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ORTEGA Y LA DIMENSléN ANGLOSAJONA, ETC.

atlr,
I Qué verdades tan grandes las que cabalgan sobre su pri-
vilegiada prosa 1_j Qué mano tan experta las dirige 1 ¡Qué
reveladora de la realidad la marcha de sp. pensamiento 1

Ortega es el primero en reprochar a los suyos el que,


utentos a la metáfora, dejen resbalar el hondo sentido de
oORTEGA su discurso. ¿ Podía ser de otra manera si el hilo conductor
que 110' engarza y que debiera contentarse con ser hilo nada
más, lo ha hecho florecer con mil brotes de figuras e imá-
Y LA DIMENSIO,N ANGLOSAJONA gc.nes convirtiéndolo en una cinta de formas y colores? Y .
mientras tanto el arco tenso-la viñeta preferida de los li-
O E S U P E N S A M -1E N T O (*) hrosdel maestro-sin acabar de disparar la saeta defíniti-
vu, sin darnos el sistema o pensamiento unificado suyo, pues
IIO puede ser tenido por tal lo que los últimos años anda
corno su afirmación y exposición auténtica, ya que viene
j Las nuevas formas y virajes últimos de la filosofía de de medios donde, el orteguismo es menos crítica que cariño
Ortega 1 De su actitud filosófica mej oro De sus intuiciones e ciego.
innúmeros atisbos, de sus alarmas como cazador de ideas.
de su mirar y más mirar, ir levantando temas o piezas in- Añadamos que lo de la Inacabada de Ortega tiene otro
telectuales y pasarse la vida como integral alerta (VI. 489). II\ÍlS vulgar sentido. Se ha recogido su labor, acaba de in-
El sino del orteguismo, hasta ahora al menos, ha sido tener Inuarse, en una edición de Obras Completas, seis tomos de
una filosofía vivaz y dispersa, en puntería y disparos cons- elcrta elegancia tipográfica. Toda la obra de Ortega hasta
tantes, pero sin la gran obra que se espera, que se nos pro- 11 hora publicada (1. 9). En los anales del orteguismo su-
mete y se nombra, que está para publicarse. La Inacabada pone ello un acontecimiento. El "Opera Omnia" solía estar
de Ortega dicho con los debidos respetos a punto mismo de reservado antes a la post-vida y no a la vida misma del
dej ar de serlo, uutor, cuando los varios tomos, seis en el presente caso, se
Rico en oonocimientos y observador de la ruta aérea de ohreponían como otras tantas hiladas de 'mármol en el ba-
las ideas, ha sembrado los pasos todos por donde se hamo- umento o pedestal de uI!-a gloria consagrada y del todo
vido de infinidad de diminutas piezas, varias en plumaje. clrcunscrita. Esa póstuma honra bibliográfica era, así, un
canto y vuelo, desde el faisán hasta el mirlo blanco. La vo- modo de ahorrar los sonrojos inherentes a la vista de una
luteria abatida por sus flechas es tan diversa y desigual, producción primera, necesariamente inmatura, y de la se-
que los colectores de sus obras se han visto mal para clasi- linda a ratos inoportuna. Mientras vive, dejésele al au-
ficarlas y darles una mínima sistematización. Sobre todo tur contemplarse en una selección y no en totalidades
que el magnífico arquero gusta de intercalar caprichosas '111(1 resultan desagradables. Haya en esto comprensión y
divagaciones sobre mil puntos incidentales: el aquí no es 1111'1'0. P.ero si, a pesar de todo, se decreta la totalidad, una
un allá, el fuera no es el dentro, el cazador es nada sin la 1'1' edición completa desandando lo bien y mal andado, sa-
caza como ni el actor sin el espectador (ni ninguno de los ludérnosla con gratitud, pues además de confianza en sí
dos sin el autor), la afición no es que sólo vea mejor sino 111 huno, implica el rasgo la entrega de un instrumento de
también más, cetrería es distinta a monteria y el hombre Iruhujo para los muchos que quieren estudiar evolutiva-
distinto a una y otra y a la piedra, etc., etc., un sacar chis- 1III'IIte a Ortega, que primero es perspectívismo, luego ra-
pas a todo y hacer reflexiones ágiles y agudas. ¡Unos inci- úu vital, más tarde razón histórica, y por fin razón vi-
dentalismos 'por demás deliciosos 1 ._ vh-nlc. A ello ayudarán los dos índices onomástico y de
Con estas o parecidas palabras habrán acabado muchos 1IIIIIl'riOS que cierran la edición.
la lectura de sus páginas y no precisamente con estas otras: gil I1\ sin embargo no es completa. Si las anteriores
Ohl'l\~ tres ediciones siempre en aumento-resultaron Se-
(*) Las citas que acompañan el texto del artículo se refieren a sus lf1¡'IIHI ('UIlJ1<!O pnrocínn completas, ahora que lo parecen y
OBRAS COMPLETAS, Madrid, 1946-47, 6 vol. Ánotamos éstos en romanos Y la IU(~IJII 'HII'Ii. '1I1111)()('O In son dol lodo. Con ~l1R,1() haremos
página en nrábígos.
