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Durante esta clase, nos proponemos pensarnos, pensar cómo somos. Revisaremos
algunas actitudes o formas de ser docente–catequista y catequista–docente. Cree-
mos que cuando hablamos de espiritualidad, no nos referimos a lo opuesto a materia.
El ser humano es una unidad. Ser muy espiritual es preocuparse de lo que ocurre
Ser espiritual a nuestro alrededor, es tener los pies bien puestos sobre la tierra y, la fuerza y la
es… claridad suficiente para encontrar caminos de resolución de los problemas y de sal-
vación. Ser espiritual es reconocer la presencia de Dios en nuestra vida, su estar a
nuestro lado, sosteniéndonos y ayudándonos.
Francisco, Misa del 13 de junio de 2014 Se puede leer a través del link o en el PDF adjunto.
https://w2.vatican.va/content/francesco/es/cotidie/2014/documents/papa-francesco_20140613_brisa-suave.html
Link de La Biblia:
http://www.sobicain.org/shell.asp?p=Biblia
En este primer momento, la propuesta es reflexionar acerca de nuestra vida, de nues- VER
tras prácticas; acerca de nuestras actitudes personales, algunas condiciones humanas
y de fe necesarias para ser catequista.
El catequista es docente con una misión: hacer que el niño descubra que hay alguien
que lo quiere, más allá de lo que él sea, más allá de lo que él haga. No hay algo que
podamos hacer que aumente o disminuya el amor de Dios. Él nos quiere porque so- Nada compra
mos sus hijos. Nada compra el amor de Dios. el amor
Educamos con lo que decimos, con lo que hacemos, con lo que somos y con lo que de Dios.
creemos. Establecemos vínculos, generamos ambientes que facilitan o dificultan e
aprendizaje y el encuentro con Jesús. Y, en todo esto, la forma de ser, la espiritualidad
del docente se manifiesta de forma especial, como un curriculum oculto.
El niño reconoce cuando decimos algo porque lo creemos o porque nos toca decirlo
porque debemos repetir lo que nos pidió la directora o la inspectora.
En una escuela, frente a la pregunta de una practicante acerca del por qué los ni-
ños estaban sentados en grupo, una alumna le contestó: porque lo pidió la inspectora.
Cuando se le preguntó al docente, dio la misma respuesta. Obviamente, nadie enten-
día la importancia de sentarse así y el trabajo en el aula se hacía imposible. Sólo se
habían modificado los bancos, pero no la forma de trabajo; el docente había obede-
cido pero no creía en esa forma de ordenar el aula y esto era reconocido fácilmente
por los niños.
Señalaremos, sólo por una cuestión de orden para VER nuestra actividad catequística
– docente, actitudes en forma separadas. Sabemos que la persona no es una yuxtapo-
sición de cosas, sino, una unidad. Ser el mismo en la escuela, dando catequesis, mate-
mática o sociales, haciendo la cola del supermercado y en las relaciones de amistad o
en la familia. Rescatemos especialmente lo bueno que hay en cada uno y en nuestra
práctica para fortalecerlo.
Luego, en el segundo momento, en el JUZGAR, propondremos algunos textos o link
para reflexionar cada punto propuesto.
Propuesta de trabajo: dedicar un tiempo para pensar antes de leer el JUZGAR. Apro-
vechar el tiempo para el crecimiento personal y como catequista. Sugerimos escribir
lo que se va reflexionando para revisarlo en el último punto, en el ACTUAR. No se
trata de responder pregunta por pregunta y, quizás surjan otros interrogantes que no
hemos planteado. Proponemos una guía para la reflexión.
2• Hacer silencio
Foro Lo primero que tendríamos que VER es si nos conocemos y, para esto es necesario un
camino hacia nuestra interioridad. Camino que debemos recorrer en silencio.
En las escuelas, el silencio es poco frecuente. Recuerdo un día en que habíamos logra-
do hacer silencio con un grupo de 36 niños de once años. Estábamos todos sentados,
relajados, con los ojos cerrados, cuando entró la maestra y preguntó: ¿Qué pasó, qué
hicieron, se portaron mal nuevamente?. Era la primera vez en que veía al grupo en silen-
Camino
cio. Estábamos rezando, agradeciendo el aire que entraba a nuestro cuerpo y al que en
hacia la
lo cotidiano, no prestamos atención.
