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POR 1.
• Tout bistodcn doit etro
mODtour do bonno Coi.'
LUCIO V. MANSILLA.
D ESDE que empecé á filosofar, ó á preo-
cuparme un poco del porqué y del cómo de
las cosas, empezó á Ilamarme la atención
que historl'a, es decir, que la palabra sub-
rayada" tuviera no sólo muchas definiciones
l.
..
. .
hechas por los sabios,' sino también opuestos
significados.
Cicerón, decia: que era el testigo de los
tiempos, el mensajero de la· antigüedad;
F onteneIle, fábulas convenidas, y Bacón !elato
de hechos dados por ciertos .
. Hay, como se ve, para todos los gustos,
BUENOS AIRES
inclinaciones y criterios, - tratándose de lo
que se llama historia en se"ntido elevado; y
CASA EDITORA DE JUAN A. ALSINA, MtxlCo 14 22 . de ahí viene, sin duda, que historia implique
1 889. también su poquiIIo de mentira, como cuan-
120 CAUSEIUE. LOS SIt.'TE PLATOS DE ARROZ CON LECHE. 1 2 I
•
do e'xclamamos: eso no es más que una Nada más que como un muchacho que
historia; ó: nó se,fior, astá Vd. tiene ojos para v<-1it pues no asociaba toda-
ahQra le voy á contar la historia de ese negQ- vía ideas, yo recorrido ya el Asia, el
do, de la glQrificación del personaje A ó B. África y la Europa, cuando estando en Lon-
Puede ser que sea cierto que la historia dres, donde me aburría enormemente, por
de un hombre no es muchas veces más que haber pasado antes por París, que es la
la de las injusticias de algónos, aunque hay gran golosina de los viajerOl; jóvenes y
ejemplos modernísimos en la historia, y bien viejos, -recibí la noticia, muy atrasada, co-
podría probarse con una apoteósis , ( 1 ) - que mo que entonces no había telégrafo y eran
la historia de alguien es la de sus contradic- raros los vapores, de que Urquiza se había
ciones é incoherencias, la de sus ingratitudes sublevado contra Rozas.
é injusticias contra todos, por más que en . Yo no pensaba entonces sino en gastarle
su vida' haya ciertos rayos de luz que á mi padre su di1}ero, lo mejor posible; y
minen el cuadro de alguna buena manía de-buena fe creía, como á él mismo se lo
trascendental. observé en cierta ocasión, que era econó·
De modó que, allí vá eso, Posse amigo, mico porque todo, todo lq apuntaba,-ha-
á manera -de zarandajas históricas, sintiendo biendo heredado de mis queridísimos pro-
que la pluma deficiente, no pueda, comp genitores el atavismo de ciertas prolijas
pincel. de artista manco, vivificar el cuadro; minuciosidades. Cuando me veía muy em·
,
puesto que, no viéndonos las caras, en es« barazado para justificar las entradaS con las
momento, faltan la voz, el gesto y la acción salidas, hacía como el estudiante de marras,
-' eso que el oradcr antiguo llamaba Ijuas que, teniendo doscientos francos de pensión
sermo y necesitando cómo los había
gastado, salía del paso anotando: cinco
( 1) Alusión de circunstancias. - N. del E. francos á la planchadora: noventa de pensión,
122 CAUSERIE. LOS SIETE PLATOS DE ARROZ CON LECHE. 12 3
siense, con un airecito muy chic, que después iglesia de San Juan, que era la que queda-
dejé, por razones que se contarán en su día, ba, y queda, cerca de la casa solariega.
- con sombrero de copa alta puntiagudo, Los momentos eran de agitación. Anibal
con levita muy larga y pantalón muy estrecho, estaba ad-portas, ó lo que tanto vale, según
..que era el entonces en boga, tanto. que, el lenguaje de la época, el «loco, traidor,
recuerdo que en un vaudeville se decía por salvaje unitario, Urquiza», avanzaba victo-
uno de los interlocutores, hablando éste con rioso; mas eso no impidió que hubiera gran
su sastre: «Faites-moi un pantalon tres collant, regocijo, siendo yo objeto de las más finas
mais trés - colIant; je vous préviens que si je y demostracipnes,- no tardando en llegar las
entre, je ne vous le prendrai pas .... » f\:lentes de dulces, cremas y pasteles con el
Los curiosos me escoltaron hasta mi casa mensaje criollo tan consabido: «Que cómo
d·onde recién supieron que yo había vuelto está su merced; que se alegra mucho de la
cuando entraba en ella; pues como mi reso- llegada del niño, y que aquí le manda esto
lución de venirme fué instantáneamente puesta por ser hecho por ella. »
en práctica, no tuve medio de anticiparles En medio de aquel regocijo, yo era el más
á mis padres la sorpresa que les preparaba. feliz de todos; porque si es cierto que los más
El gusto que ellos tuvieron al verme fué felices son los que se van, cierto qebe ser
inmenso. Me abrazaron, me besaron, me mi- también que el más dichoso de todos es el que
raron, me palparon, casi me comieron; y vuelve.
criados de ambos sexos salieron en todas di- y se comprende que, dados los antece-
recciones para anunciarles á los parientes y dentes de mi prosapia y de mi filiación, yo no'
á los íntimos que el niño Lucio había llegado, había de tardar mucho en preguntar: «y cómo
y cosa que ahora no se hace, porque se está mi tío? y cómo está Matiuelita?» y que
cree menos que entonces en la Divina¡ro- la contestación había de ser como fué: «Muy
videncia, se mandó decir una misa en la bucnos, mailana irás á saludarlos. )
CAUSERIE. tos SIETE PLATOS DE ARROZ eÓN LECI-iE. i 27
Yo no veía la hora "de ir á Palermo ; y me parecía á mí más bello, bajo ciertos aspectos,
devoraba la misma impaciencia que tenía por que el Palermo de ahora. A no dudarlo, el
ver las pirámides de Egipto, cuando estaba suelo del Palermo de entonces era mejor que
en el Cairo, ó San Pedro en Roma, cuando es- el suelo del Palerrno de ahora, - como el Pa-
taba en la Ciudad Eterna. lermo de entonces incuestionablemente tenía
Pero era necesario darse un poco de un aspecto más agreste, más bosque de
luégo, una madre que recupera á su hijo no se Boulogne que el de ahora, y en el que la si-
desprende tan fácilmente de él, sobre todo, metría, hasta para pasearse, comienza á ser
una madre como la mía, que, por la.intensidad de una numotonía insoportable.
de sus afectos, que por su educación y tantas Llegué. .. serían como las cinco de la tar-
otras circunstancias, era moralmente imposible de, hacía calor, no había nadie en las casas;
que viera claro en la situación, -no obstante en esas casas que todavía persisten, como
los sermones de mi padre, á cuya perspica- tantas otras antiguallas, en mantenerse sobre
cia no podía escaparse que estábamos en sus cimientos, ahogándose dentro de sus mu-
vísperas de una catástrofe. ros los pobres alumnos del Colegio Militar. (Al
Descansé,pues, y al día siguiente por la Diablo no se le ocurre, pero se le ocurrió á
tarde, monté á caballo y" me fuí á Palermo á Sarmiento poner un Colegio de esa. clase en
pedirle á mi tío la bendición. un parque). (1) La niña, (era su nombre po-
No sé si padezco en esto la misma aberra- pular) me dijo alguien, porque yo pregunté
ción del que, al comparar la iglesia de su al- por Manuelita, está en la quinta.
dea con la basílica monumental de la diócesis Dejé mi éaballo en el palenque y me fuí á
metropolitana, encuentra· que las diferencias buscar á Manuelita; á la que no tardé en ha-
de tamaño, de elegancia y esplendor, no son
tan como él se imaginaba. Pero ( 1) « Al Diablo no se le ocurre » será, el título de
el hecho es, que el Palermo de entonces me Un futuro folletín sobre don Pedro de Angelis_
128. CAUSER1E.
quedaba en el. ángulo del edificio que mira tro de s( mismo, al leerme, 1;) medida de mis
al naciente: era cuadrilonga, no tenía alfom- impresiones, - en medio de esa desnudez se-
bra sino baldosas relucientes; en una esquina, vera, casi sombría, iluminada apenas por las
hé,lbía una cama de pino colorado con colcha llamas de las dos bujías transparentes, que ni
de damasco colorada también, á la cabecera siq'uiera se atrevían á titilar.
una mesita de noche, colorada; á los piés una
silla colorada igualmente; y casi en el medio
de una habitacion una mesa pequeña de. caoba,
con carpeta de paño de grana, entre dos sillas
; de esterilla coloradas, mirándose, y sobre ella Reinaba un silencio profundo, en mi imagi-
dos candeleros de plata bruñidos con dos bu- nación al menos'; los segundos me parecían
jías de esperma, adoriladas con arandelas ro- minutos, horas los minutos. .
