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Aprender y Motivar en el Aula. Curso 2018_2019. Máster en Formación del Profesorado
1) Comprender y explicar qué es el aprendizaje, así como describir distintos tipos de aprendiza-
je que se pueden dar en el contexto escolar.
2) Describir las características esenciales del aprendizaje significativo y las condiciones que lo
promueven.
3) Precisar los componentes y principios significativos que intervienen en el aprendizaje signifi-
cativo.
4) Relacionar los procesos de aprendizaje con los procesos de instrucción.
5) Determinar las variables del estudiante que influyen en el logro de un aprendizaje significati-
vo.
6) Valorar la necesidad de tomar en consideración los conocimientos previos del aprendiz, así
como sus ideas intuitivas.
7) Conocer las bases psicobiológicas del aprendizaje y la instrucción, concretamente, el siste-
ma de memoria y la atención, y de algunas directrices que se pueden trazar para favorecer
desde la instrucción su participación eficaz en el aprendizaje.
8) Comprender el concepto de inteligencia.
9) Conocer qué son las estrategias de aprendizaje y sus funciones para promover el aprendiza-
je significativo.
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Lectura 1. Aprendizaje e instrucción en el aula
1. Introducción
En el marco del programa de formación del Profesorado de Educación Secundaria y Ba-
chillerato, Formación Profesional y Enseñanza de Idiomas (en adelante, profesorado de
secundaria), el principal propósito de este capítulo es acercarles al conocimiento de las
bases psicológicas y los procesos de aprendizaje que pueden desarrollarse en el ámbito
educativo mediante la instrucción. Desde la Psicología de la Educación se ha desarro-
llado una intensa investigación con el propósito de obtener evidencias de cuáles son las
variables más relevantes que influyen en rendimiento académico de los estudiantes. En
términos generales, se pueden agrupar en factores personales de los estudiantes, fac-
tores del centro y sociales-contextuales. Entre los primeros, unos conciernen al com-
portamiento de los estudiantes, otros a su mente, motivaciones y emociones; entre los
segundos, cabe señalar las estrategias de aprendizaje (cognitivas, metacognitivas) y,
finalmente, el clima escolar o las influencias sociales y familiares también desempeñan
un papel no menor. En este tema nos centraremos en el primer grupo de variables y,
las otras, las iremos considerando a lo largo del programa de la asignatura.
Instrucción
El término instrucción
hace referencia a la elabo-
ración por parte del do-
cente de entornos que
tienen como finalidad
fomentar cambios en el
conocimiento del apren-
diz; es decir, tienen in-
tención de promover el
aprendizaje
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Aprender y Motivar en el Aula. Curso 2018_2019. Máster en Formación del Profesorado
Imagine un niño que ha crecido en un bosque hasta los 12 años, no habiendo tenido ningún tipo de
contacto con seres humanos. ¿Cómo cree usted que sería el desarrollo de ese niño hasta ese momen-
to? Deténgase un momento a reflexionar sobre esta cuestión y, a continuación, indique qué elemento
de cada par de los que se muestran a continuación refleja su opinión al respecto:
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Lectura 1. Aprendizaje e instrucción en el aula
gran alcance y que subyacen a los contenidos que se irán Aprendizaje que se
tratando en la asignatura: produce siempre que hay
un contexto instituciona-
1) La sociedad y, en particular, la instrucción formal lizado (escuela, colegio,
son cruciales para el desarrollo humano. centro de formación, etc.)
con intenciones educati-
2) Los programas de instrucción deben basarse en las vas definidas y prescritas,
evidencias empíricas que proporcionan las investi- ya sea en forma de currí-
culo o de una programa-
gaciones realizadas al respecto y en la práctica ción de objetivos, bajo la
educativa refrendada, pero no en la mera intui- responsabilidad de un
ción. experto o de un instruc-
tor, así como un sistema
3) Los programas de instrucción deben tener en cuen- de evaluación de los
aprendizajes. Son apren-
ta las características individuales de los estudiantes dizajes que se suelen vin-
a los que van dirigidos. cular al aprendizaje
explícito (Pozo, 2014).
Estas ideas iniciales nos sirven como punto de partida
para abordar el enfoque del aprendizaje centrado en el es- Aprendizaje informal
tudiante y, desde esta óptica, analizar la enseñanza como
Aprendizaje que tiene
un proceso de ayuda para el logro de las mejores cotas de lugar en contextos en que
aprendizaje. A partir de las aportaciones de la psicología las personas aprenden sin
cognitiva y de la psicobiología trataremos de explicar los la intención de hacerlo,
por lo que se caracteriza
procesos psicológicos y las estructuras mentales en las que por su carácter incidental
se sustenta el aprendizaje, atendiendo especialmente a la o implícito. Se trata de un
importancia que adquieren las variables del aprendiz y las aprendizaje mucho más
características de los contenidos a aprender (contenidos vinculado a los aprendi-
zajes personales (moral,
conceptuales o verbales; saber qué; procedimientos: saber valores, creencias, formas
cómo; conductas, habilidades sociales, actitudes y valores), de comportarse, etc.) que
así como los factores motivacionales y las estrategias de se suelen adquiriri en la
familia y en el marco de
instrucción y de aprendizaje. Dicho proceso cognitivo debe las relaciones sociales.
entenderse, asimismo, como un hecho social, compartido y
vinculado al contexto en el que se desarrolla (Cubero,
2005), por lo que introduciremos cuestiones relativas a la
situación de enseñanza-aprendizaje.
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Aprender y Motivar en el Aula. Curso 2018_2019. Máster en Formación del Profesorado
2. ¿Qué es el aprendizaje?
Aunque es un vocablo de uso común en nuestra vida cotidiana, el término aprendizaje
se utiliza en el ámbito psicoeducativo para referirse, de modo más preciso, a los cam-
bios cognitivos que son duraderos y relativamente permanentes en el conocimiento o
en las conductas del individuo, son funcionales y se deben a su experiencia personal
(Mayer, 2010). Por tanto, el aprendizaje conlleva un cambio —sea voluntario o involun-
tario— y ese cambio se mantiene a largo plazo y no a corto plazo; además, dicho cam-
bio debería ocurrir mediante la experiencia y no ser resultado de la maduración de la
persona. Por el contrario, no hablaríamos de aprendizaje si el cambio desaparece a las
pocas horas o si se produce como resultado de un estado fisiológico de la persona (p.
ej., debido a la fatiga o a la ingestión de una sustancia que produzca alteraciones men-
tales). Con esta definición abarcamos, por ejemplo, el aprendizaje de una lengua, la
adquisición de conocimientos para desenvolverse socialmente y de las habilidades de
escritura y de cálculo.
En estas páginas adoptaremos una perspectiva emi- Aprendizaje implícito.
nentemente cognitiva y nos centraremos en los procesos El término implícito o
de aprendizaje intencional —o voluntario— que tienen incidental se emplea para
lugar en el contexto de la educación formal, lo que no referirse al aprendizaje que
obsta para que también estén presentes los aprendizajes tiene lugar de manera es-
pontánea y sin esfuerzo
de tipo incidental. Es decir, centraremos el foco en el consciente, `por lo que, a
aprendizaje de sistemas complejos y organizados de co- menudo, es difícil verbalizar
nocimientos, mediado culturalmente, que requiere la rea- cómo se produce (p. ej., ad-
quisición del lenguaje, ad-
lización de un esfuerzo por parte del aprendiz y la presen- quisición de habilidades mo-
cia de un agente educativo, así como una disposición y toras). Está especialiado en
voluntad favorable (o motivación) a aprender. Este tipo de procesar situaciones habi-
tuales, rutinarias, simples
aprendizaje se desarrolla habitualmente en instituciones ejercicios.
de educación formal.
