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CUENTOS E HISTORIAS IMPROBABLES
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© Moisés Salinas Fleitman
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INDICE DE CUENTOS
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AUTOBIOGRAFÍA POSTADOLESSCENTE
1991
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UN FINAL FELIZ
1995
Yoel
Eitan
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estaban presentes, y eso nos obligaba a estar apretados e
incómodos en clase.
FIN DE LA ESCENA
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Yoel
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¿Como había llegado a mi mano? ¿Como había llegado yo
ahí?
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hipnotizante voz, el "santo" no me iba a convencer. No
después de lo que yo había pasado...
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Eitan
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Yoel
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Por toda respuesta, recibí un recorte de papel periódico
con una dirección garabateada en lápiz, y antes de que
pudiera seguir preguntando, el mendigo había desaparecido.
Mi nueva vida en los Estados Unidos fue
"revivificante". Parecía como si me hubiera despertado de
un largo sueño, con nueva vida y energía. Un niño Israelí
era en el colegio Judío toda una curiosidad. Israel era, para
un niño, y a veces para un adulto también, un sinónimo de
fantasía. Las historias de guerras, Barbudos ortodoxos
vestidos de negro, Árabes con largas cimitarras, desiertos
convertidos en jardines, historias bíblicas, ejércitos
maravillosos, y todo lo demás, era como juntar las mil y
una noches, Julio Verne, Superman y los Boinas Verdes en
una licuadora y hacerlos batido, para después coronarlos con
crema batida y una roja cereza. Un niño Israelí era una
atracción, admirada por unos y odiada, despreciada o temida
por otros. Pero sea como fuere, yo no podía pasar
desapercibido. Especialmente, cuando casi dos años habían
pasado desde la muerte de mi padre, y yo contaba sus
historias y hazañas de heroísmo incalculable, unidas a
relatos fantásticos sobre Israel, el gran país, con seres
mitológicos y tal cantidad de fantasías sobre la tierra santa,
que la leche y la miel de los cabalistas y estudiosos de la
edad media se quedaban cortas frente a los caramelos y
malteadas de mis propias historias. En pocas palabras, Me
volví popular, y reforcé, tanto mi imaginación creativa que
posteriormente me traería fama como escritor, como mi
sionismo, que finalmente me traería todas las desgracias que
en aquella época no podía imaginar.
Eitan
Yoel
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-Apoyo. Usted es un famoso escritor, pacifista. Tiene
contactos. Necesitamos apoyo político y económico. Usted
puede ayudarnos.
-Pero es que yo no vine a Israel a eso...
-Lo sabemos.
-¿Como lo saben? Repetí una vez mas la innecesaria frase, y
la respuesta fue tan solo una mirada del ex ciego-mendigo.
Entonces me di cuenta de quien era yo. Me di cuenta de mi
Identidad y mi Sionismo, de mi nacionalidad, de mi patria y
de mi vida. Si, en ese momento podía haber salido de ahí,
eso era todo, pero decidí no hacerlo, los ayudaría. Si mi
vida valía para algo, para eso era...
Eitan
Yoel
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el fuego. Sentí dolor. Creo que me desmayé, en todo caso,
todo había terminado, y lo único que acerté a hacer fue a
pensar en una vieja parábola de Kafka que dice mas o
menos así:
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LA VIDA ES UN JUEGO
1987
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momentos de intimidad en que dos almas se funden para
complementarse...
Pero son tan raros los momentos que el hombre se da a si
mismo, que los ha sustituido por juegos. En vez de vivir
nuestro sentimientos de amor y de amistad, de ideal y libertad
y de tantas otras cosas que "YO" llevo dentro de los hombres,
los sustituyen por juegos con valores irreales...Jugamos al
dinero, al matrimonio, al empleo; los mas juegan a la vida y
otros pocos juegan a la muerte y a la guerra...
Jugamos a esconder lo que pensamos y en vez de decir la
verdad, jugamos ridículos juegos de insinuación y engaño. En
vez de decir "Te amo..." se juega a recibir un certificado que no
significa amor y que recibimos de manos de alguien que
muchas veces ni si quiera entiende lo que ello significa, y en
vez de decir "Ven, tu eres mi hermano..." jugamos a crear
instituciones de caridad y...bah, otros tantos juegos en los que
solo buscamos mostrar lo que no creemos y creer en lo que no
sentimos, que seria imposible terminar. Y así, el humano
pierde su vida, jugando. Y de juego en juego, el mundo sigue
su marcha en inexorable camino a una destrucción lenta y
silenciosa, que, finalmente, terminara siendo otro juego...
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AL OTRO LADO DE LA MURALLA
1988
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La impaciencia empezó a carcomer a Marcus por dentro
así que se decidió por un descenso mas rápido, aunque mas
arriesgado. Partió nuevamente al amanecer, dejando correr su
peso a través de la soga, sostenido por una serie de arneses y
poleas. Cuando la cuerda se acababa, la soltaba con un sistema
especial que había aprendido, y la volvía a dejar caer en todo
su largo, repitiendo la misma operación una y otra vez, y así,
durante los dos días que duro el descenso.
Por fin vio tierra, apuro el paso, y era tal su alegría que
olvido todo lo que había pensado, olvido fijarse si había alguna
diferencia, olvido el otro lado, como si nunca hubiese existido.
Llego al suelo y lo mas rápido que pudo se libero de sus
correas y equipo y echo a correr como un niño gritando- ¡SOY
LIBRE! ¡SOY LIBRE! Ningún hombre había ahí para
recibirle, ni fiestas ni comerciantes, ni vitorees ni aplausos,
pero a Marcus no le importaba porque había logrado cruzar el
muro; y por eso gritaba: ¡SOY LIBRE!
Solo un mendigo lo veía, un mendigo que estaba ahí
desde los tiempos mas antiguos y del que cuenta la historia
conoció a los mismísimos dioses, y al tiempo que Marcus
gritaba, el mendigo se lamentaba por el, y pensaba:
-Pobre hombre, debe de estar loco, puesto que todo mundo
sabe que la libertad se encuentra al otro lado de la muralla.
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BAILE DE MASCARAS
1984
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tras su mascara de trágico payaso, sus bromas pesadas solo son
para empañar la alegría del prójimo.
Tenemos también al gigante u hombre fuerte, ambos
tienen la misma raíz. Pretenden mostrar la fuerza y el poder, la
valentía y el coraje, y es que bajo los músculos de cartón o
sobre los zancos de madera encontramos al hombre pequeño,
Infinitamente pequeño al grado de que su miedo es el ser
pisoteado, y que se somete bajo la tiranía de un verdugo por su
miedo a la libertad. Es el que renuncia a ser si mismo, y busca
la seguridad en el fanatismo y la violencia colectiva.
