Sei sulla pagina 1di 63

ENTRE-Nos.

LOS SIETE PLATOS


CAUSERIES DEL JUEVES DE ARROZ CON LECHE.
Al señor don BenJamln Pos.e.

POR 1.
• Tout bistodcn doit etro
mODtour do bonno Coi.'
LUCIO V. MANSILLA.
D ESDE que empecé á filosofar, ó á preo-
cuparme un poco del porqué y del cómo de
las cosas, empezó á Ilamarme la atención
que historl'a, es decir, que la palabra sub-
rayada" tuviera no sólo muchas definiciones
l.
..
. .
hechas por los sabios,' sino también opuestos
significados.
Cicerón, decia: que era el testigo de los
tiempos, el mensajero de la· antigüedad;
F onteneIle, fábulas convenidas, y Bacón !elato
de hechos dados por ciertos .
. Hay, como se ve, para todos los gustos,
BUENOS AIRES
inclinaciones y criterios, - tratándose de lo
que se llama historia en se"ntido elevado; y
CASA EDITORA DE JUAN A. ALSINA, MtxlCo 14 22 . de ahí viene, sin duda, que historia implique
1 889. también su poquiIIo de mentira, como cuan-
120 CAUSEIUE. LOS SIt.'TE PLATOS DE ARROZ CON LECHE. 1 2 I

do e'xclamamos: eso no es más que una Nada más que como un muchacho que
historia; ó: nó se,fior, astá Vd. tiene ojos para v<-1it pues no asociaba toda-
ahQra le voy á contar la historia de ese negQ- vía ideas, yo recorrido ya el Asia, el
do, de la glQrificación del personaje A ó B. África y la Europa, cuando estando en Lon-
Puede ser que sea cierto que la historia dres, donde me aburría enormemente, por
de un hombre no es muchas veces más que haber pasado antes por París, que es la
la de las injusticias de algónos, aunque hay gran golosina de los viajerOl; jóvenes y
ejemplos modernísimos en la historia, y bien viejos, -recibí la noticia, muy atrasada, co-
podría probarse con una apoteósis , ( 1 ) - que mo que entonces no había telégrafo y eran
la historia de alguien es la de sus contradic- raros los vapores, de que Urquiza se había
ciones é incoherencias, la de sus ingratitudes sublevado contra Rozas.
é injusticias contra todos, por más que en . Yo no pensaba entonces sino en gastarle
su vida' haya ciertos rayos de luz que á mi padre su di1}ero, lo mejor posible; y
minen el cuadro de alguna buena manía de-buena fe creía, como á él mismo se lo
trascendental. observé en cierta ocasión, que era econó·
De modó que, allí vá eso, Posse amigo, mico porque todo, todo lq apuntaba,-ha-
á manera -de zarandajas históricas, sintiendo biendo heredado de mis queridísimos pro-
que la pluma deficiente, no pueda, comp genitores el atavismo de ciertas prolijas
pincel. de artista manco, vivificar el cuadro; minuciosidades. Cuando me veía muy em·
,

puesto que, no viéndonos las caras, en es« barazado para justificar las entradaS con las
momento, faltan la voz, el gesto y la acción salidas, hacía como el estudiante de marras,
-' eso que el oradcr antiguo llamaba Ijuas que, teniendo doscientos francos de pensión
sermo y necesitando cómo los había
gastado, salía del paso anotando: cinco
( 1) Alusión de circunstancias. - N. del E. francos á la planchadora: noventa de pensión,
122 CAUSERIE. LOS SIETE PLATOS DE ARROZ CON LECHE. 12 3

cinco para textos, diez de velas y novmta de completo en lo material, en lo físico, en lo


allumettes chz'rrtz'qztes. • moral, en lo intelectual.
Esa noticia me hizo el mismo efecto ... qué No me voy á detener en esto sino un
voy á decir? Si no hay comparación adecua- instante; lo dejo para cuando le llegue el
da posible, porque para mí Urquiza y Rozas, turno á Legarreta, á quien le tengo ofrecida
Rozas y Urquiza eran cosas tan parecidas una Causerie, que tendrá por título: «Tipos
como un huevo á otro huevo. Bueno; diré de otro tiempo.»
que me hizo el mismo efecto, que le haría Pero, para que se tenga una idea de
á Miguel Ángel, el hijo del doctor ]uárez nuestra transformación, diré que cuando me
man, si mañana le llegara á Londres la estu- c!csembarcaron, - pasando por esta serie de
penda, inverosímil nueva de que en Córdob<l; operaciones (el cambio en esto no es muy
había estallado' una revolución, encabezada grande) la ballenera, -el carro, la subida á
por su tío Marcos. babucha, -los pocos curiosos que estaban
• en la playa me miraron y me siguieron,
No pensé sinó en volver á los patrios
como si hubieran desembarcado un animal
lares. De la política se me daba un ardite,
raro. Verdad, que el público es así: el mismo
no entendía jota de ella. Pero un instinto me
de curiosidad que lo á ver
decía que mi familia, - esto era
un ".elefante, lo hace apresurarse á oir. al
todo para mí, - corría peligro, y me vine sin
orador tal ó á ver el entierro cual. No hay,
. permiso, cayendo aquí como una bomba en
pues, que juzgar los sentimientos popula-
el paterno hogar.
res íntimos por la aglomeración de la mul-
Esto era hacia fines del mes de Diciembre titud.
de 1851. Yana traía, sin embargo, nada de extraor-
De allá á acá, Buenos Aires se ha tras- din;vio, á no ser que lo fuera el venir vestido
formado el cambi¿ es á la francesa, á la última moda, á la pari-
124 CAUSERIE. LOS SIETE PLATOS DE ARROZ CON LECHE. 12 5

siense, con un airecito muy chic, que después iglesia de San Juan, que era la que queda-
dejé, por razones que se contarán en su día, ba, y queda, cerca de la casa solariega.
- con sombrero de copa alta puntiagudo, Los momentos eran de agitación. Anibal
con levita muy larga y pantalón muy estrecho, estaba ad-portas, ó lo que tanto vale, según
..que era el entonces en boga, tanto. que, el lenguaje de la época, el «loco, traidor,
recuerdo que en un vaudeville se decía por salvaje unitario, Urquiza», avanzaba victo-
uno de los interlocutores, hablando éste con rioso; mas eso no impidió que hubiera gran
su sastre: «Faites-moi un pantalon tres collant, regocijo, siendo yo objeto de las más finas
mais trés - colIant; je vous préviens que si je y demostracipnes,- no tardando en llegar las
entre, je ne vous le prendrai pas .... » f\:lentes de dulces, cremas y pasteles con el
Los curiosos me escoltaron hasta mi casa mensaje criollo tan consabido: «Que cómo
d·onde recién supieron que yo había vuelto está su merced; que se alegra mucho de la
cuando entraba en ella; pues como mi reso- llegada del niño, y que aquí le manda esto
lución de venirme fué instantáneamente puesta por ser hecho por ella. »
en práctica, no tuve medio de anticiparles En medio de aquel regocijo, yo era el más
á mis padres la sorpresa que les preparaba. feliz de todos; porque si es cierto que los más
El gusto que ellos tuvieron al verme fué felices son los que se van, cierto qebe ser
inmenso. Me abrazaron, me besaron, me mi- también que el más dichoso de todos es el que
raron, me palparon, casi me comieron; y vuelve.
criados de ambos sexos salieron en todas di- y se comprende que, dados los antece-
recciones para anunciarles á los parientes y dentes de mi prosapia y de mi filiación, yo no'
á los íntimos que el niño Lucio había llegado, había de tardar mucho en preguntar: «y cómo
y cosa que ahora no se hace, porque se está mi tío? y cómo está Matiuelita?» y que
cree menos que entonces en la Divina¡ro- la contestación había de ser como fué: «Muy
videncia, se mandó decir una misa en la bucnos, mailana irás á saludarlos. )
CAUSERIE. tos SIETE PLATOS DE ARROZ eÓN LECI-iE. i 27

Yo no veía la hora "de ir á Palermo ; y me parecía á mí más bello, bajo ciertos aspectos,
devoraba la misma impaciencia que tenía por que el Palermo de ahora. A no dudarlo, el
ver las pirámides de Egipto, cuando estaba suelo del Palermo de entonces era mejor que
en el Cairo, ó San Pedro en Roma, cuando es- el suelo del Palerrno de ahora, - como el Pa-
taba en la Ciudad Eterna. lermo de entonces incuestionablemente tenía
Pero era necesario darse un poco de un aspecto más agreste, más bosque de
luégo, una madre que recupera á su hijo no se Boulogne que el de ahora, y en el que la si-
desprende tan fácilmente de él, sobre todo, metría, hasta para pasearse, comienza á ser
una madre como la mía, que, por la.intensidad de una numotonía insoportable.
de sus afectos, que por su educación y tantas Llegué. .. serían como las cinco de la tar-
otras circunstancias, era moralmente imposible de, hacía calor, no había nadie en las casas;
que viera claro en la situación, -no obstante en esas casas que todavía persisten, como
los sermones de mi padre, á cuya perspica- tantas otras antiguallas, en mantenerse sobre
cia no podía escaparse que estábamos en sus cimientos, ahogándose dentro de sus mu-
vísperas de una catástrofe. ros los pobres alumnos del Colegio Militar. (Al
Descansé,pues, y al día siguiente por la Diablo no se le ocurre, pero se le ocurrió á
tarde, monté á caballo y" me fuí á Palermo á Sarmiento poner un Colegio de esa. clase en
pedirle á mi tío la bendición. un parque). (1) La niña, (era su nombre po-
No sé si padezco en esto la misma aberra- pular) me dijo alguien, porque yo pregunté
ción del que, al comparar la iglesia de su al- por Manuelita, está en la quinta.
dea con la basílica monumental de la diócesis Dejé mi éaballo en el palenque y me fuí á
metropolitana, encuentra· que las diferencias buscar á Manuelita; á la que no tardé en ha-
de tamaño, de elegancia y esplendor, no son
tan como él se imaginaba. Pero ( 1) « Al Diablo no se le ocurre » será, el título de
el hecho es, que el Palermo de entonces me Un futuro folletín sobre don Pedro de Angelis_
128. CAUSER1E.

llar. Estaba rodeada de un gran séquito, en


lo que se llamaba el jardín de las magnolias,
que era un bosquecillo delicioso de esta planta
LOS SIETE PLATOS
perenne, -los unos de pié, los: otro!:l sentados
sobre la verde alfombra de césped perfec- DE ARROZ CON LECHE.
tanlente cuUlado; pero ella tenía á su lado,
11.
provocando las federales, y haciendo
con su gracia característica todo amelcochado ( Contimtadó1Z).
el papel de cavalz'cre serven/e, al juris
consulto don Dalmacio Vélez Sarsfield ...... . P ALERMO no era un foco social inmundo,
como los enemigos de Rozas lo han pre_
tendido,-por más que éste y sus bufones, se
sirvieran, de cuando en cuando, de frases natu-
ralistas, chocantes, de mal género, pues Ro-
zas no era un temperamento libidinoso, sino un
neurótico obsceno, que Esquirol mismo se ha-
bría hallado embarazado, si hubiera tenido que
clasificarlo, para determinar sus afecciones
mentales de origen esencialmente cerebral.
Manuelita, su hija, era casta y buena,-y
lo mejer de Buenos Aires. la rodeaba, por
adhesión ó por miedo, por lo que se quiera,
inclusive el doctor Vélez Sarsfield, que ya he-
mos visto rendido á sus pies, vuelto de la
emigración,' como tantos otros, que ó deses-
D
CAUSERIE. LOS SIETE PLATOS DE ARROZ CON LECHE. 131
13 0
peraban, ó estaban cansa,dos de la lucha contra Llegar, verme Manuelita, y abrazarme, fué
aqud poder personal irresponsable, que' todo todo uno; los circunstantes me Íniraban como
lo avasallaba. un contrabando.
No tengo por qué callarlo y nb lo callaré; el Mi facha debía discrepar considerablemente,
gobierno de Rozas fué estéril, y no puedo ser con mi traje á la francesa, en medio de aquel
partidario suyo, como es uno partidario teq- cortejo de federales de buena y mala ley, co-
ricamente, en presencia de personajes históri- mo el doctor Vélez Sarsfield. Porque yo, con
cos, que pueden llamarse Sila ó Augusto. mi pseuda corteza europea, no obstante ser
El gobierno no sirve más que para tres co- verano, me había abrochado hasta arriba la
sas;' no se ha descubierto' hasta ahora que levita, para que no se me viera el chaleco
sirva para más. . colorado, el cual me hacía representar, á mis
Sirve para hacer la felicidad de una familia, propios ojos, el papel de un lacayo del fau-
la de un partido ó la de la patria. Rozas no bourg Saint-Germain, por cuyos salones habí<l;
hizo nada de ésto. Y no sólo no lo hizo, sino pasado, -siendo ellos presentado cuast
que se dejó derrocar por. uno de sus tenientes, cuasi, como un principito de sangre real.
que le arrebató una gloria fácil, que él habría Me acuerdo que fué el capitan Le Page ( I )
podido alcanzar constituyendo el país, sin el el que en ellos me introdujo, preséntándome
auxilio del extranjero, haciendo posible quizá, en casa de la elegante marquesa de La Gran-
que se olvidaran sus torpezas y la realización ge, - con .cuyo nombre he dich9 todo.
de la única idea trascéndental, que á mi juicio Aquí viene, como pedrada en ojo de boti-
vagaba en su caQeza: reconstruir el virreinato, ca1-io, contar algo; lo contaré.
ensanchando los límites de la Re- La marquesa, que era charmantc y que, in-
pública actual.
( 1) Estuvo en el Río de la Plata, con una misión,
y me conoció en casa de mi madre, donde visitaba.
CAUSERIE. LOS SIETE PLATOS DE ARROZ CON LECHE. 1 33

dudablemente, me halló apet.itoso, pues yo era casa me esperaban y porquepo contaba con
á los diez y ocho años mucho más bonito que que . aquel ahora sería como el vuelva usted
mi noble amigo Miguel Cuyar, ahora, invitóme mañana de Larra,-ó como el mañana de
á comer y organizó una. fiesta para exhibir)TIe, nuestras oficinas públicas (que no en balde
ni más ni menos que si yo hubiera sido un in- tenemos sangre española en las venas), un
dio, ó el hijo de algun nabab, según más tarde maiiana, que casi nunca llega ó que cuando
lo colegí, porque terminada la comida hubo re- llega ya es tarde, - otro le ha soplado á uno
cepción, -- y yo oía, después de las presen- la dama.
taciones de estilo, que les belles dames de- Yo esperaba y esperaba. . . las horas pasa-
cían: « Comme il doit etre beau avec ses ban y pasaban ... no sé si me atreví á inte-
pluQ1es. » rrogar, pero es indudable que alguna vez debí
. Naturalmente, yo, al oir aquel beau, me pa- mirarla á Manuelita como diciéndole: . . . ¿y ?
voneaba, je posais, expresión que no· se Y q!le Manuelita debió mirarm.e, como con-
duce bien; pero al mismo tiempo decía en mi testándome: Ten paciencia, ya sabes lo que es
interior: I qué bárbaros son estos franceses I tatita.
Allá, como á eso de las once de la noche,
ManueIita, que era movediza y afabilísima,
salió y volvió reiteradamente, y con una de
Volvimos,; del jardín de las magnolias á los esas caras tan expresivas en las que se lee un
salones de Palermo. Manuelita recibía, donde « por fin», me dijo: Dice tatita que
ahora está el gabinete de física del y 'sirviéndome de hilo conductor, me condujo,
Militar. Una vez allí, le repetí que quería ver como Ariadna, de estancia en estancia, hacien-
á mi tío: ella salió, volvió y me dijo: Ahora do zigs-zags, á una pieza en la que me dejó,
te recibirá. Se fueron á comer. Yo no quise agregando: Voy á decirle á tat,ita ...
aceptar un asiento en la mesa, porque en mi Si mi memoria no me es infiel, la pieza esa,
134 CAUSERIE. LOS SIETE PLATOS DE ARROZ CON LECHE. 135
It

