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CRISTOLOGÍA
FUNDAMENTOS
OBJETIVOS
INTRODUCCIÓN GENERAL
1. ¿Qué es la Cristología?
A grandes rasgos podemos decir que la Cristología es el estudio y la reflexión por parte
del hombre creyente del suceso y del acontecimiento acaecido en la persona de una tal Jesús
de Nazaret que vivió hace más de 2000 años.
Es suceso al tener algunos datos coma para afirmar la existencia histórica de tal
persona. En acontecimiento pues lo afirmado de está persona y lo sucedido en el supera con
mucho lo que la historia, como ciencia, puede afirmar. Pero lo afirmado sobre él es "real" al
ser fundamental para las preguntas más profundas del ser humano.
Es estudio y reflexión pues se trabaja con los métodos científicos de las ciencias
humanas y se trata de expresar y mostrar la inteligibilidad del acontecimiento "Jesús de
Nazaret", que lo afirmado de él es razonable (no racional). La realiza una persona creyente,
sólo desde la fe es posible un acercamiento y reflexión de Jesús que pueda llevar el nombre
de Cristología.
Podíamos continuar con más afirmaciones de este tipo, pero valgan estas para mostrar
la importancia de la Cristología en la reflexión teológica. Por otro lado muestra fe, nuestra
religión y nuestro nombre es el de cristianos. No seguimos unas doctrinas y una ética que
alguien dio sino a una persona viva ante la cual se decide lo verdaderamente importante de
nuestras vidas. ¿No es pues importante acercarnos y querer saber más de él? ¿No es
importante para un catequista, para un formador en la fe y para cualquier cristiano?
3. El estudio de la Cristología
La Cristología es una materia amplia, que puede desarrollarse de varias formas. Por un
lado está toda la reflexión que los hombres creyentes han realizado en la historia para
expresar como Jesús es verdaderamente Dios y hombre, frente a otras posturas que negaban
la Divinidad o la humanidad plena de Jesús. Toda esta reflexión se suele catalogar como
Cristología Dogmática. En ella abunda la reflexión del dado fundamental de la fe con las
herramientas que nos da la filosofía.
También podemos estudiar los evangelios y ver la relación de Jesús con realidades
importantes. De este modo podemos ir conociendo a Jesús y al proyecto por el cual entregó
toda su vida. Este estudio es muy bíblico.
Nosotros nos centraremos en este último y al final, si es posible veremos algo del
primero de forma muy resumida.
Tema. I
Plinio el joven era en el 112 d.c. legado imperial para las provincias cercanas al mar
negro. Él escribe al emperador sobre su conducta con los cristianos: "Después de varios
interrogatorios, acompañados de amenazas, hago ejecutar a los que siguen declarándose
cristianos....Algunos han negado que fueran cristianos e incluso han maldecido a Cristo; pero
a lo que parece no se obtiene jamás tal cosa de un verdadero cristiano. Mi encuesta ha
demostrado que se reúnen en días fijos, antes de la salida del sol, para cantar un himno a
Cristo como a un Dios".
Tácito el historiador de Roma escribe en el 117: "Para acabar con ese rumor difamador
de que el mismo Nerón había incendiado Roma presentó como culpables y los entregó a los
más refinadas torturas a hombres detenidos por sus fechorías y a los que el pueblo llama
cristianos. Este nombre les venia de Cristo que, bajo el principado de Tiberio, el procurador
Poncio Pilatos había entregado al suplicio. Reprimido por un tiempo, esta detestable
superstición brotaba de nuevo no sólo en Judea, donde había nacido el mal, sino incluso en
Roma; a donde todo lo que hay de horroroso y vergonzoso en el mundo afluye y encuentra
numerosa clientela." (Anales XX, 44)
Flavio Josefo que es un gran historiador judío con cultura griega escribe en su obra
"Antigüedades judías" hacia el año 94: "Ananías convocó una asamblea de jueces e hizo traer
al llamado Santiago, hermano de Jesús, a quién decían el Cristo, y a algunos otros; los acusó
de haber transgredido la ley y los entregó a la lapidación" (Antigüedades judías 20,9)
Tal vez sean pocos los testimonios, pero el cristianismo tuvo unos orígenes muy
sencillos y difíciles. Nace en un rincón del mundo. Por ellos es normal que ese hecho pase
inadvertido por los historiadores al inicio y que solo se tras la extensión de la nueva religión
se dieran cuenta y atendieran a ese hecho. De todos modos de otros grandes fundadores de
las grandes religiones como Buda (VI a.c) o Mahoma (VII d.c.) solo tenemos documentos de sus
discípulos o de sus seguidores.
