necesariamente insuficien-
ellos forman un sistema único. Sin embargo, esta afirmación des- te para resolver la cuestión de si una persona ha obedecido una
cansa en una especial interpretación de los fenómenos jurídicos, la orden particular. Sin embargo, puesto que la relación de correspon-
cual me parece, por las razones que expondré a continuación, com- dencia entre el contenido de la orden y la acción descrita es una
pletamente errónea. condición necesaria de obediencia, la teoría puede ser suficiente para
Antes de examinar esta interpretación voy a caracterizar, en tér- identificar los casos en que las órdenes no han sido obedecidas, pero
minos generales, con la ayuda de un simple ejemplo, el tipo de error es importante recordar que «no obedecido» no es lo mismo que
que, desde mi punto de vista, afecta a la interpretación de Kelsen. «desobedecido».
El ejemplo es el siguiente: supongamos que el problema que se pre- Voy a tratar de demostrar que de cierta manera, aunque no pre-
senta es si yo, Hart, escribí este trabajo en obediencia a la orden de cisamente la misma, la teoría pura del derecho adolece de los mis-
alguien que señalaba que lo debía escribir. Presumamos que existen mos defectos que mi imaginaria teoría pura de imperativos. Se con-
ciertas pruebas que señalan que, justo antes de que me pusiera a centra exclusivamente en el contenido de las normas (en lo que las
escribir este trabajo, el rector de la Universidad de Oxford me en- normas dicen) y presta muy poca atención a las circunstancias que
vió un documento conteniendo la orden dirigida a mí de escribir un se refieren a la producción u origen de las normas y si dichas nor-
trabajo sobre la teoría de la unidad del derecho en Kelsen. Está mas son reconocidas como obligatorias y por quiénes.
claro que determinar si escribí ese trabajo en obediencia a una or- Cuando estamos en presencia de normas que explícita o implíci-
den no podría ser resuelto comparando el contenido de la orden tamente se refieren a otras normas o a su existencia o validez, de
(«Hart, escriba un trabajo sobre la doctrina de la unidad del dere- · esta sola relación no podemos determinar si tales normas pertenecen
388 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX
HANS KELSEN 389
al mismo o a diferentes sistemas jurídicos. Esto depende de hechos por debajo de los individuos que la componen, resulta manifies-
que se refieren a la creación y al reconocimiento de las normas. La to que las normas que pretenden aplicarse directamente a los esta-
teoría pura del derecho es demasiado pura para tratar tales hechos,
dos, de hecho se aplican a los individuos, aunque, ciertamente, la
y al tratar como condiciones suficientes de las normas que pertene-
forma de su aplicación es indirecta. Por tanto, la descripción de las
cen a un mismo sistema, lo que, cuando más, son condiciones nece-
normas del derecho internacional como «que se aplican a los esta-
sarias, la teoría pura, llega, como intento demostrar, a conclusiones
dos» no debería ser concebida como contrastando con «que se apli-
falsas como la de la unidad del derecho internacional o del derecho
' .
nacional. Con esta caracterización general del tipo de error que,
can a los individuos»: debería ser contrastada con «que se aplican
directamente a los individuos», esto es, sin la ayuda o sin la com-
creo, es inherente a la obsesión de contenido propio de la teoría
plementación; de otras normas que determinan a los individuos a
pura del derecho, permítanme ahora examinar la interpretación kel-
seniana de los fenómenos jurídicos. los cuales las primeras normas son aplicables. 16 Las normas del de-
recho internacional cuando pretenden aplicarse a los estados son,
de acuerdo con Kelsen, incompletas: sólo especifican qué es lo que
B. La relación de complementación normativa debe o no debe hacerse, pero dejan o, como Kelsen dice, delegan a
las normas del derecho nacional la determinación de los individuos
Kelsen ataca con cierta rudeza una burda y equívoca dicotomía que deben o no deben hacer dichas cosas. 17 Estas últimas normas,
entre derecho internacional y derecho nacional. El derecho interna- las que determinan a los individuos, completan las normas del dere-
cional, se dice frecuentemente, impone obligaciones Yconfiere dere- cho internacional.
chos a los estados, mientras que el derecho nacional impone obliga- Kelsen ilustra la complementación del derecho internacional por
ciones y confiere derechos a los individuos. Esta distinción es fre- .· parte de las normas del derecho nacional mediante un sencillo ejem-
cuentemente usada para sostener la teoría pluralista. En efecto, se plo, que es el siguiente:
dice que el derecho internacional y el derecho nacional son sistemas
jurídicos independientes puesto que regulan diferentes objetos: el Existe una venerable norma del derecho internacional común que
derecho internacional regula la conducta de los estados y el derecho señala que la guerra no puede ser iniciada sin una declaración previa
y formal de guerra. La tercera Cónvención de La Haya de 1907 co-
nacional regula la conducta de los individuos.
difica esta regla y estipula (artículo 1) que las hostilidades: no pue-
Este argumento a favor del pluralismo es criticado por Kelsen
den comenzar sin un previo e inequívoco acto de guerra que tome la
en dos sentidos.'~ Primeramente señala que existen normas de dere- forma de una declaración de guerra dando sus razones o bien de un
cho internacional, sin duda, excepcionales, que se aplican directa- ultimátum con una declaración condicional de guerra. Esta norma
mente a los individuos en el mismo sentido que las normas del de- establece únicamente que la declaración de guerra tiene que ser emi-
recho nacional. Ejemplo de ello son las normas contra la piratería tida, pero no establece quién -es decir, no establece qué individuo
y las normas del derecho internacional que hacen punibles los ac~os u órgano del Estado- tenga que hacer tal declaración. La mayoría
ilegítimos de estado de guerra, verbigracia, los actos de agresión de las constituciones facultan al jefe del Estado a declarar la guerra.
por parte de individuos que no pertenecen a las fuerzas arm~das de La Constitución de los Estados Unidos (artículo 1, sección 8) dice
un país. Pero, completamente aparte de estos casos excepci~nales que el Congreso tiene la facultad de declarar la guerra. Mediante
Kelsen sostiene, además, que si entendemos la estructura lógica de. esta determinación del elemento personal, la Constitución estado-
expresiones tales como «Estado.», ~~mo u~a téc_n~ca o método. para unidense completa la norma mencionada del derecho internacional.
referirse indirectamente a los mdividuos Identificados por ciertas . La característica del derecho internacional que «sólo obliga a los es-
tados» consiste meramente en el hecho de que sus normas determi-
normas jurídicas y dejamos a un lado la errónea concepció_n del
nan generalmente, únicamente el elemento material, dejando la de-
Estado entendido como una entidad que se encuentra por encima Y. terminación del elemento personal al derecho nacional. 18
LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX
HANS KELSEN 391
390
La relación entre el orden jurídico total que constituye el Esta-
Permítasenos llamar a la relación entre un conjunto de norma
do, .el ~l~mado derecho estatal u orden jurídico nacional, y la perso-
de las cuales una delega en otras la determinación de los individuo: na JUndica que constituye una corporación, es una relación entre
a los cuales la primera se aplica la «relación de complementación»· dos órdenes jurídicos, uno total y otro parcial, entre el derecho del
asimismo permítasenos llamar al conjunto de las normas, que asís; Estado Y los estatutos de una sociedad. Para ser más específico este
encuentran relacionadas, «Un conjunto que se complementa». La es un caso de delegación. 20
insistencia de Kelsen de que muchas normas del derecho internado~
nal y del derecho nacional se encuentran formando una relación de Al considerar este interesante paralelismo entre las relaciones de
complementación es, en muchos aspectos, luminosa. No criticaré el una ley del derecho nacional y los estatutos de una sociedad, por un
uso que de esta idea hace Kelsen al atacar la buraa y confusa teoría lado, Y el derecho internacional y el derecho nacional, por el otro,
según la cual el derecho internacional y el derecho nacional son sis~ es importante no perder de vista el hecho de que cuando una norma
temas jurídicos diferentes o independientes, porque el primero se del derecho nacional, por ejemplo, una ley inglesa, impone obliga-
aplica a los estados y el segundo a los individuos. Sin embargo, es ciones a una sociedad creada de conformidad con el derecho inglés,
muy importante apreciar que el hecho de que se presente una rela~ las normas o estatutos de la sociedad, las cuales determinan los in-
ción de complementación entre ciertas normas no es por sí mismo d~viduos ~ue com? ó~~anos ~ miembros de la sociedad tienen que
suficiente para mostrar que dichas normas, las cuales constituyen la eJecutar d1cha obhgac10n, denvan su validez de otras leyes inglesas.
relación de complementación, pertenezcan a uno y mismo sistema: Estas últimas determinan la manera cómo deben crearse los estatu-
puesto que salvo que sea independientemente demostrado que la es~ tos de las sociedades, y señalan los límites de su contenido o como
pecífica idea de la existencia de diferentes sistemas de normas es Kelsen dice, los estatutos que constituyen la sociedad son ~reados
ilusoria y que, por tanto, existe sólo un sistema de normas, parece por un acto jurídico determinado por el orden jurídico nacional.
muy claro que las relaciones de complementación pueden presentar- De ahí que la ley que impone obligaciones a. la sociedad, así como
se entre las normas de un mismo sistema como entre diferentes las leyes anteriores bajo las cuales fueron hechos los estatutos de la
sistemas. sociedad, pertenecen al mismo sistema jurídico, con independencia
Es necesario enfatizar este hecho puesto que puede ser oscurecido del problema de las relaciones de complementación que existen en-
por la frecuente insistencia de Kelsen (y, repito, muchas veces lumino-
tre la ley que impone obligaciones a la sociedad y sus estatutos.
sa) en la similitud que existe entre las relaciones que se presentan en-
Esas le~es Y esos estatutos pertenecen al mismo sistema jurídico por-
tre las normas del derecho internacional y las normas del derecho
~ue s~~1sfacen los criterios reconocidos por los tribunales ingleses al
nacional, por un lado; y entre una ley del derecho nacional y los
identificar las normas que ellos tienen que aplicar.
reglamentos o estatutos de una sociedad, por el otro. 19 Esta similitud,
.Por supuest~, una ley inglesa podría imponer obligaciones a una
oscurecida por la terminología personificante o materializante de «Es-
s~~1edad ext~~nJera, por ejemplo, a una sociedad sueca. Aquí tam-
tado» y «sociedad» (corporation), reside en los siguientes hechos.
?Ien la relac10n de complementación podría presentarse entre la ley
Cuando una norma del derecho internacional pretende imponer, di-
mglesa Y los estatutos de la sociedad sueca, en tanto que esta última
rectamente, algún deber a un Estado, de hecho impone, indirectamen-
determinaría los individuos que, como órganos o miembros de la
te, estos deberes a los individuos que determina el sistema nacional
estatal; y los actos y obligaciones de esos individuos son imputados al sociedad, tendrían que ejecutar dichas obligaciones. Sin embargo,
Estado. Similarmente, cuando una ley del sistema jurídico nacional los estatutos de la sociedad sueca, estatutos que de esta manera com-
impone un deber a una sociedad, de hecho impone, indirectamente, plementarían la ley inglesa, derivan su validez de una ley del Parla-
ese deber a los individuos (órganos o miembros de la sociedad) los mento sueco que determina el procedimiento mediante el cual son
cuales son determinados por los estatutos de la sociedad. Ambos ca- creados los estatutos de las sociedades suecas. Esta ley sueca existe
sos ejemplifican una relación de complementación. no como parte del derecho inglés, sino como parte del derecho sue-
392 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX HANS KELSEN 393

co y esto es así desde antes de la promulgación de la ley inglesa que Una norma del derecho internacional general autoriza a un indi-
impone obligaciones a las sociedades suecas. En cambio, en el caso viduo o grupo de individuos, sobre la base de una Constitución efec-
en que la ley inglesa impone obligaciones a la sociedad inglesa, los tiva, a crear y aplicar, como gobierno legítimo, un orden normativo
estatutos de esta última son parte del derecho inglés. coactivo. De esta forma, dicha norma legitima este orden coactivo,
para el territorio en el cual es efectivo, como un orden jurídico váli-
Es quizá valioso observar que la relación de complementación
do y la comunidad constituida por dicho orden coactivo como Esta-
entre normas de un mismo sistema o diferentes sistemas no se limi~ do en el sentido del derecho internacional. 23
ta sólo a los casos en que hablamos de entidades jurídicas abstrae~
tas, tales como Estado o sociedad (corporation). Así, una ley ingle- Puesto que, de esta manera, el principio de eficacia legitima u
sa podría conferir ciertos derechos, por ejemplo, el derecho de voto, otorga validez a los diversos órdenes coactivos que son efectivos en
a ciertos individuos, los cuales serían determinados como aquella~ diferentes territorios, entonces, el derecho internacional, al cual per-
personas obligadas a pagar ciertas contribuciones o derechos, de tenece el principio de efectividad, forma, en compañía de los diver-
conformidad con otras leyes inglesas. O bien podría exceptuarse del sos sistemas de derecho nacional que legitima u otorga validez, un
pago de impuestos a ciertos extranjeros, si éstos se encuentran obli- sistema único. Esto es, forma con ellos, como dice Kelsen, «un todo
gados, bajo el derecho de su país, a pagar impuestos similares. En
inseparable» .24
el primer caso, la relación de complementación se presentaría entre Al considerar este argumento es muy importante entender, con
normas del mismo sistema; en el segundo caso, se presentaría en- toda precisión, lo que desde el punto de vista de Kelsen constituye
tre normas de diferentes sistemas.
la relación entre el principio de eficacia y los diversos sistemas jurí-
dicos nacionales, a los cuales, se dice, legitima o cuya validez, se
dice, determina. El principio de eficacia establece que otras normas
C. La relación de validez
de una cierta descripción (normas coactivas que son efectivas en
ciertos territorios) son válidas: y es el caso que existen ciertas nor-
Pienso que no obstante cierta ambigüedad en ellenguaje, 21 Kel-
mas (los sistemas jurídicos nacionales efectivos) que satisfacen esta
sen no concibe la relación de complementación entre normas como
descripción. Permítasenos llamar a esta relación «la relación de va-
en sí misma, suficiente para demostrar que dichas normas pertene-
lidez». Ahora bien, pretendo demostrar que lo que se ha dicho an-
cen al mismo sistema. Kelsen escribe:
teriormente sobre la relación de complementación se aplica también
Puesto que el orden jurídico internacional no sólo requiere de
a la relación de validez. En efecto, no es suficiente mostrar, para
los órdenes jurídicos nacionales como una necesaria complementa~ establecer que dos normas forman parte de un mismo sistema, que
ción, sino que, además, determina sus esferas de validez en todos sus una de ellas señale que las normas de una cierta descripción satisfe-
ámbitos, entonces el derecho internacional y el derecho nacional for- chas por la otra, son válidas. Intento también demostrar que cuan-
man un todo inseparable. 22 do tal relación se presenta entre dos normas, es altamente equívoco
describir este hecho simplemente señalando, sin remarcar una muy
Mediante las palabras que he citado, Kelsen introduce el argu- importante especificación, que una norma «determina» o «es la ra-
mento fundamental de la teoría monista y, creo también, su error zón» de la validez de otra.
principal. El argumento, reducido a su aspecto esencial, es el siguien- El argumento de Kelsen se basa en sostener el hecho de que la
te: el derecho internacional contiene, entre sus normas, una que Kel- relación de validez se presenta entre el principio de efectividad, con-
sen denomina «el principio de eficacia», el cual determina o es la siderado como una norma del derecho internacional, y las normas
razón de la validez del orden jurídico nacional y de sus esferas terri- de los sistemas jurídicos nacionales. Lo inadecuado del argumento,
torial y temporal de validez. El principio de eficacia es expuesto por así como el carácter de la importante especificación que acabo de
Kelsen, en su última formulación, como sigue: mencionar, pueden ser apreciados en el siguiente hipotético y desea-
394 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX HANS KELSEN 395

bellado ejemplo. Supongamos que el Parlamento británico (o comportamiento a los cuales las autoridades soviéticas hubieran
0
tis mutandis el Congreso de los Estados Unidos) vota una ley (la ley plicado el derecho soviético. La ley sobre la validez de las normas
sobre la validez de las normas soviéticas) la cual pretende dar ~el derecho soviético haría al derecho soviético parte del derecho
dez al derecho de la Unión Soviética estableciendo que las ......1,.--~
inglés para estos efectos. Sin embargo, los dos siguientes pares de
que sean normalmente efectivas en el territorio soviético, .·. ·~-..v 10111 • preguntas:
do aquellas que se refieren a la competencia legislativa y j
serán válidas. La promulgación de esta ley por parte del Al. ¿El derecho inglés y el derecho soviético forman parte de un
to británico (o, en su caso, por parte del Congreso de los ~"'«'-tus. mismo sistema de derecho?
Unidos) no sería razón para decir que el derecho inglés (o el de A2. ¿El derecho soviético deriva su validez del derecho inglés?
Estados Unidos) forman con el derecho soviético un solo orden · Bl. ¿El derecho inglés trata al derecho soviético como formando
rídico, es decir, usando, sans phrase, cualesquiera de las PY1n,.... ~;:..; parte, con él, de un único sistema jurídico?
nes de Kelsen, que el derecho soviético deriva su validez del
B2. ¿El derecho soviético es válido de conformidad con el derecho
soviético. inglés?
La razón para rechazar tales proposiciones es, con
clara y contundente: y es que los tribunales y los otros órganos apli~ son de un tipo diferente.
cadores del derecho en el territorio soviético, no reconocen, salvo Las preguntas del primer par no se refieren meramente al con-
en ciertas circunstancias especiales 25 los actos del Parlamento tenido de las normas, y no tienen por tanto que ser resueltas consi-
tánico (o del Congreso de los Estados Unidos) como criterios para derando lo que las normas dicen. Las preguntas del segundo par se
identificar las leyes que ellos tienen que aplicar; y, por tanto, ell~s refieren al contenido de las normas y tienen que ser resueltas en ese
no reconocen a la ley sobre la validez del derecho soviético -aun~· sentido.
que norma inglesa (o norteamericana) válida-, como que r1,.1.,.,.,.,; Existe el mismo tipo de diferencia entre los siguientes pares de
ne o afecte, de alguna manera, la validez del derecho soviético . preguntas:
tro del territorio soviético. Sin duda es verdad que la relación de
validez se presenta entre dicha ley (la ley votada por el Parlamento Cl. ¿El derecho internacional y el derecho nacional forman un sis-
británico o por el Congreso de los Estados Unidos) y las normas tema único?
creadas por la legislatura soviética, las cuales los tribunales · C2. ¿El derecho nacional deriva su validez del derecho internacional?
cos efectivamente reconocen. Pero la división de normas en distin- DI. ¿El derecho internacional trata (mediante su principio de efica-
tos sistemas jurídicos corta de través la relación de validez, en tanto cia) al derecho nacional como formando parte, con él, de un
que dicha relación, al igual que la relación de complementación que único sistema jurídico?
hemos examinado, puede presentarse entre normas de diferentes sis- D2. ¿El derecho nacional es válido de acuerdo con el derecho inter-
temas como entre normas del mismo sistema. nacional (a través de su principio de eficacia)?
La importante especificación que debería ser hecha al inferir
cualquier conclusión de la existencia de las relaciones de validez en- La teoría pura oscurece la distinción entre estos diferentísimos
tre normas, es quizás obvia. Al establecer la ley sobre la validez del tipos de problemas. Esto se debe a que la teoría pura concentra
derecho soviético sería correcto decir que para los efectos del dere- mucha atención en lo que las normas que otorgan validez dicen so-
cho inglés, o de conformidad al derecho inglés, las normas soviéti- · bre otras normas, y presta muy poca atención a los problemas que
cas son «validadas por», o las normas soviéticas «derivan su vali- no se refieren al contenido de las normas sino a su forma de reco-
dez de», una ley inglesa. El efecto de esto sería que los tribunales nocimiento. Por tanto, la teoría pura posee un toque de Midas de
ingleses aplicarían el derecho soviético a conocer cualquier negocio carácter jurídico que transmuta todas las cuestiones sobre las nor-
396 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX HANS KELSEN 397

mas y sus relaciones en problemas del contenido que las normas tituyen partes de este mismo sistema. Kelsen afirma que este es un
dicert; pero este toque de Midas es completamente inadecuado pues- «postulado de la teoría jurídica». 27 La unidad del derecho nacional
to que no todas las cuestiones son de este tipo. y del derecho internacional es un postulado epistemológico. El ju-
De conformidad con lo anterior se puede concluir que los argu. rista que acepta ambos conjuntos de normas válidas tiene que tra-
mentos sobre los cuales basa Kelsen la versión débil de su teoría tar de comprenderlas como partes de un sistema armonioso. 28 A este
sobre la unidad del derecho internacional y del derecho nacional postulado se hace frecuentemente referencia expresándolo como una
fracasan. Esto no quiere decir que mediante otros argumentos Kel~ necesidad lógica. «No es lógicamente posible asumir que normas
sen no pueda tener éxito para establecer la versión débil de su doc- válidas pertenezcan simultáneamente a diferentes órdenes jurídicos
trina -al menos hasta cierto punto-, puesto que determinar si mutuamente independientes.» 29
derecho internacional y el derecho de un Estado forma un solo Para tales afirmaciones he identificado solamente dos argumen-
tema depende de la manera y el grado en que un cierto Estado tos. Ninguno de los cuales nos ocupará mucho tiempo. El primer
conoce al derecho internacional. Si en el caso de que el derecho argumento se reduce a la afirmación de que todo lo que es derecho
internacional contradiga al derecho nacional, los tribunales de dicho forma un sistema único puesto que una forma de conocimiento Uu-
Estado consideran al derecho estatal como inválido y abrogado poi risprudence30 o connaissance juridique) 31 o una ciencia del derecho
el derecho internacional, esto podría constituir una buena razón para estudia el derecho internacional como el derecho nacional bajo la
decir que el derecho internacional y el derecho del Estado forman descripción única de «normas válidas» y, por tanto, representa «su
parte de un único sistema de derecho -pero, de ninguna manera objeto» como una unidad. Kelsen expresa este argumento de la ma-
sería la razón para decir que el derecho de uno de los estados miem: nera siguiente:
bros de los Estados Unidos forma parte, con la ley federal, de un
La construcción pluralista es insostenible si las normas del dere-
mismo sistema.
cho internacional como las normas de los órdenes jurídicos naciona-
El argumento de Kelsen fracasa puesto que el hecho de que la ·
les tienen que ser consideradas simultáneamente válidas. Este punto
relación de validez exista entre el principio de eficacia, entendido ' de vista implica de inmediato el postulado epistemológico: «entender
como norma del derecho internacional (o cualquier otra norma de todo el derecho en un solo sistema ... como un todo hermético». La
derecho internacional que aspire a determinar la validez del derecho. teoría jurídica subsume las normas que regulan las ~elaciones entre
nacional), y las normas del derecho nacional, no demuestra que este · · estados, llamadas derecho internacional, así como las de los órdenes
último derive su validez del primero ni demuestra que los pluralis- .·. jurídicos nacionales, bajo una misma categoría de derecho. Proce-
tas estén en un error al negar que el derecho internacional y el de- diendo de esta manera, la teoría jurídica trata de presentar su objeto
recho nacional formen un sistema único. 26 como una unidad. 32
Voy ahora a examinar la versión fuerte de la tesis de Kelsen
según la cual el derecho internacional y el derecho nacional necesa- Seguramente también podríamos intentar deducir de la existen-
riamente forman un sistema único. cia de la historia de la guerra o de la ciencia de la estrategia, que
todas las guerras son una o que todos los ejércitos son uno.
El segundo argumento revela que la doctrina de Kelsen de la
D. La necesaria unidad de todo el derecho positivo necesaria unidad de las normas válidas, depende de la tesis del pro-
pio Kelsen de que no pueden existir conflictos entre normas válidas.
Pocos argumentos pueden encontrarse como fundamento de la Kelsen a este respecto dice:
versión fuerte de la tesis de Kelsen de que todo el derecho válido
forma, necesariamente, un sistema único, con su corolario de que Si pudieran existir, efectivamente, dos sistemas diferentes de nor-
el derecho internacional y el derecho nacional necesariamente mas mutuamente independientes en su validez ... relacionados ambos
LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX HANS KELSEN 399
398

con el mismo objeto (teniendo la misma esfera de validez), no Po- go, si tales conflictos se presentaran, el resultado, según Kelsen,
drían ser excluidas insolubles contradicciones lógicas entre ellos. La sería, 1;10 que el derecho internacional y el derecho nacional consti-
norma de un sistema podría prescribir la conducta A para una cierta tuyeran sistemas separados de normas válidas, como lo sostiene la
persona bajo ciertas condiciones en un cierto tiempo y lugar. La nor- teoría pluralista convencional, sino que tendríamos una opción en-
ma del otro sistema podría prescribir bajo las mismas condiciones tre considerar al derecho internacional como válido e ignorar cual-
y para la misma persona la conducta no A. Esta situación es imposi- quier norma contradictoria del derecho nacional, o bien considera-
ble para el conocimiento de las normas.B rnos al sistema del derecho nacional como válido ignorando cual-
quier norma contradictoria del derecho internacional. Esta es, según
Ciertamente esto no se refiere a la posibilidad de que existan
Kelsen, la situación que existe en relación al derecho y la moral.
simultáneamente dos sistemas jurídicos que sean efectivos en dife-
Cuando tales normas entran en contradicción tenemos una opción:
rentes territorios, en los cuales la posibilidad de contradicción está considerar las normas jurídicas como válidas, ignorando las normas
excluida puesto que las constituciones de cada uno de los sistemas
morales contradictorias, o bien considerar a las normas morales
determinó que, lo que Kelsen llama «la esfera de validez» de cada
como válidas, ignorando cualquier otra norma contradictoria. 38
uno de los sistemas, deba ser diferente. Las normas de los dos sis-
Antes de que podamos evaluar estas, en alguna forma, sorpren-
temas, por ejemplo, pueden, de conformidad con sus respectivas
dentes doctrinas, es totalmente necesario discutir algunas cuestiones
constituciones, regular la conducta en diferentes territorios. Kelsen
preliminares. ¿Qué significa que las normas o que los sistemas de
sostiene 34 que tal limitación ha sido impuesta por una norma supe-
normas estén en conflicto? ¿Cómo se relaciona un conflicto entre
rior a la que los dos sistemas de ámbito limitado estarían subordi-
normas con el problema de la inconsistencia o contradicción lógica?
nados y con la cual formarían un solo sistema. Sin embargo, Kelsen
no fundamenta esta afirmación con ningún argumento y es difícil Desafortunadamente, el análisis de Kelsen sobre la noción de con-
ver por qué no podría ser, precisamente, el caso de que dos comu- flicto entre normas se reduce sólo a algunas observaciones disper-
nidades en forma independiente escogieran adoptar constituciones sas; aunque lo que Kelsen dice toca algunas cuestiones lógicas im-
que limitaran el ámbito de sus normas en el sentido indicado. Em- portantes y verdaderamente discutibles. Este no es el lugar para una
pero, el argumento de la imposibilidad de contradicción, aunque no investigación completa sobre estos problemas; sin embargo, en mis
se refiere a este caso, es el único argumento que se mantiene en argumentos y en la crítica hecha a las doctrinas de Kelsen usaré lo
Kelsen para sostener la necesaria unidad de todas las normas jurídi- menos dogmático que pueda, algunas distinciones relativamente sim-
ples que han sido señaladas por autores de lógica deóntica y de
cas válidas 35 (va/id norms).
En la siguiente sección voy a examinar la tesis de que la contra- lógica de imperativos, quienes se han enfrentado con cuestiones si-
dicción entre normas válidas es imposible. milares en materia de conflictos.

36
Il. LA TEORÍA DE LA NO CONTRADICCIÓN A. La contradicción como imposibilidad lógica
de una conformidad simultánea
Kelsen sostiene que, no obstante las apariencias, realmente, no
existen conflictos entre el derecho internacional y el derecho nacio-
nal. Kelsen admite que, si hubieran tales conflictos, la teoría monis· Muchos autores sostienen la idea (la cual parece intuitivamente
ta, según la cual el derecho internacional y el derecho nacional for- aceptable) de que el conflicto entre dos normas que prescriben o
man un sistema único, no podría sostenerse. La ausencia de conflic- p~ohíben acciones debe entenderse en términos de la posibilidad ló-
tos, señala Kelsen, es el criterio negativo 37 de la unidad del derecho gica de una obediencia simultánea a dicha norma. Dos normas se
internacional y del derecho nacional en un solo sistema. Sin embar· contradicen (o entran en conflicto) si, y sólo si, la obediencia a am-.
400 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX HANS KELSEN 401

bas («obediencia simultánea») es lógicamente imposible. El caso más na, aunque esto sería deplorable en cualquier situación práctica, nin-
drástico 39 de tales conflictos se presenta cuando dos normas prescri- gún procedimiento para resolver tales conflictos, está todavía lejos
ben y prohíben, respectivamente, la misma acción, del mismo indi- de ser obvio, que incluso esto sería una imposibilidad lógica.
viduo, al mismo tiempo. Por lo que se refiere a la naturaleza y posibilidad lógica de un
La imposibilidad lógica de la obediencia conjunta puede ser de- conflicto, existen pequeñas diferencias entre las normas que prescri-
mostrada de la manera siguiente: 40 para cualquier norma que pres- ben y prohíben acciones y las simples órdenes o mandatos emitidos
criba o prohíba una acción, podemos formar un enunciado (un en segunda persona dirigidos por un individuo a otro individuo.
«enunciado de obediencia») que afirme que la acción que es pres- vos órdenes de este tipo («mata» y «no mates») se encuentran en
crita por la norma ha sido realizada. Dichas normas están en con~. contradicción si la obediencia simultánea a dichos órdenes es lógi-
flicto si sus respectivos enunciados de obediencia son lógicamente • camente imposible. Esto puede ser mostrado en forma de enuncia-
inconsistentes y no pueden ser al mismo tiempo verdaderos. Supon~ dos de obediencia lógicamente inconsistentes. Sin embargo, es posi-
gamos (tomando los ejemplos de Kelsen) que una norma prescribe ble lógicamente que dos órdenes contradictorias sean dadas por di-
a ciertas personas matar a determinados seres humanos, Y otra nor~ · ferentes personas al mismo individuo, y aunque pudiéramos pensar
ma prohíbe a los mismos destinatarios matar a los mismos <:Pr•~ ..--".,.. .• que una persona que da órdenes inconsistentes en pequeños interva-
humanos. Los enunciados de obediencia que corresponden a los al mismo individuo está loca, falta de voluntad coherente y,
normas serían de la forma general «se ha matado», Y «no se . quizás, con necesidad de atención clínica, tales situaciones no pare-
matado». Por supuesto, antes de que podamos determinar si cen lógicamente imposibles. Si tal individuo insistió en producir can-
enunciados de esta forma general son lógicamente inconsistentes, tidades de órdenes inconsistentes y no puede ser explicado, por ejem-
dichos enunciados deben ser completados con especificaciones plo, por un lapsus de memoria, al final nosotros deberíamos con-
tivas a los agentes, a las víctimas y al tiempo, a los cuales las cluir, sin duda, que tal individuo no entendió lo que estaba dicien-
mas, explícita o implícitamente, se refieren. Si a ciertos agentes do y podría ser perfectamente rechazado el clasificar como órdenes
cierta norma les prescribe que hagan y otra norma que se lo que este individuo dijo.
de una misma acción, al mismo tiempo, esto será reflejado en Sin embargo, en un importante aspecto, el cual es relevante para
correspondientes enunciados de obediencia, los cuales serán la teoría de Kelsen, los conflictos entre normas y otras reglas es más
mente inconsistentes. La obediencia simultánea a tales normas complicado que el conflicto entre simples órdenes de este tipo. Las
lógicamente imposible. normas y reglas, como Kelsen reconoce, 41 en vez de prescribir o pro-
Hay que observar que esta definición de conflicto entre hibir una acción pueden permitirla expresa o tácitamente, no prohi-
deja enteramente abierta la cuestión de la posibilidad lógica de biéndola. Y está claro que puede haber conflictos entre normas que
dos normas contradictorias coexistan como normas válidas en prohiben y normas o sistemas jurídicos que expresa o tácitamente
mismo o en diferentes sistemas. Para la mayor parte de las perso- permiten. Para conocer tales casos, nos es necesario utilizar no sólo
nas ciertamente parecería posible que una norma de un sistema la noción de obediencia, la cual es apropiada para las reglas que
rídico hecho por un grupo de legisladores entre en conflicto prescriben o prohíben acciones, sino la noción de «obrar de acuer-
la norma de otro sistema jurídico hecho por otro grupo de do con» o «aprovechar el permiso». Podríamos adoptar el término
dores; y, quizá parecería igualmente obvio que una norma , genérico de «conformidad» para comprender tanto la obediencia a
pudiera estar en conflicto con alguna norma moral o con algun las normas que prescriben o prohíben como al obrar «de acuerdo
cipio moral. La obediencia simultánea a tales normas sería con» o «aprovechando un» permiso. Asimismo podríamos adoptar
mente imposible, pero su coexistencia como normas váli~as la expresión «enunciados de conformidad» para referirnos a los
lógicamente posible. Pero aún más, si las normas de un m1smo enunciados correspondientes. De hecho, el enunciado de conformi-
tema se encuentran en contradicción y dicho sistema no dad que demuestra que una norma permisiva (por ejemplo, que per-
26. - CASAN OVAS
LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX
HANS KELSEN 403
402

mite, pero no prescribe matar) ha sido aplicada, será de la misma Una ilustración simple de esta doctrina puede hacerse de la for-
forma que los enunciados de obediencia para las normas que pres- ma siguiente. Si existe un orden jurídico, por ejemplo, el orden ju-
criben la misma acción (se mató). Así, si una norma prohíbe y otra rídico inglés, y entre sus normas, debidamente promulgadas, existe
norma permite la misma acción realizada por la misma persona en una ley que prescribe, bajo ciertas sanciones, que un hombre que
un mismo tiempo, la conformidad simultánea será lógicamente im- alcance la edad de 21 años deberá presentarse a cumplir el servicio
posible y dichas normas serán contradictorias.
42 militar, dichos actos constituyen parte del fundamento veritativo
para los enunciados descriptivos deónticos «de acuerdo con el dere-
cho inglés, las siguientes personas ... deben de presentarse a cumplir
B. Conflicto de normas e inconsistencia lógica el «servicio militar ... ». Si existe tal norma el enunciado descriptivo
Pienso que Kelsen aceptaría esta definición de conflicto de nor- deóntico es verdadero; si no existe, dicho enunciado es falso. Tres
mas en términos de la imposibilidad lógica de la conformidad simul- cosas, sin embargo, deberían tenerse en mente cuando se consideran
tánea. En efecto, los pocos ejemplos que da Kelsen sobre conflicto los enunciados descriptivos-deónticos de Kelsen.
de normas y lo que a veces llama «conducta contraria» o «conducta l. El «deber ser» es utilizado por Kelsen en un sentido especial
incompatible» son consistentes con ésta e, inclusive, hace, cuando y amplio, de manera que los enunciados del «deber ser» incluyen
menos, una rápida e informal referencia a lo que es, en sustancia, la · no solamente descripciones de normas que prohíben o prescriben
prueba de la conformidad simultánea de conflicto de normas. 43 Sin acciones, sino, también, aquellas que describen normas o sistemas
embargo, la posición de Kelsen sobre la conexión entre el conflicto jurídicos que permiten acciones, expresa o tácitamente. El «deber
de normas y la inconsistencia lógica es diferente y más controverti- ser», tal y como lo usa Kelsen, es un tipo de variable deóntica que
da. De acuerdo con la doctrina de Kelsen, tal y como se ,.n,,.,,....... ft: •. cubre lo que Kelsen llama «prescripciones» (o «mandatos»), «per-
expuesta en sus obras, el enunciado según el cual dos normas váli- misiones» y «autorizaciones». 46
das están en conflicto es, o implica, una contradicción. Para Kelsen, 2. Los enunciados descriptivos-deónticos no se refieren exclu-
la coexistencia de normas válidas, pero contradictorias, ya sea del sivamente al derecho. Enunciados similares, susceptibles de verdad
mismo o de diferente sistema, es una imposibilidad lógica; y no es o falsedad, pueden referirse a normas no jurídicas, por ejemplo, a
simplemente el caso de que la conformidad simultánea a dichas nor~ normas morales.
mas sea lógicamente imposible.44
El argumento de Kelsen para tales conclusiones se basa en La ética describe las normas de una moral determinada, nos en-
uso que hace de la distinción (importante y luminosa por sí misma) seña cómo debemos conducirnos de acuerdo con esta moral, pero,
entre las normas creadas y aplicadas por las autoridades jurídicas, en tanto que ciencia, no prescribe que nos conduzcamos de tal o cual
por ejemplo, las leyes emitidas por un parlamento, las cuales no manera. El moralista no es la autoridad moral que establece las nor-
mas que aquél describe en proposiciones normativas [enunciados
pueden ser verdaderas ni falsas, y el tipo de enunciados que descri-
descriptivos-deónticos]. 47
ben el contenido de las leyes, las cuales Kelsen denomina «reglas
jurídicas en sentido descriptivo», las cuales pueden ser verdaderas o
3. Las palabras que aparecen al comienzo de la formulación
falsas. Las reglas en sentido descriptivo tienen la siguiente forma
del enunciado descriptivo deóntico en las citas anteriores («de acuer-
general: «de acuerdo con un cierto sistema jurídico positivo, una
do con un orden jurídico positivo») y las palabras «según esta mo-
cierta consecuencia debe tener lugar» o «de acuerdo con una cierta
norma jurídica algo debe ser hecho o debe no ser hecho». En dichos ral (determinada)» son importantes por las siguientes razones. Kel-
enunciados, el «deber ser» es usado, según Kelsen, en un sentido sen en algunas ocasiones ha sido acusado de sostener la creencia
descriptivo. Me voy a referir a tales enunciados como «enunciados metafísica de que existe un dominio del «deber ser» (incluyendo el
descriptivos-deónticos» (descriptive-ought statements).
45 «deber ser» de las normas jurídicas) que no es creado por el hom-
404 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX HANS KELSEN 405