Estos son disfraces simples, que solo pretenden ocultar
la realidad al mostrar el lado opuesto de la moneda. Pero están
los mas elaborados, y, por tanto menos comunes...y mas
peligrosos.
Tenemos por ejemplo al diablo. Este pequeño aprendiz
de Satán busca lograr el efecto contrario a los disfraces
anteriores, el que lo porta es, en realidad un diablillo. Pero si
bien el tipo de diablo que representa es travieso, en realidad
este ser es desalmado y el mal corre por su sangre. Es el
hombre que no le tiene respeto a la vida (La ajena, por
supuesto) y solo busca su provecho personal a costa de los
sufrimientos de los demás.
Tenemos también al pordiosero, es el hombre que si
bien ha tenido "éxito" en la vida, y parece ser un hombre
honrado y cabal, debe su éxito a la mendiga y la limosna que
suplica de gente influyente, y a pago esta dispuesto a vender su
propia sangre al diablo...
Pero entre todos estos, y todos los otros que no he
descrito y que usted debe conocer, se encuentra el peor de
todos, el mas temible: El mil mascaras.
Ese es el líder, el policía o el bandido según convenga,
el soldado y la paloma, el asesino y la víctima, todos al mismo
tiempo o por separado según convenga. El es el que tiene la
mascara perfecta para toda ocasión, y tiene una tras otra en
interminable cadena que son el secreto de su fuerza. El es el
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hipócrita entre los hipócritas, el mentiroso por excelencia, y
aunque nada se compara con su disfraz, es todavía mas
sorprendente lo que se encuentra adentro...porque tras todas
esas mascaras y maquillajes, tenemos que en su interior no hay
nada. El disfraz esta vacío al igual que su portador, y al final,
cuando el nada que hay adentro llega a su fin, cae vacío el
vestuario infinito compuesto de putrefactos gusanos...
Pero, querido lector, tal vez cometo un terrible error al
revelarle yo estas cosas, tal vez usted se traume o tenga un
ataque cardiaco, porque, aun y cuando a veces yo también
entro en el baile, usted es el protagonista principal de esta
fiesta de hipocresías llamada vida. Usted escoja su disfraz. Yo
prefiero mantenerme a raya, y tratar al menos de vivir una vida
sincera y sin mascaras...
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DESDE EL FONDO
1990
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sufrimiento ni torturas, hay mucha duda y gran
arrepentimiento. Creo que mi vida no fue muy productiva, no
me dejo grandes satisfacciones, y nunca fui nada mas que un
mediocre, un ser ordinario, "normal", probablemente como
usted. Por eso no me siento tan satisfecho al recordar mi vida,
pero tampoco tan desgraciado; Percibo un balance.
Pero sin embargo, hubo un momento de mi vida que supongo y
espero tuvo un sentido de propósito, y fue el final. El final de
mi vida tal vez fue lo único que valió algo mas que un poco de
vanidad, pero fue necesario morir para darme cuenta de ello.
Es irónico, pues mi muerte fue una consecuencia mas de la
arrogancia del hombre, el hombre común, el insignificante,
como lo fui yo, y como probablemente lo sea usted. Yo perdí
la vida como parte de un juego, el juego de la guerra. La razón
por la cual perdí la vida tan joven, es que en mi país, como en
tantos otros, el trabajo sucio de nuestros gobiernos lo llevan
acabo meros adolescentes. Morí atravesado por una bala que
probablemente disparo otro chiquillo como yo. Yo se que esto
seguramente le parecerá contradictorio. ¿Como puedo
considerar mi muerte como productiva, y al mismo tiempo
repudiar lo que la causo? Como consecuencia de mi muerte,
usted, querido lector, puede leer esta historia. Antes de
fallecer, yo era un gran patriota y muy nacionalista; creía que
se debía pagar la muerte da cada uno de los nuestros con la
sangre de 10 enemigos de mi pueblo, consideraba la lucha
como algo prácticamente sagrado. Se necesita estar aquí abajo,
desde el fondo, para darse cuenta de que la muerte de un
muchacho adolescente, es lo mismo para nosotros que para
ellos. Al final, el seguramente siente lo mismo que yo, y las
vidas de ambos tienen el mismo valor. Mi joven enemigo
probablemente amó, y odió, con la misma pasión y la misma
intensidad. Probablemente su madre también lloro cuando lo
bajaron hasta el fondo. Probablemente su hermano también
juro venganza. Pero claro, usted no esta muerto, ni siquiera
tiene una cercana idea de lo que significa perder la vida, usted
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no ha sufrido los primeros días, incluso meses, pensando en
que la tumba lo bloquea a uno eternamente, y que esta
condenado a la soledad. Pero incluso a eso se acostumbra uno.
Se necesita estar aquí abajo, en este fondo obscuro y solitario
para entender que todos somos iguales, que yo, al igual que el
muchacho quien me disparo, así como aquel al que yo mate
antes de eso, aquí abajo somos iguales. Y lo éramos allá arriba,
solo que allá uno esta ciego, o mas bien cegado por la codicia y
el egoísmo, y eso es una lastima.
Se necesita estar aquí abajo para valorar la vida, la
libertad, para darse cuenta de lo inútil que es vivir por lo
material, pues de eso, aquí, no queda nada, ni siquiera la
memoria; Mi amigo, vivir, no, perdón, morir aquí abajo,
sabiendo que nunca se hizo nada trascendente allá arriba, es
peor que lo que Dante imagino fuesen los dientes de Satanás
mismo. Puede que esta sea una idea un poco compleja para
usted, que si esta vivo, y aun peor si además es un mediocre.
Aquí es donde uno se da cuenta de que vale la pena vivir para
tratar de construir, de crear, de amar, de mejorar. Pero el
acceso a la consciencia sobre lo trascendente es limitado,
amigo de mente practica. Es difícil ver mas allá de lo material
cuando hace tiempo usted decidió que preocuparse por los
demás, especialmente no se les conoce, es de estúpidos; Que
los que tienen poco corazón son los que tienen éxito, y por eso
no hay alternativa y que hay que ser un desalmado. La gran
ironía es que si usted sigue pensando así, entonces, temo que
tendrá razón. En la vida, probablemente será una persona de
éxito, tal vez un profesionista o un gran empresario, vivirá en
una casa cómoda, con un lindo auto, una bella mujer y dos
encantadores hijos, hasta el día en que ellos también tengan
que ver a los ojos a otro adolescente, a través de la mira de un
rifle…
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SERAS UN HEROE...