* Sin el Jesús histórico podíamos desviarnos del verdadero Jesús y de la verdadera fe.
JESUCRISTO
Recuerdo a aquella pareja que se separó después de cinco años de noviazgo por un
simple detalle: El no conocía ni le interesaban las ideas de su novia. Con las debidas
adaptaciones, sucede lo mismo con los cristianos modernos y Jesús de Nazaret. Y la
explicación no es difícil. En el caso de ese noviazgo, hasta fue interesante el diálogo final.
Respondió él: ¿Cómo que no? ¿ Acaso no son pruebas todo lo que hago por ti?. Salgo
contigo los sábados y domingos, te reservo todos mis fines de semana, renuncié a muchas
cosas para estar siempre a tu lado, te doy cariño, te digo cosas lindas, hablo bien de ti en
todas partes, te defiendo cuando alguien te ofende o agrede, me paso las noches enteras
pensando en ti, te hago regalos, no sé negarte nada de lo que pides o quieres y no hago otra
cosa que vivir por ti. Con todo eso, ¿ qué más puedo hacer para probar que realmente lo que
siento no es sólo que me gustas sino amor de verdad? ¿ Qué más? -decía él muy airado-.
Respondió ella: Una cosa muy simple. Dejar que yo hable de vez en cuando y
escuchar un poco mis ideas, porque hasta ahora, tú no sabes ni quieres saber qué es lo
que pienso de ti y sobre todo lo que nos concierne. Si no conoces mis ideas y no te
interesa conocerlas, no me amas...
¡Cómo! ¿Y no te amo, Jesús? ¿Entonces no significa nada lo que hago por tu Iglesia? ¿por
tus pobres? ¿Por los niños, por el movimiento, por la comunidad? ¿Nada significan mis fines de
semana sacrificados a tu causa? ¿Las oraciones que hago? ¿Las noches de cansancio después de
un domingo vivido a tu servicio? ¿Nada, las charlas que doy en este movimiento, no significa
nada el dominio de mí mismo, y la nueva vida que llevo por tu causa?
¿Cómo es que ahora me dices que no te amo? ¿ Qué más puedo hacer para probar
realmente que lo que siento por ti es amor?.
Y Jesús, igual que a Pedro, seguiría preguntando: ¿Tú me amas? ¿ Estás seguro que es
amor o simpatía?
Pero entonces, ¿Qué es lo que falta para que este sentimiento sea considerado amor?
Preguntaría el apenado cristiano comprometido y rico en vivencias...
1. ¿En qué medida el estudiante se identifica con la misión de Cristo (Lc 4,17-21) de
anunciar la gracia y liberación a los demás?
2. ¿ Qué nos falta a los estudiantes para ser sal de la tierra y , levadura en la masa y luz
del mundo?.
Tema II.
El País de los judíos es un territorio pequeño. Le rodea el desierto por todas partes y le
penetra en cuanto falta el agua.
Se distinguen en él dos regiones: Galilea, al norte, con más agua y por tanto más
fértil; produce sobre todo cereales. Judea, al sur, árida y montañosa, cubierta de viñas y
1 P. ZEZINHO; “A los Cristianos les gusta Jesús, pero no lo aman...”, Vivir con Cristo, 70-71
olivares; en los sitios en que es posible se desarrolla la ganadería, sobre todo de ovejas, en
las orillas de los lagos al borde del mar se practica la pesca.
Una buena parte de la población vive agrupada en pequeñas aldeas donde los
habitantes viven de sus propios productos: cada cual fabrica sus propios instrumentos
rudimentarios, construyen también las pobres edificaciones que necesitan. En algunos
pueblos un poco mayores se desarrolla el comercio y el artesanado; esto requiere ya cierta
especialización: estos viven de su oficio y el dinero sirve para intercambiar los productos.
