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EL CRISTIANO Y SU CONDUCTA I
El mundo en el cual vivimos hoy es, sin lugar a dudas, un mundo donde cada
individuo se siente con la libertad de pensar y hacer lo que mejor le parezca. Hay
libertad de pensamiento y libertad de conducta. Y aunque existen leyes que controlan
el comportamiento de las personas con el fin de producir una convivencia segura,
muchas personas pasan por alto esas leyes y viven y se comportan como les da la
gana.
A. ¿QUE ES LA CONDUCTA?
Pedro exhorta a sus lectores a que mantengan una conducta ejemplar entre los
no creyentes para que den testimonio de su fe en Jesucristo a pesar de las
circunstancias difíciles que viven.
Pedro indica dos cosas que los cristianos debían hacer, y comienza con la
negativa “abstenerse” mantenerse lejos, distanciarse. El cristiano debe
quedarse distante de los valores y deseos del mundo. La batalla es
constante, por lo que debemos estar permanentemente en guardia y
atentos. “Me dije a mí mismo: Mientras esté ante gente malvada vigilaré mi conducta, me abstendré de
pecar con la lengua, me pondré una mordaza en la boca.” Salmos 39:1 NVI.
Pedro no exhorta a los cristianos a separarse del mundo. Los insta, más
bien, a “abstenerse de deseos pecaminosos” y a cuidar sus propias
almas.
Los “deseos pecaminosos” son los que dominaban su vida anterior (1 Pedro
4:2-3; 1:14) y los clasifica como carnales. Los deseos carnales son las
pasiones o los anhelos pecaminosos que pertenecen a la vida sin Cristo.
Los cristianos debemos mantener una buena conducta para que los gentiles
(inconversos) glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar
(observar con cuidado por un periodo de tiempo lo que no ha notado antes
y de reflexionar sobre la manera que cambió radicalmente su opinión de
murmurar a glorificar) nuestro buen comportamiento. Con estas palabras
Pedro nos recuerda la enseñanza del Señor Jesús en el Sermón del Monte,
“Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras
buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo
5:16)
CONCLUSIÓN.
¿Qué harás ahora? Pídele a Dios que te enseñe a comportarte bien. “Dime si mi
conducta no te agrada, y enséñame a vivir como quieres que yo viva”.
Salmos 19:24 (TLA) ¡Que Dios nos ayude a hacer la diferencia en la sociedad!