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Seguido se habla de la estrategia y de la planeación estratégica de las empresas; se habla de

iniciar por definir la misión, visión y valores de la misma, siendo éstas las bases para construir
el rumbo que queremos seguir. En pocas ocasiones escuchamos hablar del propósito, su
importancia y el rol que toma para poder definir una gran estrategia.

Una de las autoras que indaga en este tema de manera simple y a la vez muy ilustrativa es:
Cynthia A. Montgomery, profesora y directora de la Unidad de Estrategia de Harvard Business
School, en su libro “El estratega”. En resumen, en su libro, Cynthia nos comenta lo siguiente:

Al definir tu estrategia comienza por tener un propósito. El propósito se define como el valor
único que tu firma trae al mundo, su razón de ser. Debe responder quién eres y porqué
importas. Debe ser específico y fácil de asimilar, porqué el resto de tu estrategia fluye de él y
se apoya en este comienzo.

Para iniciar la reflexión de cuál es tu propósito, nos regala las siguientes preguntas:

¿Qué aporta mi organización al mundo?

¿Importa esa diferencia?

¿Algo en ella es difícil de imitar?

¿Hacemos hoy lo necesario para que mañana sea importante?

Hacernos estas preguntas genera una reflexión mucho más profunda, y nos solicita hacer una
elección entre qué hacemos y que es lo que no hacemos con el fin de mantener esa razón de
ser. En ocasiones estas decisiones llevan consigo ciertos sacrificios o cambios radicales, pero
finalmente se convierten en compromisos que confieren identidad.

Son decisiones que no sólo determinan lo que hace un negocio, sino que, sobre todo, lo que un
negocio será. Hay pocas elecciones que llegan a ser más importantes.

Muchas personas creen que el trabajo principal de un estratega es pensar. No lo es. El trabajo
principal es disponer una agenda y arreglar las cosas de manera que la organización pueda
seguir dicha agenda para lograr que se lleve a cabo la estrategia.

Una gran estrategia es un sistema de creación de valor, un conjunto de partes que se refuerzan
mutuamente. Con base en un propósito atractivo, te permitirá saber dónde jugará tu empresa,
cómo lo hará y qué logrará.

Claves de las grandes estrategias

Están fundamentadas en un propósito claro y atractivo.

Añaden valor real.

Decisiones claras.

Un sistema de creación de valor a la medida.

Métricas significativas.

Pasión.
8. El Estratega Imprescindible. Trata no de la estrategia como tema, sino cómo ser un estratega. ¿Qué
habilidades o esquemas mentales se necesitan para triunfar? ¿Qué valor único aportas a tu negocio?
Nosotros diríamos en este sentido, qué tipo de contribución eres dentro de una organización.
Si bien el texto es accesible a un amplio público gracias a su accesible lenguaje y claridad expositiva, las

preguntas o planteamientos que guían cada capítulo están lanzadas hacia un público empresarial al que

las preguntas posiblemente resulten no sólo interesantes, sino incluso personales o interpelativas; en

palabras de la propia autora:


“El estratega es un llamado personal para la acción. Así se reubica un componente esencial del proceso

de implementación estratégica ignorado durante décadas: tú. El líder. La persona que debe vivir en carne
propia las cuestiones que más importan. Es por ello que mi objetivo último en este caso no consiste en

‘enseñar estrategia’, sino en darte herramientas e inspirarte para ser un estratega, un líder que

pueda influir de manera decisiva en el destino de su negocio”.[3]


Si los líderes carecen de una idea clara de como desean que sea su negocio, no pueden
construir sistemas de creación de valor coherentes, porque no saben con exactitud para qué
diseñarlos y cómo medir su éxito.

Para facilitarnos esto nos muestra un modelo llamado la rueda de la estrategia, el cual sirve de
puente entre las buenas ideas y la acción. Lo primero que necesitas para empezar a
desarrollarla es dar estructura a tu pensamiento.

Este párrafo deja clara la intención que guía este trabajo. Asimismo, destaca de este párrafo, la forma en
que la autora se mueve entre los conceptos de estratega y líder; si bien consideramos que son conceptos

con atributos e implicaciones distintas, el planteamiento del propio texto hace pensar en la figura de
un estratega-líder o un líder-estratega, y más que un error o una falta de precisión conceptual, el

contenido sustenta la idea de forma natural o incluso, abre la posibilidad de un replanteamiento, análisis o

reflexión profunda de cómo es que tradicionalmente se han pensado estos roles.

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