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CÓMO “JODER” A UN ESCRITOR

“Los poetas -amor mío- son unos hombres horribles, unos monstruos de
soledad, evítalos siempre -comenzando por mí-”

Raúl Gómez Jattín


Hay trillones de maneras de “auto-joderse”, y de “joder a un escritor”; o quizás tal
vez, ser “re-jodido” por variopintas editoriales, jurados de festín, políticos a color o ante
algún “comemierda” del espectro cultural, sea del ruidoso mundo de la farándula o del
“crimen organizado para conden-arte”. Tampoco podemos decir que el mundo entero
anda buscando “cómo joder a un escritor”. Hay gente que no sólo “apapacha” a los
escritores, sino que les promocionan, y les ayudan a surgir de las cenizas. A veces,
nosotros mismos como escritores (o “escribidores”) nos “auto-jodemos”; jugamos a “no
ser”, o a execrarnos; y tendemos a “endiablarnos de alienación”. Existen instituciones
culturales o editoriales que funcionan excelentemente o de forma honesta, y que no
andan tratando “joder” a los demás. Aunque vivir de lo poético es un sueño, nos lo dice
Antonio Orihuela al desentonar su cante así: "La poesía es un incendio ... no da para
comer da para arder". El argentino Cristian Vásquez nos plantea que: “Desde un punto de
vista capitalista, dedicarse a escribir libros es uno de los peores negocios del mundo. Tal
vez el peor de todos. Lo explican muchos de esos artículos repletos de palabras como
éxito, coaching, liderazgo, actitud, emprendedores y otras del mismo campo
semántico”.*1

Cuando un escritor o pseudo-escritor (en especial poeta, cuentista, novelista) o


cuando un “gánster letrado” comienza a dudar de su creación aparentemente inamovible
e intocable, para tratar de re-plantearla, re-escribirla, interrogarse o seguir
evolucionando; o sea cuando eso pasa, realmente su literatura puede tomar una vida
propia, pulula aún más, y entra posiblemente en una especie de dinámica de reflexión-
verbo-reflexión. Lo contrario sería, fallecer con nuestra rígida escritura desde los labios
del féretro.

Cuando el asunto del “ego crecido” o cuando “el ego híper-volador” nos ataca el
ser; sucede una “erección mental permanente por la fama”, lo cual nos hace perder
ciertos rumbos. Allí, es inevitable que algo de autodestrucción entre en escena. No
importa si el autor o autora ha ganado premiaciones y reconocimientos que ha montado
hermosamente en sus paredes de cristal. Todo ello, no significa que su literatura sea
potente, interesante, o audaz dentro del laberinto escritural. Existen poetas que viajan
por los países y dedican autógrafos a sus orgásmicos “fans” y seguidores por doquier,
generando tanta “baba pública”. Hay ciertas “literaturas de lo comercial” que venden
excitación, y sus asiduos lectores compran mucha ilusión del desdén. Y jugando al
ejercicio de des-escribir diría Orson Welles: "Lo peor es cuando has terminado un capítulo
y la máquina de escribir no aplaude". "En realidad, el escritor no necesita más lectores
que los pocos que le comprenden. Es inmodesto querer más" nos deja asentado Gore
Vidal sabiamente. Y si hablamos de editoriales “gobierneras” y “ministerios de cultura y
artes” es necesario escuchar a Octavio Paz decirnos que: "No hay nada más triste que el
escritor sometido al dictado del político".

El mundo de los escritores es tan complejo como el de las tramas de una


supernova o un big bang. Hemingway se voló la tapa de los sesos para marcar su estilo,
según dicen unos. Alfonsina Storni para morirse se arrojó al mar y dejó una nota.
«Vendrá la muerte y tendrá tus ojos» escribiría Pavese y se lanzó dieciséis envases de
somníferos. Anne Sexton dejó al provocarse la muerte, dos hijos y un premio Pulitzer en
caja, además de hermosos poemas que escribiría años atrás en el psiquiátrico. De su nota
de suicidio queda este fragmento: “…Seré una cosa ligera. Entraré en la muerte como
alguien que perdió sus lentes. …La vida se inclina hacia atrás y hacia adelante. Ni siquiera
las avispas pueden encontrar mis ojos”. *2

Hubo poetas “medio malditos” o “super benditos” del mal-bien de la palabra.


