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SARTRE

o
LA FILOSOFIA DEL ABSURDO

Le monde tout nu qui se montrait aun


coup, et j' ettouffais de colére contre ce
gros étre absurde. On ne pouvait méme
pas se demander d'oü ea sortait, tout ea,
ni comment il se faisait qu'Il exístát un
monde, plutót que rien. Ca n'avait pas
de sens....
L' exístentíalísme athée que [e repré-
sente, est plus coherente. 1I déclare que si
! Díeu n' existe pas, il y a au moins un
étre chez qui l'exístence précéde l'essence,
un étre qui existe avant de pouvoir étré
défíni par aucun concept, et que cet
étre e'est I'hornme ou, comrne dit Heídeq-
ger, la réalité humaine ..., l'homme n'est
rien d'autre que ce qu'íl se fait.-
J. P. Sertre,

Juan Pablo Sartre nació (21~VI~905) en París en un lugar


de la clase media con ascendientes médicos y profesores. Huér-
fano de padre. muy pronto y maltratado de dolencias, busca el
aireado clima de Meudon. Crece Juan Pablo no sin cierta ex-
traña afición por las historias terroríficas que su aún díraínuta
cabeza gust~ de revolver al entregarse al sueño. En la Rochela
donde su padrastro obtiene un puesto administrativo, cursa el
Bachillerato. (En la copiosa iconoqrajía sartriana que tengo de-
lante aparece aquí en medio de sus' condiscípulos; catorce años,
el rostro más serio ypensatívo del grupo.) Vuelve a París e in-
gresa en la Normal (1925). Licenciado. Habilitase. al segundo
intento, para la enseñanza, y hace el servicio militar-en el Cuer-
po Meteorológico y sólo como áuxiliar por deficiencia de la
vista-o Inicia el profesorado en El Havre, que interrumpe con
viajes de estudios a Alemania. Allí oye a Husserl; no así a
Heidegger, aunque lo hubiera pretendido. De El Havre, no sé
si pasando por alguna otra población provinciana, viene de nue-
150 JOAQUÍN IRIARTE, S. J. SARTRE o LA FILOSOFÍA DEL ABSURDO 151

vo a París. Le veo en el Liceo J anson de Sailly retratado en dolor uno muy de la devoción y de la intimidad de Sartre,
medio de sus discípulos: puede tener unos treinta años, Es ya M. Beigbeder. Esquema de una teoría de las emociones (l939),
.filósofo, pues que ha renunciado al cuello y a la corbata, cerran- estudio de la conciencia y el acto. El Muro (1939), serie de
do con .un como jersey la parte superior del tronco. Movilizado cuentos-alabados por Gíde=-, en que hay personajes neuró-
en 1939, cae prisionero (1940); por razones de salud es puesto tices, impotentes o frustráneos que, en su despecho, dan en
en libertad. Reanuda la enseñanza, y trabaja al mismo tiempo aberraciones lamentables; se dispara contra la burguesía y, en
en la dramática griega en la que inicia a los autores noveles el primero de los cuatro cuentos que lleva el título de la
de la escuela Charles-Dullín. Entra en la Resistencia y escribe portada, contra el fascismo. El Imaginario (1940), proceso y va-
para las publicaciones clandestinas sus "ejercicios de silencio". lar de las percepciones. Las Moscas (1943), pieza teatral en
(Sartre algo sabe de los Ejercicios de Loyola; d. La Náusea.) tres actos, con alusiones (1) a la política de contrición de Víchy:
Después de la liberación, el hombre del día. Salta de París a tiene paisaje y personajes helénícos, y recoge una impresión tu-
América como coresponsal de Le Fígaro y Combat; en el Ca- rística del autor por tierras de Argos. El ser y la nada (1943),
nadá, y creo que también en Nueva York, da conferencias. Le fundamental en la filosoña de Sartre, 724 pp., nueve ediciones
siguen algunas de sus piezas teatrales que allá se representan. para 1947. Huis-clos (1943), pieza teatral, con un pseudo-ínfler...
Vuelve, y "su" café de Flore se convierte en punto de cita de no de fondo decorativo y apuntando una como prueba de la
una como masonería filosófica. Tiene el café una gran hora ri- inexistencia de Dios; después de la guerra alcanza una reposí ...
tual, la de las líbacíones meridianas, cuando acude allá el gran ción triunfal en París y en el extranjero. Les Chemins de le. li-
pontífice; y un momento cumbre el sartrísmo, el de la conferen- berté: 1, "L'aqe de raíson" (1945); 2, "Le Sursía": 3, "La mort
cia en el Club "Maíntenant" (octubre de 1945), La tribuna defi- dans l'Ame"; 4 "La Derníére Chanqe", tetralog!a moral en Ior-
nitiva de Sartre, hasta no hace mucho al menos, ha sido el diario ma anovelada; aboga por la libertad pura y absoluta o sin com...