Este último modo de vida está mucho más desarrollado en Jerusalén, la capital, está en
la región sur y es la única ciudad de importancia; tiene alrededor de unos 100.000 habitantes:
comerciantes, artesanos, empleados del Estado, conviven con toda una clase dirigente
compuesta por grandes propietarios de tierras y por las familias y allegados de los “sumos
sacerdotes”. En Jerusalén toda la actividad tiene su eje en el “Templo”, lugar del encuentro
del pueblo judío con su Dios. Económicamente la importancia del Templo ha llevado consigo
todo un comercio de objetos de piedad (piénsese todavía hoy en los grandes centros piadosos
de peregrinación) en nuestro caso Caacupé, sería la gran tentación de caer en eso. todo un
tráfico de compra-venta de animales para los sacrificios, toda una organización de cambio de
moneda (pues en el Templo solo se puede comprar con una moneda especial.
Las riquezas del país previenen tanto de los productos de la tierra como de todo el
montaje de comercio religioso, unas y otras son acaparadas por una casta notables que
obtienen grandes ganancias. Los propietarios sacan sumas enormes de su fincas y acumulan
tierras (Mt. 18,25-35). Los dignatarios religiosos exigen los “diezmos”: todo judío mayor de
edad debe pagar este impuesto que representa, en principio, 10% de sus ingresos. Además
recogen los donativos y regalos que los peregrinos llevan a Jerusalén. Unos y otros son la
clase dominante y fuera de ellos nada hay organizado en el plano social.
Entre los trabajadores se puede distinguir a aquellos que tienen un oficio : alfareros,
pescadores, carpinteros, herreros, constructores, pastores, etc.
Frecuentemente son oficios “familiares”: El padre enseña a sus hijos lo que él sabe:
Jesús pertenecía a este medio social. A título de ejemplo digamos que por aquella época la
reconstrucción del Templo fue una gran obra de ámbito nacional: 18.000 obreros estuvieron
empleados en ella y estaban bastante bien pagados; empezó el año 19 antes del nacimiento
de Jesús y todavía continuaba cuando empezó a predicar.
Había otro grupo de trabajadores que se alquilaban para trabajar; eran entes sin
ninguna cualificación profesional; frecuentemente eran temporeros que se contrataban para
la jornada (obreros agrícolas, segadores, vendimiadores, etc.. Si un día quedaban sin ser
contratados era una catástrofe familiar, pues vivían al día.
Más explotados todavía estaban los esclavos, hombres y mujeres que habían perdido su
libertad o porque habían nacido esclavos o por endeudamiento progresivo. Su amo disponía
de ellos como le viniera en gana; unos eran esclavos domésticos vinculados al servicio de las
grandes familias (cocineros, encargados de limpieza y perfumería, profesores, etc.), otros
estaban circulándoos al trabajo de las tierras: campesinos reducidos a la esclavitud.
El conjunto de esta situación engendraba gran cantidad de parados a los que no les
quedaba más posibilidad que mendigar su sustento. Peor era la situación de los disminuidos
físicos o mentales (cojos, ciegos, leprosos,...), pues a la pobreza material se añadían motivos
religiosos para rechazarles: se les consideraba malditos. No había ayuda alguna prevista para
sostener a los enfermos, a los disminuidos o a los en paro: todo lo contrario, se les aplastaba
y se les tenía en nada.
Para completar este cuadro general de aquella sociedad hay que mencionar la casta de
los prestamistas de dinero, de los recaudadores de los diversos impuestos, de los intendentes
(se les llama “publícanos” en el Evangelio): Nacieron sobre todo con la ocupación romana;
contribuían a acrecentar la injusticia entre la minoría dominante y la mayoría explotada; ésta
era su manera de proceder: cuando un particular, un pueblo o incluso una provincia, debían
sumas de dinero al poder romano en concepto de impuestos, o a los grandes propietarios,
ellos pagaban esas sumas en nombre de los deudores, y luego tenían todos los poderes para
recuperar por la fuerza esas cantidades, sacándoselas a la población o a los deudores
particulares según los casos; y ciertamente usaban sus omnímodos poderes (LC 19, 1-10).
b- Aspecto Político.
