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LOS GRANDES MEDICOS - FILOSOFOS

LOS DE AYER Y LOS DE HOY

A la hora actual. entre las figuras más destacadas del pen-


samiento europeo se cuentan dos médicos, K. Jaspers y el Premio
Nóbel de la Paz, A. Schweitzer. No hace un año aún, como para
distraerse de sus arduas elucubraciones en torno a la Verdad,
redactó Jaspers unas cuartilIas sobre la idea del médico moderno,
sobre su mentalidad científica y humanitaria. Con ello recordaba
a los que pudieran haberlo olvidado, que era del linaje de los
hípocrátícos. y que, de la academia de Platón en que había en-
canecido, podía, si se le antojaba, pasar a disertar en anfiteatros
anatómicos.. y dar a los allí presentes la visión médica de los
novisimos tiempos. Schweítzer, en los ratos libres que le deja la
dirección de su hospital de Lambarene, Congo francés, planea
un 'curso de ética cultural. vista ésta desde un punto por demás
galénico, el de la veneración a la Vida, que impreso en parte y
en parte dado a conocer por sus conferencias, ha recorrido el
mundo.
Estos dos médicos en tan alto predicamento intelectual, pre-
• cedidos por otros dos de no menor fama, el sicanalista S. Freud
que filósofo también al fin de su vida, y el Premio Nóbel de medí-
cina A. Carrel, que en sus últimas obritas fué abriendo perspec-
tivas sobrenaturales a su primer libro de "La Incógnita del Hom-
bre", invitan a un balance de la contribución de los galenos
al saber de las últimas causas. Pues hay que reconocer, que los
tales han gustado de intervenir en el campo filosófico, y que a
10 largo de la ciencia socrática hay mucha huella hipocrátíca. Lo
que nos servirá para, a un alto nivel como ahora se dice, dar los
rasgos de la personalidad científica de los que la han impreso, y
acaso de los del gremio mismo. Analizando la vida, viéndola
difundida como onda gigantesca por los espacios, observando los
fenómenos sicolóqicos que se entrecruzan con la fisiología, ele-
vando sobre todo el respeto a la Vida a imperativo categórico, se
ha teorizado mucho y se han formulado conclusiones de orden
trascendental. y, ¿quiénes sino los médicos iban a ser los cue
tal hicieran?
* * *
LOS GRANDES MÉDICOS-FILÓSOFOS IR
IXII JOAQUÍN IRIARTE, S. I.

Médie o que filoso fa en un dios, reza uno de los aforismos de momento, tuvo el acierto de aliarse a la filosofía. Su f uncl.ulor,
l Ilporrutca. Los físicos, anotaba Alfonso el Sabio. conocen las Hipócrates de Cos en el mar Egeo (s. V-IV. a. C.). n In VI
m~d,'" segund natura y tollen (quitan) el dolor. No hay más que le imprimía carácter marcadamente ético y sacerdotnl, 1.«
IIIÓ1'Hlfos, sentenciaba el siglo de la Enciclopedia. que los que se arrancaba del curanderismo y de la maraña de las prácttcas ¡nil
dcdlcnn a suprimir el dolor en el mundo. Doctor es el vocablo gico-supersticiosas. Hlpócrates fué médico-filósofo. adscrito a In
k las gentes. en el léxico inglés casi exclusivo. para designar escuela de Demócríto. e inició terapia.s no ya como arte soln
il médico. Hay muchos que enseñan en facultad. pero facultativo mente. sino como verdadera ciencia. en formulados de gener<lli
por excelencia sólo hay uno. el médico. zación racional. Y como Hípócrates, también Galeno. segundo
La cateqoría intelectual de los hipocráticos no anda pues de los maestros de la medicina antigua (s. Il. p. C.), fué filósofo.
mal parada en las lenguas de los doctos y del vulgo. Tienen tra- Profesó en parte al menos el arístotelísmo. Y prescribió un saber
tamiento de dioses. de filósofos. de físicos. de doctores. Los que no se contentara con los solos datos clínicos o con salir del
problemas del dolor que han puesto a prueba el talento de los paso. sino que sistematizara los conocimientos en cuerpo doc-
sabios, son de su incumbencia. Darse cuenta de la naturaleza trinal. "De los Médicos y Filósofos" es el título de uno de sus
de las cosas. en términos griegos ser físico. les corresponde. El tratados. Mérito suyo fué asimismo comprender que la salud es
grado máximo de las colaciones académicas lo ostentan ellos. pero una afección del compuesto humano, espiritual tanto como cor-
conferido por la sociedad. cuyo fallo es tan insobornable corno poral. Al trabajar por ella. los humores y el órgano deberán te-
certero. "La ciencia no llega a más". suele oírseles cuando luchan nerse en cuenta. pero sin olvidar las relaciones del enfermo con
impotentes ante el mal. y nosotros les damos créríto. De grado el mundo moral y religioso, del que también depende su bienestar.
o por fuerza -honora medícum propter necessitatem-, vivimos Dígalo si no la atención que presta la terapéutica moderna a las
sometidos a su autoridad científica, reconocemos sus méritos, y enfermedades mentales o del espíritu. "Geisteskrankheiten". prue •.
encontramos acaso creíble que en una encuesta última se pronun- ba evidente de que el tejido nervioso no lo es todo; al menos. que
ciaran por ellos las jóvenes deseosas de fundar un hogar. no 10 expresa todo.
Sin embargo, no siempre han rodado las cosas tan prósperas
para los servidores de Esculapío. Tiempos hubo y no muy pri- Pero Hípócrates y Galeno suponen sólo una orientación ini-
mitivos, durante la República romana, por ejemplo, en que uno cial. No son aún la filosofía. Con ellos no interviene la medícína
de los Catones, el censor. habló con dureza de la profesión mé- en el saber de las últimas razones. aun en el supuesto de haber
dica, considerándola indigna de la gravedad romana. Roma. por Galeno inventado una de las cuatro figuras silogísticas; sí. en
supuesto, rectificó en los días del Imperio. y tuvo las deferencias cambio. con Aristóteles.
del casó para con ella. De nuevo en los siglos medios decae su El ilustre filósofo por parte de padre y madre descendía de
prestigio, al menos entre los cristianos. Hebreos y árabes la médicos. Era de la progenie de Esculapio y de Macaon, obser-
ejercen preferentemente. y el rey Sabio. en las leyes que dicta va Laercío, queriéndonos decir que el genio de la medicina 10 selló
sobre los físicos. los tiene que recomendar al favor de los prín- desde su nacimiento por suyo. Era asclepíada, apuntan otros, esto
cipes, siempre. claro está, que sean honrados, pues había entre es. de los consagrados a Asclepios, variante del nombre de Escu
ellos quienes traficaban con aquellas pócimas letales y aquellos lapío. Nícómaco, el autor de sus días, fué guardián de la salud
bocados traidores de que están llenas las historias. En las uni- de Amintas Il, abuelo de Alejandro Magno. y trasmitió al hijo
versidades primitivas se veían pocos estudiantes de medicina, lo mejor que tienen los médicos: altoapredo de la vida humann
quienes iban para su formación a escuelas más o menos privadas. y noble sentido de la naturaleza. De ahí. sus continuas investiga •.