Temps Módemes donde mandan con él M. Merleau, A. Olí- promisos (la tercera y cuarta parte inéditas todavía}. Reflexio ••
víer, R. Aran S. de Beauvoir. nes sobre la cuestión judía (19-46). en contra del antisemitismo
He aquí ahora su producción literaria (incluída toda ella en burgués. Descartes (1946), O la libertad de pensar. El Existen-
el Indíce de los libros prohibidos, Decreto del Santo Oficio ciaZismo es un Humanismo (1946), educativo, defensa de su Blo-
27~X~948): sofía, tildada de inhumana: repetición de su conferencia en el
Maintenartt; Situaciones I y /I (1948), ensayos; Le Dieu de Beu-
A los dieciséis años ensayaba ya Sartre algunos trozos que deleite (1918), o el anticrístíanísmo. Piezas teatrales: Muertos
querían saber a filosofía. A los dieciocho colabora en la Revista sin sepultura, elogio de los caídos en la Resistencia: La Corte-
sin título; véase para muestra su cuento "Ange du Morbíde", hoy sana tespetuose; crítica en parte de U. S. A. y de su conducta
reproducido, que exhala los miasmas que después han de acom- con los negros: Les Mains' Sales, un comunista vengador casual
pañar a su obra exístencíalista, llamada por algunos¡ miasmática de su honra; Les Autres.' •
con otra voz más. cruda que empieza y termina como la prí- Diremos de paso que varios de estos libros o libritos van
mera. 'Dos o tres manuscritos suyos posteriores merecen, que- teniendo ediciones de lujo con ejemplares muy limitados. Alqu-
dar rechazados por (!) los mercaderes de libros. En uno de esos no ha ido a la pantalla.
engendras juveniles se anunciaba al editor con esta nota reco-
mendaticia: "Joven filósofo. Prepara un volumen de filosofía des- 'L Con este esquemático Sartre por delente-c-eufemízado toda-
tructora.". ' vía en mis notas-, digamos algo de su filosofía, que bien se ve
Puesto ya a darla, sale lo primero La Imaginación (1936) viene desparramada en obras de muy pistinta índole, predomi-
-para la Nueva Enciclopedia Fílosóflca-e-, preludio de su Iu- ,: nando acaso las de acción teatral y de forma anovelada cori per-
tura fenomenología. Sigue La Náusea (1938, 42 ed. hasta abril: sonajes que la representan o simbolizan. Entre las de pura ex-
1948), novela, esbozo de sus maneras de intuición: en los mo- r posición doctrinal-no sin sus largas descripciones de afectos y
mentos de hastío y náusea es cuando nos .percatamos de nues- \ apasionamientos a veces menos púdicas-descuella El ser y la
tra existencia, cuando pesa ella sobre nosotros como "une gros~: nada. Tiene como subtítulo "Erisayo de una ontología Ienome-
se béte ínmonde". Vienen personificadas en un erudito historia- nclóqíca". Recuerda, pues, en sus enunciados, por una parte, a
dar, Antonio Roquetín. que en forma de
diario relata sus' tris- Heidegger, el inductor de la nada o de la níhílidad como con-
tes soledades entre afecciones nauseabundas. Hace furor, pero torncante casi positivo del ser humano, y por otra, a Husserl,
ningún jurado osa premiar tan escandalosa obra, observa con' funclndor de la fenomeno1ogía como método filosófico. ,Aquella
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JOAQUfN IRIARTE, S. J. 1(11111 o 1./0, PUL AHlilllll)()

nada que en Hamlet era contraposición y exclusión radical del de prímera hora y nos dicen
ser-Ser o No ser-queda ya dentro del ser, hecha parte del 111111(1c~lIr"llt'rllc/6J1viril y una angustia fuerte como lo
mismo, y, a pesar de su aparente vaciedad, motiva una orques- (Jlll' 'tI,lmlll n IIUS soldados a la muerte angustiosa pero
tacíón filosófica que jamás se sospecharan Hegel y Heidegger. flclcu(¡·IIH'I1!t·: el cxístencíeltsmo es un auténtico humanismo,
Es que estamos en la inversión de los conceptos no ya de solo reponen, Son los cristianos los que, confundiendo su desespe-
los valores. ración con otra cosa, nos tildan mal de pesimistas, afirma Sar-
Curioso seguir los pasos del husserlismo y del heideqqeris- tre al fin del manifiesto del Maintenant (p. 95). La fraseología
mo hasta convertirse en sartrismo y quedar como tal diíeren- de la controversia es dura, tiene que ser dura, ya que los exis-
ciado y definido. Surge este último como brote de unos radica- tencíalístas vienen a superar en eso a los de la Acción francesa.
