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PALABRAS DE BIENVENIDA- EVENTO ACADÉMICO

21 DE MAYO 2016

El profundo deseo de aprender es un valor que muchos maestros poseen, el ahínco por
conocer las curiosidades del mundo y la tenacidad para enseñarlas, es un arte. Siempre quise ser
maestra, no de Lengua Castellana como soy ahora, sino de Matemáticas me encantaban los
números, las fracciones, los algoritmos y los retos; pero por azares del destino estudié la rama más
completa, hermosa y compleja que aborda el ser humano, el lenguaje y su comunicación. Es allí en
medio del amor a la lectura y la escritura que un maestro se forma, se moldea, crea su propio
criterio y pensamiento, rompe las barreras de la mente para expresar con palabras sus
conocimientos y sentimientos, es mirar más allá, encontrar lo que no está oculto pero tampoco es
visible, esos enunciados de los cuales tanto menciona Foucault. Porque, el lenguaje es plástico y
va más allá de la escritura y la lectura, le permite al maestro expresarse sin palabras en el aula, y
hacerse entender con miradas y gestos. Pero todo no queda allí, en medio de este fascinante
mundo cambiante nos encontramos que a pasos gigantes la tecnología está más cercana o podría
decirse incorporada al ser, como una extensión de lo humano, como una herramienta que traspasa
las fronteras del interior, de la mente y las emociones.

Como no analizar el fenómeno del zapping lector, es decir esa práctica de estar saltando de
un texto a otro, de un idioma a otro, en cuestión de segundos; ¿quién no se ha perdido en la red, y
termina buscando algo diferente a su propósito inicial? Se necesita de maestros críticos que
apropien la literacidad electrónica que menciona Cassany, en cuanto integrar a los discursos, el
habla, la escritura y la imagen con una capacidad creadora y única para determinar el poder de la
Web. Porque el saber adquiere poder y ese poder no puede estar en manos de la tecnología, debe
ojalá estar en manos de los maestros, formadores de ciudadanos.

Es por ello, que ser Magister es pensar de otro modo, ver a la tecnología como una aliada y
no como una rival, un instrumento al cual se le puede dar un buen uso en beneficio pedagógico y
educativo. Ser Magister implica ver la pedagogía con ojos de cirujano y encontrar en cada detalle
razones de estudio y de investigación; ser Magister es ser como niño y cuestionarse día a día sobre
las prácticas pedagógicas y preguntarse con insistencia cómo mejorarlas para hacer del aprendizaje
un proceso efectivo; ser Magister es tener un corazón de madre capaz de vivir con cercanía el
sentir de cada estudiante, sin importar el número, sino la calidad. Es investigar y no repetir, es
crear y no destruir, es avanzar con la sociedad y no quedarse juzgando los cambios. Ser Magister es
moldear almas y tener la plena convicción que en las manos del maestro esta una pequeña
representación de la humanidad, que vive o quizá sobrevive en medio del caos.
Hoy queridos maestros los deseo felicitar, por ser valientes, por amar y lanzarse a estudiar
en medio de las múltiples tareas diarias, perdiendo la cordura, porque hay que estar loco para
dejarse apasionar por Foucault, Moran, y quien sabe cuántos otros filósofos más. Se pierde la
cordura al comenzar a escribir ideas que fluyen como estrellas fugaces y plasmarlas en el papel con
claridad y sentido. Hay que estar loco para sacrificar tiempo en familia por el estudio, abandonar
horas de sueño por la lectura, momentos de descanso por la escritura y llegar a hacer de las
conversaciones el tema central de la investigación. Pero solo con la locura la vida adquiere sentido
y la educación aún más, porque necesita, de ustedes maestros, capaces de lanzarse al vacío solo
con sus habilidades y conocimientos en pro de sus estudiantes, maestros innovadores y críticos,
maestros fuertes de carácter pero nobles de espíritu, maestros tecnológicos que no abandonan los
libros, que luchan sin descanso por los sueños de otros y que dedican la vida entera a formar no
solo mentes, sino corazones.

Yo como egresada de la Universidad, y ahora maestra me encuentro atónita al tener la


oportunidad de ver con alegría, a tantos maestros que desean lo mejor para la educación
colombiana. Esta su Universidad siempre tendrá los brazos abiertos, con su sello impecable de
humanidad, es su segunda casa, porque la Universidad San Buenaventura es testimonio de la
práctica de la dignidad humana en medio de este mundo tecnologizado, no ha perdido la
importancia del buen trato, la sonrisa sincera, la cercanía con el otro, la escucha afectiva, la
amabilidad y ante todo el respeto al ser maestro. Llegar a la Universidad es como sentirse en casa,
en familia y tener la oportunidad de hacer historia del conocimiento y de formarse día a día como
el maestro que necesita nuestra abatida patria. Por esto, hoy ustedes generan en nosotros
admiración y respeto, porque son la razón del existir de la Universidad.

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