La dominación Ramona se
traducía sobre todo en opresión
económica: además de todos los
gravámenes indirectos (peajes,
aduanas, tasas innumerables), las
provincias ocupadas pagaban a Roma el
“tributo”, una suma impuesta que luego los dirigentes recuperaban sacándola de cada uno de
los miembros del pueblo judío (exceptuados niños y ancianos). ¿Hay que pagar este impuesto
o no?, Pregunta que dividía los ánimos de la población y que luego harán también a Jesús (Mc
12, 14.
Además, aunque siempre dentro del cuadro que hemos señalado, los pueblos disponían
de cierta autonomía: administrados por consejos de ancianos, ofrecían lugar y espacio par ala
constitución de comunidades de cierta calidad humana en las que se podía ejercitar alguna
responsabilidad cívica. En realidad en Imperio Romano era, sobre todo, una gran Federación
de ciudades y pueblos sometidos a Roma, la “Ciudad” por excelencia. En Jerusalén ese
Consejo tenía un nombre particular: “Sanedrín”, asamblea que tenía competencia no sólo
sobre los habitantes de Jerusalén, sino sobre cualquier asunto de importancia relativo a los
judíos. Jesús tendrá un día que responder de sus palabras y de sus actos ante este Consejo.
Dirigida por el sumo sacerdote, esta asamblea estaba compuesta por 70 miembros; se reunían
en el Templo. La componían tres grupos: personas allegadas al sumo sacerdote, ancianos
(sobre todo ricos propietarios) y escribas (personas que sabían escribir) que eran un poco más
cercanos al pueblo.
Entonces, como ahora, muchos judíos vivían fuera de Palestina; estaban dispersos por
todas las ciudades del Imperio: Alejandría, en Egipto, era “la mayor ciudad judía”. Todos
éstos tenían los mismos deberes que los demás judíos y, particularmente, estaban obligados a
pagar los impuestos al templo de Jerusalén. Estaban más abiertos a las idead nuevas e
intentaban comunicar su fe a los no-judíos de que estaban rodeados: en muchos cados fueron
la base de las primeras comunidades cristianas.
Evidentemente en un país ocupado, como lo era el de los judíos, son varías las posturas
que se pueden tomar: colaboracionista, situarse en la resistencia, o intentar sobrevivir como
se vaya pudiendo. A los colaboracionistas se les encuentra, claro está, entre aquellos que se
aprovechan de la situación: gentes próximas al poder, como los herodianos, partidarios y
cortesanos de Herodes, o como los saduceos que pululan alrededor del sumo sacerdote y su
grupo. Están muy interesados en mantener el orden establecido que les proporciona un grado
aceptable de prosperidad. Para ellos el mejor medio para poder seguir gozando de libertad
religiosa y política consiste en guardar silencio, en ser discretos y en reconocer el poder de
los romanos.
La resistencia recluta a sus hombres en las capas populares, son pequeños grupos
constantemente diezmados por la represión y constantemente rehechos y reorganizados.
Además de golpes de manos fulminantes, muy semejantes a actos de pillaje, surgen
numerosas revueltas capitaneadas por hombres que pretenden el título de “Mesías-salvador”.
Efectivamente: en estos grupos la fe y la política están íntimamente mezcladas: su pretensión
consiste simultáneamente en liberar al país de la dominación extranjera y en reformar
radicalmente el culto del templo y el sistema de los sumos sacerdotes, a los que tienen por
corrompidos. El grupo más organizado era el de los celotes. Jesús tuvo contacto con ellos, ya
que eligió de entre ellos al menos uno de sus discípulos. Su movimiento irá tomando cada vez
mayor extensión y desembocará el año 66, en una revuelta general; la represión romana será
terrible; cuando el año 77 los romanos vuelvan a tomar Jerusalén destruirán para siempre el
templo.
Entre los que intentan sobrevivir está la gran masa del pueblo y con ellos el grupo
religioso de los fariseos.
Verían con muy buenos ojos que se marcharan los romanos, pero ellos esperan la liberación
del pueblo, más de una intervención directa de Dios que como fruto de la acción humana.
Nada de esto impide que la masa popular esté llena de una gran esperanza: tiene el
presentimiento de que van a llegar nuevos tiempos, ¡esto no puede seguir así!.
c- Aspecto Religioso.