lismos lentos o de efecto retardado existentes en Alemania ha- Después de todo una cosa queda en. claro. Hoy por hoy
cía varios lustres, que al entrar en ambiente más cargado de Sartre no va ni con los marxistas ni con los cristianos, se queda
pasión-o de traqedia-s-Iorman una mezcla detonante. El exís- fuera de unos y otros. Una posición centro, empinado sobre las
tencíalísmo. que, junto a la Selva negra, fué de formas más o pasiones humanas. Le basta ser "pícassísta" en arte, quedar .am-
menos académicas y para sólo los iniciados-pues lo del exis- parado con Baudelaire---ya es bastante-en procacidad litera-
tencialismo político hitleriano es más que discutible, al menos ria, y en filosofía ser un buen anarquista: he venido, le oímos
para los que hayan leído a Rosenberg, el teórico del racismo-, antes, a escribir una filosofía -destructora. Nos lo :van a repe-
salta al ágora, al gran teatro del mundo y se hace movimiento tir algunas de sus tesis.
filosófico y literario al mismo tiempo. Desde el culto galo de los
Druídas, o para hablar más dentro de nuestra materia, desde los - Temática sartriana: La angustia relíqíosa es vana, Dios no
días de los solitarios de Port-Royal, no se había visto espec- existe ni puede existir. Sin Dios y ni siquiera la idea de Dios,
táculo tan peregrino en Francia. Un grupo de intelectuales que la que después de todo es contradictoria. Sin cielo y sin siquiera
pasea por los alegres bulevares angustias metafísicas, absurdída- el cielo ateo. El hombre se crea solo, es contingencia pura, cosa
des de una vida gratuita y sin: sentido, de una existencia que que por' ahí se encuentra y lo encuentran, mas.. ¡ay!, sin rela-
les viene muy ancha y arrastran como algo sobrante "de trop". cíón alguna con un absoluto. El absoluto es esa gratuitez per-
Y, [jóvenes todos ellos! fecta -que es el hombre; ese su sentirse sobrante. La nada. no le
Sartre, su jefe, es blanco de mil escritos controvérsicos: en- es anterior, ya que la nada viene al mündo por el hombre y
sayos.: piezas teatrales, cuentos, novelas, películas, periodismo anida dentro de él., La esencia tampoco le precede; no hay una
sobre todo. Polémica ardorosa que alguien ha llamado de café, naturaleza humana, porque no hay un Dios que la conciba o
como la que provocaran antes el nudismo o el cubismo. En ella ejemplarice: es, la existencia la que establece y elabora la esen-
suenan los nombres, de Husserl, Faulkner. Dos Passos, [oyce. cia. Vida gratuita la del hombre, -vída sin sentido, "una pasión
de los que se confiesa deudor intelectual o literario Sartre. Le inútil". Tan inútil y tan absurda como la misma muerte, ínme-
replican que haría bien en extender la 'lista a Hegel y Heídeq- recedora de preocupación alguna. Vivo .desterrado en una con-
ger, a pesar de citarIos muy poco. [Plaqíasíol, le increpan; .los tingencia sin esperanza, y de ahí mi angustia y mi hastío. El
he completado, contesta. Cierran contra él los Claudel, Mau- mundo es un conjunto de seres contingentes encerrados en si
ríac, Gíraudoux, Maritain, Troisfontaines, Marcel, Benda, Vaíl- mismos, sin apuntación alguna a lo alto. Dios pudiera nacer de
lant, y creo que también Bataille y Malraux. Pícasso no diré nuestras relaciones con otro. Dios-su ilusión, mejor dícho-e-pu-
que intervenga directamente, pero merece, desde luego, algún diera surgir de una sublimación de nosotros (1 ).
estudio del autor de La Náusea. Al escéptica Gide se quisiera
hacer caer del lado de los sartristas, quienes a última hora se
(1) Para quienes deseen saber algo de la construcción sartriann, he nc¡u! algunne
acogen a un humanismo que parecía andar muy lejos de sus notas complementarias:
filas. Buscan ganarIos para sí los seguidores de Marx, con los Metido yo en una existencia gratuita y sin sentido, que es lo Jl11~Jl10 que sin funda-
mento, veo que sobre el ser esencial o el ser "en-si", inerte y mUCllO, .urge In concien-
cuales tienen de común, además de sus diatribas contra la "sa- cia que es el "para-sí", Ello constituye el suceso máximo que le advlene ni ser, ya que
lauderie bourqeoíse", el no creer más que en el reino del mundo. la estructuración de la vida, la fundamentación del ser, en olrR8 pnlnbras lo síntesis o
coincidencia del "en-sí" con el "para-sí" se opern por SU merllo. Se opera, no; se qui-
Los buscan también algunos cristianos de la fracción de Moun- siera operar; la pretendida fundamentación O coincidencia se hace entre ruidosos fraca-
níer, quien enarbola su programa: "Personalismo y Crístianis- sos y aniquilaciones continuas. Aniquilaciones, porque 111 existencln y actuación de la
mo" (1946). Los sartristas, llamados a su vez' "salauds" por los conciencia, mera articulación dcl "en-si", es descomprenslenándolo, rarificándolo, lo que
supone posiciones de la nada. Fracasos, porque en sus tentativas tras la aprehensión del
defensores de la dignidad humana, de una vida con sentido, mundo exterior, del mundo interior y el de los semejantes, nada consigue. El mundo
. J. 1111 l. 1\t\!ltl1l11(l

Hatn de hablar, que hasta ahora era patrimonio de


I1WnCl'l\ IId,Id l'OIII1IH:llIO qlll' ••~ r~1 1I1\'! 111'11 (';()I\ \.UI nltus nocícnes metu
mcutee impías entretenidas en hacer literatura, se ha erigido en flslcll/l, tOJl 1·111111111111 IlItl'ljur y exterior, con la
alterldad o trato
Istema y se da como sistemática en un libro de más de 700 pá- de los h()JlIII11~II, El HI'I' o M\I/ltJ'atodel fenómeno nada supone en
glnus. He aquí un hecho que está tentando a las mentes refle- Sartre: en nllnhJll. d fenómeno del ser y el superfenómeno-con .•
xivas que gusten de ir prendiendo granitos de filosofía al vivir ciencia.· , que es la subjetividad, el "pour-soí", lo es todo.