sadas de papel picado. • Mi tío apareció: era hombre alto, rubio;
No había más, estando las puertas y venta- Llaneo, semi-pálido, combinación de sangre y
nas, que eran de caoba, desguarnecidas de lO de bilis, un cuasi adiposo napoleónico, de
todo cortinaje. gran talla j de frente perpendicular, amplia,
Yo me quedé de pie, conteniendo la respi- rasa ·como una plancha de mármoi fría, lo
ración, como quien espera el santo adveni- mismo que sus concepciones j de cejas no muy
miento; porque aquella personalidad terrible guarnecidas, poco arqueadas, de movilidad di- .
producía todas las emociones del carilío y del fícil j de mirada fuerte, templada por el azul
temor: Moverme, habría sido hacer ruido, de una pupila casi perdida por lo tenue del
- y cuando se está en el santuario, todo ruido matiz, dentro de unas órbitas escondidas en
es corno una profanación, y aquella mansión concavidades insondables j de nariz grande,
era, en aquel entonces, para mí algo más que a.filada y correcta, tirando más nI griego que
el santuario. Cada cual debe encontrar de·n- al romano j de labios delgados casi cerrados,
CAUSERIE. LOS SIETE PLATOS DE ARROZ CON LECI-IE. 137
como dando la medida de su reserva, de la bre que más poder ha tenido en América
firmeza de sus resoluciones; sin pelo de barba, y cuyo estudio psicológico i1t extenso sólo
perfectamente afeitado, de modo que, el juego podré hacer yo; porque soy sólo yo el único
de sus músculos era perceptible. Sería cruel, que ha buscado en antecedentes, que ótros
no parecía disimulada aquella cara, tal como no pueden conseguir, la explicación de una
á mí se me presentó, tal como ahora la veo, naturaleza tan extraordinaria· como ésta.
al través de mis reminiscencias infantiles. Era, y digo extraordinaria, porque solamente
incuestionablemente, una mistificación, en la se explica su dominación, sin men-
que Lavater, con toda su agudeza de obser- gua para este pueblo argentino, que alter-
vador, no habría acertado á perfilar la silueta nativamente le y le abandonó, - hasta
dre, hasta que pasó á mej<?r La bendición, dije) porque me han dicho -' y yo había lle-
mi tío I gado recién el dia· antes I qué buena no
y él me contestó: sería su. policía 1- que usted no ha- vuelto
-Dios lo haga bll.enO, sobrino! - sentáR- agringado.
dose incontinenti en la cama, que antes he Este agringado no tenía la significación
dicho había en la estancia, cuya cama (la vulgar; significaba otra cosa, - que yo no
estoy viendo), siendo muy alta, no permitía habíf-l vuelto, y era la verdad, preguntando
que sus pies tocaran en el é insinuán- como tantos tontos que van á Europa baúles
dome que me sentara en la silla, que estaba y vuelven petacas: ¿y comment se llaman éste
al lado. chose bianqui que ponen las galin?-por no
Nos sentamos .. '. hubo un momento de decir huevos, 6, esta cosa que se ponen en
pausa, él la interrumpió diciéndome: las manos, por no decir guantes?
- Sobrino, estoy muy contento de us- Yo había vuelto vestido á la france!;ia, eso
ted .... sí, pero potro americano hasta la médula de
Es de advertir que era buen signo, que los huesos todavía, y echando unos ternos,
Rozas tratara de usted; porque cuando de que era cosa de taparse las orejas: el traje
tú trataba, quería decir que no estaba con- había me vestía como un europeo;
tento de su interlocutor, ó que por alguna pero era tan criollo como el· Chacho, el cua1,
circunstancia del momento fingía no estarlo. estando emigrado en Chile (en Chile que no
Yo me encogí de hombros, como todo es Europa, á Dios gracias) y preguntándole
aquel que no entiende el por qué de un COli- como le iba, contestó: Y cómo quiere qué
tentamiento. me vaya: en Chile y á pie? cuando hay énque
- Sí, pues, agregó: estoy muy contento (pongan el acento en la primera é), no hay
de usted (y esto lo decía balanceando las cónqüe (poi1gan el acento en la 6 ), y
piernas, que no alcanzaban al suelo, ya lo hay cÓllque no hay énque.
CAUSERIE.
•
Posse amIgo: acabaremos (y q[¡e difícil es
acabar!) si Dios nos cia· vicia y salud, en el
pr:óximG número, --yen él sabrá usted, qué
LOS SIETE PLATOS
fueron al fin y al cabo los siete platos de
arroz con leche. DE ARROZ CON LECHE.
III.
( C01zc!usiÓlt y fin ).
pre cariñosa: Dice tatita que -mafíana te Lo repiti>: él ,sabía perfectamente que iban
recibirá: á hacer dos años que yo me había marchado . ,
El barco que salía para CalCllta, estaba ¡Jorque su memoria era excelente. Pero, entre
pronto. Sélo me esperaba á mi. Hubo que sus muchas manías, .tenía la de hacerse el
empezar á pagarle estadías. Al fin, mi padre zonzo y la de querer hacer zonzos á los
demás. •
se amostazó y dijo: Si esta tarde no consi-
gues despedirte de tu tío, mañana te irás El miedo, la adulación, la ignorancia, el
de todos modos; ya es'to no se puede aguan- cansancio, la costumbre, todo conspiraba en
tar. favor suyo, y él, en contra de sí mismo.
Eh! esa tarde sucedió lo de las anteriores, No se ac:t.barían de contar las infinitas
mi tío no me recibió. Y, al dia siguiente, anécdotas de es.te complicado personaje, se-
yo estaba singlando con rumbo él los hiper- ñor de vidas, famas y haciendas, -que has-
bóreos mares. ta en el tlestierro hizo alarde. de sus excen-
Sí, el hombre se había enojado; porque, tricidades. Yo tengo una inmensa colección
algunos días después, con motivo de un em- de ellas. Baste por hoy la. que estoy con-
peño ó consulta que tuvo que hacerle mi tando.
m,adre, él le arguyó: Y yo ¿qué tengo que , Interrogado, como. dejo 'dicho, contest¡:
hacer con eso? para qué me meten á mí -Van á hacer dos afias, mi tío. .
en sus cosas? no lo han mal,dado al. mu- Me miró y me dijo: Has visto ·mi Men-
.
- y aquí ¿por qué habré puesto punto y se presentó con un enorme plato sopero de-
coma, ó dos puntos, ó punto final? arroz con leche, me io puso por delante y
Por ese tenor, iban las preguntas, cuan- s"e fué.
do, interrumpiendo la lectura, preguntóme: Me lo comí de. un sorbo.
-Tienes hambre? . Me sirvieron ótro, con preguntas y res-
Ya lo creo que había de tener; eran las puestas por el estilo de las apuntadas, y
dóce de la noche, y había rehusado un ótro, y ótro - hasta que yo dij e : Ya, para
asiento en la mesa, al lado del doctor Vélez mí, es suficiente.
Sarsfield, porque en casa me esperaban ... Me había hinchado; ya tenía la consabida
-Sí , - contesté resueltainente. cavidad solevantada y tirante como el par-
-Pues voy á hacer que te traig.an un che de una caja de guerra templada; pero
platito de arroz con leche. no hubo más; siguieron los platos ,-yo co-
El arroz con leche era famoso en Paler- mía maquinalmente, obedecía á uría fuerza
mo y aunque no lo hubiera sido, mi apetito superior á mi voluntad ...
lo era; de modo que empecé á sentir esa La lectura continuaba.
sensación de agL:a en la boca, ante el pros- Si se busca el Mensaje ese, por algún
pecto que se me presentaba, de un platito lector incrédulo ó curioso, se hallará en él
que debía· ser un platazo,' según el estilo un período, que comienza de esta manera:
criollo y de la casa. «El Brasil, en tan punzante situación.» Aquí
Mi tío fué á la puerta de la pIeza con- fuÍ interrogado, preguntándoseme: Y por qué
tigua, la abrió y dijo: habré punzante?» Como el poeta pen-
-Que le traigan á Lucio un platito de sé, - que en mi vidél; me he visto en tal
arroz cOn leche. aprieto. Me expliqué. No aceptaron mi ex-
La lectura siguió. plicación. Y con una retórica gauchesca, mi
Un momento después, Manuclita mIsma tío me rectificó, demostrándome como el Bra-
CAUSERIE. LOS SIETE PLATOS DE ARROZ CON LECHE. 149
sil lo había estado picaneando, hasta que él Mi madre me reprochó mi· tardanza, con
había perdido la paciencia, rehusándose á ternura.
firmar un tratado que había hecho el . Me excusé diciendo que había estado ocu-
ral Guido... Yayo tenía. la caI:eza como pado con mi tío. .
un bombo, - y lo otro tan duro, que no sé. Mi padre, que, mientras yo hablaba con
cómo aguantaba. mi madre, se paseaba·· meditabundq, - vien-
Él, satisfecho de mi embarazo, que lo era do el mamotreto que tenía debajo del brazo,
por activa y por pasiva, y poniéndome el' me dijo: ,
mamotreto en las manos, me dijo, despi- -Qué libro es ese?
diéndome: -Es el Mensaje que me ha estado leyen-
- « Bueno, sobrino, vaya no más, y acabe do mi tío ...
de leer· eso en su casa» , - agregando en -Leyéndotelo ... ? Y esto diciendo se
voz más alta: «Manuelita, Lucio se va.» encaró con mi madre y prorrumpió con visi-
ble desesperación: «No te digo que está
Manuelita se presentó, me miró con una
loco tu hermano.»
cara que decía afectuosamente «Dios nos dé
Mi madre se echó á llorar.
paciencia», y me acompañó hasta el
dar, que quedaba del lado del palenque,
donde estaba mi caballo.
