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Auto - perdón y Restauración

¿Qué es el perdón?

¿Qué significa perdonar y por qué perdonar?

Ante estos dos interrogantes sencillamente podremos expresar conceptos básicos apoyándonos

en la historia misma estableciendo así nociones diferentes respecto a lo que al perdón se refiere.

Elementalmente diremos que; antes de ser un concepto social, el perdón caracteriza por ser una

gran capacidad ligada a la humanidad del ser humano y quizás una de la mayor acción de amor

así mismo y a los demás.

Gracias a este concepto es capaz de deshacer lo que había hecho, consiguiendo un nuevo

comienzo donde todo parece haber terminado; es una acción única y culmina en un solo acto de

amor por sigo mismo. Podemos decir entonces que el perdón es ante todo una decisión personal,

una iniciativa del corazón; es una acción sin final, de inquebrantable permutación y conmutación,

por medio de la cual admitimos la realidad y nos reconciliamos con ella Por el contrario, la falta

de perdón, especialmente favorece la prolongación de los conflictos, tiene enormes costos para el

desarrollo de un países, cuantificados en recursos de inversión como lo son armas, increíbles

gastos de las acciones militares, consecuencias de las extorsiones económicas. Por consecuente

escasearan fondos para inversión en promoción de desarrollo, justicia y equidad. Para el caso de

Colombia ¡Cuánto ha perdido por no haberse reconciliado, cuántos retrasos padece por no

contarse un auténtico camino que conduce a la verdadera paz! La paz es una de las condiciones

para el desarrollo y el perdón es una de las condiciones para la paz.

El perdón es una expresión de amor consigo mismo y con los demás como ya se había

mencionado. No significa estar de acuerdo con el hecho o aquello que sucedió en un instante de
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nuestras vidas. No es quitarle importancia al hecho, ni darle la razón a alguien que nos lastimó. El

perdón fundamenta en la tolerancia, el respeto y la aceptación de la realidad y de los hechos

sucedidos. En la exploración del proceso del perdón se debe tener claro que no es olvidar de lo

sucedido, sino tener contar con la sabiduría y el discernimiento necesario la guía del espíritu

santo para así lograr una restauración personal y circunstancial de los hechos. Tampoco significa

desconocer la justicia; y menos, ignorar la verdad. Colocando como ejemplo: se puede perdonar

que le hayan avergonzado, violentado, traicionado, pero difícilmente se puede olvidar lo que le

hicieron. Estas actitudes son básicamente para reparar a quienes han padecido violencias. Pedir

perdón cuando se han cometido crímenes contra la humanidad de una persona, es un acto

solemne que tiene consecuencias éticas significativas si se cumplen algunas condiciones

mínimas.

Para que este gesto sea genuino, se requiere conocer la verdad de los hechos, explicitarlos y

demostrar la responsabilidad y compromiso de esclarecerlos, también se debe renunciar a los

receptores del perdón. Nombrar a las víctimas y dirigirse específicamente a ellas.

Declarar notoriamente la razón del daño que se ha causado. O en otras palabras, experimentar

arrepentimiento genuino y enumerar la determinación de no repetir en el futuro acciones

similares.

El perdón nos lleva a reconstruir la libertad. Palabra hermosa por cadencia y por contenido.

Gracias a ella, la palabra encuentra formas impredecibles de comunicación. Cercanía, nitidez

cariñosa, gusto de vivir. Toda persona la lleva en el alma y la busca como un tesoro.

En este orden de ideas, la libertad es un valor real y preciso que se plasma en la acción del

hombre con su medio social y personal, palpita en todo cuanto existe porque es esencia de
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creación misma y se ve reflejado en el mayor acto de amor que una persona puede conocer como

el amor de Dios a la humanidad, iniciando este hecho el conocer a Jesús y hacer del cristianismo

su diario vivir.

La invitación del perdón no se percibe, ni se acepta fácilmente; es un mensaje, en cierto modo

extraño. Porque a corto plazo, parece ser una aparente pérdida, mientras que a la larga, asegura

un beneficio real. La violencia es exactamente lo opuesto: busca satisfacción inmediata, pero a

largo plazo, produce perjuicios reales y permanentes.

El perdón puede a simple vista parecer una debilidad pues tanto para concederlo como para

aceptarlo, se necesita un gran impulso espiritual y un coraje moral a toda prueba. Pero lejos de

afectar la dignidad de la autoridad y nuestro orgullo de colombianos. El perdón, la confianza, la

educación en valores y la reconciliación nos llevan a la paz. La legítima paz no se queda en la

verdad, la justicia y la reparación. Si no en la esencia misma del perdón.

Duvan Wilchez Cuello – Curso Virtual Catedra del Perdón.

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