Una idea que no debe pasar inadvertida es que el cambio que supone el aprendizaje
puede ser de cualidad diversa y puede lograrse por vías diferentes, por lo que hablar
de aprendizaje como un único proceso pueda constituir una simplificación poco acer-
tada. De hecho, el aprendizaje es un fenómeno complejo y multidimensional que impli-
ca multitud de procesos psicológicos (percepción, memoria, atención, motivación, ra-
zonamiento, etc.) y cuyo resultado depende de múltiples factores, entre ellos, la situa-
ción en la que se aprende, las propiedades de lo que se aprende y las características de
quien aprende (estrategias, conocimientos previos, etc.). De ahí que hablemos de
aprendizajes —en lugar de aprendizaje— para referirnos a los distintos modos de
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Lectura 1. Aprendizaje e instrucción en el aula
Los enfoques de la enseñanza en una sociedad del aprendizaje han ido evolucionando,
en cierto modo, paralelos al desarrollo de la investigación psicológica sobre el aprendi-
zaje humano y la instrucción. Esta evolución supuso reconocer y otorgar un papel cada
vez más central al alumno o a la alumna como verdaderos protagonistas y agentes de
un aprendizaje autónomo. Este recorrido es el que nos permitirá, a su vez, describir los
distintos modos de aprender y sus aplicaciones en el aula.
Durante varias décadas, la psicología del aprendizaje estuvo dominada por el enfoque
conductista. Los teóricos conductuales estudian el aprendizaje a través de conductas
que se pueden observar, mediar, cuantificar y que son resultado de estímulos externos
que producen el comportamiento (o conducta) aprendido. Por tanto, hacen hincapié
en el papel de los estímulos ambientales y se enfocan en las respuestas conductuales
observables en el individuo como resultado de su apendizaje. Este modo de aprendiza-
je conductual se basa en la asociación y se produce en un entorno considerado como
un conjunto de estímulos y respuestas observables. Desde este punto de vista, para
que una persona aprenda, hay que controlar una estructura de estímulos o de infor-
mación que se le presenta, al tiempo que se asegura una práctica repetitiva suficiente.
El aprendizaje se define, pues, como un cambio relativamente estable y observable
conductualmente en la persona. Aprender es reproducir dicha estructura de estímulos
o información presentada, reproducir lo que ha enseñado el instrutor (profesor, entre-
nador), hasta el punto de que lo que importa no es tanto la actividad mental del
aprendiz sino que emita la respuesta adecuada.
Mediante el aprendizaje asociativo, se aprenden asociaciones entre estímulos (o
información) que se presentan relacionados en el entorno, bien porque aparecen si-
multáneamente en el tiempo o de forma sucesiva o bien porque se da una contigüidad
espacial entre ellos. Por ejemplo, cuando se presenta la imagen y, simultáneamente, la
maestra emite el sonido que corresponde al fonema /s/, los niños aprenden a asociar
el grafema y el fonema que corresponden a la letra s. Este aprendizaje se basa en el
principio de contigüidad, en virtud del cual siempre que dos o más estímulos ocurran
juntos con la suficiente frecuencia, se aprenderá su asociación; posteriormente, cuan-
do solo se presente uno de ellos, se recordará el otro elemento (Rachlín, 1978).
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Aprender y Motivar en el Aula. Curso 2018_2019. Máster en Formación del Profesorado
Cuadro 2. Caso 2
Con el siguiente caso se trata de ilustrar que, en ocasiones, los alumnos han aprendido a asociar las
demadas escolares con malos resultados y, en consecuencia, reaccionan de manera inconsciente con
emociones de miedo o rechazo ante el estudio. El caso expuesto por Caballero (2017, pág. 73)
muestra cómo se actuó para modificar esta asociación.
Dani se había negado toda su vida a aprender inglés porque, en las escasas ocasiones en que lo
había intentado, no conseguía recordar cómo se escribían las palabras debido a su dislexia, y ello
suponía frustración y abandono. Nuestra adaptación en este caso fue trabajar con él a nivel oral,
favoreciendo que su buen oído y el recuerdo auditivo le ayudasen a recordar las palabras (en ete caso
fueron las partes de la ciudad que posteriormente localizó en un mapa). La tarea fue dividida en
partes: primero se trabajaron palabras aisladas y posteriormente frases, permitiéndole usar sonidos en
lugar de la grafía real. Solo una vez interiorizadas las palabras a nivel hablado y no antes, se le mostró
su grafía. La tarea fue realizada con éxito, ya que, aunque implicó esfuerzo por su parte, estaba dentro
de sus posibilidades.
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ser desagradable; asimismo, lo que puede ser un castigo para el que lo impone, puede
ser un premio para el que lo recibe. Pensemos, por ejemplo, en el efecto del uso ade-
cuado del elogio o de la atención del profesor hacia el estudiante como una forma de
reforzar determinados comportamientos adecuados; por el contrario, en el Cuadro 3 se
ilustra un caso en el que la atención recibida del profesor estaba contribuyendo a re-
forzar una conducta inadecuada o disruptiva. Con frecuencia, en el aula se encuentran
casos de alumnos que muestran conductas disruptivas. Suele ser más operativo ignorar
la conducta disruptiva siempre que sea posible continuar con la clase, ya que en nume-
rosas ocasiones es suficiente con no prestar atención para que cesen tales conductas.
Sin embargo, desde el principio, se deben dictar unas normas claras de comportamien-
tos permitidos consensuadas con la comunidad educativa, así como quedar claramente
definidas y aplicarse consistentemente las consecuencias que se derivan del incumpli-
miento de tales normas.
Cuadro 3. Caso 3
En un estudio realizado hace unos años (Murdock, O´Neill y Cunninghan, 2005) se pidió a un
grupo de alumnos que identificasen una situación que les causaba problemas en el instituto, que
señalasen qué había pasado momentos antes y que dijesen qué ocurría inmediatamente después de la
conducta problemática. No todos llegaron a explicar por qué actuaban de determinada manera no
adecuada. El profesor, individualmente o con ayuda de otros, trató de dar respuesta a las siguientes
cuestiones sobre la situación: ¿cuándo y dónde ocurre la conducta problemática?, ¿quiénes están
implicados?, ¿qué sucede momentos antes e inmediatamente después: qué hicieron y qué dijeron los
otros estudiantes?, ¿qué obtiene el alumno cuando realiza la conducta? A partir de toda esa
información, el profesor logró concretar que el mal comportamiento se producía cuando había un
cambio de actividad en la clase, de modo que el alumno trataba de obtener su atención. La atención
que le proporcionaba el profesor constituía, en este caso, una recompensa, por lo que se repetía el
mal comportamiento.
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Lectura 1. Aprendizaje e instrucción en el aula
Parte de nuestros aprendizajes tienen lugar cuando observamos cómo otra persona
realiza determinada conducta y qué consecuencias, positivas o negativas, tiene para
ella realizarla. Este tipo de aprendizaje se produce cuando interviene el proceso de
modelado (Bandura, 1986), concepto clave en el aprendizaje observacional. El aprendi-
zaje por modelado se produce cuando una persona observa e imita la conducta reali-
zada por otra persona que actúa como “modelo” de comportamiento. Sirve para
aprender por imitación, simular una acción antes de llevarla a cabo y para predecir las
consecuencias. En este tipo de aprendizaje, el aprendiz no recibe directamente las con-
secuencias de la conducta que realiza (como en el caso del aprendizaje asociativo), sino
que la probabilidad de ejecución o de repetición de determinados comportamientos
por parte del aprendiz aumenta o disminuye en función de las consecuencias que reci-
be el modelo o la persona a la que observa e imita. Por ejemplo, el aprendizaje vicario
puede ser eficaz cuando los estudiantes de un grupo ven las consecuencias positivas
que tiene para un/a compañero/a el haber realizado correctamente una conducta a
desarrollar (p. ej., respetar el turno de palabra).