. . ................ ..
Eran las tres de la mañana. Pocos dias después, muy pocos dias, el
En mi casa estaban inquietos, me habían edificio de la tiranía se había desplomado;
mandado á buscar un ordenanza. el 3 de F eb.rero por la tarde yo oía en la
Llegué sin saber cómo no reventé en el plaza de la. Victoria gritar furiosos «Muera
camino. Rozas» á algunos de los mismos conspícuos
Mis padres. no se habían recogido .. que, pocas horas había visto
CAUSER1E. LOS SIETE PLATOS DE ARROZ CON LECHE. 1 S 1
en Palermo, reunidos á los pIes de la nii1a. pués fué mi candidato, á pesar de las ob-
Confieso que todavía no entendía una pa- sesiones exigentes de mi padre, hasta que
labra de lo que pasaba,-y que los gritones, no estuvimos en tierra brasilera, donde nos
más que el efecto de libertados, me hacían explicamos. Y es á este incidente al que él
el de locos. se refiere en sus Boletines del Ejército
Grande.
Creo que para mi padre fué una suerte
que yo le acompañara en aquel viaje, porque
Yeso que ya me había reído á carcaja- Sarmiento le iba haciendo perder la cabeza.
das, leyendo á Jerome Paturot, en busca de El que hace un cesto hace un ciento. Que-
la mejor de las Reptiblicas, en el que hay ría inducirlo á que se fuera con él á Chile,
una escena por el estilo de la que presencié para volver contra Urquiza, del cual iba hu-
azorado el 3 de Febrero, en la plaza de la yendo; porque sus primeros actos en Buenos
Victoria , - para que una vez más se per- Aires le parecían precursores de" que el país
suadan los que viven sólo en ,el presente,' estaba expuesto á volver á las andadas. Lo
que "del dicho al hecho hay un gran tre-' explotaba, hablándole constantemente· del se-
cho» . ñor don Domingo de Oro, - su pasión ,-y
como era débil de carácter, á no ser yo, lo
• • • • • • • • • • • • • • I • • • • • • • • arrastra.
El Dictador se había refugiado' en un bu-
Pocos días después, mi padre, Sarmiento que de guerra inglés, llamado por singular
y yo, - el Sarmiento cuya glorificación aca- coincidencia El Con/Neto (The ConJlictJ, y
bamos de presenciar, - navegábamos en el' tardó mucho más que nosotros,-con quienes
vapor inglés «Menay» hacia Rio Janeiro. Yo iba .mi caro Máximo Terrero, - en
no hablé, durante la travesía, con el que des- llegar á Europa.
CAUSERIE. LOS SIETE PLATOS DE ARROZ CON LECHE. I53
chaleco colórado y Manuelita su moño. Mi
padre, que era muy amigo de Manuelita, que
Mi padre se quedó en Lisboa y me man- la quería en extremo, como la quiero yo,
d6 á París, donde yo era ya buzo y ducho, . por sus virtudes, le observó que aquel par-
á prepararle un apartamiento, - que tardé che colorado, no estaba bien. Pero ella, cuyo
muchísimo en prepararle, por razones que amor filial no tenía límites, contestóle: que
ya se imaginará el penetrante lector; pero no se lo sacaría, hasta que no se lo man-
que al fin le preparé. daran.
Un día almorzábamos todos juntos: mi tío
era. sobrio, concluyó primero que los demás
y se levantó, yéndose. Manuelita, ganosa de
echar un párrafo con mi padre, me dijo: «A<;:a-
Viniendo de Lisboa á Francia,. mi buen bá ligero, hijito, y andá, entretenelo á tati-
"la:
viejo quiso' visitar á Manuelita y nos fuímos ta,). Yo me apuré, concluí, salí, y me fuí en
á Southampton. busca de mi tío, que estaba senta90 en el
alojados, en la misma casa, sofá de una salita, con vista al me
una modesta quin tita de los alrededores: Ro- arreIlené en una poltrona .. Mi tío y yo per-
zas, Manuelita, Juan Rozas mi primo, Mer- manecimos un instante en silencio. Yo lo
cedes Fuentes su mujer, Juan Manuel mi miraba de rabo de ojo. Creía que él no me
sobrino, Máximo Terrero,-y un negrito, al veía. Me había estado viendo! Confusamen-
cual ya mi tío le decía por ironía Mis/er. te, porque yo 'no tenía entonces sino como
Por supuesto que, si el cambio de hemisferio intuiciones de reflexión, los pensamientos que
y de situación era como una transición entre me dominaban en aquel momento, al con:
el día y la noche, otra cosa eran los senti- templar el coloso derribado, podrían sinteti-
mientos y las manías. Mi tío conservaba su zarse exclamando ahora: sic trallsit gloria
154 CAUSERIE. LOS SIETE PLATOS DE ARROZ CON LECHE. 1 SS
mttndt". (Así transa do1/, Raz1mmdo, como de- hacia el comedor) le dijo á Agustinita: no
cía el otro). te digo que tu hermano está loco .. ,?
De repente miróme mi tío y me dijo: No pude negar, queriendo; estaba bajo
-En qué piensa, sobrino? la influencia del magnetismo de la verdad,
-En nada, señor. - y contesté sonriéndome:
-N o, no es cierto, pensando en -Es cierto.
algo. Mi tío se echó á reir burlescamente;
-N o señor; si no pensaba en nada I Aquella visión clara, aquel conocimiento
-Bueno, si no pensaba en nada cuando perfecto de las personas y de las cosas, es
le hablé, ahora está pensando, ya. una' de las impresiones más trascendentales
-Si no pensaba en nada, mi tío I de mi vida; y debo confesarlo aquí, no te-
-Si adivino ¿me va á decir la verdad? niendo estas páginas más que un objeto,-
Me fascinaba esa mirada, que leía en el iluminar con un rayo de luz más, la <figura
.
fondo de mi conciencia y maquinalmente, por- de un hombre tan amado como execrado:
que habría querido seguir negando, contesté sin esa impresión yo no habría
,
«St» • como creo conocerla, la misteriosa y ex-
. -Bueno, repuso él, ¿á que estaba pen- traña personalidad de Rozas'.
sando en aquellos platitos de arroz con le-
che, que le hice comer en Palermo, pocos
días antes de que el «loco » (el loco era Ur- Mi querido Posse : siento mucho que,
quiza) llegara á Buenos Aires? padeciendo usted de no pueda co-
y no me dió tiempo para contestarle, por- merse, como yo, de una sentada, siete
que prosiguió: ¿ A que 'cuando llegó á' su platos de arroz con leche, '.
casa, á deshoras, su padre (é hizo con el y para concluir, y ,antes de decirle como
pulgar y la mano cerrada una indicación Cicerón á sus amigos,-Juóeo te óme va/ere,
CAUSERIE.
