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El pasaj e-s-leásele en el "Guillermo Dilthey y la Idea .'lIplI. I~RI/I 1111 I'/Il 11dc'lll, acaso, va en el pró-
d"II('UII('('l'lllllllc
de la Vida" (VI. 170)-es digno de figurar en las antolo- Jogo, JI/l1'1I r.'II.II~I'MI'II,¡(I' "1./1 Hebelíón
de las Masas" (1937).
gías de los momentos históricos de los grandes pensado- No podl/l HIIII'I.' Orll'¡'¡II, que, allá por los días de la "Pros-
res. Recuerda el del sueño de Descartes, orillas del Danu- IH','ily" (en, W:lX) , He hubiera dicho h.aberse de buscar al
bio, punto de partida de la filosofía moderna; la sacudida olru Iurlu «Id Allúntíco la nueva cultura, y se lamentaba
eléctrica de Kant con. la lectura de Hume, y el salto de <!{- 11ru- I()~ l'Ul'OpCOS que, al inventar el sentido histórico
Comte a las aguas del Sena en los principios de la filo- hall¡ hecho el mayor de sus inventos, se desorientaran y lo
sofía positiva. estuvieran repitiendo (VI, 138). Antes, en 1922, a propó-
Desde esta fecha augural en adelante el pensamiento de sito <le la inauguración de un museo romántico en Madrid
Ortega entra en 'una fase de serena posesión¡ de la verdad había lanzado parecida aseveración, señal evidente que la
enunciada sin titubeos al menos de contenido. Si algunos llevaba y la lleva muy dentro. .
hay todavía, se refieren sólo a puntos de expresión. Registrada la cual--y el lector habrá visto para estas
Y, ¿qué había dicho Diilthey? Que la historia-y sola fechas que no puede ser más grande ni más atrevida-,
ella e inmanentísticamente interpretada-nos hace ver lo resta saber qué entiende Ortega por sentido histórico.' El
que es el hombre. La historia que lo estudia 'en su realidad sentido histórico, son¡ palabras suyas, es "el buen oído his-
evolutiva, y no supuestas constituciones de su ser de tipo rí- tórico, órgano exquisito para percibir las modulaciones de
gido y estable. Según Dilthey--y con él el Historismo entero-- la melodía humana a lo largo del tiempo" (II, 509-10). Vie-
el 'estudio filosófico, dej ándose de principios y bases supra- ne a ser, a 'primera vista, una cosa tan trivial como e~ ha-
sensibles, debe cons.iderar la totalidad y la estructura com- cerse cargo de los adjuntos de cada época dándole el valor
plexiva de la vida anímica humana como comienzo y fin de y mentalidad peculiar que Ie corresponda. El que, vgr., juz-
una metafísica, estimativa y fmalidad universales. Es decir ga all hombre faraónicocon los hábitos o modos del corte-
el hombre-y no normas absolutas y suprasensibles fuera de sano de Felipe II no tiene sentido histórico. Mas tampoco
él-el hombre digo considerado en un punto histórico y -y aquí aparece su fino valor técnico si bien 1110 expli-
desde un punto histórico da su valor y realidad a lo que cativo de la realidad última de las cosas--quien,con la
se conoce, se quiere y se siente, a la vida especulativa, ética visión del momento, condena sin más el hecho de la escla-
y estética. El hombre, heredero del saber filosófico pasado, vitud en Grecia y Roma, ya que, antes de ella, lo que se
aprecia ese pasado en razón no 'sólo de 'pasado, sino de hacía con los prisioneros era degollados uno auno. Claro
condición o preparación del presente, y conjuga la ver- que también después de implantada la esclavitud, pero no
dad-una impermanente que como cualquiera acción ver- en el mismo grado. Mirada así la esclavitud a través del
bal tiene pasado, presente y futuro-en sus inflexiones 'sentido histórico tiene muy distinto cariz.