Esta esperanza, por lo demás, hundía sus raíces en la común fe religiosa de todo el
pueblo. De ella recibía el pueblo judío su originalidad: en todo el inmenso Imperio romano,
que se extendió todo lo largo del Mediterráneo, el pueblo judío era el único que había
mantenido indómitamente su fe en un Dios único.
Sostenían que Dios se les había dado a conocer en su propia historia: con Abraham,
unos 1800 años antes de Jesús, los antepasados de su pueblo habían comenzado a descubrir el
rostro del Dios único.
Por medio de Moisés, hacia el 1250, Dios había librara do al pueblo de Israel de la
esclavitud que sufría en Egipto y este hecho les había constituido como nación. En tiempos de
David, que reinó hacia el año 1000, Dios les había dado aquella tierra en que habitaban.
En tiempos de Jesús, los judíos llevan varios siglos de persecuciones, lo que explica su
intensa vinculación a esta fe por la que han tenido que pagar tan altos precios. Han obtenido
de los romanos la posibilidad de vivir según sus creencias, no sólo en su país, sino también en
todas las ciudades del Imperio en las que viven dispersos.
Los fariseos: los piadosos, los más influyentes. Tienen como programa de vida el
cumplimiento riguroso de la Torah. Creían en los ángeles y demonios y en la resurrección de
la carne.
Los escribas: Del latín Scriba (del verbo Scribere, “escribir”). En Mesopotamia y Egipto
eran los funcionarios de la corte que redactaban las actas oficiales, llevaban los anuarios,
etc. En Palestina, tras el destierro babilonio, eran los maestros de la ley, con el título
honorífico de Rabbi. En el tiempo de Jesús, a los escribas, que eran teólogos y juristas, se les
llamaba también –doctores de la ley- y constituían una clase muy influyente, apoyándose en
los distintos partidos (por ejemplo, los fariseos y los saduceos).
Con la destrucción de Jerusalén (70 D.C) su influjo y autoridad se hicieron aún más
amplios y determinantes.
Los samaritanos: para los judíos son ritualmente impuros, también considerados como
adeptos a una herejía diabólica (Jn 8, 48). Este desprecio es debido a su origen y a sus
prácticas (Cf. 1Re 16, 24 y 2Re 17, 24-34).
EL MEDIO DE JESÚS
Jesús vivió en Nazaret, una pequeña aldea de Galilea. Los galileos eran despreciados
por las gentes de Jerusalén y aún por los mismos galileos (Cf. Jn 1,45), porque eran
considerados de raza menos pura, había muchos incircuncisos y hablaban el arameo con
acento.
Jesús fue carpintero, aprendió este oficio de la tradición familiar, su formación no fue
intelectual, sino que con su oficio de carpintero creció y trabajó en medio de un pueblo de
trabajadores. Mediante su trabajo, su relación con los obreros, con las cosas, va aprendiendo
y haciéndose un hombre de conocimientos de lo concreto y cotidiano de la vida de un obrero.
El mismo Jesús afirma en varias ocasiones que él ocupa un lugar entre los profetas (Lc
13, 33). Además en su tiempo, profeta era el que se presentaba como poseedor del Espíritu.
Y Jesús procura serlo: si expulsa a los demonios, es por el Espíritu de Dios (Mt 12, 28).
Los contemporáneos de Jesús, al ver que sus acciones y palabras ya no eran meramente
proféticas, esperaban de él la transformación radical de la situación política de Israel.
Tema III.
JESÚS Y LA LEY
1. Introducción
Al leer los evangelios vemos como en Jesús se da un claro enfrentamiento a la Ley. Sin
embargo este enfrentamiento no es el de un hombre sistemáticamente hostil a la Ley, sino el
de un hombre liberado de la Ley. Jesús es un hombre libre frente al sábado, a las
prescripciones de pureza, a los usos sociales (ocupa lugar de escriba sin serlo, el lugar que
concede a la mujer), frente a los repudiados y frente a los que rebajan la Ley.
2. Ambientación
Al afrontar este tema no podemos ridiculizar la Ley judía. Hacer de ella otra cosa de lo
que era y desde ahí ver que era una ley muy mala y por tanto Jesús se oponía a esa Ley
concreta, pero sin tocar la sustancia, el meollo de la Ley.
