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“ANTÍGONA”

PERSONAJES:

 Antígona: hija del rey Edipo.


 Ismene: hija de Edipo.
 Hemón: hijo de Creonte y Eurídice
 Eurídice: reina, esposa de Creonte, madre de Hemón.
 Creonte: rey de Tebas, tío de Antígona e Ismene.
 Corifeo: el que guía el coro en las tragedias griegas.
 Guardián.
 Tiresias: adivino anciano, ciego.

ARGUMENTO:

El difunto rey de Tebas, Edipo, tuvo dos hijos varones: Polinices (hijo de Edipo y Yocasta,
reyes de Tebas) y Eteocles. Ambos acordaron turnarse anualmente en el trono tebano, pero,
tras el primer año, Eteocles no quiso ceder el turno a su hermano, por lo que el primero llevó
un ejército foráneo contra Tebas. Los hermanos se dieron muerte mutuamente, pero son los
defensores de Tebas los que vencen en el combate.

Tras este hecho surge la prohibición de sepultar a Polinices por considerarlo un traidor a los
principios de la ciudad. Antígona, hija de Edipo, cuenta a su hermana Ismene que Creonte,
actual rey de Tebas, impone la prohibición de hacer ritos fúnebres al cuerpo de Polinices,
como castigo ejemplar por traición a su patria. Antígona pide a Ismene que le ayude a honrar
el cadáver de su hermano, pese a la prohibición de Creonte. Ésta se niega por temor a las
consecuencias de quebrantar la ley. Antígona reprocha a su hermana su actitud y decide
seguir con su plan, Antígona desobedece la ley.

Creonte anuncia ante el coro de ancianos su disposición sobre Polinices, y el coro se


compromete a respetar la ley. Posteriormente, un guardián anuncia que Polinices ha sido
enterrado, sin que ningún guardián supiera quién ha realizado esa acción. El coro de ancianos
cree que los dioses han intervenido para resolver el conflicto de leyes, pero Creonte amenaza
con pagar menos a los guardianes porque cree que alguien los ha sobornado. El cuerpo de
Polinices es desenterrado. Pronto se descubre que Antígona era quien había enterrado al
cuerpo, pues intenta una vez más enterrar al cuerpo y realizar los ritos funerarios, pero es
capturada por los centinelas. Antígona es llevada ante Creonte y explica que ha desobedecido
porque las leyes humanas no pueden prevalecer sobre las divinas. Además se muestra
orgullosa de ello y no teme las consecuencias. Creonte la increpa por su acción, sospecha
que su hermana Ismene también está implicada y, a pesar del parentesco que lo une a ellas,
se dispone a condenarlas a muerte.

Ismene, llamada a presencia de Creonte, a pesar de que no ha desobedecido la ley, desea


compartir el destino con su hermana y se confiesa también culpable. Sin embargo, Antígona,
resentida contra ella porque ha preferido respetar la ley promulgada por el rey, se niega a que
Ismene muera con ella. Finalmente, es sólo Antígona la condenada a muerte. Será encerrada
viva en una tumba excavada en roca, Antígona frente a la muerte. El hijo de Creonte, Hemón,
se ve perjudicado por la decisión de su padre, ya que Antígona es su prometida. Señala a su
padre que el pueblo tebano no cree que Antígona merezca la condena a muerte y pide que la
perdone. Creonte se niega a ello y manda traer a Antígona para que muera en presencia de
su hijo. Hemón se niega a verla y sale precipitadamente.

Antígona va camino a su muerte y, si bien no se arrepiente de su acción, ha perdido la altivez


y resolución que mostraba antes, al dar muestras de temor ante su muerte. La humanización
de Antígona resalta el dramatismo del momento.

Creonte es visitado por el vidente Tiresias, y este le anuncia las degracias que vivirá debido a
su impertinencia y terquedad. Desgracias como que el cuerpo de Polinices ha sido repartido
por muchas ciudades, en pedazos por las aves, y estas ciudades tomaran represalias en
contra de Tebas; que si Creonte da muerte al amor de su hijo Hemón, Antígona, este morirá
como consecuencia inmediata. Sabiendo esto Creonte toma consciencia de sus actos y
decretos por lo que aconsejado de Corifeo, se arrepiente y decide enterrar como es debido a
Polinices y liberar a Antígona. El primer acto es logrado, pero al abrir la cueva de Antígona, se
encuentra con ella muerta y colgada del cuello, y con su hijo Hemón desconsolado, este
intenta atentar contra su padre, pero falla y decide enterrarse su espada en el costado, aún
con vida se dirige junto a Antígona dando fin a su vida junto a ella. Creonte completamente
desgraciado vuelve al palacio con el cuerpo de su hijo en brazos, pero aún tiene que soportar
otra desgracia más, pues, al volver a palacio, recibe la noticia de que su esposa Eurídice
también se ha suicidado al conocer las noticias por un mensajero. Creonte se arrepiente del
daño causado.

