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GRUPO JUVENIL REVOLUCION

EL ESPÍRITU SANTO
Leer 1 Tesalonicenses 5:16-22
Jesús alentó a sus discípulos a persistir en la oración: “ porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca halla;
y al que llama, se le abrirá" (Lucas 11:10). Para asegurarles que Dios no les iba a dar ningún mal don, Jesús
dijo: “pues si vosotros (...) sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el
Espíritu Santos a los que se lo pidan? (v. 13). Esa promesa fue cumplida en Pentecostés, y aún la reciben
aquellos que buscan a Dios para salvación y para ser llenos del Espíritu Santo. Rendirnos a Dios es un
asunto de confianza. Cuestionamos la integridad de Dios cuando preguntamos: “Si Él me llena de su Espíritu
Santo, ¿qué hará con mi vida, y como se manifestará su presencia en mi?”.
Podemos confiar en Dios, porque sabemos que tiene nuestros mejores intereses en su corazón. Jesús dijo:
“Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de
agua viva” (Juan 7:37-38). Jesús se refería a la presencia interna del Espíritu Santo que espera para ser
desatada. El cristiano lleno del Espíritu siempre está gozoso, ora continuamente y está agradecido por
siempre (ver 1 Tesalonicenses 5:16-18).
Cuando Moisés vio la zarza ardiente, quedó asombrado porque el fuego no consumía el arbusto (ver Éxodo
3:3). Si la Zarza se hubiera estado quemando por la sustancia natural de la que está hecha, se hubiera
consumido inmediatamente. Pero continuaba quemándose porque Dios estaba en la zarza. Lo mismo es
verdad con nosotros. Si tratamos de servir a Dios por nuestra propia fuerza, nos agotaremos. No vivimos
nuestras vidas naturales para Dios; Él vive su vida eterna a través de nosotros. Servimos a Dios por su
fuerza, no por nuestra fuerza. Por lo tanto, “No apaguéis al Espíritu. No menospreciéis las profecías” (1
Tesalonicenses 5: 19-20). Dios puede elegir obrar sobrenaturalmente a través de cualquier persona. Aún
habló a través de la burra de Balaam (ver Números 22:28).
Cuando Dios obra a través de nosotros, no pasa por alto nuestra humanidad ni pisotear nuestra personalidad.
Como cristianos llenos del Espíritu, somos completamente humanos, y Dios obra a través de la singularidad
de nuestras personalidades. Estamos completamente vivos y completamente libres para realizar nuestro
potencial, lo cual únicamente puede ser hecho en Cristo. La Escritura nos amonesta a no apagar el Espíritu
ni contristarlo (ver Efesios 4:30). Parece paradójico, pero permitir que Dios reine en nuestras vidas es la
única manera en que podemos tener dominio propio, que es un fruto del Espíritu.
Por otra parte, “Examinándolo todo; retened lo bueno. Absteneos de toda especie de mal” (1 Tesalonicenses
5:21-22), porque hay muchas falsificaciones espirituales en este mundo, La Escritura nos amonesta a evitar
dos extremos.
Primero, no debemos tener nada que ver con aquellos que guardan una forma de piedad, pero niegan el
poder de Dios (ver 2 Timoteo 3:5). Segundo, evitar aquellos que parecen ser celosos de Dios, pero cuyo
celo no está basado en el conocimiento (ver Romanos 10:2). Para estar espiritualmente a salvó,
necesitamos conocer la verdad y discernir espiritualmente. Si nuestros motivos son puros, podemos
rendirnos a Dios y confiar para que Él obre a través de nosotros en cualquier manera. Qué Él elija; hace que
su presencia se manifieste en nosotros.

“Jesús se puso de pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la
Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva” (Juan 7: 37-38).

Pensamiento para la semana: ¿Cómo podemos manifestar la presencia de Dios en nuestras vidas?

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