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EL SENTIDO FILOSOFICO DE CA1AL

y SU VISION DEL MUNDO

Por las historias de la filosofía inglesa corre una frase del


famoso médico Harvey o Harveo a propósito de su paisano y
coetáneo Francisco Bacon. Harvey que, por 10 visto, tenía idea
muy alta de la Filosofía, al ver que Bacon, Lord canciller antes del
reino, se metía a filosofar, exclamó malicioso: Bacon Iílosofa
con la competencia de un Lord Canciller, es decir, sin obligación
ninguna de hacerlo bien. Algo parecido habrán observado al..
gunos ante el título de este ensayo: Cajal, dirán éstos, tiene
bastante con 10 que es, insigne hístóloqo, y no hay para qué ha-
cerle otras cosas, ni venirnos con el chiste de que filosofaba a
lo Lord Canciller o con la competencia de un profesor de Ana-
tomía.
Les replicaremos con todo recordándo1es 10 que de sus afi-
ciones filosóficas nos dice el propio Cajal. Cuando terminaba la
carrera, fué víctima de una gran manía que le llevó no sólo a leer
autores como Berke1ey y Fíchte, la flor del idealismo, sino a vi-
vir sus teorías, suponiendo que el mundo que nos rodea es mero
fenómeno, tiene sólo apariencias de realidad. Con esta ocasión
escribía: " ... la afición a los estudios filosóficos, que adquirió
años después caracteres de mayor seriedad, sin transformarme
precisamente en pensador, contribuyó a producir .en mí cierto es-
tado de espíritu bastante propicio a la investigación científi-
ca" (1). Cajal, para los que le han leído, aparece siempre aficio-
nado a la filosofía; la alaba, la aconseja a sus colegas científi-
cos (2). Habla con empaque de intelectual y si no se nos pier-
<le.de vista en sus vuelos, tiene techo como diríamos en términos
aeronáuticos. Cuando escribe, se cuida bien de que su visión per-
sonal del mundo esté siempre presente, no sea que se le aplique
su célebre máxima: "Quien no se preocupa de la constitución del
Llnígerso y de los problemas de la vida y de la muerte, no pasa de
ser un cuadrumano con pretensiones" (3). Por 10 mismo, sus 11,i_

(1) Cf. O. Completas, Aguilar, 1947, p. 212.


(2) p. 535-6; 1111.
(3) p. 1029.
torno ul sentido Iíloaóllco del ('Illlll('¡¡(('
c xplorndur dl'( n'II,I,!\
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humano y acuso también del ccrcbr 1111c!0 1111 1 , l'll 11111 1111
Illjll!l'!C liUí.:II(1'.111111' 1",•• IIldlldllll JlloM,llrllll, Hulll\' 1111'1 11111'1"1
rvance de futuros estudios cajalianos.
, 1l11M 11111 .I'IWI, 1111 pO/'vt'I\II', EIl 1(1 clnslflcución que hmt' '" 1\1
11111 lit- '111'. 0111'11/1, ¡¡dloto t1 dos de ellas como de índole Illosóftcn: * * *'
1 1111 11/111111 lIl' méritos en esta producción suya, no es tan cier-
In '1"1' 110 IC)H tcngn. Las andanzas filosóficas de Cajal comienzan desde SUH l'H'"
1.IIII'()s tenidos por serios nos presentan a Cajal como a tudios de bachillerato. Consultemos para ello su autoblogl'ofill,
npOllclltc de una filosofía viviente, europea, basada en las cien- relato delicioso, modelo de sinceridad y de buen gusto. Ten ...
IlllM de la naturaleza, que debe cultivarse en oposición a otra dría unos quince años, y asistía Santiago al Instituto de HUC'Ii'"
Illonoltn muerta, patrocinada por Menéndez Pelayo, fundada en ea, instalado en el edificio que fuera antes Universidad Osccn .
11111ciencias del papel y de los libros (4), en problemas ínaccesi- se, y en cuyos lóbregos sótanos duerme todavía la célebre cam .
blcH, en metafísicas aéreas y de metódica imperfecta (5). Los pana donde, según la leyenda, ordenó el rey monje el sacrifl .
ulvcrsaríos de Menéndez izaron en su día el nombre de Cajal cio de la levantisca nobleza aragonesa. Era profesor de Filoso ..
rOI11O bandera de combate para dar nueva orientación al pensa- fía un tal Vicente Ventura.. de tan buena recordación en las
miento ibérico. Y hay razones para creer que Cajal aceptó el trastadas del hijo del médico de Ayerbe. Ventura intentó dar
\tMO que se hizo de su nombre para los fines de dicha nueva forma escolástica a aquella cabeza indómita, que, aunque entu ...
orientación. Por modesto que fuera-sabio al fin y al cabo-, siasmada con la vecina catedral gótica de bella torre y maqní-
reyó firmemente que debía darse otro giro al pensamiento pa- fíco rosetón, no parecía aceptar la visión gótica que la esco .•
lástica da del mundo, ingrávida, aérea, espiritual. sustentándose
tdo no sólo en su metódica, sino en sus aspiraciones y fines, y se-
imaginó hacer labor patriótica y cultural. el pedir que una labor sobre formas y esencias intemporales (9).
Tras de haber oído a Ventura exaltar hasta las nubes a Aris ..
mental que había andado dispersa y fuera de las grandes rutas
uropeas, quedará canalizada o si queréis ..cajalízada" (6). Ca- tóteles y a Santo Tomás, y denostar a Locke, Condillac, Rous ...
seau y Voltaíre. sacó la impresión-a esa edad sólo de ímpre-
[alizar la filosofía hispánica, vino a gritar, en cuanto al sentido
siones cabe hablar-, de que los denostados y execrados no de ...
1 menos, José M. Ingenieros allá por el año de 1916, y la con- bían ser tan malos como su profesor quería. Además, la Iiloso-
signa tuvo seguramente el asentimiento de la generación del "98". fía que procede sin métodos posítivistas, sin razonamiento que
Suponía ello haberse pronunciado Cajal contra la filosofía que- sea' independiente y sin experimentación, adoptando más bien
defendiera Menéndez; y para pronunciarse, tener algún sentí- el principio de autoridad y las alegaciones del sentimiento, no
do filosófico, pues no era ningún carácter vano que se metiera podría valer mucho. A Cajal, que en sus primeros brotes es ..
en lo que no conocía. Cajal, dicho con unas palabras suyas colares se le transparentaba ya su afición a los métodos empi ..
aunque a otro propósito, trató de organizar el cerebro nacional: ricos, y era devoto de la razón emancipada como quiso su siglo,
de modo que no hubiera en él un lóbulo sobreañadído que, al le pareció que una metafísica de tan distintas y opuestas apre ..
nutrirse eqoísticamente de metafísicas, atrofiara otros centros en- ciaciones en puntos como el de la existencia de Dios y la In.•
cefálícos correspondientes a las ciencias de observación y de la mortalidad del alma no podría aceptarse sin .más ni más. L
naturaleza (7). Por lo mismo, hay quienes creen que la filoso~' pluralidad de sentencias, sigue' hablando Cajal, le sorprendió,
Iía española debe estudiarse desde doble ángulo visual: el de hacíéndole creer que la esfera de la religión y de la Fílosoña
Menéndez que representa a las ciencias del espíritu, y el de sustrae casi enteramente a la captación del entendimiento (10).
Cajal a las de la naturaleza: y, quizá, ande ya alguno metido. La filosofía como sistema de conocimientos científicos. observ
en esa labor (8). Se me permitirá, según eso, una divagación en bles y controlables según sentencia el positivismo, flotaba en el
ambiente y estaba sobre todo en el ser mismo de Santiago (11 ).
Para confirmarse en ello no hay sino ver cómo reacctonn
(4) p. 648. nuestro chico cuando llega a estudiar la física. Esta, de expl
(5) p. 488-9; 150-1.
(6) p. 644-9.
(7) p. 1046; 1180-1.
(9) p. 150-3.
(8) Lo correspondiente al primero lo tenemos publicado: Menéndez Peleyo y IIJ.'
Jll/ulOf-!a Española; lo correspondiente a Cajal deberá estarlo para el centenario de}, (lO) tue.
(11) p. 172-4,
IluUII,·nfo. 1956: Coiat y la Filosofía Española.
IlIi 1\11 ,., HI. SJ!N'I'Il)() JllI.()HÓIIJCO 1>1\ (~¡\.JAI. y 11\1 VI:il(IN, )\'1'( ••

