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Resumen

Hasta finales del siglo XVIII la agricultura constituyó la principal fuente de riqueza; debido que la
expansión de la economía era determinada por la tierra y la mano de obra empleada en las tareas
agrícolas, las condiciones cambiaron a principios del siglo XIX con el descubrimiento de la pagina
de vapor, y se consolidaron a finales del siglo con el advenimiento de la electricidad; por eso en el
siglo XX se presenta el mayor incremento del bienestar económico medido en función del ingreso
per capita.

El perfil del progreso cambia en las ultimas dos décadas del siglo y, en particular, en la década de
los noventa. La principal fuente de creación de riqueza pasa a ser la innovación tecnológica en una
gran variedad de áreas.

La externalidad del conocimiento da lugar a resultados muy distintos de los previstos en la teoría
del crecimiento. En los trabajos de Lucas y Romer se predecía que el conocimiento estaba
destinado a rendimientos crecientes.

La teoría del crecimiento presumía que el avance del crecimiento ocasiona una elevación dela
productividad de la manos de obra y del salario que redunda en la ampliación de la participación
del trabajo PIB y la mejoría en la distribución del ingreso, los resultados han sido muy distintos. El
progreso ha significado el fortalecimiento de las grandes empresas y la multiplicación de los
millonarios. Al mismo tiempo, ha provocado el cierre e empresas menos prosperas y el
desplazamiento de la mano de obra y en mayor grado de la menos calificada. El resultado ha sido
una ampliación de las desigualdades a todos los niveles.

En los siglos XVIII y XIX la ciencia era un proceso de ensayo y error en que los descubrimientos
surgían del talento de los científicos. Se trataba de crear para el beneficio de la humanidad. En la
última parte del siglo cambian las condiciones. Los descubrimientos se hacen en las empresas o en
las universidades financiadas por aquellas. Así, la investigación tiene un propósito final de lucro.

En el siglo XIX el progreso estuvo movido por el descubrimiento de la máquina de vapor y en el


siglo XX por la electricidad y la química., según la literatura económica, se dice que la primera y la
segunda revoluciones industriales fueron guiadas por la tecnología mecánica, y la nueva por el
conocimiento intelectual.

En todas las etapas hay una clara complementariedad entre la ciencia y su desarrollo en forma de
instrumentos. En las tres revoluciones industriales la pauta del progreso es similar y no puede
trazarse en línea divisoria. Mal podría decirse que tanto en la primera como en la segunda
revolución el avance estaba en las maquinas, y ahora en el conocimiento.
La tecnología y el avance científico están expuestos a grandes externalidades. Los beneficios
sociales duplican los beneficios individuales; de igual forma autores como Schumpeter asocian la
tecnología a prácticas monopólicas que generan ganancias privadas mayores que las reportadas
por el mercado.

Muchos de los descubrimientos no están orientados a mejorar las condiciones de la producción,


sino a apropiarse del avance tecnológico. Las empresas prefieren el cambio tecnológico generado
en los laboratorios al proveniente del aprendizaje de los trabajadores.

La confrontación tecnológica deja sin piso el principio de la mano invisible, sustentado por Adam
Smith, el desplazamiento de los rivales de menor tamaño significa un poder monopólico.

Quien consiga avance queda en posición de privilegio para sacar a los competidores y tomarse el
mercado para emplear prácticas monopólicas. Su prioridad no es producir en la forma menos
costosa sino dejar la tecnología en sus casa matrices.

Los avances de la aviación, la Internet y la farmacéutica, en cierta forma, han generado consumos
que antes no existían y que están dirigidos a los sectores de mayores ingresos. Se trata de bienes
de alta elasticidad de ingreso que, por su propia naturaleza, generan necesidades por conducto de
la imitación y el contagio.

Como las empresas prefieren a los profesionales con mayores niveles de formación, los individuos
adquieren títulos para obtener mejores salarios, lo que no necesariamente significa mayor
productividad, el conocimiento crea su propia demanda, bien puede ser una necesidad ficticia. Los
avances realizados en los computadores y la informática han dado lugar a complejos
procedimientos que no redundan en mejores resultados, se ha logrado desplazar el debate a
profesionales de mayor experiencia y conocimiento teórico y reducir el radio de acción del análisis
que ha creado la proliferación y mantenimiento de errores. La ciencia ha dejado de ser neutral.

En el pasado los estudiantes de administración de empresas e ingeniería aspiraban a tener un


empleo para realizar la mejor tarea en las empresas que los contrataban. Hoy en día su objetivo
común es hacer dinero, mucho dinero.

El gran avance tecnológico de la tercera revolución industrial ha traído una mayor innovación y
creación de nuevos entes, pero también ha significado mayor destrucción de empresas y
disminución de la posibilidad de empleo; lo que se ha presentado una de las desigualdades, las
cuales se han ampliado en forma alarmante.

El conocimiento liderado por el lucró individual puede conducir a grandes distorsiones económicas
y a grandes desigualdades. La ciencia dejaría de ser neutral. Los esfuerzos no estarían orientados
al conocimiento en beneficio de la humanidad, sino a obtener mayor lucro individual. Al final se
llegaría a una ciencia al servicio de los poderosos que podría convertirse en una fuente
escalofriante de desigualdades.
El intento de separar el cambio tecnológico mecánico del cambio tecnológico del conocimiento
desconoce la relación entre el capital humano y el capital físico.

El gasto en ciencia y tecnología sólo se manifiesta en la medida en que las empresas tengan los
equipos para complementar los descubrimientos.

En las tres épocas se observa un proceso de avance tecnológico originado en los descubrimientos
científicos y se traduce en la creación de máquinas, herramientas o procedimientos que realizan
nuevas tareas o perfeccionan las anteriores.

Los mercados y los consumos son dominados por los alimentos, la industria liviana (confecciones,
papel, plásticos) y por la industria pesada (automóviles, aviones, máquinas eléctricas). Los nuevos
productos generados en los últimos decenios se pueden clasificar en dos grupos. Primero, la
microelectrónica (computadores, sofware, etc.). Segundo, la biotecnología, las farmacias, las
comunicaciones, etc.

Esto no debe confundirse con el simplismo de decir que los bienes cada vez pesan menos porque
tienen mayor contenido intelectual. Lo que sucede es que el proceso científico se ha orientado a
crear nuevas fuentes de energía y nuevos procesos de producción que dan por resultado bienes
que están en capacidad de prestar los mismos servicios con menos tamaño, mayor precisión y
mayor capacidad de regulación.