Cuando más tarde se formalizó la facultad médica. la profesión ciones en torno a la física. como también sus definiciones o
sube de ranqo y se codea con la de los juristas y teólogos. Hoy veredictos biológicos. vgr .. de que la vida es un movimiento tll'
se ha impuesto a la sociedad que reserva para el médico el tér- dentro para dentro, repetido hoy todavía con respeto. Entre otros
mino facultivo. El es. 10 acabamos de decir. el facultativo por tratados escribió: "De las cosas medicinales". "De anatom!n",
antonomasia. . "Del no engendrar", "Del sueño". "De los animales y las p1.1Il.
tas", "De las pasiones", "De la naturaleza". "Del alrnn". NCl
Esto en cuanto a .la historia más qeneral de los devotos de podía desentenderse de su instinto antropologista; le dOllllollh"
Esculapio. En cuanto a la particular a que aluden los términos la curiosidad de lo que pasa dentro y fuera de nosotros. Si IltI'1ll1
de nuestro epígrafe. esto es. su contribución al progreso filosó- le llamaron boticario. por el número de cacharros y 011.1'. d,' 1)111
fico. empecemos declarando que la medicina, desde el primer vivió rodeado para sus abluciones yexpeI'lIlH'o('OS.
IHR ) OAQUfN IRIARTE, S. 1.
LOS GRANDES MÉDICOS~FILÓSOFOS IHIj
1\1 revés de su maestro Platón que vivió fuera de la realidad,
)lI'l'dldo en sublimes idealizaciones pero renegando de la natura- arrebañar entre los pirrónicos írrumpe en el campo de 10 Illoaolt«.
h-%I\ y despreciándola como sede que es, decía él, de lo efímero Recogió al efecto las percepciones de los sentidos que tr01I; 1I1H1
y de lo que no tiene valor, Aristóteles veía en ella si no la realidad madura reflexión quedan convictas de falaces, juntó a- ellas In
integral, sí buena parte de ella. Quería dar base empírica al alto discrepancias de los filósofos sobre un mismo punto, los camblos
saber humano. Se equivocó muchas veces en el modo de conducir de impresiones a que estamos todos sujetos y que se reflejan en
sus experiencias, le fallaron los instrumentos, por ejemplo cuando nuestros juicios tan variantes de las cosas, las tretas de los sofls .•
verificaba la "verdad" de la generación espontánea, pero su acti- tas, las mil sutilezas díalécticas con que se han enturbiado las ast
tud es la de un investigador de raza. El gran valor que concedía llamadas verdades más evidentes, y en forma de un tratado qu
a los datos de los sentidos, y la visión realista que tenía del mun- intituló Hípotiposis o Descripciones Pírrónicas, lo lanzó a la pu-
do, delataban en él un espíritu afín del de los médicos que, aunque blicidad, La proclamación del re!ativismo de nuestras coqníciones
quieran, no pueden perderse en las nubes, vinculados como están nunca se había hecho con más aparato y saña. Una escuela mé-
a procesos de la vida que, si no se encierran en la sola naturaleza, dica, de 500 años de vigencia y "autoridad", diagnosticaba sobre
tienen siempre mucho de naturales. El médico vive abocado a las débiles fuerzas de nuestra razón y la condenaba a incurabl
casos de urgencia, ante soluciones inaplazables, con un ejercicio ceguera ..
controlado por los resultados obtenidos. El médico es actualiza- Como si fuera ello poco, Sexto publicó otros' dos libros, uno
ción y concreción en las tres cuartas partes de su ser; es trata- contra los dogmáticos, tratando de pulverizar a los lógicos, fí .•
miento y auscultación, esto es, contacto con este o aquel caso sicos Y éticos. y otro contra los matemáticos, en que atacaba o
clínico. "No es el médico más grave, el que más aforismos sabe", los geómetras, astrónomos, músicos, gramáticas y retóricas.
sino el que más se acerca a la dolencia humana, y sorprendiendo Como se ve, un nihilista intelectual que a diestro y siniestro
las complicaciones del principio vital, mejor sigue e! curso de la lanza bombas de fabricación y marca hipocráticas.
enfermedad. Gracias a la obra de Sexto conocemos hoy el arsenal de-
La filosofía occidental, a través de Aristóteles, se beneficia moledor de! saber humano que manejó la antigüedad, lo que
según eso de los métodos empíricos de la medicina, y de! amor a para la historia de! pensamiento tiene su mérito. Pero gracias
la vida y a la naturaleza de que ella hace gala. Por eso, Arístóte- también a ella la profesión médica queda vinculada a labores
les es el primer don que la filosofía debe a la medicina, así corno 'poco edificantes en el campo ideológico. Y, sin querer, .ernpíezn
Sexto Empírico es el primer traspié que con los médicos sufra a tomar cuerpo la idea de que su mentalidad resulta fatal en él.
aquélla.