.1111 .IOAIJ,¡(N IIlIAII'I'H, 1'1. " 1111 I 1'1

!1 cuurto O quinto desembolso para acabar de íencrlus. No J¡, ("'IlHII"1I1110S po,' ello, !l1I1('s n l
Itol'l', hlr-u ,'1
('OItI"II1'lo
Piezas tan importantes como la Tesis doctoral, "otros" ar- fIlúHol'o en n-Iu rdur Sil obru oliru di-Ilu ili vu.
cumbre, Sil
ticulos o notas publicados en "Faro", en "España", en "El lkrgso" H quien presentó ('1 en Madrid, 1017, hizo ('S/U'
Imparcial" mismo-y alguno tan interesante como el mano rur 25 años In segunda parte dc su "Evolución ('1'('1\
a mano con Menéndez Pelayo=-, las dos cartas a Unamuno, dora" (1907), de modo que estábase ya especulando ((11(' JlO
restallantes anatemas salidos en "El Sol", escritos políticos la daría, que se quedaría en lo del constructor evangélico:
varios, etc., etc., están por recogerse. Y no se nos diga que empezó a edificar y no pudo terminar. Y cuando bien 1('
porque así se haya querido. Cuando se anuncia y se recal- pareció, nos dió la segunda parte de su pensamiento: "Las
ca la totalidad en contraposición a lo que hasta aquí haya dos Fuentes de la Moral y de la Religión" (1932), de In
podido salir con títulos más o menos equívocos que la ha- que no sin donosura dice Ortega ser un título hidráulico
cían suponer, y se coge el agua de tan arriba como esos es- que por sí mismo es ya un paisaj e. Vaya por este oLro
critos casi infantiles que aquí figuran, si algo se retira de hien astronómico y no menos paisajista con que anuncia él
la circulación o se retoca, cosa muy justificable en ocasio- su obra final, "Aurora de la razón histórica" (1).
,lles, todo lo vaga y velada que se quiera pero hágase una
indicación que concierte el título con las reservas del co- Pero vamos en serio. Dejemos al pensador que se tome
lector. Que lo eliminado no se atribuya a olvidos; que sepa- el tiempo que le plazca, pues nada más ridículo, decía Me-
mos a qué atenernos. . néridez, que cronometrar el tiempo del escritor como si
Estas y otras críticas se hubiera evitado la nueva edi- fuera "jockey". Entremos en materia p.idiendo al Señor
ción de haber venido precedida de lo que el caso pedía. que las "mamótreticas" obras que anuncia, alcancen la pu-
Obras Completas es en su ej ecución un rito casi sacra- limentación debida, que salgan bien puestas de carnes
mental y solemne que tiene preceptuado como "mínimum" pero también con osatura férrea. Según nos dice (VI. 38)
una Introducción que haga la historia de las ediciones an- titúlanse la primera "Aurora de la Razón histórica" (hoy
tecedentes, las vicitudes de la' dispersión anterior al con- tal vez: "La Razón viviente", antes "Hacio-vitalismo") en-
j unto que se logra ahora. No la exige pero le estaría bien sayo de una "prima philosophia" o metafísica, y la segun-
además la historia de la producción misma que se colec- da: "El Hombre y la Gente", intento de una sociología don-
ciona muerta lejos de los adjuntos en que nació. Que se de no se eluden como ha acontecido hasta aquí, los pro-
la haga revivir de alguna manera, diciéndonos vgr. qué fué blemas verdaderamente radicales. Digamos de paso que
,ese semanario "Vida Nueva" donde Ortega en 1902 hizo esta obra se anuncia desde 1937 en el Prólogo, para f'ran-
sus primeras armas, etc., etc. iMás atención y mucho más I ceses, de "La Rebelión de las Masas" (IV, 118; 131). Com-
cariño en el empeño! Acaso hubiera sido también conve- préndese por ello lo que es ultimar una ohra de realidad
niente que, siquiera en esquema, se nos diera el "currícu- tan escurridiza como la social, y más los últimos tiempos,
lum vitae" del autor, si bien esto pudiera discutirse. años decisivos aue diría Spengler, cuando tantas sorpre-
sas nos depara la historia.