Tampoco podemos minimizar la crítica de Jesús a la Ley. Él no critica ciertos aspectos
de la Ley, sino la totalidad de ella y, es más, lo hace en nombre de Dios.
Pero a pesar de todo ello Jesús se muestra libre frente a todo ello (Cf. Mt 9,1-17; 12,1-
14; 15, 1-20; Mc 2,13 y paralelos; Lc 9,59) y a la vez esa libertad frente a la Ley se concreta
en una exigencias enormes e insoportables (Mc 10; Mt del Cap 5 al Cap 7).
4. La Autoridad de Jesús
Era tanta la autoridad de Jesús que fue reconocida hasta por sus propios adversarios
que subrayan así: "sabemos que eres sincero y que enseñas con sinceridad el camino de Dios,
sin preocuparte de esto o aquello, porque no haces acepción de personas" (Mt 22, 16)."Se os
dijo......pero yo os digo" (Cf. Mt 5, 21-45). El contexto de este texto sería el de Jesús como
un rabino que explica la Ley, pero el opone la Ley a su palabra. El no se apoya en la palabra
de los mayores, de los antepasados como haría cualquier rabino al explicar la Ley. Tampoco
se apoya en la voluntad de Dios (Así habla Yahve), como haría un profeta. Jesús dice "yo os
digo" es algo bien radical, algo que ni San Pablo se atreve a realizar (Rom 3,31; 7,7; Gal
3,21).
5. La fuente de su Autoridad
"Su autoridad no está basada en una función o en una situación oficial. Su autoridad se
basa en la calidad interior de su personalidad: está seguro de su misión; sabe de dónde viene
y a dónde va, aun cuando tenga que ir descubriendo el camino a seguir entre esos dos
puntos".
Frente a su familia muestra una gran libertad. Sus familiares quieren apartarle de su
misión (Mc 3, 21; Mt 12, 46-50), quieren presentarlo como quien ha perdido el juicio, pero él
no se siente atado a ninguna familia, tribu, clan, su libertad supera estos lazos familiares.
Se siente libre en la elección de sus amigos. El Evangelio nos muestra que tenía amigos
como: Lázaro, Marta, María y la Magdalena. Sus contemporáneos se impresionan por esta
libertad y por su autoridad, y sobre todo porque tanto su libertad como su autoridad no
tienen otro origen más que su misma persona.
El "Yo" muestra que Jesús no contrapone una Ley a otra Ley, quizás más perfecta,
mejor, sino a su visión del hombre a la luz de Dios. Por ello dice al final del texto de Mt. "Sed
perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto" (Mt. 5,48)
Este texto de Mt 5,48 esta en relación con el del Lv 19,2 que dice "Sed santos porque
Yo, vuestro Dios, soy Santo". Jesús cambia "vuestro Dios" por "vuestro Padre", algo que
pertenece claramente a la visión de Dios de Jesús (ya lo veremos) y que por tanto arranca de
los mismos labios de Jesús. Además el "Sed" no hace referencia al "hacer", a una obligación
moral, sino al "Ser". el "Sed perfectos" tiene para nosotros un contenido moralizante, del
hacer; pero el término griego (Teleiosis) significa plenitud, consumación del propio ser, se
refiere al Ser (Cf. Heb 2,10; 5,8-9).
El "Ser" no puede ser objeto de un mandamiento, de una norma. Así aunque el verbo
está en imperativo (Sed) se refiere al ser no al hacer. Este texto es más evangelio, revelación
de la buena noticia que mandamiento, estamos fuera del cumplimiento de la Ley. Jesús no
dice "se os mando hacer esto pero yo os mando hacer esto otro", sino "yo os digo que vuestro
ser va más allá de lo que el mandato revela". Así el "Yo" que contrapone a la Tora manifiesta
la conciencia de Jesús sobre a donde llega el ser del hombre y su carácter divino y a la vez de
su filiación divina (su ser Hijo de Dios). Todo ello es la fuente de su autoridad.
Como vemos en la relación de Jesús con la Ley aparece la referencia al ser del
hombre. "No se ha hecho en hombre para el sábado, sino el sábado para el hombre" (Mc 2,27),
o respecto al divorcio (Cf. Mt 19, 2-9; Mc 10,2s; Lc 19,18s), o las leyes de pureza o impureza
(Cf. Mc 7,1s; Lc 6,39; Mt 15,10).