El caso de Sexto es interesante y por demás instructivo para
el juicio que ha de ir formándose de las relaciones de la medicina * * *
con la filosofía. Desde mediados del siglo III (a. C.), al amparo de
los escepticismos predicados por Pírrón de Elis, se formó una Por fortuna, los médicos-filósofos no terminan con Sexto
escuela médica, llamada empírica, de programa por demás mate- Empírico que es sólo un número en una larga serie, anillo de
rialista. Con una desconfianza absoluta en las fuerzas de la razón, una gran cadena. Precisamente, la Edad media, tan religiosa
la escuela dicha quería observaciones a pasto, mucha historia clí- y tan tradicional, es la glorificación de médicos como el oriental
nica y muchos datos concretos, suponiendo que era perder tiempo Avícena, el paduano Pedro de Abagno, los andaluces Averroes
el racionalizar 10 observado, elevarlo a principios y controlarlo en y Maimónídes. el portugués Pedro Hispano, el valenciano Ar .•
forma de nexos causales. Escue!a como se ve de medicastros; naldo de Vílanova y el catalán Raimundo de Sabunde. Bosta
pues aunque hubiera de recusarse e! exceso de teorías y de doq- pronunciar los nombres dichos, de tanta resonancia en la his-
matísmos a que se entregaban muchos del gremio, la pura obser- toria de la filosofía, para ínclínarnos reverentes ante el gremio
vnclón, ciega como es, degenera en .un arte curativo sin progreso que representan.
ni prestigio. No es el empirismo puro a 10 que hay que aspirar, Avicena, Arnaldo y Pedro Hispano! sobre todo fueron m('
sino a tenor de las enseñanzas de Aristóteles, a un saber de base dícos de fama. A~ primero estuvo encomendada la salud de V;\
(·lIlpll·j1ca, a una medicina que de la experiencia suba-eso sí, con rios príncipes persas, y a los dos siguientes la de alguno:'! Pnpru
dl'C'\II1Hpccción-a la teoría. y Emperadores. Avícena y Pedro se acapararon además 111
. (1110 de esta escuela empírica, Sexto, médico en Alejandría y atención de; las escuelas con los magníficos textos que l~llll'dll
1\1(~IlIlH(lllIcin el 150 p. C.), armado de cuantas doctrinas pudo ron, siendo Avicena el más excepcional, constituyendo JlM
sólo todo un caso. Este gron turbante blanco "lql1itl1 lo dll
J ')0 >AQUfN llHARTll, s. J. LOS GRANDES MÉDICOS~FILÓSOFOS 191

I'[t' ,\'11 In Altcl Edad media, de tanta circunspección religiosa, de su alquimia o de sus fomentos, innocuos desde luego e incn
lru ,ksgranondo en la lengua de la Iglesia, ante sus doctores paces' de violentarla mucho. El aforismo hipocrático de la.
111(11'1 notables, a la sombra de catedrales venerandas y de fuerzas medicativas de la naturaleza era un gran principio, pero
monasterios recoletos, enseñanzas filosóficas, naturalistas y no mal interpretado, negaba el progreso, ya que retenía a los ñst-
sé si también teológicas. Tecdíceícas sí desde luego. Al siglo un cos en unos usos tan naturales que negaban el trabajo de las
poco largo de su muerte (1037), tenía ya traducidos sus escrí- preparaciones. La inquietud trasforma dora de las energías de 111
tos al latín por obra de los traductores de Toledo: Domingo naturaleza que alcanza hoy proporciones tan notables, no se ha
Gundísalvo, Gerardo de Cremona y Juan Hispano. apoderado aun de los buenos físicos medievales. Por otra parte,
El mérito de Avicena, cronológicamente el primero de los la vida de sus huecas definiciones y el hombre de sus abstractos
arriba nombrados, consistió en ser depositario no sólo del saber enunciados les hace olvidar a los seres de carne y hueso. N.o
helénico, sino también de las investigaciones que sobre física y hay cadáveres para dedicarse a la disección; con uno que se
medicina hubieran hecho los árabes. Esto último sin ser dema- les conceda al cabo del año, así tengo oído, se dan por satis-
siado, era desde luego algo. Recuérdese que la cultura nuestra fechos.
utiliza todavía vocablos como los de "álcali", "alcohol", "alam-
bique", "alquimia", evidentemente árabes, prueba de que algo
se les debe en el campo de las cíencías naturales. Pues bien; Aví- Los nombres de los médicos Averroes y Maímónídes que
cena, a la vez que durante siglos, desde el XII al XVII, impera antes en las aulas y ahora en los 'libros de investigación medie-
con su Cánon entre los médicos, en sus Comentarios a Ánstó> val siguen pervívíendo, son ulterior demostración de lo muy ga~
tales será modelo de ponderación para Alberto Magno y Escoto Barda que flota entonces la bandera de la medicina. Averroes
y para Santo Tomás supondrá un muy sano realismo. Explanó con sus tesis de la eternidad del mundo, de la doble verdad y
una sicología médica además de la filosófica general. y las mil del entendimiento agente universal. trae revuelta a la universí-
cuestiones de botánica, zoología, astronomía, tienen en sus pá- dad de París el s. XIII, que lo diga Sto. Tomás de Aquino, quien
qínas lugar preeminente y hablan lenguaje hipocrático. Y si se vió y se deseó para acabar con él. En el s. XVI, el averroismo
"algunos libros escolásticos despiden en ocasiones olor a drogas se hacía sentir aún en el norte de Italia. Su historia la ha escrito
y emplastos, vgr. el "Ars Maqna" de L11l1io, es que se dejaron entre otros Renán.
contagiar de Avicena y de otros como él. El caso de Pedro Hispano es más singular. He aquí un Iísí-
Este triunfo de la- medicina en la filosofía medieval había co que no luce turbante musulmán ni puntudo gorro hebreo, sino
que darlo por descontado al ver cómo se distribuían entonces que cristiano de fe, enseña medicina en Síena, es luego arzo-
las fuerzas científicas. No es sólo que Avicena hubiera madru- bispo de Braga, cardenal y médico de Gregorio xx, y por fin,
gado más, adelantándose en dos siglos a los escolásticos del si- en la opinión más admitida al menos, Papa con el nombre de
glo XIII. Es que, en su deseo de consagrarse los últimos a la Juan XXI. Pedro Hispano, triunfador como médico teórico y prác-
teología-sin que falte entre ellos algún caso en contrario-, tico, es autor de unas Súmulas Logicales que se irán editan-
dejaban libre a los médicos el campo de la física, lo que segu- 'do en los primeros decenios de la imprenta docenas de veces,
ramente contribuyó para que se les llamara físicos, Nombre con hasta que en el siglo XVI queden suplantadas por las de Bañez
el que se obligaban a mantener vivo en sus trabajos y en sus y Soto. En este particular, Pedro no Hlosofa propiamente en
aulas el estudio de la naturaleza, tratando de conocer las cosas, médico, sino que siéndolo y muy bueno, tiene el humor suflcíen-
nos dirá Alfonso el sabio, segund natura. Esta, la natura, era te para internarse por los campos de la lógica formalista, y
n efecto su especialidad, si bien entendida de modo primitivo, dejar allá bien puesta la serpenteada vara de Esculapío. Oríén-
esto es, prescindiendo de las transforma.ciones que ha de sufrir tase su tratado hacia una investigación racional. cual gustaba
su ser para mejor servir al hombre en los laboratorios y jardines a la lógica deductiva hecha más bien para el estudio de la
botánicos, en los centras industriales y de mejora de los productos metafísica. Lo que la medicina requería, era. una lógica in-
nnturnles. Entre los médicos de las escuelas de Salerno o de ductiva que de los casos particulares subiera por sus pOSOI
Monpcllíer, para citar las más célebres, el aire, las aguas, las contados al enunciado o ley universal. La lógica que Pedro
pln ntas, los minerales, los frutos del campo, las influencias ce- Hispano supo exponer y de modo tan brillante, pues tuvo
1(~:jt\~H,constituían por sí solos una inmensa farmacopea regalada el honor de ser traducida al griego por Gregorio Escnllll'ill
pCH' c'l Crcndor, cuyas llaves se guardaban ellos. "todo lo más (mediados del s. xv), Iué, lo hemos dicho, el desborde del \JI'lllo
'1"" Ilcí/llhll!1 n modlflcarla era por unas cuantas manipulaciones médico que iba cubriendo entonces 101'1 C11l11pOStodos ell' 1" [do
LOS GRANDES MÉDlCOS .•PILÓSO}lO!; ("
lí AQufN IRIAR'I'E, S. 1.

