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Niños de rosa y niñas de azul

‘‘Niñas Rosadas y niños de azul


Si hay montones de colores,
¿Por qué solo dos combinaciones?
Puedo portarme como un Superman
y otro día en la noche,
soy Gatúbela y me voy a ronronear’’.
(Me Llamo Sebastián, 2013, Niños rosados)

Dentro de todas las normas que la sociedad nos impone para seguir, ser seres humanos
‘‘normales’’ y vivir en ‘‘armonía’’, está la heteronormatividad. Creo que gran parte de las
personas no están familiarizadas con este término, porque… ¿Qué diablos es la
heteronormatividad?, hasta cuesta pronunciarlo. Es tan poco el manejo de esta palabra que, si se
busca en la Real Academia Española o algún otro diccionario confiable, simplemente aparece un
anuncio de error, diciendo ‘‘Aviso: la palabra heteronormatividad no está en el diccionario’’. Así
que para una persona que no está informada del tema, parece que Wikipedia será su mejor
opción. Este concepto normalmente no es usado por personas que normalizan y están conformes
con este sistema, sino que, por el contrario, es usado por personas que lo critican fuertemente.
La heteronormatividad es concebida por Granados (2002) como la ideología sexual
que aprueba y prescribe la heterosexualidad como una asignación “natural”,
y procede de la diferencia biológica asociada a la reproducción de la especie.
Consideramos que, consecuentemente, esta ideología está ligada de manera íntima con
la ideología de género que comprende la asignación de modelos de género, es
decir, de un modelo de masculinidad a los hombres, y uno de feminidad a las mujeres,
sustentándose en los mismos preceptos esencialistas-biologicistas.
Es por la fuerza de estas ideologías que en la conformación de la vida social e
interacciones cotidianas se da por hecho que todas las personas son heterosexuales,
y que los hombres, masculinos y heterosexuales, deben cumplir con los roles que
les han sido asignados, y las mujeres, femeninas y heterosexuales, cumplan con
aquello que se espera de ellas. Esto contribuye a la estigmatización de la homosexualidad,
a su sanción y vigilancia. (Guzmán S et al., 2015, p.165)

¿Será racional esta norma u ideología social? ¿Será racional dejar fuera de la comunidad a un
grupo de personas por tener orientación sexual distinta? O ¿Será que la orientación sexual no es
un derecho del propio ser humano? Además, se debe tener en mente que la heteronorma no sólo
afecta a las minorías sexuales, si no que también a las personas heterosexuales ‘‘salidas’’ de la
norma. ¿Por qué se da esto? ¿Serán homosexuales closeteros? Las personas heterosexuales viven
constantemente bajo una represión heteronormativa la cual los limita a hacer o ser un cierto tipo
de cosas y para ser honesta simplemente no hay motivos para identificarse con una norma o más
bien, un régimen tan violento como lo es la heteronormatividad más aún, con la heterosexualidad
misma. Estuve leyendo en una sección de una revista española, Pikara Magazine, que en
realidad la heterosexualidad no es una orientación sexual si no que más bien, una obligación ya
que esta no se elige, viene dada, si te identificas con ella, no la cuestionas, pero al contrario, las
minorías sexuales han tenido que pasar por un proceso de vulnerabilidad y han sido
‘‘heterosexuales’’ en algún punto.

‘‘La heterosexualidad puede no ser en absoluto una «preferencia» sino algo que ha tenido que ser
impuesto, gestionado, organizado, propagado y mantenido a la fuerza’’.
(Rich A, 1980, p.35)

La heteronormatividad corre por nuestras venas, está inmiscuida en nuestra cultura; fuimos
criadas y criados creyendo en la heterosexualidad como orientación exclusiva e indispensable,
pensando en que nacimos con esa orientación, creyendo en la familia como una relación entre
hombre-mujer, con típicas frases de mamá (en el caso de una mujer): ¿Te gusta algún niño de tu
curso? Cuando seas grande te vas a casar con un niño y me vas a dar muchos nietos, desde
siempre viendo una televisión heteronormada, con valientes héroes masculinos y damiselas en
desamparo, con una ciencia que aprueba solamente la heterosexualidad, y con propagandas
colmadas de estereotipos patriarcales de parejas heteros.
Por otra parte, la heteronormatividad se entiende como uno de los hijos del patriarcado, en el
cual la mujer es vista como un objeto sexual y de reproducción, haciendo la única opción viable
biológicamente, la heterosexualidad. Además, como se citó anteriormente, le otorga ciertos tipos
de roles y conductas que deben seguir tanto los hombres como mujeres, como por ejemplo que
los hombres deban tener un carácter fuerte y no emotivo, o que el mayor deseo de las mujeres
sea tener hijos y que tengan que hacerse cargo del hogar.
Uno de fuertes de la heteronormatividad, es decir, en donde personalmente creo que es en donde
más está presente esta imposición, es en la apariencia física. Dicen que lo primero que ‘‘entra’’,
‘‘entra’’ por los ojos, y creo fuertemente que la mayoría de las personas juzgan por la manera en
que se viste o como luce una persona y, obviamente, la orientación sexual está asociada a nuestro
aspecto físico. Imagínate que estás en la calle o en el metro, y ves a un hombre con aspecto
mujeril, lo primero que se te va a cruzar por la cabeza es: ‘‘¿Será Gay?’’, o simplemente lo das
por sentado. Esto ocurre porque estamos acostumbrados al tipo de feminidad y masculinidad
heteronormada, las feminidades y masculinidades que no lo son, nos desagradan e incomodan
porque es extraño para nosotros y nuestra cultura homofóbica, en consecuencia, provocarán
discriminación. En un contexto personal, un día, un compañero de universidad me confesó que
pensaba que yo era lesbiana, lo cual no lo tomé a mal ya que supuse que su concepto de
feminidad era distinto al mío, y empaticé con eso, porque no me horroriza que me llamen
lesbiana, porque para mí ser ‘‘fleta’’ no es un insulto. También me acuerdo de que, una vez
estaba con unos amigos, uno de ellos, estaba usando un arete de mujer, que en realidad es parte
de su estilo, y mi amiga sin algún escrúpulo hizo un comentario tipo: ‘‘Oye y… ¿Qué onda ese
aro tan mariconcito?’’, y yo lo noté un poco ofendido. Lo que quiero recalcar con esto es que, sin
importar la real orientación sexual, ante ojos homófobos, cualquier persona podría ser
discriminada y marginada.