de las ideas y de la historia. ¿Cómo han brotado estas flores La fllosofia de Sartre como contenido enlaza, según eso, con
del mal en la ciencia de las últimas causas? Heidegger. Surge, 10 dice -termínantemente (d. L'Existentialis .•
No bastaría decir que por la tragedia y la desesperación de me est un Humenisme, pp. 17 y 33), de los ateísmos, de las me-
este mundo moderno que, abandonando a Dios, quiere vivir de ditaciones finitistas que preconizó el segundo cuando nos habló
su propia índiqencía.: La desesperación, sola ella. daría un mo- del ser dentro del tiempo real. del ser proyectado en la existencia
vimiento convulsivo, inarticulado; dicho en metáfora. la ciega sin ninguno que lo proyectara. Surge de su angustia metafísica,
expansión del vapor. Pero aquí hay un impulso dirigido. un ho- de su acentuada necrofilia o "ser-para-la-muerte" que destacó él
gar que vaporiza el agua. la conduce a los cilindros tensa, y por como la estructuracíón máxima. el "perfeccionamiento" último
piezas articuladas y ruedas bien dístríbuidas la convierte en mo- de la vida. Surge de sus nihilidades con categoría metafísica,
vimiento de traslación. de .avance ideológico. Y es esto 10 que de los. tragicismos que fué entonces defendiendo por extenso,
conviene explicar. Intentémoslo al menos.' aunque los vaya hoy neqando o suavizando. En su libro recogió
la herencia, desheredada, de los Kíerkeqaard, Unamuno, Níetzs .•
HusserI y Heidegger son los precursores de Sartre, queda che, y en largas disquisiciones sobre el ser y su 'sentido, en alar- .
dicho más arriba. A Husserl oyó Sartre por espacio de un año. des ontológicos y ónticos, trató de establecerla sólidamente.
Husserl, por otra parte, en las postrimerías de su vida, tuvo En la vuelta de Heidegger al tema humano, al ser por exce-
unas celebradas conferencias en la Sorbona (1931) que publicó lencia que se posee y se enlaza actuante y dominador con otros
con el título de "Meditaciones Cartesíanas". título que impor- seres, hay, desde luego, una muy profunda significación his-.
taba no sólo un cumplido a los paisanos del filósofo de las ideas tórica que la filosofía tradicional hará mal en desestimar. Cuan-
claras y distintas, sino un programa. un método filosófico en for- . do en la observación de la naturaleza se está llegando a la con.•
ma de ciencia estricta según el modelo de Descartes. Esas con- textura íntima del átomo, a su desintegración, y en conseguirla
ferencias y aquellas clases, se observará, bien pudieron ocasio- se ha puesto interés tan sobrehumano; en la observación del
nar la Ienomenoloqía sartriana a que nos estamos refiriendo. hombre, en ir analizando su urdimbre ontológica hay el día de
Algo hay que añadir, sin embargo. La fenomenoloqía sar- hoy el mismo o mayor interés. Se quiere penetrar en sus secre-
triana es existencialista, carga el acento en el existente humano, tos todos, y con tanta mayor obstinación cuanta es menor o nula
lo que es decir que no tiene interés en enfrentarse, como Hus- la atención que pueda robarle un ser Supremo en que no se
serl, contra el positivismo negador de las esencias. El ser de .cree. Apréciese desde estos puntos de vista el hecho del exís-
Sartre se divide en el "en-sí", que es 10 que es, realidad inmóvil tencialismo centrado en el hombre. obsesionado por el hecho hu-
e inerte que prácticamente significa poco en su libro. y en el mano. Sólo así se comprenderá la fuerza de esa corriente huma-
"para-sí" o la conciencia, esto es: la realidad humana, la rea .• nística que, entre las dos guerras, surgió con deslumbrador apa-
rato filosófico, con analítica tan penetrante de los atributos exís-
exterior se le deforma con unas nociones metafísicas que se constituyen negativamente
con respecto a ella, es decir, no siendo la conciencia dichas cosas, sin coincidir sujeto tencíales y del sentido del hombre concreto.' No exageremos:
y objeto. reflejo y reflejante. El mundo psíquico menos se le puede alcanzar. ya que la pero valían lo suyo algunas reacciones antí-conceptuales. anti-
reflexión deberla hacerse distinta de 51 misma. pues de lo contrario no hay objeto y'
en consecuencia tampoco conocimiento. Los demás hombres se le escapan porque o se racionalistas. El hombre histórico estaba menos estudiado, y, en
siente amenazado por ellos (odio). o al querer convertirlos en sí (deseos del amor y medio de aberraciones lamentables. trajo algún bien el hombre-
sexo) tomándose a 51 como absoluto. por una contrapartida natural. querrán ellos to-
marse a sí propios como absclutosv devorárselo por su parte, con lo que se desbarata tiempo-real de Heidegger. Ahora existencialistas más finos y
todo intento de fundamentación del ser, de coincidencia del "en-sí" con el "para-s!". audaces le han desbordado, de lo que se duele y se defiende