111111. \'11 parte por desatender los suyos de anatomía, fisiología demos, bien constituida aquella en facultad. tiene pCf'mllrtl/lJild
hloJoH(1I que requerían menos discurso y más observación. académica. y como el resto de la universidad de que ('S Jl"I'II:.
En su deseo de llegar a todo. cultivaron entonces los ascle- siente los latidos de vida nueva que estremecen a Europa. T.IIII
J1lddll~ la teología natural. según vemos en este otro. Raimundo bién ella tiene que renovar sus cuadros de anatomía y Ilsícloqrn,
lil- Snbunde, cuyo libro de la naturaleza traducido al francés por de patología y cirugía. dejando al hombre universal él los !(¡ní-
M IHuel de Montaiqne, es el canto místico más peregrino que cos, y lanzándose a desenterrar cadáveres humanos. es decir. ¡l
huya entonado la medicina en su estudio de las fuerzas natu- hacer calaveradas en cementerios y rincones ocultos. Los grnll
I'EI!es. Sabunde, profesor de medicina en la universidad de To .• des aventureros que surgen entonces en este sentido. algl1nn~
losa. aprendió a leer en los fenómenos del mundo visible una jugándose la vida en su empeño de estudiar en los muertos para
como revelación de la Divinidad que consonara en todo con la ser útiles a los vivos. se llaman Vesalio--condenado a muerte
otra revelación recogida en los libros sagrados. Para su ojo clí .• por un acto de vivisección humana-. Colombo, Eustaquío, fallo .•
nico las criaturas que componen la Creación y se mueven con pio, Servet, Arencio. Fabrícío, médicos ilustres que inician la nue-
orden admirable dentro de una Bnalidad sabia. son un relato va ciencia curativa. Su observación y estudio se va concretando
de los misterios de Dios. de su esencia y existencia. de sus cada vez más al campo biológico. y dejan los fenómenos generales
teofanías varias a lo largo de la historia con unos detalles y pun .• de la naturaleza para los tratados de física. Los cultivadores de
tualizaciones a veces irreverentes: saber tomar el pulso al mo- ésta se apropian poco a poco el nombre de físicos. y por el mismo
vimiento concertadísimo de la vida universal, he ahí su gran caso lo van perdiendo los médicos.. ,
secreto. ¡Cuán lejos estaban Sabunde y otros como él. de los Mas los arriba citados entre los asclepiadas de la nueva era
mecanicismos que dentro de poco han de invadir la medicina! no filosofan. Sí. en cambio. estos otros que ahora se nombran:
Raimundo es el coronamiento de la medicina clásica a los Achíllíní, Cesalpino, Pomponazzí, Cardano, Frascatoro en Ita-
finales de la Edad media. religiosa como sabemos. y que poco lia; Huarte de S. Juan. Valles, Pereíra, Fr. Sánchez en España:
a poco llega a prestigiarse entre los cristianos como profesión y Maqnen, Fernel y Basso en Francia; Fludd y Browne en In-
estudio. No avanzó ella. es cierto, en sus tareas específicas, pero .qlaterra: Paracelso en Alemania. Van Helmont en Flandes. Mé-
Fué de indiscutible buen sentido. de gran devoción al principio de dicos de la época renacentista todos ellos. figuran sin embargo
que la salud es una suma indivisible de humores corporales y en los tratados de. filosofía. porque teorizan y enjuician la si-
afecciones anímicas. Hasta la "terrible" ordenación que negaba tuación ídeolóqíca del momento. y quieren iniciar nuevos mé-
asistencia médica al enfermo grave que no se hubiera confesa .• todos o excluir los antiguos. o se deelaran escépticos. acaso na-
do. era en parte por creer que la cura no procede. si no la acom- turistas. acaso materialistas. Y convienen todos en ponerse en
paña el estado del alma. y que. al ponerse en paz con Dios. ad- frente de los silogismos y de la lógica deductíva. Es patente en
quíriere el doliente mejores condiciones curativas. La armonía ellos la repulsa del doqmatísmo pasado. de la racionalización exce-
entre la religión y la ciencia hacía así eco al gran principio ga~ siva a que estuvo sometida una ciencia qué en las nueve díezavas
lénico del equilibrio de los humores; todo andaba concertado. partes de su ser es empírica.
resolviéndose las cosas en paz y convivencia perfectas. Ya he .• No quiero insistir en las particularidades de cada uno de los
mos dicho. que un poco de inquietud o de postura incómoda le médicos-filósofos acabados de nombrar. Que Servet habló de lo
hubiera venido bien a aquella medicina filosofante. ¡Que filosofe circulación de la sangre. que Pereira antes de Descartes formuló
l médico. pero no la medicina! lo del automatismo de los brutos. que Huarte Irenologizó, que
Si se prequntase ahora qué aportó el galeno al pensamiento Cardano fué eximio algebrista e inventor de la suspensión a lo
medieval. cabe replicar que tuvo el mérito de mantener vivo cardan. etc. Nos interesa notar el grito de rebelión que anima
y activo el sentido de la naturaleza, de gran importancia en un al grupo. y le lleva a sumarse a las fuerzas de una filosofía que.
momento en que la tendencia ascética y mundífuga de los es- abandonando el órgano arístotélíco, echa por los ,derroteros In
roli1slkos lo pudo haber perdido. ductivistas de Bacon.