bre, sino que aguarda a ser conocido o descubierto por el hombre reglas del derecho, enunciados descriptivos-deónticos que describen
así como de creer que éste es el dominio del deber ser que los enun: las normas jurídicas, los cuales pueden ser verdaderos o falsos. Dos
ciados descriptivos deónticos verdaderos describen, dominio que se normas jurídicas son contradictorias y, por tanto, no pueden ser al
encuentra por encima y por debajo del mundo de los hechos. Con- mismo tiempo válidas si las dos reglas del derecho, los dos enuncia-
tra tales críticas, Kelsen insiste en que, para él, todas las normas dos descriptivos-deónticos que las describen, son contradictorias ... 49
son creadas por actos humanos y no meramente descubiertas por los
hombres. Y aunque -en razón de la existencia de órdenes o siste- Kelsen explica varias veces que los enunciados descriptivos-deón-
mas jurídicos- pueden establecerse enunciados descriptivos verda- ticos que describen dos normas jurídicas que prescriben lo que Kel-
deros sobre el contenido de dichos órdenes, la verdad de tales enun- sen denomina «conducta opuesta», serían de la forma «A debe ser»
ciados no es absoluta sino relativa al específico orden o sistema ju"' y «A debe no sen>. Los enunciados de esta forma que se refieren a
rídico referido. 48 En efecto, se podría argumentar, a favor de Kel-' acciones realizadas por los mismos agentes y al mismo tiempo «se
sen, que mientras tengamos en mente esta relatividad esencial a u~ contradicen entre sí»,S0 para usar la expresión de Kelsen, y su afir-
sistema dado, la descripción kelseniana de los anunciados descripti- mación simultánea es un sinsentido: «decir que A debe ser y al mismo
vos-deónticos clarifica un cierto tipo de discurso usado persistente- tiempo debe no sen> es un sinsentido exactamente igual que «decir
mente entre abogados. Los abogados frecuentemente se plantean · A es y al mismo tiempo A no es». 51
preguntas del tipo siguiente: «¿cuál es la situación jurídica (legal De acuerdo con esto es lógicamente imposible que las dos nor-
position) en relación al servicio militar?» y establecen, en respuesta rnas sean válidas: sólo una de ellas puede ser considerada válida.
a tales preguntas, enunciados como «los hombres al alcanzar la edad Kelsen, así, a través de sus obras, habla como si el conflicto entre
de 21 años deben cumplir el servicio militan> y consideran las res- normas fuera una forma de inconsistencia lógica. Algo así como
puestas como verdaderas o falsas. Es frecuente que los abogados que es lógicamente imposible que las normas que se encuentran en
describan lo que ellos podrían llamar «situación jurídica» sobre cier- contradicción puedan coexistir y no meramente que la conformidad
to problema sin hacer referencia [expresa] a un código o ley en par--- simultánea a ellas sea lógicamente imposible.
ticular o a alguna otra fuente del derecho relevante, pero, por su- Los argumentos de Kelsen originan cantidad de dificultades; 52
puesto, siempre sería entendido que la «situación jurídica» así des- afortunadamente no todas necesitan aquí una consideraCión deta-
crita surge bajo las leyes de un sistema particular. Por tanto, una llada. Podemos ignorar por el momento (aunque señalando para
más exacta formulación debería hacer explícito esto, e incluir las después) la objeción de que si «A debe ser» y «A debe no ser»
palabras «de acuerdo con el derecho inglés ... ». son lógicamente inconsistentes, no son, como Kelsen sostiene, con-
La relevancia inmediata de los enunciados descriptivos-deónticos tradictorias sino contrarias. La contradictoria de «A debe no ser
de Kelsen, en relación con el problema del conflicto de normas, hecho» es «no es el caso de que A deba no ser hecho» y los enun-
puede ser observada en el siguiente párrafo: ciados descriptivos deónticos de esta forma describirían no dos
normas que prescriben y prohíben la misma acción, sino dos nor-
Puesto que las normas jurídicas, en tanto prescripciones, manda- mas, una de las cuales prohibió y otra permitió la misma acción.
tos, permisiones, autorizaciones, no pueden ser ni verdaderas ni fal-
Pero aparte de esto no es una verdad lógica, inmediatamente evi-
sas, surge la siguiente cuestión: ¿Cómo pueden ser aplicados los prin-
cipios lógicos, especialmente el principio de exclusión de contradic: dente, que «A debe ser hecho» y «A debe no ser hecho», incluso si
ción y las reglas de inferencia, a la relación entre normas jurídicas si, dichos enunciados describen normas de un mismo sistema, sean ló-
de acuerdo al punto de vista tradicional, tales principios son sólo gicamente inconsistentes. En efecto, se requiere cierto argumento
aplicables a las aserciones que pueden ser verdaderas o falsas? La para mostrar que son inconsistentes. Sin duda, si asumimos ciertas
respuesta es: los principios lógicos son aplicables indirectamente premisas 1) «debe ser» implica poder y 2) <<A debe tanto ser hecho
a las normas jurídicas en el sentido de que son aplicables a las como no ser hecho», se seguiría que «A debe ser hecho» y «A debe
406 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX HANS KELSEN 407

no ser hecho» no pueden ser lógicamente verdaderas al mismo tiem- sar que dos enunciados de esta forma no puedan ser al mismo tiem-
po.53 Por supuesto, es posible definir «debe ser» en el sentido de po ;erda~eros. A:hora bien, puesto que Kelsen no ha dado ninguna
que «A debe ser hecho» implica «no es el caso de que A deba no razon satisf~ctona para sostener que el derecho internacional y el
ser hecho»; pero es importante señalar que los lógicos de gran repu- derecho naciOnal forman un único sistema, parece que no existe
tación, en lo que a construcción de sistemas de lógica deóntica se nada para apoyar la tesis de que sus normas no puedan estar en
refiere, han permitido la posibilidad de obligaciones contradictorias contradicción.
(«se debe hacer A» y «se debe no hacer A»). No parece presentarse
ninguna consistencia formal en dicha noción, y un cálculo lógico, el
cual se encuentra lejos de poder captar las propiedades de los reales C. La versi6n débil de la teorla de la no contradicci6n
códigos humanos de comportamiento, no debería excluir, por ade-
lantado, las posibilidades de conflicto, tomando como axioma el Después de este más que pesado encabezamiento, pero necesa-
que «se debe hacer A» implica que no es el caso de que no se debe rio preliminar, procederemos a la evaluación de la afirmación de
hacer A. 54 Kelsen de que, de hecho, no existen conflictos entre las normas vá-
Sin embargo, para criticar la tesis de Kelsen según la cual el lidas del derecho internacional y del derecho nacional. La prueba
derecho internacional y el derecho nacional no pueden estar en con- ' de Kelsen de que no existen conflictos entre el derecho internacio-
tradicción, no es necesario insistir en el punto de que la ""'"""'":ul;J.ll nal y el derecho nacional, toma la forma siguiente. 57 De acuerdo
de conflictos, aun entre normas del mismo sistema, no es una im- con una teoría «pluralista» tradicional, un conflicto entre el derecho
posibilidad lógica. Puesto que los argumentos de que no puede ha- internaci.onal y el derecho nacional surgiría si un Estado promulga
ber conflictos entre el derecho internacional y el derecho nacional una ley mcompatible con una disposición de un tratado válido de
son considerados por Kelsen con independencia de la tesis de que ei conformidad al derecho internacional, del cual dicho Estado es par-
derecho internacional y el derecho nacional forman un mismo sis- te. Kelsen cita como ejemplo el caso de un tratado celebrado entre
tema.SS dos estados, los cuales denominaré «A» y «B». Dicho tratado dis-
Los argumentos de Kelsen sobre la imposibilidad de los conflic- pone que los miembros de un grupo minoritario en el Estado B debe-
tos entre normas resultan, completamente, de su posición sobre las · rán tener los mismos derechos políticos que la mayoría. Si el Esta-
relaciones lógicas entre los enunciados descriptivos-deónticos que do B promulga una ley que prive a la minoría de todos sus derechos
describen normas contradictorias. Sus argumentos parecen estar políticos, no obstante la existencia del tratado, la teoría pluralista con-
ciados de un simple error. Kelsen no considera el importante vencional afirmaría que en este caso la ley, válida de conformidad
de que, como él mismo ha señalado, los enunciados descriptivos- con el derecho del Estado B, y el tratado, válido de conformidad al
deónticos, cuando son verdaderos, lo son sólo en relación a los sis- . derecho internacional, se encuentran en conflicto. Sería imposible cum-
temas que describen, y una exacta formulación de ellos debería ir plir simultáneamente el tratado y la ley puesto que sería tanto como
precedida de las palabras «de acuerdo con el derecho inglés». 56 Si permitir Y no permitir a la minoría ejercer ciertos derechos al mismo
concediéramos que «A debe sen> y «A debe no ser» son, como tiempo.
Kelsen sostiene, lógicamente inconsistentes, o que las normas del, Kelsen sostiene que considerar de esta manera tales casos es mal-
mismo sistema no podrían estar en conflicto, de ahí no se seguiría, interpretar las normas del derecho internacional de acuerdo con las
ni sería el caso, que los enunciados descriptivos-deónticos de la for- cuales los tratados son obligatorios para los estados. Dichas normas
ma de acuerdo al derecho internacional «A debe sen> y de acuerdo hacen de la promulgación de una ley incompatible con los términos
con el derecho inglés «A debe no sen> sean lógicamente inconsisten- de un tratado válido, del cual el Estado es parte, un delito del dere-
tes. Parece que no hay ninguna razón, una vez que se tiene en cho internacional, exponiéndose el Estado [infractor] a las sancio-
te la relatividad de los enunciados descriptivos-deónticos, para nes del derecho internacional. Pero aunque la promulgación de tal
408 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX HANS KELSEN 409

ley es prohibida por el derecho internacional, una vez promulgada Ciertamente existen varios sistemas de derecho nacional, entre
(aunque ilícitamente promulgada) es, no obstante, válida, aun de ellos el inglés, de acuerdo con los cuales no es un delito promulgar
conformidad con el derecho internacional. Esta ley no se encuentra 0 procurar la promulgación de alguna ley y, por lo tanto, está per-
en contradicción con las normas del derecho internacional relativas mitido. Es lógicamente imposible conformarse (en el amplio sentido
a los tratados puesto que su verdadera fuerza se limita a hacer ilíci- que, con anterioridad, ha sido dado a esta expresión) simultánea-
ta la promulgación de tal ley por parte del Estado,S 8 esto es, la pro. mente a la norma (permisiva del derecho nacional que permite la
mulgación de tal ley es un delito en contra del derecho internado. promulgación de cualquier ley y la norma del derecho internacional
nal. En otras palabras, la norma del derecho internacional no busca relativa a los tratados), la cual (si aceptamos la interpretación de
determinar directamente el contenido de las leyes estatales, sino Kelsen) prohíbe tal promulgación y hace de ella un delito. Siendo
sólo, determinar la licitud o ilicitud de su promulgación. Por tanto ' este el caso, y, aun si aceptamos la interpretación de Kelsen sobre
así interpretada la norma del derecho internacional, no existe con~' las normas del derecho internacional, de esto no se deriva que las
flicto entre ésta y la ley; aunque la promulgación de esta última normas del derecho internacional no estén en contradicción con el
viole la norma internacional. Kelsen cita, como ejemplo paralelo" derecho nacional. 59
una interpretación de las disposiciones constitucionales que nr'""''d"''"'
los derechos fundamentales en aquellos órdenes jurídicos ··---·. . .·uq·
les en los cuales no existe control jurisdiccional de la constituciona. lll. LA PERTENENCIA A UN SISTEMA JURÍDICO
lidad para anular las leyes que son inconstitucionales por violar los
derechos fundamentales que la Constitución pretende proteger. Con-, En esta concluyente sección voy a tratar de obtener, de la ante-
trariamente a lo que ocurre cuando existe control jurisdiccional, rior crítica a Kelsen, algunos puntos más constructivos que nos pue-
estos casos, la Constitución es interpretada haciendo penalmente dan ayudar en la comprensión del concepto de «sistema jurídico» y
ponsables (liable to punishment) a los funcionarios o legisladores de los criterios de pertenencia de las diferentes normas en un siste-
que participen en la promulgación de leyes inconstitucionales. En ma único. Ciertamente no puedo adelantar un análisis completo de
tales casos, la Constitución no determina directamente el contenidQ esas difíciles nociones. Tal análisis es, como he dicho, parte de los
de las leyes sino sólo la licitud de su promulgación. Así 1'rITPr·nr••t.,n aún no resueltos problemas de la teoría del derecho y· no me siento
la Constitución, no existen conflictos entre la Constitución y la aún competente para terminarlo. Aunque, quizá, cuando menos, la
y esta última se mantiene válida aunque su promulgación forma o dirección general de este análisis pueda ser percibida en las
un delito. explicaciones siguientes.
Este argumento es ingenioso, pero, aun admitiendo esta sugerí- ·.,
da interpretación de las normas del derecho internacional relativa~ ,,
a tratados, no impide, en realidad, el conflicto entre el dere,cho in- A. Reconocimiento y relación de pretensión de validación
ternacional y el derecho nacional. Este argumento meramente
ca el conflicto en un punto diferente y enseña que no es un ...v,,......,- Permítasenos considerar nuevamente la relación entre normas
to entre normas (el tratado y la ley) que prescriban y prohiban la que he denominado «la relación de pretensión de validación», y re-
misma acción, sino entre normas que prohíben y permiten la ac- cordar la ley sobre la validez de las normas soviéticas que he imagi-
ción: la promulgación de la ley. Es un conflicto de esta última for· nado para exhibir el absurdo de la tesis, de la cual Kelsen parece
ma el que surge cuando un Estado promulga una ley violando participar, de que dicha relación es suficiente para hacer que las
obligaciones derivadas de un tratado, siempre que tal normas que participan en ella sean miembros del mismo sistema
sea un delito de acuerdo con el derecho internacional, jurídico. Creo que esta tesis es absurda porque la ley sobre la vali-
lo sea dentro del derecho nacional. dez de las normas soviéticas, aunque se propone dar validez a los
410 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX HANS KELSEN 411

actos de creación normativa del legislador soviético, no sería reco-


nocida por los órganos (agencies) de identificación Y aplicación del s. La individuación de normas
derecho, como teniendo algo que ver con la validez del derecho so-
viético. Sin tal reconocimiento, nosotros solamente podemos decir Cuando desviamos nuestra atención de la relación de pretensión
que la ley sobre la validez de las normas soviéticas pretende dar de validación para considerar cómo la idea de reconocimiento por
validez a las normas de la URSS, o que, de acuerdo con el derecho parte de los tribunales y de los demás órganos dada en diferentes
inglés, o para los efectos del derecho inglés, el derecho soviético es territorios es usada para distinguir los diferentes sistemas jurídicos,
una parte subordinada del sistema jurídico inglés. Pero no podemos así como a los criterios de pertenencia de las normas de un sistema
decir, salvo que existiera tal reconocimiento, que la validez de las determinado, ciertos problemas importantes surgen por sí mismos
normas de la URSS se deriva de la ley sobre la validez de las nor- ante nosotros. Por ejemplo, un importante contraste emerge entre
mas soviéticas, o que el derecho de la URSS Y del Reino Unido los diferentes caminos para individuar o distinguir diferentes nor-
forman parte de un sistema único. mas. Por un lado, podemos individuar o distinguir una norma, sim-
Quizá sean necesarias algunas especificaciones en relación con plemente refiriéndola a su contenido (como por ejemplo, «la norma
este último punto. Sin duda, podríamos reunir todas las normas hace de la posesión de LSD un delito»). Sin embargo, puesto que la
que se presentan en la relación de pretensión de validación sin tener idea de dos diferentes normas con un mismo contenido es perfecta-
en cuenta el sistema jurídico al cual pertenecen, y denominar a ese mente inteligible, podemos, y algunas veces efectivamente lo necesi-
grupo de normas así reunidas «un sistema jurídico único». Esto se- tamos, individuar o distinguir las normas no sólo por su contenido
ría introducir un nuevo significado para la expresión «sistema jurí- (esto es, por lo que las normas dicen o prevén) sino también refi-
dico» puesto que un grupo de normas relacionadas solamente por riéndolas a sus autores, su modo de promulgación y fecha (como
la relación de pretensión de validación no corresponde al concepto por ejemplo, «la norma que hace de la posesión de LSD un delito,
de «sistema jurídico» que los abogados y politólogos o cualquier promulgada por el Parlamento británico el 30 de diciembre de
autor serio de derecho o de política efectivamente usa. La nueva 1967»).
definición tendría muy poca utilidad y sería regresiva si llegara a La relevancia de esto último en relación con el problema que
desplazar el actual sentido de «sistema jurídico». En tal caso esta- ahora tratamos es la siguiente: la relación de pretensión de valida-
ríamos impedidos de decir que, no obstante la existencia de la ley ción es aquella relación que se presenta entre el contenido de las
sobre la validez de las normas soviéticas, las normas del Reino Uni- leyes que pretenden dar validez a otras leyes o procedimien~os de
do y de la URSS pertenecen a diferentes sistemas. Los «sistemas» creación normativos y estas leyes o procedimientos. Los ejemplos
de normas construidos solamente mediante la relación de preten- más significativos de esta relación son las leyes que confieren pode-
sión de validación ignorarían que la línea divisoria, introducida por res legislativos a personas, o cuerpos de personas. El más simple
la idea de que el reconocimiento que los órganos (agencies) de iden- ejemplo de una ley que confiere facultades es una ley que otorga la
tificación y aplicación del derecho realizan en un territorio dado, es facultad de crear leyes o reglamentos a un individuo X (un monarca
de crucial importancia para determinar el sistema al cual dichas le- o un ministro). La norma que confiere tales poderes de hecho dice:
yes pertenecen. Es seguramente obvio que estas líneas divisorias no «las normas creadas por X deben ser obedecidas». En la terminolo-
pueden ser ignoradas por cualquier fructífera teoría jurídica o polí- gía de Kelsen tenemos que la norma que confiere poderes legislati-
tica. Negar su importancia sería tanto como negar la importancia vos «autoriza» a X a crear nuevas normas y el acto de promulga-
de la división entre estados nacionales a abogados y politólogos. ción de X es «un acto creador de normas», mientras que de las
normas creadas por X se dice que «derivan su validez» de la norma
que confiere poder legislativo, la cual es «la razón de su validez».
Está claro que si, en este caso, la norma que confiere poder legisla-
412 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX
HANS KELSEN 413

tivo es la razón de validez de otras normas, entonces es necesario


que la descripción de estas normas (en este caso, las normas «crea- c. Razón de validez y criterio de pertenencia
das por X») debe corresponder con la descripción usada por la nor-
ma que confiere poder legislativo («las normas creadas por X deben Estas explicaciones muestran que para considerar si dos normas
ser obedecidas»). pertenecen al mismo sistema o a diferentes sistemas no podemos
Para que la relación de pretensión de validación pueda llegar a usar como criterio de pertenencia al mismo sistema, el hecho de que
sostenerse entre las normas que confieren poder y las normas crea- una de ellas derive su validez de la otra. Esto es así porque hasta
das, esta correspondencia no debe ser meramente necesaria sino su- que la cuestión de pertenencia no sea resuelta por una prueba inde-
ficiente. Pero, como hemos explicado con anterioridad, aunque pendiente de reconocimiento no podemos descubrir si una de las nor-
cesario, no es suficiente mostrar que las normas creadas por X efec- . mas deriva su validez de la otra. Únicamente podemos saber que
tivamente derivan su validez de la norma que pretende conferir a X una pretende dar validez a la otra. Por tanto, el criterio de per-
el poder de crear normas. Lo que necesitamos para movernos de tenencia de las normas a un mismo sistema es independiente y cier-
«esta norma pretende dar validez a las normas creadas por X» a tamente presupuesto por nosotros cuando usamos la noción de que
«las normas creadas por X efectivamente derivan su validez de aque- una norma deriva su validez de otra.
lla norma» es que los tribunales o los órganos que identifican Sólo cuando sabemos que la Constitución soviética es reconoci-
derecho en el territorio respectivo reconozcan a una específica da por los tribunales soviéticos como la razón para reconocer las
ma que propone conferir poderes a X y la traten como la razón normas creadas en conformidad con sus disposiciones, como perte-
para reconocer también a las normas a las cuales pretende dar neciente al mismo sistema que estas últimas, estamos en posición de
validez. establecer que dichas normas derivan su validez de la Constitución
Para responder a la pregunta de si esta norma es reconocida de soviética. Hasta que no sepamos que la Constitución es reconocida
este modo, la tenemos que identificar no sólo por su contenido , de esta forma, todo lo que podemos decir es que esa Constitución,
como hicimos cuando considerábamos únicamente la relación de pre- al igual que la ley sobre la validez de las normas soviéticas, intentan
tensión de validación, sino considerando a sus autores, su modo de dar validez a dichas normas.
creación, su fecha o todo esto conjuntamente. Tenemos, en otras
palabras, que cambiar nuestra atención del contenido hacia esos
otros elementos de individuación. Este cambio de atención es D. La norma fundamental como criterio de pertenencia
sario y evidente por las siguientes consideraciones. La efectiva
titución de la URSS y la ley sobre la validez de las normas soviéti- Los lectores de Kelsen recordarán que, en todas las versiones de
cas pueden tener justamente el mismo contenido, y, ambas, se encuen~ su teoría, éste se adhiere a la tesis según la cual lo que unifica las
tran en relación de pretensión de validación con los procedimientos diferentes normas en un mismo sistema es la norma fundamental. 60
de creación normativa del legislador soviético. Sin embargo, los tri~ Eso es así, porque todas las normas positivas de un sistema derivan
bunales soviéticos las distinguirían perfectamente reconociendo sólo su validez, según Kelsen, directa o indirectamente de la norma fun-
a la Constitución soviética, y no a la ley sobre la validez de las damental. La norma fundamental, de acuerdo con Kelsen, a dife-
normas soviéticas, como relevante para la validez de las normas so- rencia de todas las otras normas de un sistema, no es una norma
viéticas y perteneciendo al mismo sistema que estas últimas. Los positiva, no es una norma creada. 61 A diferencia de todas las otras
tribunales las distinguen a través de los factores de individuación .· normas del sistema (normas positivas), la norma fundamental no
que he mencionado con anterioridad, no obstante la identidad del deriva su validez de ninguna otra norma. Ésta es una <<norma su-
contenido. puesta», la cual es «la razón de validez» de la Constitución. La nor-
ma fundamental puede ser formulada como «se debe comportar
414 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX HANS KELSEN 415

como la constitución lo prescribe» 62 y dicha norma fundamental es de los Estados Unidos y así, hasta su norma fundamental; más allá
supuesta por cualquiera que considera a la Constitución como una de la cual, por definición, no pueden ser establecidas relaciones de
norma válidaY validación. Pero tal recorrido es poco fructífero porque no muestra
Si la norma fundamental es la razón de validez de la Constitu- que tales normas deriven su validez de la norma fundamental ni
ción, la cual deriva su validez directamente de ella, todas las normas tampoco que ellas pertenezcan a un mismo sistema jurídico.
del sistema que deriven su validez, directa o indirectamente, de la
Constitución, derivan su validez, indirectamente y en última instan-
cia, de la norma fundamental. La tesis de Kelsen es que las normas IV. Problemas de reconocimiento
forman un sistema porque su validez se remonta y deriva de una·
norma fundamental. Sin embargo, si sólo podemos, como ya vimos La sección anterior, como ya dijimos, constituye una mera ex-
remontar la validez de las normas en otras normas (a diferencia de' plicación tentativa del criterio apropiado para determinar la mem-
lo que sostiene la relación de pretensión de validación) cuando co- · brecía de un sistema jurídico, así como para determinar la indivi-
nacemos, mediante la prueba de reconocimiento, a qué sistema per- duación de diferentes sistemas jurídicos. Está claro que la noción
tenecen las normas, entonces no podemos remontarnos hasta la nor- de reconocimiento, en la que he insistido, necesitará pulirse en dife-
ma fundamental para que nos diga a qué sistema pertenecen las rentes aspectos. Por ahora voy a terminar explicando brevemente
normas o para que explique su unidad en un solo sistema. algunas de las razones que me llevaron a expresarme de manera
Nuevamente, nuestro ejemplo hipotético puede aclarar esto. La tentativa.
norma fundamental de la Constitución de los Estados Unidos puede 1. He hablado de reconocimiento por parte de órganos de iden-
formularse (de una manera burda) que la Constitución es válida. Sin tificación y aplicación del derecho existentes en diferentes territorios.
embargo, salvo que tengamos algún criterio independiente que nos Esto obviamente contempla situaciones (arrangements) propias de
permita saber qué significa para las normas pertenecer a un sistema, sistemas jurídicos nacionales modernos, en donde existen tribunales
no podemos, buscando la validez de estas normas, remontarnos a y órganos especiales para la aplicación del derecho. Pero no pode-
la Constitución y, por tanto, tampoco a la norma básica. Sólo pode- mos perder de vista situaciones más primitivas: donde puede no ha-
mos establecer relaciones de ·pretensión de validación las cuales, ber tribunales ni órganos especializados para la aplicación del dere-
como hemos visto, cortarían, de través, diferentes sistemas jurídi: cho, y donde la aplicación de sanciones, en caso de que las normas
cos. Las relaciones de validación vincularían a la Constitución de' sean violadas, puede ser dejado a las víctimas o a sus parientes o a
los Estados Unidos no solamente la ley sobre la validez de las nor- la comunidad en general. El derecho internacional, al menos según
mas soviéticas (suponiendo que ésta hubiera sido promulgada por el Kelsen, es igualmente un sistema descentralizado. Presumiblemente,
Congreso de los Estados Unidos), sino toda la legislación soviética en tales casos, habremos de usar, como nuestra prueba de pertenen-
que se propone validar. Si nuestro único criterio de pertenencia al cia, la noción de reconocimiento por parte de la sociedad o de la
sistema es la pretensión de validación que implica remontarse en la comunidad; pero ciertos problemas en definir lo que constituye un
búsqueda de la validez, entonces no podemos interrumpir en la lí- reconocimiento suficiente, tendrán que ser abordados.
nea divisoria en la cual queremos interrumpir. No podemos parar 2. Pero aun en el caso de los órdenes jurídicos nacionales mo-
en la Constitución soviética tal y como lo hacen los tribunales sovié- dernos la noción de reconocimiento por parte de los tribunales no
ticos, e ignorar la ley sobre la validez de las normas soviéticas con- se encuentra sin ambigüedades. En un sentido estricto de interpreta-
siderando que ésta pertenece a un sistema diferente, aunque preten- ción, el reconocimiento por parte de un tribunal, como criterio de
da dar validez al sistema soviético. Tendríamos que continuar desde pertenencia, podría significar que una norma no podría ser conside-
las normas promulgadas por el legislador soviético a la ley sobre la rada como perteneciendo a un orden jurídico hasta que ésta fuera
validez de las normas soviéticas y, por tanto, hasta la Constitución efectivamente aplicada por un tribunal al resolver un litigio. Esta
416 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX HANS KELSEN 417

interpretación sería parecida a la teoría de Gray 64 y a la doctrina que ante este tribunal comparecen, una norma similar en contenido
sostenida por algunos realistas norteamericanos posteriores. Pero a aquella que el tribunal soviético aplicaría a las partes si éstas com-
eso seguramente sería muy irreal puesto que parece haber pocas ra- parecieran ante él en un caso similar aunque de carácter completa-
zones para negar que una norma promulgada por una legislatura en mente doméstico. 65 Esto evitaría el carácter complejo y posiblemen-
un sistema jurídico que funciona normalmente sea una norma del te equívoco de la aserción de que una y la misma norma es aplicada
sistema aun antes de ser aplicada por los tribunales en los litigios. por los tribunal~s de d~fer~nt~ s~~tema. Sin e~bargo, esto ~ú~ nos
Sin embargo, una precisa formulación de una más amplia interpre- deja sin una satisfactona d1stmc10n entre el tipo de reconocimiento
tación de la idea de reconocimiento que incluya las normas que los que los tribunales dan a las normas extranjeras en los casos en que
tribunales pueden aplicar, así como aquellas que efectivamente apli- se refieren a elementos extranjeros y el reconocimiento que es usa-
can, no dejaría de ser discutible. do como criterio de pertenencia. Necesitamos tal distinción puesto
3. Todos los sistemas jurídicos civilizados tienen normas espe. que parece claro que en algún sentido de «reconocimiento» los tri-
ciales para resolver casos que contienen elementos extranjeros (tales bunales efectivamente reconocen normas extranjeras en casos que
como contratos o matrimonios celebrados en el extranjero). Dichas originan cuestiones de derecho internacional privado, aun si en aten-
normas especiales determinan cuándo tienen jurisdicción los tribu- ción al argumento anteriormente citado no decimos que apliquen el
nales para conocer de casos que contienen elementos extranjeros y derecho extranjero sino que apliquen una ley propia con un conte-
cuáles son los sistemas jurídicos que deberían guiar a los tribunales nido similar al de la norma extranjera que ellos reconocen.
en el ejercicio de esta jurisdicción. Estas normas son conocidas como Quizá esta dificultad pueda ser superada distinguiendo dos dife-
derecho internacional privado o reglas de conflicto de leyes. y si rentes tipos de reconocimiento que pudieran ser llamados «recono-
tenemos que tomar en cuenta a tales normas, entonces la noción de cimiento original» y «reconocimiento derivado». En un caso ordi-
reconocimiento por parte de los tribunales tendrá que ser afinada nario en el cual no aparece ningún elemento extranjero, por ejem-
en algunas otras direcciones. Si un hombre y su esposa, cuyo matri- plo, en el que un tribunal inglés simplemente aplica una ley inglesa,
monio es válido de conformidad a las normas del país en el cual fue el tribunal no basa su reconocimiento y aplicación de la ley en el
celebrado, viajan a través de diferentes países, pueden confiar que hecho de que los tribunales de otro país hayan reconocido o que
los tribunales de la mayoría de esos países considerarán su matrimo- reconocerían; esto sería el reconocimiento original. Pero en los ca-
nio como válido, por lo menos en todo en lo que a las formalidades sos en los que surgen cuestiones de derecho internacional privado,
de la celebración se refiere. Esto es sólo un ejemplo muy sencillo de parte del razonamiento del tribunal para reconocer una norma es que
los casos en los cuales se diría que los tribunales de un país recono- esta haya sido o pudiera ser originalmente reconocida por los tribuna-
cen y aplican las normas de otro. les de algún otro país; esto es un reconocimiento derivado de una
A menos que la noción de reconocimiento que hemos explicado norma extranjera. Si en tales casos debemos decir que el tribunal apli-
como criterio de pertenencia sea, en alguna medida, especificada, ca la norma que derivadamente reconoce o sólo que el tribunal aplica
deberíamos llegar a la conclusión de que las normas de un país que una norma con contenido similar, esto, pienso, no afecta tal distin-
son reconocidas y aplicadas por los tribunales de otro pertenecen al ción; aunque no tengo la menor duda de que ésta necesita una mayor
orden jurídico tanto del primero como del segundo. Es posible ob- elaboración.
jetar el lenguaje que he usado al describir tales casos, puesto que
puede decirse que cuando, por ejemplo, un tribunal inglés consi-
dera un matrimonio celebrado en la Unión Soviética como válido NOTAS
porque las formalidades fueron las que requería el derecho soviéti-
co, aunque ellas difieran de las del derecho inglés, el tribunal no l. Me referiré a la General Theory of Lawand State (Harvard University Press.,
Harvard, Mass., 1949) como GT. [Esta obra fue reimpresa en 1961 y en 1973 por
aplica realmente el derecho soviético sino que aplica, a las partes Russell & Russell, Ateneo Publisher Inc., Nueva York. Las citas de esta obra serán

27.- CASANOVAS
418 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX HANS KELSEN 419

complementadas con las referencias correspondientes a la versión castellana de esta sentido de «sistema» que Kelsen afirma que el derecho internacional y el derecho
obra, Teoría general del derecho y del Estado, UNAM, México, 1967, trad. Eduardo nacional son sistemas diferentes.
García Máynez, obra que denominaremos TG. (N. del t.)] Me referiré a The Pure 27. GT, p. 373.
Theory oj Law (University of California Press) -versión inglesa de la Reine Rechts- 28. Ibid.
lehre, 2. • ed., Franz Deuticke, Viena, 1960- como PTL. Asimismo, me referiré a la 29. GT, p. 363.
Theorie Pure du Droit (Dalloz, París, 1960), más completa y, en general, más exacta 30. PTL, p. 328.
versión de la Reine Rechtslehre, como TP. 31. TP, p. 430.
2. «No es lógicamente posible sostener que normas simultáneamente válidas 32. PTL, p. 328. El profesor J. L. Mackie me ha indicado que la afirmación
pertenezcan a sistemas distintos y mutuamente independientes», GT, p. 363; cf. ro: de Kelsen de que sólo puede haber un sistema de normas válidas, se parece a la
afirmación de Kant de que sólo existe un espacio. «Puesto que ... nos podemos
p. 432; PTL, p. 328.
3. Kelsen en la GT (y, por tanto, en la TG) y en la PTL considera a las nor- representar sólo un espacio; y si hablamos de diferentes espacios, nos referimos sólo
mas que están en conflicto como «contradictorias» (ibid., injra, sec. 2. ")y así expre- a partes de uno y mismo espacio único» (Crítica de la razón pura, A. 23). Tengo la
sa su doctrina de que las normas válidas no pueden estar en contradicción diciendo: impresión de que por debajo de la teoría jurídica de Kelsen existe la suposición de
«dos normas cuyos significados se contradicen y, por tanto, se excluyen lógicamente que hay un solo «espacio normativo» el cual tiene que ser descrito por un conjunto
entre sí, no pueden ser consideradas simultáneamente válidas», GT, p. 375; cf. TG, consistente de reglas en sentido descriptivo [enunciados descriptivos-deónticos]. (Véa-
p. 446. Véase PTL, p. 74. Es importante señalar que en la PTL (p. 18 al final del se infra.)
segundo párrafo) el traductor ha omitido las cruciales palabras «se puede considerar 33. GT, p. 408.
como válida ya sea una o ya sea la otra norma; pero, es imposible considerarlas 34. GT, pp. 407-408.
válidas a una y a la otra a la vez» que aparecen en la TP (p. 25). 35. Completamente aparte, este argumento para la necesaria unidad de todo el
4. La unidad del derecho nacional y del derecho internacional en un solo sis- derecho válido en un solo sistema es incompleto, aun si se admite que el conflicto
tema es llamado por Kelsen «Un postulado epistemológico». Cf. GT, p. 143. Consi- entre normas válidas (contrariamente al argumento de la sección siguiente es lógica-
derarlos así es «inevitable». Cf. PTL, pp. 332, 333 y 328 mente imposible. Para completar el argumento hubiera sido necesario demostrar que
5. PTL, p. 329. lo que Kelsen llama «contradicciones lógicas insolubles», las cuales piensa Kelsen
6. !bid., p. 328. podrían surgir en el caso de dos sistemas independientes, no surgirían en el caso de
7. !bid., pp. 330 y 331. La misma doctrina se encuentra expresada en diferente un solo sistema.
terminología en GT, pp. 371 y 372; cf. TG, pp. 441 y 442. 36. Esta sección se refiere al punto de vista que sobre conflictos ha sostenido
8. GT, pp. 37 y ss. Cf. TG, pp. 445 y ss.; PTL, p. 329. Kelsen en sus libros GT y PTL. En un posterior trabajo titulado «Derogation» en
9. «Kelsen visited», UCLA Law Review, vol. 16 (1965), pp. 722 y ss. Essays in Honour oj Roscoe Pound (Nueva York, 1962) Kelsen admite la posibilidad
10. GT, pp. 363-364; cf. TG, pp. 431-432; PTL, pp. 328-329. lógica de un conflicto entre normas válidas. Kelsen no explica, sin embargo, por qué
11. GT, pp. 376-383; cf. pp. 448-466; PTL, pp. 333-339. ha abandonado sus previos puntos de vista ni se refiere a su exposición en GT o en
12. GT, p. 387; cf. TG, pp. 460-461. PTL. Tampoco ha abandonado o modificado la teoría monista del derecho interna-
13. GT, p. 387; cf. TG, pp. 460-461. cional y el derecho nacional que ha expuesto en tales obras. Para un examen de esta
14. TG, p. 387; cf. TG, pp. 460-461; PTL, pp. 340-342. última fase del pensamiento de Kelsen, véase A. G. Cante, «In margine all'ultimo
15. GT, pp. 342-348; PTL, pp. 325 y 327. Kelsen», Studi Giuridice (Studia Ghisleriana, Pavía, 1967), p. 113.
16. GT, p. 348; PTL, pp. 325, 327. 37. PTL, p. 328.
17. GT, pp. 348-349; PTL, p. 325. 38. GT, p. 410.
18. GT, p. 343. 39. Lógica, puesto que la mayor parte de casos de conflicto entre dos normas
19. GT, p. 349; PTL, p. 325. surgen porque algún hecho contingente hace posible en una ocasión particular obe-
20. GT, p. 100. decer a ambas y no porque las reglas que prohíben expresamente o prescriben la
21. Véase particularmente GT, p. 349; PTL, p. 325. misma acción sean tales que en ninguna ocasión pudieran ser al mismo tiempo
22. GT, p. 351. obedecidas.
23. PTL, p. 215; cf. PTL, pp. 336-340. y GT, p. 121. 40. Véase B. A. O. Williams, «Consistency and realism», en Proceeding ojthe
24. GT, p. 351. Aristotelian Society, Suppl., 34 (1965), p. 103. Estoy muy reconocido a esta lúcida
25. Casos que contienen un «elemento extranjero». relación de las cuestiones lógicas que esto implica.
26. Más tarde considero la posibilidad de introducir un sentido de «sistema 41. PTL, p. 16. Kelsen describe tales normas permisivas (expresas o tácitas),
jurídico» tal que la mera existencia de la relación de pretensión de validación entre como «regulación negativa» de conducta, y distingue un sentido positivo de la per-
normas sea suficiente para constituir las normas de un sistema único. Esto, por su· misión cuando las normas prohíben la interferencia con la conducta de otro.
puesto, no refutaría el pluralismo convencional según para el cual no es en este 42. PTL, p. 18. Pero considérese el texto de TP (véase n. 3); PTL, pp. 25 y 205.
HANS KELSEN 421
420 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX

conformidad simultánea a estas normas sería siempre posible. Así, aun si las normas
43. En la prueba de «conformidad simultánea» del conflicto es aplicable sólo del Estado A estipularan que ciertas sanciones deben ser aplicadas por sus funciona-
a todas las normas o todas salvo aquella que prescribe o prohíbe una acción. Las rios a ciertas personas en el caso de que realicen ciertas y específicas acciones, y las
normas permisivas no pueden estar en conflicto, pero la conformidad simultánea a normas del Estado B prohibieran a los oficiales la aplicación de sanciones bajo esas
dos normas permisivas puede ser lógicamente imposible. (Ejemplo: «abrir la ventana mismas condiciones, ningún conflicto surgiría puesto que los funcionarios de los dos
es permitido», «Cerrar la ventana es permitido».) Estoy muy reconocido al profesor estados serían personas diferentes. Similarmente, en tanto que los órganos (agencies)
J. L. Mackie. aplicadores de sanciones en el derecho internacional son (de acuerdo con Kelsen) los
44. GT, p. 409; PTL, pp. 18, 205-208 y 329. representantes o agentes (representatives) de los estados contra los cuales un delito
45. PTL, pp. 73 y 78. El término correspondiente en TP, es «proposition de ha sido cometido, mientras que los órganos (agencies) aplicadores de sanciones de
droit» como distinto de <<norme juridique»; y en el original alemán es Rechssat:z, un Estado son sus propios funcionarios, ningún conflicto podría surgir. No existe
para distinguirlo de «Rechtsnorm» en la larga nota de la TP, p. 99, omitida por el nada en las obras de Kelsen sobre qué es para las normas estar en conflicto que
traductor en PTL Kelsen cita a Sigwart en apoyo de la noción de «debe ser él en excluya este argumento. Yo no acepto la interpretación de Kelsen del derecho como
sentido descriptivo». Cf. el punto de vista similar de Von Wright sobre los enuncia- normas que estipulan sanciones y por tanto no considero este argumento como correc-
dos normativos, en Norm and Action (Londres, 1963), pp. 78 y ss.; Castañeda, to. Kelsen también podría haber usado como argumento en favor de la teoría de la
«Deontic assertabless», «Actions, Imperatives and Obligations», Proceeding oj the no contradicción su propia doctrina (desde mi punto de vista errónea) de que «el
Aristotelian Society, 68 (1967-1968), p. 25. deber ser» necesariamente (para evitar un regreso vicioso) tiene el sentido de «permi-
46. PTL, p. 5. tido» o «autorizado» más que «ordenado» (PTL, p. 25).
47. TP, p. 99. (Esta nota se encuentra omitida en PTL.) 60. GT, pp. 110 y 367; PTL, pp. 195 y 201.
48. PTL, p. 18. 61. PTL, p. 199.
49. PTL, p. 74. 62. PTL, p. 201. Su formulación sería diferente si el derecho nacional fuera
50. PTL, p. 206. considerado como una parte subordinada del derecho internacional.
51. Ibidem. 63. PTL, p. 204, n. 72.
52. Entre estas dificultades, las cuales necesitan una mayor exploración, es la 64. Véase Nature and Sources of Law (Nueva York, 1909).
determinación del sentido que Kelsen da a «Válido». Algunas veces Kelsen escribe 65. Véase W. W. Cook, The Logical and Legal Bases ofthe Conflict of Law,
como si decir que una norma es «válida» equivale a decir que este es el final y sólo cap. I (Cambridge, Mass., 1942).
correcto estándar de conducta y de esa manera describe la validez de las normas
están en contradicción. Así, por ejemplo, GT, p. 410.
53. Véase Williams, loe. cit.
54. Para una más clara discusión sobre este punto, véase E. J. Lemmon,
tic Logic and the Logic of Imperatives», Logique et Analyse, 1965, '"'"!''""'"'"''""'
pp. 45-51.
55. Su posición es de que si hubiera tales conflictos no podríamos COJlSIClen
al derecho internacional y al derecho nacional como un solo sistema y la ausencia
conflicto es el criterio negativo de la unidad del sistema. Véase supra.
56. Véase, por ejemplo, PTL, pp. 73 y 205.
57. PTL, p. 330.
58. PTL, p. 331; cf. PTL, p. 274.
59. Hay que observar que a lo largo de esta sección he ignorado, como Kelsen
mismo lo hace, un argumento en favor de la forma débil de la teoría de la no
tradicción, apropiada si su propia interpretación controvertida de que todas las
mas entendidas como normas que estipulan sanciones dirigidas a los órganos o
cionarios que determinan las condiciones bajo las cuales las sanciones «deben
aplicadas, fuera tomada seriamente. De acuerdo con esta interpretación «sólo
actos coactivos que funcionan como sanciones deben ser» (PTL, p. 119). Esta
no aparece o no se observa en la versión inglesa PTL. Esto es, las solas personas ·
«deben» hacer algo de acuerdo al derecho son los «Órganos» o funcionarios,
que ellos «deben» hacer es aplicar sanciones si las condiciones establecidas en la
son satisfechas. Como en los diferentes estados esos órganos o funcionarios son
sonas diferentes, ningún conflicto surgiría entre las normas de diferentes estados:.
ALF ROSS 423

