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Del capítulo 14, La libertad personal:

a) Un cuadro en el que expresen la comprensión antropológica de la libertad con las


siguientes secciones: la raíz de la libertad; la expresión de la libertad, el núcleo de la
libertad, el fin de la libertad y la exigencia divina de la libertad. Las secciones donde
se expresará la comprensión amplia de la libertad deberán ser descritas de manera
sintética, atinada y con claridad comprensiva.

La raíz de la - San Agustín y San Gregorio: voluntad, pero radicalmente en la


libertad inteligencia.

- Alejandro de Hales y San Buenaventura: es propia de ambas potencias,


pero reside más en la voluntad.

- Tomás de Aquino: la raíz es la razón y la expresión de la misma se da


por la voluntad.

- La razón es libre porque está abierta a la totalidad de lo real e incluso a


lo irreal, porque su operatividad, al igual que la de la voluntad, es
infinita, y porque crece como potencia por los hábitos.
- El origen de la libertad está en la persona.

La expresión - La libertad se manifiesta tanto en la inteligencia como en la voluntad.


de la libertad
- Por tanto, la inteligencia y la voluntad están diseñadas para crecer en
libertad, y ello con la formación de los hábitos y de las virtudes,
respectivamente.

- Dado que ninguna otra facultad es susceptible de hábitos y virtudes,


puesto que las demás no son espirituales, en ninguna, salvo en esas dos,
se manifiesta la libertad en sentido estricto de modo creciente e
irrestricto.

- La manifestación ilimitada de ésta es exclusiva de la razón y de la


voluntad.

- Siempre podemos conocer más y siempre podemos querer más.


También por ello, sin hábitos y sin virtudes la persona no puede
manifestar en cierto modo quién es, es decir, su intimidad.

El núcleo de la - El acto de ser de la persona humana, al ser irrestricta e ilimitada,


libertad constituye el núcleo de la riqueza de la libertad.

- La persona humana es, por tanto, pura apertura. Esa apertura se puede
referir a sí mismo, y entonces se habla de intimidad, y se puede referir
a lo trascendente.

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- La libertad personal no es, pues, algo que uno tenga, sino ―una
característica trascendental del ser del hombre, o si se quiere, es el ser
mismo que se es, la persona. Es cada persona, una libertad personal
distinta.

El fin de la - Sólo tiene sentido nuestra libertad si el “para” el que ella está hecha
libertad acepta la libertad que cada uno de nosotros somos como tal
enteramente. Esa aceptación personal es como se ha adelantado
exclusivamente divina.

- El hombre se vincula con Dios de manera libre, se ordena a Él y así la


persona es elevada.

- La libertad humana exige la existencia de Dios. Esa exigencia muestra


que Dios existe.

- Somos libres porque Dios existe, es origen de nuestra libertad y es el


fin de ella, nuestro destino. El fin es el futuro transtemporal que puede
abrir cada libertad personal humana al enfrentarse ésta con el tiempo.

La exigencia - Nuestra libertad forma parte del ser personal que cada uno es. Si
divina de la notamos que somos apertura irrestricta en nuestro corazón, ésta libertad
libertad muestra, que Dios existe. De tal modo que, sólo en co-existencia con
Dios tiene sentido nuestra libertad radical o el ser personal que somos.
Siendo así que nuestra libertad sólo puede ser elevada respecto de Dios
si libremente aceptamos la elevación que él nos otorga.

- Desde nuestra libertad personal no sólo descubrimos que Dios existe,


sino también cómo es el ser de Dios, a saber, personal y libre.

- Si Dios es libre y es personal, al menos deben existir dos personas


divinas.

- La libertad humana equivale al ser humano, y no cabe libertad sin


conocer y amar, la persona humana es cognoscitiva y amante.

- Al ser Dios libre y personal, cada persona divina es conocer y amar.

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