La filosofía médica va a entrar en la historia con sus carne •.
teres específicos.
* * "
En este momento es cuendo destaca Locke con fuertes 1'•••,
1 ,/l medicino tradicional. dócil en demasía-lo hemos censu- Y aun los imprime al pensamiento moderno. Cabe decir de él
011
I,¡dll yi, 11 la letra de las enseñanzas de Aristóteles y de los que es el iniciador de In típica mentnlídad del siHlo "VIII.
(i'Iil'W, ,lIlllql1os, ('Sl'fl tcr mln.indo. Al Inlcinrsc los tiempos \110-
JOJ\QUIN IRIARTE, S. I.
LOS GRANDES MÉDICOS~PIL6sopos tI
Bu estudiado en Oxford filosofía clásica, de la que, cansado,
drrtvn o la medicina en la que se gradúa y se da a conocer como El lockismo arraiga en Inglaterra, y se difunqe lll.:go por
rlortunado operador. Ello le granjea el favor de una familia po- todos los ángulos de Europa a favor de las "Cartas Filos6fico/i"
dcrosa, la del célebre conde de Shaftesbury, muy minada por de Voltaire, negando la metañsíca, lo que fué un desacierto, pero
Ideas dísolventes. Con ella hace vida de sociedad y viaja, a la vez Con frutos de bendición par el tono experimental que ímprim
que discute cuestiones de religión, política y filosofía. En torno al gran problema inicial de la filosofía. la teoría del conoci-
iI esta última rama publica su "Ensayos sobre el entendimiento miento, que se pone de moda. Muchos de los resultados obte-
humano", en que por vez primera se aborda corno un 'todo el pro- nidos así serán válidos, mas como Locke preconiza unos espiris-
blema del origen de nuestras ideas. mos integrales, y por contera quiere fundar un orden moral d
La Ideogenia moderna se dispone a hablar. Vamos a oirle, base empírica, según el gusto o disgusto que produzcan en nos-
otros estos o aquellos actos, abre las puertas a los sensísmos, na-
Lo primero que hace el buen cirujano es meterse con los in-
turismos, utilitarismo s y materialismos en que abunda la época.
natísmos de algunos cartesiano s que, resucitando añejas teorías
platónícas, se referían a no se qué ideas de políferacíón espon-
tánea en nuestra mente. Pronto las convence Locke de vanas-an~ Nos vamos d fijar, en estos últimos, representados por el más
tes de él las había convencido de lo mismo la escolástica-, ha- radical de los pensadores de aquel siglo XVIII, [ulíán O. Lamettrie.
cíéndonos ver que nuestras coqniciones son siempre advertencias, Médico de la Guardia, acaba de hacer la campaña de Alemania
originadas por la experiencia externa; simples en un principio, y (1743), durante la cual unas cuartanas le han tenido postrado en el
compuestas luego por las combinaciones que nuestra reflexión o lecho. En la larga convalecencia que sigue, Lamettrie se ocupa
experiencia interna va haciendo con las simples. Todo el conteni- de una maligna pregunta de Locke. Sé que pienso, había dicho
do de nuestro repertorio ideológico lo va sometiendo el quirurgo éste; sé también que tengo cuerpo; de otra Cosa no estoy ya
a análisis meticuloso; y sin saltos díscursívos ni vuelos meta- seguro. Lamettrie, abriendo en las ideas de Europa un nuevo
físicos, fiel a su método experimental, cree poder señalar en capítulo, el del materialismo biológico o si se quiere mejor sico-
cada concepto fundamental de los accidentes, de los modos lógico, responde a Locke con dos obras: ..Historia natural del
y de la sustancia el elemento empírico a que se debe y de que se alma", y "El hombre~máquina", que caen sobre Francia como una
compone más o menos exclusivamente. En el área coqnoscítiva bomba:. Es tal el escándalo que arman, que su autor tiene que
nuestra, aun en las capas superiores de la abstracción y del ra~ abandonar el país, para ser acoqído como un héroe por el rey
zonamíento, no hay, dirá él, más que sensaciones que se han filósofo, Federico de Prusía. Y en Berlín, junto a su regio pro-
combinado o alargado, a las .veces, hasta el infinito, vgr., al tector, halla ancho campo en que triunfar Como médico y fi16~
negar términos a una sensación de espacialidad concreta y hacer sofo. Una de las veces en que se le festeja por haber devuelto la
que surja en consecuencia la idea de inmensidad. Dichas salud al embajador de Francia, MI'. Tirconell-jironías de la
sensaciones jamás alcanzan la desmaterialización que la teoría suerte!-, le vino a matar un pastel de faisán, no por ser de
cognoscitiva clásica atribuye a un agente de orden espiritual, el faisán ni siquiera por ser trufado, sino por haber sido demasiado
entendimiento, sino que siguen siendo lo que en su origen fueron, grande. En carta que escribe Federico a su hermana, la margrave-
Icccíones de unos sentidos reconocidamente extensos. ' sa de Bayreuth, le dice que Lamettrie para curarse de la indiqes-
tíón se ha empeñado en haceuse sangrar, lo que ha precipitado el
Prescindamos ahora de los desarrollos' de la ideogenia lockía- triste desenlace.
na en torno a las grandes ideas del alma, de Dios, de la persona.
Nos basta hacer notar que su gesto, auténticamente galénico, de Según Lamettrie-y aduce para pruebas casos de ciegos y
plantarse ante el hombre coqnoscítivamente desnudo y seguirle mudos tardíamente curados-, donde no hay sentidos, no hay
puso a paso en su crecimiento ideológico, gustó sobremanera; ideas; y donde hay menos sentido, hay menos ideas. De-
pende según eso el alma del órgano. ¿Hasta qué punto
corno gustó también que se diera tanto lugar al estudio de la
Hasta resolverse en él. como se colige del hecho de que las más,
actividad mental por un método de hechos y observaciones con-
sutiles oscilaciones del espíritu, sus actividades y cansancios más
I rolnbles, al alcance de cualquiera con un poco de atención y
impalpables, se acompañan de otras tantas, vibraciones o repcr
conclcncia mínima de sus actos. Los vuelos de la metafísica
cusiones en la materia organizada, y de que a los varios gr¿¡clo:
h:lllolll por lo visto cansadas a las gentes. Interesaban los razona- de nuestras operaciones síquicas corresponden otras tnnt.1S sedr-.