1987
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LA 2A GENERACION DEL DESIERTO
1989
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EL ULTIMO DE LOS CANANEOS
1988
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de la guerra, pero cuando el rey llama a defender la tierra,
todos los campesinos salimos a luchar...y a morir.
Tal vez si los hebreos nos hubieran dado oportunidad de
negociar, una vez que estábamos convencidos de que la lucha
era inútil, el final hubiese sido diferente, pero no fue así.
Nos lanzamos a la guerra, y a pesar de nuestra
superioridad numérica fuimos derrotados, sometidos y
prácticamente esclavizados. Casi todos nosotros no éramos
mas que labradores, si los hebreos nos hubiesen dado tan solo
la oportunidad de vivir libres, como antes, también el final
hubiese sido diferente, pero no fue así.
Si mi pueblo fuera un pueblo pesimista, deprimido, y no
le importase su libertad, su cultura y valores; y si para mi
pueblo el odio por el que le roba su tierra, que es su trabajo, su
sustento y su vida, no fuese sagrado, el final hubiese sido
diferente, pero no fue así.
¿Y como fue el final? Pues perdimos la guerra, si. Que
todos los que nos "apoyaban" lo hicieron solo de palabra, y que
los hebreos no nos dejaron otra alternativa que seguir
luchando, fue lo que creo que algunos de nosotros no dejasen
el camino de la sangre. Pero lo mas triste de todo, es que los
hebreos se cansaron de eso, y por tanto, cometieron un error, se
olvidaron de su dios, de su ley y sus valores, dejaron de creer
en la libertad cuando se la quitaron a otros, dejaron de creer en
la paz cuando escogieron el camino de la guerra y el
exterminio para solucionar el problema, y dejaron de creer en
la justicia cuando la única justicia que les asistía era la que a
ellos les convenía.
Nos empezaron a matar, a perseguir como animales.
Corrernos no era suficiente, pues ellos recordaban que alguna
vez, un pueblo al que habían corrido de su tierra volvió para
quedarse. Teníamos que vivir como ratas, escondidos en
agujeros, y muchos de los nuestro se quitaron la vida pues no
podían ver su honor mancillado de tal manera.
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Un día, a mi esposa y a mis hijos los agarraron, yo solo
pude escapar de milagro, e ignoro cual haya sido su suerte.
Estuve solo, escondido por varias semanas en el desierto, y
llorando. lloraba por la destrucción de mi pueblo, de mi gente.
lloraba por que había en el mundo, alguien que en vez de
considerarnos hombres nos creía animales, y lloraba por que
éramos presa del pueblo que al ser perseguido, en vez de
aprender a ser libre, aprendió a perseguir...pero, un momento,
algo aquí esta mal. Algo no concuerda y no se lo que es...
Finalmente fui atrapado. Toda mi vida fui un pobre
campesino, nunca le hice daño a nadie y solo una vez luche por
mi libertad, pero ahora, se me exhibe como "el último de los
cananeos" se me encierra sin juicio por un pueblo que dice
predicar la justicia y... comienzo a reír. ¿Pero es que acaso me
he vuelto loco? En unos minutos seré lapidado, y ¿ahora se me
ocurre reír? Y es que he encontrado la pieza que faltaba, ahora
entiendo porque algo no encajaba en mi razonamiento. Y es
que ya no tengo que llorar por que mi cultura ha sido
exterminada;
El pueblo de la libertad, los hebreos, se encargaran de cuidarla
pues ya no son mas el pueblo de la libertad, sino que desde
ahora, con mi muerte, ellos se han vuelto como nosotros, y no
debo de llorar pues no soy mas el ultimo cananeo.
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REBELION
1986
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EL CAMPO
1990
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EL EQUILIBRISTA
1993
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por ser Individuos. Esto ya es un reto para el equilibrista
vulgar, que en su lucha para mantener el equilibrio entre el
individuo y la sociedad, vive como si tuviese a la sociedad
colgada a destiempo y a "des-peso" de uno de los extremos del
travesaño que lo "ayuda" a mantenerse sin caer, y tan solo con
su propio cuerpo como contrapeso en un mal punto de
colocación. Tan difícil y cansada es la tarea de soportar el peso
de toda la sociedad, que para colmo se mete hasta en nuestro
subconsciente, y clama a gritos a través de nuestro Super-yo
que nos dejemos caer, que muchos de nosotros hacemos
precisamente eso, para solo sufrir la suerte de nuestro viejo
amigo Humpty-Dumpty, sin siquiera tener la esperanza de que
a los peones del reino les importe si se nos puede o no rearmar.
(A menos que se este dispuesto a pagar doscientos nuevos
pesos la hora, una o dos veces por semana).
Por si fuese poco, el equilibrista vulgar no solo tiene que
balancearse en esta sola cuerda, sino que tiene que malabarear
entre varios y muy complicados aspectos que conforman su
ser. Cada aspecto representa una cuerda mas, y caer en tan solo
una de ellas puede ser fatal. Algunas de ellas son por
momentos cables como las del circo, y un momento mas tarde
se vuelven hilo de cáñamo, otras se mueven de izquierda a
derecha, de arriba hacia abajo, son rectas y sin previo aviso se
inclinan, volviéndose cuesta arriba, o cuesta abajo. Otras giran
como brocas de un taladro, son tan delgadas que cortan como
navaja de afeitar, tan calientes que queman, o simplemente
están electrificadas. Tan solo como ejemplo expondremos
algunas de ellas:
La cuerda del atrevimiento es una de las mas transitadas. En
esta se trata de mantener el equilibrio entre, obviamente, que
tanto nos arriesgamos, y que tanto la jugamos a la segura. El
que decide inclinarse hacia el lado de la seguridad,
generalmente se vuelve uno del montón, nunca destaca, nunca
hace nada especial de su vida, y puede seguir viviendo
tranquilo. Su vista no pasara del suelo, pero sabrá que no caerá
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en un agujero. El precio es simplemente el seguir siendo
mediocre. Por otra parte, el que arriesga, puede perder su
dinero, su casa, su trabajo, su familia, o de plano su cordura o
su vida. Una vez mas, equilibrio.