Vive. pues, el ser-el ser por antonomasia que, 'es el hombre-inclinado al borde de sí
mismo, saliéndose de 51 en su conocer y querer, siendo lo que no es y no siendo lo que en. parte. Sartre le cita-e-no mucho, pero le cita-y le corrige:
S. 1Es una pasión inútil! Le corresponde una ética que sea. un renunciamiento a la se- le supera en análisis que le fueran caros, los de la muerte, de
rledad con una actuación de libertad pura y absoluta, sin compromisos de ningún' gén.!ro:
¡la gran soledad del hombre verdaderamente librel Dostoievski avait écrit: "Si Dieu la mundaneídad. de la angustia, de la mala fe. de la nihílídad.
n'exifttait pas, tout serait permis." C'est la le point de départ de l'existentialisme, apos- Tenía que ser así, y no sólo por esa ley indeclinable del pro.•
111111 Sartre (Cfr. "L'Existentialisme est un Humanisme", p. 36). Incorpore cada cual
.11 vklu y su ser, como Picasso, en el cuadro tnoral que se idee y se pinte; ¡no hay más! greso ideológico, sino por algo más.
l-.,
OAQU(N lRIAUT •.•,

El método que funda Husserl y para sí reclama Heidegger, lentl'llIrntr J1I'I'JluNtdos pora que la fenomcnologfa, que Re Jnctil
dejando la visión familiar y vaga de las cosas que lo dice todo de SN ohHI'rvlll'/()n plena-y nada más que observación plena-
y no dice nada, va a la observación y concíentízacíón plena del de la pobre y desesperada realidad humana tuviera éxito. Un
fenómeno, del "dato", como dicen, de lo que está puesto de- París que ha dado la áspera intimidad psicológica del hombre
lante, para por su medio llegar a la realidad transfenoménica, en su sinnúmero de novelas y dramas intentará dar la intimidad
a leer la realidad en su ser no ya de fenómeno, sino de condí- ontológica cuando ésta se ha acercado tanto a aquélla. París,
ción o base del mismo. Representa 'una como visión espiritual que en esa misma polémica existencialista de que antes habla-
que va a dar a nuestras palabras un significado fresco y com- mos dejaba en claro que no puede renunciar a las grandes in-
pleto, a explicítar lo que está implícito, lo que en el trato co- quietudes de la intimidad del hombre, al "esprit", lo que, des-
rriente y perfunctorio de las cosas se nos pasa de largo. La Ieno- pués de todo, y a pesar de tantos aparentes materialismos, pre-
menoloqía, mal manejada, ha hecho del existente humano una gona la calidad supramaterial de su sutil constitución eluda-
serie de manifestaciones o patencias sin un fondo transfeno- dana.
méníco,' Pero aun bien manejada, lo que lee o interpreta no Sartre, efectivamente, entronca con los "romanciers", los
siempre es lo último de la realidad como después veremos, ya cuentistas y dramaturgos de su país. Sin que queramos decir
que la intuición de que echa mane no alcanza directamente el que no haya estudiado a los filósofos, sobre todo a los alema-
espíritu. Además en su empeño de observar al hombre, como nes desde 'Kant en adelante, es claro que en sus personajes:
ocurre muchas veces con los métodos experimentales, le ha exi- Roquetin .Mathíeu, Garcín, Orestes, etc., empalma con aqué-
gido que comparezca en situación precisamente de anormal. cuan- 110s y aún los emula en el afán escudriñador de las vísceras
do es más interesante, cuando, hecho un ovillo de angustia y de humanas. Tiene su penetración, su encanto descriptivo (d. vgr. la
níhílídad, con su gratuitez, con sus incoherencias, sus pasiones marcha sobre esquíes en El ser y la nada), una claridad que
inútiles, sus contradicciones vivas" Ilora su miseria ontológica, se manifiesta no sólo en la intuición de las ideas personificadas,
es decir, el hombre de los, psiquiatras, y desde luego el de las sino en el don de la 'continuidad del pensamiento; tiene además
novelas malsanas o morbosas. :Así entendida la fenomenología su talento dramático. Acusa por doquier la fuerza plástica con
exístencíalísta, tenía que surgir potente donde ha surgido. que dicha escuela ha hecho ciudadanos del orbe a sus perso-
najes de bulevard y de las "edificantes" colinas vecinas, con-
Hay un pensamiento entre literario, y filosófico que, en los virtiendo en magno vivero humano su novela y su teatro. Mí-
días de la alegre sociedad versallesca de la Regencia, produjo rado así Sartre, no debe de desdecir de los Flaubert,' los Mau-
el hombre de la naturaleza: el que, rompiendo las amarras so- nassant, Balzac, 201a, etc., etc, Con muchos de ellos va liqado
ciales, anhela volver a la incivilidad de la selva y de ,la cueva además en su desprecio de la burguesía no ya 'como detenta-
para restaurarse en su ser o al menos para no acabar de des- dora de los bienes de fortuna, sino como pobre estado de con-
truirse. Ese mismo pensamiento a que nos referimos, y acaso ciencia.
