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2. Una vez que está listo el campo quirúrgico, y en un medio de total esterilidad, se
preparan los tubos que realizan la conexión entre el paciente y la máquina de Circulación
Extracorpórea.
3. Dichos tubos, que forman un circuito cerrado, se cortan creando dos extremos, que se
conectarán a la circulación arterial y venosa, como explicaremos a continuación.
4. Una vez realizada la esternotomía y expuesto el corazón tras la escisión y fijación del
pericardio, se procede a la heparinización completa del paciente (empleando generalmente
3mg/Kg de heparina sódica intravenosa, la cual se puede administrar por una vía venosa
central o mediante inyección directa en la aurícula derecha como en la fotografía).
5. Una vez anticoagulado el paciente, se inserta en la aorta ascendente la cánula aórtica, la
cual será la encargada de introducir en el organismo la sangre que impele la bomba de
Circulación Extracorpórea tras su oxigenación.
7. El siguiente paso, una vez que se consigue vaciar el corazón para permitir su
manipulación, consiste en conseguir que este se pare sin sufrir las consecuencias de la
isquemia. Para ello, se coloca una cánula en la aorta ascendente, la cual inyectará por las
coronarias una solución denominada cardioplejia (compuesta por sangre fría, potasio y
otros solutos) que consigue que el corazón se pare en diástole y permanezca sin sufrir los
efectos de la isquemia durante un plazo aproximado de 20-30 minutos. Esto se denomina
cardioplejia anterógrada.
8. Además de la vía anterógrada, se puede inyectar cardioplejia por haciendo un recorrido
inverso al de la circulación fisiológica (desde las venas coronarias hacia los capilares)
insertando otra cánula en el seno coronario. Este tipo de protección cardiaca se conoce
como cardioplejia retrógrada y es especialmente útil en los casos con patología coronaria,
que no permite que la cardioplejia anterógrada se distribuya adecuadamente por la
circulación cardiaca.
De todos modos, durante la CEC no se produce un consumo masivo de estos factores y más
que de coagulopatía de consumo debe hablarse, en todo caso, de coagulopatía de dilución
durante e inmediatamente después de la CEC.
Entre los parámetros del estudio preoperatorio destaca el nivel de AT 111, que resultó
diferente en los dos grupos (R 98%; NO R, 71%); la AT 111 se redujo considerablemente
en los enfermos con sangrado (66%) y se correlacionaba de manera significativa con el
incremento postoperatono de los dímeros D.
horas, resulta útil y posiblemente predice las dificultades de heparinización durante la CEC:
anticoagulación inadecuada, activación por contacto del sistema hemostásico y comienzo
de un cuadro de CID subclínico.
Algunos autores (7) han llegado a proponer la aprotinina como una alternativa válida a la
heparina en la CEC, por su efecto sobre TCA y TTPA (característico de la heparina y de su
interacción con la antitrombina 111); sin embargo, en contraposición con esta «actividad
anticoagulante », la aprotinina muestra un efecto fibrinolítico y protrombótico que está
siendo objeto de estudio en el momento actual (incidencia de oclusiones trombóticas y
postoperatorias del bypass y de fenómenos tromboembólicos (20)) y que puede prevalecer
en caso de heparinización inadecuada (8). Mientras se aguarda a la validación rigurosa de
las complicaciones trombóticas postoperatorias secundarias al uso de la aprotinina en la
CEC, su función más importante se relaciona con su actividad antifibrinolítica y con la
indudable contención de la hemorragia postoperatoria. Por consiguiente, los programas de
ahorro de sangre en la cirugía cardiaca no pueden basarse en un único fármaco sino que
deben centrarse
en métodos clínicos que contemplen cada uno de los casos (21, 22, 23):
El equilibrio del sistema fibrinolítico se logra midiendo la a2- antiplasmina (a2-AP), cuya
caída, asociada a la hipocoagulabilidad total (tromboelastograma), explica la aparición de
una hemorragia masiva; el tratamiento con aprotinina (1 millón en bolo + 4.000 UIImin)
restablece los niveles de a2-AP en un plazo de 48 horas.