La cuerda de la seriedad, de la sobriedad y del recato es una de
las menos arriesgadas, y sin embargo, una de las mas
importantes. Aquel que es serio (y en serio) puede perder la
alegría de la vida. Aquel que tiene la vivacidad y simpleza
infantil, la alegría y el humor en demasía, pierde el respeto
("Es muy poco serio" dice la gente). Es un poco como el libro
El Principio, de Saint-Exupery, si uno lo lee como adulto,
parece tonto y aburrido. Como niño, no se le capta su
profundidad. Es por ello que solo aquellos que son lo
suficientemente adultos como para entenderlo pero
suficientemente niños como para disfrutarlo lo consideran una
gran obra de la literatura. Aquellos que en esta cuerda, guardan
el equilibrio.
Otra cuerda que nos fascina sacudir a nosotros los psicólogos
(¡Si, soy psicólogo, y que!) es la de la razón vas. el afecto.
Érase que se era una época llamada "Moderna", también
conocida como "Edad De La Razón" (Mucho gusto Señora De
La Razón), Ilustrada, etcétera, en la que el ser "racional", o
lógico, parecía iba a ser la solución a todos los conflictos de la
humanidad. Pero llegaron amigos nuestros desde Sartre a
Habbermass y nos dijeron que no, que en este siglo veinte de
nosotros, y ante la evidencia histórica del fracaso de su fracaso,
la modernidad se había acabado. Estábamos en la "Post-
Modernidad", en la era de lo abstracto. Y entonces, esta cuerda
que antes del siglo XIX no existía, y que después de la
Revolución Francesa (Con mayúsculas) aprecia sólida y firme,
comenzó a parecerse mas a una cuerda de saltar que a una
cuerda floja. Y es así que el que hoy en día es racional, se le ve
como frío y seco, mientras que al demasiado afectivo o
imaginativo, como empalagoso, "que vive en las nubes", o de
plano en la luna, o sea lunático.
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Y bien, podríamos continuar con esto durante paginas y
paginas, y hacer de esto una novela, no, mejor una enciclopedia
a la que llamaríamos "La Gran Enciclopedia Mundial del
Equilibrio" (En la compra del tomo I, Abajo a Aterrizar, le
regalamos un paracaídas) en donde vendrían explicadas todas
las cuerdas (Bueno, las que se nos ocurran, y con apéndices
anuales, por supuesto) como la de la Avaricia vas. Esplendidez,
la Sinceridad vas. Hipocresía, el Altruismo vas. Egoísmo, y así,
miles y miles de cuerdas mas en las que el ser humano tiene
que equilibrarse para no caer, y en las que para muchos, el
mejor secreto para no perder el equilibrio es, como en Kafka,
no moverse. Pero para aquellos que puedan levantar la vista,
ver hacia el horizonte, y seguir adelante, solo tengo una cosa
mas que decir: Damas y Caballeros: El mundialmente famoso
Circo de la Vida, tiene el gusto de presentar, a 30 metros de
altura y sin red de seguridad...
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LA ESPERA
1992
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"¿No te conozco de alguna parte?" o "¿No eres tu la hermana
de Fulanito?" Ya no recuerdo. Un momento, el teléfono...
Mi corazón late con violencia, estoy enojada y al mismo
tiempo me siento impotente ante la situación. Cuando el
teléfono sonó pensé que era él. Pensé en todo lo que me diría:
"Bueno..."
"¿Alejandra?" Reconozco su voz.
"Si. ¿Quien Habla?" Finjo no saberlo.
"Roberto"
"¿Roberto?"
"Si, del VideoBar del otro día"
"Ah, si, Roberto" Con tono de desinterés.
"¿Como estas?"
"Bien"
"Oye, quería invitarte el viernes a salir"
"No puedo el viernes" Mentira
"¿Y el sábado?"
"¿A donde me invitarías?"
"A tal lugar"
"Puede ser, no se, porque no me hablas el viernes para
confirmar"
"Pero ya quedamos"
"Puede ser, háblame"
"Bueno, adiós, nos vemos el sábado"
"Nos vemos"
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Una voz de mujer.
Pregunta por mi madre, y siento un liquido helado recorrer mis
venas, y me estremezco mientras llamo a mi madre. El fluido
llega a mis ojos, por donde quiere salir en forma de una
lagrima...
Pero no. Quien cree el que es, para merecer una lagrima. Así
son todos, los hombres siempre juegan contigo. Eso es lo que
esta haciendo, jugando.
Pues no habré de tolerárselo esta vez, no mas.
Nunca mas.
Si llama no le contestare el teléfono. Si sus intenciones
hubiesen sido sinceras, si se hubiese sentido atraído hacia mi,
me habría llamado al día siguiente. Esperar tres días significa
que simplemente me quiere para "divertirse". Pues esta vez se
equivoca, no voy a caer en su trampa.
Me imagino su estrategia: Se espera tres o cuatro días, pues
sabe que me siento atraído hacia el. Si no, por que otra razón
habría aceptado bailar con el a la primera. Eso fue un error, le
di 'alas'. Ahora sabe que me siento atraída, y empieza a jugar su
juego. Al tercer día, sabe que estoy pensando en el, deseando
que llame, deseándolo... Por fin llama, me invita a salir. Por
supuesto el esta seguro de que yo aceptare. Me lleva a un lugar
elegante, tal vez a un restaurante, cuenta unos chistes, bebemos
un par de copas de vino, y entonces...
"Eres una mujer muy hermosa, Alejandra" Yo me ruborizo. El
esta preparando el terreno.
"Gracias por el cumplido, pero sabes que no es cierto..."
Miento. Siempre me dijeron que la modestia es una buena
cualidad en una señorita.
"No, no. Es cierto. Yo nunca miento." Otra mentira. Pero no
hay nada que yo pueda decir.
"Sabes" Continua "desde que te vi me sentí atraído hacia ti".
Una pausa.
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La pausa es importante, pues crea expectativa. Por un lado me
baja las defensas con un halago, luego me hace esperar, desear
que diga algo, no se que, pero algo, y finalmente, cuando lo
dice, una cae en la trampa de que lo que dijo era el algo que
estábamos esperando oír.
Yo sonrió, y el sigue:
"Es increíble lo bien que la pasamos juntos... y sabes, es que...
me gustaría estar mas cerca de ti"
Mas cerca de ti. Es su primer lanzamiento, una curva,
engañosa. Es lo bastante vago para que lo mal interprete, pero
lo bastante directo para iniciar su movida. Yo decido dejarlo
pasar, no es mi clase de pichada.
"¿A que te refieres, Roberto?"
"Nada, nada" Es una bola "es solo que me gustaría que hubiera
algo mas entre nosotros que una simple amistad. Quiero llegar
a conocerte mejor, quiero que haya algo especial entre
nosotros."