Las personas homosexuales, que se ‘‘camuflan’’ o siguen las conductas de la


heteronormatividad, también son vistas como bichos raros porque como dije anteriormente, las
personas juzgan por la apariencia y pienso que algunos se imaginan que una lesbiana es un
hombre o tiene aspecto de hombre y un gay es una mujer o tiene aspecto de mujer y no siempre
es así. Puede que en algunos casos se dé el transgenerismo o la transexualidad, pero también hay
quienes son lesbianas, se consideran mujer y son ‘‘femeninas’’, lo mismo en el caso de los
hombres gais. En estas ocasiones la gente suele hacer tipos de comentarios como ‘‘Ah… no
pensé que eras... ’’, ‘‘No te vistes como...’’, ‘‘No tienes pinta de ser...’’, que realmente son
innecesarios.
Debo admitir que me incomoda la idea de que nuestra orientación sexual o amorosa, tenga que
ser alguna suerte de adivinanza para el resto, mediante observación a simple vista de una
persona. No se debería poder predecir si es que te gustan los niños o las niñas, no debería ser
algo que se pudiese proyectar en una apariencia o que fuese esquematizado en algo físico, a
diferencia de la identidad de género, que si es algo que nos representa de manera corpórea.
Tenemos que aprender a deconstruirnos, y dejar de estigmatizar la orientación sexual, dejar que
cada uno fluya a su manera y dejar las antiguas reglas de la heteronormatividad de lado.
También hay que desprenderse del patriarcado, aquello que nos dicotomiza y nos impone pautas
de conducta y roles sociales inflexibles, haciendo que cualquier transgresión a este sistema sea
desaprobada y castigada con la exposición y/o burla. Desgraciadamente, esta doctrina es parte de
nosotros, la familia y la escuela, que son los principales agentes educativos y socializadores para
una niña o niño en desarrollo, son los guardianes del heteropatriarcado, sobre todo en las
realidades chilenas. Encontré una cita bastante buena, que quizás me ayude a contextualizar en
cuanto a la escuela:
En el ámbito educativo esta concepción se materializa a través de una vigilancia rigurosa
de los cuerpos y de modo especial de las prácticas disidentes. La reglamentación de la
forma de vestir, del maquillaje, la negación del deseo sexual, las cautelas e
invisibilizaciones en la educación sexual, la vigilancia de las masculinidades mediante
discursos y prácticas homofóbicas, el acoso sexista entre otras medidas represivas tienden
a la conservación de la subordinación femenina y la sobrevaloración de la
heterosexualidad por sobre cualquier otra expresión de sexualidad. (Morgade G et al.,
2008)
Los factores que mencioné anteriormente, son aquellos que nos permiten desenvolvernos en la
sociedad y que influyen directamente en nuestras vidas. Con este tema en particular, quiero
destacar que mientras el sistema patriarcal no caiga, la heteronormatividad va a seguir en pie,
porque están ligados el uno del otro.
No puedo predecir la identidad sexual de la persona que está leyendo esto, pero si te consideras
heterosexual y estás conforme con ello o con la heteronormatividad, te invito cuestionar los
privilegios que eso conlleva y que puedas comprender que aquella sexualidad con la cual te
identificas, es opresora y violenta. No estoy pidiendo que cambies tu sexualidad ni mucho
menos, si no que reflexiones y te unas a la lucha.
Bibliografía :
1.(Me Llamo) Sebastián. (2013). ‘‘Niños rosados’’. El hambre. Independiente: Santiago de Chile
2.Serrato Guzmán, Abraham N., & Balbuena Bello, Raúl. (2015). Calladito y en la oscuridad.
Heteronormatividad y clóset, los recursos de la biopolítica. Culturales, 3(2), 151-180. Disponible
en: http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1870-
11912015000200005&lng=es&tlng=es (Consultado el 05 de noviembre de 2018).
3. Rich, Adrianne. (1980). Compulsory Heterosexuality and Lesbian Existence. Blood, Bread,
and Poetry. Selected Prose 1979-1985. Nueva York y Londres: Norton, 1986,23-75.
4. Morgade Graciela, Alonso Graciela & Zurbriggen, Ruth . Cuerpos, sexualidades en la escuela:
de la normalidad a la disidencia. Buenos Aires: Paidós, 2008. p. 251-272.

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