Interioridad
Pablo d ‘Ors nos propone (más adelante está el link para escucharlo) hacer silencio
para recrear lo que nos hace personas. En el silencio descubrimos los anhelos más
profundos. Dice que el silencio está relacionado con la nostalgia, con el pánico y con
la revelación.
Nos propone resolver los problemas por la vía del silencio sin huir de ellos, sin luchar
en su contra, sino, atravesar las sombras. Resignificar las sombras, una vez que ama-
mos lo que somos, la sombra se convierte en una oportunidad de crecimiento. Lo que
somos, nuestras capacidades, nuestros límites, son posibilidad de cambio, de profun-
dización, en definitiva, de encuentro con el otro y con Dios.
El silencio permite descubrir los dones que Dios ha puesto dentro de cada uno. Dios,
que es un padre bueno, nos pone en el camino de la catequesis, nos da esta misión,
por lo tanto, ha colocado en nuestro interior dones, en forma de semilla, que nos po-
sibilitan llevar adelante la tarea.
Esta unidad personal, la podríamos llamar equilibrio emocional, psicológico. ¿Somos
capaces de establecer vínculos, de mantenerlos, de profundizarlos?
¿Tenemos reacciones desmedidas frente a las acciones de otros (alumnos, otros do-
centes, directivos…?
¿Cuáles son nuestras sombras y nuestras luces en la tarea catequística?
Muchas veces nos dijeron que el docente deja en la puerta colgados de un perchero
imaginario sus problemas. Esto es ficción, no se puede hacer. Pero, el docente que es
consciente de lo que significa su tarea, el catequista que ha descubierto que la feli-
cidad no es la ausencia de sufrimiento ni de problemas, vive abrazado por el amor
de Dios que nos ayuda, no a enfrentarnos con la vida en una pelea desigual y que
8• Otros…
Quedan muchos otros aspectos para pensar, desarrollar… A lo largo del curso reto-
maremos la espiritualidad del catequista relacionada con otros temas del proceso
catequístico.
Sugerimos algunos puntos más, y cada uno puede agregar más en el foro.
https://www.youtube.com/watch?v=pDREbQZRen4
Jesús le respondió:
«El que beba de esta agua
tendrá nuevamente sed,
pero el que beba del agua que yo le
daré,
nunca más volverá a tener sed.
El agua que yo le daré
se convertirá en él en manantial
que brotará hasta la Vida eterna».
Juan 4, 13 -14
Instituto Superior Padre Elizalde
DIPREGEP N˙4939
25 de Mayo 125 - ciudadela
Pcia. de Buenos Aires
Clase 1 Pág. 6
JUZGAR
Ya hemos reflexionado y reflexionado nuestra praxis. Ahora la vamos a releer a partir
de los textos propuestos. Como en cada clase, proponemos una gran variedad de tex-
tos. Cada uno profundizará en lo que más le aporten a su vida, a su crecimiento en la
fe y como catequista.
El espíritu es el motor que nos mueve, nos impulsa a vivir de una determinada forma.
La espiritualidad, no se hereda, como los ojos o el color de piel. La espiritualidad se
conquista, se desarrolla en una determinada sociedad, en una cultura, desde peque-
ños en la familia y en la escuela. Los padres, los docentes, la sociedad, colaboran en
este desarrollo, lo facilitan o… lo entorpecen.
El niño aprendo lo que vive, escuchamos desde hace muchos años en la escuela, en
revistas dedicadas a la educación de los primeros años y hemos repartidos tarjetas
con esta frase:
“Iniciación al silencio:
La iniciación al silencio no es un tema, es una capacidad que se desarrolla con el Iniciación
tiempo. No sirve el silencio que consiste en cerrar la boca. El silencio que buscamos al
es el que lleva a la escucha. Nuestra experiencia personal nos enseña que muchas silencio
veces, en lugar de escuchar al otro, estamos pensando qué vamos a decirle nosotros,
cómo vamos a responder a lo que nos está diciendo. No estamos escuchando verda-
deramente al otro. Cotidianamente estamos iniciando al silencio, cuando escuchamos
con atención al niño que nos habla y cuando hacemos que ellos se escuchen uno a
otro. De la misma forma que a caminar se aprende caminando, a escuchar se aprende
escuchando. Todos los días, en todos los encuentros, procuraremos que los niños va-
loren lo que significa escuchar.