El rasgo esencial de la teoría en torno del derecho positivo ex-


puesto por Ross, que en su opinión la distingue de la Teoría Pura
del Derecho, es que la suya es una teoría «realista» del derecho, tal
como lo había expuesto ya en su trabajo Towards a Realistic Juris-
prudence.1 Entiende Ross por teoría realista una teoría empirista.
7. ALF ROSS Dice en el prólogo de su trabajo más reciente que es «una interpre-
tación realista del derecho, es decir, una interpretación de acuerdo
con los principios de una filosofía empírica». «La idea rectora de
HANS KELSEN este trabajo es llevar en el ámbito del derecho los principios empíri-
cos a sus últimas consecuencias.» Dos notas, según Ross, caracteri-
UNA TEORÍA «REALISTA» Y LA TEORÍA PURA
DEL DERECHO. OBSERVACIONES A ALF ROSS: En su artículo «El concepto de validez y el conflicto entre el positivismo jurídi-
SOBRE EL DERECHO Y LA JUSTICIA* co y el derecho natural» (Revista Jurídica de Buenos Aires, 1961, IV, pp. 46 y ss.),
Ross admite que en On Law and Justice se ha usado la palabra va/id («válido»,
«válida») en un sentido que no es corriente en el idioma inglés. Se ha empleado va/id
en pasajes en los que el original danés dice gceldende, y esa forma de traducir este
Las presentes líneas no pretenden valorar exhaustivamente la im- último término, expresa Ross, «puede engendrar confusiones». «Advierto ahora
portante obra que Alf Ross, uno de los más destacados teóricos del -agrega- que la expresión danesa gceldende ret no debería haber sido traducida al
inglés como va/id law. Análogo error se ha deslizado, en muchos contextos, al usar
derecho, ha publicado recientemente. El presente trabajo se ciñe a
la palabra va/idity. »
una exposición crítica de ciertas tesis sostenidas por Ross con res- En el artículo de referencia, Ross dice que la palabra va/id es usada en On Law
pecto al derecho positivo, en las cuales no solamente se aparta de la and Justice -cuando en el original danés dice gceldende- «para designar la existen-
Teoría Pura del Derecho sustentada por mí, sino que 1 más aún, cia (realidad) de una norma o~ de un conjunto de normas».
deliberadamente se opone a ella. La versión castellana de On Law and Justice (Sobre el derecho y la justicia,
Eudeba, 1963, trad. de Genaro R. Carrió) se aparta de la versión inglesa en lo que a
Huelga decir que esta crítica de ninguna manera va en mengua esto concierne, y sigue el texto original danés. En la página 12 de Sobre el derecho y
de la sincera estima que profeso a Alf Ross, científico descollante y la justicia el traductor explica, en una nota, que cada vez que el original danés dice
hombre de bien. greldende ha usado la palabra «vigente» en lugar de «válido», con lo que se ha
apartado del texto inglés. También ha sustituido validity por «vigencia» en todos los
casos en que el texto original danés se refiere a la existencia efectiva de una norma o
Hans Kelsen, «Eine "Realistische" und die Reine Rechtslehre. Bemerkungen zu de un conjunto de ellas, como cosa distinta de su validez formal. Tales modificacio-
Alf Ross: On Law and Justice», Osterreichische Zeitschrift für 6ffentliches Recht, 9 nes respecto de la versión inglesa han contado con la aprobación de Ross.
(1959), pp. 1-25. Traducción castellana de Eduardo A. Vásquez, en Contribuciones Pues bien, el presente trabajo de Kelsen se ocupa de la versión inglesa. Por lo
a la Teorfa Pura del Derecho, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1969, tanto, no hubiera sido correcto apartarse de esa versión, aun a sabiendas de que la
pp. 7-46. Revisión técnica a cargo del traductor, de Eugenio Bulygin y de Genaro R. fidelidad a la misma importa infidelidad al pensamiento de Ross, tal como resulta
Carrió. expuesto en el texto danés y en las aclaraciones contenidas en el artículo de la Revis-
* Advertencia del traductor y los revisores técnicos. El presente ensayo, como ta Jurídica de Buenos Aires. Por ello hemos preferido no seguir la terminología
resulta de su subtítulo, es básicamente un comentario crítico al libro de Alf Ross adoptada por el traductor de Sobre el derecho y la justicia, y en todos los casos se
On Law and Justice (1955), obra que constituye una versión abreviada, en idioma ha traducido va/id por «Válido» o «válida», y validity por «validez». De haber segui-
inglés, del texto original danés Om ret og retfaerdighed (1953). (En inglés fue publi- do aquella terminología, algunas de las observaciones críticas de Kelsen, en especial
cado por Stevens and Sons, Londres, 1958.) las del apartado 4, habrían perdido fuerza, si no sentido.
424 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX ALF ROSS 425

zan un conocimiento como empírico: una de ellas es negativa y con- acuerdo con el concepto de ciencia empírica definido por Ross-, el
siste en rechazar la especulación metafísica; la otra, positiva, y consis- derecho debe concebirse como un jactum del ser y las normas jurí-
te en centrarse sobre los hechos del ser. dicas como reglas del ser, es decir, como reglas que enuncian o des-
Dice, en declarada oposición a la Teoría Pura, que criben cómo se conducen de hecho los hombres, pero que no prescri-
ben cómo deben conducirse. Queda aquí en tela de juicio si tal teoría
el pensamiento fundamental del realismo jurídico es el deseo de con- capta la esencia del derecho, esto es, el sentido específico en el cual
cebir el conocimiento del derecho conforme a las ideas acerca de la el derecho se dirige a los hombres cuya conducta regula. En todo
naturaleza, de los problemas y del método de la ciencia tal como han caso existe una teoría que sostiene que el derecho no consiste en
sido elaborados por la filosofía empirista moderna. Varias corrientes otra cosa que en una cierta.conducta regular de los hombres y que
filosóficas -el empirismo lógico, la filosofía de Uppsala, la escuela
de Cambridge y otras- encuentran un fundamento común en el re-
la representación de un deber ser jurídico no es más que una ideo-
chazo de la metafísica, del conocimiento especulativo basado en la logía engañosa. ¿Pero qué es el derecho según la teoría realista
aprehensión a priori por la razón. Existe un solo mundo y un solo de Ross? Según la declaración programática arriba citada de que
conocimiento. Toda ciencia se ocupa en última instancia del mismo los conceptos jurídicos fundamentales deben definirse como concep-
conjunto de hechos ... 2 tos de la realidad social, el derecho sólo puede ser concebido como
hecho, no como norma. Y en su trabajo Towards a Realistic Juris-
De ahí concluye que « ... los conceptos fundamentales del derecho prudence, que apareció doce años antes de su obra On Law and
deben ser interpretados como concepciones de la realidad social, del Justice, Ross sustenta la tesis, también en manifiesta oposición a la
comportamiento del hombre en sociedad y nada más». 3 Teoría Pura del Derecho, de que el derecho debe concebirse como
Admitamos que es correcto afirmar que solamente los hechos un hecho del ser, y rechaza decididamente la teoría de que el dere-
del ser pueden ser objeto de una ciencia como conocimiento empí- cho es una norma o un sistema de normas. 4 Sin embargo, en su
rico y que el objeto de lo que se llama ciencia del derecho es el último trabajo parece -en este punto-, a pesar de su exposición
derecho. Pero si el derecho, tal como sostiene la Teoría Pura del programática, acercarse a la Teoría Pura del Derecho. Pues, tal
Derecho, es una norma o un sistema de normas, entonces no puede como lo hace esta última, Ross caracteriza ahora el derecho como
haber ciencia del derecho realista alguna, esto es, conocimiento em- norma o como sistema de normas, que prescriben que los hombres
pírico alguno del derecho. Pues una norma no es un hecho del ser deben conducirse de una manera determinada. Ross habla del dere-
sino una prescripción del deber ser; es el sentido de un hecho del cho como «norma jurídica». 5 Distingue entre el derecho como com-
ser, esto es, de un acto intencionalmente dirigido a la conducta plejo de reglas («el derecho mismo como las reglas jurídicas») y la
de otros, es decir, el sentido de que los hombres deben conducirse de ciencia del derecho como «conocimiento acerca del derecho en for-
una manera determinada. Por ello, como sentido de un hecho del ma de proposiciones acerca de las reglas jurídicas», 6 y ve la diferen-
ser, debe distinguirse de este hecho mismo y no identificarse con él. cia en que el derecho como norma prescribe (<<prescribes»), mien-
El acto cuyo sentido es la norma o -como suele decirse en sentido tras que la ciencia del derecho describe («describeS>>).' Ya en su en-
figurado-el acto mediante el cual se crea una norma, el acto de sayo aparecido en 1944 «lmperatives and Logic» 8 contrapone de la
ordenar, es un ser; la norma, que es su sentido, es un imperativo, manera habitual el enunciado descriptivo al imperativo prescriptivo:
un deber ser. «'Imperativo', tal como se usa aquí, significa una creación cuyo
El conocimiento puede dirigirse al acto del ser o a su sentido objeto inmediato es requerir una acción, pero no describir un he-
normativo y de esta manera apunta a dos objetos diferentes, el uno cho». En su trabajo On Law and Justice dice: «La diferencia radi-
real y el otro ideal. cal entre las normas jurídicas (esto es, las reglas jurídicas conteni-
Se dirige a un sentido normativo cuando se dirige al derecho das en las leyes o derivadas de precedentes o de otras fuentes de
como norma. Para que exista una ciencia empírica del derecho -de derecho) y las proposiciones doctrinarias de los libros de texto» con-
426 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX ALF ROSS 427

siste en que «las primeras son directivas -alógicas-, las segundas simple expediente de escamotear todas las nociones de validez (es
son aserciones -lógicas- (en el sentido de que ciertas directivas decir, las «ideas normativas») del concepto de derecho». El «esca-
son derecho válido)}}.9 Caracteriza las «normas}> como «directivas}}.1o moteo» de las ideas normativas del concepto de derecho significaría
Dice que «el derecho danés es un conjunto individual de normas ... » la eliminación del elemento «específicamente jurídico>} (especifically
y utiliza la expresión «conjunto de normaS}} como sinónimo de «sis- legal). Esto quiere decir que el derecho, tal como lo sostiene la Teo-
tema de normas». 11 Dice: «Las normas del derecho ... prescriben un ría Pura del Derecho, no puede concebirse como hecho, «como pu-
determinado proceden>; 12 «el contenido real de una norma de con- ramente un hecho», sino como norma de deber ser. Esta crítica a
ducta es una directiva para el juez ... »; 13 y finalmente: «Un orden ciertas teorías realistas del derecho es, sin duda, absolutamente in-
jurídico nacional es un cuerpo integrado de reglas que determinan compatible con la actitud de rechazo que adopta Ross en el mismo
las condiciones en las que la fuerza física debe ser ejercida contra trabajo contra el concepto normativo de derecho. Volveremos sobre
una persona» .14 Esto quiere decir que la teoría realista de Ross -en este punto más adelante.
completa concordancia con la Teoría Pura del Derecho- caracteri- No puede negarse seriamente que el objeto de la ciencia del de-
za al derecho como un sistema de normas coactivas de deber ser, es recho sea el derecho. Si el derecho es un sistema de normas, es
decir, de normas que prescriben a ciertos órganos jurídicos que ellos, decir, de prescripciones de deber ser, si las «ideas normativas» son
en determinadas condiciones, deben dirigir ciertos actos de fuerza el elemento específicamente jurídico y de ello se concluye que no
contra seres humanos. puede concebirse el derecho como siendo «puramente un hecho»,
Por consiguiente, el objeto de la ciencia del derecho realista es ¿cómo puede la ciencia del derecho como ciencia «empírica», en el
un deber ser, no un ser. sentido en que Ross define este concepto, apuntar a hechos del ser?
En su trabajo Towards a Realistic Jurisprudence, en el cual Ross, Si el intento de ciertas teorías «realistas» del derecho de definir el
tal como se ha señalado, rechaza la definición del derecho como derecho como mero hecho, como «un cierto comportamiento de he-
norma, critica por cierto también aquellas teorías del derecho que cho», lleva a la completa destrucción del concepto de derecho,
se designan a sí mismas como «realistas» y que conciben el derecho ¿cómo puede Ross exigir en nombre de una ciencia del derecho «rea-
como un hecho del ser («el derecho como hecho») en la medida en lista» que las nociones jurídicas fundamentales deban ser interpre-
que éstas tratan «de apartar todos los puntos de vista normativos tadas como concepciones de la realidad social, del comportamiento
como hecho, como una parte del comportamiento social de los hom- del hombre en sociedad y nada más? 16 Si Ross rechaza estas teorías
bres». «Parece que estas teorías que proponen escamotear todos «realistas» del derecho porque los enunciados de las mismas acerca
los puntos de vista normativos, toda noción de validez (obsérvese del derecho son «acerca de 1o que sucede o de lo que sucederá»,
que aquí validity -validez- se identifica con normatividad) están ¿cómo puede él mismo afirmar «que las afirmaciones que se refie-
condenadas, de extraña manera, al fracaso. En términos generales, ren al derecho válido en el tiempo presente deben entenderse como
por la razón siguiente: si el derecho se define como cierto compor- referidas a futuras decisiones hipotéticas» (aunque con la limitación
tamiento de hecho, se evita desde un principio ciertamente el dua- de «en ciertas condiciones»)? 17 Aquí se presenta una patente contra-
lismo entre validez (validity, Geltung) y vigencia o eficacia (reality, dicción. No es posible concebir el derecho como norma, en el senti-
Wirksamkeit). Las afirmaciones acerca del derecho serán afirmacio- do de prescripción de deber ser, y al mismo tiempo calificar la cien-
nes puramente teóricas acerca de lo que sucede o lo que sucederá. cia del derecho como una ciencia que describe hechos del ser y que
Pero esto produce una completa destrucción del concepto de dere- es, en este sentido, empírico-realista. Más adelante veremos cómo
cho.» «Nuestro propósito al determinar el concepto de derecho se las arregla Ross para hacer olvidar esta contradicción. Basta es-
no es escamotear las ideas normativas sino interpretarlas de una tablecer solamente en principio que Ross se ve llevado a esta con-
manera diferente ... » 15 Y más adelante (p. 145) se dice que «no se tradicción al querer establecer la ciencia del derecho como ciencia
puede llegar a una teoría del derecho verdaderamente realista por el empírica, pero al hacerlo toma el concepto de ciencia empírica de
428 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX
ALF ROSS 429
manera excesivamente restringida. Para ser empírica, la ciencia del
derecho no debe tentar lo imposible, describir normas del deber ser rige a los hombres cuya conducta regula, es decir, el sentido que tiene
con proposiciones del ser. Una ciencia es «empírica» en contraposi- la norma jurídica o, dicho más correctamente, el sentido que la nor-
ción a «metafísica» no solamente si describe hechos que suceden en ma jurídica es, la proposición que describe la norma jurídica debe ser
el tiempo y en el espacio sino también si describe el sentido de cier- una proposición normativa.
tos actos humanos. Una teoría del derecho continúa siendo empíri- La ciencia del derecho no enuncia la manera en que los hombres
ca si se limita a describir normas que son el sentido de actos empí- se comportan de hecho, sino la manera en que deben comportarse
ricos, realizados en el tiempo y en el espacio, realizados por hom- de acuerdo con un determinado ordenamiento jurídico, nacional o
bres, sin referirse a normas que emanen de instancias sobrehuma- internacional. El «deber ser» de la norma jurídica tiene un sentido
nas, tales como Dios o una naturaleza creada por Dios, en tanto prescriptivo (imperativo), el deber ser de la proposición jurídica un
que el «deber ser» de las normas que describe no es el deber ser de sentido descriptivo (indicativo). Dado que las proposiciones jurídi-
una justicia metafísica. Dado que la Teoría Pura del Derecho cum- cas que describen las normas jurídicas tienen la pretensión de ser
verdaderas, pueden aplicarse a las mismas los principios lógicos, en
ple estos requisitos, dado que ella, como casi ninguna otra teoría
especial el principio de contradicción y las reglas de inferencia. Por
del derecho lo hace, elimina de su ámbito con la mayor energía
dicho motivo, estos principios lógicos son aplicables -por supuesto
todo elemento metafísico, puede reclamar ser considerada como una
teoría no menos empírica, y en este sentido «realista», que la teoría solo indirectamente- a las normas jurídicas, que no tienen la pre-
tensión de ser verdaderas. Dos normas jurídicas se «contradicen»
«realista» del derecho sostenida por Ross.
cuando pueden describirse solamente por medio de dos proposicio-
nes jurídicas contradictorias entre sí y, en consecuencia, no pue-
2 den afirmarse simultáneamente como siendo válidas. La validez de
una norma jurídica puede deducirse lógicamente de la validez
Una de las tesis esenciales de la Teoría Pura del Derecho es la de otra norma jurídica si las proposiciones que las describen pueden
distinción entre la norma jurídica establecida por la autoridad jurí- presentarse en un silogismo lógico.
dica y la proposición jurídica formulada por la ciencia del derecho. La ciencia del derecho tradicional confunde norma jurídica y
La norma jurídica es una prescripción; en ella se prescribe que los proposición jurídica, no distingue claramente entre derecho y cien-
hombres deben conducirse de una manera determinada. La propo- cia del derecho, entre la función de crear el derecho y la de cono-
sición jurídica es una descripción, la descripción de una norma ju" cerlo. Pero Ross no cae en este error. Distingue enérgicamente en-
rídica. En ella se enuncia que los hombres deben conducirse de una tre derecho y ciencia del derecho. Dice: «las normas jurídicas (legal
rules) son "directivas"». «El derecho no se establece para impartir
manera determinada de acuerdo con una norma contenida en un
orden jurídico determinado. Una norma que prescribe una conduc- verdades teóricas, sino para dirigir a la gente -jueces y ciudadanos
ta determinada no es verdadera ni falsa, sino válida o no válida. La particulares por igual- a actuar de cierta manera deseada.» 18 Pero
proposición que la describe es, empero, un juicio que puede ser ver- las proposiciones de la ciencia del derecho, como por ejemplo las
dadero o falso. Por cierto que el legislador se sirve a veces de la que aparecen en un tratado sobre el derecho penal de determinado
forma gramatical de un juicio, y aun de la forma gramatical de un Estado, no son «directivas», es decir, no son normas jurídicas.
juicio acerca de los hechos del ser; así, por ejemplo, si se dice en Dice Ross con respecto a la diferencia entre normas jurídicas y
una ley penal que el hurto se castiga con prisión. Pero el significado proposiciones de un libro de texto de derecho: «A pesar de la seme-
j~za debe existir, sin embargo, una diferencia en el significado ló-
de esto es una prescripción: se prescribe que el hurto debe ser
gado con prisión. Dado que la proposición que describe la norma gico de las mismas proposiciones en los dos contextos. No puede
jurídica debe expresar el sentido específico en que el derecho se caber duda de que las proposiciones en un libro de texto de derecho,
por lo menos en cierta medida, se proponen describir, no prescri-
430 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX ALF ROSS 431

bin>. 19 Recalca «la radical diversidad existente entre las normas ju. refiere al hurto que el hurto en California se castiga de hecho con
rídicas (esto es, las reglas jurídicas contenidas en las leyes o extraí- prisión? Si la proposición expresara esto sería un enunciado falso,
das de los precedentes o de otras fuentes de derecho), por un lado pues de hecho en numerosos casos el hurto no se pena en Califor-
y las proposiciones doctrinarias de los libros de texto jurídicos, po; nia, por ejemplo, porque no se consigue aprehender al ladrón. Tam-
el otro». 20 Expresa que «la proposición de un libro de texto que poco puede expresar la proposición que el hurto en California se
prima jade presenta el carácter de una directiva D (aparentemente castiga de hecho por regla general. Por cierto que esta proposición
porque está formulada en una proposición normativa) para ser com- puede ser verdadera; pero no es de manera alguna una descripción
prendida no como una proposición del derecho sino acerca del de- de la norma jurídica en cuestión, sino de una conducta de hecho
recho, tiene que ser reformulada de la siguiente manera: 'D' (esto que se adecua a la norma jurídica -por regla general-; y la norma
es, una norma aislada que prescribe una conducta determinada) es jurídica sigue siendo válida aun en aquellos casos en los cuales la
derecho válido (de Illinois, de California, etc.)». 21 Esta proposición conducta de hecho no se adecua a la norma. La conducta que se
es, según Ross, una proposición de ser, un enunciado sobre un he- adecua al derecho no es el derecho, como tampoco lo es la que no
cho del ser. Rechaza la opinión de que las proposiciones que descri- se adecua al mismo. El derecho y la conducta que se adecua o no a
ben las normas jurídicas tengan que ser proposiciones de deber ser. él son dos cosas diferentes. «Adecuación» designa una relación en-
Dice, en oposición a la Teoría Pura del Derecho: «Rechazo la idea tre dos cosas que, precisamente porque se trata de una relación, no
de que el conocimiento jurídico constituya un conocimiento norma- pueden ser idénticas. El derecho californiano no consiste en que el
tivo específico, expresado en proposiciones de deber ser, e interpre- hurto por regla general se castigue con prisión, sino en que el hurto
to el pensamiento jurídico formalmente en términos de la misma siempre y sin excepción debe ser castigado. En este deber-ser-casti-
lógica que da fundamento a las otras ciencias empíricas (proposicio- gado consiste el derecho, no en el ser-castigado de hecho. De ahí
nes de ser)». 22 que sólo puede ser descrito por medio de proposiciones de deber
Pero ¿qué enuncia la proposición en la cual, en un libro de tex- ser. Y eso es precisamente lo que el propio Ross hace cuando en su
to de derecho californiano, la norma que prescribe pena de prisión teoría realista del derecho describe el derecho con la frase ya men-
para el hurto se describe con las palabras «la norma que prescri- cionada: «Un orden jurídico nacional es un cuerpo integrado de
be que el hurto debe ser castigado con prisión es derecho california- reglas que determinan las condiciones en las que la fuerza física
no válido»? ¿Enuncia un determinado hecho, la existencia de un debe ser ejercida contra una persona»; y no con una frase que dice
acto creador de derecho? No, sino que enuncia una norma "'""'"..,'"- «Un orden jurídico nacional es un cuerpo integrado de reglas que
cida por el acto, diferente de este hecho. La distinción entre los determinan las condiciones en que de hecho se ejerce la fuerza físi-
objetos de esos enunciados es cosa corriente para el jurista, acos- ca contra una persona». Ross cree que las proposiciones de la cien-
tumbrado a la diferencia entre el procedimiento legislativo y su pro- cia del derecho que describe el derecho deben ser proposiciones de
ducto, la ley. Por cierto que también el procedimiento legislativo, ser, porque quiere establecer la ciencia del derecho como ciencia
o, hablando en términos generales, el acto de creación de derecho, empírica y parte de la errónea suposición de que solamente una cien-
es objeto de la ciencia del derecho que describe el derecho. Porque es cia que describe hechos del ser puede tener carácter empírico en
una característica del derecho regular su propia creación. Esto quie- cuanto solamente los juicios de ser pueden ser verdaderos o falsos.
re decir que el acto de creación del derecho es objeto de la ciencia No advierte que la expresión «debe ser» no solamente puede tener
del derecho -no como acontecer fáctico en el nexo causal de la un carácter prescriptivo sino también descriptivo y que el «deber
realidad natural, sino en tanto que regulado por normas jurídicas, ser» en las proposiciones de derecho, a diferencia del «deber ser»
como contenido de normas jurídicas. También en este aspecto la . en las normas jurídicas, tiene un carácter descriptivo, es un juicio
ciencia del derecho describe normas, no hechos. ¿Expresa acaso lógico y de ahí que, a diferencia de las normas de debe ser, puede
la proposición con la que se describe el derecho californiano que se ser verdadero o falso. Me remito en este aspecto a la exposición de
ALF ROSS 433
432 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX

Siguiendo la ciencia del derecho tradicional, Sigwart identifica


un destacado lógico, Christian Sigwart/3 que distingue entre los im-
validez con eficacia. Dado que la ciencia del derecho describe la va-
perativos, que no pretenden ser verdaderos sino ser observados, de
lidez de un ordenamiento jurídico, no enuncia lo que acontece re-
lo que resulta que no pueden ser ni verdaderos ni falsos, y los jui-
gularmente sino lo que debe acontecer de acuerdo con un determi-
cios que, en tanto que proposiciones que enuncian o afirman, pre-
nado orden~II_liento jurídico. Lo que importa es lo siguiente: que
tenden ser verdaderos, de lo que resulta que pueden ser verdaderos
estas proposicwnes de deber ser son, según Sigwart, juicios que pue-
o falsos. De entre estos juicios destaca los enunciados acerca de
den ser verdaderos o falsos. De ahí que se pueda contraponer a una
imperativos. Dice: norma que establece como debida una determinada conducta, nor-
rna que no puede ser verdadera ni falsa, no solamente un juicio de
El imperativo no reclama creencia en su verdad sino obedien-
cia . . . En nada se modifica este significado inmediato y usual del deber ser que describe conducta fáctica, sino también un juicio
imperativo como expresión de una determinada voluntad individual de deber ser que describe una norma. Estos dos juicios pueden ser
cuando aparece bajo la forma de una ley general. En tanto que el verdaderos o falsos.
legislador enfrenta a los ciudadanos o a los feligreses con un impera~',:
tivo, aquél se comporta como un individuo frente a otro individuo;¿
no habla para comunicar una verdad que debe creerse, sino parli:' 3
promulgar un precepto que debe acatarse. Ya sea que el que da la
orden aparezca como un individuo real o como una persona colectí- E~, problema decisivo para la teoría realista de Ross, en cuya
va, que el motivo presupuesto de la obediencia sea el sometimiento a
solucion esta teoría pretende alejarse de la Teoría Pura del Derecho
una autoridad personal o al ordenamiento impersonal estatal, el con-
es la relación entre validez y eficacia del derecho. Este es, en efecto:
tenido de lo expresado no es la comunicación de una verdad sino
exhortación a hacer una cosa, a omitir otra. También la forma «tú , uno de los problemas más importantes y al mismo tiempo más difí-
debes», con que se presentan preceptos tales como, por ejemplo, los ciles de una teoría positivista del derecho. Concierne tan solo a un
contenidos en el Decálogo, no expresa por lo pronto otra cosa .. caso especial de la relación entre el deber ser del derecho y el ser de
Deber ser es el correlato de querer. Por cierto que en este «tú la realidad natural. Pues no solamente la eficacia, esto es, el hecho
aparece una ambigüedad que se halla ausente en el simple de que la conducta de los hombres que las normas prescriben como
Pues «deber» [Sollen] también tiene el significado de un predicado debida se adecue hasta cierto punto a estas normas sino también
sentido propio en un enunciado que pretende ser verdadero; '"l'.''uu'"" los actos, mediante los cuales se establecen las no;mas jurídicas,
estar obligado, esto es, un predicado moral que enuncia una relación son hechos del ser. Que un derecho sea «positivO>> significa que las
constante de la voluntad subjetiva individual frente a una autoridad normas del deber ser del derecho son establecidas mediante actos
ordenadora o a una norma objetiva. El imperativo original se transfor:
huma~os y que en términos generales son eficaces. Pero el derecho,
ma ahora en el significado del predicado .. . y la afirmación de que
estoy obligado (esto es, que debo conducirme de determinada mame1:a) , es decu, estas normas de deber ser, consiste no en los actos que las
puede -fundándose en un ordenamiento moral o jurídico que se e.st~blecen ni en la conducta que a ellas se adecua. Una teoría posi-
por supuesto- ser verdadera o falsa. tivista del derecho se halla ante la tarea de encontrar el justo medio
Finalmente, esta misma ambigüedad pasa a proposiciones entre dos extremos que son ambos teoréticamente insostenibles. Uno
tienen la forma gramatical de un enunciado simple. El artículo de los extremos es la tesis de que entre la validez, que es un deber
código penal que dice: «el que hace tal cosa es penado de tal s7r, Y la eficaci~, que es un ser, no existe en absoluto ninguna rela-
ra» no pretende informar acerca de lo que ocurre en la Ción,. qu~ la validez del derecho es completamente independiente de
como lo hace la fórmula de una ley natural, sin prescribir; la la eficacia. El otro extremo es la tesis de que la validez del derecho
proposición encierra, sin embargo, un enunciado de realidad, si se identifica con su eficacia, que al enunciar que una norma vale
ley es descrita en su efectividad; ahora enuncia lo que ocurre
no se quiere decir otra cosa que dicha norma es de hecho acatada y
larmente en un determinado Estado.
2&.- CASANOVAS
LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX
ALF ROSS 435
434

aplicada. A la primera solución al problema se inclina una teoría tido o en el otro, y un tribunal que aplica una ley por vez primera,
idealista, a la segunda, una teoría realista. La primera es falsa, pues inmediatamente después de haber sido promulgada, sin que, por lo
no puede negarse que un ordenamiento jurídico, considerado como tanto, haya podido aún adquirir eficacia, aplica una ley válida. Un
un todo, al igual que una norma jurídica aislada, no puede ya ser ordenamiento jurídico en su totalidad es válido aunque no todas
considerado como válido, es decir, pierde su validez, cuando deja sus normas sean acatadas siempre y sin excepción. Pero no será
de ser eficaz. Y, por cierto, existe una relación entre el deber ser del considerado como válido cuando deja de ser eficaz en términos ge-
derecho, su validez, que es su existencia específica, Y el ser, la exis- nerales. De ahí que -esta es la tesis de la Teoría Pura del Derecho-
tencia de la realidad natural, en la medida en que una norma jurí- la validez del derecho no pueda identificarse con su eficacia. La
dica, para ser válida, precisa ser establecida por un acto del ser. eficacia de las normas jurídicas -como asimismo su creación por
Esto, aunque la existencia de la norma jurídica, que es su validez y medio de actos humanos- es condición de su validez, pero no es
por lo tanto un deber ser, es diferente de la existencia del acto que esta validez misma, ni es la eficacia fundamento de su validez. El
la ha creado, que es un ser y no puede confundirse con la existencia fundamento de validez de un ordenamiento jurídico es una norma
de dicho acto. La segunda solución es falsa, pues no puede negarse fundamental presupuesta que estatuye que uno debe comportarse
que existen numerosos casos en los cuales las normas jurídicas son de acuerdo con una Constitución que ha sido efectivamente creada y
consideradas como válidas aunque no sean eficaces, es decir, aun- es eficaz en términos generales y de acuerdo también con las normas
que de hecho no se las acate ni se las aplique. Una norma jurídica!:, creadas en virtud de esta Constitución, que son eficaces en términos
esto es, una norma que prescribe que bajo determinadas condicio- . generales. De esta manera, esa norma fundamental presupuesta con-
nes, en especial bajo la condición de que los hombres se conduzcan vierte la creación de normas por actos humanos y su eficacia en
de determinada manera, debe dirigirse un acto de fuerza como condición de la validez de ellas. La eficacia es condición de la vali-
ción contra estos hombres o contra quienes se encuentren con ellos dez en el sentido de que la eficacia debe añadirse a la creación para
vinculados, es eficaz cuando es acatada, esto es, cuando de parte que tanto el ordenamiento jurídico como un todo, como también
los súbditos sometidos al ordenamiento jurídico se manifiesta una norma individual, no pierdan su validez. Un hombre debe na-
conducta que permita evitar la sanción; o cuando, en caso de que cer para vivir; para seguir viviendo deben cumplirse otras condicio-
produzca la conducta que condiciona la sanción, se aplique la nes, por ejemplo, recibir alimentos. Sin estas condiciones el hombre
ción esto es, los órganos jurídicos competentes ordenen e pierde la vida. Pero la vida no se identifica ni con el nacimiento ni
gan 'efectivamente la sanción prescrita por la norma jurídica. con la alimentación.
una norma es válida, esto es, debe ser acatada aun en el caso· La teoría realista postulada por Ross se dirige contra esta distin-
precisamente en el caso, en que no es acatada. Y, por lo tan~o, .. ción, subrayada con energía por la Teoría Pura del Derecho, entre
es eficaz en este sentido. Y es válida, es decir, debe ser aphcada;
la validez del derecho considerado como un deber ser y la eficacia
aun en el caso en que no es aplicada, por ejemplo, porque el u"ttu-::.•t:.
del derecho considerado como un ser.
cuente ha eludido de hecho el cumplimiento de la sanción. P
Esta distinción es solamente la consecuencia inevitable de que el
do de la base de que el fin del derecho es prevenir la conducta
derecho es un deber ser y de ahí que la validez, es decir, su existen-
tijurídica, es decir, la que condiciona la sanción, se presenta el
cia específica, no es por ende un ser, y que la eficacia, en tanto que
ideal de validez del derecho cuando la norma jurídica.que
la sanción no se aplica en absoluto y, por lo tanto, el derecho consiste en el hecho de que una conducta se adecue a la norma
do no es en este sentido eficaz, porque los hombres, motivados jurídica, implica una relación entre el derecho y esta conducta fác-
la representación de la sanción que debe imponerse, se tica, pero solamente puede existir una relación entre dos elementos
de la conducta que condiciona la sanción. Las normas generales que no se identifican entre sí.
una ley cobran validez aun antes de que cobren eficacia en un Contra esta distinción, dijimos, como así también contra el dua-
436 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX ALF ROSS 437

lismo de va/idity y reality se dirige la teoría realista de Ross. Reposa «actitud desinteresada de conducta» consiste en que los individuos
fundamentalmente en la identificación de validez con eficacia. que crean y aplican el derecho (esto es, las reglas que estatuyen los
En su obra Towards a Rea/istic Jurisprudence, declara Ross actos de coacción) son considerados «competentes» para crear y apli-
como punto de partida de su ciencia realista del derecho la tesis de car el derecho por los individuos sometidos al mismo. «Las autori-
que «el dualismo entre validez y realidad» es una «fuente fundamen- dades que aplican el derecho ... deben ser consideradas autoridades,
tal de error». 24 La validez (va/idity) no sería otra cosa que las expe- o como que poseen competencia jurídica para establecer el derecho
riencias subjetivas de un impulso (subjective experiences oj impul- y ejercer la compulsión.» 35 En la «opinión» o en la «creencia» de
se),25 un impulso hacia una conducta determinada (impulses to que los individuos que crean el derecho son «competentes» para
action). 26 Estos impulsos hacia una conducta determinada se «racio- crear y aplicar el derecho consiste el respeto hacia ellos como auto-
nalizarían>> 27 en el concepto de una validez de deber ser objetiva. ridad. La «creencia en la competencia o en la autoridad» (this be-
Esta racionalización resultaría empero «errónea» (erroneously); 28 se- líe! in competence or authority) 36 capacita a los individuos que crean
ría una «imposibilidad desde el punto de vista de la teoría del cono- el derecho a compeler a los hombres sometidos al derecho a condu-
cimiento» (epistemological impossibility oj rationa/ization)/9 carece- cirse de acuerdo con la norma jurídica («a inducir a los hombres a
ría de sentido (meaningless rationa/ization). 30 Esto solamente puede actuar de acuerdo con sus órdenes»). 37 Ambos factores psíquicos, el
querer decir que Ross elimina el concepto de una validez normativa respeto por las autoridades tenidas por competentes y el temor de
del derecho como el concepto de algo que no es realidad del ser. las sanciones, son las causas de la conducta adecuada al derecho,
Dice: «La validez en el sentido de una categoría o esfera de existen- esto es, de su eficacia.
cia coordinada con la realidad es un sinsentido en el significado
literal de esta palabra; validez (valer o deber) no es nada objetivo o La obediencia a la ley sobreviene no solamente en virtud de una
concebible, no tiene sentido, es una mera palabra»Y Si «validez» es actitud de conducta de conformidad y respeto por el sistema de au-
una palabra sin sentido cuando con ella se quiere designar algo di- · toridad (actitud desinteresada) sino también, si es necesario, por te-
mor al castigo (actitud interesada). En realidad ... hay una íntima
ferente de la «realidad», no debe ser utilizada en una teoría realista . fusión y una interacción inductiva real entre los dos factores, com-
del derecho. pulsión y autoridad, interés y conformidad desinteresada. 38
Pero esto no es en absoluto lo que sucede con la teoría de Ross.
Él trabaja con el concepto de «validez». De los pasajes ya citados Si por «validez» se entiende el «impulso desinteresado hacia una
anteriormente se desprende que la idea de una validez normativa es acción» que consiste en el hecho psíquico de una determinada «opi-
esencial para el concepto de derecho. Pues Ross rechaza la idea de nión» o de una determinada «creencia», esto es, en un determinado
eliminar la idea de lo normativo. 32 Cree empero poder dar al con- motivo de la conducta ajustada a derecho, entonces se elimina de
cepto de validez otra significación distinta de aquella en que la Teo- hecho el dualismo de validez y eficacia. «Es obvio -dice Ross-
ría Pura del Derecho habla de validez. La validez no sería una vali- que si el elemento de validez es determinado de la manera aquí in-
dez de deber ser -esto sería la errónea racionalización de un acto dicada desaparecerá todo dualismo en el fenómeno jurídico: la "va-
psíquico- sino este hecho: un impulso hacia una conducta determi- lidez" misma se convierte en un fenómeno de la realidad.» 39
nada. Este impulso (impulse) ·es designado por Ross como «actitud El dualismo desaparece porque si «validez» es un hecho real,
de conducta» y, más aún, como «actitud desinteresada de conducta entonces «validez» desaparece como «idea normativa» la cual, sin
que lleva el sello de la validez» Y Constituye junto con la «actitud embargo, según dice Ross en el pasaje arriba citado, no puede ser
interesada de conducta» el motivo de la conducta que se adecua a eliminada del concepto de derecho. También aquí se presenta una
las normas jurídicas, esto es, de la eficacia del derecho. La «actitud manifiesta contradicción. Ross no solamente ha interpretado el con-
interesada de conducta» es el temor al empleo de la coacción pres- cepto de validez de manera diversa de la que lo hace la Teoría Pura
crita en las normas jurídicas (impulse of fear of compulsion). 34 del Derecho sin eliminarlo, tal como lo asegura; ha eliminado el
438 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX ALF ROSS 439

