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Semana Devocional 22
Primer día de la semana – 1. Verso para memorizar:
Oh Dios y salvador nuestro, por la gloria de tu nombre, ayúdanos; por tu nombre, líbranos y
perdona nuestros pecados. Salmos 79:9
2. Tiempo de oración: ¿Por qué le pides hoy perdón a Dios?¿Confiesa tus pecados a Dios?

Definición de Dicha: Sentimiento de gran alegría, bienestar y satisfacción. Bienaventuranza, Felicidad. La Dicha es una Constante en
aquel que es salvo por Jesucristo, pues todo motivo de tristeza, incertidumbre y preocupación fue llevado en el sacrificio de la Cruz.

Segundo día de la semana - Salmos 79 Leer 1-13

La Dicha del perdón: Una madre acababa de arropar bien a su hijito, y esperaba escucharle orar. Pero él se había portado mal ese día,
y ahora eso le estaba molestando. Así que dijo: "Mamá, quiero que ahora te vayas y me dejes. Quiero orar solo".

Percibiendo que algo andaba mal, le preguntó: "Beto, ¿tienes algo que decirme?" "No, mami -respondió-. Tú simplemente me reñirías,
pero Dios me perdonará y lo olvidará".

Ese niñito entendía uno de los mayores beneficios de la salvación - la realidad del perdón de pecados. La Biblia indica que en Cristo
"tenemos redención por Su sangre, el perdón de pecados" (Colosenses 1:14). Los que hemos creído en el Señor Jesús como Salvador
disfrutamos de la libertad de la condenación eterna por el pecado (Romanos 8:1), y también podemos tener perdón y purificación
diarios (1 Juan 1:9).

El apóstol Pablo dijo que la salvación provee estos beneficios adicionales: somos justificados (Romanos 3:24), y estamos en paz en Dios
(5:1).

Nunca debemos tener la idea de que el Señor toma nuestros pecados a la ligera. Pero cuando reconocemos nuestra culpa con
verdadero arrepentimiento, Dios está listo para perdonarnos a través de lo que Jesús hizo en la cruz. A nosotros nos corresponde
aceptarlo.

Reflexión: Cuando Dios perdona un pecado, nunca lo vuelve a sacar a colación.

Tercer día de la semana - Salmos 80 Leer 1-19 Por Matthew Henrry


La Dicha de ser restaurado: Restáuranos, oh Dios; haz resplandecer tu rostro sobre nosotros, y sálvanos. Vr 3.

Versículos 1—7. El salmista se queja de las miserias de la iglesia. 8—16. Su prosperidad anterior y desolación actual. 17—19. Una
oración pidiendo misericordia.

Vv. 1—7. El que habita en el trono de la gracia es el buen Pastor de su pueblo. Pero no podemos tener la expectativa del consuelo de
su amor ni de la protección de su brazo si no participamos de su gracia que convierte. —Si muestra indignación por las oraciones de su
pueblo, es porque, aunque oran, sus fines no son justos, o hay en ellos algún pecado secreto que satisfacen, o probará la paciencia y la
perseverancia de ellos para orar. Cuando Dios está descontento con su pueblo, debemos esperar verlo llorando y a sus enemigos,
triunfantes. No hay salvación sino por el favor de Dios; no hay conversión a Dios sino por su gracia.

Vv. 8—16. La iglesia está representada como una vid y una viña. La raíz de esa vid es Cristo, las ramas son los creyentes. La iglesia
es como una vid que necesita apoyo, pero que se extiende y da fruto. Si una vid no da fruto, ninguna otra planta vale tan poco. ¿Y
nosotros no somos plantados como en un huerto bien cultivado con todos los medios para dar fruto en obras de justicia? Pero las
inútiles hojas de la profesión y los manojos vacíos de las nociones y formas abundan mucho más que la piedad real. —Fue desolada y
destruida. Hubo una buena razón para este cambio en el trato de Dios con ellos. Con nosotros está bien o mal, conforme nos
sometamos a las sonrisas o al ceño fruncido de Dios. Cuando consideramos el estado de la parte más pura de la iglesia visible, no
podemos maravillarnos de que sea visitada con correctivos punzantes. Ellos piden que Dios ayude a la vid. Señor, fue formada por ti
mismo y para ti mismo, por tanto que, con humilde confianza, sea encomendada a ti mismo.