Se me dirá que cosas tan iJnd,odrinales no son para di-
chas aquí, todo lo más en nota. Está bien, -mas quisimos evi-
tar lo que ocurre con Menéndez Pelayo, cuyas ediciones (1) El año 1940 efectivamente el título es éste (V. R75): Posteriormente
(VI. 38) el título reza: "Sobre la Razón viviente". Es claro que n loa
benefician ~¡eguramente a más de uno y sin embargo van sa- colectores de la Obra de Ortega cumplía hacer notar estas anomalías e
liendo, en la parte filosófica al menos, sin los miramientos Ilustrar al lector reajustando y reduciendo a unidad la mente del pensador,
y consideración requeridos, sin ponerla al día. De todas ma- que evidentemente no se va a ocupar de menesteres tan serviles. 'I'rabaio
que supone mucha atención y cariño inteligente. En el primer volumen,
neras, 10 de la Inacabada de Ortega es indiscutible respecto yendo muy de vuelo, anoto estas deficiencias en los editores: El nrtír-ulo
a lo no publicado y también a lo publicado. Lo primero a "Meier Graeffe" estlá dislocado, sus dos porciones se escribieron en un
mismo tiempo y ocasión y deben ir ahora juntas. No hay consideración crl·
nadie es imputable, toda lo más a algún impaciente orte- tíca suficiente que autorice la separación. "Tat twam así" (451, tiene en
guista que se 'ha visto en la precisión de gritar antes de tiem- "asi" 11n acento que le desvirtúa en sa texto védico. Ortega joven Pge'l'ibl(¡ .
Gioverti (215) y así sigue hoy hasta en el Indice.Leibniz nunca es Ll'ihllltz
po: iOrtega a la vista, Ortega con su magna obra definitiva I en alemán, sólo en francés. Y, ¿qué hace en el tomo VI la Introc!1IC'C'!(1I1
El plazo señalado se cumplió con creces y las estaciones de que Ortega escribió para sus Obras? ¿No son las presentes suyas tnmblf>n
los frutos se empujaron una en pos de otra, sin que se o incompletas como aquéllas ? Y sobre todo, ¿por qué el ensayo U(;lIilll'l'I!HI
Dilthey ... ", punto de partida del pensamiento de Ortega figura muy dl'lItrn
verificase el pronóstico ni llegara el tan deseado fructidor. del vol. VI, cuando cronológica e ideológicamente precede al V y parte dul YI
.M8

Siempre ha gustado Ortega¡ de ser europeo. Como se


sabe, nació baj o el signo de la europeización predicada Ln Cr!SiH Hl'gÍln él ('J'U clara, pero no lodo estaba perdi-
por Costa. El primer denuesto que le lanzó Unamuno (1909) do (II. 2(0). Y cuundo el americano W. Frank indicó que
fué el de "europeo" más o menos enfático (1. 128). Y sus ulli estaba América para ocupar el puesto de la decrépita,
primeras armas como filósofo las hizo en el semanario denunció Ortega enérgico la falta de preparación de aquel
"Europa" (1910) que saludó él como el Continente de la Continente para tan magno empeño y ratificóse en SU fe
ciencia (1. 142), el' único Continente con contenido corno europea. Fe que es uno de los puntales de "La Rebelión
había de decir más tarde. de las Masas" (IV. 237), a pesar de registrar el libro los
Ser europea y buen europeo o gran europeo es más trances peligrosos en que anda metido nuestro Continente
difícil de lo que se cree. Es haber tratado de valorar la que por fortuna no es todavía el paraíso de las masas que
cultura occidental y haberla sabido defender, lo que su- es América. •
pone inteligencia y afecto. Empieza la denominación con Esto tan típico de Ortega, el sentido histórico descifran-
los primeros que se hicieron cuestión nuestra unidad cul- do los secretos de la cultura, sus crisis y su curso, se mo-
tural, vgr. G'I Guizot en su- "Historia de la civilización de difica un tanto. Era antes europeísta un pOCJO guturalmen-
Europa" (1828). Concepto que la filosofía de la historia te, al modo de un' profesor tudesco que se considera pro-
está enucleando desde entonces a través de los Burckhardt, longación directa del mediterráneo; ahora lo es más atento
Rohde, Nietzsche, Fustel de Coulanges, Keyserling, Ferre- al mundo anglo-sajón, es decir atlánticamente, en línea ses-
ro, Spengler, Berdiaeff, y que ya los románticos alemanes, gada. Ya explicaremos esto . .Insístamos por de pronto en
Novalis, los hermanos Schlegel, Herder, Humboldt (G.) lo la guturalidad del pensador.