concepto de validez como idea normativa. Pues «interpretarlas de es una _rama de la psicología y de la sociología. Entonces no puede
una manera diferente» («las ideas normativas») no significa tal como concebirse el derecho como norma. De ahí que Ross rechace, como
él aquí lo afirma «tomarlas por lo que son, la expresión de ciertas ya se ha comprobado más arriba, en su trabajo Towards a Realistic
experiencias psicofísicas peculiares, que son un elemento fundamen- ]urisprudence la tesis de que el derecho consiste en normas. De la
tal en el fenómeno jurídico». 40 Las ideas normativas, es decir, las tesis de que «el derecho consiste en normas» dice: «Esta tesis es
ideas del deber ser, no pueden ser interpretadas como hechos psico- insostenible» 46 y se remite a su definición del derecho, arriba cita-
físicos, es decir, como ser. da, como fenómeno psicofísico. Esto es precisamente lo que afirman
Lo que Ross llama «interpretar» o «reinterpretar» 41 las ideas las teorías realistas del derecho rechazadas por Ross. Pero es sinto-
normativas o los conceptos de validez es en realidad su completa mático que Ross rechace esas teorías porque quieren eliminar la idea
eliminación. Dice en la continuación de los pasajes ya citados: «el normativa del concepto de derecho. Por lo tanto, declara que no
escamoteo de todas las nociones de validez del concepto de dere- quiere eliminar la idea normativa del concepto de derecho. Él cree
cho . . . significaría el inevitable escamoteo de lo específicamente conservar las ideas normativas, esto es, el deber ser, en el concepto
jurídico», «precisamente el elemento que es el criterio decisivo de de derecho, al declarar como elemento esencial del fenómeno jurí-
esa parte de la conducta humana de la cual ha hecho objeto de su dico la creencia de los hombres sometidos al derecho en la «compe-
estudio la ciencia del derecho». 42 Si admitimos que el objeto de tencia» o la «autoridad» de los hombres que crean el derecho. En
la ciencia del derecho, es decir, el derecho, es conducta humana otras palabras, la creencia de que uno debe comportarse de la ma-
(human behaviour), entonces la validez como idea normativa no pue- nera prescrita por estos últimos, la creencia en la «validez» (belief
de ser su criterio. Un hecho no puede tener validez. Solamente puede in validity), 41 esto es, «la actitud desinteresada de conducta». Carac-
ser o no ser. Solamente una norma de deber ser puede tener validez. teriza como uno de los factores de este fenómeno <<Una actitud de-
Ross rechaza ciertas teorías realistas del derecho porque apartan del sinteresada de conducta (ideas de validez de una naturaleza especí-
concepto de derecho todos los puntos de vista normativos, porque ficamente jurídica provocada por la fuerza sugestiva social de la
definen el derecho como puro hecho («determinan el derecho como costumbre)». 48 Pero la comprobación de que un elemento del com-
siendo puro hecho, como una parte de la conducta social»), porque portamiento fáctico de los hombres designado como derecho consis-
proponen escamotear todos los puntos de vista normativos, todos te en que dichos hombres creen que deben conducirse de una mane-
los conceptos de validez («se proponen escamotear enteramente to- ra determinada en modo alguno importa conservar la idea normati-
dos los puntos de vista normativos, toda noción de validez»). 43 Pero va en el concepto de derecho. La creencia de que uno se debe con-
su «reinterpretación» de las ideas normativas, y esto significa, como ducir de una manera determinada es un hecho del ser y no el deber
él mismo dice, de los conceptos de validez, conduce precisamente al ser objeto de la creencia. Tanto menos se sostiene con esta compro-
mismo resultado. Aclara: «Parto del supuesto de que la ciencia del bación la idea normativa, cuanto que Ross -como ya se ha señ.ala-
derecho es una rama de la ciencia de la conducta humana». 44 De do- acentúa con energía que esta creencia es un error, que los hom-
esta manera, el derecho, como objeto de la ciencia del derecho, so-· bres, cuando creen que deben conducirse de una manera determina-
lamente puede ser una conducta humana fáctica, precisamente tal da, llevan a cabo una errónea racionalización de sus sentimientos
como lo definen las teorías realistas del derecho rechazadas por Ross: de sujeción. Que un individuo A sea competente para crear derecho
«como un puro hecho, como una parte de la conducta social de los con respecto de un individuo B significa en verdad solamente «un
hombres». Y Ross extrae también la consecuencia de su definición sentimiento espontáneo de actitud de conducta (por parte de B ha-
de la ciencia del derecho como «ciencia de la conducta humana», cia A), racionalizado erróneamente en la idea de un objeto, un con-
«por ello el fenómeno jurídico se encuentra dentro del ámbito de cepto».49 Dice ciertamente Ross: «tal objetivación conceptual de un
los fenómenos psicofísicos que constituyen el dominio de la psicolo- impulso subjetivo es en efecto una característica de la idea práctica
gía y de la sociología». 45 Esto quiere decir que la ciencia del derecho de validez». 50 Pero esta «objetivacióm> o <Hacionalización» de un
440 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX ALF ROSS 441

impulso subjetivo hacia la acción, que consiste en la creencia de enunciado en modo indicativo de lo que sucederá (probablemente)
que uno debe conducirse de determinada manera, es, como Ross no en el futuro. En efecto, esto sería pasar por alto la tendencia de la
se cansa de asegurar, «errónea», «imposible» y «carente de senti. proposición jurídica hacia "lo que es válido"». Aquí entiende Ross
do». Esto significa que la teoría realista del derecho, sustentada por por «proposición jurídica» lo que declara el órgano jurídico, y afir-
Ross, rechaza esta objetivación o racionalización como idea norma. ma que esta declaración no puede ser interpretada como un «enun-
tiva del deber ser. Ross rechaza la idea normativa, el deber ser, en ciado en modo indicativo», sino que solamente puede serlo como
contradicción con lo que él mismo reprocha a las otras teorías del «enunciado en modo imperativo», esto es, como norma de deber
derecho. Precisamente por ello, puede llegar -tal como arriba se ser. Pero entonces el sentido de deber ser del derecho no es un sen-
menciona- a definir el fenómeno jurídico como un hecho psicoló. tido meramente «en apariencia», sino que es el verdadero sentido
gico y la ciencia del derecho como parte de la psicología y la socio. del derecho, y la declaración del órgano jurídico, «la proposición
logía. Con esto llega al mismo resultado que las teorías del derecho jurídica», una norma. Como hemos comprobado, Ross niega preci-
que había rechazado. samente esto en la obra mencionada. Si «la proposición jurídica»
Ross se engaña respecto de esta contradicción al calificar de no es un «enunciado en el modo indicativo» sino «en modo impe-
«reinterpretación» del concepto de validez su intento de desenmas- rativo» porque «el modo indicativo» es incompatible con la «ten-
carar este concepto como un hecho psicológico del ser, falsamente dencia de la proposición jurídica hacia lo que es válido», entonces
racionalizado, para volver a utilizar el concepto más adelante. validity tiene que ser validez de deber ser y no, como afirma Ross
También aparece esta contradicción cuando Ross, por una par- con énfasis, un hecho del ser. Porque entonces nada impediría in-
te, adhiere a la tesis de la Teoría Pura del Derecho de que los enun- terpretar la «proposición jurídica» como «enunciado en modo indi-
ciados sobre el derecho deben ser proposiciones de deber ser, cuan- cativo», esto es, como un enunciado de ser. Lo mismo se aplica si
do describen el sentido en el cual el derecho se dirige a los hombres Ross entiende aquí por «proposición jurídica» un enunciado acerca
a quienes prescribe una determinada conducta, y que, por lo tanto, del derecho, una proposición que describe el derecho, lo que no
no pueden ser enunciados de ser, en especial enunciados sobre una parece quedar descartado, porque todo el pasaje aquí citado se re-
futura conducta de hecho. Dice: mite a la tesis sostenida por la Teoría Pura del Derecho de que los
enunciados sobre el derecho tienen que ser proposiciones de deber
Kelsen ... ha hecho notar que si se le niega todo significado a la
ser. Si él concede que estos enunciados acerca del derecho no son
norma o Sol/en y los enunciados acerca del derecho se reinterpretan
como enunciados acerca de ciertas conductas de hecho probables, se enunciados acerca de acontecimientos de hecho, en especial de acon-
contradice de manera decisiva el significado especial que es inherente tecimientos futuros, tiene que conceder que dichos enunciados sola-
al derecho ... Kelsen tiene razón en esto sin duda alguna. 51 mente pueden ser proposiciones de deber ser. Pero en su última
obra, Ross emite la declaración programática antes citada: «recha-
Pero, por otra parte, declara que el sentido de deber ser del de- zo la idea de que el conocimiento jurídico constituya un conocimien-
recho solamente es un sentido «en apariencia» (pretended meaning) to normativo específico, expresado en proposiciones de deber ser, e
y por ello rechaza «la concepción normativa de la naturaleza del interpreto el pensamiento jurídico formalmente en términos de la
derecho» ya que reposa en un sentido que solamente lo es «en apa- misma lógica que da fundamento a las otras ciencias empíricas (pro-
riencia». Dice: «Pero el problema es si este pretendido significado posiciones de ser)». 52 Esto quiere decir que las «proposiciones jurí-
es realmente un significado y puede ser reconocido sin crítica como dicas» en tanto que enunciados sobre el derecho tienen que ser
' la forma de conocimiento de la ciencia del derecho. En mi opinión, «enunciados en modo indicativo». En la misma obra afirma, como
estos problemas deben ser resueltos por la negativa». Sin embargo, ya se ha mencionado y aquí se recuerda, que «los enunciados acer-
aclara: «Con esto, no obstante, no quiero decir que la proposición ca del derecho válido deben interpretarse como una referencia a fu-
jurídica, como han creído algunos, pueda ser reinterpretada como un turas decisiones hipotéticas ... », que decir que una regla es derecho
442 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX ALF ROSS 443

válido significa solamente que «los tribunales aplicarán la regla».sJ teriza el derecho como sistema de normas, restringe el concepto de
Esto quiere decir que un enunciado acerca del derecho válido, un eficacia a la aplicación del derecho por los órganos jurídicos. Dice:
enunciado que describe el derecho, no es otra cosa que «un enun-
ciado en modo indicativo acerca de lo que (probablemente) sucede- La eficacia que condiciona la validez de las normas puede por
rá en el futuro». ello buscarse solamente en la aplicación judicial del derecho y no en
Ross rechaza ciertas teorías realistas que definen el derecho como el derecho en acción entre los particulares. Si, por ejemplo, se pro-
conducta fáctica porque eliminan la validez de deber ser del concep- híbe el aborto criminal, el verdadero contenido del derecho consiste
to de derecho y barrunta de alguna manera que no se puede deter- en una directiva al juez en el sentido de que en ciertas condiciones
minar el concepto de derecho sin echar mano del concepto de vali- éste debe imponer una pena por aborto criminal. El factor decisivo
que determina la prohibición como derecho válido es únicamente el
dez de deber ser, pero por ciertos motivos hace caso omiso de esta hecho de que sea efectivamente mantenido por los tribunales en los
comprensión y, de esta manera, no llega a hacerse consciente la casos en que surgen a la luz infracciones al derecho y son traídas al
contradicción en que se halla atrapado. proceso. 54

De otra manera, Ross rehúsa considerar como eficaz la norma


4 de derecho en cuestión en la medida en que los hombres sometidos
al derecho omiten, por temor a la pena, cometer el delito de aborto
En su última obra, On Law and Justice, Ross presenta la rela- intencional. Solamente si se conciben las normas jurídicas -como
ción entre validez y eficacia en una forma algo diferente de la de su lo hace Ross en concordancia con la Teoría Pura del Derecho-
obra Towards a Realistic Jurisprudence. En su trabajo mencionado como normas que prescriben sanciones, se puede distinguir entre la
en último término, distingue dos factores psíquicos como causas de aplicación de las normas jurídicas por parte de los órganos que dic-
la conducta conforme a derecho: un impulso (impulse) interesado tan y hacen cumplir las sanciones y el acatamiento de las normas
hacia esta conducta, el temor de las sanciones, y un impulso desin2 jurídicas por parte de los sujetos de derecho que realizan la conduc-
teresado, el sentimiento de estar obligado por el derecho, esto es, la ta que permite evitar las sanciones, y, solamente así, en consecuen-
creencia en la competencia o autoridad de la instancia creadora de cia, se puede reconocer la eficacia del derecho no solamente en su
derecho. En este último impulso descubre el único hecho que puede. aplicación de hecho sino también en su acatamiento de hecho. El
ser considerado como validez desde el punto de vista de una teoría rechazo del concepto de una eficacia que consista en el acatamiento
realista del derecho, y rechaza el concepto de una validez de deber de las normas jurídicas es difícilmente justificable, especialmente
ser como una errónea racionalización de este hecho. «Validez» en desde el punto de vista de una teoría del derecho psico-sociológica
el sentido de su teoría realista del derecho es, por consiguiente, un como la que postula Ross, porque precisamente la finalidad de las
motivo determinado por aquel comportamiento fáctico que se defi- normas jurídicas que prescriben sanciones es la de impedir los deli-
ne como eficacia del derecho. Al mismo tiempo ve la eficacia del tos que condicionen las sanciones.
derecho no solamente en su aplicación de hecho por los órganos También Ross modifica de ahora en adelante su concepto de
jurídicos, sino también en el acatamiento fáctico por parte de los validez, en concordancia con el concepto de eficacia, de esta mane-
sujetos sometidos al derecho. Pues el segundo motivo de la conduc.i ra restringido. Que una norma sea «válida» no significa otra cosa
ta conforme a derecho, la otra causa de la eficacia del derecho, es que el juez la encuentra obligatoria y por ende la aplica: «... un
decir, el temor de las sanciones, puede referirse únicamente al aca- orden jurídico nacional, considerado como un sistema válido de nor-
tamiento del derecho por parte de los sujetos sometidos al mismo. mas, puede ser definido como el conjunto de normas que efectiva-
En su obra On Law and Justice, en la cual -a diferencia de lor~ mente operan en el espíritu del juez, porque éste las vive como so-
que hace en su trabajo Towards a Realistic Jurisprudence- cialmente obligatorias y por eso las obedece»'' La validez del dere-
444 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX ALF ROSS 445

cho es la eficacia del derecho, es decir, el hecho de que las normas la ejecución forzada de sus bienes, que lo amenaza en caso de no
jurídicas son de hecho aplicadas por los tribunales (o más genérica- pagar, sino porque quiere evitar perder su crédito, que es la conse-
mente por los órganos encargados de aplicar el derecho) y son apli- cuencia de no pagar las deudas. Si se ignora -como lo hace Ross-
cadas porque dichos órganos se sienten obligados por estas normas· este aspecto de la eficacia del derecho como conducta que se adecua
« ... que un sistema de normas es válido» significa que «esta aptitud' al derecho y se considera como eficacia únicamente la conducta de
del sistema se funda en el hecho de que las normas son efectivamen- los tribunales, no puede negarse entonces que en muchos casos los
te obedecidas, porque se las vive como socialmente obligatorias».s6 tribunales aplican de hecho las normas jurídicas que deben aplicar,
El concepto de validez contiene, en consecuencia, dos factores: uno esto es, dictan una decisión conforme a derecho no porque se sien-
externo, físico, y otro interno, psíquico; la eficacia del derecho, esto tan ligados a esas normas jurídicas o, dicho con más propiedad, a
es, la conducta que se adecua a derecho, y un determinado motivo la representación de estas normas jurídicas, sino porque consideran
de esta conducta: el sentimiento de estar obligado por el derecho. que la decisión es justa, o políticamente valiosa, o porque tratan de
El concepto de validez involucra dos puntos: parcialmente, el acata- evitar que sea revocada por la instancia superior. En los hechos
miento regular y externamente observable de una pauta de acción ocurre muy a menudo que un juez decide el caso por una conside-
y, también parcialmente, la experiencia de esta pauta de acción como' ración cualquiera y solamente después de hacerlo busca fundamen-
una norma social obligatoria. 57 tos en la ley. Como se desprende de los párrafos antes citados, Ross
El acento recae al mismo tiempo en eljactum externo de la efec- subraya con energía que el factor decisivo en la validez ·de la norma
tividad. «La ciencia jurídica -dice Ross- debe consistir en la in- jurídica es solamente el hecho de que la misma sea mantenida efi-
terpretación de la 'validez' del derecho en términos de efectividad cazmente por los tribunales («solamente el hecho de que sea mante-
social, esto es, de una cierta correspondencia entre un contenido nida efectivamente por los tribunales»)/ 9 lo que desemboca en la
normativo ideal y los fenómenos sociales.» 58 En el concepto de va- tesis de que una norma jurídica es válida cuando es aplicada por los
lidez, con el cual operaba Ross en su obra anterior, el acento recae tribunales, es decir, que la validez del derecho es su eficacia y la
en el factor psíquico. La validez se define como desinterested beha- eficacia del derecho es su aplicación fáctica por los tribunales. Sin
viour attitude o desinterested impulse action, esto es, como la causa embargo, parece que esta identificación de validez y eficacia no lo
de la eficacia. satisface. «Se dice a menudo que una regla es válida cuando es apli-
Si desde el punto de vista de una consideración de la conducta cada en la práctica judicial. Pero este es un enunciado vago y tosco
humana fáctica, dirigida a la realidad social, se define validity como
que precisa de un análisis más preciso en varios aspectos.» 60
ejjectivity, validez como eficacia, es entonces inexacto vincular la
Seguidamente considera el caso de que una norma jurídica es
conducta fáctica que representa la eficacia, el comportamiento que
válida aun antes de que la aplique un tribunal: «una regla puede ser
se adecua al derecho, con el sentimiento de sentirse obligado por el
considerada como derecho válido aunque no haya sido aplicada en
derecho. Porque no se puede negar que no solamente los sujetos
los tribunales -por ejemplo, si es una ley recientemente promulga-
sometidos al derecho, que acatan las normas, sino también los ór-
da».61 Si esto es correcto -y sin duda lo es-, entonces la validez
ganos, que aplican el derecho, se conducen de acuerdo con el dere-
cho por otros motivos. de una norma jurídica no puede consistir en que sea aplicada por
· Muchas veces, los hombres se abstienen de cometer delitos sola- los tribunales, y, por lo tanto, la validez no puede identificarse con
mente porque no tienen motivo alguno para cometerlos, o porque la eficacia sino que tiene que ser una cosa diferente.
se sienten obligados, no por la norma jurídica, que posiblemente ni Si una norma jurídica puede ser válida antes de volverse eficaz,
siquiera conocen, sino por la representación de una norma religiosa la validez no puede significar otra cosa sino que la norma debe ser
o moral que prohíbe el delito. aplicada. Esto es cuanto puede enunciarse acerca de ella antes de
Un deudor paga las más de las veces sus deudas no porque tema que sea aplicada de hecho. Pero Ross responde:
446 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX ALF ROSS 447
[La norma} se considera válida si por algún otro motivo que no Ciertamente lo hace en la proposición ya citada: «La eficacia
sea la práctica previa de los tribunales hay razón para presumir que que condiciona la validez de las normas puede buscarse, por lo tan-
esta norma será aplicada en alguna decisión judicial futura; ... los to, solamente en las aplicaciones judiciales del derecho ... ». 64 A es-
enunciados que se refieren al derecho válido de hoy tienen que ser ta proposición sigue la proposición de deber ser, también citada, en
entendidos como enunciados que aluden a decisiones futuras hipoté.
la cual Ross -en contradicción con su exposición programática,
ticas supeditadas a ciertas condiciones: si se inicia una acción respec-
to de la cual la regla jurídica particular tiene relevancia, y si en el según la cual las proposiciones de una teoría realista del derecho
ínterin no ha habido modificación en el estado del derecho (es decir sólo serían proposiciones de ser- describe, desde el punto de vista
en las circunstancias que condicionen nuestra aserción de que la re-' de su teoría realista, una norma que enlaza a un delito una sanción
gla es derecho válido), dicha regla será aplicada por los tribunales.6l penal, y la describe con las siguientes palabras: «el juez ... debe en
ciertas condiciones imponer una pena por aborto doloso». 65
Esto quiere decir que una norma es válida antes de que sea efi- Si la eficacia de una norma sólo puede ser captada en su aplica-
caz, cuando se puede predecir que se volverá eficaz. Esto, empero, ción fáctica por los tribunales, el caso ideal de validez de una nor-
no se puede predecir nunca con seguridad, aun cuando la norma ya ma jurídica se da cuando ésta no es en absoluto eficaz en este sen-
haya sido aplicada en un caso aislado; con mayor razón cuando tido, esto es, cuando no se aplica en absoluto, porque ha alcanzado
aún no se haya aplicado en absoluto. Ross admite esto, dice: «Aun su objetivo: impedir la conducta que es la condición de su aplicación.
después que se hayan dictado una o más decisiones que verifican A, Si el enunciado que una norma jurídica es válida equivale a que
A continúa siendo en principio una predicción incierta» 63 (A es el será aplicada en el futuro por los tribunales, y esto último no se
enunciado que una norma jurídica aislada es válida, es decir, que puede prever con certeza, sino con un grado mayor o menor de
será aplicada). Esta predicción es incierta porque existe la posibili- probabilidad, entonces los enunciados sobre «validez» de las nor-
dad de que una norma, que es considerada válida y que tiene que mas jurídicas sólo pueden pretender tener un mayor o menor grado
ser considerada válida, de hecho no sea aplicada o bien en absoluto de probabilidad. Ross dice expresamente que tales enunciados «nun-
o bien en un caso aislado -es decir, que no se vuelva eficaz. Si una ca pueden pretender certeza, sino solamente mantenerse con un gra-
norma es válida antes de ser eficaz y aun cuando posiblemente ja- do mayor o menor de probabilidad ... ». Pero Ross concede, sin
más se vuelva eficaz, entonces debe distinguirse entre validez de de- embargo, en ese punto que la ley que aún no ha sido aplicada es ya
ber ser, por un lado, y eficacia como hecho del ser, por otro. Lo válida, y que por ello un tribunal que aplica tal ley aplica una ley
único que puede decirse de una norma considerada como válida que válida. Puesto que Ross no puede negar seriamente que los tribuna-
se ha sancionado pero que aún no se ha aplicado es que probable~ les tienen que aplicar solamente leyes válidas, el enunciado que aca-
mente se volverá eficaz. Si se identificase validez con vigencia, todo barnos de transcribir no puede referirse a la validez de una norma
cuanto podría decirse de una ley que aún no se ha aplicado es que jurídica, sino que tiene que ser un enunciado que se refiere a la
probablemente será válida, pero que todavía no lo es. Pero Ross eficacia futura de ella y que solamente puede pretender ser proba-
admite, y tiene que hacerlo, que la ley que se acaba de sancionar; ble. Lo que no es seguro sino solamente probable es la eficacia, no
pero que aún no es eficaz, ya es válida. Lo único que cuadra deci~ la validez. El enunciado sobre la eficacia futura de una norma jurí-
es que si la predicción de que la ley se aplicará en el futuro, eS dica es solamente probable, pues existe la posibilidad de que un
decir, que se volverá eficaz, es falsa, la ley válida pierde su validez: tribunal cualquiera en un caso determinado en que dicha norma deba
ya no es considerada como válida. De ahí que la eficacia, en este aplicarse de hecho no la aplique. De ahí que puedan haber grados
sentido, es condición de la validez y no esta validez misma. mayores o menores de eficacia. Una norma jurídica tiene el grado
El propio Ross elige ocasionalmente esta formulación de la rela~ más alto de eficacia cuando en todos los casos en que debe aplicar-
ción entre validez y vigencia, propuesta por la Teoría Pura se es de hecho aplicada; tiene un grado escaso de eficacia cuando
Dereého. no se aplica en más o en menos casos aunque deba aplicarse. Dado
448 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX ALF ROSS 449

que Ross identifica validez con eficacia, afirma que existen diversos metafísica de que la existencia misma en su ser más íntimo es válida
grados de validez; y parte del presupuesto de que el grado de vali- (Hegel)». 67 La metafísica que Ross tiene aquí en mira no es de nin-
dez corresponde al grado de eficacia pues la eficacia puede prede- guna manera dualista, sino, por el contrario, monista. Para ella no
cirse. Dice: existe dualismo alguno entre ser y deber ser, entre realidad y valor,
ya que ve en el ser el deber ser, en la realidad el valor. Es la me-
Una regla de derecho puede ser derecho válido en un grado ma- tafísica de la inmanencia del valor; y esta filosofía del valor in-
yor o menor, que varía con el grado de probabilidad con el quepo- manente de la realidad es metafísica en la medida en que ella es
demos predecir que ella será aplicada ... La probabilidad es alta, y la congruentemente posible solamente sobre la base de presumir que
regla posee un correspondiente alto grado de validez, si la predicción en la realidad se manifiesta la voluntad de una autoridad sobrena-
se basa en una doctrina bien establecida apoyada en una serie conti-
tural y trascendente, la voluntad de Dios o de una instancia similar
nua de precedentes no discutidos; o si se basa en una prescripción
legislativa cuya interpretación ha sido establecida en una práctica lar- a Dios.
ga y coherente. Por otro lado, la probabilidad es baja y la regla El dualismo entre ser y deber ser, que se hace expreso en el
tiene en consecuencia un bajo grado de validez si la predicción se dualismo entre eficacia de hecho y validez normativa, se origina
basa en un precedente único y dudoso o aun en «principios» o en la precisamente en la tendencia a evitar este monismo metafísico. Ross
«razón». 66 dice: «Como la mayor parte de las construcciones metafísicas, la
construcción relativa a la validez inmanente del derecho positivo
La eficacia de una norma jurídica, que consiste en que los tribuna- reposa sobre una correcta interpretación de ciertas experiencias; en
les apliquen de hecho esta norma, puede por cierto tener diversos este caso, de la experiencia de que el derecho no es meramente un
grados; sin embargo, el grado de probabilidad con que puede pre- orden fáctico, un puro hábito, sino un orden que es experimentado
decirse la eficacia de una norma jurídica de ninguna manera necesi- o vivido como socialmente obligatorio». 68 Ross presenta el dualismo
ta corresponder al grado de eficacia. que él rechaza como si la teoría dualista del derecho afirmara -tal
El grado de probabilidad con el que en un momento dado se como afirma Hegel que el valor, el deber ser, son inmanentes a la
está en condiciones de predecir la eficacia de una norma jurídica realidad, al ser- que la validez normativa es inmanente al derecho,
puede ser muy bajo, su eficacia fáctica, empero -como más tar- que, según lo caracteriza Ross, es una eficacia de hecho. Pero lo
de puede mostrarse claramente-, puede ser muy grande. Ante todo, que ocurre es precisamente lo contrario. La Teoría Pura del Dere-
sin embargo, debe tenerse en cuenta que la norma jurídica debe cho no afirma que la validez normativa sea «inmanente» al derecho
considerarse válida aun en aquellos casos en que no es aplicada aun- como eficacia de hecho, sino que el derecho como norma de deber
que deba aplicársela, es decir, en los casos en que no es eficaz. Pues ser, como sentido de un acto del ser, es tan diferente del acto crea-
también en estos casos debe considerársela «existente» y esta exis- dor de la norma como la validez de la norma lo es de su eficacia.
tencia de la norma no puede ser el hecho del ser de su aplicación, La Teoría Pura del Derecho recalca, en oposición deliberada a la
sino su validez de deber ser. Si se dice que una norma jurídica es metafísica que sostiene que el valor es inmanente a la realidad, que
válida aun en un caso en el cual no se la aplica, aunque en otros la validez no es inmanente a la eficacia de hecho ni el deber ser al
numerosos casos se la aplique, entonces se ha abandonado la iden- ser, sino que por el contrario se hallan sustancialmente separados.
tidad entre validez y eficacia y se distingue entre validez normativa En otro pasaje aduce Ross contra la Teoría Pura del Derecho
y eficacia de hecho. que «las ideas de validez» (en el sentido de validez de deber ser)
Ross rechaza el dualismo entre deber ser y ser, entre validez «son construcciones metafísicas erigidas sobre la base de una falsa
normativa y eficacia de hecho, pues este dualismo, según afirma, interpretación de la "fuerza obligatoria" experimentada en la con-
tiene un carácter metafísico. ciencia moral». 69 Es completamente inimaginable qué pueda haber
Dice acerca del mismo: «lleva congruentemente a la afirmación de «metafísico» en la afirmación de que el sentido de un acto esta-
29.- CASANOVAS
450 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX ALF ROSS 451

blecido por los hombres, creador de normas, es que los hombres jurídico sino sociológico. Esto, sin embargo, no es motivo suficien-
deben conducirse de determinada manera. Ross mismo, como he- te para descalificar el concepto de la validez objetiva del derecho
mos visto, describe la norma en una proposición de deber ser, y en como una errónea racionalización de la creencia en la autoridad o
este deber ser se encuentra la validez de la norma jurídica. Ross competencia de la instancia creadora de derecho o del sentimiento
admite que «validez» es, en la Teoría Pura del Derecho, una mera de estar vinculado por las normas. El concepto de validez de deber
«categoría formal» sin pretensión alguna con respecto del conteni- ser no es ninguna racionalización de estos hechos psíquicos -que
do del material que es captado en esta «forma categorial». 70 Distin- ni siquiera existen en muchos casos en los que se da el «fenómeno
gue con mucha precisión entre «validez» como «categoría formal» jurídico» en el sentido de la teoría «realista»-, sino una interpre-
y «validez» en el sentido de una idea material a priori de justicia».71 tación posibilitada por el presupuesto de una norma fundamental
Solamente esta última, que la Teoría Pura rechaza decididamen- y solamente posible dentro de tal presupuesto. Que esta interpreta-
te, pero no la primera, puede ser calificada como construcción ción es errónea solamente puede querer significar que es infundada.
metafísica. Está fundada, empero, si, como lo afirma la Teoría Pura del Dere-
La validez de una norma jurídica significa que debe ser acatada cho, se presupone la norma fundamental, que legitima el sentido
y aplicada y no que es acatada y aplicada. De ahí se desprende la subjetivo del acto creador de derecho como su sentido objetivo. Lo
consecuencia, de ninguna manera metafísica, -aun según la teoría que Ross designa como «errónea racionalización>> no es otra cosa
realista del derecho sostenida por Ross-, de que la norma jurídica que la validez objetiva del derecho, que la Teoría Pura del Derecho
es una prescripción, es decir, una norma de deber ser y no una afirma se halla condicionada por el presupuesto de una norma
regla de ser. Precisamente tras afirmar que la validez de deber ser fundamental.
es una construcción metafísica, Ross define la eficacia del derecho, Ross rechaza la teoría de la norma fundamental. Dado que ella
la ejjectivity en la cual y únicamente en la cual consiste la vali- reposa en el dualismo de «validez» y «realidad» -afirma en su tra-
dez, la validity, como «una cierta correspondencia entre un conteni- bajo Towards a Realistic Jurisprudence- 14 tal teoría termina por
do de idea normativa y los fenómenos sociales». 72 ¿Qué otra cosa se caer en una antinomia.
puede entender como «contenido de idea normativa» sino la idea Esta antinomia consistiría en que la validez normativa del dere-
de deber ser? cho se define con relación a un hecho del ser, el acto histórico de
Pero Ross, precisamente, estigmatiza una y otra vez como «erró- creación de la Constitución y a su eficacia, pero este hecho nueva-
neo» este «contenido de idea normativa», que no es otra cosa que mente sería definido con referencia a la validez normativa del dere-
la validez de deber ser sostenida por la Teoría Pura del Derecho, la cho. Así, según la teoría del derecho de Austin la Constitución tiene
idea de un deber~conducirse, y aún dice en los dos pasajes citados validez porque ha sido creada por el soberano en tanto que autori-
en último término que es una desinterpretación (misinterpretation ). dad; la autoridad del soberano reposa empero en la Constitución.
«La validez -dice en su obra Towards a Realistic Jurisprudence- «Este es el círculo.» Esto es correcto en este caso. Pero, según la
no es algo que se dé objetivamente.» 73 Con esto, sin embargo, no Teoría Pura del Derecho, la autoridad del constituyente no descan-
dice nada que no afirme también la Teoría Pura del Derecho y por sa en la Constitución instituida por acto humano, sino en la norma
cierto desde el punto de vista de esta última que se ocupa del deber fundamental presupuesta. Precisamente porque la Teoría Pura del
ser. Porque recalca con energía que el enunciado de que el derecho Derecho procura evitar el círculo señalado por Ross se remite a la
tiene validez objetiva, esto es, que el sentido subjetivo de los actos norma fundamental presupuesta, que no se define arbitrariamente
creadores de derecho es también su sentido objetivo, solamente es sino que se determina de acuerdo con una Constitución establecida
una interpretación posible pero no necesaria de esos actos; que positivamente, que es en general eficaz. Ross admite que la Teoría
es perfectamente posible no atribuir a los actos creadores de dere- Pura del Derecho evita la mencionada antinomia, pero, afirma, la
cho tal sentido cuando no se los considera desde el punto de vista evita solo «formalmente». «Porque aun si el "artificio" de la nor-
ALF ROSS 453
452 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX

que la de que la «eficacia es el criterio del derecho positivo», lo


ma fundamental es libre, no es arbitrario. Para que el sistema no
único que hace es afirmar lo que la Teoría Pura del Derecho de
sea la expresión de una mera ficción, la norma fundamental debe
ninguna manera niega. Pues ésta también afirma que la positividad
ser elegida de manera tal que esté "de acuerdo" con el sistema ju-
del derecho se encuentra en su existencia efectiva como norma y en
rídico realmente en vigor. Esto nos hace caer nuevamente en la an-
su eficacia. Que el derecho positivo es válido equivale a decir que
títesis.» Esta conclusión es falsa. En la medida en que la Teoría
las normas deben ser acatadas y aplicadas solamente cuando son
Pura del Derecho afirma que el sentido del acto creador de la Cons-
titución solamente puede ser interpretado como norma válida de establecidas por actos humanos (y no por actos de un ser sobrena-
deber ser, si se presupone la norma fundamental de que uno debe tural, como Dios, o una naturaleza creada por Dios) y en general
conducirse de acuerdo con la Constitución efectivamente establecida son eficaces, es decir, son de hecho acatadas y aplicadas. Esto es
y eficaz en términos generales, se evita la antinomia descubierta por precisamente lo que estatuye la norma fundamental. La eficacia que
Ross en la teoría de Austin, no solamente en un sentido «formal» -junto con la existencia como norma- es una condición de vali-
dez estatuida por la norma fundamental, pero no la validez de la
sino absoluto.
En su obra On Law and Justice, 75 Ross trata de mostrar que la Constitución así condicionada ni la de las normas creadas de acuer-
teoría de la norma fundamental no fundamenta la validez normati- do con la Constitución. Ross dice de la teoría de la norma fun-
va del derecho sino que, en verdad, confirma su definición del de- damental:
recho como hecho del ser. Esto deriva del hecho de que la norma
Podría pasársela por alto como una construcción superflua pero
fundamental no es elegida arbitrariamente, sino que se refiere a una
inofensiva si no fuera que nos lleva a cerrar los ojos a un análisis
Constitución efectivamente establecida y eficaz en términos gene- más detenido del criterio de eficacia. Al hacer de la validez una rela-
rales y, en consecuencia, al orden coactivo efectivamente estableci- ción internormativa (derivar la validez de una norma de la validez de
do de acuerdo con esta Constitución y eficaz en términos generales. otra), Kelsen de entrada se ha cerrado el acceso al meollo del proble-
Dice: ma de la validez del derecho -la relación entre el contenido de idea
normativa y la realidad social.
Para que el sistema tenga sentido, es evidente que no puede ele-
girse arbitrariamente la hipótesis inicial. Kelsen mismo dice que debe Tomo nota con agradecimiento de la confesión a medias de que
elegírsela de tal manera que cubra el sistema que se encuentra real- la teoría de la norma fundamental es inofensiva. Dado que dicha
mente en vigor. Pero entonces resulta claro que, en realidad, la efi-
teoría es un intento de mostrar en qué condiciones epistemológicas
cacia es el criterio del derecho positivo; y que la hipótesis inicial, una
vez que sabemos qué es derecho positivo, tiene solamente la función es posible la interpretación de la milenaria concepción del derecho
de investirlo con la «validez» requerida por la interpretación metafí- como un sistema de normas con validez objetiva, en vez de descar-
sica de la conciencia jurídica, aunque nadie sepa qué es. tarla simplemente como un error, me parece tan poco superflua
como el intento de Kant de buscar las condiciones lógico-trascenden-
Ya se ha destacado aquí que no existe rastro alguno de especu- tales de nuestros juicios de experiencia. El reproche de que cierro
lación metafísica en la comprobación de que el sentido del acto crea- los ojos ante el problema de la relación entre la validez como «con-
dor de la Constitución y de los actos realizados conforme a la Cons-' tenido de idea normativa» (?) y la eficacia como «realidad social»,
titución pueden interpretarse como normas objetivas de deber ser si creo de buena fe que puedo rechazarlo. Pues ninguna otra teoría
y solamente si se presupone la norma fundamental. El reproche de del derecho se ha ocupado de este problema en forma tan intensa
especulación metafísica es entonces particularmente infundado si se como precisamente lo hace la Teoría Pura del Derecho.
considera el carácter hipotético de la validez normativa, subrayado
por la Teoría Pura del Derecho. Si Ross, empero, no es capaz de
sacar otra consecuencia de la teoría de la norma fundamental más
454 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX ALF ROSS 455
42. Ibídem, p. 145.
43. Ibídem, p. 49.
NOTAS 44. Ibídem, p. 78.
45. Ibídem, p. 78.
l. Copenhague, 1946 (hay trad. cast. de Julio Barboza, Hacia una ciencia rea- 46. Ibídem, p. 93.
lista del derecho, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1961). 47. Ibídem, p. 147.
2. On Law and Justice, p. 67. 48. Ibídem, pp. 88, 89.
3. Ibídem, p. IX. 49. Ibídem, p. 80.
4. Towards a Realistic Jurisprudence, pp. 78 y 93. «(El derecho) según la opi- 50. Ibídem, p. 81.
nión corriente ... consiste ... en normas (reglas) que son el significado de los actos 51. Ibídem, p. 106.
creadores de derecho» ... «esta opinión es insostenible.» 52, On Law and Justíce, p. x.
5. On Law and Justíce, p. l. 53. Ibídem, p. 41.
6. Ibidem, p. 3. 54. On Law and Justíce, p. 35.
7. Ibídem, p. 9. 55. Ibídem, p. 35.
8. Philosophy and Science, vol. Il, 1944, p. 31. 56. Ibídem, p. 34.
9. On Law and Justíce, pp. 9, 10. 57. Ibídem, p. 37.
10. Ibídem, p. 10. 58. Ibídem, p. 68.
11. Ibídem, p. 30. 59. Ibídem, p. 35.
12. Ibídem, p. 32. 60. Ibídem, p. 40.
13. Ibídem, p. 33. 61. Ibídem, p. 40.
14. Ibídem, p. 34. La cursiva es mía. 62. Ibídem, p. 41.
15. Towards a Realistíc Jurísprudence, p. 49. 63. Ibídem, p. 42.
16. On Law and Justíce, p. IX. 64. Ibídem, p. 35. La cursiva es mía.
17. Ibídem, p. 41. 65. Ibídem, p. 35. La cursiva es mía.
18. On Law and Justíce, p. 8. 66. Ibídem, p. 45.
19. Ibídem, p. 9. 67. Ibídem, p. 38.
20. Ibídem, p. 9, n. 4. 68. Ibídem, p. 38. La cursiva es mía.
21. Ibídem, p. 9. 69. Ibídem, p. 68.
22. Ibídem, p. x. 70. Ibídem, p. 66.
23. Christian Sigwart, Logík, 3.• ed., Tubinga, 1904, pp. 17 y ss. 71; Ibídem, p. 68.
24. Towards a Realistíc Jurísprudence, p. 11. 72. Ibídem, p. 68.
25. Ibídem, p. 12. 73. Ibídem; Towards a Realístíc Jurisprudence, p. 77.
26. Ibídem, p. 81. 74. Ibídem, pp. 57 y ss.
27. Ibídem, p. 12. 75. On Law and Justíce, p. 70.
28. Ibídem, p. 80.
29. Ibídem, p. 91.
30. Ibídem, p. 95.
31. Ibídem, p. 77.
32. Ibídem, pp. 49, 145.
33. Ibídem, p. 78.
34. Ibídem, p. 78.
35. Ibídem, p. 80.
36. Ibídem, p. 80.
37. Ibídem, p. 80.
38. Ibídem, p. 82.
39. Ibídem, p. 90. La cursiva es mía.
40. Ibídem, p. 49.
41. Ibídem, p. 145.
456 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX ALF ROSS 457