El estado trombofílico latente y la diátesis hemorrágica son imputables, además del .aparato
implantado, a las superficies extrañas que se colocan de forma cruenta y a la circulación de
material tromboplástico durante el acto quirúrgico: estos hechos exigen una actividad
permanente del sistema coagulante, razón por la cual cuando se trata de alcanzar un
equilibrio entre el poder procoagulante e inhibitorio, independientemente de la capacidad
biológica de la coagulación, el tratamiento heparínico debe responder a determinados
criterios esenciales:
La experiencia actual explica que la conclusión «la sangre fresca caliente es un fármaco
milagroso» resulte poco convincente, aunque el estudio reciente de un grupo israelí (30) ha
revelado que una unidad de sangre total fresca tiene la misma eficacia que 6-8 unidades
plaquetarias.
El estudio de Cabro1 revela diversas hipótesis de trabajo, cuyas soluciones deben adaptarse
individualmente en función de los resultados clínicos: el mayor ahorro de sangre se
consigue utilizando la sangre como un fármaco como los otros concentrados conocidos, en
las indicaciones
justas y con la posología exacta. Por muy perfecta que pueda ser la técnica de la circulación
extracorpórea, no se puede negar que la sangre es un tejido líquido vivo y reactivo, cuya
manipulación es muy compleja cuando se altera de una manera brutal su equilibrio.
PROTECCIÓN MIOCÁRDICA
El paro químico del corazón fue sugerido por Melrose y cols. en 1955. Él y sus asociados
infundieron una solución al 2.5% de citrato de potasio mezclada con sangre proximal a la
pinza de aorta, por lo tanto la distribución de la solución específicamente era en la
circulación coronaria alcanzando así la asistolia. Desafortunadamente este método producía
daño directo al miocardio en algunos casos y se abandonó. En un nuevo esfuerzo por
minimizar el daño durante la isquemia, Shumway y cols. en 1959, introducen la
hipotermia cardiaca local. A finales de 1960, reportes describieron necrosis miocárdica o
subendocárdica diseminada en pacientes que fallecían después de la cirugía, sugiriendo que
las técnicas actuales de protección eran inadecuadas.
edigraphic.co
en las estrategias clínicas para proteger al corazón ha impulsado una descripción profunda de
los fenómenos patofisiológicos que contribuyen a las diversas fases de lesión, es por ello que
se deben conocer las condiciones fisiológicas normales a nivel celular, así como las
alteraciones morfológico-funcionales que se producen después de una isquemia.
Las células miocárdicas están formadas por una membrana celular, denominada sarcolema
que las delimita y en su interior se encuentra el núcleo central, citoplasma, mitocondria,
lisosoma y de- más corpúsculos celulares. Uno de los organelos citoplásmicos más
importantes es la mitocondria, donde tienen lugar todos los procesos respiratorios y de
obtención de energía de la célula. Los lisosomas, pequeños organelos juegan un papel muy
importante, ya que en su interior contienen enzimas digestivas capaces de actuar sobre
todos los principios inmediatos para obtener su degradación. En condiciones normales, el
corazón, órgano eminentemente aeróbico, libera energía almacenada; misma que
posteriormente utiliza como un trabajo mecánico.
El proceso metabólico desarrollado en el músculo cardiaco se divide en tres fases:
A. Liberación de energía: Son las reacciones químicas que rompen los principales
sustratos utilizados por el miocardio (ácidos grasos, glucosa, piruvatos y lactatos), en
dos átomos de carbono que pueden entrar en la vía oxidativa terminal común del ciclo
de Krebs del ácido tricarboxílico. La energía libre desprendida de los enlaces es
transferida en forma de electrones hidrógeno a lo largo de la cadena enzimática de
transporte de electrones hasta el oxígeno, que es el principal receptor de electrones
situado al final de la misma.
B. Conversión de la energía: Se lleva a cabo la fosforilación oxidativa. La energía libre
desprendida del sustrato oxidable, se utiliza para formar enlaces de alta energía entre
residuos de ácido fosfórico y ciertos compuestos orgánicos. Esta energía libre de los
electrones hidrógeno es transferida al enlace fosfato terminal del adenosin difosfato
(ADP) y del difosfato de creatina para formar compuestos de alta energía: Adenosin
trifosfato (ATP) y fosfato de creatina. La formación de glucógeno en la célula miocárdica
conlleva un almacenamiento de cierta cantidad de energía.