habían más o menos formalmente anunciado, Con ellos tra- Los amigos y descubridores de Ortega estaban en Ale-
baj aron historiógrafos del Ochocientos, un D' Albon (1782), mania. De allí deriva su educación, nos lo tiene dicho va-
un Boulard (1787) sin excluir a Gibbon en su "Historia de rias veces y alguna de ellas con expresión enfática, con-
lla Decadencia y caída de Roma" (1776-8). fesándose deudor de Alemania en las cuatro quintas par-
Es claro que el estudio que decimos requiere baj ar a tes de su haber intelectual y exaltando la superioridad gi-
las profundidades de Europa, a sus primeros educadores. gantesca de la ciencia 'alemana (IV. 347). Allí están sus
extraer de allí el sistema dereacciones que ante la vida for- preferencias doctrinales, muchos de sus temas de estudio,
mularon los helenos, y ensamblar sus magníficos cuadros su Brentano, su Nietzsche, su Hickert, su Simmel, su Hus-
filosófico, artístico, científico, con los aportados luego por sed, su Max Soheler, su Cohen y sobre todo su Dilthey. El
el espíritu cristiano. Poner toques de luz en ese gran com- gusto por el estudio de la historia se le ha acendrado allí,
plejo, hablar de él fllosófícamente, esto es por sus últimas y de allí ha traído ese placer que siente en diagnosticar ca-
raíces y por su probable trayectoria futura, es empresa racteres de épocas y trazar esquemas para la comprensión
de pocos. En concreto de los que cultivan las ciencias his- metódica de los imperios y de la marcha de la civilización.
tóricas y las grandes síntesis que desde Hegel y Comte fa- Todo el fondo metafísico que maneja su pensar, y que-ana-
tigan a los pensadores culturalistas. Indudablemente el lizaremos en otro artículo, se funda en los supuestos doctri-
concepto aludido es uno de los más complicados y sobera- nales que allí privan, coru unos. germanismos perfectamente
nos que existen. Es también de los que subyugan por com- asimilados si ya no superados. En Alemania se ha escrito
pleto. Los que viven implantados en él, en sus urgentes por la pluma de E. Curtius que de los [lQ alemanes, pocos
problemas, interesados por su suerte, representando sus que corno él conozcan el sentido de lla ciencia tudesca. Y él
grandes inquietudes, han hecho de él su religión única. propio nos tiene dicho ser superación de lo que allí vió, su-
Gustan de prosternarse ante el altar de la cultura helénico- peración en el orden metafísico o de los supuestos primor- .
latina, y llegan a señalar el punto alto de la historia en diales de la cultura, superación en las teorías formuladas
el reinado de los Antoninos, No hay para ellos otra pleni- para llegar a la ética y a la cogu:oscitiva de los helenos, y
tud de los tiempos. superación en 10lSlretoques que da a los grandes hechos de
Cuando Spengler, terminada la guerra europea, paseó Ia cultura desde entonces ocurridos. Son frecuentes en N
por Europa su campaneante tren de bomberos sonando a frases como ésta: "Hay mucho que hablar de los griegos to-
incendios y desplome de la cultura occidental, si no protes- davía. Por de pronto, hay que deshablar casi todo lo (J1I<\
tó Ortega, mostróse al menos escéptico sobre tanta alarma. hasta aquí se ha dicho de ellos" (III. 529). Parecidas (IX
presiones revísionístas, lanzadas con aplomo, se le Oy¡IJI
• 1, 351

11propóslto de la verdad (Y. 529), del concepto filosofía !OU mús 1'111.1111 (1111'11 t'I propio inventor del apotegma, que
(Prospecto del Instituto de Humanidades, 1948), del de na- ha perdido hueuu parte de su pasado auditorio, sufrido
turalcza (VI. 27-28) Y au:n de la física (V. 268 ss.). Sus su- mucho en su espíritu, y hasta deseado para sí la cir-
peracionismos son imponentes. cunstancia robinsoniana, es decir, una desolada isla libre
de los odios de los. hombres. Fuera del ámbito de la cul-
La germanidad que anotamos jamás ha sido renun- tura europea se le ha visto vagar donde para Hegel
ciamiento a su ser de español y de mediterráneo que de y otros cultura listas empieza la antítesis de Grecia con
pasada o de propósito lo ha afirmado siempre, bien pues- una agricultura mecanizada y monótona sin rastro de la
to en que para un talento que busque realizarse, no hay dulce Ceres y unas fraguas de Vulcano titanizadas y en
peor condición que la del "dépaysé" 9 del "déraciné", esto busca de lo cuantitativo. Aquello, quiero decir América,
es del que renu:ncia al terruño propio. Tiene pasión por es todavía la pura Circunstancia sin el yo, sin historia, sin
la luz y la gracia mediterráneas, y padecidas o contem- haberla podido hacer todavía (IV. 378). Allí manda la ac-
pladas nunca faltarán en sus páginas. Algún tiempo, en ción y 10 puramente dimensional, lo hecho en serie, y de
sus horas de primera juventud pudo soñar con los hiper- olímpico tiene lo más el "turf" con sus pura sangre, el
bóreos, según .él mal tachados por el Polígrafo de pensar "golf" con los bombachos, los guantes con el "ring", y arri-
nebuloso, pero su querencia fundamental es hispánica y ba, volando, los "supersónicos". Añádase a esto la circuns-
es la que le ha suj etado a estas costas mecidas al fin y al tancia de las circunstancias, el momento de una gran de-
cabo por el mismo rumor de-ondas que las de la Hélade cisión en que la economía y técnica atlánticas se han adue-
y la Toscana. Es mucho lo que Atenas, Roma y Florencia ñado de la cualitativa Europa y dejan prever formas re-
le dicen, y mucho lo que el Quijote, "Don Juan", Veláz- volucionarias en la vida de los pueblos. No es menester
quez y Goya le seducen. Tanto como.la teoría de los com- ser marxista ni suscribir tesis de la primacía de los fac-
portamientos culturales, muy rrdelantada en otros países tores económicos para admitir que lo cuantitativo ame-
nórdicos, le interesa el comportamiento mismo, y por este ricano nos depara algo insospechado. Sus estrellas inf'lu-
lado la reacción vital meridional' le merece tanto o más yen y tal vez guíen.