En cierta forma es la ley del cubo de Galileo, que establece que la energía de un cuerpo esta dado
por su volumen y su costo por el cuadrado. Estamos en un mundo en donde cada vez se
encuentran cubos más pequeños que producen la misma energía, lo que se denomina economías
de escala o rendimientos crecientes a escala. Como consecuencia, el producto nacional tiende a
pesar cada vez menos.

Una de las consecuencias de la complementariedad entre los elementos del conocimiento y el


capital es el surgimiento de economías de escala dinámicas y estáticas. Si adicionalmente se tiene
en cuenta que el peso del Pib estaba representado por los costos marginales, resulta que éstos
tienden a disminuir con el tiempo.

El país no puede reducir su actividad a las condiciones impuestas por la nueva tecnología, que no
representa ni un 15% del Pib.

Al igual de lo que sucedió en el pasado con las revoluciones de la máquina de vapor y la


electricidad, también ahora se generaron expectativas superiores a la realidades, se supuso que lo
normal era que la productividad creciera cuatro puntos porcentuales; es decir, el doble del
promedio histórico. La verdad es que las ficciones de la nueva revolución industrial sólo vinieron a
percibirse cuando la burbuja se reventó y provocó la caída de la economía de los Estados Unidos
en el año 2000.
La revolución de la información y los computadores no es comparable con la revolución de la
energía eléctrica. La bonanza de los años noventa tuvo una alta artificialidad creada y sostenida
por el déficit de la balanza de pagos.

Se desmintió el mito de que la revolución de la informática es el avance más grande de la


humanidad.

Los países en desarrollo han quedado imposibilitados de producir los bienes de la tercera
revolución industrial, por desconocimiento tecnológico, y de las anteriores revoluciones, por
desventaja histórica. La mayoría de ellos no pueden producir automóviles o máquinas y ni siquiera
los transitores inventados como consecuencia de la teoría cuántica que surgió hace cien años.

Las confusiones sobre la tecnología han llevado a sustentar y promover un diagnóstico equivocado
de la economía mundial.

La globalización y la consecuente desregulación de las economías han creado un marco propicio de


apropiación de los beneficios de la tecnología que reduce sus beneficios sociales.

Los resultados económicos deficientes no son culpa del cambio tecnológico sino de su regulación.
Las fases de desarrollo industrial están claramente asociadas con la escalera tecnológica que
resulta del avance científico. En los últimos dos siglos los países han pasado de la producción
basada en la agricultura a la producción basada en la ciencia. Dentro de esta amplia gama, en
principio se pueden definir las siguientes fases de desarrollo industrial.

Base en recursos naturales.

Manufactura ligera.

Industria pesada.

Alta tecnología.

Industria basada en la ciencia.

Solo Estados Unidos, y, tal vez, Japón han logrado participar en todas las etapas. En Colombia el
espectro es nostálgico. El país sólo produce manufacturas livianas y se encuentra en un estado
muy incipiente en la manufactura pesada y de consumo, materias primas y bienes de capital. La
estructura económica comprende la primera revolución industrial y una fracción de la segunda
revolución.

Hacer cincuenta años, América Latina, Japón y los países del sureste asiático estaban en el primer
peldaño de la escalera tecnológica. Hoy en día Japón se encuentra en el último peldaño. Por su
parte, Colombia no ha logrado avanzar ni a la mitad del tercer peldaño.

La verdad tiene que ver más con la organización económico e institucional. Para ascender en la
escalera tecnológica se requiere un Estado que lidere el proceso, creando las condiciones
económicas e institucionales que permitan entrar en las nuevas etapas y asimilar las experiencias
anteriores, grupos selectos de ingenieros y tecnólogos, amplia disponibilidad de mano de obra con
habilidades numéricas y alto nivel de capacitación.

Otro aspecto que resalta es que la situación no es simétrica. La tendencia es más a la


diversificación que a la especialización. Los países que están en la parte inferior de la escalera
tienen menos posibilidades de producir que los que están en la cima. La industrialización es más
un proceso evolutivo dictado por los avances del pasado que un proceso de especialización
dictado por la disponibilidad de factores. Se encuentra, más bien, en el historial tecnológico, el
capital y la escala de producción. El primer paso para una economía como la colombiana es definir
los productos que se elaboran en las diferentes etapas.

Parte de la explicación se encuentra en que las economías no funcionan en las condiciones ideales
clásicas. Estamos ante economías expuestas a fallas de mercado que dan lugar a equilibrios
múltiples y a externalidades que dependen de la experiencia acumulada. En virtud de la
protección, la firma logra igualar el precio externo con el interno y se establece un subsidio que
compense la diferencia entre el costo marginal y el precio interno mientras la producción aumenta
y la diferencia desaparece, se lograría la máxima eficiencia con precios internos superiores a los
costos medios y con costos marginales iguales a los precios internacionales. Japón es el país
desarrollado con los menores coeficientes de importaciones. Los costos fijos constituyen una seria
limitación para los países pequeños.

El propósito podría lograrse mediante aranceles y subsidios o mediante la creación de condiciones


para que las empresas adquieran poderes monopólicos y los empleen para establecer, por un
lado, precios internos por encima del costo medio, y por otro, precios externos iguales al costo
marginal.

Así, la limitación de las importaciones le permitió producir a los precios internacionales y


proyectarse a los mercados externos reduciendo aún más los costos.

Infortunadamente, la experiencia de Japón que ha sido estudiada profundamente, se ha tomado


como un caso especial. Tiene elevados costos que son compensados por otras condiciones
excepcionales de la política económica, estos costos sólo se dan dentro del modelo convencional
de equilibrio general, lo cual no tiene ni parecido ni semejanza con la realidad.

El éxito de Japón radica precisamente en un intrincado montaje institucional que ha permitido


ampliar los mercados mediante la limitación de las importaciones. La única vía válida del
desenvolvimiento industrial es la invención científica y sus desarrollos.

Las economías de escala de la mayoría de los productos industriales. Muchas de las dificultades y
dudas provienen de la falta de estudios que precisen el alcance de las economías de escala y las
posibilidades de compensar sus efectos con políticas de protección. El avance científico de las dos
primeras revoluciones industriales tiene un alto elemento exógeno. Los descubrimientos fueron el
resultado de la vocación e inclinación de los investigadores por el conocimiento. Si bien la segunda
guerra mundial se abre camino un avance científico más orientado a lograr propósitos específicos.
La participación de Colombia en este tipo de productos es mínima. Para el país la invención
científica continúa teniendo características exógenas.

