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FEDERICO NIELSEN∗
1
Farrando, Ismael, “La contratación administrativa: normas y principios”, Documentación Administra-
tiva N° 267-268, INAP, Madrid, septiembre 2003- abril 2004, pp. 323/324.
2
Ver, para la conceptualización de la licitación pública como un procedimiento administrativo, Comadi-
ra, Julio R., La Licitación Pública –nociones, principios, cuestione–, segunda edición actualizada y
ampliada, Buenos Aires, Lexis Nexis, 2006, p. 5 y sigs.
3
Para profundizar acerca de la cuestión vinculada con el requisito de eficiencia de los actos de alcance
general, aunque analizados con especial referencia al campo de la intervención administrativa en las
industrias de redes naturalmente monopólicas, puede consultarse el excelente trabajo de Leonardo F.
Massimino, “Un aporte desde la ley de procedimientos administrativos para el dictado de actos de
alcance general eficientes (en especial, en el campo de la intervención administrativa en las industrias de
redes naturalmente monopólicas)”, tesina presentada para optar al Máster en Derecho Administrativo,
Universidad Austral, 2005, defendida el 08-05-06 (inédita).
4
Coviello, Pedro J. J., “Los principios generales del Derecho en el Derecho Administrativo”, Documen-
tación Administrativa N° 267-268, Madrid, INAP, septiembre 2003- abril 2004, p. 119.
5
González Pérez, Jesús, El principio general de la buena fe en el Derecho Administrativo, Madrid,
Civitas, p. 62.
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blicas Transparentes, Buenos Aires, 2006. También puede consultarse el trabajo de Mairal, Héctor A.,
La teoría del contrato administrativo a la luz de recientes normativas, Suplemento especial El Contrato
Administrativo en la Actualidad, La Ley, Buenos Aires, 2004, pp. 3/28.
13
Farrando (h), Ismael (Director), Contratos Administrativos, Buenos Aires, Lexis Nexis – Abeledo
Perrot, 2002, p. 44.
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4.1) La razonabilidad
Cuando se menciona la razonabilidad como principio, siempre debe tenerse en
cuenta que se trata de un “concepto jurídico indeterminado”14, es decir, de un concep-
to amplio cuyo significado preciso se determina caso por caso, en el momento de su
utilización15.
La trascendencia del principio de razonabilidad radica en que es uno de los que
mayor extensión tiene dentro del sistema jurídico, y se encuentra en vías de ser reco-
nocido como el más importante del ordenamiento16 .
Coincido con los autores que señalan que, para analizar la razonabilidad en un
determinado supuesto, no puede omitirse la consideración de que aquélla se desplie-
ga en tres subprincipios que, a la postre, permitirán determinar concretamente el
alcance de la razonabilidad. Estos subprincipios son: el de adecuación, el de necesi-
dad y el de razonabilidad en sentido estricto.
i. Subprincipio de adecuación
Este subprincipio se refiere a la idoneidad del medio escogido para el cumpli-
miento del fin buscado.
Si estuviésemos analizando normas, implicaría que la norma reguladora de un
derecho sea adecuada o idónea para el logro del fin que se busca alcanzar mediante
su dictado. Es decir, establecido el fin que busca el legislador y el medio que em-
plea, debe verificarse que este último resulte apto para el logro del primero. La Ley
N° 19.549 consagra este subprincipio en su Artículo 7° inc. f) cuando, al referirse a
los elementos del acto administrativo, establece que las medidas que el acto involucre
deben ser proporcionalmente adecuadas a la finalidad de interés público que debe
perseguir el acto conforme a la norma habilitante.
En este punto conviene puntualizar que el subprincipio de adecuación puede
identificarse con lo que comúnmente se denomina eficacia de una medida o decisión,
noción que no debe confundirse con la eficiencia17, que luego abordaré y que, por
14
Grecco, Carlos M. – Guglielminetti, Ana P., “El principio de proporcionalidad en la Ley Nacional de
Procedimientos Administrativos de la República Argentina (glosas preliminares)”, Documentación Ad-
ministrativa N° 267-268, INAP, Madrid, septiembre 2003- abril 2004, p. 133.
15
García de Enterría, Eduardo – Férnadez, Tomás, Curso de derecho administrativo, Tomo I, décima
edición, Madrid, Civitas, 2000, p. 457 y sigs.
