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¿ Qué fue, intelectualmente,

Fernando González ?
Escribe: ALBERTO MORENO GOMEZ

Muchas gentes admiraron en vi- exactamente la auténtica tradición


da al escritor Fernando González. de las letras y el pensamiento en-
Y otras siguen devotas de su nom- tre nosotros. P ero este es tema di-
bre después de su muerte. Para la s ferente.
primeras y para las segundas, el
inconforme escritor antioqueño fue Leer a Fernando González, in-
un f ilósofo que inspiraba y resu- dagar su angustia y su tragedia
mía, según ellos, las más luminosas intelectual a través de sus libross
especulaciones en el campo de las no es cosa difícil. Viaje a pie, Don
ideas. No han faltado jóvenes de A1it·ócletes, Pensamientos de un vie-
la nuev.a ola interesados en pene- .io, El he?·maf?·odita dot·mido, San-
trar en su obra, hacer el análisis tander, para citar los más impor-
cuidadoso de su ti·ayectoria intelec- tantes, van señalando el duro y
tual y tratar de persuadir a las brumoso r ecorrido de este escritor
generaciones del momento de que solitario, que dogmatiza sobre el
} ernando González significó una amor, sobre el espíritu y sobre to-
pauta en l.a cultura nacional, un das las cosas amables de la vida.
punto de partida y de llegada en Y que lo hacia, además, en tono
las graves cuestiones del espíritu regañón, sin la serena estabilidad
y de la naturaleza. E stos últimos inte1·ior que se requiere para el en-
han utilizado inclusive el mands- foque desapasionado de los fenóme-
mo, la tríada dialéctica, las con- Hos e inquietudes del pensar.
cepciones sartrianas y el complejo
de Kafka para hacer su exégesis, En una fácil y elemental filoso-
su alboroto iconocla sta . Son jóve- fía de la vida, F ernando González
nes irreverentes, que presumen el creía encontrar el secreto de la
dominio de la cultura, accesibles existencia y la clave para la for-
por lo general .a la lisonj a y a la mulación de conceptos anarquiza-
adulación, r etraídos un tanto de dos y anarquizantes. Negaba las
los cánones tradicionales pero ami- categorías de la verdad haciendo
gos reiterados de ocupar los órga- curiosas lucubraciones a través de
nos de expresión que representan la teoría del conocimiento, pero