varias, en¡ su valor mudadizo. Todo lo contrario de la ver- Para este logro <Científicoser el más alto de los ohterni-
dad y de las esencias imtemporales y eternas que decimos dos por Europa, tiene que estar relacionado con el propio
nosotros. Dilthey, con matices si se quiere propios, como pensador, con sus actividades mentales. Afirmado él tan
fundador del histerismo filosófico, como formulador de una rotundo y solemne, supone o haber tomado en su conquista
nueva Ciencia del Espíritu a la que se le disocia de los o vivir asociado a él. El pundonor obliga a los "inmorta-
cuadros de las ciencias de la naturaleza, es relativísía, ad- les" a tomar posiciones al lado de 'lo que estiman alto y
mite como absoluto único la relatividad de la historia. subido, por lo que las máximas y mejores actividades de
¡Todo es relativo, he aquí el único principio absoluto! que este nuestro haremos bien eru buscarlas en torno a la filo-
hubo de gritar el positivismo. sofía de la historia o al problema filosófico de las culturas.
Oigamos ahora al tardío eco de Dilthey disertar sobre Segunda gran afirmación orteguiana : Los doctrinarios
esa filosofía que es suya tanto como de Dilthéy. Vayamos (Hoyer-Collaj-d, Guizot, Broglie) "descubren 1.0 histérico
gradualmente, fíjándola primero en sus.bases y dando des- como el verdadero absoluto. La historia es la realidad del
pués su alzado. Empezaremos con los pilares de la torre hombre. No tiene otra. En ella se ha llegado a hacer tal
orteguiana : . y como es" (IV, 125).
Primer punto de apoyo o primera gran verdad: El sen- También este punto es enorme, toda vez que el absoluto
tido histórico es el más alto invento 'que haya hecho Eu- para el filósofo y no filósofo es la realidad clave, que o t'R
10 JOAQUÍN IRIARTE, S. I. UNBAS JiUNOAMENTALES DE LA FILOSOFÍA DE ORTEGA 411
Ddos O algo íntimamente unido con él, lo justo, lo verdade- " ... Dilthey es hij o de su tiempo, que ve todo lo filosófico
ro, /00 bello, lo real, o séase la razón suficiente de lo que como una ocupación directa con las ciencias, con la 'cul-
sin ella se nos revela en la naturaleza y en la historia. tura', etc., y sólo indirecta y al través de eso, con lo real.
He aquí otros asertos de lo mismo formulados directamen- Por eso, sin que lo justifique la autognosis-la autognosis
te porDi1they pero suscritos con calor por Ortega (1) : de Dílthey es una percatacíón de los actos de conciencia,
"De aquí que la figura del mundo construida con un ca- del conocer, querer y sentir-que debía ser la ciencí a de
riz de absoluto y de eternidad, sea en rigor, figura histó- la realidad 'hombre', se Ie convierte desde luego en teoría
rica, relativa al tiempo. La metafísica no es pues la reali- de los saberes que el hombre ha ejecutado. Este 'pliegue
dad del mundo, sino 'visión del mundo', espejamiento de de su tiempo' es el que' hace imposible a Dilthey llegar
lo real en el espejo viviente y, por ello. cambiante que es a la plenitud de sí mismo. Su genial intuición de la 'vida
el hombre. En suma metafísica es la ilusión óptica resul- espiritual' como realidad fundamental, queda por siempre
tante de inadvertir el intelecto que mo trabaj a sólo y por muda, no puede pensarla porque se lo intercepta la ma-
sí" sino a cuenta y con el material que es el hombre íntegro nía epistemológica, la ontofobia kan tiama y .posítivísta"
-con su sentir y su querer y su tradición Intelectual, posi- (VI, 212).