Me hace dudar. ¿Tal vez me equivoque? ¿Tal vez sus
intenciones son sinceras? Pero eso es lo que el quiere, hacerme
dudar. No, esto también es parte de su juego. Si hubiese
bateado, ¡Zoooom! Strike. El lanzamiento hasta adentro. O mas
bien el "bat". Pero si no, la vieja historia: 'Era solo una bola
amistosa....'.
El desvía la conversación, otra vez, cortés y amable, pero esta
vez me toma la mano. Su mano es fuerte pero delicada. Es
tibia, se siente bien. Lo dejo hacer, y el sigue hablando como si
nada. Me sonríe. Su sonrisa es encantadora, y sus ojos. Pero
todo es parte del plan.
El teléfono vuelve a sonar. Es el, pensé. Dejo que mi madre
conteste. En un segundo me llamara, "Ale, contesta el
teléfono."
"Quien es, Mama"
"Roberto"
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"Dile que no estoy" Eso es, una cucharada de su propia
medicina. Y que me escuche Dile que no estoy.
Espero el grito de mi madre, pero no viene. Silencio. ¿Que
pasa? ¿Porque no me grita? Me acerco al teléfono, y lo levanto
un segundo.
"Julieta, no se te olvide que la junta del comité..."
No es el.
Vuelvo a colgar rápidamente, y me siento desesperada. Tal vez
algo le paso. Tal vez no pudo hablar, salió de viaje, o piensa
que es cortés esperar un par de días. Fue todo tan lindo el otro
día, no puedo creer que el me haga una cosa así al propósito.
Llevábamos hablando un rato. El era a la vez simpático e
interesante. Sus ojos se veían tan hermosos el la tenue luz
anaranjada, y se empezó a escuchar mi canción, esa balada,
tranquilita, llena de amor.
Lo voltee a ver y leyó en mis ojos que quería bailar. Me tomo
de la mano, y sin decir una palabra se levanto y me llevo a la
pista. Puso su mano en mi cintura, y yo le tome del hombro.
Era un hombro fuerte y protector, que ataría mi cabeza como
una almohada en la que se quiere soñar un sueño de hadas.
Nuestras manos, fuertemente entrelazadas, y nuestro cuerpos
meciéndose al ritmo de la suave música. Me sentía en el
paraíso. No resistí cuando me atrajo hacia el, suavemente,
dulcemente. Repose mi cabeza sobre su hombro, como el
sueño realizado, y sentí su pecho rozando el mío. Me deje
llevar por la música. Cerré los ojos, y sentí que volábamos. Me
apretó levemente hacia el, y sentí sus piernas en rítmicos
movimientos junto a las mías, uno, dos...uno, dos. La música
sonaba y me drogaba con un elixir de amor, maravilloso. Sentí
su respiración en mi nuca, y una sensación de tibio calor
estremeció mi cuerpo. El roce de su cuerpo sobre mis pechos
me excitaba, y estaba segura de que el sentía los míos sobre el
suyo, a través de mi ropa y la suya. Ansiaba sentir su piel...
El teléfono otra vez.
Lo conteste casi automáticamente.
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"Bueno" Y entonces me di cuenta de el error que había
cometido.
"¿Ale?" Una voz de hombre. Me puse nerviosa. ¿Como era la
voz de el? Ya no recuerdo.
"Si"
"Esta tu mama, habla tu tío Carlos" Decepción, y alivio.
Es increíble como dos emociones contradictorias pueden vivir
dentro de una. Las mujeres somos seres ambivalentes.
Podemos amar y odiar al mismo tiempo. Esa es nuestra
debilidad.
Y es por eso que debemos ser duras, no dejarnos atrapar
fácilmente. Porque el balance se rompe, y ellos se aprovechan
de nosotras en virtud de nuestro amor. Los hombres no son
ambivalentes. Ellos solo buscan sexo. Sexo o sumisión. Para
que me entiendan mejor, mientras que el alma de la mujer tiene
hambre de romance, el cuerpo del hombre tiene hambre de
sexo. Son sentimientos paralelos. Igual que la seguridad y la
sumisión. Nosotras buscamos seguridad, ellos sumisión.
Seguimos bailando durante un momento, bueno, a mi me
pareció un momento, pero mis amigas se me acercaron y me
empezaron a insinuar que ya era tarde, hora de irnos a casa.
Había en su voz varios sentimientos, reproche por dejarme
"seducir" así por un hombre al que apenas conozco, celos por
haber encontrado un "buen partido" y ellas irse con las manos,
o mejor dicho, las piernas, vacías, y algo de preocupación
porque al ver el reloj me di cuenta de que en realidad se estaba
haciendo tarde.
"Ale, ya vámonos, que venimos todas en el coche de Mónica"
"Si quieres yo te llevo a tu casa" dijo Roberto "por donde
vives"
"No por favor, no te molestes, yo vivo hasta el otro lado de la
ciudad" y le explique mas o menos por donde, en un intento de
que leyese en mis palabras, Si, llévame contigo...
"No por favor, no es molestia, si yo vivo ahí cerquitita" A
pesar de que en realidad vivía bastante retirado.
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¡El Teléfono!
Corrí hacia el aparato, y como si hubiese estado a mil grados
centígrados solté la bocina en cuanto la toque. No, no le voy a
contestar.
Sonó una vez, dos, tres, cinco...
"Ale, contesta" Mi Mama.
Seis. Levanto la bocina.
"Bu..." Click. Colgaron.
Me asalta la duda. ¿Y si era el? ¿Volverá a hablar? Siento un
dolor en el estomago, y una gota de sudor frío se escurre por
mi espalda. Que tonta soy. Además, quien me manda estar
imaginando cosas. Tal vez tiene una buena razón para no
haberme hablado hasta ahora, tal vez esta muy ocupado, en
exámenes, no se, algo. Y fue tan hermoso la otra noche. Tan
Mágico, tan especial...
Le hable a mi Mama y le avise que íbamos a estar otro rato en
el video-bar. "No llegues muy tarde" me dijo. "No te preocupes
Mama, Mónica me lleva a la casa..." mas mentiras. ¿Pero que
importa una mentirita así cuando una siente el amor tocar a la
puerta?
Bailamos otro rato, nos sentamos en su mesa.
"¿A que te dedicas?" Me pregunto.
"Estudio diseño" Es lo que se llama en Ingles Small Talk,
platicar de nada en particular.
"¿En donde?"
"En la Ibero, ¿Que no se me nota el acento?" Imito un acento
que en realidad no tengo necesidad de imitar, y que por demás,
no se parece en nada al que supuestamente debemos tener los
"Chicos Ibero".