que la nórdica. Como también la religión católica que es Ortega tan audaz por lo demás, tan resueltamente de-
más humana, flexible, más sensitiva y penetrable a la es- venirista en su pensamiento, se resiste al nuevo estado de
tética que la protestante. Añadamos de paso que al lado cosas y carece de la imaginación necesaria para represen-
de Goethe y del pensamiento germánico ha mirado con társelo. ¿ Es que se le ha hecho tarde? ¿ O se le hace duro
complacencia autores como Descartes "el hombre a quien desdecirse de tanto como contra el primitivismo trasatlán-
más debe Europa" (IV. 135), Comte, Guizot, Renan, y a los tieo lleva dicho?
italianos Bruno, Galileo y Vico. No hay pues exclusivis- Veamos con todo lo que sobre el particular ha avan-
mos radicales en sus gustos. Se le ha visto padecer ternu- zado los últimos tiempos, quiero decir .desde los efectos
ras por las blandas tierras de hierba francesas, y exaltar de la gran depresión americana de 1930. '
con su plectro la cuna de la Europa moderna que baña el Se le ha traducido al inglés, no mucho hasta el pre-
lento Arno. sente, pero sí algo. En 1935 las prensas de la universidad
de Oxford publicaban un ensayo suyo que como la Mis-
Mas después de tanto germanizar-y esto es lo que in- celánea: "Filosofía e Historia" de que era parte iba ofrr-
tentamos subrayar-hay en su espíritu un trémulo girar cido a E. Cassirer, si no me engaño emigrado político de
de la aguja hacia una Europa atlántica que más que inge- su país germano. Dirigía la Miscelánea un profesor, Kli-
nio y gracia es voluntad y acción, técnica y éxito. Ningu- banski, a quien también supongo otro emigrado. Por
na anglomanía desde luego; pues de la inteligencia de los EE. UU. han circulado en traducción piezas menores
británicos nos tiene dicho que no es deslumbradora (111. suyas con título d e "Hacia una Filosofia de la Histo-
225), a pesar decimos nosotros de un Shakespeare y un ria" (1940) y "Paz y Concordia" (1946), dos opúsculos que
Newton, de un Carlyle y un Eddington. Pero cambian los reúnen los ensayos, más o menos: "Del Imperio Romano"
tiempos y los signos celestes, cambia incluso el centro de "Libertas", "Vida como libertad y como adaptación", "La
gravitación en horas tan decisivas como las que vivimos. Historiografía", "Historia ascendente". Es decir cuanto los
Pues si para todos: "cada cual es él y su circunstancia", últimos años, de intenso cultivo historista, ha disertado so-
h.,(, l'l curso y sentido de la cultura, el punto seguramente Irnaludun (.'11 un movimienlo que va de oriente a occidvn
que le desvela más al presente, Antes habíansele traduci- k (t), Y que ahora estamos en uno de los momentos de "M"
rolución". Así dice la vereión que daIa conferencia d¡¡I'n
do al inglés: "La Rebelión de las Masas", "España inver- "Ya". La del semanario "La Hora" difiere un poco: "EII,
tebrada" y "El Tema de nuestro tiempo". política esa experiencia de todo el proceso histórico se cI¡,
Es pues algo conocido en el mundo anglosajón, Ha he- canta en tres ideas ... La tercera idea es la del desplazo
cho fortuna en Londres el dicho suyo de ser Inglaterra miento del mando, del "imperii translatio", imperio gel)
"nurse" de Europa, pues que resonó CID. la Cámara de los gráficamente, CCIlllO el sol y las estrellas del oriente a occi
Lores y en labios de, un insigne hombre de Estado que, den te: Asiria, Persia, Macedonia, etc. Este curso del Impe-
además, es "Oxfordman". "Nurse" quiere decir aquí: que' rio aún dura."