16
Gordillo, Agustín A., “Fuentes...”, op. cit., p. 241 y sigs; también expresado en su Tratado de Derecho
Administrativo, T. I, 8° edición, Buenos Aires, Fundación de Derecho Administrativo, 2003, p. VI-35.
17
Con un ejemplo se advierte notoriamente la mencionada distinción. En efecto, ante la necesidad de
compra, por parte del Estado, de artículos de librería por un valor de $ 60.000, una decisión eficaz
consistiría en hacer uno, dos, tres o cinco contratos con tal de que se obtengan los insumos requeridos.
No obstante, celebrar más de un contrato en el caso referido no se presenta como una decisión eficiente,
pues si bien se alcanza el fin perseguido, el “costo” para su obtención no es el menor.
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18
Es, para quienes clasifican la noción de eficiencia, la denominada eficiencia productiva (cfr. Funda-
ción de Investigaciones Económicas Latinoamericanas, La regulación de la competencia y de los servi-
cios públicos. Teoría y experiencia argentina reciente, Buenos Aires, 1999, p. 66, nota 1).
19
Cfr. Sacristán, Estela B., “Eficiencia y Tarifas (con especial referencia al factor X)”, Derecho Adminis-
trativo 2001, Buenos Aires, Lexis Nexis-Depalma, 2002, p. 173.
20
Como claro ejemplo de exigencia normativa de eficacia en el marco de la contratación pública, que
sirve para distinguirlo de la eficiencia, puede señalarse la Resolución del Interventor del Sistema Nacio-
nal de Medios Públicos (Sociedad del Estado) N° 12/02 (BO 02-05-2002) en tanto su Artículo 1° dispo-
ne que con carácter previo a efectuar toda contratación de bienes y servicios, es obligación de las geren-
cias respectivas, emitir un dictamen sobre la equidad y la eficacia de tales contrataciones con relación a
los fines perseguidos por la mencionada Sociedad del Estado.
Otro ejemplo, más reciente, es el Artículo 9° de la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrup-
ción, aprobada por Ley N° 26.097, que estableció: “1. Cada Estado Parte, de conformidad con los
principios fundamentales de su ordenamiento jurídico, adoptará las medidas necesarias para establecer
sistemas apropiados de contratación pública, basados en la transparencia, la competencia y criterios
objetivos de adopción de decisiones, que sean eficaces, entre otras cosas, para prevenir la corrupción.
Esos sistemas, en cuya aplicación se podrán tener en cuenta valores mínimos apropiados, deberán abor-
dar, entre otras cosas: a) la difusión pública de información relativa a procedimientos de contratación
pública y contratos, incluida información sobre licitaciones e información pertinente u oportuna sobre la
adjudicación de contratos, a fin de que los licitadores potenciales dispongan de tiempo suficiente para
preparar y presentar sus ofertas; […] d) Un mecanismo eficaz de examen interno, incluido un sistema
eficaz de apelación, para garantizar recursos y soluciones legales en el caso de que no se respeten las
reglas o los procedimientos establecidos conforme al presente párrafo [...] 2. Cada Estado Parte, de
conformidad con los principios fundamentales de su ordenamiento jurídico, adoptará las medidas apro-
piadas para promover la transparencia y la obligación de rendir cuentas en la gestión de la hacienda
pública. Esas medidas abarcarán, entre otras cosas:
a) Procedimientos para la aprobación del presupuesto nacional;
b) La presentación oportuna de información sobre gastos e ingresos;
c) Un sistema de normas de contabilidad y auditoría, así como la supervisión correspondiente;
d) Sistemas eficaces y eficientes de gestión de riesgos y control interno; y
e) Cuando proceda, la adopción de medidas correctivas en caso de incumplimiento de los requisitos
establecidos en el presente párrafo […]”
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do, tiene lugar un juicio de comparación entre el medio escogido y los otros medios
hipotéticos que eventualmente habría podido seleccionar2. Así, la medida sólo supe-
rará este test si se verifica que el administrador utilizó el medio menos gravoso o
restrictivo.
Si continuamos con el ejemplo del legislador, el subprincipio de necesidad pres-
cribe que aquél escoja de entre los medios idóneos para el logro del fin que procura el
que resulte menos restrictivo de los derechos involucrados22. Implica, necesariamen-
te, un juicio de comparación entre el medio elegido por el legislador y otros medios
hipotéticos que hubiera podido elegir23.
