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Jose Olavarria (2017) Sobre hombres y masculinidades: “ponerse los pantalones”

© De esta edición
Universidad Academia de Humanismo Cristiano
Condell 506 – Providencia – Santiago de Chile
DIP – Dirección de Investigación y Postgrados - Unidad de Publicaciones
© José Olavarria

Según Olavarría (2017) los fenómenos humanos podrán comprenderse en ciertas de sus
características a partir de las diferencias sexuales y los significados sociales a los que se
encuentran asociados. A esto último se le llama sistema sexo/genero será ese grupo de
prácticas símbolos, representaciones, normas y valores que las sociedades elaboran
apartir de la diferencia anatómica /fisiológica que justifica relaciones de dominación-
subordinación entre hombre y mujeres.

Estos sistemas sexo / genero son reproducidos en distintos aspectos de la vida, según el
autor en los siguientes niveles: en la subjetividad, en la interpretación y construcción de
los cuerpos, en las relaciones al interior de la familia, en la escuela, en el sistema político
y en la definición de la agenda pública.

Dentro de los estudios desde un enfoque de género inicialmente estos se centraron en


abordar las identidades y relaciones de varones y mujeres como construcciones sociales
en lugar de hacerlo como aspectos “naturales” del comportamiento humano. A nivel de
las masculinidades los precursores se tenían como objetivo desvelar el machismo y
marianismo que serian dos identidades y relaciones de genero interactuantes prevalentes Commented [RR1]: Antecedentes de estudios de genero

desde la época de la conquista. Según Fuller (1998) algunos estudios se centraron en el


fenómeno del machismo, comprendido como la obsesion de varones por el dominio, la
virilidad, la posesividad de la propia mujer, la jactancia con otros hombres y las
consecuencias negativas para las elaciones padre-hijo. En los años 80 se incrementa la
investigacion sobre lños hombres en ciencias sociales y se comienza a deconstruir la
masculinidad, a desnaturalizarla.

Según Olavarria se pueden distinguir diversas líneas de investigacion respecto a la


masculinidad.
Género, identidades, subjetividad y masculinidades.

Esta línea está centrada en el cómo los hombres construyen su masculinidad, respecto a
su sexualidad, paternidad, trabajo, etc. Sus focos principales: identidades masculinas,
procesos subjetivos, modelo de masculinidad hegemónica, conflictos y contradicciones
que enfrentan respecto a las mujeres.

Existe un amplio acuerdo en que la masculinidad se define siempre dentro de los


contextos socioeconómico, cultural e histórico en el que se encuentran los varones y que
esta construcción histórica se reproduce socialmente. A partir de estos relatos se puede
configurar una versión del “deber ser” y el ser de los hombres, referente presente en sus
identidades masculinas y que se impone sobre los otros. Los estudios coinciuden en que
es posible identificar cierta versión de la masculinidad que se erige como norma y deviene
en hegemonica, incorporándose en la subjetividad tanto de hombres como de mujeres,
que forma parte de la identidad de varones y buscar regular al máximo sus relaciones
genéricas. De esta manera el varon delimita lo que se le esta o no permitido.

Si bien los varones ser hombres tiene un origen en una característica biológica- tener
pene- las pautas internalizadas les dicen que nacen incompletos, que la plenitud se logra
en la adultez luego de un conkjunto de experiencias iniciáticas. Asi los hombres tienen
la paradoja de hacerse tales, frente a si mismos y frente a los otros y otras. Deben por
tanto desarrollar ciertos atributos y asumir “roles” en cada momento de su vida. Todo
ello en forma continua y cuidando de no salirse del libreto para no arriesgar su condición
de varon.

Los atributos que definen a los varones están sostenidos y reforzados por mandatos
sociales que son internalizados y forman parte de sus identidades, señalándoles que se
espera de ellos.

Atributos y mandatos expresan esa masculinidad dominante que es su referente y el patrón


con el que se comparan y son comparados, pero que no necesariamente pueden exhibir o
ejercer en los diferentes ámbitos de su vida. Por el contrario, su exhibición y ejercicio
dependerá de factores como: el éxito que tengan a la hora de pasar las pruebas de
iniciación que les permitan reconocerse y ser reconocidos como hombre; de su
sensibilidad; de los recursos materiales, simbólicos e institucionales que posean/hereden;
del contexto social en el que vivan, entre otros
La exhibición de esos atributos y el ejercicio de los mandatos lo que los hará varones

Algunos de estos mandatos les señalan que: los hombres se deben distinguir/se
distinguen, deben ser/son importantes; deben ser/son rectos, protectores y empeñan su
palabra; deben ser/son autónomos y tratar de igual a los otros varones y como superiores
de mujeres y niños; deber ser/ son racionales y no dejarse amilanar por consideraciones
afectivas o emocionales que afecten sus decisiones; deben ser/ son emocionalmente
controlados, valientes y no demostrar miedo; deben ser/son fuertes físicamente,
resistentes y estar dispuestos a competir con otros hombres para intentar vencerlos. Los
hombres deben ser/son de la calle; la casa es el lugar de las mujeres y los niños. El
hombres deben ser/son del trabajo. Los hombres deben ser/son heterosexuales activos.
Así, los varones para “hacerse hombres” tienen que someterse a una ortopedia; deben
superar ciertas pruebas: conocer el esfuerzo, la frustración, el dolor; haber conquistado y
penetrado mujeres; hacer uso de la fuerza cuando estimen que es necesario; actuar
valientemente en situaciones que así lo requieren y que los/as otros/as puedan constatar
de alguna manera; trabajar remuneradamente; ser padres/tener hijo/s. Como fruto de lo
anterior, podrán ser aceptados como “hombres” por los otros varones que “ya lo son”, y
ser reconocidos como hombres por las mujeres.