IIde IItoS snnos y sencillos. localiia,ciones en el cerebro o aparato central de In vidn lul,'
Icctual humana. Es decir, que hay parn]('llsmos .Icnhildo!l (~Jlt I
J !)o JOAQuíN lRIARTE, S. J. LOS Gl~ANOES MfmICOS-II11,OSOl10S t(

IWI netos síquícos superiores y el órgano, debiendo concluirse tos. Triunfo de la tesis espirítualrsta se llamó aquella 1'1'0,1.1
<)1"> los primeros no sólo dependen estrictamente de la orqaní- mación.' Fuera de eso y a pesar de eso, la filosofía ul~dJccl Iil
ncíón de la materia, sino que sólo son esta organización. Pensar gue descendiendo de nivel y llega a extremos nunca alcanzados.
en otras entidades aéreas, es puro ensueño. Lo que se denomina
inteligencia y moralidad, igual que lo que se llama sentimiento, es En 1855-al siglo justo de los libros de Lamettrie-public
producto adecuado de la perfectísima máquina que somos, y de- Büchner el suyo de "Materia y Fuerza", de una resonancia líte
berá quedar explicado sin salirse de las fuerzas mecánicas y de raria que no se había registrado en materias de esta índole.
las maravillas de la estructura del cerebro. El hombre es una Veintiuna ediciones llega a tener en el original alemán, quedando
máquina, clasificado como el texto fundamental del materialismo germano
Así habla la medicina del siglo del filosofísmo, sea por boca del siglo ,XIX. Büchner se propone, lo dice así en el prólogo, hacer
de Lamettrie o de Mandeville o Hartley o Cabanis, y sigue ha- filosofía al alcance' de todos; filosofías que se escriban para unos
blando a la vuelta del siglo con los frenólogos Gall y Spurzheim, pocos selectos, no merecen, asegura, el negro de las planchas de
en estudios cada vez más profundos de anatomía y de fisiología. imprenta. Ante un público de físicos, químicos, biólogos, astró-
Galenos sabios todos ellos, se ríen de aquellos colegas suyos nomos, coligados para desterrar de la universidad el último ves-
que se perdían en abstrusas concepciones cosmológicas, cuando tigio espiritualista, diserta nuestro galeno sobre las recónditas y
en su propio campo biológico tenían tantos secretos que aclarar misteriosas fuerzas de la materia; y cuando le toca descifrar el
y tantas conclusiones que formular, mal desde luego, porque
gran enigma de la naturaleza del alma, estampa lo que sigue:
carecen del horizonte filosófico necesario, y son esclavos de
"El pensarníentó, el espíritu, el alma, no es material. no es nada
empirismos exclusivistas. Los verdaderos filósofos, en problemas
tan -fundamentales como el de la naturaleza del alma humana, masivo, sino un complejo de fuerzas varias perfectamente unífí-
echan mano del ,argumento de convergencia, esto es, se apoyan cadas, la resultante de una acción mancomunada en que actúan
en diferentes puntos y órdenes, metafísico, ético, religioso, histó- multitud .de materiales dotados de actividad y de propiedades".
rico, de modo que los varios extremos consultados se presten ¡QUé más palmaria confesión de la impotencia del empirismo
mutuamente luz y vengan a desembocar en idéntica conclusión. exclusivista para solventar los grandes problemas humanos! Y
Los buenos filósofos no confunden conceptos tan dispares como ello dentro del hablar sencillo y paladino que postulara para su
los de casualidad y condición, de dependencia extrínseca e intrín- libro este glorioso campeón de la materia hecha pensamiento.
seca, sosteniendo, vgr., que pues el bacteriólogo no ve los, ínfu-
serios sin el microscopio. y sí con él, sea el microscopio el que los
ve. ¡No, señor! Los ve el bacteriólogo y sólo él; valiéndose, eso Posterior al materialismo, se instala en las escuelas de medí-
sí, del instrumento como de medio o condición indispensable. cina, igual que en las otras facultades de entonces, el positivismo.
I bien representado por el ilustre médico Líttré, y ampliamente des-
La cerrazón materialista de la época que recordamos es sin envuelto en lecciones y libros durante la segunda mitad del sl-
ejemplo. Empeñados los médicos en que si tuviéramos alma, .glo XIX corno elegante actitud mental, pues el positivista desen-
"hace tiempo habría tropezado con ella su omnipresente bisturí", tona menos' y no hace ya materiales ni a Dios ni al alma, sino
casi en masa se van a engrosar los materialismos sícolóqícos que los declara incognoscibles, sin perjuicio por otra parte de
iniciados por el autor de "El hombre-máquina". Destacan entre
evocados a ratos con frase nostálgica. Ejemplar egregio de esta
ellos Czolbe y Huxley, el último con su desconcertante descubri-
mentalidad podría ser Cajal, a cuya visión vitalista del mundo
miento del "bathybío", inmortalizado poco después por Haeckel,
típicamente medícal, con gran atención por él elaborada y digno
y digno de figurar al lado de la recentísima impostura de "el
de figurar al lado de las de los grandes médicos-filósofos que a
hombre de Píltdown". Darwin, aunque no pasó de aprendiz de
médico, anda con ellos. En este mundo de burdos materialismos continuación se mencionan, dediqué un estudio en esta misma
telúricos no hay más que un pequeño claro, .el producido por la Revista en el centenario de su nacimiento. El positivismo en los
clara mente de Claudio Bernard y el bello episodio del químico medios médicos Iiníseculares es general. Se sigue especulando
Pasteur que, en la mano un frasco con material putrefacto-e-pero con la masa gelatinosa, con el estado coloidal, con los cuerpo.
bien esterilizado -, y en la frente: la luz de los genios, proclama gélseosos; siguen los intentos de la biogenesia materialista, pero
II1tt' In ciencia: "omne vivum ab ovo" , la sola materia no: es ea- hay -ya más respeto al alma. No se cree que la esflnqc V,IYi. I
JIlI% ~k W'llCrdr In vida, por lo menos en los adjuntos propues- rendirse ante la mágica vara de Esculapío. pero si que el glHClIl
IDX JOAquíN fHlAln'H, s. J.