Isquemia, se define como la falta de riego sanguíneo a un tejido, existiendo en el caso del
corazón un desequilibrio entre la demanda miocárdica de energía y el aporte vascular por la
circulación coronaria. No sólo existe un déficit de oxígeno, sustratos y energía sino que
también hay una in- capacidad para extraer metabolitos tóxicos como lactato, dióxido de
carbono y protones. Durante la isquemia (regional o global), se observa en una misma área,
que diferentes células desarrollan distintos grados de lesión. Algunos de estos cambios
afectan tanto al metabolismo celular, actividad eléctrica y función contráctil como a la res-
puesta vascular y a la ultraestructura tisular.
La protección miocárdica empieza con la prepa- ración del corazón antes de la asistolia.
Las estrategias pre CEC para obtener una mejor protección consisten en:
Una vez que el corazón ha sido preparado antes del paro isquémico, la siguiente
consideración es la reducción de la taza metabólica durante la asistolia. Las dos técnicas
más ampliamente empleadas para este propósito son la hipotermia y el paro cardiaco
químico (hipercalémico), las cuales también proporcionan al cirujano condiciones
operatorias optimas para facilitar la reparación de las patologías cardiacas sin dañar la
función miocárdica.
Calcio, necesario para asegurar un control estrecho sobre los movimientos del calcio y el
mantenimiento intracelular del mismo durante el periodo de inactividad eléctrica y se
requiere para el buen funcionamiento de la membrana bilipídica.
Potasio, es el componente de mayor importancia como agente responsable de la
despolarización celular para iniciar el paro diastólico inmediato y conservar así los
fosfatos de alta energía. La concentración óptima de potasio es de 15–25 mEq/L.
Magnesio, es un componente altamente electivo en las soluciones cardiopléjicas. El
magnesio y el potasio son los cationes intracelulares más abundantes. El magnesio forma
junto con el ATP un complejo para actuar como sustrato en reacciones enzimáticas que
intervienen en la con- tracción y relajación muscular, así como un cofactor en la
transferencia oxidación, síntesis y transporte de los fosfatos de alta energía. La dosis
óptima de magnesio es de 16 mmol/L para aliviar el incremento de calcio producido
durante la reperfusión.
Sustancias amortiguadoras. La glucólisis anaeróbica causa acumulación de
productos metabólicos y da como resultado una acidosis tisular, la cual es inhibida por la
concentración de iones hidrógeno y ácido láctico. Para inhibir el metabolismo anaeróbico,
es necesario mantener el pH adecuado así como el lavado de los metabolitos con dosis
sucesivas de solución cardiopléjica. La sustancia más comúnmente utilizada es el
bicarbonato de sodio.
Osmolaridad. Como consecuencia de la isquemia, tiene lugar un edema intracelular
miocárdico. Muchos investigadores sugirieron que las soluciones cardioplégicas deben ser
ligeramente hiperosmolares para contrarrestar la formación del edema. La osmolaridad
aceptada está entre 340-400 mmol/L. Para obtener una solución ligeramente hiperosmolar
se puede agregar manitol al 20%, glucosa o albúmina.
Las soluciones cardiopléjicas basadas en sangre tienen ventajas potenciales, ya que la sangre
proporciona elementos formes, proteínas y enzimas que pueden no encontrarse en el fluido
intersticial. La sangre proporciona un sistema de amortiguación proteínica muy efectivo al
remover ácidos y contener nutrientes naturales para el corazón así como grandes cantidades
de oxígeno. La cardioplejía sanguínea ha sido utilizada ampliamente, pensando que la
recuperación miocárdica puede ser mejor al incrementar el aporte de oxígeno y la actividad
oncótica de las proteínas plasmáticas, limitando así el grado del edema intersticial. Las
ventajas de esta cardioplejía son particularmente importantes en si- tuaciones de paro
cardiopléjico tibio. Estas ventajas se incrementan al haber mayor capacidad
amortiguadora, mayor provisión de ácido tricarboxílico y presencia de sistemas
catalizadores abundantes en la red celular sanguínea. No obstan- te, a través de una mayor
oxigenación suministrada al corazón por la sangre en comparación con la cardioplejía
cristaloide, la salida de oxígeno se re- duce con la hipotermia, desviando la curva de
disociación de la hemoglobina hacia la izquierda, lo cual puede ser particularmente
compensado por la adición de 2,3-DPG de la sangre. No obstante el uso de cardioplejía
sanguínea, particularmente tibia, puede resucitar el miocardio durante el intervalo del paro,
conduciéndolo a una mejor recuperación en su función y estructura.
