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El profeta Eliseo
El profeta Eliseo continúo con los esfuerzos de Elías para restaurar la adoración verdadera. La
obra de Eliseo sirve como un modelo de enseñanza de justicia y fe.
Eliseo instruyó a una pobre viuda para que consiguiera cuantas jarras vacías pudiera. Dios obró
un milagro que permitió que ella llenara toda jarra vacía, vaciando de su jarra llena de aceite de
oliva.
La época era cerca de 150 años después de que el rey David reinara sobre Israel y varios años
después de que el anterior profeta Elías hubiera sido enviado a confrontar la nación, que se
había entregado a la adoración de ídolos. Después de haber sido humillados por una sequía y
una hambruna severas, Israel estaba en camino de regresar a la verdadera adoración.
Al final de la obra de Elías, había comenzado un reavivamiento espiritual, aunque era pequeño.
No deje de leer nuestro artículo: “El profeta Elías”, para que vea cómo Dios hizo que la nación le
pusiera atención. La misión profética de Eliseo ahora prepararía a Israel para futuras reformas
religiosas.
Eliseo era un profeta del Antiguo Testamento, que vivió alrededor del año 800 a.C., en una
época en que Dios se había involucrado de una forma muy directa con el pueblo y los líderes
del antiguo Israel. Alrededor de este período, Dios envió por lo menos a 30 profetas, entre el
reino del Norte, Israel y el reino del Sur, Judá, en un esfuerzo por hacer que sus ciudadanos se
volvieran de la idolatría y otros pecados.
Eliseo el hombre
Dios, que ve en lo secreto, siempre conoce todos los que son de Él y Él había declarado
anteriormente a Elías que había 7.000 personas en Israel que no habían doblado su rodilla ante
Baal durante esa época tan perversa (1 Reyes 19:18).
A medida que Elías se acercaba al fin de su ministerio, Dios lo guió para que ungiera a un
hombre joven llamado Eliseo, como su sucesor. Eliseo, hijo de Safat, era de Abel-mehola, en el
valle del Jordán (1 Reyes 19:16). Después de unos años de entrenamiento, Eliseo se convertiría
en vocero de Dios para el reino del norte; y su ministerio estaría lleno de señales y milagros,
proclamaciones y advertencias. Él sería conocido como el profeta de la paz y de la sanidad.
Elías fue dirigido por Dios directamente para buscar su sucesor, y Elías encontró a Eliseo en un
campo, arando en la heredad de su padre. Elías puso su manto (un ornamento exterior) en los
hombros de Eliseo, y Eliseo aparentemente entendió que este acto simbólico quería decir que
estaba siendo elegido para el oficio de profeta. Sin dudarlo, Eliseo aceptó el llamado a servir,
dejando la comodidad de su familia y su hogar, para seguir una vida más impredecible que
requeriría de un sacrificio personal (1 Reyes 19:19-21).
Eliseo comenzó su ministerio como estudiante de Elías y su asistente personal. Este hombre
joven sería probado primero con cosas pequeñas, como por ejemplo el acto humilde de verter
agua en las manos de Elías (2 Reyes 3:11). El entrenamiento de Eliseo bajo Elías lo prepararía
gradualmente para una obra que tendría que realizar algún día solo.
La escuela de profetas
La Biblia menciona tanto a Elías como a Eliseo visitando centros de aprendizaje religioso en
Israel, a los que asistían grupos de hombres llamados “los hijos de los profetas” (por ejemplo,
vea 1 Reyes 20:35; 2 Reyes 3, 5, 7, 15). Al comentar acerca de esta frase, Albert Barnes escribe
que esto significa “las escuelas o colegios de profetas que existían en Israel, y probablemente
en las ciudades judías, en donde los hombres jóvenes eran regularmente educados en el oficio
profético. Estas ‘escuelas’ hicieron su primera aparición bajo el profeta Samuel {1 Samuel
19:20}” (Albert Barnes: Notas de la Biblia).
Al final del ministerio de Elías, en una gira de servicio entre tres de estas escuelas, la fe y
decisión de Eliseo fueron probadas tres veces. En Gilgal, Betel y otra vez en Jericó, él fue
invitado por Elías para que se regresara (2 Reyes 2:1-7). Pero Eliseo había aprendido a no
rendirse tan fácilmente. Así como en sus años de adolescencia caminaba detrás de un arado,
ahora que había puesto su mano en el “arado” de una línea más importante de trabajo, él no se
iba a desanimar ni a distraer de su tarea.
La “doble porción” es la que denota la proporción de la propiedad del padre que era el derecho
del hijo mayor (Deuteronomio 21:17). Eliseo por lo tanto pidió el doble del espíritu de Elías,
como debería ser heredado por cualquier otro “hijo de los profetas”. Él quería ser reconocido
como el primer hijo espiritual de Elías” (Albert Barnes: Notas de la Biblia, 2 Reyes 2:9).
Eliseo no pidió un honor mundano o un elevado rango entre los hombres. Lo que él quería
realmente era una gran medida del “Espíritu Santo” que Dios había puesto tan generosamente
sobre el profeta Elías. Él sabía que necesitaba el Espíritu de Dios para que lo equipara para las
responsabilidades que tenía por delante.
Elías entonces le respondió: “Cosa difícil has pedido. Si me vieres cuando fuere quitado de ti, te
será hecho así; mas si no, no” (2 Reyes 2:10). Las palabras en hebreo en este versículo significan
que si a Eliseo le era concedido el privilegio de ver la forma milagrosa en que Dios iba a tomar a
Elías, entonces esto sería una señal de que le sería concedida su petición.
