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Dime como es tu familia y te diré como

elaboraréis el duelo
Cuando una familia pierde a uno de sus miembros se ve obligada a adaptarse a una nueva realidad en la
que deberá seguir funcionando sin el ser amado que acaba de perder. Dependiendo del peso específico
del fallecido en las dinámicas comunicativas intrafamiliares, de los roles que desempeñaba, de las
distancias emocionales entre los miembros de la familia y de la capacidad de adaptación de ésta, el
proceso de duelo familiar puede ser más o menos complejo.

Es posible conocer el tipo de funcionamiento familiar evaluando tres dimensiones: el tipo de


comunicación establecida entre sus miembros, la adaptabilidad de la familia y su cohesión.

COMUNICACIÓN FAMILIAR

El tipo de comunicación permite observar el “clima” familiar. La comunicación no se puede considerar


simplemente como una forma de transmitir información sino que que hay que considerar que impregna
por completo la naturaleza y calidad de vida de la familia. Por ello debemos tener en cuenta que una
buena comunicación facilita el funcionamiento de la familia. Cuando en la comunicación familiar
abundan los mensajes ambivalentes, hay un exceso de crítica negativa, poca empatía, secretos de
familia, ausencia de reconocimiento y apoyo mediante mensajes positivos, e incapacidad para expresar
y compartir las emociones, sin duda nos encontramos en una situación en la que será mucho más difícil
elaborar un duelo.

ADAPTABILIDAD FAMILIAR

Vamos por pasos. Empecemos por la adaptabilidad (o flexibilidad) de la familia, entendida como la
capacidad de respuesta ante acontecimientos estresantes, como lo es la pérdida de uno de sus
miembros. Esta capacidad se manifiesta en el ejercicio del liderazgo familiar que mantiene un cierto
control y disciplina, en los estilos de negociación, los roles establecidos y las reglas que rigen las
relaciones familiares.

Se distinguen cuatro niveles de adaptatiblidad:

Familias rígidas
Son familias que suelen utilizar un estilo de comunicación pasivo-agresivo y en las que reina una
disciplina muy estricta, de modo que es difícil negociar en los conflictos que van surgiendo con la
convivencia. Los roles de sus miembros son rígidos y estereotipados: unos mandan y otros obedecen.
Las reglas familiares no son modificables y son estrictamente respetadas a la fuerza y si un miembro de
la familia las transgrede, vive la amenaza de dejar de ser considerado de la familia.

Familias estructuradas
Son familias que generalmente utilizan un estilo de comunicación asertivo, es decir, que es posible que
alguno de sus miembros exprese su disconformidad con el resto de familiares sin que ello implique un
disgusto familiar importante. La disciplina suele ser establecida de una forma más o menos
democrática y estructurada. Los conflictos se pueden resolver satisfactoriamente gracias a
negociaciones respetuosas. Los distintos roles para el desempeño de las tareas suelen estar repartidos
y/o compartidos. Todo el mundo conoce las normas aunque de vez en cuando sea necesario recordarlas
de forma explícita, y se aceptan cambios progresivos en las mismas de modo que se hace más fácil que
puedan ser respetadas.

Familias flexibles
Las familias flexibles utilizan un estilo de comunicación en el que se acepta la discrepancia como algo
natural. La disciplina es completamente democrática y la negociación de los conflictos es adecuada, de
forma que se pueden resolver satisfactoriamente para todos. Los roles son compartidos, sin que haya
grandes desequilibrios entre los que desarrollan unos miembros u otros, y además son capaces de
intercambiar las tareas con facilidad si se hace necesario. Las reglas están claras para todos, son
modificables si la situación lo requiere, y no suele ser necesario recordarlas explícitamente porque
todos las respetan.