quedaba en el. ángulo del edificio que mira tro de s( mismo, al leerme, 1;) medida de mis
al naciente: era cuadrilonga, no tenía alfom- impresiones, - en medio de esa desnudez se-
bra sino baldosas relucientes; en una esquina, vera, casi sombría, iluminada apenas por las
hé,lbía una cama de pino colorado con colcha llamas de las dos bujías transparentes, que ni
de damasco colorada también, á la cabecera siq'uiera se atrevían á titilar.
una mesita de noche, colorada; á los piés una
silla colorada igualmente; y casi en el medio
de una habitacion una mesa pequeña de. caoba,
con carpeta de paño de grana, entre dos sillas
; de esterilla coloradas, mirándose, y sobre ella Reinaba un silencio profundo, en mi imagi-
dos candeleros de plata bruñidos con dos bu- nación al menos'; los segundos me parecían
jías de esperma, adoriladas con arandelas ro- minutos, horas los minutos. .
sadas de papel picado. • Mi tío apareció: era hombre alto, rubio;
No había más, estando las puertas y venta- Llaneo, semi-pálido, combinación de sangre y
nas, que eran de caoba, desguarnecidas de lO de bilis, un cuasi adiposo napoleónico, de
todo cortinaje. gran talla j de frente perpendicular, amplia,
Yo me quedé de pie, conteniendo la respi- rasa ·como una plancha de mármoi fría, lo
ración, como quien espera el santo adveni- mismo que sus concepciones j de cejas no muy
miento; porque aquella personalidad terrible guarnecidas, poco arqueadas, de movilidad di- .
producía todas las emociones del carilío y del fícil j de mirada fuerte, templada por el azul
temor: Moverme, habría sido hacer ruido, de una pupila casi perdida por lo tenue del
- y cuando se está en el santuario, todo ruido matiz, dentro de unas órbitas escondidas en
es corno una profanación, y aquella mansión concavidades insondables j de nariz grande,
era, en aquel entonces, para mí algo más que a.filada y correcta, tirando más nI griego que
el santuario. Cada cual debe encontrar de·n- al romano j de labios delgados casi cerrados,
CAUSERIE. LOS SIETE PLATOS DE ARROZ CON LECI-IE. 137

como dando la medida de su reserva, de la bre que más poder ha tenido en América
firmeza de sus resoluciones; sin pelo de barba, y cuyo estudio psicológico i1t extenso sólo
perfectamente afeitado, de modo que, el juego podré hacer yo; porque soy sólo yo el único
de sus músculos era perceptible. Sería cruel, que ha buscado en antecedentes, que ótros
no parecía disimulada aquella cara, tal como no pueden conseguir, la explicación de una
á mí se me presentó, tal como ahora la veo, naturaleza tan extraordinaria· como ésta.
al través de mis reminiscencias infantiles. Era, y digo extraordinaria, porque solamente
incuestionablemente, una mistificación, en la se explica su dominación, sin men-
que Lavater, con toda su agudeza de obser- gua para este pueblo argentino, que alter-
vador, no habría acertado á perfilar la silueta nativamente le y le abandonó, - hasta

nático implacable lleno de ternezas.


.
siniestra en su evolución transformista de fa- dar en con él, protestando contra sus
desafueros, que eran un anacronismo en
Agregad á esto lIna apostura fácil, recto presencia de los ideales qúe 11Ivieron en vista
el busto, abiertas las espaldas, sin esfuerzo' nuestros antepasados al romper las ca'denas
estudiado, una cierta corpulencia del que toma de la madre patria, de esa España, que no
su embonjoz'nt, ó sea su estructura definitiva, fué, sin embargo, madre desnaturalizada, pues
un traje que consistía en un chaquetón de nos dió todo cuanto podía tlarnos, después
paño azul, en un chaleco colorado, en unos de los gobiernos de los Felipe 11 .
pantalones azules también; añadid unos cue-
llos altos, puntiagudos, nítidos, y unas manos • , •••••••••••••••• "o' •••

perfectas como forma, y todo limpio hasta la


pulcritud,- y todavía sentid y ved, entre una Así que mi tío entró, yo hice lo que habría
sonrisa que no llega á ser tierna, siendo afec- hecho en mi primera edad; crucé los brazos
tuosa, un timbre de voz simpático hasta la y le dije, empleando la: fórmula patriarcal, la
seducción, - y tendréis la vera efigies del misma; mismísima qu e empleaba con mi pa-
CAUSERIE. LOS SIETE PLATOS DE ARROZ CON LECHE. 139

dre, hasta que pasó á mej<?r La bendición, dije) porque me han dicho -' y yo había lle-
mi tío I gado recién el dia· antes I qué buena no
y él me contestó: sería su. policía 1- que usted no ha- vuelto
-Dios lo haga bll.enO, sobrino! - sentáR- agringado.
dose incontinenti en la cama, que antes he Este agringado no tenía la significación
dicho había en la estancia, cuya cama (la vulgar; significaba otra cosa, - que yo no
estoy viendo), siendo muy alta, no permitía habíf-l vuelto, y era la verdad, preguntando
que sus pies tocaran en el é insinuán- como tantos tontos que van á Europa baúles
dome que me sentara en la silla, que estaba y vuelven petacas: ¿y comment se llaman éste
al lado. chose bianqui que ponen las galin?-por no
Nos sentamos .. '. hubo un momento de decir huevos, 6, esta cosa que se ponen en
pausa, él la interrumpió diciéndome: las manos, por no decir guantes?
- Sobrino, estoy muy contento de us- Yo había vuelto vestido á la france!;ia, eso
ted .... sí, pero potro americano hasta la médula de
Es de advertir que era buen signo, que los huesos todavía, y echando unos ternos,
Rozas tratara de usted; porque cuando de que era cosa de taparse las orejas: el traje
tú trataba, quería decir que no estaba con- había me vestía como un europeo;
tento de su interlocutor, ó que por alguna pero era tan criollo como el· Chacho, el cua1,
circunstancia del momento fingía no estarlo. estando emigrado en Chile (en Chile que no
Yo me encogí de hombros, como todo es Europa, á Dios gracias) y preguntándole
aquel que no entiende el por qué de un COli- como le iba, contestó: Y cómo quiere qué
tentamiento. me vaya: en Chile y á pie? cuando hay énque
- Sí, pues, agregó: estoy muy contento (pongan el acento en la primera é), no hay
de usted (y esto lo decía balanceando las cónqüe (poi1gan el acento en la 6 ), y
piernas, que no alcanzaban al suelo, ya lo hay cÓllque no hay énque.
CAUSERIE.

Posse amIgo: acabaremos (y q[¡e difícil es
acabar!) si Dios nos cia· vicia y salud, en el
pr:óximG número, --yen él sabrá usted, qué
LOS SIETE PLATOS
fueron al fin y al cabo los siete platos de
arroz con leche. DE ARROZ CON LECHE.

III.

( C01zc!usiÓlt y fin ).

Y o estaba ufano: no había vuelto agrin-


gado. Era la opinión de mi tío.
-- ¿y cuánto tiempo has estado ausente?
agregó él.
Lo sabía perfectamente. Había ,estado re-
sentido, no es la palabra, «enojado» j porque
diz que me habían mandado á viajar sin
consultarlo. Comedia. .

Cuando padre resolvió queme fuera á
leer á otra parte el Contrato Socia! (1),
veinte diat seguidos estuve yendo á .PaIermo,
sin conseguir verlo á mi ilustre tío.
Manuelita me decía, con su sonrisa siem-

( 1) Véase la Caltscl'ie, dedicada al s-'íor don


Ca rlos Pellegrini, bajo el título de (Por qué . .. r
CAUSERIE LOS SIETE PLATOS DE ARROZ CON LECHE. 143

pre cariñosa: Dice tatita que -mafíana te Lo repiti>: él ,sabía perfectamente que iban
recibirá: á hacer dos años que yo me había marchado . ,
El barco que salía para CalCllta, estaba ¡Jorque su memoria era excelente. Pero, entre
pronto. Sélo me esperaba á mi. Hubo que sus muchas manías, .tenía la de hacerse el
empezar á pagarle estadías. Al fin, mi padre zonzo y la de querer hacer zonzos á los
demás. •
se amostazó y dijo: Si esta tarde no consi-
gues despedirte de tu tío, mañana te irás El miedo, la adulación, la ignorancia, el
de todos modos; ya es'to no se puede aguan- cansancio, la costumbre, todo conspiraba en
tar. favor suyo, y él, en contra de sí mismo.
Eh! esa tarde sucedió lo de las anteriores, No se ac:t.barían de contar las infinitas
mi tío no me recibió. Y, al dia siguiente, anécdotas de es.te complicado personaje, se-
yo estaba singlando con rumbo él los hiper- ñor de vidas, famas y haciendas, -que has-
bóreos mares. ta en el tlestierro hizo alarde. de sus excen-
Sí, el hombre se había enojado; porque, tricidades. Yo tengo una inmensa colección
algunos días después, con motivo de un em- de ellas. Baste por hoy la. que estoy con-
peño ó consulta que tuvo que hacerle mi tando.
m,adre, él le arguyó: Y yo ¿qué tengo que , Interrogado, como. dejo 'dicho, contest¡:
hacer con eso? para qué me meten á mí -Van á hacer dos afias, mi tío. .
en sus cosas? no lo han mal,dado al. mu- Me miró y me dijo: Has visto ·mi Men-
.

chacho á viajar, sin decirn:te nada?- saje?


A lo cual mi madre observó: Pero, tatita, Su Mensaje 1. dije yo para mis adentros? « Y
(era la hermana menor, y lo trataba así), si qué será est<;>? Nó puedo decir que no, ni
ha venido veinte dias seguidos á pedirte la puedo decir que sí, ni puedo decir, no sé
bendicitm y no lo has recibido! - . replicando qué es ... » y me suspenso.
él: Hubiera veniuo veintiuno. Él, entonces, sin esperar mi respuesta,
CAUSERIE. LOS SIETE PLATOS DE ARROZ CON LECHE. 145
144
agregó': Baldomero García, Eduardo Lahite y gar su así perdía su tiempo con un
Lorenzo Torres, dicen que ellos lo han hecho. muchacho insustancial, trayendo en la mano
E's una botaratada. POJ:'que así, dándoles los un mamotreto enorme.
datos, como yo se los' he dado á ellos, cual- Acomodó simétricamente los candeleros,
quiera hace un IYIensaje. Está muy bueno, me insinuó que me sentara en una de las
ha durado varios dias la lectura en la Sala. dos sillas que se miraban, se colocó delante
Qué' no te han hablado en tu casa eso? de una de ellas de pié y empezó á leer des-
Cuando yo oí lectura, empecé á colegir, y de la carátula que rezaba así:
como, desde niño, he preferido la verdad á -« Viva la Argentina 1»
la mentira, (ahora mismo no 'miento, sino .-«Mueran los Salvajes Unitarios!»
cuando la verdad puede hacerme pasar por -« Muera el loco traidor, salvaje Unitario
cínico) repuse instantáneamente: Urquizal» "
- Pero, mi tío, si recién he llegado ayer' y siguió hasta el 6n de la página, leyendo
- Ah' es cierto; pues no has leído una
hasta la fecha 185 1, pronunciando lá ce, la
cosa muy interesante; ahora vas, á ver, - y zeta, la ve y la be, todas las letras, con la
esto diciendo se levantó, salió, y me dejó afectación de un purista. •
sQlo.
y continuó así, deteniéndose,. de vez en
Yo me quedé clavado en la silla, y así
cuando, para ponerme en aprietos
como quien medio entiende (vivía en un mun-
cales, con preguntas como ésta, _. que yo
do ,de pensamientos tail raros It vislumbré
satisfacía bastante bien, porque eso sí he sido
que aquello sería, algo como el discurso de
regularmente humanista, desde chiquito, de-
la reina Victoria al Parlamento, ¿pues qué
bido á cierto humanista, don Juan Sierra,
otra explicación podría encontrarle á aquel
hombre excelente del que conservo afectuoso
«ahora vas á ver?» .
recuerdo:
Volvió, el hombre que, en vísperas de ju- 10
CAVSERIE. LOS SIETE PLATOS DE ARROZ CON LECHE. 147

- y aquí ¿por qué habré puesto punto y se presentó con un enorme plato sopero de-
coma, ó dos puntos, ó punto final? arroz con leche, me io puso por delante y
Por ese tenor, iban las preguntas, cuan- s"e fué.
do, interrumpiendo la lectura, preguntóme: Me lo comí de. un sorbo.
-Tienes hambre? . Me sirvieron ótro, con preguntas y res-
Ya lo creo que había de tener; eran las puestas por el estilo de las apuntadas, y
dóce de la noche, y había rehusado un ótro, y ótro - hasta que yo dij e : Ya, para
asiento en la mesa, al lado del doctor Vélez mí, es suficiente.
Sarsfield, porque en casa me esperaban ... Me había hinchado; ya tenía la consabida
-Sí , - contesté resueltainente. cavidad solevantada y tirante como el par-
-Pues voy á hacer que te traig.an un che de una caja de guerra templada; pero
platito de arroz con leche. no hubo más; siguieron los platos ,-yo co-
El arroz con leche era famoso en Paler- mía maquinalmente, obedecía á uría fuerza
mo y aunque no lo hubiera sido, mi apetito superior á mi voluntad ...
lo era; de modo que empecé á sentir esa La lectura continuaba.
sensación de agL:a en la boca, ante el pros- Si se busca el Mensaje ese, por algún
pecto que se me presentaba, de un platito lector incrédulo ó curioso, se hallará en él
que debía· ser un platazo,' según el estilo un período, que comienza de esta manera:
criollo y de la casa. «El Brasil, en tan punzante situación.» Aquí
Mi tío fué á la puerta de la pIeza con- fuÍ interrogado, preguntándoseme: Y por qué
tigua, la abrió y dijo: habré punzante?» Como el poeta pen-
-Que le traigan á Lucio un platito de sé, - que en mi vidél; me he visto en tal
arroz cOn leche. aprieto. Me expliqué. No aceptaron mi ex-
La lectura siguió. plicación. Y con una retórica gauchesca, mi
Un momento después, Manuclita mIsma tío me rectificó, demostrándome como el Bra-
CAUSERIE. LOS SIETE PLATOS DE ARROZ CON LECHE. 149

sil lo había estado picaneando, hasta que él Mi madre me reprochó mi· tardanza, con
había perdido la paciencia, rehusándose á ternura.
firmar un tratado que había hecho el . Me excusé diciendo que había estado ocu-
ral Guido... Yayo tenía. la caI:eza como pado con mi tío. .
un bombo, - y lo otro tan duro, que no sé. Mi padre, que, mientras yo hablaba con
cómo aguantaba. mi madre, se paseaba·· meditabundq, - vien-
Él, satisfecho de mi embarazo, que lo era do el mamotreto que tenía debajo del brazo,
por activa y por pasiva, y poniéndome el' me dijo: ,
mamotreto en las manos, me dijo, despi- -Qué libro es ese?
diéndome: -Es el Mensaje que me ha estado leyen-
- « Bueno, sobrino, vaya no más, y acabe do mi tío ...
de leer· eso en su casa» , - agregando en -Leyéndotelo ... ? Y esto diciendo se
voz más alta: «Manuelita, Lucio se va.» encaró con mi madre y prorrumpió con visi-
ble desesperación: «No te digo que está
Manuelita se presentó, me miró con una
loco tu hermano.»
cara que decía afectuosamente «Dios nos dé
Mi madre se echó á llorar.
paciencia», y me acompañó hasta el
dar, que quedaba del lado del palenque,
donde estaba mi caballo.
. . ................ ..
Eran las tres de la mañana. Pocos dias después, muy pocos dias, el
En mi casa estaban inquietos, me habían edificio de la tiranía se había desplomado;
mandado á buscar un ordenanza. el 3 de F eb.rero por la tarde yo oía en la
Llegué sin saber cómo no reventé en el plaza de la. Victoria gritar furiosos «Muera
camino. Rozas» á algunos de los mismos conspícuos
Mis padres. no se habían recogido .. que, pocas horas había visto
CAUSER1E. LOS SIETE PLATOS DE ARROZ CON LECHE. 1 S 1

