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CONSTRUCCIÓN SOCIAL
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Por ejemplo Brasil y Argentina luchan contra la inestabilidad política y/o económica,
la corrupción, la delincuencia y los narcotraficantes y tratan de salir de su recesión.
México tiene altos niveles de corrupción y narcotráfico, Colombia ha estado en
guerra con guerrilleros y narcotraficantes durante años, Venezuela sufre una larga
decadencia después de años de populismo, los peruanos están clamando por
menos discriminación y desigualdad, los chilenos están demandando mejores
opciones educativas y menor desigualdad, y los cubanos todavía están tratando de
identificar y resolver sus problemas. Todo esto crea estrés para los ciudadanos y
científicos por igual y nos hace pesimistas sobre el porvenir de América Latina.
Aunque América Latina ha aumentado el número de sus científicos e instituciones
de investigación en los últimos años, la brecha entre los países desarrollados y los
de Latinoamérica es sorprendente. La importancia primordial de la ciencia y la
tecnología para el desarrollo de una nación no es plenamente reconocida en
Latinoamérica.
Países con una tradición de investigación débil dependen de países con una sólida
cultura de investigación y siguen siendo proveedores de materias primas. Además,
los problemas de países en desarrollo seguirán siendo ignorados por la comunidad
científica internacional hasta que también se vean afectados, como se vio
claramente con el caso de la epidemia de ébola.
La baja productividad científica de América Latina no es el resultado de una falta de
creatividad, más bien es el producto de un entorno negativo creado por los líderes
de cada nación. La asignación de recursos para la investigación en América Latina
está en gran desproporción con el de países desarrollados.
Los principales factores que contribuyen a la baja productividad son el acceso
limitado a subsidios para investigación, presupuestos inadecuados, niveles
deficientes de infraestructura de laboratorios de investigación y de sus
equipamientos.
Una subvención gubernamental típica para un grupo de investigación o laboratorio
en Latinoamérica es del orden de U$S 5.000 a 40.000 por año, que está muy por
debajo de las subvenciones típicas proporcionada por países desarrollados. Los
científicos tienen que competir a nivel internacional para poder publicar sus
descubrimientos y por supuesto los salarios no están a este nivel, en muy pocos
países Latinoamericanos se acercan a lo que ganan los legisladores y jueces.
Los científicos latinoamericanos tienen que estar en un nivel internacional para
ganar becas y promociones en sus carreras científicas, y tienen que competir en
temas de investigación de interés internacional. Se podría argumentar que la ciencia
en América debería estar más dirigida a resolver problemas locales específicos,
como por ejemplo a la investigación del impacto de infecciones regionales, para
encontrar métodos de diagnóstico más baratos, o búsqueda de nuevos
medicamentos para tratar enfermedades.
Sin embargo, las subvenciones para el apoyo a la investigación aplicada no son
fáciles de obtener porque las prioridades no están bien enfocadas. Es difícil publicar
los resultados de estas investigaciones en revistas de alto impacto, lo que va en
contra de los intereses de los investigadores, creando así un círculo vicioso.
La inestabilidad política y económica en varios países de América Latina provoca la
falta de objetivos a largo plazo que son esenciales para el desarrollo de la ciencia.
En América Latina, la ciencia no es un motor de la economía. La mayoría de los
equipos y suministros son importados (drenaje económico), y a las industrias
nacionales no se les dan incentivos para producir estos bienes en casa. Es una pena
que la sociedad latinoamericana se haya acostumbrado a esperar que los nuevos
avances científicos y tecnológicos vengan de los países desarrollados más que de
sus propios científicos. Demasiadas mentes jóvenes brillantes continúan su éxodo
de América Latina para los países desarrollados (drenaje de cerebros), donde son
muy exitosos.
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