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DEJASELO A DIOS.

Salmos 37:5 Reina-Valera 196

5 Encomienda a Jehová tu camino, Y confía en él; y él hará.

Cuando creas una empresa, o emprendes un negocio, generalmente comienzas con escasos recursos, y
muy poco personal. Es común que el dueño, o gerente, sea el que realice la gran mayoría de las tareas
necesarias para que la empresa camine.

Con el pasar del tiempo, es probable que la empresa comience a crecer, por lo cual el gerente se vea en
la necesidad de contratar más personal, porque él solo no se da a basto para realizar las actividades que
exige un buen desenvolvimiento de la empresa.

El problema surge cuando dicho gerente, está tan acostumbrado a hacer las cosas a su manera, y estar al
tanto de cada detalle relacionado con la empresa, y conoce tan bien cómo deben funcionar las cosas,
que no le sea algo fácil el poder delegar funciones, y encomendar tareas al resto de sus empleados.

De forma similar, en ocasiones estamos tan concentrados en nuestra vida, en nuestros problemas, en
nuestras responsabilidades, en nuestra forma de hacer las cosas, que descartamos el hecho de que
podemos encomendarle esa tarea, no a cualquier trabajador, ni a cualquier otro gerente, sino a un Dios
Todopoderoso, que es es por si fuese poco, nuestro

Padre Celestial.

1. Encomiéndaselo a Dios

Cuando leemos la base bíblica de este mensaje, es la primera oración que encontramos. Sería oportuno
definir el verbo encomendar. Según el Diccionario de la Real Academia Española, encomendar es
encargar a alguien que haga algo, o que cuide de algo o alguien.

En este caso, el salmista nos aconseja que encarguémosle a Dios nuestro camino, que coloquemos en
manos de Dios el cuidado de nuestro camino, y sin lugar a dudas, esa es una excelente decisión.
Cuando pensamos en cual puede ser nuestro camino, podríamos hablar de muchas cosas: nuestros
sueños, nuestros objetivos, nuestras metas, nuestra familia, entre otras cosas que podríamos dejar que
Dios se encargue de eso, pero si hay algo que debemos encomendarle a Dios es nuestra vida.

Nuestra vida solo puede estar segura en un solo lugar, y es en la manos de Dios. Por ello es sumamente
sabio e inteligente, colocar nuestra vida en las manos de nuestro Dios Todopoderoso, porque
sencillamente no hay mejores manos.

También la palabra encomendar, implica dejarle a alguien el cuidado de algo, y si hay un ser que puede
cuidarnos, ese es Dios. Muchas veces nosotros creemos que las fuerzas del orden público pueden
cuidarnos, o las medidas de seguridad que pongamos en práctica para evitar accidentes, pero la verdad,
es que el único que puede guardarnos es nuestro Dios.

El Salmo 121 habla sobre un Dios que nos cuida, y dice a lo largo del salmo que: Dios es nuestro socorro
(Salmo 121:2), que no se dormirá el que nos guarda (Salmo 121:3), que Dios es nuestro guardador
(Salmo 121:5), y que Él guardará nuestra salida y nuestra entrada, siempre (Salmo 121:8). No hay nadie
más digno de confianza, y en quien encontremos mayor seguridad para encomendarle nuestro camino
que nuestro Dios.

2. Confía en Dios

Si ya decidimos dejarle a Dios nuestra vida, entonces debemos tener confianza en que Él sabrá lo que
debe hacer con nosotros. Lamentablemente, muchas creyentes le entregan su vida a Dios, pero después
están tratando de inmiscuirse en la forma o la manera como Dios quiere llevarla, o por donde Dios
quiere llevarla.

Cuando esto sucede, es un signo de que estamos desconfiando de Dios, de su infinita sabiduría, y su gran
amor hacia nosotros. Proverbios 3:5 dice que nos fiemos en Dios de todo corazón, y no en lo mucho que
sabemos.

Muchas veces pensamos, quizás por la sabiduría o el grado académico, o incluso puesto eclesiástico que
tengamos, que sabemos mucho, pero debemos recordar que Dios sabe más, y de Él proviene toda
sabiduría. Necesitamos recapacitar sobre que tanta confianza hemos colocado en Dios, porque Él es
digno de que pongamos toda nuestra confianza en Él.

Proverbios 16:9 dice que los seres humanos hacemos nuestros planes, pero Dios endereza nuestros
pasos. Nosotros podemos pensar que algo que estamos haciendo está bien, está en la voluntad de Dios,
pero puede que a Dios no le agrade nuestro proceder. Por ello es necesario dejar que Dios guíe nuestros
pasos, que confiemos en él, y que le dejemos hacer su trabajo.

3. Él hará

Cuando nosotros le encargamos nuestra vida a Dios, y confiamos en él sin titubear, estamos listos para
verle actuar.

Como seres humanos susceptibles a cometer errores, nos conviene que sea Dios el que haga porque
simplemente, nuestra intervención puede terminar complicando más la situación. En muchísimas
ocasiones, nuestros problemas tienden a engrandecerse debido a en nuestra finita sabiduría, y limitado
poder, queremos resolver la situación.

Es de sabios entender nuestras limitaciones, y comprender que si Dios está de nuestro lado, y le
entregamos nuestra vida, lo más inteligente que podemos hacer es dejarle que el actúe en nuestra vida
con libertad, porque las cosas que Él haga será lo mejor para nosotros.

Dios puede hacer lo que los seres humanos no podemos hacer. No importa la posición que tengamos, los
títulos que hayamos alcanzado, ni los recursos que tengamos; lo que realmente importa es la confianza
que tenemos en un Dios Todopoderoso que puede hacer cosas más allá de lo que nosotros imaginamos,
porque simplemente sus pensamientos no son nuestros pensamientos, y sus caminos no son nuestros
caminos (Isaías 55:8).

El apóstol Pablo le escribió a los Filipenses uno de los versículos más citados y conocidos de la Biblia:
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece (Filipenses 4:13). Es sencillo pero sumamente poderoso. En
Cristo podemos todo, sin Él nada.

Conclusión
Es hora de dejarle nuestra vida a Dios. Dejar que Él se encargue de todas esas situaciones a las cuales no
le encontramos soluciones humanas. Dejemos que sea Él el que guíe nuestro destino. Confiemos en
Dios, que a su debido tiempo, Él hará.

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