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&provechando especialmente ciertos cuada para elaborar un sistema de
modelos epigramáticos que cons- proporciones filosóficas y estéticas.
truía metafóricamente, valiéndose Divagó en la nada, sedimentado por
de los desordenados estados de con- la angustia de su voluntad enfer-
ciencia de escritores existencialis- miza. Puede decirse que no se le
tas que con el filósofo alemán fue- evaluó en sus razonamientos por-
ron preestablecidos en Así hablaba que estos carecían de hondura, de
Zaratustra. Quiso aparecer origi- juiciosa observación, de nitidez en
nal al verificar un enfoque de co- el conjunto de sus postulados, tan
sas trascendentales que en su obra irreflexivos y tan satu rados de pe-
no llegaron jamás a tomar el vuelo simismo.
requerido para verter y traducir
en el orden de las ideas una con- N o se sabe con certeza si Fer-
cepción clara de la vida, del ser y nando González fue un librepensa-
d(:l sus problemas. Empantanado en dot·. Vacilaba sobre las escuelas fi-
dudosas cuestiones de carácter me- losóficas y alternaba entre el bien
tafísico, apenas logró configurar y el mal. Entendido esto último,
episodios subjetivos que lo hicieron desde luego, en el sentido de que
divagar al margen de un auténtico daba saltos bruscos, y por eso en
sistema intelectual, presumiendo fa- la mayor parte de su obra resulta
cultades creadoras que no le per- unas veces preocupado por la ma-
mitieron vertebrar una obra de teria y otras por el espíritu. Y lle-
proyecciones universales. Asido al gó con cierta embriaguez intelec-
iugareñismo regional de su confor- taal a pesquisas que lo conducían
mación mental, fraccionaba el pen- irremediablemente a p1·eferir el la-
samiento entre lo real y lo subje- do feo de las cosas. Inconforme en
tivo, sin que en ese escarceo de la Yariados aspectos, este escritor an-
inteligencia hubiera obtenido éxi- tioqueño vapulaba el eje de la or-
tos que lo consagraran más allá de ganización estatal y sus leyes, los
ciertos límites impuestos por el de- gobiernos que se alternan en el
sajuste moral de apreciaciones ca- ejercicio del poder y las formas po-
lificadas de insolentes. Se dijo por líticas que prevalecen entre sus
algm10s de sus seguidores que ama- compatriotas. El anatema lo utili-
ba los p1·imeros principios, mas es zaba con fruición espiritual, dando
lo cierto que prefirió siempre la así desahogo a preocupaciones in-
materialidad de las cosas que cons- ternas que lo asediaron.
tituyeron su fundamental inquie-
tud espiritual. Cuando murió Fernando Gonzá-
lez nadie sabía en verdad qué ha-
Insatisfecho con todo lo que le bía sido como escritor. Consagrado
rvdeaba, es imperioso decir que vi- al cultivo de frutales en su propio
vió permanentemente en la desilu- terruño, quedó flotando después de
SJÓn. Desdeñoso de la misma cultu- su muerte el despiste de si había
ra que se asimila en los libros de la sido novelista, poeta, historiador,
s~biduría, González se nutrió pre- filósofo o ensayista. Anduvo, es
fercncialmente en las colinas mon- cierto, por los predios de la lite-
tañosas de su tierra nativa, en los ratura costumbrista, pero sin salir-
ásperos paisajes que habitó tradi- Re de las fronteras de Envigado.
cionalmente, pero sin extraer de ese Aficionado a veces al género bio-
r.1edio reducido la sustancia ade- gráfico, en El he'rmafroclita do,r mi-

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do, en Mi compad're, y en Mi Si- de orden metafísico. Un tanto arre-
m ón Bolívar, no alcanzó las dimen- pentido, es seguro que en algunas
siones requeridas para consagrarse r eflexiones místicas hubiera encon-
ante la posteridad. Desquiciado en trado el consuelo que su espíritu
sus rutas intelectuales, o tal vez torturado no logró cuando esgri-
por las pasiones negativas que lo mía su pluma indefinida e indefini-
distinguieron, quiso r oerle los talo- ble. Queda por eso mismo la duda
nes a la figura cimera del Hombre de la vocación intelectual de Fer-
de las Leyes. Indagó, buscó datos nando González. Sus libros no tras-
con cierta meticulosidad detecti- pasaron las fronteras r egionales de
vesca, con objetivo intencionado, y su medio nativo. Ni es viable com-
r egistró en su libreta de apuntes pararlo con ninguno de los más
aspectos desapacibles para atri- eximios escritores de su tiempo. En
buírselos al general Francisco de la novela fue un frustrado, no im-
Paula Santander, haci endo un sus- pregnó tampoco la atmósfera de la
penso definitivo en la biografía del poesía, ni como filósofo supo inda-
estadista granadino, pues la dejó gar el origen de la vida ni la raíz
inconclusa, posiblemente pesarosa ontológica de las cosas que la cir-
de la contumelia del primero y úni- cundan. Se quedó en el término me-
co tomo que escribie1·a sobre el his- dio de las preocupaciones intelec-
tórico personaje. tuales, precisamente porque quiso
ir a los extremos, a los postulados
Cuentan algunos biógrafos de de La negación y a la penetración
Fernando González que este se en- de los opuestos en la casi totalidad
tregó, en los años .anteriores a su de los juicios que consignó en sus
muerte, a profundas meditaciones libros.

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