rlllll~f,jl" tlh'IIlJlre 11 In 11111l10, k tllltl:lf.It'e; y 1". el mundo y la realidad circundantes desde dentro, conccdlcmlo
!llIHcmClJlGflll, 11111 '\11'\ UlIIIJlI'()h(ld()Jll~íi Inconcusus. le cntuslns- al espíritu enormes fuerzas decorativas. actividad coqnoscttl
i!l/ifl (12), nncídn pura delincamos el mapa de la tex-
:::\1 1111'11(>, va insospechada. Tanto díó a comportarse así, que discutía con
1111.1IInvlll/ll1, que sentirse en su elemento ante los méto .•
(,'nlll sus amigos que el Yo era la realidad única existente, y todo lo
.111'1 .11' ohscrvnclén de la física moderna con la expresión so.• demás puro fenómeno. proyección y decoración del Yo, ¿El!
111111 y lI}uHtudísimade sus procedimientos y resultados. La hís- que de veras llegó a esas suposiciones? Contesta diciendo que
1111'111 nntural le gusta también, y casi tanto como la Iísí- fué más bien la seducción que ejercían en él las paradojas y los
1 (12). Fijémonos en ese "casi tanto". Ella había de ser su malabarismo s dialéctícos. Habrá que' decir que fué bastante
Iuturo campo de estudio, y había sido el entretenimiento de su más; que tenía ello alto sentido filosófico, toda vez que es pro-
muchachez primera, cuando recogía y clasificaba a su modo hue- pio del que lo tiene despojarse de la ingenuidad del conocer
VOR de pájaros (13); si ahora no le llenaba en sus instintos na .• vulgar y espontáneo y examinar lo que nuestra estructura ín-
turalistas, era por la extraña e inacabable nomenclatura de ani.• terna pone en los objetos. con concesiones notables al poder crea-
mnlcs y plantas, por el chaparrón abrumador de las clasifica- tivo del Yo (17). Tal disposición es indispensable en el buen
cíones en que venía envuelta (14). La naturaleza es una beldad filosofar. El que no sabe dudar. tampoco sabrá fundar. El in.•
que exige contemplación directa, y si no, no gusta, dicen los de genuísmo no prospera en la ciencia de las últimas razones. la
In raza mental de Cajal. Los grandes problemas biológicos, por que para tener robustez necesita cierta crisis inicial coqnosci-
otra parte, no se le dejaban entrever todavía en aquel estudio' tiva, y derivada precisamente de la conformación y coloración
Incipiente, pues lo que a Cajal habrán de seducir más tarde se- que pone el Yo en la realidad extramental, Cajal pasó dicha
rán, las exploraciones en torno al misterio que llevamos bajo la crisis y. al pasarla, nos hace la cor~.ión de que el gusto 'por
bóveda craneal. en lo que es base física según él, tal vez mejor.
la filosofía le volvió después c;i1n~.. _·~edad. Lo hemos de
condición física u orgánica del pensamiento (15). Eso y sólo ver. Pero quede bien registrado . . e s.:.~ años mozos surgen
eso era llegar hasta el cabo en ese ramo o actividad científica; en él dos rasgos típicos del tal . filosófico: el saber dudar o
y según nos ha dicho antes, cuando. nos habló del espíritu de criticismo, y la afición a las últimas causas.
su ultimidad que le infundió la filosofía. es eso 10 que le había
de interesar,
Así las cosas. curado Cajal de su manía filosófica. viene el
Ocurrió más tarde-y más tarde es cuando Cajal está ter- fin de su carrera y el ingreso en el cuerpo de Sanidad Militar.
minando la carrera de Medicina (Zaragoza. 1871 )-que dió en con su incorporación al ejército de operaciones contra los car-
la manía filosófica más extraña. Tenía, según cuenta, bas- listas de Cataluña. año de 1873, y su partida. un año más tar .•
tantes horas libres" y empezando por la lectura de los romántí .• de. a Cuba con el ejército expedicionario. Llegó a América Ie-
cos-prosistas tanto como poetas-pasó por contraste a duros lízmente, pero en torno a ese viaje suyo hay que señalar dos
y prolongados ejercicios gimnásticos, y de éstos. como por re.• naufragios que no poco le conciernen. El primero es el de sus
acción compensadora. a la lectura de libros filosóficos. Se en- conocimientos anatómicos tan laboriosamente adquiridos. que
tusiasmó con el idealismo de Berkeley y Fíchte (16). Leyó tam .• creyó él naufragarían para siempre. pero que por fortuna fué
bíén a Kant, a Hume, a Balmes; pero su ardor juvenil y su ta- sólo de modo pasajero (18). El segundo naufragio, con este
lento empírico, por gran paradoja, se fueron con los primeros.
¡El fogoso admirador de Espronceda en literatura se hace se- (17) Cajal interpretaba el idealismo filosofando un poco' a lo Lord Canciller.
guidor de dos soñadores más en Filosofía! Cajal, que había Dice en la p. 1213: Hemos visto a "idealistas como Berkeley y Fichte, negadores de
ensayado tantas cosas: díbu jo, fotografía. poesía. gimnástica. la realidad del mundo exterior, comportarse en la mesa, en la tertulia y en In elite-
dra, como si los manjares. los amigos y los discípulos no fueran meras proyeccionea
ensaya ahora a convertirse en linterna mágica, productora dé del Yo." El idealista en sus especulaciones más sutiles, prescindiendo ahora de eémo
colores, formas v hasta puntos sustanciales. Quiere explicarse entiende el Yo, no se refiere a la realidad pre-filoséfica o vulgar de las apreclaclones
de la contidianidad, sino a la de las determinaciones metafísicas, a las de mhs nllñ
de la visión o percepción 'físicas. El idealista no se hace cuestión de una' renlld,.1I
más o menos, realidad que pudiera ser muy secundaria. sino de la realidad, n In QUt
(12) p. 176. hace consistir en la idea pura, al no acertar a' verla encarnada en los oblctcs 8~n.
(13) p. 38.
sibles. Caja!, igualmente, no acertó a distinguir la noción de ocasión o Illcl1nclc\n
(14) p. 176.
de la de causalidad verdadera; d. lo que dice de la nariz de Cleopatra, p. 1094. 'l'RIII-
(15) p. 815.
bién aquí filoso fa sobre apotegmas a lo Lord Neurólogo.
(16) p. 210·2.
(18) p. 220.
IIIII\IIII!, S, J. 1!1. ~I\N'I'I)O l'lI,OHOI'lCO 1m eA J AL Y su Vl:iH)N, B'I'("