OS GRANDES MfmICOS-l'll.OSOllOS 11)'1

Il'/H'() esfuerzo hecho por la ciencia para rendírlo, haya sido pro-
vklcnclnl, pues ha llevado a la conciencia de todos la dificultad sociedad, en cambio es muy capaz de agravados. Su
u imposibilidad de solventar sin metafísicas y sin religión los Eínsteín "¿Por qué la guerra?" es una bella aspiración CJ'CpUSllI
nJgmas de la Creación. lar, pero le falta la trasparencía que a las buenas visiones del
alma da la religión.
* * *
Carrel, de los grandes cirujanos del siglo, ve también una cul
tura neurótíca, Testigo de la tragedia de Europa, sintiéndola en
Al nacer este nuestro atormentado siglo xx, la filosofía bío- sus propias carnes, medita hondo y completa su hermoso libro d
lógica o vitalista-única propia del galeno y única que aquí "La Incógnita del hombre". Lo que aquí estaba aún latente. ni
nos ocupa-surge de su larga inmersión en las viscosidades Iisío- pintar el desconocimiento de' la naturaleza verdadera del ser hu-
lógicas, y hecha alondra-la alondra de Bergson-se lanza a los mano en las duras pruebas a que¡ la civilización moderna sujeté
espacios cantando la írreducíbílídad de la vida superior a cate- nuestro espíritu, se va haciendo claridad de alborada celeste en
gorías como las de masa o materia. Las propiedades de éstas y las nuevas páginas de "La oración". Por la oración, puestos en
aquélla son inconciliables; rabian de verse juntas y mal pueden contacto con la Divinidad, alcanzamos, según él. nuestro com-
venir a identificarse. El ambiente se esclarece, mejor dicho. se va plemento máximo; de la unión con el Cielo, más que del contac-
esclareciendo. de modo que su fulgor siempre "in crescendo" al- to 1C0nla tierra como en la fábula de Anteo, sacamos las fuerzas
cance a Carrel, a [aspers, a Schweitzer, él Gemellí, y no alcance necesarias para las nobles tareas de la vida. Para un flsíóloqo.
todavía a F~eud que pertenece más al siglo pasado. y Carrel lo era, son grandes los efectos curativos de la oración.
Freud, celebradísímo por sus originales teorías pansexualís- Todavía Carrel avanza más en este sentido. En "Viaje a Lour-
tas, es dos veces filósofo. Primero como moralista, o si se quiere, des" nos describe un caso, por él vivido, de la eficacia de la ple-
anti-rnoralista, pues se propone acabar con la consideración ética garia en la curación de una enferma, desahuciada por la ciencia.
del pecado, reducíéndolo a simples complejos o trastornos siqui- Carrel examina aquel hecho de la Gruta de la Virgen, y se atreve
coso Claro que antes, en los siglos XVI! y XVIII, se dió el caso, ver- a pronunciar una palabra que es vitanda eil los anales de la medí-
daderamente glorioso para la ciencia moral y jurídica, de verificar cina moderna: Milagro; y en un gesto que la historia tenía del
que muchos de los crímenes de nigromancia y brujería apenas todo olvidado, hace prosternarse a la alta y laureada medicin
eran imputables moralmente, y más que la hoguera merecían que él representa ante la intervención sobrenatural del cielo.
aquellos pobres relapsos los servicios de un buen fa,cultativo. Carrel es la medicina que cree; ¡cuán distinto del Freud que día-
Pero en el caso de Freud, la generalización es tan desmesurada loga con el americano G. S" Víereck, a propósito de "una expe-
y la materia tan Iúbríca, que con las amplias absoluciones de riencia religiosa", otoño de 1927!
los sicanalístas, se corre el peligro de hacer el mundo inhabitable
para el decoro y declarar caducas las leyes humanas y divinas. También Jaspers es del siglo XX, y como tal superación am-
Freud por otra parte, ya setuagenario, quiere hacer oír su plia de los materialismos y positivismos pasados. Siquiatra como
voz en el campo culturísta, elevándose por supuesto a los altos Freud, se dedicó primero a enfermedades mentales, y después <11
principios que regulan el progreso de la humanidad. Se hace análisis del ser de la filosofía y de la verdad científica, viendo
cargo de la neurosis que aqueja él la sociedad y de que la convi- a una y otra, preferentemente al menos, desde el lado sicológico.
vencia se va haciendo cada vez más difícil. Jugando con su con- Como pocos o como nadie ha profundizado en los males, mejor
cepto dual Tod-Eros, vida-destrucción, hace algunos bellos equí- dicho, limitaciones que a entrambas aquejan; males constitutivos
Iíbríos. pero no convence. Salvemos la cultura, dice él y repeti- del ser filosófico, ya que se encuentra éste enfrentado a cuestio-
mos todos con noble gesto. ¿Por la religión? Freud la ha: decla- nes-tope, insolubles objetivamente, pero lo más a propósito para
rodó "tótem y tabú" o poco menos, que en algún tiempo tenernos en perenne tensión cognoscitiva. LaJSsoluciones que bus-
tuvo sí su razón de ser, pero que en 1927 no la tiene ya. có la antigüedad .para esas magnas cuestiones en la religión y en
¿Por la ciencia? Es lo que decía ese año de 1927. Cuanto a su determinada religión, en sistemas doctrinales de formulado C011
últímo ensayo, "E:l malestar en la cultura", 1930, ¿se podrán creta, eran sólo soluciones del momento, es decir, estaban víncu
snlvnr por la ciencia los males en él previstos? Freud se fué, ladas a las condiciones históricas. Hoy no nos queda más <JUt·
1)('1'0 los que aquí quedamos, damos fe de que, si la ciencia es amolar el espíritu en el filo cortante de esos mismos problemas.
mpotcnte para resolver por sí sola los problemas de la actual y vivir una creencia que será tanto más genuina cuanto mello
esté" gravada de artículos de fe retardatoríos. Atisbamos In '1'1','"
(lO JOAQUÍN IRIARTE, S. I. LOS GRANDES MÉDICOS~FIL6S01'OS ni
I'lIdl·llcln. asevera [aspers: la atisbamos precisamente en los sublime. es divinamente bello, y en momentos de exultncion ,,·11
ccgnoscítívos desesperados. y comunicamos a otros nues-
1I',II\Cl'S giosa tuvo acaso conciencia de ser igual al Padre. aunque St' l'qlt
Irn experiencia así vivida. dejando a un lado la ilusión de que vocase al hablar del fin del mundo. En cualquier CI1110, lo,
nuestro forcejeo mental cuaje en nada formulable como "credo" frutos prácticos de este "doctor de los negros" son superlon
o generalizable como doctrina. Un conocer siempre en ruta y a lo que cabía esperar de sus formulados dogmáticos.
personal siempre, es lo que procede; el cómodo término de la
jornada. con conclusiones bien establecidas. mataría la filosofía.