Familias caóticas
Suelen utilizar estilos de comunicación ambivalentes, por lo que a menudo se da por supuesto que los
demás deben adivinar las cosas y que, por lo tanto, no hay que esforzarse en llamarlas por su nombre.
Incluso a veces se utiliza el silencio por respuesta, cosa que despista mucho a los interlocutores. Por
supuesto, hay poca o nula disciplina; cada uno hace lo que quiere y le importan relativamente poco los
demás. En este tipo de familias es muy difícil resolver problemas porque las discusiones se hacen
interminables. El reparto de tareas es aleatorio; cada uno hace lo que quiere, por lo que es frecuente que
haya tareas que se realizan por duplicado y otras queden por hacer. Como en todas las familias hay
roles establecidos, pero ha sido de forma arbitraria, y cambiarlos suele ser dramático. Las reglas, si
existen, también son arbitrarias y nunca se habla de ellas.
COHESIÓN FAMILIAR

Entendemos por cohesión en una familia el grado de unión emocional que perciben sus miembros
respecto al resto de familiares, considerando la vinculación emocional, la implicación familiar, las
coaliciones entre padres e hijos, la percepción de fronteras entre familiares y/o con los familiares
lejanos y amistades, y el grado de unión en cuanto a la toma de decisiones.

En función de la cohesión familiar podemos identificar cuatro tipologías de familia:

Familias desligadas
Sus vínculos afectivos suelen ser frágiles, de modo que los miembros de la familia son muy
independientes entre ellos. Este tipo de familias suelen tener unos límites generacionales muy rígidos,
así que es difícil que abuelos y nietos tengan una relación consistente. Los límites internos son tan
cerrados que los miembros de la familia suelen tener más confianza en personas externas a la familia
que en los propios allegados. Estas familias suelen pasar su tiempo separados, estableciendo una gran
distancia emocional y física entre sus integrantes. Las decisiones son tomadas por cada uno
independientemente, no comparten amistades y tienen preferencia por actividades de ocio individuales.

Familias separadas
Son un tipo de familia que gozan de una independencia moderada entre sus miembros. Los límites
generacionales suelen ser evidentes, pero ello no impide que los nietos “cumplan” con sus abuelos de
vez en cuando. En estas familias se combinan las actividades individuales con las compartidas. Tienen
preferencia a las actividades individuales, tanto para tareas propias del funcionamiento familiar como
para el ocio, pero no se les da mal actuar colaborativamente si se presenta la ocasión.

Familias conectadas
Suelen observarse relaciones de dependencia emocional entre algunos de sus miembros, sin que ello
llegue a ser un problema en el funcionamiento familiar. Los límites generacionales están claros pero sus
miembros disfrutan y se sienten cómodos relacionándose con familiares de otras generaciones. Pasan
su tiempo preferentemente juntos y se separan cuando hay una justificación que todo el mundo
comprende. Se prioriza el espacio familiar privado teniendo en cuenta la existencia del espacio público
(“los trapos sucios se lavan en casa”). La red de amistades suele ser conformada por un reducido
número de amigos cercanos a la pareja o el mejor amigo de un miembro de la familia. Las decisiones se
toman pensando en el bien del grupo familiar, y las actividades de ocio suelen ser compartidas con
familiares o, a lo sumo, con amigos considerados como de la familia.

Familias aglutinadas
Suelen tener vínculos afectivos de gran dependencia emocional. Son familias muy cerradas en sí
mismas con pocos o ningún límite interno por lo que es frecuente que se confundan algunos roles (por
ejemplo: “me crió mi abuela, que me hizo de madre, y mi madre es mi mejor amiga”). Suelen convivir
varias generaciones juntas dejando poco o nulo espacio para la intimidad individual. Pasan la mayor
parte del tiempo juntos, comparten todas la amistades, y toman todas las decisiones juntos. Las
actividades de ocio son conjuntas y no les gusta integrar a personas que no sean de la familia en ellas.
A estas alturas, consultando las dos tablas de este artículo, es posible que hayas identificado de qué tipo
es tu familia en función de la adaptabilidad y comunicación, y de la cohesión familiar. También es
posible que tus deseos y expectativas personales sobre tu familia hayan distorsionado un poco tu
percepción, por lo que te ruego que consideres contrastar tu visión subjetiva con la de alguien de tu
confianza que conozca bien a tu familia, y a ser posible que no forme parte de ella.