POR l.
he cruzado, sin el más mínimo accidente, ca- Benarés, Lahore, Delhí, hasta encaramarnos
torce veces la línea equinoccial, y he visto, en los picos más accesibles del Himalaya.
entre ciudades y aldeas, más de dos mil,- Durante algún tiempo, después que nos se-
dándome hasta el placer de comprar, en un paramos, estuvimos en correspondencia. Hace
mercado de carne humana, una mujer, para muchísimos años que nada sé de él: supongo
decirle después de ser mi cosa propia, con sor- que habrá reventado, pasando"á mejor ó peor
presa de todos los circunstantes, excepto mi vida, porque en 1850, tenía ya veinte años
compañero de viaje James Foster Rodgers, más que yo, mala salud, el fetiquismo de los
que pagó la mitad del precio: «Eres libre, pue- ojos negros y de los piés chicos, y yo no soy
des hacer de tu cuerpo lo que quieras.» .y un nene. Catorce meses vivimos como her-
¿ saben lo que esa costilla nuestra manos, y sólo dos veces tuvimos desazones.
hizo? Se vendió á sí misma; porque, según Primero, en Roma.
el truchimán nos explicó, prefería ser esclava En Londres, después.
algún tiempo, - y no libre, sin tener que co- Lo contaré.
mer, porque para hacerlo, tendría que traficar En Roma visitábamos San Pedro, esa mara-
con su cuerpo, y era, según ella lo afirmaba, villa de la audacia y del arte arquitectónicos.
si no pura, honesta. . Entramos, y yo, como que era lo que mi
Este punto es muy intrincado; las mujeres madre me había hecho, es decir, católico, me
saqué el sombrero con veneración.
que son el mayor embolismo de todo lo creado,
Foster Rodgers se lo dejó encasquetado.
se encargarán de desenmarañarlo.
Se lo observé, -y su contestación fué: It
is ?lot my rcligioll.
Yo prosigo ..
Me mordí los lábios, esperando que algún
James F os ter Rodgers, era un }'a1lkee nú-
sacristán viniera á intiplarle á aquel impío, que,
mero uno, con el que nos conocimos en Cal-
en la casa de Dios, se debe ser respetuoso,
cuta, visitando juntos el interior de la India,
10 CAUSERIE. EN LAS PIRÁMIDES DE EGIPTO. 11
por más extraño que á su culto sea el VISI- Yo contesté, dándole el vuelto:
tante. -No es mi religión.
Pero nada; son en Roma, á este respecto, Foster Rodgers, se mordió los labios á su
de una benevolencia inaudita, con los extran· vez.
Jeros. Pero aquí no' sucedió como en Roma, por-
que un sacristán protestante, « muy liberal»,
. . . . .. . . . . ........ . vino á intimarme que me quitara el sombrero,
intimación que no acepté; que fué repetida tres
Estuvimos torcidos algunos días. Pero la veces, hasta amenazarme con llamar al police-
amistad es un colirio admirable, - colirio que man, -]0 cual, perfectamente entendido por
todo lo cura; teníamos que componernos y nos mi, me sugirió este expediente de triunfador:
compusImos. giré sobre los talones, me salí del templo, con
Es, sin embargo, curioso observar cómo mi sombrero puesto, y lo esperé á Foster Rod-
después de una gresca, aun entre los que se gers en el atrio, hasta que se cansó de estar
quieren bien, queda en el alma humana un se- adentro con su San Pablo protestante, y salió ...
dimento acre, - que no tarda en fermentar. Adelante .
Observadlo bien, y veréis que las represalias . No voy á describir ciudades, ni usos, ni cos-
inofensivas se imponen con irresistible tena- tumbres, ni monumentos, ni á juzgar institucio-
cidad ... nes,-y mucho menos á referir aventuras. Dejo
esto último para mis « Memorias», si .es que
Continúo.
algún día me resuelvo á publicarlas, lo que es
'En Londres, visitando San Pablo, yo hice
probable. Si lo hago, allí se verán y se sabrán
como F oster en Roma.
cosas raras. Entre ellas, ésta: cómo es que
Visto ello por mi yankee, como yo á él. en
siendo 'uno jáven, puede viajar algún tiempo
Sall Pedro, me insinuó: sin saber por qué mano anónima, le son salda
-Take of your hato
12 CAUSERIE. EN. LAS PIRÁMIDES DE EGIPTO. 13
das sus cuentas de hotel, - si en ello se en- común, completamente desnudas; el cuerpo
tromete una inglesa millonaria, extravagante ... untado con aceite de coco, frotado, hasta
Ya estoy viendo la sonrisa de incredulidad darle el pulimento y la brillantez del jacarandá;
del que estas letras lee, y entonces repito: que el motoso cabello, dividido en infinidad de
es cierto ]0 dicho, y que no' eran sólo Rlis crenchas trenzadas, que le dan á la cabeza la
cuentas, las que se pagaban, sino las de mi forma de un erizo encrespado, - sueltas todas
compañero. ellas sin poderse mover más allá de su recinto.
Hoy por hoy, sólo me propongo una cosa: A otro lado: mujeres blancas, entre ellas al-
contar algo que no creo se haya repetido, que gunas georgianas y circasianas, nada limpias,
no me parece posible que se repita; porqug también desnudas, completamente desnudas;
en esto,' como en un orden de ideas más ele- pero, con esta diferencia, que aquí no están
vado, no es filosófico, _. como dice Edgardo todas sueltas, estando algunas aherrojadas,
Poe,-basar en lo que sido, una visión de porque, siendo feas ó contrahechas ó viejas ó
lo que debe ser. flacas (los musulmanes prefieren las gordas,
Pero ustedes, que me han oído hablar de qué gusto I ) maltratan, como bestias feroces á
que compré una mujer, han de tener curiosi- las ótras, - diciéndoles el instinto que difícil-
dad, estoy seguro de ello, de saber qué es un mente saldrán del mercado, 6 que, si salen,
mercado de mujeres. Voy á describirlo, pues, no será seguramente ni para embellecer el ha-
en cuatro plumadas. rén, ni para aumentar el número de las con-
Imag-inaos un edificio cuadrangular, con co- cubinas, sino para desempeñar sucios y nau-
seabundos oficios, de bestias de carga, en las
rredores interiores, rodeando un patio 'así como
casas de los judíos.
los nuestros, de estilo arábigo, - nuestras an-
Imaginaos todavía dos retretes destinados á
tiguas casas se parecen á las de Sevilla,-y en
las obscenas inspecciones esotéricas, con unas
el medio, una fuente. A un lado, mujeres ne-
como harpías ·en la puerta, unos como en-
-gras desnudas, abisinias y nubianas, por lo
14 CAUSERIE. EN LAS PIRÁMIDES DE EGIPTO. 15
(Continuación y fin.)
11.
y eran doscientos tres los escalones, y está- el acto que no era inglés de ingleses, sino
bamos apenas á medio camino I Kie yankees, é incontinenti se puso en contacto
. Descansamos i y antes que se enfriara la ;con - presentándome como á un ameri-
transpiración y sin decir oste ni moste, nos del sud, como quien dice á un colega,
agarraron de nuevo nuestros ágiles coadjuto- prorrumpimos con ímpetu; hurra.' y sacándo-
res, y á la voz de ¡alahál otra vez, nos dieron :nos los sombreros y agitándolos hasta arrojar-
empellón y ótro, y 6tro, y los empellones los al viento, creyendo que llegarían á la base
ne repetían, y detrás dt! nosotros, resonaba el de la pirámide, mientras que ahí cerca no más
I alahá I de los 6tros que nos pisaban los talo- se quedaron, todos á una, gritamos con orgullo,
nes, por decirlo así, pretendiendo llegar pri- ni más ni menos que si hubiéramos hecho la
mero á la enhiesta cumbre, - que en tqdo se conquista de otro Nuevo Mundo: Al! Amen'-
mezcla la emulación, tratándose particular- ca1ts.' Americano.s todos' Longlife to Amenca.'
mente de fatiga ó de destreza. Pero; qué I les Viva América' y nos dábamos las manos con
la delantera y éramos varones· en efusión, - y el viva América' atronaba los
realidad, y ya nos habíamos entusiasmado, y aIres. Y como si estuviéramos en un balcón,
ya también gritábamos nosotros ¡ alahá I para mirábamos á las inglesas, con su barriga por
partida doble, pujando por llegar, llenas de cu-
darnos unos brios que no teníamos, pues. íba-
riosidad, porque no entendían jota de aquellos
mos más muertos que vivos.
gritos desaforados de ¡viva América I ...
Finalmente, llegamos maltrechos .... tostába-
. Entre nosotros los americanos, -los veinti-
mos arriba, en la plataforma, que es una piedrita
cinco - opl sorpresa, y. oh I contrariedad,
en la que caben, de pie, ochenta personas, por
descubrimos un musulmán.
lo menos. Allí nos encontramos con veinte y tres ¿Qué hacía allí aquel intruso? ¿En virtud de
prójimos, rodeados de. setenta y demonios qué derecho estaba con nosotros?
que se habían quedado en el último escalón. F oster Rodgers. y yo nos dijimos:
F6>ster Rodgers oy6 hablar en inglés. Vió
CAUSERIE. EN LAS PIRA MIDES DE EGIPTO. 29
Pero este beduíno, por qué ha subido á la de manga á Mahoma, sino que estuviera con-
plataforma? por qué no se ha qued:·do con los cluido el negocio con su cónsul, el que, á la
ótros? creyendo que era uno de tantos, de esos sazón, se encontraba entre el grupo de los
que nos habían hecho rodar hasta arriba. veinte y cinco.