Elena Santa Cruz, Inés Casalá, Con Mirada de niño, ed. San Pablo
El objetivo de esta actividad es llevar, poco a poco, a los niños a encontrarse con el
silencio, con su necesidad de calmarse para escuchar lo más pequeño e incluso, cosas
importantes y necesarias para nuestra vida…
En vez de … escribir…
aislamiento, situaciones de violencia,
niños que no se quedan quietos, no es-
periferias existenciales cuchan las consignas, no respetan a los
compañeros ni al docente…
A partir de las condiciones que plantea para el diálogo en el aula, pensaremos el diá-
logo en la catequesis. Retomaremos este texto en la Clase 5, dónde trabajaremos la
metodología de la catequesis.
• Igualdad entre los miembros del grupo. El catequista debe favorecer la participación Igualdad
del que desee hacerlo. No se debe colocar como el que sabe y su palabra es la única
que vale. Tiene un papel de facilitador, de hacer circular la palabra y aclarar los temas
desconocidos, mantener el eje de la conversación…
• Reflexividad. Dar tiempo para contestar, permitir que el niño se vuelva hacia su Reflexividad
realidad, hacia sus conocimientos, darle tiempo para reflexionar la respuesta. Suele
ocurrir que los niños levantan la mano para contestar antes de que se hay terminado
de formular la pregunta o antes de que haya terminado de hablar un compañero.
Respeto •El respeto al reconocimiento mutuo. El docente nunca debe descalificar a un alumno.
Si piensa que dice algo para perder tiempo o como una falta de respeto, debe acercar-
se al niño y hablarlo. No lo debe tomar como algo personal. El niño está aprendiendo
a relacionarse con el otro, el catequista siempre debe actuar desde la misericordia.
También debemos mostrar que es necesario escucharnos porque a través de cada
uno de nosotros -grandes y niños- también habla Dios. Cuando leemos un texto de la
Biblia, los niños aportan elementos valiosos. El catequista debe rescatarlos, anotarlos
en el pizarrón o en su agenda. Qué bueno esto que dijiste, lo anoto para no olvidarlo.
Del mismo modo, puede citar a algún alumno de años anteriores. El año pasado, un
compañero dijo que aunque sea difícil perdonar siempre, como lo dijo Jesús, valía la pena
probar. Estos pequeños gestos, mientras sean auténticos, hacen que el niño descubra
que para nosotros su palabra es importante.
http://investigacionenlaescuela.es/articulos/71/R71_5.pdf
“Jesús le respondió: «Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado
todavía»”. Juan 2, 4
“Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de
este mundo al Padre, él, que había amado a los suyos que quedaban en el mundo,
los amó hasta el fin”. Juan 13, 1
“Hay un momento para todo y un tiempo para cada cosa bajo el sol:
un tiempo para nacer y un tiempo para morir,
un tiempo para plantar y un tiempo para arrancar lo plantado;
un tiempo para matar y un tiempo para curar,
un tiempo para demoler y un tiempo para edificar;
un tiempo para llorar y un tiempo para reír,
un tiempo para lamentarse y un tiempo para bailar;
un tiempo para arrojar piedras
y un tiempo para recogerlas,
un tiempo para abrazarse
y un tiempo para separarse;
un tiempo para buscar
y un tiempo para perder,
un tiempo para guardar y un tiempo para tirar;
un tiempo para rasgar y un tiempo para coser,
un tiempo para callar
y un tiempo para hablar;
un tiempo para amar
y un tiempo para odiar,
un tiempo de guerra
y un tiempo de paz”.
Eclesiastés, 3, 1 -8
Cuestionario.
1.- Señalar tres aspectos que considere fundamentales en la Espiritualidad del cate-
quista y justifique.
2.- ¿Qué acciones concretas se pueden realizar para favorecer el diálogo entre los
niños?
3.- ¿A través de qué acciones puede ayudar a los niños a desarrollar su espirituali-
dad?
Para rezar
Eduardo Meana, Como barro en tus manos
https://www.youtube.com/watch?v=N9npe3R8_1s
El día a día,
es taller simple y fraterno,
donde imaginar lo valioso
y lo bueno, donde modelar,
pacientes, el diseño de lo nuevo.
Volver al barro
es consagrar lo cotidiano,
es involucrarse
quedando embarrados,
es cuidar y amar
el rostro débil y frágil de lo humano.
El alfarero sostiene el barro para que sea lo que quiere ser, para lograr aquello que hay
dentro de sí. Pidamos ejercer este oficio, volvernos alfareros respetando el tiempo, la vida,
los deseos de los niños.