El desarrollo industrial no deja de ser la lucha contra la naturaleza. En las dos primeras
revoluciones industriales los inventos surgieron en forma casi autónoma. Las empresas y los
tecnólogos se encontraban ante entornos desconocidos y tenían que crear los medios para buscar
su desarrollo en la industrialización y sacar ventaja de sus mayores posibilidades.

El camino más sensato parecería ser el de partir de una información que muestre la forma como el
país ha respondido en los diferentes estados de avance científico.

No hay mayor relación entre el desarrollo industrial y las ventajas comparativas. En cambio, existe
el desarrollo industrial y las ventajas comparativas. En cambio existe una fuerte interrelación entre
el progreso industrial y la iniciativa en el aprovechamiento de las oportunidades de los
descubrimientos científicos.

Es fácil imaginar que las principales restricciones para avanzar en cada etapa es el
desconocimiento de la tecnología y el tamaño de los mercados. La primera con investigación
tecnológica y la segunda con protección, subsidios e integración regional.

El país tiene una posición de desventaja con respecto a las naciones que se encontraban hace cien
años en una situación similar.

La investigación debe encaminarse a conocer los procedimientos empleados en esas naciones y


establecer las formas de copiar y adaptar las realizaciones al país.

Sobre estas bases se podría construir una política de industrialización que permita ascender en la
escalera tecnológica para aumentar el conocimiento y aprovechar al máximo los recursos
disponibles.

La mano de obra con menos de catorce años de educación. En términos generales, se hace
necesario un marco de protección que permita mantener precios diferentes para el mercado
interno y el externo, apoyo a la investigación tecnológica y subsidios a la mano de obra.

Así convendría que el subsidio al empleo se orientará hacia las empresas medianas y pequeñas y
que el apoyo a la investigación se realizara mediante objetivos específicos, como podría ser la
producción de bienes de capital y bienes químicos y la iniciación de las actividades de
microelectrónica y física cuántica.

Las reglas del modelo propio

La liberación de la economía colombiana se adoptó dentro de la estrategia de las reformas de libre


mercado del consenso de Washington; en un foro sobre el moderno económico colombiano, el
profesor Sachs califico la discusión sobre el modelo de bizantina y señalo que los esfuerzos se
bebían orientar las políticas para conseguirlo.
La práctica ha resultado totalmente inadecuada; en principio, existen dos formas de armar un
modeló económico. Una consistiría en definir los objetivos y sobre la base del diagnostico de las
economías o, si se quiere de los postulados básicos de su funcionamiento, construir la
organización económica detallada para lograrlos. El otro procedimiento es de crítica. La
metodología consiste en indentificar sus causadas, replantear los paradigmas que sirvieron para
justificarlas y sobre estas bases plantear los elementos centrales del modelo económico. Así la
organización económica se configura por ensayo y error.

La apertura se justifico dentro de las orientaciones de la teoría económica clásica. La apertura les
concedió un claro predominio a las multiplicacionales, que se sirvieron favorecidas por el acceso a
los recursos externos y ala estructura arancelaria que les concede una clara ventaja a las
importaciones de insumos con relación a los bienes finales. De acuerdo con la teoría monetaria de
la balanza de pagos se atribuyó a problemas monetarios y se procedió a corregirlo mediante
políticas restrictivas. La evolución de la economía colombiana se repite en la mayoría de los países
latinoamericanos.

Las reformas de libre mercado se justificaron como una manera de elevar el ahorro; es de anotar
que el ahorro empresarial descendió de 8% del PIB a 4%. Otro aspecto que tuvo influencia fueron
las privatizaciones de las empresas de servicios sociales. En general se encuentran que las
empresas públicas se entregaron a la tercera parte de su costo de oportunidad. Por otra parte, las
políticas monetarias y fiscales restrictivas ocasionaron un desaprovechamiento del ahorro.

La apertura, en el amplió sentido de la palabra desvertebró los atributos que le daban poderes
especiales a la industria. El balance es claramente insatisfactorio. El país no ha pasado el segundo
de los cinco eslabones del desarrollo industrial. En la actualidad se encuentra especializado en
industrias tradicionales y en los productos de menor elaboración de la industria pesada. Es el
típico desarrollo industrial guiado por los factores abundantes que no ofrece posibilidades
expansión en los mercados internacionales.

Los bajos precios de agricultura con la relación a la industria y a toda la economía ha sido uno de
los principales limitantes del crecimiento económico. El desmonte de la protección de la
protección una baja de los precios de los productos comerciales y una entrada masiva de
importaciones. El banco central autónomo fue inspiración en la teoría de la neutralidad del dinero
de la Universidad de Chicago.

Las reformas de libre mercado se justificaron como una forma de elevar el crecimiento económico.
El crecimiento económico se aceleraría el salario real aumentaría y la balanza de pagos tendería al
equilibrio. Ciertamente, la apertura comercial propició un cambio de la estructura hacia las
actividades de mayor ventaja comparativa, pero estas actividades carecen de demanda nacional e
internacional. La economía quedó expuesta a un déficit de la balanza de pagos. En los primeros
años de la apertura económica, la industria y la agricultura crecieron por debajo del promedio
histórico y cerca del aumento de la población.
Tal vez los daños más protuberantes de las reformas de libre mercado se dieron en la equidad. En
las teorías se supone que la liberación lleva a un cambio de estructura en que todo el mundo gana;
por otra parte, la privatización de la administración de los servicios sociales aumentó la exclusión.

La descentralización administrativa, que se concibió como el medio para ampliar los servicios de
salud y educación y para extenderlos a toda la población, se vio deformada por la preponderancia
del mercado. La asignación de recursos dejó de ser el mecanismo para lograr los prepósitos de
equidad de la descentralización y se convirtió en un dictamen del mercado. El papel del Estado es
mucho más complejo y requiere un mayor conocimiento del sistema económico. Está claro que la
libertad de mercado no garantiza el crecimiento económico ni la estabilidad ni la distribución del
ingreso. Los tres propósitos se hallan condicionados al a intervención del estado

Tal vez el indicador más alarmante del mantenimiento de la crisis es el crédito. En el capítulo II se
muestra que la cartera bancaria ha venido descendiendo en forma sistemática; la libertas de
mercado en sectores con grades diferencias de poderes políticos y económicos y la entrega de la
propiedad y la administración de los servicios públicos amplían las desigualdades. Al final, se
configuro el modelo de desarrollo que produce bajas tasas de crecimiento, no genera empleo y
concentra los beneficios reducidos.