'Cfljllllll 11111' r1 dI' uucvo designado. se refiere a la relí- con el' capitán de la Administración militar (25); pormenor qu
C~III 1" 11', flll'll ll!- los filósofos antes dicha, sufrí-dice- no deja de ser significativo, que nos hace ver que f\¡1~ vlctínu
1'(II,d/1 1'1
i " •• 111 fe l'dlgiosa,
1'11 salvándose del naufragio dos al- Cajal del mosquito del paludismo y del tábano socrático.
¡\I" 11I1I1dplml, In existencia del alma inmortal y la de un Ser Su- Regresa a la patria al cabo de veinte meses, 1876; deja la
¡IIIIIIII I'('dol' del mundo y de la vida (19). Quedaba. pues, Ca ..• práctica médica, se doctora y se consagra para siempre a la In-
d ,'11 1" desnudez religiosa de los deístas. entendiendo por ta- vestigación y al magisterio. He aquí las etapas gloriosas de
Ir •• IlIl 11 los del siglo XVIII, sino a los estoicos, por Cajal ávida- esta labor suya: Director del museo anatómico de la uníversi-
1111'nl'l' leidos entonces, y por deístas calificados (20). Resta sa- dad de Zaragoza, 1879; la cátedra de anatomía en Valencia,
ht-r si la Providencia, tantas veces nombrada en las obras del 1882; de histología en Barcelona, 1879; de histología y ana-
Ib10, es, Como en los estoicos, inmanente al mundo. o lo tras- tomía patológica en Madrid, 1892. Sus tratados de Hístoloqía.
le ndc: y si el alma, de la que esas mismas obras nos hablan, con el de Textura del sistema f~~'
vioso van saliendo entre los
tlcnc inmortalidad personal o es una exhalación que va a per- años de 1889 y 1904. Son los YJ.: " llama él de su santa Fati-
derse para siempre en el cielo azul (21). La mente de Cajal so- ga (26), y a la vez lo son rY4f1s ~ra..'.<es triunfos y sus gran~
brc el origen, naturaleza y destino concreto det alma, no está des premios nacionales y
lara, yeso que discurre largamente sobre la inmortalidad (22),
En ocasiones su mentalidad es abiertamente darwiniana y con~. * * *
trapuesta, "expressis verbís", al relato del Génesis, como luego
veremos. El filósofo' que Cajal llevaba dentro, y cuyos primeros bro--
Por lo que toca al bagaje filosófico que acompañó al Caj'11 tes hemos visto apuntar, quiere manifestarse en este mismo pe--
del ejército expedicionario, pasada la locura idealista. quedá- ríodo de la santa fatiga, cuando inclinado el sabio ante el ocu--
bale una especie de estoicismo a lo Séneca, Epitecto, y Marco lar del microscopio, alza los ojos para descansar y se pone a
Aurelío, muy en consonancia con algunos rasgos de su carácter, meditar, a soñar mejor, a fantasear en la suerte del cosmos Y
si bien sólo algunos. Cajal podría gustar de la dignidad hu- del hombre. Sentíase preparado para la tarea. Además de la
mana tan bien llevada por los estoicos, pero de su pasividad bella literatura ha cultivado la expresión divulgadora de la
ya no tanto. Era carácter creador, voluntad que quería corre- ciencia que en Echegaray, Flammarion -y sobre todo en Fa-
gir a la naturaleza, vencerla, domeñarla. Se guardará bien de bre le ha cautivado (27). Tiene como llevamos dicho el íns-
gritar como Epícteto: "[Oh naturaleza, yo quiero lo que tú tinto de la ultímídad de las cosas que tan propio es de un Iíló-
quieres!" Además, en los momentos supremos, Cajal que era, sofo. Su visión general de la marcha del pensamiento es respe .•
lo dice varias veces, "de un sentimentalismo soñador", "emoti- table, de modo que se da cuenta del panorama de la filosofía y
vidad exagerada" (23), artista en resumidas cuentas, se rebe- de los modos con que ha ido ella exponiéndose. Por otra parte,
laba contra las consecuencias prácticas de una concepción filo- enfrascado en la exploración de la naturaleza,' ha sentido como
sófica que pone la dicha en una resignación serena (24). ' pocos su contacto y su pulsación en las dos más valiosas joyas
El Cajal de Cuba interesa mucho, pero no aquí. Había lle- de la creación,' que según su frase son el cerebro y la retina (28).
gado a un escenario ideal para su talento naturalista; la vida en Le es familiar el funcionamiento de la pulcra y exquisita eco-
las Antillas tenía la expansión y el florecimiento de los climas nomía de los centros nerviosos superiores, y con ellos parece
tropicales. Fueron con todo meses duros, sin una emoción con- que hubiera asistido al actuar tangible de la conciencia y de la
soladora, los veinte que allí pasó. El despliegue de sus virtudes inteligencia en los seres humanos. Y como si fuera ello poco, ha
profesionales, sociales y éticas, de su amor a la patria, no nos pasado por ese momento terriblemente esclarecedor que es la
pertenece. Sí. en cambio, un detalle precioso referente a sus afí- proximidad de la muerte, lo mejor, si no lo único, para encarar--
cienes filosóficas. Nos cuenta que en el campamento de San Isí- se con la existencia y los graves problemas humanos. Efectiva-
dro, en plena manigua, mantuvo ruidosas polémicas filosóficas mente, el Cajal palúdico de la campaña de Cuba, sometido El
la dura prueba de las oposiciones a la cátedra, se derrumba al
(r9) p. 227.
(20) p. 469-70.
(21) p. 278. (25) p. 239.
(22) p. 1018 ss.: 1028; 1035-6; 547; 279; 1093·4; 1217-8. (26) p. 674,
(23) p. 104; 269, (27) p. 174; 505.
(24) p. 177: 469-70. (28) p, 818,
/"!\CIIIIN nIlAII'IH, !l. 1. HI. !inN'I'IDO 111r.ot¡ÜJlICO UB i:/\ J /\ L Y :1\ I V1SIl')N. IIT(~,