lles concretos es siempre astuta y perspicaz. Tanto un jurista como


H. L. A. HART un juez aprenderían mucho de la lectura de sus magníficas páginas
en relación a la interpretación de las leyes.
REALISMO ESCANDINAVO En general, la inspiración del libro es una saeva indignatio con-
tra las confusiones metafísicas y los conceptos pseudorracionales que
se esconden, según Ross, en las aproximaciones convencionales a la
Las teorías jurídicas inglesa y escandinava han compartido tra- estructura del derecho y también en las teorías relacionadas con las
dicionalmente muchos puntos de vista. Entre ellos pueden citarse la pautas de moral y justicia usadas para la crítica y evaluación del
creencia según la cual el derecho es algo hecho por y para los hom- derecho. El autor es hostil tanto a la tradición iusnaturalista cuanto
bres; la hostilidad e indiferencia hacia las doctrinas iusnaturalistas, al formalismo, incluso al formalismo de los «positivistas» como Kel-
al menos en su forma escolástica, y una desconfianza general hacia sen. Ambos están en pecado contra el principio guía del autor se-
la capacidad de los sistemas filosóficos para iluminar aquello que el gún el cual el derecho y la crítica del derecho deben ser interpreta-
derecho es o bien aquello que el derecho debe ser. A pesar de estas dos en términos de «hechos sociales». Los métodos de la «ciencia
semejanzas, la principal tradición escandinava en teoría jurídica tie- empírica moderna» deben ser usados, y el pensamiento jurídico debe
ne un diferente tono en relación a su paralela inglesa. La obra del ser explicado basándose en «la misma lógica sobre la que se funda-
fundador de esta tradición, Axel Hagerstrom, que tuvo por lema mentan otras ciencias empíricas».
«Censeo metaphysicam esse delendam», es un esfuerzo constante Aunque hay mucho de cuestionable, y hasta obnubilador, en el
para mostrar que las nociones comúnmente aceptadas como partes intento de reducir el análisis de los conceptos jurídicos o de todas
esenciales de la estructura del derecho, tales como derechos, debe- las reglas jurídicas a la estructura adecuada a las ciencias empíricas,
res, transmisión de derechos y validez, están parcialmente compues- el ataque escéptico de Ross a las doctrinas convencionales es mucho
tas de creencias supersticiosas, «mitos», «ficciones», «entidades má- más sofisticado que la mayoría de intentos previos de descubrir los
gicas» o confusiones categoriales. Esta tradición, continuada por la «hechos de la realidad social» tras las formas y las teorías jurídicas.
obra de sus discípulos Lundstedt, Olivecrona y Alf Ross, ha toma- El libro se divide en dos partes. Los nueve capítulos primeros están
do contacto con el «escepticismo de las reglas» norteamericano y dedicados a la estructura del derecho y al análisis de sus nociones
con la filosofía del lenguaje contemporánea. Su último y más sofis- principales, los últimos ocho capítulos están dedicados a los están-
ticado producto es el libro de Ross On Law and Justice. 1 dares usados en su crítica. En ambos casos, el objetivo del autor es
En muchos sentidos se trata de un libro interesante, brillante en disipar las concepciones erróneas que, a menudo, se hallan incorpo-
algunos puntos, aunque no exento del dogmatismo apasionado de radas al vocabulario del derecho y de la moral, y sustituirlas o bien
la teoría jurídica «realista» escandinava. Ross es menos tortuoso y por concepciones empíricas racionales o bien por un sincero recono-
oscuro que Hagerstrom, menos ingenuo y profesora} que Lundstedt cimiento de los aspectos en los cuales elementos «irracionales» de-
y más rico en ejemplos clarificadores y detalles concretos, si bien ben introducirse en la dirección de la vida social.
menos elegante, que Olivecrona. Escribe en un estilo claro, intere- Me ocuparé primero de la segunda parte del libro. Aunque es
sante y, a veces, agudo; aunque estas cualidades pueden ser debidas interesante, es menos original que la primera, y está muy en deuda
a la gran destreza del traductor. Por otra parte, cualquiera que sea con The Open Society and its Enemies de Popper y con Ethics and
la concepción de la teoría general del autor, su visión para los deta- Language de Stevenson. Contiene una crítica del derecho natural
clásico y tomista, de la idea de justicia y del utilitarismo, y también
H. L. A. Hart, «Scandinavian Realisffi)) [19591, en Essays in Jurisprudence and dedica tres capítulos a lo que el autor denomina «política jurídica».
Philosophy, Oxford University Press, Oxford, 1983. Traducción castellana de José Se trata de una disciplina, todavía falta de desarrollo, que el autor
Juan Moreso. Traducido con permiso de Oxford University Press. apoya y piensa que los juristas deberían hacer progresar. Su tarea
458 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX ALF ROSS 459

central no es descubrir los objetivos o fines del derecho, sino descu- Lo que es verdad de la justicia es verdad de todos los conceptos
brir los mejores métodos de adaptación del derecho a las condicio- construidos a partir de estándares variables. Palabras como «largo»,
nes técnicas o «ideológicas» cambiantes, y posibilitar que el jurista «corto», «genuino», «falso» y «útil» exhiben el mismo rasgo.
sea capaz de mediar entre expertos cuando éstos desacuerdan en Sería demasiado extenso defender aquí a Hegel del cargo de «fan-
relación a los cambios sociales. Es un arte donde el valor del resul- tástico desatino». 4 Pero ¿por qué un enunciado como el de Kant
tado es medido «por estar aceptado de hecho por los demás, parti- según el cual «un curso de acción es de acuerdo a derecho si la
cularmente por aquellos que están en el poden>. Con esta concep- libertad para seguirlo es compatible con la libertad de cualquier otra
ción modesta y relativista, deberíamos oponernos al error tradicio- persona [para hacer lo mismo] bajo una regla general» debe mere-
nal de pensar que los estándares morales o los valores son parte de cer la calificación de carente de sentido? Es necesaria, claramente,
la fábrica del universo esperando nuestro descubrimiento mediante una consideración ulterior del significado de «carente de sentido».
métodos racionales. Los valores morales son actitudes que los seres Y ¿era culpable Mili de incorporar «ideas puras del derecho natu-
humanos adoptan, no son hechos del mundo real. Aunque estas ral» cuando afirmaba que la única justificación para la coerción
actitudes puedan cambiarse bien por métodos no racionales (como legal era prevenir a los hombres de dañar a otros? Incluso aunque
la propaganda) o bien por un cambio racional sobre las creencias fuera cierto, como Ross sostiene, que dañar significa violar el dere-
acerca de los hechos, no pueden ser probadas ni refutadas por ar- cho moral de otros (una aserción que puede ser discutida), la impli-
gumentación racional. cación según la cual los hombres tienen derechos morales no nece-
En la elaboración de estas cuestiones no se abordan temas des- sita entrañar la creencia en el «derecho natural», excepto que esta
conocidos, el autor dice mucho que sigue valiendo la pena decir, expresión sea usada simplemente como una expresión equívoca de
especialmente en relación al concepto de bienestar social y a la re- moralidad. ¿Nunca ha aceptado el autor que alguien tenga un dere-
lación entre «intereses» privados y públicos dejada en una situación cho moral a algún servicio prometido, aunque no tenga derecho
más bien nebulosa por Pound. Puede también sorprender con una legal; o nunca ha negado que otro tenga un derecho moral a inter-
frase llamativa: «Como una prostituta, el derecho natural está a ferir en sus asuntos?
disposición de cualquiera. No existe ninguna ideología que no pue- Para muchos, el principal interés del libro residirá en el trata-
da ser defendida por medio de una apelación al derecho natural». 2 miento del concepto de validez jurídica en los primeros capítulos.
Sin embargo, el afecto desmesurado al grito de guerra del «sin Y aunque es verdaderamente interesante, expone con mucha clari-
sentido» y su disposición a oler la rata del «derecho natural» en dad la singular insistencia dogmática de la escuela escandinava se-
toda posición moral que no se postre ante los métodos de las cien- gún la cual si un enunciado no puede ser analizado como un enun-
cias, le conduce a algunas absurdidades. Seguramente es erróneo ciado acerca de los hechos o como una expresión de sentimientos
sostener que las palabras «justo» e «injusto» aplicadas a una regla debe ser «metafísico». El enunciado según el cual, por ejemplo, la
jurídica, distinguiéndola de una decisión particular, «carecen de sen- disposición legislativa del artículo 9 de la Wills Act, 1837 (en rela-
tido».3 Cuando afirmamos que una regla que prohíbe a los hombres ción al número de testigos necesarios para otorgar testamento), es
de color sentarse en un parque público es injusta usamos, sin duda, una regla válida del derecho inglés podría parecer bastante inocente
como criterio de trato justo, el principio no establecido según el y podría ser calificada, sin dificultad, como «verdadera» o al me-
cual, en la distribución de derechos y privilegios entre los seres hu- nos como «correcta». Pero para Ross la validez jurídica es una no-
manos, las diferencias de color carecen de relevancia. En cualquier ción peligrosamente séptica; y si no la manejamos con cuidado, do-
defensa completa de esta aserción el criterio implícito debería expli- tándonos de los guantes de goma protectores de una «metodología
citarse. Pero la dependencia que conceptos como justicia tienen en empírica» dispuesta a admitir en nuestro stock de nociones sólo he-
relación a criterios implícitos, cambiantes y cuestionables, no los chos empíricamente verificables, nos contagiaremos de la infección
convierte en carentes de sentido cuando son aplicados al derecho. de la «metafísica». Según el punto de vista de Ross, el análisis de
460 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX ALF ROSS 461

esta y de otras muchas nociones jurídicas debe tener una de las dos Aparte de la referencia a los sentimientos y el tratamiento de
formas siguientes: o bien se refiere, en realidad, a la conducta futu- una regla jurídica como un «esquema de interpretación» como base
ra y a los sentimientos de la gente (de los jueces, principalmente), 0 de la predicción, el análisis de Ross no es muy diferente de las más
bien debe referirse a alguna cualidad misteriosa e inobservable que crudas teorías del realismo norteamericano que tratan los enuncia-
algunas reglas poseen, aunque otras carecen de ella. Entonces nues- dos de derechos y deberes como predicciones de la conducta de los
tra elección radica entre tomar «X es una regla válida del derecho órganos de aplicación del derecho. Como estas teorías más simples,
inglés» como una predicción de la conducta y de los sentimientos el análisis predictivo de Ross de la validez jurídica está abierto a
de los jueces o bien como metafísica. La insistencia de Kelsen según dos objeciones a las cuales nunca plantó cara seriamente. En primer
la cual el pensamiento jurídico no debe ser interpretado en términos lugar, aunque en la boca de un ciudadano o de un jurista ordinario
de hechos o de «proposiciones de ser» sino en términos de «propo- «esta es una regla válida del derecho inglés» sea una predicción de
siciones de deber ser» debe, por tanto, ser rechazada como una cons- lo que un juez hará, dirá o sentirá, este no puede ser su significado
trucción metafísica «que sitúa el derecho más allá del mundo de los en la boca de un juez que no está ocupado en predecir ni su propia
hechos». conducta o sentimientos ni los de otros. «Esta es una regla válida
Ross empieza su análisis de la validez jurídica considerando el del derecho» dicho por un juez es un acto de reconocimiento; al
caso más simple de las reglas del ajedrez, aunque tiene alguna im- decirlo reconoce que la regla en cuestión satisface ciertos criterios
portancia destacar que usualmente no se habla de reglas como «vá- generales aceptados para que sea admitida como una regla del siste-
lidas» excepto cuando, como en el caso del derecho, el sistema con- ma y como un estándar jurídico de comportamiento. En segundo
tiene algunos criterios generales para la identificación de las reglas. lugar, incluso si (aunque ello bien puede ser puesto en duda) los
Ross pretende que una regla del ajedrez, como por ejemplo la regla enunciados no judiciales de la forma «X es una regla válida» son
según la cual el alfil debe ser movido en diagonal (se trata de un siempre predicciones acerca de la conducta y sentimientos futuros
ejemplo mío), es una «regla válida del ajedrez» si 1) los jugadores de los jueces, la base para tal predicción es el conocimiento de que
mueven regularmente el alfil de esta forma y 2) lo hacen así porque los jueces usan y comprenden el enunciado «esta es una regla váli-
tienen un sentimiento de compulsión a seguir esta pauta de conduc- da» en un sentido no predictivo.
ta. De acuerdo con ello-es esta regla, en estas circunstancias, la que Ross tiene razón al pensar que debemos distinguir un aspecto
nos capacita a) a comprender o interpretar las acciones de los juga- interno y un aspecto externo del fenómeno presentado por la exis-
dores como conductas motivadas de forma coherente y b) a prede- tencia de reglas sociales. Esto es verdadero y muy importante para
cir su conducta futura. La formulación de la regla sirve, por consi- la comprensión de cualquier tipo de regla. Pero desafortunadamen-
guiente, como «esquema de interpretación» y como base para la te dibuja la línea entre estos aspectos de forma equivocada y repre-
predicción. El análisis paralelo en el caso de la validez jurídica es senta de forma errónea el aspecto interno de las reglas como una
como sigue. Las reglas jurídicas son esencialmente directivas dirigi- materia de «emoción» o «sentimiento», como una especial «expe-
das a los tribunales para que apliquen sanciones bajo ciertas condi- riencia» psicológica. Sólo de esta forma es capaz de dar la impre-
ciones. (Este dogma kelseniano es adoptado sin mucha argumenta- sión de que lo que Kelsen llama «proposiciones de deber ser» puede
ción.) Decir que una regla jurídica es válida es decir 1) que los tri- ser omitido en el análisis del pensamiento jurídico. En realidad, la
bunales, bajo ciertas condiciones, la aplicarán o, al menos, la con- elucidación del aspecto interno de todo discurso normativo requiere
templarán como especialmente importante para tomar sus decisio- tales proposiciones, y si las estudiamos cuidadosamente veremos que
nes y 2) lo harán así porque ellos tienen una experiencia emotiva de no hay nada de «metafísico» en ellas, aunque su «lógica» o estruc-
«estar ligados» por las reglas. Una ley válida es una hipótesis veri- tura es diferente de los enunciados de hecho o de las expresiones de
ficable acerca de la conducta judicial y de sus especiales sentimien- sentimientos.
tos motivadores. La distinción necesaria entre aspecto externo e interno no sepa-
462 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX ALF ROSS 463

ra la conducta física de los sentimientos, aunque obviamente tal aunque tales sentimientos puedan, a menudo, acompafiar la emisión
separación puede trazarse; sino que separa radicalmente dos tipos de tales enunciados no son condiciones necesarias ni suficientes de
diferentes de enunciados, la oportunidad de esta distinción surge su uso normativo para la crítica de la conducta, para formular pre-
cuando un grupo social conduce sus asuntos mediante reglas. De tal tensiones y justificar las reacciones hostiles por referencia al están-
forma, un observador externo al grupo que no acepta o aprueba las dar aceptado.
reglas puede informar del hecho de que el grupo se comporta de Ross trata los enunciados de validez jurídica (por ejemplo, «esta
una forma uniforme determinada y reacciona con regularidad a las es una regla válida de derecho danés») como un enunciado de he-
desviaciones de forma hostil o adversa, bien a través de sus órganos cho externo que predice el comportamiento y los sentimientos judi-
oficiales, bien á través de sus personas particulares. Puede predecir ciales. Sin embargo, normalmente el uso central de «jurídicamente
tanto el futuro comportamiento del grupo cuanto la futura reacción válido» es un enunciado interno de un cierto tipo, y la incapaci-
de los órganos oficiales. Tales enunciados son enunciados exter- dad de Ross para otorgar una explicación plausible de esta expre-
nos de hechos acerca del grupo y la eficacia de sus reglas. Pero si el sión en boca del juez, donde su uso interno es claro, se debe a su
grupo verdaderamente tiene reglas y no meramente un conjunto de incapacidad más general para permitir los usos internos no factua-
hábitos convergentes, los miembros del grupo lo manifiestan por el les y no predictivos del lenguaje, inseparables del uso de las reglas.
uso de expresiones de un tipo diferente. Estas expresiones no esta- El enunciado interno «esta es una regla válida», que es diferente del
blecen el hecho de que ellos siguen o seguirán pautas regulares de enunciado predictivo externo «en Inglaterra seguirán esta regla», es
comportamiento; sino que los miembros del grupo usan estas expre- apropiado cuando un sistema de reglas no contiene, como ocurre
siones en la crítica de su propia conducta y de la conducta de otros en los sistemas jurídicos, sólo reglas primarias que forman estánda-
por referencia a pautas regulares de comportamiento que ellos acep- res jurídicos de comportamiento, sino también reglas para recono-
tan como un estándar. No es simplemente que reaccionen de mane- cer, o para identificar mediante criterios generales, las reglas prima-
ra negativa y susceptible de ser predicha a las desviaciones de las rias del sistema por determinados rasgos. De tal manera cuando un
pautas regulares, sino que tratan las desviaciones como una razón juez reconoce una disposición legislativa como «válida» la identifi-
para té:\1 reacción y las demandas para la conformidad como jus- ca como una regla primaria, y usa para tal propósito una regla de
tificadas. reconocimiento no establecida o unos criterios de identificación que
Entonces, una pauta de comportamiento es tomada como un pueden ser formulados como «Lo que promulga la reina en el Par-
estándar para la crítica de la conducta en sus propios términos y las . lamento es un estándar jurídico de conducta».
pretensiones y ju~tificaciones que en ella se basan son expresadas El concepto de validez jurídica es, en algunos aspectos, diferen-
por el peculiar vocabulario normativo de expresiones como 'debe', te del usado en el supuesto de las reglas del ajedrez al que Ross lo
'tiene que', 'ha de', 'puede (tiene el permiso)', 'correcto', 'incorrec- compara y es mucho más cercano al de marcar un tanto en un jue-
to', y variantes especiales como 'deber' y 'obligación'. Las formas go. Cuando el tanteador apunta una carrera o un gol está usando
'yo (tú, él, ellos) deben hacer esto' y 'yo (tú, etc.) no debían haber una regla aceptada y no establecida en el reconocimiento de las fa-
hecho esto' son las que se usan más generalmente para desempeñar ses críticas del juego que cuentan para ganar. No está prediciendo
estas funciones normativas críticas que, además, constituyen su sig- su propia conducta o sus propios sentimientos o la conducta y sen-
nificado. No son enunciados externos de hechos, que predicen el timientos de otros, no está realizando ninguna forma de enunciado
comportamiento probable según los estándares, sino que son enun- factual acerca del mecanismo del sistema. La tentación de represen-
ciados internos por cuanto manifiestan la aceptación de esos están- tar erróneamente tales enunciados internos en los cuales se usa una
dares y su uso y apelación de formas múltiples. Sin embargo, el regla o criterio de reconocimiento no establecido, pero aceptado,
carácter interno de estos enunciados no es una simple cuestión de como un enunciado externo de hecho que predice el mecanismo re-
que el hablante tenga ciertos «sentimientos de compulsión>>, pues gular del sistema, es debido al hecho de que la aceptación general
464 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX ALF ROSS 465

de las reglas y la eficacia del sistema es, por otra parte, el contexto especie de enunciados internos sea reconocida como lo que es en los
normal en que tales enunciados normativos internos son proferidos. casos claros, no comprenderemos su uso en los casos más discuti-
Habitualmente carece de sentido sostener la validez de una regla (o bles de la zona de penumbra.
el desarrollo de un juego) por referencia a las reglas de reconoci-
miento (o las reglas de tanteo) que no son aceptadas por otros de
hecho, o que probablemente no serán observadas en el futuro. Sin POST SCRIPTUM
embargo, algunas veces hacemos esto de un modo semificticio, como
una forma más enérgica de enseñar el derecho de un sistema jurídi- Véanse para la crítica y comentarios:
co del pasado como el derecho romano clásico. Pero este contexto l. A. Ross, «Validity and the Cbnflict between Legal Positivism and
normal de eficacia presupuesto al proferir enunciados internos debe Natural Law», Revista Jurídica de Buenos Aires, 46 (1961); Recensión de
distinguirse de su significado o contenido normativo. Hart, The Concept of Law, Ya/e Law Journal, 118 (1962). (Nota: Ross
Por lo tanto, si queremos comprender las reglas sociales y los pretende que su teoría no difiere en ningún aspecto importante de la mía y
usos normativos del lenguaje, que son una parte inseparable de este que la apariencia de conflicto se debe a la comprensión equivocada proce-
dente de la traducción errónea en su On Law and Justice de la palabra
fenómeno complejo de la vida social, es vital no aceptar el dilema
danesa greltende -que significa 'en vigor' o 'vigente'- como «válida».
de Ross: «0 bien construimos estos enunciados como predicciones Para una valoración de esta pretensión, véase Hierro, El realismo jurídico
del comportamiento y de los sentimientos de los jueces o bien como escandinavo, Valencia, 1981, especialmente pp. 172, 216, 283-285, 219-221,
aserciones metafísicas acerca de entidades inobservables más allá del 295 n. 802.) [Los ensayos de Ross a los que alude Hart se hallan recogidos
mundo de los hechos». Las dimensiones del lenguaje jurídico son en este volumen en las pp. 361-382 y pp. 466-474. (Nota del t.)]
mucho más ricas de lo que este lenguaje permite. Sin embargo, es 2. F. A. Siegler, «Hart on Rules of Obligation», Australian Journal
igualmente importante subrayar que aunque las «proposiciones de of Philosophy (1967), pp. 341-355.
deber ser» y otras formas de enunciados normativos internos son 3. N. MacCormick, en H. L. A. Hart (Londres, 1981), pp. 30, 32,
necesarias e inofensivas en el análisis del pensamiento jurídico, de 34-36, 43-44, 166.
ello no se sigue que un sistema jurídico sea «un sistema lógico cerra-
do» como un formalista desearía en su corazón, o que los enuncia-
NoTAS
dos jurídicos de derechos y deberes o de validez sean todos deduci-
bles de reglas jurídicas claramente determinadas. De hecho, hay l. On Law and Justice, Londres, 1958.
aquí, como en todas partes en el derecho, un núcleo central de cer- 2. !bid.' p. 261.
teza y una amplia zona de penumbra, de incertidumbre, que deja 3. !bid., p. 274.
espacio para el arbitrio judicial. A veces, cuando las reglas son va- 4. !bid., p. 251.
gas, todo lo que podemos hacer es predecir lo que los jueces dirán,
y para hacerlo podemos usar, de una forma cautelosa, la palabra
«válida» o la expresión prudente «yo pienso que es válida». Entre
las muchas cosas buenas de la primera parte de este libro, ninguna
es mejor que la discusión de Ross acerca del razonamiento judicial.
Mas, incluso en este punto, tampoco donde los criterios del sistema
para identificar reglas particulares del sistema son vagos o indeter-
minados el análisis predictivo de Ross puede ser adecuado para «esta
es una regla válida» dicho por un juez. Y, seguramente, hasta que
la función central de las aserciones de validez jurídica como

30. - CASANOVAS
H. L. A. HART 467

al mínimo y circunscritas a las notas. Ilumina viejos problemas a la


luz de la moderna filosofía de Oxford. Bajo esta luz, las respuestas
que ya conocíamos toman una nueva dimensión significativa. Es un
libro fácil de leer y leerlo es un placer. ¡Deberíais leerlo!
La estructura del libro es, como he dicho, simple. Establecida
en un capítulo introductorio la especulación sobre la naturaleza del
derecho, se centra casi únicamente sobre tres cuestiones principales
y, de conformidad con ello, el autor divide el libro en tres partes
8. H. L. A. HART principales. La primera cuestión es: ¿hasta qué punto es posible com-
prender el derecho mediante el modelo del asaltante, es decir, como
órdenes respaldadas por amenazas? 1 La segunda cuestión principal
ALF Ross* (y la segunda parte del libro) está dedicada a qué son las reglas, y a
en qué medida el derecho es un asunto de reglas. 2 La tercera y pe-
HART SOBRE EL CONCEPTO DE DERECHO renne cuestión es en qué medida el derecho es en su «esencia» una
rama de la moralidad o de la justicia, en qué medida las obligacio-
nes están relacionadas con los deberes morales o en qué medida son
Estamos ante un libro singular con muchos rasgos destacables. distintas de ellos. 3 Se concluye con un capítulo dedicado a proble-
Es de dimensiones físicas limitadas (ningún libro debería exceder las mas específicos de derecho internacional.
dos o trescientas páginas). Está escrito en un lenguaje llano y en un
estilo claro. Siempre se está en disposición de captar la intención
del autor. La organización y estructura del libro es simple y bien 1
ordenada. No es (al contrario que muchos libros de filosofía del
derecho) un libro sobre libros. El autor está más interesado en este Para aquellos que estén muy familiarizados con los escritos de y
tema que en la literatura sobre él. Las discusiones están reducidas acerca de J ohn Austin, los capítulós dedicados al «modelo del asal-
tante» difícilmente les parecerán sorprendentes; pero la manera en
Alf Ross «Review of The Concept of Law. By H. L. A. Hart, The Clarendon que las deficiencias del modelo son demostradas es nueva, estimu-
Press, Oxford, 1961», The Y ale Law Journal, 71 (1962), pp. 1.185-1.190. Traducción lante y convincente. Un punto esencial de la crítica hartiana almo-
castellana de José Juan Moreso.
* El danés Alf Ross [1899-1979] nació en Copenhague. Terminada su carrera delo de Austin es que éste no tiene en cuenta la distinción entre dos
estudió en Austria (1923-1926) con Hans Kelsen. Su trabajo, fruto de esta estancia, tipos de reglas que Hart denomina reglas primarias y reglas secun-
Theorie der Rechtsquellen (publicado en 1929) no fue aceptado como tesis doctoral darias. (Yo mismo he usado las expresiones reglas de conducta y
en Dinamarca. Por esa razón, viaja a Uppsala donde presenta su trabajo como tesis reglas de competencia, para la misma distinción.) 4 Las reglas prima-
bajo los auspicios de A. Hiigerstrom. La influencia de este autor le lleva hacia los
postulados realistas, expresados en su trabajo Towards a Realistic Jurisprude?ce
rias son reglas que imponen deberes, tienen que ver de manera in-
(1946). Desde 1938 ocupa una cátedra en la Universidad de Copenhague. Influ1do mediata con la conducta requerida a los seres humanos. Las reglas
por las tesis neopositivistas del Círculo de Viena escribe su obra más importante, On secundarias son reglas que confieren poderes, disponen que algunos
Law and Justice (1958, la versión danesa data de 1953). Su última obra importante seres humanos bajo ciertas condiciones tienen el poder (competen-
Directives and Norms (1968) recoge, por una parte, la influencia de la filosofía o.xo- cia) para crear por medio de sus actos (actos jurídicos) nuevas re-
niense del lenguaje y, por otra, el impacto de los trabajos de lógica deó?tlca.
Es, sin duda, el más destacado de los filósofos ligados al realismo escandmavo glas pertenecientes al sistema. La tesis principal de Hart es que el
y, a la vez, el más abierto a los avances de la filosofía en general, sobre todo de la derecho es una unión de reglas primarias y secundarias y que la
filosofía anglosajona de tradición analítica. (N. del t.) comprensión de esta combinación es la clave de la ciencia de la ju-
468 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX H. L. A. HART 469

risprudencia.' Esta tesis no debe ser comprendida como una defini- nacimiento misma. Una vez llegamos a la cúspide, ya no podemos
ción, en el sentido de una regla por la cual la corrección del uso de preguntar más por la validez. La cuestión es ahora una cuestión de
la palabra «derecho» pueda ser comprobada. Más bien debe ser com- existencia .10 ¿La regla suprema -y a través de ella, debo añadir, el
prendida como un intento de indicar la «esencia» del derecho que sistema completo- existe realmente, esto es, es el sistema una rea-
-cuando a la palabra se la vacía de sus implicaciones metafísicas lidad social o sólo una estructura imaginaria? Esta cuestión, según
originales- significa la indicación de algunas propiedades con gran Hart, es una cuestión empírica de hecho. Cuando hacemos la aser-
poder explicativo. 6 ción de que un sistema jurídico existe en realidad nos estamos refi-
Este importante punto de vista es elaborado en los capítulos V, riendo de una forma abreviada e híbrida a un número de hechos
VI y VII que forman la exposición central de los puntos de vista del sociales heterogéneos, en especial a la forma en que los tribunales
autor. Las reglas que confieren poderes son divididas en tres gru- en la práctica real identifican aquello que cuenta como derecho, y a
pos: reglas de reconocimiento, reglas de cambio y reglas de adjudi- la aceptación y conformidad generales con estas identificaciones. 11
cación. Las reglas de reconocimiento especifican algún rasgo o ras- Este punto de vista está en perfecta armonía con mis propios
gos cuya posesión es tomada como una indicación afirmativa y con- puntos de vista sobre la verificación de las proposiciones acerca de
cluyente de que la regla pertenece al sistema, que es una regla del la existencia de las reglas jurídicas, 12 pero es contrario a las enseñan-
grupo que debe ser respaldada por la presión organizada de los ór- zas de Kelsen. Kelsen sostiene también que la regla suprema de re-
ganos judiciales y ejecutivos. Estas reglas indican, por ejemplo, las conocimiento (la norma básica) posee validez, pero en esta concep-
condiciones bajo las cuales una regla puede ser creada por la pro- ción su validez debe ser postulada o asumida hipotéticamente. Hart
mulgación (legislación) o en virtud de las costumbres o precedentes. critica correctamente este punto de vista, pero parece no compren-
El lector comprenderá que bajo el rótulo «reglas de reconocimien- der que la opinión contraria de Kelsen no es una cuestión de que la
to» Hart se refiere a lo que habitualmente se llama las fuentes del norma básica sea intrascendente, sino la manifestación de otra con-
derecho. Cuando se reconoce una pluralidad de fuentes se asume cepción de «validez» bastante distinta. Que una norma es válida
que deben ser jerarquizadas en un orden de primacía y subordina- significa, según Kelsen, que los individuos deben comportarse como
ción relativas. En virtud de esta estructura jerárquica, es posible se establece en la norma. Hart llama a esto una «reduplicación in-
considerar las varias reglas de reconocimiento como lógicamente in- necesaria» y afirma que es «confuso» hablar de una regla que esta-
tegradas en una única regla: la regla de reconocimiento. 7 De esta blece una obligación de cumplir las obligaciones establecidas en otra
forma se garantiza la unidad lógica del sistema. 8 regla. Sin embargo, el misterio es desvelado tan pronto se compren-
Las reglas de reconocimiento dan lugar a la noción de validez. de que la noción de validez con la que Kelsen opera es la idea tra-
Decir que una regla es válida significa que satisface los criterios de dicional de una pretensión «superior» de obediencia, la idea iusna-
reconocimiento y, por lo tanto, será aceptada y aplicada de acuerdo turalista transformada en un molde cuasipositivista: la validez supe-
a su contenido. Si una regla no satisface los criterios es inválida o rior no se deriva de ningún principio absoluto, sino que es postula-
carente de efectos jurídicos. 9 La regla de reconocimiento es la nor- da como inherente a cualquier orden jurídico realmente eficaz. 13
ma suprema del sistema de la cual deriva la validez de cualquier En la tercera sección del libro, Hart se ocupa de la relación del
otra norma. Parece que esta regla última es similar a la «norma derecho con la moral. Ofrece un análisis de la idea de justicia que
básica» en la teoría pura del derecho de Kelsen. Hay, sin embargo, armoniza bien con el ofrecido por mí en mi libro On Law and Jus-
una diferencia de consecuencias relevantes. Para Hart, un enuncia- tice. La esencia de la justicia, sostiene, es la igualdad, la pretensión
do de validez es siempre relativo a otra regla del sistema, en último de que los casos iguales deben ser tratados igualmente. Este princi-
término a la norma suprema de reconocimiento. Cuando la vali- pio presupone un estándar material de evaluación para decidir qué
dez es entendida de esta forma en relación a la regla de reconoci- hace a los casos iguales. En sí misma la idea de justicia es incom-
miento, entonces la noción no puede aplicarse a la regla de reco- pleta, una forma vacía que no puede ofrecer ninguna guía determi-
470 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX H. L. A. HART 471

nada de conducta. 14 Estoy completamente de acuerdo, pero enton~ lación de la regla producirá una protesta de los otros miembros del
ces no comprendo por qué Hart se refiere a mi concepción, según la grupo.l6
cual las palabras «justo» e «injusto» carecen de significado cuando Hart objeta que es una desfiguración representar el aspecto in-
se aplican a una regla jurídica, como una absurdidad. ¿Acaso es terno como una materia de sentimientos. Tales sentimientos de es~
absurdo decir de una forma vacía que carece de significado? Yo tar obligado pueden darse, pero no son ni una condición necesaria
desarrollé con mucho cuidado la distinción entre el principio formal ni suficiente para la existencia de reglas «obligatorias».
de igualdad y el estándar material suplementario, y debería ser evi~
dente que mi frase conduce a la misma conclusión que la estableci- Lo que es necesario -dice Hart- es que debe haber una actitud
da por Hart según la cual la idea de justicia ho puede suministrar reflexiva crítica hacia ciertas pautas de conducta como un estándar
ninguna guía determinada de conducta. común, y que esto debe manifestarse en ~rítica (incluso autocrítica),
demandas de conformidad, y en reconocimientos que tal crítica y
En el capítulo sobre «Derecho y moral», Hart analiza la preten~ tales demandas están justificadas, y todo ello encuentra su expresión
sión iusnaturalista según la cual el derecho debe necesariamente con~ característica en la terminología de 'está obligado', 'debe' y 'tiene
formarse en alguna medida con la moral. Sin denegar que el dere~ que', 'correcto' e 'incorrecto' . 17
cho y la moral están interrelacionados de muchas maneras, Hart
rechaza la idea de una conformidad necesaria. En último término, Desde mi punto de vista, sin embargo, soy incapaz de comprender
es una cuestión de conveniencia en la formación de nuestros concep- cómo es posible que una persona pueda tener una actitud como la
tos. Parece claro, sostiene, que nada se gana, ni teórica ni práctica- descrita -criticándose a sí mismo de infringir la regla, y reconocien~
mente, por denegar el nombre de derecho a un sistema injusto o do que la crítica de los otros miembros del grupo es justificada- y
incluso a uno abominable si el sistema presenta, desde otros puntos todavía sentirse libre para actuar como quiera. Creo que la actitud
de vista, los rasgos de un orden jurídico. 15 y reacciones descritas por Hart son las manifestaciones públicas de
sentimientos engendrados en el individuo durante su crecimiento en
el grupo. Hart usa la palabra «aceptación» o, incluso, «aceptación
II voluntaria» para representar la interiorización de la regla. En mi
opinión esto es engañoso, puesto que lo decanta demasiado hada la
Un tema recurrente de gran interés es la distinción realizada por idea de una decisión deliberada. Puede, en situaciones extraordina-
Hart entre enunciados internos y externos en nuestro lenguaje refe- rias como en las revoluciones, ocurrir que una actitud de lealtad sea
rido a las reglas jurídicas. Esta distinción dice relación, aunque no el resultado de una decisión. Pero la mayoría de la gente se sentirá
es idéntica, con la distinción entre el aspecto interno y externo de ligada por las normas sociales del grupo sin ni siquiera ser conscien-
una regla jurídica (o de cualquier regla social). La distinción entre tes de ninguna elección o decisión.
los dos aspectos de una regla no es nueva. Se ha destacado a menu- Cuando un grupo social, dice Hart, tiene determinadas reglas
do que una regla social es más que una mera regularidad de com- de conducta, este hecho ofrece una oportunidad para muchos tipos de
portamiento observable y que, por esta razón, las reglas jurídicas aserción estrechamente relacionados, aunque diferentes; por ello es
no pueden ser identificadas y descritas meramente por métodos con~ posible referirse a las reglas, bien meramente como un observador
ductistas. Yo mismo he notado este punto al decir que una regla que él mismo no las acepta, bien como un miembro del grupo que
social presupone no solamente una regularidad observable, sino las acepta y las usa como guías de conducta. Los dos tipos de enun-
también que la regla sea sentida como «socialmente obligatoria» ciados son llamados, respectivamente, enunciados externos y enun-
por los seres humanos que la siguen. Esto significa que una persona ciados internos. 18 Creo que la importancia de esta distinción de-
no sólo se sentirá espontáneamente motivada («obligada») a cierta pende de su capacidad para arrojar nueva luz sobre las controver-
pauta de comportamiento, sino que a la vez esperará que una vio- sias en el análisis de los conceptos jurídicos. Por mi parte, deseo
472 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX H. L. A. HART 473

añadir que el lenguaje interno no tiene naturaleza descriptiva. Su jurídica. Si esta diferencia en la aproximación es comprendida y
función no es establecer o describir hechos, no es suministrar infor- recordada una buena parte de la crítica de Hart hacia el realismo
mación de ningún tipo, sino exponer pretensiones, aconsejar, exhor- escandinavo,22 y particularmente contra mí, debe ser retirada por
tar. Cuando digo «Tomaste mi coche en préstamo. Tienes el deber mal dirigida.
de tener buen cuidado de él», mi intención es demandar una con- La misma conclusión parece garantizada en relación a su discu-
ducta determinada del prestatario y justificar esta demanda por re- sión de la «validez». Como antes decía, Hart analiza este concepto
ferencia a reglas Gurídicas o morales) relativas al préstamo. No le tal como es usado internamente o relativo a una regla de reconoci-
informo de las reglas, las aplico. El lenguaje externo, por otra par- miento dada. Un enunciado de validez, desde su punto de vista, es
te, tiene naturaleza descriptiva. Es relativo a hechos, a la descrip- un enunciado de acuerdo al sistema o bien aplicando una regla del
ción y predicción de hechos. sistema. No sorprende que Hart no pueda aceptar mi análisis de
Ante todo Hart está interesado en el lenguaje interno y cree que «validez» en términos de hechos sociales. Si hubiera prestado un
la mayoría de las oscuridades y distorsiones subyacentes en los con- poco más de atención, habría notado que la cuestión que yo trato
ceptos jurídicos y políticos se desvanecerá si se comprende que es- es bastante diferente de la que le ocupa a él. Como claramente mues-
tos conceptos suponen de manera esencial una referencia al punto tra el punto de vista con el que el problema es abordado y tratado,
de vista interno. 19 Manifiesta poco interés en el lenguaje externo. yo me ocupo del enunciado externo referido a la existencia de una
Cuando ocasionalmente se refiere a él parece considerar a los miem- regla o sistema de reglas. Admito que Hart puede ser excusado de
bros de minorías disidentes en un grupo como los usuarios de este su deficiente comprensión, puesto que la palabra validity para de-
lenguaje. Al rechazar las reglas, los disidentes hablan acerca de las signar la existencia de una regla -tal como ahora comprendo- es
reglas sólo desde el punto de vista de lo que probablemente ocurrirá extraña en el uso inglés. Esto muestra lo difícil de la tarea de tradu-
si las reglas son violadas. 20 Es para mí sorprendente que Hart no cir. En danés, como en alemán, tenemos dos variedades con la mis-
vea, o de todas formas no mencione, el uso más obvio del lenguaje ma raíz: gylding y greldende. Mientras gylding funciona de la misma
externo en boca de un observador que, como tal, ni acepta ni recha- forma que va/id, la expresión greldende ret es usada externamente
za las reglas sino que solamente informa sobre ellas: el dogmático para designar el derecho existente, el derecho vigente (the existing
en tanto que su tarea consiste en formular enunciados verdaderos law, the law in force).
acerca del derecho actualmente vigente. 21 Cuando todo ello es tomado en cuenta, virtualmente no hay, tal
y como yo lo veo, desacuerdo entre Hart y yo mismo. Hart está de
acuerdo en que la cuestión de la existencia de una regla o sistema
III de reglas es una cuestión empírica que depende de la forma en que
los tribunales identifican en la práctica real aquello que cuenta como
La actitud de Hart -limitada exclusivamente, como está, al uso derecho. Es una buena actitud discutir cuestiones sólo con la gente
práctico-normativo de normas jurídicas en el lenguaje cotidiano- con la que compartimos los fundamentos. De acuerdo con esta ac-
puede explicarse parcialmente por la correspondiente y bien conoci- titud he discutido algunos aspectos de la obra de Hart con la creen-
da actitud de la filosofía de Oxford en su aproximación a los pro- cia de que, en los fundamentos, la filosofía de Oxford y la escuela
blemas analíticos en general y parcialmente por el hecho de que escandinava tienen más en común de lo que Hart ha sido capaz de
Hart mismo ni es un dogmático ni ha sido educado como un jurista ver. Que el aprecio no sea mutuo no es razón para que no deba
profesional. Mi actitud, por otra parte, claramente reflejada en On expresar mi alta estima por su obra y mi creencia de que estamos
Law and Justice, ha sido dirigir mi análisis hacia los conceptos ju- siguiendo el mismo camino.
rídicos tal y como funcionan en el estudio dogmático del derecho,
que en el continente estamos acostumbrados a denominar ciencia
474 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX H. L. A. HART 475

