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Integrantes: Cristóbal Medina

Andrea Fuentes

Control I de Salud Mental y Políticas Públicas

Establecimiento de prioridades

1. Usted es encargada/o de salud mental del Ministerio de Salud, y debe establecer las
principales prioridades en salud mental durante su gestión, ordene las siguientes
áreas según prioridad (mayor a menor):

1. Financiamiento de la salud mental


2. Organización de la red de servicios de salud mental
3. Mejorar la calidad de las prestaciones
4. Programas prioritarios para el tratamiento y la rehabilitación en salud mental
5. Recursos humanos en salud mental y su formación
6. Promoción y prevención de la salud mental
7. Provisión y distribución de medicamentos básicos
8. Legislación y protección de los derechos humanos de los pacientes
9. Fortalecimiento de organizaciones de defensa, apoyo y autoayuda de los usuarios
10. Investigación y evaluación de políticas y servicios
11. Colaboración intersectorial (p.ej., trabajo, justicia, vivienda, etc.)
12. Sistemas de información

2. Además de lo anterior, usted está al tanto de que hay grupos poblacionales


vulnerables que pueden requerir de mayor priorización. Nuevamente, ordene los
siguientes grupos poblacionales según prioridad para el desarrollo de programas de
salud mental durante su gestión:

1. Personas en extrema pobreza


2. Migrantes
3. Personas con discapacidad psíquica
4. Adultos mayores
5. Niños y adolescentes
6. Personas privadas de libertad
7. Mujeres
8. LGBTIQ+
9. Pueblos originarios
3. Justifique la elección de los dos primeros lugares para cada una de las dos
preguntas (1 y 2). NO sobrepase las 400 palabras por cada respuesta. Por ejemplo,
400 (o menos) palabras para justificar la elección de los dos primeros lugares en
pregunta 1; y, 400 (o menos) palabras para justificar la elección de los dos primeros
lugares en pregunta 2.

En la primera pregunta nuestras principales prioridades estarían enfocadas en


financiamiento de la salud mental, ya que según Errázuriz, Valdés, ​Vöhringer y Calvo (2015)
en el año 2012 el porcentaje del presupuesto de salud destinado a salud mental fue de
2,16%, cifra mucho menor del 5,0% que se propuso como meta el Plan Nacional de Salud
Mental y Psiquiatría para el año 2010.
Por otra parte, los planes de salud mental implementados en la última década no
han reducido las altas tasas de enfermedades mentales, por lo que creemos que si se le
diese mayor financiamiento a la salud mental, el impacto en la eficacia de los planes de
salud mental se vería representado en la disminución de tasas de enfermedades mentales o
en un mejor tratamiento de ellas, además de que otras áreas serían beneficiadas a raíz de
un mejor financiamiento, como la calidad de las prestaciones, los programas de tratamiento
o rehabilitación y los recursos humanos, entre otros. Para lograr responder a las
necesidades de salud mental de la población, es urgente contar con recursos económicos
en salud pública por lo tanto es imprescindible incrementar el presupuesto gradualmente
para lograr cambios notables a largo plazo.
Por otro lado, hemos situado directamente como segunda prioridad una buena
organización de las redes de servicios de salud mental, ya que consideramos que si bien
podríamos enfocarnos mucho en invertir, por ejemplo, en calidad o recursos humanos, de
poco sirve asegurar dichos factores si no podemos garantizar que toda la población (y en
especial en regiones o sectores periféricos con menor disponibilidad de servicios de salud
en general) pueda tener acceso a tales prestaciones. Es importante asegurar que exista una
buena distribución de los servicios, apuntando a que no queden sectores “olvidados” o con
menos posibilidades. Todo esto entendiendo que la mayoría de los factores o áreas a
considerar en esta priorización se interrelacionan, por lo que no dejan de ser importantes
elementos como la provisión de medicamentos, promoción y prevención, entre otros.
Ahora bien, en cuanto a la segunda pregunta, consideramos que en primer lugar de
prioridad debiese ubicarse en definitiva la población en condiciones de extrema pobreza.
Consideramos que tal sector es el que se encuentra más desvalido e imposibilitado a
cambiar su situación, por lo que se hace imperante que el estado tome un rol fundamental
en el aseguramiento de que personas en dicha condición puedan tener mínimas garantías
en cuanto a la accesibilidad de servicios básicos en salud mental. Es importante tener en
cuenta que las enfermedades mentales suponen altos costos económicos y sociales, ya que
a diferencia de otras condiciones médicas, los costos indirectos generalmente igualan o
exceden los costos directos del tratamiento. Del mismo modo, en muchas ocasiones los
trastornos mentales van asociados a situaciones como el abuso de sustancias y la pobreza,
ya que sufrir una enfermedad severa de este tipo genera un deterioro en la persona, y una
pérdida sostenida de su productividad, lo cual sumado a lo costoso de mantener un
tratamiento a largo plazo, hace que la situación de pobreza se mantenga (Errázuriz, Valdés,
Vöhringer y Calvo, 2015)​.
Como segunda prioridad, creemos que actualmente deberían ser priorizados los
migrantes, sin que esto signifique el desmedro de la calidad de la atención para ciudadanos
chilenos. Según Vásquez-De Kartzow (2018) en 2017 ingresaron a Chile en promedio 4.307
personas por mes. Por lo que resulta indispensable que frente a esta reciente ola migratoria
proveniente de Haití, en gran mayoría, nos ocupemos de sus necesidades básicas en
nuestro país. Muchas veces aquello se ve obstaculizado por sus dificultades para
comunicarse, por las evidentes diferencias de lenguaje, además de integrarse en una
cultura muy distinta a la propia. Por otra parte, suele ser un grupo que está constantemente
siendo discriminado ya que se les percibe laboralmente como competencia, así como
también hay muchos prejuicios en torno a ellos, lo que les dificulta aún más poder acceder a
derechos básicos como la salud. Debido a ello, y a no siempre poder comunicarse
efectivamente, no suelen recibir ayuda.
El grupo migrante no aparece en el Informe de Desarrollo Social (2018) como un
grupo para el cual debiera priorizarse el fortalecimiento del sistema de protección social, por
lo que creemos que priorizarlos en cuanto a salud pública es un paso para visibilizar que
sus necesidades básicas son urgentes y deben ser respondidas por el Estado.
Referencias

Errázuriz, Paula, Valdés, Camila, Vöhringer, Paul A, & Calvo, Esteban. (2015).
Financiamiento de la salud mental en Chile: una deuda pendiente. Revista médica
de Chile, 143(9), 1179-1186. ​https://dx.doi.org/10.4067/S0034-98872015000900011

Vásquez-De Kartzow, R. (2018). La nueva ola de inmigración en Chile. Oportunidad para


crecer como país. ​Revista Chilena de Pediatría, 89(​ 3), 307-309.
https://dx.doi.org/10.4067/S0370-41062018005000301

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