La distribución del ingreso más de la organización económica que del nivel de ingreso per. capital.
La inversión del modelo económico se plantea en cinco áreas centrales. La política comercial y
cambiaria, la política de industrialización, la regulación financiera, la política macroeconómica y el
banco central y la política pública. La apertura económica fue concebida como una forma de
propiciar la expansión de las actividades con ventajas comparativas.

El país produce manufacturas livianas y se encuentra en un estado muy incipiente en la


manufactura pesada; las limitaciones para entrar en estas áreas son de diversas índole en primer
lugar se encuentra la tecnología.

El sector agrícola no puede seguir orientándose con criterios abstractos de eficiencia; la agricultura
no desempeña le papel de liderazgo que cumplía al comienzo del siglo, cuando representaba una
alta proporción del PIB y gozaba de una amplia posibilidad de expansión en las exportaciones. En
primer lugar, convendría recuperar el mercado interno, restituyéndole la protección a los
productos comerciales. Por consiguiente es conveniente seguir una estrategia audaz de subsidio y
de concertación para operar el mercado dominado por la confrontación; en síntesis los mercados
por subsidio no son gobernados por las ventajas comparativas. El mayor potencial de desarrollo
agrícola no está en la especialización en los productos que pueden elaborarse en las mejores
condiciones, o a los menores costos.

El sector financiero debe orientarse a complementarse la política comercial e industrial para


apoyar y designar el nuevo desarrollo industrial y ampliación de las oportunidades de empleo. En
primer instancia, es necesario reconocer que la política monetaria afecta tanto a los precios como
a la actividad productiva y al empleo; en segundo lugar, es indispensable conceder amplia
discrecionalidad al banco de la Republica en materia de crédito; y por ultimo aspecto, convendría
establecer un tipo de cambio fijo, en el cual la política monetaria establece un tipo de cambio fijo
revisable, en el cual la política monetaria de tasas de interés pierda su influencia, y no habría
ninguna dificultad para regular administrativamente las tasa de interés para los sectores
prioritarios.

Las reformas del sector social, es el eje central de una política social equitativa es la educación; sin
embargo, el sector educativo Adolece de las mismas deficiencias del conjunto de la economía; sus
beneficios recaen en los grupos altos predominan la exclusión y la segregación, el presupuesto no
puede generar superávit permanente para compensar las deficiencias del ahorro interno, las
cuales deben corregirse en el sector financiero.

Los elementos centrales del modelo económico en primera instancia es la apertura selectiva
orientada a conciliar el mercado interno con las exportaciones de alto valor agregado, propiciar el
desarrollo industrial y limitar la capacidad de las multinacionales para adquirir los productos
intermedios en las casas matrices. En segundo lugar es la reorientación del sector financiero para
movilizar las rentas a favor de la inversión y la producción industrial, acelerar el ahorro por medios
forzosos y se asegurar que los esfuerzos de los grupos económicos se orienten a favor de la
inversión productiva y no de la especulación. En tercer aspecto, es la adopción de una política de
industrialización en caminada a crear las condiciones institucionales, tecnológicas y económicas
que le permitan al país ingresar en una nueva fase de industrialización con la elaboración de
productos químicos y mecánicos. El cuarto punto es la construcción de una estrategia agrícola
orientada a propiciar las actividades que tienen las mayores posibilidades externas y pueden
elaborados a los menores costos de aranceles y subsidios; en quinto lugar se encuentra la
conformación de un marco de coordinación macroeconómico que asegure la estabilidad
cambiaria, controle los ciclos económicos y concilie la estabilidad de precios, la producción y el
empleo. El sexto aspecto, es el concerniente al avance del sistema educativo integrado que reúna
a los estudiantes de distintas clases sociales en los mismos establecimientos e instituir una base
financiera que garantice los mismos recursos por estudiante tanto para educación publica y
privada; en antepenúltima instancia, es en volver a un sistema de seguridad social de reparto para
la mayoría de la población y sustituir el subsidio d la salud a la demanda por otro a la oferta; y para
finalizar, es el relacionado con la creación de un nuevo Estado que intervenga dentro de las reglas
definidas en los mercados en donde existen grandes desigualdades entre los participantes,
mantengan una estructura fiscal altamente progresiva, impida el desperdicio público y oriente los
servicios básicos de salud y de ecuación a favorecer a los grupos que más lo requieren

Las reglas del modelo propio

La liberación de la economía colombiana se adoptó dentro de la estrategia de las reformas de libre


mercado del consenso de Washington; en un foro sobre el moderno económico colombiano, el
profesor Sachs califico la discusión sobre el modelo de bizantina y señalo que los esfuerzos se
bebían orientar las políticas para conseguirlo.

La práctica ha resultado totalmente inadecuada; en principio, existen dos formas de armar un


modeló económico. Una consistiría en definir los objetivos y sobre la base del diagnostico de las
economías o, si se quiere de los postulados básicos de su funcionamiento, construir la
organización económica detallada para lograrlos. El otro procedimiento es de crítica. La
metodología consiste en indentificar sus causadas, replantear los paradigmas que sirvieron para
justificarlas y sobre estas bases plantear los elementos centrales del modelo económico. Así la
organización económica se configura por ensayo y error.

La apertura se justifico dentro de las orientaciones de la teoría económica clásica. La apertura les
concedió un claro predominio a las multiplicacionales, que se sirvieron favorecidas por el acceso a
los recursos externos y ala estructura arancelaria que les concede una clara ventaja a las
importaciones de insumos con relación a los bienes finales. De acuerdo con la teoría monetaria de
la balanza de pagos se atribuyó a problemas monetarios y se procedió a corregirlo mediante
políticas restrictivas. La evolución de la economía colombiana se repite en la mayoría de los países
latinoamericanos.

Las reformas de libre mercado se justificaron como una manera de elevar el ahorro; es de anotar
que el ahorro empresarial descendió de 8% del PIB a 4%. Otro aspecto que tuvo influencia fueron
las privatizaciones de las empresas de servicios sociales. En general se encuentran que las
empresas públicas se entregaron a la tercera parte de su costo de oportunidad. Por otra parte, las
políticas monetarias y fiscales restrictivas ocasionaron un desaprovechamiento del ahorro.

La apertura, en el amplió sentido de la palabra desvertebró los atributos que le daban poderes
especiales a la industria. El balance es claramente insatisfactorio. El país no ha pasado el segundo
de los cinco eslabones del desarrollo industrial. En la actualidad se encuentra especializado en
industrias tradicionales y en los productos de menor elaboración de la industria pesada. Es el
típico desarrollo industrial guiado por los factores abundantes que no ofrece posibilidades
expansión en los mercados internacionales.