"Tengo un amigo que estudia comunicaciones en la Ibero. A lo
mejor lo conoces."
"¿Como se llama?"
"Rolando, Rolando Ruedas"
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"Me suena" No es cierto, a pesar de lo simpático del nombre
"¿Como es el?
Me lo describe, le digo que creo que si lo conozco, a pesar de
no tener idea. La platica sigue así.
De pronto, esa canción tan padre que canta el grupo de moda
empieza a sonar. Lo volteo a ver con cara de suplica. El me
entiende. "¿Bailamos?" algo le dice en un murmullo a sus
amigos, y nos paramos a bailar.
Al terminar la pieza, sus amigos no están. Nos sentamos solos.
Empezamos a platicar de nosotros, de nuestro gustos, de
nuestra vida, de todo. Somos tan parecidos, y sin embargo, tan
distintos en algunos detalles. Eso me gusta. No hay duda de
que me siento atraída hacia el y que el se siente atraído hacia
mi. ¿O si la hay?
La imaginación vuela y el tiempo pasa como si nada tuviera
que ver con nosotros. Estamos en otra dimensión, platicamos,
reímos juntos, nos tomamos de las manos. Pareciera que solo
ha pasado un segundo cuando miro el reloj...
"¡¡¡Mi Mama me va a matar!!!" y me levanto de un brinco.
"No te preocupes, en un minuto estamos en tu casa" Lo dice
con tanta seguridad, que un extraño sentimiento de tranquilidad
me invade.
Subimos a su coche e iniciamos el camino hacia una despedida
no deseada. Casi sin sentirlo, sus dedos se escurren y enlazan
con los míos. Así continuamos en silencio todo el camino hasta
llegar a mi casa. Silencio y Amor. Me embargaba la felicidad y
en ese momento yo no podía pedir nada en el mundo, excepto
que falta...
"Bueno, aquí es, ¿No?"
"Si, ya llegamos." Lo miro con tristeza. Me gustaría que esta
noche no acabe jamás.
"Porque no me anotas tu teléfono y yo te hecho una llamada
para ver si salimos..." La frase queda entrecortada por la
velocidad en la que saco una pluma de mi bolsa, y anoto mi
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teléfono en un papel. Lo firmo: Ale, y al lado dibujo una carita
sonriente.
Al igual que la carita, el lo ve, y sonríe. El baja del coche y me
abre la puerta. Me levanto, lo miro fijamente a los ojos, y casi
como pedir un deseo... el me abraza con delicadeza, nos
estamos mirando y el tiempo parece haberse detenido. Un
segundo parece un año. El acerca su cara a la mía y... excepto
que falta un beso. Y siento sus labios tibios y húmedos sobre
los míos. Mi corazón empieza a latir con fuerza, y yo me
asusto de mi misma. Me quedo como petrificada. Pasan unos
segundos en los que me siento confundida y finalmente el se
separa de mi. Me empiezo a sentir como una tonta, y me
pregunto ¿Que habrá pensado de mi? Me avergüenzo de haber
deseado tanto que me besara para parecer una inútil cuando por
fin lo hace. Me gustaría volver a abrazarlo y besarlo otra vez,
pero...
"Adiós" es lo único que puedo decir.
"Adiós, yo te hablo" y sonó en sus labios como... no se. Tal vez
solo estoy imaginando. Tal vez era tristeza lo que oí en su voz,
o tal vez no. Tal vez era esperanza. no lo se. Me miro fijamente
por unos segundos en lo que yo entraba a mi casa, sin querer
darle la espalda, sin querer cerrar la puerta. Finalmente subió a
su coche, y se alejo. Se alejo de mi.
Esa noche casi no pude dormir. Estuve pensando en el, en sus
abrazos, en su beso. En mi. Al día siguiente estuve en
expectación todo el día, esperando...
¡¡¡El Teléfono!!!
Corro a contestar y levanto la bocina "Bueno..."
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RELATO NOCTURNO
1994
94
Nuevamente me acerque al objetivo, levanta mi quijotesca
arma y descargue con toda mi furia sobre el animal...
La obscuridad que se hizo fue total, y mi honor estaba
mas mancillado que nunca. Ya era bastante lo que había
causado ese insecto que volvía a zumbar mientras estábamos
nuevamente en la obscuridad que provocase el que yo hubiera
roto el foco... Decidí entonces lo que por muchos es
considerado como un crimen, olvidando las viejas costumbres
y maneras, por no mencionar la conciencia ecológica,
traicionando el honor deportivo de enfrentarse a su enemigo de
igual a igual, aun conociendo las ventajas naturales de las que
era poseedor. Renuncie a todo ello y a todos los valores del
viejo mundo para cometer un crimen sin compasión.
Lo primero que tenia que hacer era salir del cuarto...
debía hacerse rápidamente para que el enemigo no lograse
escapar durante la operación. Abrí un poco el dintel, lo que
dejo penetrar un leve has de luz. Después, rápidamente salí de
un salto de la habitación y me dirigí a grandes zancadas a la
cocina, directamente a aquel armario, permanentemente
cerrado y del que solo yo sabia donde estaba la llave. Lo abrí
con un extraño sentimiento de pesadumbre, como aquel que va
a actuar en contra de sus principios, pues iba a utilizar algo que
siempre había negado siquiera poseer. Antes de ese momento,
siempre creí en el derecho que tenia mi mortal enemigo de
salvarse si era lo suficientemente astuto, también sabia que
llegar a esta "ultima alternativa" podía traer a posteriori
consecuencias negativas para mi propia salud... pero en ese
momento estaba desesperado.
Por un instante, gire los ojos que se posaron sobre la
brillante lata color metálico, reluciente. Estaba cubierta de un
papel amarillo pálido, con grandes letras latinas en idioma
ingles, lo que denotaba su procedencia extranjera. El mortal
dispositivo en la parte superior de la lata se encontraba cubierto
por una tapa de plástico blanco, la cual retire. Coloque mi dedo
índice sobre aquel, y sostuve firmemente la lata. Me acerque a
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mi cuarto y abrí la puerta. En la escena se respiraba el olor a
muerte ante un cuarto semi-obscuro inundado por el halo que
penetraba por la puerta rompiendo la total penumbra. El
zumbido seguía ahí, impasible. Levante la lata, y presione el
dispositivo que libero un rocío con aquel ardiente liquido de la
muerte...15, 20, 30 segundos. Después 30 mas. El zumbido se
volvió intermitente, luego esporádico y al ras del
suelo...finalmente ceso. En la escena podía ver en mi mente a
un hombre que ya no era yo mismo, cabizbajo y con una lata
pendiendo en los inertes brazos, vencedor y al mismo tiempo
vencido, que levanto su voz y grito, mientras una lagrima
rodaba por su mejilla.