tiva o negativa-" (VI, 206). Nueva variación pero la mis- Concediendo pues a Dilthey que acertó en no poco, le
ma teoría o motivo hablando ya él solo: "Hasta ahora la niega que supiese llegar a lo último, a pensar hasta el
filosofía ha sido siempre utópica. Por eso pretendíacada cabo su "vida espiritual". Ortega sí llegará a pensarla
sistema valer para todos los tiempos y para todos los hom- como la realidad fundamental que tras esa vida cul-
bres. Exenta de la dimensión vital, historica, perspecii- tural o esos saberes culturales hístoriflcados descubri-
uista, hacía una y otra vez vanamente su gesto definitivo" mos, aunque prefiere llamarla "vida humana"-espiritual
(III, 201). le parece aquí y en todas partes término inaceptable por
Vese pues claro que lo histórico o sea Io que pasa y sin sentido-. Ya llegaremos a analizarla. Oigamos por
consiste en no consistir, en s010 pasar, sustituye al abso- ahora una definición primera de esa realidad fundamen-
luto, a lo eterno que fué fabricando la filosofía anterior, tal. no vista, no valorada al menos por Dilthey y .mal bau-
provinciana y primitiva en frase del innovador (lb ídem) . tizada además con ese adjetivo de algo supercorpóre.o. -
El absoluto es en consecuencia algo tan relativo como lo "La vida humana es una realidad extraña de la cual lo
histórico, entendido es cierto éste como una mtegración, primero que conviene decir es que es 'la realidad radical,
como suma o resultado de historicidades arrolladas en el en el sentido de que a ella tenemos que referir todas las
carrete hombre (Bergson) o la vida humana, y si se quiere demás, ya que las otras realidades, efectivas o presuntas,
mejor la humanidad-pero concreta, histórica-que
sa, siente y quiere. Ortega acepta 'lo último como expuesto
pien- .
tienen de uno u otro modo que aparecer en ella" (VI. 13).
rsevcrución todavía de la pluralidad de las culturas y d\' do /1 \111 IlIcI(, (111111 1•• l'I'IICUd611 ulisbos y menudencias que
sus normas: "Cultura es el conjunto de reacciones intelec- suelen l'fllll't.~II'I'I.I'IIII'HI' ('11 la marcha de los sistemas, y que
tuales y prácticas en que se realizan¡ ciertas normas ungi- 10H 1tIt\lllIrtlt:f'I '1Ir1I'glliIlJlOS, provistos de lupa, señalan em el
das para nosotros de valor absoluto y decisivo. Pero este maestro.
concepto no nos proporciona garantía ninguna de que nues- Como con lIcidegger se acabaron para siempre los es-
tro sistema de normas sea el único acertada". Es de hecho quematismos de las esencias intemporales y de los concep-
problemático que nuestra cultura sea la única. Una cul- tos estables, como la fluidez, el diseño en realización, él
tura para ser tal debe dudar de su propía validez, hacerla plasticismo, la historia, tienen por donde campar, pronun-
problemática (111. 260-64). cia Ortega:
Así se historificaba nuestro pensador en escritos que son El hombre no es una cosa (!). "La vida humana, por
de 1924, cuando tenía cuarenta años. Se comprende cómo lo vista, no es una cosa, no tiene naturaleza, y en conse-
entraría en él el chorro de teoría histarista diltheyana que, cuencia, es preciso resolverse a pensarla con categorías,
lo hemos visto, no hubo de ser en sus años mozos, cuando con conceptos radicalmente distintos de los que nos aclaran
el travieso Mercurio, jugándole una mala pasada, le ocultó los fenómenos de la materia" (VI. 25). El hombre no tiene
a Ddlthey y le llevó a Marburg tras el neokantismo de Cohen naturaleza, no es un principio fundado en nada sustante,
que tam paco tenía que decir a su razón viviente e histó- fijo. ¿Será según esa ... ? Tampoco es espíritu, repone. "El
rica. Dilthey sin embargo le encontró a él y fué con la pu- espíritu, si algo en el munido lo es (!), es identidad y, por
blicación de sus Obras completas. Entonces aborda Ortega tanto, res, cosa, todo lo sutil, etérea, que se quiera. El es-
de frente el problema filosófico de la cultura y completa a su píritu tiene una consistencia estática: es ya y desde luego
maestro, es decir añade algo, sobre la estructura de: la lo que es y va a ser. Era tan evidente la rebeldía de lo
"vida espiritual" como llamaba Dilthey a la portadora de humano a ser concebido estáticamente, que 'pronto hubo de
las culturas, "vida humana" como dice él des-espírituali- intentarse-Leibniz-superar el estatismo haciendo consis-
zando el término dual del primero. tir el espíritu en actividad, em dipiamis. i Intento vano! Por-
Dilthey, por 10 visto, dej aba un poco al aire la realidad que esa actividad, como toda actividad, es siempre una y