Los bajos precios de agricultura con la relación a la industria y a toda la economía ha sido uno de
los principales limitantes del crecimiento económico. El desmonte de la protección de la
protección una baja de los precios de los productos comerciales y una entrada masiva de
importaciones. El banco central autónomo fue inspiración en la teoría de la neutralidad del dinero
de la Universidad de Chicago.

Las reformas de libre mercado se justificaron como una forma de elevar el crecimiento económico.
El crecimiento económico se aceleraría el salario real aumentaría y la balanza de pagos tendería al
equilibrio. Ciertamente, la apertura comercial propició un cambio de la estructura hacia las
actividades de mayor ventaja comparativa, pero estas actividades carecen de demanda nacional e
internacional. La economía quedó expuesta a un déficit de la balanza de pagos. En los primeros
años de la apertura económica, la industria y la agricultura crecieron por debajo del promedio
histórico y cerca del aumento de la población.

Tal vez los daños más protuberantes de las reformas de libre mercado se dieron en la equidad. En
las teorías se supone que la liberación lleva a un cambio de estructura en que todo el mundo gana;
por otra parte, la privatización de la administración de los servicios sociales aumentó la exclusión.
La descentralización administrativa, que se concibió como el medio para ampliar los servicios de
salud y educación y para extenderlos a toda la población, se vio deformada por la preponderancia
del mercado. La asignación de recursos dejó de ser el mecanismo para lograr los prepósitos de
equidad de la descentralización y se convirtió en un dictamen del mercado. El papel del Estado es
mucho más complejo y requiere un mayor conocimiento del sistema económico. Está claro que la
libertad de mercado no garantiza el crecimiento económico ni la estabilidad ni la distribución del
ingreso. Los tres propósitos se hallan condicionados al a intervención del estado

Tal vez el indicador más alarmante del mantenimiento de la crisis es el crédito. En el capítulo II se
muestra que la cartera bancaria ha venido descendiendo en forma sistemática; la libertas de
mercado en sectores con grades diferencias de poderes políticos y económicos y la entrega de la
propiedad y la administración de los servicios públicos amplían las desigualdades. Al final, se
configuro el modelo de desarrollo que produce bajas tasas de crecimiento, no genera empleo y
concentra los beneficios reducidos.

La distribución del ingreso más de la organización económica que del nivel de ingreso per. capital.
La inversión del modelo económico se plantea en cinco áreas centrales. La política comercial y
cambiaria, la política de industrialización, la regulación financiera, la política macroeconómica y el
banco central y la política pública. La apertura económica fue concebida como una forma de
propiciar la expansión de las actividades con ventajas comparativas.

El país produce manufacturas livianas y se encuentra en un estado muy incipiente en la


manufactura pesada; las limitaciones para entrar en estas áreas son de diversas índole en primer
lugar se encuentra la tecnología.

El sector agrícola no puede seguir orientándose con criterios abstractos de eficiencia; la agricultura
no desempeña le papel de liderazgo que cumplía al comienzo del siglo, cuando representaba una
alta proporción del PIB y gozaba de una amplia posibilidad de expansión en las exportaciones. En
primer lugar, convendría recuperar el mercado interno, restituyéndole la protección a los
productos comerciales. Por consiguiente es conveniente seguir una estrategia audaz de subsidio y
de concertación para operar el mercado dominado por la confrontación; en síntesis los mercados
por subsidio no son gobernados por las ventajas comparativas. El mayor potencial de desarrollo
agrícola no está en la especialización en los productos que pueden elaborarse en las mejores
condiciones, o a los menores costos.

El sector financiero debe orientarse a complementarse la política comercial e industrial para


apoyar y designar el nuevo desarrollo industrial y ampliación de las oportunidades de empleo. En
primer instancia, es necesario reconocer que la política monetaria afecta tanto a los precios como
a la actividad productiva y al empleo; en segundo lugar, es indispensable conceder amplia
discrecionalidad al banco de la Republica en materia de crédito; y por ultimo aspecto, convendría
establecer un tipo de cambio fijo, en el cual la política monetaria establece un tipo de cambio fijo
revisable, en el cual la política monetaria de tasas de interés pierda su influencia, y no habría
ninguna dificultad para regular administrativamente las tasa de interés para los sectores
prioritarios.
Las reformas del sector social, es el eje central de una política social equitativa es la educación; sin
embargo, el sector educativo Adolece de las mismas deficiencias del conjunto de la economía; sus
beneficios recaen en los grupos altos predominan la exclusión y la segregación, el presupuesto no
puede generar superávit permanente para compensar las deficiencias del ahorro interno, las
cuales deben corregirse en el sector financiero.

Los elementos centrales del modelo económico en primera instancia es la apertura selectiva
orientada a conciliar el mercado interno con las exportaciones de alto valor agregado, propiciar el
desarrollo industrial y limitar la capacidad de las multinacionales para adquirir los productos
intermedios en las casas matrices. En segundo lugar es la reorientación del sector financiero para
movilizar las rentas a favor de la inversión y la producción industrial, acelerar el ahorro por medios
forzosos y se asegurar que los esfuerzos de los grupos económicos se orienten a favor de la
inversión productiva y no de la especulación. En tercer aspecto, es la adopción de una política de
industrialización en caminada a crear las condiciones institucionales, tecnológicas y económicas
que le permitan al país ingresar en una nueva fase de industrialización con la elaboración de
productos químicos y mecánicos. El cuarto punto es la construcción de una estrategia agrícola
orientada a propiciar las actividades que tienen las mayores posibilidades externas y pueden
elaborados a los menores costos de aranceles y subsidios; en quinto lugar se encuentra la
conformación de un marco de coordinación macroeconómico que asegure la estabilidad
cambiaria, controle los ciclos económicos y concilie la estabilidad de precios, la producción y el
empleo. El sexto aspecto, es el concerniente al avance del sistema educativo integrado que reúna
a los estudiantes de distintas clases sociales en los mismos establecimientos e instituir una base
financiera que garantice los mismos recursos por estudiante tanto para educación publica y
privada; en antepenúltima instancia, es en volver a un sistema de seguridad social de reparto para
la mayoría de la población y sustituir el subsidio d la salud a la demanda por otro a la oferta; y para
finalizar, es el relacionado con la creación de un nuevo Estado que intervenga dentro de las reglas
definidas en los mercados en donde existen grandes desigualdades entre los participantes,
mantengan una estructura fiscal altamente progresiva, impida el desperdicio público y oriente los
servicios básicos de salud y de ecuación a favorecer a los grupos que más lo requieren

