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Mi primera experiencia
En nuestra adolescencia todo pareciera que ocurre con
mayor intensidad, los amigos, la pubertad y aquellos cambios que
le suceden al varón y a la mujer, los temores, los éxitos, las
decisiones. Todo ello nos va formando.
En un tiempo, siendo adolescente, en medio de estos
cambios, recuerdo mi primera experiencia de shock. Mi mejor
amiga, aquella en quien yo confiaba ciegamente, me había
defraudado y mentido, como seguramente a muchos les ha
sucedido en esta etapa de la vida.
Cuando descubrí la “traición” pensé que nunca podría
perdonar semejante actitud; ciertamente no lo hubiese esperado
de mi “mejor amiga”, me sentí muy mal, herida, maltratada,
desilusionada, el hecho era que estaba herido mi “yo”, mi ego.
Cuando uno deja de amar se encierra en sí mismo y centra el ego
por encima de todo, esto se denomina egocentrismo. Sin
embargo tenía a
Cristo en mi corazón, asistía a la iglesia, era una hija de
Dios pero tenía mucho que aprender y crecer.
Hubieron otras experiencias al respecto, y mucho más
graves, sin embargo aquella primera fue devastadora por aquellos
días. Eran las primeras señales de alerta de parte de Dios,... pero
creo que no las capté.
¿Te ha pasado en algún momento sentirte descorazonado
por un amigo o familiar, maltratado por sus acciones? Tal vez
hasta llegaste a pensar: “esto no creo poder perdonarlo jamás”.
En el caminar con Cristo y ya en el ministerio, he tratado
con personas que tienen un sincero deseo de resolver cuestiones
que por tiempo y tiempo habían quedado guardadas en su
corazón, vivencias que nunca fueron habladas con nadie.
Familiares, amigos, o compañeros de trabajo se han burlado, o
les han avergonzado, o peor aún les han dañado físicamente, y
hoy notan que les es imposible perdonar. El esposo a la esposa
infiel, el hijo abandonado por sus padres son ejemplos de lo que
sería una lista interminable. Quizás tu mismo te has identificado
con alguno de ellos.
Este incidente de mi adolescencia fue solo el comienzo de
una larga escuela con Cristo, el punto de largada de sucesivas
experiencias al respecto mucho más desagradables y dolorosas.
Esto me hizo establecer que “ya nadie más me haría sufrir, ni me
haría llorar”. Y así fue, nunca más pude llorar a partir de ese
pensamiento, llegué a sentir un hueco tremendo en mi corazón e
indiferencia ante todas las situaciones.
Ejemplo I:
Ejemplo II:
Consecuencia:
Perdonar es un mandato
(Jueces 16:16-17)
(Génesis 1:26)
(1 Tesalonicenses 5:23)
El espíritu
La conciencia
Todo hombre tiene conciencia, y es ella lo que lo diferencia
del resto de la creación.
La conciencia es la capacidad de discernir lo bueno y lo
malo, lo correcto, de lo incorrecto. Generalmente desde la
niñez hasta la adolescencia es el periodo donde se fijan
experiencias, enseñanzas, y hábitos. La incorporación de
hábitos, como la higiene y otros, van formando características
en las personas que a su vez trasladarán a sus hijos. De igual
modo se fijan otros hábitos, que surgen de la convivencia con
los padres, familiares, amigos. Por eso creo que es de vital
importancia que la conciencia sea enseñada en la voluntad de
Dios.
(1 Timoteo 4:1-2)
La adoración
El alma
(Deuteronomio 11:26-28)
Las emociones
El subconsciente
-Reconociéndolos en amor:
(1Tesalonicenses 5:13)
(1Tesalonicenses 5:14-15)
-Estando siempre gozosos:
(2 Corintios. 10:5)
Jesús y Pedro
Onésimo y Filemón