en Palermo, reunidos á los pIes de la nii1a. pués fué mi candidato, á pesar de las ob-
Confieso que todavía no entendía una pa- sesiones exigentes de mi padre, hasta que
labra de lo que pasaba,-y que los gritones, no estuvimos en tierra brasilera, donde nos
más que el efecto de libertados, me hacían explicamos. Y es á este incidente al que él
el de locos. se refiere en sus Boletines del Ejército
Grande.
Creo que para mi padre fué una suerte
que yo le acompañara en aquel viaje, porque
Yeso que ya me había reído á carcaja- Sarmiento le iba haciendo perder la cabeza.
das, leyendo á Jerome Paturot, en busca de El que hace un cesto hace un ciento. Que-
la mejor de las Reptiblicas, en el que hay ría inducirlo á que se fuera con él á Chile,
una escena por el estilo de la que presencié para volver contra Urquiza, del cual iba hu-
azorado el 3 de Febrero, en la plaza de la yendo; porque sus primeros actos en Buenos
Victoria , - para que una vez más se per- Aires le parecían precursores de" que el país
suadan los que viven sólo en ,el presente,' estaba expuesto á volver á las andadas. Lo
que "del dicho al hecho hay un gran tre-' explotaba, hablándole constantemente· del se-
cho» . ñor don Domingo de Oro, - su pasión ,-y
como era débil de carácter, á no ser yo, lo
• • • • • • • • • • • • • • I • • • • • • • • arrastra.
El Dictador se había refugiado' en un bu-
Pocos días después, mi padre, Sarmiento que de guerra inglés, llamado por singular
y yo, - el Sarmiento cuya glorificación aca- coincidencia El Con/Neto (The ConJlictJ, y
bamos de presenciar, - navegábamos en el' tardó mucho más que nosotros,-con quienes
vapor inglés «Menay» hacia Rio Janeiro. Yo iba .mi caro Máximo Terrero, - en
no hablé, durante la travesía, con el que des- llegar á Europa.
CAUSERIE. LOS SIETE PLATOS DE ARROZ CON LECHE. I53
chaleco colórado y Manuelita su moño. Mi
padre, que era muy amigo de Manuelita, que
Mi padre se quedó en Lisboa y me man- la quería en extremo, como la quiero yo,
d6 á París, donde yo era ya buzo y ducho, . por sus virtudes, le observó que aquel par-
á prepararle un apartamiento, - que tardé che colorado, no estaba bien. Pero ella, cuyo
muchísimo en prepararle, por razones que amor filial no tenía límites, contestóle: que
ya se imaginará el penetrante lector; pero no se lo sacaría, hasta que no se lo man-
que al fin le preparé. daran.
Un día almorzábamos todos juntos: mi tío
era. sobrio, concluyó primero que los demás
y se levantó, yéndose. Manuelita, ganosa de
echar un párrafo con mi padre, me dijo: «A<;:a-
Viniendo de Lisboa á Francia,. mi buen bá ligero, hijito, y andá, entretenelo á tati-
"la:
viejo quiso' visitar á Manuelita y nos fuímos ta,). Yo me apuré, concluí, salí, y me fuí en
á Southampton. busca de mi tío, que estaba senta90 en el
alojados, en la misma casa, sofá de una salita, con vista al me
una modesta quin tita de los alrededores: Ro- arreIlené en una poltrona .. Mi tío y yo per-
zas, Manuelita, Juan Rozas mi primo, Mer- manecimos un instante en silencio. Yo lo
cedes Fuentes su mujer, Juan Manuel mi miraba de rabo de ojo. Creía que él no me
sobrino, Máximo Terrero,-y un negrito, al veía. Me había estado viendo! Confusamen-
cual ya mi tío le decía por ironía Mis/er. te, porque yo 'no tenía entonces sino como
Por supuesto que, si el cambio de hemisferio intuiciones de reflexión, los pensamientos que
y de situación era como una transición entre me dominaban en aquel momento, al con:
el día y la noche, otra cosa eran los senti- templar el coloso derribado, podrían sinteti-
mientos y las manías. Mi tío conservaba su zarse exclamando ahora: sic trallsit gloria
154 CAUSERIE. LOS SIETE PLATOS DE ARROZ CON LECHE. 1 SS

mttndt". (Así transa do1/, Raz1mmdo, como de- hacia el comedor) le dijo á Agustinita: no
cía el otro). te digo que tu hermano está loco .. ,?
De repente miróme mi tío y me dijo: No pude negar, queriendo; estaba bajo
-En qué piensa, sobrino? la influencia del magnetismo de la verdad,
-En nada, señor. - y contesté sonriéndome:
-N o, no es cierto, pensando en -Es cierto.
algo. Mi tío se echó á reir burlescamente;
-N o señor; si no pensaba en nada I Aquella visión clara, aquel conocimiento
-Bueno, si no pensaba en nada cuando perfecto de las personas y de las cosas, es
le hablé, ahora está pensando, ya. una' de las impresiones más trascendentales
-Si no pensaba en nada, mi tío I de mi vida; y debo confesarlo aquí, no te-
-Si adivino ¿me va á decir la verdad? niendo estas páginas más que un objeto,-
Me fascinaba esa mirada, que leía en el iluminar con un rayo de luz más, la <figura

.
fondo de mi conciencia y maquinalmente, por- de un hombre tan amado como execrado:
que habría querido seguir negando, contesté sin esa impresión yo no habría
,
«St» • como creo conocerla, la misteriosa y ex-
. -Bueno, repuso él, ¿á que estaba pen- traña personalidad de Rozas'.
sando en aquellos platitos de arroz con le-
che, que le hice comer en Palermo, pocos
días antes de que el «loco » (el loco era Ur- Mi querido Posse : siento mucho que,
quiza) llegara á Buenos Aires? padeciendo usted de no pueda co-
y no me dió tiempo para contestarle, por- merse, como yo, de una sentada, siete
que prosiguió: ¿ A que 'cuando llegó á' su platos de arroz con leche, '.
casa, á deshoras, su padre (é hizo con el y para concluir, y ,antes de decirle como
pulgar y la mano cerrada una indicación Cicerón á sus amigos,-Juóeo te óme va/ere,
CAUSERIE.

le daré una receta para su enfermedad: ejer-


CICIO, gimnasia, viajes que no fatiguen, poco
vino, mucha sal,-nü: aumenta ésta la sed,-
y en último caso, ningún vino, y poco de
aquello ...
Hay dos falsificaciones que hacen mucho
daño: la de la mujer y la del vino.
Desgraciadamente, cuando caemos ya en
cuenta, es demasiado tarde.
Traduzco, pues, á Cicerón y suponiénrlo
que ha caído en cuenta, - «le ordeno que
goce de buena salud» .

Post-data. - Dice X. que este cuento,


narrado por mí, ti@ne mucha más animación
y movimiento, y que yo, como Carlos Dickens,
debiera dar conferencias para referir mis aven-
turas. Estoy listo, á pesar de la rabia que
esto pueda darle á mi querido X, siempre
que hs conferencias sean patrocinadas por
las Damas de Misericordia... . .
Necesito indulgencias. .. literarias.
ENTRE-Nos.

CAUSERIES DEL JUEVES EN LAS PIRÁMIDES DE EGIPTO .

." señor doctor don Ramón .J. Cárcano.

POR l.

LUClO V. DIANSILLA. D os cadenas de piedra caliza, eternamente


peladas, que al sur casi se tocan, has_
ta formar una garganta de granito, especie
de Niágara, por donde, rugiendo con furia,
salta el Nilo en el valle; que al norte se en-
sanchan y desaparecen, en una llanura cenago-
11. sa, que se extiende hasta las costas del Medi-
terráneo; más de doscientas leguas de largo
casi encerradas dentro de límites sempiter-
namente caldeados por un sol rojizo,-límites,
que ora se acercan, ora se retiran, que en in-
vierno son la imagen de la desolación y de la
muerte, y en verano, un panorama riente de
BUENOS AIRES abundancia y de vida, encierran la histórica
tierra de Egipto·, cuna pristina de la humanidad
CASA EDITORA DE JUAN A. ALSINA, MÉXICO 1422 . para algunos, - incuestionablemente, emporio
188 9.
6 CAUSERIE. EN· LAS PIRÁMIDES DE EGIPTO. 7

de extraordinaria civilización en épocas que se La moderna civilización todo lo altera, trasfor-


pierden en la noche de los tiempos. mándolo todo. Apen-as subsisten los prestidi-
El Nilo, cuyos orígenes están en el cielo, gitadores tradicionales, los arpistas ciegos y
porque las nubes, preñadas de aguas, recogi- los ministriles del África Central, aunque no
das en muchos mares, caminando al Ecuador con los caractéres típicos de antafio.
africano, se deshacen allí en llúvia, durante va- Pero, ahora como entonces, la entrada del
rios meses, realiza todos los años un milagro invierno es el momento en que el duefio de
estupendo en esa vasta región; sube poco á casa lleva regalos para los chiquilines, que
poco, crece gradualmente, se hincha, revienta, alegran el hogar, amuletos, ó aros para las
se desborda, y baña todas las comarcas circun- orejas, ó collares de cuentas de porcelana, de
vecinas, hasta el pie de las montañas, por plata ó de oro, para las concubinas, ó para la
Oriente y Occidente; la llanura, yuélvese un mujer. Pero, ahora como entonces, abundan
lago en el que innumerables aldeas, construi- en los puestos, la carne de vaca y de venado,
das sobre terraplenes artificiales, flotan, al pa- los patos, los gansos, el pescado, los dátiles,
recer, como islotes, desparramados en fantástico las tortas de maíz de Guinea, el puerró, los pe-
pinos, las cebollas, los ajos, - todas las espe-
archipiélago; y esta inundación providencial,
cias, en fin, que les dan á los « Bazares» ese
es ahora, como en los tiempos antiguos, salu-
olor peculiar, que no se olvida jamás, cuando
dada con himn.os de religiosa gratitud, en me-
una vez se ha olido, porque es un olor szei gé-
dio del regocijo de las familias que, llenas de
nerzs... y ¿cón qué olor inolvidable lo com-
júbilo, recorren en festivas barcas, de pintadas
pararé, que no sea el del café torrado ... ?
'velas, de feria en feria, el alegre país, -triste,
Pues por allá también he andado yo. He
desolado, el día anterior. .
sido, como ustedes saben, uno de los argenti-
De las corridas de toros, de las regatas, de nos más en matuia de viajes: he es-
las luchas cuerpo á cuerpo y otros juegos atlé- tado en cuatro de las cinco partes del mundo;
ticos de otras edades, casi nada ha quedado.
8 CAUSERIE. EN LAS PIRÁMIDES DE EGIPTO. 9

he cruzado, sin el más mínimo accidente, ca- Benarés, Lahore, Delhí, hasta encaramarnos
torce veces la línea equinoccial, y he visto, en los picos más accesibles del Himalaya.
entre ciudades y aldeas, más de dos mil,- Durante algún tiempo, después que nos se-
dándome hasta el placer de comprar, en un paramos, estuvimos en correspondencia. Hace
mercado de carne humana, una mujer, para muchísimos años que nada sé de él: supongo
decirle después de ser mi cosa propia, con sor- que habrá reventado, pasando"á mejor ó peor
presa de todos los circunstantes, excepto mi vida, porque en 1850, tenía ya veinte años
compañero de viaje James Foster Rodgers, más que yo, mala salud, el fetiquismo de los
que pagó la mitad del precio: «Eres libre, pue- ojos negros y de los piés chicos, y yo no soy
des hacer de tu cuerpo lo que quieras.» .y un nene. Catorce meses vivimos como her-
¿ saben lo que esa costilla nuestra manos, y sólo dos veces tuvimos desazones.
hizo? Se vendió á sí misma; porque, según Primero, en Roma.
el truchimán nos explicó, prefería ser esclava En Londres, después.
algún tiempo, - y no libre, sin tener que co- Lo contaré.
mer, porque para hacerlo, tendría que traficar En Roma visitábamos San Pedro, esa mara-
con su cuerpo, y era, según ella lo afirmaba, villa de la audacia y del arte arquitectónicos.
si no pura, honesta. . Entramos, y yo, como que era lo que mi
Este punto es muy intrincado; las mujeres madre me había hecho, es decir, católico, me
saqué el sombrero con veneración.
que son el mayor embolismo de todo lo creado,
Foster Rodgers se lo dejó encasquetado.
se encargarán de desenmarañarlo.
Se lo observé, -y su contestación fué: It
is ?lot my rcligioll.
Yo prosigo ..
Me mordí los lábios, esperando que algún
James F os ter Rodgers, era un }'a1lkee nú-
sacristán viniera á intiplarle á aquel impío, que,
mero uno, con el que nos conocimos en Cal-
en la casa de Dios, se debe ser respetuoso,
cuta, visitando juntos el interior de la India,
10 CAUSERIE. EN LAS PIRÁMIDES DE EGIPTO. 11

por más extraño que á su culto sea el VISI- Yo contesté, dándole el vuelto:
tante. -No es mi religión.
Pero nada; son en Roma, á este respecto, Foster Rodgers, se mordió los labios á su
de una benevolencia inaudita, con los extran· vez.
Jeros. Pero aquí no' sucedió como en Roma, por-
que un sacristán protestante, « muy liberal»,
. . . . .. . . . . ........ . vino á intimarme que me quitara el sombrero,
intimación que no acepté; que fué repetida tres
Estuvimos torcidos algunos días. Pero la veces, hasta amenazarme con llamar al police-
amistad es un colirio admirable, - colirio que man, -]0 cual, perfectamente entendido por
todo lo cura; teníamos que componernos y nos mi, me sugirió este expediente de triunfador:
compusImos. giré sobre los talones, me salí del templo, con
Es, sin embargo, curioso observar cómo mi sombrero puesto, y lo esperé á Foster Rod-
después de una gresca, aun entre los que se gers en el atrio, hasta que se cansó de estar
quieren bien, queda en el alma humana un se- adentro con su San Pablo protestante, y salió ...
dimento acre, - que no tarda en fermentar. Adelante .
Observadlo bien, y veréis que las represalias . No voy á describir ciudades, ni usos, ni cos-
inofensivas se imponen con irresistible tena- tumbres, ni monumentos, ni á juzgar institucio-
cidad ... nes,-y mucho menos á referir aventuras. Dejo
esto último para mis « Memorias», si .es que
Continúo.
algún día me resuelvo á publicarlas, lo que es
'En Londres, visitando San Pablo, yo hice
probable. Si lo hago, allí se verán y se sabrán
como F oster en Roma.
cosas raras. Entre ellas, ésta: cómo es que
Visto ello por mi yankee, como yo á él. en
siendo 'uno jáven, puede viajar algún tiempo
Sall Pedro, me insinuó: sin saber por qué mano anónima, le son salda
-Take of your hato
12 CAUSERIE. EN. LAS PIRÁMIDES DE EGIPTO. 13
das sus cuentas de hotel, - si en ello se en- común, completamente desnudas; el cuerpo
tromete una inglesa millonaria, extravagante ... untado con aceite de coco, frotado, hasta
Ya estoy viendo la sonrisa de incredulidad darle el pulimento y la brillantez del jacarandá;
del que estas letras lee, y entonces repito: que el motoso cabello, dividido en infinidad de
es cierto ]0 dicho, y que no' eran sólo Rlis crenchas trenzadas, que le dan á la cabeza la
cuentas, las que se pagaban, sino las de mi forma de un erizo encrespado, - sueltas todas
compañero. ellas sin poderse mover más allá de su recinto.
Hoy por hoy, sólo me propongo una cosa: A otro lado: mujeres blancas, entre ellas al-
contar algo que no creo se haya repetido, que gunas georgianas y circasianas, nada limpias,
no me parece posible que se repita; porqug también desnudas, completamente desnudas;
en esto,' como en un orden de ideas más ele- pero, con esta diferencia, que aquí no están
vado, no es filosófico, _. como dice Edgardo todas sueltas, estando algunas aherrojadas,
Poe,-basar en lo que sido, una visión de porque, siendo feas ó contrahechas ó viejas ó
lo que debe ser. flacas (los musulmanes prefieren las gordas,
Pero ustedes, que me han oído hablar de qué gusto I ) maltratan, como bestias feroces á
que compré una mujer, han de tener curiosi- las ótras, - diciéndoles el instinto que difícil-
dad, estoy seguro de ello, de saber qué es un mente saldrán del mercado, 6 que, si salen,
mercado de mujeres. Voy á describirlo, pues, no será seguramente ni para embellecer el ha-
en cuatro plumadas. rén, ni para aumentar el número de las con-
Imag-inaos un edificio cuadrangular, con co- cubinas, sino para desempeñar sucios y nau-
seabundos oficios, de bestias de carga, en las
rredores interiores, rodeando un patio 'así como
casas de los judíos.
los nuestros, de estilo arábigo, - nuestras an-
Imaginaos todavía dos retretes destinados á
tiguas casas se parecen á las de Sevilla,-y en
las obscenas inspecciones esotéricas, con unas
el medio, una fuente. A un lado, mujeres ne-
como harpías ·en la puerta, unos como en-
-gras desnudas, abisinias y nubianas, por lo
14 CAUSERIE. EN LAS PIRÁMIDES DE EGIPTO. 15