Conviene consignar que este subprincipio es el que permite que la razonabilidad
deje de ser una garantía contra la arbitrariedad para pasar a ser un medio para lograr
la mejor medida posible para el caso concreto.
21
Álvarez Álvarez, Fernando D., “Algunas reflexiones en torno al principio de razonabilidad en la
actuación de la Administración Pública”, JA 2005-I-970.
22
Ver, en este sentido, el considerando 8° del voto del Dr. Fayt en la causa “Granada”, Fallos: 307:2284
(CSJN, 03-12-1985).
23
Lamentablemente, la Corte Suprema de Justicia de la Nación sostuvo históricamente que no debe
aplicar este subprincipio. Sobre el subprincipio de necesidad en general, y esta última afirmación en
particular, cfr. Cianciardo, J., “El subprincipio de necesidad y el control constitucional de razonabili-
dad”, ED, 185-898.
24
Álvarez Álvarez, Fernando D., “Algunas reflexiones...”, op. cit.
25
Sacristán, Estela B., “Control judicial de las medidas de emergencia (a propósito del análisis de costo-
beneficio)”, en Scheibler, Guillermo (coord.), El Derecho Administrativo de la Emergencia, IV-V, Bue-
nos Aires, Fundación de Derecho Administrativo, 2005, pp. 111/140.
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26
Como señala Sacristán, un concreto ejemplo de adopción, por parte del legislador, del análisis entre
costo y beneficio es observable en una reglamentación emanada de la Sindicatura General de la Nación.
En efecto, la Resolución N° 192/02 –modificada por la Resolución N°12/07–, que lleva la firma del
Profesor Julio Rodolfo Comadira, en ese entonces Síndico General de la Nación, regula la decisión
eficiente en materia de perjuicio fiscal. Como es sabido, todo conflicto llevado a sede judicial depara
costos, y, según los casos, dichos costos pueden o no superar los beneficios de una sentencia favorable.
Pues bien, la mencionada resolución, dictada con invocación del Decreto Nº 1.154/97 interpreta la
expresión “perjuicio fiscal registrado” a los efectos de cuándo se opera un perjuicio al Fisco, y fija la
pauta, una vez determinada la responsabilidad y el monto del perjuicio fiscal, para determinar la “econo-
micidad” o “antieconomicidad” de iniciar actuaciones judiciales contra el responsable. La citada resolu-
ción se motiva en que “procede establecer un monto mínimo del daño patrimonial, debajo del cual su
recupero devenga razonablemente antieconómico para el Estado Nacional”. Ello, en razón de que “en la
medida en que la relación costo-beneficio, en función de los gastos causídicos que demanden las actua-
ciones judiciales, pueda resultar negativa y termine produciendo un mayor menoscabo”. Por ello, la
resolución analizada resuelve fijar dos “pautas de antieconomicidad”: a) el recupero de sumas inferiores
al 50% de la asignación mensual básica de los agentes de nivel “A” del escalafón , o bien b) en el caso
de montos mayores, que se demuestre “fundada, precisa y concretamente” que la relación costo-benefi-
cio resulte negativa (Sacristán, Estela B., “Control judicial…”, op. y loc. cit.).
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27
Álvarez Álvarez, Fernando D., “Algunas reflexiones...”, op. cit.
28
Cassagne, Juan C. (Estela Sacristán –colaboradora–), El contrato administrativo, segunda edición
actualizada y ampliada, Buenos Aires, Lexis Nexis, 2005, p. 74.
29
CSJN, 1991, “Astilleros Alianza”, Fallos: 314:1202.
30
Álvarez Álvarez, Fernando D., “Algunas reflexiones...”, op. cit.; Mairal, por su parte, también menciona
algunas causas por las cuales ciertas decisiones adoptadas en el marco de una contratación administrativa
soslayan la aplicación del subprincipio de necesidad (Mairal, Héctor A., “Los defectos de la contratación
pública”, Revista de Derecho Público 2006-1, Santa Fe, Rubinzal Culzoni, 2006, p. 167 y sigs.).
31
Gordillo, Agustín A., Tratado..., op. cit., p. VI-36/7.