Indagamos, y resultó que era un yankee dis- Otros viajeros habrán visto más maravillas
frazado de musulmán; un yankee que se había que yo; pero apuesto que á ninguno le ha pa-
hecho mahometano, engaña-pichanga, para sado en las Pirámides de Egipto lo que á mí :
de esa manera poder acaparar antigüedades encontrarse en la cúspide de la de Cheops, en
con más facilidad. La extracción prohi- un momento dado, con veinte y cuatro conciu-
bida. Tenía así como unos cuarenta afios, era dadanos, por decirlo así.
retacón, panzudo, rubio, pecoso y doctor en Descendamos: llegan las inglesas jadeantes,
medicina. Se llamaba Abbot, y él fué, querido sudadas, con sus barrigas descompuestas, pero·
Cárcano, el que me dió el facsírriile.del grueso festivas, y tenemos que recoger nuestros som-
breros que la brisa arrastra de escalón en
sello, que le he regalado á usted -sello sim-
calón sin conseguir llevarlos hasta el suelo,
bólico que, en forma de anillo, de oro finísimo,
tanta es la altura del monumento é inclinado el
encontró en el dedo de una momia, que había
plano I
sido uno de los faraones.
y qué diré en conclusión, como quien le
El tal musulmán intérlope llevaba una vida pone marco al cuadro.
curiosa: habíase hecho querer, la medicina lo ¿ Diré como Napoleón, lectoras y lectores
ayudaba; vivía como Salomón, en medio de un que habéis subido conmigo hasta arriba:
éljuar de mujeres de todos pelos, sil? tener pre- De lo alto de esas pirámides, cuarenta siglos
cisamente harén. Negociaba en ese momento nos contemplan ?
con el Cónsul norte -americano la venta de su ¿Ú como el veterano, al oir aquella figura
colección, - formada á costa de inmensos sa- de retórica, á su cabo:
crificios, y no esperaba para hacerle un corte
CAUSERIE. eN LAS PIRAMIDES DE EGIPTO. 3t
-¿ y á dónde están los cuarenta siglos, que Sólo mirándolas retrospectivamente, - algo.
yo no los veo? me revelaron después.
A lo que el cabo contestó: ¿Qué sabía yo entonces del sistema curvilíneo
-Imbécil I el general los ve con su anteojo. del cóno, que en la antígua simbología era un
Oh l aquel General para el cual, según emblema del fallum y de la generación, y un
Émerson, todo obstáculo parecía desaparecer endulzamiento del sistema piramidal,más ve-
en presencia de sus recursos, que dijo: no ha- tusto é igualmente expresivo del teocosmos?
brá Alpes, y no los hubo, y que según Kléber, Menos que ustedes, ahora.
era grande como el mundo, -podía ver, con Era yo tan ignorante !
ó sin anteojo, esos cuarenta siglos ... ustedes Pero en el se hacen bueyes, y aho-
y yo, - permítanme la confianza - quién sabe ra .... los hago á ustedes jueces del vigor con
si los columbramos siquiera! que arrastro mi carreta.
¡Respetables padres de familia! permitidme
daros un consejo: no mandéis vuestros hijos á
viajar, sino cuando estén enfermos, que es tam-
bién cuando el médico, no sabiendo qué re-
cetar, aconseja generalmente e cambio de aire».
Mandadlos recién cuando estén preparados pa-
• Ver bien el pasado, ligarlo sabiamente con ra poder ver los cuarenta siglos esos de las
pirámides de,Egipto, sin ayuda de vecino, -
el presente, hasta tener la intuición del porve-
sin anteojo, con sus propios ojos.
. nir, cuando apenas alcanzamos á divisarla punta
La mejor nodriza es la patria. Sólo ella nos
de nuestras narices, - no es para todos I
da la estructura y el aliento necesarios para
Por lo que á mí me declaro opa en
aspirar con anchos pulmones el ambiente.
esta parte; que las Pirámides nada 5610 así podemos llegar algún día á ser hom-
me dijeron, cuando las vi por primera vez.
32 CAUSEIlIE.
..cwp .....
ENTRE-Nos.
EN CHANDERNAGOR.
CA USERIES DEL JUEVES I.
Al señor don Alfred" Zimmermann y Saavedra.
POR -l'l:tu "de l' ill e Iléll1ontro par des con les, prou-
• \1 ve par des rabIes, insinue des sllggél'e
des histoil'C8 a dorlllir de bout, :lllpliquant
ti ISOllS cetto forllle dü I'ccit do vuyagc
18 90 .
21 4 CAUSERIE. EN CHANDERNAGOR. 21 5
les á ,ustedes mi impresiór., en aquel momento la lengua entendía que á mi alrededor se ha-
inolvidable de mi vida. blaba!
Inolvidable! Acaso es sólo inolvidable el mo- ¿ Que sabía yo entonces, lo que quería de-
cir en bcnga"lí, del Indostán: tuJJZ kaisc ho
mento en que uno se escapa de que lo ahorquen
Tanto' como ustedes, que ahora recién van
creyendo sentir toda la vida en el pescuezo la
á saber, que quiere decir: ¿ Cómo está usted?
sensación de la soga, como Gregorieff? Hay
y que se pronuncIa como suena.
muchos momentos inolvidables.
Es claro que ustedes saben quién era Gre-
gorieff, y que sólo por las dudas debo recor-
dar el puesto simpático que el pobre desterra- Me sentí acompañado, amparado en este
do ocupa en la vigorosa literatura rusa, en mundo.
esa literatura crIstianamente realista, que ora -Señor, repuse, y señor, en espai10l, y
sean sus intérpretes los nobles, como Tolstoi, ¿ en qué otra lengua sino en la vernácula
querrían ustedes que hablara, cuando era mi
ó los plebeyos, como Dostojewsky, no es .más
alma lo que hablaba?
que un inmenso la!TIento de la humanidad.
A propósito ¿quieren ustedes que les diga
La . impresión que" yo recibí no la puedo cuál es el signo infalible de que se empIeza
comparar sino á la que recibiría cualquiera á conocer una lengua?
de ustedes que, condenado á la Penitencia- Hay tres: contar, rezar, amar en ella; es
ría, se encontrara con que el guardián era una decir: uno, dos, tres ... Dios mio .. ."1 te amo ...
cara conocida. -Señor, volví á decir: yo lo conozco á
Una cara conocida, en la India! en Chan- usted, pero no sé quién es.
dernagor! después de un viaje, abrumador, y mi acento y mi expresión y mi ansiedad
y mi curiosiJad debían ser visibles.
aguas arriba! ... al caer la .tarde, solitaria la
persona, aislada, segregada del resto' del Uni-
verso, sans yz·me et sans raison; porque ni
EN CHANDERNAGOI\ 223
222 CAl1SERIE.
viendo la cabeza de un lado á otro y golpeán-
Ah I conocen ustedes algo más angustioso dome el pecho?
que estas situaciones, en las que el paralelis- Es curioso observar de cuántús modos di-
mo sentimental no es matemático,- y en las versos - se manifiesta la sorpresa, el miedo,
que el hombre más amable y de criterio, el terror, según las latitudes, - que no sólo
en vez de decir cuanto antes, «soy yo», observa; cambia la moral y la justicia por grados.
qué momento para observaciones I En Calcuta, los parz"as trabajadores no pue-
den fumar cuando están ocupados en ciertos
es como preguntarle al que pide de beber:
trabajos, para los ingleses conquistadores, pero
« por qué tiene usted sed?» cuando lo primero
son como nosotros, hijos ó descendientes de
es satisfacer su ner.esidad física,-· y en las que
los primeros hombres, y por lo tanto se dan
el hombre, más amable, decía, arguye, como maña, burlando la vigilancia de.los guardianes,
fué el caso mío: algunas veces. Hay que verlos entonces. No
-- Pero Lucio, qué I no me conoce usted? hacen como haría uno de nosotros, sino otros
gestos, otras contorsiones, pateando el suelo
Yo no pensaba en aquel momento, no ligaba de despecho.
recuerdos, no asociaba ideas; en. una palabra, Dar.win tiene un estudio interesantísimo so-
sólo sentía; estaba dominado por la emoción bre las emociones, - que recomiendo á uste-
de la sorpresa, y mirándome ahora en el es pe . des, - así como también les recomienrlo que
jo se me ocurre que debía tener la cara que se lean lo que uno de sus discípulo.s acaba de des-
cubrir sobre el fenómeno de la risa, mediante
pone, cuando por la sorpresa y por el gusto,
la cual se puede estudiar, qué creen ustedes?
se abren ojos y la boca contrayendo ésta,
El carácter.
viendo menos, cuanto más se mira, y acaban-
do por hacer una especie de je ... je ... je. ! Los pondré en autos, para que cuan'do se
que no es ni deja de ser risa.