Existen cuatro sistemas diferentes de protección miocárdica, cada uno de estos utiliza los
conceptos básicos antes mencionados. El primer sistema: es la hipotermia con fibrilación
ventricular, confiado totalmente en la hipotermia para disminuir los requerimientos
metabólicos, el segundo sistema: es la cardioplejía cristaloide fría oxigenada, el tercer
sistema: la cardioplejía sanguínea fría, y por ultimo la cardioplejía sanguínea tibia continua.
1) Un cabezal separado, a través del cual se instalan tubos de diversos tamaños, uno que
cotiene la cardioplejía cristaloide concentrada, el otro que lleva sangre oxigenada
derivada del circuito extracorpóreo. La diferencia de tamaño de los tubos, permite que
la sangre y la solución sean mezclados en un radio de 4:1.
2) La solución mezclada se pasa a través de un intercambiador de temperatura para
alcanzar la temperatura de la infusión deseada. Estas unidades son desechables y tienen
la facilidad de medir la temperatura de salida de la solución cardioplejía sanguínea y
medir la presión de infusión.
El paro cardioplejico se logra con la concentración de potasio antes mencionada, 300 mL/min
de flujo y a una presión anterógrada de 80–120 mmHg. La asistolia se mantiene con
infusiones continuas tanto vía anterógrada como retrógrada. La infusión al seno venosos
coronario (retrógrada) se realiza con presión de 40 mmHg, o a una velocidad de 100-150
mL/min de flujo aproximadamente.
Con clusiones
Las técnicas de protección miocárdica varían de acuerdo a la patología del paciente, así
como a las preferencias del equipo quirúrgico. Se puede decir que en el trasplante
cardiaco, patologías con pobre función ventricular y patología valvular, se requieren desde
un simple sistema de infusión hasta un equipo complejo para dar al miocardio una mejor
protección. Por tanto, es el reto en las técnicas de protección miocárdica, individualizar las
técnicas de protección para proporcionar un margen suficiente de seguridad para cada
paciente sin riesgos adicionales, sin olvidar que la finalidad de nuestras acciones, están
encaminadas a la pronta recuperación del estado de salud del enfermo. Cuanto más
conocimientos tengamos de la fisiología cardiaca, mayor será la atención y el esfuerzo por
parte de todo el equipo de salud.
La primera aplicación clínica del balón de contrapulsación intraaórtico (BCPIAO) fue hacia
finales de 1960 y se ha convertido en el dispositivo de asistencia circulatoria más
ampliamente utilizado hoy en día. Actualmente, esta modalidad de tratamiento es rutinaria
en un amplio rango de pacientes que padecen enfermedades cardiovasculares graves, que
van desde la estabilización hemodinámica en pacientes que sufren las complicaciones del
infarto agudo de miocardio (IAM) o del shock cardiogénico, a pacientes de alto riesgo que
serán sometidos a cirugía cardíaca o angioplastia, incluyendo aquellos que requieren su uso
como puente al trasplante cardíaco.
De la misma manera, el personal de enfermería que, dentro del equipo de salud cumple uno
de los roles más importantes en la atención del paciente, debe tener los conocimientos
necesarios para el manejo de los valores hemodinámicos y poder relacionarlos con los
signos y síntomas, que pasados por alto o malinterpretados, pueden provocar graves
consecuencias para el enfermo.
FUNDAMENTOS FISIOLÓGICOS
Es esencial entender los beneficios fisiológicos que se producen con el uso del balón de
contrapulsación, a partir de la comprensión de la anatomía y fisiología cardíaca normal.
El corazón se puede definir como un conjunto de dos bombas que trabajan en serie y que
proveen la fuerza necesaria para impeler sangre venosa (carboxigenada) dentro del circuito
pulmonar y sangre oxigenada hacia la circulación sistémica. El balón de contrapulsación es,
generalmente, utilizado cuando el ventrículo izquierdo (VI) no puede cumplir
satisfactoriamente su función de bombeo.
El trabajo del ventrículo derecho (VD) es mucho menor que el del VI, y la pared del
primero tiene un grosor tres veces menor que la del segundo (el VD maneja volúmenes y el
VI presiones).