LIBRETO:

NARRADOR: Los Hermanos Polinices y Eteocles se dan muerte el uno al otro.


ISMENE: ¿Qué pasa, hermana?
ANTÍGONA: Creonte ha decretado que Eteocles sea enterrado; y que Polinices que murió defendiendo
el bando contrario sea dejado sin sepultar.
ANTÍGONA: ¿Puedo contar con tu ayuda?
ISMENE: Pero, ¿piensas darle sepultura, sabiendo lo que se ha prohibido públicamente por Creonte?
ANTÍGONA: Es mi hermano, y también tuyo. El rey no tiene potestad para apartarme de mi sangre.
ISMENE: No, no lo hare, yo obedeceré a las autoridades.
ANTÍGONA: Yo voy a enterrarle.
ISMENE: Sobre el plan que tienes, no se lo confíes a nadie; guárdalo en secreto. Yo no diré nada.
ANTÍGONA: ¡Eso no me importa! ¡Grítalo a los cuatro vientos si quieres!
NARRADOR: Ismene y Antígona se marchan.
NARRADOR: Creonte citó a Corifeo.
CREONTE: He mandado a venir aquí, porque considero importante que sepan esto: A Eteocles, que
luchó en favor de la ciudad, que se le entierre en una tumba; pero a su hermano, en esta ciudad no se
le honra, ni con tumba ni con lágrimas.
CORIFEO: ¿Qué otra cosa quieres decirnos?
CREONTE: Que morirá el que desobedezca mis órdenes.
CORIFEO: Nadie es tan loco como para desobedecerte.
NARRADOR: Entra el guardián llevando a Antígona.
CORlFEO: (A Antígona) ¿Qué es esto? ¿Te traen acaso porque no obedeciste la orden del rey?
GUARDIÁN: Si. Ella es la que lo hizo; la cogimos cuando lo estaba enterrando. Pero, Creonte, ¿dónde
está?
CREONTE: ¿Qué sucede?
GUARDIÁN: Señor, he venido para traerte a esta muchacha que ha sido hallada haciendo una tumba.
CREONTE: ¿Entiendes la gravedad de lo que dices?
GUARDIÁN: Si. Yo la vi a ella enterrando al muerto que tú habías dicho que quedase insepulto.
CREONTE: (A Antígona) Y tú, tú que inclinas al suelo tu rostro, ¿confirmas o desmientes haber hecho
esto?
ANTÍGONA: Lo confirmo; yo lo hice, y no lo niego.
CREONTE: ¿sabías que estaba decretado no hacer esto?
ANTÍGONA: Si. Lo sabía ¿cómo no iba a saberlo? Todo el mundo lo sabe.
CREONTE: ¿Te atreviste a pasar por encima de la ley?
ANTÍGONA: No era Zeus quien me la había decretado.
NARRADOR: Se acerca Ismene.
CREONTE: (A Ismene) ¿Vas a decirme también tú, que tuviste parte en lo de la tumba, o jurarás no
saber nada?
ISMENE: Si ella está de acuerdo, yo lo he hecho. Acepto mi responsabilidad.
ANTÍGONA: No quiero que mueras tú conmigo, ni que hagas tuyo algo en lo que no tuviste parte.
Bastará con mi muerte.
ANTÍGONA: Sálvate, yo no he de envidiarte si lo haces.
ISMENE: ¿Qué puede ser mi vida ya sin ella?
CREONTE: No, no digas ni "ella”, porque ella ya no existe.
ISMENE: ¿cómo?, ¿matarás a la novia de tu hijo?
CREONTE: No quiero malas mujeres para mis hijos.
ANTÍGONA: ¡Ay Hemón querido! Tu padre te falta al respeto.
CREONTE: (A Hemón.) Hijo mío, ¿Vienes aquí porque has oído mi última decisión sobre la doncella
que a punto estabas de esposar?
HEMON: Padre, soy tuyo, y tú derechamente me encaminas; ninguna boda puede ser para mi tan
estimable para preferirla antes que a ti.
CREONTE: ¿Gobierno esta tierra según otros o según mi parecer?
HEMÓN: No puede ser la ciudad solo tuya.
CREONTE: (A corifeo.) Está claro, se pone del lado de la mujer.
HEMÓN: No puedo dar por justos tus errores.
CREONTE: ¡Infame! Todo lo que dices, es a favor de ella.
HEMÓN: También a tu favor, al mío, y al de los dioses.
