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LAS CUATRO ‘E’ DE LA EDUCACIÓN

EN VALORES
Existen cuatro maneras posibles de enseñar normas éticas y destrezas vitales.
Constituyen las cuatro ‘E’ de la educación de la conducta: Ejemplo, Exhortacion,
Expectativa y Emulación.
De estas cuatro técnicas, probablemente la enseñanza por el ejemplo resulte la más
efectiva, como sostenía el gran filósofo John Locke y como lo han comprobado la
investigación de laboratorio contemporánea.

La exhortación -el enfoque que se basa en los mensajes de ‘haz esto’ y ‘no hagas
aquello’- es mucho menos productiva, puesto que estimula el tipo de respuesta
de ‘pintura fresca’, cuando nos vemos tentados a mostrar nuestra independencia al
actuar de forma abiertamente contraria a las instrucciones que recibimos. Los niños
dejan caer su caja de juguetes ‘sin querer’ cuando se les pide que se queden
tranquilos, y los adultos se detienen a tocar la pintura fresca cuando específicamente
se les pide que eviten hacerlo. Para provocar cambios en la conducta, la exhortación
normalmente requiere ser reforzada por el ejemplo personal.

La expectativa es una manera más indirecta de lograr esquemas de conducta


deseados, que funciona mediante la creación de profecías que se autorrealizan. Si
asignamos a los niños el atributo de ser excepcionalmente pulcros o gentiles, se
sienten inclinados a actuar de tal modo para hacerse merecedores de estos
elogios.
Del mismo modo, si elogiamos a nuestros futuros vecinos por su gentileza, se sienten
obligados a responder a esta reputación y nos llevan a casa las bolsas del
supermercado o cortan el césped de nuestros jardines cuando nos vamos de
vacaciones.
Experimentos realizados por los psicólogos R. Rosenthal y L. Jacobson, que han sido
descriptos en su libro ‘PYGMALION IN THE CLASSROOM’, demuestran la efectividad
de esta artimaña. Tomaron al azar a algunos niños de primer grado y les asignaron
resultados falsos de tests psicológicos. Estas falsas evaluaciones presentaban una
imagen exagerada de sus capacidades y sugirieron tanto a los niños como a sus
maestros que estaban destinados a obtener importantes logros.

Aunque esta promesa no contaba con una base real, al año siguiente los
niños realmente superaron a sus pares, lo que muestra que indudablemente nos
comportamos a la altura de las expectativas de los demás.

Los primeros educadores griegos probablemente usaran esta técnica para modelar
la conducta de sus alumnos, aunque ponían mucho más énfasis en la cuarta
estratagema: la emulación. Todas las culturas han tenido sus héroes. A los cristianos
de la Edad Media se los estimulaba a modelar su vida según la de los santos, a
quienes habían elegido como parangones de piedad y devoción.

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