NOTAS RONALD DWORKIN*

l. Esta cuestión es tratada en los capítulos Il, III y IV. ¿REALMENTE NO HAY RESPUESTA CORRECTA
2. Capítulos V, VI y VIL
3. Capítulos VIII y IX.
EN LOS CASOS DIFÍCILES?
4. Ross, On Law and Justice (1958), pp. 32, 51, 59, 79.
5. Hart, The concept of Law (1961), p. 79.
6. /bid., pp. 17, 151, 208. l. ¿CUÁL ES LA PREGUNTA?
7. Hart (1961), pp. 44, 93, 98, 102, 144.
8. La muy apreciada unidad lógica del orden jurídico es, en mi opinión, más una
ficción o postulado que una realidad. Las múltiples fuentes que de hecho actúan no inte- ¿Cuándo no existe respuesta correcta para una cuestión jurídi-
gran una jerarquía lógica sino más bien un conjunto de factores en cooperación. Las cos- ca? Supongamos que el legislativo .ha aprobado una ley estipulando
tumbres y los precedentes, según Hart, están en el sistema británico subordinados a la que «en lo sucesivo los contratos sacrílegos serán inválidos». La
legislación. Creo que Hart, si tratara de comprobar esta aserción, se daría cuenta de comunidad se encuentra dividida sobre si un contrato firmado en
que se ajusta mejor a una confesada y oficial ideología que a los hechos. El derecho
internacional, según Hart, no es un sistema sino un conjunto de reglas. Hart (1961),
domingo es, por esta única razón, sacrílego. Se sabe que muy pocos
pp. 230-231. ¿Por qué se asume acríticamente que el derecho estatal es una unidad de los legisladores tuvieron esta cuestión presente cuando votaron,
sistemática? y que ahora se encuentran divididos por igual, sobre si debe ser
9. Hart, ibid., p. 100. Véase también pp. 68-69. interpretada así. Tom y Tim han firmado un contrato en domingo,
10. Compárese con Ross, On Law and Justice (1958), p. 70.
11. Hart (1961). !bid., pp. 105, 109, 245.
y ahora Tom demanda a Tim para hacer cumplir las condiciones
12. Véase Ross (1958), pp. 34-48. Sobre los malentendidos causados por mi del contrato, cuya validez Tim impugna. ¿Diremos que el juez tiene
uso de la palabra «validez» donde Hart usa «existencia», véase Hart (1961), p. 35. que buscar la respuesta correcta a la cuestión de si el contrato de
13. He elaborado este punto de vista en una recensión a What is Justice?, de Tom es válido, aunque la comunidad esté profundamente dividida
Hans Kelsen, California Law Review, 45 (1957), p. 564, y en un artículo «Validity
and the Conflict Between Legal Positivism and Natural Law» que será publicado en
sobre cuál sea esa respuesta? ¿O resulta más realista simplemente
la Revista Jurldica de Buenos Aires. [Ross se refiere a un trabajo recogido en este decir que para esa cuestión no existe respuesta correcta?
volumen. Véanse pp. 361-382. (N. del t.)]
14. Hart (1961), p. 155. Ronald Dworkin, «Is there really no right answer in hard cases?», en A Matter
15. /bid., p. 205. of Principie, Harvard University Press, Cambridge, 1985, pp. 120-145. Versión revi-
16. Ross (1958), p. 14. sada de «No Right Answer?», en P. M. S. Hacker y J. Raz, eds., Law, Morality
17. Hart (1961), p. 56. and Society. Essays in Honour oj H. L. A. Hart, Oxford University Press, Oxford,
18. /bid., pp. 55, 86, 99. 1977. Traducción castellana de Maribel Narváez Mora. Traducido con permiso de
19. /bid., p. 96. Oxford University Press.
20. /bid., p. 88. * El iusfilósofo norteamericano Ronald Dworkin (1931) fue sucesor de la cá-
21. Hart parece suponer que el lenguaje usado por los funcionarios, abogados tedra de Jurisprudence de H. L. A. Hart en Oxford, cátedra que hoy en día compar-
o personas privadas cuando hablan de materias jurídicas es habitualmente el lengua- te con sus enseñanzas en la New York University.
je interno. Esto es una simplificación más bien tosca. Cuando un cliente solicita su La crítica de Dworkin a la filosofía hartiana y a su sofisticada versión del posi-
consejo, la información recibida consistirá en enunciados externos que describen el tivismo jurídico se ha convertido en la más discutida de nuestros días. Su libro Ta-
derecho actualmente vigente y que calculan las posibilidades de un proceso con éxi- king Rights Seriously (1977), que reunía varios trabajos publicados en la década de
to. Además, un abogado actuando ante un tribunal, especialmente un tribunal de los setenta, marca un hito en tal sentido. Law's Empire (1986), deja establecido el
apelación, puede, aunque sea parcialmente, referirse al derecho como un hecho ob- último pensamiento del autor. En ambas obras, como en los artículos publicados en
servable. Y lo mismo ocurre con los jueces y otros funcionarios en relación a las estos años, se insiste en la necesidad de fundamentar la teoría jurídica en una sólida
opiniones que motivan una decisión. filosofía moral y política: una reconstrucción liberal de la moralidad, anclada en la
22. Hart, «Scandinavian Realism», Cambridge Law Journal, 14 (1959), p. 233. teoría de los derechos. Entre sus múltiples aportaciones vale la pena destacar la re-
[Véase la traducción de este trabajo de Hart, incluida en este volumen, pp. 456-465. flexión sobre el lugar de la aplicación del derecho en la teoría jurídica, con especial
(N. del t.)] atención a la cuestión de la discrecionalidad judicial. (N. de los eds.)
476 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX H. L. A. HART 477

Este asunto es central para un gran número de controversias las circunstancias, o bien constituye un delito o bien no; si lo es, y
sobre lo que es derecho. Ha sido debatido bajo muchos títulos, in~ el actor no tiene otra defensa, los jueces (o el jurado) tienen enton-
cluyendo el de si los jueces tienen siempre discrecionalidad en los ces el deber de declararlo culpable; pero si no, los jueces (o el jura-
casos difíciles, y el de si existen en el derecho lo que algunos filóso~ do) tienen el deber de declararlo inocente.
fos del derecho llaman «lagunas». Deseo defender a continuación Si es cierto que un intercambio de promesas o bien constituye o
un punto de vista impopular -que en las circunstancias precisamen~ bien no, un contrato válido, que alguien demandado por dañ.os y
te descritas, la cuestión del contrato de Tom bien puede tener una perjuicios o bien es responsable o bien no de esos daños, y que
respuesta correcta- en contra de ciertos argumentos en los que con~ alguien acusado de un delito o bien es culpable o bien no, entonces,
fían sus oponentes de manera consciente o inconsciente. Trataré tam~ al menos todos los casos en los que el asunto sea dispositivo, tiene
bién de mostrar qué sentido tiene la tesis de la «no respuesta correc- una respuesta correcta. Puede ser incierto y controvertido si Ricar-
ta», y por qué, en nuestro propio sistema jurídico, las ocasiones en do 111 asesinó a los príncipes. Pero de esa incertidumbre no se se-
las que una cuestión jurídica no tiene respuesta correcta tienen que guirá que no exista una respuesta correcta para la cuestión jurídica,
ser mucho más raras de lo que generalmente se supone. Comenza- así como tampoco parece seguirse de la incertidumbre sobre Ricar-
ré, sin embargo, por insistir en una clarificación del tema con el do, que no exista respuesta correcta sobre la cuestión de si él asesi-
objeto de eliminar una molesta ambigüedad. nó a los príncipes. Pero ¿es cierto que un intercambio de promesas
Algunos conceptos jurídicos, como el concepto de contrato vá- siempre constituye o no un contrato válido, o que alguien siempre
lido, el de responsabilidad civil y el de delito, poseen la siguiente es o no responsable por daños, o culpable o no de un delito?
característica. Si el concepto tiene cabida en una situación concreta, Ahora, puedo hacer notar la ambigüedad latente en la tesis se-
los jueces tienen el deber, al menos prima facie, de decidir alguna gún la cual, en algunos casos, una cuestión jurídica, no tiene
reclamación jurídica de un modo; pero si no es así, los jueces tienen respuesta correcta. Podemos distinguir dos versiones de esa tesis.
entonces el deber, al menos prima facie, de decidir la misma recla- Ambas versiones niegan que la tesis de la bivalencia valga para im-
mación del modo opuesto. Llamaré a tales conceptos, conceptos portantes conceptos dispositivos. Niegan que un intercambio de pro-
«dispositivos». Los juristas, por su manera de hablar y argüir, pa- mesas siempre constituya o no un contrato válido (y que un deman-
recen asumir, acerca de los conceptos dispositivos, lo que podríamos dado siempre sea responsable de daños o no, y así sucesivamente);
llamar la «tesis de la bivalencia», esto es: que en cada caso, o bien Pero difieren en el carácter del argumento que cada uno realiza. La
la afirmación de que el caso cae bajo un concepto dispositivo, o primera versión sostiene que el comportamiento lingüístico exterior
bien la afirmación contraria, tiene que ser verdadera, incluso cuan- de los juristas precisamente descrito es engañ.oso, porque da a en-
do es controvertido cuál de ellas lo es. Los juristas parecen dar por tender que no existe espacio lógico entre la proposición según la
sentado, por ejemplo, que un intercambio de promesas o bien cons- cual un contrato es válido y la proposición según la cual no lo es;
tituye, o bien no, un contrato válido. Si lo constituye, entonces los esto es así porque no contemplan como posibilidad que ambas pro-
jueces tienen, al menos prima facie, el deber de hacer cumplir esas posiciones puedan ser falsas. Sin embargo, en realidad si nos fija-
promesas, si así se les solicita dentro de su jurisdicción; pero si no, mos más detenidamente en el tema, encontramos que puede ser fal-
los jueces tienen, al menos prima facie, el deber de no hacer tal so tanto que un contrato sea válido como que no lo sea, falso tanto
cosa, por razones contractuales. Los juristas parecen dar por senta- que una persona sea responsable por un hecho como que no, y fal-
do que una determinada persona, o bien es responsable en derecho so tanto que un hecho particular constituya un delito como que no.
por el dañ.o que su acto ha causado, o bien no lo es; si lo es, los En cada caso, ambas proposiciones pueden ser falsas, porque no
jueces tienen el deber de declararlo responsable, pero si no, tienen agotan el espacio lógico que ocupan; en cada caso existe una terce-
el deber de no hacerlo. Parecen dar por sentado, además, que una ra posibilidad independiente, que ocupa el espacio entre las otras
determinada acción de conducta, teniendo en cuenta la intención y dos. En esta primera versión de la tesis, la pregunta «¿El contrato
478 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX H. L. A. HART 479

de Tom es válido o inválido?» supone un error como el de la pre- evidencia en relación a cómo fue.' La segunda versión de la tesis
gunta «¿Tomes un hombre joven o un hombre mayor?». Esta últi- puede ser defendida, como también veremos, de una manera que
ma cuestión puede no tener una respuesta correcta porque ignora parece más cercana a este argumento que al de la vaguedad.
una tercera posibilidad, que es que Tom sea un hombre de mediana La diferencia entre la primera y la segunda versión de la tesis de
edad. Según la primera versión, las cuestiones jurídicas ignoran tam- la «no respuesta correcta» puede ser establecida de modo más for-
bién una tercera posibilidad, por la que un intercambio de prome- mal. Definamos (- p) como la negación lógica de (p), esto es, si (p)
sas puede no constituir un contrato válido, de modo que los jueces es falsa, entonces (- p) es verdadera, y si (- p) es falsa (p) es ver-
tengan el deber de hacerlo cumplir, ni tampoco un contrato que no dadera. Representemos la proposición según la cual el contrato de
sea válido, con la consecuencia de que los jueces tengan el deber de Tom es válido mediante «p» y la proposición según la cual no lo es,
no hacerlo cumplir, sino algún otro, que puede llamarse, por ejem- mediante «no-p». La tesis de la bivalencia supone que la cuestión
plo, un contrato «incompleto». sobre el contrato de Tom tiene que tener una respuesta correcta,
Por su parte, la segunda versión de la tesis de la «no respuesta incluso si no estamos seguros de cual es, ya que (no-p) es idéntico a
correcta» no supone la existencia de ningún espacio lógico, en este (- p) y, o bien (p) es verdadera o lo es (- p) porque ((p) o (-p)) es
sentido, entre la proposición según la cual un contrato es válido y necesariamente verdadera. Ambas versiones de la tesis de la «no
la proposición por la que no lo es, ni entre aquella por la que una respuesta correcta», coinciden en que esto es un error, pero no es-
persona es responsable y aquella por la que no, ni tampoco entre la tán de acuerdo sobre el tipo de error. La primera versión alega que
proposición según la cual un hecho es un delito y la proposición (no-p) , no es idéntico a (- p); (no-p) tiene que ser representado
según la cual no lo es. No supone que exista ninguna tercera posi- como la proposición (r) que no es la negación lógica de (p). (No
bilidad, pero aun así niega que siempre valga una de las dos posibi- pretendo decir, mediante la elección de «r» en esta representación,
lidades disponibles, porque puede que ninguna de ellas sea cierta. En que la primera versión sostenga que (no-p) carece de estructura, sino
esta segunda versión de la tesis, la pregunta «¿El contrato de Tom es tan solo que no es la negación de (p).) Claramente, ((p) o (r)) no es
válido o no? es como la pregunta «¿Tom es un hombre de mediana necesariamente verdadera; no se tiene en cuenta la posibilidad de
edad o no?». Puede no existir una respuesta correcta a la última cues- (q), que no es ni (p) ni (r) sino alguna otra entre ambas. La segunda
tión si Tom tiene una· edad que se encuentra en ·el limite entre joven versión, por otra parte, admite que (no-p) es idéntica a (- p); pero
y de mediana edad, no porque reconozcamos categorías de edad dis- sostiene que en algunos casos ni (p) ni (- p) son verdaderas, esto
tintas a las de mediana edad y no de mediana edad, sino porque en es, que en algunos casos no existe bivalencia.
el límite es un error predicar de alguien que es o no de mediana edad. Si cualquier versión de la tesis es correcta, entonces puede haber
No quiero dar a entender, mediante esta comparación, que la muchos litigios de los que resulte incorrecto decir que alguna de las
segunda versión de la tesis tenga que suponer que los conceptos partes tiene derecho a una decisión, y correcto admitir que el juez
de contrato válido, responsabilidad legal o delito sean vagos como posee discreción para decidir en cualquier sentido. Pero (entre am-
el concepto de mediana edad. Aunque, como hemos visto, algunos bas versiones) existe esta importante diferencia. Si se mantiene la
de los argumentos de la segunda versión están basados en afirma- primera versión, entonces esta discreción es provista afirmativamen-
ciones sobre la vaguedad, otros tienen un carácter diferente como el te por el derecho, porque el derecho distingue circunstancias en las
que indica la siguiente comparación. Algunos filósofos creen que que, por ejemplo, los intercambios de promesas caen en una cate-
no existe una respuesta correcta sobre la cuestión de si Charles fue goría distinta que tiene como una consecuencia la discreción. Por
valiente, si es el caso que Charles está muerto y durante su vida no otra parte, si se mantiene la segunda versión la discreción se sigue,
se enfrentó jamás a una ocasión de peligro, no porque «valiente» no por una provisión afirmativa, sino por defecto: desde el momen-
sea vago, sino porque el concepto de verdad no nos permite decir to en que el derecho no establece nada, ni siquiera discreción, el
que un hombre fue valiente ni que no lo fue si no podemos tener juez tiene que hacer lo que puede por sí mismo.
480 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX H. L. A. HART 481

En un sistema jurídico como ese, por supuesto sería incorrecto tra-


Il. LA PRIMERA VERSIÓN ducir «el contrato de Tom es válido» como «(p)» y «el contrato de
Tom no es válido» como «(- p)», y por lo tanto incorrecto apelar
Fácilmente podemos imaginar un sistema jurídico, en el cual si a la ley de bivalencia para sostener que una de esas dos proposicio-
alguien sostuviese que siempre existe una respuesta correcta para las nes tiene que ser verdadera.
cuestiones de si los jueces tienen el deber de hacer cumplir un inter- La primera versión de la tesis de la «no respuesta correcta»,
cambio de promesas o el deber de rechazar hacer cumplir el intercam- contranamente a lo que parecen decir los juristas, sostiene que nues-
bio, estaría cometiendo un error del tipo que supone la primera ver- tro propio sistema jurídico realmente es así; esto es, que existe un
sión. Después de todo, incluso conforme a nuestro propio derecho espacio entre un concepto dispositivo y su negación aparente que es
existen muchas decisiones que el juez no tiene el deber de tomar e~ ocupado por un concepto distinto, como el concepto de contrato
forma alguna. Se da este caso, por ejemplo, cuando el demandante incompleto, aunque, como ocurre, no tengamos otro nombre para
solicita una suspensión anticipada para un determinado día y el de- ese concepto diferente. Pero ¿qué tipo de argumento es capaz de
mandado pide que la solicitud sea denegada. También es así, cuando dar soporte a esta afirmación? Es una afirmación semántica acerca
el acusado ha sido condenado por un delito para el que la ley estable- del significado de conceptos jurídicos, y sería por lo tanto natural
ce una condena de tres a cinco años, y el fiscal pide la condena máxi- darle apoyo mediante alguna apelación a la práctica lingüística que
ma, mientras que la defensa la mínima. El concepto de deber provee resulta decisiva. Pero ya que los abogados parecen tratar «no'váli-
un espacio entre la proposición según la cual el juez tiene el deber de do» como la negación de «válido», «no responsable» como la nega-
decidir de un modo y la proposición según la que tiene el deber de ción de «responsable» y «no ser un delito» como la negación de
decidir del otro; este espacio está ocupado por la proposición de que «ser un delito», el argumento no puede seguir ese curso natural. No
no tiene el deber de decidir de ninguna de las dos maneras, sino más puede ser como el argumento que sostiene que «hombre mayor» no
bien la permisión, o como dicen los abogados la «discreción», de de- es la negación verdadera de «hombre joven». Ese razonamiento pue-
cidir de una manera o de la otra. de proceder llamando la atención sobre una práctica lingüística ge-
A ese espacio se le puede sacar provecho fácilmente, introducien- neral o, más probablemente, recordando simplemente al hablante
do una forma de contrato que no sea ni válido ni inválido, del modo que ha cometido un error en la forma en que él, como hablante del
en que normalmente usamos esos términos, sino incompleto. El de- lenguaje, habla normalmente. Ya que el razonamiento jurídico no
recho puede establecer, por ejemplo, que si un contrato, de otro puede desarrollarse por esta vía directa, no resulta claro si puede
modo inobjetable, es acordado entre dos personas cada una de ellas hacerlo de algún modo.
de más de veintiún años de edad, el contrato es «válido», y los Sería completamente falaz, por ejemplo, argüir en favor de la
jueces tienen el deber de hacerlo cumplir; si cualquiera de las partes primera versión del modo siguiente:
es menor de dieciséis años de edad, el contrato es «inválido», y los
jueces tienen el deber de no hacerlo cumplir; pero si la parte más . Existe un espacio lógico entre la proposición según la cual el juez
tiene el deber de hacer cumplir un contrato y la proposición según la
joven tiene entre dieciséis y veintiún años de edad el contrato es
cual tiene el deber de no hacerlo. Ese espacio está ocupado por la pro-
«incompleto», y el juez tiene discreción de hacerlo cumplir o no posición de que tiene discreción para hacerlo cumplir o no. Puesto que
según si, consideradas todas las cuestiones, cree que lo correcto es es una consecuencia de la proposición según la cual el contrato es vá-
hacerlo. El derecho puede estipular, de modo similar, circunstancias lido, que el juez tenga el deber de hacerlo cumplir, y una consecuencia
en las que alguien que ha causado daño no es ni responsable ni de la proposición según la cual el contrato no es válido, que tenga la
irresponsable por ese daño, sino más bien, podríamos decir, «sus- obligación de no hacerlo cumplir, tiene por lo tanto que existir un
ceptible de responsabilidad», o circunstancias en las que un hecho espacio paral~lo entre esas dos proposiciones sobre el contrato, que
particular no es ni un delito ni no lo es, sino tal vez «criminoso». queda d1sporuble para la proposición de que el contrato es incompleto.

31. - CASANOV AS
482 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX H. L. A. HART 483

Ese sería un argumento falaz porque del hecho de que un con- contrato es válido que decir que un juez tiene el deber de hacer
cepto de deber tenga tres valores, en este sentido, no se sigue que el cumplir las estipulaciones que lo componen, y lo mismo decir que
concepto usado para definir las ocasiones de deber tenga que tener es inválido que decir que tiene el deber de no hacer cumplir esas
también tres valores. En el tenis, por ejemplo, los jueces tienen el estipulaciones. Si se establecen estas equivalencias de significado,
deber de declarar una falta si un servicio cae completamente fuera entonces se sigue de manera directa la primera versión de la tesis.
de la pista de servicio, y el deber de no declarar falta si no es así. Puesto que existe un espacio entre las dos proposiciones sobre el
Existe un espacio entre la proposición según la cual el juez tiene el deber judicial, y ya que las dos proposiciones sobre los contratos
deber de declarar una falta y aquella según la cual tiene el deber de significan lo mismo que las proposiciones sobre deber judicial, tiene
no hacerlo, pero no se sigue que exista un espacio entre las propo- que haber también un espacio entre las dos últimas.
siciones que dicen que el servicio cayó completamente fuera de la Este argumento sería impecable si la teoría semántica en la que
pista de servicio y que no fue así. Los conceptos dispositivos son está basado, aquella según la cual las proposiciones jurídicas son
usados para describir las ocasiones de deber oficial, pero no se si- equivalentes en significado a las proposiciones sobre los deberes ofi-
gue que esos conceptos tengan que tener la misma estructura que el ciales, fuese sólida. Pero esa teoría no lo es. Tienen que existir al-
concepto de deber. gunas diferencias de significado entre la proposición conforme a la
Sin embargo, alguien que desease defender la primera versión cual un contrato es válido y la proposición según la cual los jueces
de la tesis objetará correctamente esta analogía. Con acierto dirá tienen el deber de hacer cumplir las promesas que componen el con-
que el concepto de contrato válido no describe simplemente las cir- trato, porque el primer enunciado es tomado ordinariamente como
cunstancias factual es bajo las que, en caso de tener lugar, los jueces proveyendo un argumento en favor del segundo, no simplemente
poseen cierto deber. Podemos imaginar fácilmente que las reglas como una mera repetición de éste. Si existe una conexión conceptual
del tenis son cambiadas de modo que, por ejemplo, el juez tuviese y no simplemente contingente entre los conceptos dispositivos y los
el deber de declarar una falta si la pelota va a parar a la línea de derechos y deberes jurídicos, también existe una conexión concep-
pista de servicio. Pero no podemos imaginar un cambio en las nor- tual y no meramente contingente entre tales conceptos y los tipos de
mas jurídicas tal, que los jueces ya no tuviesen, al menos prima eventos que narran. Si un abogado dice que su cliente tiene el dere-
jade, el deber de_ hacer cumplir un contrato válido; en cualquier cho de ganar un juicio porque el contrato sobre el que pleitea es
caso, si un cambio así fuese realizado, tendríamos que decir con válido, o porque es inválido, muestra su disponibilidad para reali-
certeza que el concepto de validez habría cambiado radicalmente. zar cierto tipo de argumentos antes que otros, para indicar hechos
Por ello usamos ese concepto (y los conceptos de responsabilidad relacionados con la oferta, aceptación, capacidad, ilegalidad o error
por daños y delito) no simplemente para narrar, de una manera antes que otro tipo de hechos, en apoyo de la petición de su cliente.
neutral, que algunos eventos, comparables al de la caída de la pelo- La teoría semántica que simplemente traduce enunciados sobre con-
ta en una determinada área, han ocurrido, sino como un argumen- tratos, en enunciados sobre deberes oficiales, oscurece por esta ra-
to en sí mismo en favor de que ciertas consecuencias jurídicas, in- zón el interesante y distintivo papel de los conceptos dispositivos en
cluyendo deberes oficiales, se siguen de estos hechos. el argumento jurídico. Estos conceptos tienden una clase especial de
Pero aunque esto es ciertamente correcto, no está claro qué con- puente entre algunos tipos de eventos y las pretensiones finales so-
clusiones útiles es capaz de aportar un defensor de la primera ver- bre derechos y obligaciones que se establecen en caso de demostrar-
sión. Supongamos que tomase el último punto y dijese, no simple- se que esos eventos han tenido lugar. Ambos designan pruebas en
mente que los enunciados sobre contratos siempre proveen razones favor de las pretensiones finales e insisten en que si no se encuentra
en favor de las pretensiones sobre los deberes oficiales, sino que la prueba designada, entonces, no sólo la negación del primero, sino la
tales enunciados son indistinguibles de los enunciados sobre el de- pretensión final opuesta, se establece en su lugar.
ber. Podría decir, por ejemplo, que significa lo mismo decir que un La necesidad de conceptos que tengan esta función en el argu-
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mento jurídico aparece porque los conceptos de derecho y deber en ción, y a pesar de no ser concluyentes, no veo que puedan dar nin-
los que se articulan las pretensiones finales, están estructurados, esto gún otro argumento en su propio beneficio.
es, porque existe un espacio entre las pretensiones finales opuestas. Un argumento (que he oído de formas diferentes), a lo sumo
Los conceptos dispositivos son capaces de cumplir esta función, pre- deja el tema como estaba. El razonamiento es el siguiente:
cisamente porque la primera versión de la tesis de la «no respuesta
correcta» es falsa; si hubiese un espacio entre las proposiciones de Un enunciado jurídico ordinario como 'El contrato de Tom es
que un contrato es válido y la de que no lo es, ese concepto no válido', es sólo una forma abreviada de un enunciado más largo Y
podría cerrar el espacio proveído por los conceptos de derecho y mejor estructurado, a saber: 'El derecho establece que el contrato de
deber. Tom es válido'. De modo similar, 'El contrato de Tom no es válido',
En esta explicación del tema, la analogía correcta no es entre es tan sólo una forma breve del enunciado 'El derecho establece que
los conceptos jurídicos dispositivos y los acontecimientos fácticos el contrato de Tom no es válido'. Pero evidentemente los dos enun-
en un juego, como una pelota yendo a parar dentro o fuera de un ciados más extensos pueden ser falsos. El derecho puede simplemen-
área física. La analogía correcta es entre estos conceptos y los con- te permanecer en silencio, esto es, no proveer nada al respecto, en
sentido alguno. En este caso, puesto que los dos enunciados más
ceptos dispositivos que cumplen la misma función en un juego. El
breves tienen el mismo significado que los extensos, los breves son
concepto en el tenis, de un servicio estando «dentro» o «fuera» tout también ambos falsos, lo cual es exactamente lo que la primera ver-
court, antes que dentro o fuera de un área física, es un concepto sión de la tesis de la <<no respuesta correcta» establece.
dispositivo del tenis. Los acontecimientos que convierten un servi-
cio en «dentro» pueden cambiar, en límites, como cuando las reglas Pero tenemos que preguntarnos si lo que se quiere decir median-
cambian en que un servicio en la línea es «fuera», pero el concepto te la proposición: «El contrato de Tom es válido», tiene el mismo
dispositivo, sin embargo, tiene la función de conectar a cualquiera significado que «El derecho establece que el contrato de Tom es
que sea el hecho que constituya un servicio «dentro», con los debe- válido». Puede quererse decir que este último es un modo redundan-
res oficiales, de tal modo que cierre el espacio dejado abierto por la te de decir el primero, tal como «legalmente, el contrato de Tomes
estructura de las pretensiones de deber. válido» puede verse como un modo redundante de decir «El contra-
Cualquiera que defienda la primera versión de la tesis de la <<no to de Tom es válido». Pero en ese caso no ha sido dada ninguna
respuesta correcta» objetará, por supuesto, mi descripción de la fun- razón para suponer que «El derecho establece que el contrato de
ción de los conceptos dispositivos. Dirá que la función de esos con- Tom es válido» y «El derecho establece que el contrato de Tom es
ceptos es hacer valer, antes que suprimir, la estructura de las inválido» puedan ser ambas falsas. No resulta evidente que «Legal-
pretensiones de derechos y obligaciones. Pero no puede ganar esta mente el contrato de Tom es válido» y «Legalmente el contrato de
discusión conmigo por anticipado; si cree que la manera en que los Tomes inválido» puedan ser ambas falsas. Esto es lo que la prime-
abogados usan el concepto justifica su descripción de tal función ra versión tiene que mostrar y no presuponer. Si alguien tiene por
antes que la mía, tiene que ofrecer pruebas afirmativas extraídas de evidente que «El derecho establece que el contrato es válido» y «El
la práctica de la abogacía. Yo puedo señalar el hecho de que los derecho establece que el contrato es inválido» pueden ser ambas
abogados tratan la declaración de que un contrato no es válido como falsas, es porque personifica «el derecho»; esto es, le hace ser como
la negación de la declaración de que lo es, la declaración de que una persona que puede establecer (p) o (- p) o ninguna. Pero el
alguien no es responsable, como la negación de que lo es, y así derecho no es una persona.
sucesivamente. También puedo mostrar que los abogados no usan Tal vez, sin embargo, la propuesta esté basada, no en esa redun-
palabras del tipo que indica su descripción, como serían contrato dancia, sino en una semántica más ambiciosa, que sostiene que las
«incompleto» o «susceptible de responsabilidad» o «criminoso» ..Es- proposiciones ordinarias del derecho tienen el mismo significado que
tos son argumentos poderosos a mi favor y en contra de su explica- las proposiciones sobre lo que alguna persona o institución ha di-
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cho. «El derecho establece que el contrato de Tomes válido», pue- adoptado diferentes nombres para cada una de las terceras catego-
de leerse, según esta comprensión, como «Las autoridades han de- rías que se han visto forzados a reconocer -tal vez lamentan la
cretado alguna norma, según la cual, los contratos como el de Tom existencia de las terceras categorías y quieren mantenerlas en secre-
tienen que hacerse cumplir», o algo similar. Ciertamente puede ser to para el público en general-, pero a pesar de ello tienen que
falso que las autoridades apropiadas hayan decretado esa norma u reconocer tales casos como diferentes de los demás. Así pues, si
otra con la exigencia opuesta. Pero difícilmente es evidente que «El atendemos muy cuidadosamente a los matices de sus argumentos,
contrato de Tom no es válido» significa lo mismo que «Las autori- podemos esperar ver los rasgos de un concepto carente de nombre,
dades han promulgado alguna norma según la cual el contrato de pero de hecho en uso.
Tom no es válido» (o que «Tom no es culpable de un delito» signi- Expongo el argumento del realismo porque creo que ha sido
fica lo mismo que «las autoridades han promulgado alguna norma influyente. Sin embargo, tenemos que percatarnos de que no es un
por la cual lo que hizo Tom no es un delito»). Por el contrario , argumento independiente en favor de la primera versión de la tesis
esto parece incorrecto. Precisamente un argumento fuerte contra esto de la «no respuesta correcta»; por el contrario, asume que ya ha
es el hecho de que «El contrato de Tom no es válido» parece ser la sido deducida la segunda versión de la tesis. El sentido común que
negación de «El contrato de Tom es válido» (y «Tom no es culpa- se supone poseen los abogados es el necesario para aceptar la segun-
ble de un delito» la negación de «Tom es culpable de un delito»). da versión de la tesis y adaptar por tanto su semántica a la verdad
Así, el argumento bajo consideración (tanto en esta segunda inter- de esa tesis. Por ello tenemos que ignorar sin problemas el argumen-
pretación como en la primera), no es un argumento en favor de la to del realismo y volver a la segunda versión de la tesis de la «no
primera versión de la tesis de la «no respuesta correcta», sino más respuesta correcta». Si la segunda versión no se sostiene el argumen-
to queda colapsado; si por el contrario tiene éxito, el argumento del
bien presupone esa tesis.
Mencionaré un argumento aparente más, que puede recomendar realismo no tiene interés filosófico independiente.
el defensor de la primera versión, al cual podemos denominar el
argumento del realismo. Puede decir que mi descripción de la fun-
ción de los conceptos dispositivos tiene que ser incorrecta, porque Jll. LA SEGUNDA VERSIÓN

si fuese correcta, la práctica jurídica sería en el sentido siguiente,


enormemente no realista: si nos fijamos en las pruebas efectivas Consideraré tres argumentos que pueden ser ideados en apoyo
que el derecho establece en favor de las afirmaciones sobre la vali- de la segunda versión de la tesis de la «no respuesta correcta». El
dez de los contratos, vemos que de hecho, en ocasiones no existe primero presupone que la inevitable vaguedad o textura abierta del
respuesta correcta a la pregunta de si han sido satisfechas esas prue- lenguaje jurídico en ocasiones hace imposible decir que una propo-
bas en un caso particular. Ya que puede no haber respuesta correc- sición jurídica particular sea verdadera o falsa. El segundo presupo-
ta para la pregunta de si un acuerdo es, por ejemplo, sacrílego o ne que las proposiciones jurídicas, como la proposición según la
no, puede no haber respuesta correcta para la pregunta de si el con- cual el contrato de Tom es válido, tienen una estructura oculta,
trato de T o m es válido o inválido si los abogados piensan que existe aclarada por el positivismo jurídico, que explica cómo puede ser
un respuesta correcta o no. Este tipo de indeterminación tiene lugar cierto que el contrato de Tom ni sea válido ni no lo sea. El tercero
con tal frecuencia que no sería realista, sino perverso en los aboga- señala el hecho de que, en ocasiones, como ocurre en nuestro ejem- -
dos, insistir en que aun así, no hay un espacio lógico entre los con- plo, una proposición jurídica es impugnada de modo tal que ningu-
ceptos de contrato válido e inválido. La frecuencia de tales casos na de las partes tiene esperanza alguna en probar que la otra está
ofrece un poderoso motivo en favor de ajustar la semántica jurídica equivocada; este argumento presupone que las proposiciones jurídi-
para adaptarse al caso y por lo tanto tenemos que esperar que los cas que son intrínsecamente controvertidas no pueden ser ni verda-
abogados hayan realizado tal ajuste. Puede que de hecho no hayan deras ni falsas.
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que la extensión de «sacrílego», en esta ocasión de su uso, tiene que