En efecto, la observación (y visualización) ayuda al aprendizaje. Por ejemplo,
cuando observamos a alguien realizando una acción, el área del cerebro del observa-
dor que participaría en la acción se activa con tan solo mirar al modelo, de modo que el
cerebro ensaya la acción que realiza la persona observada. A las áreas del cerebro que
se activan se las ha denominado sistema de espejo. Se trata de agrupaciones de neuro-
nas en los lóbulos frontales y parietales (Morgado, 2005) que, además de activarse
mientras el individuo realiza una acción, lo hacen cuando observa a otra persona reali-
zando la actividad e, incluso, cuando se imagina a sí mismo ejecutándola (i.e., se forma
una representación mental). Es lo que ocurre, por ejemplo, cuando observamos a al-
guien bostezando y, de pronto, se nos abre la boca con un bostezo.
En el entorno escolar también se pueden aprender por observación diferentes ti-
pos de comportamiento, por lo que el modelado se ha venido utilizando como proce-
dimiento de instrucción. En este caso, el profesor o la profesora (también los iguales)
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actúa como modelo a imitar, de modo que muestra o demuestra ante el estudiante los
pasos necesarios para ejecutar una determinada conducta o procedimiento para ad-
quirir nuevas habilidades. Por ejemplo, en el laboratorio de Química, los alumnos ob-
servan cómo el profesor realiza un procedimiento ante ellos y aprenden los pasos a se-
guir para reproducirlo ellos mismos; en un gimnasio, los estudiantes pueden aprender
a realizar determinado ejercicio observando cómo lo realiza su profesora, etc.
Además de los comportamientos externos o manifiestos a través de la conducta
de otros, mediante la observación también es posible enseñar/aprender algunos pro-
cedimientos mentales, a pesar de que éstos no son susceptibles de ser observables di-
rectamente. Por ejemplo, a través de la verbalización en voz alta de los propios pen-
samientos mientras se realiza la lectura comprensiva de un texto, un profesor puede
mostrar a los alumnos cómo actua un buen lector, concretamenete, cuándo y cómo
emplea la estrategia de identificar la idea principal del texto (véase la Tabla 1).
Ahora bien, no siempre que se observa a alguien realizando una conducta se pro-
duce un aprendizaje. Para que se produzca el aprendizaje observacional, es preciso que
concurran varios procesos cognitivos por parte del observador (Rivière, 1990):
a) Prestar atención a las demostraciones del “modelo”. El grado de atención depen-
derá de la complejidad de la conducta observada, del atractivo (empatía, cercanía,
competencia, habilidades, etc.) para el aprendiz, de la capacidad cognitiva de éste
y del valor funcional de la conducta modelada.
b) Recordar la conducta del modelo a imitar. Recordar implica representar mental-
mente dicha conducta en la memoria y, entre los procesos que intervienen, son
particularmente importantes los que permiten la recodificación —más allá de la
simple observación— de las actividades que realiza el modelo. Por ejemplo, los
alumnos que recodifican verbalmente o en imágenes la información que observan
la retienen mucho mejor que los que simplemente se limitan a observar.
Además de saber cómo se realiza una conducta y de recordar los elementos o pa-
sos para llevarla a cabo, es preciso practicarla efectivamente antes de ser capaz de rea-
lizarla con precisión, por lo que el observador debe poner en marcha los procesos de
producción o de ejecución neuromota de las respuestas observadas. Por ejemplo, en el
caso de la escritura, es preciso que el aprendiz cuente con un desarrollo suficiente de la
coordinación neuromotriz que le permita realizar el trazo gráfico, y ello requiere
práctica.
Asimismo, el aprendizaje observacional está muy determinado por los incentivos
que conlleva la realización de la conducta y por la motivación que la acompañan. En es-
tos casos, el reforzamiento es importante para aprender y para mantener el aprendiza-
je en el tiempo. Unos incentivos (o refuerzos) son directos y otros son vicarios. Los pri-
meros consisten en recompensas que recibe directamente la persona que realiza la
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conducta. Los segundos se aplican al modelo como recompensa por la conducta que
realiza, mientras el aprendiz observa —no recibe directamente— la consecuencia que
obtiene el modelo por su comportamiento. En otros ccasos, la recompensa es de carác-
ter interno y autogenerado por el propio observador, por lo que reciben la denomina-
ción de incentivos autoproductivos.
Tabla 1. Ejemplo de la actuación de una profesora que modela ante sus alumnos el proceso de identi-
ficación de la información importante en un texto (Tomado de Carriedo y Alonso Tapia, 1994).
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aprender literalmente ningún tipo de información). Asimismo, una persona que apren-
de cierto contenido “al pie de la letra”, sin entenderlo, tendrá dificultades para aplicar-
lo en la resolución de nuevos problemas aunque pueda reproducirlo.
Esta perspectiva cognitiva del aprendizaje por construcción del conocimiento
tiene múltiples aplicaciones en el ámbito educativo, unas que inciden más en la
actividad del docente y otras que lo hacen más en la del alumnado. Por ejemplo,
Windschitl (2002) apunta las siguientes orientaciones que fomentan el aprendizaje
significativo:
a) Los profesores promueven experiencias e ideas en los estudiantes en relación con
temas esenciales y diseñan situaciones de aprendizaje que los ayudan a elaborar o
a reestructurar los conocimientos que poseen.
b) Los estudiantes tienen oportunidades de participar en actividades complejas y
significativas basadas en problemas.
c) Los profesores ofrecen variedad de recursos de información, así como
herramientas tecnológicas y conceptuales para mediar el aprendizaje.
d) Los estudiantes trabajan en colaboración y reciben apoyos para participar en
diálogos orientados a las tareas.
e) Los profesores muestran explícitamente sus propios procesos de pensamiento y
animan a los alumnos a realizar procesos de diálogo reflexivo, escritura u otro tipo
de representación.
f) De modo habitual, se pide a los alumnos que apliquen sus conocimientos en
contextos diversos, que expliquen sus ideas, interpreten, pronostiquen
fenómenos, construyan argumentos basados en evidencias, en vez de centrarse
en dar únicamente respuestas correctas predeterminadas.
g) Los profesores fomentan el pensamiento reflexivo y autónomo de los alumnos y
utilizan estrategias para evaluar la evolución del proceso de aprendizaje y dar
información al respecto.
Ahora bien, antes de seguir avanzando, conviene aclarar que en el contexto esco-
lar pueden darse distintos tipos de aprendizaje; incluso, no es necesario que haya ins-
trucción para que se produzca el aprendizaje. En ocasiones, aprendemos asociaciones
que se producen de forma más o menos espontánea, otras veces imitamos las conduc-
tas de ciertas personas que tomamos como modelos e, incluso, podemos aprender ma-
teriales verbales sin que exista un profesor que los enseñe. Es probable que en toda
situación de aprendizaje complejo —como lo son la mayoría de las que preocupan a
aprendices y maestros— tengan lugar tanto procesos de aprendizaje asociativo como
de aprendizaje constructivo, por lo que no son excluyentes. Por ejemplo, aunque jugar
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3. Aprendizaje significativo
En este apartado nos centraremos en analizar más detenidamente el aprendizaje signi-
ficativo como construcción del conocimiento. El aprendizaje significativo es un apren-
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dizaje basado en la comprensión: comprender para aprender. Tiene lugar cuando se re-
lacionan los nuevos contenidos a aprender con ideas y conocimientos previos relevan-
tes que ya posee el aprendiz u otros conocimientos o contextos (Pozo y Pérez, 2009).
Este proceso no se limita a agregar nueva información a la ya conocida, sino que puede
suponer una revisión, modificación, reorganización y/o enriquecimiento de la previa-
mente almacenada en la memoria. Así, da cabida a nuevos conocimientos y al estable-
cimiento de nuevas conexiones y relaciones entre ideas; incluso, en ocasiones, supone,
un verdadero cambio conceptual, como trataremos más adelante.