Baudelaire nos regaló “Las Flores del Mal”. Bukoswki decía que las palabras no eran
aburridas, y que eran cosas que podían hacer zurrar tu mente. Ha habido de todo en esta
licuadora de la vida para andar releyendo y reescribiendo auroras sin pistón, o hasta para
profesar el oficio concreto de perderse la existencia ante un papel en blanco. Muchos
escribimos o “mal escribimos” y no sabemos por qué o para quién lo hacemos, mientras
otros ganan y pierden espectáculos. Escribir “algo mal e irregular” o fuera de las normas
establecidas, no nos hace tan “malos poetas”; a veces “ser bueno no es tan bueno” como
uno cree. Y si no, preguntémosle al anti-poeta, el Nica Parra quien nos respondería lo
siguiente: “…Mi poesía puede perfectamente no conducir a ninguna parte ¡las risas de
este libro son falsas! argumentarán mis detractores, sus lágrimas ¡artificiales!, en vez de
suspirar, en estas páginas se bosteza, se patalea como un niño de pecho, el autor se da a
entender a estornudos. Conforme os invito a quemar vuestras naves, como los fenicios,
pretendo formarme mi propio alfabeto. ¿Para qué molestar al público entonces? se
preguntarán los amigos lectores, si el propio autor empieza por desprestigiar sus escritos,
¡Qué podrá esperarse de ellos!..." *3 Por otra parte y más al norte de Latinoamérica, nos
dirá Anibal Nazoa que: “Ser escritor en Venezuela equivale casi exactamente a no tener
oficio conocido”.

Han pasado por la historia diversos poetas o escritores en guerra, en esa extraña
faena de bombardearse para supuestamente sobrevivir peleándose “egos”, o rollos
intensos y pasándose “facturas de vida” sin papel alguno. Verlaine y Rimbaud tuvieron
una loca relación amorosa, donde en una borrachera Verlaine le da un tiro a Rimbaud en
la muñeca. Al parecer, Lope de Vega describe en una carta a Cervantes como: “un puerco,
un culo, un muladar, un baladí”. El puñetazo de Vargas Llosa a García Marquez (El Gabo)
en público según dicen, fue por líos de faldas. Los artistas Dalí y Buñuel dedican una carta
contra el Nobel de Literatura Ramón Jiménez y le acusan de que su obra les repugna por
“cadavérica, histérica e inmoral”. Los villanos Hitler, Stalin y Mussolini fueron nominados
al Premio Nobel de la Paz, al igual que el guerrerista Obama. Los premios pueden ser
también un gran festival de mentiras. Hitler podría haber sido un estrafalario o
interesante pintor en vez de un “mega-asesino”, pero fue rechazado dos veces en la
Academia de Bellas Artes de Viena. Volviendo a los escritores, podemos decir que unos
atacan a otros, diciendo que habría que matarlos usando hasta sus propios huesos.
Truman Capote decía de Hemingway que era idiota del todo. Señalaba Roberto Bolaño
una vez: "Como poeta sería maricón o si acaso loca, como Whitman y Blake. Neruda y Paz,
en cambio, son maricas"*4. Virginia Woolf decía de James Joyce a raíz de Ulises, que él
como escritor era “un despistado preparatoriano rascándose los barros”. Kingsley Amis
sobre Vladimir Nabokov: "Qué hijo puta. Ese tipo es un completo galimatías”. En fin, es
larga la lista de pleitos y “mentadas de madre”, hasta choques políticos entre escritores
“izquierdosos” versus “derechistas” y al revés. "Nunca he conocido a un comunista tan
deslumbrado por el lujo" expresaba Francisco Umbral sobre Alejo Carpentier. Podremos
encontrar también muchos escritores, que no viven en guerra o en pleito permanente con
los demás creadores pues, hay tipos que realmente se apoyan entre sí y en vez de
competir, comparten sus locas ideas críticas, sus estrambóticas rumbas o hasta proyectos
de ensoñación. Unos sujetos han salvado la vida de otros sujetos, tanto en el mundo de
las artes como en la literatura (que es otra forma de arte). Kafka a diferencia de tantos
escritores que sólo pretendían publicar, le encargó a su gran amigo Max Brod, que
quemara todos sus textos y en cambio éste, los divulgó. ¿Querría Kafka no mutar de
nuevo al morir?