“Y aconteció que yendo ellos y hablando, he aquí un carro de fuego con caballos de fuego
apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un torbellino. Viéndolo Eliseo clamaba: ¡Padre mío,
padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo!” (2 Reyes 2:11-12). Dios había tomado
súbitamente a Elías, suspendiendo su servicio y Eliseo había tenido el privilegio de ver la forma
milagrosa en que su maestro había partido.
Eliseo se agachó y tomó el manto de Elías que había caído del profeta cuando fue tomado. Esto
representaba la autoridad que Dios le había dado a su profeta. Elías lo había utilizado
anteriormente en una forma milagrosa, ésa misma mañana, para dividir las aguas del Jordán (v.
8).
Después de recoger el manto de Elías, Eliseo fue a la orilla del Jordán para probar si en verdad
el espíritu de Elías le había sido dado a él. Al aproximarse al río, el preguntó: “¿Dónde está el
Eterno, el Dios de Elías? Y así que hubo golpeado del mismo modo las aguas, se apartaron a uno
y a otro lado, y pasó Eliseo” (v. 14).
Los hijos de los profetas también reconocieron que el “espíritu de Elías” ahora estaba en Eliseo,
y se postraron delante de él como demostración de respeto (v. 15). Eliseo luego comenzó su
ministerio profético, que duró unos 50 años, y se extendió durante el reinado de cuatro reyes
de Israel: Joram, Jehú, Joacaz y Joás.
En sus largos y efectivos años de labor, Eliseo continuó avanzando en la importante educación
espiritual que era tan necesaria en las escuelas de los profetas. Si desea profundizar más en el
papel profético de Elías, lea nuestro artículo “EL profeta Elías”.
El ministerio de Eliseo comenzó cuando cerró las puertas de los cielos por tres años y medio, en
tanto que el ministerio de Eliseo comenzó al sanar el agua de una fuente cercana a Jericó (2
Reyes 2:19-22). Esta fuente tenía ciertos componentes tóxicos, y alguien se le quejó a Eliseo
diciéndole que no era apta para beber y había destruido el follaje que la rodeaba. Eliseo pidió
sal para ponerle al tazón con agua que le habían traído. Eliseo puso sal en la fuente
contaminada y el veneno de la fuente de agua desapareció milagrosamente.
El uso de la sal era simbólico, porque era Dios quien estaba realizando el milagro. Dios declaró
por medio del profeta: “Así dijo el Eterno: Yo sané estas aguas, y no habrá más en ellas muerte
ni enfermedad” (2 Reyes 2:21).
El segundo milagro registrado de Eliseo le permitió a una familia en necesidad recibir una
bendición financiera. Un estudiante de uno de los centros de educación religiosa murió y su
esposa quedó viuda. Ella era muy pobre y tenía sólo un elemento de valor: una jarra con aceite
de oliva. Ella tenía dos hijos para cuidar y le pidió ayuda a Eliseo porque temía que sus hijos
fueran tomados como pago de la deuda.
Eliseo le dijo que fuera a todos sus vecinos y les pidiera prestadas tantas jarras vacías como
fuera posible. Estaba a punto de ocurrir un milagro, que le permitiría a ella llenar toda jarra
vacía hasta el borde, vertiendo el aceite de oliva de la jarra de ella. Esta única jarra de aceite de
oliva fue multiplicada milagrosamente y ella pudo vender lo necesario del valioso aceite para
pagar su deuda y vivir con lo restante (2 Reyes 4:1-7).
Dos milagros adicionales fueron hechos para una pareja que vivía en la torre de Sunem. Con
frecuencia, el profeta Eliseo se quedaba en el hogar de esta pareja que no tenía hijos, cuando
viajaba de pueblo en pueblo por su ministerio. Como gesto de apreciación por su hospitalidad
el profetizó que tendrían un hijo que les traería sumo gozo a ellos.
Más tarde, el pequeño niño sufrió de una enfermedad mientras estaba fuera en el campo, y su
madre diligentemente fue en busca de Eliseo, hasta que lo encontró. El profeta regresó a su
casa para ver qué podía hacer. El niño había muerto pero Eliseo le oró a Dios que lo levantara
de la muerte (2 Reyes 4:8-22; 2 Reyes 4:23-37).
En todo el servicio y en los milagros que realizó El profeta Eliseo, bien fuera en respuesta a la
enfermedad, la muerte, la necesidad económica, al hambre o dar un sabio consejo a los reyes,
algo que sobresale es que Dios no impide que ocurran problemas y pruebas en la vida de su
pueblo. En vez de ello, Dios utiliza estas ocasiones para incrementar su fe y confianza en Él. Con
frecuencia, Dios permite que los problemas y pruebas vengan a nosotros para que aprendamos,
para nuestra experiencia y para nuestro crecimiento espiritual.
Se necesitarían numerosos artículos para explorar todas y cada una de las lecciones que
podemos extraer de la vida y la obra del profeta Eliseo. Estudiar las historias de la Biblia y los
milagros en 1 y 2 de Reyes puede tener un gran impacto en el lector diligente.
Cuando recordamos estas historias, podemos fortalecernos y entender que Dios está dispuesto
y es capaz de ayudarnos con lo que necesitamos, cuando lo necesitamos (2 Corintios 9:8); que
Él espera que nosotros guardemos todos sus mandamientos si venimos delante de Él con toda
confianza en tiempos de necesidad (Juan 14:12-15; Hebreos 4:14-16); y que aquellos que
confían en Dios deben vivir por fe y no por vista (2 Corintios 5:7).
La obra de Eliseo fue educar a las personas acerca de los requisitos de Dios y sus bendiciones
por vivir en fe. Su mensaje es lo mismo de importante para nosotros en la actualidad, a medida
que luchamos por acercarnos y ser más como el Dios que trabajó con Eliseo. Debemos orar
pidiendo la ayuda de Dios y buscar su Espíritu como Eliseo lo hizo.
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