32
Gordillo, Agustín A., Tratado..., op. cit., p. VI-36/7.
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33
Ferrajoli, Luigi, Derechos y Garantías –la ley del más débil–, cuarta edición, Madrid, Trotta, 2004,
pp. 37, 45 y sigs. Este autor elabora una definición teórica –no dogmática–, “puramente formal o estruc-
tural de derecho fundamental” en la que comprende “todos aquellos derechos subjetivos que corresponden
universalmente a ‘todos’ los seres humanos en cuanto dotados del estatus de personas, de ciudadanos o
personas con capacidad de obrar; entendiendo por ‘derecho subjetivo’ cualquier expectativa positiva (de
prestaciones) o negativa (de no sufrir lesiones) adscrita a un sujeto, prevista asimismo por una norma
jurídica positiva, como presupuesto de su idoneidad para ser titular de situaciones jurídicas y/o autor de los
actos que son ejercicio de éstas.” (p. 37).
Ferrajoli encuentra cuatro claras diferencias estructurales entre derechos fundamentales (v. gr. libertad)
y derechos patrimoniales (v. gr. propiedad). La primera de ellas consiste en que los primeros son univer-
sales respecto de la cuantificación de sus titulares; en cambio los patrimoniales son singulares, pues para
cada uno de ellos existe un titular determinado (incluyendo en este concepto la posibilidad del condomi-
nio o copropiedad). Como consecuencia de esta distinción, surge que los derechos fundamentales están
reconocidos a todos sus titulares en igual forma y medida, son inclusivos y forman la base de la igualdad
jurídica; los patrimoniales pertenecen a cada uno de manera distinta, tanto en cantidad como en calidad,
son exclusivos y por ello están en la base de la desigualdad jurídica.
La segunda diferencia es que los derechos fundamentales son indisponibles, inalienables, inviolables,
intransigibles, personalísimos y, como tales, permanecen invariables; en cambio, los patrimoniales son
disponibles por su naturaleza, negociables, alienables y acumulables.
La tercera diferencia tiene que ver con la estructura jurídica de los derechos. En efecto, los derechos
fundamentales son normas, tienen su título inmediatamente en la ley, son todos ex lege, conferidos todos
a través de reglas generales de rango habitualmente constitucional. Por el contrario, los derechos patri-
moniales son predispuestos por normas que los prevén como sus efectos. Así, al ser disponibles, están
sujetos a vicisitudes tales como ser constituidos, modificados o extinguidos por actos jurídicos, tienen
por título actos de tipo negocial, tales como contratos, donaciones, testamentos, sentencias, decisiones
administrativas, por cuya virtud se producen, modifican o extinguen.
Finalmente, la cuarta diferencia estriba en que los derechos fundamentales son verticales, en tanto las
relaciones jurídicas mantenidas por los titulares de estos derechos son de tipo publicista, o sea del
individuo frente al Estado y, además, cuando los derechos fundamentales tienen expresión en normas
constitucionales, corresponden prohibiciones y obligaciones a cargo del Estado, cuya violación es causa
de invalidez de leyes y demás decisiones públicas y cuya observancia es, correlativamente, condición de
legitimidad de los Poderes públicos. Por su parte, los derechos patrimoniales son horizontales, en el
sentido de que las relaciones jurídicas mantenidas por sus titulares son intersubjetivas de tipo civilista
(contractual, testamento, donaciones, etc.). A su vez, a esta clase de derechos les corresponde la genérica
prohibición de no lesión en el caso de los derechos reales o bien obligaciones de deber en el caso de los
derechos personales o de crédito (pp. 45/50).
CUESTIONES DE CONTRATOS ADMINISTRATIVOS 573
34
Gordillo, Agustín A., “Fuentes...”, op. cit., p. 241 y sigs., también reproducido en Gordillo, Agustín
A., Tratado..., op. cit., pp. VI-34 a VI-39.