Esta forma de aprender asegura que el aprendizaje sea funcional y que los conte-
nidos se almacenen en la memoria de manera comprensiva. Decimos que un aprendi-
zaje es funcional cuando la persona que lo ha realizado puede utilizarlo de modo efec-
tivo en una situación concreta para resolver un problema nuevo, para abordar nuevas
situaciones y para efectuar nuevos aprendizajes. De hecho, cuando se aprende signifi-
1
Ausubel (1968, 2000) propuso la Teoría del aprendizaje verbal significativo, una explicación del aprendizaje en relación
con la adquisición de los conocimientos verbales en entornos educativos. Buena parte de los contenidos de aprendizaje
siguen siendo de naturaleza verbal —datos, conceptos, principios, teorías, modelos—, aunque hoy día deben abordarse
de manera comprensiva y complementarse con otro tipo de conocimientos.
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Para lograrlo, conviene anticiparle por qué y para qué realiza las actividades de
aprendizaje, ya que el “sentido” se construye, se atribuye.
Además del procesamiento cognitivo activo, son necesarias además ciertas condi-
ciones externas al aprendiz para que la instrucción promueva un aprendizaje significa-
tivo:
a) Los contenidos deben ser potencialmente significativos. Por una parte, los
contenidos deben tener significatividad lógica; es decir, los contenidos han de
tener una estructura lógica en relación con el área o disciplina a la que
pertenezcan. Ello hace referencia a los requisitos que debe tener la presentación
de los contenidos: relevantes, cohesionados, la información ha de ofrecerse de
forma clara y organizada destacando aspectos esenciales, se presentarán
siguiendo una secuencia lógica en la que cada uno de sus aspectos debe tener
coherencia con relación a los otros. En general, el contenido de una materia
guarda suficiente significatividad lógica.
Por otra, los contenidos deben tener significatividad psicológica; es decir,
deben ser adecuados al nivel de desarrollo y a los conocimientos previos que ya
tienen los alumnos. Como ya señalamos, para que el estudiante pueda asimilar
nuevos contenidos necesita tener ciertos conocimientos con los que poder
relacionar e interpretar la información que se le presenta; de lo contrario, no
podrá comprenderla. El que los contenidos tengan significatividad psicológica
depende, al menos en parte, de que el profesor o la profesora logre activar las
ideas previas necesarias para establecer “puentes” entre lo que ya saben los
alumnos y lo nuevo a aprender (p. ej., a través de preguntas, debates, suscitando
inquietudes, presentando información general con contenidos familiares, etc.).
Por tanto, es importante que la tarea de aprendizaje ayude a esa activación.
b) Se proporcionará ayuda al estudiante para seleccionar la información relevante. Si
ya sabe cómo seleccionar, organizar e integrar la información de una lección, la
instrucción orientada a que el estudiante emplee esos procesos no sería
necesaria.
c) La evaluación se ha de diseñar de manera que realmente evalúe que,
efectivamente, se ha producido un aprendizaje significativo. Si la prueba
simplemente evalúa la cantidad de contenido que se ha retenido o se ha
reproducido, no es posible mostrar que se produjo un aprendizaje significativo.
En suma, contando con la ayuda necesaria, buena parte de la actividad mental de
los alumnos consiste en movilizar y actualizar sus conocimientos previos para entender
la relación o las relaciones que guardan con el nuevo contenido (véase Tabla 2). Debe-
mos aclarar que, aunque se hayan expuesto como condiciones diferentes o separadas,
en la práctica se trata de condiciones interdependientes. Por ejemplo, si se ayuda a un
estudiante a comprender un tema, se le facilita que encuentre sentido a aprender y, al
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mismo tiempo, es más probable que se motive para realizar el esfuerzo por compren-
der.
Tabla 2 . Resumen de las características del aprendizaje significativo.
Tarea de aula. Pedimos a nuestros alumnos que lean un texto sobre cómo se producen los rayos y, a
continuación, le pasamos una prueba para evaluar cuánto recuerdan de la información presentada,
junto con una prueba de transferencia para evaluar hasta qué punto son capaces de aplicar lo que han
aprendido a la solución de problemas nuevos. La prueba de recuerdo incluye cuestiones cuya
respuesta viene dada explícitamente en el texto. Por ejemplo: “El relámpago de un rayo dura
aproximadamente ____ microsegundos” o “La cantidad de potencial eléctrico de un relámpago es
_____ voltios”. La prueba de transferencia incluye cuestiones cuya respuesta está implícita en el texto,
es decir, es preciso pararse a pensar e inferir o elaborar la solución a partir de lo que expone el texto y
del conocimiento previo del alumno: por ejemplo, “¿Cómo podrías disminuir la intensidad de los
rayos?”
Al evaluar los resultados obtenidos en dichas pruebas de evaluación, se observó que algunos
alumnos (1) no recordaban buena parte de las ideas relevantes que habían leído y tampoco eran
capaces de responder a preguntas de transferencia; es decir, no habían aprendido a partir del texto.
Otros (2), en cambio, recordaban bastante información o ideas dadas en el propio texto, pero no eran
capaces de aplicarlas a una situación nueva o de aportar explicaciones con sus propias palabras; es
decir, habían realizado un aprendizaje literal, pero sin buena comprensión. Por último, otro grupo de
estudiantes (3) eran capaces de recordar la información que habían leído y, además, respondían
correctamente a las preguntas de transferencia; es decir, eran capaces de utilizarla en situaciones
nuevas, de elaborar su explicación o argumentación; podemos decir que habían aprendido
significativamente.
Este caso nos permite ilustrar y describir tres posibles resultados de una tarea de
aprendizaje en función de lo que logre el estudiante:
1) No se ha producido aprendizaje: el estudiante tiene un rendimiento bajo en tareas
de retención (recuerdo) y en la transferencia de la información nueva.
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Como hemos visto, las propuestas vigentes sobre el aprendizaje basado en la compren-
sión, en el significado, subrayan la importancia de las ideas previas en el aprendizaje.
Frente al aprendizaje puramente repetitivo, el aprendizaje significativo supone la “in-
tegración” de los saberes nuevos dentro de las estructuras de conocimiento ya dispo-
nibles. De hecho, un proceso básico para comprender es tratar de vincular lo que se
aprende con la experiencia. Como es sabido, los alumnos llegan a las aulas con ideas,
creencias y conocimientos previos más o menos elaborados sobre cómo son las cosas y
cómo funciona el mundo. Si estos conocimientos no se tienen en cuenta cuando se
planifica la enseñanza, se corre el riesgo de que no se asimilen adecuadamente los
nuevos contenidos y que se limiten a aprenderlos repetitivamente. Por tanto, una pri-
mera implicación para la instrucción es que, para que los conocimientos y las compe-
tencias que se adquieren en las aulas sean transferidos a otras situaciones nuevas, es
preciso que los alumnos tengan conocimientos sobre el área en cuestión, que desarro-
llen una comprensión adecuada de las ideas principales del área y que hayan organiza-
do el conocimiento de manera que se guarde y se recupere fácilmente cuando sea pre-
ciso para la instrucción (Bransford, Brown y Cocking, 2000).
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Como hemos señalado, el proceso básico para promover la comprensión es lograr que
los alumnos establezcan relaciones significativas entre la nueva información y los co-
nocimientos previos. Sin embargo, a veces, no pueden comprender porque sus cono-
cimientos previos son incompatibles o contrarios a la nueva información que deben
aprender, por lo que no siempre se produce, al menos de modo inmediato, el aprendi-
zaje con comprensión y construcción de nuevo conocimiento. La activación de los es-
quemas de conocimiento relevante, ya sea a iniciativa propia o en respuesta a la de-
manda de la tarea, facilita el aprendizaje si tales esquemas son precisos y apoyan el lo-
gro de los objetivos de aprendizaje. Por el contrario, cuando los esquemas no son pre-
cisos o no son los adecuados para los objetivos de aprendizaje, su activación interfiere
en el aprendizaje; es lo que ocurre el caso de que tengan ideas intuitivas previas que se
alejan del conocimiento formal en el área.