l. El argumento de la vaguedad referirse a los casos que al menos una mayoría de aquellos que vo-
taron a favor de la ley tuvieron presente, o hubiesen deseado abar-
Resulta una idea muy popular entre los juristas creer que la va- car si se les hubiese presentado. Pero la prueba puede no atenerse a
guedad del lenguaje que usan garantiza inevitablemente que no haya hechos psicológicos. Queda abierto para el abogado argumentar,
respuesta correcta para ciertas cuestiones jurídicas. Pero la popula- como he hecho yo mismo, 2 que el impacto de la ley en el derecho se
ridad de esta idea está basada en el error de la distinción entre el determina preguntando qué interpretación, de las diferentes admiti-
hecho y las consecuencias de la vaguedad en el lenguaje jurídico das por el significado abstracto del término, se adecua mejor al con-
canónico. junto de principios y directrices políticas que ofrece la mejor justi-
Considérese el argumento que ya que la palabra «sacrílego» es ficación política para la ley en el momento en que fue promulgada.
vaga, no puede haber respuesta correcta para la cuestión de si el O le queda abierto argumentar con la posición mucho más conser-
contrato de Tom es válido. Querría insistir en que el argumento vadora conforme a la cual si una ley utiliza un lenguaje vago tiene
contiene un error hasta ahora poco importante. Confunde el caso que entenderse que ha cambiado el statu quo ante jurídico sólo en
en el que el legislativo usa un término vago, como «mediana edad» la medida justificada por el núcleo de significado indiscutible del
o «rojo»·, con el caso distinto en el que establece un concepto que lenguaje empleado.
admite concepciones diferentes. Sin embargo, aquí no insistiré en Esta última sugerencia resulta interesante, no porque la recomen-
esta distinción, porque alguien que la aceptase sólo podría añadir dación de proteger el statu quo sea popular o atractiva, sino porque
que en cualquier caso lo dicho por el legislativo no provee una res- muestra dramáticamente que la vaguedad en el lenguaje jurídico ca-
puesta particular sobre la cuestión del contrato de Tom, bien por- nónico no garantiza la indeterminación de las proposiciones jurídi-
que ha usado un término vago, o bien, si estoy en lo cierto, por la cas. Aun así, la sugerencia queda abierta a una objeción aparente.
razón de que ha usado un concepto que admite diversas concepcio- Supongamos que la expreso de este modo: (A) si la proposición por
nes. Por ello, en este artículo asumiré que «sacrílego» es vago, y la que un contrato particular es sacrílego no es verdadera, entonces
que, por lo tanto, la ley en cuestión es vaga en la misma medida el derecho tiene que considerarla falsa, así, que todas las proposi-
en que lo sería una ley que estableciese que son inválidos los contra- ciones jurídicas son-verdaderas, sería verdadero, -si lo dicho fuese
tos firmados por personas de mediana edad. falso. Puede objetarse que, del mismo modo en que puede estar
En cualquier caso, el argumento de la vaguedad comete un nue- indeterminado si un contrato es o no sacrílego, también puede es-
vo error. Se asume que si el legislativo promulga una ley, el efecto tar indeterminado si la proposición de que es sacn1ego es verdadera.
de esa ley en el derecho queda fijado tan sólo por el significado Después de todo, alguien que busque aplicar en la práctica (A) pue-
abstracto de las palabras que se han usado; así, si esas palabras son de encontrarse verdaderamente perplejo si (A) le exige tratar un con-
vagas, tiene que seguirse que el impacto de esa ley en el derecho trato particular como sacrílego o como no sacrílego. Supongamos
tiene que quedar en algún sentido indeterminado. Pero esta asun- que todos los contratos se encuentran ordenados en un espectro que
ción es completamente errónea, ya que una prueba de los abogados va de aquellos que son claramente sacrílegos a aquellos que clara-
para fijar las consecuencias de una ley en el derecho puede incluir mente no lo son. En uno de los extremos habrá un grupo de los que
cánones de interpretación o construcción legislativa que determinan la proposición «Este contrato es sacrílego» será verdadera, y otro
qué fuerza tiene que entenderse que posee una palabra vaga en una grupo, más o menos en el centro, de los que la proposición no será
ocasión particular, o como mínimo hace depender su fuerza de otras ni verdadera ni falsa. Pero aun así hay todavía otros (aproximada-
cuestiones que en principio tienen una respuesta correcta. Estas prue- mente el otro tercio) de los que no resulte claro si la proposición es
bas pueden referirse a cuestiones de intención u otros hechos psico- verdadera o ni verdadera ni falsa. Así que las instrucciones como
lógicos. Queda abierto para el abogado argumentar, por ejemplo, (A) no pueden eliminar la indeterminación aunque pueden reducirla.
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De esta objeción se extraen consecuencias interesantes, pero no se una teoría general de la legislación, que ofrezca respuesta a la
consiguen refutar con éxito mi actual propósito. Déjeseme recapitu- cuestión de qué ocurre con el derecho cuando alguna institución ha
lar mi razonamiento con la persona (V) quien sostiene que la vague- usado lenguaje vago. Aun así, puede decirse que hoy por hoy no
dad en el lenguaje jurídico necesariamente produce indeterminación contamos con una teoría de la legislación en este sentido, de uso
en las proposiciones jurídicas. V, que sigue la segunda versión de la generalizado. Si nos fijamos en las decisiones de los tribunales que
tesis de la «no respuesta correcta» argumenta que si «F» es un tér- han supuesto la interpretación de leyes que contenían términos va-
mino vago, entonces habrá oraciones de la forma «X es F» que se- gos, encontramos que los tribunales o bien no están de acuerdo so-
rán verdaderas, otras que serán falsas, y otras que no serán ni ver- bre las técnicas de construcción legislativa o bien están de acuerdo
daderas ni falsas. (Esto es distinto a la afirmación que haría alguien tan sólo sobre cánones que utilizan críticamente términos como «in-
defendiendo la primera versión de la tesis, de que en algunos casos tención» y «propósito», los cuales resultan ser tan vagos como «sa-
«X es F» y «X no es F» son ambas falsas.) Mi réplica es (en esta crílego». ¿Qué tenemos que decir sobre esto? Incluso si tratamos
parte del argumento) que si es así, entonces la indeterminación no las afirmaciones de los tribunales como afirmaciones jurídicas canó-
resultará si se adopta un principio en la legislación que requiere que nicas, como leyes, nos queda abierta la cuestión de cómo se ve afec-
si «X es F» no es verdadera, tiene que ser tratado como falso. Aho- tado el derecho por la utilización de términos vagos por parte de los
ra el objetor actual (R) contesta que aunque esto puede reducir la tribunales, en tales enunciados canónicos.
indeterminación no la elimina; R asciende un nivel de lenguaje para Supongamos que formulamos la cuestión del contrato de Tom,
afirmar que si «F» es vago, entonces habrá casos en los que «'x es para el que se supone que no hay respuesta correcta de este modo.
F es verdadero» tampoco será ni verdadero ni falso. Si intento re- Considerando que el legislativo ha aprobado una ley que establece
futar la postura de R mediante una corrección de mi principio de que los contratos «sacrílegos» son nulos, considerando aquello que
legislación recomendado diciendo que si «'x es F es verdadero» no podemos suponer que los legisladores que la aprobaron tuvieron
es verdadero, entonces tiene que tratarse como falso, no he conse- presente al respecto, considerando aquellas que podemos suponer
guido nada. R entonces puede trasladarse todavía a un nivel supe- son las actitudes generales del público con respecto al Sabbath, y
rior del lenguaje y yo quedaré siempre atrapado. considerando todas las demás cuestiones que supongamos relevan-
¿Pero está justificado el movimiento inicial de R?, ¿es posible tes, ¿es el contrato de Tom válido, de modo que posea título para
que «'x es F es verdadero» no sea ni verdadero ni falso. No, si hacer cumplir el intercambio de promesas? ¿O por el contrario es
volvemos al esquema original de V, de tres valores de verdad ex- inválido y Tim posee título para que no se haga cumplir el intercam-
haustivos -verdadero, falso y ni verdadero ni falso. Si «X es F» es bio de promesas? La vaguedad del término «sacrílego» y la vague-
verdadero, entonces «'x es F es verdadero» es verdadero; pero si dad inherente a cualquier descripción de lo que los legisladores pu-
«X es F» es falso o ni verdadero ni falso, entonces «'x es P es dieron pensar al respecto, o de las propias actitudes del público,
verdadero» es falso. En ninguno de los tres casos posibles «'x es P son hechos que nuestra cuestión, en versión expandida, nos invita a
es verdadero» tiene como valor de verdad la tercera categoría de ni tener en cuenta. No significan que nuestra cuestión carezca de res-
verdadero ni falso. Así, R parece ser la víctima de la formulación puesta correcta. Si ahora alguien señala que los enunciados que los
de V de su propio argumento. El argumento de V supone que las jueces realizan sobre la realización de las leyes mismas contienen
proposiciones jurídicas son indeterminadas sólo cuando alguna pro- términos vagos, simplemente añade un nuevo hecho. Si estamos de
posición de la forma «X es F» es indeterminada a consecuencia de acuerdo en que ese nuevo hecho es relevante para nuestra cuestión,
la vaguedad de F, pero supone también que «X es F» no es verda- como resulta serlo, entonces tenemos que añadir a nuestra lista de
dera, cuando esté indeterminado si F es verdadera. 3 consideraciones, que los jueces han realizado tales enunciados. Nada
Así pues, la objeción que venimos discutiendo tiene que ser de- ha sido dicho, todavía, en relación a la vaguedad del término «sacríle-
jada de lado. No existe razón para asumir que no puede encontrar- go», para hacemos dudar de que nuestra cuestión tiene una respuesta.
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Enfatizo esta reserva, porque creo que la idea popular, según la (-p) no puede ser verdadera a menos que L(- p) lo sea. Para cual-
cual algunas cuestiones jurídicas no tienen respuesta correcta por- qmer valor admisible de «L», en algunos casos tanto L(p) como
que el lenguaje jurídico en ocasiones es vago, al fin y al cabo no L(- P) son falsos. Si «L» expresa el hecho de que el soberano ha
depende de ningún argumento de vaguedad, sino de otro argumen- promulgado una orden particular, por ejemplo, puede ser falso que
to, que describiré después, según el cual puede que no haya respues- haya orden~do ese acto, y también falso que haya ordenado que ese
ta correcta para una cuestión jurídica cuando los juristas razonables acto no tuviese lugar, esto es, que haya prohibido ese acto. Pero si
no están de acuerdo sobre cuál es esa respuesta. El concepto de L(p) YL(- p) son ambos falsos, entonces ni (p) ni (- p) pueden ser
contrato válido no es vago como el concepto de mediana edad, y no verdaderos, que es lo que sostiene la segunda versión de la tesis de
se sigue del hecho de que parte del lenguaje jurídico que se refiere «la no respuesta correcta».
a la validez del contrato sea vago que lo sea también la cuestión de Por supuesto, el hecho de que el positivismo jurídico apoye la
si, considerando ese lenguaje, el contrato es válido. Ese hecho, sin segunda versión de la tesis de la «no respuesta correcta», no contaría
embargo, hace más probable que los juristas no estén de acuerdo como prueba completa de la segunda versión sin una demostración
sobre la validez del contrato, que si la ley no contuviese términos independiente de que el positivismo jurídico es correcto. Con todo ya
vagos, no porque el significado de los términos sea decisivo para las que el positivismo en una u otra de sus formas es una teoría jurídica
cuestiones de validez, sino porque los juristas no están de acuerdo ~~Y p~pular, la aparente conexión entre esa teoría y la segunda ver-
sobre las técnicas de interpretación y construcción de uso correcto ~Io~, SI pued~ s~r soste~da, otorgaría un importante apoyo a esta
para contestar tales preguntas. ultima Y explicarm tambien la gran popularidad de la tesis de la «no
respu~sta correcta». Sin embargo, puede mostrarse de manera rápida
que mnguna de las formas familiares del positivismo apoya la segun-
2. El argumento del positivismo4 da versión, Y que la única forma que puede hacerlo le daría apoyo
sólo en un grado muy limitado.
El positivismo jurídico tiene muchas formas diferentes, pero to- Podemos distinguir los tipos de positivismo no tan sólo median-
das ellas tienen en común la idea según la cual el derecho existe tan te la distinción de los diferentes valores dados a «L» en la estructu-
sólo en virtud de ciertos actos o decisiones de los hombres. Eh al- ra general que he descrito, sino. también mediante la distinción de
gunas formas de positivismo este acto es la orden de una persona o las ~~l~ciones di~er~ntes que se supone existen entre (p) y L(p). El
grupo con poder político efectivo; en otras formas puede haber un positlvis~o sem.antico establece que (p) es idéntico en significado a
acto tan pasivo como la aceptación general y casual de una regla Ll.p). asi, por ejemplo, «el contrato de Tom es válido» significa lo
consuetudinaria; pero en cada una de ellas, algún conjunto de actos mismo. que «un soberano ha ordenado que los contratos como el de
está definido como necesario y suficiente. Podemos, por lo tanto, Tom tienen que hacerse cumplir» o algo similar. Evidentemente
formular la estructura del positivismo, como un tipo de teoría jurí- el positivismo semántico no puede ofrecer un argumento en favo;
dica, del modo siguiente. Si <<p» representa una proposición jurídi- de la segunda versión de la tesis de la «no respuesta correcta». La
ca y «L(p)» expresa el hecho de que alguna persona o algún grupo segunda versión, admite que «el contrato de Tom no es válido» es
ha actuado de un modo que (p) se convierta en verdadera, entonces 1~ negación lógica de «el contrato de Tom es válido»· admite que
el positivismo sostiene que (p) no puede ser verdadera, a menos que si la última proposición es representada como <<p», la ~rimera tiene
L(p) sea verdadera. ~u~ ser repr:se~tada como «- p». Si una forma particular del posi-
Por esta razón, puede parecer que el positivismo, en cualquiera tlVlsmo semantlco ofrece un valor de «L» tal que L(p) y L(- p) no
de sus diferentes formas, ofrece un argumento en favor de la segun- puedan ser ambos falsos, entonces el argumento en favor de la se-
da versión de la tesis de la «no respuesta correcta». Supongamos gun.d~ .versión de la tesis precisamente descrito, para esta forma de
que (p) no puede ser verdadera a menos que L(p) lo sea, y que positiVIsmo, no consigue llegar al final. Pero si ofrece algún valor
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para «L» tal que L(p) y L(- p) puedan ser ambos falsos (como sean.. verdaderas cuando -L(p) es verdadera. Pero así no se tiene en
hace la forma imperativista del positivismo semántico), entonces se cuenta el hecho de que si L(p) es en efecto equivalente a (p) y L(- p)
contradice a sí mismo, porque, ya que (p) Y (- p) no pueden ser es equivalente a (- p), entonces se sigue de la primera equivalencia
ambas falsas, no puede ser al caso que (p) signifique lo mismo que que -L(p) es equivalente a (- p) y por lo tanto que L(-p) y -L(p),
L(p) y (- p) signifique lo mismo que L(- p). Por lo tanto el positi- siendo equivalentes a lo mismo, son equivalentes entre sí. Si el po-
vismo semántico tiene que negar que «el contrato de Tom no es sitivismo veritativo-funcional admite que la primera versión de la
válido» sea la negación de «el contrato de Tom es válido»; por su- tesis de la «no respuesta correcta» es falsa, ofrece un argumento en
puesto, tiene derecho a negar esto, sólo si ya ha sido demostrado contra y no a favor de la segunda versión.
que el comportamiento externo de los abogados es erróneo, en el Esto posee la siguiente interesante consecuencia. Se ha asumido
modo en que la primera versión de la tesis pretende. siempre que los valores que las formas tradicionales de positivismo·
Existen, sin embargo, formas de positivismo que no sostienen asignan a «L» usan los significados ordinarios de los términos que
que la relación entre (p) y L(p) sea de identidad de significado. Al- emplean; que, por ejemplo, la teoría imperativista usa el significado
gunas formas de positivismo sólo sostienen la relación de implica- ordinario de «orden». Pero a menos que el positivismo sostenga la
ción lógica mutua, de ahí que sea lógicamente necesario, por ejem- primera versión de la tesis de la «no respuesta correcta», esto no
plo, que el contrato de Tom sea válido si un soberano ha ordenado puede ser así. En el significado ordinario de «orden», la proposi-
que los contratos como el suyo tienen que hacerse cumplir, y vice- ción según la cual alguien ha ordenado que un contrato no se haga
versa. Otros sólo sostienen la aun más débil relación de equivalen- cumplir, no es equivalente a la proposición según la cual no ha or-
cia veritativo-funcional así, cuando quiera que el contrato de Tom denado que el contrato se haga cumplir. Pero si se mantiene que «el
sea válido; será verdadero también que algún soberano ha ordena- contrato de Tomes válido» es veritativo-funcionalmente equivalen-
do a los jueces hacer cumplir los contratos como el suyo, y viceversa. te a «los legisladores han ordenado que tales contratos se hagan
Sin embargo, es fácil mostrar que ni el positivismo que sostiene cumplir» y que «el contrato de Tom no es válido» es la negación
la implicación mutua ni el positivismo de la equivalencia veritativo- lógica de «el contrato de Tomes válido», entonces se sigue que «los
funcional pueden dar apoyo a la segunda versión de la tesis de la legisladores han ordenado que el contrato no se haga cumplir» es
«no respuesta correcta». Realizaré mi argumentación para esta últi- equivalente a «los legisladores no han ordenado que el contrato se
ma forma de positivismo más débil; obviamente, el mismo argumen- haga cumplir».
to vale para la forma más fuerte. Si (p) es equivalente veritativo-fun- En cualquier caso, ninguna forma de positivismo que estipule
cionalmente a L(p), entonces (p) es falsa, y no simplemente no ver- una equivalencia veritativo-funcional o una implicación mutua en-
dadera cuando L(p) es falsa. Por lo tanto, cuando L(p) es falsa, tre una proposición jurídica y alguna proposición sobre los actos de
( -p), que es la negación lógica de (p), tiene que ser verdadera. Ya los legisladores puede dar apoyo a la segunda versión de la tesis
que L(p) tiene que ser, o bien verdadera o bien falsa, entonces o de la «no respuesta correcta». Si el argumento del positivismo pre-
bien (p) o bien (- p) tiene que ser verdadera, que es lo que niega la tende ser efectivo, tiene que encontrarse alguna forma de positivis-
segunda versión. mo que realice la conexión entre esas proposiciones, de modo tal
El argumento del positivismo que acabo de describir en esta sec- que una proposición jurídica sea verdadera, si y sólo si, una propo-
ción es erróneo, porque se centra en la supuesta distinción entre la sición sobre los actos de los legisladores es verdadera, pero no sea
negación interna de L(p), que es L(- p), y la negación externa de falsa cuando esa proposición sobre el acto de los legisladores
L(p), que es -L(p). Si (p) es equivalente veritativo-funcionalmente sea falsa. Ninguna de las formas de positivismo parece efectuar de
a L(p), entonces parece seguirse naturalmente que (- p) es veritativo- modo plausible esa especial y limitada conexión. Si una proposición
funcionalmente equivalente a L(- p). Esto parece dejar a -L(p) jurídica es verdadera, cuando y sólo cuando un soberano ha pro-
equivalente a nada, de ahí que parezca verosímil que ni (p) ni (- p) mulgado un tipo especial de orden, entonces ¿por qué no ha de ser
496 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX H. L. A. HART 497

falsa cuando no ha promulgado tal orden? Si una proposición jurí- daderas, o negarlas como falsas. Dickens nunca dijo que David tu-
dica es verdadera sólo cuando alguna regla de la cual se sigue la viese una relación homosexual con Steerforth, y no habría sido in-
proposición ha sido promulgada, adoptada o aceptada, siguiendo consistente con ninguna cosa de las que dijo si la hubiese denegado.
determinada regla de reconocimiento, ¿por qué no ha de ser falsa Pero él no la negó, y no habría sido inconsistente con nada de lo
cuando tal regla no se ha promulgado, adoptado o aceptado? que dijo si la hubiese afirmado. Así que los participantes no pueden
Intentaré poner de manifiesto, mediante una analogía, cómo pue- ni afirmar ni negar la proposición, no porque carezcan de informa-
de un positivista tener éxito contestando a estas difíciles preguntas, ción suficiente, sino porque tienen la suficiente información como
y así también en hacer más plausible de lo que parece esa especial para estar seguros que, según sus reglas, la proposición no es ni
conexión de <<Una dirección». Supongamos que un grupo de estu- verdadera ni falsa.
diantes de Dickens se proponen discutir la novela David Copperjield Esta historia sugiere una forma de positivismo que ofrece la co-
como si David fuese una persona real. Se proponen decir, por ejem- nexión especial que anteriormente describí entre las proposiciones
plo, que David asistía a la Salem House, que era trabajador, u otras jurídicas y las proposiciones sobre los actos de los legisladores. El
cuestiones de ese tipo. Bien pueden desarrollar para ello las siguien- derecho es una empresa tal, que las proposiciones jurídicas no des-
tes reglas básicas para gobernar estos distintos enunciados: criben el mundo real en el modo en que normalmente lo hacen el
l. Cualquier proposición sobre David puede ser afirmada como resto de proposiciones, sino que son proposiciones cuya afirmación
«verdadera» si Dickens la dijo, o si dijo alguna cosa que hubiese está garantizada por reglas básicas, como las del ejercicio literario.
sido inconsistente con que Dickens la negase. Una proposición jurídica puede sostenerse como verdadera, bajo
2. Cualquier proposición puede ser negada como «falsa» si Dic- esas reglas básicas, si un soberano ha promulgado una orden de
kens la negó, o si dijo algo que hubiese sido inconsistente con que cierto tipo, o si los agentes oficiales han adoptado determinadas
Dickens la dijese. reglas de un modo determinado, o alguna cosa similar. La misma
La primera versión de la tesis de la «no respuesta correcta» no proposición puede negarse como falsa sólo si un soberano ha orde-
habría participado en esta empresa. Consideremos cualquier concep- nado lo contrario, o si los agentes oficiales han adoptado una regla
to que usamos para describir a la gente real tal que si es verdadero contraria, o se da alguna otra situación parecida. Esta forma de
que una persona tiene la propiedad en cuestión, es falso que no la positivismo no presupone la primera versión de la tesis de la «no
tiene, y viceversa. Ese concepto tendrá el mismo comp?rt~ie,nto respuesta correcta», porque no dice que exista ningún espacio con-
lógico en la discusión literaria. Si es verdadero que David as1st1a a ceptual, en la institución del derecho, entre una proposición jurídi-
Salem House, entonces tiene que ser falso, según estas reglas, que ca y su aparente negación. No supone que la proposición según la
no lo hacía, y viceversa. Si es verdadero que David tuvo relaciones cual un contrato es válido y aquella según la cual no lo es tienen
con Steerforth, entonces tiene que ser falso, según las reglas, que que ser ambas falsas. Pero no ofrece apoyo a la segunda versión de
no las tuvo, y viceversa. Si es verdadero que David tuvo sangre del la tesis, porque muestra como una proposición particular puede ser
grupo A, entonces es falso que no la tuvo, y viceversa. Podemos ni verdadera ni falsa, no debido a algún tipo de vaguedad o textura
decir siempre, tanto de David como de la gente real, que para cual- abierta en el lenguaje canónico, sino porque las reglas básicas de la
quier propiedad, es verdadero que o bien David tuvo esa propiedad empresa jurídica, como las reglas básicas de la tarea literaria que he
o bien que no la tuvo, porque la ley del tercero excluido es una descrito, tienen esa consecuencia.
verdad necesaria que habría sido inconsistente por parte de Dickens Debemos percatarnos de que esta forma de positivismo difiere
negar, una vez hubo dicho cualquier cosa sobre David. de las formas más familiares en un aspecto importante. El positivis-
Pero la segunda versión de la tesis de la «no respuesta correcta» mo ortodoxo, en cada una de sus formas, establece algún tipo de
participaría en la empresa, ya que habría muchas proposiciones so- conexión conceptual entre el derecho y el acto o actos particulares
bre David que los participantes no sabrían si afirmarlas como ver- que la teoría designa como el acto distintivo de creación de derecho.
32.- CASANOVAS
498 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX H. L. A. HART 499

Para un positivista austiniano, por ejemplo, el hecho de que el de- Podemos imaginar una tercera forma de ejercicio en la cual el nú-
recho sea la orden del soberano no es simplemente la consecuencia mero de estas cuestiones quedaría reducido a aquellas más aburri-
de alguna práctica jurídica particular en determinados países. Por das que nadie desearía contestar. Las reglas de esta tercera forma
el contrario, es constitutivo de la idea misma de derecho. Pero la dicen que una nueva proposición sobre David puede ser afirmada
nueva versión del positivismo que he construido, basada en la ana- como verdadera (o negada como falsa) si ofrece una adecuación
logía con el juego literario, no le permite al positivista realizar una mejor (o peor) que su negación a las proposiciones ya establecidas,
afirmación tan global. Debe limitarse a decir que (como ocurre) los porque explica de una manera más satisfactoria por qué David hizo
ciudadanos y agentes oficiales de una jurisdicción particular siguen lo que hizo, dijo lo que dijo, o fue como fue, según las proposicio-
reglas básicas sobre la afirmación y negación de proposiciones jurí- nes ya establecidas. De hecho, la crítica literaria a menudo se ase-
dicas de modo que ninguna proposición puede ser afirmada, a me- meja mucho más a esta tercera forma de ejercicio que a ninguna de
nos que el soberano haya promulgado la orden apropiada, o dene- las otras dos.
gada, a menos que haya promulgado la orden contraria, y que, por Podemos imaginar formas diferentes para la empresa jurídica
esta razón, existen proposiciones jurídicas que no pueden ser ni afir- suponiendo progresivamente reglas básicas menos estrictas para afir-
madas ni negadas. Pero entonces, esta afirmación no es que tienen mar o denegar proposiciones jurídicas. Podemos imaginar una em-
que existir, en cualquier sistema jurídico, cuestiones jurídicas sin presa como la primera forma de ejercicio literario, en la que los
respuesta correcta; sino sólo que por esta razón, esas cuestiones ju- participantes afirman o niegan proposiciones jurídicas sólo si un
rídicas existen en los sistemas jurídicos en consideración. Como mí- determinado creador de derecho estipulado afirmó o negó esas mis-
nimo, tíene que admitir la posibilidad de otros sistemas jurídicos mas proposiciones, o proposiciones que las implican. Pero también
que sigan reglas básicas muy diferentes sobre afirmación y denega- podemos imaginar una empresa más parecida a la tercera forma en
ción de proposiciones jurídicas, y tiene que admitir también que las la que los participantes afirman (o niegan) proposiciones que ofre-
cuestiones jurídicas que no poseen respuesta correcta en el sistema cen una adecuación mejor (o peor) a la teoría política que ofrece la
que describe la tengan en aquellos otros sistemas, aunque allí no mejor justificación para las proposiciones jurídicas ya establecidas.
5
hayan tenido lugar otras órdenes o actos de creación de derecho. El tema de si existe respuesta correcta a cualquier cuestión jurí-
No existe dificultad en imaginar esos otros sistemas. dica particular dependerá crucialmente de en qué forma de empresa
Los participantes en el juego literario (volviendo a la analogía) jurídica esté en juego. Si es como la primera forma de ejercicio
pueden haber elegido para sí mismos reglas básicas menos ascéticas. literario, la cuestión de si el contrato de Tom es válido no tendrá
De hecho podemos distinguir una gran variedad de ejercicios litera~ una respuesta correcta según los hechos simples que estipulé al ini-
rios haciendo cada vez más laxas esas reglas básicas. Una segunda cio de este artículo. Por otra parte, si es como la tercera forma, la
forma de ejercicio literario puede establecer, por ejemplo, que una cuestión tendrá casi seguramente una respuesta correcta, porque,
nueva proposición sobre David puede afirmarse como verdadera (o debido a las razones que consideraré más extensamente en la próxi-
negarse como falsa) si fuese muy probable (o muy poco probable) ma sección, es muy poco probable que una respuesta no provea una
que una persona real que tuviese las propiedades verdaderas de Da- mejor adecuación en el sentido antes descrito. Si un positivista de-
vid bajo el juego estándar tuviera también las propiedades afirma- sease mantener que en los casos como el de Tom no hay respuesta
das por la nueva proposición. La segunda versión de la tesis de la correcta, y que tiene que ejercerse la discreción judicial se quiera o
«no respuesta correcta» todavía estaría de acuerdo con la segunda no, tiene que mostrar que nuestra propia práctica jurídica es como
forma de ejercicio literario, pero habría muchos menos casos sin la primera forma de ejercicio literario y no como la tercera. (Dejo
respuesta correcta en esta segunda forma, no porque los datos bru- de lado la cuestión de si la última podría valer como una explica-
tos sobre lo que Dickens dijo hayan cambiado, sino porque ahora ción positivista del derecho.) Que nuestro sistema se asemeje más a
las reglas básicas garantizan muchas más afirmaciones Y negaciones. la primera forma que a la tercera, es una cuestión de hecho. Así,
LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX H. L. A. HART 501
500

incluso si aceptamos la explicación general del derecho que he des- posición no puede ser cierta. Y lo mismo ocurre con la proposición
crito, según la cual las proposiciones jurídicas no son directamente «el contrato de Tom no es válido». Puesto que ninguna de esas
verdaderas o falsas en correspondencia con algún mundo externo, proposiciones puede ser verdadera, y ya que han asumido que ago-
sino proposiciones cuya afirmación o negación está permitida por tan el rango de respuestas posibles, no existe entonces una respues-
las reglas básicas que varían con la práctica, nada se sigue de esa ta correcta a la cuestión.
teoría general del derecho sobre en qué medida la segunda versión La tesis de la demostrabilidad ofrece un argumento concluyente
de la tesis de la «no respuesta correcta» es verdadera de algún ám- en favor de la segunda versión de la tesis de la «no respuesta correc-
bito jurídico particular. ta». Pero ¿por qué tenemos que aceptar la tesis de la demostrabili-
dad? Por supuesto, cualquiera que admita una forma estricta de
empirismo en metafísica la aceptará. Si creemos que ninguna pro-
3. El argumento de la controversia posición puede ser verdadera, más que en virtud de algunos hechos
que la convierten en verdadera, entonces de esa metafísica se sigue
Consideraré a continuación, el que creo ha sido el argumento la tesis de la demostrabilidad. A pesar de que su verdad no hubiese
más influyente en favor de la segunda versión de la tesis de la «no sido demostrada, una vez todos los hechos duros son conocidos o
respuesta correcta», aunque no siempre haya sido reconocido ni es- estipulados, la proposición se creería racionalmente verdadera, sólo
tado claramente ordenado en los pensamientos de aquellos a quie- si hubiese algo más en el mundo en virtud de lo cual pudiese posi-
nes ha influido. El argumento puede ser expuesto en la forma de blemente ser verdadera. Pero si no hay nada más, entonces no pue-
una doctrina que llamaré la tesis de la demostrabilidad. Esta tesis de racionalmente creerse que es verdadera. La impotencia de todos
establece que si no puede demostrarse la verdad de una proposición, los hechos duros de convertirla en verdadera habría agotado toda
una vez que todos los hechos duros que puedan ser relevantes para esperanza de hacerla verdadera.
su verdad sean o bien conocidos o bien estipulados, entonces no Por otra parte, si suponemos que existe algo más en el mundo,
puede ser cierta. Por «hechos duros» entiendo hechos físicos y he- tras los hechos duros, en virtud de lo cual las proposiciones jurídi-
chos sobre el comportamiento de las personas (incluyendo los pen- cas pueden ser verdaderas, entonces la tesis de la demostrabilidad,
samientos y las actitudes). Por «demostrados» entiendo respaldados en la forma que la he expuesto, tiene que ser falsa. Supongamos,
por argumentos tales que cualquiera que comprendiese el lenguaje por ejemplo, que existen hechos morales, que no son simplemente
en el que la proposición está formada tendría que admitir su verdad hechos físicos, ni hechos sobre las actitudes y pensamientos de la
o si no, ser tachado de irracional. gente. No quiero decir que existan lo que en ocasiones son llamados
Si se asume la tesis de la demostrabilidad, entonces tiene que hechos morales «trascendentes» o «platónicos»; ni siquiera sé lo que
haber cuestiones jurídicas a las que no pueda darse respuesta correc- podrían ser. Pretendo tan sólo que supongamos que una determina-
ta, ya que ni la proposición de que un determinado concepto dispo- da institución como la esclavitud pueda ser injusta, no porque la
sitivo tiene lugar, ni la proposición de que no, pueden ser verdade~ gente crea que es injusta, sino porque la esclavitud es injusta. Si
ras. Si los juristas razonables pueden no estar de acuerdo sobre SI tales hechos morales existen, entonces puede suponerse racionalmen-
los contratos dominicales son sacrílegos, según el sentido de la ley, te que una determinada proposición jurídica es verdadera, incluso
porque cada uno de ellos posee concepciones diferentes acer~a de si los juristas persisten en el desacuerdo sobre la proposición tras
cómo tienen que interpretarse o construirse las leyes que contienen conocer o estipular todos los hechos duros. Podría ser verdadera en
términos vagos, entonces no puede demostrarse la verdad de la pro- virtud de un hecho moral que no es ni conocido ni estipulado.
posición «el contrato de Tom es válido», a pesar de que todos los Por lo tanto, la tesis de la demostrabilidad parece depender de
hechos que los legisladores tuvieron presentes sean conocidos o es- una respuesta a la pregunta «¿qué existe?». En este trabajo no in-
tipulados. Por lo tanto, bajo la tesis de la demostrabilidad, la pro- tentaré hacer plausible la idea de la existencia de hechos morales,
502 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX H. L. A. HART 503

pero sí apoyar la tesis de que existe algún tipo de hechos tras los quier caso, no existen cuando la gente razonable puede permanecer
hechos duros. Deseo considerar de nuevo para este propósito la ter- en desacuerdo sobre cuáles son. Añade que, por lo tanto, nadie
cera forma de ejercicio literario que describí en la última sección. puede tener razón alguna para creer, en respuesta a las condiciones
Los participantes dan por verdadera una proposición sobre David del ejercicio, que el argumento de que David tuvo una relación amo-
(o la dan por falsa) si esa proposición se acopla mejor (o peor) que rosa con Steerforth sea más poderoso que el argumento de que no
su negación, a las proposiciones ya establecidas, porque explica de fue así. ¿Por qué tienen que quedar persuadidos por lo que él dice?
manera más satisfactoria por qué David hizo lo que hizo, dijo lo Este caso no es como el del ejemplo de Dummett sobre la valentía
que dijo, o pensó lo que pensó, según las proposiciones establecidas. de Charles que mencioné anteriormente. Los participantes tienen
Mediante esta historia, no quiero traer a colación la cuestión de razones para preferir una proposición a la otra, o al menos creen
si los personajes de ficción son reales en algún sentido, de modo tenerlas, e incluso cuando no están de acuerdo, cada uno de ellos
que pueda decirse de estas proposiciones que son verdaderas de algo cree que puede distinguir los casos en los que sus oponentes tienen
o alguien. Esto es, no quiero dar a entender que además de los genuinas razones de su parte, de aquellos en los que no. Si todos
hechos duros haya hechos como el hecho de la primera lectura de han cometido un error, y no hay razones, es difícil ver por qué
Hamlet de David Copperfield en Salem House. El ejercicio literario creen lo que creen, y cómo su ejercicio puede llegar a tener el éxito
que imagino no requiere esta asunción para resultar provechoso. que tiene.
Pero creo que exige asumir que hay hechos de consistencia narrati- El argumento del filósofo estaría comprometido, además, por
va, como que la hipótesis de que David mantuvo una relación sexual la siguiente consideración. Es muy probable que si le piden tomar
con Steerforth ofrece una explicación más satisfactoria de lo que a parte en el ejercicio, encuentre, al menos tras escuchar al grupo
continuación hizo y pensó que la hipótesis de que no fue así. durante un rato, que él mismo tienen creencias de consistencia narra-
Ese no es un hecho duro. No es el tipo de hecho que en princi- tiva, Y que fuese capaz de ofrecer argumentos reconocidos como
pio resulta demostrable mediante métodos científicos ordinarios. tales por los demás, etc. Pero ¿cómo puede decir que cree más pro-
Puesto que nadie hizo nunca precisamente lo que la historia y el bable que David tuviese un asunto amoroso con Steerforth, dar ra-
personaje de Dickens dicen que David hizo, no podemos ofrecer zones en favor de esa creencia, y sin embargo mantener que nadie
argumentos ordinarios de probabilidad, aun conociéndose todas las puede tener razones en favor de tal creencia, o que todas esas creen-
historias de la gente real, que convenzan necesariamente a cualquier cias son ilusiones?
hombre racional a aceptar o rechazar la hipótesis. No cabe duda, Supongamos que dice que a pesar de ser cierto que tanto él como
que en algunos casos el argumento será tan fuerte con respecto a el resto de participantes tienen tales creencias, las tienen sólo como par-
una proposición que diríamos de cualquier participante que no es- ticipantes, Y que sería bastante imposible para un observador o crí-
tuviese de acuerdo con esa proposición que es incompetente para el tico independiente decir que las creencias de un participante son
ejercicio. En otros casos no diríamos esto en modo alguno; diría- superiores a las de otros. ¿Tendría el propio observador o crítico
mos que hay tanto que decir en favor de cada parte que los partici- independiente creencias, si se convierte en participante, aun en los
pantes competentes pueden razonablemente no estar de acuerdo. casos controvertidos? Si no es así, los participantes dudarían correc-
Supongamos que el ejercicio continúa con bastante éxito. A me- tamente sobre si tiene capacidad para juzgar sus debates. Pero si las
nudo, los participantes están de acuerdo, e incluso cuando no lo tiene, tras reflexionar creerá que algunos participantes tienen mejo-
están comprenden los argumentos de ambas posiciones lo suficien- res argumentos, a saber, aquellos con los cuales él estaría de acuer-
temente bien como para clasificar a cada grupo, por ejemplo, según ~o. ¿Por qué tiene que abandonar esa creencia, y las razones que
su plausibilidad general. Ahora supongamos que un filósofo empi- tiene en su apoyo, cuando vuelve para atrás en el debate y asume
rista visita a los participantes del grupo y les dice que no existen de nuevo el papel de crítico? Por supuesto, él no puede demostrar
cosas tales como hechos de consistencia narrativa o que, en cual- sus creencias, ni como participante ni como crítico, más de lo que
504 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX H. L. A. HART 505

el resto de participantes puede demostrar las suyas. Pero el hecho ca que, tal como se supone que la máquina ha probado, no puede
de que un crítico esté en esa posición no ofrece más argumentos en decirse que sean preguntas sobre el mundo exterior. Están entrena-
favor de la tesis de la demostrabilidad que el hecho de que un par- dos para someter sus respuestas a las disciplinas de la reflexión y la
ticipante esté en la misma posición. consistencia y entonces realizar determinadas aseveraciones que su
Ahora, podemos asumir la ofensiva contra el filósofo y argüir formación les autoriza a hacer. El ejercicio llevado a cabo por par-
que el hecho de que la empresa tenga éxito en la medida en que lo ticipantes con esa formación, sirve algún propósito -tal vez recrea-
tiene, es una razón en favor de suponer que existen hechos de con- tivo o cultural- distinto al de aumentar nuestro conocimiento co-
sistencia narrativa, acerca de los cuales debaten los participantes. Él lectivo sobre el mundo exterior.
puede oponerse al argumento como sigue: cabe intentar mostrar que Supongamos que la distinción, o alguna versión más sofisticada,
el hecho de que un determinado participante posea una creencia puede diferenciar de hecho entre actividades como la astronomía y
particular sobre consistencia narrativa puede ser explicado satisfac- actividades como los juegos literarios. Este sería un importante des-
toriamente tan sólo tomando en consideración la propia personali- cubrimiento, y verdaderamente desearíamos marcar la distinción de
dad del participante, sus gustos e historia; así pues, no es necesario algún modo. Supongamos que un filósofo dice que, consecuente-
para dar explicación a sus creencias suponer que existe ningún he- mente con la distinción, diremos que las proposiciones que pueden
cho objetivo al que responda la creencia, en el modo que supone- aseverarse por los participantes del ejercicio literario no son ni ver-
mos normalmente hechos objetivos para explicar la creencia de la daderas ni falsas. Si dice que deseaba marcar la importante diferen-
gente sobre hechos duros. No resulta claro cómo puede llegar amos- cia de este modo podemos estar de acuerdo o no en que la restric-
trar esto. Tal vez pueda inventar una máquina, capaz de predecir ción sugerida sea el modo apropiado de hacerlo. Pero tenemos que
con gran exactitud cuál será la creencia de un determinado partici- ser cautelosos al estipular lo que no tiene que seguirse de la decisión
pante al que se le pudiese preguntar sobre David, una vez progra- de restringir el uso de «verdadero» y «falso» de este modo.
mada la máquina con información altamente específica sobre la com- No tiene que seguirse, por ejemplo, que los participantes no tie-
posición química de la sangre del participante. Por supuesto, es muy nen razones para pensar que un juicio de consistencia narrativa es
especulativo el que si una máquina así fuese construida pudiese ofre- superior a otro, cuando no están de acuerdo sobre cuál es superior.
cer tales predicciones en el caso de este ejercicio literario, pero no Todavía tienen precisamente la razón que la actividad les enseña a
lo sería, por ejemplo, en el caso de astrónomos que debaten sobre reconocer -el hecho de su respuesta reflexiva y disciplinada a las
el número de lunas de Júpiter. Si la tesis de la demostrabilidad de- distintas preguntas qu~ la tarea les lleva a formular. El filósofo pue-
pende de la especulación sobre si la máquina conseguirá resultados de realizar esta concesión, pero entonces dirá que ellos tienen que
positivos en un caso, pero no en el otro, entonces está basada en reconocer que la empresa que les empuja a realizar juicios de este
fundamentos muy débiles. tipo está basada en una ilusión. Pero si el ejercicio sirve para su
Sin embargo, supongamos que una máquina tal pudiese cons- propósito, cualquiera que sea éste, ¿qué reforma está justificada
truirse, y fuese capaz de proveer esa información discriminatoria como consecuencia de lo que dice? Si ninguna reforma puede justi-
sobre el ejercicio literario. ¿Qué se sigue? El filósofo puede estar ficarse, ¿cuál es la ilusión?
justificado en concluir que el ejercicio literario era especial en el Nuestro filósofo puede decir que la ilusión es la suposición de
siguiente extremo: en muchos ejercicios, incluyendo los de las cien- que los hechos sobre consistencia narrativa son parte del mundo
cias experimentales, los participantes están entrenados para respon- externo en el mismo sentido que los hechos sobre el peso del hierro.
der a sus observaciones del mundo externo de una manera tal que, Pero los participantes ciertamente no creen que los hechos sobre la
supongamos, aumenta nuestro conocimiento colectivo del mundo. consistencia narrativa sean el mismo tipo de cosa que el peso del
En el ejercicio literario los participantes están entrenados para res- hierro, o que sean parte del mundo externo en el modo en que lo es
ponder a determinadas preguntas de una forma altamente específi- el peso del hierro. El filósofo puede decir que ellos piensan que sus
506 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX H. L. A. HART 507