gendros de Mammón, en forma de mercaderes, parte. Se las introducen. Se las sacan. Se


y una multitud de postulantes, viejos general- repite la operación acompasadamente. Los
mente, - todos ellos cuchicheando, mientras borricos se mueven entonces, como si tuvieran
en esos retretes se resuelve el problema más una hélice. Queremos detenerlos, tiempo per-
irritante para el pudor ... imaginaos todo eso, dido I no sienten los tirones del freno, que no
repito, y tendréis un cuadro aproximado de es más que un aparato para las riendas; y és-
esa abominación, dentro de cuyos dinteles mi tas, un medio de sostenerse mejor. No se
.compañero de viaje y yo, gastando ochenta detendrán, hasta que .el dragomán, no los deje
libras esterlinas, pudimos decirle á un sér hu- como clavados en el camino. Esta educación
manO, cuya condición era peor que la de un no permite que el viajero canse los burros,-
perro sa1:"noso: « IEres libre 1» haciendo eíra los que, como fácilmente se concibe, no cami-
después de su capa un sayo, - determinación nan á voluntad del que los monta, sino á vo-
que dejo á la fantasía de cada cual apreciar, si luntad del que los alquila, el .cual los hace
fué prudente, ó nó ..... descansar, cuando á él le place.
Caminemos ...
Ahí están á la vista ... ; de léjos, y á medida
que uno se acerca á ellas, poco efecto produ-
Estamos casi al pie de las Pirámides, ó me- cen. Un kilómetro más, por el tórrido arenal,
jor dicho, vamos llegando á ellas: estamos en siempre· fija la vista en el mismo punto, y el
fantasma va tomando gradualmente proporcio-
el Cairo, en el « Hotel de Russie.» Los borri-
nes colosales. Una vez en. su base, el viajero
cos están listos, cadp. dragomán tiene el sUyOj
se siente como aplastado por ·la mole, y si se
subimos, somos buenos jinetes, queremos ha-
compara y se mide con ella, el anonadamiento
cerlos caminar, no se mueven. Es inútil cas-
es completo. Es la sensación de la montaña
tigarlos, no se moverán, hasta que no sientan para el hombre de la llanura j la de la lla-
la baqueta mágica del dragomán en cierta
16 CAUSEam. EN LAS PIRÁMIDES DE EGIPTO. 17
nura, para el hombre de la montana; la de los la espalda en la dirección del centro de la se-
altos mAres, para los que no vieron sino la gunda pirámide, y al verla, se siente y se
orilla del arroyuelo; de )a inmensidad, de lo concibe fácilmente que sólo á tamaño monstruo,
finito, comparado con lo infinito. La. reacción, podía confiarse la guarda de las misteriosas
no viene sino poco á poco. Pero producida donde yacen sepultados los re-
la reacción física, nuevas emociones se apo- yes de tanta grandeza pasada.
deran del alma del viajero, que puede asociar El paisaje tiene un aspecto indescriptible; el
ideas, recuerdos, ligar el pasado con el pre- sol caliente vibra sus rayos á plomo sobre la
sente, contemplar en síntesis eloc' ¡ente para el arena movediza; la reverberación de la luz es
espíritu, millones de esclavos, afal1é1dos como ideal, - hay algo de caótico y de momento
hormigas industriosas, en darle cima á uua obra final, en aquel hurizonte rojizo, COITIO una
estupenda, que, en nuestros días, no sirve sino puesta de sol argentino en día canicular; la
para recreación y estud:o, dando la medida Fata morgana, ostenta en lontananza y en el
de lo que fueron aquellos faraones, que, al del o todos los caprichos de su maravillosa vir-
•morir, parecían decirle al mundo: e te desafia- tud ; la imaginación los trastrueca, los embeIle-
mos á que destruyas nuestras tumbas antes que ce, los completa, si posible es, y los ojos del
te acabes. j porque, .en efecto, tales monu- cuerpo ven, á las inglesas tourist,-poniéndose
calzones de hombre, que las. abultan por de-
mentos, por su masa y su antigüedad, más
lante y por detrás, como si estuvieran doble-
parecen pertenecer al Universo que al Egipto
mente in the famz'ly wa)' ( 1) prepararse para
en particular... •
la ascensión.
Ya subiremos ...
. . . . .... .. .. ...... .. . ..
La famosa Esfinje muestra ya su cara etío-
(1) Modismo inglés que quiere decir m cinta.
pe,-cortada en la roca, prolongándose por 2
EN LAS PIRAMIDES DE EGIPTO

(Continuación y fin.)

11.

Las Pirámides, como ustedes saben, quedan


yendo del Cairo·sobre la margen occidental del
Nilo. Son sesenta y siete, - aunque es más
propio decir que han sido, porque de algunas
de ellas, de las más pequeñ:ls, no quedan sino
vestigios.
Por más qne no sea una novedad, permítan-
me ustedes decirles que los anticuarios, se han
puesto al fin de acuerdo sobre que, tanto unas
como otras, siendo varias sus dimensiones, es-
taban destinadas á los diversos miembros de la
familia real. En dos palabras: eran las tumbas
de los faraones.
Las que visitamos ahora, son el grupo de
las de Ghizeh, - y la más alta de todas, esa á
donde vamos á subir, ustedes acompalíándome
20 CAUSERIE. EN LAS PIRÁMIDES DE EGIPTO. 21

á mí mentalmente, yo acompañado de mis re- Simple eco. de ]a tradición, Herodoto refiere


cuerdos juveniles, es la de Cheops. que Cheops empleó treinta años en construir
Recuerdos juveniles, he dicho. Qué lindao;; ]a gran pirámide, y avalúa en trescientos seten·
palabras ¿no es verdad? Sí; cuando podemos ta mil, el número de obreros que trabajaban á
asociarlas sin remordimiento, 6 apartar la me- ]a vez, siendo reemplazados cada tres meses.
moria de lo que hemos sufrido, - e por la in- Ahora bien, suponiendo que esos obreros
variable variedad y la monotonía del eterno sólo comieran cebollas y legumbres, resulta
cambio. que su alimentación, debió costar cinco millo-
e Cheops :t, leo en mi libro de viaje en la nes de francos.
fecha Marzo 14 de 185 1, tiene cuatro faces y Pero como ni en Egipto mismo se vive sólo
cada una de ellas mide en su· base, en de ceboIJas y de legumbres, sobre todo cuando
redondas, doscientos cuarenta metros; la.altura se arrastran piedras como las de las Pirámides,
vertical es de ciento cincuenta metros y de -- se puede juzgar por este solo artículo, lo
ciento ochenta y tres, sobre la inclinaci6n de que ha debido ser el conjunto de los demás.
5 10 50' que tienen los lados·, - lo cual permite Porque á esos gastos háy que añadir el salario
que, fácilmente, nos demos cuenta de la prodi- de los obreros, por mínimo que fuera, y ]a ma-
giosa masa resultante de tamañas dimensiones, no de obra, aunque costara casi nada; así
multiplicadas las unas por las otras. como es menester tener en cuenta, e] valor de
Y, para no vestirme, en esta parte, con las Jos materiales emp]eados: calcáreo, granito,
pluroas del grajo, no siendo, como no soy, an- mármol, pórfido y otros que se traían de] alto
ticuario, aunque ya frise en lo antiguo, me re- Egipto, por el Nilo, de una distancia de más
de ochenta miriámetros.
feriré para algo de lo que sigue, á la obra del
Todas las Pirámides presentan sus lienzos
coronel ·intitulada The Pyramides o/ Ghz·-
muy exactamente orientados hácia Jos cuatro
zeh (3 vol. de texto y 3 vol. de atlas; Lon-
puntos cardinales; la mayor parte están cons-
dres 1839- 1842.)
22 EN LAS PIRÁMIDES DE EGIPTO. 23
truidas con piedra, algunas con ladriDo negro, ros en la cúspide ó plataforma de Cheops,-
proveniente del Nilo; pero todas, una vez ter- á donde en breve estaremos todos juntos.
minadas, eran revestidas de piedra lisa y puli-
y para que esta sucinta descripción quede
das, y la de Cheops se s,",pone que estaba re-
completa, ved todavía una sucesión de planos
vestida de mármol. Los siglos lo han hecho
desaparecer. inclinados inmensos, por donde son empujados
Tengo barruntos de que todo esto, no lo hacia arriba enormes monolitos, muchos de los
entretiene mucho, que digamos, al lector. cuales no tienen menos de veintidos pies de
Me apresuro entonces á decir cómo están largo, siete de ancho y nueve de espesor,-
construidas las Pirámidés. que fué toda la que se debió emplear,
y como yo, esclama'réis: i cuántos sudores!
Ayudadme. i cuánta miseria I cuántos esfuerzos!
Ved con los ojos de la imaginación una base Ah! sin las agonías del pasado, no tendría-
ó asiento roaarangular, como si dijéramos un mos la prosperidad del presente. Habrá siem-
perfmetr,o mayor que el de la plaza e I I de Se- pre señores y esclavos, pobres-y'ricos, quien
tiembre, (ó sean 57,600 inetros cuadrados, de sufra y quien goce. Somos impotentes para ha-
un metro de espesor, poco mas 6 ménos; llegad cer exclusivamente lo bueno. Toda conquista
hasta metro y medio. Ved, sobre esa base ó ha de ser una catástrofe. « Le genre humain,
asiento, otra casi del mismo espesor, pero que
n' est pas placé entre le bien et le mal, mais
sea menos ancha, para émplear términos vul-
entre le mal et le pire. »
gares, - y tendréis un escalón. Continuad el
Decía que las inglesas tou1'ist, hechas el.dia-
procedimiento, hasta elevaros ciento cincuenta
blo con sus polleras metidas dentro de mascu-
metros, por la superposición de bases ó asien-
linos pantalones, se aprestaban á subir,-Fos-
tos que se van achicando á medida que la pi-
ter Rodgers y yo nos ídem,
rámide va creciendo, y llegaréis hasta encontra
ídem, para la ascensión.
EN LAS PIRA MIDES DE EGIPTO. 2S
24 CAUSEalE.
barba; el uno' nos tenía por la mano derecha;
el otro por la izquierda; nosotros teníamos las
narices frente al plano inclinado de la pirámide;
Aquellos escalones, ó no los habéis visto, el tercero estaba detrás . . .
eran unos seftores escalones. Pues es nada, De repente oímos un alahd.' archi-gutural y
un escalón de sesenta centímetros, y algunos junto con él sentimos dos tirones en ambos
tienen un metro cincuenta. brazos, y un empellón en la c: parte posterior
Los mirábamos, mirábamos la cima. -- y si de atrás» - como decía un ayudante de mi
no nos declamos como la zorra e están verdes. , padre, muy bárbaro,-y nos hicieron subir un
pensábamos que aquello tenía bemoles. A ver, escalón, como si fuéramos bultos. Y los Ialahá'
nos decíamos con F oster Rodgers, cómo suben se repetían, y el subir como bultos continuaba,
las inglesas primero. y sudábamos la gota gorda, y ya no teníamos
-No, subamos nosotros ántes, y les vere- articulación en su lugar, así nos parecía. Los
mos las caras de arriba para abajo, que siem- mirábamos á los beduínos con caras que de-
pre es mejol' ver lo de adelante que lo de cían i por caridad' nada; i alahá 'viene, i alahá'
atrás, aunque estas inglesas (y nos reíamos va; F oster Rodgers y yo rodábamos como ma-
que daba gusto) lo mismo son por delante sas informes, impelidas por una fuerza brutal,
que por detrás, con sus bultos á vanguardia y hasta que la divina Providencia, si es que ella
retaguardia. se mete en estas cosas, apiadándose de nos-
- Bueno, me dijo Foster Rodgers Let us otros nos hizo descansar en un escalón, en el
.go /. que había un socavón, - que los beduínos de-
Y, haciéndoles una sefia á los beduínos, cían tenía virtudes singulares, resultando que
que ya habían ¡.ntentado apoderarse de nues- la única virtud real que le descubrimos, fué que
tras respectivas humanidades, nos entregamos nos pidieron boxees (debe leerse boc-shichs)
compJetamente á ellos. vulgo, « por la mano, para la copa: »
4 disposición era ésta: tres beduinos por
CAUSEIUE. : EN LAS I'IRAMIDES DE EGIPTO. 27

y eran doscientos tres los escalones, y está- el acto que no era inglés de ingleses, sino
bamos apenas á medio camino I Kie yankees, é incontinenti se puso en contacto
. Descansamos i y antes que se enfriara la ;con - presentándome como á un ameri-
transpiración y sin decir oste ni moste, nos del sud, como quien dice á un colega,
agarraron de nuevo nuestros ágiles coadjuto- prorrumpimos con ímpetu; hurra.' y sacándo-
res, y á la voz de ¡alahál otra vez, nos dieron :nos los sombreros y agitándolos hasta arrojar-
empellón y ótro, y 6tro, y los empellones los al viento, creyendo que llegarían á la base
ne repetían, y detrás dt! nosotros, resonaba el de la pirámide, mientras que ahí cerca no más
I alahá I de los 6tros que nos pisaban los talo- se quedaron, todos á una, gritamos con orgullo,
nes, por decirlo así, pretendiendo llegar pri- ni más ni menos que si hubiéramos hecho la
mero á la enhiesta cumbre, - que en tqdo se conquista de otro Nuevo Mundo: Al! Amen'-
mezcla la emulación, tratándose particular- ca1ts.' Americano.s todos' Longlife to Amenca.'
mente de fatiga ó de destreza. Pero; qué I les Viva América' y nos dábamos las manos con
la delantera y éramos varones· en efusión, - y el viva América' atronaba los
realidad, y ya nos habíamos entusiasmado, y aIres. Y como si estuviéramos en un balcón,
ya también gritábamos nosotros ¡ alahá I para mirábamos á las inglesas, con su barriga por
partida doble, pujando por llegar, llenas de cu-
darnos unos brios que no teníamos, pues. íba-
riosidad, porque no entendían jota de aquellos
mos más muertos que vivos.
gritos desaforados de ¡viva América I ...
Finalmente, llegamos maltrechos .... tostába-
. Entre nosotros los americanos, -los veinti-
mos arriba, en la plataforma, que es una piedrita
cinco - opl sorpresa, y. oh I contrariedad,
en la que caben, de pie, ochenta personas, por
descubrimos un musulmán.
lo menos. Allí nos encontramos con veinte y tres ¿Qué hacía allí aquel intruso? ¿En virtud de
prójimos, rodeados de. setenta y demonios qué derecho estaba con nosotros?
que se habían quedado en el último escalón. F oster Rodgers. y yo nos dijimos:
F6>ster Rodgers oy6 hablar en inglés. Vió
CAUSERIE. EN LAS PIRA MIDES DE EGIPTO. 29