CAROLINA GAITÁN FONSECA

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La llamada tercera revolución industrial, tercera revolución científico-técnica o
revolución de la inteligencia (RCT) se origina al acabar la II Guerra Mundial y cobra
fuerza a causa dela crisis que experimenta el capitalismo de la época, surgen como
lideres estado unidos, japon y los países europeos.
Dado que la tecnología que se desarrolló en el curso de la Segunda
RevoluciónIndustrial, y que era la que se empleaba en la década de los 70s, se
fundaba en el empleo del petróleo barato (y en la industria pesada venida del siglo
pasado), un incremento de precios tan grande comoel habido en el crudo tenía que
generar, como efectivamente generó, una conmoción gigantesca, lo que obligó a las
potencias industriales a reorientar toda su tecnología, haciendo que ella tuviera
estastres particularidades distintivas:
1. En primer lugar, la nueva tecnología debería emplear la menor energía
posible, así como también un mínimo de mano de obra.
2. En segundolugar, debería ser una tecnología de muy amplia incidencia en todos los
aspectos de la vida individual y colectiva; y
3. En tercer lugar, debería ser una tecnología que, teniendo una elevadaproductividad,
emplee menos materias primas valiosas o tradicionales que sus precedentes

El texto asume que el


término “Sociedad de la Información” encierra una noción ideológica de marcado
carácter neoliberal y que la actual informatización a escala mundial es la culminación del
proceso de cuantificación de la realidad iniciado hace siglos. Frente a un panorama poco
halagüeño (subsunción del trabajo intelectual, precarización laboral, exclusión social,
etc.), el autor plantea la necesidad de reivindicar políticas públicas nacionales que
privilegien el concepto de servicio público universal evolutivo.

English Abstract

Original en PORTUGUÉS

La idea de una Sociedad de la Información, al igual que la sociedad post-industrial en su


época, alude a un cambio real del capitalismo, fruto del agotamiento del patrón de
desarrollo de la posguerra. En vez de ilustrar un movimiento histórico concreto en
transición hacia un nuevo modo de regulación del sistema (o hacia la inexistencia de
regulación, como dirían algunos), esas nociones tienen una función esencialmente
ideológica. La idea, por ejemplo, de que la introducción de las Tecnologías de la
Información y de la Comunicación (TIC) debería tener como función aumentar la
productividad, no coincide con los hechos. En realidad, la expansión de las TIC, así como
la de nuevos métodos de gestión, entre los que cabe destacar la llamada “gestión del
conocimiento”, no hace sino promover una reestructuración de los procesos de trabajo, con
pérdida de derechos, mayor precarización, flexibilización y, por encima de todo, exclusión
de una amplia mayoría de la población mundial de los frutos de la revolución informativa,
caracterizada por la sumisión del trabajo intelectual y por una extensa intelectualización de
los procesos de trabajo y de consumo, en una situación en la que la rentabilidad del capital
no tiene relación con las eventuales ganancias de productividad, sino con movimientos
especulativos, como los que explican la explosión de las bolsas promovida por las empresas
de tecnología, estancadas en los inicios del siglo XXI. En esas condiciones, las políticas
nacionales volcadas hacia la integración digital viven la paradoja de tener que buscar un
alineamiento con el proyecto hegemónico estadounidense de desarrollo de las autopistas de
la información, cuya consolidación redunda, según la lógica liberal que la orienta, en una
mayor exclusión social.

El actual proceso de informatización y digitalización general del mundo puede ser


contemplado como la culminación de otro, mucho más antiguo, iniciado en el siglo XII, de
cuantificación de la realidad, a la que se refiere David Crosby (1997), que cambiará
radicalmente la percepción del tiempo y del espacio, formando la base cultural de las
grandes transformaciones económicas que culminarán con la Revolución Industrial, seis
siglos después. El surgimiento, estudiado por Le Goff (1957) del intelectual profesional en
la misma época, a semejanza del artesano y, en el siglo XIII, de la Universidad, a
semejanza de los gremios de oficios, forma parte también de esa tendencia hacia la
aceleración en el control del ser humano sobre la naturaleza y sobre otros seres humanos,
que culminará con la Revolución Científica, base igualmente del poder de la burguesía
industrial, cuya gran realización histórica fue romper la unidad práctica entre trabajo
manual e intelectual, presente en el artesanado medieval, unificando, en otro nivel, el
conocimiento empírico, extraído de la clase trabajadora artesanal, con el conocimiento
científico, sobre todo a partir de la Segunda Revolución Industrial. Así, a partir de una
acumulación primitiva de conocimiento, tan fundamental en el desarrollo capitalista en
cuanto a la acumulación primitiva del capital, será posible incrementar radicalmente la
productividad del trabajo y, con ello, generalizar el modo de producción capitalista,
abriendo así un hueco para la revolución burguesa y la implantación del Estado liberal.

La Tercera Revolulción Industrial

La Tercera Revolución Industrial sigue esa misma tendencia. Su significado profundo está
en el hecho de que las TIC, entre otras cosas, permiten una extensa sumisión del trabajo
intelectual y la intelectualización general de los procesos de trabajo tradicionales y del
propio consumo. En esas condiciones, la relación entre conocimiento, poder y producción
material resulta profundamente alterada; manteniéndose, sin embargo, intacta la esencia del
fenómemo. Información y conocimiento no determinan, como trabajo, el valor, pues no
existe conocimiento o información productiva en abstracto, desvinculados del propio
trabajo. “Trabajo informativo” o “trabajo intelectual” son expresiones adecuadas para
definir la nueva situación, en la que lo que se extrae prioritariamente del trabajador, como
fuente de máxima estimación, no son sus energías físicas, sino mentales.

La principal novedad está en la necesidad de desarrollar el instrumental cognitivo de esta


particular clase de trabajo, esencialmente colectivo, para el cual vale perfectamente la
noción marxista de intelecto general. El carácter contradictorio de este proceso y sus
consecuencias no podrán ser analizadas en los límites de este artículo, pero es apropiado
resaltar la adecuación de la idea foucaultiana del paso de una sociedad disciplinada a una
sociedad de control, así como la percepción de una situación histórica en la que se hacen
explícitos los límites del producto mercantil y, por tanto, las posibilidades de superación del
actual sistema de dominación. Lo que, en todo caso, no será obra del desarrollo puramente
tecnológico, sino que exige, al contrario, la movilización de un factor subjetivo,
completamente transformado por el propio cambio estructural, que aún es muy inconsciente
de sus posibilidades y responsabilidades históricas.