En efecto, investigadores y profesores, con frecuencia, constatan que los alumnos
tienen ciertas concepciones o ideas intuitivas o espontáneas, creencias y expectativas
acerca del mundo natural y social que, en muchos casos, son erróneas o incompletas y
que, por tanto, resultan incompatibles o contrarias a la nueva información que debe
aprenderse. Se trata de teorías implícitas (Pozo, Pérez, Sanz y Limón, 1992) o explica-
ciones acerca de sí mismos, de los otros y del mundo, que se originan en los ambientes
cotidianos en los que se desenvuelve cada persona y que, a pesar de ser intuitivas, le
sirven para predecir y establecer relaciones causales entre los acontecimientos de su
entorno. En unos casos, esas concepciones espontáneas se basan en información que
recogemos a través de nuestros sentidos y que tendemos a aprender por asociación (p.
ej., realizamos asociaciones por contigüidad espacial, contigüidad temporal, covaria-
ción entre una causa y su efecto, etc., para explicar el funcionamiento del mundo natu-
ral); en otros casos, tienen su origen en el entorno social y cultural que genera un con-
junto de creencias compartidas por unos grupos sociales acerca de numerosos hechos
y fenómenos (p. ej., los modelos sobre el contagio de enfermedades de transmisión
sexual, ideas sobre salud, enfermedad, nutrición, reproducción, clima, etc.); por último,
la tercera fuente de posibles “errores” conceptuales la constituye la propia enseñanza,
cuando se realizan presentaciones simplificadas de ciertos conceptos que conducen a
una incomprensión del discurso científico, "mezclándolo" con el propio conocimiento
sensorial y social.
Todos poseemos algunas ideas informales sobre aquellos dominios o temas que
afectan a nuestra vida cotidiana; no se ciñen a la física, la química o la geología intuiti-
vas, sino que también hay un conocimiento informal sobre el mundo social e histórico,
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Aprender y Motivar en el Aula. Curso 2018_2019. Máster en Formación del Profesorado
una economía intuitiva o una psicología intuitiva (la denominada Teoría de la mente). Y
lo que es más llamativo: a pesar de ir adquiriendo más conocimiento a lo largo de la
escolaridad, algunas concepciones erróneas se mantienen hasta el final de la adoles-
cencia e, incluso, la adultez. Aunque hay diferencias evolutivas y entre individuos de la
misma edad, en términos generales las concepciones intuitivas que pueden tener los
estudiantes presentan las características comunes que describimos sucintamente en la
Tabla 4 (Cubero, 2005).
Uno de los campos en los que más se ha indagado sobre las ideas intuitivas es el
que concierne al aprendizaje de la ciencia, donde se ha puesto de manifiesto la exis-
tencia de concepciones erróneas en la comprensión de algunos conceptos científicos.
Por ejemplo, Nussbaum (1979) halló pruebas de una progresión evolutiva del concepto
"Tierra" como cuerpo cósmico. Los niños de 4º de Primaria consideran que la Tierra es
plana, con su parte “de abajo” cerca del “fondo” del cosmos; los de 6º de Primaria,
consideran que la Tierra es esférica, pero “abajo” todavía hace referencia a algo que en
algún sentido está en el “fondo” cósmico; ya los de 2º de ESO consideran que el mundo
es esférico y tienden a considerar “abajo” como una dirección en relación al centro de
la Tierra.
Trasladándonos a otros campos, también encontramos muestras de ideas inge-
nuas, por ejemplo, en el ámbito de la economía: estudiando cómo se comprende du-
rante la infancia y la adolescencia el proceso de fabricación del dinero se comprobó
que hasta los 10 años, aproximadamente, no se empieza a entender la naturaleza del
dinero y de sus relaciones con otros aspectos de la vida económica (Delval y Denegri,
2002), como tampoco se comprenden los efectos de la fabricación del dinero sobre la
economía global (v. escalada inflacionista). Asimismo, hasta los 11 años, aproximada-
mente, es difícil relacionar el precio de un producto con el trabajo invertido en la pro-
ducción, entender el papel regulador del mercado y comprender la idea de ganancia en
las actividades de compra-venta, así como discernir entre el pago de impuestos y el de
servicios (gas, luz, teléfono). Estos hechos nos demuestran que las limitaciones de tipo
cognitivo que dificultan establecer relaciones entre distintos aspectos de un problema
pueden estar condicionando la asimilación de la información e, incluso, la interpreta-
ción de la propia experiencia. La evolución de las ideas económicas es semejante a la
de otros fenómenos sociales (una descripción más detallada puede consultarse en Del-
val, 2001). Los adolescentes podrán empezar a entender algunas cuestiones siempre
que cuenten con la información adecuada, se promuevan situaciones para confrontar
sus ideas y se favorezca el establecimiento de relaciones entre los distintos fenómenos
que convergen en la situación. Por ejemplo, si nos ceñimos a los conocimientos sobre
la actual crisis económica, para entender este fenómeno, aunque sólo sea de manera
superficial, es preciso contar con cierto conocimiento disciplinar de la economía y con-
tar con la información suficiente sobre los factores que pueden estar en el origen de
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Lectura 1. Aprendizaje e instrucción en el aula
esta crisis; además, hay un segundo factor de carácter psicológico que limita esa com-
prensión, como es la capacidad para considerar diferentes factores en sus interaccio-
nes, lo que se desarrolla con la edad y con el entrenamiento (aquí la escuela desempe-
ña un papel fundamental), no estando presente antes de los 15 o 16 años (Rodríguez,
Kohen y Delval, 2008).
Por tanto, una primera consecuencia importante para la enseñanza es que los pro-
fesores deben tener en cuenta que los estudiantes poseen ideas y concepciones pre-
vias al aprendizaje formal. Si esto es así, la instrucción no debe considerarse como la
simple provisión de conocimiento nuevo sobre un tema, sino que debe comenzar por
conocer la “ciencia intuitiva” del alumnado e intentar construir sobre esas concepcio-
nes (Mayer, 2010), obviamente, sin olvidar que su conocimiento está limitado, en cier-
ta medida, por las capacidades intelectuales desarrolladas hasta el momento. Cabe
preguntarse, pues, cómo podemos trabajar los profesores sobre la base de los conoci-
mientos previos que dificultan la integración de un nuevo conocimiento por ser incom-
patibles. La teoría del cambio conceptual nos ofrece algunas indicaciones al respecto.
El cambio conceptual es un proceso mediante el que las teorías ingenuas o con-
cepciones cotidianas se transforman en otras más complejas y cercanas al conocimien-
to científico de referencia. Este proceso implica, a menudo, la toma de conciencia y la
resolución de los conflictos cognitivos que se plantean ante tales experiencias contra-
dictorias. El conflicto cognitivo es la situación que se produce cuando las teorías previas
de que disponen los personas no son suficientemente completas o adecuadas para
describir, explicar y/o predecir los nuevos hechos o fenómenos que se le presentan
(Gutiérrez, García-Madruga y Carriedo, 2002, p. 385).
El proceso de cambio conceptual ha sido interpretado por la mayoría de los auto-
res como un proceso de estructuración o reestructuración cognitiva, si bien la termino-
logía utilizada y las descripciones varían de unos autores a otros. En cualquier caso, re-
quiere (Pozo, 1989; Pozo y Pérez, 2009): profundizar en la explicitación de los conoci-
mientos previos de los alumnos, que suelen ser implícitos e inconscientes en gran me-
dida; diseñar tareas que faciliten hacer explícitos tales conocimientos; ayudar a los es-
tudiantes a discernir sus ideas intuitivas, una vez explicitadas, de los conocimientos
académicos o científicos que se les pretende enseñar; e instruirles en las nuevas es-
tructuras de conocimiento, a menudo, más complejas que las iniciales, al tiempo que
redescriben estas últimas. Por tanto, se trata de promover un cambio conceptual,
cuando sea necesario, mediante un triple proceso: explicitación, reestructuración y re-
descripción. En este sentido, los diversos modelos de cambio conceptual, aunque difie-
ren en matices, comparten algunos supuestos fundamentales que nos ofrecen implica-
ciones para la educación:
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Aprender y Motivar en el Aula. Curso 2018_2019. Máster en Formación del Profesorado
Organización En general, el conjunto de ideas previas intuitivas no está conformado por datos inconexos
interna y aislados, sino que se trata de conceptos que se encuentran relacionados. Ahora bien,
cuando decimos que los alumnos tienen teorías sobre el mundo, no se quiere decir que el
niño posea una teoría explícita bien organizada al estilo de las teorías científicas; lo que se
trata de subrayar es que ese conjunto de conocimientos forma parte de una estructura en
la que los conceptos se encuentran relacionados y que ejercerán una poderosa influencia
sobre la organización del conocimiento.