Si combinamos las dos dimensiones que hemos visto, podemos clasificar las familias en los siguientes
tipos, según su funcionamiento familiar:
Cuanto más al centro del gráfico se sitúe tu tipo de familia, debes saber que más recursos tiene para
afrontar una pérdida. Cuanto más lejos del centro del gráfico, más dificultades.

Así pues, atendiendo a los colores de la imagen:

Zona anaranjada: Familias funcionales (Famílias separada-flexible, conectada flexible, separada-


estructurada conectada-estructurada).
Se trata de tipologías de familia con recursos más que suficientes para afrontar de una forma saludable
la pérdida de uno de sus miembros. Son familias que gozan de una excelente flexibilidad que permitirá,
con el tiempo, encontrar una nueva forma de funcionamiento estable y satisfactorio para todos sus
miembros. Durante el proceso de duelo darán oportunidad a la expresión emocional que se deriva de la
pérdida, y ésta será compartida, así que cada uno podrá recibir y ofrecer soporte a sus seres queridos.

Zona rosada: Familias con disfuncionalidad leve (Familias separada-caótica, conectada-caótica,


desligada-flexible, aglutinada-flexible, desligada-estructurada, aglutinada-estructurada, separada-rígida,
conectada rígida).
Son tipos de familia con recursos pero también limitaciones para una elaboración del duelo saludable.
Es posible que algunas de ellas tengan dificultades para expresar y compartir su aflicción, quedando sus
miembros encapsulados en su dolor individual. La falta de expresión emocional puede justificarse por
temor a no deprimir más al resto de la familia. En algunos casos habrá individuos que se autoprohíban
(nieguen)elaborar el duelo, considerando que éste sólo corresponde a la persona más cercana a la
persona fallecida (por ejemplo, la pareja). Esto se puede ver reforzado por la persona designada para
ser la “portadora del duelo principal”, que autoproclamándose como la más perjudicada por la pérdida
puede llegar a preocupar tanto al resto de sus familiares que les dificulta (por supuesto,
involuntariamente) que puedan conectar con el dolor individual porque deben “mantenerse fuertes”.
También pueden surgir modelos de respuesta evitativos como el silencio, el aislamiento social, la falta
de apoyo, el secreto familiar, etc, o bien modelos distorsionados de respuesta (idealización del
fallecido, identificación, momificación, etc.) En este tipo de familias puede venir muy bien un soporte
profesional.

Zona roja: Familias disfuncionales (familias desligada-caótica, aglutinada-caótica, desligada-rígida,


aglutinada-rígida).
Son los tipos de familia con más dificultades para la elaboración del duelo. Suelen abordar la pérdida
con un aumento de los conflictos, agresividad, y proyecciones masivas que se pueden llegar a canalizar
incluso a través de los tribunales, peleando por diferencias de opinión sobre la herencia. Suelen
aparecer alianzas y coaliciones con intereses contrapuestos. Lejos de prestarse apoyo mutuo y consuelo
se añaden sufrimientos adicionales. Pueden surgir modelos amplificados de respuesta
desencadenadores de rupturas, reagudización de duelos de generaciones anteriores, o se puede
cronificar el duelo. Dependiendo de la importancia del rol de la persona fallecida, la familia se ve
amenazada en su integridad y existen muchas posibilidades de que termine destruída. En estos casos se
hace imprescindible un soporte especializado con el objetivo de ayudar a la familia a reorganizarse y
minimizar del dolor por la pérdida y el conflicto.

No puedo terminar sin advertir que esta propuesta de autoevaluación de la tipología de la familia como
predictor de la complejidad en la elaboración del duelo debe ser tomada de una forma relativa ya que la
naturaleza de la pérdida (duelo perinatal, muerte de un hijo, muerte repentina, suicidio, etc.) y el
momento evolutivo de la familia en que se produce (por ejemplo, si ésta se presenta cuando hay un
embarazo en la familia) son muy importantes y pueden llegar a poner en jaque los recursos de las
familias más estables.

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