,Iul\II' dI' IIIHI IlIlwl'(',doIlIR ncompañada de fuerte hemorragia. El Preguntado Leíbníz. uno de los grandes sistCl11{\tiCOH111
íl!flfllllll'1ll11Y 111 desesperación hacen presa en él. Vaga por un nos. si sus bellas teorías monadológicas iban de veras. contc
ín(1 "'1\ ('IlJlMlldo en In ciencia, en la religión, en la Iilosofía- a que que no toca a los filósofos hablar siempre en serio ("neguc ernm
I~ 11/ 111/1 ccníícdo. Tiene que morir sin dejar rastro de sí ni en , philosO¡Jhorum est rem semper serio aqere" (32). Cajal, que n
11111 IihL()1I ni en las almas, con la idea de la inutilidad de su exis- sabe de esta contestación de Leíbniz, por su cuenta y con convíc-
írucltr, lo que le punza como un manojo de ortiqas. Presa de un ción firme supone que muchos de los así llamados filósofos hacen
lt(l()Ue de negra melancolía escribe versos henchidos de necios labor poética. Esos grandes constructivos que se dicen Descartes,
\' ünpíos apóstrofes, e inspirándose en ideas casi suicidas sube Leíbniz. Fíchte, Hegel. Hartmann Krause, en parte el mismo
renqueando a los picachos de los alrededores de Panticosa, para Bergson-fijémonos que señala sobre todo a los racionalista s
Icjurse caer y morir allí cara a las estrellas, viendo cómo se per- o aprioristas-, que nos presentan tan suntuosas síntesis, son
día su alma errante por el cielo azul (29). unos imaginativos, grandes decoradores, están dotados de proíun-
Este Cajal de desfallecímíentos mortales no sólo llega a sa- do sentido poético (33). Les ocurría lo que al propio Cajal, que
nar, sino que triunfa en estudios de anatomía y de histología. necesitaban desahogos y compensaciones dinámicas de otras la~
y en el regusto de una vida que le vuelve y de una gloria que le bores, o que tenían que dar salida a su exuberante constructí-
sonríe, ve la realidad como la suelen ver los que se asoman a la vidad. No le cabe duda en ello, y repite el juicio en más de una
tumba, es decir, con el redoblado afecto que se tiene a un bien ocasión (34), dándose la mano, si bien desde punto de vista
ya perdido que se recobra, con algo de ese "ser-para-la-muerte" distinto, con los que ya decían que tantos apriorismos y tanto
que los heideggerianos señalan como el punto aleccionador má- afán de hacer sistemas por hacer sistemas, no podía ser afán de
ximo de nuestras honduras existencialistas y metafísicas. filosofía, de buscar la verdad, sino otra cosa.
La vida para Cajal redivivo no sólo es claridad y profundí- Si nos dejáramos quíar de esta bella "filosofía de la Hloso-
dad, sino elegancia como suele él decir de la muy recóndita que fía" dictada por Cajal con tanta autoridad, se simplificaría no
ha visto moverse sobre la platina; y va a dar salida a esa su vi- poco el estudio de la asignatura; sobre todo, se solucionaría el
síón de la realidad, aprovechando los ratos que roba al estudio grave problema con derivaciones al escepticismo que surge de}
de anatomía. Oigámosle: El segundo y el tercero de los cuentos. número sin número de sistemas. De los sistemas, notémoslo
de vacaciones "entrañan tesis filosóficas y científicas más o me- bien; no, de tratados, en que se plantea sobriamente una cues-
nos estimables y vulgares" (30). La confesión es paladina; se tión y sobriamente se procede a discutírla y resolverla. Cajal
ha propuesto hacer filosofía. médico y psicólogo, que conocía bien' el régimen y 'la dístríbu-
Va a filosofar, pero, ¿cómo? Aquí está lo original de Cajal. ción del trabajo cerebral. vió claro que tantas especulaciones
Su concepto de la Filosofía no puede ser más clásico, pero sólo apriorísticas y suntuosas obedecen a estados de espíritu, son re-
en teoría; positivista como es, agnóstico a lo Duboís-Reymond, acciones ideales compensadores, o leyendas inventadas por po .•.
apenas admite su realización. Para Cajal la filosofía sería un ten te s soñadores con nombre de filósofos (35). Que en efecto \.