Vv. 17—19. El Mesías, protector y salvador de la iglesia, Él es el brazo del Señor, pues todo poder le ha sido dado. En Él está
nuestra fortaleza, por la cual somos capacitados para perseverar hasta el final. Por tanto, la vid no puede ser destruida, ni puede
perecer toda rama fructífera; pero la estéril será cortada y arrojada al fuego. —El fin de nuestra redención es que debemos servir a
Aquel que nos redimió y no regresar a nuestros antiguos pecados.

Reflexión: Por la Santidad de su gran nombre, tenemos la dicha de ser restaurados, Él nos ha escogido por medio de Jesucristo para
ser su pueblo escogido.
Cuarto día de la semana - Salmos 81 Leer 1-16

La Dicha de escuchar la voz de Dios:

El lamento del salmista se centra en el reclamo de Dios por causa de la idolatría del pueblo, abandonando así a Dios y viviendo de
acuerdo a sus caprichos. La consecuencia de tal acción es dramática, pues no es posible ser amigo del mundo y de Dios al mismo
tiempo; Dios se hace a un lado.

La idolatría es fruto de la naturaleza pecaminosa y cargada de todos los vicios que proceden de allí; de esa manera, surgen los que
buscan dinero, placer, deleites carnales ofrecidos como el mundo los presenta, desencadenando toda serie de apasionamientos que
solo conducen a pecar.

SI TAN SOLO LO ESCUCHARAMOS, ENCONTRARIAMOS EN ÉL SU AMOR ETERNO DISPUESTO A BENDICIRNOS (DICHOSO).

Reflexión: Solo basta escucharlo, confiar en su Palabra de Verdad y amor por nosotros, de esa manera Dios promete la victoria.
Escuchemos la voz de Dios cuando dice “NO” aunque nosotros queramos el “SI”. Creamos firmemente que tenemos un profundo
temor de Dios.

Así dice el Señor: »Pero mi pueblo no me escuchó; Israel no quiso hacerme caso. Por eso los abandoné a su obstinada
voluntad, para que actuaran como mejor les pareciera. »Si mi pueblo tan sólo me escuchara, si Israel quisiera andar por
mis *caminos, (Salmos 81:11-13)
Quinto día de la semana – Salmos 82 Leer 1-8 Versículos 1—5. Una exhortación a los jueces. 6—8. La condenación de los malos
gobernantes.

Vv. 1—5. Los magistrados son poderosos en autoridad para el bien común. Los magistrados son ministros de la providencia de Dios
para mantener el orden y la paz y, en particular, para castigar a los malhechores y proteger a los que hacen el bien. Los príncipes y
jueces buenos, de buenas intenciones, están bajo la dirección divina; y los malos, los de malas intenciones, están bajo restricción
divina. La autoridad de Dios es para someterse a ella, a través de las autoridades cuya providencia puso sobre nosotros. Pero cuando
la justicia se aleja de lo justo, no puede esperarse ningún bien. Las acciones malas de las personas públicas son maldades públicas.

Vv. 6—8. Difícil es que los hombres reciban honor y no se enorgullezcan. Pero todos los gobernantes de la tierra morirán y todo
su honor yacerá en el polvo. Dios gobierna el mundo. Hay un Dios justo al cual podemos acudir y del cual podemos depender. Esto
también tiene que ver con el reinado del Mesías. Considerando el estado de los asuntos del mundo, tenemos que orar que el Señor
Jesús gobierne pronto sobre todas las naciones con verdad, justicia y paz.

Referencia de Interpretación: Versículos 6-8 La dignidad del oficio de magistrado es reconocida por Dios (v. 6): «Yo (enfático en el
original) dije: Vosotros sois dioses (hombres investidos de una prerrogativa divina), y todos vosotros hijos del Altísimo.» Al participar,
en cierto modo, de la naturaleza divina, deberían conformar su modo de juzgar al de su Padre Celestial. Dios había delegado en ellos,
con el poder de juzgar, el poder de regir la sociedad mediante la justicia y su producto, que es la paz pública. A pesar de estos
privilegios, en cierto modo «divinos», estos jueces se habían comportado tan mal que a continuación se les sentenció a morir como
(los demás) hombres (v. 7). Y así como los príncipes caen bajo el juicio de Dios, también vosotros caeréis.

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