creadora o portadora de las culturas, no definía bien su la misma, fija, prescrita, ontológlcamente inmóvil. En He-
primer agente entitativo u omtológico. Ortega en cambio si. gel, el movimiento del espíritu es pura ficción, porque es
Acaba de salir Heidegger él teorizador del existencialismo un movimiento interno al espíritu, cuya consistencia es en
(1927) haciendo al Existente humano realidad suprema y su verdad fija, estática, prestablecída. Ahora bien: toda
encerrándola en los límites del tiempo real y concreto con entidad cuyo ser consiste en¡ ser idéntico posee evidente-
una esencia nula que ha de ir él fabricándose. Significa mente ya y desde luego lo que necesita para ser. Por esta
Heidegger-el Heidegger de entonces al menos-s-la desus- razón el ser idéntico es el 'ser sustante o sustancia, el que
tancialización o desenciación del hombre que consignado se basta a sí mismo, el ser suficiente. Esto es la cosa. El
all mundo, teniendo la mundaneídad o el quehacer en el espíritu no es sino .una cosa. No parece sino que las otras
mundo como nota suya existencial, se constituye en su ser cosas son cosas por su materialidad, por su espacialidad,
sin acabar de constituirse y camina angustioso hacia un por su fuerza. De nada les serviría todo esto si no fuesen
futuro que le absorbe en la nada. Todo lo que él. es, es he- además, y antes que todo, idénticas, por tanto, conceptos.
chura temporal y propia, y por ende constatable en la ex- La proto-cosa, la 'Urding' es elintelecto: El identifica, cosí-
periencia mundana, registrable en el tiempo, defindble his- fica - 'ver-dinglicht' - todo lo demás" (VI. 31).
tóricamente, sin trazos o cabos que apunten al Mas-allá, ¿Qué es pues. el hombre? ¿Qué es la vida humana, la
sin un principio o fiJn supratemporal o metahístórico, sin creadora de las filosofías, el fundamento ontológico de Ias
normas unificadoras. Este fínítismo y esta :fluencia vital se estructuraciones culturales, de la verdad historifícada? Un
acoplan perfectamente a los fines del hístorismo, y tienen gerundio y no un participio, un "faciendum" y no un "f'ac-
además la ventaja de venir exornados en su teoría de tum" (32-33). Cabía preguntar: pero, ¿ por qué no un com-
aparato metafísico, de un tratada como dice Heidegger binado de ambos? Mas sigamos adelante, que Ortega tiene
emprendido tras el sentido del ser, en grandes cuadros OD- prisa por darnos el análisis ontológico con el que supera
tológicos. Unica manera de hacer valer una nove-dad doc- a D:ilthey. Helo aquí: "En suma el hombre no tiene natu-
trinal dentro de la filosofía y de la crítica filosófica, dejan- raleza sino que tiene ... historia, o lo que es igual: lo que
2
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1,INI,AI' ,1'"NIl,~tlll;N·I'.\II;tl 111; 1,,\ 1.1I.(HlOlrl¡\ /)11, OIlIlWA ,,1111
lu naturaleza a las cosas, es la historia-como res geslac-
h'I' (J1It' HIII1,') fI 1111'11,", ('()III"/l (,1 fnrmullsmo de In Illosof'íu
al hombre" (41).
post-kuulfnnu, Illosnf'In como se sube sin contenido real, sa-
Tenemos ya el descubrimiento: el hombre tiene his- Iuduhu Orlt'gtl cumo ti UIl púgil gallardo que vino a acabar
toria, es historia, historicidad, multiplicidad. Su realidad con absiuxlus teorías (IV. 507-10). Estamos en 1928, un poco
consiste en no ser un pre-fabricado y fabricarse una consti- antes de la ínmcrsión de Ortega en el existencialismo de
tución siempre 00 curso, ir saliendo de un ser a otro, de una Heidegger y el historismo de Dilthey. El europeo de 1870
en otra visión del mundo, emigración constante. La ontología y 1880, manifestó entonces Ortega, se había forjado un
del hombre, dicho por quien se ha puesto a hacerla en susti- mundo vacío de esencias, un munido desinflado. Ninguna
tución de Dilthey, se defme por su ser histórico, puramen- cosa tenía ser. No había según el positivista más que he-
te histórico. Ya que todos concedemos que el hombre tiene chos. Y el hecho significa, poco más o menos, un. cambio
historia y hasta que es historia en cierto modo, mas con de las cosas. Y si no hay más que cambios, resulta que
un fondo entitativo real y homog.éneo que está por encima cada cosa deja en cada instante de ser lo que era y pasa
del acontecer histórico, con una naturaleza cuyos compo- a ser otra. Y como esto le ha acontecido antes y le va a
nentes esenciales flotan sobre del fluir del tiempo, con unas acontecer después, en todos sus órdenes y dimensiones, el
normas, perspectívales en, detalles y accidentes, pero abso- mundo queda convertido en un absoluto caos: en el puro
lutas e iguales para todos en el fondo. Ortega repite que "tiotisens" existiendo.
