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Minería

LOS DESAFÍOS DE LA
MINERÍA EN AMÉRICA
26 junio, 2018

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Colombia, Argentina, Chile, Canadá,


Brasil y Ecuador nos relatan qué es lo que
piensan sus compatriotas de la actividad
y por qué.
Los desafíos de la industria minera, en todos los países en los que es relevante como
motor económico (o podría serlo), son similares. Los organizadores de Expomin
2018, en Chile, reunieron a los representantes de los gremios mineros de diferentes
países de América (el representante de Perú, Luis Marchese, no pudo asistir) para
que compartan sus experiencias y, principalmente, para que, como conocedores de
sus respectivas realidades, contaran qué piensan las poblaciones sobre la actividad
minera y por qué. He aquí algunas reflexiones.
Argentina

El presidente de la Cámara Argentina de Empresarios Mineros, Marcelo Álvarez,


sostiene que los desafíos para la minería en los países de América son casi los
mismos. “Por un lado tenemos la macroeconomía, el asunto de la competitividad y
la productividad y los problemas de costos”, especificó Álvarez, para luego expresar
que los retos no están solo ligados a la operación sino que la trascienden y alcanzan
“lo sociocultural y la política”.

La minería en Argentina no es ajena a lo que sucede en la región. La inversión en


exploración en ese país se ha duplicado en los últimos dos años. Unos US$300
millones desembolsaron las empresas en busca de yacimientos rentables en el
subsuelo de este país el año pasado, según cifras oficiales, y en opinión de Marcelo
Álvarez, el potencial minero es aún “muy grande” debido a que solo se ha explorado
el 25% del territorio argentino.

Un metal que gana protagonismo en la cartera de materias primas que ofrece


Argentina es el litio. Junto con Chile y Bolivia, Argentina forma lo que se conoce
como el triunvirato del “oro blanco”. “En litio hemos duplicado la producción en los
últimos dos años, en alrededor de 30,000 toneladas anuales y contamos con un
potencial de más de 100,000 toneladas”, señaló el máximo ejecutivo del gremio
minero argentino. “El desarrollo de la inversión ligado a los precios internacionales
y otras cuestiones está teniendo cada vez más relevancia en Argentina”.

Una contienda en Argentina, que experimentan otros países de la región, es la del


diálogo. Marcelo Álvarez dijo que “desde las empresas mineras” se trata de edificar
“un diálogo político con el Estado y con la sociedad”. “En Argentina hemos creado
el programa ‘Hacia una minería sustentable’, pues es lo que buscamos: más minería
sostenible y sustentable en nuestros países”. Para no desviarse de esta ruta, refirió el
representante argentino, es necesario encaminar todos los esfuerzos hacia las nuevas
fuentes de energía, la eficiencia de energía y el uso de nueva tecnología.

Pero como en Perú, en Argentina, dijo, es necesario “romper con viejos paradigmas”
con respecto a la estructura de la educación. “Debemos preparar a las nuevas
generaciones en el cambio tecnológico que se viene”. Sostiene Álvarez que en su
país las mineras, al menos en la provincia de Santa Cruz, trabajan conjuntamente
con el gremio que las representa y las autoridades en la germinación de un polo de
desarrollo educativo, pues cree que una política de Estado debe tener siempre un
deseo mayor al económico: “Buscar desde la minería transformaciones
socioculturales y cambiar la matriz económica de los pueblos en los que operamos”.

En Argentina, cuando se les pregunta a las comunidades qué les ha dejado la


minería, la respuesta usual, refiere Álvarez, es “no deja nada” y “contamina”. La
actividad minera atraviesa un momento crucial. Intenta actuar como una industria
del siglo XXI pero es vista como una ocupación del XIX. “Hay que trabajar con las
comunidades y explicar exactamente qué significa hoy hacer minería; debemos
también ser más cercanos a los gobiernos y buscar la forma de que los recursos de la
minería realmente terminen llegando a las comunidades cercanas a los proyectos
mineros”, argumentó.

Ahora bien, la minería, debido a que es siempre una inversión a muy largo plazo,
debe pensar en proyectos intergeneracionales, útiles para el futuro de las
comunidades. Una opción es la inversión en proyectos energéticos renovables que,
con el paso del tiempo, transformen la matriz productiva de las zonas en las que
operan. “Esta es una oportunidad para la minería de demostrar con proyectos
concretos que estamos pensando más allá de nosotros mismos, que están
transformando realmente la realidad de las comunidades”, aseveró el ejecutivo
argentino.