35
Debo señalar que, en este aspecto, la Secretaría de Hacienda del Ministerio de Economía y Produc-
ción, mediante la Resolución Nº 515/2000, aprobó el Manual Práctico para la Adquisición, Enajenación
y Contratación de Bienes y Servicios del Estado Nacional, en el cual se plasmó normativamente todo lo
vinculado al procedimiento que se desarrolla en el ámbito interno de la Administración, con motivo de
la celebración de un contrato público. En este sentido, recomiendo la consulta del ilustrativo diagrama
de las etapas de la contratación relacionada con los órganos intervinientes elaborado por la Fundación
Poder Ciudadano insertado en la reciente publicación Transparencia y control social en las contratacio-
nes públicas, Biblioteca Poder Ciudadano, 1° edición, Buenos Aires, 2006, pp. 129/131.
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En efecto, en este último aspecto, entre los organismos y dependencias que inter-
vienen, y que deben respetar el principio de razonabilidad, pueden distinguirse36
aquellos que efectivamente “contratan” de los que “controlan”.
Entre los que contratan, cabe mencionar las Unidades Ejecutoras del Programa
(UEP), que son las que verifican si el bien o servicio que se pretende contratar está
incluido en un catálogo del Sistema de Identificación de Bienes y Servicios de Utili-
zación Común37 , y en caso de que no lo esté, solicitan a la Oficina Nacional de
Contrataciones que le dé el alta correspondiente. Luego, la Unidad Ejecutora, cum-
pliendo con determinados requisitos, confecciona el pedido mediante una solicitud
de gastos, que será enviada a la Unidad Operativa de Compras (UOC) que correspon-
da. Estas últimas son las encargadas de llevar a cabo la gestión de los procedimientos
de contrataciones dentro de cada Servicio Administrativo Financiero (SAF) de los
organismos que se encuentran dentro del ámbito de la Administración nacional.
Así, entre sus funciones principales, puede señalarse que agrupa las solicitudes
de gastos para que, una vez analizadas, se realicen en una sola gestión, evitando
incurrir en desdoblamiento; requiere la intervención de la Sindicatura General de la
Nación cuando sea necesario utilizar el sistema de control de precios testigos; deter-
mina el tipo de procedimiento de contratación que corresponda (licitación o concur-
so público, licitación o concurso privado, contratación directa y trámite simplifica-
do) y la modalidad con que se llevará adelante la contratación (con orden de compra
abierta, compra informatizada, mediante iniciativa privada, con precio tope o precio
de referencia, contratación consolidada, contratación llave en mano); elabora los Plie-
gos de Bases y Condiciones Particulares (siguiendo los lineamientos que establece el
Pliego Único de Bases y Condiciones Generales, que se aprobó mediante la Resolu-
ción del Ministerio de Economía N° 834/00); realiza la convocatoria a presentar ofer-
tas y da publicidad a los Pliegos; recibe consultas sobre los Pliegos y en su caso emite
circulares aclaratorias o modificatorias; evalúa las ofertas presentadas mediante la
confección de un cuadro comparativo de precios; remite el proyecto de acto a la
autoridad que corresponda para que ésta resuelva la adjudicación o declare desierta o
fracasada la licitación; notifica al adjudicatario y al resto de los oferentes del resulta-
do de la adjudicación; emite la orden de compra y notifica al adjudicatario y, final-
36
Sigo, en este aspecto, por su claridad, la clasificación efectuada en Poder Ciudadano, Transparen-
cia…”, pp. 184/197.
37
El Sistema de Identificación de Bienes y Servicios fue creado por la Decisión Administrativa Nº 344/97
con el objeto de establecer criterios uniformes y homogéneos que permitan identificar los requerimientos
de compras de bienes y servicios, su clasificación y codificación, y también para la administración,
guarda y custodia de bienes muebles e inmuebles, que gracias a un soporte informático instalado en
los distintos organismos de la Administración Pública Nacional permite la catalogación de bienes y
servicios.
Este sistema permite vincular las etapas de formulación presupuestaria y gestión de las contrataciones
de bienes y servicios, a fin de permitir la rápida y económica obtención de bienes de utilización común
que resulten requeridos por los organismos.
CUESTIONES DE CONTRATOS ADMINISTRATIVOS 575
b) Programación45
En este aspecto, a la hora de programar las contrataciones, el principio de
razonabilidad indicaría que aquéllas deben ser las adecuadas para satisfacer las nece-
43
Por ejemplo, la Unidad Tributaria Mensual (UTM) a marzo de 2007 es equivalente a 32.271 pesos
chilenos, mientras que en febrero era de 32.174 y en enero de 32.142. Esta unidad tributaria mensual,
tomando como tipo de cambio 1 peso argentino = 542,5 pesos chilenos, equivale, a marzo de 2007, a
59,49 pesos argentinos.