sólo es historia con la radicalidad que a sí misma se arr.oga Frente a este mundo frenético, tan estrictamente fuera
de que toda otra realidad, efectiva o presunta, ley, norma, de sí, que no es de este ni del otro modo, que no tiene figu-
valores, principios y fines de su ser, sustancialidad, razón ra de ser, solo cabía comportarse intelectualmente como el
suficiente de su existencia, tiene que quedar explicada par viaj ero hace con las 'tribus africanas: observar las CQS-
ella, referida a ella. Repitámoslo por si acaso: "La vida tumbres. Ya que los hechos no tienen un ser, mía conducta
humana es una realidad extraña de la cual lo primero que firme consistente y seria, tal vez manifiesten azarosas pero
conviene decir es que es la realidad radical (3), en el sen- frecuentes coincidencias.
tido de que a ella tenemos que referir todas las demás, ya "Hoy nos parece fabuloso que hace treinta años fuese
que las otras realidades, efectivas o presuntas, tienen de menester pasar tantos apuros y empinarse de ta] modo so-
uno u otro .modo que aparecer en ella" (VI. 13). Así habla bre la punta de los pies para entrever en utópica lejanía
el existencialismo, el adorador del hombre concreto y exis- algo que vagamente mostrase ser y sentido. La gigantesca
tente, el de la existencia primero y luego, sólo luego, el fluir innovación, entre ese tiempo y el nuestro ha sido la 'f'eno-
histórico con que fabrica su ser, su estructura entitativa, menología' de Husserl. De pronto el mundo se, cuajó yem-
su moral y su estética, todo 10 demás que nos decía la filo- pezó a rezumar sentido' por todos los poros. Los poros son
sofía que discurrió con entidades, esencias, dependencias, las cosas, todas las cosas, las lej anas y solemnes-Dios, los
leyes anteriores y superiores al ser humano. Existir pri- astros, los números-, lo mismo que las humildes y las pró-
mero y luego, según el fluir histórico, esas construccio- ximas--Ias caras de los prójimos, los traj es, los sentimien-
nes de orden entitativo cognoscitivo y moral que no tienen tos triviales, el tintero que eleva su cotidiana monumenta-
más verdad que la de haber vivido en el hombre y haber Iidad xlelarnte def escritor-o Cada una de estas cosas co- I
sido parte de la esencia en "fieri" continuo de ese hombre. menzó tranquila y resueltamente a ser lo que era, a tener
Sinceridad y decisión. Entre otros grandes inconvenien- un modo determinado e inalterable de ser y comportarse,
tes de los que se hablará más abajo, tiene dicha doctrina a poseer una 'esencia', a consistir en algo fijo, o como yo
el de una magnífica refutación de la supuesta realidad in- digo, a tener 'consistencia'.
sustante, mero acontecer, hilvanación de hechos temporá-
El afán sempiterno de la filosofía-la aprehensión de
neos hecha por su propio autor. Efectivamente a Max Sche-
las esencias-se lograba por fin en la f'enomenología de la
manera más sencilla. Fácil es comprender la embriaguez
(3) Se ha escrito, para salvar los finitismos que insinúan estas frases, del primero que usó esta nueva óptica. Todo en su derre-
que "realidad radical" no quiere decir la única ni la rnJás importante. En dor se henchía de sentido, todo era esencial, todo definible.