¿Ó querían ustedes, que como los Dyoks
de Borneo, abriera la boca cuán grande es, mo-
CACSERIE:. EN CHANDERNAGOR.
encuentren estudien el mío, diciéndo- La mujer, que no había hecho más que obser-
les que hay tantas risas como vocales. var,- yo era muy bonito muchacho entonces,
Las personas quc se ricn en A son francas, y dla de rechupete, y creo que sin su pre-
leales, alegres y un tanto volubles ó versütiles. sencia habría caído cuanto antes en cuenta,-
la mujer puso una cara que no hay lengua hu-
La ris1. en E e5; propia de los flemáticos y
mana inventada hasta ahora bastante expresiva
de los melancólicos ..
para explicarla. Saldré del paso diciendo que
La risa en 1 es la de los niños, la de los in-
puso una cara inefable ...
génuos, la de los serviciales, la de los tímidos ó Entré.
irresol u tos. -Lucio, insistió aquel hombre, cómo! no
La risa en O indica generosidad y valor. me reconoce usted?
La risa en U hay que evitarla; es la de los Vaya un momento, para conocer y reconocer
misántropos. cuando la cara de una muchacha'lindísima nos
Al fin, y como quien estalla,- no como es- perturba.
talló don Manuel Lucero, ex-Gobernador de San y déle con la canasta.
Luis (ya les contaré esta historia) cuanclo in- --Lucio, pero qué? no se acuerda usted? y
Aguscinita, cómo está? Y el señor don Juan
terpelado por Santiago Arcos en esta forma:
Manuel? Y su papá?
por qué dejó usted caer á Rozas?» le
y el hombre me abrazaba, y me besaba y
tó: « Porque no lo pude remediar,» - sino co- me estrujaba, y Lucio va y Lucio viene ... y
mo estalla el que quiere resolver una situación yo tenía dieciocho años y estaba bajo el tró-
y salir de una curiosidad le depara una pico, en la India, en Chandernagor... y no
agradable sorpresa, dije en un rujido afec- veía más luz que los dos ojos negros de una.
tuoso: mujer.
-Pero, por Dios! Señor, dígame usted quién Aquí y entre nos y confidendalmente ¿ han
llí
es: yo no lo conozco .
•
- Entre usted, hombre, Lucio.
CAUSERIE.
comer, gran charla, revista general del Río de tiré: me acompaI1abauri indio de gran estatura
que con su traje blaúco talar, parecía un fan-
la Plata, y una cierta inquietud, gentilmente
tasma en la sel'va: y digo bien, porque si uste-
disimulada, en Monsieur de Vigncty, de que
des se acuerdan, recordarán, que ya les dije
yo no fuera comerciante, sino un descarriado
que Chandernag-or es un bosque.
del recto sendero, llevado por ·Ios vientos del
Me dejó en la puerta ... parti_ó ... Yo tenía
destino hacia aquellas regiones, con tan pocas el pie en el dintel y de allí no pasapa, querien-
atingenci-as con éstas y con mis antecedentes do pasar. .. un murmullo sordo, que nO puedo
de familia y personales. Pero su benevolen- expresar sino diciendo las inexplicables armo-
cia genial podía más qtú.! su espíritu de nías de la naturaleza, un-aire perfu-
desconfianza. Yo debía, por otra parte, tener mado de azahares; cantos de aves canoras,
ese acento persuasivó del que contesta inge- nunca oídos susurros indecibles; rujidos frago-
nuamente, sin pensan1iento ulterior preconce- rosos,-algo que era terreno y del otro mun-
bido, la verdad, porque otra cosa no puede do, que consolaba y daba escalofríos á la
vez, me contenía, pudiendo más que illi volun-
decir ni tiene que decir; así es que, por grados,
tad de entrar. .. Vacilé, luché, entré ... Me
me sentía á mis anchas, lamentando sólo que
recogí vestido, quise dormir. .. imposible .. ren
el tiempo fuera corto, y que momento más, las sombras veía fantasmas ... los tigres me
momento menos, tuviera que ver eclipsarse la mostraban sus bocas dentadas como cavernas,
beata luz de aquellos ojos divinos hundién- por las celosías o persianas .... ( no hay más
dome en las tinieblas nocturnas de mi hotel, puertas en la India. , .) y boas constrictoras for-
que aunque apenas 10 hubiera visto, se me midables, asomaban sus chatas cabezas por
figuraba ya una necrópolis ... todas las rendijas ... tuve miedo... grité .. .
nadie vino ... y aquello, no era un sueI1o .. .
Pocos instantes después, vagaba aterrado po;
. . . . . . .. . . . . . . . . .
bre mi por 1/S (nosotros) y les digo á usteucs, cuando yo me criaba una porción de cuentos
ayudémonos, empujémonos ... extraordinarios.
¿ Cuál es esa dificultad? El tío Tomás; un negro soldado, asistente
de mi padre, que nosotros adorábamos, mis
Que yo quería ahorrarles á ustedes la mo-
hermanos Eduardo y Lucio Norberto (el señor
lestia de saber, si era efectivamente cierto lo
Prefecto Marítimo don Carlitas, no había na-
que les había dicho al principio del capítulo
cido todavía), decía que había ánimas y nos
primero, afirmando que he sido medroso y metía unos julepes del diablo. El tío Valentín,
que todavía les tengo miedo á las tinieblas. otro negro rengo, esclavo de la casa de mi
PiJes no hallo tangente por donde escapar- tío don Tristán Baldez, que vivía al lado, decía
me, y no hay más, tienen usteues que resig- que se oían ruidos, y nos poníamos pálidos, y
narse y que leer. todas las negras y mulatas de la casa, que eran
La casa en que vive mi madre ahora, está una caterva, juraban ellas habían oído,
en las cuatro esquinas de las calles Alsina y una porción de veces, los lamentos de las
alínas que penaban en los calabozos subterrá-
Tacuarí y es la-de altos, que hace cruz mircll1do
á la manzana
. .
de las monjas Catalinas. Tiene
otras señas,; una de ellas, la más notabre, la
neos del presidio, y nosotros, oyéndolas jurar,
nos helábamos; y, para hacernos dormir ó moral pueden ser la locura ó la muerte! Esos
para que nos quedáramos quietos en la cama, recursos son tan fatales en unos casos como
absurdos erÍ ótros, como cuando se pretende
mientras eilos retozaban, en ausencia de los
quitar el miedo por el miedo, desde que este
amos, tenían varios expedientes.
fenómeno involuntario es una simple cuestión
Prescindo del «ahora no más viene el dia-
de fisiología. Querer quitar el miedo asustando,
blo» al que yo le temblaba; porque lo conocía pretender modificar súbitamente la organiza-
de vista. Me refiero al que está todavía en San ción nerviosa de un-niño, es lo mismo que
Miguel á los pies del Arcángel que lo pisa en la querer transformar de pronto un temperamento
barriga, haciendo relucir su espada. enfermizo, por ejemplo, un estómago de na-
La pedagogía por el miedo, de·las nodrizas, turaleza defectuosa.
de las amas, de los sirvientes de toda clase, es Sí, el miedo no es solamente involuntario,
fecundísima. Los padres no se preocupan mu- lo es inexplicable, insensato. La
cho de ella .. V, sin embargo, es tan peligrosa reflexión no puede nada contra él; es en vano
querer explicárselo, por ia razón sencilla que
para el cuerpo como para el alma, siendo el
perturbado el sistema nervioso, privado de
niño, como dice muy gráficamente un escritor
contrapeso, el cerebro se llena de vibraciones
de cuya imagen me un ser cartilagz'1zoso. incoherentes. Y lo que más pone de manifiesto
i Cuántas criaturas contrahechas no andan por la locura del miedo, es que no siempre son
ahí; porque los tironean para hacerlas caminar, éosas horribles. las que producen el espanto en
porque no las sujetan suavemente cuando el niño. Muchas veces es una idea, una ima-
pisa mal, porque las alzan brutalmente cuando gen, menos aún ... á veces un sueño que se
caen y sin mala intención! Cuántas otras no hace crónico, que vuelVe periódicamente COll
padecen de terrores pánicos, porque habiendo su· cortejo de· VISIones cada vez más insigni-
ficantes.
l1acido naturalmente miedosas, se explota en
ellas sin discernimiento esta debilidad,' sin re-
parar que las consecuencias de un sacudimiento
CAUSERIE. LA NOCHE DE CHANDERNAGOR. 25 1
El doctor Grimaud, trayendo á colación los ridad, que es casi lo mismo) tenían su orIgen
perfectamente consciente para mÍ.