Puede existir lo que llaman algunos como “poesía fácil”, y quizás sea la que se
escribe con posibilidad de ser fácilmente digerida por los demás, la cual no genera
atragantamientos peligrosos. Hay gente que le “teme al temor” o que tiene miedo del
enojo que pueda causar su literatura en el lector o lectora. En internet o en el mundo en
línea, existen blogs y páginas literarias que no son realmente muy interesantes que se
diga; aunque sí existen también unas páginas web demasiado interesantes y que causan
gran impacto por su generosa calidad en la generación de poesía y narrativa, además de
investigación, visualidad y recorrido como entorno digital, creando inclusive intercambios
múltiples. Por otra parte, existen espacios de literatura en la red donde ningún
“comecaca” de los encargados, es capaz de contestarle o simplemente responder al
escritor que envía sus trabajos para revisión y posible publicación. Uno agradecería que
por lo menos, le respondiesen por email algo como que: “Los textos enviados por Usted no
podrán ser incluidos por razón de espacio y tiempo. En estos momentos no recibimos
colaboraciones; sin embargo, lo contactaremos si más adelante es seleccionado por el
comité evaluador, gracias”. Así sean mentiras, se podrían aceptar y que por lo menos, las
escriban al correo de quien envía. Suele haber casos, donde el silencio es algo parecido a
la estupidez. También pasa que un “escritor terrible” a veces, no es capaz de aceptar que
a sus escritos les falta “fogueo y gasolina”.

En el universo de las editoriales, encontramos hasta las más significativas y


dedicadas, así como las que te ofrecen que firmes un contrato donde no te pagarán jamás
derechos de autor, sino que te dan el 10% de los libros impresos y que tú te revientes
intentando vender en la calle o a tus amigos -sin dinero- para que te lancen un duro o un
plato de papas y frijoles, menos el ron. Quienes hemos hecho eso de publicar sin pago
alguno, sabemos muy bien que nos “auto-jodimos”, porque deseábamos sacar el
poemario “equis” a como diera lugar. Somos tan culpables como la editorial misma en la
marca del crimen auto-asumido. Muchas veces al publicar, aunque no nos traigamos la
pasta, creemos sentirnos como en el poema de Hanni Ossott: “…Sé que sostengo entre
palabras un adentro del afuera…” Y levitamos orgásmicos en nuestra excitación.

Aunque más del 90% de nuestro cuerpo esté conformado por polvo de estrellas
según la ciencia, igualmente podemos escribir experimentando entre otros, mucho
estiércol, extra cursilerías, lugares tan vagos como comunes y palabrerías demasiado
barrocas o adulteradas de verborrea para la ocasión. No hay que ser muy genio para
saber que ponerse a escribir tal como Neruda lo hacía hace tanto tiempo, sería hoy día -en
plena contemporaneidad-, algo más que un suicidio planetario. Leer los poemas
nerudianos no está de más, pero escribir desde el pasado sin una crítica revisión de lo que
ya pasó y lo está pasando ahora en las transformaciones del lenguaje y la escritura, sería
desfasado y “melancolicón”. Algunos poetas o no poetas se sienten reptilianos,
agnósticos, “ateo-espirituales”, invisibles e invencibles y post-apocalípticos. Unos contra-
poetas u “odiadores de la poesía ramplona” podrían ser “adictos a la escribieruela”; pero
también existen los metrosexuales que con versos enamoran nenas o “nenos” al pasar.
Los milennials (del milenio), en cambio parecen nacidos dentro de un computador, su
sensibilidad es más que digital, es eléctrico-cibernética y se mantienen “medio
equilibrados” en su cordón umbilical USB. No hay que ser muy poeta para ser capaz de
generar sus propias metáforas, chispas y alumbramientos de las sensaciones energéticas
más sublimes o las más cercanas al lodo, al propio inframundo lírico. Puede un herrero,
un trabajador de la basura urbana, o un sucio indigente llegar a ser una especie de poeta
callejero o transeúnte. Un “anónimo jodedor” llegó a declamar que una mujer debía
quedarse con quien le hiciera sentir “mariposas en el clítoris”; porque lo del estómago era
sólo hambre.