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SRA. GOMEZ
I995
I
La alarma del horno sonó una vez mas para avisar a la
Sra. Gómez que el pastel de pollo que estaba preparando para
su marido estaba listo. Normalmente, la Sra. Gómez estaba
muy orgullosa de su pastel de pollo. Siempre lo preparaba con
las verduras mas frescas del mercado. Compraba el pollo
entero y lo desmenuzaba, usando carne blanca y obscura. Lo
sazonaba con su mezcla secreta de especias que había heredado
de su abuela, y lo cubría con varias capas de pasta de hojaldre.
Era realmente una fabulosa receta y por eso ella estaba
orgullosa de su pastel. Normalmente.
Y es que ese día sucedido algo muy extraño. En la
mañana, al recoger el correo, la Sra. Gómez encontró un sobre
que era muy diferente a los sobres con cuentas del banco y
publicidad que ella estaba acostumbrada a recoger todos los
días. Era un sobre con textura, aparentemente muy fino, como
una invitación. El color era casi blanco, pero a la luz se notaba
brillante, mas bien plateado. Al principio, la Sra. Gómez pensó
que sería precisamente eso, una invitación. Pero la carta no
tenia remitente, ni sellos postales, ni dirección. Solamente
decía su nombre escrito en caligrafía en una tinta muy obscura:
“ Marta Esparza de Gómez.”
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La Sra. Gómez tomo la carta con gran curiosidad. ¿Sí
era una invitación, de quien podría ser? Su comadre Juana
acababa de tener un hijo (el cuarto), pero que ella supiera no
estaba planeando ninguna celebración en particular. Además,
su comadre no tenia el dinero como para estar haciendo
invitaciones tan elegantes. A lo mejor era de su primo Ignacio,
que vivía en provincia. Ya tenia mas de un año saliendo con su
novia, y era posible que finalmente hayan decidido formalizar
su relación. Y, aparentemente ella era de buena posición
(razón por la cual, pensaba la Sra. Gómez, su sobrino debe de
quererla, porque la muchacha le parecía fea como un zapato
viejo). Pero si era así, porque la carta no tenia sellos, ni
remitente. No, esta carta debía de haber sido entregada a
mano, y su primo vivía en provincia.
Finalmente, la Sra. Gómez se sentó en la mesa de su
comedor, y se quedó contemplando el sobre. Era un sobre muy
elegante y ella no quería simplemente romperlo, así que debía
de abrirlo con cuidado, con un abre cartas. ¿Pero de donde iba
ella a sacar un abrecartas? Su familia no era pobre, pero si
sencilla. El sueldo de su marido (El Sr. Gómez) como
empleado de escritorio en la compañía de teléfono les
alcanzaba bien para vivir a los dos, pero nunca se habían
podido dar lujos, ni vacaciones, y mucho menos comprar cosas
innecesarias como un abrecartas. Pero ya bien dice el dicho
que el hombre propone, y dios dispone, porque cuando ella se
caso hace 10 años y era apenas una muchacha de 20, ella se
veía en el futuro en una casa llena de chamacos, corriendo y
jugando. Ella se veía ayudándoles a hacer su tarea, recortando
estampitas y pegándolas con pegamento blanco en coloridas
cartulinas. Preparándoles fruta fresca y aguas de sabores, y
también su famoso pastel de pollo… Pero ellos no pudieron
encargar. Trataron, y trataron, pero mes tras mes ella se sentía
frustrada al llegar su periodo. Bueno, ya será para la próxima.
Ella no tenia duda que se su marido la amaba cuando ellos se
casaron. Era dulce, atento, y se preocupaba por ella. Pero con
100
cada mes que pasaba sin poder embarazar, su marido se
tornaba mas frío y taciturno. Nada dramático, solo un detalle
aquí, un gesto allá. Ellos no podían pagar la cantidad de dinero
que se necesita para los costosos tratamientos de infertilidad,
así que no les quedaba alternativa mas que seguía tratando, una
y otra y otra vez. Y siempre con el mismo resultado. Al pasar
los años, simplemente dejaron de tratar. Finalmente dejaron de
hacer el amor, excepto por un par de veces al año (“en
ocasiones especiales,” decía él) y aunque él nunca falto a sus
obligaciones y siempre cuido de ella, la llama se apago.
Seguían juntos por fuerza de la costumbre, y por supuesto,
porque en la sociedad en que vivían no se veía de manera
correcta que las parejas casadas se separasen. “Lo que dios
unió…” Incluso había casos en los que mujeres que se atrevían
a dejar a sus maridos eran asesinadas por estos, y las
autoridades simplemente se hacían de la vista gorda o le daban
una leve sentencia al agresor. Pero el marido de la Sra. Gómez
no era así. Si era un hombre “muy macho” en le sentido social
de la palabra, pero nunca había sido violento con ella. En todo
caso, ella nunca podría dejarlo sin su consentimiento, y
definitivamente no tenia el valor de confrontarlo. Así que la
vida seguía su rutina día con día, pastel de pollo a pastel de
pollo, mientras el tiempo pasaba y dejaba su marca en la Sra.
Gómez. Hasta aquella mañana.
Finalmente la Sra. Gómez tomo un cuchillo de la cocina
y con sumo cuidado lo inserto bajo la solapa del sobre. Corto
el sobre de lado, y saco de el una tarjeta, blanca y brillante
como el sobre, con un hermoso grabado de flores que al
pareces eran rosas. La tarjeta estaba en blanco por afuera, así
que con gran excitación la Sra. Gómez la abrió. Por dentro,
solo tenia unas líneas escritas en la misma caligrafía y con la
misma tinta negra azabache que su nombre en el sobre. Decían
así:
P.