44
Publicado en el Diario Oficial el 24 de septiembre de 2004, y modificado por el Decreto Supremo del
Ministerio de Hacienda N° 1.562 de 2005, publicado en el Diario Oficial del 20 de abril de 2006.
45
La programación de las contrataciones tiene estrecha vinculación con la planificación, en tanto esta
última se refiere al período comprendido entre la detección de la necesidad que debe satisfacerse hasta
la iniciación de la elaboración de los pliegos correspondientes (cfr. Poder Ciudadano, Contrataciones
Públicas Vulnerables, Área Transparencia y Anticorrupción, Programa Contrataciones Públicas Trans-
parentes, Buenos Aires, 2006, p. 101).
578 FEDERICO NIELSEN
sidades proyectadas, pero no sólo ello, sino que además es menester que esa progra-
mación sea “la más” idónea para ello.
Por ejemplo, si se prevén gastos en insumos de librería para todo el año de dos
reparticiones que se estiman en la suma de $ 100.000 por cada una de ellas, el princi-
pio de razonabilidad impide que ambas planifiquen, por su lado, dos contrataciones
directas por $ 50.000, pues no sólo se contraría la prohibición de desdoblamiento
(opuesto también al principio de eficiencia); sino que además se soslaya la utiliza-
ción de la modalidad de compras consolidadas, que para el caso sería la mejor deci-
sión para lograr el fin.
c) Elaboración de pliegos
En este aspecto, el principio de razonabilidad exige, por ejemplo, que los pliegos
sean confeccionados de forma tal que contemplen la amplitud suficiente como para
habilitar la participación de la mayor cantidad de oferentes posible; por ello es con-
trario al principio que nos ocupa aquel pliego que impone infundadas restricciones
para los aspirantes a convertirse en cocontratantes del Estado, independientemente
de que no llegue a ser un pliego dirigido.
La razonabilidad demanda que los pliegos permitan el acceso de la mayor cantidad
de oferentes que estén en condiciones de satisfacer la necesidad que motiva el contrato.
e) Ejecución
En la ejecución del contrato, la razonabilidad obliga a que el ius variandi se
ejerza de forma tal que la prestación responda de la mejor manera posible al interés
público tenido en mira a la hora de celebrar el contrato.
Dicho de otro modo, ante la posibilidad de modificar la prestación de múltiples
formas distintas –dentro de la legalidad–, a la luz del principio de razonabilidad no es
indiferente cuál de ellas se adopte.
Como puede verse, de lo hasta aquí expuesto, puede concluirse que, por la vi-
gencia del principio de razonabilidad, las autoridades encargadas de las contratacio-
nes deberán adoptar la medida más adecuada –implementando los subprincipios de
adecuación, necesidad y razonabilidad stricto sensu– en cada actuación, lo que sin
dudas contribuirá a la obtención de óptimos resultados en la adquisición de bienes y
servicios por parte de la Administración pública.
CUESTIONES DE CONTRATOS ADMINISTRATIVOS 579
4.2. La eficiencia
En este apartado se desarrollará el principio de eficiencia en la contratación
administrativa.
46
Cfr. Parejo Alfonso, Luciano, Eficacia y Administración. Tres estudios, Madrid, INAP-MAP, 1995,
pp. 97/8. En las páginas citadas de esta obra, el autor también distingue los conceptos de eficacia y
eficiencia, y coincide con el criterio explicitado supra, pues a su entender la primera se refiere a la
producción de un efecto; la segunda se vincula a los medios utilizados para alcanzarlo.
47
Poder Ciudadano, Contrataciones..., op. cit., pp. 100/1.
48
Ivanega Miriam M., Mecanismos de control público y argumentaciones de responsabilidad, Buenos
Aires, Ábaco, 2003, p. 96.
49
Ivanega Miriam M., Mecanismo..., op. y loc. cit., con cita de Parejo Alfonso.
50
Ivanega Miriam M., Mecanismos..., op. y loc. cit., con cita de Parejo Alfonso.
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51
Ivanega Miriam M., Mecanismos..., op. y loc. cit., con cita de Parejo Alfonso.