entre los demás pueblos de Europa faltos des.erenidad, De cualquier modo que se lea, según el "Ya" o se&ún el
nunca maduros, siempre pueriles, corresponde a Albión el "La Hora", es un acercamiento a los atlanticismos políticos o
papel de buena niñera (IV. 137; V. 260). Lee el "Times" imperiales y acaso también a los francamente culturistas. Y
y también a él le leen los del nebuloso Támesis, DO diga- es si no negar, sí atenuar lo que dijo en contra de W. Frank
mos que mucho pero sí bastante, se nos advierte, en "La (1930), en los artículos de "Luz" (1932), Y sobre todo en el
Rebelión de las Masas" (IV. 309) que dejó caer sobre In- prólogo, para franceses, de "La rebelión de las masas"
glaterra provisto de un epílogo-especial para. tan esquivo (1937). "A mí me sonroj aba, escribía aquí, que los europeos
público. Suenan más voces ánglicas en sus páginas, diser- inventores de lo más alto que hasta ahora se ha inventado
ta con fruición sobre ese hidalgo de nuevo cuño que de- -el sentido histórico-mostrasen en aquella ocasión carecer
cimos "gentleman". Inglaterra es el país de la dignidad de él por completo. El viejo lugar común de que América es
personal y su clima el de la serenidad política, donde la el porvenir había nublado un momento su perspicacia. Tuve
disciplina no se impone sino que surge "estupefaciente" entonces el coraje de oponerme a semejante desliz, soste-
del fondo Intimode cada ciudadano (V. 236-60) Y donde :niendo que América, lej os de ser el porvenir, era, en reali-
lo social tiene su más alta manifestación (IV, 282). dad, un remoto pasado porque era el primitivismo. Y, tam-
Se le ve familiarizado con sus filósofos de la ciencia bién contra lo que se cree, lo era y lo es mucho más Amé-
moderna tales corno Eddington, Dingler, MilID. e, can ellos rica del Norte que la América del Sur, la hispánica. Hoy la
tercia en una disputa sobre el sentido histórico de la física cosa va siendo clara y los Estados Unidos no envían ya al
post-newtoníana, punto que 'alguna vez discutiera con el viejo continente señoritas para-como una me decía a la
propio Einstein y toca en sus notas al "Perspectivísmo", sazón-convencerse de que en Europa no hay nada inte-
"Galileo", "Historia ascendente", etc. Se le ve también en resante" (IV. 138). .
contacto con el historiógrafo Rostovzeff (ruso-americano) i Toda una profecía culturalista! Así es de difícil traba-
y sobre todo con A. Toynbee, dato de gran valor en sus has- jar con esa realidad plástica e insustante que se llama fon-
ta ahora sobrios britanismos. En Toynbee, tomando como do histórico. La profecía, dígase lo que se quiera, necesita
experimento el imperio que parecía iba a ser el britá- hoy retorcer y violentar sus frases para mantenerse en pie,
nico y va siendo el romano, ha querido contrastar sus y no precisamente porque creamos en la omnipotencia del
teorías historistas y lucir la madurez de su ingenio, poco "dallar" y su guardia de genízaros la bomba atómica, sino
más o menos lo que con el Laocoonte hizo Winckelmann, al porque estos helenizantes a lo Ortega olvidan que la vida
tomarlo como cifra y personificación de las teorías que que- entra por unos cauces cósmicos que no son los muy gracio-
ria desarrollar sobre la: estética. Entre los filósofos ingleses, sos de la concha de Anfitrite y ello por obra y gracia del
fuera de Stuart Mill ninguno destaca en el área de su visión primitivismo de los atlánticos o trasatlánticos, Eurámeríca
intelectual. No es mucho, 'Pues, el anglicismo que todo esto .al fin y al cabo. Quienes serán primitivos, amigos. de lo
importa, máxime en comparación con los nombres y temas cuantitativo y magnitudinario, pero como descendientes que
alemanes o franceses que manej a su prosa; pero, como
dij e, es algo y acaso vaya en aumento.
(1) Esta mismísima .Idea "Westward the course of empíre takes wny"
Lo sorprendente es que en la primera de sus lecciones cantaría en un poemita de ~2 versos le- valió al filósofo Berkeley el tener
ohre el "Estudio de Historia" de Toynbee (13 de dic. de -en California una ciudad, centro universitario por añadidura, que lleva su
nombre.
IIHR) llega a decir que "las formas culturales, el imperio, se
4
,);.