Funcionalidd El hecho de que la experiencia cotidiana permita construir explicaciones que son distintas
de las construcciones científicas no implica que aquéllas no sean útiles; al contrario, se tra-
ta de ideas con valor adaptativo y que se han mostrado útiles para la resolución de proble-
mas cotidianos en muchas situaciones previas. Tenemos ideas que nos permiten predecir y
controlar los sucesos, aumentando nuestra adaptación a los mismos. Estas funciones de
predicción y control del entorno inmediato tienen un alto valor adaptativo en todas las es-
pecies, pero se multiplican en los humanos gracias al aprendizaje y la cultura (Pozo, 1996).
Continuidad De acuerdo con la investigación al respecto, parece que las concepciones previas de los ni-
ños y niñas son estables y tienden a mantenerse en el tiempo. Los motivos podrían ser la
tendencia a evaluar ideas buscando su confirmación -no su rechazo- o a sobrevalorar la
evidencia compatible con las propias ideas, considerando lo anómalo como una excepción
de la regla, así como el hecho de que una creencia particular esté relacionada con otras
creencias o conocimientos, formando parte de actividades cotidianas que se repiten, y su
funcionalidad. En este sentido, algunos trabajos muestran que estas concepciones previas
son resistentes a ser modificadas mediante la instrucción, aún cuando ésta haya sido ex-
presamente estructurada y planificada para confrontar las ideas de los niños (véase, p. ej.,
Driver, 1986). Por ejemplo, muchos estudiantes llegan a la universidad con el concepto
previo de que el movimiento implica una fuerza y que puede resumirse del modo siguiente:
si un objeto se mueve es porque hay una fuerza actuando sobre él; los cambios de veloci-
dad o de dirección se producen porque la fuerza aumenta o disminuye (Clement, 1982).
Acordes a las Las concepciones de los estudiantes se construyen de acuerdo con las características pro-
características pias del pensamiento y de la personalidad de los individuos, con su conocimiento y dominio
psicológicas del lenguaje, con las relaciones que mantienen con otras personas, etc. Por ejemplo, los
alumnos suelen explicar los fenómenos mediante relaciones causales y simples, aún cuan-
do necesitarían utilizar un esquema causal más complejo; las relaciones que establecen
suelen ser de naturaleza cualitativa, cuando la comprensión de muchos fenómenos reque-
riría conocer y utilizar relaciones cuantitativas; el pensamiento causal cotidiano tiende a
centrarse más en lo que se transforma que en lo que se conserva con el cambio, mientras
que muchos conceptos científicos guardan relación con las conservaciones (Pozo y cols.,
1992).
Comunidad Las explicaciones de los niños y adolescentes no son totalmente idiosincrásicas, sino que se
muestran comunes a grupos de individuos, de modo que podemos apreciar ciertos patro-
nes comunes entre los individuos de una cultura concreta, por ejemplo, respecto a qué es
el movimiento (Driver, Asoko, Leach, Mortiner y Scott, 1994).
Para saber más: Delval, J. y Kohen, R. (2010). Comprender un fenómeno de causas cruzadas. Cuadernos de Pedagogía, 405,
45-50. Para ampliar información sobre las ideas previas en otras áreas, consulte el monográfico “Las ideas del alumnado en cien-
cias”, Alambique Didáctica de las Ciencias experimentales, nº 7, publicado en 1996.
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Lectura 1. Aprendizaje e instrucción en el aula
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Aprender y Motivar en el Aula. Curso 2018_2019. Máster en Formación del Profesorado
En estas secuencias, las estrategias didácticas que facilitan el cambio conceptual cons-
tituyen herramientas fundamentales para promover el aprendizaje de los alumnos,
asunto que será tratado en el Tema 4 en el contexto de las estrategias de aprendizaje y
el aprendizaje autorregulado.
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Lectura 1. Aprendizaje e instrucción en el aula
Aprendizaje
Atención
Conocimientos previos Conocimientos previos
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Lectura 1. Aprendizaje e instrucción en el aula
SÍ
INTEGRAR ¿El alumno construye NO NO COMPRENDE Es posible buena
conexiones externas? retención, pero una transferencia
pobre
SÍ
COMPRENDER Buena retención y
buena transferencia
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Lectura 1. Aprendizaje e instrucción en el aula
minúsculas espinas (espinas dendríticas) que sirvan para formar sinapsis o fortalecer
otras existentes. Muchas sinapsis son estables, genéticamente determinadas, pero
otras muchas son plásticas (se forman, refuerzan, debilitan, desaparecen) como resul-
tado del aprendizaje. Normalmente, el proceso de almacenamiento de información in-
cluye dos estadios denominados: la memoria a corto plazo y la memoria a largo plazo.
La memoria a corto plazo es una memoria inmediata y transitoria (durante un pe-
riodo de tiempo muy breve) de una cantidad limitada de información (menos de una
docena de números o dígitos), muy vulnerable a la interferencia de otra información.
Se basa en cambios eléctricos o moleculares efímeros en las sinapsis y redes neurona-
les implicadas que no llegan a estabilizarse por ser insuficiente la estimulación o el
aprendizaje que las produce. Por ejemplo, podemos mantener y recordar un número
de teléfono mientras lo tecleamos para realizar una llamada y, después de marcarlo,
solemos olvidarlo inmediatamente a no ser que lo repitamos una y otra vez. Si como
consecuencia de la repetición de la experiencia tales cambios persisten, pueden dar lu-
gar a síntesis de nuevas proteínas y cambios cuyo resultado es el establecimiento de
una memoria a largo plazo basada en cambios estructurales persistentes (i.e, espinas
dendríticas nuevas en las neuronas).
La memoria a largo plazo es una memoria estable y duradera, poco vulnerable a
las interferencias y capaz de almacenar gran cantidad de información durante un tiem-
po indefinido, como hemos señalado. Es la memoria que nos permite recordar quiénes
somos, la lengua que hablamos, los conocimientos para ejercer una profesión, etc. (pa-
ra saber más al respecto, se recomienda la consulta de la obra de I. Morgado, 2014).
El proceso gradual por el que una memoria a corto plazo se convierte en memoria
a largo plazo se denomina consolidación de la memoria y, precisamente por ser un
cambio gradual y continuo, la distinción entre memoria a corto y a largo plazo es relati-
va, por lo que buena parte de los investigadores apelan más a la naturaleza cualitativa
que a la duración de la información que contienen distintos sistemas de memoria para
diferenciarlos. Cuando en la corteza cerebral ya existe un esquema o red neuronal pre-
via con el que la nueva información aprendida puede ser relacionada, se facilita la me-
moria para la misma. Y si es consistente con los esquemas previos en el cerebro, la
consolidación se acelera; de lo contrario, la integración se dificulta y la consolidación
requirá más tiempo.
Relacionado con la memoria y el aprendizaje, la investigación cognitiva ha aporta-
do evidencias a favor de dos principios que rigen el aprendizaje (Mayer, 2010; Paivio,
1986) y que puede ver aplicados en el Caso 5:
Principio de los canales duales. Es la noción según la cual las personas disponemos
de “canales” o vías diferentes para procesar la información verbal y la información
visual (imágenes).