Quienes nacimos en los setentas, apenas conocimos el lápiz, no existían


computadores en nuestro país (como los conocemos ahora). Los “cuarentones”, llegamos
a “dibujar letras” incluso con carbones de leña. Yo me pregunto ahora: ¿Existirá una
poesía neo-hardcore, una hispter, y un “nuevo poeta” de las enredadas redes del
mainstream?

Pueden encontrarse en la actualidad, diversos estudios e investigaciones de


compilación muy valederas sobre escritores a manera de antologías en los más conocidos
ambientes literarios como en los más recónditos lugares. De entre tantas antologías,
podríamos con suerte toparnos con ciertos estudios sólidos, trabajados y desarrollados sin
el pudor o la exclusión hacia nuevos autores (o alternativos) en variados casos; pero
igualmente nos encontraremos con antologías realizadas en séquitos y grupúsculos de los
“amiguitos de los más amiguitos” dentro del poder institucional-cultural, dígase familiar,
sexual, político, “de clase social” o “de farras”.

Para escribir firmemente y de modo audaz, tampoco hay que estar navegando en
fantasías de LSD, o en canales inter-cósmicos emporrados de rock n roll o estar por otro
lado, embriagado de ginebras o en la “caña clara del abandonado” en su boulevard roto.
En el campo de los artistas visuales, auditivos, escénicos, circenses, y demás, pueden
encontrase situaciones parecidas entre los creadores de tanto des-orden y zaperoco de
poiesis.

Sobre el mundo de las competiciones y ciertos premios literarios españoles, deja


clara su posición el escritor José Manuel Caballero cuando se refiere críticamente a tales
concursos: “Lo que prevalece a la larga es la rentabilidad comercial o el lucimiento de la
entidad patrocinadora. Eso de descubrir nuevos valores viene a ser un reclamo para
incautos o algo así”*5. El escritor Juan Marsé (Premio Planeta, 1978), después de estar
haciendo críticas y recomendaciones al Premio Planeta en 2005 advirtió que: “los
componentes del jurado, muchos de ellos vinculados laboralmente a la editorial Planeta
desde hacía años, no podían evitar cierta complacencia acrítica que convenía a ciertos
postulados oportunistas, meramente comerciales y literariamente vacuos. El negocio
primaba sobre la literatura”. Sobre el caso contrario, uno podría decir sobre concursos
mejor desarrollados -tratando de ser equilibrados- que: Bienvenidos los premios
“honestamente entregados” o “justamente ganados”. Ahora bien, valdría la pena
preguntarse sobre cuánto ha jodido y bloqueado el proceso de trabajo de tantos
escritores, al enfrentarse a la testarudez de tanta competición absurda en busca de
“vedettes”. Y cuánta falta ha hecho la posibilidad de “becas”, “incentivos variados a la
creación”, financiamientos para encuentros creativos permanentes de escritura, etc.