Flujo sanguíneo
La aorta proximal y las grandes arterias, por su condición elástica, se adaptan al flujo
sanguíneo que reciben durante la sístole. Esto permite que la mayor parte de la fuerza que
recibe la sangre por la contracción ventricular, se conserve en forma de energía en la pared
arterial elástica (momento de fuerza). Cuando el miocardio se relaja y la presión
intravascular en los grandes vasos cae, estas paredes elásticas vuelven a su forma primaria
manteniendo una línea de presión que permite que el flujo sanguíneo continúe llegando a
los tejidos periféricos durante la diástole, alimentado por la energía almacenada
anteriormente, que denominamos energía kinética.
Este efecto que se produce se conoce como el efecto Windkessel, y sirve para que el flujo
sanguíneo dentro de la circulación se mantenga constante.
Determinantes del gasto cardíaco
El gasto cardíaco (GC) resulta de multiplicar el volumen de sangre eyectado en cada latido
por la frecuencia cardíaca (FC).
Precarga
Postcarga
Contractilidad
La contractilidad es una propiedad intrínseca de la fibra miocárdica, refiriéndose a los
cambios en la fuerza de la contracción del miocardio y es una función de la interacción
entre los elementos contráctiles: los puentes de actina y miosina a nivel celular.
Por definición, la contractilidad se refiere a las variaciones que se producen en la fuerza de
contracción independientemente de la longitud de la fibra miocárdica.
La contractilidad puede estar disminuida por hipoxemia o por drogas como el propranolol,
quinidina, lidocaína o barbitúricos.
Frecuencia cardíaca
Si el corazón es privado de oxígeno, aunque sea por pocos minutos, cesa su actividad
mecánica. Los procesos metabólicos de la contracción son totalmente aeróbicos, el
miocardio extrae entre el 75 y el 80% del oxígeno arterial que le proporciona el flujo
coronario. Está comprobado que el balance entre la demanda y el aporte de oxígeno es muy
importante, cuando el trabajo miocárdico aumenta, debe aumentar también el flujo
coronario para poder mantenerlo.
Circulación coronaria
Los orificios de las arterias coronarias derecha e izquierda se ubican en los senos de
Valsalva en la aorta, inmediatamente por encima de la válvula aórtica. Durante la diástole,
la sangre entra en los senos, los distiende e ingresa así a las arterias coronarias derecha e
izquierda.
La arteria coronaria derecha, que nace en la superficie anterior de la aorta, atraviesa en
forma diagonal el lado derecho del corazón y desciende por el surco existente entre el
ventrículo derecho y el izquierdo.
En el 80% de la población, la coronaria derecha da origen a la arteria descendente posterior
y se dice en este caso que la coronaria derecha es dominante. En el restante 20% de la
población la arteria descendente posterior se origina en la arteria circunfleja, rama de la
arteria coronaria izquierda, esto se llama dominancia izquierda.
La arteria coronaria izquierda nace en la superficie posterior de la aorta y en el seno
izquierdo de Valsalva y después de un corto trayecto se subdivide en dos ramas: la arteria
descendente anterior y la arteria circunfleja.
- Shock cardiogénico.
- Shock séptico.
- Traumatismo torácico.
Contraindicaciones absolutas
- Disección aórtica.
- Arterioesclerosis periférica y aórtica severa.
- Obesidad extrema en la que la distancia entre la piel y la femoral excede los 5 cm.
Dispositivo e inserción
El helio es un gas inerte, muy liviano, lo que minimiza el tiempo de transferencia y por lo
tanto, aumenta la eficiencia del dispositivo.
- Tiene controles neumáticos que activan el inflado y desinflado del balón, éste tiene que
ser usado con la menor cantidad de gas que logre los efectos hemodinámicos deseados.
Actualmente, las consolas son pequeñas y cuentan con batería interna que permite el
traslado del paciente con una autonomía de 4 a 6 horas.
La consola debe mantenerse en estado operativo, con su batería cargada, conectada a una
fuente de energía, con el tanque de gas lleno y con el cable paciente y el cable transductor
de presiones disponibles.
El chequeo del balón pre-inserción lo realiza el cirujano, mientras la enfermera coloca los 5
electrodos que tiene el cable paciente en los cuatro miembros del paciente y uno en
posición indiferente.