La digitalización general, por otra parte, forma parte del largo proceso de reconquista de la
hegemonía norteamericana, iniciada por el gobierno de Reagan, como señaló Maria da
Conceição Tavares (1985) en un brillante artículo. Ese movimiento, hay que subrayarlo, no
se limita a los ámbitos monetario, político y militar, sino que alcanza la reestructuración
productiva, como ya estaba explícito en la reforma global de las telecomunicaciones,
iniciada en 1984 en los Estados Unidos y que se generalizó más tarde, con el impulso de las
presiones ejercidas por parte del gobierno norteamericano y de las instituciones
multilaterales que controla, como el FMI y el Banco Mundial. El auge de ese proceso, no
obstante, se plasmará en el proyecto Clinton/Gore de las Autopistas de la Información, que
es el origen de los múltiples proyectos nacionales de la Sociedad de la Información. Así, la
hegemonía industrial perdida en los años 70 en los sectores fundamentales ligados al
paradigma de la Segunda Revolución Industrial (automovilístico y eléctrico-electrónico)
será espectacularmente retomada en los sectores relacionados con la economía del
conocimiento, como las telecomunicaciones, la informática, las industrias de los
contenidos, incluyendo la educación o las biotecnologías, centrales para el nuevo patrón de
acumulación capitalista, fruto de la Tercera Revolución Industrial.

Si lo comparamos con el llamado paradigma taylorista-fordista y su producción de masas


del periodo expansivo de la posguerra, la principal característica de este nuevo patrón, que
podemos vislumbrar claramente dentro de las condiciones históricas en las que se implanta,
es la exclusión social. En la economía de la comunicación, por ejemplo, conceptos
fundamentales del periodo del Welfare State, como el de servicio público universal, caerán
en desuso en favor de una lógica de mercado, de exclusión a través de los precios. Es
ocioso decir que el desarrollo de las TIC está íntimamente ligado a la reestructuración
productiva y a los fenómenos relacionados con el desempleo tecnológico, la flexibilización
y la precarización del trabajo, así como a la pérdica de las conquistas sociales por parte de
los trabajadores.

Bajo la hegemonía del citado pensamiento neoliberal, la contradicción inherente al


desarrollo de la Economía del Conocimiento se resuelve a favor del capital, dejando al
margen zonas enormes de la población mundial. Las estrategias industriales del sector de la
informática (de innovación rutinaria y obsolescencia precoz), por ejemplo, se contraponen
paradigmáticamente a las del viejo ciclo de vida de los bienes de consumo duraderos de los
gloriosos años treinta, que garantizaban casi un acceso universal.

Por el contrario, la economía del conocimiento, tal y como se implanta históricamente, es


una economía esencialmente excluyente. La denominada Sociedad de la Información es una
sociedad para la exclusión. Aunque, obviamente, no tendría por qué serlo. El problema es
que la Tercera Revolución Industrial es una revolución industrial capitalista y, además,
diseñada en su constitución por las reformas neoliberales. Los proyectos de integración
digital, por más interesantes y adecuados que puedan ser a nivel micro, no serán capaces de
romper esa lógica. Muchos de ellos, muy al contrario, no dejarán de ser acciones de
marketing social de empresas, como Microsoft, responsables de la preservación del modelo
de exclusión, del que forman parte los sistemas de explotación de derechos de propiedad
intelectual. En cualquier caso, servirán, de forma asociada (y en la mejor de las hipótesis),
para ampliar la base social potencialmente explotable (empleable, dirían otros), al servicio
del sistema global de poder, de acuerdo con las necesidades del nuevo modo de regulación.

Pensar en las posibilidades de revertir esa tendencia, en el sentido de un proyecto de


emancipación, de movilización del factor subjetivo transformado que se mencionó más
arriba, exige despejar dos problemas cruciales ligados al carácter contradictorio de la actual
reestructuración productiva: el de la génesis de la esfera pública global y el de la sumisión
del trabajo intelectual (Bolaño, 2002a). El primer problema está relacionado con la
constatación de que a cada fase de desarrollo del capitalismo, corresponde un modelo
especial de Estado y un tipo particular de esfera pública, tal y como fue teorizado por
Habermas (1961). Así, si al capitalismo competitivo corresponde un Estado liberal,
adecuado a la estructura de la esfera pública burguesa clásica, articulada por medio de
debates restringidos a los ciudadanos cultos y propietarios, al capitalismo monopolístico le
corresponderá un Estado intervencionista, en el que la esfera pública burguesa se amplía a
toda la sociedad, perdiendo, sin embargo, su carácter crítico y el potencial explosivo que
acaerraría la ampliación, pasando a ser objetivo de la manipulación publicitaria y
propagandística de la Industria Cultural ( 1).

La idea de la génesis de una esfera pública global tiene en cuenta las transformaciones
ocurridas dentro del patrón de acumulación capitalista a partir del final del siglo XX, de sus
consecuencias para la organización del Estado y el conjunto de reivindicaciones que
vendrían a alterar profundamente la esfera pública, al introducir una lógica de exclusión (en
relación al modelo masivo del periodo anterior, centrado en la idea de servicio público
universal), patente en la expansión de la televisión de pago y de Internet. Por otro lado,
podría decirse con las reservas oportunas, que al tiempo que se reintroduce, de una forma
global y extremadamente asimétrica, una estructura de esfera pública relativamente crítica
y, una vez más, radicalmente restringida, permanece activo, para la inmensa mayoría de la
población mundial, el paradigma de la televisión de masas y de la manipulación (Bolaño,
2002b). Actualmente, por lo tanto, nos encontramos en una situación muy parecida a la del
cambio estructural de la esfera pública burguesa clásica. Una vez más, es necesario
reivindicar la ampliación de los mecanismos de la crítica y la participación democrática
para el conjunto de la sociedad, que debe tener el derecho de organizarse y actuar también a
nivel global.
Políticas para la integración digital

En este sentido, la lucha por la integración digital, defendiendo conceptos como los de
servicio público universal evolutivo, puede tener un carácter progresista y revolucionario,
que no se puede entender sin la consideración de otro problema, el de la sumisión del
trabajo intelectual y de la intelectualización general de los procesos de trabajo y de
consumo, del que ya se habló suficientemente más atrás, y que supera los límites de este
estudio. Podría añadirse que las transformaciones en marcha dentro de los procesos (y en la
gestión de los procesos) de trabajo, en especial aquellos que se refieren a las formas
actuales de la incorporación de la ciencia y de la sumisión del trabajo científico a un
proceso de acumulación de capital extremadamente socializado y organizado en una
dimensión también global, al mismo tiempo que se vuelve problemático el propio
funcionamiento de la ley del valor, abren posibilidades concretas para la superación del
sistema de dominación (Bolaño, 2003)8. Las esferas públicas productivas se constituyen, en
estas condiciones, relacionando a trabajadores intelectuales de diferentes áreas y
disciplinas, al servicio de la empresa privada o del Estado, con diferentes niveles de
reconocimiento en los campos académico y empresarial. De este modo, se forma un
contexto de prácticas productivas muy complejo que debe ser considerado en el análisis de
las especificidades del factor subjetivo ( 2).