Pero este beduíno, por qué ha subido á la de manga á Mahoma, sino que estuviera con-
plataforma? por qué no se ha qued:·do con los cluido el negocio con su cónsul, el que, á la
ótros? creyendo que era uno de tantos, de esos sazón, se encontraba entre el grupo de los
que nos habían hecho rodar hasta arriba. veinte y cinco.
Indagamos, y resultó que era un yankee dis- Otros viajeros habrán visto más maravillas
frazado de musulmán; un yankee que se había que yo; pero apuesto que á ninguno le ha pa-
hecho mahometano, engaña-pichanga, para sado en las Pirámides de Egipto lo que á mí :
de esa manera poder acaparar antigüedades encontrarse en la cúspide de la de Cheops, en
con más facilidad. La extracción prohi- un momento dado, con veinte y cuatro conciu-
bida. Tenía así como unos cuarenta afios, era dadanos, por decirlo así.
retacón, panzudo, rubio, pecoso y doctor en Descendamos: llegan las inglesas jadeantes,
medicina. Se llamaba Abbot, y él fué, querido sudadas, con sus barrigas descompuestas, pero·
Cárcano, el que me dió el facsírriile.del grueso festivas, y tenemos que recoger nuestros som-
breros que la brisa arrastra de escalón en
sello, que le he regalado á usted -sello sim-
calón sin conseguir llevarlos hasta el suelo,
bólico que, en forma de anillo, de oro finísimo,
tanta es la altura del monumento é inclinado el
encontró en el dedo de una momia, que había
plano I
sido uno de los faraones.
y qué diré en conclusión, como quien le
El tal musulmán intérlope llevaba una vida pone marco al cuadro.
curiosa: habíase hecho querer, la medicina lo ¿ Diré como Napoleón, lectoras y lectores
ayudaba; vivía como Salomón, en medio de un que habéis subido conmigo hasta arriba:
éljuar de mujeres de todos pelos, sil? tener pre- De lo alto de esas pirámides, cuarenta siglos
cisamente harén. Negociaba en ese momento nos contemplan ?
con el Cónsul norte -americano la venta de su ¿Ú como el veterano, al oir aquella figura
colección, - formada á costa de inmensos sa- de retórica, á su cabo:
crificios, y no esperaba para hacerle un corte
CAUSERIE. eN LAS PIRAMIDES DE EGIPTO. 3t
-¿ y á dónde están los cuarenta siglos, que Sólo mirándolas retrospectivamente, - algo.
yo no los veo? me revelaron después.
A lo que el cabo contestó: ¿Qué sabía yo entonces del sistema curvilíneo
-Imbécil I el general los ve con su anteojo. del cóno, que en la antígua simbología era un
Oh l aquel General para el cual, según emblema del fallum y de la generación, y un
Émerson, todo obstáculo parecía desaparecer endulzamiento del sistema piramidal,más ve-
en presencia de sus recursos, que dijo: no ha- tusto é igualmente expresivo del teocosmos?
brá Alpes, y no los hubo, y que según Kléber, Menos que ustedes, ahora.
era grande como el mundo, -podía ver, con Era yo tan ignorante !
ó sin anteojo, esos cuarenta siglos ... ustedes Pero en el se hacen bueyes, y aho-
y yo, - permítanme la confianza - quién sabe ra .... los hago á ustedes jueces del vigor con
si los columbramos siquiera! que arrastro mi carreta.
¡Respetables padres de familia! permitidme
daros un consejo: no mandéis vuestros hijos á
viajar, sino cuando estén enfermos, que es tam-
bién cuando el médico, no sabiendo qué re-
cetar, aconseja generalmente e cambio de aire».
Mandadlos recién cuando estén preparados pa-
• Ver bien el pasado, ligarlo sabiamente con ra poder ver los cuarenta siglos esos de las
pirámides de,Egipto, sin ayuda de vecino, -
el presente, hasta tener la intuición del porve-
sin anteojo, con sus propios ojos.
. nir, cuando apenas alcanzamos á divisarla punta
La mejor nodriza es la patria. Sólo ella nos
de nuestras narices, - no es para todos I
da la estructura y el aliento necesarios para
Por lo que á mí me declaro opa en
aspirar con anchos pulmones el ambiente.
esta parte; que las Pirámides nada 5610 así podemos llegar algún día á ser hom-
me dijeron, cuando las vi por primera vez.
32 CAUSEIlIE.

bres representativos de la tierra i mientras que,


por más que parezca paradójico, los que se
desenvuelven en el extranjero apenas realizan
un tipo híbrido. Llebrarán á ser originales,
puede ser; populares, jamás.

..cwp .....
ENTRE-Nos.
EN CHANDERNAGOR.
CA USERIES DEL JUEVES I.
Al señor don Alfred" Zimmermann y Saavedra.

POR -l'l:tu "de l' ill e Iléll1ontro par des con les, prou-
• \1 ve par des rabIes, insinue des sllggél'e
des histoil'C8 a dorlllir de bout, :lllpliquant
ti ISOllS cetto forllle dü I'ccit do vuyagc

LUCIO V. l\IANSILLA. • uséc flue les formes de l'apologue e·


• do 1", pambolc, la vieille Illét.ode ... '

y o he sido medroso, cuando niño, y


ahora que ya estoy jadeando, por tanto
haber intentado trepar, sin que me escar-

v. mentaran porrazos,- todavía les tengo mie-


do á las ánimas ... aunque no crea en ellas,
y á las tinieblas ... aunque en ellas crea,' por-
que las veo y conozco científicamente la
causa que las' produce.
y esto no implica que afirme ni niegue
nada, respecto de lo que dicen los evange-.
listas, sobre las tinieblas de la Pasión,-'- so-
BUENOS AIRES bre el milagro, que conforme á la liturgía
católica, son los maitines de Semana Santa,
CASA EDITORA DE JUAN A. ALSINA, MÉXICO 1422.

18 90 .
21 4 CAUSERIE. EN CHANDERNAGOR. 21 5

mala. Y antes de proseguir también, lt.:s pre-


que ustedes conocen. Insisto, consecuente con
gunto á ustedes ó mejor dicho voy á pregun-
lo que otra vez he dicho, en que los milagros
tarles, convencidü de que la mayoría
pueden ser fenómenos mal observados, no ex-
no podrá contestar sobre tablas, si saben qué
plicados. El magnetismo hace tales progresos, es ó dónde está: Chandernagor?
que quién sabe si no estamos en vísperas de
resolver. los más importantes problemas del ................... , ............... .
alma,- el gran misterio.
Por supuesto que los que me crean un Pues. Chandernagor eE una posesión france-
hombre con calzones, guiíi.arán el ojo, dicién- sa, en el corazón de la India, y queda sobre
dose: vaya otra agacltada ... que se lo cuente la margen izquierda de uno de los brazos del
á su abuela. i Él con miedo á las tinieblas, sien- Ganges, el rio Hoogly,- donde yo he estado,
do su vida tenebrosa! . .. él! que debe haber para servirles á ustedes .... est05 recuerdos.
Cuando la Francia perdió casi todas sus
hecho penar á tantas almas, 'z"¡zclus2ve la de
posesiones en aquella regi6n,· convino con la
algún caballo (1).
Inglaterra en que le dejaran poseer un pedazo
Perfectamente, será lo que se quiera, 10 que de tierra, algo así como una estancia, no muy
se crea. Me refugio, antes de proseguir, en el grande, entre nosotros, en el que pudiera fla-
aforismo, que ya debo haberles suministrado á mear su bandera, como diciendo,- - los pue-
ustedes. (¿ Maundeville no ha dicho veinte ó blos tienen· también su vanidad,- del lobo un
treinta ;'eces ]0 que pensaba?) á saber que: pelo, algo es algo; y esto es lo único que es-
cuando ]a reputación de un hombre es buena, plica y justifica, la gobernación de Chanderna-
el hombre es inferior á su fama, siendo éste gor, una factoría nada más, entre otras factorías
inglesas, que ya no son lo que fueron.
mejor que su reputación, cuando su fama es
El hecho es que la bandera francesa está

(1) V éa se la Causerie « El famoso fusilamiento


del caballo.»
216 CAUSERIE.
EN CHANDERNAGOR. 21 7
que cuando yo estaba en Chandernagor, igno-
ahí, en Chandernagor, exactamente, como po-
raba totalmente lo que Chandernagor era, sa-
dría estar, para ser más claros, la bandera es-
biendo sólo, y no era poco, que e.staba allí.
paiíola, verbigracia, Río Paraguay arriba, si en y estando allí, como ustedes lo comprenden,
la hora en que la España perdió sus colonias, tenía que hacer todo 10 que uno hace cuando
los americanos hubieran convenido con ella, vive, se mueve y camina, teniendo apenas die-
en dejarle unos cien kilómetros cuadrados, de ciocho años.
posesión, en cualquier parte, p::lra que nues- Acábaba de llegar; hacía poc2-s horas que
tra madre patria pudiera tener la satisfacción h:lbia desembarcado, después de un viaje peno-
platónica de cónsiderarse todavía, mentalmente, sísimo aguas arriba, en algo como una chata;
duefia y señora de tierra americclna, en tierra sin más compañero que mis pensamientos que
firme ó continental; que lo que son islas, las eran poquísimos entonces, y me había hospe-
dado en un establecimiento que llamaremos
tiene riquísimas y codiciadas
hotel. •
y el hecho es también, que ahí, en Chan-
Una confidencia literaria, antes de continuar
dernagor, yo he tenido la más extraordinaria ¿conocen ustedes algo más difícil qUE' narrar?
sorpresa y pascrr:lo la noche ni 1S angustiosa,-- Caramba! para que ustedes comí)rendan, es
noche de terror ... necesario que les -diga que Chanclernagor es
Los que conversan, los que discuten, los un bosque; que las casas, los hoteles, las ha-
que enseñan, los que prueban, y hast1. los que bitaciones de todo género, pertenecientes á los
están dispuestos á pelear, suelen decir : « vamos naturales y á pocos extranjeros, que allí
por partes». Con que así, por partes vamos; moran (que allí moraban) son algo de fantás-
y yendo por partes, le corresponde la primera tico, perdido, oculto, éntre el follaje de una
vegetación sempiterna, enmarai1ada, riente' y
á lo de la sorpresa.
pavorosa á la vez; porque los pájaros cantan
Aquí tengo que confesarles á ustedes, con
10!5 que no nos hemos de entender, sino tratán-
donos, como vamos,- con la mayor franqueza
EN CHANDERNAGOR. 21 9
218 CAUSERlE.
ni lo otro, dada la arquitectura especial de
de día y las fieras rujen de noche, entre aquel la localidad, reparé en dos personas, un hom-
embrollo de árboles seculares, de enredaderas bre y una mujer, que me miraban, y que yo, á
y de lianas trepadoras, que los ligan y los mi vez, miré, diciéndome: « ese homcre, yo lo
envuelven, apartándolos á unos y á otras, t;l conozco» , y pensando que el hombre al mirar-
forminable baniall, que se extiende y se esparse me, se decía, comunicándole su impresión á la
á la manera de vastísima enramada, pues cada mujer que con el estaba: « esa cara yo la he
gajo, que llega á tocar la tierra, echa raíces y visto alguna vez. »
se vuelve á su vez un tronco, siendo empresa Ni él ni ella podían moverse, yo avanzaba,
• y un cierto magnetismo inexplicable me atraía
difícil, descubrir e] origen genealógico de aquel
hacia los dos. Me detuve á cierta distancia.
arbo], por decirlo aSÍ, patriarcal.
Miré, me miraron, nos miramos fijamente, nos
-Señor!-me dice mi secretario,-si usted . ..
examl11amos, nos l11SpeCClOnamos ...
no va a] grano, cuanto antes, se va á enredar -Lucio! me d-ijeron, Lucio! me dijo el
en las cuartas. hombre.
- Mi amigo,--· le observo yo- ¿ pero no Yo no podía á nadie. Veía, tenía
me ha dicho usted otras veces que tenía con- delante; allá entre las espesuras de la India,
fianza en mí? algo como el resplandor de un recuerdo pasa-
-Si, señor, y la tengo. do, pero ¿quién era ese hombre? ¿á qué sujeto
--- Bueno ... gracias, por ]a interrupción, que que yo hubiese conocido pertenecía esa cara?
me permite ordenar un poco las impresiones
A ver, señores) ustedes, que tienen tantísimo
talento, que entienden por sei1as, que leen en-
que estoy evocando, y adelante.
tre reglones, que.adivinan los autores, que ha-
Era así como la hora mística del crepúsculo.
cen y deshacen reputaciones, ayúdenme, no
Iba yo por una soberbia alameda de Chander- á decir quién era el sujet10 ése, sino á trasmitir·
nagor, aspirando el ambiente perfumado de
aquellas auras tropicales, cuando al pasar por
la ventana ó balcón, porque no era lo uno
220 CAUSERIE. EN CHANDERNAGOH.. 221

les á ,ustedes mi impresiór., en aquel momento la lengua entendía que á mi alrededor se ha-
inolvidable de mi vida. blaba!
Inolvidable! Acaso es sólo inolvidable el mo- ¿ Que sabía yo entonces, lo que quería de-
cir en bcnga"lí, del Indostán: tuJJZ kaisc ho
mento en que uno se escapa de que lo ahorquen
Tanto' como ustedes, que ahora recién van
creyendo sentir toda la vida en el pescuezo la
á saber, que quiere decir: ¿ Cómo está usted?
sensación de la soga, como Gregorieff? Hay
y que se pronuncIa como suena.
muchos momentos inolvidables.
Es claro que ustedes saben quién era Gre-
gorieff, y que sólo por las dudas debo recor-
dar el puesto simpático que el pobre desterra- Me sentí acompañado, amparado en este
do ocupa en la vigorosa literatura rusa, en mundo.
esa literatura crIstianamente realista, que ora -Señor, repuse, y señor, en espai10l, y
sean sus intérpretes los nobles, como Tolstoi, ¿ en qué otra lengua sino en la vernácula
querrían ustedes que hablara, cuando era mi
ó los plebeyos, como Dostojewsky, no es .más
alma lo que hablaba?
que un inmenso la!TIento de la humanidad.
A propósito ¿quieren ustedes que les diga
La . impresión que" yo recibí no la puedo cuál es el signo infalible de que se empIeza
comparar sino á la que recibiría cualquiera á conocer una lengua?
de ustedes que, condenado á la Penitencia- Hay tres: contar, rezar, amar en ella; es
ría, se encontrara con que el guardián era una decir: uno, dos, tres ... Dios mio .. ."1 te amo ...
cara conocida. -Señor, volví á decir: yo lo conozco á
Una cara conocida, en la India! en Chan- usted, pero no sé quién es.
dernagor! después de un viaje, abrumador, y mi acento y mi expresión y mi ansiedad
y mi curiosiJad debían ser visibles.
aguas arriba! ... al caer la .tarde, solitaria la
persona, aislada, segregada del resto' del Uni-
verso, sans yz·me et sans raison; porque ni
EN CHANDERNAGOI\ 223
222 CAl1SERIE.
viendo la cabeza de un lado á otro y golpeán-
Ah I conocen ustedes algo más angustioso dome el pecho?
que estas situaciones, en las que el paralelis- Es curioso observar de cuántús modos di-
mo sentimental no es matemático,- y en las versos - se manifiesta la sorpresa, el miedo,
que el hombre más amable y de criterio, el terror, según las latitudes, - que no sólo
en vez de decir cuanto antes, «soy yo», observa; cambia la moral y la justicia por grados.
qué momento para observaciones I En Calcuta, los parz"as trabajadores no pue-
den fumar cuando están ocupados en ciertos
es como preguntarle al que pide de beber:
trabajos, para los ingleses conquistadores, pero
« por qué tiene usted sed?» cuando lo primero
son como nosotros, hijos ó descendientes de
es satisfacer su ner.esidad física,-· y en las que
los primeros hombres, y por lo tanto se dan
el hombre, más amable, decía, arguye, como maña, burlando la vigilancia de.los guardianes,
fué el caso mío: algunas veces. Hay que verlos entonces. No
-- Pero Lucio, qué I no me conoce usted? hacen como haría uno de nosotros, sino otros
gestos, otras contorsiones, pateando el suelo
Yo no pensaba en aquel momento, no ligaba de despecho.
recuerdos, no asociaba ideas; en. una palabra, Dar.win tiene un estudio interesantísimo so-
sólo sentía; estaba dominado por la emoción bre las emociones, - que recomiendo á uste-
de la sorpresa, y mirándome ahora en el es pe . des, - así como también les recomienrlo que
jo se me ocurre que debía tener la cara que se lean lo que uno de sus discípulo.s acaba de des-
cubrir sobre el fenómeno de la risa, mediante
pone, cuando por la sorpresa y por el gusto,
la cual se puede estudiar, qué creen ustedes?
se abren ojos y la boca contrayendo ésta,
El carácter.
viendo menos, cuanto más se mira, y acaban-
do por hacer una especie de je ... je ... je. ! Los pondré en autos, para que cuan'do se
que no es ni deja de ser risa.
¿Ó querían ustedes, que como los Dyoks
de Borneo, abriera la boca cuán grande es, mo-
CACSERIE:. EN CHANDERNAGOR.

encuentren estudien el mío, diciéndo- La mujer, que no había hecho más que obser-
les que hay tantas risas como vocales. var,- yo era muy bonito muchacho entonces,
Las personas quc se ricn en A son francas, y dla de rechupete, y creo que sin su pre-
leales, alegres y un tanto volubles ó versütiles. sencia habría caído cuanto antes en cuenta,-
la mujer puso una cara que no hay lengua hu-
La ris1. en E e5; propia de los flemáticos y
mana inventada hasta ahora bastante expresiva
de los melancólicos ..
para explicarla. Saldré del paso diciendo que
La risa en 1 es la de los niños, la de los in-
puso una cara inefable ...
génuos, la de los serviciales, la de los tímidos ó Entré.
irresol u tos. -Lucio, insistió aquel hombre, cómo! no
La risa en O indica generosidad y valor. me reconoce usted?
La risa en U hay que evitarla; es la de los Vaya un momento, para conocer y reconocer
misántropos. cuando la cara de una muchacha'lindísima nos
Al fin, y como quien estalla,- no como es- perturba.
talló don Manuel Lucero, ex-Gobernador de San y déle con la canasta.
Luis (ya les contaré esta historia) cuanclo in- --Lucio, pero qué? no se acuerda usted? y
Aguscinita, cómo está? Y el señor don Juan
terpelado por Santiago Arcos en esta forma:
Manuel? Y su papá?
por qué dejó usted caer á Rozas?» le
y el hombre me abrazaba, y me besaba y
tó: « Porque no lo pude remediar,» - sino co- me estrujaba, y Lucio va y Lucio viene ... y
mo estalla el que quiere resolver una situación yo tenía dieciocho años y estaba bajo el tró-
y salir de una curiosidad le depara una pico, en la India, en Chandernagor... y no
agradable sorpresa, dije en un rujido afec- veía más luz que los dos ojos negros de una.
tuoso: mujer.
-Pero, por Dios! Señor, dígame usted quién Aquí y entre nos y confidendalmente ¿ han
llí
es: yo no lo conozco .