Son los otros hombres, fundamentalmente los adultos que encarnan el referente al que se
deben igualar e identificarse, quienes califican y juzgan su masculinidad; la opinión de
los otros es definitoria, ellos aprueban los desempeños y logros que acreditan que es un
varón; contra ellos compiten. compite por poseer mayor poder, prestigio, respeto, fuerza,
inteligencia y, especialmente, por las mujeres. Competir contra una mujer, en cambio, es
rebajarse, afecta a su dignidad y su respeto, porque por definición es una inferior. Con las
mujeresconstruye la diferencia, que es constitutiva de sus identidad.

Las mujeres se constituyen también en garantes de la masculinidad (Vivero, Olavarria y


Fuller, 2001)

La mujer y lo femenino representan el límite, la frontera de la masculinidad; lo prohibido e


inaceptable
La doble demanda, de demostrar/me que soy hombre hoy y me preparo para serlo mañana, está
íntimamente ligada a los distintos momentos de la vida: la infancia, la pubertad/adolescencia, la
adultez y la vejez. En cada momento esa disyuntiva tiene una particular forma de resolución que es
aceptable. Para los varones —adultos jóvenes y adultos— la transición más importante estaría entre
la niñez/adolescencia y la adultez; ese período llevaría al varón a alcanzar su mayor expresión, para
luego ir perdiéndola, a medida que se interna en la vejez. El proceso de hacerse varón adulto implica
cambios y transformaciones en las diversas dimensiones de su biografía.
A algunos varones este modelo de masculinidad les produce grandes satisfacciones; a otros,
en cambio, les provoca incomodidad, molestias, fuertes tensiones y dolores que los
conflictuan por las exigencias que impone.

Esta manera de ser hombre se ha transformado en lo “natural” (“los hombres son así”),
hegemonizando una forma de ser hombre, una masculinidad. Marcando esta diferencia
entorno a los cuerpos, tener o no tener pene y esta habilita esta inequidades. Dada esta
naturalización se invisibiliza y se perpetuan las relaciones de poder que existen entre varones y
mujeres.

En distintos ámbitos de la vida será posible observar como los varones aceden a recursos
cualitativamente superiores a las mujeres y se confrontan a otros hombres para subordinarlos
y/o lograr mas autonomía. Una forma de expresión del uso de estos recursos de poder es el
sentido que adquiere la responsabilidad. La invisibilidad de atributos y mandatos de esta
masculinidad dominante permite a los hombres tener comportamientos que, considerados
como “responsables” por ellos mismos, desde la mirada de otros y otras son calificados de
arbitrarios, inaceptables e incluso violentos. Esta forma de ser hombre les libera
subjetivamente de la culpa —y a veces de la vergüenza— por las consecuencias de ciertas
conductas y prácticas. En nombre de la responsabilidad pueden justificar comportamientos
contradictorios, pero que adquieren sentido subjetivo “honorable” en la construcción de
sus propias biografías. Esta fragmentación de las identidades y subjetividades de los
hombres, es uno de los mecanismos que permite el uso de poder.

Siewndo los mandatos contrarictorios entre si, y en ciertas circunstancias especificas ,


enfrentados a la propia masculinidad lo varones tendrán que optar por alguno en
ocaciones contrariando las normas jurídicas o de valores.
En la adolescenciua es una etapa de vida de los varones en el que se enfrentan a una serie
de pruebas iniciáticas que les permite el paso a la adultez La necesidad de ser reconocidos
como hombres les induce a demostrar que efectivamente ante ellos mismos y frente a
otros/as. “Responsablemente” ( cumpliendo con el mandato) hacen el uso de la fuerza y
la violencia para imponerse a otros aunque las consecuencias sean graves para su salud y
para la aquellos/as a los que se enfrentan

La delincuencia, en una proporción de los varones jóvenes y adultos, en algunos casos puede
ser entendida como una forma de responder responsablemente a los mandatos de la
masculinidad dominante en el hogar … delinquir sería un comportamiento “responsable”,
ya que en caso contrario no cumplirían su “rol”, lo que les haría perder el respeto y la
autoridad ante los miembros de su familia y terceros … comportamientos “responsables”
permiten a los varones una gran maleabilidad en sus conductas. En la subjetividad de los
hombres dichas prácticas pueden ser en tendidas como aceptables o permitidas. Lo que
“debe” salvar el varón, en última instancia según el referente, son sus recursos de poder
para mantener su superioridad y reproducirla. El referente de la masculinidad dominante
autoriza esta lógica, dando sentido subjetivo a prácticas tan contradictorias con tal de
mantener el control de la situación, incluso haciendo uso de la violencia de género.

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