li(lJll de europeos necesariamente aman la calidad, y se es- plumn (k J. A. Frunqulz, en lu miuuciosidnd <1(' dclull«
Iuerzau a su modo, por alcanzarla. Si acaso en menor grado, hiogrúllcos e ideológicos delata a uno de la iruimidnd (\(.)
tampoco se olvide que un poco de inyección primitivista peneador. Northrop, personaje significativo entre los <[11('
en las fórmulas de una refinada Europa las vería bien tcorizun sobre la época presente, de la misma proí'cs«
Platón y otros que como él han desconfiado de un culto que Ortega, en un estudio de altas pretensiones ideológicas
excesivo al arte y la literatura. Hay mucho de artificial y y bastante leído, "El encuentro del Este y el Oeste" (L..
de decadente en torno a la culta Europa. le conoce y hace mérito de él en las pp. 39, 294, 295, atri-
huyéndole vgr. el haber intuído el nuevo giro de la física
, Ortega, digámoslo con cuantas reservas queramos, se nos post-newtoniana en fuerza de los a-priorismos de su teo-
atlantiza, acepta de algún modo el hecho de las estrellas del ría historista, extremo que para admitirse no lo han de de-
cielo que van al encuentro de sus hermanas del pabellón cir Northrop ni Bacca sino los einsteinianos, por ejemplo el
americano. ¿ Con <¡ué retribución de parte de los anglosa- propio Eínsteín dialogante alguna vez con el intuitivo alu-
jones? ' dido. También¡ aquí, en EE. UU., ha ingresado en la "En-
Desde luego, su intervención en la física moderna con ciclopedia Biográfica del Mundo" (Nueva York, 1946) aun-
los nombres de Díngler, Eddington, Milne, etc. no parece que que como educador, que es para lo que Cohen le prepa-
tuviera resonancias fuera de nosotros, García Bacca en un raba en Marburg y ha creído él haber sido en todos sus
libro de ayer ("Nueve Filósofos- Contemporáneos", 1947) la escritos. No es, no puede ser grande la penetración de Or-
saca a colación, pero en la muy viva discusión que se traen tega en un país aludido bastante en sus críticas y casi siem-
hoy los Eddington ("Filosofía de la Física moderna", 1939), pre censurado. .
Whitehead ("Ensayos sobre la ciencia y la filosofía", 1948), Cabría preguntar si G. Santayana, matrítense de naci-
Jeans (<<Nuevos Fundamentos de la Ciencia", 1934), Col- miento .aunque bostonia:no de adopción, le haya podido ser-
Iingwood ("La Idea de la Naturaleza", 1945) no se le sien- vir de alguna ayuda. Con enorme prestigio Santayana no
te a Ortega. B. Russel, hombre por demás representativo en parece con todo que haya favorecido a su paisano. No se
ese mismo pensamiento científico-filosófico moderno, publi- conocen por de pronto; son las dos águilas del escudo mo-
có en 1946 una "Historia de la Filosofía occidental" sin que- derno de Madrid, vueltas mutuamente de espaldas. Santa-
ni en las ciencias físicas ni en las culturistas le mencionara, yana por otra parte se le ha adelantado en veinte años a
L. Law Whyte, en un libro de ideas avanzadísimas sobre hablar en el mundo anglosaj ón con fraseología de meridio-
la evolución cultural del hombre ("El Desarrollo del hom- nal brillante, con sentido y gracia mediterráneos, afición al
bre", 1944) le menciona juntamente con Huizinga, Unamu- Quij ote y a la austera planicie castellana, es decir, con todo
no, Berdiaeff, Spengler, pero calificá:ndolos de anticuados . lo que los anglosajones gustan oír a los que no se les pare-
en la expresión de la crisis europea. Hay con todo algo muy cen y les traen aires de pueblos diversos del suyo. Santa-
destacable en las andanzas de Or.tega por el brumoso Tá- yana además habla un inglés perfecto, laureable según di-
mesis. El "Who's Who" imternacional de Black, Londres cen, modelo de claridad y precisión, Profesor en Harward,
1948, le incluye ya entre los personajes de su fichero. I" Oxford y Cambridge, disertante en París y Berlín, tiene las
pasado según eso a una de las Guías de la Grandeza del ventajas que da -la protección americana. Ortega en cam-
mundo. bio profesa el retraimiento, dejando que la posteridad,cuan-
Pasando a los EE. UU. hay que buscar en los histo- do queden solas las personas sin los apoyos sociales, le haga
riadores de la aventura mental humana como allí dicen, justicia. Ni siquiera ha querido asistir a los congresos, ser
en los Macy, van Loon, Slosson, Breasted, Durant, los re- miembro de academias célebres, moverse en centros afama-
gistros de los que entre los americanos tienen algún signi- dos, dar cursos en las grandes fundaciones. Para ser uni-
ficado. No conozco sino por referencias los libros de los. versalle falta el cosmopolitísmn que se adquiere con viajes
primeros, pero el último en su celebrada "Historia de la y conferencias, sometimiento a: tiranías de ciertos círculos
Filosofia" (1942), traducida moralmente a todas las 1ei-- transpírenaicos, algo del alma viajera que tenía por C'icm-
guas de Europa y a alguna de Asia, no se ha enterado to- plo su amigo Keyserling y tiene el prof. Madariaga: AmA-
davía del pensamiento de nuestro autor. Sí en cambio el necer un día en Ceylán, firmar un prólogo en el golfo de
Diccionario de Filosofía que D. Runes acaba de publicar Bengala, interviús en Tokio, charlas en San Francisco y
('11 Nueva York (1946), donde la ficha Ortega, debida a la Chicago, y amontonar-lo que se llama amontonar- dlllo:
:l!,)() .JOAQtJfN JIIJAIlTH, Ii. l.

