Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
Sanidad interior es el proceso de santificación y purificación del alma mediante el cual somos liberados
de ataduras y sanados del dolor causado por heridas del pasado, y de formas de pensamiento
destructivo que nos impiden gozar de la vida en Cristo.
“....para que os de, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el
hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de
que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos
los santos cual sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer al amor de
Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios”
(Efesios 3:16-19).
Razones ESPECÍFICAS:
a) Venimos atados a personas del pasado (que nos dañaron) por falta de perdón
b) Con recuerdos de dolor por experiencias traumáticas (heridas) y necesitamos ser sanados y liberados
c) con sentido de culpa sin paz en el corazón por pecados cometidos sin confesar.
d) Amargados por heridas y recuerdos.
e) Con miedos (al futuro, al cambio, a la oscuridad, etc.)
f) Personalidad degenerada baja auto estima, valía e imagen
Se cuenta una historia acerca de un viajero que recorría las selvas de la amazona con una guía.
Llegaron a un río ancho y poco profundo, y lo cruzaron hasta el otro lado. Cuando el viajero
salió del río, muchas sanguijuelas se habían prendido del torso y las piernas. Su primer instinto
fue agarrarlas y quitárselas, pero el guía lo detuvo, advirtiéndole que si se arrancaba las
sanguijuelas, estas dejarían pedazos finísimos bajo la piel que luego le producirían infecciones.
La mejor manera de quitarse las sanguijuelas del cuerpo, aconsejó el guía, era bañarse en un
bálsamo tibio por algunos minutos. El bálsamo penetraría en las sanguijuelas y estas se
soltarían del cuerpo del hombre.
Cuando otra persona nos ha herido en gran manera, no podemos arrancarnos la ofensa – y
esperar que se vaya toda amargura, rencor y sentimiento. El resentimiento aun se esconde bajo
la superficie. La única manera de llegar a ser verdaderamente libre de la ofensa, y poder
perdonar y amar a otros, es empaparse uno en el baño tranquilizador del perdón que Dios
ofrece. Cuando uno por fin comprende la amplitud del amor de Dios en Jesucristo, el perdón a
otros y a uno mismo fluye de modo natural.