absoluto, pase. Pero en el texto y contexto, en el horizonte ideológico del que
maneja la frase, y hablo siempre de él como filósofo. nada aparece más allá El primer hombre de genio, Adán del nuevo Paraíso y,
ni más adentro de la vida humana. como Adán, hebreo, fué Max Scheler, POR LO MISMO
I~() .'OAUUiN 1I11J\lI'l'It H. l. I.INI PIINilAMHN·I¡\!,g:-. 1m I.A 1/ll.otlOlIIA 1)11, flll'lI\I:.\ 1121
IlA SIDO DE NUESTHA EPOCA ,EL PENSAUOH POH mullido l·1 P,'¡IlMIIIHh-IlIC1 Iilstórlco" (VI. 206), la rcliglóu COIl
EXCELENCIA" (el subrayado mío) (4). sus COl1C('pIOH ,k 'providencia, creación o emanación, rcla-
.ión de criatura cutre el hombre y Dios, sa:lvación, el com-
Así habló un eximio apologísta de las esencias, de las plejo todo dé las creencias, es una etapa de la historia que
realidades constituidas y consistentes, ultratemporales, ul- tuvo un gran momento en la Edad Media y su centro en el
tra-históricas, ajenas al fluir del tiempo. El mismo que mediterr'áneo y se va superando. Tiene que ceder el paso
dos años después las quema, exige la variación pura, una a la conciencia de una fllosofía nueva que iniciaron con el
metamorfosis sin sujeto metamorfoseado, un kaleidoscopio Henacimieruto los pueblos germánicos y románicos, filoso-
absoluto, el caos en marcha continua; caos la verdad, el fía que irá a resolver el problema de las relaciones de la
mundo, el Estado, la Religión, la sociedad, la sociología. naturaleza yde la mecánica u.niversal con los dictados de
Caos, hemos dicho pero repitiéndole a él: la vida o mundo. espiritual-espíritu "lato sensu" (VI. 203-4).
"El hombre, escribe, por necesidades de su vida, se ve Ideas oomo ésta figuran en las filosofías modernas a par-
forzado a pensar sobre qué es el mundo, qué es el Estado, tir del Setecientos y muy especialmente de Hume, pero el
qué es lo justo, qué es la sociedad ... Lo que pretende al historismo cree haberlas ratificado como parte de sus solu-
preguntarse qué son todas estas cosas es llegar a una res- ciones en el problema filosófico de las culturas, es decir
puesta absoluta acerca dé ellas, averiguar que es en abso- erigiéndolas en "verdades" últimas e ineludibles, constitu-
luto o en verdad el mundo, el' :Estado, lo justo, la sociedad, tivas de la vida humana. Es de ver-con qué naturalidad
la belleza artística, el lenguaj e que usa. Esfuerzo tal hacia se expresa Ortega al respecto cuando habla con Dilthey y
esos absolutos son la filosofía, la ciencia del Derecho y del cuando habla solo y sin Dilthey. '
Estado, la sociología, la estética y poética, la gramática ... En el ensayo. "En torn'oa Galileo" -lecciones que dictó
La pretensión que 'cada una tenía de haber descubierto la en la c'átedra Valdecilla de la Univ. Central, 1933-, quiere
entidad absoluta, mundo, Estado, sociedad, belleza, len- hacer ver que ern un mundo determinado hasta los hom-
guaje, queda fallida y convicta de error" (VI. 182-83). En bres de psicología más diversa se encuentran con un reper-
cambio, anota el defensor de tanto fracaso, mudadizos y torio común de problemas que da a su existencia cierta
todo, somos o nos hacemos un amasij o de mil errores y su- uniformidad fundamental, y observa:
pone ello uncrecimiento en mil direcciones. Ya tiene bas- "Imaginen ustedes dos individuos de carácter opuesto,
tante con¡ eso, acota (VI. 41). Las mil vueltas que da el uno muy alegre, otro muy triste, pero ambos viviendo en
carrete hombre a sus intelecciones y voliciones son otras un mundo donde Dios existe y en que la técnica material
tantas vueltas que adquiere en su naturaleza: "Tampoco es elementalísíma. (En general, las épocas con Dios son
tiene el hombre otra 'naturaleza' que 1'0 que ha hecho" (Ibi- épocas de técnica torpe y viceversa.) Al pronto tenderemos
dem), es decir la verdad que le ha pasado, la bondad que a atribuir gran importancia a esa diferencia de caracteres
le ha acontecido, la belleza que le ha sucedido. em la configuración de ambas vidas. Mas si luego compara-