Pensemos en una crítica y propuesta sistémica, más allá de lo planteado por


Manuel Caballero y Marsé. Es decir, plantear una idea más estructural y holística como
salida. La pregunta es: ¿hasta qué punto es interesante que se haga una mega-actividad y
un gran show sólo para premiar una obra o un único autor o autora, en medio del festín y
las celebraciones del caso eventual? O sea, qué tal hacer un espectáculo “buscando un o
una sola ganadora” para mandar a la verga a los 1000 escritores participantes, de los
cuales si quiera 170 podrían ser potenciales o interesantes escritores. No es muy divertido
tratarles como “simples pedos bajo el agua” ¿No creen? Imaginemos entonces, unas
convocatorias diferentes donde se lograse generar financiamientos variados para más de
un escritor (claro, con mayores recursos y uniendo esfuerzos entre editoriales y países en
sendos convenios, tomando la base de datos de los participantes). Además, que se
publicase más de un libro incluyendo, una antología de textos de los escritores más
sobresalientes o cuya literatura fuese impresa por su audacia, originalidad, densidad, etc.
Y no sólo contentos con ello, que se crearán más encuentros o ferias alternativas para
promover a otros poetas, narradores y participantes de la misma convocatoria que
aunque no resultasen ganadores en la competición, fuesen igualmente potentes y
valiosos sus trabajos. Se intentaría proyectar de ese modo, a más escritores y logrando
quizás, que otras editoriales conozcan y hasta se arriesgasen a querer publicar a otros
creadores, más allá del concurso en cuestión. Tales encuentros podrían realizarse como
“reflexión diálogica ampliada” donde críticos, jurados, escritores, editores y público en
general, compartiesen ideas, proyectos, críticas constructivas (y no tanto), y hasta sueños
“descalabrados”.

Por otra parte, pueden realizarse convocatorias de publicación e impresión de


libros de tipo más artesanal o más micro-empresarial, tomando en cuenta que la
espectacularidad no es suficiente al hablar de literatura. Hoy día, muchos escritores
sobreviven haciendo traducciones, redacciones, revisiones, produciendo “libros de autor”
de poco tiraje o ejemplares; o también dictando talleres literarios y en el campo de las
pedagogías de la lecto-escritura y la educación no convencional. Existen escritores que
poseen otras profesiones para sobrevivir, y aparte siguen creando literatura, aunque no
ganen concursos o simplemente, les “vale madres” los mismos. Se puede participar en un
concurso sólo por necesidad o sobrevivencia, y luego al ganarlo (teniendo en mano el
premio en metálico); podría ser divertido, declarar que “los concursos y competiciones
son una mierda” pero se necesitaba la pasta para llevar “el pan al hogar” y algo para los
vicios que amerita un “cerebro de escritor”. Tal declaración, podría no agradar a los
jurados, a la policía, a los críticos o a la “ciudad en vela”, o a vuestras propias madres, lo
cual tampoco debe importar mucho a un “no tan mal poeta”. Defraudarnos de vez en
cuando, puede ser un “relajo de fuego en juego”. En la canción “Lo niego todo” Joaquín
Sabina plantea: “He defraudado a todos, empezando por mí”.

Si de niños, nuestros padres o la escuela, nos hubiese permitido descubrir que


literatura podría ser también cada cosa loca que vivíamos de pequeños, y que nos dejasen
escribirlo-relatarlo con nuestras propias palabras y dibujos a los 9 años, quizá nuestra
seducción por la auto-creación y más adelante por los libros, habría nacido
tempranamente. Pero, se nos invadía con textos pesadamente aburridores o
exageradamente complejos, para que un chico en vez de enamorarse de la lectura
terminase al contrario, obviando o hasta odiando lo literario e institucionalizado, lo
estandarizado, lo controlado u obligado. Un niño podría en su ingenuidad llegar a decir:
“Los huevos son cocos que ponen los osos”. ¡Y vaya, qué gran poema habría dicho! Ante
toda esta reflexión; entonces, uno concluiría con razón, que seguro ha sido gigantesco e
histórico el daño (el “joder” digamos), que ha causado en personas “creactivas” desde
niños (artistas o creadores bloqueados), nuestra sociedad cuadrada y visceralmente
carcelaria hace muchos años. Tales perversiones habrán ido convirtiendo en pasividad o
acostumbramiento en el ser ya pasivo, tantos sueños de creación estética. Por supuesto,
existen creadores que a pesar de lo crudo de lo vivido y los bloqueos, han renacido como
muchos fénix, y han generado una creación desde la resiliencia.