a modo de tronco gigantesco, cuyas ramas estuvieran represen- el alma de éstos deba estar dotada de poder de fantasía, ha que-
tadas por las ciencias particulares, y que vanamente fuera Ior- dado reconocido brillantemente por Heidegger y sus últimas,
jándose la idea de guardar en sí los grandes principios del pen- teorías sobre el pensar poético, según él, el pensar propiamente
samiento y la explicación de los enigmas del universo, tales co- filosófico; y acaso también por la realización de su labor Iílo-
mo el comienzo de la vida, naturaleza de la sustancia, origen del sófíca postrera, llena no ya de la necrofílía de antaño, sino de
movimiento, aparición de. la conciencia, etc., etc. (31). Pero, aun dioses, templos, ánforas o jarras helénicos con significados o
en su sección más asequible, la filosofía, según Cajal, se ha evocaciones cuádruples.
convertido muchas veces en un certamen de poetizaciones. Al' Escribirá pues Cajal en poeta, pero sabiendo que lo es,
hablar así, no se refiere a Platón, que formuló magníficos en- profesando que se dedica a serlo, y llamando apólogos o cuen-
sueños y especuló con mitos y apólogos, sino a modernos pensa- tos de vacaciones a su producción (36). Mas en el fondo de esoe
dores tenidos por filósofos sobrios y técnicos. Analicemos esta
rpreciacíón genial de Cajal.
(32) Carta a Cristo M. Pfaff, 21·V-1716.
(33) p. 1180.
(29) p. 278·9. (34) p. 487; 848.
(30) p. 674. (35) p. 848.
(31) p. 537·8; 488-9. (36) p. 673.
I}I
JOAQuíN IRIARTE, S. I. EL SENTIDO FILOSÓFICO DE CAJAl. y SU VIt'I¡"IN, H'II~.