- Entre usted, hombre, Lucio.
CAUSERIE.

visto ustedes luces más diamantinas que los


ojos eJe lIna dOlla cualcF1lera, sean neg-ros,
pardos, azules, grlses, verdes? Hay ojos de to- EL HOMBRE DE CHANDERNAGOR (1)
dos colores. pero no hay más que un solo ojo
11.
que fulmine,- el negro ... asi como el azul
Á Simón de Iriondo, Ataliva Roca (hijo) y Julio Peña.
perturba y enloquece.
- pl:1ignez pas t,r,'p les yieill:mls qui ont
No sé cuál será la 'opinión de ustedes; pero -lfL goutfe, [JlfLignez les jeunes gens qui ont
- de J'expérience.·
sí sé que por recursos del arte, aquí digo, hoy
por hoy, basta, omitiendo el consabido « conti-
tiuará» ó hasta la vista», que me parece muy
E L hombre que estaba en la ventana ó bal-
cón, _que me había conocido y recono·
cursi, como·dicen en Andalucía, ó muy guaran- cido, 'llamándome familiarmente por mi nom-
go, como decimos aquí. Es más elegante, me bre de bautismo, que acababa de abrazarme
con efusión, insistiendo en preglll1tarme, si no
parece, acabar á la francesa, diciendo: Sans
lo reconocía, era ¿quién se imaginan ustedes?
adicu. A mi me gustan las elipsis. ¿ Y á uste·
des? Cada lengua tiene su gracia peculiar para (1) Véase la «Causerie» del Jueves anterior,.en la
que por error de memoria digo Manuel por Pablo, lo
estas cosas, y un inglés, por ejemplo; no puede cual me ha valido esta carta, que agradezco, porque
acabar si ha de decir, le! us finishe tan bien y ella me sugiere una «Causerie» , que dedicaré á su
autor, no pudiendo, en ningún caso, confundirse, por
tan redondamente C01l10 un español ó como otra parte, las especies de Manuel y Pablo Lucero.
un francés, porque « acabemos .. es más breve
«Mi querido amigo:
y jinúsolls lo mismo, y más sonoro todavía.
« Leo su Causerie de hoy en SUD·Al\TERICA y en-
cuentro el nombre de nuestro COml1l1 amigo, el doctor
don Manuel Lucero, Diputado, Camarista, Con vcn-
228 cAlTsER1E. EL HOMBRE DE CHANDERNAGOR. - 229

inferior, sin sensualidad; lacio y como ébano


Ni más ni menos que el gobernador ele
Chandernagor. el cabello, encerrando una lánguida cara trian-
gular, la cara blanca, blanco mate, más pare-
ey cómo podía conocerme á mí tan -perfec-
cida que he visto á la del doctor don Juan
tamente aquel personaje?
Bautista Alberdi, nuestro gran ideólogo po-
Es muy sencillo; Monsieur de yignety, que lítico. Y, curioso fenómeno de asimilación ex-
así se llamaba, había. estado en Buenos Aires ternas, por 13.' semejanza fisionómica, Monsieur
algunos años antes de nuestro encuentro, en de Vignety era á su vez un ideólogo, en otro
calidad de secretario de Legación, y, por sus porque era idealista y casi místico.
méritos y servicios, lo habían mandado á aquel ¿Cómo sé yo estas cosas? ¿ Cómo pude sa-
destierro. . bt'rlas en la época á que me refiero?
Era un hombre así como de cuarenta años, También es muy sencillo. El por qué de las
.pequeño, enjuto, movedizo, aunque á veces cosas, .será siempre difícil; el cómo no tanto, si
se reflexiona y se sabe asociar ideas ó recuer-
parecía concentrado en una contemplación pro-
dos, por instinto, ó por educación mental, auxi-
funda; tenía la frente abovedada; ovalados, ne-
liados por la memoria.
gros y esmaltados los ojos; regular y correcta
Sí, educación mental, por si acaso creyeran
la nariz; algo grande la boca y carnoso el labio ustedes- que no he expresado mi pensamiento
cional, etc., en la antigua Confederación y Rector la exactitud que quería. Todo se educa: la
en b Universidad de Córdoba, confundido con don mano, el pie, el ojo, el oído, l!l lengua, - esta
Pablo, Lucero, ex-Gobernador de San Luís y otras sobre todo, _. así se aprende á no hablar mal
yerbas, etc., que no son para meneallo del prójimo, á oir, ver y callar. La vida humana,
« N o sé si es error de imprenta ó de su escribiente,
pero, en obsequio á la memoria de nuestro amigo - consciente ó inconscientemente, - - es u.n
el doctor Lucero, cuya ilustración, cómo hombre de perfeccionamiento de educación. Yo creo en
parlamento y como jurisconsulto seI1alaron .su paso ésta como creo en las leyes físicas; en que un
,en la vida, le hago notar la eq ui vocación.
« Suyo siempre afmo.

MELITÓN GONzALEZ DEL SOLAR.»



23° CAl'SERIE. EL HOMBRE DE CHANDERNAGOl{. 23 1
cuerpo en el agua no pesa lo mismo que fuera
de ella. La educación hasta el carác-
teL La salud del alma tiene, como la salud
corporal, su higiene y sus remedios; y es una Cuando treinta años después nos encontra-
ciencia verdadera descubrir las influencias físi- mos en París con el doctor don Juan Bautista
cas y morales que ejercen su imperio de una Alberdi, - yo fllí quien lo induje á volver á
manera latente á veces pero real, sobre el ca- la tierra, quitándole de la cabeza una parte del
terror que le habían infundido los panfletistas,
rácter.
enerpigos de su doctri na y de su política,-
Con que aSÍ, eduquemos y eduquemos
la primera impresión que recibí fué: ¿dónde
se pueda, y educando, eduquémonos á noso- he visto yo, antes de ahora, esta cara? Y me
tros mismos, cada vez más y más, y adelante. perdía en un mundo de conjeturas confusas,
y cuando digo eduquemos, no quiero decir indiscernibles, como el color y la forma de una
precisamente que multipliquemos las escuelas, nube solitaria en el espacio, se deshace,
los colegios,-las universidades sin ton ni son; se trunca, se rehace y se colora, movida y re-
sin plan, sin método, sin ideales definidos. No. movida por opuestas corrientes atmosféricas.
Quiero decir también que necesitamos sustraer Ya caigo, me dije por fin ... la he visto en
al niño, al joven, á las mil casualidades y peli- Chandernagor; esa era la cara inteligel,lte, la
mirada expresiva, la sonrisa la expre-
gros de la calle, á los impulsos sin coacción,
sión en todo momento, de Monsieur
convencidos de que las generaciones son lo gue
de Vignety; lo estoy viendo sentado en la
se hace de ella.s por el verbo, por la acción, mesa redonda de su sala, oculto en la penumbra
por el ejemplo de la vida. Veo asomar una de la nítida lámpara incandescente, que derrama
epidemia, especie de «influenza» deletérea del su mórbida luz de topacio traslúcido, templada
temperamento, á la que hay que oponerle la por amplia pantalla verde, sobre un volumen
higiene moral, mucho más eficaz en 'mi con-
cepto que los códigos criminal y penal.
EL HOMBRE DE CHANUERNAGOR. 2,)3
23 2 CAUSERIE.
creó, no es como en Andalucía, dondE' á una fe2.
de los sermones de Bourdaloue, - de ese gran ó á una linda, si algo se le dice es siempre una
predicador, cuyas inspiraciones venían 1 no como chuscada que no falta al respeto: á la fea, ¡qué
las de Massillón, del sentimiento, sino de la monada! á la linda i qué horror!
profundidad de la idea, - que él nos lee des- Naturalmente, como yo soy uno, y ustedes
pués del té con unción fervorosa, á el/a y á mí. los que me leen son varios, matemáticamente,
Ella ... es la mujer esa, de ojos negros, que se puede afirmar, que la potencia de compren-
cuanto más me miraba, -- por curiosidad- sión de ustedes es mayor que la mía.
tanto más me perturbaba, embrollando mis re- Dejo, pues, á la idealidad de su imagina-
ción, á la visión, el traducir las impresiones en
.
cuerdos, confundiéndome hasta no permitirme
adivinar por decirlo así, quién era aquel hom- que yo debía sumergirme, -siendo á penas un
doncel diez y siete años, - á medida que
bre con quien nos conocíamos ...
aquellos dos ojos, se clavaban como saetas en
Sin aquella mirada persistente,
los míos, que, no pudiendo ya más, miraron,
es probable que yo hubiera exclamado ya: por fin ...
. ¡ Monsieur de Vignety' ¿usted por acá? No sé que morrtlista excéptico, - no soy yo,
¡Cuándo dejarán las mujeres de curiosear las -ha escrito que los amantes se engañan mi-
emociones de la cara de un hombre joven ó rándose. Yo pude, pues, no hallándome en ese
buen mozo, que nunca han visto; cuándo de- caso, resp.ecto de aquella mujer peregrina,
jarán de hacerlo entre nosotros sobre todo, acertar, en vez de engañarme, mirándola in-
donde las señoras y las señoritas, cualql'iera tensamente á mi vez.
que sea su condición social, -en Europa y Ella bajó entonces los tentadores ojos.
Tiene nueStro sexo contrario, el instinto del
Estados Unidos, no es así, - miran, remiran y
ataque y de la retirada.
examinan analíticamente desde la cabeza hasta
Yo, dueño de la situación psicológica, reco-
los pies, á quien no conocen, exponiéndose así,
á que les dirijan un piropo. .. y algo más que
un piropo,-que aquí, teniendo de Dios
EL HOMBRE DE CHANDERNAGOR. 235
234 CAUSEIUE.

me acuerdo bien, que el encuentro no fuera,


bré el uso de la palabra, que había perdido por
propiamente hablando, con la inocente curios3.
la sorpresa, la emoción, y los extremos de la
de los ojos negros, que ya no me miraba,
recepción del dueño de casa, que no me daba como al principio, sino con ese modo de mirar
tregua, -y recapacitando y como quien, al ful- significativo que dice: « bueno, ahora supongo
gor de los relámpagos, ve iluminarse el paisaje que usted no tendrá tanta vergüenza,» modo
cobrando bríos, y viendo más claro después que es platónicamente- culpable, en su ingenua
que pasa la primer ofuscación, - evoqué la pa- provocación.
tria que vino en favor y auxilio mío, diciéndo- -Usted por acá? pero hombre, qué sor-
me la plácida recordación de la tierra natal, del presa! si en cuanto lo divisé á usted ya lo re-
hogar, de la familia, ele los camaradas de cole- conocí; no vacilé un punto y le dije á ésta,-.
gio, de la amistad .. : ese hombre que te brin- mi hermana (había olvidado presentársela á
usted) y me lél presentó., y nos saludamos, sin
da su hospitalidad en opliesto hemisferio, ese
mirarnos ya): yo CfJl10ZCO á aquella persona que
que tienes delante, ese que con sus extremos
viene allí. .. mira ... fíjate ...
no te deja contestar, ese, es un conocido de tu - Sí, señor, ando viajando.
familia; ese es el amigo de Monsieur Léfebvre - ;, Por la India? -
de Bécour, (1) el marido de tu tía Nieves, la -Sí, señor, he venido á Calcuta á hacer un
amiga predilecta de tu madre ... cargamento.
j Monsieui de Vignety ! prorrumpí echándole -¿Un cargamento? (y me miró con una
los brazos al cuello, y nos - sin- cara muy pecu.1iar).
tiendo probablemente, en este momento no -Sí, señor, un cargamento de cosas de la
India y de b China, que son tan raras allá en
Buenos Aires; y se venden tan bien.... con Ó
(1) Este caballero estuvo después aquí de Minis- S111 cnsls.
tro de Francia, está casado con la señora Nieves
Spano, hermana de la que fué consorte del General
Guido. Tengo buenas anécdotas sobre ella, á la que
llamo tía, por cariño. •
CAUSERIE. EL DE CHANDERNAGOK. 237
Me invitaron á comer. Me excusé alegando
y erá la verdad, solamente C}ue el tal car-
que apenas había visto mi alojamiento, que
gamento, nunca 10 hice: ¿por qué?
era tarde, que quedaba lejos, que no conocía
. ¡Ah! pero si me detengo á contarles á uste-
el camino, que era ya casi de noche. Fué
des esto, no vamos á acabar nunca. ¿Quieren inútil. Insistieron y tuve que aceptar, prome-
ustedes que lo dejemos para otra oportunidad? tiéndome que un sirviente me acompañaría, -
Por el momento les diré, que el cargamento no lo cual no era difícil, pues en la India los sir-
se hizo, por la sencillísima razón de C}ue, en vez vientes 'no faltan. Yo eea hombre solo y solo
de comprar mercaderías,· qtle era mi encargo, vivía, y tenía seis sirvientes. Y para que uste-
compré placeres, me gasté toeb la plata, que des no lo pongan en duda, les diré en lo que
era unas mil libras esterlinas. Eso sÍ, que consistían las obligaciones de unos y otros. El
.como yo se lo explicaba muy bien á mi buen principal era mi vale! de chambre. Le seguía el
padre, las como un caballero, dejando sirviente de mesa ( en una comida, cada cual
tiene su sirviente), luégo el portero. Venía
bien puesto mi nombr:e, por donde quiera que
después un paria que era el 9ue sacaba de mi
pasé, por la India, tanto que si no me mandan
aposento las aguas sucias: Por último tenía el
refuerzos, no sé cómo salgo del paso. Y man- que cuidaba mi cabriolé y el caballo y el 'l'alet
den ustedes después muchachos de diez y siete de pied ...
ar10s á la India á hacer cargamentos como ya La comida duró poco; primero, porque éra-
lo he dicho. '-Son capaces; porque, con raras mos tres; segundo porque era frugal, como son
excepciones, los padres están siempre encan- siemrJre en la las comidas de los europeos
tados de sus hijos, ni más ni menos que los que ' respetan la higiene: mucha gallina, el
maridos de sus mujeres, las cuales sólo allá pavo es raro y carísimo; mucho arroz en todas
formas; mucho currze, muchas jaleas, mucha
por muerte de un obispo, están encantadas de
fruta, mucho café ó mucho té; y después de
sus maridos, convencidas de C}ue es mejor el
·de sus amigas íntimas, aunque en ello se mezcle
la traición. ' •
CAtJSERU:. EL HOMBRE DE CHANDERNAGOR. 239

comer, gran charla, revista general del Río de tiré: me acompaI1abauri indio de gran estatura
que con su traje blaúco talar, parecía un fan-
la Plata, y una cierta inquietud, gentilmente
tasma en la sel'va: y digo bien, porque si uste-
disimulada, en Monsieur de Vigncty, de que
des se acuerdan, recordarán, que ya les dije
yo no fuera comerciante, sino un descarriado
que Chandernag-or es un bosque.
del recto sendero, llevado por ·Ios vientos del
Me dejó en la puerta ... parti_ó ... Yo tenía
destino hacia aquellas regiones, con tan pocas el pie en el dintel y de allí no pasapa, querien-
atingenci-as con éstas y con mis antecedentes do pasar. .. un murmullo sordo, que nO puedo
de familia y personales. Pero su benevolen- expresar sino diciendo las inexplicables armo-
cia genial podía más qtú.! su espíritu de nías de la naturaleza, un-aire perfu-
desconfianza. Yo debía, por otra parte, tener mado de azahares; cantos de aves canoras,
ese acento persuasivó del que contesta inge- nunca oídos susurros indecibles; rujidos frago-
nuamente, sin pensan1iento ulterior preconce- rosos,-algo que era terreno y del otro mun-
bido, la verdad, porque otra cosa no puede do, que consolaba y daba escalofríos á la
vez, me contenía, pudiendo más que illi volun-
decir ni tiene que decir; así es que, por grados,
tad de entrar. .. Vacilé, luché, entré ... Me
me sentía á mis anchas, lamentando sólo que
recogí vestido, quise dormir. .. imposible .. ren
el tiempo fuera corto, y que momento más, las sombras veía fantasmas ... los tigres me
momento menos, tuviera que ver eclipsarse la mostraban sus bocas dentadas como cavernas,
beata luz de aquellos ojos divinos hundién- por las celosías o persianas .... ( no hay más
dome en las tinieblas nocturnas de mi hotel, puertas en la India. , .) y boas constrictoras for-
que aunque apenas 10 hubiera visto, se me midables, asomaban sus chatas cabezas por
figuraba ya una necrópolis ... todas las rendijas ... tuve miedo... grité .. .
nadie vino ... y aquello, no era un sueI1o .. .
Pocos instantes después, vagaba aterrado po;
. . . . . . .. . . . . . . . . .