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Aprender y Motivar en el Aula. Curso 2018_2019. Máster en Formación del Profesorado
Principo de capacidad limitada. Este principio significa que hay límites en la capaci-
dad de información que las personas pueden procesar en cada canal en cada mo-
mento. Por tanto, no se debe sobrecargar el sistema de aprendizaje presentando
demasiados conceptos simultáneamente. De hecho, la capacidad de procesamien-
to es bastante limitada en la memoria operativa.
Cuadro 5. Caso 5. ¿Una imagen vale más que 1000 palabras en la enseñanza?
Problema: ¿Cómo construir una comprensión compleja que integre información de fuentes visuales
(fotografías, diagramas, gráficas, películas) y verbales (textos, conferencias), dadas las limitaciones de
la memoria operativa?
Richard Mayer (2001) ha estudiado tal pregunta durante años y encontró que la combinación
adecuada de imágenes y palabras podría marcar una importante diferencia en el aprendizaje de los
estudiantes, precisamente, en virtud de los principios de aprendizaje cognitivo ya señalados.
Mayer y Gallini (1990) realizaron un estudio empírico con el propósito de indagar acerca del
efecto de presentar la información en diferentes formatos. Utilizaron tres tipos de textos para explicar
cómo funciona una bomba para bicicleta: uno de los textos empleaba únicamente palabras; el segun-
do, incluía imágenes que solo mostraban las partes del sistema de frenos y los pasos; y el tercero−que
mejoró el aprendizaje y el recuerdo del estudiante− indicab a el estado "encendido" y "apagado" de las
bombas y tenía etiquetas para cada paso.
En un segundo estudio incluyeron una presentación multimedia, de 140 segundos. La presenta-
ción era una animación que mostraba los 16 pasos en la producción de un relámpago, iniciando con el
aire húmedo que llega a la tierra proveniente del océano y terminado con la luz del relámpago. Se uti-
lizaron cinco modos de presentación diferentes:
1) concurrente, con animación que mostraba los 16 pasos y una narración que iba explicando el
proceso;
2) la ilustración animada completa de 140 segundos, seguida por la narración verbal completa de la
descripción del proceso;
3) primero, la narración completa y, después, la animación completa;
4) pequeños fragmentos (un paso del proceso a la vez) que mostraban, primero, la animación y,
luego, la narración;
5) pequeños fragmentos (un paso del proceso a la vez), primero con narración y, después, con la
animación.
Los estudiantes que vieron las presentaciones concurrentes o las de pequeños fragmentos tuvie-
ron un rendimiento significativamente mejor en varios tipos de pruebas acerca de los relámpagos.
Mayer sugiere que el aprendizaje fue mejor porque los estudiantes tenían la información tanto visual
como verbal al mismo tiempo, o lo suficientemente cerca como para mantenerla activa en la memoria
de trabajo. Escuchar toda la narración antes de ver la animación, o a la inversa, sobrecarga la memoria
operativa: uno no es capaz de recordar las imágenes del paso cinco cuando escucha la explicación pos-
teriormente.
Conclusión: ofrezca a los estudiantes múltiples formas de comprensión (imágenes y explicaciones). Sin
embargo, no sobrecargue la memoria operativa; "agrupe" la información visual y verbal en conjunto y
en pequeños fragmentos (o del tamaño de la memoria).
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Lectura 1. Aprendizaje e instrucción en el aula
4.2. La atención
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Aprender y Motivar en el Aula. Curso 2018_2019. Máster en Formación del Profesorado
cultades suelen aparecer ante la multitarea simultánea que incluye tareas complejas
que requieren de los mismos recursos cognitivos. En estos casos, el desempeño se verá
afectado.
Un hecho constatado es que el cerebro funciona mal en un estado de atención
continua de alto nivel; de hecho, la atención externa puede mantenerse en un nivel
elevado y constante solo durante un periodo corto de tiempo, alrededor de diez
minutos. Sin embargo, con frecuencia, se exigen niveles altos y sostenidos de atención
en las situación de aprendizaje en el aula. Por ello, a la hora de diseñar entornos de
aprendizaje, conviene tener en cuenta tres razones por las que exigir mantener la
atención constante durante un tiempo prolongado podría ser contraproducente
(Janser, 2010):
1) gran parte de lo que aprendemos se produce con demasiada rapidez y no se
puede procesar de modo consciente; necesitamos tiempo para procesarlo;
2) para crear un nuevo significado, necesitamos dedicarle tiempo de procesamiento;
y,
3) después de cada nueva experiencia, necesitamos tiempo para consolidar el
aprendizaje.
Actividad
Realice una escucha activa y tome notas sobre las ideas relevantes que se exponen en el programa ra-
diofónico titulado “El papel de la atención en el rendimiento escolar” emitido a través de CanalUNED, en
la serie Psicología en Radio 3. En el curso virtual de la asignatura, encontrará los enlaces que le llevarán al
repositorio de CanalUNED, desde donde podrá descargar los espacios emitidos:
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Lectura 1. Aprendizaje e instrucción en el aula
Tabla 6. Práctica basada en evidencias empíricas: estrategias para prestar atención (Santrock, 2012)
Estimule a los estudiantes para prestar una atención rigurosa y a reducir las distracciones. Hable con
ellos sobre la importancia de que presten atención cuando tienen que recordar algo. Proporcióneles
ejercicios que les permitan demostrar su atención centrada en una tarea.
Utilice señales o gestos para indicar que algo es importante. Por ejemplo, eleve el volumen de la voz,
repita algo con énfasis y escriba el concepto en la pizarra o presentación visual.
Ayude a los estudiantes a generar sus propias señales o palabras para captar la atención, de modo
que las utilicen cuando sea necesario (p. ej., "atento"). Enséñeles a decirse a sí mismos su señal
cuando estén distraídos.
Procure que el aprendizaje sea interesante. Si los alumnos se aburren, su atención se desvanece
rápidamente. En cambio, ésta aumenta cuando se relacionan las ideas con los intereses de los estu-
diantes o cuando se presentan en la clase ejercicios novedosos, diferentes o sorprendentes. Piense
en preguntas impactantes para introducir cada tema.
Utilice los medios de comunicación y la tecnología eficazmente como parte de su esfuerzo para variar
el ritmo de la clase. Por ejemplo, los vídeos y programas de televisión han creado formatos para
captar la atención de los estudiantes. Es importante elegir el material audiovisual que capte la aten-
ción de manera relevante para fomentar un aprendizaje eficaz.
Céntrese en el aprendizaje activo para combatir el aburrimiento de los estudiantes. Por ejemplo, el
empleo de un ejercicio distinto, la presencia de un invitado en clase, una excursión u otras activida-
des pueden mejorar su atención.
No sobrecargue a los estudiantes con demasiada información. Vivimos en la sociedad de la informa-
ción y, a veces, se tiende a pensar que los estudiantes deben aprender todo rápidamente.
Sea consciente de las diferencias individuales en la capacidad de atención de los estudiantes. Algunos
presentan dificultades para atender, por lo que es importante tener en cuenta este factor. Elimine
posibles elementos distractores en el aula.
4.3. La inteligencia
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Aprender y Motivar en el Aula. Curso 2018_2019. Máster en Formación del Profesorado
cualquier tarea mental, al que denominó inteligencia g (g). Ahora bien, cada prueba o
tarea cognitiva también requiere de la aplicación de ciertas capacidades específicas (p.
ej.,verbales, espaciales, etc.), además de g, por lo que cualquier tarea se basa en el
componente general de inteligencia y en otra serie de habilidades específicas (p. ej.,
memoria, desarrollo del lenguaje, etc.). Cuando se mide el desempeño del individuo en
diversas tareas cognitivas, se puede calcular matemáticamente ese factor g común que
subyace al rendimiento en todas las pruebas, lo que constituye un indicador o medida
de la inteligencia general.