mos a uno de esos hombres, por ejemplo, al alegre con
En esta fuga de actos y hechos que es el hombre merece otra tan alegre como él pero que vive en un mundo dis-
párrafo especial lo que respecta a su religión, a sus rela- tinto, en un mundo donde no hay Dios y hay en cambio
ciones íntimas con la Divinidad, Como las entidades aca- una civilización técnicadesarrolladísima, caemos en la
badas de nombrar, también la religión, en buena lógica, cuenta de que a pesar de gozar ambos del mismo carác-
habrá de contentarse con ser verdad parcial, con no poder ter, sus vidas se diferencian mucho más que la de aquella
ser verda-d absoluta, con no tener validez para todos los 'otra pareja, distinta de carácter pero sumergida en el mis-
tiempos y para todos los hombres. Según Dilthey en la ex- mo mundo" (V. 27) Sigásele leyendo en los últimcscapí-
o
posición más que suscrita por su adepto, ya que es para él tul os o lecciones del ensayo y el discípulo de Dilthey sabrá
"lo más genial y lo. más profundo que hasta ahora ha f'or- hacer honor a las enseñanzas de su mal buscado maestro:
"Conviene señores, recordar que el hombre una vez-una
'Vez que ha durado muchos siglos-estuvo en esta creencia
(4) Difícil creemos concordar este vuelo de la mente de Ortega en pos
de las esencias permanentes y bien constituidas, con la tesis de que desde los cristiana y su vivir tomó el aspecto de una faena sobrena-
albores de su filosofar y sin nunca cambiar en ello sostenía ser el hombre tural. La Edad Mioderna-Galileo, Descartes-nos han re-
historicidad, un Yo en "fieri" al Que le pasa esta y aquella circunstancia o trotraido a la naturaleza y nos cuesta trabajo repensar
y le constituye sin acabar de constituirle.
s',· ./OAI,lIJl N 11\ lA I\'I'E, ~. 1. Id 111: I.A HI"OS(lIdA IU: OII'IIWA ~j2:1
aquel modo de vida que consiste en vivir desde Dios. Como como 1111 fer¡¡'IiiII'111I I(tll' 1'Il' justlfica en la realidad cultural
a los griegos nos sabe, por lo pronto, a paradoja" (104-5). de In vldu luuunuu.
Aquí es la técnica la que supera la creencia en Dios, M¡íHI <1111'0 ((IU' ('O,1l la Rdigión ha estado aún con el espí-
en otra parte es la filosofía. "Esto, asevera prologando la ritu y lo ('Hpldlual, entendido él no solo como contrapuesto
Historia de la Filosofía de Bréhier (1942), no es urna diver- a Io mensurable o tangible .o a modo de meras etereidades
sión ni UIIl gusto, sino una de las reacciones a que obliga el como queda Goethe, sino en su concepto genuino de sustan-
hecho irremediable de que el hombre' 'creyente' cae un día cia simple e independiente íntrínsecarnente de la materia
en la duda. La filosofía es un esfuerzo natatorio que hace en su ser y operación. Molesto de que se echara mano del
para ver de flotar sobre el 'mar de dudas' o, con otra ima- término para designar las Ciencias del Espíritu, hay ya en
gen, el tratamiento a que el hombre somete Ia tremebunda "El Tema de Nuestro tiempo" (1923) frases irónicas contra
herida abierta en lo más profundo de su persona por Ja los arrobas extáticos que sugiere a los santones modernos
fe al marcharse". Que e! fenómeno señalado se refiere al esa expresión mágica (III, 167). Más tarde, en 1935 ("Histo-
hombre Pedro y al hombre Epoca se verá por la nota que ria como Sistema"), escribe sobre lo mismo: "¿Espíritu?
figura al pie de la p. 406 (VI.) : "En la Edad Media va ha- ¿ Quién es ese mozo?, preguntaba Schopenhauer, malhumo-
biendo filosofía conforme va atenuándose la fe", o sea que rado e insolente, pero no sin sobra de razón. Este gran con-
la fe, como Dilthey nos dijera, la fe cristiana, la medie- cepto utópico de espíritu pretendía oponerse al de la natu-
val, la centrada en el Mediterráneo, es una fase histórica raleza. Se presentía que la naturaleza no era laúnica reali-
que hizo o constituyó alguna vez al hombre, y tiene que dad y, sobre todo, que no era la primaria o fúndamental...