IlIlIdl·"tl1l1 cuentos sentiremos su pensamiento henchido de calor .No estudio a Cajal en las partitularidades de Hit \1t'1I::tl'll\fI
y vül.r, Pues pocas veces habrá hablado pensador alguno en la evolucionista, tarea que exige más tiempo y lugar, y que /'11:11"
(Il'1lllllllidud que .Cajal tuviera del instrumento orgánico de que ramente tendría que hacerse confrontando lo que expone ti hi
l' HII've el espíritu humano para su labor intelectual, ni con la tóloqo en sus investigaciones del ramo. Pero téngase pI'C:-Il:ntl
uutdod de experiencia que poseyó él de la morfología, las re .• la anterior confesión y adjúntesele esta otra, de que el orlH('1I
iccloncs y vibraciones que adoptan las células cerebrales en el del mal, contra lo que "discurren muy sutílmente filósofos y
reto de pensar. Lleno de emoción por las maravillas que en este teólogos", no debe buscarse en "las regiones' metafísicas", sino
IHI mundo ha observado, familiarizado con el funcionamiento de que es "la necesidad inexorable de nutrir y exaltar nuestra vídn
10 vida superior v sus misteriosas fuerzas, depositario de secre .• a expensas de otras vidas altas o bajas". "Díríase. continúa bu .•
tos que nadie hasta él había explorado, noble y sinceramente, sin blando el evolucionista, que el Principio modelador del mundo
lngeniosidades ni restricciones mentales, sin falacias n.i artificios orgánico, decidido a sacar la célula del callejón sin salida de 1,1
para el caso de una retirada posible, expone su visión del mun .• planta, abriendo con ello deslumbradoras perspectivas al pro .•
do. Nos previene que no todo lo que sus personajes dicen es . greso, ordenó al primer protoplasma animal la ley cruel de sa .•
tesis suya (37); hay con todo, criterios para saber lo que es crifícar al vegetal; por donde el mal resulta consecuencia íneluc .•
suyo, es decir cajaliano. table de la evolución. Siguió después la inmolación del animal
Y, ¿qué es el cajalismo filosófico? El cajalismo como estilo por el animal y la del hombre por el hombre" (42).
o actitud hemos indicado lo que es: mucha consagración al' es .•
tudío, mucha copia de datos antes de ponerse a hablar, since .• Tenemos con esto los elementos de la construcción cajalía .•
nao Un Dios arriba, Dios que lleva nombres de Principio mo-
ridad y nobleza de expresión, con una buena dosis de optimis-
delador, Ser Supremo, Causa Suprema, Providencia, gran Im .•
mo en la obra de la onda vital que circula por el mundo. Como
principio o clima doctrinal es ante todo fe en la ciencia, fe pulsar de la evolución, etc., y un mundo en évolución abajo, al
que después de la guerra europea se amengua un poco, pero que, inmediatamente al menos, dirige la ciencia a los fines de
que sigue aún más viva (38). Cree Cajal que la ciencia, desde que tríunfen las fuerzas 'del espíritu de las de la materia ciegas;
Lucha de fuerzas que no tiene su explicación en unos principios
el gabinete del sociólogo y desde el laboratorio del investiga .•
viciados por el pecado que decimos original, 'sino en que esté
dor, resolverá en favor del orden y de la justicia "la noble y
pasando la evolución por un estadio intermedio, si bien ten .•
épica lucha entablada entre el pensamiento y las energías cie .•
diente a un progreso final que será de triunfo magno, pero
gas naturales"; y tanto cree en eso, que estima cómo lo más des .•
siempre intramundano. El mal, pues, lejos de ser castigo, es la
garrador de la: muerte el que nos prive de asistir a este gran
condición indispensable para el impulso del progreso dicho.
desenlace final (39). No hay en el gran neurólogo esperanza
Nosotros decimos que el mal, indebido de suyo, una vez aca-
más cierta que la que ha puesto en la ciencia (40), por cierto
rreado por el pecado, puede servir y sirve de. acicate de perfec .•
que con muy justa retribución de su parte, ya que es ella la que
ción; para Cajal, que considera la evolución en sus fases pri .•
le ha hecho famoso en el mundo. Para penetrar en los funda .• meras o inferiores, es la expresión misma de esa inferioridad,
mentos o principios metafísicos del cajalismo que tratamos de y sería una contradicción concebirla exenta de mal, que fuera
exponer, oigamos esta afirmación de fondo evolucíonista: "El tanto como concebirla terminada, es decir, exenta de evolu .•
gran pecado de la raza humana es no haber nacido perfecta e
ción.
impecable (!), conforme relata el Génesis. Por lo contrario, la
ciencia, implacable destructora de mitos, nos dice que hemos * * *
llegado a nuestra fase actual después de larga y dolorosa serie
de tanteos, luchas y perfeccionamientos, a partir de los más ba .• Así se comprenden las piezas filosóficas de Cajal. En la pri .•
jos representantes de la vida" (41). mera. "El fabricante de honradez" (43), un Alejandro Mlrn ..
honda, doctor en medicina y filosofía por la universidad el
Leipzig, hace descender sobre un pueblo de vida bastante turbu ...
(37) p. 675. lenta una paz hipnótica que lo convierte en cementerio de toda
(38) p. 530·1.
(39) p. 1019.
(40) p. 1016; 1029; 1044; 1094; 103.
(4 1) p. 1217.-EI Génesis no dice que !a raza humana hubiera nacido impecable, (~2) p. 1O~3·4.
,1110 no inclinnda O proclive al pecado. (Ul 1', 715.~6,
IlÍl JOAQuíN IRIARTE, S. l.
EL' SENTIDO FILOS'ÓFICO DE CAJAL y SU VISIÓN, nrc, I :J I
pnr!lü", dI' tocln perversidad, de todo desorden. El cuadro del nue-
vo J IIII'¡ ¡'iO sin los resortes antiguos del mal y del dolor, pero forjado, y que mucho le aflige, pues se le antoja todo mal dlr
,,,,,,111111 Hin otros que la vida ordenada hubiera tenido en la hí- puesto, ya que los poderes de la destrucción de la vida Sl1J)l~J'l1n
/1(,11:11111 de no haber pecado el hombre-es desolador pues Ial- con mucho a los de la conservación, sobre todo por los mil g(:I'-
L'llIdol\! rlñas, roces, codicias, liviandades, pendencias, carece de menes ocultos que traídoramente, sin poder defenderse de ellos,
111 /inJ y pimienta que pone la malicia en el trato social. Reina acechan al hombre. Surge pronto en la meditación de Juan un
lo sulud, la alegría y el sentimiento artístico; pero el vivir uní- monólogo declamatorio que empieza: "Quienquiera que seas,
forme, monótono, aburrido, que no da para un arranque de re- Motor del Universo, Genio implacable ... ", en que se denuncian
JJgIón, de generosidad y de patriotismo, compensa mal tan pe- las mil planchas que el Hacedor ha hecho en la disposición de
queñas ganancias. las cosas y de las facultades humanas destinadas al conoci-
Tras la calma chicha así descrita, viene el clamor de la po ... miento científico. Monólogo largo, interrumpido por fragoroso
blación de Villabronca que recuerda su pasado, y exiqe que se trueno que sorprende al monologante en su meditación, mien-
le devuelva el bello desorden que le es "natural". Alejandro, el tras del seno de una nube víolácea que inundó de claridad el
buen discípulo de Berheim y Fore1, y que es filósofo tanto como gabinete, sale indecisa y flotante la sombra de un anciano ve-
médico, encuentra razonable la petición y les devuelve la vida nerable de luengas barbas y soberano mirar. Es el Numen de la
de broncas y de sacudidas que antes tuvieran. No puede ser Ciencia que, con otro largo discurso, demuestra a Juan que las
más sainetesco el momento en que personas conocidas y ya ca- fallas que encuentra en el Autor del Universo provienen, pri-
racterizadas por la galana pluma de Cajal, acuden en busca de mero, de creerse .el hombre-juan fin y no medio, simple térmi-
la porción de liviandad que les corresponde. Terminada la "res- no de una progresión, y, segundo, de ignorar que el mal es el
tauración" o contrasugestión solicitada, el filósofo Alejandro teo- gran impulsor del progreso, y. como a tal le toca perturbar la
riza sobre la filosofía de la historia. Sería posible, observa, te- paz anodina y sesteante de los egoísmos personales. La evolu-
ner sugestionada a la gente, pero sería a expensas del progre- ción cobra precisamente su impulso máximo del dolor y de la
so. La supresión del mal implica el mayor de los males, ya que muerte, únicos resortes poderosos a estimular la aptitud crea-
es él el que templa los caracteres, aguza el entendimiento, des- dora y adaptativa de la energía individual.