cuentos fantásticos de Toepper, de Poe, de
Las ánimas eran las almas de los que pe-
Hoffman, hace notar cuál puede ser la dolorosa
naban en los calabozos subte:ráneos, que
influencia de la periodicidad de ciertos sacudi-
habían existido en el Presidio viejo, que yo
mientos, y cuenta que una nifíita atormentada veía con la imaginación por -lo que me habían
por el miedo lloraba y se escondía todas las contado, así como veía con los ojos, cuando
noches. no me dormía pronto, las ánimas en forma de
-Pero qué tienes? le preguntaba algunas fantasmas blancos, ó lo que tanto vale, uno de
veces la madre; de qué tienes miedo, hijita? los varios sirvientes que con una escoba y una
La tímida nifíita, confusa ignorante, balbu- sábana enarbolada en ella, penetraba en mi
ceaba, no sabiendo qué contestar: hasta que ;lpo5ento, diciendo con voz cavernosa, que me
una noche, acercándose súbitamente á la ma- hacía tiritar de miedo: yo me como los niñitos
que conversan en la cama, ... silencio!
dre y tapándose la carita con el ve5tido, ex-
Un grito de terror, aunque me que-
clamó:
• dara como en misa, hacía huir al fantasma, y
- Mamita . .. tengo miedo... del rui-
de ahí que este expediente sólo estuviera re-
señor. servado para las grandes ocasiones.
Miedo del ruiseñor! he ahí un ejemplo ca- El más usual, el que me dejó una impre-
racterístico del miedo sin motivo. sión indeleble, el que todavía me hace süfrir,
La niñita, había sin duda oído hablar del según el esta.do de mi digestión (con esta pa-
ruiseñor, que toda la noche vela en el bosque, labra expreso todo e.1 j1/oceSSlts fisiológico) era
v sin tener la menor idea de aquel ser des- no gustándome dormirme sin luz, amenazarme
con dejarme á oscuras para que vinieran fos
conocido, había personificado en él todos los
diablos y me tiraran de los cabellos y de los
terrores inconscientes que la asaltaban.
Pero mi miedo, mis miedos, porque yo tenía
varios, (de las ánimas, de estar sólo, de'la oscu-
LA NOCHE DE CHANDERNAGOR. 253
CAUSERIE.
El momento 1 como siempre, que transcurrió,
pies, todo lo cual nunca sucedió, aunque á
momento -fugaz, no por eso menos solemne,
mi me parecía que no podía dejar de suceder, entre el apagar la luz y envolverme en las co-
por más que en cualquier estación del alío, in- bijas, vestido, bajo una temperatura infernal,
.
vierno ó verano, me cubriera herméticamente
con las cobijas, dejando apenas un resquicio
fué terrible ... y ya ustedes hin visto que
no pude rf'sistir.
para respirar ó no ahogarme. Sírvanse tener paciencia.
Pues si ahora mismo que no tengo mucho Despavorido, huía yo, por uno de los bra-
miedo que digamos de los hombres, si, ,o zos ·del Ganges, mercf::d á los julepes que me
cuando representan la opinión ... pública, . to- habían dado los negros y mulatos mi casa,
davía no duermo perfectamente trapquilo en la que por otra parte adoraba, lo repito, porque
eran muy buenos y muy fieles, y ellos me
oscuridad, estando sólo, bien entendido, ya pue-
querían en extremo, y en otro sf'ntido me cui-
den ustedes calcular lo que habré sufrido por
daban mucho.
esos mundos de Dios, combinándose los mie- Ahí habíamos quedado y ahí nos quedare-
dos reales con los imaginarios, y siendo singu- mos, saliendó del mal paso, á la brevedad
lar que lo que menos me haya asustado haya posible, si la Providencia nos concede vida y
sido la idea de la muerte, trance para el que salud.
si antes no he estado siempre listo, ahora lo Mientras tanto ¿ quieren ustedes meditar un
estoy, no pareciéndome tan espantosa esa so- poco sobre las consecuencias de asustar á. los
lución, sin duda porque al fin me he convencido nii'íos con las ánimas, con el diablo, con la oscu-
de que « toda existencia es el premio de una ridad, con el ·lobo ... en vez de hacerlos, en
todo caso, con las mujeres?
lucha, la lucha misma» y empiezo á sentirme
Será un modo de no tomarles á sus hijos
algo cansado ... de mí ... no de los ótros, que
Ó nodriza, maestra ó institutriz, que en vez de
bien mirado y en conciencia no es tanto el mal
que me han hecho.
Ah! qué noche aquella!
254 CAUSERIE.
IV.
•
CAUSERIE. LOS CANIS ANTHUS DE CHANDERNAGOR. 2 S7
races, subiendo y bajando· entretejidos en como un agente magnético, sino algo de tan-
medio de un foHaje de sempiterno 'color, que gible, que, al mismo tiempo que de cuando
en cuando me detenía, inopinadamente me im-
no hay sol que queme, no sólo me paradan,
pelía hacia adelante, ni más ni menos que un
todavía, más colosales aún de lo que eran,
juguete: tales eran mis sensaciones.
sino que se me figuraban fantasmas pavorosos
Pero, por qué buscaba yo aquella casa?
que me extendían sus inconmensurables brazos Y, cuando digo bus.caba, no me expreso
para:agarrarme y hundirme pO,r mi mal, en no bien; por que buscar es inquirir consciente-
sé qué averno. El silencio de aquella soledad mente algo, y" yo sólo tenía en aquel momento
indescriptible, interrumpido cadenciosamente y como vislumbres de que era y existía.
á intervalos, por el graznido de los ¿Qué pasaba entonces en mí, en esta mezcla
de todo género, por el aullido de las alimañas de carne, de hues(,s, de nervios, de espíritus
de toda especie, por el incesante zumbido de vitales, en esta unión de ánima y cuerpo que
los milI0I'!es de insectos nocturnos, y por el constituye el Yo humano?
rujido de toda clase de fieras, estreme- Yo había hallado, como á ustedes les ha
sucedido ya, ó les sucederá, sin duda, el día
ciendo la selva, er1. imponente.
menos pensado, (es cosa que no falla, en el co-
Yo no tenía de mí, mismo. sino una semi-
mercio de los seres con sensibilidad, como no
conciencia, bastante para saber que huía, sin
falla en los negocios el vencimiento de una
saber por qué, ni de qué,. transido de miedo, letra de cambio ó pagaré) yo había hallad·o
buscando el refugio de una casa en la que en mi camino de viajero solitario, novel, una
había dejado todo mi corazón; insuficiente, sin mujer que babía hecho vibrar profundamente
embargo, para concentrar todas las fuerzas de mis cuerdas más íntimas y simpáticas; y ella
mi voluntad, detenerme, volver sobre mis estaba en mí y yo estaba en ella; porque la
pasos,_ y, sobre todo, para deshacerme sin más conmoción había sido mutua, instantánea, eléc-
17
que' llevar las manos atrás, de una adherencia
'ó propulsor misterioso, que no era invisible,
CAUSERIE. LOS CANIS ANTHUS DE CHANDERNAGOR. 259
trica, y estando yo en ella, ella no podía apenas balbuceadas, por el rubor de que yo
dormir, velaba, pensaba en mí, y así, hipnótica- las oyera, habrían llegado hasta mí, en ondas
sonoras y despertándome suavemente como
mente, me atraía, llena de cariño, hacia su
una armonía del cielo, me habrían hecho salir
estancia de vestal. Era pura como el primer
del hotel, sin más emoción que la de la dulce
beso del primer amor. No podía venir hácia
esperanza de verla, llevándome en alas del
mí; pero un anhelo fuertísimo, á la manera de deseo al pie de su ventana ó balcón, con esta
la voz que vibrando en el oído llega hasta ilusión de enamorado: quizá me espera ... !
el corazón, es como un fluido imponderable No podía seguir sino en el rumbo que el
que materializándose, parte, va, llega suges- camino me imponía. Tenía por momentos
tiona, subyuga y atrae. tentaciones de echarme al río, por huír de la
El mundo visible está lleno de lo invisible. espesura. El agua, como el fuego, tiene -su
Vemos lo finito, no alcanzamos lo infinito. atracción.