juicios de consistencia narrativa son objetivos, mientras que ha sido lidad y por tanto también la idea de que no hay respuesta correcta
mostrado que meramente son subjetivos. Pero su propia teoría nos mientras esa respuesta no sea demostrable, puede sin embargo ser
hace perder las fuerzas en esa antigua distinción. Cualquiera que juicioso decir que no hay respuesta correcta para una cuestión jurí-
sea el sentido que tengan los juicios sobre consistencia narrativa, lo dica en determinados casos muy especiales. En ciertas circunstan-
están dando mediante la actividad que enseña a los participantes a cias, incluso en la tercera forma de ejercicio literario, puede ser
realizar y responder a tales enunciados. La pretensión del filósofo correcto para los participantes rechazar tanto la aserción de que
de que las razones de uno no son mejores -sin dar razones supe- David tenía alguna propiedad, como la aserción de que no la tenía.
riores en favor de esta distinción- que las razones de otro, es una Supongamos que la cuestión a tratar es si David tuvo sangre del
pretensión que sólo puede ser hecha desde dentro de la actividad. grupo A o no, y no hay razones para pensar que un muchacho con
Desde el interior de la actividad (excepto en circunstancias que dis- ese tipo de sangre tuviese más posibilidades de haber tenido la his-
cutiré en un momento) esta pretensión es simplemente falsa, o, si toria y de ser el personaje que Dickens estipuló, que otro muchacho
elegimos rechazar tal vocablo, no justificada. Por supuesto, nuestro con otro tipo de sangre. La proposición según la cual David tuvo
filósofo puede decir que una institución así conducida es absurda, y sangre del grupo A no es vaga; podemos decir que cualquier mucha-
esto puede o no S"r así. El que lo sea, dependerá de que la actividad cho en la historia o bien tuvo o no sangre del tipo A, y que existe
-tomada como Uú todo- sirva a algún propósito valioso, y sirva una respuesta correcta a la cuestión de si la tuvo aunque nunca la
mejor de lo que lo haría una forma revisada de la actividad. sepamos. Pero las condiciones de aserción del ejercicio literario pro-
La tercera forma de ejercicio literario es una empresa que le híben decir eso de David; parece más oportuno, dadas estas condi-
crea problemas a la tesis de la demostrabilidad. Sugerí, en la sección ciones, decir que aunque la proposición de que tuvo ese tipo de
precedente, que nuestro propio sistema jurídico puede parecerse a sangre no es verdadera, tampoco lo es la proposición de que no la
esta forma de ejercicio literario. De hecho, en otro lugar, he ofreci- tuvo. En un caso así, las razones para decir que no hay respuesta
do una teoría de la adjudicación que apoya la siguiente descripción correcta para la cuestión no están basadas en ninguna crítica exter-
de nuestra actividad jurídica. 6 Una proposición jurídica, como la na a la actividad, ni en ninguna posición filosófica externa como la
proposición según la cual el contrato de Tom es válido, es verdade- tesis de la demostrabilidad. Las razones son simplemente que esa es
ra si la mejor justificación que puede ser ofrecida para el cuerpo de la contestación correcta en los términos de la actividad misma. Po-
proposiciones jurídicas tomadas ya como establecidas ofrece un caso demos imaginar una controversia genuina en el interior de la activi-
mejor en favor de esa proposición que de la contraria. Pero es falsa dad, como la de si para un caso particular esa es la respuesta correc-
si esa justificación ofrece un caso mejor para la proposición contra- ta. Una parte puede decir que existe una razón para pensar que
ria. Existen diferencias importantes entre la idea de consistencia usa- habría sido más probable que los muchachos como David tuviesen
da en esta explicación del razonamiento jurídico, y la idea de con- sangre del grupo A y otro que existe una razón para pensar más
sistencia narrativa usada en el ejercicio literario. El razonamiento probablemente que no, y un tercero que cree que no hay razones en
jurídico hace uso de la idea de consistencia normativa que es clara- ninguno de los dos sentidos, o que cualquiera que sean las razones,
mente más compleja que la consistencia narrativa, y puede pensarse se encuentran tan igualadas en peso, que no puede hacerse ninguna
que presenta nuevas razones en favor de las pretensiones del subje- discriminación sensata.
tivismo. Sin embargo, la comparación puede ayudar a explicar por Las ocasiones en que los participantes se verían tentados a decir
qué es sensato suponer que puede haber una respuesta a la cuestión que no hay respuesta correcta para alguna cuestión sobre David se-
de si el contrato de Tom es válido, a pesar de que no pueda ser ría una función de dos consideraciones. La primera es la longitud
demostrada. de la novela, o mejor, la densidad de información que de hecho
La comparación también es útil en otro sentido. Nos ayuda a Dickens ofrece. La segunda es el tipo de cuestión. Si la cuestión se
comprender por qué, aunque rechacemos la tesis de la demostrabi- refiere a un rasgo que se encuentra distribuido entre la población al
508 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX H. L. A. HART 509

azar, de modo que el hecho de que un muchacho tenga las caracte- que introduce- será un tema de discusión, porque los juristas que
rísticas específicas descritas por Dickens, sin importar cuán densa sostienen diferentes tipos de teoría moral las valorarán de manera
sea la descripción, guarda poco que ver con tener el rasgo en cues- diferente. Los escépticos morales, directamente argüirán que la se-
tión, entonces es más probable que la pregunta no tenga respuesta gunda dimensión no añade nada, ya que ninguna teoría es superior,
correcta. en cuestión de moralidad política, a otra. Si algún caso no tiene
¿Podemos imaginar preguntas originadas en el interior de un respuesta correcta teniendo en cuenta sólo la primera dimensión,
sistema jurídico que no tengan respuesta correcta por el mismo tipo entonces ese caso no tiene respuesta correcta tout court. Por otra
de razón? Por supuesto, esto tiene que depender del sistema jurídi- parte, alguien que sostenga una desfasada teoría utilitarista de los
co, pero también de cómo entendamos y ampliemos la afirmación, derechos en términos de dolor-placer, encontrará increíble que dos
precisamente mencionada, de que una proposición jurídica está bien teorías lo suficientemente diferentes como para requerir decisiones
fundada si figura en la mejor justificación que puede ser ofrecida distintas para cada caso particular permanezcan empatadas en la se-
por el cuerpo de proposiciones jurídicas tomado para la decisión. gunda dimensión. Reconocerá la posibilidad teórica de que dos grupos
Sostengo que existen dos dimensiones sobre las que tiene que juz- diferentes de reglas morales tengan, a la larga, exactamente las mis-
garse si una teoría ofrece la mejor justificación según los materiales mas consecuencias, en términos de dolor-placer; pero creerá que la
jurídicos disponibles: la dimensión de la adecuación y la dimensión posibilidad es tan pequeña que en la práctica puede ser ignorada.
de la moralidad política. 7 La dimensión de la adecuación supone En el caso de algunas teorías de derechos será problemático in-
que una teoría política es pro tanto una justificación mejor que otra cluso si existe, siquiera sea en el plano teórico, la posibilidad de no
si, hablando en general, alguien que en su servicio sostuviese esa respuesta correcta. Supongamos una teoría de moralidad política,
teoría, alcanzaría más resultados de los que alcanzaría alguien que fundada correctamente, que pretende derivar derechos individuales
sostuviese otra. Dos teorías diferentes, en esta dimensión, bien pue- particulares de algún supuesto derecho absoluto a ser tratado como
den ofrecer justificaciones igualmente buenas en los sistemas jurídi- un igual, esto es, con igual consideración y respeto. Dos juristas
cos inmaduros con pocas normas establecidas, o en los sistemas ju- que acepten esta teoría general pueden sostener diferentes concep-
rídicos que tratan sólo un rango limitado de la conducta de sus ciones de lo que vale como igual respeto. ¿Puede creer de manera
miembros. Pero en un sistema moderno, desarrollado y complejo, plausible un tercer jurista que ninguno tiene razón porquC"una con-
la probabilidad anterior de esa clase de empate es muy pequeña. El cepción del respeto es exactamente tan buena como la otra? Una
resultado de empate es posible en cualquier sistema, pero sería tan vez conocernos las ideas del desfasado utilitarismo podemos ver qué
raro como para ser exótico en éste. No quiero dar a entender que sentido tiene suponer un empate en su sistema, entre dos actos o
sería raro que los juristas no estuviesen de acuerdo sobre qué teoría dos reglas o principios. Están empatados si cada uno produce exac-
ofrece, incluso en esta dimensión, una justificación mejor. Creo que tamente la misma cantidad positiva de placer. Pero no es fácil ver
lo extraño sería que muchos juristas estuviesen de acuerdo en que nin- cómo alguien puede aceptar la idea general de la teoría de igual res-
guna es más adecuada que otra. peto, y aun así mantener, no que tiene dudas sobre qué concepción es
La segunda dimensión -la dimensión de la moralidad política- superior, sino que ninguna lo es. Aquí la idea ordinaria de empate
supone que, si dos justificaciones ofrecen la misma adecuación con parece no tener cabida. Si no hay respuesta correcta en un caso difí-
los materiales jurídicos, una de ellas ofrece mejor justificación que cil, esto tiene que ser en virtud de algún tipo más problemático de
la otra si es superior como teoría política o moral; esto es, si está indeterminación o de inconmensurabilidad en la teoría moral.
más cercana a abarcar los derechos que la gente de hecho posee. 8 Por lo tanto, la cuestión de si hay casos sin respuesta correcta
La disponibilidad de esta segunda dimensión hace todavía menos en una jurisdicción particular -y si tales casos son raros o numero-
probable que algún caso particular no tenga respuesta correcta. Pero sos- no es una cuestión empírica ordinaria. Creo que tales casos,
la fuerza de la segunda dimensión - y el rasgo de indeterminación si es que existen, tienen que ser extremadamente raros en los Esta-
510 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX H. L. A. HART 511

dos Unidos de América y en Gran Bretaña. Si los argumentos de resulta necesaria para su afirmación de que «X es F» y «X no es F» pueda no ser
verdadera y tampoco falsa. Podemos conocer la distinción sólo si tenemos un crite-
este artículo son correctos, alguien que discuta esto no puede defen- rio independiente para afirmar que algo es «F» y para afirmar que no lo es. (Por
der su postura simplemente confiando en la tesis de la demostrabi- «independiente» quiero decir que el criterio para afirmar uno no sólo la ausencia del
lidad o en los otros argumentos a priori, antes considerados. Pero criterio para afirmar el otro.) De otro modo no tendría sentido la idea según la cual
tampoco es más probable que tenga éxito intentando encontrar ejem- nuestro criterio no puede ser satisfecho afirmando ninguno de los dos. La vaguedad
plos actuales de casos sin respuesta correcta en una investigación alegada de «F» consiste en esta independencia de criterio. ¿Pero podemos de este
modo distinguir entre (1) <<p no es verdadero» y (2) «no es verdadero que p es ver-
caso por caso de los repertorios jurídicos. Cada caso recopilado con- dadero»? (según el análisis descrito), (1) dice que el criterio para afirmar p no ha
lleva una opinión sosteniendo que una de las partes tiene, tras el sido satisfecho. No dice que se haya satisfecho el criterio para afirmar (- p). Pero
balance, el mejor argumento jurídico. Algunos casos también incor- (2) no parece decir nada diferente, esto es, que el criterio para afirmar (p) no ha sido
poran una opinión disidente, pero esta, a su vez, es un argumento satisfecho. ¿Qué más o qué menos puede decirse que se está diciendo? Pero si (1) y
(2) no dicen nada diferente, entonces «es verdadero» no puede decirse que sea vago,
que da la razón a una de las partes. Tal vez, tanto las opiniones
al menos según la teoría de la vaguedad de V. Al lector le puede parecer que R ha
mayoritarias como las minoritarias, son incorrectas: tal vez alguna quedado atrapado en este argumento. Después de todo, las circunstancias sobre las
combinación del análisis jurídico y filosófico puede mostrar que en que R llama la atención bien han podido tener lugar, en esta compleja argumenta-
cada caso particular los argumentos de ninguna parte son más fuer- ción. Alguien ha dicho que si no es verdad que un contrato es sacrílego tiene que
tes que aquellos en favor de la otra. Pero es extremadamente poco tratarlo como no sacrílego, pero aun así puede encontrarse con el problema de no
saber si el contrato que tiene delante es sacrílego. Estoy de acuerdo. Pero ese es un
probable que un argumento así convenciese a todos los juristas en problema para V, y no para mi respuesta a R. Alguien que defienda la tesis de la
un caso particular. Cualquier caso citado como ejemplo por un pro- bivalencia que antes expuse puede decir que todo contrato es sacrílego o no, aunque
fesor será discutido por los otros. no sea claro cuál lo es y hombres razonables podrían diferir al respecto. V tiene que
Por lo tanto, el argumento de que estoy equivocado tiene que probar que esta afirmación es errónea, porque la proposición según la cual un con-
ser un argumento filosófico. Tiene que poner en duda mi asunción trato no es ni verdadero ni falso puede que tampoco sea ni verdadera ni falsa. Creo
que el problema práctico de R proviene del desatino de la visión completa
de que en un sistema jurídicp complejo es poco probable que dos de V, al menos si se entiende como un argumento a favor de la segunda versión de
teorías difieran suficientemente para pedir respuestas distintas en la tesis de la «no respuesta correcta».
algún caso y todavía ofrezcan igualmente adecuación correcta con 4. En este artículo estoy sólo interesado en mostrar que el positivismo jurídi-
los materiales jurídicos relevantes. Tiene que ofrecer y defender al- co, incluso si es verdadero, no ofrece un buen ar@mento en favor de la segunda
versión de la tesis de la «no respuesta correcta». Este párrafo parece un argumento
guna idea de escepticismo, o de indeterminación en teoría moral, la
contra el mismo positivismo (en efecto, es un modo de decir lo que en varios traba-
cual haga plausible suponer que ninguna de tales teorías puede ser jos he llamado el «simple-minded argument» contra el positivismo). No propongo
preferida a otra por razones de moralidad política. No creo que ese argumento en este artículo, pero puede ser útil para seguir estos tres puntos: 1)
ningún argumento así haya sido ofrecido, aunque verdaderamente el argumento, como aquí se ha presentado, se dirige contra lo que en el texto he
no he mostrado que no pueda serlo. llamado el positivismo semántico. Por ejemplo, contra la forma de positivismo que
sostiene que «el contrato de Tom es válido» significa que los jueces tienen el deber
de hacer cumplir el contrato, y la proposición «el contrato de Tom no es válido»
significa que los jueces tienen el deber de no hacerlo cumplir. (Pero el positivismo
NOTAS semántico no puede defenderse.) 2) El argumento también se dirige contra la forma
de positivismo que sustenta las pretensiones siguientes. Las proposiciones jurídicas
l. Véase Michael Dummett, «Truth», en Peter Strawson, ed., Phi/osophica/ pueden dividirse en dos clases, que pueden llamarse intrínsecamente positivas (o in-
Logic, Oxford University Press, 1967, pp. 64-66. trínsecamente obligatorias o similar) e intrínsecamente negativas (o intrínsecamente
2. Véanse Ronald Dworkin, Taking Rights Seriously, Harvard University Press, permisivas ... ), de modo que, para cualquier proposición jurídica y su negación, una
Cambridge, Mass., 1977; Duckworth, Londres, 1978, pp. 81, 107-110. es intrínsecamente positiva y la otra negativa. Si esto fuese así, podría defenderse un
3. El argumento de V asumía bivalencia entre «es verdadero» y «no es verda- tipo de positivismo jurídico que dijese que una proposición jurídica positiva es veri-
dero». ¿Puede R negar esto, y a la vez afirmar que «es verdadero» es vago? El tativo-funcionalmente equivalente a algún enunciado sobre actos de creación de de-
argumento de V por el que la vaguedad produce indeterminación está vinculado a recho, por ejemplo que es verdadera si y sólo si el soberano la ha ordenado; pero
una distinción entre «X no es F» y «no es verdadero que x es F». Esta distinción esto no es así para las proposiciones jurídicas negativas, que pueden ser verdaderas
512 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX

tan sólo en virtud de la falta de orden del soberano en conexión con esa proposición
positiva. Hay que advertir que esta forma de positivismo presupone un tipo de re-
duccionismo. Esto es, supone que todas las proposiciones jurídicas que en principio
afirman o niegan deberes o permisos pueden traducirse, sin variación o pérdida en
su significado, en otras proposiciones. También supone que cuando esta reducción
es llevada a cabo, cada proposición así reducida pertenecerá a una clase opuesta a
aquella a la que su negación es reducida, antes que, por ejemplo, ser vistas como
permisiones que no pueden ser ambas verdaderas. Además, supone que la proposi-
ción normativa que expresa que lo que no está prohibido está permitido es una bue-
na descripción de la práctica jurídica. Esta asunción puede ser razonable en los casos
en los que el derecho interviene sobre una pizarra limpia, como cuando las reglas ÍNDICE ONOMÁSTICO
jurídicas de las propiedad se le dan a una comunidad que no tiene un esquema de
propiedad anterior (prejurídico). Pero no es razonable cuando algún área del dere-
cho se desarrolla poco a poco y no borrando y volviendo a definir algún principio Abrarns, 240 Bergbohm, 373
general, como en el caso, por ejemplo, del desarrollo de grandes partes de las leyes Adams, John, 302 n. Berlín, lsaiah, 14
sobre negligencia. No entiendo estas notas como un argumento efectivo contra la Adams, John Quincey, 299, 302 n. Beseler, 13
distinción canónica positivo-negativo (u obligación-permisión), sino sólo como una Adison, Joseph, 157 n. Biddle, Francis B., 300 n.
insinuación de las dificultades que esta distinción supone. Adler, Mortimer J., 236, 238 n., 290 n. Bingham, W., 237
5. Espero que el «nuevo» positivista no realizará un tipo diferente de afirma- Ago, Roberto, 380 n. Bismark, Otto von, 11, 16
ción. Puede decir que un sistema jurídico existe sólo si los ciudadanos y agentes Agustín, san, 51 Blackstone, William, 127-129, 132 n.,
oficiales siguen las reglas básicas que ha estipulado, y que si no es así (sino que Alchourrón, Carlos E., 355 n. 190 y n.-191
siguen algunas reglas básicas diferentes del tipo que he descrito en los sucesivos párra- Ames, 301 n. Bodenheimer, 122 n.
fos) entonces el acuerdo no vale como sistema jurídico. No puede ofrecer ninguna Ammon, 51 Bonald, 14
Anscombe, G. E. M., 177 n. Boorstin, Daniel J., 240 n.
justificación en el lenguaje ordinario en favor de esta muestra de tiranía lingüística,
Aristóteles, 366 Bowring, 122 n.
así que su teoría simplemente sería una estipulación inútil como si algún estudiante
Arnaud, André-Jean, 11 Brandeis, 270, 301 n,
de literatura dijese que las diferentes formas de crítica literaria descritas en· el siguien-
Arndts, 33, 47 n., 48 n., 178 n. Brandis, 178 n.
te apartado del texto no fuesen formas de crítica literaria. Caería en la misma bana- Bretone, Mario, 12 n.
lidad si dijese que at\nque un acuerdo político puede valer como sistema jurídico aun Arnold, 107 n., 291 n.
Atard, R., 22 Brint, M., 240 n.
siguiéndose reglas básicas diferentes, una respuesta a una cuesti~n sobre lo que un Bruns, 106 n.
Atkin, lord, 339, 342
tribunal debería hacer valdría como respuesta jurídica sólo si fuese generada por sus Bülow, Osear, 315 n.
Austin, John L., 109 n., 115, 117, 118,
reglas básicas. 122 n., 127 y n., 130-131, 147 n., 175, Bulygin, Eugenio, 355 n., 422 n.
6. Dworkin, «Hard Cases», Taking Rights Serious/y. 178-231, 304 y n., 333, 354 n., 364, Burns, J. H., 132 n., 176 n.
7. /bid. 451-452, 467
8. He considerado la relación entre estas dos dimensiones de justificación en Austin, Sarah, 179 n.
«A Rep1y to Critics», en Taking Rights Seriously (edición de 1978). Azzaretto, María Isabel, 380 n. Cairns, Huntington, 290 n.
Calsamiglia, A., 354 n., 359 n.
Campbell, Robert, 178 n.
Bacon, 153, 154 Cardozo, B. N., 239 y n., 300 n., 301 n.,
Banzhaf, T. A., 18 n., 121 n. 302 n.
Baratta, A., 242 n. Carlos V, 38
Barbaza, Julio, 454 n. Carrió, G. R., 123 n., 285 n., 315 n.,
Bayón, Juan Carlos, 356 n. 354 n., 355 n., 361 n., 380 n., 381 n.,
Bearle, 323 422 n., 423 n.
Bendix, Richard, 242 n. Carter, 296
Bentham, Jeremy, 7, 110, 115-118, 122 n., Casanovas, Pompeu, 8, 21, 178 n., 243,
127-177, 178 n., 185, 186, 270, 333, 245 n., 294 n., 303 n., 315 n.
344, 350 n., 354 n. Castberg, Fred, 380 n.
13 Benuleyo, B., 107 n. Cicerón, 65, 80

33.- CASANOVAS
514 EL ÁMBITO DE LO JURÍDICO ÍNDICE ONOMÁSTICO 515
Clark, C. E., 237, 239 n., 270, 290 n. Fénelon, 55 Harrison, W., 176 n. J ellinek, 20
Clarke, juez, 301 n. Fernández Jardín, F., 19 n. Hart, H. L. A., 8, 17, 109 y n.; 121 n., Jiménez Redondo, M., 129 n.
Cocceius, Samuel, 145 n. Ferrari, C., 359 n. 122 n., 127 y n., 129, 132 n., 133 n., Jones, Harry W., 241 n.
Coghlan, Eduardo A., 202 n. Fichte, Johann Gottlieb, 19, 55, 59 n. 176 n., 177 n., 243, 327 y n., 353-360, Jorge II, 133
Cohen, Felix S., 236 n., 242, 243, 289 n., Flooring, Maple, 302 n. 377-379, 380 n., 381 n., 382 n., 383 Justiniano, 34, 38, 83, 103 n., 105 n.
315 y n., 324 n., 326 n. Francis, J., 23 7 y n., 456 y n., 465 n., 466-512
Cohen, Morris R., 230 n., 236 n., 241 n., Frank, Jerome, 236 y n., 237, 332, 349 n. Hartley, 158
243 y n., 295 y n., 300 n., 301 n., 315 n. Frankfurter, 270, 290 n., 299 n., 300 n., Hartmann, Gustav, 103 n., 107 n. Kalman, Laura, 235 n.
Cake, 251, 300 n. 301 n. Hedemann, 270, 290 n. Kant, Immanuel, 15, 50, 52, 55, 59 n.,
Constant, Benjamin, 54, 59 n. Friedmann, 122 n. Heffter, 179 n. 309 y n., 419 n., 453, 459
Cante, A. G., 419 n. Fuller, Lon L., 380 n., 381 n. Hegel, G. W. F., 19, 373, 449, 459 Kantorowicz, Hermann U., 122 n., 315 n.
Cook, W. W., 237, 238 n., 243, 245 n. Herder, Johann Gottfried, 50, 59 n. Kelsen, Hans, 7, 20, 127 n., 131, 202 y n.,
Corbin, A. L., 237, 245 n., 296 Hernández Marín, Rafael, 355 n. 230 n., 304 n., 317 n., 353-360, 361-420,
Cotterrell, Roger, 236 n., 239 n. Gadamer, H. G., 12 n. Hierro, Liborio, 355 n., 465 n. 422 y n., 423 n., 440, 452, 453, 457,
Cristo, 161 García Máynez, Eduardo, 418 n. Hitler, Adolf, 202 n., 361-362, 370, 373 460, 466 n., 468, 469, 474 n.
Garzón Valdés, Ernesto, 131 n. Hoadly, obispo, 333 Keller, 44
Gauterpacht, 230 n. Hobbes, Thomas, 149, 167 Kirchmann, 122 n.
Chikaneder, Emanuel, 58 n. Gavara, J. C., 49 Hoebel, E. A., 245 n., 285 n. Klaus, S., 237, 270, 291 n.
Gayo, 107 n., 108 n. Hoerster, N., 353 y n. Kleinheyer, Gerd, 59 n.
Gerber, F. von, 14, 16, 17 Hofmann, E. T. A., 50, 59 n. Kuntze, 104 n.
Dasent, 285 n. Gierke, 22 n. Hohfeld, W. N., 245 n., 262, 285 n.
Dewey, John, 236 n., 240 y n., 243, 334, Gimbernat Ordeig, E., 19 n. Holmes, J., 349
349 n. Gneist, R. von, 20 Holmes, Oliver Wendell, Jr., 111-113, 239 Lagerspetz, Eerik, 354 n.
Díaz García, José, 13 Goeschen, 36, 39 y n., 240 y n., 241 y n., 251, 262 y n., Lambert, 270
Dickens, Charles, 496, 507-508 Goethe, Wolfgang von, 14, 30, 33, 34-36, 270, 272, 294-302, 304 n., 325, 328, Landis, 290 n.
Douglas, W. 0., 237, 239 n., 270, 290 n. 38, 39, 43-47 331, 332, 333, 334, 342, 346, 348 n., Landshut, 36
Dummett, Michael, 510 n. Goldschmidt, W., 122 n. 349 n., 350 n. Larenz, Karl, 19 n.
Dumont, Étienne, 155 n. Goldworth, Ammon, 156 Holland, Thomas E., 131 n. Larios Ramos, Julián, 122 n.
Dumont, M., 154 Gorostiaga, Norberto, 32 n. Homero, 51 Laroche, B., 155 n.
Dworkin, Ronald, 129 n., 341, 342, 343, Gray, John Chipman, 301 n., 328, 333, Hope, Theodore, 290 n. Laski, 299 n.
344, 345, 350 n., 359 y n.-360, 475 y n., 348 n., 349 n. Howe, 122 n. Leibniz, G. W., 145 n.
510 n., 512 n. Oreen, L., 237, 290 n. Hughes, 299 n., 301 n. Lemmon, E. J., 420 n.
Greenawalt, Kent, 344, 350 n. Hugo, Gustav, 7, 12 n., 14, 41, 49-59 Leo, Heinrich, 57, 59 n.
Grocio, 166, 169, 171, 176 n. Hume, David, 55, 167, 171, 175 Lieberman, David, 11
Ehrlich, Eugen, 243, 270, 286 n., 288 n., Gronovius, 176 n. Hunt, Alan, 239 n. Locke, John, 185, 186
289 n., 290 n., 315-326 Guastavino, M., 359 n. Huntington, Samuel P., 242 n. Lorenzen, E. G., 237
Eichhorn, 13, 22 n., 36, 39 Guillermo I, 11 Husik, 230 n. , Losano, Mario G., 16 n.
Eno, Lawrence R., 294 n. Gunther, Gerald, 301 n. Hutcheson, J. C., 237 Lundstedt, Vilhelm, 165 n., 166, 456
Erner, 103 n. Gutman, 284 n. Lutero, Martín, 373
Everett, Ch. W., 133 n., 176 n.
Exner, 105 n. Ihering, Rudolf von, 14, 16 y n., 17-20,
Hacker, P. M. S., 475 n. 32 y n., 60, 113-115, 118, 243 n., 255, Llewellyn, Karl N., 236 y n., 237, 238 y n.,
Hii.gerstrom, Axel, 165 n., 456, 466 n. 286 n. 239 y n., 240, 241 n., 242, 244 y n.,
Faralli, Carla, 240 n. Hale, Matthew, 302 n. Ishizaki, 291 n. 249 n., 253 n., 261 n., 262 n., 282 n.,
Faure, Louis-J oseph, 146 n. Hale, R. L., 297 y n. 284 n., 285 n., 286 n., 288 n., 289 n.,
Febbrajo, Alberto, 315 n. Haller, Karl Ludwig von, 57, 59 n. 290 n., 291 n., 292 n., 294 y n., 295 n.,
Federico Il de Prusia, 141, 145 n. Hampshire, S., 109 n. Jaffe, L., 328, 348 n. 297 n., 298 n., 300 n., 301 n., 303 n.,
Federico Guillermo I, 11 n. Hampstead, J. de 0., 177 n. James, Henry, 327, 348 n. 304 n., 307 n., 323, 326 n., 328, 332,
Federico Guillermo IV de Prusia, 44-45 Handler, 270, 291 n. Janzen, 230 n. 337, 341, 342, 348 n., 349 n., 350 n.
Felipe II, duque de Orleans, 59 n. Hardin, John, 302 n. Jefferson, 240 Lloyd of Hampstead, lord, 166
516 EL ÁMBITO DE LO JURÍDICO ÍNDICE ONOMÁSTICO 517

MacCormick, N., 465 n. Pandectas, 44 Sanjosé, Sergio, 60 Tryphonin, 102 n.


Mackeldey, 179 n. Paracelso, 28 Santa-Pinter, J. J., 12 n. Tulin, L. A., 237
Mackie, J. L., 419 n., 420 n. Paschero, Osvaldo, 361 n. Sargem, Elizabeth Shipley, 299 n. Twining, William, 238 n., 341, 349 n.,
Maistre, J oseph de, 14 Pattaro, E., 355 n. Savigny, Cristóbal, 47 n., 309 n. 350 n.
Malinowski, 284 n. Patterson, E. W ., 237, 26I y n., 315 n. Savigny, Friedrich Karl von, 12, 13, 14,
María Teresa de Austria, 13 n., I40 Peirce, C. S., 111,240 y n. 15 y n., 18, 22, 32-48, 47 n., 58 n.,
Marky, William, 131 n. Platón, 161 59 n., 103 n., 104-122, 130 Umana, John, 350 n.
Marx, Karl, 7, 14, 49, 58 n., 59 n. Poley, Manuel, 15 n. Schelling, F. W. von, 19 Unger, 105 n.
Mascovius, I76 n., 177 n. Popper, Karl, 457 Schiller, J. C. F. von, 39, 43
Mattern, 230 n. Posner, Richard A., 240 n., 348, 350 n. Schlegel, A. W. von, 178 n., 239 n.
Mazzei, Philip, 146 n. Postema, Gerald, 354 n. Schroder, Jan, 59 n. Van Krieken, 103 n.
Merkl, 20 Pound, Roscoe, 111-113, 236 n., 238, Scottsboro, 297 Vásquez, Eduardo A., 382 n., 422 n.
Merlin, 107 n. 241 n., 243, 247, 248, 282 n., 283 n., Seña, J. M., 353 n. Veblen, Thorsten, 334
Mesía, Jacinto, 15 n. 303 y n., 315 n., 316 n., 324, 325, Shakespeare, William, 59 n., 151, 341, Vecchio, Giorgio del, 380 n.
Michael, Jerome, 290 n. 338, 340, 341, 346, 349 n., 350 n., 458 344 Verdross, Alfred, 371-373, 380 n., 381 n.
Mili, James, 132 n., 147 n., 178 n. Powell, T.R., 237, 285 n., 291 n., 323 Shamos, 290 n. Viehweg, K. Theodor, 59 n.
Mili, John Stuart, 7, 128, 130, I47, 178 n., Príncipe y Satorres, Enrique, 121 n. Siegler, F. A., 465 n. Vinogradoff, 284 n.
331, 459 Puchta, G., 12-13 n., 14, 33, 45, 106 n., Sigwart, Christian, 432-433, 454 n. Voegelin, 230 n.
Mirabeau, conde de, 145 n. 110 Sócrates, 161 Voltaire, 51, 171
Mohl, R. von, 20 n. Pufendorf, Sarnuel, 145 n., 166, 171-173, Solari, Gioele, 12 n.
Moisés, 51 175, 176n. Spencer, Herbert, 331
Molesworth, I49 Spykman, Nicholas, 272, 291 n. Waismann, F., 122 n.
Moley, 270, 290 n. Stahl, F. J., 19 n., 20 n., 32 n., 45-46, Weaver, W., 240 n.
Rabossi, E. A., 123 n.
Moll, Walter L., 315 n., 3I6 57, 59 n., 102 n.
Radbruch, G., 380 n. Weber, Max, 263, 272, 291 n.
Montaigne, Michel de, 51 Radcliffe, lord, 330, 349 n. Stamrnler, 22 n. W echsler, Herbert, 301 n.
Moore, W. U., 237, 239 n., 270, 290 n. Radin, M., 237, 241 n., 242 Stein, L. von, 20 n. Weis, Felipe Federico, 48 n.
Moreso, José Juan, 8, 128 n., 129 n.,
Randa, 105 n. Stern, 230 n. Welker, 179n.
130 n., 13I, 132 n., 327 n., 360, 456 n.
Rawls, John, 346, 350 n. Stevenson, 457 White, Morton, 334, 349 n.
Morris, Clarence, 303 n. Raz, Joseph, 131 n., 133 n., 354 n., 356 n., Stewart, 149 Wieacker, Franz, 19 n.
Mozart, Wolfgang Amadeus, 58 n.
475 n. Stobbe, 105 n. Wigmore, 299 n.
Recasens, Siches L., 323 n. Stone, 301 n. Wilhelm, Walter, 16 n.
Regelberger, 106 n. Strawson, Peter, 510 n. Wilspn, 230 n.
Nagel, Ernst, 295 n. Reíd, 149
Napoleón, 11 Stryk, Samuel, 58 n. Wilk, 230 n.
Riaza, Román, 121 n. Sturges, W. A., 237 Williams, B. A. 0., 129 n., 419 n.
Narváez Mora, Maribel, 475 n. Ricardo III, 477
Navarro, Pablo Eugenio, 327 n. Summers, R. S., 122 n., 235 n. Wittgenstein, Ludwig, 109 n., 115, 118,
Richardson, 51 Sumner, W. G., 241 n., 292 n. 119, 121
Neurath, Von, 47 n.
Roberts, 302 n. Walfe, Mar k de, 300 n.
Niebuhr, Reinhold, 178 n.
Roosevelt, Franklin Delano, 235 n. Wolff, 145 n.
Nino, Carlos S., 355 n. Roosevelt, Theodore, 300 n.
Nozick, R., 346, 350 n. Tarnayo y Salmarán, Rolando, 383 n. Wright, von, 420 n.
Rosen, Frederick, 129 n. Tarello, Giovanni, 13 n., 235 n., 349 n.
Nussbaum, 270, 290 n. Rosenfield, Harry N·., 236 n. Thibaut, A. F. J., 13, 37
Ross, Alf, 8, 127 n., 353-360, 361 y n., Thol, 104 n. Yntema, H. E., 237, 270, 290 n., 296
380 n., 381 n., 422-465, 466 y n., 474 n. Tocqueville, Alexis de, 328, 330, 348 n.
Oliphant, H., 237 Rousseau, Jean-Jacques, 51
O!ivecrona, Karl, 130, 165, 177 n., 456 Trendelberg, 87
Rumble, W., 349 n. Trendelenburg, 19 n. Zitelrnann, 122 n.
Orestano, Ricardo, 13, IS n., 20 n.
Runde, 100
Ovidio, 133 Ryle, G., 109 n.

Pablo, san, 373 Salmond, John, 131 n.


Paley, Williarn, 150, 184 y n., 185 Sandford, 245 n.
ÍNDICE 519

Observaciones sobre la filosofía de Bentham (John


Stuart Mili) . . 147
El velo de misterio de Bentham (Karl Olivecrona) . 165

4. John Austin . 178


Primera lección de «la delimitación del ámbito de la
teoría del derecho» (John Austin). . . 178
La teoría pura del derecho y la jurisprudencia analítica
ÍNDICE (Hans Kelsen) 202

Prólogo. 7 TERCERA PARTE

PRIMERA PARTE
EL REALISMO JURÍDICO NORTEAMERICANO

EL SIGLO XIX ALEMÁN: LA REFLEXIÓN Introducción 235


SOBRE EL DERECHO COMO OBJETO
AUTÓNOMO DE CONOCIMIENTO 5. El realismo juridico norteamericano 244
Una teoría del derecho realista: el siguiente paso (Karl
Introducción 11 N. Llewellyn) 244
l. La Escuela Histórica del derecho . 22 Holmes (Karl N. Llewellyn) . 294
Sobre el fin de la Revista de la Escuela Histórica (Frie- Mi filosofía del derecho (Roscoe Pound) . . 303
drich Karl von Savigny) . 22 Recensión de Los principios fundamentales de la socio-
Savigny (Rudolj von Ihering) 32 logia del derecho de Ehrlich (Felix S. Cohen) . 315
El manifiesto filosófico de la Escuela Histórica del de- Una mirada inglesa a la teoría del derecho norteameri-
recho (Karl Marx) 49 cana: la pesadilla y el noble sueño (H. L. A. Hart). 327

2. La jurisprudencia de conceptos: Rudolf ·von Ihering 60


Teoría de la técnica jurídica (Rudolj von Ihering) . 60 CUARTA PARTE
El cielo de los conceptos de lhering y la jurisprudencia
analítica moderna (H. L. A. Hart) 109 LA TEORÍA DEL DERECHO EN EL SIGLO XX:
KELSEN, ROSS Y HART
SEGUNDA PARTE
Introducción 353
LA TRADICIÓN ANGLOSAJONA EN EL SIGLO XIX:
LA JURISPRUDENCIA ANALÍTICA 6. Hans Kelsen . . . 353
El concepto de validez y el conflicto entre el positivis-
Introducción 127 mo jurídico y el derecho natural (Alj Ross) . . 361
3. Jeremy Bentham 132 La teoría de Kelsen sobre la unidad del derecho (H. L. A.
La estructura del derecho (Jeremy Bentham) 132 Hart) 383
520 EL ÁMBITO DE LO JURÍDICO

7. Alf Ross
Una teoría «realista» y la teoría pura del derecho. Ob-
422 •
servaciones a Alf Ross: sobre el derecho y la justi-
cia (Hans Kelsen) 422
Realismo escandinavo (H. L. A. Hart) 456

8. H. L. A. Hart 466
Hart sobre el concepto de derecho (A!f Ross) . 466
¿Realmente no hay respuesta correcta en los casos difí-
ciles? (Ronald Dworkin) 475

Índice onomástico 513

t~IIIW 11111~1111111111 ~1111111 111


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