52
Iza Farje, Gabriel – Leone, Gustavo F. – Rangel, Pablo, “La eficiencia. Nuevo principio rector en la
Administración pública”, en Doctrina Pública XXVI-1, Buenos Aires, Ediciones Rap, 2004, pp. 288 y 289.
53
Cassagne, Juan C., “De nuevo sobre los principios generales del derecho en el derecho administrati-
vo”, en la obra colectiva El Derecho Administrativo Argentino, hoy, Buenos Aires, Editorial Ciencias de
la Administración, 1996, p. 29.
54
Mata, Ismael, “Legalidad y eficiencia en la Administración Pública”, en Estudios sobre Tribunales de
Cuentas y de Control Público, Salta, 1998, p. 340. También puede verse expresando la misma idea,
Ivanega Miriam M., Mecanismos..., op. cit., p. 96.
CUESTIONES DE CONTRATOS ADMINISTRATIVOS 581
55
La Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción entró en vigencia recientemente ya que
el 14-12-2005 se reunieron las treinta ratificaciones exigidas por el propio tratado, y la Argentina la
aprobó mediante la Ley Nº 26.097, publicada en el Boletín Oficial el 09-06-2006.
56
Raigorodsky, Nicolás, Convención de Naciones Unidas contra la Corrupción: Nuevos paradigmas
para la prevención y combate de la corrupción en el escenario global, 1ª edición, Buenos Aires, Oficina
Anticorrupción, Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, 2004, p. 33 y sigs.
582 FEDERICO NIELSEN
57
Rivera, Julio César, “Economía e Interpretación Jurídica”, en LL, 2002-F, pp. 1163/1178.
CUESTIONES DE CONTRATOS ADMINISTRATIVOS 583
58
Oficina Anticorrupción, Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, Seminarios Regionales para la
transparencia y el control de la corrupción, Informe final del Seminario llevado a cabo en Mendoza
Buenos Aires, 2004, p. 60.
59
Las compras consolidadas ya habían sido propuestas como un excelso instrumento de eficiencia en la
gestión de las contrataciones desde hace más de dos décadas. En efecto, puede verse que en el Suple-
mento de Revista Argentina del Régimen de la Administración Pública en el cual se publicaron las
exposiciones de las Jornadas sobre Régimen de Compras del Estado desarrolladas el 14 y 15 de noviem-
bre de 1985, el Dr. Alejandro P. Goberna puso el énfasis en aquéllas para lograr un sistema operativo de
compras eficiente (Editorial Ciencias de la Administración, p. 52 y sigs.).
60
Mairal, Héctor A., “Los defectos...”, op. cit., p. 174.
61
Oficina Anticorrupción, Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, Seminarios Regionales para la
transparencia y el control de la corrupción, Informe final del Seminario llevado a cabo en Mendoza
Buenos Aires, 2004, p. 67.
62
Parejo Alfonso, Luciano, Eficacia y Administración – Tres Estudios, Madrid, MAP – INAP, 1995, p. 89.
584 FEDERICO NIELSEN
63
“Oficina Anticorrupción, Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, Seminarios Regionales para la
transparencia y el control de la corrupción”, Informe final del Seminario llevado a cabo en Corrientes,
Buenos Aires, 2004, p. 45.
64
Cfr. Zilli de Miranda, Martha y otros, Ley de Administración Financiera y de los Sistemas de Control
del Sector Público, Título VI “Del Sistema de Control Interno”, Texto Institucional anotado, comentado
y concordado, Buenos Aires, Sindicatura General de la Nación, 2003, p. 55 y sigs.
65
Fuente: www.chilecompra.gov.ar.
CUESTIONES DE CONTRATOS ADMINISTRATIVOS 585
b) Programación
El principio de eficiencia en la programación de las contrataciones se manifiesta
cuando en ella se prevé justificadamente en cada caso, los bienes y servicios que se
utilizarán y, a su vez, los procedimientos de selección más adecuados para adquirir-
los, pues así la Administración podrá contar con los insumos –ya sean bienes o servi-
cios– necesarios, de la calidad adecuada, en tiempo oportuno, al menor costo posible.