e ideas en forma de grandes libros, aunque sea mezclando


culturas y mentalidades las más varias y sacrificando la En rnzón de esa ~II presbicia se comprende acuso lo del
claridad al fárrago. Mucha docilidad a la circunstancia- hecho tras a tlán tico que n'Ü acaba de digerir. Se le un toj 11
moda. Todo, lo que en este sentido ha hecho Ortega no aquello pelásgíco, esto es, primitivo. Yo no sé, pero si d
pasa de su epílogo, para ingleses, en la traducción de "La titanismo fué sólo fábula entre los griegos, pudiera poste-
Rebelión de las Masas". Probablemente no se someterá" a ríorments ser realidad y afectar al ser del hombre futuro,
más, y seguirá un poco al margen de los grandes regis- a su arte, a su política,' a su técnica. Nada de confundir el
tros .de las mentes rectoras en el mundo anglosajón, a me- Coliseo con el Partenón: pero el sentido de la proporciona-
nos que sus obras últimas, que parece que vienen¡ en varias lidad antiguo, más o menos relacionado al esfuerzo normal
lenguas a la vez (IV. 131), le conquisten de un golpe fama humano de entonces, tampoco puede ser definitivo o abso-
de sabio y pensador excepcional. Entonces se le abrirán luto. Irá modificándose a tenor de otros esfuerzos ínfiníta-
las puertas de la mentalidad francesa que hasta el pre- mente superiores que guarden relación con los recursos
sente por razones que son obvias le están cerradas, a pesar mundiales de hoy, con la técnica moderna y la colaboración
ello de haber hecho Ortega algunos sacrificios en aras. de universal humana. De los que puede surgir una sensibili-
108 mandarines parisinos. ., dad nueva a tono con las comunicaciones visuales, audíti-
Le desfavorece en la captación de la fama su concepto vas y de trato que son ya cósmicas, y a tono con el alma de
algo nietzscheano del imperio, patente en "L~ Rebelión de la religión católica y de los dictados de la ley moral y del
las Masas" y en las disertaciones sobre la romanidad. Las Derecho universales. El mundo único de que ee habla pue-
individualidades rutilantes no son del gusto de países que de traer otro Partenón, otra llíada, otro Sófocles y .otro Pla-
prefieren la paz y la seguridad ("Safety first") a los geniales fón que sie.ntan y vivan la nueva edad, que bien puede es-
promotores de nuevos moldes políticos y nuevos calendarios. tar tocada de primitivismo para quienes se pagan demasia-
No es el brillo lo que allí cuenta sino la disciplina y la ins- do del sentido de la medida y de la calidad.
titución, no la puj anza sino la Charta, la dorada mediocri-
dad con hechos y hazañas anónimas, lo mismo que sus gran-
des empresas económicas. No les gustan vulgares animales, JOAQUÍN IRIARTE, S. l.
de presa, pero tampoco algunos conspicuos que a Ortega le
han gustado. El gran "Raubtier" político: predicado al me-
nos, no es de allí. Admite además Ortega un concepto de
la "libertas" progresista y vario, mientras aquéllos, f'lerná-
ticos, siguen aferrados a movimientos menos audaces, más
tradicionales. Sin querer discutir el concepto mis.no, hago
notar que ha podido influir en las simpatías escasas con
que cuenta en aquellas latitudes su romanidad germánica-
mente interpretada.

Como comentario final a la dimensión anglosaj ona de


nuestro pensador sea indicado el escaso sentido de éste para
escrutar los cielos y observar sus señales más elementales.
De tanto olear lej anías históricas sufre de falta de adap-
tabilidad para la visión del suceso inmediato. Ya Baroja
hacía notar sus pocos aciertos en la predicción de los acon-
tecimientos del día. Algún otro comentó con frase bronca
su desorientación por los años de 1942. Posteriormente ha
sido objeto de crueles críticas en alguno de sus actos ate-
neicos. ¿ Falta de psicología, de esa psicología que él, tan-
to desprecia (IV. 282) para atender a lo social? ¿Exceso de
itención a lo pretérito?

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