Colombia

La minería en Colombia vive bajo la sombra de la explotación de hidrocarburos,


actividad industrial que se ha convertido en la principal fuente de ingresos
económicos del país en términos de contribución con su PBI. La industria del
petróleo y el gas natural es cuatro veces más grande que la minera en Colombia. No
obstante, se habla cada vez más de minería entre los pobladores.

Colombia es un gran productor de esmeraldas, una fuente casi inagotable de níquel,


un relevante productor de carbón y actualmente se busca allí yacimientos de oro.
Los inversionistas han encontrado oro en Panamá y también en Ecuador, por lo que
infieren que también debe haberlo en Colombia. Pero en este vecino país, manifestó
Santiago Ángel Urdinola, presidente de la Asociación Colombiana de Minería, se
debate aún la forma de lograr que la actividad beneficie de verdad a la población.

Afirma que uno de los grandes desafíos de la región es el de la certeza jurídica. Su


imprecisión es una constante en Latinoamérica, dice, una marca registrada. Hacer
negocios en la región equivale a lanzar una moneda al aire. No se sabe de qué lado
caerá.

Pero admite Santiago Urdinola que la reputación de la actividad minera es uno de


los asuntos en los que más se debe trabajar. Este necesita una vuelta de tuerca. “Esta
industria debe tener la frente en alto y poder mostrar excelencia”, dijo.
“Independiente del país, esta industria debe mostrar estándares, de cómo los mineros
de verdad nos preocupamos por el medio ambiente, por las comunidades”. El
representante del gremio colombiano sostuvo que la opinión pública tiene una
percepción negativa de la actividad minera. “No hemos podido conectar la minería
con el desarrollo que trae”, admitió. Sin embargo, sostuvo, así como Colombia ha
contado la historia del café, “también debemos contar la historia de la minería”.
En Colombia se ha propuesto cambiar la cara de la minería. En ese país, el 70% de
la producción de oro proviene de la minería ilegal. “Entonces los colombianos
tienen en mente esa imagen de la minería. El mercurio, los ríos”, resume Urdinola.
Ahora su país ha iniciado la campaña “Minería bien hecha”, para marcar distancias
de la minería a lo bárbaro. “Creemos que las minas se pueden defender por sí
mismas, y esta ahora es la campaña en ejecución”. También han comenzado una
campaña masiva y virtual. Puesto que no se puede llevar a todas las personas de
visita a las operaciones mineras formales, cuenta Urdinola, entonces se lleva las
minas a ellos. A través de la tecnología virtual, y como si de un videojuego se
tratara, se da a conocer cómo se realiza hoy la actividad minera a gran escala.

Brasil

Los brasileños no conocen la minería. La minería en Brasil representa el 5% del PBI


y el 25% de la balanza de pagos. Rinaldo Mancin, director del Instituto Brasileño de
Minería (Ibram), es un defensor de la tesis que hay un abismo entre el sector minero
y la población. La minería en Brasil se mira el ombligo. Algo ha cambiado, sin
embargo, desde el trágico accidente ambiental de Samarco: el tsunami de barro y
residuos tóxicos que acabó con el 80% de la quinta mayor cuenca hidrográfica de
Brasil, mató a 19 personas y destruyó los hogares de 300 familias en el estado de
Minas Gerais. No la generación de empleo, tampoco la gestación de riqueza sino el
accidente es lo que recuerda la población brasileña de la minería.

Rinaldo Mancin es un creyente en la innovación como punta de lanza de la


supervivencia de la industria. “Necesitamos de nuevas tecnologías para tratar los
desechos de la minería. El futuro está en demandar una minería con menos agua, con
menos desechos y con más participación de las comunidades”, señaló.

La minería ha fallado en la comunicación. No se ha sabido explicar. “En Brasil son


mucho mayores las distancias entre la sociedad y la minería que en Chile”, subrayó
Mancin. En Chile y en Perú, los objetivos del país pasan por el sector minería pero
no en Brasil, sintetizó.

