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RESPONSABILIDAD SOCIAL Y VALOR COMPARTIDO

La responsabilidad social ha venido evolucionado desde un enfoque


filantrópico y humanitario hasta el compromiso con el desarrollo y medio
ambiente con el que se expresa en la actualidad. En el cambio han
contribuido tanto factores de compromiso social como de necesidad
comercial, actualmente la RSE se está convirtiendo en un factor de
competitividad.

Este proceso puede notarse en la adhesión de las empresas peruanas a causas


como el de la no violencia hacia las mujeres y las grandes movilizaciones de
colectivos como “Ni una menos” donde más de una empresa acompaña las
manifestaciones y desarrolla el denominado Marketign Social o Marketing
3.0 desarrollado, nada menos que por Philip Kotller, padre del Marketing
Mix que ha dominado el mercado durante los últimos 50 años.

Ya no se trata de tejer de día para destejer de noche como lo hacía Penélope,


sino que hoy se tiene la oportunidad para alinear la misión de la empresa a
las causas y prioridades de la sociedad. La razón de ello se fundamenta en la
propia supervivencia del capitalismo. Por ello Porter1, el padre de la
competitividad afirma con Kramer:

“Las empresas deben asumir el liderazgo para volver a unir los


negocios con la sociedad. Ya hay empresas más avanzadas y
pensadores líderes que reconocen esta necesidad, y ya están
emergiendo elementos promisorios de un nuevo modelo. Pero todavía
falta un marco general para guiar estos esfuerzos y la mayoría de las
empresas sigue pegada en la mentalidad de la “responsabilidad
social” donde los problemas sociales están en la periferia, no en el
centro.

La solución está en el principio del valor compartido, que involucra


crear valor económico de una manera que también cree valor para la

1
"La creación del valor compartido" por Michael E. Porter y Mark R. Kramer- Harvard Business Review,
https://www.academia.edu/25464533/El_principio_de_valor_compartido_de_Porter_y_Kramer
sociedad al abordar sus necesidades y desafíos. Las empresas deben
reconectar su éxito de negocios con el progreso social. El valor
compartido no es responsabilidad social ni filantropía y ni siquiera
sustentabilidad, sino una nueva forma de éxito económico. No está en
el margen de lo que hacen las empresas, sino en el centro. Creemos
que puede iniciar la próxima gran transformación en el pensamiento
de negocios”.

Pero Porter no sólo se ocupa de orientar por donde pueden y deben caminar
las empresas, sino que, tras afirmar que se van a difuminar las fronteras de
las empresas y las ONGs, le asigna un rol a lo que llama “Emprendedores
Sociales” y en el que podemos localizar a el “Comité de Agua”

“Las empresas no son los únicos actores que encuentran soluciones


para los problemas de la sociedad. Hay toda una generación de
emprendedores sociales aventurándose en nuevos conceptos de
producto que satisfagan las necesidades sociales usando modelos de
negocios viables. Como no están encerrados en el estrecho
pensamiento de negocios tradicional, los emprendedores sociales
suelen estar muy por delante de las corporaciones establecidas en lo
que se refiere al descubrimiento de estas oportunidades. Las empresas
sociales que crean valor compartido pueden escalar más rápidamente
que los programas meramente sociales, los que suelen ser incapaces
de crecer y volverse autosustentables.

El verdadero emprendimiento social debería ser medido por su


capacidad de crear valor compartido, no sólo beneficios para la
sociedad”

En la línea de hacernos todos corresponsables del futuro de la humanidad,


está la practica de la promoción social, la competitividad empresarial y los
grandes compromisos internacionales como las ODS que establece metas
para construir la sostenibilidad del planeta, abordando en 17 puntos los
compromisos a los que pueden alinearse gobiernos, empresas,
organizaciones sociales y personas. En el Objetivo 6 de las ODS sobre agua
limpia y saneamiento se plantea:
“De aquí a 2030, lograr el acceso universal y equitativo al agua
potable a un precio asequible para todos”

Diversos actores, entre las que destacan las empresas, han establecido a nivel
mundial la norma ISO 26000 sobre responsabilidad social. En el Perú,
Indecopi ha publicado la “Guía de Responsabilidad Social” que corresponde
seguir para una organización social peruana. En este documento se plantean
los siguientes principios:

Principios de la ISO 26000


1. Rendición de cuentas
2. Transparencia
3. Comportamiento ético
4. Respeto a los intereses de las partes interesadas
5. Respeto al principio de legalidad
6. Respeto a la normativa internacional de comportamiento
7. Respecto a los derechos humanos

Estos principios, salvo el punto 6, son


idénticos a los que asume toda
organización comunitaria que
pretende lograr su sostenibilidad pues
de lo contrario serían sencillamente
inviables.

Por otro lado, la ISO 26000 peruana


nos presenta 7 materias fundamentales
que forman 7 ejes de actuación:

Materias fundamentales ISO

1. Gobernanza de la
organización
2. Derechos humanos
3. Prácticas laborales
4. El medio ambiente
5. Prácticas justas de operación
6. Asuntos de consumidores
7. Participación activa y desarrollo de la comunidad

La responsabilidad social de la organización de agua


Como la mayoría de las empresas que asumen el enfoque de responsabilidad
social, las organizaciones sociales como el Comité de Agua vienen
trabajando en la búsqueda de metas de las ODS (agua para todos, vivienda,
trabajo, etc) con prácticas de mejoramiento del medio ambiente e incluso en
el desarrollo de la economía, siendo básico, para su supervivencia la
gobernanza de su organización. En el caso de dicho comité, directamente
alineado al logro del Derecho Humano al Agua. De esta manera, tal como lo
plantea Porter, se desarrolla un Valor Compartido dado que se obtienen
beneficios para el comité, la comunidad y también para la localidad, donde
habitan otros actores.

Las organizaciones comunitarias son organizaciones sin fines de lucro que


promueven el desarrollo comunal a través del acceso al agua segura.
Además, como organización promueven una buena gobernanza con
transparencia financiera y gestión democrática en la gestión del agua, lo que
permite acumular ganancias que pueden ser empleados para la reinversión
social.

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