CREONTE: Nunca te casarás con ella, al menos viva.
HEMÓN: Con esto solo lograras quedarte solo ¿es esto lo que quieres?
CREONTE: Traedme a aquella odiosa mujer, para que aquí, ante los ojos de su novio, muera.
HEMÓN: No en mi presencia; ni se te ocurra pensarlo.
NARRADOR: Sale Hemón, corriendo.
CORIFEO: Y a Antígona, ¿Qué clase de muerte piensas darle?
CREONTE: La llevaré a un lugar que nadie conozca, la enterraré viva a fin de que la ciudad quede sin
mancha de sangre.
NARRADOR: Un Guardián trae a Antígona con las manos atadas.
ANTÍGONA: ¡Mírenme todos! ¡Cometen conmigo una injusticia!
CREONTE: Llévenla como les dije; déjenla sola, y que muera.
NARRADOR: Creonte es visitado por el anciano Tiresias anunciándole las desgracias que pasan por
su terquedad y soberbia.
TIRESIAS: El cuerpo de Polinices ha sido repartido por muchas ciudades, en pedazos por las aves, y
estas ciudades tomaran represalias en contra de Tebas; que si das muerte al amor de tu hijo Hemón,
Antígona, este morirá como consecuencia inmediata.
NARRADOR: El rey asustado busca a Corifeo.
CREONTE: ¿Qué Hago? Habla que estoy dispuesto a obedecerte.
CORIFEO: Saca a Antígona de su subterránea morada, y al muerto que yace abandonado levántalo
una tumba.
CREONTE: ¿Esto me aconsejas? ¿Debo ceder, según tú?
CORIFEO: Si. Y lo antes posible señor.
CREONTE: No hay forma de luchar contra lo que está destinado.
CORIFEO: ¡Ve y hazlo cuanto antes!
NARRADOR: Creonte Se dirige a donde yace el cuerpo de Polinices y pide a los Dioses perdón y
reconoce su equivocación.
NARRADOR: Luego se encamina hacia el lugar donde estaba Antígona. (Se oyen gritos de lamentos).
CREONTE: ¡Es mi hijo!
NARRADOR: Creonte se acercó y vio a Hemón que abrazaba por la cintura a la joven que se
encontraba colgada del cuello.
CREONTE: ¿Qué haces allí? Sal, hijo, sal; te lo ruego. (Hemón mira a su padre con desprecio y al
fallar en su intento de matarlo, se quita su propia vida).
NARRADOR: Aparece Eurídice, esposa de Creonte y habla con el mensajero.
EURIDICE: ¿Puede alguien decirme qué pasa?
CREONTE: Hemón ha muerto. El mismo se ha quitado la vida. Su cuerpo yace junto al cadáver de su
prometida.
NARRADOR: Eurídice se marcha sin decir una sola palabra y se quita la vida.
CREONTE: ¡Oh hijo mío!, has muerto por mis decisiones, y no por las tuyas.
CORIFEO: ¡Muy tarde para lamentarte, Creonte!
GUARDIAN: (A Creonte.) Señor, esa no es la única desgracia.
CREONTE: ¿Cómo? ¿Qué otra desgracia es peor que esto?
GUARDIAN: Tu mujer se ha matado.
CREONTE: ¿Qué dices?, ¿mi mujer yace muerta?
CORIFEO: Tú mismo puedes verla, ya no es ningún secreto.
MENSAJERO: El culpable de las muertes eres tú.
CREONTE: Hijo mío, yo sin quererlo te he matado. Y a ti también esposa.
CORIFEO: La prudencia es la base de la felicidad. Y, en lo debido a los dioses, no hay que cometer ni
un desliz.
(Para los orgullosos, los mayores golpes. Ellos con el tiempo, aprenden a tener prudencia).
PERSONAJES Y PAPELES DISTRIBUIDOS

 Narrador: ………………………………………………………..
 Antígona: ………………………………………………………..
 Ismene: …………………………………………………………..
 Hemón: …………………………………………………………..
 Eurídice: …………………………………………………………
 Creonte: …………………………………………………………
 Corifeo: ………………………………………………………….
 Guardián: ………………………………………………………..

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