No hacemos la siguiente pregunta para iniciar este apartado ¿Cómo Jesús que se sitúa
tan libre frente a la Ley aparece, a su vez, más severo que la Tora? Lo decisivo en Jesús no es
sustituir unas normas por otras más amplias o severas, sino un determinado concepto de la
libertad. Pero esa libertad se vive en la comunidad cristiana como una exigencia mayor que la
Ley.
Jesús no es un moralista o un ético, por ello dar la otra mejilla, dar el manto y la
túnica al que te pide la túnica, etc... No son normas éticas, no son un camino concreto (visto
así es impracticable). Tampoco se pueden rebajar sus consecuencias con una casuística
(Bueno dice eso, pero sólo en el caso de..., o si....). Eso es así porque lo que Jesús propone
no es una ética, es la crisis de toda ética, de caminos practicables, porque no responden al
ser original del hombre. Así la postura de Jesús es mucho más difícil. No hay purificaciones, ni
caminos exteriores de pureza pero exige ser puro, a pesar de conocer nuestra limitación (Cf.
Mt 7,11; Jn 2, 24-25). Jesús le quita al hombre sus seguridades y por ello la respuesta airada
de los apóstoles: ¿Quién podrá salvarse? (Mc 10,26), ¿Cómo casarse? (Mc 19,10).
En Jesús no hay ser y deber, sino ser o no ser. Él proclama y vive la verdadera libertad,
donde se exige muy poco (solo el amor) y a la vez se exige lo mayor. Las exigencias del amor
son más radicales. El amor es la raíz profunda del hombre.
9. Ley y Gracia
Jesús se sitúa como centro ante quien se decide la salvación (Cf. Mc 8,38; 10,29; Mt
5,11). Él no proclama unas normas que puedan continuar sin él, ni una ascética del
sufrimiento; nada vale sino es "por mi causa" (Cf. Mc 10,29; Mt 5,11), ni siquiera el tomar la
cruz (Cf. Mt 10,38 y paralelos). Así la novedad, lo que supone un cambio en la propuesta de
Jesús al joven rico es el "sígueme" (Cf. Mc 10,19s).
En el fondo está la sustitución de la Ley por el amor, con Jesús muere toda ley como
base para la salvación. Sin embargo eso no deja al hombre remitido a sí mismo sino a la
Gracia y a Jesús. Jesús contrapone la Ley a la Gracia, a él y a la "utopía del hombre". "Utopía"
que tiene vigencia, que es válida en este mundo al referir el hombre a Jesús. No es una
utopía pasiva la del Evangelio, ella es metanoya, cambio.
Tras esta presentación uno se puede preguntar qué queda de Ley en el cristianismo.
Jesús abolió la Ley (Ef 2,15) para formar al hombre nuevo. Lo importante y radical es estar
con Cristo, sólo de esta forma se podrá decir "ama y haz lo que quieras, pero no digas que
amas para poder hacer lo que quieres". De todos modos la Ley, las normas en el cristianismo
son signo de nuestra situación peregrina y de pecado, que el estar con Cristo plenamente se
dará sólo al final de los tiempos (es escatológico). Todo ello sólo son medios que nos
conducen a Cristo y deben ser vividas en y por Cristo. Además estamos ya bajo la nueva ley
que debe ser asumida en Cristo desde el interior (no desde fuera) de este modo la ley nos
ayuda a ser más plenamente libres y por tanto abiertos a la Gracia de Dios y no tanto a
cumplimientos externos ( Cf.Satg 1,22-27; 2, 8-13; 4,11-12).
Jesús era un judío libre. Cuando hablamos de libertad nos referimos a esas condiciones
y cualidades que le permiten al hombre hacerse dueño de sí, de sus acciones y decisiones. La
libertad es el rasgo fundamental de Jesús.
Esta libertad posee dos dimensiones: libertad de y libertad para. Liberarse de todas las
ataduras y dificultades que puedan presentar obstáculos para el buen obrar, para el encargo
que Dios le dio.
La libertad de Jesús no era como la de todos los demás porque, él fue más libre, vivía
de la libertad, la predicaba, además era el que daba la libertad.