tierra la molicie. Sin la crueldad y arbitrariedad de los fuertes, Dentro de la evolución dicha, posee cada época la parte de
el hombre no habría pasado del estado de tribu y de naturale- verdad que le corresponde, ya que no está todavía preparado
za. Nos dice la historia que los abusos de mando, por una re-o el cerebro del hombre para la última verdad integral que irá
percusión dialéctica, traen mayor elevación moral, cultural y re- dándosele en la cima o plenitud del progreso. La Suprema pre ...
ligiosa. La ciencia tiene el deber de suavizar la rigurosa con- visión ha sido muy benigna en ocultarle, por ejemplo, las bac-
tienda, mientras ayudada de la sugestión de la autoridad, de. terias; pues si es verdad que atentan contra él y de modo ocul-
la política, de la religión, prepara la ascensión humana a remo- to y traidor, hubiera sido peor que la realidad, tal como se des-
tos magníficos ideales. "Mientras el animal humano sea tan va- cubre en el microscopio y el telescopio y en otros' instrumentos
rio y comparta las pasiones de la más baja animalidad, será ne- superiores que se vayan inventando, radioactivos, electrónicos,
cesario, para que el desorden no dañe al progreso, la sugestión etcétera, aplastase con su peso una inteligencia aun no preparada
política y moral; mas esta sugestión no deberá ser tan débil para comprenderla y triturara una sensibilidad o impresionabi-
que no refrene y contenga a los pobres de espíritu y salvajes de; lidad incapaz de aguantarla. Y prueba al canto. Juan cae en
voluntad, ni tan enérgica e imperativa (cual 10 sería la sugestión profundo letargo, y por arte de encantamiento, al despertar, es
hipnótica ) que menoscabe y comprima en lo más mínimo la una vista dotada de la penetración del microscopio y del alcan-
personalidad ética e intelectual de los impulsores de la civili- ce del telescopio; ve las cosas en visión distinta, como si su per-
zación" (44). cepción estuviera dos mil veces amplificada e intensificada. To-
La segunda novelita filosófica de Cajal titúlase El Pesimis- do es mosaico, todo es cristal; lo simple, compuesto; la conti-
ta. Corregido (45). Su protagonista, Juan Fernández, también es nuidad, discontinua. Con una impresionabilidad torturada v
médico, y si no es un graduado en Filosofía, fílosofa al menos. por ejemplo en las mejillas más tensas y tiernas algo de la piel
Empieza el cuento con la concepción del mundo que Juan se ha del erizo y no poco del escamoso pellejo del cocodrilo, con
lulas epidérmicas sernidesprendídas, con negros agujero.!!
(44) p, 746.
rrcapondícntes a las hediondas aberturas de glánchrlnH, ('ntl'l'
(45) p, 803,852, ruutorrrtlcx de recias ballenas que son el vello, CUyOHdcahlluchn
lo.'l (,"1011, \TulI!'nccldoH de muqrc y dI' bIlC(el'illll, «()hllllpdn'
O¡\QU!N IlHAHTH, S, 1,
13
L SENTIDO FILOSÓFICO DE CAJAL y SU VISiÓN, 1\')\"
IIlell"; IIdol'CH en el aire, etc., etc. Mientras
tanto, los gérmenes
el..! de 10 pulmonía, de la gripe saltan de boca en boca sin
JlIlII, pro~peridad y felicidad representan la suma de las abnegaclo .•
qth' Iml candorosas víctimas hagan la menor demostración de nes y sacrificios individuales" (46).
dI' [¡-ww ni se percaten de los terribles huéspedes a quienes han
dado confortable asilo en sus entrañas. El experimento es de Aquí termina la exposición del pensamiento de Caja}, que
uno crudeza sin íqual, digna de la escuela naturalista; y es lar- en homenaje al maestro hemos llamado cajalismo. No es que lo
go; entre otras cosas, para que el mago de microscopio luzca hayamos deducido sólo de los dos cuentos acabados de extractar
sus conocimientos microqráfícos y ópticos. Es Cajal el que ha- -de cuyas disparatadas ideas, cuando 10 sean, y de las de los
bla aquí, valiéndose de su contacto con la realidad infinitesí- otros tres cuentos que forman la sección de Apólogos, no se
mal; contacto íntimo" amplio, riquísimo en datos, en vivencias. hace responsable el poeta o poetizante Cajal-, sino que, apar-
en convicciones, en teorías; el Cajal que ha seguido paciente- te de ellos, en, escritos serios del histólogo lo, hallamos delinea-
mente la estructura de las células y la organización fundamen- do, para encontrar en dichos cuentos buena corroboración de su
tal de los seres vivos en su fecundidad maravillosa, en su morfo- verdad. Como la encuentra asimismo en las rectificaciones que
logía peregrina, en su actividad arrolladora, en sus misteriosos de su doctrina hizo después el sabio, y de las que a continua-
movimientos, y que se lo representa como un impulso gigante ción hablamos.
y unitario que lleva la historia del mundo hacia un final glorioso. Digamos por de pronto que hubo en Cajal mirada honda para
El experimento de Juan ultratelescopio es todavía más monstruo- ir .a la totalidad del Universo, contemplándolo como buen ga-
so que el de Juan microscopio. Baste decir que, de vuelta de s.u leno desde el problema del dolor y de la vida, una de las cum-
viaje por los espacios síderales, no es creído de los sabios. Tan bres más altas que conoce la filosofía. Podemos añadir, sin em-
grandiosas cosas ha captado su prodigiosa lente, que no caben bargo, que si fué grande su aptitud para observar el mundo
en cabeza alguna de la hora o desarrollo presentes. exterior, fué escasa para el otro que palpita en el fondo de
Transcurrido el año de prueba, se verifica la reposición de nuestra intimidad, en la conciencia sobre todo, y que llamamos
Juan en su visión y estado normales. Está moralmente trasfor- mundo moral, cuyo análisis y exigencias filosóficas le fueron
mado. Ha visto que ha hecho bien la Providencia en dejar ver bastante ajenos, y al que daba sólo valor escaso y de índole de
al hombre lo que buenamente puede resistir y entender por el suqestíón. asignándole un papel secundario y pasajero en com-
momento, teniendo en cuenta su capacidad y su impresionabi- paración al importantísimo que otorgaba a la ciencia (47).
lidad presentes, sin perjuicio naturalmente de que en su día De todas formas, el optimismo de Cajal sufrió grandes que-
se le descorran las maravillas y las crudezas que aun le quedan brantos, y noblemente los fué declarando. Su mecanicismo bio-
ocultas. El mundo, indescifrable para su punto de vista de hoy, lógico, y no se diga nada del otro intelectual Y moral, se bamba .•
no lo será para el de mañana; debe pues interpretado y cal- leaba por los años de 1920, en que rectificó, en parte al menos,
culado a la distancia de los siglos venideros y en función de los sus darwinismos de 1897: "Hoy-anota-no suscribiría yo, sin
perfeccionamientos cerebrales que están por venir, ya que el algunas restricciones, este concepto mecánico, si se quiere, estric-
punto de referencia último no es el hombre éste o aquél, sino la tamente físicoquímico de la vida." Se dan en ella "fenómenos
Humanidad, única cosa que importa, aunque suponga ello la incomprensibles, no obstante las [actanciosas promesas darwí-
muerte y el dolor de los particulares. Pongámonos según eso nianas y los postulados de la escuela bíoquímíca de Loeb" (48).
de acuerdo con "las incontrastables leyes de la evolución mo- De su optimismo cultural evolucionista escribía a raíz de la
ral e intelectual de la vida", y abandonemos "la satánica manía primera guerra europea que le impresionó vivamente: "Al si-
de hacer responsable a la Providencia del mal físico y moral. glo XXI tocará comenzar nuevamente la obra, acaso quimérica,
considerándolos ahora como indeclinable consecuencia de la fla- de la recon~il.i~ción definitiva de los Estados de Europa y de
queza y de la imperfección del mecanismo cerebral. Compren- someter deflI~lt.lvamente .al ~ere,~ho atávicas codicias y desapo-
damos que el dolor y la desgracia, irremediables en el fondo, deradas ambícíones terntonales (49). Treinta años antes, 5U'
en cuanto arrancan de la esencia y contextura misma de la má- ponía Cajal-Iéanse los párrafos censurados por esta Nota su-
quina orgánica, sólo pueden paliarse educando a los pueblos
en el altruísmo del organismo colectivo y sugiriendo a los hom-
bres la firme convicción de que son células hermanas y equiva- (46) p. 848.
(47) p. 746.
lentes de una unidad viviente superior, unidad o Estado, cuya (48) p. 547,
',) (4'1) p. 1016; 1038·9; 1044.7.
134 JOAQUÍN IRIARTE, S. 1.