La tensión por la tensión. el esfuerzo por el esfuerzo. Fe viva, Espiritual y religioso con plenitud de sentido es el médico
postula J aspers, y tanto más viva cuanto menos tenqa de así- franciscano A. Gemelli, rector de la universidad católica de Mílán,
dero doctrinal. Kantiano empedernido. el buen siquiatra si no que tanto ha trabajado por enlazar la filosofía de los gloriosos
nos convence del todo. nos conmueve al menos con su acento franciscanos, dominicos y agustinos medievales con el progreso
noble y espiritual. de las ciencias de. hoy. Bajo su tosco sayal late el ritmo de In
vida intelectual moderna. y en sus múltiples libros de sicología y
en sus organizaciones refleja una inquietud desbordante. que en
¿Nos convencerá más acaso este otro médico perdido en las la historia de Europa le haga acaso el más semejante a su her-
selvas del Africa ecuatorial? A. Schweítzer, desde 1913, vive el mano en religión, el cardenal Císneros, fundador de la uníver-
postulado moral más galénico que se haya pronunciado jamás: sidad de Alcalá. Si el franciscanismo, y el cerebral tanto como el
"Veneración a la Vida", y lo vive entre los negros del Congo popular-pues de ambos se ha ocupado Gemelli en sus obras-,
francés. Una vez que remontaba el río Ogowe, para asistir a está hoy contribuyendo a la reconstmcción espiritual del mundo.
una dama misionera enferma. se puso a redactar unas páginas se debe en parte al centro de estudios de Quaracchi y al rec-
de ética cultural. pues es sabido. que en sus idas a Europa y torado de la universidad católica de Mílán, que hace varios dece-
América tiene que dictar frecuentes conferencias. Y a la caída nios detenta este médíco-Iílósofo Irancíscano.
de la tarde. en' el momento en que la embarcación se deslizaba
por entre una manada de hipopótamos, surgió ante sus ojos la
aparición de esta, sentencia: "Veneración a la Vida".
* * *
Nacido Schiweitzer en la divisoria de dos grandes pueblos en
lucha. Francia y Alemania. y muy dolido de la sangrienta hís-
toria de la Europa moderna. lanza al viento glosas de la bendita Hermoso cuadro éste de los pensadores hipocráticos que,
frase. vista en el cielo como la de Costantíno, y a la que él da curados de los materialismos del pasado. estudian el arco de lo
sentido de religión y de piedad. elevándola a las perspectivas vida-de la vida superior se entiende-a través de la historia. y
trascendentes de quien. borrosamente es cierto, en la cima de la esbozan visiones de gran fondo espiritualista. Mientras- que no
realidad universal. ve a la Fuente de la Vida. de donde dimanan faltan entre sus colegas quienes hagan literatura, cultiven estu-
las exigencias culturales y éticas que debemos guardar con las dios históricos, creen personajes novelescos-y, [cuántos escrito-
vidas particulares, de blancos o negros; de ricos o pobres. Esta res nacionales y extranjeros pudiéramos citar entre los tales!- .
doctrina de Schweitzer, ecuatorial en sus orígenes materiales delinean los primeros, de fama internacional todos ellos. hasta
según hemos visto, lo es también por la dimensión universal que normas de una ética vitalista y vítalizadora, que si no cómo sus-
gracias a sus libros y conferencias va alcanzando. titución, como explicación de la gran ética humana y cristiana.
Schweítzer es cristiano pero a su modo, que casi es el de , tienen actualidad.
Unamuno. Tiene estudios sobre el Evangelio y la mística de ,Hasta ahora no había ido por ahí la afición del médico-filó-
San Pablo, puntos que le tocó preparar en su primera carrera, sofo. 'Estuvo determinada por el empirismo como método y In
de teólogo. Tiene otros sobre la música religiosa de Bach, sobre antropología como contenido, puntos ambos inseparables de ~1I
Cocthe, etc. Indudablemente, se trata de un hombre de vastí- vocación, y que cuando han ido cultivados sin exclusívísrnoa, h~
sima cultura. Su tesis doctoral versó sobre la salud mental de han hecho jugar papal importante en la historia de las ic\~;w.
[csucrtsto, muy mal enjuiciada por otros colegas suyos en díser- Médicos idealistas y esteticistas no se han dado, por ser dcmn
tncíoncs nnteriores. Su cristianismo teórico, con todo, es el que siado realista. hundida en las miserias del ser humano. su mirruln:
IOH Icóloqos Ilamarlan "liberal" o de la escuela liberal. ajena a en cambio. se están dando culturistas y moralistas, ('1\ 1'0
IlIdo c!0lflllllt!1i1l10. en )[1 que Jesús tiene una perfección ética seguramente de la stcosís que se ha apodcrndo 01 presente
JOAQUÍN IRlARTE, S. I.

'-'-.;......,:
•...
-~-Cad.
O que demuestra el sentido humano, profundo tanto
era matísta, que anida en su profesión.
Este sentido suyo humano es el que hoy está sujeto a durí-
sunas pruebas. Pues constituidos en guardianes de la' vida indí-
rídual y colectiva, ven que la sociedad casi hace burla de su pro-
esíón, la declara inútil. al decretar la muerte en masa y como
un todo de ciudades y comarcas. acaso de reinos enteros.
Por este lado la fe del médico está sufriendo embates más
fuertes que los que sufriera antaño del materialismo sicológico;
pues se pregunta si la historia, la cultura, la vida y la profesión
suya dentro de ellas, pueden tener algún sentido.
No desmaye su fe. Esa fe que tantas veces ha hecho frente
a la depresión anímica ante porciones de Vida que agonizan y
caen abatidas por la muerte. Siga recordando el imperativo ético-
cultural de esa filosofía antropológica que tan cara le ha sido
siempre: "Veneración a la Vida", y entiéndala en las amplitudes
que le dió el Evangelio y recuerda ahora "su" Schweitzer: la
vida del blanco y del negro, del rico y del pobre, de todo ser
humano. Así considerada la Vida, el postulado dicho tiene su
consagración, lo indicamos antes, en la Fuente de la Vida, en el
Dios Viviente que invocamos tantas veces según el texto del
, Viejo y Nueve) Testamento.

JOAQUIN IRlARTE, S. I.

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