Hay, RO tengo duda, un magnetismo espiritual, El río era la luz; el bosque, la sombra, la
que es una imantación, en virtud de cuya ley, oscuridad, lo ignoto, de allí salían los ruidos
pavorosos. Algunas estrellas rielando sobre la
no descubierta aún, todos los afines gravitamos
líquida corriente me devolvían como la no-
en la misma dirección.
ción íntima de mí mismo. El camino costeaba
Ella había venido hacia mí, espiritualmente; el río, que quedaba á mi derecha; á la iz-
yo iba, pues, hacia ella, sin saber cómo, con quierda, la espesura que no existía sino en las
el alma y la vida. El miedo había sido un quimeras de mi imaginación, forjadas por el
automotor accidental. Aunque en vez de acos- miedo: era un gran parque. Vagamente tenía
tarme vestido, sofocándome, lo hubiera hecho, la conciencia del peligro. N o sabía nadar; por
como era natural, despojándome, y aunque en eso, sin duda, no buscaba la salvación en la otra
vez de no poder conciliar el sueño, me hubiera banda. Por otra parte, el resto de instinto
dormido, como piedra, las trémulas vibracio-
nes de su voz de sirena, en frases de• ternura,
260 CAUSERJE. LOS CANIS ANTHUS DE CHANDERNAGOR. 261
que me quedaba me decía: ella está de este era la linterna de los vigilantes nocturnos, que
lado; viniendo de Calcuta no has cruzado nada, si me veían, no tenían por qué, ni para qué de-
tenCÍ"me, aunque á esa hora fuera raro y aún
no has hecho más que subir aguas arriba.
arriesgado un pa-seo por aquellos sitios pe-
Sólo perdía casi todo e] conocimiento, sin-
ligrosos. Podía llamarles, sÍ, la atención lo que
tiendo ni más !li menos que si me sepultaran
yo arrastraba; pero era difícil que me vieran
en los profundos abismos, cuando me tiraban bien. La policía, por otra parte, allá como acá,
de atrás y me detenían. Si en ese momento me vigila mal por regla general á ciertas horas.
hubieran plasmado, instantáneamente, cara Lástima para ella que no sea siempre de día.
desfigurada habría tenido esa expresión de Seguía, pues, impelido como Ashaverus por
estupefacción de que habla Shakspeare en la fatalidad de mi destjno, un camino que me
Winter's Tale cuando dice: Se miraban unos parecía interminable, y á medida que se le-
á otros, y sus ojos parecían escaparse de sus' vantaban del río los vapores precursores del
órbitas; su silencio hablaba, sus gestos estaban alba, la cerrazón era cada vez mayor, y el mur-
mullo sordo de la naturaleza crecía por gra-
llenos de elocuencia; hubiérase dicho que les
dos, con el despertar prematuro de los insectos,
anunciaban el fin del mundo.
reptiles, cuadrúpedos y aves de todo género
Socorro! hube de gritar varias veces. La que comienzan á salir de sus nidos y guaridas,
voz se ahogaba en mi garganta. Me soltaba_no .. para acariciar la primera luz crepuscular ...
següía. . . Me parecía que las estrellas del cuando, al mismo tiempo que torcía por una
cielo estaban á mi altura cuando la niebla se senda, hacia la izquierda, me tiraron de 2trás
hacía más espesa. Eran los reverberos de la con más fuerza que otras veces ... meciéndose
alameda, cuya luz 0(; veía sino cuando esta- con la elasticidad de un resorte el estorbo que
ba encima de eUos, yeso como al través de me detenía, como si me prendiera alguna rama
del camino. . . -
un finísimo velo. Creía también ver fuegos
,fatuos; las almas de'algunos infelices que pe-
naban pidiendo misericordia por sus pecados:
CAUSERIE. LOS CANIS ANTHUS DE CHANDERNAGOR. 263
Fué el momento del período álgido de la los mejor... serían unos cien, colocados
fiebre del miedo, y el instante inicial de la reac- en fila uno tras otro, como atados de sus
colas peludas de zorro. Les he tenido siempre
ción, que no se produjo, sinembargo, por com-
miedo, antes más que ahora. Había creído en
pleto, debido á otra sensación de espanto, cuya
otro peligro. Esto me reanimó. No huiré,
causa podía en medio de todo ,determinar.
pensé, sin decírmelo. El instinto es un cálculo
Sentí palpitar mi corazón, mi Yo recobró una instantáneo. Me atacarán irremisiblemente, y
parte de su personalidad, por el instinto de con- son tantos que me devorarán. Fuera.' fuera.'
servación de la bestia, y, en presencia de un fuera.' gritaba desgañitándome y aunque cada
peligro real, solo pensé en defenderme, viendo vez que retrocedía un punto y avanzaba de
perceptiblemente en la oscuridad formas defi- nuevo, me volvían á tirar de atras, quitándome
nidas y oyendo ladridos que no me eran des- bríos, hasta dejarme sin alientos, aquella como
conocidos. Tomaba también un olor fétido, mano desconocida, en medio de todo, se me
nauseabundo. Ya no me tiraban de atrás. ocurría que algUIen pudiera acudir á mis gritos
Retrocedía, gritando, porque pude grita!", N o venían ... pero ganaba terreno y me pare-
cía, y así era, que las avecillas del bosque mo-
fuera! fuera! Nada I no me obedecí:m. Re-
dulaban sus primeros gorjeos, como diciendo,
trocedía siempre. El río y la espesura, que
ya, ya viene la primera luz ... la bienhechora
aún no se dibujaba el parque, me servían de luz!
líneas de dirección. fuera! fuera! gri- Los ladridos eran tantos, que me aterraban.
taba con todos mis pulmones, y hubo un Cedí, dí vuel.ta, caminé ... pero, me dieron
momento, en que los agresores, parecieron tan singular tirón de atrás que giré como un
huir. Yo, entonces, avancé ... me helé l .. . autómata y me hallé más cerca que nunca de
me quedé otra vez como clavado en el sitio .. . la jauría famélica. Fué mi salvación ...
.me habían vuelto á tirar de atrás ... Los agre- Un hombre apareció con una linterna sorda;
sores, viendo que me había detenido, volvieron
á la carga, redoblando sus ladridos. I'ude ver-
CAUSERIE. LOS CANIS ANTHUS DE CHANDERNAGOR. 26 5
vestía un traje que no podía dejar duda, era después, hasta el pie de la ventana ó balcón
un vigilante. Les puso la linterna en los ojos donde la había visto á ella por primera vez, ha-
á los que hacían Cél.beza, los deslumbró, los cía horas, donde ella estaba, de pie, en
ahuyentó, me habló ... sólo comprendí que romántica rever/e, aspirando enajenada, como
primicias de amor, las frescas auras mati-
había debido mi salvación á mi valor (lo de
nales ...
siempre) que lo que yo tomara por perros
Al verla ... después de una noche' de terror,
eran chacales, y que, si en vez de hacerles
allí donde esperaba verla, donde no podía
frente, huyo, me hubieran perseguido sin dejar de estar, pues ella misma me había lle-
tregua, hasta que mordiera el que hacía punta; vado con su sujestión hipnótica, me serití con
lo cual marcaría el momento de que toda la otros miedos más humanos ... era yo tan
jauría se echara sobre mí, no dejando ni mis joven (si viez'llesse pouvait! sijezmesse savait!) ,
huesos; que el chacal es así, algo parecido al la besé con el pensamiento, la acaricié co n
hombre, el cual se anima más, cuando tiene la imaginación, la abracé con el alma ...
,quien cobardemente incite á varios contra uno. Pero la conmoción fué tan intensa, que me
El vigilante ocultó su linterna, siguió su sentí desfallecer ... el pecho era estrecho
para contener todo mi corazón ... me fla-
camino, haciéndome una seña que no entendí,
quearon las piernas ... caí .. y al caer ¿sa-
porque me hablaba en bengalí; yo seguí el
ben ustedes lo que ví? Que arrastraba la
mío, si camino llevaba, y lo seguí sin haber sábana de la cama del hotel, llevándola enre-
todavía recobrado toda la posesión de mí mis- dada en la hebilla de la cintura del pantalón,
mo, posesión que fué devolviéndome poco á la fuerza ésa, que tantas veces me
poco la luz del día, que se anunciaba con ese había tirado para atrás é impelido para ade-
esplendor maravilloso de los trópicos; pose- lante, al soltarme, helándoseme, hasta la médula
sión que me iba haciendo reconocer el paisaje, de los huesos.
los lugares, los aln.dedores, posesión que me
llevó no sé cómo, como no sé lo que sucedió
266 CAUSERIE. tos CANrS ANTI-iUS DE CHANDERNAGOR. 267
Cuando volví del desmayo, tuve la intención han sido suprimidos á solicitud de la familia, siendo
sin embargo, muy conocidas las circunstancias que
confusa del cúmulo de aberraciones de sonám- tan peculiar interés le dan á las relaciones de lord
bulo que, entre la vida y la muerte, me 'habían Eyron con María Chalworth, cuyos amores, aunque
no duraran más que seis semanas, le dejaron una
hecho buscar su casa, hallarla, verla por úl- impresión para toda la vida; siendo él, no ella, al
tima vez, y una inspiración de caballero me parecer, el que no podía olvidar.