Era así como media noche, cuando me re-



CAUSE1UE ..

las orillas del río, envuelto en una niebla tro-


pical tan densa que no me permitía ver mis
propias manos ... é instintivameLte buscaba la LA NOCHE DE CHANDERNAGOR.
casa de ella ... y sus negros ojos me guiaban
lII.
como estrellas polares ...
Al señor don Pabio G. Rueda.

'Yo mismo recuerdo que los "rÍltdos ue la


'CIlSa.me conl:1b,m l:1s más cxtraiJas y
'extr,wagn.ntes de las brujas rlc mi Jlu"blo. y
('aún hace [toco tiempo había. un ane1a.no h!co
'IÍ.quien se le tcní:1 ¡JOr iniciado en los secretos
·uc la Sul"""""',, ... ·
JOAQuíN V. GO!<ZÁLEZ.

H E trabajado mucho con el cerebro para


ver de ligar esto con lo otro, la llegada
á Chandernagor y la n?che que allí pasé., ..
ustedes se sonríen ... creen que me elogio ...
Pues han de saber ustedes que Édisson tra-
bajó siete l11e:ies, á razón de' dieciocho y
veinte horas diarias sobre esta soJa palabra:
Specia, specia, specia, specia, decía él en el
fonógrafo, y el instrumento le respondía:
Puia, pecia; pecia, y no podía hacerle decir.
otra cosa.
16
CAUSERIE.
LA NOCHE DE CHANDERNAGOR. 243

siste en perfeccionarlas bastante para darles


Pero insistió, hasta que consiguió lo que
un valor comercial.. De eso es de lo que yo me
qüería, y ahora se pueden leer mil palabras de
ocupo.
un diario, en un fonógrafo, con la velocidad Perfectamente, y opinando como ustedes
de ciento cincuenta palabras _por minuto, re- opinan, no lo dudo, que es mejor no discutir
pitiéndolas el instrumento sin una omisión. si Édisson es sabio 6 no; lo que yo sé es
El mismo Édisson, que es tan interesante, que, hasta cuando no se trata de descubrir
así cuando habla como cuando trabaja, re- y de aplicar, sino de hacer con cierto arte las
fiere, que para darse cuenta de la dificultad cosas es imposible producir sin trabajo y sin
de la tarea que ha realizado, necesita decir trabajar, sin lo que la mente sugiere y los
que las impresiones hechas sobre el cilindro, nervios aplican, por el movimientoó la acción,
cuando la aspiración ,de Specia es producida, como cuando el cerebro piensa y la mano
escribe, aunque no sea la propia mano. Y aquí
apenas alcanzan á una millonésima de pul-
anoto una singularidad y es que, cuando yo
gada de profundidad, siendo todas ellas in-
dicto, pienso y escribo mentalmente, figurán-
visibles completamente, hasta para el micros-
doseme á veces que le llevo la mano á mi se-
COpIO. cretario, el cual ya me está mirando, como
Y, textualmente, dice: « esto les dará á uste- diciéndome: « no tan máquina ».
des una idea de mi manera de trabajar.» No, Ya lo creo que se necesita trabajo para
yo no soy un teórico, ni me doy aires de todo. Yo he trabajado, no siete meses á razón
sabio. Los teóricos y los sabios obtienen gran- de. dieciocho y' veinte horas, por día, como
des éxitos, explicando en lenguaje escogido lo Édisson, y tengo regular memoria, tres días y
que los otros han hecho. Pero, todos sus tres noches, para meterme en la cabeza de un
modo Inolvidable (fíjen"se bien en esto) estas
conocimientos de fórmulas, puestos juntos,
pocas palabras inglesas: «Corcoran Gallery
no le han dado hasta ahora al mundo más que
dos ó tres invenciones de valor. Es muy fácil
inventar cosas asombrosas, la dificultad con-
244 CAUSERIE. LA NOCHE DE CHANDERNAGOR. 245

of Ar!.» ,y á mi secretario le ha pasado lo de ciertas incoherencias, dkiendo, cuando habla


mismo con estas palabras que la mayor parte de las canciones populares de la antigua
de ustedes no conocen bien, estoy casi cierto Francia: Yo quisiera que estas C"auseries se
pareciesen á un paseo .. Yo quisiera que estos
de ello: grávl"da y térefe. Busquen en el dic-
rengloncitos negros diesen la idea de una
cionario, que lo otro tendré yo que decirles á
conversación sostenidá caprichosamente en un
ustedes 1_0 que significa no siendo materia de
camino sinuoso ... ? ¿Y al principio de la crí-
léxico. Significa un « museo artístico fundado tica, él uno de los más populares escritores,
en Estados Unidos en 1869, por la munifi- observador y agudo, benévolu é instruido, no
ciencia de un patriota, llamado Corcorán», conduye diciendo: « he aquÍ terminado nues-
museo que está en Wáshington, que recién tro paseo. Confieso que ha sido más sinuoso
fué inaugurado en 1874, que tiene su renta, de lo que convenía. Y o tenía hoy mi espíritu
que está abierto todos los días, excepto el vagabundo y 1'eprojn·d. Qué queréis? El mismo
domingo y cuya entrada es gratis los martes, viejo Sileno no conducía todos los días su
jueves y sábados, valiendo veinte y cinco asno á su gusto. Y sin embargo, era poeta y
dios? »
céntil11Qs, los lunes, miércoles y viernes.
Bueno, yo confieso que ya estoy en ello,
y ahora ¿ qué tendrá de particular que sea,
que trabajando, pensando, discurriendo, pre-
en efecto, verdad que yo me haya visto en parando, arreglando, cada cosa en su celda
apuros, de los que toclavía no he salido, aunque cerebral, he dado al fin en la tecla, y que ya
esté saliendo, para establecer la indispensable puedo decirles á, ustedes por qué salí despa-
conexión entre el principio, 10 del medio y vorido ..
esto, que parece ser el final, si al empezar no Ah! Y aquí vamos á tropezar con otra difi-
más ya me agarré á brazo partido con las di- cultad; aquÍ ya veo que lo que me parecía
greslOnes
o
o o
? o.
que podía ser final se va á convertir en
¿Acaso Anatole France, que es para ustedes
mejor escritor que yo, no se defiend'e también
CAL'SERlt<:.
LA NOCHE DE CHANDERNAGOR. 247

cón lleno de plantas, y de flores naturalmente,


continuación, y que usteues van á tener que
que han sido, son y serán la pasión poética
armarse de la paciencia de Job, para llegar
de la mujer querida que me dió el ser: pa-
hasta la terminación.
sión mía también. Y bien haya á los
Los ingleses ticllen l!11la expresión muy grá- suyos se parece ... en lo bUéno.
fica, que es como si dijéramos hacerse una colita Más, esa casa era, treinta años atrás, baja,
á sí mismo, que emplean cuando necesitan dar- habiendo sido antes, en tiempo de los espa-
se ánimo, y es está: let me pull my self ñoles, como ya lo he dicho, cárcel. Llamábase:
together. Yo la empleo cambiando el pronom- « el presidio viejo» Y, con tal motivo, corrían

bre mi por 1/S (nosotros) y les digo á usteucs, cuando yo me criaba una porción de cuentos
ayudémonos, empujémonos ... extraordinarios.
¿ Cuál es esa dificultad? El tío Tomás; un negro soldado, asistente
de mi padre, que nosotros adorábamos, mis
Que yo quería ahorrarles á ustedes la mo-
hermanos Eduardo y Lucio Norberto (el señor
lestia de saber, si era efectivamente cierto lo
Prefecto Marítimo don Carlitas, no había na-
que les había dicho al principio del capítulo
cido todavía), decía que había ánimas y nos
primero, afirmando que he sido medroso y metía unos julepes del diablo. El tío Valentín,
que todavía les tengo miedo á las tinieblas. otro negro rengo, esclavo de la casa de mi
PiJes no hallo tangente por donde escapar- tío don Tristán Baldez, que vivía al lado, decía
me, y no hay más, tienen usteues que resig- que se oían ruidos, y nos poníamos pálidos, y
narse y que leer. todas las negras y mulatas de la casa, que eran
La casa en que vive mi madre ahora, está una caterva, juraban ellas habían oído,
en las cuatro esquinas de las calles Alsina y una porción de veces, los lamentos de las
alínas que penaban en los calabozos subterrá-
Tacuarí y es la-de altos, que hace cruz mircll1do
á la manzana
. .
de las monjas Catalinas. Tiene
otras señas,; una de ellas, la más notabre, la
neos del presidio, y nosotros, oyéndolas jurar,

infalible, para no confundirla, es un gran bal-


CAUSERIE. LA NOCHE DE CHANDERNAGOR. 249

nos helábamos; y, para hacernos dormir ó moral pueden ser la locura ó la muerte! Esos
para que nos quedáramos quietos en la cama, recursos son tan fatales en unos casos como
absurdos erÍ ótros, como cuando se pretende
mientras eilos retozaban, en ausencia de los
quitar el miedo por el miedo, desde que este
amos, tenían varios expedientes.
fenómeno involuntario es una simple cuestión
Prescindo del «ahora no más viene el dia-
de fisiología. Querer quitar el miedo asustando,
blo» al que yo le temblaba; porque lo conocía pretender modificar súbitamente la organiza-
de vista. Me refiero al que está todavía en San ción nerviosa de un-niño, es lo mismo que
Miguel á los pies del Arcángel que lo pisa en la querer transformar de pronto un temperamento
barriga, haciendo relucir su espada. enfermizo, por ejemplo, un estómago de na-
La pedagogía por el miedo, de·las nodrizas, turaleza defectuosa.
de las amas, de los sirvientes de toda clase, es Sí, el miedo no es solamente involuntario,
fecundísima. Los padres no se preocupan mu- lo es inexplicable, insensato. La
cho de ella .. V, sin embargo, es tan peligrosa reflexión no puede nada contra él; es en vano
querer explicárselo, por ia razón sencilla que
para el cuerpo como para el alma, siendo el
perturbado el sistema nervioso, privado de
niño, como dice muy gráficamente un escritor
contrapeso, el cerebro se llena de vibraciones
de cuya imagen me un ser cartilagz'1zoso. incoherentes. Y lo que más pone de manifiesto
i Cuántas criaturas contrahechas no andan por la locura del miedo, es que no siempre son
ahí; porque los tironean para hacerlas caminar, éosas horribles. las que producen el espanto en
porque no las sujetan suavemente cuando el niño. Muchas veces es una idea, una ima-
pisa mal, porque las alzan brutalmente cuando gen, menos aún ... á veces un sueño que se
caen y sin mala intención! Cuántas otras no hace crónico, que vuelVe periódicamente COll
padecen de terrores pánicos, porque habiendo su· cortejo de· VISIones cada vez más insigni-
ficantes.
l1acido naturalmente miedosas, se explota en
ellas sin discernimiento esta debilidad,' sin re-
parar que las consecuencias de un sacudimiento
CAUSERIE. LA NOCHE DE CHANDERNAGOR. 25 1

El doctor Grimaud, trayendo á colación los ridad, que es casi lo mismo) tenían su orIgen
perfectamente consciente para mÍ.
cuentos fantásticos de Toepper, de Poe, de
Las ánimas eran las almas de los que pe-
Hoffman, hace notar cuál puede ser la dolorosa
naban en los calabozos subte:ráneos, que
influencia de la periodicidad de ciertos sacudi-
habían existido en el Presidio viejo, que yo
mientos, y cuenta que una nifíita atormentada veía con la imaginación por -lo que me habían
por el miedo lloraba y se escondía todas las contado, así como veía con los ojos, cuando
noches. no me dormía pronto, las ánimas en forma de
-Pero qué tienes? le preguntaba algunas fantasmas blancos, ó lo que tanto vale, uno de
veces la madre; de qué tienes miedo, hijita? los varios sirvientes que con una escoba y una
La tímida nifíita, confusa ignorante, balbu- sábana enarbolada en ella, penetraba en mi
ceaba, no sabiendo qué contestar: hasta que ;lpo5ento, diciendo con voz cavernosa, que me
una noche, acercándose súbitamente á la ma- hacía tiritar de miedo: yo me como los niñitos
que conversan en la cama, ... silencio!
dre y tapándose la carita con el ve5tido, ex-
Un grito de terror, aunque me que-
clamó:
• dara como en misa, hacía huir al fantasma, y
- Mamita . .. tengo miedo... del rui-
de ahí que este expediente sólo estuviera re-
señor. servado para las grandes ocasiones.
Miedo del ruiseñor! he ahí un ejemplo ca- El más usual, el que me dejó una impre-
racterístico del miedo sin motivo. sión indeleble, el que todavía me hace süfrir,
La niñita, había sin duda oído hablar del según el esta.do de mi digestión (con esta pa-
ruiseñor, que toda la noche vela en el bosque, labra expreso todo e.1 j1/oceSSlts fisiológico) era
v sin tener la menor idea de aquel ser des- no gustándome dormirme sin luz, amenazarme
con dejarme á oscuras para que vinieran fos
conocido, había personificado en él todos los
diablos y me tiraran de los cabellos y de los
terrores inconscientes que la asaltaban.
Pero mi miedo, mis miedos, porque yo tenía
varios, (de las ánimas, de estar sólo, de'la oscu-
LA NOCHE DE CHANDERNAGOR. 253
CAUSERIE.
El momento 1 como siempre, que transcurrió,
pies, todo lo cual nunca sucedió, aunque á
momento -fugaz, no por eso menos solemne,
mi me parecía que no podía dejar de suceder, entre el apagar la luz y envolverme en las co-
por más que en cualquier estación del alío, in- bijas, vestido, bajo una temperatura infernal,
.
vierno ó verano, me cubriera herméticamente
con las cobijas, dejando apenas un resquicio
fué terrible ... y ya ustedes hin visto que
no pude rf'sistir.
para respirar ó no ahogarme. Sírvanse tener paciencia.
Pues si ahora mismo que no tengo mucho Despavorido, huía yo, por uno de los bra-
miedo que digamos de los hombres, si, ,o zos ·del Ganges, mercf::d á los julepes que me
cuando representan la opinión ... pública, . to- habían dado los negros y mulatos mi casa,
davía no duermo perfectamente trapquilo en la que por otra parte adoraba, lo repito, porque
eran muy buenos y muy fieles, y ellos me
oscuridad, estando sólo, bien entendido, ya pue-
querían en extremo, y en otro sf'ntido me cui-
den ustedes calcular lo que habré sufrido por
daban mucho.
esos mundos de Dios, combinándose los mie- Ahí habíamos quedado y ahí nos quedare-
dos reales con los imaginarios, y siendo singu- mos, saliendó del mal paso, á la brevedad
lar que lo que menos me haya asustado haya posible, si la Providencia nos concede vida y
sido la idea de la muerte, trance para el que salud.
si antes no he estado siempre listo, ahora lo Mientras tanto ¿ quieren ustedes meditar un
estoy, no pareciéndome tan espantosa esa so- poco sobre las consecuencias de asustar á. los
lución, sin duda porque al fin me he convencido nii'íos con las ánimas, con el diablo, con la oscu-
de que « toda existencia es el premio de una ridad, con el ·lobo ... en vez de hacerlos, en
todo caso, con las mujeres?
lucha, la lucha misma» y empiezo á sentirme
Será un modo de no tomarles á sus hijos
algo cansado ... de mí ... no de los ótros, que
Ó nodriza, maestra ó institutriz, que en vez de
bien mirado y en conciencia no es tanto el mal
que me han hecho.
Ah! qué noche aquella!
254 CAUSERIE.

llenarlos de preocupaciones y patrañas, sólo


les inculquen la superstición de la realidad, ó
lo que tanto vale, á amar más á Cristo que á
LOS CANIS ANTHUS
tenerle miedo á Satanás .
DE CHANDERNAGOR. (1)

IV.