Es de suma importancia que la enfermera interviniente observe y registre cuáles son las
características de miembros inferiores y superiores del lado de la inserción, antes del
procedimiento.
El catéter se inserta generalmente por la arteria femoral (es el acceso de elección en los
pacientes sin vasculopatía periférica) y con menor frecuencia por la arteria axilar o en
forma transtorácica.
Figura 9. Balón de contrapulsación colocado vía Seldinger.
La colocación del balón por vía axilar demanda la disección del surco deltopectoral con
mayor incidencia de isquemia del miembro afectado y extracción por medio de la
redisección axilar.
El lavado para la línea arterial se prepara con una solución de Ringer lactato o solución
fisiológica de 500 cc con el agregado de 1250 unidades de heparina sódica y se lo mantiene
presurizado a 300 mm Hg para mantener un flujo continuo de lavado de aproximadamente
4 ml/hora.
Una vez fijado el balón en posición por medio de suturas e iniciada la contrapulsación, se
debe realizar una radiografía de tórax para determinar la posición del mismo, en caso que
no sea el adecuado se debe reposicionar repitiendo el control radiográfico.
El uso del balón de contrapulsación como apoyo ventricular derecho es controvertido, poco
común, en estos casos se lo coloca en el tronco de la arteria pulmonar y se lo opera con los
mismos principios que rigen la contrapulsación aórtica.
El balón de contrapulsación actúa como una bomba auxiliar del corazón, pero para ello
necesita que el ventrículo izquierdo del paciente mantenga una actividad significativa.
Cuando el balón se infla, aumenta la presión diastólica y esto contribuye a mejorar el flujo
sanguíneo coronario cerebral y sistémico. El desinflado pre-sistólico disminuye la
resistencia a la eyección sistólica del VI con lo que el trabajo miocárdico y la demanda de
oxígeno del mismo se reducen.
El dispositivo debe funcionar según el ciclo cardíaco. Kantrowitz expresó que "la eficacia
hemodinámica de la contrapulsación depende totalmente de la sincronización del inflado y
desinflado del mismo en relación con los diferentes eventos del ciclo cardíaco".
Por lo general se utiliza la señal del electrocardiograma del paciente para disparar el inflado
o desinflado, caso contrario se puede utilizar la curva de presión arterial, o un ritmo de
marcapasos. Básicamente hay que entender que el inflado se realiza durante la diástole y el
desinflado durante la sístole, (inflándose en la cúspide de la onda T y desinflándose al
comienzo del complejo QRS).
Esta rápida disminución en el volumen aórtico hace que la presión aórtica caiga justo antes
del inicio de la eyección del ventrículo izquierdo, o sea que éste al expeler la sangre lo hará
contra una carga o presión menor, con lo que su trabajo disminuye.
Tan pronto como la válvula aórtica se cierra, el volumen que se había retirado durante la
sístole por desinflado del balón, se repone por inflado en la diástole. Este volumen aórtico
ahora expandido en 30 o 40 cc, aumenta la presión aórtica y por lo tanto mejorará el flujo y
la perfusión coronaria.
Por lo tanto, el momento inicial del desinflado debe coincidir con el final de la fase de
contracción isovolumétrica ventricular y antes de la contracción isotónica, ya que se
aprovecha este efecto de vacío para convertir al ventrículo izquierdo en el sector de mayor
presión, modificando en consecuencia sus condiciones de trabajo.
El trabajo mecánico que realiza el balón de contrapulsación se traduce en un efecto
metabólico importante.
Esto se observa mientras el miocardio está insuficiente y se nota que desaparece con la
mejoría del mismo, al caso que se llega a tener un mejor índice cardíaco cuando se
suspende la asistencia.
Si las colaterales son pequeñas o no se han desarrollado, el balón no tiene efecto sobre el
flujo coronario distal a una obstrucción severa, pero que en presencia de obstrucciones
menores o con colaterales bien desarrolladas se puede observar un aumento de la presión
diastólica post-obstrucción.
Los efectos del balón de contrapulsación se pueden observar en la onda de presión arterial
del paciente con una inversión en la curva de las presiones.