ya-, que por la ciencia sobre todo estaba ya operándose la


aproximación cordial de las naciones.
De sus optimismos vítalístícos, que en ocasiones le ponían
lírico (50), hay mucho que decir. Alguna vez hubo de ponerse
mustio, buscando salida a sus melancolías por un lado que no
era precisamente 'el de la ciencia ni el de la filosofía. Es el
caso que le llegó a afectar hondamente la idea de la degrada-
ción de la energía y la consiguiente inseguridad de la vida, pun-
to ya tocado en alguna reflexión suya anterior, pero ahora más
filosóficamente considerado. Escribe así: "Todo deriva hacia a
muerte-e-afirman Hartmann y Mayland-. El mundo enter
enseña la ciencia, tiende a perder sus saltos de potencial. La
entro pía (Clausíus ), de cada vez mayor, acabará con todo fenó-
meno, y por de contado con el fenómeno vital. Si tal es el destin
de la vida, comprendo el suicidio cósmico y hallo natural y cas;
deseable el choque del astro negro, que ha de retrotraer, segú::
pronostica Arrheníus, nuestro pobre y vetusto planeta al primi-
tivo estado de nebulosa. Con mortal congoja evoco el desconso-
lador 'Debemur morti nos nostraque' de Horacio, y esta o
máxima tan crudamente escéptica: 'Mortalía facta períbun
Si esto fuera siempre verdad, ¿para qué trabajar?"
En medio de estas cavilaciones, se asoma Cajal a la ventana.
Su rostro profesoral, senequiano ahora y un tanto agrecado, se
reanima ante la vida dominguera madrileña, que se desborda po.:
calles y plazas en dirección de los centros de diversión, y ex-
clama: "Para mostrarse optimista y confiada [la vida]. ir:
tendrá razones ignoradas de filósofos y científicos?" (51).

y, ¿no las tendrá, preguntamos nosotros al ilustre Prem


Nóbel, sobre sus orígenes, su historia y su destino, de ID
que se dé algún sentido no sólo al trabajo como quiera Caial
sino también a la religión, a la moralidad, a la libertad; a '"
persona que es fin en sí misma y no medio; a la sanción G:
concebimos como individual y algo teológico, no precisame -
como desacato a la gran marea vital ascendente que nos lleva
a las playas de un problemático progreso?

JOAQUÍN IRIARTE, S. 1.

(SO) p. 530. Los romanticismos, sentimentalismos y retórica de Cajal, con


dilección por determinados autores que por otra parte son muy definidos. habri:r
tenerse en cuenta para la caracterización generacionista del sabio, al meno ea
pecto literario. En otros aspectos, el cientffico por ejemplo, y en el más
de todos, el culturista, ¿admite Cajal encasil1amientos? Y en caso afirmativo, ¿
se le pone? Porque hay que tener en cuenta su edad y su mentalidad que
del ochocientos. Cajal es un perfecto hijo de su siglo, y este no es otro que
(51) p. 1028.

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