II
La Sra. Gómez esperaba ansiosa a que su marido saliera
al trabajo para poder revisar el buzón y recoger la tarjeta de su
admirador secreto. Quien quiera que fuera, él siempre
esperaba a que el Sr. Gómez saliera a trabajar para dejar la
tarjeta. No importa que tan rápido saliera la Sra. Gómez a la
calle una vez que su marido se encontrase en camino, nunca
102
había logrado echarle un vistazo a su platónico amante. Sin
embargo, ya se había formado una imagen de él: Era un
hombre alto, no muy atractivo pero sumamente varonil, algo
maduro pero joven de alma (y por supuesto con muy buen
gusto). Su pelo obscuro tenia apenas unos dejes de gris en las
patillas, y su rostro era de rasgos fuertes y marcados. A veces
junto con la tarjeta le dejaba una rosa, y hace unos días empezó
a hablar de fugarse con él. La Sra. Gómez estaba sumamente
excitada. Sabia que si su marido descubría las cartas (que ella
escondía en un rincón de se armario) estaría en graves
problemas, y eso la asustaba. Pero la excitación y la espera de
recibir aquella nota cada día en la mañana habían inyectado en
ella unas ganas de vivir y un espíritu que hace mucho tiempo
ella sentía haber perdido. Su deseo y su pasión por ese hombre
desconocido le habían dado un nuevo propósito a su vida, y
mientras mas compleja se volvía su imagen mental del
desconocido, mas imperfecto y aburrido se le hacia su marido.
Perdía la paciencia con facilidad y le ponía mucha menos
atención a él. Y sin embargo, él parecía tomarlo todo con
inusual paciencia. A veces sonreía, en un gesto un poco
picarón y un poco burlón. Otras veces simplemente se daba la
vuelta y parecía tomar el mal humor de la Sra. Gómez con
resignación. El Sr. Gómez nunca había sido violento, pero su
carácter fuerte y mandón estaba en contradicción con la actitud
que había tomado hacia su mujer desde que las cartas de P.
habían empezado a llegar.
Por otra parte, P. hablaba cada vez mas a la Sra. Gómez
de huir de su “monótona existencia.” Le decía que él sabia que
ella era mas que en lo que se había convertido, y él hablaba de
recorrer el mundo juntos, de explorar y buscar aventuras, y de
enterrar el pasado. A veces le incluía algún poema de Neruda,
de García Lorca o de Machado. A veces las notas eran
originales, y aunque carecían de la elocuencia de los aedos,
eran sin embargo románticas y apasionadas. Cada vez mas la
Sra. Gómez pensaba en huir con su amante a un país lejano, en
103
correr y desaparecer de la vida que había llevado hasta ese día,
renunciar a la sociedad, a las convenciones, a su familia y
sobre todo a su marido, para seguir los impulsos de su corazón
y explorar el mundo. Pero dos cosas se lo impedían. Primero,
su marido. En su fantasía, la Sra. Gómez se había convencido
a si misma que su marido era un tirano que la perseguiría por
toda la faz de la tierra si era necesario con tal de hacerle su
vida miserable. Algún día la alcanzaría si ella se atreviese a
huir, y la mataría a ella, o aun peor, a su amante. Nunca podría
huir sin deshacerse de su marido.
El segundo obstáculo, sin embargo, era el mas difícil de
sobrellevar: P. siempre hablaba de huir, pero ella no tenia
manera de contactarlo (había intentado dejarle notas en el
buzón una vez que su marido salía, pero ahí permanecían hasta
unos minutos antes de que su marido regresara y ella tenia que
removerlas desconsolada). A menos que P. le dijera
exactamente en que lugar y a que hora habrían de fugarse, no
había manera en que pudiera hacerlo. Y así fue como día con
día ella esperaba con emoción la carta que le dijera cuando. La
carta que contuviese el plan, el día, la hora. Eso era todo lo
que necesitaba pues para resolver el problema de su marido,
ella ya había encontrado una solución.
III
La Sra. Gómez se encontraba sumamente nerviosa ese
día. Estaba preocupada pues tenia miedo que el nerviosismo le
indicase a su marido que algo estaba mal, así que estaba
haciendo todo lo posible por parecer calmada. Eran las 7:30 de
la noche, y como de costumbre, el Sr. Gómez llegaba en ese
momento de su trabajo. Esa noche él iba a salir con sus amigos
a su juego semanal de póker, así que después de cenar, él
volvería a dejar sola a la Sra. Gómez. P. debía conocer muy
bien lo que sucedía en su casa. A pesar de que llevara varios
meses escribiéndole a la Sra. Gómez, ella nunca había podido
escribirle a él de regreso. Así que la única explicación que ella
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tenia para explicar como es que P. sabia que los Viernes en la
noche el Sr. Gómez salía a jugar póker con sus amigos a una
cantina local es que debía de estarlos observando. Finalmente
hace tres días su admirador secreto le dio el mensaje que ella
había estado añorando por tantas semanas: “Viernes en la
noche, media hora después de que tu marido salga a su juego,
toma un Taxi al aeropuerto. Yo te estaré esperando con una
rosa roja en la solapa y boletos para salir a París.”
En todo caso, esa noche ella había preparado su famoso
pastel de pollo, que hacia varias semanas no preparaba pues
detestaba la idea de trabajar tantas horas para un hombre al
que, a estas alturas, positivamente aborrecía. Peor hoy era un
día especial, a si que se esmero de sobremanera en prepara su
delicioso pastel de pollo. Como siempre compro todos los
ingredientes frescos en el mercado: las verduras, el pollo, las
especies. Puso todos los ingredientes en la mesa de la cocina y
saco la antigua receta en el libro que había heredado de su
abuela. Siguió todos los pasos al pie de la letra. Todos, eso es,
menos uno. Al mezclar las especies incluyo un polvo
blancuzco que saco de una pequeña botella de vidrio marrón.
Había comprado ese polvo con una hierbera que le había
recomendado su comadre Juana hace varios años. La hierbera
le explico que el polvo era muy bueno para ponerlo en el té
pues era prácticamente insaboro. Se usaba para ayudar a
dormir, pero debía tener mucho cuidado en tomar la dosis
correcta, pues en dosis altas podría provocar un paro cardiaco.
El frasco tenia en la tapa una pequeña cucharilla, y la
curandera especifico nunca tomar mas de una cucharilla diaria.
El frasco contenía dosis para dos meses.
La Sra. Gómez vació todo el frasco en la mezcla de
especies y procedió a probar un poco con la punta de una
cuchara para determinar si el sabor era aceptable. El polvo
blanco le dio a la mezcla un sabor un poco dulzón, pero no era
grave. Estaba segura de que su marido no notaria la diferencia
en el sabor pues comía como un animal y hacia varias semanas
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que no probaba el pastel de pollo, que era su favorito. En todo
caso si él preguntaba algo, ella le diría que tuvo que modificar
la receta pues no encontró alguno de los ingredientes en el
mercado. Finalmente, preparo toda su ropa y efectos
personales en una maleta que escondió debajo de la cama. Se
aseguro de tener consigo todos sus documentos, y se sentó a
esperar a que el guisado estuviera listo y la llegada de su
marido.
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