2) Taquicardia: por lo general la efectividad del balón cesa con frecuencias cardíacas por
encima de 120 latidos por minuto, ya que el dispositivo no puede inflarse y desinflarse tan
rápidamente. La solución es: tratar de disminuir la frecuencia cardíaca del paciente o
programar la modalidad del balón en 2:1 en vez de 1:1.
En la modalidad 1:1 el balón contrapulsa cada latido cardíaco, en la modalidad 2:1
contrapulsa ciclo por medio.
3) Disminución del volumen del gas del balón detectado por la consola y sus monitores de
alarma. Puede haber una fuga de gas ya sea por desajuste de las conexiones o por rotura del
balón.
COMPLICACIONES VASCULARES
Las complicaciones más severas como disección aórtica, o ruptura de la arteria femoral o
aorta, son afortunadamente poco comunes. El pronóstico generalmente es fatal, más en el
segundo caso que en el primero.
Algunas de las alteraciones vasculares no se verán directamente durante la internación del
paciente sino después de su alta; se han documentado tres categorías de insuficiencia
vascular: presencia de calambres, entumecimiento y sensación de hormigueo y claudicación
intermitente.
Todos estos síntomas son descriptos por los pacientes que además refieren presencia de
edemas en la pantorrilla, dolor difuso pero continuo en los miembros inferiores, calambres
nocturnos, temperatura disminuida en los miembros inferiores, e inclusive celulitis en la
pierna donde estuvo emplazado el balón de contrapulsación. Funk ha descrito también
gangrena yúlceras isquémicas que pueden aparecer dos o tres semanas después de la
colocación del dispositivo.
Pérdida de pulsos
Isquemia
La posición descendida del balón de contrapulsación puede ocluir las arterias mesentéricas,
provocando una isquemia e infarto mesentérico de muy mal pronóstico o inclusive unos
días después, puede aparecer una colecistitis no litiásica que requiere una intervención
quirúrgica abdominal.
Los signos y síntomas que se pueden observar son: disminución de los ruidos hidroaéreos,
abdomen distendido, leucocitosis y con defensa al tacto, diarrea.
Es de rutina, el control de la radiografía de tórax, para determinar si hay un desplazamiento
del balón especialmente si se detectan los cambios antes mencionados en el estado del
paciente.
Tromboembolismo
Síndrome compartimental
Disección aórtica
Alteraciones hematológicas
La heparina y los antiagregantes plaquetarios están indicados en todos los pacientes que
reciben asistencia con BCPIAO para evitar los accidentes tromboembólicos. Los trombos
se pueden desarrollar en los pliegues del balón desinflado, motivo por el cual nunca debe
dejarse instalado un balón sin funcionar.
La causa que se supone produce este fenómeno es la perforación, debida al roce continuo
del dispositivo con una placa ateromatosa calcificada.
Los riesgos de la ruptura es la embolia gaseosa causada por el helio. Si bien en la mayoría
de los casos, la pérdida de pequeñas cantidades de helio en la corriente sanguínea del
paciente es bien tolerada, puede tener consecuencias fatales y la única manera de
contrarrestarla es colocar al paciente en una cámara hiperbárica, que desafortunadamente
no existe en la mayoría de las instituciones.
Infección
Conclusión
El BCPIAO ha sido ampliamente establecido como un soporte mecánico de gran valor para
la asistencia ventricular transitoria en el tratamiento de la falla cardíaca, la reducción
significativa de la postcarga, y la mejoría en el aporte del flujo coronario a través del
aumento en la presión diastólica. El BCPIAO también permite una redistribución del flujo
coronario hacia los territorio de isquemia miocárdica.
Diversos estudios han demostrado que el BCPIAO reduce la isquemia miocárdica
perioperatoria y que mejora el resultado de la cirugía cardíaca en los pacientes de alto
riesgo. El EuroSCORE, además de determinar el riesgo pre-operatorio en pacientes que
serán sometidos a cirugía cardíaca, también permite predecir la mortalidad.
Los pacientes de alto riesgo y sin BCPIAO preoperatorio requerirán, en un 19% de los
casos, la colocación del mismo intra o post-operatorio por presentar bajo volumen minuto.
Los pacientes que más se beneficiarían del balón preoperatorio son aquellos de alto riesgo,
pero que no sean sometidos a cirugías de urgencia, debido a que en ellos la mortalidad
intrahospitalaria no puede ser reducida.