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¿Qué son y para qué sirven las fuentes?

Si atendemos a la definición más común de fuente, nos encontramos con que es


cualquier “testimonio, documento, resto u objeto utilizado por el hombre, que nos puede
aportar información significativa, parcial o total, sobre los hechos que han tenido lugar,
especialmente en el pasado”. Pero, hay que ir más allá. Evidentemente, una fuente
histórica es cualquier huella que el ser humano ha dejado, y que es susceptible de darnos
información. Hoy en día estamos constantemente dejando huellas y registros: DNI, e-
mails, matrículas universitarias… prácticamente cualquier actividad que hoy realizamos
deja testimonio, escrito generalmente. Pero el concepto de fuente como tal no ha sido el
mismo durante el tiempo que la Historia existe como disciplina. En este sentido, las
fuentes están inacabadas, incompletas, y en constante revisión. Por ejemplo, un
positivista de principios del s XX no daba el mismo valor a ciertos documentos que le
podría dar, por ejemplo, un historiador de la escuela de Annales de los 30, o un marxista
de los 70 o un investigador actual. Esto es porque el contexto cambia, y el paradigma
científico es diferente. Es decir, las preguntas que el historiador hace a la fuente son
diferentes en función de las problemáticas, inquietudes y necesidades que marcan las
sociedades del momento. Y éstas preguntas son la verdadera clave, la que nos otorgan la
información que la fuente puede ofrecer y que nos sirven para construir hipótesis.
Podríamos decir, que las fuentes son el suelo de la Historia y las preguntas son las
herramientas con las que construir el edificio del conocimiento histórico, basado
siempre en las fuentes. Por tanto, la verdadera función del historiador radica en la
formulación de esas preguntas -que para él, imbuido en su contexto, son las pertinentes-
y la búsqueda de las respuestas correctas a esas preguntas. No obstante, no debemos ser
iconoclastas con el conocimiento histórico que se ha construido en el pasado, ya que
éste es el precedente de las preguntas que el historiador actual se hace.

Las fuentes, por tanto, como registro de todas las actividades que un individuo o grupo
realizó en el pasado, son diversas y variadas. Esto implica que el historiador, para
enfrentarse a las fuentes debe tener una concepción multidisciplinar y totalizadora. Es
decir, debe ser consciente de que se enfrenta a un espectro muy variado, de cual debe
tener una formación básica, pero que se complementa con otras materias y disciplinas
que se combinan para generar conocimiento. La manera de homogenizar las diferentes
actividades, y por la que el historiador debe proceder para enfrentarse a las fuentes es el
método científico. Éste método consiste en elegir un tema y un objeto de estudio
determinado, del que se formulará una hipótesis la cual es contrastada con las fuentes,
con las respuesta a esas preguntas que el historiador debe hacerle. Estas respuestas
pueden llevarnos a formular otras preguntas, o incluso a otras fuentes, saltando de unas
a otras, dándose así una interconexión o interrelación de las fuentes, las cuales necesitan
de un análisis crítico, total y absoluto. Estos estudios pueden llevarnos más allá de la
información que la fuente material ofrece, pudiendo conocer la “fuente inmaterial”,
como puede ser la mentalidad de un individuo o grupo, la religiosidad, la movilidad
social, la cultura…
En conclusión, podemos decir que las fuentes son el origen y la base de la Historia, que
permiten crear conocimiento nuevo y a la vez corroborarlo, otorgando a la Historia
veracidad y autenticidad.

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