Narrar ficción es mentir, posiblemente, con gran belleza. Escribir cuentos es


“cuentear” o hacer recorrer tantas “historias de vida” con la palabra envuelta en magia,
horror o humor, y demás posibilidades que el narrador sabe sacar de su “casita neuronal”.
Facundo Cabral hizo célebre la frase de la mamá del Gabo, cuando expresó: “Yo no sé
nada de literatura, yo sólo sé que el Gabo tiene mucha memoria porque todo eso que
escribió se lo contaron” . Vargas Llosa, declara: “En efecto, las novelas mienten -no pueden
hacer otra cosa-, pero ésa es sólo una parte de la historia. La otra es que, mintiendo,
expresan una curiosa verdad, que sólo puede expresarse disimulada y encubierta,
disfrazada de lo que no es. Dicho así, esto tiene el aire de un galimatías. Pero, en realidad,
se trata de algo muy sencillo. Los hombres no están contentos con su suerte, y casi todos -
ricos o pobres, geniales o mediocres, célebres u oscuros- quisieran una vida distinta de la
que llevan. Para aplicar -tramposamente- ese apetito nacieron las ficciones. Ellas se
escriben y se leen para que los seres humanos tengan las vidas que no se resignan a no
tener”*6. Los poetas también mienten como mudos perros marinos, los pintores mienten
a colores o sin brocha alguna. La mentira poética es quizás, una extraña e interesante
verdad. “El loco hierra pero no miente” decía el español María Panero desde su
manicomio azul. Escribir podría ser un intento por “endemoniar dioses”, “espiritualizar
verbos”, “purificar negruras del alma” o “sacar de quicio a alguien”. Dicen que Benedetti
cuenta sobre una “historia romántica” lo siguiente: “Me enamoré de sus demonios y ella
de mi oscuridad, éramos el infierno perfecto”. Más adelante dirá Benedetti si lo
parafraseamos, que este jodido mundo es un pobre planeta de mierda y de huesitos
rodando redondo en el espacio. Eso es una poética de descripción fatal de lo que sucede
y parece “un no tan lindo poema” para obsequiar. En otros cuantos poemas, Benedetti se
pone demasiado dulce y “romanticón”, vamos a estar claros.

El gran Cantinflas expresaba: “O nos tratamos como caballeros o nos tratamos


como lo que somos”. No sabremos si este texto que ahora leen ustedes, sirva de algo
para generar reflexión, duda o hasta divertimento, pero es lo que le sale a deshoras a este
servidor o “mal escribidor”. La vida nos hace ser lo que somos, es decir, unos
“incivilizados mamiferianos” que se abotonan, se descalabran y masturban, se leen de
reojo o “muchas veces se joden entre sí”; pero otras veces, sólo otras veces escriben y
escriben sin parar, incendiándolo todo con genialidad.

Ender Rodríguez

*1 https://www.letraslibres.com/mexico/literatura/escribir-libros-es-el-peor-negocio-del-
mundo?fbclid=IwAR3XPv1E7X1IJSLk02_uuSSRpqdlKeNDpR4WZFcgUzGaJGwAU9xHuj4osjo

*2 https://letralia.com/ciudad-letralia/cronicas-del-olvido/2019/02/11/poesia-y-suicidio-de-miguel-
marcotrigiano/

*3 https://poeticas.es/?p=77

*4 https://laslecturasdemrdavidmore.blogspot.com/2014/06/insultos-peleas-y-criticas-entre.html

*5 https://elpais.com/cultura/2017/02/10/babelia/1486723630_593071.html

*6 https://elpais.com/diario/1984/07/25/opinion/459554410_850215.html

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