Rinaldo Mancin está convencido que el camino correcto de la minería es el de las


energías limpias y la calidad en la educación para “desmitificar” muchas ideas
preconcebidas sobre esta actividad industrial. Otro desafío que se yergue en el
horizonte, recordó, es el de las emisiones del transporte transoceánico. Y como en la
minería, infiere, “la salida a este problema es por medio de la innovación”, afirma.

Canadá

Se suele pensar que Canadá es el paraíso para todas las industrias. Pierre Gratton,
presidente de la Asociación de Minería de Canadá, lo desmintió. Aunque solo en
parte. “La minería canadiense comparte los mismos desafíos que en Latinoamérica”,
recalcó. El primero que se le vino a la mente es el de la ausencia de infraestructura
en el norte de Canadá. “El sur está bien desarrollado, y cada vez hay menos
descubrimientos aquí y más al norte. No obstante, en el norte no hay caminos, no
hay acceso a la energía. Casi no hay infraestructura, Si hubiera un descubrimiento, y
tuviera la empresa que construir toda la infraestructura, pues el proyecto no avanza”,
sostuvo. En la parte septentrional de Canadá, las minas dependen del diésel y eso “es
muy costoso” pues “hay que transportarlo”, acotó Gratton.

El futuro de la minería para el cuidado del medio ambiente y pinceladas de ese


futuro lo conocen los canadienses. El Gobierno, añade Gratton, desea acelerar la
construcción de fuentes de energía renovable. Ha comenzado con fijarle un impuesto
al carbón para reducir su uso.

En el país de Pierre Gratton, y según las constantes encuestas de opinión, la minería


es una actividad bien vista. Alrededor del 70% de los canadienses apoya el sector
pues lo conciben como una fuente importante de empleo.

Ahora bien, en Canadá se trabaja en un proyecto minero subterráneo y totalmente


eléctrico. En tanto que eléctrico, no necesitará un sistema de ventilación y los
túneles serán mucho más pequeños, conjetura Gratton: “Todos estos detalles
reducen los costos, y si tiene éxito, otros seguirán el ejemplo”.

Chile

El presidente de la Sociedad Nacional de Minería chilena, Diego Hernández


Cabrera, admite que Chile ha tenido un crecimiento económico muy grande a partir
de inicios de los 90 jalonado por la lluvia de dólares. “Se ha invertido en proyectos
muy grandes de cobre cerca de US$90,0000 millones desde ese entonces en el país”.
Empero alega que frente a Chile aparecen los mismos desafíos: la minería
sustentable, el diálogo sostenido con las comunidades, la brecha en infraestructura,
la mejora de la calidad de la educación y el cambio tecnológico.

Chile está en una transición desde esta gran minería con ventajas geológicas a una
minería con yacimientos más maduros. “Quedan en Chile proyectos sin desarrollar,
que son competitivos pero no extraordinarios”, expresó Diego Hernández. Con todo,
dejando de lado las ampliaciones de operaciones, el representante del Sonami
manifestó que en su país “habrá más oportunidades en mediana minería”. Y añadió:
“Además tenemos una pequeña minería que es formal. Esa es una ventaja”.

Ecuador

El presidente de la Cámara de Minería del Ecuador, Santiago Yépez Dávila, está


entusiasmado con lo que se puede llamar el despertar de la minería en ese país, de la
mano de un proyecto aurífero de clase mundial: Fruta del Norte, que pronto
comenzará su producción comercial. Pero también aparecen otros como Mirador y
Río Blanco, que estarán próximamente en fase de producción.

Con todo, a Santiago Yépez le preocupa que su país cometa los mismos errores que
en los vecinos. Ecuador entiende que la minería, como el petróleo, es una fuente de
riqueza que, bien llevada, será beneficiosa para su nación. No obstante, a pesar de
que ahí aún no existe ninguna operación minera industrial, ya se oponen de plano a
ella. “La gente asocia el término minería lamentablemente con la minería ilegal o
pequeña minería, poco tecnificada”, afirmó el representante del gremio minero
ecuatoriano.

Y añadió: “La gente asimila que si la pequeña minería ha generado estos problemas
ambientales, qué pasará cuando la gran minería llegue al país. Evidentemente en eso
debemos trabajar en Ecuador. La minería ilegal no es tecnificada, la minería ilegal
no es minería sino extracción ilegítima, no tiene consideraciones con el ambiente ni
con el Estado, pues no paga ningún tributo”.

*Este informe apareció en la publicación 62 de la revista Energiminas.

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