Asimismo, el fraccionamiento de las contrataciones con el objeto de eludir la aplica-
ción de normas que establecen montos mínimos para que se tornen aplicables proce-
dimientos de selección transparentes también es contrario a la eficiencia. El Acuerdo
sobre Contratación Pública de la Organización Mundial del Comercio (OMC), en su
Artículo II.3 recepta este criterio.
c) Elaboración de pliegos
La elaboración eficiente de los pliegos permite que la mayor cantidad de oferentes
compita en la etapa de selección del cocontratante, pero a ello debe agregarse, a su
vez, que en esta etapa es clave que el pliego tenga cláusulas claras.
Estrecha vinculación negativa existe entre la eficiencia y las garantías de impugna-
ción, pues el procedimiento impugnatorio interesa a una buena organización como ins-
trumento de eficiencia administrativa66, y su restricción mediante exigencias injustifi-
cadas se presenta como un obstáculo a que dicho procedimiento cumpla con su fin.
66
Cfr., Linares, Juan F., Sistema de recursos y reclamos en el procedimiento administrativo, Buenos
Aires, Astrea, 1974, p. 16.
586 FEDERICO NIELSEN
El control para que la decisión sea eficiente puede estar dado por la exigencia de
incluir en las resoluciones de adjudicación los criterios de evaluación contemplados
en el pliego que han permitido al adjudicatario obtener la calificación de oferta más
conveniente67, pues de este modo, este último concepto se circunscribe a un elemento
objetivo, como lo es el criterio de evaluación con sus porcentajes y ponderaciones,
permitiéndose, de esta manera, que cualquier oferente pueda observar el real funda-
mento de la decisión administrativa.
e) Ejecución contractual
La eficiencia en la ejecución contractual es verificable a la hora en que la Admi-
nistración hace frente a los pagos al contratista.
En efecto, la ejecución eficiente de un contrato implica, entre otras cosas, que el
cocontratante vea satisfecho su derecho a la contraprestación por el servicio prestado o
el bien entregado en tiempo oportuno, sin dilaciones injustificadas. Por ello, si bien no
debe confundirse eficiencia con celeridad, son dos conceptos que se complementan.
Para una crítica a la ineficiencia del procedimiento contractual estadual en sus
diversas etapas, y al régimen normativo imperante que la habilita, me remito a un
reciente trabajo del profesor Mairal, quien concentra sus objeciones –no sin hacer
propuestas para superar sus cuestionamientos– en quiénes deciden en el procedi-
miento contractual y en ciertos aspectos de las distintas fases de la contratación,
como por ejemplo la licitación pública, la ejecución del contrato, el pago y la solu-
ción de controversias68.
5. CONCLUSIÓN
Para concluir, creo necesario destacar que la eficiencia y la razonabilidad como
principios de la contratación administrativa, en cuanto tales, son susceptibles de pro-
tección judicial69 y como principios constitucionales no se limitan a ser una exigencia
de las contrataciones que celebra la Administración Pública Nacional, sino que, ade-
más, se tornan exigibles a las contrataciones provinciales, por lo que también en la
gestión estadual local, las autoridades encargadas de las contrataciones deberán adoptar
la medida más razonable –implementando el subprincipio de necesidad– en cada
actuación para obtener los bienes o servicios, de la calidad adecuada, en tiempo opor-
tuno y al menor precio.
67
En Chile, esta exigencia está contemplada, luego de la modificación mediante Decreto Supremo del
Ministerio de Hacienda N° 1.562 de 2005, en el segundo párrafo del Artículo 41 y en el Artículo 51 in
fine del Reglamento de la Ley N° 19.886.
68
Cfr. Mairal, Héctor A., “Los defectos...”, op. cit., pp. 168/183.
69
El mismo razonamiento utilizado para conferir protección judicial a los principios del procedimiento
son aplicables para obtener la tutela jurisdiccional de los principios de las contrataciones administrati-
vas (CNACAF, Sala IV, 07-07-1989, “Papel de Tucumán S.A.”).
CUESTIONES DE CONTRATOS ADMINISTRATIVOS 587
70
Sobre este punto me remito a Nielsen Federico – Comadira, Julio P., “Apuntes sobre los principios de
ética pública en el Derecho argentino”, en Documentación Administrativa 267-268, Madrid, INAP,
2003-2004, p. 135 y sigs., especialmente pp. 145/7.
71
Cfr. Mairal, Héctor A., “Los defectos...”, op. cit., pp. 167/8.