Las políticas públicas nacionales adquieren, en estas condiciones, una nueva relevancia.
Una vez más, el Estado aparece como espacio de conflictos, y la política social queda
subordinada, de acuerdo con las relaciones de hegemonía y dominación, a la política
económica. Desde el punto de vista de las primeras, está claro que las políticas de
integración digital deben ser contempladas como parte de las políticas de integración social,
privilegiando el concepto de servicio público universal evolutivo; lo que va más allá de la
simple oferta de determinadas infraestructuras a todos los lugares del territorio nacional y la
democratización real del acceso y de la producción de contenidos, a través de la
desconcentración de los medios, del apoyo efectivo a la producción regional, local,
independiente, a los medios populares y alternativos, y de la reconquista, en la
configuración legislativa, de todos los elementos de la amplia agenda de las políticas de
comunicación, que deben refundarse ahora desde la base de las nuevas posibilidades
abiertas por los avances más recientes en las tecnologías de la información y la
comunicación.

Un aspecto crucial en todo ello es el de las políticas educativas. Por un lado, es preciso
reivindicar la socialización del capital simbólico necesario para el buen aprovechamiento
de los recursos comunicativos que deberán estar a disposición de todos; pero, por otro, no
se puede olvidar que la formación y la educación, en las condiciones actuales, aparecen
como un campo privilegiado en las ambiciones capitalistas, de modo que existe una fuerte
tendencia hacia la privatización y la liberalización de la enseñanza, especialmente de la
enseñanza superior; por lo que la Universidad, por ejemplo, pasa a estar tan amenazada,
con la Tercera Revolución Industrial, como lo fueron los gremios medievales, destruidos
por la Primera. La lucha contra la integración de los servicios educativos en los acuerdos de
la Organización Mundial del Comercio (OMC) es, por lo tanto, tan fundamental como el de
la llamada “excepción cultural”, que permitió a Europa realizar una política de defensa de
sus culturas nacionales. Téngase en cuenta, no obstante, que esas políticas no han logrado
impedir la consolidación del poderío del oligopolio global norteamericano en las industrias
de contenido, en la medida en que ellas tampoco huyen de la lógica de producción
mercantil de la cultura y de la circulación de los bienes culturales como mercancías. El caso
de la educación no es diferente, e incluso países que defienden la excepción cultural pueden
tener interés en la liberalización de los servicios educativos para abrir los mercados
mundiales a sus propios productos.

Lo fundamental es pensar en el conjunto de los sitemas de Educación, Ciencia y Tecnología


desde la perspectiva de la Tercera Revolución Industrial y de la Economía del
Conocimiento (de los que estamos hablando desde el principio), lo que nos recuerda la
necesidad de crear un proyecto de desarrollo alternativo a nivel global, como el que se
puede intuir en la organización del grupo denominado G 20, que provocó un importante
impacto en la reunión de la OMC en Cancún, en septiembre de 2003. El ámbito de trabajo
para una organización como esta es enorme, incluyendo, además de la cultura y la
educación, temas fundamentales como los derechos de propiedad. Es la propia lógica del
desarrollo capitalista implantada tras la crisis del patrón de desarrollo de posguerra lo que
está en cuestión, y ante lo que se vislumbran nuevas formas alternativas, más integradoras.
Aun teniendo en cuenta la perspectiva de un desarrollo capitalista alternativo, sería
necesario garantizar, desde el enfoque de países como Brasil, China, India o Suráfrica, la
creación de recursos nacionales adaptados al progreso técnico a través de la acción decidida
del Estado en la defensa de los intereses nacionales; de políticas industriales, educativas y
de Ciencias y Tecnología osadas y autónomas; de la articulación de intereses no
hegemónicos a nivel global, según pautas de integración y desarrollo más justos. Sólo así se
podría pensar en la “integración competitiva” dentro del nuevo patrón de desarrollo, pero,
en este caso, no sería exactamente el mismo patrón al que esta perla de la nueva jerga
economicista neoliberal se refiere.

Un proyecto amplio como este, en sí mismo, estimularía, para gran parte de la


intelectualidad de izquierdas (aunque no está formulado en toda su extensión y con todos
los detalles y teniendo en cuenta las debidas correlaciones en el contexto de un programa
unitario de lucha capaz de articular en gran medida el pensamiento crítico con los grupos
sociales más amplios del momento), lo que, en cualquier caso está en camino, pero está
enfrentando las dificultades naturales de una situación de renacimiento, tras las dos décadas
tenebrosas que sucedieron a la derrota más avasalladora sufrida por la clase trabajadora en
la historia del capitalismo y a su profunda reestructuración productiva, todavía en marcha.
El problema, y por ello no hay razones para ser muy optimistas, es que el límite básico para
esa articulación viene marcado por la conciencia real de los nuevos trabajadores
intelectuales o intelectualizados, felices muchas veces por tener un puesto de trabajo (y, a
mayores, en algunos casos, por la aparente autonomía que el trabajo creativo y la buena
remuneración garantizan), de su papel y de sus responsabilidades históricas frente a los
lázaros de la clase trabajadora, de las masas sociales excluidas, de las multitudes de
hambrientos e iletrados. Aunque, actualmente, ya no se oyen con la misma atención los
gritos de los pregoneros del fin de la historia y del maravilloso mundo nuevo del trabajo
flexible y de las virtudes de la competitividad.

Traducción: Alberto Pena


Bibliografía

BOLAÑO, C. R. S.: «Traballo Intelectual, Comunicação e Capitalismo», Revista da


Sociedade Brasileira de Economia Política, núm. 11, segundo semestre, 2002.

------------ : O império contra-ataca. URL: www.eptic.com.br (texto para debate), núm. 3,


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CROSBY, A.W. (1997): A mensuração da realidade. A quantificação

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