Desde el punto de vista educativo, lo que nos interesa destacar, en primer lugar,
es que tanto la herencia como el medio (en el que se incluye la calidad de la enseñan-
za) desempeñan una función en la inteligencia, la cual nunca es fija sino abierta, dentro
de unos límites, al cambio de manera continua en sus múltiples capacidades.
La teoría de Cattell (1963) y Horn (1998) permite discernir entre inteligencia fluida
e inteligencia cristalizada. La inteligencia fluida es la capacidad para razonar en abs-
tracto, solucionar problemas nuevos, hacer inferencias y comprender relaciones entre
conceptos, y todo ello sin recurrir al conocimiento previamente adquirido y experien-
cias de aprendizaje. Este aspecto de la inteligencia se incrementa hasta la adolescencia
tardía (22 años, aproximadamente), ya que se basa en el desarrollo cerebral, y declina
gradualmente con la edad. Numerosos estudios ponen de manifiesto que este tipo de
inteligencia está muy relacionada con la memoria explícita y, lo que resulta realmente
interesante, correlaciona significativamente con la memoria operativa. La base común
que puede explicar la relación positiva entre las medidas de MO y de inteligencia flui-
da, y entre ambas y el rendimiento académico de los estudiantes, se ubica en el cortex
prefrontal que atañe a los procesos cognitivos de control atencional (Kane & Engle,
2002). Es decir, los estudiantes que obtienen mejor rendimiento en pruebas de MO
también tienden a puntuar alto en pruebas de inteligencia fluida y, asimismo, suelen
obtener mejores puntuaciones de rendimiento académico. La corteza prefrontal tam-
bién está relacionada con el control emocional a partir del razonamiento, por lo que
actualmente se está investigando si el entrenamiento de la MO podría tener un efecto
beneficioso en la gestión de las emociones utilizando la razón (inteligencia emocional).
La inteligencia cristalizada es la capacidad de aplicar métodos de solución de pro-
blemas adecuados en el contexto cultural de la persona, por lo que incluye conoci-
mientos aprendidos culturalmente. De ahí que se considere una inteligencia que puede
aumentar a lo largo de la vida.
Por otra parte, autores como Howard Gardner (1983) sostienen un enfoque
múltiple de la inteligencia que hace hincapié en el “contenido” de la misma. La teoría
de las inteligencias múltiples propuesta por este psicólogo sostiene que las personas
tenemos, al menos, ocho clases independientes de inteligencia: lingüística (verbal),
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Lectura 1. Aprendizaje e instrucción en el aula
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Aprender y Motivar en el Aula. Curso 2018_2019. Máster en Formación del Profesorado
persona pueda tener éxito y adaptarse a éste o, si es necesario, readaptarse para op-
timizar las oportunidades.
En suma, “la inteligencia es un estado actual que se ve afectado por las experien-
cias previas y que está abierto a los cambios futuros“ (Woolfolk, 2014, p. 128). La me-
dida de la inteligencia mediante pruebas que arrojan un Cociente Intelectual (CI: pun-
tuación que compara la edad mental con la edad cronológica del individuo) se relacio-
na positivamente con el rendimiento académico, pero solo se trata de un índice con
carga cultural que debe utilizarse con cautela, más para identificar fortalezas y prácti-
cas efectivas que para limitar oportunidades educativas.
Actividad
En esta actividad le proponemos visionar el documental de la serie REDES, titulado De las inteligencias
múltiples a la educación personalizada, emitido por RTVE, en el cual Eduard Punset entrevista a Howard
Gardner, profesor de Cognición y Educación, en la Universidad de Harvard y Premio Príncipe de Asturias de
Ciencias Sociales 2011. En el curso virtual de la asignatura alojado en la plataforma aLF de la UNED, le faci-
litamos el enlace a dicha presentación audiovisual.
Acceso a los sentimiento propios y la capacidad de discriminar entre éstos y asociarlos para
guiar la conducta; conocer las fortalezas, debilidades, deseos de uno mismo.
Capacidad para discernir y responder con propiedad a los modos, motivaciones y deseos de
otros.
Capacidad para controlar el movimiento del cuerpo y manejar objetos con destreza.
Capacidad para reconocer plantas y animales, encontrar diferencias en el mundo natural y en-
tender sistemas.
Capacidad para percibir el mundo espacial, visual y realizar transformaciones en las propias
percepciones iniciales.
Capacidad para producir y percibir ritmo, tono y timbre, así como distintas formas de expresión
musical.
Sensibilidad a los sonidos y significados de las palabras, sensibilidad a distintas formas y fun-
ciones lingüísticas.
Capacidad y sensibilidad para discernir patrones lógicos y numéricos, capacidad para manejar
cadenas extensas de razonaiento.
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Lectura 1. Aprendizaje e instrucción en el aula
Así pues, si en los epígrafes anteriores nos centramos en la revisión de los proce-
sos psicológicos básicos que intervienen en el aprendizaje y en el modo en que los es-
tudiantes recuerdan y dan sentido a la información que aprenden, dedicaremos la
última parte del tema a tratar procesos cognitivos complejos que intervienen en la
comprensión, concretamente, las estrategias de aprendizaje (EA), un tipo de conoci-
miento procedimental que se refiere a cómo abordar las tareas de aprendizaje.
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Aprender y Motivar en el Aula. Curso 2018_2019. Máster en Formación del Profesorado
Estrategias de codificación
Estrategias asociativas
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Lectura 1. Aprendizaje e instrucción en el aula
Actividad
Seguramente, se han producido cambios sobresalientes en los planteamientos y en los entornos educati-
vos desde que tuvo lugar la experiencia del Dr. Itard con Víctor, “el niño salvaje de Aveyron”, hasta la ac-
tualidad. Le invitamos a reflexionar sobre la revolución educativa desde entonces. En este actividad debe
visionar el documental de la serie REDES titulado La revolución educativa, emitido por RTVE, en el cual
Eduard Punset entrevista al psicólogo Rober Roeser.
Después de visionar la grabación, responda a las cuestiones que le planteamos a continuación en tor-
no al papel y la formación de los docentes que educan a los adolescentes en la sociedad actual:
Identifique algunas de las características, habilidades y conocimientos que considere esenciales
para ser un docente competente en la educación secundaria.
¿Influyen las características de los estudiantes en las competencias y en los recursos que debe
movilizar el profesorado?
¿Qué papel desempeña el profesorado en el proceso de enseñanza-aprendizaje? ¿Qué aporta el
discípulo a dicho proceso?
Realice una valoración del papel de la atención, la memoria, las habilidades socioemocionales y
las experiencias del estudiante en la adquisición de nuevos conocimientos.
Piense en sus experiencias personales y preocupaciones con respecto a la enseñanza y compáre-
las con las que se ilustran en el programa mencionado.
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Aprender y Motivar en el Aula. Curso 2018_2019. Máster en Formación del Profesorado
NOTA: Lectura 2:
Pérez, L. y Beltrán, J. (2014). Estrategias de aprendizaje: función y diagnóstico en el
aprendizaje adolescente. Padres y maestros, 358, pág. 34-37. Doi:
http://dx.doi.org/pym.i358.y2014.008
La referencia anterior corresponde a un artículo en el que se expone sucintamente
qué son las estrategias de aprendizaje y cuáles son sus funciones en el aprendizaje,
así como una clasificación de los distintos procedimientos atendiendo a su naturale-
za. No nos detendremos aquí a desarrollar tales contenidos y remitimos al lector a la
consulta de dicho artículo para complementar el tema.
Referencias
Ausubel, D. (1968). Educational psychology: a cognitive view. New York: Holt.
Baddeley, A. (2007). Working Memory, Thought and Action. Oxford, UK: Oxford University Press.
Ausubel, D. (2000). Adquisición y retención del conocimiento. Una perspectiva cognitive. Madrid: Paidós. Cognición y desarrollo humano.
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