mejor la' literatura que lo encarna e impulsa, salió con Voltaire En su obra "estrictamente filosófica" abundan bocetos sobre
a rebatir los optimismos dé Leíbniz: y escribiendo más tarde la el odio, la viscosidad, el amor, el sadismo, el masoquismo, la
com~dia humana, en contraposición a la divina del Dante, des- náusea, la muerte, la "libido" inicial de los niños, el vértigo, la
taca los análisis de los fondos bajos del hombre, del erotismo caricia, la mala fe; pero-y aquí lo importante-en orden a
sobre todo, manifestación de la realidad íntima y profunda más fundamentar la estructuración ontológica de la conciencia o el
humana, si se quiere demasiado humana, demasiado absorbente "pour-soí ", en orden a establecer firmemente el concepto de alte-
y demasiado obedecida. No es menester señalar aquí la gran ridad, capital en la escapada del solipsismo husserliano; en orden
floración de la escuela realista, ni su empeño en llegar a la ob- a señalar no ya la riquísima psicología del acto interno como
servación directa y a la reproducción exacta de lo real, en oca- hicieran los literatos, sino su rico contenido entitativo, su sen-
siones (con el naturalísmo ) a una representación exclusivamente tido óntico. Análisis que colocan a Sartre, lo hemos dicho, al
cruda de cuanto de animal y grosero hay en la naturaleza huma- lado de los "écrívaíns" famosos, pero por los que al mismo tíem-
na, con sus fealdades físicas o morales. Es una literatura que po no desmerece de los escudriñamientos de la realidad que han
ha dejado en Europa un olor acre de clínica y de sala de ope- intentado los filósofós sobre el intrincado dédalo del Yo y del
raciones, y en los labios de todos andan los nombres que la en ... Tu con la complicada estructura, que la conciencia va adqui-
carnan. riendo en frente de la negación, de la nada, de la libertad, ('11
Habla, pues, un terreno, una mentalidad y unos hábitos ex- frente sobre todo del gran problema de la alterídad a impulso
, l.
ocurre pn'Ulllltlll': '¡'"JufliI/IM dll\Ct'l"PIIJlrlll, ¡UO l'l\t(111 cllr.!l'lIdtl '1\1
de·1 odio y del instinto amoroso hecho instrumento metañstco. In fllol\oflCl til'Jl(' que Hcr algo milI! que las claras putcncillll Y
t r 11 estupendo barajar la vida y los afectos íntimos en pos de prescndllA del objeto? ¿Cómo, si no, distintos fenomenólogo!l
111 ontolog!a, del sentido del mundo y del ser, a fin de dejar esta-
captan la realidad de forma tan distinta? ¿Tiene la fenomenolo~
hlccldos los atributos o predicados existenciales-¡sólo existen- gia sus limites, y cuáles son1 ¿Cómo fundamentarla metafísica~
lnlesl-que corresponden al hombre en sus relaciones con el
Yo, el Tu y el Mundo. mente?
He aquí un programa que, a la vez, es el formulado de la
crítica a que en reciente libro, La persona encarnada. somete
Porque es el caso que todos los juicios que dan amplitud y A. Brunner las doctrinas de Husserl, Heidegger y Sartre. Crí~
vuelo a nuestro vivir no son existenciales sino esenciales, refe- tica interna que no se contenta con bordeadas en sus contornos
ridos a ideas que desbordan el existir, a realizaciones tras un o juzgarlas con afirmaciones o censuras que sólo extrínsecamente
modelo levantado sobre el tiempo y el espacio, sencillamente
eterno. Anterior al hombre de carne y hueso hay otro hombre, las afecten (2).