desaparecer como vigencia social y valor histórico no sólo Pero el caso es que; al intentar comprender lo humano como
de hecho sino también de derecho, a tenor de la configu- realidad espiritual, las cosas no marchaban mej 0'1' ... " (VI,
ración filosófica de las Culturas. 25-26). Ei pasaje se repite con el mismo desenfado en el
El cuadro se va ensombreciendo. Por todas partes rui- mensaje del Instituto de Humanidades (1948) al público
nas y destrozos de la Religión en forma de una superación de Madrid, y se insinúa con harta claridad en el trozo an-
histórica que nos acontece, que consiste en no consistir, tes copiado del VI, 31, cuando expone quecon el espíritu,
en ser historia, historicidad. Está hablando de la "Historia "si algo en el mundo lo es", no puede entenderse la hu-
como sistema" (1935) y de cómo se ha entendido mal el mano. No nos olvidemos que en otro pasaje ha dejado bien
progreso muchas veces. Algo de qué sea el verdadero pro- en claro lo que entiende par espíritu: "En la ideología mo-
greso y cuál y donde está lo bueno y lo mejor para el hom- derna, 'espíritu' no significa algo así como 'alma'. Es sim-
bre nos habían dicho el Evangelio y la sana filosofía. A ver plemente una cualidad que poseen unas cosas y otras no.
ahora lo que el historismo dice al respecto en disolución Esa cualidad consiste en¡ tener un sentido propio, un valor
franca de toda fórmula moral: "Esto [qué sea lo me- propio ... " (III, 167) (5).
j orJ sólo podrá decirlo a posieriori la razón histórica
, concreta. Esta es la gran averiguación que de ella espera- He aquí Ias líneas fundamentales de una filosofía que
mos, puesto que de ella esperamos la aclaración de la rea- es la disolución de toda fórmula religiosa, moral y filosó-
lidad humana y con ello de qué es lo bueno; qué es lo fica, y que sin objetividad, sin ejes fijos ni lastre, vuela
malo, qué es lo mejor, y qué es lo peor" (Vl. 41). y más vagarosa por los campos de la historia (6). Ninguna huella
adelante; vivimos, continúa, en un 1935 que ha perdido
la fe en la razón. Antes, hacia el 1700, se constituyó la fe (5) La mente de Ortega sobre la naturaleza del espíritu y de 1.0 espiritual
en ella como creencia colectiva, corno vigencia social. se manifiesta en iuuúmcros pasajes; pero por más sinceró y claro tengo este
y antes de esa fecha aúrn "la fe en la razón es una creen- cuarto capítulo de "El tema de nuestro tiempo", titulado: Cultura y Vida
(163-168).
cia individual de pequeños grupos particulares que viven (6) Poco hemos concretado en torno a la disolución de toda fórmula moral
sumergidos en sociedades donde la fe enl Dios, ya más o dentro del historismo, pues no hace falta. Véase, con todo, este ejemnlo
para advertir la flexibilidad ingente que esa doctrina da a la moral: "Eu
menos inercial, sigue vigente", tal en 1500. Anteriormente muchos pueblos africanos existe el asesinato ritual del rey. Tal uso nos
todavía, 00 la Edad Media tuvo esta última plena vigencia parece absurdo. Mas el historiador no habrá concluido su faena mieutras no
nos haga entrever que no hay tal absurdo; que, dada una cierta estructura
social. Así discurre, repito, la filosofía de Ortega admitien- psicológica, dada una cierta idea del cosmos [y, ¿por qué no, una degrada-
do la descristianización de Europa y la falta d~ toda reli- ción culpable?] el asesinato ritual de los reyes es cosa tan 'lógica', tan llena
gión no sólo de hecho c~o tantos otros, sino de derecho, de buen sentido, como el sistema parlamentario. Esta es la antíuomia de In
óptica histórica ... " (IU, 311.)
JOAQUÍN IRIARTE, S. l.
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