Al señ:>r doctor don Juan Bautista Gil .

• L:t solicitude est un tete tete avec le


pn.ssé ...
• • Eu 7'I'IIong 1, the LooT.ing Gl" •• se le permite
á Aliee que ve:t al rey que duerme, y Tweed-
ludee le pregunt!v -¿ S:tbcis en lo quó sucñ'1?
-Nadie puede adiyinarlo, contesto. Alice.-¿Por
qué no? dice Twcedledcc triunfante, sueña Cün
V08."

A través de la bruma, podía de vez en


L
cuando descubrir un cielo de cariz sombrío,
nubes plomizas que iban y venían, lentamente,
descubriendo acá y allá una que otra estrella
moribunda. El calor era sofocante, un calor
húmedo de invernáculo. El aire que soplaba,
en vez de refrescar, quemaba. No se movía
la más leve arista. Y los árboles seculares,
cargados de pesadas ,hojas y de parásitos vo-.
(1) V éase la Causerie del jueves anterior.


CAUSERIE. LOS CANIS ANTHUS DE CHANDERNAGOR. 2 S7

races, subiendo y bajando· entretejidos en como un agente magnético, sino algo de tan-
medio de un foHaje de sempiterno 'color, que gible, que, al mismo tiempo que de cuando
en cuando me detenía, inopinadamente me im-
no hay sol que queme, no sólo me paradan,
pelía hacia adelante, ni más ni menos que un
todavía, más colosales aún de lo que eran,
juguete: tales eran mis sensaciones.
sino que se me figuraban fantasmas pavorosos
Pero, por qué buscaba yo aquella casa?
que me extendían sus inconmensurables brazos Y, cuando digo bus.caba, no me expreso
para:agarrarme y hundirme pO,r mi mal, en no bien; por que buscar es inquirir consciente-
sé qué averno. El silencio de aquella soledad mente algo, y" yo sólo tenía en aquel momento
indescriptible, interrumpido cadenciosamente y como vislumbres de que era y existía.
á intervalos, por el graznido de los ¿Qué pasaba entonces en mí, en esta mezcla
de todo género, por el aullido de las alimañas de carne, de hues(,s, de nervios, de espíritus
de toda especie, por el incesante zumbido de vitales, en esta unión de ánima y cuerpo que
los milI0I'!es de insectos nocturnos, y por el constituye el Yo humano?
rujido de toda clase de fieras, estreme- Yo había hallado, como á ustedes les ha
sucedido ya, ó les sucederá, sin duda, el día
ciendo la selva, er1. imponente.
menos pensado, (es cosa que no falla, en el co-
Yo no tenía de mí, mismo. sino una semi-
mercio de los seres con sensibilidad, como no
conciencia, bastante para saber que huía, sin
falla en los negocios el vencimiento de una
saber por qué, ni de qué,. transido de miedo, letra de cambio ó pagaré) yo había hallad·o
buscando el refugio de una casa en la que en mi camino de viajero solitario, novel, una
había dejado todo mi corazón; insuficiente, sin mujer que babía hecho vibrar profundamente
embargo, para concentrar todas las fuerzas de mis cuerdas más íntimas y simpáticas; y ella
mi voluntad, detenerme, volver sobre mis estaba en mí y yo estaba en ella; porque la
pasos,_ y, sobre todo, para deshacerme sin más conmoción había sido mutua, instantánea, eléc-
17
que' llevar las manos atrás, de una adherencia
'ó propulsor misterioso, que no era invisible,
CAUSERIE. LOS CANIS ANTHUS DE CHANDERNAGOR. 259

trica, y estando yo en ella, ella no podía apenas balbuceadas, por el rubor de que yo
dormir, velaba, pensaba en mí, y así, hipnótica- las oyera, habrían llegado hasta mí, en ondas
sonoras y despertándome suavemente como
mente, me atraía, llena de cariño, hacia su
una armonía del cielo, me habrían hecho salir
estancia de vestal. Era pura como el primer
del hotel, sin más emoción que la de la dulce
beso del primer amor. No podía venir hácia
esperanza de verla, llevándome en alas del
mí; pero un anhelo fuertísimo, á la manera de deseo al pie de su ventana ó balcón, con esta
la voz que vibrando en el oído llega hasta ilusión de enamorado: quizá me espera ... !
el corazón, es como un fluido imponderable No podía seguir sino en el rumbo que el
que materializándose, parte, va, llega suges- camino me imponía. Tenía por momentos
tiona, subyuga y atrae. tentaciones de echarme al río, por huír de la
El mundo visible está lleno de lo invisible. espesura. El agua, como el fuego, tiene -su
Vemos lo finito, no alcanzamos lo infinito. atracción.
Hay, RO tengo duda, un magnetismo espiritual, El río era la luz; el bosque, la sombra, la
que es una imantación, en virtud de cuya ley, oscuridad, lo ignoto, de allí salían los ruidos
pavorosos. Algunas estrellas rielando sobre la
no descubierta aún, todos los afines gravitamos
líquida corriente me devolvían como la no-
en la misma dirección.
ción íntima de mí mismo. El camino costeaba
Ella había venido hacia mí, espiritualmente; el río, que quedaba á mi derecha; á la iz-
yo iba, pues, hacia ella, sin saber cómo, con quierda, la espesura que no existía sino en las
el alma y la vida. El miedo había sido un quimeras de mi imaginación, forjadas por el
automotor accidental. Aunque en vez de acos- miedo: era un gran parque. Vagamente tenía
tarme vestido, sofocándome, lo hubiera hecho, la conciencia del peligro. N o sabía nadar; por
como era natural, despojándome, y aunque en eso, sin duda, no buscaba la salvación en la otra
vez de no poder conciliar el sueño, me hubiera banda. Por otra parte, el resto de instinto
dormido, como piedra, las trémulas vibracio-
nes de su voz de sirena, en frases de• ternura,
260 CAUSERJE. LOS CANIS ANTHUS DE CHANDERNAGOR. 261

que me quedaba me decía: ella está de este era la linterna de los vigilantes nocturnos, que
lado; viniendo de Calcuta no has cruzado nada, si me veían, no tenían por qué, ni para qué de-
tenCÍ"me, aunque á esa hora fuera raro y aún
no has hecho más que subir aguas arriba.
arriesgado un pa-seo por aquellos sitios pe-
Sólo perdía casi todo e] conocimiento, sin-
ligrosos. Podía llamarles, sÍ, la atención lo que
tiendo ni más !li menos que si me sepultaran
yo arrastraba; pero era difícil que me vieran
en los profundos abismos, cuando me tiraban bien. La policía, por otra parte, allá como acá,
de atrás y me detenían. Si en ese momento me vigila mal por regla general á ciertas horas.
hubieran plasmado, instantáneamente, cara Lástima para ella que no sea siempre de día.
desfigurada habría tenido esa expresión de Seguía, pues, impelido como Ashaverus por
estupefacción de que habla Shakspeare en la fatalidad de mi destjno, un camino que me
Winter's Tale cuando dice: Se miraban unos parecía interminable, y á medida que se le-
á otros, y sus ojos parecían escaparse de sus' vantaban del río los vapores precursores del
órbitas; su silencio hablaba, sus gestos estaban alba, la cerrazón era cada vez mayor, y el mur-
mullo sordo de la naturaleza crecía por gra-
llenos de elocuencia; hubiérase dicho que les
dos, con el despertar prematuro de los insectos,
anunciaban el fin del mundo.
reptiles, cuadrúpedos y aves de todo género
Socorro! hube de gritar varias veces. La que comienzan á salir de sus nidos y guaridas,
voz se ahogaba en mi garganta. Me soltaba_no .. para acariciar la primera luz crepuscular ...
següía. . . Me parecía que las estrellas del cuando, al mismo tiempo que torcía por una
cielo estaban á mi altura cuando la niebla se senda, hacia la izquierda, me tiraron de 2trás
hacía más espesa. Eran los reverberos de la con más fuerza que otras veces ... meciéndose
alameda, cuya luz 0(; veía sino cuando esta- con la elasticidad de un resorte el estorbo que
ba encima de eUos, yeso como al través de me detenía, como si me prendiera alguna rama
del camino. . . -
un finísimo velo. Creía también ver fuegos
,fatuos; las almas de'algunos infelices que pe-
naban pidiendo misericordia por sus pecados:
CAUSERIE. LOS CANIS ANTHUS DE CHANDERNAGOR. 263

Fué el momento del período álgido de la los mejor... serían unos cien, colocados
fiebre del miedo, y el instante inicial de la reac- en fila uno tras otro, como atados de sus
colas peludas de zorro. Les he tenido siempre
ción, que no se produjo, sinembargo, por com-
miedo, antes más que ahora. Había creído en
pleto, debido á otra sensación de espanto, cuya
otro peligro. Esto me reanimó. No huiré,
causa podía en medio de todo ,determinar.
pensé, sin decírmelo. El instinto es un cálculo
Sentí palpitar mi corazón, mi Yo recobró una instantáneo. Me atacarán irremisiblemente, y
parte de su personalidad, por el instinto de con- son tantos que me devorarán. Fuera.' fuera.'
servación de la bestia, y, en presencia de un fuera.' gritaba desgañitándome y aunque cada
peligro real, solo pensé en defenderme, viendo vez que retrocedía un punto y avanzaba de
perceptiblemente en la oscuridad formas defi- nuevo, me volvían á tirar de atras, quitándome
nidas y oyendo ladridos que no me eran des- bríos, hasta dejarme sin alientos, aquella como
conocidos. Tomaba también un olor fétido, mano desconocida, en medio de todo, se me
nauseabundo. Ya no me tiraban de atrás. ocurría que algUIen pudiera acudir á mis gritos
Retrocedía, gritando, porque pude grita!", N o venían ... pero ganaba terreno y me pare-
cía, y así era, que las avecillas del bosque mo-
fuera! fuera! Nada I no me obedecí:m. Re-
dulaban sus primeros gorjeos, como diciendo,
trocedía siempre. El río y la espesura, que
ya, ya viene la primera luz ... la bienhechora
aún no se dibujaba el parque, me servían de luz!
líneas de dirección. fuera! fuera! gri- Los ladridos eran tantos, que me aterraban.
taba con todos mis pulmones, y hubo un Cedí, dí vuel.ta, caminé ... pero, me dieron
momento, en que los agresores, parecieron tan singular tirón de atrás que giré como un
huir. Yo, entonces, avancé ... me helé l .. . autómata y me hallé más cerca que nunca de
me quedé otra vez como clavado en el sitio .. . la jauría famélica. Fué mi salvación ...
.me habían vuelto á tirar de atrás ... Los agre- Un hombre apareció con una linterna sorda;
sores, viendo que me había detenido, volvieron
á la carga, redoblando sus ladridos. I'ude ver-
CAUSERIE. LOS CANIS ANTHUS DE CHANDERNAGOR. 26 5

vestía un traje que no podía dejar duda, era después, hasta el pie de la ventana ó balcón
un vigilante. Les puso la linterna en los ojos donde la había visto á ella por primera vez, ha-
á los que hacían Cél.beza, los deslumbró, los cía horas, donde ella estaba, de pie, en
ahuyentó, me habló ... sólo comprendí que romántica rever/e, aspirando enajenada, como
primicias de amor, las frescas auras mati-
había debido mi salvación á mi valor (lo de
nales ...
siempre) que lo que yo tomara por perros
Al verla ... después de una noche' de terror,
eran chacales, y que, si en vez de hacerles
allí donde esperaba verla, donde no podía
frente, huyo, me hubieran perseguido sin dejar de estar, pues ella misma me había lle-
tregua, hasta que mordiera el que hacía punta; vado con su sujestión hipnótica, me serití con
lo cual marcaría el momento de que toda la otros miedos más humanos ... era yo tan
jauría se echara sobre mí, no dejando ni mis joven (si viez'llesse pouvait! sijezmesse savait!) ,
huesos; que el chacal es así, algo parecido al la besé con el pensamiento, la acaricié co n
hombre, el cual se anima más, cuando tiene la imaginación, la abracé con el alma ...
,quien cobardemente incite á varios contra uno. Pero la conmoción fué tan intensa, que me
El vigilante ocultó su linterna, siguió su sentí desfallecer ... el pecho era estrecho
para contener todo mi corazón ... me fla-
camino, haciéndome una seña que no entendí,
quearon las piernas ... caí .. y al caer ¿sa-
porque me hablaba en bengalí; yo seguí el
ben ustedes lo que ví? Que arrastraba la
mío, si camino llevaba, y lo seguí sin haber sábana de la cama del hotel, llevándola enre-
todavía recobrado toda la posesión de mí mis- dada en la hebilla de la cintura del pantalón,
mo, posesión que fué devolviéndome poco á la fuerza ésa, que tantas veces me
poco la luz del día, que se anunciaba con ese había tirado para atrás é impelido para ade-
esplendor maravilloso de los trópicos; pose- lante, al soltarme, helándoseme, hasta la médula
sión que me iba haciendo reconocer el paisaje, de los huesos.
los lugares, los aln.dedores, posesión que me
llevó no sé cómo, como no sé lo que sucedió
266 CAUSERIE. tos CANrS ANTI-iUS DE CHANDERNAGOR. 267

Cuando volví del desmayo, tuve la intención han sido suprimidos á solicitud de la familia, siendo
sin embargo, muy conocidas las circunstancias que
confusa del cúmulo de aberraciones de sonám- tan peculiar interés le dan á las relaciones de lord
bulo que, entre la vida y la muerte, me 'habían Eyron con María Chalworth, cuyos amores, aunque
no duraran más que seis semanas, le dejaron una
hecho buscar su casa, hallarla, verla por úl- impresión para toda la vida; siendo él, no ella, al
tima vez, y una inspiración de caballero me parecer, el que no podía olvidar.

dijo que partiera ... y partí ... convencido,


hasta ahora, de que el mundo ideal de los fan-
taseos, de los desvaríos, de los devaneos sin
ulterioridad, de las quimeras, en fin, de conquis-
tador de nada, es más bello, más plácido, más
poético, que el del recuerdo de las realidades
epilépticas, que en un momento de culpable
despecho pueuen hacernos exclamar como al
poeta romántico enfermizo, recordándole á
Miss Chalworth, después de su casamiento,
que había sido suya ...
« Sí, amiga adorada, aunque inconstante;
en vano ya no me amarás ... ·pero el recuerdo
de aquel amor te queda ... » (1)

(1) En las ediciones modernas, es decir, en las


posteriores á 1840, no se encuentra, referente á
María Chalworth, sino un fragmento de ocho versos,
escritos en 1805. Los otros, el que comienza con
.« Eres dichosa», el que le sigue, diciendo «No me
llames» y el último « Hubo un tiempo que no tengo
necesidad de nombrar » (después de su cas!miento),

Potrebbero piacerti anche