una naturaleza humana concebida en la mente del Hacedor cuyas Ni HusserL ni Heidegger, ni mucho menos Sartre, se han
líneas han de ser las de la entidad del segundo y las de su mo- percatado, dice Brunner, que el alma, en nosotros, tiene envol-
ral perfeccionamiento. El hombre concreto, el existente, si no tura de carne, de que eso que decimo~ "persona humana", es-
pudo ser ni hacer ese modelo, ha de querer realizado según píritu por cuanto dice persona, es un ángel disfrazado al qu'e
la medida de sus posibilidades en un plan de filosofía ideal, no cabe llegar directamente por métodos intuitivos ni con esas
de filosofía esencialista. Aspiramos a algo más que a vivir em- apariciones de que tanto nos hablan. El espíritu no se presenta
parejados con el tiempo real; nuestras ilusiones llegan hasta las "en persona" según la frase en boga; se presenta en disfraz,
profundidades de un tiempo ideal o posible. Queremos un fin
para nuestros actos, escala para la ontología, jerarquía para los
con mil maneras de
ocultación. Además del fenómeno "prima
Ironte" que decían los clásicos, hay el de segundo término, el
valores, un sentido para el mundo, horizonte ilimitado para sus tras fenómeno que lee o interpreta el intelecto a través de 10 sen-
aspiraciones. Nada de Iínítísmos asfixiantes. sible. La espiritualidad hállase sumida en la vida corporal.
La concepción desesperada' del hombre que, en Heídeqqer, y una y otra vida discurren parejas. Importa, en consecuencia,
se reducía a aceptar su ser-para-la-muerte, a abismarse en averiguar el influjo del cuerpo en el conocer, querer y ser espi-
la nada-una nada que no era sólo dejar de ser, sino llegar a rituales. y pues el espíritu, a pesar de la costra corpórea que lo
ser lo último que en buena lógica y ontología le correspondía=-, envuelve, tiene trasparencias, estudiemos bien el punto de la rea-
se ha llevado a sus últimas consecuencias. Todo empeño o des- lidad como objeto patente Y para mí, y como estrato oculto o
empeño que trate de sustraerse a la mezquina condición exís-
como es en sí.
cial humana, se declara arbitrario, inauténtico, injustificable ante A tenor del libro que comentamos, la cognición humana,
la razón. Sería, aseguran, un desfiguramiento o degradación de acto espiritual en sí, por su unión con el cuerpo no llega a ser
nuestra vida, cuya definición última es, lo ha dicho Sartre, la. intuición pura, sino que está deformada por los elementos sub-
de ser "una pasión inútil", sin otra culpa de nuestra parte que jetivos procedentes de la sensibilidad, la que, al revés del espl-
la de existir, de haber nacido que dijera Segismundo. rítu, no puede amoldarse a las finas concretidades de la real.
Es esto lo que importa recalcar. Sartre superando a Heídeq- La sensibilidad en el presente caso no es otra cosa que el acom-
ger y a Husserl en la finura y agudeza de sus observaciones pañal' del cuerpo el conocimiento espiritual.' .
fenomenológicas, hurgando en la facticidad de la vida y en el El primer efecto de la sensibilidad dicha es el angostamiento
sentido de las apariciones de la realidad humana, revolviendo
esa su paganísima "encarnación" como medio de posesionarse (2) La obra a que nos referimos, no sin recomendarla vivamente. es La pe1'SOMI~
del otro y llegar a la alteridad perfecta, nos ha llevado al mayor incarwée. Etude sur la phenomenologie et la philosophie e-!istentialiste. (Bibliotheque des
de los desfiladeros que la filosofía ha conocido. Lo que se decía Archives de Philosophie.) Beauchesne et ses Fils. París, Rue de Rennes, 117. 1947;

infalible por ser un método que se contentaba con leer en las 299 pp., 230 X 144 mrn.
Bruí1Oer-conocido ya de antes de los lectores de RAZÓN y Fl': como autor de un
potencias del ser, con irIas describiendo fielmente-sin el pe- , Ideario filosófico (Gru>ldfragen del' Philosophie)-es alemán de sangre y de educación,
si bien, familiarizado, y mucho, con la mentalidad francesa, haya escrito ésta y otra
ligro de los extravíos que ocasiona la deducción o el díscur- obra en francés Y' en Francia, donde residía los años de la moda existencia lista, 1943-47.
1'10-, es hoy un nido de sirtes y de escollos. Ante un Scheler Muy bien recibido el libro en Francia, Bélgica y Alemania, en el Congreso de Feno-
menología de Lovaina (1948) mereció ser alabado como la mejor exposición de la feno-
fenomenólogo que se va al realismo, -un Husserl al idealismo, un menología. De esperar es que encuenee un buen traductor castellano.
