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CORO
ESTROFAS
I IV
Indignados tus hijos del yugo Cedió al fin la fiereza española,
que te impuso la ibérica audacia, y hoy, oh Patria, tu libre existencia
de la injusta y horrenda desgracia es la noble y magnifica herencia
que pesaba fatal sobre ti, que nos dio, el heroísmo feliz;
santa voz a los cielos alzaron, de las manos paternas la hubimos,
voz de noble y sin par juramento, nadie intente arrancárnosla ahora,
de vengarte del monstruo sangriento, ni nuestra ira excitar vengadora
de romper ese yugo servil. quiera, necio o audaz, contra sí.
V
II
Nadie, oh Patria, lo intente. Las sombras
Los primeros los hijos del suelo
de tus héroes gloriosos nos miran,
que, soberbio; el Pichincha decora
y el valor y el orgullo que inspiran
te aclamaron por siempre señora
son augurios de triunfos por ti.
y vertieron su sangre por ti.
Venga el hierro y el plomo fulmíneo,
Dios miró y aceptó el holocausto,
que a la idea de guerra, y venganza
y esa sangre fue germen fecundo
se despierta la heroica pujanza
de otros héroes que, atónito, el mundo
que hizo al fiero león sucumbir.
vio en tu torno a millares surgir.
VI
III
Y si nuevas cadenas prepara
De estos héroes al brazo de hierro
la injusticia de bárbara suerte,
nada tuvo invencible la tierra
gran Pichincha! prevén tú la muerte
y del valle a la altísima sierra
de la patria y sus hijos al fin;
se escuchaba el fragor de la lid;
hunde al punto en tus hondas entrañas
tras la lid la victoria volaba,
cuanto existe en tu tierra: el tirano
libertad tras el triunfo venía,
huelle sólo cenizas y en vano
y al león destrozado se oía
busque rastro de ser junto a ti.
de impotencia y despecho rugir.