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"LA SANIDAD DEL ALMA" Jehová Dios por medio del profeta Isaías, nos dice que

Jesucristo, ya sufrió las consecuencias del pecado de todos los hombres, todas nuestras
maldades y transgresiones. (Isaías 53:4y5) "Ciertamente llevó él nuestras enfermedades,
y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.
Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de
nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados". Jesucristo soportó la
condenación hasta la última gota, en extrema agonía, y en doloroso lamento, exclamó:
"Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?". En ese momento experimentó el
abandono del Padre y la humillación como portador de todo el pecado de la humanidad,
fue el momento donde Jesucristo, el Hijo de Dios se siente separado del Padre, y este fue
su peor sufrimiento, un castigo del cuál no era culpable, pero todo lo hizo en obediencia
a Dios, aceptando y rendido a su voluntad, con el propósito de reconciliarnos, justificarnos,
salvarnos y romper el velo que nos separaba de Dios. Cuando una persona se arrepiente
de sus pecados, pone su fe en Jesucristo, cree que Jesucristo, el Dios hecho carne y hueso
murió en la cruz en su lugar, esto funciona siempre para salvación del alma. En momentos
de enfermedad, continúa orando esperando la respuesta, confía en Dios, pero no dejes de
ir al médico, tampoco los medicamentos o tratamientos que te han indicado, no te dejes
engañar por todo el triunfalismo que escuches porque tu vida puede estar en peligro.
Jesucristo vino a sanarnos, y más que físicamente, vino a sanar tu ALMA;
ESPIRITUALMENTE de las heridas del pecado. Nuestra vida es una prueba continua a
superar para llegar hasta el fin. Este es nuestro último anhelo, lograr llegar hasta el fin.
Nuestra vida es un suspiro para Dios, la verdadera vida es la ETERNA, por esto vino Jesús,
para curarnos del pecado y abrirnos la puerta de la Vida Eterna. ¡Que tengas un buen
Sábado, bendiciones!!!

Muchos apelan a estos versículos para asegurar la sanidad física y de este modo motivar
a otros creyentes a que hagan lo mismo. Los que usan esta porción del Evangelio, hablan
de cancelar una enfermedad, de atarla, de no recibirla, de no aceptarla, etc. La razón de
esto, es que mal interpretan el texto para afirmar que Jesús murió por nuestras
enfermedades físicas, es decir, según ellos, ningún cristiano puede ser tocado por virus,
por bacterias o una enfermedad. En algunos casos, se atreven a decir que no pueden
enfermarse porque Dios les dió autoridad para atar la enfermedad, y que aquel que se
enferma, debe ser porque está mal con Dios. La realidad es que Jesús cargó nuestros
dolores, pero no en el sentido de que personalmente experimentó todas las enfermedades
de las personas: dolor estomacal, úlceras, apendicitis, etc., sino que Él sufrió la ira de
Dios por el pecado de todo el mundo. Entonces, es incorrecto decir que Cristo murió por
nuestras enfermedades de igual manera que murió por nuestros pecados. Sin embargo,
esto no significa que no hay esperanza para el cristiano enfermo. De hecho, la oración
puede tener el poder para sanarnos. Mucho tiempo después, el apóstol Pedro escribe lo
siguiente refiriéndose a Cristo: "Él mismo llevó en su cuerpo nuestros pecados al madero,
para que nosotros, muertos ya al pecado, vivamos para la justicia. Por sus heridas fueron
ustedes sanados." -1 Pedro 2:24 En ninguna parte de los evangelios, leeremos a Pedro o
a los demás apóstoles declarándose sanos, ni cancelando o atando la enfermedad.
Entonces estos versículos, tampoco son una promesa segura de que un cristiano no se
puede enfermar. Dios sin dudas nos puede sanar hoy, pero mientras vivamos en este
mundo, mientras el pecado, las bacterias, los virus, la mala alimentación y las
enfermedades existan, no seremos intocables y tampoco infalibles. No todo es una prueba,
no todo es un “ataque del enemigo”, muchas veces somos nosotros los que provocamos
afecciones a nuestro cuerpo. Ahora cuando esto nos pasa, hagamos lo que esté a nuestro
alcance (visitar al médico, tomar los medicamentos, seguir los tratamientos, etc) y
oremos para que el Señor obre su voluntad en nuestras vidas.

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