Heldegger al finitismo y Sartre a todos los absurdos imaqinables,
lhO JOAQufN IRIARTE, S. J. SARTRE O LA FILOSOFÍA DEL ABSURDO ((lt

dl' In visión. Lo que el espíritu abarcaría de una sola mirada, cia y personalidad de los demás hombres. La inmediata pero in
Re fracciona en aspectos varios, aunque no sin que, más o me- objetivada aprehensión de este ser personal' del prójimo que
nos borrosa, se nos dé con todo lá unidad de los seres, Lo con:' Brunner ha descrito largamente en sus páginas y que no es sino
creto por lo mismo debe conocerse ensamblando en síntesis las el fundamento de. la fe o la creencia, se funda así metafísica-
varias porciones conocidas de antemano. Lo que justifica el crí- mente, llevándorios por sí sola a una exposición de la fe natural
terio sustentado por Brunner de que la verdad necesita una evi- y sobrenatural.
dencia objetivamente manifestada en un centro convergente. Demuestra Brunner que esta manera de cognición, tempo-
Cierta tendencia a la objetivación; he ahí un ulterior efecto ralmente siempre la primera, es fllosófíca y tan acreedora a la
de la sensibilidad en nuestras coqnicíones. Elementos que per- certeza y seguridad absoluta como el caminar por razones y
tenecen al sujeto van proyectados en el objeto y adscritos a él. discursos; más, ateniéndonos a la fenomenología, se funde éste
La cognición sensitiva y la espiritual tienen por otra parte ínte- con aquélla y se viene abajo el segundo si cae la primera.
reses muy diversos. La primera va a lo praqmáeíco, a la vida, La fe, en consecuencia, no es una manera de cognición pobre
al mundo como artefacto útil. y se desinteresa de "esa realidad y provisional. sino la manera que las personas, ín-objetívadas
en sí" que tanto dice al espíritu. De ahí el que, en la cotídia- en su ser de espíritu, se presentan a una intuición ligada al cuer-
nídad, en la ocupación diaria del hombre, queden relegados a po, intuición que sólo alcanza su necesaria plenitud y fina con-
segundo término los puntos espirituales, y todo ello en medio cretidad en un sintético entreverado de varias o muchas coqni-
de unas aspiraciones o intenciones insatisfechas, semiconscientes ciones parciales.
y casi inexpresadas, que ni Husserl-ní Sactre acertaron a de- Manejando Brunner frase y temario existencialistas-que a
fin ir .. A la fenomenología compete' díriqír la mirada a lo así los no iniciados puedan en un principio resultar menos fáciles-,
descuidado, dándole un mejor ángulo de visión y convírtíéndolo demuestra estar en los secretos todos del proceso y la elabora-
en si ya no patente, transparente al menos. Con ello se ensan- ción de las cogniciones fenomenológicamente alcanzadas. En un
cha ante nosotros la variedad y riqueza del "dato" o de lo pues- análisis de filigrana nos hace ver lo que la sensibilidad y el espí-
to delante, que, de no ser así, pasa desapercibido. Precisa con ritu ponen en el acto de conocer, toda su interna contextura y
todo aguzar bien la "vis" crítica en lo que se nos pone delante, valor. Y, con el concepto de la alterídad que tanto favor ha
pues, como dicho" dato" y su contenido no han sido alcanzados hallado entre los heideggerianos y sartríanos, prueba que hay
en una cognición espiritual pura, tampoco, sin más, se le ofre- que admitir un sistema de unión y colaboración en nuestra fllo-
cerá al cognoscente la realidad como es en sí. sofía. una convergencia de esfuerzos cognoscitivos míos y de los
Por la tendencia a la objetivación de los elementos sübjetívos otros, creencíales y discursivos, sin excluir por supuesto la fe
se tiene esa como impresión de' duplicidad más o menos unífl- sobrenatural. la asistencia especial divina.
cada en la conciencia nuestra, que Sartre atribuye sin razón a Se llega así a lo que las filosofías emocíonalísta, intuicionista,
toda conciencia, asegurando por lo mismo que una conciencia mistizante e~taban preludiando, a que el alma religiosa no se
divina, por dual o no coincidente del todo consigo misma, es I puede separar de nuestros sistemas si se quiere llevar la filo-
imposible. sofía a su pleno significado humano, Mientras el exístencíalísmo
Descartados así los influjos del cuerpo, se llega a una mejor recalque su. sentido humano, profundamente humano, se encon-
inteligencia de los elementos puramente espirituales .y se Iací- trará que el espíritu religioso invade su terreno, mucho más, ¡oh
lita la explicación por vía analógica de la espiritualidad infinita paradoja], que en la filosofía conceptualísta, fría y precisiva de
de Dios. sentimientos y afectos y que .por algo se la ha estado llamando
Se comprende que, concentrada nuestra atención en el ser deshumanizada.
del cuerpo, el espíritu se nos dé como inexistente, como una
. Nada, pues carece de bulto ni se objetiva con el relieve de las JOAQUÍN IRIARTE. S. J.
cosas materiales. Mas como la actuación de esta "Nada" sea
siempre efectiva, surge en la vida humana esa inacallable e in-
sobornable angustia que Heidegger ha presentado como el "tem-
ple fundamental" del hombre. Colíjese de ello que para el mor-
tal. vinculado al cuerpo, sea ella esencial, aunque el comporta-
miento último del espíritu no sea precisamente ella, sino el amor
como reconocimiento práctico de la individuación, índependen-

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